El Demiurgo y los Arcontes

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EL DEMIURGO y LOS ARCONTES en el GNOSTICISMO Los Arcontes (en griego ἄρχοντες), son figuras en la teogonía y cosmogonía gnóstica que juegan el papel de los jueces y gobernantes del mundo material. Para el gnóstico, ver el mundo material es hacerlo ontológicamente mas que fenomenológicamente. La esfera divina (Pleroma), es un lugar sin tiempo y sin dimensiones de todo lo existente. A partir de un pecado u error original, una emanación divina se interpuso entre el mundo material creado por ese error, donde el hombre es encarcelado, y un Dios superior y oculto. Segun la fuente, un gnosticismo (iraní), es donde el dualismo exige el choque eterno y titánico entre dos dioses, mientras que otras fuentes (helenísticas y judias), frente al Dios escondido se encuentra la figura de un "dios menor", el Demiurgo, el que está asistido por una serie de emanaciones generadas por él mismo, los Gobernantes. El mundo material, entonces, no es más que una creación de los Arcontes, que, recordando la perfección del Pleroma, tratan de imponer normas y aplicar leyes que, como defecto, tienden a reproducir la realidad: el universo es el recuerdo de lo que una vez conocieron. Los Arcontes son por lo tanto los poderes responsables de la creación del hombre y el mundo material, y también los poderes que, gracias a su memoria de la armonía y el orden en el Pleroma, proporcionan definiciones del Cosmos y el Tiempo. Sin embargo, su función no se limita a esto. También son un gran obstáculo para el retorno del hombre al Dios escondido. Su trabajo se desarrolla precisaente, en someter al hombre con sus reglas. El concepto del demiurgo es platónico, y es retomado por el gnosticismo. Lo que en el platonismo era imperfección, en el gnosticismo se transforma en maldad. El Universo es para los gnósticos una gradación, desde lo más sutil (Dios) hasta lo más bajo (la materia). Así el demiurgo como creador y ordenador del mundo material, se convierte en encarnación del mal, aprisionando a los hombres. El espíritu es la única parte de divinidad que le corresponde al ser humano, liberando éste una "batalla" permanente frente al cuerpo y lo material, transformando así la tierra en el infierno, como el lugar más alejado de Dios. Tan sólo la sophia, la sabiduría, la gnosis, llega por amor, desde lo sutil hasta la tierra para librar al ser humano de la esclavitud de la materia. La salvación no es una cuestión de creencia o de piedad divina, sino que se convierte en una revelación, sólo posible para aquellos que aún no han perdido del todo lo poco de divinidad que todos los seres humanos poseen. Mitológicamente, el Demiurgo es un genio ordenador. En el principio había una masa caótica, desordenada, informe, indeterminada, etc., y también estaba el demiurgo, el cual miró esta masa y pensó: «¿qué puedo hacer con ella? No sé lo que voy a hacer, pero haga lo que haga lo voy a hacer bien». Después ideó una a una las cosas que iba a hacer y de acuerdo con su idea las fue haciendo.

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EL DEMIURGO y LOS ARCONTES en el GNOSTICISMO

Los Arcontes (en griego ἄρχοντες), son figuras en la teogonía y cosmogonía gnóstica que juegan

el papel de los jueces y gobernantes del mundo material.

Para el gnóstico, ver el mundo material es hacerlo ontológicamente mas que

fenomenológicamente. La esfera divina (Pleroma), es un lugar sin tiempo y sin dimensiones de

todo lo existente. A partir de un pecado u error original, una emanación divina se interpuso entre

el mundo material creado por ese error, donde el hombre es encarcelado, y un Dios superior y

oculto.

Segun la fuente, un gnosticismo (iraní), es donde el dualismo exige el choque eterno y titánico

entre dos dioses, mientras que otras fuentes (helenísticas y judias), frente al Dios escondido se

encuentra la figura de un "dios menor", el Demiurgo, el que está asistido por una serie de

emanaciones generadas por él mismo, los Gobernantes.

El mundo material, entonces, no es más que una creación de los Arcontes, que, recordando la

perfección del Pleroma, tratan de imponer normas y aplicar leyes que, como defecto, tienden a

reproducir la realidad: el universo es el recuerdo de lo que una vez conocieron.

Los Arcontes son por lo tanto los poderes responsables de la creación del hombre y el mundo

material, y también los poderes que, gracias a su memoria de la armonía y el orden en el Pleroma,

proporcionan definiciones del Cosmos y el Tiempo. Sin embargo, su función no se limita a esto.

También son un gran obstáculo para el retorno del hombre al Dios escondido. Su trabajo se

desarrolla precisaente, en someter al hombre con sus reglas.

El concepto del demiurgo es platónico, y es retomado por el gnosticismo. Lo que en el

platonismo era imperfección, en el gnosticismo se transforma en maldad. El Universo es para los

gnósticos una gradación, desde lo más sutil (Dios) hasta lo más bajo (la materia). Así el demiurgo

como creador y ordenador del mundo material, se convierte en encarnación del mal, aprisionando

a los hombres.

El espíritu es la única parte de divinidad que le corresponde al ser humano, liberando éste una

"batalla" permanente frente al cuerpo y lo material, transformando así la tierra en el infierno,

como el lugar más alejado de Dios. Tan sólo la sophia, la sabiduría, la gnosis, llega por amor,

desde lo sutil hasta la tierra para librar al ser humano de la esclavitud de la materia. La salvación

no es una cuestión de creencia o de piedad divina, sino que se convierte en una revelación, sólo

posible para aquellos que aún no han perdido del todo lo poco de divinidad que todos los seres

humanos poseen.

Mitológicamente, el Demiurgo es un genio ordenador. En el principio había una masa caótica,

desordenada, informe, indeterminada, etc., y también estaba el demiurgo, el cual miró esta masa

y pensó: «¿qué puedo hacer con ella? No sé lo que voy a hacer, pero haga lo que haga lo voy a

hacer bien». Después ideó una a una las cosas que iba a hacer y de acuerdo con su idea las fue

haciendo.