Fábulas de Esopo

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Cinco fábulas en Griego y Castellano

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Esopo

Esopo (Αἴσωπος, c. 620–564 a.C.) fue un narrador griego que habría escrito un buen número de fábulas que nos han llegado reunidas bajo su autoría. Aunque no se sabe a ciencia cierta si existió y no hay escritos suyos como tales, se cree que las pequeñas historias que la tradición le atribuye, y que han sido vertidas a numerosas lenguas, han sobrevivido gracias a la oralidad. La mayoría de estas fábulas están protagonizadas por animales y objetos parlantes con características humanas que nos dan pequeñas lecciones sobre la conducta y la vida.

Recogemos en esta breve presentación cinco de estas fábulas, encantadores ejemplos de una tradición de sabiduría popular que pervive en nuestro imaginario colectivo a través de los siglos.

Μῦς ἀρουραῖος καὶ μῦς ἀστικός

Μῦς ἀρουραῖος ἀστικῶι γίνεται φίλος μυῒ, καὶ τὴν φιλίαν πιστούμενος πρῶτος εἰς ἀγρὸν τὸν ἀστικὸν παρελάμβανε, καὶ ξενίαν αὐτῶι παρετίθει καὶ τράπεζαν, ἃ φέρειν οἶδε τοῖς ἐνοικοῦσιν ἀγρός. Ἀμειβόμενος δὲ τὴν ξενίαν ὁ ἀστικὸς εἰς ἄστυ τὸν ἀρουραῖον ἐκόμιζε, καὶ εἰς ἀνδρὸς εὐπόρου περελάμβανεν οἶκον. Ὡς δὲ τῶν ὄντων ἤδη προσάπτεσθαι ἤθελον, προσιών τις ἀνέκοπτε· καὶ τοσαυτάκις τῆς ἐν τοῖς ὄψοις ἀπηλαύνοντο πείρας, ὁσάκις ἐπειρῶντο μεταλαμβάνειν. Καὶ τελευταῖον ὁ ἀρουραῖος «ἄπειμι» ἔφη, «τὴν ἐν ἀγροῖς προτιμῶν μετριότητα τῆς ἐν ἄστει τρυφῆς.»

Οὕτως οἱ μέτρια κτώμενοι τῶν πλουτούντων εἰσὶν αἱρετώτεροι.

Ratón de campo y ratón de ciudad

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la ciudad, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como solo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón ciudadano le dijo:

“¿Sabes, amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás”.

Partieron ambos para la villa. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido, los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona entró en el lugar, y los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse.

Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón de ciudad:

“Adiós, amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie”.

Puedes vivir con lujos y problemas, o en la tranquila pobreza.

Κόραξ καὶ Ἀλώπηξ

Κόραξ κρέας ἁρπάσας ἐπί τινος δένδρου ἐκάθισεν· ἀλώπηξ δὲ θεασαμένη αὐτὸν καὶ βουλομένη τοῦ κρέως περιγενέσθαι, στᾶσα ἐπήινει αὐτὸν ὡς εὐμεγέθη τε καὶ καλὸν, λέγουσα καὶ, ὡς πρέπει αὐτῶι μάλιστα τῶν ὀρνέων βασιλεύειν, καὶ τοῦτο πάντως ἂν γένοιτο, εἰ φωνὴν εἶχεν. Ὁ δὲ παραστῆσαι αὐτῆι βουλόμενος, ὅτι καὶ φωνὴν ἔχει, βαλὼν τὸ κρέας μεγάλως ἐκεκράγει· ἐκείνη δὲ προσδραμοῦσα καὶ τὸ κρέας ἁρπάσασα ἔφη· «ὦ κόραξ, ἔχεις τὰ πάντα· νοῦν μόνον κτῆσαι».

Πρὸς ἄνδρα ἀνόητον ὁ λόγος εὔκαιρος.

La zorra y el cuervo

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.

Lo vio una zorra. Deseando apoderarse de aquella carne, empezó a halagar al cuervo. Elogiaba sus elegantes proporciones y su gran belleza; agregaba, además, que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.

El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.

La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne. Le dijo:

“Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría para ser el rey de las aves”.

Cuando te adulen, con más razón debes cuidar de tus bienes.

Τέττιξ καὶ Μύρμηκες

Χειμῶνος ὥραι, τῶν σίτων βραχέντων, οἱ μύρμηκες ἔψυχον, τέττιξ δὲ λιμώττων ἤιτει αὐτοὺς τροφήν. Οἱ δὲ μύρμηκες εἶπον αὐτῶι· «διὰ τί τὸ θέρος οὐ συνῆγες τροφήν;» Ὁ δὲ εἶπεν· «οὐκ ἐσχόλαζον, ἀλλ᾿ ἦιδον μουσικῶς.» Οἱ δὲ γελάσαντες εἶπον· «ἀλλ᾿ εἰ θέρους ὥραις ηὔλεις, χειμῶνος ὀρχοῦ.»

Ὁ μῦθος δηλοῖ, ὅτι οὐ δεῖ τινα ἀμελεῖν ἐν παντὶ πράγματι, ἵνα μὴ λυπηθῆι καὶ κινδυνεύσηι.

La cigarra y la hormiga

El sol del verano ardía sobre el campo. La cigarra cantaba a toda voz en las largas horas de la siesta, tranquilamente sentada en una rama.

Comía cuando se le antojaba y no tenía preocupaciones.

Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.

Terminó el verano, quedaron desnudos los árboles y el viento comenzó a soplar con fuerza. La cigarra sintió frío y hambre. No tenía nada para comer y se helaba.

Entonces fue a pedir auxilio a sus vecinas, las hormigas.

Llamó a la puerta del abrigado hormiguero y una hormiga acudió. La cigarra le pidió comida.

“¿Por qué no guardaste en el verano cuando abundaba? ¿Qué hiciste?” -preguntó la hormiga.

“Cantaba”-respondió la cigarra.

“¿Mientras yo trabajaba? ¡Pues ahora baila!” -dijo la hormiga, dándole con la puerta en las narices.

Debemos ser prevenidos y pensar en el futuro, para no vernos luego en dificultades.

Λαγωός καὶ Χελώνη

Χελώνη καὶ λαγωὸς περὶ ὀξύτητος ἤριζον· καὶ δὴ προσθεσμίαν στήσαντες καὶ τόπον ἀπηλλάγησαν. Ὁ μὲν οὖν λαγωὸς διὰ τὴν φυσικὴν ὠκύτητα ἀμελήσας τοῦ δρόμου, πεσὼν παρὰ τὴν ὁδὸν ἔκοιμᾶτο, ἡ δὲ χελώνη συνειδυῖα ἑαυτῆι τὴν βραδύτητα, οὐ διέλιπε τρέχουσα, καὶ οὕτω κοιμώμενον τὸν λαγωὸν παραδραμοῦσα εἰς τὸ βραβεῖον τῆς νίκης ἀφίκετο.

Ὁ λόγος δηλοῖ, ὅτι πολλάκις φύσιν ἀμελοῦσαν ὁ πόνος ἐνίκησε.

La liebre y la tortuga

En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más veloz. Por eso se reía siempre de la lenta tortuga.

“¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar!”

Un buen día, se le ocurrió a la tortuga hacerle una rara apuesta a la liebre.

“Estoy segura de poder ganarte una carrera” -le dijo.

“¿A mí?” -preguntó, asombrada, la liebre.

“Pues sí, a ti. Te apuesto lo que quieras”.

La liebre, muy divertida, aceptó.

Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes aplausos.

LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La liebre, segura de sí misma, dejó ventaja a la lenta tortuga. Esta nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta.

En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.

Cuando despertó, aunque corrió lo más velozmente que pudo, no pudo evitar que la tortuga llegara primera a la meta.

Con constancia y con paciencia siempre se obtiene el éxito.

Presentación elaborada por

Meli San Martín

IEDA, Sevilla