Miguel de Cervantes - EL RUFIAN DICHOSO

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EDICIÓN DE IENCIO SEVILLA ARROYO

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Es profesor titular del De­partamento de Filología Española de la Univer­sidad Autónoma de Ma­drid, donde actualmente dirige el Seminario Inter-

, nacional Edad de Oro. Especializado en la literatura española medieval y de los Siglos de Oro, es autor de numerosos trabajos de investigación y ediciones: Libro de buen amor, La Celestina, El Lazarillo de Tormes, El Buscón, Novelas ejemplares, etc. Últimamente destaca su dedicación a la obra cervantina: Obra comple­ta (Alcalá de Henares, 1993-1995), Cervantes completo, (1996....13 vols, aparecidos), Nove­las ejemplares, (1997), etcétera. Ha preparado también una edición de El Quijote para la colección Castalia Didáctica (núm. 44, en 2 vols.), en la que ha colaborado Elena Varela Merino.

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Armauirumque
Armauirumque

MIGUEL DE CERVANTES

EL RUFIÁN DICHOSO

Edición,

introducción y notas

de

FLORENCIO SEVILLA ARROYO

cláskosX castalia

M a d r i d

c lá sím ^m sta lia

COLECCION FUNDADA POR DON ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO

DIRECTOR DON ALONSO ZAMORA VICENTE

Colaboradores de los volúmenes publicados:

J. L . A bellán . F. A gu ila r Piñal. José M .“ G. A llegro. A . A m orós.F. A nderson . R. A ndioc. J. A rce. I. A rellan o. J. A . A scunce. E. A sen - s io . R . A sú n . J .B . A va lle -A rc e . F. A ya la . G . A z a m . P . L . B arcia. A . J. Battistessa. G. B audot. H. E. B ergm an. A . B lecua. J. M . B lecua. L . B on et. H . B on n eville . C. B ra vo -V illa sa n te . J. M . C ach o B lecua. M . C am arero . M .aJ. C anellada. J. L . Canet. J. L . Cano. S. Carrasco. J. C aso G o n zá le z . E. Catena. B. C iplijauskaité . A . C om as. E. C orrea C alderón C. C. de Coster. J. O. C rosby. D . W. Cruickshank. C. C ue­vas. B. D am iani. A . D e lg a d o G ó m ez. A . B. D ellepiane. G. D em erson . A . D érozier. J. M .11 D iez B orqu e. F. J. D ie z de R evenga. R. D om énech . J. D ow lin g . A . D u qu e A m u sco . M . D urán. P. E lia. I. E m ilio zzi.H . E ttin g h a u sen . A . R . F e rn á n d ez . R . F erreres. M . J. F lys.I.-R . F onquerne. E. I. Fox. V. G aos. S. G arcía. C. G arcía Barrón. L . G arcía L o re n zo . M. G arcía -P osada . D . T. G ies. G. G óm ez-F errer M orant. A . A . G ó m e z Y ebra. J. G o n zá lez-M u ela . F. G o n zá le z Ollé.G. B. G yb b o n -M o n yp en n y . A . H erm en eg ildo . R. Jam m es. E. Jareño. P. Jauralde. R . O. Jones. J. M." J o v er Z a m o ra . A . D . K ossoff. T. L abarta de Chaves. M .a J. L acarra . J. L afforgue. C. R. Lee. I. L erner. J. M . L o p e B lanch. F. L ó p e z E strada. L. L ópez-G rigera . L. de Luis. I. R . M acph erson . F. C. R. M aldon ado . N . M arín. E. M arin i-P alm ieri. R. M arrast. J. M . M a rtín ez C achero. F. M artín ez G arcía. M . M ayora l. D . W. M cP heeters. G. M ercadier. W. M ettm ann. I. M ich ael. M . M ihura. M . T. M ir. C. M o n e d ero . J. M o n te ro Padilla .H . M ontes. J. F. M ontesin os. E. S. M o rb y . L . A . M urillo . R . N avarro D urán. A . N ougué. G. O rduna. B. Pallares. J. Pau lino. J. P érez. M . A . P érez P riego. J.-L. P icoche. A . P iedra. J. H . R. Polt. A . Prieto. E. P u po-W alker. A . R am on eda . Μ. I. R esina R odrigu es. J.-P. Ressot. R. R eyes. J. V. R icap ito . F. R ico. C. R ich m on d . D . R idru ejo . E. L . R ivers. E. R o d ríg u ez Tordera. J. R o d ríg u ez-L u is . J. R odrígu ez P uérto las. L . R om ero . V. R o n cero L ó p e z . J. M. R o za s . J. M . R u an o de la H aza. E. R u b io C rem ades. F. R u iz R am ón. C. R u iz Silva. P. E. R ussell. G. Sabal de R ivers. C. S a b o r d e C ortázar. F. G. Sali­nero. J. Sanchis-Banús. R. P. Sebold . D . S. Severin. F. Sevilla A rro yo . D . L . Shaw. S. Shepard. M. S m erdou A lto lagu irre. G. Sobejano. N. Spadaccini. O. Steggink. G. Stiffoni. R . B. Tate. J. Testas. A . Tordera. J. C. de T orres. I. Uria M aqua. J. M .a V alverde. D . V illanueva. S. B. Vranich. F. W eber d e K urlat. K . W hinn om . A . N . Zahareas.

A . Z a m o ra Vicente. A . F. Z u b iza rre ta . I. de Zuleta.

© Editorial Castalia, S.A., 1997 Zurbano, 39 - 28010'Madrid - Tel. 319 89 40 - Fax 310 24 42

Cubierta de Victor Sanz

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I.S.B.N.: 84-7039-770-2 Depósito Legal: Μ. 34.780-1997

Q u ed a p r o h ib id a la rep ro d u cc ió n to ta l o p a rc ia l d e este libro , su in c lu sión en un s istem a in form ático , su tran sm isión en cu alqu ier fo r m a o p o r c u a lq u ier m e d io , y a sea e lec tró n ico , m ec á n ico , p o r fo to co p ia , registro u o tros m étodos, sin e l p e rm iso p r e v io y p o r escrito

de lo s titu lares d e l C opyrigh t.

S U M A R I O

INTRODUCCIÓN BIOGRAFICA Y CRÍTICA ........................................ 7

Perfil biográfico y literario .................................................... 7Fortunas y adversidades de un dramaturgo ...................... 10

I. Comienzo triunfal ........................................................ 12II. Reintento fallido ........................................................... 18

III. Reelaboración final ..................................................... 20Teoría y práctica dramáticas ................................................ 24

El trasfondo teórico ............................................................ 24La aplicación práctica ........................................................ 32

El rufián dichoso ...................................................................... 43Inconvenientes del asunto hagiográfico ........................ 43Soporte histórico .................................................................. 45Adaptación dramática ....................................................... 49Elaboración literaria .......................................................... 52Ni rufián ni santo ................................................................. 58Verismo sicológico .............................................................. 62Modulación estilística ........................................................ 66

NOTICIA BIBLIOGRAFICA................................................................... 71

BIBLIOGRAFÍA SELECTA .................................................................... 73

NOTA PREVIA ....................................................................................... 77

EL RUFIÁN DICHOSO .......................................................................... 83

Jornada primera ..................................................................... 85Jornada segunda ..................................................................... 175Jornada tercera ........................................................................ 227

ÍNDICE DE LÁMINAS ...................................................................... 263

I N T R O D U C C I Ó N

B I O G R Á F I C A Y C R Í T I C A

A Francisco José, mi hijo

P e r f i l b io g r á f ic o y l it e r a r io

El retrato más fidedigno que conocemos de Miguel de Cervantes no se debe a los pinceles,1 sino a su propia pluma. Es él mismo quien perfila, con trazo seguro y gesto ufano, en el prólogo a las Novelas ejemplares, su “rostro y talle”, acompañando el dibujo de una escueta etopeya:

Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello cas­taño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni creci­dos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo car­gado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del

1 El que habitualmente se estampa al frente de sus edicio­nes y estudios críticos, atribuyéndolo a Juan de Jáuregui, es con toda probabilidad apócrifo.

7

8 I N T R O D U C C I Ó N

de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llá­mase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arca- buzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por her­mosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Cario Quinto, de felice memoria.2

El autorretrato, ideado por su artífice como pie de cuadro, quiere resaltar, sin duda, los hitos biográficos y literarios más sobresalientes de su personalidad: sol­dado, cautivo en Argel y lisiado en Lepanto, de una parte; autor de algunas novelas y de un poema narra­tivo, de otra. En suma, una feliz plasmación del viejo ideal humanista.

Se echa de menos, empero, que el “comúnmente” lla­mado Miguel de Cervantes Saavedra no mencione aquí su faceta dramática, siendo una de las que cultivó con mayor asiduidad; incluso, cabría esperar que alardease de alguna de sus piezas teatrales más nombradas, pues lo habitual es que lo haga sistemáticamente, como ten­dremos ocasión de ir comprobando. Si ahora no airea sus glorias teatrales es, posiblemente, porque, ya desde la atalaya de su vejez, calibra perfectamente su rele­vancia como novelista y reconoce su irrelevancia como

2 Todas las citas extraídas de los textos cervantinos proce­den de nuestra propia edición — en colaboración con A. Rey Hazas— de su Obra completa (I: Quijote [se cita por la tirada en rústica de 1994]; II: Galatea, Ejemplares y Persiles; III: Tea­tro completo, Viaje del Parnaso y Poesía), aparecida en Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1993-1995; ésta, en concreto, procede del vol. II, pp. 430-31. En lo sucesivo, nos limitaremos a incorporar en el texto el tomo y las páginas a las que remite cada cita, con excepción de las del Rufián dichoso, que se toman de la presente edición.

I N T R O D U C C I Ó N 9dramaturgo.3 No extrañará, entonces, que la historia literaria lo haya confirmado como el mayor narrador de todos, los-tiempos, minusvalorando, desdé antiguo, sus aportaciones como autor de comedias;4 con el Quijote de por medio, no podía ser de otro modo.

Sin embargo, Miguel de Cervantes, creador del Qui­jote y todo, no fue, en principio, un novelista vocacional que se dedicase sólo esporádicamente a la creación dra­mática, así como Lope de Vega hizo lo contrario. Antes al revés, Cervantes se nos antoja'como un poeta voca- cionalmente inclinado a las tablas, según testimonia don Quijote:5 “desde mochacho fui aficionado a la carátula,

3 Ya Américo Castro, aunque con otro propósito, afirmó: “Cervantes percibió la inferioridad de su arte dramático y la ineficacia de las normas racionales que él soñaba aplicar” (El pensamiento de Cervantes, ed. J. Rodríguez Puértolas, Barce- lona-Madrid, Noguer, 1980, p. 46).

4 Tan desde antiguo, que ya fueron despreciadas —como él mismo recuerda— ^por los empresarios teatrales de finales del xvi: “En esta sazón me dijo un librero que él me las [comedias] ¡ comprara si un autor de título no le hubiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso, nada” (Ocho comedias, prólogo, III, 27). Y a la zaga de aquel “autor” parecen ir la práctica totalidad de los estudiosos consagrados al tema (Hazañas, Cotarelo, Schevill-Bonilla, Marrast, Yndu- ráin, Wardropper, etc.), aunque más recientemente se tiende a reivindicar los méritos de su universo dramático (Casalduero, Canavaggio, Zimic, etc.), como bien podrá comprobarse en los títulos que iremos citando a lo largo de esta introducción. Una evaluación atinadísima de los más relevantes, puede verse en la “Aproximación al teatro de Cervantes” (Cuadernos de tea­tro clásico, 7,1992, pp. 11-30) de A. Sánchez, tan ponderada en sus juicios como interesante en sus planteamientos.

5 Y aun el propio Cervantes: “¿Y vuesa merced, señor Cer­vantes —dijo él— , ha sido aficionado a la carátula? ¿Ha com­puesto alguna comedia?” “Sí —dije yo— , muchas; y, a no ser mías, me parecieran dignas de alabanza” (Adjunta al Viaje del Parnaso, III, 1350). Por eso, A. Sánchez sostiene: “E l cultivo del teatro fue su ocupación activa en algunas temporadas y su preocupación constante durante toda su vida. No fue una

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y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula” (Quijote, II-xi, 617), que se vio abocado a la novela por circunstancias biográficas y por imperativos del gusto popular, sin que por ello abandonase jamás esa afición imperecedera, como bien demuestra la cronología de sus piezas teatrales, fechables entre 1580 y 1615.6 Detrás de ese cambio de rumbo genérico y creativo, que todos cele­bramos a la vista del Ingenioso hidalgo, se esconde una trayectoria dramática tortuosa, frustrante en buena me­dida, coronada con el fracaso, que nadie ha trazado con tan certero tino como quien la protagonizó y padeció.

F o r t u n a s y a d v e r s id a d e s d e u n d r a m a t u r g o

Efectivamente, la carrera teatral cervantina, conside­rada en conjunto, entraña la historia de un fracaso estrepitoso, aunque sólo sea. porque el grueso de su

tentación, sino una vocación auténtica y continuada que se refleja a través de toda su obra” (“Aproximación...”, p. 15).

6 Efectivamente, las fechas de composición propuestas porlos expertos para el teatro cervantino abarcan la totalidad de sucarrera literaria, sin que se pueda decir mucho más de cierto,como no sea reconocer —con J. Casalduero— que “lo único que sabemos con seguridad por lo que se refiere a las fechas eslo que nos ha contado Cervantes” (Sentido y forma del teatro de Cervantes, Madrid, Gredos, 1974, p. 20). D e no reconocerlo, sólo podríamos postular un conjunto de hipótesis carentes de solidez crítica, como bien denunció hace años B. Wardropper: “En esta zona tenebrosa de la cronología, cada cervantista tiene sus teorías predilectas, casi nunca verificables [...] Por la falta de objetividad científica con que se han llevado a cabo dichas investigaciones, se colige que es un proceder muy arriesgado, como lo demuestran los resultados obtenidos” (“Comedias”, en Suma cervantina, ed. J. B. Avalle-Arce y E. C. Riley, London, Tamesis Books, 1973, pp. 147-69; la cita, en p. 152). Con ese proceder, se explica que, por ejemplo, La casa de los celos haya podido fecharse, para total desconcierto, en 1587 (Schevill-Bonilla), en 1601 (Buchanan), en 1614 (Astrana),

I N T R O D U C C I Ó N 11producción no fue nunca representado, quedando confi­nado a un tomo impreso ya al final de sus días, en 1615, desde cuyo título se evidenciaba ya ese hecho: Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, “nunca representa­dos”.1 Así terminaban todos los desvelos dedicados por nuestro artífice al mundo de las tablas, en desenlace bien doloroso; especialmente frustrante si recordamos que los primeros pasos habían sido jubilosos.

Otra vez es el propio Cervantes quien nos informa detalladamente, desde el prólogo al tomo mencionado, de las vicisitudes que atravesó en este su continuo que­hacer. Testimonia allí, de entrada, su sempiterna afición al teatro, que arranca en la mocedad y se extiende hasta la madurez:

... yo, como el más viejo que allí estaba, dije que me acor­daba de haber visto representar al gran Lope de Rueda [...]; y, aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho (III, 23).

Distingue, después, clarísimamente, tres etapas8 fun­damentales en su carrera como autor dramático, las cua­les evolucionan desde el éxito inicial, marcado por la

en 1615 (Cotarelo)... Y todo a este tenor, aquí no entraremos en tan espinoso asunto, hoy por hoy irresoluble, conformándonos con remitir al panorama que traza J. Canavaggio en el trabajo más relavante hecho hasta ahora sobre Cervantes y su teatro: Cervantes dramaturge. Un théâtre à naître, Presses Universitai­res de France, 1977, pp. 18-25.

7 El tomo, dedicado al conde de Lemos, se imprimió en Madrid, por la viuda de Alonso Martín, a costa de Juan de Villarroel.

8 Aunque lo habitual es distinguir dos épocas (cfr. R. Sche- vill y A. Bonilla, Comedias y entremeses, vol. VI, Introducción y poesías sueltas, Madrid, Gráficas Reunidas, 1922, p. 6; tam­bién E. Juliá Martínez, “Estudio y técnica de las comedias de Cervantes”, RFE, XXXII, 1948, pp. 345-46), separadas por el

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aceptación de autores, cómicos y espectadores, hasta el' fracaso final, fruto del rechazo de los mismos, que lo impulsaría, hastiado, a recurrir a Ja imprenta.

I. Comienzo triunfal

... compuse en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni dé otra cpsa arrojadiza; corrieron su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas (III, 25).

“Este tiempo”, tan añorado por Cervantes en su vejez, corresponde a los años 1581-1587 y representa su primera etapa literaria, pues hasta entonces tan sólo contaba con algunos poemas sueltos de circunstancias,9

período andaluz o, si se quiere, por el triunfo de la fórmula de Lope de Vega, como defendimos nosotros mismos hace años junto con Antonio Rey ( Teatro completo, Barcelona, Planeta, 1987, x i y ss.), la actual revisión del asunto nos inclina, por las razones que se exponen más abajo, a ampliarlas a .tres, coinci­diendo mutatis mutandis, no sin bastantes matizaciones, con las tres etapas marcadas por Canavaggio: I) 1581-1587: época “des débuts littéraires”, tras el retorno de Argel, “antérieure à l’avènement de Lope de Vega”, a la que corresponden las pie­zas no incluidas en Ocho comedias; II) 1587-1606: etapa “d’Andalousie et du séjour à Valladolid’’, caracterizada por “essais sporadiques”, en la que se habrían escrito “les plus ann- ciennes” del tomo de Ocho; III) 1606-1615: años correspon­dientes al establecimiento definitivo en Madrid, tras la consa­gración que supone el Quijote, durante los que se elabora “la majeure partie” de las ocho comedias y los entremeses (Cer- vantés dramaturge, pp. 24-25). Otra cosa es, según explicare­mos más abajo, que esa parcelación cronológica en tres largos períodos pueda reducirse, desde el punto de vista de la recep­ción, a sólo dos etapas diferenciadas por la aceptación inicial y el rechazo posterior.

9 A saber, fundamentalmente: un soneto, por encargo de Getino de Guzmán, dedicado al nacimiento de la infanta Cata­lina Micaela (“Serenísima reina, en quien se halla”, III, 1367),

I N T R O D U C C I Ó N 13que si lo apreditan como poeta, no dejaban augurar un futuro triunfal en ese terreno.10 Acaba de volver del cau­tiverio (1580)11 y había culminado su carrera militar con una oscura misión en Orán; con todo, se sabe “soldado aventajado”, está orgulloso de su participación en Lepanto —“la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes,..ni esperan ver los venideros” (Quijote, II, prólogo, 531-32)— y cuenta con una “hoja de servicio” en la que confía12 para obtener algún puesto

segunda hija de Felipa: II e Isabel de Valois, y cuatro poemas fúnebres, ahora por encargo de López de Hoyos, destinados al volumen conmemorativo de las exequias celebradas con motivo de la muerte de Isabel de Valois: “Aquí el valor de la española tierra”, “Cuando dejaba la guerra”, “Cuando un estado dichoso” y “A quién irá mi doloroso canto” (III, 1367-75).

10 D e hecho, si su talla como dramaturgo fue siempre cues­tionada, sus logros como poeta, abiertamente despreciados y aun negados, posiblemente a partir del siguiente pasaje del Viaje del’Parnaso: “Yo, que siempre trabajó y me desvelo / por parecer que tengo de poeta / la gracia que no quiso darme el cielo” (I, vv. 25-7, III, 1228).

11 A l margen de apreciaciones o conjeturas propias, los datos biográficos que siguen se atienen fundamentalmente a los trabajos de L. Astrana Marín (Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Instituto Editorial Reus, 1948-58, 7 vols.) y de J. Canavaggio (Cervantes, trad. M. Armiño, Madrid,' Espasa-Calpe, 1987). Hago caso omiso, con toda intencionalidad, de enfoques biográficos mucho más recientes, de cuyos autores y títulos prefiero no acordarme, por considerarlos disparatados y sólo explicables desde un afán sensacionalista inadmisible.

12 En efecto, olvidados ya lós tiempos oscuros que lo forza­ron — al margen su implicación en el caso Sigura— a mar­charse a Roma (1569) para servir como camarero a monseñor Acquaviva, muy lejana también la etapa dedicada a la milicia en Italia que culminaría en Lepanto (1571) y, en fin, superados los cinco amargos años (1575-80) de cautiverio argelino, Cer­vantes se encuentra de nuevo en España dispuesto a empren­der una nueva vida al amparo de la merced que, sin duda, espera se le haga a la vista de las cartas de recomendación que

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oficial de cierto relieve, sin saber que nunca llegaría. Fiando, pues, en mejor suerte de la que le esperaba, dis­fruta de unos años tan intensos personalmente como creativamente fecundos: se instala en Madrid, conoce a Ana Villafranca de Rojas, con la que tiene a su única hija (Isabel de Saavedra), contrae matrimonio en Esqui- vias con Catalina Palacios de Salazar, etc.; entre tanto, va viendo cómo se representa su teatro “con general y gustoso aplauso de los oyentes”, logra publicar su pri­mera novela (La Galatea, 13 con la que se hace un hueco importante, por su originalidad, en el género de moda: la pastoril) y, sin duda, se ha integrado en el mundillo poético, manteniendo relaciones amistosas con los más célebres (Laynez, Figueroa, Montalvo, Padilla, Maldo­nado, etc.), al frente de cuyas obras figura algún que otro poema suyo.

Por lo que concierne al teatro, más en concreto, nues­tro ex-cautivo lo enfoca desde sus recuerdos de juven­tud, cuando triunfaba “el gran Lope de Rueda” y no se habían producido mayores innovaciones que las aporta­das por un tal “Navarro, natural de Toledo”; esto es, cuando la actividad dramática estaba todavía en manti­llas.14 Y más grave todavía, lo aborda de espaldas a la

le habían otorgado don Juan de Austria y el Duque de Sessa. Años después, él mismo haría crónica de esta etapa en una de tantas peticiones denegadas: “Miguel de Cervantes Saavedra dice que ha servido a V. M. muchos años en las jornadas de mar y tierra (recientemente, en E. C. Riley, Introducción al “Quijote”, trad. E. Torner Montoya, Barcelona, Crítica, 1990, 9-10).

13 Con el título Primera parte de la Galatea, dividida en seis libros, dedicada a Ascanio Colona, en Alcalá, por Juan Gra- cián, a costa de Juan de Robles, en 1585.

14 Así la recuerda él mismo en el prólogo a Ocho comedias: “En el tiempo deste célebre español, todos los aparatos de un autor de comedias se encerraban en un costal [...] Las come­dias eran unos coloquios, como églogas, entre dos o tres pas­tores y alguna pastora; aderezábanlas y dilatábanlas con dos o

I N T R O D U C C I Ó N 15revolución que la apertura de los corrales iba a suponer y al pairo de las aportaciones que la “comedia nueva” introduciría.15 Por eso, ajeno a los nuevos vientos y anclado en el pasado, sale de los límites de su “llaneza” y se otorga un papel de verdadero líder, capaz de llevar las riendas de su generación mediante el desarrollo de una actividad febril (asegura haber compuesto “hasta veinte comedias o treinta”) que supuestamente aportó grandes innovaciones:

... y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse; La destruición de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase las imaginaciones y los

tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaíno [...] E l adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo [...] Sucedió a Lope de Rueda, Navarro, natural de Toledo, el cual fue famoso en hacer la figura de un rufián cobarde; éste levantó algún tanto más el adorno de las comedias y mudó el costal de vestidos en cofres y en baúles; sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al teatro público; quitó las barbas de los farsantes [...]; inventó tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas, pero esto no llegó al sublime punto en que está agora” (III, 24-25).

15 Por lo que aquí interesa, bastará con remitir a: O. Arró- niz, Teatros y escenarios del Siglo de Oro, Madrid, Gredos, 1977; J. E. Varey, Cosmovisión y escenografía: el teatro español en el Siglo de Oro, Madrid, Castalia, 1987 (más en concreto: “El teatro en la época de Cervantes”, pp. 205-16; “En realidad, el período que abarca los años 1560-90 es la edad oscura del testro español”, p. 20); J. M. Ruano de la Haza y J. Alien, Los teatros comerciales del siglo x v u y la escenificación de la come­dia, Madrid, Castalia, 1994 (sobre todo, pp. 19-35); J. M. Rozas, Significado y doctrina del “Arte nuevo” de Lope de Vega, Madrid, S.G.E.L., 1973.

16 I N T R O D U C C I Ó N

pensamientos escondidos del alma, sacando figuras mora­les al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes (III, 25).

Seguramente nuestro anciano comediante exagera —y bien que lo comprendemos y disculpamos—: más vapuleado que don Quijote, en su caso por los sinsabo­res y descalabros de la suerte adversa, ahora magnifica aquellas viejas glorias abultándolas con nostalgia. Muy posiblemente, los triunfos logrados fueron modestos, las aportaciones introducidas de poca relevancia y los títu­los compuestos bastante menos, numerosos.16 Pese a

16 En efecto, conviene relativizar los méritos que Cervantes se atribuye en el pasaje. En primer lugar, el éxito alcanzado no debió de ser tan clamoroso, pues de otro modo no habría aban­donado la dramaturgia por el mísero oficio de comisario de abastos. Lo mismo ocurre, en segundo lugar, con las innova­ciones aludidas: la reducción de cinco a tres actos pasó por una fase intermedia de cuatro debida a Cueva, Argensola, Virués,. Artieda o al propio Cervantes, y no está nada claro que fuese éste quien los redujo a tres, pues parece que Francisco de Avendaño se había adelantado en su Comedia Florisea (1551) y, según Lope de Vega, el artífice real fue Virués (“El capitán Virués, insigne ingenio / puso en tres actos la comedia, que antes / andava en cuatro, como pies de niño”, A rte nuevo, w . 215-17, ed. F. Pedraza, Rimas II, Universidad de Castilla-La Mancha, 1994, 247); la incorporación de “figuras morales” a la representación tampoco se debe a Cervantes si por “morales” entendemos ‘alegóricas’, ya introducidas desde el primer cuarto del XVI, pero la afirmación sería aceptable si se interpreta quelo reivindicado es la primacía en recurrir a tales figuras para representar “las imaginaciones y los pensamientos escondi­dos” de los personajes, como bien nos enseñó Riley (“The pen­samientos escondidos and figuras morales of Cervantes”, en Homenaje a W. L. Fichter, Madrid, Castalia, 1971, 623-31 y, más recientemente, F. Cantalapiedra, “Las figuras alegóricas en el teatro cervantino”, Cervantes. Estudios en la víspera de su centenario, Kassel, Reichenberger, 1994, II, pp. 381-99). En fin, si compuso por estos años un total de- veinte o treinta comedias, son numerosas las que se han perdidb, pues sólo conservamos dos (El trato de A rgel y La Numancia) o tres

I N T R O D U C C I Ó N 17todo, nadie discutirá que don Miguel entró en el mundi­llo teatral por la puerta grande, que se inició en él con aportaciones tan definitivas como La destruición de Nu­mantia y que sus comienzos bien auguraban glorias mayores, muy por encima de los logros alcanzados por algunos de los contemporáneos que él mismo elogia: Ramón, Miguel Sánchez, Tárrega, Antonio de Galarza, Gaspar de Ávila, etc. Pero, desafortunadamente, las cir­cunstancias personales (“Tuve otras cosas en que ocu­parme; dejé la pluma y las comedias”, III, 26), agravadas por la supremacía absoluta del Fénix (“entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzóse con la monarquía cómica; avasalló y puso debajo de su juridición a todos los farsantes; llenó el mundo de come­dias proprias, felices y bien razonadas”, III, 26), dieron al traste con su porvenir como dramaturgo.

En efecto, pese a tanto éxito y tan general aplauso, Cervantes, a falta de más envidiable “destino”, acepta el humilde cargo de “comisario real de abastos” en 1587, al servicio de Antonio de Guevara primero y de Pedro de Isunza después, encargados de proveer de víveres a las galeras reales para la Armada Invencible; luego sería honrado con la misión de cobrar los atrasos de “tercias y alcabalas” en Granada. Consagrado a empresas tan

(en el caso de que se acepte como suya La Conquista de Jeru- salén, recientemente descubierta y editada por S. Arata, “La Conquista de Jerusalén, Cervantes y la generación teatral de 1580”, Criticón, LIV, 1992, pp. 9-112; cfr., también, del mismo, “Edición de textos y problemas de autoría: el descubrimiento de una comedia olvidada”, La comedia, ed. J. Canavaggio, Madrid, Casa de Velázquez, 1995, pp. 51-75) y unos cuantos títulos: El trato de Costantinopla y muerte de Selim y L a con­fusa, mencionadas en el contrato firmado con Gaspar de Porres en 1585 y la segunda también en el Viaje del Parnaso (IV, v. 16, III, 1278) y en la Adjunta (III, 1350); La gran tur­quesca, La batalla naval, La Jerusalén, La Amaranto o la del mayo, El bosque amoroso, La Única y La bizarra Arsinda, cita­das en la Adjunta al Parnaso (III, 1350); y, en fin, El engaño a los ojos, añadido al final del prólogo que comentamos (III, 28).

18 I N T R O D U C C I Ó N

delicadas e impopulares, inicia un período de correrías por Andalucía, que se prolongará aproximadamente —al no conseguir un nombramiento en “Indias”— hasta finales de siglo, sin mayor logro que la miseria econó­mica, varias excomuniones y algunos encarcelamien­tos17. Son años duros que lo mantienen, en mayor o menor medida, apartado de su verdadera vocación lite­raria, pero el cautiverio le había enseñado a “tener paciencia en las adversidades” —le escuchamos decir más arriba (p. 8)— y en algún momento de su ejercicio como recaudador intenta reincorporarse a la actividad dramática, a la vez que inicia la redacción del primer Quijote.

II. Reintento fallido

Algunos años ha que volví.yo a mi antigua ociosidad, y, pensando que aún duraban los siglos donde corrían mis alabanzas, volví a componer algunas comedias, pero no hallé pájaros en los nidos de antaño; quiero decir que no hallé autor que me las pidiese, puesto que sabían que las tenía; y así, las arrinconé en un cofre y las consagré y con­dené al perpetuo silencio (III, 27).

Resulta prácticamente imposible fijar con precisión cuándo decidió Cervantes reemprender su quehacer dramático, lo que complica sobremanera la acotación cronológica de esta segunda etapa.18 Pese a ello, contamos

17 Si las pagas llegan tarde, mal y nunca, las condenas madrugan: ya en 1587 es excomulgado por los vicarios genera­les de Sevilla y Córdoba; en 1591 es denunciado Nicolás B e­nito, su ayudante, y al año siguiente el comisario da con sus huesos por primera vez en la cárcel de Castro del Río; cinco años después, visitaría la de Sevilla, al no poder hacer frente a las cantidades recaudadas debido a la quiebra del banquero Simón Freire.

18 Por eso, no es de extrañar que buena parte de los estu­diosos distingan sólo dos períodos (véase la anterior n. 8),

I N T R O D U C C I Ó N 19con alguna certeza: por una parte, hay que dejar un inte­rregno de tiempo relativamente largo (consagrado a los quehaceres andaluces, mientras triunfaba Lope de Vega) entre los éxitos iniciales y este retorno a la “anti­gua ociosidad”; por otra, la afirmación “algunos años ha que volví yo” impide fijar el comienzo de este nuevo período en fecha demasiado temprana; en fin, como dato auxiliar, contamos con el contrato firmado con Rodrigo de Osorio en 1592,19 en el que se comprometía a entregarle, sine die y a cambio de 300 ducados, seis comedias de las mejores de su tiempo. Puede conjetu­rarse, en consecuencia, que la segunda intentona de acercamiento a las tablas se ensaya por esas fechas, tras un paréntesis de unos cinco años como mínimo. Siendo así, mayores dificultades habrá para establecer la dura­ción exacta de este intento fallido de representación. Sólo cabe argumentar que no muchos años después optaría definitivamente por la novela y se dedicaría de lleno a la redacción de sus grandes obras: el Quijote, algunas Ejemplares y quizás el Persiles. En buena lógica, no debió de ser demasiado grande el empeño puesto en volver a hacerse sitio de honor entre los dramaturgos de moda, ya consagrados al cultivo del “arte nuevo”; tam­poco hubo de mantenerlo durante muchos años. Quizás sólo el necesario para componer “algunas comedias” (las más antiguas, sin duda, de las ocho impresas en el tomo de 1615; acaso, el Rufián dichoso entre ellas), percatarse de que ya no había “pájaros en los nidos de antaño” y arrin­conarlas, condenándolas “al perpetuo silencio”. No cree­mos, en consecuencia, que este período vaya más allá de finales de siglo, coincidiendo con su abandono definitivo de Sevilla y de sus tareas como recaudador.

fundiendo éste con el tercero, que así abarcaría hasta la publi­cación de 1615, sin establecer más corte que el producido por el comienzo de las tareas como recaudador.

19 El contrato terminó, al parecer, en letra muerta, pero no deja de probar la continuidad de la dedicación cervantina al quehacer dramático.

20 I N T R O D U C C I Ó N

De lo que no cabe duda es de que las circunstancias, los planteamientos y las expectativas han cambiado sen­siblemente respecto a la etapa anterior. El Cervantes recién rescatado de los años ochenta, pletórico de liber­tad y de orgullo imperialista, recién casado y autor triunfal, ha visto desvanecerse, como por arte de encan­tamiento, todas sus esperanzas: su querida España no le recompensa los servicios prestados, como no sea desti­nándolo a un cargo detestable, pésimamente pagado, que lo aparta de su esposa y que, para colmo, termina en la catástrofe de la Invencible cuando no da con sus hue­sos en la cárcel. Acosado por tantas calamidades, bien comprensible es que pierda el carro de la evolución tea­tral de sus contemporáneos y que todavía en la década de los noventa se considere capaz —evidenciando una desorientación lamentable (“o yo me he mudado en otro, o los tiempos se han mejorado mucho”)— de com­poner las mejores comedias de su tiempo, pertrechado de las doctrinas antiguas. Bien pocas posibilidades tenía en esas circunstancias y con semejantes presupuestos: el fracaso estaba garantizado; tras él, la única alternativa posible sería recurrir a la imprenta.

III. Reelaboración final

Torné a pasar los ojos por mis comedias, y por algunos entremeses míos que con ellas estaban arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciesen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros autores menos escrupulosos y más entendidos. Aburríme y vendí- selas al tal librero, que las ha puesto en la estampa como aquí te las ofrece (III, 28).

Resultaría baldío, de nuevo, intentar fijar con preci­sión la cronología de este tercer y último acercamiento cervantino al mundo del teatro. Baste con constatar que las piezas destinadas a los corrales estuvieron “arrinco­nadas” durante un tiempo, muy posiblemente durante

I N T R O D U C C I Ó N 21los años dedicados a la redacción del primer Quijote, coincidiendo con la estancia en Valladolid (16037-1606), y que ahora se alude a “algunos entremeses” no men­cionados en la etapa anterior. Bien podría conjeturarse, pues, que nuestro dramaturgo volvió a la carga (“Torné a pasar los ojos”) en algún momento, transcurrido un tiempo prudencial tras el descalabro anterior, para enri­quecer sus títulos con otros nuevos y, sobre todo, con los entremeses. Presumiblemente, tuvo que ser tras la publicación de la primera parte de su gran novela, una vez instalado definitivamente con su esposa en el barrio de Atocha. De lo que no cabe ninguna duda es de que ni siquiera el espaldarazo obtenido con el Quijote20 le abre las puertas de los teatros públicos, de modo que, bastan­tes años después, “aburrido” de tan persistente rechazo, decide reelaborar21 sus ̂ piezas para confinarlas al papel impreso.

20 Sale a la venta en Madrid a principios de 1605, como obra independiente, no como primera parte, con el título de E l inge­nioso hidalgo don Quijote de la Mancha, por Juan de la Cuesta, en casa de Francisco de Robles. Supone un éxito importante —capital; para el pobre curriculum con el que Cervantes con­taba hasta entonces— que genera pronto reediciones fraudu­lentas y, en pocos meses, una segunda de Juan de la Cuesta.

21 D e hecho, varios estudiosos (Cotarelo, Schevill-Bonilla, etc.) reducen esta tercera etapa a una fase final limitada a la reelaboración de algunos títulos pertenecientes a la primera época. A. Cotarelo y Valledor, en concreto, sostuvo, primero, que Los baños de Argel y La casa de los celos procedían, res­pectivamente, de El trato de Argel y de El bosque amoroso (El teatro de Cervantes, Tipografía de la R.A.B.M, 1915, p. 37); luego amplió la hipótesis a La gran sultana y al Laberinto de amor, ahora derivados de La gran turquesca y de La confusa (“Obras perdidas de Cervantes que no se han perdido”, BRAE, XXVII, 1948, pp. 61-67). Desde luego, a la vista de la similitud de los títulos, la hipótesis resulta verosímil y atrac­tiva, pero no se olvide que Cervantes ofrece todas las come­dias de 1615 como “nunca representadas” y, si fiamos de sus declaraciones, las de la primera época habían pisado los esce­narios.

22 I N T R O D U C C I Ó N

Por estos años corren mejores tiempos para nuestro creador. Cuenta con el relativo sosiego del hogar y con el amparo de Catalina, el Quijote ha supuesto su consa­gración definitiva como escritor y, por fin, se dedica de lleno a la literatura con una fecundidad creativa y edito­rial admirable: Novelas ejemplares, Viaje del Parnaso, Segunda parte del Quijote, Ocho comedias y Persiles y Sigismundo.22 Sólo algún que otro disgusto (muerte de fa­miliares, imposibilidad de ir a Nápoles con el conde de Lemos, enfermo de hidropesía, etc.) perturba su dedica­ción, aligerada ya, por otra parte, de los viejos desvelos mercantilistas o administrativos y acendrada en la reli­giosidad que lo lleva a profesar en la Orden Tercera.

A esta época pertenecen, obviamente, los títulos más tardíos del volumen de Ocho comedias y la práctica totalidad de los entremeses;23 más importante aún, los

22 Por orden de publicación: Nóvelas ejemplares, dirigidas al conde de Lemos, año de 1613, en Madrid, por Juan de la Cuesta, en casa de Francisco de Robles; Viaje del Parnaso, diri­gido a Rodrigo de Tapia, año de 1614, en Madrid, por la viuda de Alonso Martín; Ocho comedias {vid. supra, n. 7); Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, año de 1615, en Madrid, por Juan de la Cuesta, en casa de Francisco de Robles; L os trabajos de Persiles y Sigismundo, historia setentrional, dirigidos al conde de Lemos (postumamente), año de 1617, en Madrid, por Juan de la Cuesta, a costa de Juan de Villarroel.

23 En lo relativo a la cronología de las piezas cortas, hay asentimiento en la fecha tardía de su composición, que la mayoría ubican en la etapa madrileña (1606-1615), hasta el punto de que E. Asensio los fecha entre 1612 y 1615 (Itinera­rio del entremés, Madrid, Gredos, 1971, pp. 105-06). No obs­tante, los acuerdos no van mucho más allá de La guarda cui­dadosa y de El vizcaíno fingido, siempre fechados en 1611, sin que tampoco ahora estén ausentes los desconciertos; por ejemplo, en el caso de E l rufián viudo se han propuesto las siguientes posibilidades: 1607 (Cotarelo), 1599 (Schevill-Boni- 11a y Bonelli), 1615 (Buchanan y Astrana), 1612 (Asensio). Recúrrase, de nuevo, al trabajo de Canavaggio, Cervantés dra­maturge, p. 23.

I N T R O D U C C I Ó N 23más relevantes de su producción: Pedro de Urdemalas, La Entretenida y casi todos los entremeses. Ahora, Cer­vantes está plenamente seguro de su capacidad creativa, sin necesidad de “tener cuenta con dimes ni diretes de recitantes”, ha podido seguir más de cerca los logros artísticos del “arte nuevo” y sondea con pulso firme nue­vas posibilidades para la comedia de su tiempo, llegando incluso a parodiar los usos de moda.

Por eso, convencido de la calidad de su teatro y orgu­lloso de su talla literaria, por fin, pero a tan sólo dos años de su muerte, Cervantes tira la toalla y renuncia definitivamente a participar como autor de cartel en el mundo de la “farándula”. A la tumba sólo se llevaría El engaño a los ojos y viejos proyectos narrativos: “Toda­vía me quedan en el alma ciertas reliquias, y asomos de las Semanas del jardín, y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía, que ya no sería ventura, sino milagro, me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de La Galatea” (Persiles, Dedicatoria, II, 978).

Tres etapas creativas, en resumidas cuentas, separa­das, grosso modo, por los años dedicados a la recauda­ción de abastos primero y a la publicación del primer Quijote después, que bien podrían agruparse, desde otro enfoque, en dos períodos: la aceptación popular conseguida en la primera y el rechazo sufrido en las otras dos. Una vida entera, al fin y al remate, consa­grada esporádicamente a la creación dramática, que* se vería coronada por el fracaso subyacente en un volu­men impreso de comedias y entremeses “nunca repre­sentados”.

Las causas más profundas de ese persistente rechazo, tras el aplauso inicial, mostrado por el público de su tiempo al teatro cervantino se nos esconden. Quizás sea precisamente —a nuestro entender— el afán incesante de su autor por asumir y renovar las fórmulas tradicio­nales el que termina condenando a su teatro al ostra­cismo popular y crítico. Jean Canavaggio explica el hecho en términos emblemáticos:

24 I N T R O D U C C I Ó N

Enracinée dans un époque de laquelle il se différencie tout en l ’exprimant, le théâtre de Cervantès, que l’on a dit impossible, que l’on a cru mort-né nous apparaît comme un théâtre à naître: un théâtre que notre temps est prêt à investir dé ses doutes, de ses angoisses, peut-être aussi de ses raisons de croire et d’espérer.24

Sea de ello lo que fuere, lo que nadie le negará al inmortal novelista es su permanente preocupación teó­rica y práctica por el devenir teatral de su tiempo: teóri­camente, siembra su producción literaria de reproches contra los-desafueros cometidos por sus contemporá­neos, de modo que nos permite entrever la “preceptiva dramática” por la que aboga; prácticamente, ensaya un conjunto nada despreciable de propuestas experimenta­les que pretenden renovar los usos escénicos de su época.

T e o r í a y p r á c t ic a d r a m á t ic a s

El trasfondo teórico

Ciertamente, la inmensa mayoría de los títulos cer­vantinos contienen opiniones —al margen ahora su extensión y alcance— relativas a lo teatral, que podrán espigarse cómodamente desde La Galatea al Persiles, pasando por los Quijotes, las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso, las Ocho comedias, etc.25 Considera­das globalmente, siempre hubo asentimiento en que ofrecen un corpus teórico tan inconsistente como falto de uniformidad, el cual está además reñido con la cara práctica, como suele ocurrir cuando de teorías literarias

24 El párrafo recoge la conclusión última y más esencial de su Cervantès dramaturge, p. 450.

25 Las recogí y analicé, hace años, en “D el Quijote al Rufián dichoso: capítulos de teoría dramática cervantina” (Edad de Oro, V, 1986, pp. 217-45), de cuyas páginas procede el resumen del tema que ofrezco a continuación.

I N T R O D U C C I Ó N 25cervantinas se trata.26 No obstante, también hay acuerdo crítico en que describen una trayectoria “poética” que evoluciona, más o menos coherentemente, desde una postura inicial de corte “clasicista” hasta otra final de tendencia “artinovista”: “Hacia 1604, fecha en que se escribe el capítulo 48 de la primera parte del Quijote, nuestro autor se muestra decidido partidario de unas normas tradicionales, de remoto antecedente aristoté­lico, pasado por la preceptiva italiana de Castelvetro y Robortello [...] De este tradicionalismo recalcitrante se pasa a una mayor amplitud y hasta a la aceptación de la escuela de Lope, en el Rufián dichoso".21

Esto es, nuestro dramaturgo habría ido perdiendo terreno progresivamente frente a Lope de Vega, para terminar casi afiliado entre sus imitadores, como sos­tuvo ya A. Cotarelo y Valledor (“Los hechos consuma­dos, el aplauso popular, el deseo de rivalizar con los noveles escritores y de reverdecer en la escena cómica, campo de pasados y copiosos laureles [...], obligaron á Cervantes á rendirse á la nueva estética dramática y á afiliarse resueltamente entre los imitadores de Lope”),28

26 A sí lo cree, al menos, el mayor especialista en el tema: “La eterna brecha abierta entre la teoría y la práctica literarias [...] se manifiesta plenamente en sus novelas. Debemos guar­darnos, sin embargo, de establecer analogías con su teoría y práctica teatrales, donde la disparidad es aun mayor” y “No debemos sorprendernos, pues, si encontramos en sus obras contradicciones, ambigüedades y variaciones de opinión en materia de preceptos, aunque estas son más evidentes en lo relativo al teatro que en la novela” (E. O. Riley, Teoría de la novela en Cervantes, versión castellana de C. Sahagún, Madrid, Taurus, 1981, pp. 11 y 39, respectivamente).

27 Son afirmaciones de F. Ynduráin (“Cervantes y el tea­tro”, en Relección de clásicos, Madrid, 1969, pp. 87-112; en con­creto, 88-89 y 93. Exactamente en los mismos términos se expresa en el “Estudio preliminar” que acompaña a su edición: Obras dramáticas, BAE, CLVI, Madrid, Atlas, 1962, p. vm) que concuerdan con el enfoque crítico más difundido.

28 En su gran libro ya citado: El teatro de Cervantes, p. 35. A su zaga, A. Valbuena Prat se mostró mucho más tajante:

26 I N T R O D U C C I Ó N

de modo que, incluso teóricamente, se polariza entre el apego a las “reglas” manifestado en el capítulo XLVIII de la primera parte del Quijote (479-83), donde denun­cia, por boca del canónigo y el cura, los abusos de sus contemporáneos contra las mismas, y la “palinodia” subyacente en la permisividad con la que se tratan aqué­llas al comienzo de la segunda jornada del Rufián dichoso; al menos, así lo entendió, entre otros muchos, R. del Arco: “Hay antinomia entre las razones y teorías estéticas del Canónigo y la palinodia que entona Cer­vantes al principio de la jornada segunda de su comedia Rufián dichoso. Y es de admirar el encontrarle en su vejez alistado entre los partidarios de las innovaciones dramáticas”.29

Desde luego, a primera vista hay un abismo entre los reniegos proferidos en 1605 contra las licencias dramá­ticas al uso en la época y la tolerancia con la que se legi­timan en 1615. Mientras que en el primer Quijote el Cura y el Canónigo arremetían de lleno contra las prác­ticas teatrales en boga,30 sin dejar títere con cabeza,

“Cervantes, que en la primera parte del Quijote se lamentaba de los que creía defectos de la comedia española de la escuela de Lope, llegó a cambiar radicalmente de criterio” (“Estudio preliminar” a su ed. de las Obras completas, vol. I, Madrid, Aguilar, 1970, p. 19b). Juliá Martínez, por su parte: “y puso en labios de esta última [la Comedia] la rectificación más absoluta a cuanto antes escribiera” (“Estudio y técnica”, 358).

29 Son ideas, también muy generalizadas, que expuso en “Cervantes y la farándula” (B R A E , XXXI, 1951, pp. 311-30; la cita, en p. 315). Sólo otra muestra: “Las opiniones de Cervan­tes, negativas para el estado contemporáneo de la comedia española, tienen poca vigencia teórica porque fueron rectificas por la práctica y la teoría del propio Cervantes. Esta noble retractación cervantina fue justificada, sobre todo, al principio del segundo acto del Rufián dichoso” (F. Sánchez Escribano y A. Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española del Renaci­miento y el Barroco, Madrid, Gredos, 1971, p. 27).

30 Pablo Jauralde Pou llevó a cabo un espléndido análisis de las ideas contenidas en el capítulo: “Producción y transmisión

I N T R O D U C C I Ó N 27... estas [comedias] que ahora se usan, así las imaginadas com o las de historia, todas o las más son conocidos dis­parates y cosas que no llevan pies ni cabeza (I-xlviii, 479).

En el Rufián dichoso, por contra, salen al escenario la Curiosidad y la Comedia justificando bonitamente aquellos dislates:

Buena fui pasados tiempos, y en éstos, si los mirares, no soy mala, aunque desdigo de aquellos preceptos graves (vv. 1233-36).

Sin embargo —a nuestro entender—, las cosas no son tan sencillas y, cuando de ideas literarias se trata, Cer­vantes suele ser mucho más inteligente y complejo, ade­más de que nos resistimos a imaginarlo rendido ante los postulados estéticos de nadie. Ocurre, por una parte, como advirtió ya don Marcelino Menéndez Pelayo,31 que el capítulo quijotesco soporta bien una explicación coyuntural, más allá de preceptismos clasicistas recalci­trantes;

Cervantes no se propuso reducir el teatro español á la imitación de Plauto ó de Terencio [...] En las doctrinas lite­rarias de Cervantes hay que distinguir varios impulsos: pri­mero, el respeto á una tradición literaria tenida por infali­

de la obra literaria en el Quijote”, Anales cervantinos, XXI (1983), pp. 23-50.

31 En Historia de las ideas estéticas en España, tomo II, vol.2, Madrid, Impr. Pérez Dubrull, 1884, pp. 420-21. El plantea­miento procede de Schack (Historia de la literatura y del arte dramático en España, vol. II, p. 49), a quien también recurre Cotarelo (op. cit., p. 38), y contó desde antaño con tan sabios valedores como A. Bonilla y San Martín (Las teorías estéticas de Cervantes, Madrid, “Filosofía y Letras”, 1916, p. 32), B. W. Wardropper (“art. cit.”, pp. 155-56 y “Cervantes Theory of the Drama”, MPh, LII, 1954-55, pp. 217-21) o E. C. Riley (“Teo­ría literaria”, en Suma cervantina, ed. cit., pp. 293-322; en con­creto, p. 310).

28 I N T R O D U C C I Ó N

ble [...]; segundo, el mal humor contra los poetas noveles que habían arrojado del teatro a sus predecesores natura­les, á la escuela de Juan de la Cueva y de Virués, a la cual pertenecía Cervantes; tercero, el buen gusto ofendido por dislates evidentes, no tanto por la inobservancia de las uni­dades de lugar y de tiempo, como por la mostruosa confu­sión de tiempos y lugares [...]; cuarto, la preocupación del fin moral del teatro. A esta luz se penetrarán bien las pala­bras de Cervantes, y podrá resolverse la singular antinomia que existe entre las razones y teorías estéticas del canó­nigo, y la especie de palinodia que canta Cervantes en su comedia de El rufián dichoso.

por otra —y mucho más trascendente—, que el entre­acto de la comedia en cuestión bien podría venir exigido por imperativos del género hagiográfico, más allá de palinodias o rectificaciones teóricas:

L e c t u r a .— Jornada es nombre italiano; quiere decir cosa de un día [...] Y tómase por la distinción y mudanza que se hace en la comedia de cosas sucedidas en diferentes tiempos y días, como si queriendo representar la vida de un santo hiciésemos de la niñez una jornada, de la edad per­fecta otra, y otra de la vejez·32

Incluso, podría suceder que el supuesto manifiesto pro- lopista fuese anterior,33 si el Rufián se redacta —como veremos luego— hacia finales del xvi, a la defensa cla- sicista sostenida en el Quijote.

32 Son ideas procedentes del Cisne de A polo (Medina del Campo, 1602; citamos por Sánchez-Porqueras, op. cit., p. 118), de L. Alfonso de Carvallo, que vienen como anillo al dedo aplicadas al diseño hagiográfico de Cervantes.

33 D e hecho, así lo entiende F. Ruiz Ramón en su Historia del teatro español. Desde sus orígenes hasta 1900 (Madrid, Cátedra, 1983, p. 115). Cabría, no obstante, la posibilidad de que el entreacto teórico hubiera sido interpolado “al preparar la obra para la imprenta en 1614”, como sugirieron Schevill-Boni­lla (Comedias y entremeses, VI, p. 128) y replantea, desde otro enfoque, A. Rodríguez López-Vázquez (intr. a su ed., p. 6).

I N T R O D U C C I Ó N 29Siendo así, preferimos entender que don Miguel,

metido a preceptista dramático, es el Cervantes de siem­pre: el autor continuamente preocupado por la calidad artística de la literatura y permanentemente desvelado por su renovación experimental. Ese es su único credo y no es otro el que lo impulsa a censurar no las innova­ciones justificables del arte nuevo, sino los abusos capri­chosos cometidos a tontas y a locas contra la comedia; y no sólo en una etapa inicial de mayor apego a las reglas, sino a lo largo y ancho de sus escritos, hasta el final de sus días:

Pero lo que más le fatigaba era pensar cómo podría encajar un lacayo consejero y gracioso en el mar y entre tantas islas, fuego y nieves; y, con todo esto, no se deses­peró de hacer la comedia y de encajar el tal lacayo, a pesar de todas las reglas de la poesía y a despecho del arte cómico (Persiles, III-ii, 1208).34

Paralelamente, la misma intransigencia manifestada contra los dislates será la que legitime todo tipo de inno­vación, aunque entrañe cierta alteración de los precep­tos, si viene avalada por razones estéticas, como es el caso del Rufián dichoso,

Ya represento mil cosas, no en relación, como de antes, sino en hecho; y así, es fuerza que haya de mudar lugares; que, como acontecen ellas en muy diferentes partes, voime allí donde acontecen, disculpa del disparate (w . 1245-52).

34 En efecto, resulta de todo punto inadmisible atribuir un cambio de mentalidad radical, en materia dramática, respecto a las ideas expuestas en el primer Quijote, a quien jamás cejó de abogar por las mismas, siempre en contra de lo disparatado: Coloquio de los perros (II, 953), Viaje del Parnaso (I, w . 124-26, III, 1232), Quijote (II-xxvi, 740), Pedro de Urdemalas (vv. 3171-78, III, 881), etcétera.

30 I N T R O D U C C I Ó N

y, más importante, había practicado desde sus mismos inicios, ya presididos por el afán renovador que perdu­raría siempre: “me atreví a reducir [...] fui el primero que representase...” (Prólogo a Ocho comedias, III, 25).

El Rufián dichoso —decimos— ofrece, en concreto, un ejemplo arquetípico de alteración de las unidades, siem­pre que cimentada en fundamentos estéticos; en este caso, de naturaleza histórica e impuestos por el género (la comedia de santos):

Yo estaba ahora en Sevilla, representando con arte la vida de un joven loco, apasionado de Marte, rufián en manos y lengua, pero no que se enfrascase en admitir de perdidas el trato y ganancia infame.Fue estudiante y rezador de psalmos penitenciales, y el rosario ningún día se le pasó sin rezalle (w . 1265-76).

Esto es, la pieza ofrece la mejor prueba de que los supuestos prejuicios quijotescos siguen en vigor: si allí se renegaba fundamentalmente de los despropósitos introducidos en las comedias divinas (“Pues, ¿qué si venimos a las comedias divinas?: ¡qué de milagros falsos fingen en ellas, qué de cosas apócrifas y mal entendidas, atribuyendo a un santo los milagros de otro!”, Quijote, I-XLViii, 481-82), aquí se justifican cuantos milagros se representan, respaldándolos insistentemente con el tes­timonio histórico a través de las acotaciones: “Todo esto es verdad de la historia”, “Todo esto desta máscara y visión fue verdad, que así lo cuenta la historia del santo”, “Todo esto fue así, que no es visión supuesta, apócrifa ni mentirosa”, “Esta visión fue verdadera, que ansí se cuenta en su historia”, “Todo fue ansí” (198,204, 206, 231 y 241, respectivamente), etc. Entiéndase, pues, que los planteamientos no han cambiado lo más

I N T R O D U C C I Ó N 31mínimo: si antaño se denunciaban los atentados contra el “arte” estéticamente injustificables, hogaño se legitiman las manipulaciones practicadas con respaldo artístico.

En definitiva, bajo las coordenadas trazadas, parece lícito aceptar que las ideas dramáticas cervantinas entra­ñan un alto grado de uniformidad y coherencia.35 Todas sus declaraciones sobre el particular lo definen como un tratadista de corte clásico, de remota raigambre aristo­télica, pero abiertamente proclive a la innovación expe­rimental.36 Esa su más genuina vena dramática de pre­ceptista moderado se manifiesta unas veces en forma de jactanciosa vanagloria por los cambios introducidos (prólogo a Ocho comedias), en otros casos so capa de denuncia airada contra las irreverencias caprichosas (Qui­jote, I-x l v iii) , en alguna ocasión con visos de razonable concesión para con las nuevas tendencias (Rufián dicho­so), etc. Allá en los adentros, todo es lo mismo y no hay mayor contradicción que el justo medio37 sostenido por un creador con pulso tan firme como para mantenerse — in medio virtus— a caballo entre antiguos y modernos, sin dejar de acotar nunca su terreno perfectamente.

35 Se la reconoce, aunque más comedidamente Canavaggio: “Une lecture moins restrictive et mieux orientée des pages si souvent invoquées du Don Quichotte, du Coloquio de los perros, du Rufián dichoso et de la préface des Ocho comedias fait apparaître, au contraire, la suplesse d’ une doctrine fondée sur une connaissance précise des problèmes évoqués et qui, pour être nuancée, n’en présente pas moins une remarquable cohérence” (Cervantès dramaturge, p. 310).

36 En ella precisamente radica, según Wardropper, la clave de su coherencia teórica: “La clave de la cohesión que vemos en su teoría dramática ha de buscarse en su experimentación continua en el plano práctico” (“Comedias”, pp. 155-56).

37 Difícilmente se superará la formulación de Riley: “Cer­vantes no se nos aparece ni como un riguroso preceptista ni como un innovador iconoclasta [...] Forma parte, más bien, de aquellos que consideran que el arte está sujeto a ciertos prin­cipios universales e inmutables, pero también a condiciones accidentales, que son las únicas susceptibles de cambio” ( Teo­ría de la novela, p. 51).

32 I N T R O D U C C I Ó N

La aplicación práctica

AI compás de sus concepciones preceptivas, Cervan­tes fue desarrollando —adelantábamos más arriba— un conjunto de acercamientos prácticos fundamentados en el doble compromiso mantenido con el respeto a las “reglas” y con el afán de renovación “artística”, a la vez que presididos —como también anticipamos— por un permanente esfuerzo experimentador. Fruto de ellos son las diez piezas y los ocho entremeses conservados, donde se nos ofrecen otros tantos ensayos, mitad com­prometidos con las viejas ideas de finales del xvi, mitad con los nuevos aires de principios del xvii, pero siempre regidos por el particular modo cervantino de entender la literatura. Gracias a ello, el conjunto de su produc­ción dramática ofrece unas constantes que lo dotan de cierta uniformidad; y gracias a ello, simultáneamente, cada uno de sus componentes entraña una fórmula o propuesta escénica parcialmente diferente y original por sí misma.

De hecho, al teatro de Cervantes se le atribuyeron desde antiguo unas constantes —bien poco halagüe­ñas— llamadas a caracterizarlo globalmente: enfoque novelesco, episodismo inorgánico, autobiografismo excesivo, estatismo de la acción, minuciosidad hasta el detallismo en las acotaciones, marginalidad de la figura del gracioso... y algún que otro defecto más, habitual­mente puesto de relieve con el fin de explicar su fracaso en la época.38 Ciertamente, todos esos rasgos pueden

38 Así se procede en la práctica totalidad de los estudios men­cionados hasta ahora, a los que cabría añadir —en la misma línea—: J. Hazañas y la Rúa, Los rufianes de Cervantes: ‘El rufián dichoso’ y ‘El rufián viudo’, Sevilla, Libr. de Izquierdo y Cía, 1906; M. A. Buchanan, “Cervantes and Lope de Vega: their literary relations. A preliminary survey” Ph. Quarterly, XXI (1942), pp. 54-64; A. Valbuena Prat, “Las ocho comedias de Cer­vantes”, Mediterráneo, V (1947), pp. 402-409 (y en Homenaje

I N T R O D U C C I Ó N 33detectarse, con mayor o menor nitidez, en la inmensa mayoría de sus piezas, pero no acaban de perfilar, ni por junto ni por separado, fórmula dramática alguna, como tampoco dan con la esencia última de la práctica teatral que pretenden definir. Si hay alguna constante definito- ria —y estamos convencidos de que así es— que recorra la totalidad del corpus analizado, ésta viene dada por el gran principio rector de toda creación cervantina: la comunión entre vida y literatura, encerrada siempre en el cerco de la verosimilitud;39 no en vano protestaba el cura del Quijote: “habiendo de serla comedia [...] espejo

a Cervantes, vol. II, Valencia, 1960, pp. 257-67); R. Ruiz Ramón, Historia del teatro (“Cervantes. El drama de una vocación”, pp. 114-25); M. García Martín, Cervantes y la comedia española en el siglo XVII, Salamanca, Universidad, 1980; La Entretenida. Pedro de Urdemalas, ed. L. F. Díaz Larios, Barcelona, PPU, 1988; etc.

39 Aquí bastará con un par de citas (cuyo alcance puede verse analizado en los estudios ya mencionados de A . Castro y de E. O. Riley): “las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas” (Quijote, II-L xn , 1007) y “todas estas cosas no podrá hacer el que huyere de la verisimilitud y de la imitación, en quien con­siste la perfeción de lo que se escribe” (Quijote, I-x l v ii, 477). Por lo que respecta al teatro, coincidimos plenamente con la reciente exposición formulada por S. Zimic: “En sus comedias publicadas en 1615, consideradas conjuntamente, Cervantes expone a un penetrante escrutinio la visión del amor, de los celos, del honor, de la religión, de la fortuna, ¡de la vida! que promovían las comedias al uso. En nombre de la verosimilitud poética, su más venerado principio estético, demuestra que todos esos temas suelen utilizarse de acuerdo con una concep­ción rígida, inmutable, que no constituye una ‘distorsión’ artísti­camente bien controlada sino una ridicula estilización, una fla­grante falsificación, que no obstante se representa como reflejo normal, fiel de la realidad cotidiana. Para él, el arte y la vida deben mantener una relación de mutua dependencia, de recí­procos estímulos vivificantes” (El teatro de Cervantes, Madrid, Castalia, 1992, p. 21).

34 I N T R O D U C C I Ó N

de la vida humana, ejemplo de las costumbres y ima­gen de la verdad, las que ahora se representan son espe­jos de disparates, ejemplos de necedades e imágenes de lascivia” ( I -x l v ii i , 481). De ahí emanan, si se observa detenidamente, las demás constantes señaladas y ahí radica la diferencia más notoria respecto a las prácticas del arte nuevo.

Salvaguardado el principio sacrosanto de la verosimi­litud, las puertas de la creatividad quedan abiertas de par en par y la innovación o renovación artística está perfectamente legitimada. Por eso —anticipábamos— cada una de las piezas conservadas supone una expe­riencia creativa nueva, una fórmula diferente de todas las demás, sin que sea posible reducir esta dramaturgia a receta genérica alguna.40 Antes al contrario, ofrece un semblante proteico, multiforme, donde se deja ver la tra­gedia, la tragicomedia y la comedia; y dentro de la última, de cautivos, de santos, caballerescas, de capa y espada, etc. Pasemos revista a los títulos, aunque sólo sea a vue­lapluma:41

La serie se abre, por orden de antigüedad, con el Trato de Argel, una tragicomedia de cautivos definida desde sus propios versos como “trasunto / de la vida de Argel y trato feo” (vv. 2534-35, III, 1114) y compuesta con la huella del cautiverio todavía muy fresca. Ello le

40 Seguimos convencidos del plurimorfismo que sostenía­mos en el Teatro completo: “Ciertamente, no podemos decir que exista una nueva fórmula escénica en esta dramaturgia, ni siquiera que haya una fórmula general válida para todas las piezas (ni aun para las de una época), y ello porque nos encon­tramos ante una experiencia literaria diversa y múltiple, que se modifica con cada nueva obra que sale del taller teatral, que cambia incesantemente, una y otra vez” (p. xxiv).

41 Además de en los trabajos específicos ya mencionados, puede hallarse un panorama de urgencia en el manual de Ruiz Ramón (Historia del teatro español, pp. 114-25) y, más recientemente, en la Historia del teatro español del siglo x vn (Madrid, Cátedra, 1995, pp. 45-53 y 663-65), de Ignacio Are- llano.

I N T R O D U C C I Ó N 35otorga largo alcance autobiográfico y documental, de

'modo que su razón de ser primera estriba en el tras- fondo histórico y en el verismo costumbrista. Empero, sobre ellos se superpone, para enriquecer los frecuentes cuadros ambientales, la doble intriga amorosa protago­nizada por Aurelio-Silvia e Yzuf-Zahara, añadiendo una dimensión novelesca propia de la comedia nueva.

Sigue, enumerando con el mismo criterio, la Tragedia de Numancia, la mejor tragedia prelopista española, capaz de plasmar con sobrio patetismo el destino fatí­dico del pueblo numantino sitiado por los romanos, pese a estar inscrita en el tremedismo que aqueja al género en la década de los ochenta. Para lograrlo, se parte de la verdad histórica, tal y como la relatan las fuentes librescas (Apiano, Morales, Valera, Guevara, Timoneda, etc.), luego representada en perfecto adobo con los más diversos materiales: ya sean pasajes litera­rios (extraídos de La Farsalia, La Eneida, La Araucana, el Laberinto de Fortuna, etc.), bien escenas individuales ficticias (una madre y sus hijos, pareja de enamorados, dos amigos, etc.), o, en algún caso, proyecciones alegó­ricas como el Duero y España. De ese modo, el tema de la libertad defendida a ultranza sale al escenario en mul­titud de episodios que lo abordan a diferentes escalas: individual, comunitaria, nacional y universal. Esto es, en el episodismo, tradicionalmente denunciado como el mayor defecto de la tragedia, radica su razón de ser y su más grande acierto.

Dejando de lado cronologías inciertas, el tomo de Ocho comedias viene presidido por El gallardo español, otra comedia de cautivos “cuyo principal intento [—lee­mos al final—] / ha sido mezclar verdades / con fabulo­sos intentos” (vv. 3132-34, III, 138). Las verdades son de naturaleza histórica y tienen que ver con la resistencia llevada a cabo por don Martín de Córdoba en las plazas de Mazalquivir y Orán contra el asedio moro; los fabu­losos intentos se refieren a los enredos amorosos vivi­dos, de nuevo, por dos parejas: Alimuzel-Arlaja y don Fernando-Margarita. Más allá del acierto en la mezcla,

36 I N T R O D U C C I Ó N

que resulta bastante novelesca, es de destacar la utiliza­ción de don Fernando como hilo conductor de las dife­rentes escenas y la aparición de Buitrago, auténtico per­sonaje cómico digno de un entremés.

La casa de los celos y selvas de Ardenia supone una incursión, casi exclusivamente novelesca, en el mundo caballeresco y pastoril, pero tan desafortunada, que suele tenerse como refundición precipitada de alguna pieza de la primera época (de El bosque amoroso, posi­blemente). Y no extraña que así sea, pues no pasa de burda amalgama de tradiciones caballerescas (proceden­tes del Orlando enamorado, de Boiardo, sobre todo) y bucólicas, ambientadas en escenarios alegóricos y satu­radas de referencias mitológicas; así se explica que com­partan dramatis personae en sus versos Reinaldos, Rús­tico, Merlin, Cupido y Castilla, por citar sólo algunos de los más disonantes. Por si fuese poco, la peripecia se resuelve en una compleja serie de encantamientos, apari­ciones, desapariciones y, en definitiva, juegos de tramoya en los que acaso radique el interés pricipal de la pieza.

Los baños de Argel se nos presentan, de nuevo, extraí­dos de la cantera histórica: “No de la imaginación / este trato se sacó, / que la verdad lo fraguó / bien lejos de la ficción” (vv. 3082-85, III, 355) y, sin duda, dependen directamente del Trato de Argel —al margen de que se entiendan como refundición de aquél o no— pero ahora la distancia cronológica ha permitido atender más a lo estético que a lo biográfico y político. De hecho, sobre las antiguas vivencias, se anteponen aquí las fuentes lite­rarias (El capitán cautivo, Los cautivos de Argel, Come­dia del degollado, etc.) para trazar una acción dinámica, no carente de vigor y adornada con pasajes cómicos entretenidísimos.

Con El rufián dichoso le llega el turno a la única in­cursión cervantina en la comedia de santos, pese a lo cual, es una de las piezas más elaboradas y constituye —como pronto tendremos ocasión de comprobar— uno de sus mayores aciertos dramáticos tanto teóricos como prácticos.

I N T R O D U C C I Ó N 37La gran sultana doña Catalina de Oviedo nos de­

vuelve al ambiente oriental del cautiverio en una posi­ble recreación de La gran Turquesca, perteneciente a la primera época. Sea de ello lo que fuere, el hecho es que se centra en el enamoramiento casi bufo del Gran Turco de Catalina de Oviedo, con quien está dispuesto a con­traer matrimonio dejándola seguir su fe. Ese entramado argumentai se enriquece con numerosos pasajes libres­cos extraídos de la novela griega (rapto de Catalina), de los “novellieri” italianos (pasión del turco por la cris­tiana) y aun de la comedia nueva (enredos entre Clara y Lamberto), gracias a los cuales se rebasa ampliamente el enfoque “a noticia” inicial. Quizás el logro más des- tacable radique en la cuidada elaboración de Madrigal, auténtico gracioso, si bien todavía no pensado como criado, según pedía la comedia nueva.

También el Laberinto de amor suele ser explicado co­mo reelaboración tardía de una obra temprana: La Con­fusa, reputada por Cervantes como “buena entre las me­jores” dentro de las “comedias de capa y espada”.42 Pese a ello, no pasa de escenificar, como se declara desde sus propios versos (3076-77, III, 665), “disparates” y “mara­ñas” de amor ciertamente organizadas en confusión labe­ríntica. Se trata de una mezcolanza de leyendas, básica­mente extraídas de la tradición caballeresca, en la que se entrecruzan cuando menos tres intrigas amorosas: Dagoberto-Rosamira, Manfredo-Julia y Anastasio-Por- cia; todas ellas situadas en el mismo plano, sin que nin­guna opere como acción principal organizadora del con­junto.

Bien diferente es el caso de La entretenida, también comedia de capa y espada, pues entraña un planteamiento

42 Exactamente en los siguientes términos: “Mas la que yo más estimo y de la que más me precio fue y es de una llamada La confusa, la cual, con paz sea dicho de cuantas comedias de capa y espada hasta hoy se han representado, bien puede tener lugar señalado por buena entre las mejores” (Adjunta al Viaje del Parnaso, III, 1350).

38 I N T R O D U C C I Ó N

irónico y paródico de los presupuestos más típicos del teatro lopeveguesco, según se reclama desde el final de la misma: “que acaba sin matrimonio / la çomedia En­tretenida” (vv. 3086-87, III, 772). Para lograrlo, se hace depender toda la intriga del engaño como eje central, en torno al que se practican una serie de variaciones que abarcan a los sucesos fundamentales: el equívoco de Marcela, que se cree amada por su propio hermano, y de don Ambrosio, que confunde al destinatario de su pasión; la impostura de Cardenio, que usurpa la perso­nalidad de don Silvestre de Almendárez, con tal de ganarse a Marcela, y el doblez de Cristina, que incita simultáneamente a Ocaña, Torrente y Quiñones. De este modo, los tópicos propios del arte nuevo quedan imitados, parodiados y aun ridiculizados en el desen­lace.

En fin, Pedro de Urdemalas ha sido reservado para cerrar el volumen seguramente porque Cervantes era consciente de que en sus versos no sólo se cuestiona la fór­mula de Lope de Vega, sino que además se superan cumplidamente sus convenciones, como no se deja de reivindicar desde los últimos versos (3177-80, III, 881): “Destas impertinencias y otras tales / ofreció la comedia libre y suelta, / pues llena de artificio, industria y galas, / se cela del gran Pedro de Urdemalas”. En efecto, aquí no hay parejas de amantes ni de criados al servicio de lances convencionales que suelen acabar en boda (“y verán que no acaba en casamiento”, v. 3169, III, p. 880), sino un personaje central, de ascendencia folklórica, con las suficientes dotes de tracista como para armo­nizar un sinfín de episodios multiformes: consultas iniciales en retablo entremesil, vida de los gitanos, peripecia vital de Bélica, festividad de San Juan, re­presentación final, etc. Es el mejor Cervantes, aquí ca­paz incluso de adobar sus más diversas experiencias literarias, ofreciendo ecos de La Gitanilla, E l coloquio de los perros, los juicios sanchopancescos en Barataría del Quijote, La guarda cuidadosa, La elección de los alcaldes de Daganzo, etcétera.

I N T R O D U C C I Ó N 39

Capítulo aparte —y mucho más largo del espacio aquí disponible— merecerían los ocho entremeses, aunque tampoco fueran representados. Pertenecientes a una co­rriente teatral carente de codificaciones propias de las piezas mayores, Cervantes los aborda en absoluta liber­tad,43 tanto formal como ideológica, desplegando por entero su genialidad creativa para ofrecernos auténticas joyitas escénicas, cuya calidad artística nadie les ha re­gateado desde punto de vista alguno.

Consciente de la humildad e irrelevancia de estos “juguetes cómicos”, destinados a entretener y divertir al espectador durante los entreactos de la comedia, como él mismo nos recuerda en el prólogo a Ocho comedias,44 Cervantes se atiene a los viejos usos y saca a escena a los tipos ridículos de siempre (bobos, rufianes, vizcaínos, estudiantes, soldados, vejetes, etc.), cuya mera presencia garantiza el efecto cómico buscado, para hacerlos prota­gonizar situaciones en buena medida convencionales. Pero ahora se vuelca de lleno en tales planteamientos,

43 R. Marrast los consideraba muestras acabadas de un “Théâtre en liberté”, capaz incluso de mantenerse “en dehors de tout infléchissement vers l’édification” {op. cit., p. 117), y Canavaggio los califica de “obras abiertas” (Est. prel. a su ed. de los mismos, Madrid, Taurus, 1981, p. 31). Así evalúa A. Agostini Bonelli el conjunto: “supera éste [Cervantes] a los entremesistas que le precedieron no sólo en la comprensión más compleja de la vida sino en el enriquecimiento de los per­sonajes presentados con pincelada precisa y segura; en la mayor maestría técnica, y, sobre todo, en ese juego entre lo real y lo aparente —realidad y fantasía—, el eterno equívoco cervantino que hallamos en el Quijote” (“El teatro cómico de Cervantes”, BRAE, XLIV, 1964, pp. 223-307; la cita, en p. 224; vid. también, pp. 475-539 y XL, 1965, pp. 65-116).

44 A sí concebía el género nuestro autor: “Las comedias eran unos coloquios, como églogas, entre dos o tres pastores y alguna pastora; aderezábanlas y dilatábanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de viz­caíno” (III, 24).

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enriqueciéndolos y dignificándolos con lo más fino de su genio creativo (ironía, vida-literatura, apariencia-reali- dad...), de modo que salen potenciados hasta alcanzar cotas magistrales de trascendencia ilimitada, como bien explica Ruiz Ramón:45

En manos de Cervantes esas pequeñas piezas o juguetes cómicos [...] se ennoblecen literariamente, convirtiéndose en obras de arte. La comicidad directa y elemental del entremés es fecundada por el humor cervantino, adquiriendo una sig­nificación y una densidad de contenido de que carecía. La conciencia reflexiva de Cervantes y su experiencia de la rea­lidad humana, al proyectarse sobre las marionetas del entre­més, humaniza sus máscaras y las transforma en criaturas dramáticas de mayor complejidad. Los personajes de los en­tremeses cervantinos dejan de ser tipos teatrales fijos para convertirse en caracteres cómicos que provocan en el espec­tador esa risa pensativa que trasciende la pura hilaridad, por­que lo movilizado en él tiene su raíz en zonas más profundas del espíritu.

Ciertamente, lo más encomiable de los ocho entre­meses no radica —a nuestro entender— en la hilaridad que producen, por divertidos que resulten, sino en la “gravedad” socio-moral de los temas y las situaciones que se ridiculizan. Entre burlas y veras, con la permisi­vidad inherente al cuadro bufo propio de este género menor, el manco de Lepanto no deja de poner en solfa, de forma originalísima, alguno de los más sólidos fun­damentos de la mentalidad áurea.

De este modo, la carcajada fácil suele quedar trascen­dida por implicaciones mucho más graves, normalmente adobadas con juegos literarios fascinantes. Así, el tema de la relación matrimonial se aborda desde múltiples perspectivas siempre irrisorias, pero sin dejar de con­templar nunca su lado más oscuro: cuatro parejas ridicu­las desfilan ante El juez de los divorcios, sin conseguir la separación, pese a que sus matrimonios son verdaderos

45 Op. cit., pp. 123-24.

I N T R O D U C C I Ó N 41infiernos (como “carga” o “yugo” suele calificarlos Cer­vantes a lo largo y ancho de su obra), por aquello de que “más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor” (III, 896); Trampagos es objeto de lamentación bufo­nesca debido a su viudez en El rufián viudo, situación que se aprovecha para dar vida al personaje quevedesco de Escarramán (“Ya salió de las gurapas / el valiente Esca- rramán”, w . 327-28, III, p. 913); un soldado andrajoso y un sotasacristán bufo pretenden casarse con una don- cellita, ofreciéndole presentes ridículos, en La guarda cuidadosa, que se nos ofrece como divertidísima parodia del viejo tópico de las armas y las letras, pero, curio­samente, Cristina elige al sacristán por razones económi­cas (“Ya no se estima el valor, / porque se estima el dinero”, III, 951), en tanto que el soldado queda: “sólo en los años viejo, / y se halla sin un cuarto / porque ha dejado su tercio” (III, 951); La cueva de Salamanca se maneja como escenario folklórico singularmente idóneo para dar vida a las trapacerías de un estudiante tracista y un “sacridiablo” contra el pobre Pancracio, arquetipo del cornudo y contento tradicional; en fin, la malicia de una vecina posibilita la burla cruel que se le hace a Cañi­zares en El viejo celoso, cuando, víctima de sus celos como El celoso extremeño, atiende tras la puerta al adul­terio de su esposa Lorenza (“¡Si supieses qué galán me ha deparado la buena suerte! Mozo, bien dispuesto, pelinegro, y que le huele la boca a mil azahares”, III, 1014). Más inocuo desde este punto de vista, El vizcaíno fingido trasciende las gracias lingüísticas del tipo zafio para ofrecer un timo elaboradísimo desde un punto de vista escénico.

En otro orden de cosas, tras la ridicula defensa que hacen de sus méritos, ninguno de los candidatos (Berro­cal, Humillos, Jarrete y de la Rana) obtiene la vara en La elección de los alcaldes de Daganzo, pues ésta queda interrumpida por la aparición de un sotasacristán que acaba manteado; añádanse dos detalles al desenlace abierto: Pedro de la Rana sostiene un programa ejem­plar, donde se denuncian las arbitrariedades de la justicia

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(“mi vara no sería tan delgada / como las que se usan de ordinario”, vv. 194-95, III, 926), y es el brazo eclesiástico el que interfiere en el gobierno de la “república” (“¿Quién te mete / a ti en reprehender a la justicia? / ¿Has tú de gobernar a la república?”, w . 340-42, III, 932). Y todo por este camino, para llegar al final con el Retablo de las maravillas, que se alza como la pieza maestra indiscutible de la serie por su interés tanto estético co­mo ideológico: el mayor de los puntales de la sociedad barroca, la pureza de sangre, o si se prefiere, la condición de cristiano viejo, se echa por tierra, y aun se reduce a la nada, cuando de ella depende la contemplación (“que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran, que tenga alguna raza de confeso”, III, 976) de un fantástico retablo, fabricado por el sabio Tontonelo, donde no hay más espectáculo que el representado por los espectado­res, víctimas estúpidas de sus prejuicios casticistas, aun­que no por ello dejan de anular los límites entre realidad y ficción, sobre todo cuando confunden a un Furrier con una marioneta (“dice el Alcalde que lo que manda Su Majestad lo manda el sabio Tontonelo”, III, 986).

En fin, con ese panorama tan variopinto a la vista, resulta innegable la versatilidad formal y semántica del teatro cervantino, de todo punto irreductible a receta dramática alguna:46 cada título aporta un enfoque dis­tinto y novedoso para contribuir a un conjunto pluri­forme donde sólo impera la preocupación experimental. Resulta, entonces, baldío ensayar clasificaciones que agrupen sus obras por épocas, temas, ciclos u orienta­ciones, como suele ser habitual,47 pues todas y cada una

46 Recordemos, una vez más, a Canavaggio: “Il s’avère au contraire qu’il a été, tout au long de sa carrière, un artiste scru­puleux, soucieux jusqu’à l’excès de forger une dramaturgie sans doute mentale, mais aussi expérimentale, irréductible à un canon ou un patron uniforme” (Cervantès dramaturge, p. 334).

47 Tanto en el caso de las comedias, normalmente clasifica­das, de acuerdo con la vieja distinción de Torres Naharro, en

I N T R O D U C C I Ó N 43de ellas entraña un universo singular; supone un paso más, siempre excepcional, en una trayectoria dramática presidida por el impulso creador, sólo refrenado por el respeto a los preceptos artísticos.

E l r u f iá n d ic h o s o

Sin lugar a dudas, El rufián dichoso representa uno de los capítulos más interesantes de ese continuo devenir creativo, además de suponer, con toda certeza, el mayor desafío dramático al que Cervantes hubo de enfrentarse nunca; paradójicamente, por otro lado, uno de los que mejor supo resolver.

Inconvenientes del asunto hagiográfico

Repárese en que nuestro dramaturgo, siempre urgido por el respeto mesurado a las “reglas”, se propone aho­ra adaptar a los escenarios la vida entera de un joven rufián sevillano que acabaría enterrado en olor de san­tidad en Méjico. El asunto elegido es de todo punto in­compatible, a primera vista, con las consabidas unidades de tiempo y lugar, además de atentar directamente con­tra la verdad, la verosimilitud, el decoro y cualquier otro principio estético reglamentado. Sin embargo, Cervan­tes, supuesto clasicista recalcitrante, asume el desafío contra viento y “preceptos”. Resulta indiferente que lo haga tras las denuncias formuladas contra tales prácticas en el primer Quijote,48 o bien anticipándose a las posi­

“a noticia” y “a fantasía”, o agrupadas según participen o no del ambiente propio del cautiverio, como en el de los entre­meses, en cuya distribución se han encontrado posibles sime­trías temáticas (cfr. R. B albín Lucas, “La construcción temá­tica de los entremeses de Cervantes”, RFE, XXXII, 1948, pp. 415-28).

1,8 Vid. supra, n. 25.

44 I N T R O D U C C I Ó N

bles contradicciones en las que esta comedia incurre frente a aquellas teorías, lo importante de verdad es que lo hace: que asume la teatralización de un argumento aparentemente incasable con su sentir teórico. Aquí no se trataba sólo de escribir una comedia más, sino tam­bién de armonizarla con las más íntimas convicciones de corte preceptista.

El punto de partida49 de El rufián dichoso hubo de ser, en consecuencia, de tipo teórico. Cervantes tenía muy claro, al margen de que los hubiese denunciado antes por escrito o no, cuáles eran los defectos que aquejaban a “las comedias divinas” en su época y no podía, o no estaba dispuesto, a incurrir en ellos. El primero y prin­cipal consistía —al decir del cura en el Quijote (I -x l v ii i , 480-82)— en el abuso y la mendacidad de los milagros escenificados:

Pues, ¿qué si venimos a las comedias divinas?: ¡qué de milagros falsos fingen en ellas, qué de cosas apócrifas y mal entendidas, atribuyendo a un santo los milagros de otro! Y aun en las humanas se atreven a hacer milagros, sin más respeto ni consideración que parecerles que allí estará bien el tal milagro y apariencia, como ellos llaman, para que gente ignorante se admire y venga a la comedia; que todo esto es en perjuicio de la verdad y en menoscabo de las his­torias.

Pero, más grave todavía, el género sacro arrumbaba, aunque la denuncia allí es mucho más general, las nor­mas más elementales relativas al tiempo,

Porque, ¿qué mayor disparate puede ser en el sujeto que tratamos que salir un niño en mantillas en la primera cena del primer acto, y en la segunda salir ya hecho hombre bar­bado?

49 Nos referimos a la concepción de la comedia entera, con independencia de que la primera jornada estuviese concebida previamente como entremés, según se ha interpretado en numerosas ocasiones y comentaremos más abajo.

al espacio

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¿Qué diré, pues, de la observancia que guardan en los tiempos en que pueden o podían suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que la primera jor­nada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en África, y ansí fuera de cuatro jornadas, la cuarta acababa en América, y así se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo?

y al decoro de los personajes:

Y ¿qué mayor que pintarnos un viejo valiente y un mozo cobarde, un iacayo rectórico, un paje consejero, un rey

.ganapán y una princesa fregona?

Teóricamente, pues, no se podían fingir milagros a la ligera, no se podía pasar de repente de la mocedad a la madurez y a la vejez, no se podía cambiar geográfica­mente de continente y no se podía santificar a un rufián... De resultas, El rufián dichoso se anunciaba de todo punto inviable sin transgredir las unidades y sin atentar directamente contra las propias convicciones escénicas.

Soporte histórico

Para evitar tan serios obstáculos, o mejor para sortear­los artísticamente, lo primero que hace nuestro aficio­nado a los preceptos es fundamentar su hagiografía dra­mática en una historia verídica, a cuyas fuentes librescas acude en busca de respaldo artístico.

Muy posiblemente, corrían los días de 159750 y Fray Agustín Dávila Padilla había sacado a luz un año antes

50 A l menos esa es la fecha de composición asignada a la pieza por la mayoría de los estudiosos (Cotarelo, Schevill-Bonilla, etc.), sin que falten, como no podía ser menos, las discrepan­cias: 1603 (Buchanan), posterior a 1605 (Talens- Spadaccini), 1610 (Astrana), etc.; más cauto, A. Rodríguez le asigna “un mar­gen temporal entre 1592 y 1600” (Intr. a su ed., p. 8). Más allá

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la Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México, de la Orden de Predicadores, por las vidas de sus varones insignes, y casos notables de la Nueva España, 51 uno de cuyos más insignes varones resulta ser nuestro protagonista, al que se le dedican ca­

de ellas y de su lógica, lo único indiscutible es que 1596 ha de tomarse como término post quem, como bien sostuvo Cana- vaggio (Cervantés, p. 22) y más tajantemente Casalduero (Sen­tido y forma, p. 20), pues en ese año sale el texto fuente que comentamos a continuación.

51 En Madrid, en casa de Pedro Madrigal, en 1596. El relato de Dávila Padilla está reputado desde Cotarelo (Op. cit., p. 351) como la fuente principal, con los arreglos que explicamos a continuación y según puede verse en las notas al texto de nuestra edición. Empero, son varios los títulos que andan en danza como supuestos modelos: Fr. Juan López, Historia gene­ral de la Orden de Santo Domingo y de su Orden de Predica­dores (parte IV, caps, xxvn-xxx), propuesto por Hazañas y La Rúa (Los rufianes, pp. 53-82) y desmentido irrefutablemente por Cotarelo y por Canavaggio, toda vez que la obra es poste­rior (Valladolid, F. Hernández de Córdoba, 1615) al Rufián; Fr. Alonso Fernández, Historia eclesiástica de nuestros tiem­pos, Toledo, Vda. de Pedro Rodríguez, 1611, cap. xxv i (“Del bienaventurado padre fr. Cristóbal de la Cruz. Su milagrosa vida. Sus excelentes virtudes y prodigiosa caridad, con muchos regalos del cielo que tuvo, y milagros que nuestro Señor obró por él”, pp. 102a-106a), donde se resume la crónica de Dávila Padilla, en síntesis que difícilmente pudo manejar Cervantes; y, más importante, Fr. Antonio de San Román, Consuelo de penitentes o Mesa franca de espirituales manjares, publicado en 1583 y 1585 y reputado por Canavaggio (Cervantés, p. 47) co­mo fuente de Dávila Padilla, muy posiblemente manejada tam­bién por Cervantes, dado que llevaba una aprobación de J. López de Hoyos y que ofrece algunos motivos (los recogemos en la anotación), dramatizados por Cervantes, que no figuran en Dávila (cfr. J. Canavaggio, “Para la génesis del Rufián di­choso: el Consuelo de penitentes de fray Alonso de San R o­mán”, NRFH, XXXVIII, 1990, pp. 461-76). Bien pudieron mediar, en consecuencia, los textos de San Román y Dávila en la elaboración de la versión cervantina, incluso en las propor­ciones que el crítico francés establece, por lo que explicaremos

I N T R O D U C C I Ó N 47torce capítulos: “Vida maravillosa del santo F. Christó- bal de la Cruz” (libro II, x v -x x v ii i , pp. 474-572). En ellos se relata, con todo lujo de detalles, la célebre tra­yectoria vital de un joven sevillano dado a la mala vida, Cristóbal de Lugo, que, encomendado por sus padres al inquisidor don Tello de Sandoval, corrige sus malan­danzas para llegar a ser prior y provincial en Santiago de México y terminar sus días en olor de santidad, no sin haber obrado antes numerosos milagros:

Uno de los mayores santos que ha tenido esta tierra, supo Dios hacer de uno de los más perdidos mozos que ha tenido España. El bendito padre fray Christóbal de la Cruz tuvo tan perdida mocedad, que andaba como madero seco, muy dispuesto para el fuego del infierno, que sin alegrar con la luz ofende con el fuego; y de tan vil materia quiso tomar la divina gracia una luz del mundo, que sin humo de gran ejemplo, mostrase el claro resplandor de sus virtudes, y el fervoroso calor de su caridad encendida [...] La escri­tura muerta no puede decir lo que hasta hoy platican las vivas alabanzas, que del siervo de Dios se dicen. Los reli­giosos más aprovechados le dan las gracias como a maes­tro, los humildes le tienen por espejo, los prudentes le imi­tan; y toda la tierra le llama santo (475a-b).52

De entrada, pues, las fuentes históricas otorgaban licencia para transgredir razonablemente los preceptos, sin incurrir en contradicción teórica alguna, por motivos de fidelidad a la verdad de los hechos, según se nos

la adaptación a la luz de ambas versiones (sus pasajes funda­mentales van en nota), acogiéndonos al siguiente aserto de Canavaggio: “la seule comparaison de la pièce de Cervantès avec ses sources fait apparaître, d’emblée, une élaboration plus complexe que ne le laissait supposer l’hypothèse traditionnelle d’une reprise pure e simple de la donée établie par le P. Dávila” (Cervantès, p. 49).

52 Citamos siempre a través del ejemplar R-4.337 de la Biblioteca Nacional de Madrid, cuyo texto modernizamos con los mismos criterios aplicados a la comedia.

explica en el entreacto teórico que encabeza la segunda jornada:

Su conversión fue en Toledo, y no será bien te enfade que, contando la verdad, en Sevilla se relate.En Toledo se hizo clérigo,y aquí, en Méjico, fue fraile,adonde el discurso ahoranos trujo aquí por el aire (vv. 1277-84).

Por añadidura, legitiman la escenificación de sucesos milagrosos, en tanto que realmente ocurridos, tal y como se atestigua desde las acotaciones a las dos últimas jorna­das.53 Incluso, para colmo de bienes, proporcionan las cla­ves necesarias para resolver la antinomia existente entre el rufián y el santo:

[...] aunque era gran pecador, tenía un alma temerosa [...] Y por esto, si pecaua, era con lágrimas, y rezando pri­mero los psalmos penitenciales por las ánimas de quien era muy deuoto, pidiendo a D ios no perdiessen los defuntos el fruto de aquella oración por ser él malo (fol. 458r).54

Aun en tiempo de su perdición conservó la devoción grande que siempre tuvo a las ánimas de purgatorio. Re­zaba por ellas muy a menudo, y sabía decir los psalmos penitenciales, pidiendo a D ios con lágrimas, que no per­diesen las ánimas aquel socorro, por andar él ocupado en tantos vicios. Bondad de Dios. ¿Quién vio psalmos peni­tenciales en propósitos de ladrón? ¿Quién oyó lágrimas en un perdido? [...] tenía conocimiento de sus pecados: otro de compasión, y rogaba por las ánimas de purgatorio [...] Desta desaprovechada materia quería el artífice soberano labrar un varón apostólico y espejo de perfección (Dávila, Historia, 478a-b).

53 Vid. supra, p. 30.54 Citamos siempre a partir de la edición incluida por Cana-

vaggio en “Para la génesis”, p. 470.

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I N T R O D U C C I Ó N 49La materia sacra estaba, pues, servida, venía avalada

por la verdad de la historia y satisfacía el imperativo artístico primordial de la verosimilitud. Sólo faltaba lite- raturizarla —llevarla a las tablas queremos decir— y Cervantes no desaprovecharía la ocasión para aventu­rarse en la “comedia de santos”, dispuesto a dar una lec­ción a sus contemporáneos sobre cómo cultivar el género ateniéndose a las exigencias artísticas impuestas por las reglas.

Adaptación dramática

Bastaba simplemente —decimos— con dar el salto que va de la crónica lineal y seca de Dávila (donde, por añadidura, se desarrolla tediosamente el lento proceso de perfeccionamiento por el que pasa Cristóbal de Lugo hasta alcanzar su madurez espiritual) a la obra teatral que dramatiza convincentemente tan llamativa meta­morfosis, expuesta con más garra por San Román. Y no era mutación tan sencilla como pueda parecer a primera vista: había que seleccionar los momentos cruciales de semejante biografía y dotarlos de un entorno dramático efectista.

Para lograrlo, Cervantes despoja, como medida pre­via, a la narración histórica de sus contenidos más pro­saicos (etapa como novicio y conducta ejemplar cuando fraile; caps, xvi-xxm de Dávila) o puramente doctrinales (reflexiones y prédicas del fraile), reduciendo la hagio­grafía a sus tres etapas fundamentales, perfectamente acopladas a las consabidas jornadas de la comedia:55

55 En este sentido, nos cuesta aceptar la propuesta de A. Rodríguez, quien explica (en su Introducción a la edición de la obra) el texto del Rufián incluido en Ocho comedias como adap­tación, para la imprenta, en tres jornadas de una versión primi­tiva, destinada a la representación, en cuatro actos que disponían y repartían la materia dramática del siguiente modo (damos nuestra numeración de los versos): Loa de la Curiosidad y la

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una de su vida libre,otra de su vida grave,otra de su santa muertey de sus milagros grandes (w . 1293-96).

A continuación, se sustituye el proceso gradual, que en las fuentes conduce lentamente de la picardía a la devoción más acendrada, por un reto personal, de hon­das implicaciones sicológicas —como luego veremos—, capaz de saltar repentinamente de uno a otro extremo:

¡Ea, demonios: por mil modosa todos os desafío,y en mi Dios bueno confíoque os he de vencer a todos! (w . 1202-05).

Claro que si con ello se gana efectismo dramático en buena medida, pues nos topamos de la noche a la mañana con un santurrón donde teníamos un rufo, no en menor grado se pierde verosimilitud y credibilidad; y es pérdida —como bien sabemos ya— demasiado arries­gada para nuestro autor, máxime en territorio teatral “divino”. Perfectamente consciente de ello, Cervantes dedicará sus mayores y aun sus mejores esfuerzos a tra­bar coherentemente, sin hiato ni estridencia alguna, la etapa sevillana con las mejicanas.

A Méjico y a Sevillahe juntado en un instante,surciendo con la primeraésta y la tercera parte (w . 1289-92).

Comedia (vv. 1209-1312), Jornada primera (vv. 1-555), Baile ajacarado para la segunda jornada (w . 556-701), Segunda jor­nada (w . 702-1208), Entremés del rufián viudo llamado Tram- pagos, Tercera jornada (w . 1313-2178) y Jornada cuarta (w . 2179-2846). Por falta de originalidad que no sea, desde luego; será, en cambio, por falta de credibilidad, pues tan desafortu­nadas manipulaciones no tienen más fundamento que el texto impreso de 1615 {vid. nuestra bibliografía, u. 77).

I N T R O D U C C I Ó N 51Con ese objetivo primordial en mente, no se vacila en

retocar poéticamente los datos históricos, aunque sin atentar contra su verdad básica, “adulterándolos”56 por activa y por pasiva. Por una parte, se le quita hierro picaresco a la etapa juvenil o rufianesca de Crjstóbal de Lugo,

Era lástima ver al pobre estudiante con sólo el nombre; la obras eran juegos, valentías, atrevimientos, y todo esto encaminado a pretensión de mujeres [...] andábase con rufianes y gente perdida guardando esquinas y rondando peligrosas casas [...] Eran sus pláticas (conforme al audito­rio) llenas de retos, amenazas, libertades y deshonestida­des (Dávila, Historia, 476b-477a).

recargando las tintas en poner de relieve —según vere­mos más abajo— las virtudes del truhán, sólo aludidas de pasada en las fuentes. Por otra, se merma considera­blemente el número y la grandeza de los milagros ope­rados por Cristóbal de la Cruz, pese a que las crónicas abundan en ellos (remitimos sólo a Dávila Padilla); apa­rición de “unas bolas de fuego encendidas” sobre la casa de novicios (XVIII, 490a); capacidad del religioso para hablar “con espíritu de profecía” (XIX, 493b-494a); logra que una joven mantenga su voto de castidad para terminar como beata (XX, 495a-487a); convierte a Cathe- rina de Aranda (XX, 479a-498a); reconduce a la oración a Ana de Estrada (XX, 498b-499b); le acometen varias veces los demonios (XXV, 517a); se ve iluminado por resplandores sobrenaturales (XXV, 517b); lo sobre­vuela una paloma celestial (XXV, 518a); logra la reden­ción de Ana Treviño (XXVIII, 528a-533a); convierte a una mujer apuñalada por su marido (XXIX, 533b);

56 Según Canavaggio, se alteran en doble sentido: “La transposition du matériau primitif qu’opère El rufián dichoso s’acomplit en fait selon deux tendances apparemment con­tradictoires: d’une part, une amplification de l’étape sévillane de la vie du protagoniste; d’autre part, un resserrement de la période mexicaine” (Cervantés, p. 49).

disfruta del conocimiento de Dios (XXXVII, 564b); sus reliquias efectúan varias curaciones (XXXVIII, 569b- 570a); etc.

Esto es, todos los esfuerzos apuntan a aproximar ex­tremos: van encaminados a limar las diferencias que separan a Cristóbal de Lugo, flor de la jacarandina, de Cristóbal de la Cruz, espejo de santidad, con tal de embutir una hagiografía coherente en los estrechos lími­tes que otorgan las tres jornadas de una comedia.

Elaboración literaria

Efectivamente, lo más llamativo de la pieza es el tiento con el que Cervantes elabora en la práctica la transición de la picardía a la santidad, más allá del soporte teórico que la justifica; lo mejor logrado, la per­fecta trabazón que unifica lás tres etapas, gracias al adobo literario que se injiere, más allá de las alteracio­nes, en la materia histórica.

A primera vista, podría parecer que se produce un hiato insalvable entre el primer acto, dedicado a la etapa rufianesca, y los otros dos, ocupados por la con­ducta ejemplar, tal y como planteó la crítica desde antiguo:

[...] el primer acto de El rufián dichoso es de lo mejor que la pluma de Cervantes ha escrito [...] Lo que distingue el mérito de los dos actos siguientes [...] puesto que carecen de originalidad y de arte [...] D e no ser así, no tendría expli­cación la falta de enlace entre la primera jornada y las dos siguientes, que pertenecen a un género distinto.57

Incluso, cabría dar un paso más para sostener la auto­nomía de la primera jornada, entendiéndola como es­

57 Son palabras de R. Schevill y A. Bonilla (Comedias y en­tremeses, pp. 124-28), que recogen un sentir generalizado. Cfr. Cotarelo, El teatro, pp. 360-62.

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I N T R O D U C C I Ó N 53pléndido entremés,58 al que vendrían a sumarse las otras dos a modo de alargamiento pegadizo mucho menos logrado; al menos, así lo entendieron numerosos estu­diosos: “El primer acto hubiera constituido por sí solo un excelente entremés; pero luego todo es pálido y des­lavazado”.59

Desde luego, el planteamiento no es ni caprichoso ni disparatado. El primer acto del Rufián se nos ofrece pic­tórico de vida e imbuido de las mejores mafias literarias cervantinas.60 Parece arrancado de la vida misma, como el Rinconete y Cortadillo o El coloquio de los perros; se

58 D e hecho, la parte inicial dedicada a la “vida libre” del protagonista se nos ofrece ampliada y enriquecida, respecto a las fuentes, con múltiples escenas de corte entremesil: alter­cado entre rufianes (w . 1-27), enfrentamiento con el alguacil (w . 28-72), elogios de Lagartija (w . 81-237), acoso de una dama (vv. 238-494), matracas nocturnas (w . 556-701), preten­siones amorosas de Antonia (w . 702-889 y 1042-77), apresa­miento de Carrascosa (vv. 890-921 y 946-984), desafío con Gilberto (w . 1000-1041 y 1087-1105), etc. No obstante, la valo­ración como entremés de la primera jornada está fuera de lugar, como bien sostiene G. B. de Cesare: “Obviamente, entendida como camino de purificación, la comedia excluye la hipótesis de un originario entremés, desarrollado después en los tres actos [...] Las malas acciones de Lugo en el primer acto se colocan, más bien, en función del caso de conciencia y de su conversión moral” {“El rufián dichoso como experimento”, La Comedia de Magia y de Santos, eds. F. J. Blasco et alii, Madrid, Júcar, 1992, pp. 107-21; en concreto, p. 108).

59 Schevill-Bonilla, Comedias y entremeses, p. 127. También Hazañas y La Rúa, quien editó la comedia junto con E l rufián viudo {Los rufianes de Cervantes).

60 Como, por ejemplo, el engañar con la verdad, como le hace Lugo al marido de su noble pretendiente: “Así ella / os ofende, como aquella / cubierta y buena señora” (vv. 408-10). Ya Schevill-Bonilla destacaban que el primer acto “es de lo mejor que la pluma de Cervantes ha escrito, por su variado lenguaje, por su brío, por la incomparable pintura de los carac­teres, por la naturalidad del diálogo, por el realismo del ambiente” {Comedias y entremeses, VI, pp. 124).

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diría calcado de los ambientes sevillanos que nuestro comisario de abastos hubo de frecuentar a finales del XVI.61 Retrata el mundo efervescente de la picaresca, poblado por estudiantes, rufianes, daifas, corchetes, pas­teleros, etc. Lugo, Lobillo, Lagartija, La Salmerona, Ca­rrascosa... viven, celebran, burlan, y triunfan en el Ala- millo o en el Compás; y, sobre todo, hablan en su registro de germanía con desenvoltura fascinante:

L o b . A q u eso pido.G a n . ¡Hola, so Lobo! Si es que pide queso,

pídalo en otra parte, que en aquésta no se da. Si no...

L o b . ¡Basta, seor Ganchoso!O logue luenga, y téngase por dicho, que entrevo toda flor y todo rumbo.

G a n . ¿Pues nosotros nacimos en Guinea, so Lobo? (w . 16-23).

Sin duda, no hay ni punto de comparación:62 los dos actos siguientes nos trasladan al reducto de las celdas,

61 A sí se interpretó siempre: Hazañas, Cotarelo, Schevill- Bonilla, Ynduráin, etc.; F. Meregalli, en concreto: “primo atto, in cui si narra la vita scapestrata di colui che poi diventerà santo, sono freschi quadri di vita sivigliana, che arrichiscono il mondo che noi ben conosciano degli Intermezzi e di alcune Novelle esemplari” (Tutte le opere di Cervantes, Milano, Mursia, 1971, vol., I, p. 717). Pero conviene no olvidar los antecedentes librescos en que descansa, según recordó Canavaggio (Cer­vantés dramaturge, pp. 50-51): el “estudiante tuno”, derivado del miles gloriosus, de ascedente celestinesco, como puede comprobarse en el enfrentamiento con un alguacil que Sigeril protagoniza en la “cena” IV de la Segunda Celestina (ed. C. Ba­randa, Madrid, Cátedra, 1988, pp. 144); los capigorrones del teatro de Lope de Vega; el padre de la mancebía que aparece en la Comedia Thebayda; los nombres de los personajes del hampa, quizás extraídos de los romances de germanía anterio­res; etcétera.

62 También Schevill-Bonilla menospreciaron abiertamente las dos últimas jomadas: “se resuelven en meros episodios, en

I N T R O D U C C I Ó N 55de los conventos, poblados por priores, frailes, devotos, virreyes, demonios y almas. Se pasan la vida rezando, fla­gelándose o practicando obras pías...; casi llega a im­ponerse, en suma, el silencio: “Aunque me den [protesta Antonio] / diciplina porque calle” (w. 1584-85).

Pero en el fondo todo es nada: un simple efecto óptico. Si miramos más por de dentro, descubriremos sin dema­siada dificultad que ni la jomada primera es tan festiva como parece, ni las dos últimas tan ascéticas como seme­jan. Si, por una parte, se intercalan escenas de tono grave en la primera (advertencias al Marido, w . 343-450, que evitan la infidelidad de su mujer, w . 1106-134; repri­mendas de Tello de Sandoval, w . 776-885; rezos y refle­xiones de Lugo, w . 1138-1205; etc.); por otra, se añaden varios pasajes lúdicos en la segunda (juegos de naipes entre Antonio y A, w . 1413-47; mascarada de los demo­nios disfrazados de ninfas, w . 1744-815; etc.) y aun en la tercera (juego de argolla y de esgrima entre Antonio y A, w . 2316-99). La diferencia es sólo de proporciones, sin que podamos marcar enfrentamientos dicotómicos: en I predomina con mucho lo hampesco, en III se impone lo ascético y en II se iguala la dosis de ambos contenidos, con lo que el conjunto de la comedia queda cabalmente equilibrado y homogeneizado en torno a la “cara” y la “cruz” del protagonista.

Diríamos que los extremos, polarizados desde el título con signo contrario, se atraen recíprocamente, de modo que el olor de santidad se percibe ya en el primer

diarias ocurrencias de la vida del fraile, sin asomos de norma constructiva, y sin que demuestren el menor conocimiento del medio mejicano” (Comedias y entremeses, p. 128). A. Valbuena Prat es uno de los pocos que aboga por la parte sacra: “Pero no creo, contra la opinión de algunos críticos, que la obra decaiga literariamente en los actos segundo y tercero, que relatan al rufián convertido, volviéndose la comedia picaresca un verda­dero drama sacro” (“Estudio preliminar” a Obras completas, Madrid, Aguilar, 1970, vol. I, p. 21a).

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acto, en la misma medida que llegan ecos de la algarabía hampesca al tercero. Así, la simple presencia de Tello de Sandoval desde el comienzo anuncia los cambios que se operarán en Méjico (“¡Bien iré a la Nueva España / cargado de ti, malino; / bien a hacer este camino / tu in­genio y virtud se amaña!”, w . 854-57), de igual manera que la continuidad de Lagartija hasta el final garantiza la pervivenda de la etapa vivida en Sevilla, pues el per­sonaje está concebido —por eso se transforma en fray Antonio— a modo de memoria biográfica (“el demonio maldito / le trae las ollas de Egipto, / en lo que dejó en Sevilla”, w . 1613-15) y está destinado a evocar conti­nuamente las libertades pasadas para arrastrarlas hasta el final mismo de la obra:

¡Quién supiera de Ganchoso, del Lobillo y de Terciado, y del Patojo famoso!¡Oh feliz siglo dorado, tiempo alegre y venturoso,

adonde la libertad brindaba a la voluntad del gusto más esquisito! (vv. 1363-70).[···]Que por Dios, y así me goce, que le vi reñir con doce de hería y de San Román;

y en Toledo, en las Ventillas, con siete terciopeleros, él hecho zaque, ellos cueros, le vide hacer maravillas (w . 2553-59).63

Gracias a ello se alcanza un perfecto maridaje entre los dos tipos de conducta y ambiente (la santidad meji­cana está prevista en todo momento, del mismo modo que

63 También en w . 1338-41 o en 2553-69. Nótese, además, la habilidad cervantina: no sólo evoca, en plena santidad, las co­rrerías rufianescas, sino que las enriquece, añadiendo pasajes (riña con terciopeleros) no referidos y mucho más picarescos que los contados en I.

I N T R O D U C C I Ó N 57la libertad sevillana no deja de evocarse nunca), que quedan perfectamente zurcidos y sintonizados, a la vez que se logra trazar una gradación ascendente capaz de elevarnos, sin fisuras, desde las grescas de los rufos hasta las conversaciones de las almas: los componentes rufianescos van mermando poco a poco, para ir dejando paso progresivamente a los ascéticos, que, al contrario, van siempre en aumento.

Pero, por si fuese poco, esa sabia distribución y mezcla de elementos heterogéneos está regida —como prueban algunas de las citas anteriores— por un complejo sistema de anticipaciones y retrospecciones, capaces de entrela­zar perfectamente el devenir biográfico:

L u g o L as ánim as m e llevan cuan to tengo;mas yo tengo esperanza que algún díalo tienen de volver ciento por uno (w . 646-48).

Si viere allá a la persona...T el lo ¿D e quién?A n to nio D e la Salmerona,

encájele un besapiés de mi parte, y dos o tres buces, a modo de mona (w . 1553-57).

Sa q . ¿Luego, será prior?V is ie l Muy poco dices!

Provincial le verás.Sa q . Y a lo adiv ino (vv. 2311-12).

Incluso, se podría establecer, en la misma línea, toda una serie de escenas comparables, de simetrías, que apro­ximan todavía más lo picaresco a lo ascético, o viceversa, a la vez que coadyuvan a la organización del conjunto: a) las músicas, matracas y cantaletas que los rufos dan en I (w. 555 y ss.) son comparables a las que entonan los diba- los en II (vv. 1759 y ss.); b) el rufián evita en I (w. 238 y ss.) que una dama noble incurra en adulterio, logrando que su marido la custodie (w. 1110-13), lo mismo que en II (vv. 1903 y ss.) logrará el arrepentimiento de una

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perdida, doña Ana de Treviño (vv. 2157-58), cuya salva­ción se testimonia en ΙΠ (w. 2180-223); c) Antonia provo­ca lujuriosamente a Lugo en I (w . 702 y ss.), lo mismo que los diablos hacen en II (vv. 1760 y ss.), sin éxito alguno en ambos casos; más curiosamente, Lugo rechaza a Antonia tildándola de diablo (“Demonio, ¿quién te ha traído aquí?”, w . 886-87), en tanto que éstos se disfrazan de “ninfas” para tentarlo (acot. v. 1759); y, por esta vía, podrían relacionarse los elogios dirigidos al rufián con los que luego se le dispensan al santo, o emparentarse sus disputas contra los alguaciles con las mantenidas después contra los demonios, etc., etc.

Pero el verdadero soporte de ese andamiaje tan bien montado —anticipábamos más arriba— es Cristóbal, el protagonista; mejor, la maestría con la que Cervantes supo orientar toda esa tarea organizativa a perfilar mejor su personalidad desde el principio,64 para que pudiese cambiar tan radicalmente de conducta sin demasiadas estridencias.

Ni rufián ni santo

Efectivamente, El rufián dichoso no descuella en el conjunto del teatro cervantino, como uno de sus com­ponentes más acabados, por el soporte histórico que lo avala, por la justificación teórica que lo respalda, ni por lo admirable de su trama. Su mérito más subido estriba en la credibilidad biográfica de la evolución del perso­naje central.

De nuevo, podríamos llamarnos a engaño contem­plando la grandeza rufianesca del hampón, pues se nos

64 Wardropper lo explicó con una claridad meridiana: “Es como es la jornada primera sólo en función del drama total. Vista de esta manera, la comedia tiene una unidad inquebran­table, y la presentación de la espiritualidad de Fray Cristóbal se realza a la luz de su anterior vida pecaminosa” (“Come­dias”. p. 159).

I N T R O D U C C I Ó N 59retrata como la flor y nata de la “chirinola hampesca” (“la coluna y basa / que sustentan la máquina hampesca”, w . 69-70) a lo largo y ancho de la primera jomada:65

Es de toda la hampa respetado, averigua pendencias y las hace, estafa, y es señor de lo guisado;

entre rufos, él hace y él deshace, el corral de los Olmos le da parias, y en e l dar cantaletas se complace (w . 510-15).

Pero, otra vez nos equivocaríamos si no reparásemos en las semillas de santidad que lleva dentro el valentón. Cervantes, atento a preservar el decoro de su personaje, que sabe llamado a la vida ascética y a la muerte santa, se cuida muy mucho de ponernos en antecedentes, alter­nando sus fechorías con el ejercicio de la virtud.

Así, pese a su impactante irrupción en escena como bellaco redomado (“envainando una daga de ganchos [...] con una media sotana, un broquel en la cinta y una daga de ganchos”) y auténtico “Barrabás” (v. 56) vene­rado por jaques y coimas (v. 96), su conducta ejemplar deja entrever rápidamente un buen fondo moral: rechaza —como ya hemos visto— los envites amorosos de una casada rica (w. 238-490), llegando a prevenir a su esposo para evitar que sea engañado (vv. 339-450); ejercita la caridad con los ciegos en pro de las almas del purgatorio: “Tomad aqueste real, y diez y siete / oracio­nes decid, una tras otra, / por las almas que están en pur­gatorio” (vv. 630-50); de modo que en seguida aparece armado con daga, broquel y rosario (“Entra L u g o en cuerpo, pendiente a las espaldas el broquel y la daga, y trae el rosario en la mano”, acot. tras v. 775); recrimina

65 Incluso se le compara con los héroes más sonados: “Gar­cía de Paredes” (v. 765), “Cid Campeador” (v. 972), “¿Este mozo es Barrabás, / o es Orlando el Paladino?” (vv. 982-83), para alzarlo como “honor de la hampa y ser” (v. 991).

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a Antonia por sus pretensiones lujuriosas (w . 886-89); ayuda a Carrascosa, sin mayor alboroto, contra la justi­cia (w . 959-84); etc.

Entretanto, para mayor verosimilitud, se va perfi­lando su gran talla espiritual tanto con opiniones pro­pias como con ajenas:

L u g o Y o , aunque soy mozo arriscado, de los de campo través, ni mato por interés,ni de ruindades me agrado (w . 395-98).

A nt. que el mancebo es de manera, que puede llevar do quiera entre mil honestos palma (751-53).

En definitiva, mirado con detenimiento, no pasa de pobre “bravato”, “que en lo demás es bendito” (vv. 768- 69), cuyo expediente rufianesco resulta irrisorio:

que todas son liviandadesde mozo las que me culpan,y a mí mismo me disculpan,pues no llegan a maldades (vv. 794-97).

Con esos antecedentes, el salto a la vida ascética ni siquiera es tal. Bastaba con una decisión personal, en cuyo análisis entraremos más abajo, que arrinconase las velei­dades juveniles en beneficio de la conducta ejemplar.

Pero, no contento con esa dualidad, que ya de por sí justificaría cumplidamente la metamorfosis del perso­naje, Cervantes rebaja en la misma medida su condición “dichosa”, una vez convertido en fraile. Si antes edulco­raba sus fechorías, anticipando su conversión, ahora mermará su talla beatífica rememorando sus viejas tra­pacerías de “hombre roto”.

Con técnica similar a la de la primera jornada, se comienza sacando a primer plano la recia entereza es­piritual (ahora comparado con un padre del yermo: “¿piensas que eres en el yermo / algún Macario segundo?”,

I N T R O D U C C I Ó N 61w . 2430-31) del recién metido a fraile, llamado a terminar convertido en “joya tan del cielo” (v. 2844):

Su oración es continua y fervorosa; su ayuno, inimitable, y su obediencia, presta, sencilla, humilde y hacendosa (w . 1460-25).

Pero también ahora salen a relucir en seguida, por boca de fray Antonio, sus correrías non sanctas de antaño e incluso su fondo bravucón de siempre, a modo de contra­punto tendente a aproximar contrarios:

Paréceme que vuelve al Sicut erat,y que deja el breviario y se acomodacon el barcelonés y la de ganchos (w . 2162-64).

Vuelve, que te desafíoa ti y al infierno todo,hecho valentón al modoque plugo al gran Padre mío (w . 2476-79).

Tampoco, pues, la santidad está sostenida a ultranza y, si nos atenemos a los hechos, nos percataremos de que las proezas del rufián divino no son tan llamativas como similan a primera vista: a) arrobado, escucha unas cantaletas orquestadas por los diablos (vv. 1744-815); b) logra que se arrepienta, tras una larga negociación (w . 1960-2178), una pecadora impenitente, ofrecién­dole un pacto digno del Mesías: “Yo os daré todas las [obras] mías, / y tomaré el grave cargo / de las vuestras a mi cargo” (vv. 2080-82), cargo que asume en forma de lepra; c) supera, a regañadientes, la tentación a la que lo somete Saquiel en figura de oso (vv. 2428-87); y, qui­zás el único milagro, d) su recuperación física post mortem:

Tu cuerpo, que ayer era espectáculo horrendo, según llagado estaba,hoy es bruñida plata y cristal limpio (vv. 2768-71).

62 I N T R O D U C C I Ó N

En resumidas cuentas, el meollo de la cuestión radica en que ni Cristóbal de Lugo es rufián de ley, ni Cristóbal de la Cruz es santo cabal; pero tampoco es que ni uno ni otro dejen de serlo. Cervantes estaba primordialmente interesado —incluso obsesionado— en dramatizar verosímilmente la trayectoria vital de “Cristóbal”, a secas, y es obvio que lo consigue con gran maestría.

Verismo sicológico

Siempre a medio camino, por tanto, entre la delin­cuencia y la santidad, Cristóbal ofrece el perfil sicológico ideal para protagonizar una trayectoria vital admirable sin rebasar los límites de la verosimilitud. Ésta se sustenta en la gran talla espiritual del valentón —“Siempre fue liberal, o malo, o bueno” (v. 2165.)—, capaz de asumir con la misma grandeza la conducta pecaminosa que la vir­tuosa. Por eso, Cervantes hace especial hincapié en la dimensión personal de su protagonista, en su verismo si­cológico como individuo, y El rufián dichoso nos ofrece, en última instancia, el drama interior de un ser de carne y hueso, más allá o más acá de convenciones genéricas estereotipadas, propias de la comedia de santos;66 de comentes religiosas, orientadas por la Contrarreforma;67

66 Según A. A. Parker, éste es el presupuesto básico de las comedias de santos: “las pasiones fuertes son dones naturales más aptos para una vida noble y generosa que las pasiones débiles, porque las pasiones fuertes representan energía y vita­lidad, puesto que sin ellas no puede haber ardor ni gran entu­siasmo [...] Y el elemento fundamental en el modo de presen­tar el tema es la importancia que se da a la valentía: estos bandidos pueden llegar a ser santos porque son hombres valientes” (“Santos y bandoleros en el teatro español del Siglo de Oro”, Arbor, XIII, 1949, pp. 395-416; la cita, en la p. 400).

67 Sin embargo, J. Casalduero cree que el verismo de la pieza emparenta con esa corriente espiritual: “Tiene buen cui­dado, también, de advertirnos que no acepta en la comedia de

I N T R O D U C C I Ó N 63o de teologías dogmáticas,68 tan proclives al intervencio­nismo divino.

Nadie cuestionará, de entrada, que lo que se drama­tiza llanamente, sin andarse con chiquitas, es la salva­ción “de quien olor despide del cielo” (v. 2812-13) a su muerte, pese a sus andanzas como rufián;

Este rufián, cual no lo fue ninguno,por su fealdad al mundo aborrecible,está ya de partida para el cielo,y humilde apresta el levantado vuelo (w . 2660-63).

más detalladamente, si se prefiere, la trayectoria vital de un auténtico santo, como en las mejores hagiografías, que pasa por unas fases bien marcadas:

Cuando en libertad vivía, de nosotras se acordaba, y el rosario nos rezaba con devoción cada día;

y, cuando en la religión entró, como habernos visto, . muerto al diablo y vivo a Cristo, aumentó la devoción.[...]Prior siendo y provincial, tan manso y humilde fue, que hizo de andar a pie y descalzo gran caudal (w . 2712-27).

santos nada más que los hechos verdaderos, preocupación que es de la Contrarreforma” (op. cit., p. 105). E. Nagy, por su parte, estima que “este ‘disparo’ contrarreformista es su única come­dia de santos” (“Introducción” a su ed., p. 17).

68 También en este sentido estamos completamente de acuerdo con Canavaggio: “plutôt que d’interpréter el Rufián dichoso dans la perspective d’une théologie [...] abstraite [...], mieux vaut se détourner de cette voie sans issue pour s’atta­cher aux résonances permanentes d’une oeuvre qui va bien au-delà des débats d’un temps révolu” (Cervantés dramaturge, p. 438).

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Sin embargo, lo que realmente subyace en esa evolu­ción, a la vez que rige el proceso todo, es un problema personal69 de corte sicológico; derivado, como bien han notado la mayoría de los estudiosos,70 del complejo de inferioridad que su bajo nacimiento produce en el perso­naje. Esa obsesión genera, a su vez, un orgullo inconte­nible que es, en suma, el que alienta la conducta de Cris­tóbal y el que eslabona las tres frases esenciales (rufián / penitente / santo) del devenir biográfico. Al menos, no deja de airearse, de principio a fin, la lucha interior del personaje por zafarse de sus orígenes para lograr, por sí mismo, el reconocimiento ajeno:

L u g o ¡Que sólo me respeten por mi amo y no por mí, no sé esta maravilla!; mas yo haré que salga de mí un bramo que pase de los muros de Sevilla.Cuelgue mi padre de su puerta el ramo, despoje de su jugo a· Manzanilla; conténtese en su humilde y bajo oficio, que yo seré famoso en mi ejercicio (w . 73-80).

C r u z ¿N o saben estos benditos como soy simple y grosero, y hijo de un tabernero, y padre de mil delitos? (w . 2536-39).71

69 A sí lo entendió R. Marrast: “Le rufián bienhureux a le mérite d’offrir une intrigue cohérente et unique: le cas particu­lier d’une seul individu suffit en effect à justifier la thèse pro­posée, et par conséquent, à assurer l’unité dramatique” (Cer­vantès dramaturgue, p. 79).

70 Recientemente, Zimic: “¿en qué radica esta irreprimible, obsesiva necesidad de ‘empinarse’ todo el tiempo, de cualquier modo y a toda costa? ¿Tal vez en un íntimo complejo de infe­rioridad? [...] No se trata, pues, de un sano, positivo deseo de mejorarse, de superarse personal y cívicamente, sino tan sólo de imponerse y, sobre todo, de convencer a todo el mundo de su gran valía e importancia” (El teatro, pp. 158-59).

71 Estos pasajes no pasan de simple muestra, que se ampliará en los w . 3-10, 866-69; 2598-605, etc., etcétera.

I N T R O D U C C I Ó N 65Eso explica perfectamente gue la conversión se plan­

tee en términos intelectuales72 (“Solo quedo, y quiero entrar / en cuentas conmigo a solas”, v. 1151), sin inter­vención milagrera alguna, como fruto de una decisión racional,73 en uso del libre albedrío, que arranca de un juramento desafiante

Juro a Dios omnipotente que, si las pierdo al presente, me he de hacer salteador (vv. 1017-19).

y termina en otro del mismo cariz;

¡Ea, demonios: por mil modos a todos os desafío, y en mi Dios bueno confío que os he de vencer a todos! (w . 1202-05).

72 Don A. Sánchez sintetiza cabalmente el planteamiento: “El rufián dichoso nos presenta al hombre como ser perfecti­ble, que asciende desde el hampa sevillana del primer acto al nuevo mundo de Méjico, donde morirá, en olor de santidad, al final del tercer acto. El oxymoron rufián-dichoso cobra una entidad simbólica y sagrada. Que uno de los mayores drama­turgos del siglo XX, Jean Paul Sartre, haya recreado a su manera el personaje cervantino en su Walter Goetz, en conso­nancia con un ideario político-religioso totalmente discre­pante, significa la reválida actual y la fuerza dramática del grave conflicto de una persona al decidir su destino, honda­mente ligado al enigma crucial de la libertad humana” (A pro­ximación al teatro..., p. 22). Vid., también, L. Rosales, “La vocación y El rufián dichoso", en Obras completas, Madrid, Trotta, 1996, vol. II, pp. 268-75, especialmente).

73 A sí lo entienden también J. Talens y N. Spadaccini: “En ese sentido, el personaje cervantino se aleja tanto de las fuen­tes históricas como de las comedias de santos en boga, puesto que su salvación se debe menos a su devoción y a su peniten­cia, o a la intervención de la Gracia Divina, que a su solitaria y racional decisión de cargar con los agobios del prójimo sin pro­mesa previa de medro espiritual” (Introducción a su edición de la comedia, pp. 58-9).

66 I N T R O D U C C I Ó N

o lo que es lo mismo, como un acto de autoafirmación personal, posible porque el protagonista estaba dise­ñado ambivalentemente: “O sé rufián, o sé santo; / mira lo que más te agrada” (vv. 1146-47). Y también se justi­fica así que incluso su santificación sea gestionada por el mismo procedimiento, sin que tampoco esté ausente una buena dosis de orgullo:

y, en contracambio, tomo sus pecados,por inormes que sean, y me obligode dar la cuenta dellos en el altoy eterno tribunal de Dios eterno,y pagar los alcances y las penasque merecieren sus pecados todos (w . 2131-36).

De resultas, las tres jornadas de la comedia ilustran, progresiva y magistralmente, la superación de aquel com­plejo inicial: Cristóbal se impone, o se gana el reconoci­miento de todos, como rufián en el acto I, como fraile en el II y como santo en el III. Y más importante todavía, los logros están cabalmente graduados en dirección ascen­dente, pues el respeto pretendido, con la autoafirmación personal que de él se deriva, va in crescendo jerárquica­mente: primero, el hampa; luego, los religiosos y devotos; después, las jerarquías eclesiásticas y mundanas; final­mente, los seres sobrenaturales.

Modulación estilística

En fin, tamaño esfuerzo compositivo, capaz de cuajar en ese cuidadísimo proceso evolutivo de la personalidad de Cristóbal, afecta también al terreno lingüístico, esti­lístico y aun métrico, los cuales respaldan magistral­mente el diseño global de la comedia divina.

De este modo, los recursos formales se modulan al compás de las circunstancias, de los interlocutores y del estado interior del protagonista, experimentando pareja variabilidad, diversidad y riqueza, con lo que El rufián

I N T R O D U C C I Ó N 67dichoso desenvuelve una polifonía sólo comparable con la que Cervantes desplegara en el Quijote. Diríamos —de la mano de Canavaggio— que la metamorfosis espiritual del protagonista viene acompañada y respal­dada por las alteraciones del lenguaje y de la métrica:

En effet, dès la période sévillane, les modulations du discours dramatique marquent, dans la diversité des milieux évoqués et des péripéties traversées, la continuité d’un destin exceptionnel. Selon que nous nous trouvons dans le monde de la pègre, devant des sévillans de qualité, dans la demeure de l’Inquisiteur Tello ou sour le seuil de la boutique d’un pâtissier, vocabulaire et style s’adaptent aux personnages et aux circonstances, tandis que l’alter­nance presque exclusive des redondillas et des quintillas confère sa rapidité au rythme de l’action.74

Sin duda, lo mismo que el personaje central sale a escena pertrechado de daga y rosario, la lengua se sirve del registro de germanía y de las citas bíblicas en latín, el estilo oscila entre la espontaneidad hampesca y la oratoria sacra y la métrica recurre tanto a la redondilla como a la décima. Los más diversos registros, tonos, estilos y metros se dan cita, requeridos por la antífrasis contenida ya en el título de la pieza. Y mucho más importante, se acoplan perfectamente a la interioridad del protagonista, a la vez que evolucionan al compás de su progresiva santificación, como si estuviesen llamados a orquestarla: la chulería rufianesca imperante en el pri­mer acto desenvuelve un nutrido registro de germanía cabalmente acoplado, en su desenvoltura, al dinamismo de quintillas y redondillas, sin que por ello falte alguna octava, terceto y verso suelto que anticipa la gravedad futura del asunto; el ascetismo predominante en la jor­nada segunda impone un lenguaje sacro, lleno de citas técnicas o bíblicas, regido por la oratoria, sin que deje de recurrirse en parte a las mismas estrofas para enlazar con los orígenes rufianescos; en fin, la santidad en la que

74 Cervantes dramaturge, p. 297.

68 I N T R O D U C C I Ó N

desemboca la última parte viene expresada fundamen­talmente en tercetos, octavas y endecasílabos sueltos, que albergan un registro lingüístico basado en una sim­plicidad casi evangélica.

* * *

En conclusión, El rufián dichoso entraña un proceso creativo cuidadísimo, que abarca desde la traditio hasta la elocutio, y responde a un esfuerzo compositivo magistral­mente elaborado: se elige cuidadosamente un modelo histórico, avalado por fuentes librescas, que garantice la credibilidad de los hechos; se seleccionan con gran tacto los pasajes fundamentales del relato que jalonan la peri­pecia biográfica; se enriquece la información histórica, adobándola con escenas costumbristas y entremesiles; se distribuyen meticulosamente, jugando a las simetrías y a los contrastes, las acciones rufas y las sacras; se interrela- ciona el conjunto mediante una compleja red de anticipa­ciones y retrospecciones; se intercala un entreacto teórico que da cuenta del diseño dramático global; se supedita el conjunto al drama sicológico del hijo de un tabernero llamado a la santidad; y, por si no fuese bastante, se orquesta todo ello mediante una polifonía deslumbrante.

Gracias a tamaño esfuerzo creativo, la “comedia di­vina” resultante queda a cien años luz del marco elegido como punto de partida: la “comedia de santos”.75 Los es­tereotipos propios de ese género de moda se ven replan­teados, renovados y enriquecidos, creciendo en profundi­dad humana76 y artística hasta alcanzar cotas literarias

75 S. Zimic evalúa bien la labor cervantina en este terreno: “Cervantes no censura, pues, las comedias divinas como género dramático [...] Lo prueba precisamente El rufián dichoso, escrito con evidente esmero y amor y, con toda probabilidad, también con propósito correctivo, ejemplar respecto a las comedias de santos, pues esto sería lo más característicamente cervantino” (El teatro, p. 176).

76 Fundamentalmente porque en el género sacro las conver­siones suelen producirse por decisión exclusivamente divina, o

I N T R O D U C C I Ó N 69incomprensibles para el “vulgo” de los corrales de come­dias. Pero Miguel de Cervantes Saavedra, afortunada­mente, sabía muy bien lo que hacía —incluso metido a dramaturgo— y no iba a renunciar por eso a ofrecernos un nuevo experimento teatral interesantísimo: El rufián dichoso.

F l o r e n c io S e v il l a A r r o y o

por intervención de la misma, con independencia de cómo se manifieste, de modo que — en palabras de Canavaggio— “la participation effective de la liberté humaine se trouve donc, par définition, exclue” (Cervantés dramaturge, p. 435). Esto es: exactamente lo contrario de lo que ocurre en El rufián dichoso.

NOTICIA BIBLIOGRÁFICA

OCHO / COMEDIAS, Y OCHO / ENTREMESES NVE- VOS, / Nunca reprerentados. / COM PUESTAS POR MIG- VEL / de Ceruantes Saauedra. I DIRIGIDAS A DON PEDRO FER- / nandez de Cartro, Conde de Lemos, de Andrade, / y de Villalua, Marques de Sarria, Gentilhombre / de la Camara de ru Magertad, Comendador de / la Enco­mienda de Peñafiel, y la Zarça, de la Or- / den de Alcantara, Virrey, Gouernador, y Capi- / tan general del Reyno de Ñapóles, y Preri- / dente del rupremo Consejo / de Italia. / l o s TITVLOS d e s t a s o c h o c o m e d ia s I Y ¡us entremeses van en la quarta hoja. / Año [Grabado] 1615. / CON PRIVILE­GIO. / [Filete] / e n M a d r id , Por la viuda de A lonfo Martin. / A corta de luán de Villarroel, mercader de libros, vendenre en ru cara / a la plaçuela del Angel. // [edición príncipe].

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1 Pese a estar incluida en una muy meritoria serie de “edi­ciones críticas”, la de Rodríguez López-Vázquez es más bien —en palabras de su prologuista (A. Berenguer, pp. x-xi)— “una edición escénica”, empeñada “en la recuperación de un texto dramático original”, bien que por un “camino” “in­verso”: se edita como texto crítico la reconstrucción de una supuesta versión primitiva —y nada sabemos de la misma— dispuesta para la representación en cuatro actos (vid. supra, n. 55), siempre a expensas del texto de 1615, sin que sepamos de qué ejemplar ni con qué “criterios” se ha transcrito el mismo. D e bien poco le sirvió a Cervantes molestarse en adaptar a la imprenta su original primero —suponiendo que existiese—, si ahora nos dedicamos a desandarle el camino, suplantando los textos conservados en Ocho comedias con “reconstrucciones escénicas nunca representadas”.

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Varey, J. E.: “El teatro en la época de Cervantes”, Lecciones cervantinas, pp. 17-28.

Wardropper, B. W.: ‘“ Cervantes’ Theory of the Drama”, MPh, LU (1955), pp. 217-21.

------ : “Comedias”, en Suma cervantina, pp. 147-69.Ynduráin, F.: “Cervantes y el teatro”, Relección de clásicos,

Madrid, 1969, pp. 87-112.Zimic, S.: El teatro de Cervantes, Madrid, Castalia, 1992.

NOTA PREVIA

E l texto que sigue del Rufián dichoso se ha fijado to­mando como base el que ofrece la edición príncipe de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca repre­sentados (Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1615; mar­cado como [edición príncipe] en la bibliografía ante­cedente), de la cual se han tenido a la vista los siguien­tes ejemplares: CERV./3.209, R./32.671, R./14.483, CERV.-SEDÓ/8.698 y R./10.692 de la B.N.M., además de los facsímiles de la RA.E. (Madrid 1917 [CERV.- SEDÓ/4.344 y CERV./1.765] y 1984). El cotejo “a la letra” de esos originales demuestra que todos pertene­cen a la misma tirada de una impresión poco cuidada, estampada en mal papel y con tipos un tanto deteriora­dos, además de estar plagada de erratas, sin que ofrez­can mayores diferencias que las variaciones de entin­tado, la existencia ocasional de letras caídas, las lagunas debidas al deterioro del papel o —en el mejor de los casos— alguna errata corregida; la comparación con los facsímiles, por otro lado, demuestra que éstos han per­dido algún cuerpo mal impreso, a la vez que ofrecen alguno que otro retocado. De resultas, no cabe hablar en sentido estricto de diferentes “estados”, pues las divergencias détectables (recogemos en nota las más lla­mativas) no aportan nada trascendental al estableci­miento del texto crítico. Tan sólo cabría precisar que resultan preferibles los ejemplares CERV./3.209 y

77

78 N O T A P R E V I A

R. /32.671, frente a los que ofrecen lagunas insalvables (por ejemplo, al R./10692 le falta el fol. 96), pero todos reproducen “el mismo texto”.

Sin más testimonio fidedigno, pues, que la edición príncipe, la tratamos con un criterio de esencial apego a su texto original, intentando reproducirlo con la mayor fidelidad posible, sin más intervención que la enmienda de las erratas indiscutibles y la actualización de lo pura­mente gráfico u ortográfico: uso de f/s/ss, c/q, c/z/ç, u/v/b, x/j/g, h-, etc.; arcaísmos gráficos latinizantes, sepa­ración de palabras, signos suprasegmentales, resolución de abreviaturas (siempre desarrolladas sin previo avi­so), acentuación, puntuación, etc. Por las mismas razo­nes, se respetan escrupulosamente todos y cada uno de los rasgos significativos propios de la lengua clásica: vacilaciones en el timbre de las vocales átonas, empleo anárquico de los grupos consonánticos, aglutinaciones de la preposición de con pronombres y demostrativos, asimilación de la -r del infinitivo con la l- de los pro­nombres enclíticos, metátesis de la -d del imperativo con la l- del enclítico... y, por supuesto, cualquier otro uso de mayor alcance, sea del tipo que fuere: concor­dancias anómalas, regímenes preposicionales, valor desusado de las conjunciones, acepciones etimológicas, registros de germanía, etc., etc.

La anotación trata de las cuestiones más diversas (textuales, léxicas, gramaticales, métricas, costumbris­tas, históricas, bibliográficas, etc.) y persigue la simple clarificación, explicación y contextualización cultural y literaria de esta “comedia de santos”, anteponiéndolas al alarde erudito, al despliegue bibliográfico y al comento farragoso, sin que ello sirva de excusa para elu­dir los numerosos problemas críticos de El rufián dichoso.

Con el fin de intentar resolverlos, hemos recurrido, ade­más, a la práctica totalidad de las ediciones que nos han precedido, manejando con aprovechamiento muchas de ellas: Hazañas y la Rúa, Schevill-Bonilla, Ynduráin, Nagy, Talens-Spadaccini, Rodríguez... y, por supuesto, las nues-

N O T A P R E V I A 79tras, en colaboración con A. Rey Hazas, incluidas en el Teatro completo de Planeta y en el tomo III de la Obra completa aparecida en Alcalá de Henares.

Sólo nos falta por precisar que, en el entorno de la anotación, manejamos los diferentes títulos cervantinos de acuerdo con la tabla de abreviaturas que sigue, cuyos textos se han extraído siempre —excepción hecha de los del Rufián dichoso, que remiten a la paginación de este volumen— de nuestra mencionada edición de la Obra completa de Cervantes, publicada en Alcalá de Henares por el Centro de Estudios Cervantinos: I, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 1993 (se cita por la reedición en rústica de 1994); II, Galatea, Novelas ejem­plares, Persiles y Sigismundo, 1994; III, Ocho comedias y ocho entremeses. El Trato de Argel. La Numancia. Viaje del Parnaso. Poesías sueltas, 1995. Las demás obras y estudios manejados se fichan detalladamente en su pri­mera aparición y se identifican por el apellido de su edi­tor en las sucesivas.

F. S. A.

REPERTORIO DE SIGLAS

A L El amante liberal.BA Los baños de Argel.CAE El casamiento engañoso.CC La casa de los celos.CE E l celoso extremeño.CP El coloquio de los perros.CS La cueva de Salamanca.D D Las dos doncellas.E La entretenida.E A D La elección de los alcaldes de Daganzo.E l La española inglesa.FS La fuerza de la sangre.G La Galatea.GA El gallardo español.G C La guarda cuidadosa.Git. La Gitanilla.GS La gran sultana.IF La ilustre fregona.JD El juez de los divorcios.LA El laberinto de amor.L V El licenciado Vidriera.N La destruición de Numancia.N E Novelas ejemplares.PS Los trabajos de Persiles y Sigismundo.PU Pedro de Urdemalas.Q Q i y Q2.Q i El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605).Q2 Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de

la Mancha (1615).RC Rinconete y Cortadillo.

80

R B P E R T O R I O D E S I G L A S 81RD El rufián dichoso.RM El retablo de las maravillas.R V El rufián viudo.SC La señora Cornelia.TA El trato de Argel.VC El viejo celoso.VF El vizcaíno fingido.VP Viaje del Parnaso.

OBRAS BÁSICAS D E REFERENCIA NO FICHADAS E N LAS NOTAS

Academia

Autoridades

DCECH

Léxico

Refranes

Tesoro

Vocabulario

R.A.E., Diccionario de la lengua española, Madrid, 1984 (vigésima edición; 2 vols.).

R.A.E., Diccionario de autoridades, ed. facsí­mil, Madrid, Gredos, 1969 (3 vols.).

J. Coraminas y J. A. Pascual, Diccionario crí­tico etimológico castellano e hispánico, Ma­drid, Gredos, 1980-1991 (6 vols.).

J. L. Alonso Hernández, Léxico del margina­lisme del Siglo de Oro, Salamanca, Uni­versidad de Salamanca, 1976.

G. Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), ed. L. Combet, Bor­deaux, I.E.I.I., 1967.

S. de Covarrubias Orozco, Tesoro de la len­gua castellana o española, ed. Felipe C.R. Maldonado (revisada por M. Camarero), Madrid, Castalia, 1994.

C. Fernández Gómez, Vocabulario de Cer­vantes, Madrid, R.A.E., 1962.

82

COMEDIA FAMOSA INTITULADA

EL RUFIÁN DICHOSO

Los que hablan en ella son los siguientes:1

L u g o , estudiante. L o b il l o y G a n c h o s o ,

rufianes.A l g u a c il .Dos C o r c h e t e s . L a g a r t i j a , muchacho. Una D a m a .Su M a r i d o .El inquisidor T e l l o d e

Sa n d o v a l .Dos M ú s ic o s .Un P a s t e l e r o . A n t o n i a .Otra m u j e r . C a r r a s c o s a , padre de

la mancebía.

Un Á n g e l .La C o m e d i a .La C u r i o s i d a d .Fray A n t o n i o .Fray Á n g e l .El P r i o r .Dos2 c i u d a d a n o s . D o ñ a A n a d e T r e v i ñ o . Dos CRIADOS.Un c l é r i g o .L u c i f e r .V is i e l , demonio.El V ir r e y d e M é j i c o . El P a d r e C r u z .Sa q u e l ,3 demonio.Tres a l m a s de purgatorio.

P e r a l t a r G i l b e r t o , estudiantes.

1 Si nos atenemos a los que hablan, hay que suprimir del reparto a Otra m u je r , que no interviene nunca, y añadir algu­nos que sí toman la palabra: u n o (vv. 597 y ss.), Un c ie g o (w . 626 y ss.) y Un m é d i c o (vv. 1644 y ss.).

2 Dos: 2 la edición príncipe (P en lo sucesivo).3 Saquel. así el original, en todos los ejemplares compulsa­

dos, aunque luego se le nombrará regularmente Sa q u ie l (vid. infra, III, n. 11).

84

JORNADA PRIMERA

Salen L u g o , envainando una daga de ganchos,4 y el L o b il l o y G a n c h o s o , rufianes. L u g o viene como estu­diante,5 con una media sotana, un broquel6 en la cinta7 y

una daga de ganchos; que no ha de traer espada.

LOBILLO

¿Por qué fue la quistión?

l u g o

No fue por nada.

4 daga de ganchos: “La de hoja recia con los gavilanes en S y de gran tamaño. Arma típica de rufianes y maleantes” (Lé­xico)i. Su uso caracteriza al personaje: “Esta arma con razón es defendida cuando no se trae con espada, porque siendo secreta se puede meter en las comunidades y ayuntamientos donde se veda entrar con armas” (Tesoro). Se alude varias veces en la obra (w . 86, 760,2164, etc.), y nótese que da nombre a uno de los rufianes: Ganchoso. En IF aparecen dos mozos de muías con “dagas de ganchos y espadas sin tiros” (751, n. 62).

5 como estudiante: ‘con sotana [aquí media sotana], manteo y bonete negros’ (vid. Qi-XXII, 213, n. 31), también llamado hábito de San Pedro (Q2-III, 555, n. 4).

6 broquel: ‘escudo pequeño, rodela [vid. Q l-V II, 79, n. 29], de madera y forrado de cuero’ (vid. Git., 490, n. 190 y R C , 575, donde se mencionan “dos broqueles de corcho”).

7 cinta: ‘cintura’ (vid. infra, v. 48; pendiente [...] al lado dice en el v. 508). Comp.: “lleva aquel juez [...] pistoletes en la cinta” (LV, 667, n. 114).

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8 6 M I G U E L DE C E R V A N T E S

No se repita, si es que amigos somos.8

GANCHOSO

Quiso Lugo empinarse sobre Hombre,9 y, siendo rufo de primer tonsura,10 asentarse en la cátreda de prima,11 5teniendo al lombre aquí por espantajo.

LUGO

Mis sores,12 poco a poco. Yo soy mozo y mazo,13 y tengo hígados y bofes14

8 N o fue... /...somos: en P forman un solo verso.9 Lugo... Hombre: luego... el hombre Nagy, pero el v. 6 repite

al lombre, por lo que huelga la enmienda (también introducida por Valbuena), pues se trata de un uso propio del hampa, según el registro lingüístico que imperará en esta jornada. Recurso que, por otro lado, parece proceder del Consuelo de penitentes de Fr. A . de San Román (“muy plático en la gerigonça, lenguaje de ladrones con quien él andaua”, fol. 458r; citaremos siempre por la ed. de Canavaggio, “Para la génesis del Rufián dicho­so...”, 470), pues Dávila Padilla no lo menciona.

10 de primer tonsura: ‘novato, nuevo’ (noveles se les llama en el v. 805). Correas registra: “Mocitos de primera tijera. A los noveles, como los recentales que la primera vez tresquilan el vellón” (Refranes, 750a). Vid. L A , I, v. 773, 591, n. 54 (“man- cebitos de primer tonsura ”) y EAD , v. 335,932, n. 70 (“de prima tonsura”).

11 cátreda de prima: “se llama cátedra de prima a la de la mañana” (Autoridades).

12 sores: ‘señores’. Es voz de germanía de uso frecuente entre la gente del hampa (vid. RC, 577, n. 136 [“mi sor Moni­podio] y RV, en general) y muy común a lo largo de la pieza, tanto en singular (sor o so) como en plural (sores). En D CE C H se considera como simple coloquialismo (s. u. señor).

13 mazo: maço dice el original, que Fernández Gómez (Vocabulario) considera “error de imprenta” por maco (vid. L A , I, v. 732, 590, n. 48: “le tentemos las corazas, / y veremos

E L R U F I Á N D I C H O S O 87

si es m aco” y VP , V, v. 103,1301: “si el mocito fuera m aco”): ‘astuto, bellaco’ (Léxico). La suposición es más que discutible, pues, sobre el sentido recto, que permite el juego de palabras, el término de P soporta, cuando menos, las dos siguientes acepciones del Autoridades: “Se llama metafóricamente al hombre basto, rústico y grosero” y “En el juego de la primera (vid. BA, II, 291, n. 33), es la suerte en que concurren el seis, el siete y el as de un palo, que valen cincuenta y cinco puntos”. Ya Covarrubias recogió: “A l que es de ruin ingenio llamamos mazo por ser basto y no tener nada de agudo” (Tesoro).

14 bofes: ‘pulmones; entrañas’; hofes parece leerse en algu­nos ejemplares de P (Cerv. 3.209, R. 10.692, Cerv.-Sedó. 8.698 y facsímiles), pero en otros (R. 32.671) se aprecia bien la b.

88 M I G U E L D E C E R V A N T E S

para dar en el trato de la hampaquinao15 al16 más pintado de su escuela, 10en la cual no recibe el grado alguno de valeroso por haber gran tiempo17 que cura18 en sus entradas y salidas, sino por las hazañas que ya hecho.19¿No tienen ya sabido que hay cofrades 15de luz y otros de sangre?20

15 dar... / quinao: ‘vencer, derrotar; rematar’ (vid. infra, v. 584). “Quinao. Es la Vitoria literaria, cuando uno a otro le ha concluido, sin que le sepa responder” (Tesoro).

16 al: o al P.17 El v. está repetido en P, si bien se ha tachado a mano en

algún ejemplar (R. 32.671).18 cura: ‘cuida, se preocupa’ (vid. BA, III, v. 2599, 339, n. 65

[icurioso] y gi-Prels., 17, n. 53). Comp.: “un hombre moreno, de aquellos que las bestias curaban” (Lazarillo de Tornes, I, ed. F. Sevilla Arroyo, Salamanca, Colegio de España, 1994,118).

19 ya hecho: esa es la lectura de P, que parece un caso claro de a atraída por el ya precedente, como apunta Rodríguez (ya [ha] hecho)·, por tanto, entenderemos: ‘ya ha [tiene] hecho’ (por eso, Talens-Spadaccini aceptan la lección de Valbuena y Nagy: [ha] ya hecho). Sin embargo, lo habitual es editar [ha]ya hecho (Schevill-Bonilla, Ynduráin, etc.), como figura añadido a mano en el ejemplar R. 32.671.

20 cofrades/ ...sangre: Hazañas explica: “en la cofradías sevi­llanas había cofrades de luz y de sangre, que asistían en las procesiones, los unos con cirios encendidos, con luces, los otros desnudos de cintura arriba y con el rostro cubierto, disci­plinándose y haciéndose saltar la sangre de la espalda; así Lugo pretendía ser cofrade de sangre de la hampa, o, lo que es lo mismo, bravo, valiente’ (Los rufianes de Cervantes..., Sevilla, Izquierdo y Cía, 1906, p. 190). Son aludidos por nuestro autor en varios lugares: “venía un carro de los que llaman triunfales tirado de seis muías pardas, encubertadas, empero, de lienzo blanco, y sobre cada una venía un diciplinante de luz, asimesmo vestido de blanco, con una hacha de cera grande encendida en la mano” (Q2-XXXV, 805, n. 1); “consentiré que murmures un poco de luz y no de sangre; quiero decir que señales y no hieras ni des mate a ninguno en cosa señalada” (CP, 904, n. 59).

E L R U F I Á N D I C H O S O 89LOBILLO

Aqueso pido.

GANCHOSO

¡Hola, so Lobo! Si es que pide queso, pídalo en otra parte, que en aquésta no se da. Si no...

LOBILLO

¡Basta, seor21 Ganchoso!O logue luenga,22 y téngase por dicho, 20que entrevo23 toda flor24 y todo rumbo.25

21 seor: feñor se lee en P (lectura que mantienen Talens- Spadaccini y Rodríguez), si bien parece errata clara por seor (Ynduráin, Valbuena, Nagy; se(ñ)or Schevill-Bonilla), pues añade una sílaba al endecasílabo y encaja mal con la “termi­nología” de Lobillo (vid. supra, n. 12).

22 logue luenga: la locución cuenta con numerosas lecturas, pese a lo que no ha terminado de ser explicada satisfactoria­mente: Hazañas y La Rúa parte de las acepciones que en ger- manía tienen longar (‘cobarde’) y luenga (‘principal’), para mezclarlas con alongarse, que, según él, Cervantes emplea en el sentido que le da Covarrubias (‘alejarse, alargarse’). Fernández Gómez, sin embargo, cree que “la frase equivale a ‘aplacemos la cuestión’ o ‘espere un poco’, de longar (corrupción de alon­gar: ‘alargar’) y luenga: ‘dilación, tardanza’” (Vocabulario, s. u. luenga). Alonso Hernández, por su parte, sostiene que “la frase equivale a ‘lárguese lejos’, ‘márchese’. Efectivamente, logar [...] equivaldría a decir ‘alejarse’ [...] Si luenga, referido a un camino significa ‘largo’ o a un lugar ‘lejos’, es evidente que en la cita de Cervantes tiene el mismo sentido; en el texto, la frase logue luenga es una amenaza que equivale pues a: ‘¡Lárguese de aquí!, ¡Fuera!” (Léxico, s. u. logar). Pese a tanta conjetura, el hecho es que Cervantes emplea luenga (EAD, v. 7, 917: “la luenga se os deslicia”) como barbarismo por ‘lengua’, de donde se sigue que el sentido más lógico, y más conveniente al con­texto (téngase p o r dicho), es el que le dan a la locución Schevill- Bonilla: ‘refrenar la lengua’. Todavía queda sin explicar la O antecedente, y no puede descartarse que estemos ante una

90 M I G U E L D E C E R V A N T E S

exclamación rufianesca del tipo de: ‘¡Oh lengua viperina’, o algo similar.

23 entrevo: ‘entiendo, descubro, me percato, me doy cuenta’ (Léxico)·, vid. infra, v. 602 (entrevan). Comp.: “Querían ver si era levantisco, de los que quitan y no ponen; mas, como se las entendía y les entrevaba la flor" (M. Alemán, Guzmán de Alfa- rache, I-II-5, ed. J. M.a Micó, Madrid, Cátedra, 1987,1, 310; y I-II-10: “no descubriera la trampa, entrevándome la flor", 1,366).

24 flor: ‘trampa, treta, fullería’. “Fullerías en el juego de nai­pes” (Léxico). Vid. Q-7-Prels., 19, n. 64 y RC, 579, n. 153, donde se enumeran varias tretas propias del “floreo de Vilhán”.

25 rumbo: ‘engaño, peligro, alboroto’ (Léxico). N o obstante aquí parece significar ‘alarde, presunción; lance, chulería (vid. LV, 655, n. 53: “una dama de todo rumbo y manejo”).

E L R U F I A N D I C H O S O 91GANCHOSO

¿Pues nosotros nacimos en Guinea,26 so Lobo?

l o b i l l o

No sé nada.

g a n c h o s o

Pues apréndalo con aquesta leción.

LUGO

¡Fuera, Lobillo!

GANCHOSO

Entrambos sois ovejas fanfarrones,27 25y gallinas mojadas, y conejos.

LOBILLO

¡Menos lengua y más manos, hideputa!

Entran a esta sazón un alguacil y dos corchetes,-28 huyen g a n c h o s o y l o b i l l o ; queda solo l u g o , envainando.

26 nacimos en Guinea: seguramente, debe entenderse como nacer en las malvas (Q2-IV , 567, n. 34 y RM , 977, n. 26): “Dícese por: tener bajo y pobre nacimiento en extremo, y dícese más ordinario con negación: ‘Yo no nací en las malvas’; ‘¿Yo nací en las malvas?’; ‘Nació en las malvas, y se entona’; ‘Como si naciera en las malvas’” (Refranes, 651a); aunque tam­bién es posible interpretar: ‘somos negros, somos esclavos’. En fin, Talens-Spadaccini prefieren: “no somos gallinas (cobar­des) como los de Guinea”.

27 fanfarrones: así reza P, referido a Entrambos, por lo que huelga enmendar fanfarronas, como hacen Schevill-Bonilla, Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini, Rodríguez, etcétera.

28 corchetes: corahetes P en todos los ejemplares cotejados. Eran los ‘ayudantes de los alguaciles, encargados de llevar los

92 M I G U E L DE C E R V A N T E S

CORCHETE [1]

¡Téngase a la justicia!

LUGO

¡Tente, picaro! ¿Conó[ce]sme?29

c o r c h e t e [1]

¡So Lugo!

LUGO

¿Qué so Lugo?

ALGUACIL

Bellacos, ¿no le asís?

CORCHETE 2

Señor nuestro amo, 30 ¿sabe lo que nos manda? ¿No conoce que es el señor Cristóbal el delinque?30

ALGUACIL

¡Que siempre le he de hallar en estas danzas! ¡Por Dios, que es cosa recia! ¡No hay paciencia que lo pueda llevar!

presos a la cárcel’: “Asióm e del cuello y dijo a dos corchetes suyos [...] llevémosle a casa” (CP, 922, n. 142); y vid. Q2-XL1X, 902, n. 32 o RC, 564, n. 48.

29 ¿Conó[ce]sme?: el endecasílabo exige la adenda.30 delinque: ‘delincuente, rufián’ (Léxico).

E, L R U F I Á N D I C H O S O 93LUGO

Llévelo31 en cólera, 35que tanto monta.32

a l g u a c il

Ahora yo sé cierto que ha de romper el diablo sus zapatos33 alguna vez.

LUGO

Mas que los rompa ciento; que él los sabrá comprar donde quisiere.

a l g u a c il

El señor Sandoval34 tiene la culpa. 40

31 Llévelo: según Rodríguez “en la edición” consta lévelo, que él prefiere mantener porque le encuentra sentido (de levar, por ‘hacer leva’), pero nosotros leemos lleuelo en el ori­ginal.

32 tanto monta: "... cortar como desatar” y “... perder como mal ganar el haber” registra Correas (Refranes, 495a).

33 ha de romper... zapatos: es frase proverbial, según recoge S. de Horozco: “Hartase el diablo / de romper çapatos. I E l que nunca sin cesar / es toda su vida malo / sin se querer emendar / al cabo viene a pagar / y a morir en algún palo / Y aqueste que no se aparta / de andar siempre en malos tratos / su peccado le coarta / porque el diablo se harta / de romper ya mas çapatos" (Teatro universal de proverbios, ed. J. L. Alonso Hernández, Salamanca, Universidad, 1986, n. 1258, 283b). Vid., además, g2-LIX , 974, n. 11 y LV, 669, n. 119.

34 Sandoval: se refiere, como dice a continuación, a Fran­cisco Tello de Sandoval, nacido en Sevilla, hijo de don Juan Gutiérrez Tello y doña Beatriz Barba. Fue colegial del Colegio de San Bartolomé y obtuvo la canonjía doctoral de su patria. Alcanzó el cargo de inquisidor de Toledo y, en 1543, el de con­sejero de Indias, por lo que fue comisionado por Carlos V para visitar la Audiencia de Nueva España. Ocupó cargos impor­tantes hasta que consiguió el Obispado de Osuna en 1567. El

94 M I G U E L DE C E R V A N T E S

CORCHETE 2

Tello de Sandoval es su amo35 déste.

CORCHETE 1

Y manda la ciudad, y no hay justicia que le ose tocar por su respeto.

LUGO

El señor alguacil haga su oficio, y déjese de cuentos y preámbulos. 45

ALGUACIL

¡Cuán mejor pareciera el señor Lugo en su colegio que en la barbacana,36 el libro en mano, y no el broquel en cinta!

propio Felipe II lo presentó para el gobierno de la iglesia de Plasencia, donde sucedió, en 1578, a fray Martín de Córdoba. Murió en Plasencia en 1580.

35 Más que su amo, su protector, según las fuentes sacras: “Natural fue de Seuilla, y crióse en casa del Licenciado Tello de Sandoual, en cuya casa estudió las letras de latinidad y artes” (San Román, Consuelo, fol. 458r; Canavaggio, 470); “Nació este bendito padre en aquel mundo abreviado de la ciudad de Sevilla. Tuvo padres cristianos y virtuosos, aun­que su pobreza y humildad encomendó su hijo al licenciado Francisco Tello de Sandoval, para que sirviéndole pudiese acudir al estudio” (Dávila, Historia, XV, 476a; de ahí los vv. 862-69).

36 barbacana: era punto de reunión, extramuros de Sevilla, de picaros, maleantes y prostitutas. Sin embargo, mucho más célebre era el Compás sevillano (vid. infra, v. 1041):· uno de tantos parajes integrados en el comúnmente llamado mapa picaresco, tantas y tantas veces evocado por Cervantes: Q l-ll, 42, n. 37 (y III, 46, n. 5 ó XVII, 161, n. 22); Q2-X1X, 680, n. 29; IF, 744, n. 8 y 770, n. 164; etcétera.

E L R U F I Á N D I C H O S O 95LUGO

Crea el so alguacil que no le cuadrani esquina37 el predicar; deje ese oficio 50a quien le toca, y vaya y pique38 aprisa.

ALGUACIL

Sin picar nos iremos, y agradézcalo a su amo; que, a fe de hijodalgo,39 que yo sé en qué parara este negocio.

LUGO

En irse y en quedarme.

37 no le cuadra /n i esquina: se trata de un juego de palabras formado sobre la disemia de cuadrar: ‘estar bien, encajar’ y ‘dar forma cuadrada a algo’; atendiendo a la segunda acep­ción, se le opone esquinar: ‘dar forma angular’. Deberá enten­derse, pues: ‘no le está bien en modo alguno, ni por una ni por otra vía; no le pega’. Vid. E, I, v. 871, 699, n. 108 (“no me cua­dra ni esquina esta tormenta”) y PU, I, vv. 334-35, 787, n. 35 (“que esto cuadre / ni esquine”). Se emplea, con valor afirma­tivo, en 22-LX VII (“—Pardiez — dijo Sancho— , que me ha cuadrado, y aun esquinado, tal género de vida” [1032, n. 5]), y con ambos en g2-LXXIII (“que si no nos cuadraren, nos esquinen”, 1068, n. 22).

38 pique: en principio, ‘espolee, aguije’, o ‘váyase deprisa’, como entienden Talens-Spadaccini, ateniéndose al contexto de gemianía (Léxico). Pero la respuesta del Alguacil (Sin picar) autoriza un sentido añadido, también propio de germanla: ‘aprese, haga su presa; saque provecho’ (incluso, ‘joda, enoje’ [Léxico]). El término se aclara en el sig. pasaje del Estebanillo González: “picaba a todas horas como alguacil y cantaba a todos ratos como alcaudón” (VI, ed. A. Carreira y J. Antonio Cid, Madrid, Cátedra, 1990, I, 288). D e hecho, Covarrubias recoge “alguacil de moscas” (Tesoro, s. u. alguacil), para referirse al que sólo arremete contra los pobres indefensos.

35 hijodalgo: ‘hidalgo’ (vid. Q l-1 ,30, n. 5). “Fidalgo. Este tér­mino es muy propio de España. 2. D ícese comúnmente hidalgo y 3. hijodalgo" (Tesoro).

96 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CORCHETE 1

Yo lo creo, 55porque es un Barrabás este Cristóbal.

c o r c h e t e 240

No hay gamo que le iguale en ligereza.

c o r c h e t e 1

Mejor juega la blanca que la negra,41 y en entrambas es águila volante.

ALGUACIL

Recójase y procure no encontrarme, 60que será lo más sano.

l u g o

Aunque sea enfermo, haré lo que füere42 de mi gusto.

ALGUACIL

Venid vosotros.

Éntrase el a l g u a c i l .

c o r c h e t e 1

So Cristóbal, ¡vive que no le conocí!; ¡sí, juro cierto!

40 2: Cor. 1 rezan los facsímiles 'de, la R.A.E., pese a que todos los originales compulsados estampan Cor. 2.

41 juega... negra: ‘maneja (esgrime) la espada blanca (de lu­cha) mejor que la negra (o morena [RV, v. 1, 897: morenas], de esgrima, con un botón en la punta)’: “el otro no traía otra cosa que dos espadas negras de esgrima, nuevas, y con sus zapatillas” (Q2-XDÍ, 675, ns. 6 y 7).

42 füere: Rodríguez prefiere suplir la- sílaba que le falta al endecasílabo editando haré \yo] lo.

E L R U F I Á N D I C H O S O 97CORCHETE 2

Señor Cristóbal, yo me recomendo; 65de mí no hay que temer; soy ciego y mudo para ver ni hablar cosa que toque a la mínima suela del calcorro'·3 que tapa y cubre la coluna y basaque sustentan la máquina hampesca.44 70

LUGO

¿Dónde cargaste, Calahorra?45

c o r c h e t e 2

No sé; Dios con la noche me socorra.

Éntrame los dos c o r c h e t e s ,

l u g o

¡Que sólo me respeten por mi amo, y no por mí, no sé esta maravilla!;

43 calcorro: ‘zapato’ (luego, calcorrear, v. 802). Comp.: “puja- miento de garnachas / pienso que os ha de acabar, / si el avizor y el calcorro / algún remedio no dan” (F. de Quevedo, Poemas escogidos, ed. J. M. Blecua, Madrid, Castalia, 1989,358).

44 ... máquina hampesca: ese es el papel que se le asigna en la crónica: “Era lástima ver al pobre estudiante con sólo el nom­bre; las obras eran juegos, valentías, atrevimientos, [...] andá­base con rufianes y gente perdida guardando esquinas y ron­dando peligrosas casas [...] Eran sus pláticas (conforme al auditorio) llenas de retos, amenazas, libertades y deshonesti­dades; [...] reconocíanle los demás, y estaba ya tan adelante en la cuadrilla de su profesión, que no le bastaba nombre de sol­dado, porque lo merecía de capitán” (Dávila, Historia, XV, 477a-b; vid. Consuelo, Canavaggio, 470).

45 Faltan dos sílabas para completar el endecasílabo, que Rodríguez cree posible, aunque no seguro, completar con dime o dinos.

98 M I G U E L D E C E R V A N T E S

mas yo haré que salga de mí un bramo46 75que pase47 de los muros de Sevilla. Cuelgue mi padre de su puerta el ramo,48 despoje de su jugo a Manzanilla; conténtese en su humilde y bajo oficio,que yo seré famoso en mi ejercicio. 80

Entra, a este instante, l a g a r t i j a , muchacho.

LAGARTIJA

Señor Cristóbal, ¿qué es esto? ¿Has reñido, por ventura, que tienes turbado el gesto?

LUGO

Pónele de sepulturael ánimo descompuesto. 85

La de ganchos49 saqué a luz,50 porque me hiciese el buz51

46 bramo: ‘grito, aviso’ (como infra, v. 557).47 pase: así los originales (paffe ), pese a lo cual en los facsí­

miles de la R.A.E. se lee psffe.48 cuelgue... ramo: como dirá en la jornada III (w . 2247,

2538,2603), su padre era tabernero, y eso explica las alusiones aquí hechas: solía colgarse un ramo de pino en la puerta de las tabernas; el tabernero era frecuentemente motejado por su tendencia a aguar (despoje de su jugo, v. 78) el vino, y el Man­zanilla era uno de los mejores vinos secos de Sevilla; en fin, sobradamente conocida es la mala reputación de taberneros, mesoneros y venteros en la época.

49 ganchos: gancha P (vid. supra, n. 4).50 saqué a luz: ‘desenvainé; saqué’ (con el sentido habitual, en

v. 188; vid. DD, 819, n. 71: “sacara a luz lo que vos tan mal habéis sabido encubrir”). “Sacar a la luz” registra Correas (Re­franes, 667b).

51 me hiciese el buz: ‘me mostrase respeto, me reverenciase, se me humillase’. “Hacer uno a otro el buz, reverenciarle, respetar­le con humildad y sumisión” (Tesoro, s. u. buz). Comp.: “Sólo

E L R U F I Á N D I C H O S O 99un bravo por mi respeto; mas huyóse de su aspecto,como el diablo de la cruz. 90

¿Qué me quieres, Lagartija?

LAGARTIJA

La Salmerona y la Pava, la Mendoza y la Librija, que es cada cual por sí brava, gananciosa y buena hija,

te suplican que esta tarde, allá cuando el sol no arde y hiere en rayo cencillo,52 en el famoso53 Alamillo54 hagas de tu vista alarde.55

LUGO

¿Hay regodeo?

LAGARTIJA

Hay merienda, que las más famosas cenas ante ella cogen la rienda:56

estoy arrepentido / de que te hice la buz / Y de haberme zam­bullido / por lastre de tu laúd” (Estebanillo González, XI, Carreira-Cid, II, 282). Vid. infra, v. 1557, II, n. 56.

52 cencillo: así (cenfilio) todos los ejemplares de P compul­sados.

53 famoso: famojo P en los originales cotejados.54 Alamillo: puede referirse a la Huerta del Alamillo, situada

en la ribera derecha del Guadalquivir; era lugar de esparci­miento en Sevilla.

55 hagas... alarde: ‘te exhibas, te muestres; te dejes ver’. Comp.: “que el Gran Señor quiere hacer / de mis donaires alarde” (GS, III, w . 2067-68, 534).

56 cogen la rienda: ‘se repliegan, desmerecen’.

95

100

100 M I G U E L D E C E R V A N T E S

cazuelas de berenjenasserán penúltim a ofrenda. 105

H ay e l con ejo em panado, por m il partes traspasado con saetas d e tocino; blanco el pan, a loq u e57 e l v ino, y hay turrón alicantado. 110

C ada cual para esto roba blancas vistosas y nuevas, una y otra rica coba;58 dales lim on es las C u evas59y naranjas e l A lco b a .60 115

D aráles en un instante el pescador arrogante, m ás qu e le hay del norte al sur, e l gordo y sabroso albury la anguila resbalante. 120

E l sábalo v ivo, v ivo, colear en la caldera, o saltar en fu eg o esquivo, verás en m ejor m aneraque te lo p in to y describo. 125

E l p in tad o61 cam arón, con e l partido lim ón y b ien m olida p im ienta,

57 aloque: ‘clarete’; comp.: “y un chorizo que provoque / aque con el vino aloque / hagan todos la razón” (F. de RojasZorrilla, Del rey abajo, ninguno, I, w . 680-82, ed. B. Wittmann, Madrid, Cátedra, 1980, 73).

58 coba: ‘real, moneda; dinero’ (Léxico), como sostiene Nagy; ‘gallina’, según la mayoría (Hazañas, Schevill-Bonilla, Talens-Spadaccini, Rodríguez, etc.). Vid. RV, v. 181, 905, n. 57 (“tengo ochenta cobas”).

59 las Cuevas: el monasterio de Santa María de las Cuevas, hoy la Cartuja de Sevilla.

60 el Alcoba: la huerta del mismo nombre, que formaba parte del Alcázar Real de Sevilla.

61 pintado: ‘colorido, coloreado’: “mil suertes de pintados pajarillos” (G, II, 110, n. 70).

E L R U F I Á N D I C H O S O 101verás como el gusto aumenta y le saca de harón.62 130

LUGO

¡Lagartija, bien lo pintas!

LAGARTIJA

Pues llevan otras mil cosas de comer, varias, distintas, que a voluntades golosaslas harán poner en quintas. 135

LUGO

¿Qué es en63 quintas?

LAGARTIJA

En división,llevándose la afición aquí y allí y acullá: que la variedad haráno atinar con la razón. 140

LUGO

¿Y quién va con ellas?

LAGARTIJA

¿Quién?El Patojo, y el Mochuelo, y el Tuerto del Almadén.

62 le saca de harón: ‘le aviva, le estimula; le despereza’. “Sacar de harón. Hacer avivar y andar apriesa dándole fatiga” (.Refranes, 668b). Vid. Q2-XXXV, 809, n. 20 (“saca de harón ese brío”) y PU, I, v. 1196, 817, n. 152.

63 en: el verso resulta hipermétrico, por lo que Schevill- Bonilla (y a su zaga los demás editores) creen que sobra la pre­posición (de hecho, Valbuena y Rodríguez la omiten); pero mal se explica entonces la respuesta: ‘En’ división.

102 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

Que ha de haber soplo recelo.

LAGARTIJA

Ve tú, y se hará todo bien. 145

LUGO

Quizá, por tu gusto iré; que tienes un no sé qué64 de agudeza, que me encanta.

LAGARTIJA

Mi boca pongo en la plantade tu valeroso pie. 150

LUGO

¡Alza, rapaz lisonjero, indigno del vil oficio que tienes!

LAGARTIJA

Pues dél espero salir presto a otro ejercicioque muestre ser perulero.65 155

64 no sé qué: se trata de una muletilla de gran difusión en los texto áureos, según atestigua J. de Valdes: “digo que el no sé qué es muy diferente dessotras partezillas, porque el no sé qué tiene gracia, y muchas vezes se dize a tiempo que sinifica mucho” (Diá­logo de la lengua, ed. C. Barbolani, Madrid, Cátedra, 1982,232). A sí se emplea, por ejemplo, en el Lazarillo de Tornes; “Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué y si sé qué de que veen a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer” (VII, Sevilla, 220-21).

65 perulero: “El que ha venido rico de las Indias, del Perú” (Tesoro). “Se toma también por el sujeto adinerado” (Autorida­des). Recuérdese a Carrizales en CE y vid. El, 620, n. 66. Comp.:

O C H OC O M E D I AS.Y O C H OE N TRE MES ES N V E V O S ,

Nunca reprcfentados.

Ç O M P V E S T AS PO% M I G V E L de CttHtntes SA*t*edra.

D I R I G I D A S A D O N P E D R O F E R -nanJczdc Caftro,Conde ce Lemos.de Andrade, y de Villalua^larcjucsdc Sarria, Gentilhombre de la Camarade fu Mageftad, Comendador de la Encomienda de Fe?afiel.y la Zarça, de la Or* den de Alcantara, Virrey, Gouernador.y Capi-

tan general del Reyno de Ñapóles, y Frcfi- dente del fupremo Confejo

de Italia.

10M T 1 T V L O S Ό t S T ¿4S O C H O COMMOtu íS* T ¡tu tiu rtm fti >4* tit l* ¡jtu rU hcj*.

A - f e W g SAno i 6 i 5.tffîàtfSfr

C O N P R I V I L E G I O .

E N M A D R I D , Por la >;W « de *4loiife M¡trfi/h

A c o A td c l u t o d i VilUrroel.mercldct de libro», v c j i deje ea i a ç a f à « l i p u fo s U d e l Angel ,

Portada de la primera edición, 1615.

Grabado de J. Comba sobre la obra de Ricardo Sepulveda E l corral de la Pacheco, de 1888.

E L R U F I Á N D I C H O S O 103LUGO

¿Qué ejercicio?

LAGARTIJA

Señor Lugo, será ejercicio de jugo, puesto que66 en él se trabaja, que es jugador de ventaja,y de las bolsas verdugo.67 160

¿No has visto tú por ahí mil con capas guarnecidas, volantes más que un neblí,68 que en dos barajas bruñidas69 encierran un Potosí?70 165

“se ha ido a posar allí por tener noticia que dos peruleros viven en la misma casa, y querría ver si pudiese trabar juego con ellos, aunque fuese de poca cantidad, que de allí podría venir a mucha” (R C , 601, n. 277); y, fuera de Cervantes: “para la pri­mera flota / (que es el novio perulelo) / diez mil pesos ensaya­dos” (Tirso de Molina, Por el sótano y el torno, ed. A. Zamora Vicente, Madrid, Castalia, 1994,1, w . 86-88, 79).

66 puesto que: ‘aunque’, según el uso clásico (ídem en v. 2810).67 jugador ... / . . . verdugo: esto es: ‘fullero y ladrón’; recuér­

dese que ésos eran los “oficios” de Rinconete y Cortadillo.68 neblí: la comparación responde a que, desde la Edad

Media, solía ser considerado como el “señor” de las aves de caza (vid. LV, 660, n. 78).

69 bruñidas: ‘marcadas’. “En lo de bruñidas parece aludir a la flor que llamaban el colmillo, porque consistía en bruñir con un colmillo de cerdo y en determinado sitio algunos naipes, para distinguirlos y conocerlos al tacto” (Hazañas). N o obs­tante, Schevill-Bonilla creen que “bruñidas no debe de signifi­car más que lisas". La solución está en la definición que da Alonso Hernández de bruñido: “Fullería que se hace seña­lando las cartas de la baraja mediante un roce que produce bri­llos especiales, no habituales en el resto de las cartas y que sirve para distinguir a las marcadas de las demás” (Léxico). De

104 M I G U E L D E C E R V A N T E S

hecho, Quevedo diferencia entre raspados y bruñidos: “Guarda el naipe de tocamientos, raspados o bruñidos, cosa con que se conocen los azares” (Buscón, III-X, ed. F. Cabo, Barcelona, Crítica, 1993, 220).

70 un Potosí: ‘una mina, un tesoro’, por alusión a las minas de plata del Potosí, en frase muy frecuente en los textos de la época: “A estas razones, la ignorante viuda, pareciéndola que ya tenía en su poder todo el oro de Arabia y plata del Potosí" (J. de Alcalá Yáñez, Alonso, m ozo de muchos amos, II, J. Morillo, Valladolid, 1626, 68). Vid. E, I, vv. 961-62, 702 (“espero / un Potosí de barras y dinero”) y PU, II, v. 1459, 826 (“el cerro de Potosí").

E L R U F I Á N D I C H O S O 105Cuál destos se finge manco

para dar un toque franco al más agudo, y me alegro de ver no usar de su negrohasta que topen un blanco.71 170

LUGO

¡Mucho sabes! ¿Qué papel es el que traes en el pecho?

LAGARTIJA

¿Descúbreseme algo dél?Todo el seso sin provecho de Apolo se encierra en él.

Es un romance jácaro,72 que le igualo y le comparo al mejor que se ha compuesto: echa de la hampa el resto73 en estilo jaco y raro.7·'

Tiene vocablos modernos, de tal manera que encantan:

71 negro / . . . blanco: ‘fullero / ... bobo, inocente, necio’. “Al hombre sencillo llaman blanco; al fullerô y saje doble llaman negro; todo allá en su algarabía y jerigonza, que no merece otro apellido su lenguaje” (F. Luque Fajardo, Fiel desengaño contra la ociosidad y los juegos, ed. M. de Riquer, Madrid, SGEL, 1955, II, 35). También se explica en el Buscón: “ ‘blanco’ llaman al sano de malicia y bueno como el pan, y ‘negro’ al que deja en blanco sus diligencias” (III-X, ed. F. Sevilla Arroyo, Zaragoza, Edelvi- ves, 1991, 199). Vid. Q l-X X X ll, 327, n. 30 (“no soy nada blanco”) y RC, 580, n. 155.

72 jácaro: ‘de jaques, valentones o rufianes’; más abajo: estilo jaco (v. 180), en el mismo sentido.

73 echa ... el resto: “por aventurarlo todo y poner todo es­fuerzo” (Refranes, 635b). Vid. PS, III-V, 1232, n. 30 (“del gran poder de Dios echado el resto”).

74 raro: ‘extraordinario, singular’ (como rara valentía, en v. 259); “su dulce musa y raro entendimiento” leemos en G (VI, 364, n. 123).

175

180

106 M I G U E L D E C E R V A N T E S

unos bravos, y otros tiernos; ya a los cielos se levantan,ya bajan a los infiernos. 185

LUGO

Dile, pues.

LAGARTIJA

Séle de coro;75 que ninguna cosa ignoro de aquesta que a luz se saque.

LUGO

¿Y de qué trata?

LAGARTIJA

De un jaqueque se tomó76 con un toro.77 190

LUGO

Vaya, Lagartija.

LAGARTIJA

Vaya,y todo el mundo esté atento a mirar cómo se ensaya a pasar mi entendimientodel que más sube la raya. 195

75 de coro: ‘de carrerilla, de memoria’ (vid. BA, II, v. 1392, 297, n. 57: “de coro le sabemos”).

76 se tomó: ‘se picó, se enfrentó, riñó’; muy similar en E: “Tomarte has con un toro” (III, v. 2011,737, n. 16; y vid. Ql-TV, 52, n. 6).

77 toro: coro en los facsímiles.

E L R U F I Á N D I C H O S O 107“Año de mil y quinientos

y treinta y cuatro corría, a veinte y cinco de mayo, martes, aciago día,78sucedió un caso notable 200en la ciudad de Sevilla, digno que ciegos le canten y que poetas le escriban.D el gran corral de los Olmos,79do está la jacarandina,80 205sale Reguilete, el jaque,vestido a las maravillas.No va la vuelta del81 Cairo,

78 martes... día: comp.: “No importa lo sucedido ni que haya sido el principio en martes, que ni guardo abusiones ni Vues­tra Señoría es mendocino, para ir con los vanos abusos de los españoles, como si los demás días tuviesen algún privilegio y el martes alguna maldición del cielo” (M. Alemán, Guzmán de Alfarache, II-I-6, ed. F. Rico, Barcelona, Planeta, 1983, 549-50). Correas explica como sigue tal superstición: “y nace de ser tenido Marte en la gentilidad por dios de las batallas, y este planeta domina en este día, y por eso le tienen por aciago los inorantes” (Refranes, 135b). Vid. PU, III, v. 2691, 865.

79 corral de los Olmos: uno de los patios de la catedral, donde había un bodegón muy frecuentado — como dice el pro­pio texto— por la gente del hampa.

80 jacarandina: ‘rufianesca, junta de jaques, ladrones y ma­leantes’; más abajo la denominará chirinola hampesca (v. 1139). Comp.: “Júpiter, que se vió salpicar de jacarandinas los oídos” (F. de Quevedo, La hora de todos, ed. L. López-Grigera, Madrid, Castalia, 1975, 65); “La Chispa. Y o soy, tiritiritaina, / flor de la jacarandina’’ (P. Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea, I, w . 101-02, ed. J. M.a Diez Borque, Madrid, Castalia, 1985,126; y vid. III, w . 609-11,289). El término alternaba con jacarandaina: “yo me llamo Estebanillo González, flor de la jacarandaina" (Vida y hechos de Estebanillo González, ed. N. Spadaccini y A. Zahareas, Madrid, Castalia, 1978,1 ,133).

81 la vuelta del: ‘camino del, en dirección al’ (ídem en v. 212). Es locución frecuente en Cervantes: “se fuesen la vuelta del jar­dín” g i-X L I, 415, n. 9; “la vuelta de la ermita se encaminaron” (G, IV, 269, n. 195); “se fue la vuelta de Aragón” (Gil., 491, n. 192); etcétera.

108 M I G U E L D E C E R V A N T E S

210

215

220

225

LUGO

¿Y éste es el romance bravo que decías?

LAGARTIJA

Su llanezay su buen decir alabo; 230y más, que muestra agudeza en llegar tan presto al cabo.

82 la plaza / de San Francisco: la llamada actualmente de la Constitución.

83 ... el de su vida: el mismo razonamiento, aunque a la inversa, hacía Ginés de Pasamonte en Q l: “ ‘La vida de Ginés de Pasamonte’, respondió el mismo. ‘¿Y está acabado?’, pre­guntó don Quijote. ‘¿Cómo puede estar acabado’, respondió él, ‘si aún no está acabada mi vida? Lo que está escrito es desde mi nacimiento hasta el punto que esta última vez me han echado en galeras’ ” (XXII, 215; y vid. n. 42).

del Catay ni de la China, ni de Flandes, ni Alemania, ni menos de Lombardia; va la vuelta de la plaza de San Francisco82 bendita, que corren toros en ella por Santa Justa y Rufina; y, apenas entró en la plaza, cuando se lleva la vista tras sí de todos los ojos, que su buen donaire miran. Salió en esto un toro hosco, ¡válasme Santa María!, y, arremetiendo con él, dio con él patas arriba. Dejóle muerto y mohíno, bañado en su sangre misma; y aquí da fin el romance porque llegó el de su vida.”83

E L R U F I Á N D I C H O S O 109LUGO

¿Quién le compuso?

LAGARTIJA

Tristán,que gobierna en San Román la bendita sacristía, 235que excede en la poesía a Garcilaso y Boscán.

Entra, a este instante, una d a m a , con el manto hasta la mitad del rostro.

DAMA

Una palabra, galán.

LUGO

Ve con Dios; y quizá iré,si estás cierto que allá van. 240

LAGARTIJA

Digo que van, yo lo sé; y sé que te aguardarán.

Éntrase l a g a r t ija .

d a m a

Arrastrada de un deseo sin provecho resistido,a hurto84 de mi marido, 245delante de vos me veo.

Lo que este manto os encubre, mirad, y después veréis

84 hurto: burto en algunos ejemplares de P (R. 10.692 y fac­símiles), pero hurto en el resto.

Mírala por debajo del manto.

si es razón que remediéislo que la lengua os descubre. 250

¿Conocéisme?

LUGO

Demasiado.

DAMA En eso veréis la fuerza que me incita, y aun me fuerza, a ponerme en este estado.

Mas, porque no estéis en calma, 255pensando a qué es mi venida, digo que a daros mi vida con la voluntad del alma.

Vuestra rara valentía y vuestro despejo85 han hecho 260tanta impresión en mi pecho, que pienso en vos noche y día.

Quítame este pensamiento pensar en mi calidad,y al gusto la voluntad 265da libre consentimiento;

y así, sin guardar decoro a quien soy en ningún modo, habré de decirlo todo:sabed, Lugo, que os adoro. ' 270

No fea, y muy rica soy; sabré dar, sabré querer, y esto lo echaréis de ver por este trance en que estoy;

85 despejo: “Vale también desenfado, desembarazo, donaire y brío” (Autoridades). Comp.: “porque me ha aficionado / su despejo y su brío” (P. Calderón, Alcalde de Zalamea, I, w . 615-16, D iez Borque, 166).

110 M I G U E L D E C E R V A N T E S

que la mujer ya rendida, aunque es toda mezquindad, muestra liberalidad86 con el dueño de su vida.

En la tuya o en mi casa, de mí y de mi hacienda puedes prometerte, no mercedes, sino servicios sin tasa;

y, pues miedo no te alcanza, no te le dé mi marido, que el engaño siempre ha sido parcial de la confianza.

No llegan de los recelos, porque los tiene discretos, a hacer los tristes efectos que suelen hacer los celos;

y, porque nunca ocasión de tenerlos yo le he dado, le juzgo por engañado a nuestra satisfación.

¿Para qué arrugas la frente y alzas las cejas? ¿Qué es esto?

LUGO87

En admiración me ha puesto tu deseo impertinente.

86 liberalidad: libaralidad en todos los ejemplares de P cote­jados.

87 El rechazo que Lugo hará a las tentaciones lujuriosas desdice de la información de Dávila Padilla, quien considera todas sus picardías encaminadas “a pretensión de mujeres” y sus excesos consistentes en “libertades de mozo enamora­do” (Historia, XV, 476b y 477b). Sin embargo, San Román coincide al cien por cien con la comedia (vid., también, los w . 1269-72): “le conbidauan con pieças particulares, para que se encargasse délias y las tuuiesse en su nombre en los lugares públicos. Este partido no le quiso acceptar” (Consuelo, 458r; Canavaggio, 470).

E L R U F I Á N D I C H O S O

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295

112 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Pudieras, ya que querías satisfacer tu mal gusto, 300buscar un sujeto al justo de tus grandes bizarrías;

pudieras, como entre peras, escoger en la ciudadquien diera a tu voluntad 305satisfación con más veras;

y así, tuvieras88 disculpa con la alteza del empleo tu mal nacido deseo,que en mi bajeza te culpa. 310

Yo soy un pobre criado de un inquisidor, cual sabes, de caudal, que está sin llaves, entre libros abreviado;

vivo a lo de Dios es Cristo,89 315sin estrechar el deseo,9*1

88 tuvieras: así P (tuuieras), en todos los ejemplares, que parece errata clara por tuviera, como edita la mayoría. Con todo, no es concordancia imposible en Cervantes, y bien podría tratarse de un cruce de construcciones, de ahí que res­petemos el original (vid. (21-IX, 95, n. 40).

89 a lo d e ... Cristo: ‘a lo rufo y valentón, a mi entero capricho’ (se explicita cabalmente en los w . 507-10). “Como a lo rufo y fanfarrón" y “Es como: ‘A lo escarramanado’” (Refranes, 598a y 10b). También lo hacía Buitrago en GE (“Y yo, que a lo de Marte me acomodo, I y a lo de D ios es Cristo, doy por tierra / con todo el bodegón”, II, vv. 1459-61, 82, n. 40) y Tomás en L V (“renunciando los hábitos de estudiante, púsose a lo de Dios es Cristo”, 651, n. 26). Comp.: “Fuime a casa de un amigo, donde después de haber envasado algunas cántaras de vino para qui­tar el mal gusto del agua, y puesto a lo de Dios es Cristo, comencé a pasearme como un conde, comiendo como cuerpo de rey, honrado de mis amigos, temido de mis enemigos, aca­riciado de todos” (J. de Luna, Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tornes, ed. A. Rey Hazas, Madrid, Emiliano Escolar, 1982,104).

90 estrechar el deseo: ‘refrenar el capricho’.

E L R U F I Á N D I C H O S O 113y siempre traigo el baldeo91 como sacabuche92 listo;

ocúpome en bajas cosas, y en todas soy tan terrible, 320que el acudir no es posible a las que son amorosas:

a lo menos, a las altas, como en las que en ti señalas; que son de cuervo mis alas. 325

DAMA

No te pintes con más faltas, porque en mi imaginación

te tiene amor retratado del modo que tú has contado, pero con más perfección. 330

No pido hagas quimeras de ti mismo; sólo pido, deseo bien comedido, que, pues te quiero, me quieras.

Pero, ¡ay de mí, desdichada! 335¡Mi marido! ¿Qué haré?Tiemblo y temo, aunque bien sé que vengo bien disfrazada.

Entra su m a r id o .

91 baldeo: ‘espada’ (Léxico), como en v. 2396.92 sacabuche: ‘trombón de varas’. “Instrumento músico, a

modo de trompeta, hecho de metal, dividido por medio, a el cual suben y bajan por la parte de abajo, para que haga la dife­rencia de voces que pide la música” (Autoridades). Covarru- bias matizaba: “ Díjose así, porque cualquiera que no estuviese advertido le parecería, cuando se alarga, sacarle del buche” (Tesoro). Comp.: “y anduviesen contino hechas las espadas sacabuches a cualquier pendencia, por pequeña que fuese” (g2-XXVII, 750, n. 26). Vid., también, JD, 894, n. 69 (“la espada más lista que un sacabuche”).

114 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

Sosegaos, no os desviéis, que no os ha de descubrir. 340

DAMA

Aunque me quisiera ir, no puedo mover los píes.

m a r id o

Señor Lugo, ¿qué hay de nuevo?

l u g o

Cierta cosa que contaros,que me obligaba a buscaros. 345

DAMA

Irme quiero y no me atrevo.

m a r id o

Aquí me tenéis; mirad lo que tenéis que decirme.

DAMA

Harto mejor fuera irme.

l u g o

Llegaos aquí y escuchad. 350La hermosura que dar quiso

el cielo a vuestra mujer, con que la vino a hacer en la tierra un paraíso,

ha encendido de manera 355de un mancebo el corazón,

E L R U F I Á N D I C H O S O 115que le tiene hecho carbón de la amorosa hoguera.

Es rico y es poderoso, y atrevido de tal modo, 360que atropella y rompe todo lo que es más dificultoso.

No quiere usar de los medios de ofrecer ni de rogar,porque, en su mal, quiere usar 365de otros más breves remedios.

Dice que la honestidad de vuestra consorte es tanta, que le admira y que le espanta tanto como la beldad. 370

Por jamás le ha descubierto su lascivo pensamiento; que queda su atrevimiento, ante su recato, muerto.

MARIDO

¿Es hombre que entra en mi casa? 375

l u g o

Róndala, mas no entra en ella.

m a r id o

Quien casa con mujer bella, de su honra se descasa,

si no lo remedia el cielo.

DAMA

¿Qué es lo que tratan los dos? 380Si es de mí, ¡válgame Dios, de cuántos males recelo!

116 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

Digo, en fin, que es tal el fuego que a este amante abrasa y fuerza, que quiere usar de la fuerza 385en cambio y lugar del ruego.

Robar quiere a vuestra esposa, ayudado de otra gente como yo, desta valiente,atrevida y licenciosa. 390

Hame dado cuenta dello, casi como a principal desta canalla mortal, que en hacer mal echa el sello.93

Yo, aunque soy mozo arriscado,94 395de los de campo través, ni mato por interés, ni de ruindades me agrado.

De ayudalle he prometido, con intento95 de avisaros; 400que es fácil el repararos, estando así prevenido.

MARIDO

¿Soy hombre yo de amenazas? Tengo valor, ciño espada.

93 echa el sello: ‘echa el resto, se lleva la palma’. “Echar el sello. Confirmar y concluir de acabar una cosa” (Refranes, 155a). Vid. Q l-X X V , 241, n. 16 (“he de echar con ella el sello")·, G, I, 48, n. 50 (“echar de todo punto el sello") y CE, 719, n. 108 (“acabó de echar el sello")', etcétera.

94 arriscado: ‘atrevido, imprudente, temerario’. “Atrevido, resuelto y osado en emprender cosas arduas y peligrosas” (Autoridades). Comp.: “A gran peligro se arrisca / tu vida si el elefante / no sale grande estudiante” (GS, II, vv. 1558-60).

95 intento: así reza el original, sin que sepamos por qué suele editarse intención: Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini, etc. La construcción está, sin ir más lejos, en Q: “le informó el camino y derrota que don Quijote llevaba, con intento de hallarse en las justas de Zaragoza” (II-LXX, 1048).

E L R U F I Á N D I C H O S O 117LUGO

No hay valor que pueda nada 405contra las traidoras trazas.96

m a r id o

En fin, ¿mi consorte ignora todo este cuento?

l u g o

Así ella os ofende, como aquellacubierta y buena señora.97 410

Por el cielo santo os juro que no sabe nada desto.

MARIDO

De ausentarla estoy dispuesto.

l u g o

Eso es lo que yo procuro.

MARIDO

Yo la pondré donde el viento 415apenas pueda tocalla.

96 No hay.../...trazas: recuerda de cerca el conocido lema (Ab insidiis non est prudentia) con que Alemán rotulara el emblema que acompañó siempre a su retrato (Guzmán de Alfarache, I-II- 4, Micó, 1 ,298 y n. 46; también en II - 1 - 8, II, 135).

97 A s í ... / . . . señora: Lugo engaña al marido con la verdad,empleando un procedimiento muy del gusto barroco que puede verse también en L A (I, v. 830, 593, n. 61) o en VC(1014, n. 47). “El engañar con la verdad es cosa / que ha pare­cido bien” (Lope de Vega, A rte nuevo , w . 319-20, ed. F. Pedraza, Rimas, Universidad de Castilla-La Mancha, 1994,II, 387).

118 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

En el recato se halla buen fin del dudoso intento.

Retiradla, que la ausencia hace, pasando los días, volver las entrañas frías que abrasaba la presencia;

420

y nunca en la poca edad tiene fírme asiento amor, y siempre el mozo amador huye la dificultad.

425

MARIDO

El aviso os agradezco, señor Lugo, y algún día sabréis de mi cortesía si vuestra amistad merezco. 430

El nombre saber quisiera dese galán que me acosa.

LUGO

Eso es pedirme una cosa que de quien soy no se espera.

Basta que vais avisado 435de lo que más os conviene, y este negocio no tiene más de lo que os he contado.

Vuestra consorte, inocente está de todo este hecho; 440vos, con esto satisfecho, haced como hombre prudente.

MARIDO

Casa fuerte y heredad tengo en no pequeña aldea, y llaves, que harán que sea 445grande la dificultad

E L R U F I Á N D I C H O S O 119que se oponga al mal intento

dese atrevido mancebo.Quedaos, que en el alma llevomás de un vario pensamiento. 450

Vase el m a r id o .

d a m a

Entre los dientes ya estaba el alma para dejarme;98 quise, y no pude mudarme, aunque más lo procuraba.

¡Mucho esfuerzo ha menester 455quien, con traidora conciencia, no se alborota en presencia de aquel que quiere ofender!

LUGO

Y más si la ofensa es hecha de la mujer al marido. 460

DAMA

El nublado ya se ha ido; hazme agora satisfecha,

contándome qué querías a mi esclavo y mi señor.

98 Entre ... / . . . dejarme: que el alma sale por la boca con el aliento es lugar común muy frecuente en la época y en Cervan­tes: “echa con la doliente ánima fuera” (Garcilaso de la Vega, Egloga II, v. 606, Poesías castellanas completas, ed. E. L. Rivers, Madrid, Castalia, 1972, 153); “salgan con la doliente ánima fuera” (Qi-xrv, 129, n. 9); “saldrá con la doliente ánima fuera” (G, III, 152, n. 19); “Respiró con estas razones Teodosia y detuvo los espíritus” (D D , 821, n. 77); “Echa tu alma en mi boca” (BA,III, v. 2568, 337, n. 61); etcétera.

120 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO ·

H an m e hecho corredor 465de n o sé qué m ercancías.

D íje le , si las quería, que fu ésem os lu eg o a vellas.

DAMA

¿De qué calidad son ellas?

LUGO

D e la de m ayor cuantía; 470que le im porta, estoy p ensando,

com prallas, hon or y hacienda.

DAMA

¿Cómo haré yo que él entienda esa importancia?

LUGO

C allando.Calla y vete , y así harás 475

m uy segura su ganancia.

DAMA

Pues ¿qué traza de importancia en lo de gozarnos das?"

99 qué traza ... /... das: ‘qué plan urdes, qué remedio se te ocu­rre’. Es locución muy del gusto cervantino: Q1-XXXVI, 341 (“no sabiendo qué traza dar para salir bien”); A L , 527, n. 60 (“podría ser dar traza con él”); CE, 713, n. 71 (“si vos diésedes traza a que yo entrase”); IF, 751, n. 59 (“pusiesen remedio ydisert traza de alcanzar”); D D , 820, n. 75 (“di traza cómo unanoche viniese de su lugar”); SC, 873, n. 112 (“entre todos se dio traza que aquellos desposorios estuviesen secretos”); GS, I, vv. 331-32, 479, n. 39 (“sin que demos traza o medio / de bus­car a nuestra culpa”); PS, I-XVI, 1057, n. 8 (“se volvieron al hospedaje a dar traza en su partida”); etcétera.

E L R U F I Á N D I C H O S O 121LUGO

Ninguna que sea de gusto; por hoy, a lo menos.

DAMA

Pues 480¿cuándo la darás, si es que gustas de lo que gusto?

LUGO

Yo haré por verme contigo. Vete en paz.

DAMA

Con ella queda, y el amor contigo pueda 485todo aquello que conmigo.

LUGO

Como de rayo del cielo, como en el mar de tormenta, como de improviso100 afrenta y terremoto101 del suelo; 490

como de fiera indignada,

100 improviso: esa es la lectura de P, aceptada por la práctica totalidad de editores sin comentario alguno. Pese a ello, no vale entender de improviso en sentido adverbial, pues el de forma farte de la estructura comparativa (como de), y en otro caso no hace sentido alguno. Sólo cabe interpretar que el tér­mino está usado como adjetivo de afrenta, en cuyo caso sería errata por improvisa (que bien podría editarse), término muy del gusto cervantino: G, II, 104, n. 54 (“haciendo de sí gallarda e improvisa muestra”); Q2-LXIX, 1042, n. 9 (“hizo de sí im pro­visa muestra”); A L , 530, n. 71 (“la improvisa vista de la singu­lar belleza”); PS, II-x, 1136, n. 4 (“hizo de sí casi divina e improvisa muestra”); etcétera.

101 terremoto: terromoto los originales.

d el vu lgo102 in so len te y libre, pediré a D io s que m e libre de m ujer determ inada.

Éntrase L u g o .

Sale el licenciado t e l l o d e s a n d o v a l , amo de Cr is t ó b a l d e l u g o , y el a l g u a c il que salió primero.

TELLO

¿Pasan de mocedades?

a l g u a c il

E s d e m o d o 495que, si n o se rem edia , a b u en seguro que ha de escandalizar [al]103 p u eb lo todo.

C om o cristiano, a vu ésa m erced juro q u e p iensa y hace ta les travesuras, que nadie d él se tien e por seguro. 500

TELLO

¿E s ladrón?

102 vulgo...: los embates contra la maledicencia e insolencia del vulgo son tan comunes como severos en los textos del momento (“Eres ratón campestre, comes la dura corteza del melón, amarga y desabrida, y en llegando a lo dulce te empala­gas. Imitas a la moxca importuna, pesada y enfadosa que, no reparando en oloroso, huye de jardines y florestas,por seguir los muladares y partes asquerosas”, Alemán, Guzmán de Alfara- che, I-Prólogo, Micó, 1 ,109), sin que Cervantes deje de sumarse a ellos: gi-Prels., 11, n. 23 (“el antiguo legislador que llaman vulgo”)·, G, Prels., 24, n. 23 (“el juicio del vulgo, peligroso y casi siempre engañado”); LV, 674, n. 150 (“la corriente del vulgo, las más veces engañado”); etcétera.

103 [al\.· el endecasílabo soporta la adenda, que Rodríguez prefiere [le].

122 M I G U E L D E C E R V A N T E S

E L R U F I Á N D I C H O S O 123ALGUACIL

No, por cierto.

TELLO

¿Quita a escuraslas capas en poblado?

ALGUACIL

No, tampoco.

TELLO

¿Qué hace, pues?

ALGUACIL

Otras cien mil diabluras Esto de valentón le vuelve loco:

aquí riñe, allí hiere, allí se arroja, y es en el trato airado el rey y el coco;104

con una daga que le sirve de hoja, y un broquel que pendiente tray al lado, sale con105 lo que quiere o se le antoja:

es de toda la hampa respetado, averigua106 pendencias y las hace, estafa, y es señor de lo guisado;107

104 es... el coco: “[...] queriéndose uno defender y poner miedo o freno a otros, pone por delante un poderoso, un estorbo, un no sé qué y cosa que refrene, y a esto tal llaman ‘el coco’ o ‘espantajo’” (Refranes, 623a).

105 sale con: ‘logra, consigue’; vid. (22-LVIII, 971 (“salió don Quijote con su intención”) y G il, 441, n. 2 (“salen con ser ladro­nes comentes y molientes”). Luego, en v. 903.

106 averigua: ‘resuelve, soluciona; evita, aplaca’; sustanciar una quistión, dirá en el v. 804. Comp.: “La merced que el señor alguacil me ha de hacer es llevar a la señora al Corregidor; que allá nos averiguaremos” (VF, 969).

107 lo guisado: ‘la mancebía [Léxico]; lo que se cuece, el cotarro’.

505

510

124 M I G U E L D E C E R V A N T E S

entre rufos, él hace y él deshace, el corral de los Olmos le da parias,108 y en el dar cantaletas109 se complace. 515

Por tres heridas de personas varias, tres mandamientos traigo y no ejecuto, y otros dos tiene el alguacil Pedro Arias.110

Muchas veces he estado resoluto de aventurallo todo y de prendelle, 520o ya a la clara, o ya con modo astuto;

pero, viendo que da en favorecelle tanto vuesa merced, aun no me atrevo a miralle, tocalle ni ofendelle.

TELLO

Esa111 deuda conozco que la debo, 525y la pagaré algún día,

y procuraré que Lugo use de más cortesía, o le seré yo verdugo,por vida del alma mía. 530

Mas lo mejor es quitalle de aquesta tierra y llevalle

108 parias: ‘tributos’. “El tributo que paga un príncipe a otro, en razón de reconocimiento y mayoría” (Tesoro).

109 cantaletas: “El ruido que se forma cantando, y metiendo bulla desordenada con algunos instrumentos desconcertados: lo cual se hace para dar chasco, y burlarse de alguno, hacién­dole o dándosele a su puerta, o ventana de noche: y de aquí todo el chasco que uno da a otro zumbándole, se llama canta­leta” (Autoridades). Es expresión comparable con dar baya y dar matraca (se emplean más abajo: vv. 682 y 800). Comp.: “Música, vaya; mas esto / de tirar es desvergüenza... / ¡Y a la casa donde estoy, / venirse a dar cantaletas!” (Calderón, El alcalde de Zalamea, II, vv. 341-44, D iez Borque, 214).

110 Pedro Arias: el endecasílabo exige leer Pedrarias, como bien nota Rodríguez.

111 Esa: así (E ffa) reza inconfundiblemente P, aunque suele editarse Esta: Schevill-Bonilla, Ynduráin, Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini, etcétera.

E L R U F I Á N D I C H O S O 125a Méjico, donde voy, no obstante que puesto estoy en112 reñille y castigalle. 535

Vuesa merced en buen hora vaya, que yo le agradezco el aviso, y desde agora todo por suyo me ofrezco.

ALGUACIL

Ya adivino su mejora sacándole de Sevilla,

que es tierra do la semilla holgazana se levanta sobre cualquiera otra planta que por virtud maravilla.

Éntrase el a l g u a c i l ,

t e l l o

¡Que aqueste mozo me engañe, y que tan a suelta rienda113 a mi honor y su alma dañe!Pues yo haré, si no se enmienda, que de mi favor se estrañe;

que, viéndose sin ayuda, será posible que acuda a la enmienda de su error; que a la sombra del favor crecen los vicios, sin duda.

Éntrase t e l l o .

112 puesto.../ en: ‘dispuesto, decidido, resuelto... / a’.113 a suelta rienda: “A rienda suelta” (Refranes, 603a), muy fre­

cuente en Cervantes: Qi-xin, 126 (“los que a rienda suelta corren por la senda que el desvariado amor delante de los ojos les pone”); A L , 515, n. 9 (“y a rienda suelta ofenden a Dios”); DD, 808, n. 22 (“tan a rienda suelta me dejé llevar de mis deseos”) y 832, n. 104 (“tan de rondón y a rienda suelta me disponga a adoraros”); etc.

550

555

540

545

126 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Salen dos músicos con guitarras, y Cr is t ó b a l con su broquel y daga de ganchos.

LUGO

Toquen, que ésta es la casa, y al seguro que presto llegue el bramo114 a los oídos de la ninfa,115 que he dicho, jerezana, cuya vida y milagros en mi lengua viene cifrada en verso correntio.116 560A la jácara117 toquen, pues comienzo.

m ú s ic o 1

¿Quieres que le rompamos las ventanas118 antes de comenzar, porque esté atenta?

LUGO

Acabada la música, andaremosaquestas estaciones.119 Vaya agora 565el guitarresco son y el aquelindo.120

Tocan.

114 bramo: vid. supra, n. 46.113 ninfa: ‘prostituta, fulana; coima de un rufián’ (Léxico). Vid.

IF, 771, n. 173 (“Entren, pues, todas las ninfas / y los ninfos que han de entrar”), o bien CP, 926, n. 177 (“dijo quién era la ninfa Colindres, que ya estaba vestida”). Comp.: “me hice padre de damas [...] tenía aposentos de congregación de ninfas de cantón, salas de busconas, palacios de cortesanas, y alcázares de tuso­nas” (Estebanillo González, VI, Carreira-Cid, 1 ,288-89).

116 correntio: ‘ligero, suelto; vivaz’, como en GS (“pero tengo un romance correntio / que le pienso cantar a la loquesca”, w . 2108-09, 536, n. 15) o en G it: “repicó Preciosa sus sonajas y, al tono correntio y loquesco, cantó el siguiente romance” (447, n. 36); y vid. CE, 712, n. 68 (“a la loquesca”).

117 A la jácara: vid. supra, n. 72.118 ventanas: ventana se lee en los facsímiles.119 andaremos/ ...estaciones: ‘nos ocuparemos de (pasaremos

a) eso’; vid. Q2-1,542, n. 26 (“no habrá para qué tornar a andar

E L R U F I Á N D I C H O S O 127

estaciones") y SC, 842, n. 7 (“las mismas estaciones andaré esta noche que las pasadas”).

120 aquelindo: según Schevill-Bonilla, podría aludir al baile del “¡A, qué lindo!” D e hecho, Correas registra: “¡Oh, qué lindico! Mas, ¡oh, que lindoque” y “¡Oh, qué lindo! —Pie de guindo” (Refranes, 166a), y así comienza una letrilla de Góngora (Letri­llas, ed. R. Jammes, Madrid, Castalia, 1980, η. XIX, 99-101).

Armauirumque
Armauirumque

128 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Escucha, la que veniste121 de la jerezana tierra a hacer a Sevilla guerraen cueros, como valiente; 570la que llama su pariente al gran Miramamolín;122 la que se precia de ruin, como otras de generosas;la que tiene cuatro cosas, 575y aun cuatro mil, que son malas;la que pasea sin alas123los aires en noche124 escura;la que tiene a gran venturaser amiga de un lacayo; 580la que tiene un papagayo que siempre la llama puta; la que en vieja y en astuta da quinao125 a Celestina;la que, como golondrina, 585muda tierras y sazones; la que a pares, y aun a nones, ha ganado lo que tiene; la que no se desavienepor poco que se le dé; 590la que su palabra y fe que diese jamás guardó; la que en darse a sí excedió

121 la que veniste...: el tipo de “ninfa” que se describe en esta canción pertenece clarísimamente a la tradición celestinesca (se cita a la vieja en el v. 584) y, además, recuerda muy de cerca a la protagonista de La Lozana andaluza, de Francisco D eli­cado (ed. C. Allaigre, Madrid, Cátedra, 1985).

122 ... Miramamolín: “Llamarle su pariente quiere decir des­cender de moros” (Nagy).

123 pasea sin alas: la acusa de hechicera y bruja, por lo de “volar”. Vid. PS, I-VIII, 1022, n. 12 y CP, 941, n. 265, donde Cervantes desarrolla el tema detenidamente.

124 noche: noehe estampan los facsímiles de la R.A.E., en contra de los originales.

125 da quinao: vid. supra, n. 15.

E L R U F I Á N D I C H O S O 129a las godeñas126 más francas;la que echa por cinco blancas127 595las habas y el cedacillo.128

Asómase a la ventana uno medio desnudo, con un paño de tocar129 y un candil.

UNO

¿Están en sí, señores? ¿No dan cata130 que no los oye nadie en esta casa?

126 godeñas: ‘mujeres públicas importantes o principales’ (Léxico); ‘prostitutas de lujo’. Comp.: “Yo que fui norte de guros, / enseñando a navegar / a las godeñas en ansias, / a los buzos en afán” (Quevedo, Poemas escogidos, Blecua, n. 181, 352).

127 p o r cinco blancas: ‘por cuatro perras’, pues la blanca (vid. Git., 457, n. 67) valía sólo medio maravedí y treinta y cua­tro de éstos, aproximadamente, equivalían a un real. En los facsímiles de la R.A.E. se ha perdido la -s.

128 echa... /... cedacillo: “Adivinarpor tela de cedazo. E l ejer­cicio de la arte mágica, cuando el demonio hace que los pose­sores de esta diabólica ciencia, mirando por un cedazo vean las cosas que están muy distantes, ocultas o por venir” y “Echar las habas. Frase con que se explica que algún hechicero se aparta a hacer sus conjuros, hechizos o sortilegios” (Autorida­des). Comp.: “Añade a las yerbas que conoce, las habas que ejercita; y en vez de las bendiciones, los conjuros que sabe” (Lope de Vega, La Dorotea, I-II, ed. E. S. Morby, Madrid, Cas­talia, 1980,86). Claro que, según Cenotia, son simples burlerías propias de hechiceras e indignas de las auténticas brujas: “Las que son hechiceras, nunca hacen cosa que para alguna cosa sea de provecho: ejercitan sus burlerías con cosas, al parecer, de burlas, como son habas mordidas, agujas sin puntas, alfileres sin cabeza, y cabellos cortados en crecientes o menguantes de luna” (PS, II-VIII, 1129, n. 7); también en E: “las embusteras / del cedacillo y habas” (III, vv. 1936-37,734, n. 11).

129 paño de tocar: ‘tocador’. Comp.: “No consintió el cura que le tocasen, sino púsose en la cabeza un birretillo de lienzo” (g i-X X V II, 264, n. 4).

130 dan cata: ‘se dan cuenta, comprenden’: “ella jamás lo supo, ni le dio cata dello” (Q l-1, 36, n. 40).

130 M I G U E L D E C E R V A N T E S

MÚSICO 1

¿Cómo así, tajamoco?131

UNO

Porque el dueñoha que está ya a la sombra cuatro días. 600

m ú s ic o 2

Convaleciente, di: ¿cómo a la sombra?

UNO

En la cárcel; ¿no entrevan?132

LUGO

¿En la cárcel? Pues ¿por qué la llevaron?

UNO

Por amiga de aquel Pierres Papín,133 el de los naipes.

131 tajamoco: “Tajar es cortar. El epíteto tajamoco debe de estar en relación con la actitud del vecino a quien el músico alude. El tal vecino sale a la ventana con un candil, y a la acción de cortar el moco o jeta de éste, hace referencia lo de tajamoco” (Schevill-Bonilla).

132 entrevan: vid. supra, n. 23. Comp.: ‘“No entendemos esa razón, señor galán’, respondió Rincón. ‘¿Qué no entrevan, señores murrios?’, respondió el otro” (RC, 571, n. 99). Parece que a la sombra significaba, generalmente, ‘bajo el amparo o protección de’, aunque Covarrubias explica: “Poner a uno a la sombra, meterle en la cárcel” (Tesoro, s. u. sombra).

133 Pierres Papín: don Quijote asegura que fue “un caballero novel, de nación francés, llamado Pierres Papín, señor de las baronías de Utrique” (Q1 -XVIII, 167, n. 27; quien no debe con­fundirse con Pierres de Provenza, citado varias veces a propó­sito de Clavileño [I-XLIX, 491, n. 23]). Según Hazañas, se trata

EL R U F I Á N D I C H O S O 131

MÚSICO 1

¿Aquel francés giboso?

UNO

Aquese mismo, 605que en la cal de la Sierpe134 tiene tienda.

LUGO

¡Éntrate, bodegón almidonado!

m ú sic o 2

¡Zabúllete,135 fantasma antojadiza!

m ú sic o 1

¡Escóndete, podenco cuartanario!136

de un personaje real, dedicado a la fabricación de naipes, que vivió en Sevilla sobre 1572.

134 cal de la Sierpe: la ‘calle’ (en modismo andaluz, muy pro­pio de germanía) de la Sierpe era así llamada, según anota Nagy, por una quijada que dicen ser de sierpe, que estaba col­gada en un mesón céntrico”. Era, además, la calle de las pros­titutas: “Don Juan. ¿Dónde viven? Mota. En la calle / de la Sierpe [...] / que en aqueste amargo valle / con bocados solici­tan / mil Evas; que aunque dorados, / en efecto, son bocados / con que las vidas nos quitan” (Tirso de Molina, El burlador de Sevilla, w . 1502-09, ed. A. Rodríguez López-Vázquez, Madrid, Cátedra, 1992,181).

135 Zabúllete: es forma frecuente en castellano (vid. D CECH s. u, zambullir), también en Cervantes (“dos calderas de aceite [...] servían de freír cosas de masa, que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zabullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaba”, Q2-XX, 685), y la única que regis­tra Covarrubias (Çabullir), por lo que resulta inadmisible (tanto aquí como en el v. 611) que se enmiende Za[m]búllete (Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini, etcétera).

136 cuartanario: “El que padece la enfermedad de las cuarta­nas [quartana. Especie de calentura, que entra con frío de

UNO

Entróme, ladroncitos en cuadrilla; 610zabúllome, cernícalos rateros; escóndome, corchetes a lo Caco.137

LUGO

¡Vive Dios, que es de humor el hideputa!

UNO

No tire nadie; estén las manos quedas y anden las lenguas.

m ú sic o 1

¿Quién te tira,138 sucio? 615

UNO

¿Hay más? ¡Si no me abajo, cuál me paran!139

132 M I G U E L D E C E R V A N T E S

cuatro en cuatro días, de donde parece tomó el nombre]” (Autoridades). Comp.: “los días pasados dieron tres ansias a un cuatrero que había murciado dos roznos, y con estar flaco y cuartanario, así las sufrió sin cantar como si fueran nada” (RC, 573, n. 114).

137 a lo Caco: ‘ladrones’. La historia de Caco es contada por Virgilio en La Eneida (VIII, vv. 260 y ss.; ed. J. C. Fernández Corte, Madrid, Cátedra, 1991, 412 y ss.), donde se describe como “monstruo a medias hombre y fiera” (v. 265, 412). En la tradición literaria cervantina (y en su propia obra: Ql-TL, Git. [“La ciencia de Caco”, 441, n. 6], Adjunta a VP, Q2-XL1X, RD, PU, etc.) cuenta como célebre ladrón, hijo de Vulcano (cfr. Tesoro), y no pasa de ser uno más de tantos Personajes, personas y personillas — que diría L. Montoto— que corren por las tierras de ambas Castillas (Sevilla, Tip. Gironés, 1921-22).

138 te tira: así los originales, aunque Rodríguez lea tira, con­siderando al verso incompleto y añadiéndole una sílaba: len­guas [ya],

139 paran: ‘ponen, dejan’: “Primero me vea yo comida de adivas estas carnes, que me ha parado de la manera que ahora

¡Mancebitos, adiós!; que no soy pera, que me han de derribar a terronazos.

Éntrase.

LUGO

¿Han visto los melindres del bellaco? No le tiran, y quéjase.

MÚSICO 2

Éste es un sastre140 620remendón muy donoso.

m ú sic o 1

¿Qué haremos?

LUGO141

Vamos a dar asalto al pastelero que está aquí cerca.

m ú sic o 2

Vamos, que ya es hora que esté haciendo pasteles; que este ciego que viene aquí nos da a entender cuán cerca 625

Entra un c ie g o . 142

viene ya el día.

E L R U F I Á N D I C H O S O 133

veréis” (RC, 588). “Parar. Significa también tratar mal de pala­bra u obra” (Autoridades).

140 El verso resulta hipermétrico, por lo que hay acuerdo uná­nime en que puede suprimirse Éste. No obstante, el siguiente resulta hipométrico (si no se lee müy) y el 628 repite este sastre, de donde se sigue que también cabría elidir es un en 620 y aña­dir es ([es] muy) en 621. Rodríguez prefiere Este es sastre.

141 Lugo: esta intervención suele atribuirse (Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini), no sin lógica, a Uno.

142 Este es el lugar que ocupa la anotación en los originales,

CIEGO

No he madrugado mucho, pues que ya suena gente por la calle. Hoy quiero comenzar por este sastre.

LUGO

¡Hola, ciego, buen hombre!

c ie g o

¿Quién me llama?

l u g o

Tomad aqueste real, y diez y siete 630oraciones decid, una tras otra, por las almas que están en purgatorio.

CIEGO.

Que me place, señor, y haré mis fuerzas por decirlas devota y claramente.

LUGO

No me las engulláis, ni me echéis sis a143 635en ellas.

CIEGO

No, señor; ni por semejas.144

134 M I G U E L D E C E R V A N T E S

para dar a entender que el ciego entra mientras habla el Músico 2, sin que proceda posponerla al final de su interven­ción como hacen varios editores.

143 echéis sisa: comp.: “También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa, porque me tenía mandado que, en yéndose el que la mandaba rezar, le tirase por cabo del capuz. Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar voces, diciendo: ‘¿Mandan rezar tal y tal oración?’, como suelen decir” (Laza­rillo de Tornes, I, Sevilla, 128).

144 ni por semejas: lo mismo que “ni por pienso” (Refranes,

EL R U F I Á N D I C H O S O 135

A las Gradas145 me voy, y allí, sentado, las diré poco a poco.

LUGO

¡Dios os guíe!

Vase el c ie g o .

m ú sic o 1

¿Quédate para vino, Lugo amigo?

LUGO

Ni aun un solo cornado.146

m ú sic o 1

¡Vive Roque,147 640 que tienes condición extraordinaria! Muchas veces te he visto dar limosna al tiempo que la lengua se nos pega

652b); vid. BA, II, v. 1317, 295, n. 49 y E, I, v. 880, 699, n. 110. Comp.: “porque en toda ella no se descubre, ni por semejas, una palabra deshonesta ni un pensamiento menos que cató­lico” (Q2-I1I, 560).

145 las Gradas: las de la catedral de Sevilla, otro de los luga­res (vid. Ql-11, 42, n. 37 e IF, 744, n. 8) más populoso y fre­cuentado en los siglos de oro por la gente non sancta. Recuér­dese RC: “Y, habiéndose ido el sacristán, Cortado le siguió y le alcanzó en las Gradas” (571).

146 cornado: era la moneda (equiparable al céntimo) de más ínfimo valor (vid. QZ-XVII, 160, n. 21); valía, aproximada­mente, la sexta parte del maravedí (vid. supra, n. 127).

147 ¡Vive Roque!: es juramento eufemístico popular, muy del gusto de Sancho: “¡Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un acotán” (Q2-X, 612, n. 48; antes, en I-IV, 54, n. 15); y vid. GS, I, v. 421, 482, n. 46. “Vive. Úsase como inter­jección de juramento con algún otro nombre, que lo expresa, o con alguna voz inventada, para evitarle” (Autoridades).

136 M I G U E L D E C E R V A N T E S

al paladar, y sin dejar siquierapara comprar un polvo de Cazalla.148 645

LUGO

Las ánimas149 me llevan cuanto tengo; mas yo tengo esperanza que algún día lo tienen de volver ciento por uno.150

m ú s ic o 2

¡A la larga lo tomas!

LUGO151

Y a lo corto; que al bien hacer jamás le falta premio. 650

Suena dentro como que hacen pasteles, y canta u n o dentro lo siguiente:

[u n o ]

¡Afuera, consejos vanos,152 que despertáis mi dolor!No me toquen vuestras manos; que, en los consejos de amor,los que matan son los sanos. 655

148 un... Cazalla: ‘un trago de vino [“Echar un polvillo. Por ‘echar un trago’” (Refranes, 635b)] de Cazalla de la Sierra (Sevilla)’. Se alude también en E A D (v. 74,921, n. 28). Vid. CP, 935, n. 237 y LV, 651, n. 31.

149 Las ánimas...: comp.: “si pecaua, era con lágrimas, y rezando primero los psalmos penitenciales por las ánimas de quien era muy deuoto” (San Román, Consuelo, fol. 458r; Cana­vaggio, 470).

150 ciento por uno: así en Refranes (673b).151 Lugo: Lng. en los facsímiles de la R.A.E.152 Se trata, como bien anotan Schevill-Bonilla, de una copla

antigua muy difundida; por eso se alude genéricamente más abajo: los “consejos vanos” (v. 657).

E L R U F I Á N D I C H O S O 137MÚSICO 1

¡Hola! Cantando está el pastelerazo, y, por lo menos, los “consejos vanos”. ¿Tienes pasteles, cangilón153 con tetas?

PASTELERO

¡Músico de mohatra sincopado!154

LUGO

Pastelero de riego, ¿no respondes? 660

p a s t e l e r o

Pasteles tengo, mancebitos hampos;155 mas no son para ellos, corchapines.156

153 cangilón: “Cuando un hombre es muy gordo, especial­mente si es bebedor, le llamamos cangilón” (Tesoro); capacho le llamarán más abajo (v. 673). Recuérdese, a propósito: “y luego nos íbamos a la noria, donde, yo de bruces y él con un cangilón, satisfacíamos la sed como unos monarcas” (CP, 954); y comp.: “Tomó al proviso el cangilón y, alzando a menudo los codos, a pocas idas y venidas le dio fondo y descubrió el suelo” (Estebanillo González, III, Carreira-Cid, 1 ,141).

154 M úsico... sincopado: se trata de un chiste que, según Sche­vill-Bonilla, puede explicarse (igual hicieron con quínola punto menos en BA, II, v. 1231, 291, n. 33): “Si de mo-ha-tra [‘trampa, superchería’; vid., PU, III, v. 2786, 868, n. 59] quitamos la sílaba final, queda mo-ha, palabra que, aspirando la h a la andaluza, puede aludir al mismo vicio de empinar el codo [mojar] que el músico echó en cara al pastelero”. Claro que, de nuevo, sinco­pado se refiere a Músico (vid, E, III, v. 2359, 748, n. 41) y no a mohatra. Pero si de hipótesis se trata, ¿podría entenderse ‘sin vasos o copas’; ‘que bebe sin límite’?

155 hampos: ‘del hampa, rufianes’: “unos por hombres buenos conocidos, / otros de rumbo y hampo, y Dios es Cristo, / poquitos bien, y muchos mal vestidos” (VP, II, w . 379-81,1256). También podría estar utilizado disémicamente, en cuyo caso añadiría­mos ‘blancos (vid. Q2-X, 610, n. 34), ignorantes (supra, n. 71)’.

156 corchapines: o escorchapines, eran pequeñas embarcacio­nes de vela empleadas para transportar soldados y bastimentos.

138 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

¡Abre, socarra,157 y danos de tu obra!

PASTELERO

¡No quiero, socarrones! ¡A otra puerta,que no se abre aquésta158 por agora! 665

LUGO

¡Por Dios, que a puntapiés la haga leña si acaso no nos abres, buenos vinos!

PASTELERO

¡Por Dios, que no he de abrir, malos vinagres!

LUGO

“¡Agora lo veredes!”, dijo Agrajes.159

m ú sic o 1

¡Paso,160 no la derribes! ¡Lugo, tente! 670

Da de coces a la puerta; sale el p a s t e l e r o y sus secuaces con palas y barrederos y asadores.

157 socarra: ‘socarrón, bellaco’.158 A o tra ... / ... aquésta: “A otra puerta, que esta no se abre”

{Refranes, 4b). Vid. PU, II, v. 1334, 822, n. 9.159 ... Agrajes: “[...] con sus pajes”, añade Correas {Refra­

nes, 64b). “Agora o allá lo veredes, dijo Agrajes... en son de amenaza, para poner en duda o negar que aquello de que se trata sucede como otra u otras personas suponen o asegu­ran” (M ontoto, Personajes, I, 31-33); “respondiendo a las provocaciones de sus contrarios y remitiéndose a las manos” (J. M.a Iribarren, El porqué de los dichos, ed. J. M.a Romera, Pamplona, 1994, I l la ) . También se emplea en Q2-VIII, 87, n. 30.

160 Paso: ‘despacio, con cuidado’.

E L R U F I Á N D I C H O S O 139PASTELERO

¡Bellacos, no hay aquí Agrajes que valgan; que, si tocan historias, tocaremos palas y chuzos!

m ú sic o 2

¡Enciérrate, capacho!161

l u g o

¿Quieres que te derribe aquesas muelas, remero de Carón162 el chamuscado? 675

PASTELERO

¡Cuerpo de mí! ¿Es Cristóbal el de Tello?

m ú sic o 1

Él es. ¿Por qué lo dices, zangomango?163

161 Sobra una sílaba, por lo que hay acuerdo en que puede editarse Ciérrate. Con capacho se puede estar motejando al pastelero de ‘gordinflón’ (como cangilón, n. 153), si se toma por ‘espuerta de juncos o mimbres’, o de ‘ave nocturna’, si se entiende que se está refiriendo al ave “de tanto bulto y alas como la Pitorra” (Autoridades). Parece mejor entender que lo tilda, a modo de matraca, ‘de borracho’, porque con los capa­chos se recoge toda la uva.

162 Carón: o Caronte (“la barca de Carón” se alude en Q2-XI, 616, n. 13) es el barquero infernal que, según la mitología, transportaba las almas de los muertos al infierno a través del Aqueronte (CC , I, v. 735, n. 76; “La triste barca del barquero horrendo” reza el v. 2028). J. Pérez de Moya dice de él: “Cha- ron hijo de Herebo y de la noche, según Hesiodo, es el bar­quero que los poetas fingen que pasa las ánimas por el Flege- ton y los demás ríos. Dicen que es viejo, triste y terrible y lleno de moho, los ojos de fuego” (Philosofía secreta, VII-VI, ed. C. Clavería, Madrid, Cátedra, 1995, 638). Rodríguez enmienda reme[d\o, considerando remero errata, “ya que el que remaba en su barca era sólo Carón”.

163 zangomango: bien pudiera estar fomado sobre zanga­manga: ‘treta, ardid’: “Hacía grandes extremos, diciendo que

140 M I G U E L D E C E R V A N T E S

PASTELERO

Dígolo porque yo le soy amigoy muy su servidor, y para cuatroo para seis pasteles no tenía 680para qué romper puertas ni ventanas,ni darme cantaletas164 ni matracas.165Entre Cristóbal, sus amigos entren,y allánese la tienda por el suelo.

LUGO

¡Vive Dios, que eres príncipe entre príncipes, 685 y que esa sumisión te ha de hacer franco de todo mi rigor y mal talante!Enváinense la pala y barrederas, y amigos usque ad mortem.

PASTELERO

Por San Pito,166 que han de entrar todos, y la buena estrena 690 han de hacer167 a la hornada, que ya sale; y más, que tengo de Alanís168 un cuero que se viene a las barbas y a los ojos.

bien entendía la zangamanga” (F. de Quevedo, Cuento de cuentos, en Obras festivas, ed. P. Jauralde Pou, Madrid, Casta­lia, 1981,156).

164 cantaletas: vid. supra, n. 109.165 dar... matracas: vid. supra, n. 109 y RC, donde se incluyen

entre los “agravios comunes” (599, n. 269). “Decir cosas a uno con que se corra. Lo que dar baya” (Refranes, 681a).

166 San Pito: es uno de tantos santos “del almanaque bur­lesco” (Montoto, Personajes, II, 304).

167 estrena / . . . hacer: “Hacer estrena. Es ‘hacer principio en algo’ [...] comer la primera fruta del año, y ansí en toda cosa” (Refranes, 758a). Vid. BA, 249, n. 36 o RC, 568, n. 75.

168 Alanís: ahora (vid. supra, n. 148) se trata del vino blanco sevillano hecho en el pueblo del mismo nombre. Comp.: “comenzando a jugar al rentoy limetas de vino de Alanís y

MÚSICO 1

De miedo hace todo cuanto hace aqueste marión.169

l u g o

No importa nada. 695Asgamos la ocasión170 por el harapo, por el hopo171 o copete, como dicen,

E L R U F I Á N D I C H O S O 141

Cazalla, que en aquel lugar nunca le hay razonable” (L. Vélez de Guevara, El diablo Cojuelo, IX, Fernández-Arellano, 217). P ofrece Alam i en todos los ejemplares manejados.

169 marión: ‘cobarde y afeminado’. Recuérdese el entremés (Los mariones) de Luis Quiñones. En el mismo sentido se emplea, más abajo, Medoro gallinato (v. 1081).

170 la ocasión...: porque “la Ocasión la pintan calva”, y, para aprovecharla, no hay más remedio que asirla por un mechón (copete o guedeja) que tiene en la frente. Correas explica: “La ocasión, asirla por el copete o guedejón: Pintaron los antiguos la ocasión los pies con alas, y puesta sobre una rueda y un cuchillo en la mano, el corte adelante como que va cortando por donde vuela: todo denota su ligereza; y con todo el cabello de la media cabeza adelante echado sobre la frente, y la otra media de atrás rasa, dando a entender que, al punto que llega, se ha de asir por la melena, porque, en pasándose la ocasión, no hay por dónde asirla” (Refranes, 183a). Es lugar común di- fundidísimo (C. Fontecha, Glosario de voces comentadas en ediciones de textos clásicos, Madrid, 1941, 257; Iribarren, El porqué de los dichos, Romera, 110-111) del que Cervantes se hace eco con frecuencia: gi-Prels., 21, n. 74 (o bien I-XXV, 243, n. 20); PS, I-XIV, 1049, n. 9; N, III, v. 1117, n. 2; etc. Sólo un pasaje: “Ocasión [...] y la melena / de mis pocos cabellos ofrecerle, / y detenerme un rato, porque pueda / asirme della, cosa poco usada / de mi ligera condición y presta” (T A , III, vv. 1679-83,1083).

171 hopo: “El rabo u cola que tiene mucho pelo o lana: como la de la zorra, oveja o ardilla” y “en la germanía significa el cabezón o cuello del sayo” (Autoridades). Comp.: “Asía a los poetas por el hopo” (VP, VIII, v. 232,1339; y vid. GS, I, v. 509, 486, n. 68).

142 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ora la ofrezca el miedo o cortesía.El señor pastelero es cortesísimo, y yo le soy amigo verdadero, 700y hacer su gusto por mi gusto quiero.

Éntrame todos.

Sale ANTONIA con su manto, no muy aderezada, sino honesta.

ANTONIA

Si ahora yo le hallase en su aposento, no habría cosa de que más gustase;quizá a solas le diría 705alguna que le ablandase.

Atrevimiento es el mío, pero dame172 esfuerzo y brío estos celos y este amor,que rinden con su rigor 710al más esento173 albedrío.

Ésta es la casa, y la puerta, como pide mi deseo, parece que está entreabierta; mas, ¡ay!, que a sus quicios veo 715yacer mi esperanza muerta.

Apenas puedo moverme; pero, en fin, he de atreverme, aunque tan cobarde estoy,porque en el punto de hoy 720está el ganarme o perderme.

172 dame: así el texto, pese a que el sujeto es múltiple y va en plural, como ocurre a veces en Cervantes. Huelga corregir da[n]me, como hacen Talens-Spadaccini.

173 esento: ‘libre’, en acepción bastante frecuente en Cer­vantes: “Ella fue sola la que sola pudo / rendir el golpe crudo / el corazón esento” (G, II, 103, n. 50 y V, 297); también en Git., 455; A L , 530; VP, IV, v. 60,1280; etcétera.

E L R U F I Á N D I C H O S O 143Sale el inquisidor t e l l o d e sa n d o v a l , con ropa de

levantar, rezando en unas Horas.174

TELLO

Deus in adiutorium meum intende, Domine, ad adiuvandum me festina.175 Gloria Patri, et Filio et Spiritui Sancto, Sicut erat, etc.

¿Quién está ahí? ¿Qué ruido es ése? ¿Quién está ahí?

ANTONIA

¡Ay desdichada de mí!¿Qué es lo que me ha sucedido? 725

TELLO

Pues, señora, ¿qué buscáis tan de mañana en mi casa? Esto176 de madrugar pasa. No os turbéis. ¿De qué os turbáis?

ANTONIA

¡Señor!

174 Horas: ‘devocionario’. “El devocionario, en el cual princi­palmente están las horas de nuestra Señora y otras devociones que rezan los seglares devotos, que no tienen obligación de rezar las horas canónicas, como incumbe a los ordenados” (Tesoro). Vid. IF, 780, n. 205 (“las Horas de latín”) y E, III, v. 2574, 755 (“¿Traes, Dorotea, las Horas!").

175 D eus.../... festina: Salmos, LXIX-n: ‘¡Oh Dios, atiende a mi socorro; / Señor, apresúrate a socorrerme’ (traducimos esta y las demás citas bíblicas de acuerdo con el artículo de C. Bañeza Román, “Citas bíblicas de Cervantes en latín”, Anales cervantinos, XXXI [1993], pp. 39-50).

176 Esto: así los originales, aunque normalmente suele edi­tarse Este (Ynduráin, Nagy, Talens-Spadaccini, Rodríguez, etc.), como rezan (efte) los facsímiles de la R.A.E.

1 4 4 M I G U E L DE C E R V A N T E S

TELLO

Adelante. ¿Qué es? 730Proseguid vuestra razón.

ANTONIA

Nunca la errada intención supo enderezar los pies.

A Lugo vengo a buscar.

TELLO

¿Mi criado?

ANTONIA

Sí, señor. 735

TELLO

¿Tan de mañana?

ANTONIA

El amor tal vez hace madrugar.

TELLO

¿Bien le queréis?

ANTONIA

No lo niego, mas quiérole en parte buena.

TELLO

El madrugar os condena. 740

ANTONIA

Siempre es solícito el fuego.

E L R U F I Á N D I C H O S O 145

TELLO

E n otra parte buscad m ateria que le apliquéis, que en m i casa no hallaréis177 sino tod a honestidad; 745

y si e l m ozo da ocasión que le busquéis, yo haré que desde hoy m ás178 no o s la dé.

ANTONIA

E nójase sin razón vu esa m erced; que, en m i alma,

que e l m ancebo es de m anera, que p u ed e llevar do quiera entre m il h on estos palm a.

V erdad es que é l es travieso, m atante, acuchillador; pero, en cosas del amor, por un leñ o le confieso .

N o m e lleva a m í tras é l V enu s blanda y am orosa, sino su aguda ganchosa179 y su acerado broquel.

TELLO

¿Es valiente?

ANTONIA

Muy bien puedes sin escrúpulo igualalle,

177 hallaréis: hallarey? reza P en todos los ejemplares mane­jados.

178 desde hoy más: ‘de hoy en adelante, en lo sucesivo’. Es locución muy del gusto cervantino: “puedes, de hoy más, tener” (G, II, 105, n. 57); “podéis, señora, desde hoy más, dese­char” (Q i-XXIX, 297, n. 21); “tu pretensión desde hoy más" (CC, II, v. 1513,196, n. 71); etcétera.

179 ganchosa: la daga de ganchos (vid. supra, ns. 4 y 49).

750

755

760

146 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y aun quizá será agravialle, a García de Paredes.180 765

Y por esto este mocito trae a todas las del trato muertas: por ser tan bravato; que en lo demás es bendito.

TELLO

Óigole. Escondeos aquí, 770porque quiero hablar con él sin que os vea.

ANTONIA

¡Que no es él!

TELLO

Es, sin duda; yo le oí. Después os daré lugar

para hablarle.

ANTONIA

Sea en buen hora. 775

Escóndese a n t o n ia .

180 Garda de Paredes: su valentía y hazañas hiperbólicas eran proverbiales (“Más valiente que García de Paredes”, Montoto, Personajes, I, 315-16), como ya consta en Q: “Y este Diego García de Paredes fue un principal caballero, natural de la ciudad de Trujillo, en Estremadura, valentísimo soldado, y de tantas fuerzas naturales, que detenía con un dedo una rueda de molino en la mitad de su furia; y, puesto con un mon­tante en la entrada de una puente, detuvo a todo un innume­rable ejército, que no pasase por ella; y hizo otras tales cosas que como si él las cuenta y las escribe él asimismo, con la modestia de caballero y de coronista propio, las escribiera otro, libre y desapasionado, pusieran en su olvido las de los Hétores, Aquiles y Roldanes” (I-XXXII, 325, n. 14).

Entra l u g o 181 en cuerpo, 182 pendiente a las espaldas el broquel y la daga, y trae el rosario en la mano.

LUGO

Mi señor suele a esta hora de ordinario madrugar.

Mirad si lo dije bien: hele aquí. Yo apostaréque hay sermón do no pensé. 780Acábese presto. Amén.

TELLO

¿De dónde venís, mancebo?

LUGO

¿De dó tengo de venir?

TELLO

De matar y de herir,que esto para vos no es nuevo. 785

LUGO

A nadie hiero ni mato.

TELLO

Siete veces te he librado de la cárcel.

LUGO

Ya es pasado aquése, y tengo otro trato.

181 Lugo: así leen, lógicamente, todos los ejemplares de P cotejados, excepto el Cerv. Sedó-4.344, donde aparece luego.

182 en cuerpo: ‘a cuerpo; sin capa’ (vid. GE, I, acot. tras v. 809, 60, n. 56).

E L R U F I Á N D I C H O S O 147

148 M I G U E L D E C E R V A N T E S

TELLO

Más sé que hay de un mandamiento 790para prenderte en la plaza.

l u g o

Sí; mas ninguno amenaza a que dé coces al viento;183

que todas son liviandades de mozo las que me culpan, y a mí mismo me disculpan, pues no llegan a maldades.

Ellas son184 cortar la cara a un valentón arrogante, una matraca185 picante, aguda, graciosa y rara;

calcorrear186 diez pasteles o cajas de diacitrón;187 . sustanciar188 una quistión entre dos jaques noveles;189

el tener en la dehesa190

183 dé... viento: ‘me ahorquen’. Comp., en otro sentido: “no gusto destos paseos / deste dar coces al aire I y puntapiés a los vientos” (E , III, vv. 2308-10, 747).

184 Ellas son: Eilas fou se lee en los facsímiles.185 matraca: vid. supra, n. 165 y recuérdese, para lo que sigue,

el Memorial de agravios comunes de R C (599).186 calcorrear: ‘correr’ (vid. supra, n. 43), en germanía (Auto­

ridades). “Tipo de robo que consiste en, después de haber ro­bado descarada y públicamente algo de las mercancías ex­puestas a la puerta de las tiendas con fines publicitarios, salir corriendo” (Léxico).

187 diacitrón: “La conserva hecha de la carne de la cidra” (Tesoro).

188 sustanciar...: averigua pendencias dijo más arriba (n. 106).189 noveles: ‘nuevos, novatos’ (como de primer tonsura, en el

v. 4; vid, n. 10). Se dijo de Pierres Papín en Q1 (vid. supra, n. 133).190 dehesa: ‘mancebía, prostíbulo’ (luego en v. 1393); lo gui­

sado le llamó más arriba (n. 107).

795

800

805

E L R U F I Á N D I C H O S O 149dos vacas,191 y a veces tres, pero sin el interés que en el trato se profesa;

procurar que ningún rufo se entone192 do yo estuviere, y que estime, sea quien fuere, la suela de mi pantufo.193

Estas y otras cosas tales hago por mi pasatiempo, demás que rezo algún tiempo los psalmos penitenciales;194

y, aunque peco de ordinario, pienso, y ello será ansí, dar buena cuenta195 de mí por las de aqueste rosario.

TELLO

Dime, simple: ¿y tú no ves que desa tu plata y cobre, es dar en limosna al pobre del puerco196 hurtado los pies? 825

Haces a Dios mil ofensas, como dices, de ordinario,

191 vacas: ‘mujeres públicas, coimas, prostitutas’, como ninfas (supra, n. 115) y yeguas (v. 1394).

192 se entone: ‘se envalentone’. “Entonarse uno, porque parece henchirse de viento [...] y entonado el vano, presun­tuoso y arrogante” (Tesoro, s. u. entonar).

193 pantufo: ‘pantuflo’, como consta en Q l: “calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo” (I, 31). “Calzado de gente anciana, de dos corchos o más” (Tesoro).

194 psalmos penitenciales: así se relata en las fuentes, según transcribimos en la introducción (48).

195 cuenta: el término se recoge en el v. siguiente en zeugma dilógico: las [cuentas: ‘estaciones’] de aqueste rosario.

196 del puerco...: alude al refrán: “Hurtar el puerco y dar los pies por D ios” o “Hurtar y dar por D ios”, que Correas glosa: “Reprehende tal modo de caridad” (Refranes, 539ab).

810

815

820

150 M I G U E L D E C E R V A N T E S

¿y con rezar un rosario, sin más, ir al cielo piensas?

Entra por un libro allí, 830que está sobre aquella mesa.Dime: ¿qué manera es ésa de andar, que jamás la vi?

¿Hacia atrás? ¿Eres cangrejo?Vuélvete. ¿Qué novedad 835es ésa?

LUGO

Es curiosidad197 y cortesano consejo

que no vuelva el buen criado las espaldas al señor.

TELLO

Crianza198 de tal tenor, 840en ninguno la he notado.

Vuelve, digo.

LUGO

Ya me vuelvo: que por esto el paso atrás daba.

TELLO

En que eres Satanás, desde agora me resuelvo. 845

¿Armado en casa? ¿Por suerte tienes en ella enemigos?

197 curiosidad: ‘cortesía, educación’, como en SC: “en cuya casa, acomodada a lo de clérigo rico y curioso" (869, n. 106).

198 Crianza: ‘educación’ (luego en v. 865): “Lleguéme al mayor de mis amos, y, a mi parecer, con mucha crianza se le puse en las manos” (CP, 914, n. 100).

E L R U F I Á N D I C H O S O 151Sí tendrás, cual son testigos los ministros199 de la muerte

que penden de tu pretina, y en ellos has confirmado que el mozo descaminado, como tú, hacia atrás camina.

¡Bien iré a la Nueva España cargado de ti, malino; bien a hacer este camino tu ingenio y virtud se amaña!

Si, en lugar de libros, llevas estas joyas que veo aquí, por cierto que das de ti grandes e ingeniosas pruebas.

¡Bien responde la esperanza, en que engañado he vivido, al cuidado que he tenido de tu estudio y tu crianza! 865

¡Bien me pagas, bien procuras que tu humilde nacimiento en ti cobre nuevo asiento, menos bríos y venturas!

En balde será avisarte, 870por ejemplos que te den, que nunca se avienen bien Aristóteles y Marte,200

y que está en los aranceles201

199 ministros: ‘sirvientes; ejecutores’ (vid. CP, 899, n. 20: “ministros de aquella confusión”); “ministro y adherente de la caballería andante” se consideraba Sancho (Q l-X l, 104, n. 9).

200 ... y Marte: similar a Venus y Marte (vid. CC, III, w . 2246- 47,221, n. 35: “que con Venus y Cupido / se aviene mal el dios Marte”), sólo que ahora oponiendo la sabiduría, en vez del amor, a la guerra.

201 aranceles: ‘ordenanzas, decretos’. “El decreto o ley que pone tasa en las cosas que se venden y en los derechos de los ministros de justicia” (Tesoro). Vid. Q l-X X X V , 366, n. 14 (“los aranceles de la caballería andantesca”) y RC, 591, n. 230 (“lo que por nuestros aranceles les toca”).

850

855

860

152 M I G U E L D E C E R V A N T E S

de la discreción mejor que no guardan un tenor202 las súmulas203 y broqueles.

875

Espera, que quiero darte un testigo de quién eres, si es que hacen las mujeres alguna fe en esta parte.

880

Salid, señora, y hablad a vuestro duro diamante, honesto, pero matante, valiente, pero rufián.204 885

Sale ANTONIA.

LUGO

Demonio, ¿quién te ha traído aquí? ¿Por qué me persigues, si ningún fruto consigues, de tu intento mal nacido?

Entra LAGARTIJA, asustado.

Digo que me valga Dios; digo que al so Lugo busco.

202 tenor: los facsímiles de la R.A.E. estampan tener, contra la lectura original.

203 súmulas: “Compendio o sumario que contiene los princi­pios elementales de la lógica [Escolástica]” (Autoridades). En el Quijote se mencionan unas Súmulas (entiéndase Summa summularum , 1557) de Villalpando (I-XLVII, 473, n. 10).

204 rufián: se altera la consonancia de la redondilla (hablad).

TELLO

Mancebo, ¿qué buscáis vos? ¡Con sobresalto venís!¿Qué respondéis? ¿Qué decís?

890

LAGARTIJA

E L R U F I Á N D I C H O S O 153TELLO

Veisle ahí: dadle el recado. 895

l a g a r t ija

De cansado y de turbado, en las palabras me ofusco.

LUGO

Sosiégate, Lagartija, y dime lo que me quieres.

LAGARTIJA

Considerando quién eres, 900mi alma se regocija

y espera de tu valor que saldrás con205 cualquier cosa.

LUGO

Bien; ¿qué hay?

LAGARTIJA

¡A Carrascosa le llevan preso, señor! 905

LUGO

¿Al padre?206

205 saldrás con: ‘lograrás, conseguirás’ (vid. supra, n. 105).206 padre: al padre, como se dirá más abajo (vv. 922-29) de la

casa llana o mancebía (vid. supra, ns. 107 y 190). Carrascosa, por otro lado, recuerda ineludiblemente a Monipodio: “regís- transe ante el señor Monipodio, que es su padre, su maestro y su amparo” (RC, 572, n. 102); “Finalmente, vine a entender con toda certeza que el dueño de la casa, a quien llamaban Monipodio, era encubridor de ladrones y pala de rufianes” (CP, 929, n. 199).

154 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LAGARTIJA

Al mismo.

LUGO207

¿Por dónde le llevan? ¡Dímelo, acaba!

LAGARTIJA

Poquito habrá que llegaba junto a la puerta del conde

del Castellar.

LUGO

¿Q uién le lleva , 910y por qué, si lo has sabido?

LAGARTIJA

Por pendencia , a lo que h e oído; y e l alguacil V illanueva,

con dos corchetes, en p e so 208 le llevan , com o a un ladrón. 915¡Q uebrárate e l corazón si le vieras!

LUGO

¡Bueno es eso! Camina y guía, y espera

207 Lugo: en las eds. de Valbuena y Nagy habla Tello.208 en peso: ‘en el aire, en volandas’. Es locución muy del

gusto cervantino: “tomando en peso y arrebatadamente a Sancho y a don Quijote, los entraron en el patio” (Q2-LXIX , 1041, n. 1); “los cuales, tomándole en peso, a pesar de los que estorbarlo querían, se entraron con él en una iglesia” (G, II, 118); “todos en peso destos brazos míos” (GE, III, v. 2986,134, n. 62); “una corriente o raudal que le arrebató como en peso, y le llevó más adentro” (PS, I-XIII, 1044, n. 1); etcétera.

buen suceso deste caso, si los alcanza mi paso.

E L R U F I Á N D I C H O S O 155

920

LAGARTIJA

¡Muera Villanueva!

LUGO

¡Muera!

Vase l a g a r t ija , y l u g o , alborotados.

TELLO

¿Qué padre es éste? ¿Por dicha, llevan a algún fraile preso?

puesto que en su oficio gana más que dos padres, y aun tres.

TELLO

Decidme de qué Orden es.

ANTONIA

De los de la casa llana.209Es alcaide, con perdón, 930

señor, de la mancebía,

209 la casa llana: comp.: “A l volver, que volvió, Monipodio, entraron con él dos mozas, afeitados los rostros, llenos de color los labios y de albayalde los pechos, cubiertas con medios man­tos de añascóte, llenas de desenfado y desvergüenza: señales claras por donde, en viéndolas Rinconete y Cortadillo, cono­cieron que eran de la casa llana; y no se engañaron en nada” (RC, 583, n. 176).

ANTONIA

No, señor, no es nada deso: que éste es padre de desdicha, 925

156 M I G U E L D E C E R V A N T E S

a quien llaman padre hoy día las de nuestra profesión;

su tenencia es casa llana, porque se allanan en ella 935cuantas viven dentro della.

TELLO

Bien el nombre se profana en eso de alcaide y padre,

nombres honrados y buenos.

ANTONIA

Quien vive en ella, a lo menos, 940no estará sin padre y madre

jamás.

TELLO

Ahora bien, señora, id con Dios, que a este mancebo yo os le pondré como nuevo.210

ANTONIA

Tras él voy.

TELLO

Id en buen hora. 945

Sale el ALGUACIL que suele, con dos corchetes, que traen preso a c a r r a s c o s a , padre de la mancebía.

PADRE

Soy de los Carrascosas de Antequera, y tengo oficio honrado en la república, y háseme de tratar de otra manera.

210 ... como nuevo: “Poner como nuevo [...] Tratar mal de palabra u de obra” (Refranes, 726b). También en D D (816, n. 62) o en BA (II, v. 1256, 292).

E L R U F I Á N D I C H O S O 157Solíanme hablar a mí por súplica,

y es mal hecho y mal caso que se atreva 950hacerme un alguacil afrenta pública.

Si a un personaje como yo se lleva de aqueste modo, ¿qué hará a un mal hombre? Por Dios, que anda muy mal, sor Villanueva;

mire que da ocasión a que se asombre 955el que viere tratarme desta suerte.

ALGUACIL

Calle, y la calle con más prisa escombre,211 porque le irá mejor, si en ello advierte.

Entra a este instante l u g o , puesta la mano en la daga y el broquel; viene con él l a g a r t ija y l o b il l o .

l u g o

Todo viviente se tenga, y suelten a Carrascosa para que conmigo venga, y no se haga otra cosa, aunque a su oficio convenga

Ea, señor Villanueva,212 dé de contentarme prueba, como otras veces lo hace.

a l g u a c il

Señor Lugo, que me place.

CORCHETE

¡Juro a mí que se le lleva!

211 escombre: ‘desocupe, despeje, desembarace’ (vid. PS, II-XVI, 1170, η. 1 y III-XXI, 1320, n. 9).

212 Villanueva: Villauueua en los facsímiles, lección que no encontramos en ningún original (Villanueua en todos).

960

965

158 M I G U E L D E C E R V A N T E S

LUGO

Padre Carrascosa, vaya y éntrese en San Salvador,213 970y a su temor ponga raya.214

LAGARTIJA

Este Cid Campeador215 mil años viva y bien haya.

ALGUACIL

Cristóbal, eche de ver que no me quiero perder 975y que le sirvo.

LUGO

Está bien; yo lo miraré muy bien cuando fuere menester.

213 en San Salvador: porque, como puede verse en numero­sos pasajes cervantinos (Q l-X , 97, n. 6; Git., 490, n. 191; CE, 703, n. 3; CP, 956, n. 329; etc.), era costumbre de los delin­cuentes refugiarse en las iglesias (retraer, se dice más abajo [v. 989]), acogiéndose así a sagrado y burlando la acción de la justicia, que no podía profanarlas. Comp.: “Y porque en la an­tigüedad los delincuentes se aseguraron mucho de ser por entonces castigados de sus delitos acogiéndose a los templos sagrados [...]” (C. de Villalón, El Scholastico, ed. J. A. Kerr, Madrid, C.S.I.C., 1967, 8); “En mi mocedad siempre me andaba por las iglesias, y no de puro buen cristiano” (Buscón, I-i, ed. P. Jauralde Pou, Madrid, Castalia, 1990, 79). Iribarren comenta tal costumbre bajo llamarse andana (E lporqué de los dichos, Romera, 16ab).

214 ponga raya: ‘controle, modere’. Como “Poner rienda” o “Poner freno” (Refranes, 727a).

215 Cid Campeador: “Es un Cid. Es un Roldán. Es un Hétor. Es un Hércules. Que uno es valiente como estos” (Refranes, 623b).

E L R U F I Á N D I C H O S O 159ALGUACIL

¡Agradézcalo al padrino, señor padre!

LOBILLO

No haya más, 980y siga en paz su camino.

CORCHETE

¿Este mozo es Barrabás, o es Orlando216 el paladino?

¡No hay hacer baza con él!

Éntrase el a l g u a c i l y los c o r c h e t e s .

PADRE

Nuevo español Bravonel,217 985con tus bravatas bizarras me has librado de las garras de aquel tacaño Luzbel.

Yo me voy a retraer,218

216 Orlando: se refiere a Roldán, en denominación que se aclara en Q: “Y, puesto que yo no pienso imitar a Roldán, Or­lando, o Rotolando (que todos estos tres nombres tenía)” (I- XXV, 243, n. 23).

217 bravonel: ‘bravucón, fanfarrón’. Covarrubias lo recoge como “nombre de rufián, fanfarrón” (Tesoro, s. u. bravo).

218 retraer: ‘acoger a sagrado’ (vid. Q l-X , 97, n. 6 y la ante­rior n. 213); comp.: “Llegó muy furioso; el sacristán cerró la iglesia antes que llegase y juró —y con verdad— que no había en toda ella retraído ni otra gente sino aquellos pobres que a nadie dejaban oír misa, y que si quería sacar algún retraído él se lo daría en las manos, echándolos de allí. Luego él comenzó a echallos, diciéndoles: ‘Vosotros, algunos delincuentazos debéis de ser’” (V. Espinel, Vida del escudero Marcos de Obre- gón, II-V, ed. M.a Soledad Carrasco Urgoiti, Madrid, Castalia, 1980, II, 38-9).

160 M I G U E L D E C E R V A N T E S

por sí o por no. ¡Queda en paz, 990honor de la hampa y ser!

LUGO

Dices bien, y aqueso haz, que yo después te iré a ver.

¡Bien se ha negociado!

LOBILLO

Bien;219sin sangre, sin hierro o fuego. 995

LUGO

De cólera venía ciego, y enfadado.

LOBILLO

Y yo también.Vamos a cortarla220 aquí

con un polvo de lo caro.221

LUGO

En otras cosas reparo 1000que me importan más a mí.

219 Como bien señala Rodríguez, las quintillas piden un verso (en -én) tras éste, al igual que uno en -í tras el 999.

220 cortarla: se refiere a “cortar la cólera” (‘tomar un refri­gerio, aplacar la sed’), como puede leerse en Q l: “Cortada, pues, la cólera, y aun la malenconía” (XXI, 201, n. 27) o en RC: “ordenó, asimismo, que todos se sentasen a la redonda; por­que, en cortando la cólera, se trataría de lo que más convi­niese” (584, n. 181).

221 un polvo de lo caro: ‘un trago (vid. supra, n. 148) de [vino] caro’: “Pidiéronle de lo caro-, respondió que su señor no lo tenía, pero que si querían agua barata, que se la daría de muy buena gana” (Q2-XXIV, 748-49, n. 12). Vid. RV, v. 241, 908.

E L R U F I Á N D I C H O S O 161Ir quiero agora a jugar

con Gilberto, un estudiante que siempre ha sido mi azar,222 hombre que ha de ser bastante a hacerme desesperar.223

Cuanto tengo me ha ganado; solamente me han quedado unas súmulas, y a fe que, si las pierdo, que sé224 cómo esquitarme al doblado.

4LOBILLO

Yo te daré una baraja hecha,225 con que le despojes sin que le dejes alhaja.226

LUGO

¡Largo medio es el que escoges! 1015Otro sé por do se ataja.

222 azar: ‘mala suerte, adversidad’. “En el juego de naipes y dados se llama la suerte contraria: porque así en estos como en otros juegos se dice azar la casualidad que impide jugar con feli­cidad” (Autoridades). Comp.: “de tal manera podía correr el dado, que echásemos azar en lugar de encuentro” (Q l-X X V , 241, n. 15); “pero que la suerte suya había salido azar con el mal encuentro de los bandoleros” (DD, 817, n. 68).

223 desesperar: “Desesperarse es matarse de cualquiera manera por despecho; pecado contra el Espíritu Santo. No se les da a los tales sepultura, queda su memoria infamada y sus bienes confis­cados; y lo peor de todo es que van a hacer compañía a Judas” (Tesoro). Es muy común en Cervantes: G, II, 133, n. 131; Q l-XII, 116, n. 30; El, 628, n. 108; PS, I-i, 986, n. 3; etcétera.

724 que sé: no sé edita Rodríguez, sin mayor explicación.225 hecha: ‘marcada’ (vid. supra, n. 69); hacha se lee en los

facsímiles de la R.A.E., donde los originales editan correcta­mente.

226 alhaja: ‘prenda; nada’; pero en el sentido que tiene en el sig. pasaje de RC: “Tomé de mis alhajas las que pude [...] y entre ellas saqué estos naipes” (563, n. 37, y vid. 575, n. 120).

1005

1010

162 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Juro a Dios omnipotente que, si las pierdo al presente, me he de hacer salteador.227

LOBILLO

¡Resolución de valor 1020y traza de hombre prudente!

Si pierdes (¡ojalá pierdas!), yo mostraré en tu ejercicio que estas manos no son lerdas.

LAGARTIJA

Siempre fue usado este oficio 1025de personas que son cuerdas,

industriosas228 y valientes, por los casos diferentes que se ofrecen de contino.229

227 ... hacer salteador: ahora se tiene muy en cuenta la Histo­ria de la fundación (“Llegó a tanto su perdición, que se puso a jugar un día un libro que le había quedado de su primer ejerci­cio, y él mismo contaba que habían sido las Summulas de Soto, y estaba determinado en perdiéndolas en ocho reales, en perder tan de veras el respeto a Dios y al mundo, que quería trocar la cuadrilla de rufianes por una de ladrones, con quien tenía ya hecho trato”; XV, 477a-b), pero todavía se sigue más de cerca el Consuelo de San Román: “Como seguía el juego y le faltaua el dinero, concertóse con unos perdidos, que andauan a robar, de yrse en su compañía. Y sentado una vez a jugar el libro de las Súmulas, con determinación de que si entonces perdía, tomaría el officio de salteador” (fol. 458r; Canavaggio, 470-71).

228 industriosas: ‘astutas’: “Y sólo quiero desta rica presa, / por quien mi industria y mi traición trabaja, / un cuerpo que a mi alma tiene presa” (GE, II, w . 1383-85, 79, n. 27). Vid. Q l-VI, 70, n. 41 (“necedades de industria”).

229 de contino: ‘de continuo, continuamente’. Comp.: “donde se hallan de contino, / por cualquier senda o camino, / venturas de admiración” (CC , I, w . 372-74,154, n. 41); y vid. Q l-X X V , 245, n. 31 (“a la contina”).

Retrato apócrifo de M iguel de Cervantes, por Juan de Jáuregui, 1600.

R eal Academia Española, Madrid.

Pedro N icoli, M onum ento a Cervantes en A lcalá de H enares, 1879.

E L R U F I Á N D I C H O S O 163LOBILLO

De seguirte determino. 1030

LAGARTIJA

Por tuyo es bien que me cuentes.Ya ves que mi voluntad

es de alquimia,230 que se aplica al bien como a la maldad.

LUGO

Esa verdad testifica 1035tu fácil habilidad.

No te dejaré jamás; y adiós.

LOBILLO

Lugo,231 ¿qué, te vas?

LUGO

Luego seré con vosotros.

LAGARTIJA

Pues, ¡sus!, vámonos nosotros 1040a la ermita del Compás.232

230 de alquimia: ‘falsa, contrahecha’. “Alchimia. Arte de purificar y transmutar los metales. Divídese en dos especies, una llamada metalurgia, o metálica, que tiene por objeto pre­parar, lavar, purificar, fundir, disolver y coagular los metales, separando lo puro de lo impuro. Otra llamada quisopedia, o transmutatoria, que tiene por fin producir cierto punto (casi imposible de encontrar) que gradúe, perficione y trasforme los metales menos perfectos en el perfectisímo, que es el oro” (Autoridades). Vid. RC, 598, n. 265 (“una cadena [...] que al color y al peso bien vio que no era de alquimia”).

231 Lugo: Luego editan Valbuena y Nagy.232 la ermita del Compás: ‘la mancebía’, situada a un extremo

de la ciudad; el Compás (do se vive sin medida, se dirá más

Éntrame todos, y sale p e r a l t a , estudiante, y ANTONIA.

ANTONIA

Si ha d e ser hallarle acaso, m is desdichas so n m ayores.

164 M I G U E L D E C E R V A N T E S

PERALTA

¿Son celos, o son am oreslos que aquí o s guían e l p aso , 1045

señora A n ton ia?

ANTONIA

N o sé,si no es rabia, lo que sea.

PERALTA

Por cierto , m uy m al se em plea en tal sujeto tal fe.

ANTONIA

N o hay parte tan escond ida , 1050do n o se sepa m i historia.

PERALTA

H ácela a tod os notoria e l veros andar perdida,

buscando siem pre a e ste hom bre.

ANTONIA

¿H om bre? Si é l lo fuera, fuera 1055

abajo [vv. 1622-23]) era el espacio existente delante de la casa pública (Hazañas). También se menciona en IF: “D e la mano la arrebate / el que llaman Barrabás: / andaluz m ozo de muías, / canónigo del Compás” (770, n. 164).

E L R U F I Á N D I C H O S O 165descanso m i angustia fiera.M as n o tien e m ás d el nom bre;

conm igo , a lo m enos.

PERALTA

¿Cómo?

ANTONIA

Esto, sin duda, es así;que A m o r le hirió para m í 1060con las saetas de p lom o.233

N o hay y e lo 234 que se le iguale.

PERALTA

P ues ¿por qué le queréis tanto?

ANTONIA

P orque m e alegro y m e espantode lo que con hom bres vale. 1065

233 las saetas de plomo: las ‘flechas del odio’, entonces, pues sabido es que, según la tópica al uso, Cupido infundía amor uti­lizando saetas de oro, en tanto que las usaba de plom o para provocar odio. Pérez de Moya, por ejemplo, cuenta: “Cupido, muy enojado, volando por el aire, asentóse en la altura del monte Parnaso y sacó dos saetas de su aljaba, una que hacía amar, que tenía la punta de oro, y otra bota, con punta de plom o, que hace aborrecer; con la que hacía amar hirió a Apolo, y con la que hacía desamar hirió a Daphne” (Philoso- fía secreta, II-xix-14, Clavería, 267-68). D e hecho, en G se explica: “Decían asimesmo que entre las saetas suyas tenía dos, la una de plom o y la otra de oro, con las cuales diferentes efectos hacía, porque la de plomo engendraba odio en los pechos que tocaba, y la de oro, crescido amor en los que hería, por sólo avisarnos que el oro rico es aquél que hace amar, y el plomo pobre aborrecer” (IV, 238-39, n. 84). Otro ejemplo en Git., 473, n. 126

234 yelo: yolo imprimen los facsímiles de la R.A.E.

166 M I G U E L D E C E R V A N T E S

¿Hay más que ver que le dan parias los más arrogantes, de la hería235 los matantes, los bravos de San Román?236

¿Y hay más que vivir segura, la que fuere su respeto,237 de verse en ningún aprieto de los de nuestra soltura?

Quien tiene nombre de suya, vive alegre y respetada; a razón enamorada, no hay ninguna que la arguya.

Vase ANTONIA.

PERALTA

Estas señoras del trato238 precian más, en conclusión,

235 hería: aquí parece usado como nombre común (en Q1 se aludió al barrio y calle sevillanos del mismo nombre: “tres agu­jeros del Potro de Córdoba y dos vecinos de la Hería de Sevi­lla, gente alegre, bien intencionada, maleante y juguetona” [XVII, 161, n. 22]): “Usan desta voz los vagabundos, llamando gente de la hería a los jácaros, baladrones y que hacen profe­sión de bravos” (Autoridades). Comp.: “Saltaron en tierra una docena de bravos de sus Percheles [...] y, como siempre he sido inclinado a toda gente de hería y pendón verde” (Estebanillo González, IV, Carreira-Cid, II, 179).

236 San Román: “Cerca del barrio de la Feria se halla el de San Román [vid. supra, v. 234]. El primero era especialmente frecuentado por los mozos ‘de la cáscara amarga’ ” (Schevill- Bonilla).

237 respeto: aquí, ‘manceba, coima’ (“Compañero o rufián de prostituta: el que tiene relaciones ilícitas en la rufianesca”, Léxico), como en RC: “Cuéntanos tu agravio, que más estarás tú en contarle que yo en hacerte vengada; dime si has habido algo con tu respecto; que si así es y quieres venganza, no has menester más que boquear” (588, n. 208).

238 del trato: ‘fulanas, prostitutas’; “del partido” se las llamó en Q1 (II, 40, n. 19).

1070

1075

E L R U F I Á N D I C H O S O 167un socarra239 valentón que un Medoro gallinato.240

En efecto, gran lisión es la desta moza loca.Ya la campanilla toca; entrémonos a lición.

Entra p e r a l t a , y salen G i l b e r t o , e s t u d i a n t e , y LUGO.

GILBERTO

Ya irás contento, y ya puedes dejar de gruñir un rato, y ya puedes dar barato,241 tal, que parezcan mercedes.

239 socarra: ‘socarrrón’. “Se usa también por lo mismo que socarronería, que es como más frecuentemente se dice” (A uto­ridades).

240 Medoro gallinato: ‘afeminado y cobarde’, como antes marión (n. 169). Vid. Q i-XXV, 243, n. 21 y XXVI, 256, n. 5, donde se alude burlescamente a la ira de Roldán provocada por las relaciones de Angélica con Medoro.

241 dar barato: ‘propina’; es modismo (“Los que ganan al juego, repartir algo con los que miran”, Refranes, 679b; “Dar barato, sacar los que juegan del montón común, o del suyo, para dar a los que sirven o asisten al juego”, Tesoro) tan fre­cuente en los textos de la época como en Cervantes: Q2-XLV, 870, n. 7 (“por el barato con que se le había dado el gobierno”) y XLIX, 900, n. 23 (“me había de dar algún escudo, por lo menos, de barato"); Git., 452, n. 46 (“—¿Quiérenme dar ba­rato, cenores?”); LV, 676, n. 165 (“en sacando el barato del que iba haciendo suertes”); etc. Fuera de Cervantes: “(Salen tres tahúres) /1 .° ¡No he de dar un ochavo de barato! / 2.° Y o le di a usted la silla. / 3.° Yo he contado. / 2.° U n barato me debe usted atrasado. / 3.° Aquella mano, yo tuve el sombrero” (J. de Cáncer, El cortesano, vv. 100-03, en Ramillete de entremeses y bailes, ed. H. E. Bergman, Madrid, Castalia, 1980, 284-85); “tras una pendencia de barato sobre uno que juzgó mal una suerte” (El diablo Cojuelo, II, Fernández-Arellano, 96); “Es

1080

1085

168 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Más me has ganado este día, 1090que yo en ciento te he ganado.

LUGO

Así es verdad.

GILBERTO

Que buen grado le venga a mi cortesía.

¿Yo tus súmulas? ¡Estaba loco, sin duda ninguna! 1095

LUGO

Sucesos son de fortuna.

GILBERTO

Ya yo242 los adivinaba;porque al tahúr no le dura

mucho tiempo el alegría,243y el que de naipes se fía, 1100tiene al quitar244 la ventura.

de ver uno de nosotros en una casa de juego con el cuidado que sirve y despabila las velas, tray orinales, cómo mete naipes y soleniza las cosas del que gana, todo por un triste real de barato” (Buscón, II-VI, Jauralde, 176).

242 Ya yo: Yo ya enmiendan Talens-Spadaccini y Rodríguez, entre otros, sin justificación alguna.

243 tahúr... /... alegría: el refrán dice: “En casa del tahúr, poco dura el alegría. Porque pronto vuelve a perder lo que ganado había” (Refranes, 131b).

244 al quitar: ‘inestable, en el aire’. Comp.: “Pedro. Entre los mesmos christianos que están allá se permite una manera de matrimonio al quitar, como çenso, la qual hallaron por las grandes penas que les llebaban los turcos si los topaban amançebados [...] Están juntos como marido y muger hasta que se quieran apartar o se arrepientan, por mejor dezir” ( Viaje de Turquía, ed. F. García Salinero, Madrid, Cátedra,

E L R U F I Á N D I C H O S O 169Hoy de cualquiera quistión

has de salir vitorioso; y adiós, señor ganancioso,que yo me vuelvo a lición. 1105

Éntrase G i l b e r t o y sale el marido de la mujer que salió primero.

MARIDO

Señor Lugo, a gran ventura tengo este encuentro.

LUGO

Señor,¿qué hay de nuevo?

MARIDO

Aquel temor de ser ofendido aún dura.

Tengo a mi consorte amada retirada en una aldea, y para que el sol la vea, apenas halla la entrada.

Con aquel recato vivo que me mandasteis tener, y muérome por saber de quién tanto mal recibo.

LUGO

Ya aquel que pudo poneros en cuidado está de suerte

1980, 408-09); “Dentro de muy pocas horas lo fue de volverse a levantar los güéspedes al quitar, haciendo la cuenta con ellos de la noche pasada el güesped de por vida” (L. Vélez de Gue­vara, El diablo Cojuelo, V, ed. E. Miralles, Barcelona, Planeta, 1986, 57).

1110

1115

170 M I G U E L D E C E R V A N T E S

que llegará al de la muerte, 1120y no al punto de ofenderos.

Quietad245 con este seguro el celoso ansiado pecho.

MARIDO

Con eso voy satisfecho,y de serviros lo juro. 1125

Hacer podéis de mi hacienda,Lugo, a vuestra voluntad.

LUGO

Pasó mi necesidad,no hay ninguna que me ofenda;

y así, sólo en recompensa 1130recibo vuestro deseo.

m a r id o

No aquel estilo en vos veo que el vulgo, engañado, piensa.

Adiós, señor Lugo.

Vase.

LUGO

Adiós.

Entra l a g a r t i j a .

Pues, Lagartija, ¿a qué vienes?246 1135

245 Quietad: ‘sosegad, tranquilizad’. Comp.: “Con esta satis- fación que me dio el gran Montesinos se quietó mi corazón del sobresalto” (Q2-XXIII, 715).

246 Todos los originales de P compulsados atribuyen el v. a Lag.

E L R U F I Á N D I C H O S O 171LAGARTIJA

¡Qué gentil remanso tienes!¿No ves que dará las dos,

Reza l u g o .

y te está esperando toda247 la chirinola248 hampesca?Ven, que la tarde hace fresca y a los tragos se acomoda.

¿Cuando te están esperando tus amigos con más gusto, andas, cual si fueras justo, avemarias tragando?

O sé rufián, o sé santo; mira lo que más te agrada.Voime, porque ya me enfada tanta Gloria y Patri tanto.

Vase LAGARTIJA.

LUGO

S olo quedo, y quiero entrar 1150en cuentas conm igo a solas, aunque lo im pidan las olas don d e tem o naufragar.

Y o h ice voto , si hoy perdía, de irm e a ser salteador: 1155

247 toda: todavía o toda vía en los diferentes ejemplares de P, aunque el v. resulta hipermétrico con ello y se altera la rima (acomoda).

248 chirinola: ‘rufianesca’; jacarandina la llamó en el v. 205 (vid, n. 80). Comp.: “por mi santiguada que arroje el bodegón por la ventana y que saque a plaza toda la chirinola desta his­toria; que bien conozco a la señora Colindres y sé que ha muchos meses que es su cobertor el señor alguacil” (CP, 925, n. 164). Vid. GS (vv. 1761 y ss., 524-25), donde se juega con el significado.

1140

1145

172 M I G U E L D E C E R V A N T E S

claro y manifiesto error de una ciega fantasía.

Locura y atrevimiento fue, el peor que se pensó,puesto que nunca obligó 1160mal voto a su cumplimiento.

Pero ¿dejaré por esto de haber hecho una maldad, adonde mi voluntadechó de codicia el resto? 1165

No, por cierto. Mas, pues sé que contrario con contrario se cura249 muy de ordinario, contrario voto haré,

y así, le hago de ser 1170religioso. Ea, Señor, veis aquí a este salteador de contrario parecer.

Virgen, que Madre de Dios fuiste por los pecadores, 1175ya os Uaman salteadores; oídlos, Señora, vos.

Ángel de mi guarda, ahora es menester que acudáis,y el temor fortalezcáis 1180

249 contrario... / ... cura: comp.: “Firme. ! ¡Ay mi señor doctor, ay doctor mío! / ¿Para sanar una mujer de firme, / no mas que una mujer es necesario? / Médico. / Todo se ha de curar con su contrario. / Firme. / ¿Y si vuelvo a sanar y enfermo luego / de mudanza y firmeza? / Médico. / Con vos misma / os untad, y si os diere pesadumbre / encomendadlo a Dios y a la costumbre” (A. Hurtado de Mendoza, Segunda parte del entremés de Miser Palomo, médico de espíritu, en Antología del entremés, ed. F. Buendía, Madrid, Aguilar, 1965, 521); “porque con su galán ha de portarse / la dama, que en pedille se desvele, / como el doc­tor con el enfermo suele, / que si a su enfermedad acaso aplica / un remedio y con él se multiplica / por ver si sana con efecto vario / luego le da con su contrario” (J. de Matos Fragoso, El galán llevado por mal, loe. cit., 707).

que en mi alma amarga mora.Ánimas de purgatorio,

de quien continua memoria he tenido, séaos notoriami angustia, y mi mal notorio; 1185

y, pues que la caridad entre esas llamas no os deja, pedid a Dios que su oreja preste a mi necesidad.

Psalmos de David benditos, 1190cuyos misterios son tantos que sobreceden a cuantos renglones tenéis escritos,

vuestros conceptos me animen, que he advertido veces tantas, 1195a que yo ponga mis plantas donde al alma no lastimen:

no en los montes salteando con mal cristiano decoro,sino en los claustros y el coro 1200desnudas, y yo rezando.

¡Ea, demonios, por mil modos a todos os desafío, y en mi Dios bueno confíoque os he de vencer a todos! 1205

Éntrase, y suenan a este instante las chirimías;250 descúbrese una Gloria o, por lo menos, un á n g e l , que,

en cesando la música, diga:

E L R U F I Á N D I C H O S O 173

2S0 chirimías: ‘trompetas’. “Instrumento músico de madera, encañonado a modo de trompeta, derecho, sin vuelta alguna, largo de tres cuartas, con diez agujeros para el uso de los dedos, con los cuales se forma la armonía del sonido según sale el aire. En el extremo por donde se le introduce el aire con la boca tiene una lengüeta de caña llamada pipa, para formar el sonido, y en la parte opuesta una boca muy ancha, como de trompeta, por donde se despide el aire” (Autoridades). Vid. Q2-XXVI, 740, n. 21; IF, 757, n. 93; GE, III, 114, n. 29; etc.

[Án g e l ]

Cuando un pecador se vuelve a Dios con humilde celo, se hacen fiestas en el cielo.251

174 M I G U E L D E C E R V A N T E S

FIN D E L A C T O P R I M E R O

251 Cuando... / ...cielo:,el lugar común bíblico se desarrolla más abajo (vv. 1935-39).

JORNADA SEGUNDA

Salen dos figuras de ninfas, vestidas bizarramente, cada una con su tarjeta en el brazo: en Ία una viene escrito

c u r io s id a d ; en la otra, c o m e d ia .252

CURIOSIDAD

Comedia.

COMEDIA

Curiosidad,¿qué me quieres?

252 El “curioso” entreacto alegórico que sigue parace repre­sentar los “pensamientos escondidos” (vid. Introd., n. 16; aquí, ‘los prejuicios clasicistas’) cervantinos ante la revolución tea­tral que supuso el Arte nuevo de Lope de Vega. Dado que ahora se aceptan parcialmente (w . 1309-10) las innovaciones del Fénix (vid. Intrd., n. 28), en contra de la actitud cerrada ante las mismas que se mantuvo en el cap. XLVIII de Q1 (479- 83, y n. 4), el presente pasaje suele interpretarse como toda una “palinodia” del credo allí expuesto. A sí y todo, creemos que la preceptiva dramática cervantina sigue siendo idéntica a la de 1605 (como demuestran las declaraciones del Prólogo a Ocho comedias [23-28], de P U [III, vv. 3171-76, 881], de Q2 [XXVI, 740], de VP [I, vv. 124-26,1232] o de PS [III-II, 1208]), si bien en el caso de RD —sólo ocasionalmente— es el género en el que se inscribe (la comedia de santos) el que impone, y

175

176 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CURIOSIDAD

Informarme 1210qué es la causa por que dejas de usar tus antiguos trajes, del coturno253 en las tragedias, del zueco en las254 manuales255 comedias, y de la toga 1215en las que son principales; cómo has reducido a tres los cinco actos256 que sabes que un tiempo te componían ilustre, risueña y grave; 1220ahora aquí representas,

justifica artísticamente, la alteración de las “unidades” que le­gitima la Comedia (vid. Introducción, pp. 43 y sigs.).

253 coturno: “Especie de calzado, a manera de borceguí [vid. g i-X X X V II, 383, n. 16], muy alto de suela” (Autoridades). Comp..· “Mostraba estar vestida de una rica y sotil tela de plata, recogida y retirada a la cintura, de modo que la mitad de las piernas se descubrían, adornadas con unos coturnos, o cal­zado justo, dorados, llenos de infinitos lazos de listones de diferentes colores” (G , VI, 344, n. 39).

254 zueco en las: cueco en los P. Covarrubias explica: “Çueco. Antiguamente fue el calzado de los comediantes, como lo era el coturno de los trágicos” (Tesoro)·, y A. López Pinciano, por su parte: “D e tres formas y maneras salían al teatro los actores anti­guos y representantes: o en chapines altos, que decían coturnos, o en mulillas, que decían zuecos, o a pie llano, que decían plani- pedia. Los coturnos y chapines altos usaban los trágicos en las personas trágicas y graves; las mulillas y zuecos, en los cómicos y ciudadanos” (Filosofía antigua poética, ed. A. Carballo Picazo, Madrid, C.S.I.C., 1973, III, 29).

255 manuales: ‘ordinarias, cotidianas; vulgares’: “—Ésos no son gobernadores de ínsulas —replicó Sansón— , sino de otros gobiernos más manuales; que los que gobiernan ínsulas, por lo menos han de saber gramática” (<¿2 -1 1 1 , 5 5 9 ) n . 14).

256 tres / ...actos: vid. Introd., n. 16.

E L R U F I Á N D I C H O S O 177y al mismo momento en Flandes;257 truecas sin discurso alguno tiempos, teatros, lugares.Véote, y no te conozco; 1225dame de ti nuevas talesque te vuelva a conocer,pues que soy tu amigo258 grande.

COMEDIA

Los tiempos mudan las cosas y perficionan las artes, y añadir a lo inventado no es dificultad notable.Buena fui pasados tiempos, y en éstos, si los mirares, no soy mala, aunque desdigo de aquellos preceptos graves que me dieron y dejaron en sus obras admirables Séneca, Terencio y Plauto, y otros griegos259 que tú sabes He dejado parte dellos,

257 ... en Flandes: recuérdese: “he visto comedia que la pri­mera jornada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la ter­cera se acabó en África, y ansí fuera de cuatro jornadas, la cuarta acababa en América, y así se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo?” (β-7-XLVIII, 481, n. 15).

258 amigo: así P, en masculino, como satisfecho en el v. 1310, que lógicamente suele editarse en femenino, atendiendo al género de la voz que habla. No obstante, teniendo en cuenta que el masculino se repite y que se trata de una voz simbólica, preferimos mantener la lección original, por si escondiese una transposición del “yo” dramático cervantino o procediese de una primera redacción con interlocutores distintos.

259 griegos: así (Griegos) el texto, lo que supone un craso error si hemos de entender que Cervantes considera griegos a los autores citados. Seguramente, el sentido recto es ‘y otros [autores] griegos que tú sabes’, sin que el calificativo se refiera a los enumerados.

1230

1235

1240

178 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y he también guardado parte, porque lo quiere así el uso, que no se sujeta al arte.260Ya represento mil cosas, 1245no en relación, como de antes,sino en hecho; y así, es fuerzaque haya de mudar lugares;que, como acontecen ellasen muy diferentes partes, 1250voime allí donde acontecen, disculpa del disparate.Ya la comedia es un mapa, donde no un dedo distanteverás a Londres y a Roma, 1255a Valladolid y a Gante.Muy poco importa al oyente que yo en un punto me pase desde Alemania a Guineasin del teatro mudarme; 1260el pensamiento es ligero:bien pueden acompañarmecon él doquiera que fuere,sin perderme ni cansarse.261Yo estaba ahora en Sevilla, 1265representando con artela vida de un joven loco,apasionado de Marte,rufián en manos y lengua,pero no que se enfrascase 1270en admitir de perdidas

260 uso, / ...arte: recuérdese a Lope de Vega, cuya doctrina subyace en este pasaje: “yo escribo por el arte que inventaron / los que el vulgar aplauso pretendieron, / porque, como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto” (Arte nuevo, vv. 45-48, ed. J. M. Rozas, Significado y doctrina del..., Madrid, S.G.E.L., 1973,182).

261 cansarse: can Jarle en los facsímiles de la R.A.E. y en Cerv. 3.209.

E L R U F I Á N D I C H O S O 179el trato y ganancia infame.Fue estudiante y rezador de psalmos penitenciales,y el rosario ningún día 1275se le pasó sin rezalle.Su conversión fue en Toledo, y no será bien te enfade que, contando la verdad,en Sevilla se relate. 1280En Toledo se hizo clérigo, y aquí, en Méjico, fue fraile, adonde el discurso ahora nos trujo aquí por el aire.El sobrenombre de Lugo 1285mudó en Cruz, y es bien se llame fray Cristóbal de la Cruz desde este punto adelante.A Méjico y a Sevillahe juntado en un instante, 1290surciendo262 con la primeraésta y la tercera parte:una de su vida libre,otra de su vida grave,otra de su santa muerte 1295y de sus milagros grandes.Mal pudiera yo traer,a263 estar atenida al arte,tanto oyente por las ventasy por tanto mar sin naves. 1300Da lugar, Curiosidad,que el bendito fraile salecon fray Antonio, un coristabueno, pero con donaires.Fue en el siglo264 Lagartija, 1305

262 surciendo: así (furziendo) P: ‘zurciendo’.263 a: n se lee en los facsímiles de la R.A.E.264 siglo: ‘mundo, vida terrena o civil’, como en Q l-X X K V ,

366, n. 16 y CE, 729, n. 148. Comp.: “Yo a lo menos, lo que yo

180 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y en la religion es sacre,265 de cuyo vuelo se espera que ha de dar al cielo alcance.

[c u r io s id a d ]

Aunque no lo quedo en todo, quedo satisfecho266 en parte, 1310amiga; por esto quiero, sin replicarte, escucharte.

Éntrame.

Sale f r a y C r i s tó b a l , en hábito de Santo Domingo, y f r a y A n to n io también.

ANTONIO

Sepa su paternidad...267

sé decir de mí, que si en el siglo estuviera y cargado de hijos, a ninguno dellos dejara estudiar semejante facultad” (A lon­so, m ozo de muchos am os, I, Guzmán, fol. 94r). Vid. infra, v. 2744.

265 sacre: “Metafóricamente significa también el que roba o usurpa con habilidad” (Autoridades)', “Ladrón de gran habili­dad” (Léxico). Comp.: “—Ese Judío también —dijo Monipo­dio— es gran sacre y tiene gran conocimiento [...] que no tiene más órdenes el ladrón que las tiene el turco, ni sabe más latín que mi madre” (RC, 601, n. 278); vid. E, I, v. 486 (“en dar con­sejos soy sacre”), 686, n. 60.

266 satisfecho: así P (vid. supra, II, n. 7).267 su paternidad...: el tránsito de rufián a fraile resulta, como

no podía ser de otro modo, muy brusco en la adaptación dra­mática. Cervantes tuvo que suprimir el largo “camino de per­fección” que el bendito padre recorrió como novicio y como religioso ejemplar (Historia, caps. XVI y ss.), a no ser que se atuviese exclusivamente a la Summa de San Román, donde los contenidos biográficos también se reducen a los hechos funda­mentales.

E L R U F I Á N D I C H O S O 181CRUZ

Entone más bajo el punto de cortesía.

ANTONIO

En verdad, 1315padre mío, que barrunto que tiene su caridad

de bronce el cuerpo, y de suerte, que tarde ha de hallar la muerte entrada para acaballe, 1320según da268 en ejercitalle en rigor áspero y fuerte.

CRUZ

Es bestia la carne nuestra, y si rienda se le da,tan desbocada se muestra, 1325que nadie la volverá de la siniestra a la diestra.

Obra por nuestros sentidos nuestra alma: así están tapidos269 y no sutiles; es fuerza 1330que a la carrera se tuerza por donde van los perdidos.

La lujuria está en el vino, y a la crápula y regalotodo vicio le es vecino. 1335

ANTONIO

Yo, en ayunando, estoy malo flojo, indevoto y mohíno.

268

269según da: fegunda P, en todos los ejemplares. tapidos: aquí: ‘embotados, torpes; groseros’. Vid. E, II,

w . 1705-06 (“Los tuyos tienes tapidos / a la voz de mis merce­des”), 727, n. 61.

182 M I G U E L D E C E R V A N T E S

D e un otro ta lle y m anera m e hallaba yo cuando eraen Sevilla tu m andil;270 1340que h acen in gen io sutillas blancas roscas271 de Utrera.

¡Oh uvas albarazadas,272 que en el pago273 de Trianapor la noche so is cortadas, 1345y os halláis a la m añana tan frescas y aljofaradas,274

que no hay cosa m ás herm osa, ni fruta que a la go losavoluntad ansí d esp ierte!275 1350¡N o esp ero verm e en la suerte que ya se pasó dichosa!

270 mandil: “Criado de rufián o de mujer pública” (Léxico). Comp.: “¡Oh picaros de cocina, sucios, gordos y lucios; pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover y de la plaza de Madrid, vistosos oracioneros, esportilleros de Sevilla, mandilejos de la hampa, con toda la caterva inumerable que se encierra debajo deste nombre picaro!” (IF, 745, n. 19). En RC se emplea trainel en el mismo sentido (584, n. 179).

271 roscas: según Schevill-Bonilla, era pan célebre por su blancura y delicado sabor.

272 uvas albarazadas: “Uva alborozada. Variedad de uva que tiene el hollejo jaspeado. Es común en Andalucía” (Aca­demia).

273 pago: ‘distrito’. “Pagos se dicen un contorno de tierras, las cuales uno o dos o más labradores las toman en rentas, y este territorio se llama pago” (Tesoro, s. u. pagar).

274 aljofaradas: ‘cubiertas con gotas de rocío’. “Los poetas suelen llamar a las lágrimas que despiden por sus ojos las damas perlas, y al prado que con las góticas del rocío resplandece, le dan por epícteto aljofarado” (Tesoro, s. u. aljófar). Vid. Q l- XLI, 416, n. 14 (“la mayor gala y bizarría de las moras es ador­narse de ricas perlas y aljófar”) y G, I, 72, n. 101 (“antes que la fresca aurora perdiese el rocío aljofarado de sus hermosos cabellos”).

275 despierte: defpierta P, que corregimos atendiendo a la rima (suerte).

E L R U F I Á N D I C H O S O 183CRUZ

Cierto, fray Antonio amigo, que esa consideraciónes lazo que el enemigo276 1355le pone a su perdición.Esté atento277 a lo que digo.

ANTONIO

Consideraba yo agora dónde estará la señora Librija, o la Salmerona, cada cual, por su persona, buena para pecadora.

¡Quién supiera de Ganchoso, del Lobillo y de Terciado, y del Patojo famoso!¡Oh feliz siglo dorado,278 tiempo alegre y venturoso,

adonde la libertad brindaba a la voluntad del gusto más esquisito!

CRUZ

¡Calle; de Dios sea bendito!

ANTONIO

Calle su paternidad y déjeme, que con esto

276 el enemigo: ‘el diablo’ (el malo en v. 2023): “y así fuera si el sagaz perturbador del género humano no lo estorbara” (CE, 710, n. 48); y vid. Q2-XXV, 729, n. 11.

277 atento: así los facsímiles de la R.A.E. y el ejemplar R. 14.483 de P, donde el resto imprimen ateneo.

278 siglo dorado: se impone recordar el discurso quijotesco de la Edad de Oro: “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados’’ (Q l-X l, 104, n. 16). Vid., también: IP, 768, n. 152 y CP, 957, n. 337.

1360

1365

1370

184 M I G U E L D E C E R V A N T E S

evacuo un pésimo humor279que me es amargo y molesto. 1375

CRUZ

Cierto que tengo temor, por verle tan descompuesto,

que ha de apostatar un día, que para los dos seríanoche de luto cubierta. 1380

ANTONIO

No saldrá por esa puerta jamás mi melencolía;

no me he de estender a más que a quejarme y a sentirel ausencia del Compás.280 1385

CRUZ

¡Que tal te dejas decir, fray Antonio! Loco estás;

que en el juicio empeora quien tal acuerdo atesoraen su memoria vilmente. 1390

ANTONIO

Rufián corriente y moliente281 fuera yo en Sevilla agora,

279 humor: “Humores. En los cuerpos vivientes son aquellos liquores de que se nutren y mantienen, y pertenecen a su cons­titución ñ'sica: como en el hombre la sangre, la cólera, flema y melancolía; y también los excrementicios, como la orina, sudor, etc.” (Autoridades). Comp.: “con la cual gozaría de más lim­pieza y se saldrían más bien los malos humores de la cabeza” (Estebanillo González, III, Spadaccini-Zahareas, 1 ,194).

280 Compás: vid. supra, I, n. 232.281 corriente y moliente: no ‘común, ordinario’, sino ‘de ley,

cabal’ (vid. Git., 441, n. 3). “Com ente y moliente. Símil de

y tuviera en la dehesa282 dos yeguas,283 y aun quizá tres, diestras en el arte aviesa.284 1395

CRUZ

De que en esas cosas des, sabe Dios lo que me pesa;

mas yo haré la penitencia de tu rasgada conciencia.Quédate, Antonio, y advierte 1400que de la vida a la muerte hay muy poca diferencia:

quien vive bien, muere bien, quien mal vive, muere mal.285

ANTONIO

Digo, padre, que está bien; 1405pero no has de hacer caudal de mí, ni enfado te den

mis palabras, que no son nacidas del corazón,que en sola la lengua yacen. 1410

CRUZ

Dan las palabras y hacen fee de cuál es la intención.

E L R U F I Á N D I C H O S O 185

molino. Usual” (Refranes, 714b). “Moliente y corriente. D el mo­lino que está cumplido en todo lo que ha menester, y por metá­fora se dice de cualquiera otra cosa” (Tesoro, s. u. moliente). Vid. g2-XIII, 632, n. 32; G it., 441, η. 3; CAE, 881, η. 30; etc. El ejem­plar R. 14.483 y los facsímiles dan mollente.

282 dehesa: ‘mancebía’; vid. supra, I, n. 190.283 yeguas: ‘coimas’; vacas les llamó en I, v. 807, n. 191.284 arte aviesa: “el arte de las prostitutas” (Léxico).285 quien ... / . . . mal: Correas recoge: “Quien bien vive, bien

muere” y “Quien mal vive en esta vida, de bien morir se des­pida” (Refranes, 401b y 416a).

E[n]tra un corista llamado f r a y á n g e l ; señálase con sola la A .

A

Padre maestro, el prior286 llama a vuestra reverencia, y espera en el corredor. 1415

Vase luego el p a d r e c r u z .

ANTONIO

Más presto es a la obediencia que el sol a dar resplandor.

Padre fray Ángel, espere.

A

Diga presto qué me quiere.

Enséñale hasta una docena de naipes.

ANTONIO

Míre.

A

¿Naipes? ¡Perdición! 1420

ANTONIO

No se admire, hipocritón, que el caso no lo requiere.

A

¿Quién te los dio, fray Antonio?

ANTONIO

Una devota que tengo.

186 M I G U E L D E C E R V A N T E S

286 prior: lo era fray Domingo de la Anunciación.

E L R U F I Á N D I C H O S O 187A

¿Devota? ¡Será el demonio! 1425

ANTONIO

Nunca con él bien me avengo; levántasle testimonio.

A

¿Están justos?287

ANTONIO

Pecadores creo que están los señores,pues, para cumplir cuarenta, 1430entiendo faltan los treinta.

A

Si fueran algo mejores, buscáramos un rincón

donde podernos holgar.

ANTONIO

Y halláramosle a sazón: que nunca suele faltar, para hacer mal, ocasión.

¡Bien hayan los gariteros magníficos y groseros, que con un ánimo franco tienen patente el tabanco288 para blancos289 y fulleros!

287 justos: juntos P, en todos los ejemplares, pese a lo cual parece errata evidente, pues rompe el zeugma, recogido di- lógicamente en la respuesta: ‘cabales’ y ‘sin culpa, honrados’.

288 tabanco: ‘garito o casa de juego’ (Léxico). En VP leemos: “Hay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja, / amiga de sonaja y morte- ruelo, / que ni tabanco ni taberna deja” (IV, vv. 169-71,1283, n. 24).

289 blancos: vid. supra, I, n. 71.

1435

1440

188 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Vamos de aquí, que el prior viene allí con el señorque lo fue de nu[e]stro Cruz, 1445gran caballero andaluz, letrado y visitador.

Éntranse.

Salen el p r i o r y t e l l o d e s a n d o v a l .

p r i o r

Él es un ángel en la tierra, cierto, y vive entre nosotros de manera como en las soledades del desierto; 1450

no desmaya ni afloja en la carrera del cielo, adonde, por llegar más presto, corre, desnudo y pobre, a la ligera;

humilde sobre modo, y tan honesto, que admira a quien le vee en edad florida 1455tan recatado en todo y tan compuesto.

En efecto, señor, él hace vida de quien puede esperar muerte dichosa, y gloria que no pueda ser medida.

Su oración es continua y fervorosa; 1460su ayuno, inimitable, y su obediencia, presta, sencilla, humilde y. hacendosa.

Resucitado ha en la penitencia de los antiguos padres, que en Egipto, en ella acrisolaron la conciencia. 1465

TELLO

Por millares de lenguas sea bendito el nombre de mi Dios; a este mancebo volvió de do290 pensé que iba precito.291

290 de do: de donde Rodríguez, con lo que se le añade una sílaba al verso, que resulta, entonces, hipermétrico.

291 precito: ‘condenado al infierno’. Comp.: “Y en un punto las causas definidas, / fueron los justos como a centro al cielo, /

E L R U F I Á N D I C H O S O 189Vuélvome a España, y en el alma llevo

tan grande soledad de su persona, 1470que quiero exagerarla y no me atrevo.

PRIOR

Vuesa merced nos deja una corona que ha de honrar este reino mientras ciña el cerco azul el hijo de Latona.292

Está entre aquestos bárbaros aún niña 1475la fe cristiana, y faltan los obreros que cultiven aquí de Dios la viña,

y la leche mejor, y los aceros, que a entrambas les hará mayor provecho.Es ejemplo de [ejstos293 jornaleros, 1480

que es menester que tenga sano el pecho el médico que cura a lo divino, para dejar al cielo satisfecho.

Entran el p a d r e c r u z y f r a y a n t o n i o .

y de precitos se ocupó el infierno” (Conde de Villamediana, Poesía impresa completa, ed. J. F. Ruiz Casanova, Madrid, Cátedra, 1990, n. 294, 377).

292 Latona: La Zona P, en todos los ejemplares compulsa­dos; lectura que suele respetarse (Schevill-Bonilla, Ynduráin, Nagy, Talens-Spadaccini, etc.), aunque hay acuerdo en que debe de ser errata (Schevill-Bonilla) por Latona (Letona Val- buena, La[t]ona Rodríguez). Si la enmienda es correcta, se trata de Leto o Latona, hija de uno de los Titanes (Ceo) y Febe, cuyo hijo, habido con Zeus, fue Apolo; por eso: el cerco azul. Comp.: “Vengamos a la corona, / que ya non resplan- desçia, / d’aquel fijo de Latona" (Marqués de Santillana, El infierno de los enamorados, VIIa*0, ed. A. Gómez Moreno y Maximilian P. A. M. Kerkhof, Obras completas, Barcelona, Planeta, 1988,137); y sin salir de Cervantes: “D e aquí saldrá a gozar de una corona / más rica, más preciosa y muy más clara / que la que ciñe al hijo de Latona" (Poesías sueltas, 1374, n. 33).

293 de \e\stos: la métrica impone añadir sílabas al original (deftos) para evitar la hipometría, que Rodríguez resuelve d/e aquejstos.

190 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Aquesta compostura de continuo294 trae nuestro padre Cruz, tan mansa y grave, 1485 que alegre y295 triste sigue su camino: que en él lo triste con lo alegre cabe.

CRUZ

Deo gracias.

PRIOR

Por siempre, amén, estas y todas nacionescon viva fe se las den. 1490

CRUZ

Suplicóte me perdones, señor, si no he andado bien,

faltando a la cortesía que a tu presencia debía.

TELLO

Padre fray Cristóbal mío, 1495esto toca en desvarío, porque toca en demasía:

yo soy el que he de postrarme a sus pies.

CRUZ

Por el oficioque tengo, puedo escusarme 1500de haber dado poco indicio de cortés en no humillarme;

294 continuo: así lee P, aunque bien podría tratarse de una errata por contino, como pide la consonancia y editan Val- buena, Nagy, Talens-Spadaccini y Rodríguez. Lo mismo ocu­rrirá en el v. 2048.

295 alegre y: alegra, y corrige Rodríguez, inexplicablemente.

E L R U F I Á N D I C H O S O 191y más a quien debo tanto,

que, a poder decir el cuánto, fuera poco.

TELLO

Yo confieso 1505que quedo deudor en eso.

PRIOR

Bien cuadra cortés y santo.

TELLO

A España parto mañana; si me manda alguna cosa,haréla de buena gana. 1510

CRUZ

Tu jornada sea dichosa: viento en popa296 y la mar llana.

Yo, mis pobres oraciones a las celestes regionesenviaré por tu camino, 1515puesto, señor, que imagino que en recio tiempo te pones

a navegar.

TELLO

La derrota297 está de fuerza que sigade la ya aprestada flota. 1520

296

297viento en popa: así en Refranes (743a). derrota: ‘rumbo, dirección’: “En Scilas ni en Caribdis no

repara, / ni en peligro que el mar tenga encubierto, / siguiendo su derrota al descubierto” (PS, I-IX, 1028, n. 10); “cuando volví de mi desmayo y me vi solo en la galeota, y que la otra, tomando otra derrota, se apartaba de nosotros” (AL, 523, n. 47); y vid. Q l-VII, 79, n. 33 o 67/., 491, n. 193.

192 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CRUZ

Ni el huracán te persiga, ni toques en la derrota

Bermuda, ni en la Florida,298 de mil cuerpos homicida,adonde, contra natura, 1525es el cuerpo sepultura viva del cuerpo sin vida.299

A Cádiz, como deseas, llegues sano, y en San Lúcar desembarques tus preseas,300 1530y, en virtudes hecho un Fúcar,301 presto en Sevilla te veas,

donde a mi padre dirás lo que quisieres, y haráspor él lo que mereciere. 1535

298 Berm uda... Florida: eran lugares, como también se cons­tata en E (III, v. 2679, 759, n. 73) y en P U (I, w . 624-27, 797), muy temidos por los navegantes, debido a los grandes vientos y tempestades que azotaban sus costas, según testimonian los textos de la época: “Yo, hermano lector, ya adivino que en oyendo quién fue mi madre, te has de santiguar de mí como de la Bermuda" (López de Úbeda, La picara Justina, Rey, 1 ,207). Montoto dice de la primera: “La principal isla del grupo des­cubierto en América por el navegante español Juan Bermúdez, en 1527 [...] Lugar peligroso para la navegación por las fre­cuentes tempestades y terribles accidentes del mar y por los atrevimientos de los piratas extranjeros” (Personajes, I, 131).

299 cuerpo.../... vida: alude a la supuesta antropofagia de los indios de tierra firme.

300 preseas: ‘alhajas, bienes; joyas’. “Joyas y cosas preciadas” (Tesoro). Comp.: “dos camisas buenas, un reloj de sol y un librillo de memoria [...] con tan poco peso como era el que tenían aquellas preseas" (RC, 566, n. 63).

301 Fúcar: por alusión a los Fúcares, los poderosos banqueros alemanes de la España imperial (“que quisiera ser un Fúcar para remediarlos”, Q2-XXIII, 719, n. 46), significa ‘hombre muy rico’ (“y hacendoso”, añade Montoto, Personajes, I, 295). En este caso: ‘poseedor de muchas virtudes, virtuosísimo’.

E L R U F I Á N D I C H O S O 193TELLO

Haré lo que me pidiere, y si es poco, haré yo más.

Y ahora, por paga pido de aquella buena intención que en su crianza he tenido, padre, que su bendición me deje aquí enriquecido

de esperanzas, con que pueda esperar que me suceda el viaje tan a cuento, que sople propicio el viento, y la fortuna302 esté queda.

CRUZ

La de Dios encierre en ésta tanta ventura, que sea la jornada alegre y presta, 1550sin que en tormenta303 se vea ni en la calma que molesta.304

ANTONIO

Si viere allá a la persona...

TELLO

¿De quién?

302 fortuna: aquí, ‘borrasca, tempestad’ (vid. el v. 1551), como en A L: “tornó a embravecerse el viento [...] Viendo esto Fetala, no quiso contrastar contra la fortuna, que tanto le perseguía, y así, mandó poner el trinquete al árbol y hacer un poco de vela” (525, n. 51); ídem, v. gr., en G, III, 159, n. 36 (“tras tanta fortuna aserenase el cielo”) o V, 285, n. 29 (“el cielo daba señales de durable y espantosa fortuna).

303 tormenta: tormento P en todos los ejemplares compulsa­dos, salvo en Cerv. 3.209 y Cerv.-Sedó. 8.698 que ofrecen res­tos de lo que parece una a semicaída.

304 molesta: molesto en los facsímiles.

1540

1545

194 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

D e la Salmerona, encájele un besapiés 1555de mi parte, y dos o tres buces30S a modo de mona.

p r io r

Fray Antonio, ¿cómo es esto?¿Cómo delante de míse muestra tan descompuesto?306 1560

ANTONIO

Ocurrióseme esto aquí, y vase el señor tan presto,

que temí que me faltara lugar do le encomendaraestos y otros besamanos; 1565que poder ser cortesanos los frailes es cosa clara.

PRIOR

¡Calle, y a vernos después!

TELLO

Por cierto que no merececastigo por ser cortés. 1570

305 buces: "Buz- E l beso de reverencia y reconocimiento que da uno a otro; y entre otras monerías que la mona hace es el buz, tomando la mano y besándola con mucho tiento” (Tesoro). Vid. supra, I, n. 51. En Q1 se lee “con buzcorona te hace reverencia” (Prels., 23, n. 81).

306 descompuesto: los originales ofrecen una o rota (casi c) en corn, la cual se ha transformado en e en los facsímiles de la R.A.E. (descempuefto).

E L R U F I Á N D I C H O S O 195PRIOR

Cierta enfermedad padece en la lengua.

ANTONIO

Ello así es; pero nunca hablo cosa

que toque en escandalosa; que hablo a la vizcaína.

PRIOR

Yo hablaré a la diciplina, lengua breve y compendiosa.

TELLO

Deme su paternidad licencia, y aqueste enojo no toque en riguridad.

ANTONIO

Si conociera al Patojo, hiciérame caridad

de saludalle también de mi parte. Aunque me den diciplina porque calle, no puedo no encomendalle aquello307 que me está bien.

PRIOR

Vuesa merced vaya en paz, que a cólera no me mueve plática que da solaz, y éste, por mozo, se atreve, y él de suyo se es locuaz;

1575

1580

1585

1590

307 aquello: en los facsímiles de la R.A.E. se ha antepuesto a esta palabra una especie de O que no figura en los originales.

196 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y sean estos abrazos muestra de los santos lazos con que caridad nos liga. 1595

Abraza a los dos.

[t e l l o ]

Mi amor, padre Cruz, le obliga a que apriete más los brazos,

y veisme que me enternezco.

CRUZ

Dios te308 guíe, señor mío,que a su protección te ofrezco. 1600

TELLO

Que me dará, yo confío, por vos, más bien que merezco.

Vase t e l l o .

PRIOR

Venga, fray Antonio, venga.

CRUZ

Déjele que se detengaconmigo, padre, aquí un poco. 1605

[p r io r ]

En buen hora; y, si está loco, haga como seso309 tenga.

Vase el p r i o r .

308 Dios te: así Cerv. 3.209 y los facsímiles, donde varios ejem­plares han perdido la s y la t.

309 seso: así en los originales (fe fo ), excepto en R. 14.483, donde se lee efo, igual que en los facsímiles de la R.A.E.

E L R U F I Á N D I C H O S O 197CRUZ

¿Que es posible, fray Antonio, que ha de caer en tal mengua, que consienta que su lengua 1610se la gobierne el demonio?

Cierto que pone mancilla ver que el demonio maldito le trae las ollas de Egipto310 en lo que dejó en Sevilla. 1615

De las cosas ya pasadas, mal hechas, se ha de acordar, no para se deleitar, sino para ser lloradas;

de aquella gente perdida 1620no debe acordarse más, ni del Compás,311 si hay compás do se vive sin medida.

Sólo dé gracias a Dios, que, por su santa clemencia, 1625nos dio de la penitencia la estrecha tabla a los dos,

para que, de la tormenta y naufragar casi cierto,de la religión el puerto 1630tocásemos sin afrenta.

ANTONIO

Yo miraré lo que hablo de aquí adelante más cuerdo, pues conozco lo que pierdo, y sé lo que gana el diablo. 1635

310 las ollas de Egipto: aquí: ‘el recuerdo de la opulencia pasada’, como en Q2: “y así se dejó atrás las ollas de Egipto” (XXI, 699, n. 33; y vid. I-XXII, 218, n. 54). Comp.: “Quise comer de las ollas de Egipto, que el bien hasta que se pierde no se conoce” (Alemán, Guzmán de Alfarache, I-i-7, Micó, 1 ,209).

311 Compás: vid. supra, I, n. 232 y II, n. 29.

198 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Ruéguele, padre, al prior que en su furia se mitigue, y no al peso me castigue de mi descuidado error.

CRUZ

Vamos, que yo le daré 1640bastantísima disculpa de su yerro, y por su culpa y las mías rezaré.

Éntranse todos.

Sale una dama llamada d o ñ a a n a t r e v iñ o ,312 un médico y dos criados. (Todo esto es verdad de la

historia).313

312 Doña Ana Treviño: el caso Ana Treviño (o Tremiño, según San Román) es el más llamativo en las fuentes históricas y se respeta con bastante fidelidad: “doña Anna Tremiño [...] cayó de vna graue enfermedad; y llegado a que los médicos la desauziaron, dolióle tanto el apartarse deste mundo, que començô a desesperar con grande despecho de su salud, assí del cuerpo como del ánima” (San Román, Consuelo, 462v; Canavaggio, 474); “Enfermó en México una mujer [...] Llamá­base doña Ana Treviño [...] La pobre mujer estaba como si no tuviera corazón, para desear su remedio [...] Estaba tan ciega y turbada, que quería que se perdiese el ánima con el cuerpo” (Dávila, Historia, XXVIII, 528a-b).

313 es verdad de la historia: a partir de aquí, la obra discurre por los cauces propios de las “comedias divinas”, dramatizando sucesos próximos a lo milagroso, que Cervantes no deja de legi­timar al amparo de la verdad de la historia, pues es práctica que recriminó en Q1-XLVIII: “Pues ¿qué si venimos a las comedias divinas?: ¡qué de milagros falsos fingen en ellas, qué de cosas apócrifas y mal entendidas, atribuyendo a un santo los milagros de otro! Y aun en las humanas se atreven a hacer milagros, sin más respeto ni consideración que parecerles que allí estará bien el tal milagro y apariencia, como ellos llaman, para que gente ignorante se admire y venga a la comedia” (481-82). Vid. Intro­ducción, p. 26.

E L R U F I Á N D I C H O S O 199MÉDICO

Vuesa merced sepa cierto que aquesta su enfermedad es de muy ruin calidad; hablo en ella como experto.

Mi oficio obliga a decillo, cause o no cause pasión; que entre razón y razón pondrá la Parca314 el cuchillo.

Hablando se ha de quedar muerta; y aquesto le digo como médico y amigo que no la quiere engañar.

DOÑA ANA

Pues a mí no me parece que estoy tan mala. ¿Qué es esto?¿Cómo me anuncia tan presto la muerte?

MÉDICO

El pulso me ofrece,los ojos y la color, 1660

esta verdad a la clara.

DOÑA ANA

En los ojos de mi cara suele mirarse el Amor.

314 Parca: “Parcas. Fingían los antiguos haber sido tres dei­dades: Cloto, Láquesis y Atropos, las cuales presidían a la vida del hombre, hilándole el copo della. La primera tenía la rueca, la segunda hilaba la mazorca, la tercera cortaba el hilo de la vida” (Tesoro). Es lugar común frecuente en Cervantes: N, II, v. 874, 1152, n. 90; g2-XXXVIII, 825, n. 18; GE, II, vv. 2088-89,102, n. 75; etcétera.

1645

1650

1655

200 M I G U E L D E C E R V A N T E S

MÉDICO

Vuesa merced se confiese, y quédense aparte burlas. 1665

c r ia d o 1

Señor, si es que no te burlas, recio mandamiento es ése.

MÉDICO

No me suelo yo burlar en casos deste jaez.

DOÑA ANA

Podrá su merced315 esta vez, 1670si quisiere, perdonar;

que ni quiero confesarme, ni hacer cosa que me diga.

MÉDICO316

A más mi oficio me obliga, y adiós.

DOÑA ANA

Él querrá ayudarme. 1675

Vase el m é d ic o .

Pesado médico y necio, siempre cansa y amohína.

315 merced: así el texto, aunque mejoraría la medida del verso editar mercé, como proponen [merce(d)\ Schevill-Boni- 11a y asume Rodríguez.

316 Médico: en P habla Don; esto es, Doña A na , pues así se abrevia su nombre en esta escena.

E L R U F I Á N D I C H O S O 201CRIADO 2

Crió Dios la medicina, y hase317 de tener en precio.318

DOÑA ANA

La medicina yo alabo, 1680pero los médicos no, porque ninguno llegó con lo que es la ciencia al cabo.319

Algo fatigada estoy.

c r ia d o 1

Procura desenfadarte, 1685esparcerte y alegrarte.

d o ñ a a n a

Al campo pienso de ir hoy.Parece que están templando

una guitarra allí fuera.

c r i a d o 1

¿Será Ambrosio? ‘

317 hase: ha Jo dan los facsímiles.318 Crió ... / . . . precio: es lugar común (J. de Aranda, Lugares

comunes de conceptos, dichos y sentencias en diversas materias, Madrid, J. de la Cuesta, 1613, fol. 135v) que recuerda al Ecle­siástico (XXXVIII, I-IV). Comp.: “Sentencia es muy celebrada, y muy recebida de todos los escritores, que Dios omnipotente hizo la medicina, y que ninguno que fuese prudente la aborre­cerá” (E. H. Enriquez, Retrato del perfecto médico, I, I. y A. Renant, 1595, 10; ídem en Alcalá,: Alonso, m ozo de muchos amos, I-VII, Guzmán, fol. 98v-99r).

319 ... la ciencia al cabo: subyace el primero de los aforismos hipocráticos, el cual es formulado por Alemán como sigue: “si es verdad su regla que ‘la vida es breve, el arte larga, la experien­cia engañosa, el juicio difícil5 ” ( Guzmán de Alfarache, I-II-4,

202 M I G U E L D E C E R V A N T E S

DOÑA ANA

Sea quienquiera; 1690escuchad, que va cantando.

Cantan dentro.

Muerte y vida me dan pena; no sé qué remedio escoja: que si la vida me enoja,tampoco la muerte es buena. 1695

Con todo, es mejor vivir:320 que, en los casos desiguales, el mayor mal de los males se sabe que es el morir.321

Calle el que canta, que atierra 1700oír tratar de la muerte: que no hay tesoro de suerte en tal espacio de tierra.

La muerte y la mocedad hacen dura compañía, 1705como la noche y el día, la salud y enfermedad;

y edad poca y maldad mucha, y voz de muerte a deshora,¡ay del alma pecadora 1710que impenitente la escucha!

Rico, 280); ídem en Enriquez, Retrato, V, 321 o en Alcalá, Alonso, m ozo de muchos amos, I-VII, fol. 105r.

320 P repite Don. ante este verso.321 el mayor ... / . . . morir: comp.: “sin entrar en nuevos tor­

mentos más insufribles que la muerte, aunque el Filósofo dijo que el mayor de los males era el morir: malorum omnium terri- billima m ors” (J. de Alcalá, Segunda parte de Alonso, m ozo de muchos amos, Valladolid, J. Morillo, 1626, 293). El tópico figura también en GE, III, vv. 2866-67, 129, n. 54 y en E, II, vv. 1128-30, 709, n. 14.

E L R U F I Á N D I C H O S O 203CRIADO 1

No me contenta mi ama; nunca la he visto peor: fuego es ya, no es resplandor el que en su vista derrama. 1715

Éntrame todos.

Sale el p a d r e f r a y a n t o n i o .

a n t o n io

Mientras el fraile no llega a ser sacerdote, pasa vida pobre, estrecha, escasa, de quien a veces reniega.

Tiene allá el predicador 1720sus devotas y sus botas,322 y el presentado323 echa gotas y suda324 con el prior;

mas el novicio y corista en el coro y en la escoba 1725

322 devotas y sus botas: el pasaje podría entenderse, según hacen Nagy y Talens-Spadaccini, como un simple juego léxico basado en botas (de vino) y el contenido de las mismas (de­botas). No obstante, el bueno de Antonio parece mucho más sagaz y bien podría estar jugando del vocablo como lo hace Lázaro en el siguiente pasaje: “No nos maravillemos de un clé­rigo ni fraile porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas [‘mancebas’] y para ayuda de otro tanto [‘mantener a sus hijos ilícitos’]” (Lazarillo de Tornes, I, Sevi­lla, 109). Comp.: “El primero que me dio canilla —dijo ella— fue el padre rector de Sevilla, de donde soy natural, el cual lo hizo con tanta devoción, que desde aquel día les soy muy devota” (J. de Luna, Segunda parte del Lazarillo, IX, ed. P. M. Piñero, Madrid, Cátedra, 1988, 324).

323 presentado: “Título que se da en algunas religiones al teólogo que ha seguido su carrera y, acabadas sus lecturas, está esperando el grado de maestro” {Autoridades).

324 suda: parece significar ‘hace méritos, saca provecho’.

204 M I G U E L D E C E R V A N T E S

sus apetitos adoba, diciendo con el salmista:Et potum meum cum fletu miscebam·325

Pero bien será callar, pues sé que muchos convienen en que las paredes tienen 1730oídos326 para escuchar.

La celda del padre Cruz está abierta, ciertamente; ver quiero este penitente,que está a escuras y es de luz.327 1735

Abre la celda; parecem el padre c r u z , arrobado, hincado de rodillas, con un crucifijo en la mano.

¡Mirad qué postura aquella del bravo rufián divino, y si hallará camino Satanás para rompella!

Arrobado está, y es cierto 1740que, en tanto que él está así, los sentidos tiene en sí tan muertos como de un muerto.

Suenan desde lejos guitarras y sonajas,329 y vocería de regocijo. (Todo esto desta máscara y visión fue verdad,

que así lo cuenta la historia del santo).

325 E t ... miscebam: ‘[Comía la ceniza con pan], y mezclaba mi bebida con el llanto’ (Salmos, CI-X).

326 las paredes ... / oídos: “[...] y los montes ojos”, añade Correas (Refranes, 211b). El refrán figura también en TA, III, w . 1661-62,1082, n. 36; G2-XLVHI, 896, n. 35; GS, III, v. 2101, 535, n. 13; E, II, w . 1703-04,727, n. 60; etc.

327 de luz: vid. supra, I, n. 20, con otro sentido.328 parece: ‘aparece, se muestra’, como en CC: “Rústico

parece por la montaña” (II, acot. tras v. 1035,179, n. 25). Es la acepción más común del español clásico, por lo que extraña que Talens-Spadaccini editen [a]parece.

329 sonajas: “Un instrumento rústico, que usan en las aldeas,

E L R U F I Á N D I C H O S O 205Pero ¿qué música es ésta?

¿Qué guitarras y sonajas, pues los frailes se hacen rajas?330 ¿Mañana es alguna fiesta?

Aunque música a tal hora no es decente en el convento.Miedo de escuchalla siento;¡válgame Nuestra Señora!

Suena más cerca.

¡Padre nuestro, despierte, que se hunde el mundo todo de música! No hallo modo bueno alguno con que acierte. 1755

La música no es divina, porque, según voy notando, al modo vienen cantando rufo y de jacarandina.331

Entran a este instante seis con sus máscaras, vestidos como ninfas, lascivamente, y los que han de cantar y tañer, con máscaras de demonios, vestidos a lo antiguo,

1745

1750

hecho de una tabla delgada, ancha como de cuatro dedos, puesta en círculo, y en ella unos agujeros más largos que anchos con igual proporción. En medio de ellos se ponen unos arambres con unas rodajas de azófar, para que dando unas con otras hagan el son. Manéjase regularmente con la mano derecha, y dan con ella sobre la palma de la izquierda” (Autoridades). Vid. Q2-XÏX, 682, n. 41 (“panderos y sona­ja s”) y Git., 444, n. 23.

330 se hacen rajas: “Hacerse rajas. Frase que con énfasis sig­nifica algún ejercicio en que algunos están, como bailar, y como darse de las astas o argüir” (Refranes, 760a). Comp.: “En tanto que Lope cantaba, se hacían rajas bailando la turbamulta de los mulantes y fregatrices del baile, que llegaban a doce” (IF, 774, n. 181).

331 jacarandina: vid. supra, I, n. 80.

y hacen su danza. (Todo esto fue así,332 que no es visión supuesta, apócrifa ni mentirosa).

Cantan:

N o hay cosa que sea gustosa sin Venus blanda, amorosa.No hay comida que así agrade, ni que sea tan sabrosa, como la que guisa Venus, en todos gustos curiosa.Ella el verde amargo jugo de la amarga hiel sazona, y de los más tristes tiempos vuelve muy dulces las horas; quien con ella trata, ríe, y quien no la trata, llora.Pasa cual sombra en la vida, sin dejar de sí memoria, ni se eterniza en los hijos, y es como el árbol sin hojas, sin flor ni fruto, que el suelo con ninguna cosa adorna.Y por esto, en cuanto el sol ciñe y el ancho mar moja, no hay cosa que sea gustosa sin Venus blanda, amorosa.

El padre Cruz, sin abrir los ojos, dice:

CRUZ

No hay cosa que sea gustosa sin la dura cruz preciosa.

332 ... fue así: en efecto: “Aparescíale el demonio en una mul­titud de moçuelas, en corro, que las traya baylando y tañendo; pero viendo quán poco effecto hazían, boluían y tornáuanse a yr” (San Román, Consuelo, fol. 460v; Canavaggio, 472); “Otra vez le aparecieron en la celda corrillos de mozuelas danzando y tañendo en su presencia, y como el santo no hacía caso de la visión se iban; y otras veces por la importunidad del demonio volvían” (Dávila, Historia, XXV, 517b).

206 M I G U E L D E C E R V A N T E S

1760

1765

1770

1775

1780

Si por esta senda estrechaque la cruz señala y forma 1785no pone el pie el que caminaa la patria venturosa,cuando menos lo pensare,de improviso y a deshora,333cairá de un despeñadero 1790del abismo en las mazmorras.Torpeza334 y honestidad nunca las manos se toman, ni pueden caminar juntaspor esta senda fragosa. 1795Y yo [sé] que en todo el cielo, ni en la tierra, aunque espaciosa, no hay cosa que sea gustosa sin la dura cruz preciosa.

E L R U F I Á N D I C H O S O 207

MÚSICO [s]

¡Dulces días, dulces ratos 1800los335 que en Sevilla se gozan; y dulces comodidades de aquella ciudad famosa, do la libertad campea,y en sucinta y amorosa 1805manera Venus camina y a todos se ofrece toda, y risueño el Amor canta con mil pasajes de gloria:no hay cosa que sea gustosa 1810sin Venus blanda, amorosa.

333 a deshora: ‘repentina, inesperadamente’, como es habi­tual en Cervantes: ¿ i-Prels., 10, n. 20; A L , 540, n. 97; E l, 642, n. 151; CC, II, v. 945,175; BA, III, v. 2248, 326; etc. Los facsí­miles dan a defltera.

334 Torpeza: ‘lujuria, concupiscencia’. Comp.: “Leonisa acre­centó en Halima el torpe deseo y el amor” {AL, 544, n. 110).

335 los: las P, en todos los ejemplares cotejados.

208 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CRUZ

Vade retro!, Sa[ta]nás,336 que para mi gusto ahora no hay cosa que sea gustosa sin la dura cruz preciosa.

Vanse los demonios gritando.

ANTONIO

Hacerme quiero mil cruces; he visto lo que aún no creo.Afuera el temor, pues veo que viene gente con luces.

CRUZ

¿Qué hace aquí, fray Antonio?

ANTONIO

Estaba mirando atento una danza de quien siento que la guiaba el demonio.

CRUZ

Debía de estar durmiendo, y soñaba.

ANTONIO

No, a fe mía, padre Cruz, yo no dormía.

Entran, a este punto, dos c iu d a d a n o s , con sus lanternas,337 y el p r io r .

1815

1820

1825

336 Sa[ta]nás: el verso resulta hipométrico sin la adenda.337 lanternas: ‘linternas’: “dos perros que con dos lanternas

andan de noche” {CAE, 888, n. 70).

E L R U F I Á N D I C H O S O 209CIUDADANO 1

Señor, com o voy d iciendo, p o n e gran lástim a oílla:

que no hay razón de provecho para en ternecerle e l p ech o 1830n i de su error divertilla;338

y, pu es habernos ven ido a ta l hora a este convento por rem edio , es argum ento que es e l daño m uy crecido. 1835

p r io r

Q u e diga que D io s no p u ed e perdonalla, caso estraño; es é se e l m ayor engaño que al pecador le sucede.

Fray Cristóbal d e la Cruz 1840está en p ie , quizá adivino que ha d e hacer este cam ino, y en é l dar a este alm a luz.

Padre, su paternidad con estos señores vaya, 1845y cuanto pueda la raya suba d e su caridad,

que anda m uy listo e l d em onio con un alm a pecadora.Vaya con el padre.

ANTONIO

¿A hora? 1850

PRIOR

No replique, fray Antonio.

338 divertilla: ‘apartarla, desviarla’: “y esto le diré siempre a tu Andrés, y no cosa alguna que le divierta de sus bien coloca­dos pensamientos” (Git., 494, n. 203); y vid. CP, 921, n. 132 (“No te diviertas, pasa adelante”).

210 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

Vamos, que a mí se me alcanza poco o nada, o me imagino que he de ver en el camino la no fantástica danza

de denantes.

CRUZ

Calle un poco,si puede.

CIUDADANO 2

Señor, tardamos, y será bien que nos vamos.

ANTONIO

Todos me tienen por loco en aqueste monesterio.

CRUZ

No hable entre dientes; camine, y esas danzas no imagine, que carecen de misterio.

PRIOR

Vaya con Dios, padre mío.

CIUDADANO 1

Con él vamos muy contentos.

CRUZ

¡Favorezca mis intentos339 Dios, de quien siempre confío!

1855

1860

1865

339 intentos: así Cerv. 3.209, frente a intento que leen los demás originales.

Sale un c l é r i g o y d o ñ a a n a d e t r e v i ñ o , y acompañamiento.

c l é r ig o

Si así la cama la cansa, puede salir a esta sala.

d o ñ a a n a

C ualquiera parte halla m ala 1870la que en ninguna descansa.

c l é r i g o

Lleguen340 esas sillas.

d o ñ a a n a

Cierto,que m e tien e su porfía, padre, helada, yerta y fría, y que e lla sola m e ha m uerto.

No me canse ni se canse en persuadirme otra cosa, que no soy tan amorosa que con lágrimas me amanse.

¡No hay misericordia alguna que me valga en suelo o cielo!

c l é r ig o

Toda la verdad del cielo a tu mentira repugna.

E n D io s no hay m enoridad de poder, y si la hubiera, 1885su m enor parte pudiera curar la m ayor maldad.

Es Dios un bien infinito,

E L R U F I Á N D I C H O S O 211

1875

1880

340 Lleguen: ‘acerquen, traigan’.

212 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y, a respeto d e qu ien es,cuanto im aginas y ves 1890vien e a ser p u n to fin ito .

DOÑA ANA

L os atributos de D io s son iguales; n o os en tien d o , n i de enten deros pretend o.M atáism e y cansáisos vos. 1895

¡B ien fuera que D io s ahora, sin que en nada reparara, sin m ás ni m ás, perdonara341 a tan grande pecadora!

N o hace cosa m al hech a, 1900y así, no ha d e hacer aquésta.

c l é r ig o

¿H ay locura com o ésta?

DOÑA ANA

N o gritéis, que no aprovecha.

Entran, a este instante, el p a d r e c r u z y f r a y a n to n i o , y pónese el padre a escuchar lo que está diciendo el c l é r i g o ,

el cual prosigue diciendo:

341 D ios ... / . . . perdonara: comp.: “e importunándola que se confessasse y encomendasse a Dios, respondía que no auía para qué, pues Dios no le auía de perdonar, ni auer misericor­dia della. Y aunque acudieron muchos religiosos [...] no vuo effecto” (San Román, Consuelo, fol. 462v; Canavaggio, 474); “Decía que no era posible que Dios le hiciese merced en la otra vida, pues de tanto tesoro la despojaba en esta. Importu­nábanla, que se confesase y encomendase a Dios, y respondía siempre que no había para qué hacer diligencias en vano, pues Dios no la había de perdonar, ni tener misericordia della [...]; fueron religiosos a verla, sin sacar más frutos que si no hubie­ran ido” (Dávila, Historia, XXVIII, 528a-29a).

E L R U F I Á N D I C H O S O 213CLERIGO

P ues nació para salvarm e D ios,vy en cruz m urió enclavado, 1905perdonará m i pecado, si está en m en os perdonarm e.

De su parte has de esperar, que de la tuya no esperes,e l gran perdón que no quieres, 1910que É l se estrem a en perdonar.De us cui proprium est misereri semper, et parcere, et misericordia eius super omnia opera eius.m

Y el· rey,343 d ivino cantor, las alabanzas que escuchas, despu és que ha dicho otras m uchas dice d e aqueste tenor: 1915Misericordias tuas, Domine, in aeternum cantabo,344

L a m ayor ofensa haces a D io s que p u ed es hacer: que, en no esperar y tem er, parece que le deshaces,

pues vas contra e l atributo 1920que É l tiene d e om nipotente: pecad o e l m ás in so len te, m ás sin razón y m ás bruto.

E n d os pecad os se ha visto que Judas quiso estrem arse, 1925y fu e e l m ayor ahorcarse que e l haber vend ido a Cristo.345

342 Deus ... eius: según la Vulgata: ‘Compasivo y misericor­dioso es el Señor, sufrido y muy misericordioso. Suave es el Señor para todos: y sus misericordias sobre todas sus obras’ {Salmos, CXLIV, VIII-IX).

343 el rey: David, Salmos, LXXXVIII-II.344 Misericordias... cantabo: ‘Cantaré eternamente las mise­

ricordias del Señor’ (Salmos, LXXXVIII-II).345 Judas ... / . . . Cristo: también en GS: “que más pecó en

214 M I G U E L D E C E R V A N T E S

H ácesle agravio, señora, grande en no esperar en É l, porque es palom a sin h ie l 1930con quien su p ecad o llora.Cor contritum et humiliatum, Deus, non des­picies,346

E l corazón hum illado,D io s por jam ás le desprecia; antes, en tanto le precia,que es fe e y caso averiguado 1935

que [se]347 regocija e l c ie lo cuando con nu eva conciencia se vu elve a hacer pen itencia un pecador en e l suelo.

E l padre Cruz está aquí, 1940b u en su ceso en todo espero.

CRUZ

P rosiga, padre, que quiero estarle atento.

d o ñ a a n a

¡A y de m í, que otro m oled or348 acude

a acrecentar m i torm ento! 1945¡Pues n o ha de m udar m i in tento , aunque m ás trabaje y sude!

¿Q ué m e queréis, padre, vos, que tan h inchado os llegáis?

ahocarse / Judas que en vender a Cristo” (III, w . 2035-36, 533; y vid. E, III, vv. 3052, 770, n. 97).

346 Cor... despides: Έ1 corazón contrito y humillado no lo despreciarás, oh D ios’ (Salmos, L-XIX).

347 [íe]: la medida del verso permite la adenda.348 moledor: ‘pesado’. “Se llama el necio, que cansa o fatiga

a otro con pesadez” (Autoridades).

E L R U F I Á N D I C H O S O 215¡B ien parece que ignoráis cóm o para m í no h ay D ios!

1950

N o hay D ios, d igo, y m i m aliciahace, con m ortal discordia, que escon d a m isericordia el rostro, y no la justicia. 1955

CRUZ

Dixit insipiens in corde suo: “non est Deus”.349 V uestra hum ildad, señor, sea

servida d e encom endarm e a D io s, que quiero m ostrarm e sucesor en su pelea.

Híncanse de rodillas el c l é r i g o , f r a y a n t o n i o y el p a d r e c r u z , y los circustantés todos.

¡D ichosa d el c ie lo puerta, 1960que levantó la caída y resucitó la vida de nuestra esperanza muerta!

¡Pide a tu parto dichoso que ablande aquí estas entrañas, 1965y m uestre aquí las hazañas de su corazón piadoso!

Et docebo iniquos vias tuas, et impii ad te con­vertentur350

M i señora doña A na de T reviño, estando ya tan cerca la partida del otro m undo, pobre es e l aliño 1970que v eo en esta am arga despedida.B lancas las alm as com o blanco arm iño han de entrar en la patria d e la vida,

349 D ixit... Deus: “Dijo el necio en su corazón: ‘No hay D ios’” (Salmos, XIII-I).

350 E t... convertentur: ‘Enseñaré a los inicuos tus caminos, y los impíos se convertirán a ti’ (Salmos, L-XV).

216 M I G U E L D E C E R V A N T E S

que ha de durar por infinitos siglos, y negras donde habitan los vestiglos.

Mirad dónde queréis vuestra alma vaya: escogedle la patria a vuestro gusto.

DOÑA ANA

La justicia de Dios me tiene a raya: no me ha de perdonar, por ser tan justo; al malo la justicia le desmaya; no habita la esperanza en el injusto pecho del pecador, ni es bien que habite.

CRUZ

Tal error de tu pecho Dios le quite.En la hora que la muerte

a la pobre vida alcanza, se ha de asir de la esperanza el alma que en ello advierte;

que, en término351 tan estrecho, y de tan fuerte rigor, no es posible que el temor sea al alma de provecho.

El esperar y el temer en la vida han de andar juntos, pero en la muerte otros puntos han de guardar y tener.El que, en el palenque puesto,

teme a su contrario, yerra; y está, el que animoso cierra,352 a la vitoria dispuesto.

En el campo estáis, señora; la guerra será esta tarde; mirad que no os acobarde el enemigo en tal hora.

1975

1980

1985

1990

1995

2000

351 término: termido P en todos los ejemplares cotejados.352 cierra: ‘ataca, arremete; pelea’.

E L R U F I Á N D I C H O S O 217DOÑA ANA

Sin armas, ¿cóm o h e d e entrar en e l trance riguroso, 2005sien do e l contrario m añoso y duro d e contrastar?

CRUZ

Confiad en el padrino y en el juez, que es mi Dios.

DOÑA ANA

P arece que dais lo s dos en un m ism o desatino.

D[e]jadme,353 que, en conclusión, tengo el alma de manera que no quiero, aunque Dios quiera, gozar de indulto y perdón.

¡Ay, que se me arranca el alma!¡Desesperada me muero!

CRUZ

Demonio, en Jesús espero que no has de llevar la palma

desta empresa. ¡Oh Virgen pura!¿Cómo vuestro auxilio tarda?¡Ángel bueno de su guarda, ved que el malo354 se apresura!

Padre mío, no desista de la oración, rece más, que es arma que a Satanás le vence en cualquier conquista.

353 D[e]jadme: la primera e y buena parte de la D - se han perdido en todos los ejemplares de P comparados.

354 el malo: ‘el [ángel] malo, el diablo’, como el enemigo (supra, II, n. 25).

2020

2025

2010

2015

218 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

Cuerpo ayuno y desvelado fácilmente se empereza, y, más que reza, bosteza, indevoto y desmayado.

DOÑA ANA

¡Que tan sin obras se halle mi alma!

CRUZ

Si fee recobras,355 yo haré que te sobren obras.

DOÑA ANA

¿Hállanse, a dicha, en la calle?¿Y la[s] que he hecho hasta aquí

han sido sino de muerte?

CRUZ

Escucha un poco, y advierte lo que ahora diré.

DOÑA ANA

Di.

CRUZ

Un religioso que ha estado gran tiempo en su religión, y con limpio corazón siempre su regla ha guardado,

haciendo tal penitencia, que mil veces el prior le manda tiemple el rigor en virtud de la obediencia;

2030

2035

2040

2045

355 fee recobras: fefe cobras P, en todos los ejemplares.

y él, con ayunos continuos,356 con oración y hum ildad, busca d e riguridad los m ás ásperos caminos:

e[l] duro suelo es su cama; sus lágrim as, su bebida, y sazona su com ida de D io s la am orosa llama;

un canto aplica a su pech o con golpes, de ta l m anera, que, aunque de diam ante fuera, le tuviera ya deshecho;

por huir del torpe357 v icio de la carne y su regalo, su cam isa, aunque esté m alo , es de un áspero silicio;358

descalzo[s] siem pre lo s p ies, de toda m alicia ajeno, am ando a D ios por ser bueno, sin mirar otro interés.

DOÑA ANA

¿Q u é quieres deso inferir, padre?

356 continuos: posible errata por continos (vid. supra, v. 1484, n. 43). Por lo demás, se sigue la información histórica de cerca: “Y fuéle contando todos sus exercicios, sus disciplinas y ayunos” (San Román, Consuelo, fol. 463r; Canavaggio, 474); “Refirióle las asperezas de la orden, los largos ayunos, mala cama [...] Contóle sus particulares devociones y extraordina­rios ayunos” (Dávila, Historia, XXVIII, 530b).

357 torpe: ‘sensual, libidinoso’.358 silicio: ‘cilicio’: “vestidura corta, tosca, tejida de cer­

das, por cuya aspereza la usan inmediata al cuerpo las per­sonas penitentes, eligiéndola más o menos ancha, según la parte que quieren mortificar. También se hace de cadenillas de hierro enrejadas con púas” (A utoridades). Vid. IF, 796, n. 277.

E L R U F I Á N D I C H O S O

2050

2055

2060

2065

219

220 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CRUZ

Que digáis, señora, si este tal podrá, en la hora angustiada del morir,

tener alguna esperanza de salvarse.

DOÑA ANA

¿Por qué no? ¡Ojalá tuviera yo la menor parte que alcanza

de tales obras tal padre!Pero no tengo ni aun una que en esta angustia importuna a mis esperanzas cuadre.

CRUZ

Yo os daré todas las mías, y tomaré el grave cargo de las vuestras a mi cargo.

DOÑA ANA

Padre, dime: ¿desvarías? ¿Cómo se puede hacer eso?

CRUZ

Si te quieres confesar, los montes puede allanar de caridad el exceso.

Pon tú el arrepentimiento de tu parte, y verás luego359 cómo en tus obras me entrego, y tú en aquellas360 que cuento.

2070

2075

2080

2085

2090

359 luego: ‘en seguida, inmediatamente’.360 aquellas: aquellos consta en todos los ejemplares de P,

que corregimos, de acuerdo con la enmienda generalizada, sin

E L R U F I Á N D I C H O S O 221DOÑA ANA

¿D ón d e están lo s fiadores361 qu e aseguren e l concierto?

CRUZ

Y o esto y b ien seguro y cierto que nad ie lo s dio m ejores, 2095

ni tan grandes, n i tan buenos, ni tan ricos, n i tan llanos, p u esto q ue son soberan os362 y de inm ensa alteza llenos.

DOÑA ANA

¿A qu ién m e dais?

CRUZ

A la pura, 2100sacrosanta, rica y bella que fue m adre y fu e doncella , crisol de nuestra ventura.

A C risto crucificado os doy por fiador tam bién; 2105d óyosle n iñ o en B elén , perdido y después hallado.363

demasiado convencimiento, pues bien podría tratarse de una concordancia ad sensum —tan frecuentes en Cervantes— con ‘sacrificios’, ‘hechos piadosos’, etc.

361 los fiadores: “Pues, padre, ¿quién ha de ser el fiador en ese concierto? [...] Hija mía, la gloriosa Santa Úrsula con las once mil virgines quiero que me fíe” (Dávila, Historia, XXVIII, 531b).

362 son soberanos: piénsese en “La deuda pagada” de Ber- ceo (Milagros de Nuestra Señora, η. XXIII) y en los fiadores que se le dan al judío prestamista.

363 niño ... / . . . hallado: San Lucas, II, XLI-LI.

222 M I G U E L D E C E R V A N T E S

DOÑA ANA

L os fiadores m e contentan; lo s testigos, ¿quién serán?

CRUZ

C uantos en e l c ie lo están 2110y en sus escaños se sientan.

DOÑA ANA

E l contrato referid, porque yo q u ed e enterada d e la m erced señalada que m e hacéis.

CRUZ364

Cielos, oíd: 2115“Yo, fray Cristóbal de la Cruz, indigno religioso y profeso en la sagrada orden del patriarca felicísimo

364 Aunque allí va dirigido a la pecadora y no a los cielos, los contenidos del siguiente parlamento coinciden exactamente con los de las fuentes: “Pues, porque veays, hija, cómo desseo vuestra saluación, dixo él, confiado de la misericordia diuina, yo os hago donación de todos los méritos de mis obras hasta oy, para que, como vuestras, os valgan ante el summo juez; y si confessárades vuestros peccados con verdadera contrición y arrepentimiento, yo tomaré sobre mí el dar cuenta a Dios dellos, y haré la penitencia que vos auíades de hacer por ellos, para que [...] partáys libre desta vida, absuelta de vuestras cul­pas” (San Román, Consuelo, fol. 463v; Canavaggio, 475); “Pues porque veáis (hija mía) cómo deseo vuestra salvación, confiado en la divina misericordia, os hago señora y poseedora de todo el merecimiento de mis buenas obras hasta este punto, para que delante del Supremo Juez os valgan como vuestras propias; y si os confesáredes enteramente, yo tomo a mi cuenta la pena que merecíades por vuestras culpas, y haré penitencia por todas ellas, de tal suerte, que si Dios os llevare desta vida, vais acompa­ñada de todas mis obras” (Dávila, Historia, XXVIII, 531a).

E L R U F I Á N D I C H O S O 223Domingo santo, en esta forma digo:Que al alma de doña Ana de Treviño, que está presente, doy de buena gana todas las buenas obras que yo he hecho en caridad y en gracia, desde el punto que dejé la carrera de la muerte y entré en la de la vida; doyle todos mis ayunos, mis lágrimas y azotes, y el mérito santísimo de cuantas misas he dicho, y asimismo doyle mis oraciones todas y deseos, que han tenido a mi Dios siempre por blanco; y, en contracambio, tomo sus pecados, por inormes que sean, y me obligo de dar la cuenta365 dellos en el alto y eterno tribunal de Dios eterno, y pagar los alcances366 y las penas que merecieren sus pecados todos.Mas es la condición deste concierto que ella primero de su parte ponga la confesión y el arrepentimiento.”

ANTONIO

¡Caso jam ás o íd o es éste , padre! 2140

c l é r ig o

Y caridad jamás imaginada.

CRUZ

Y, para que me crea y se asegure, le doy por fiadores a la Virgen

365 cuenta: cueuta imprimen todos los ejemplares de P.366 alcances: “Alcance. Es la diferencia que en un ajuste de

cuentas resulta del cargo a la data” (Autoridades). Comp.: “que cuanto más ofende / el malo al bueno, tanto más aumenta / el temor del alcance de la cuenta” (“D e la pérdida de la Armada que fue a Inglaterra”, Poesías, 1403).

2120

2125

2130

2135

224 M I G U E L D E C E R V A N T E S '

Santísima María y a su Hijo,y a las once m il virgines benditas, 2145que son m is valedoras y abogadas;y a la tierra y el cielo hago testigos1,y a tod os los p resen tes qu e m e escuchan.M oradores d el c ie lo , n o se os paseesta ocasión , pu es que p o d éis en e lla 2150m ostrar la caridad vuestra encendidá; :ped id al gran P astor d e lo s rebañosdel cielo y de la tierra que no dejeque llev e Satanás esta ovejuelaque é l alm agró367 con su preciosa sangre. 2155Señora, ¿no aceptáis este concierto?

DOÑA ANA

Sí acepto, padre, y pido, arrepentida, confesión, que me muero.

CLÉRIGO

¡Obras son éstas,gran Señor, de las tuyas!

ANTONIO

¡B u en o queda e l padre Cruz ahora, hecha arista 2160e l alm a, seca y so la com o espárrago!Paréceme que vuelve al Sicut erat, y que deja el breviario y se acomoda con el barcelonés368 y la de ganchos.Siem pre fue liberal, o m alo o b ueno. 2165

367 almagró: ‘tiñó de rojo, marcó con almagre [tierra roja]’. “U n modo de decir hay tomado de los ganados que pasan a extremo, a los cuales señalan con distintos caracteres de alma­gre para ser conocidos los rebaños y el dueño” (Tesoro, s.u. almagre). En IF se lee: “se les pone el rostro como si se le hubiesen jalbegado con bermellón y almagre” (745, n. 13).

368 barcelonés: ‘broquel’ (Léxico)', vid. supra, I, n. 6.

E L R U F I Á N D I C H O S O 225DOÑA ANA

Padre, n o m e d ilate este rem edio; oiga las culpas que a su cargo quedan, que, si n o le desm ayan por ser tantas, y o m oriré segura y confiada q ue h e d e alcanzar perdón de todas ellas.

CRUZ

Padre, vaya al convento , y dé esta nueva a nuestro padre, y ruéguele que haga general oración, dando las gracias a D io s d este suceso m ilagroso, en tanto que a esta nueva pen iten te o igo de confesión .

ANTONIO

A m í m e place.

CRUZ

V am os d o estem os solos.

DOÑA ANA

E n buen hora.

C l é r ig o

¡O h b ienaventurada pecadora!

2170

2175

FIN D E LA S E G U N D A J O R N A D A

JO R N A D A T E R C E R A

Entra369 un c i u d a d a n o y el p r i o r .

CIUDADANO

O igan los c ie los y la tierra en tienda tan nu eva y tan estraña m aravilla, 2180y su paternidad a oílla atienda;

que, p u esto que no p ueda referilla con aquellas razones que m erece, peor será que deje de decilla.

A p en a s a la v ista se le ofrece 2185doña A n a al padre Cruz, sin la fe pura que a nuestras esperanzas fortalece,

cuando, con caridad firm e y segura, hizo con ella un cam bio d e tal suerte, que cam bió su desgracia en gran ventura. 2190

Su alm a de las garras d e la m uerte eterna arrebató, y volvió a la vida, y de su pertinacia la divierte;370

369 Entra: es muy frecuente que en las acotaciones de Ocho comedias se emplee el verbo en singular, con independencia de que el sujeto sea múltiple, de ahí que respetemos la falta de concordancia (vid. BA, I, w . 626-27, 268 o GS, II, vv. 1752-53, 524).

370 divierte: ‘aparta’ (vid. supra, II, n. 87).

227

228 M I G U E L D E C E R V A N T E S

la cual, com o se v iese enriquecida con la dádiva santa q ue e l b en d ito 2195padre le dio sin tasa y sin m edida,

alzó al m om en to un p iad oso grito al c ie lo , y con fesión p id ió llorando, con voz hum ilde y corazón contrito;

y, en lo que antes dudaba n o dudando, 2200de sus deudas d io cuenta m uy estrecha a qu ien agora las está pagando;

y lu ego , sosegada y satisfecha, todos lo s sacram entos receb idos, dejó la cárcel d e su cuerpo estrecha. 2205

O yéronse en lo s aires d ivid idos coros de voces dulces, d e m anera que quedaron suspensos lo s sentidos;

dijo al partir d e la m ortal carrera que las once m il virgines estaban 2210todas en torno d e su cabecera;

por lo s ojos las alm as distilaban de gozo y m aravilla lo s p resen tes, que la süave m úsica escuchaban;

y, apenas por los aires transparentes 2215v o ló d e la contrita pecadora e l alm a a las reg ion es refu lgen tes,

cuando en aquella m ism a fe liz hora se v io d e l padre Cruz cubierto e l rostro de lepra,371 adonde e l asco m ism o m ora. 2220

371 ...de lepra: “Esto hecho, dio su alma a su autor, quedando todos con confiança que la recibió en su gran misericordia [...] Después desto, le dio Dios una graue y pesada enfermedad que [...] fue vna lepra, o mal de Sant Lázaro, de que se puso tan lla­gado, cabeça y todo el cuerpo [...]” (San Román, Consuelo, 464r; Canavaggio, 475); “La dichosísima mujer gozó de los mereci­mientos del santo, y el que con tanta caridad se puso en prisión, subjectándose a la pena de ajenas culpas, comenzó luego a sen­tir [...] lepra que Dios le envió, para que le afligiese trece años, hasta que le acabó la vida” (Dávila, Historia, XXVIII, 533a).

E L R U F I Á N D I C H O S O 229V o lv ed los ojos, y veréis e l m onstruo,372

que lo es en santidad y en la fiereza, cuya fealdad a n ad ie le da en rostro.373

Entra el padre c r u z , llagado el rostro y las manos; tráenle dos c iu d a d a n o s de los brazos, y f r a y a n to n i o .

c r u z

Acompaña a la lepra la flaqueza; no me puedo tener. ¡Dios sea bendito, 2225que así a pagar mi buen deseo empieza!

PRIOR

Por e se tan borrado sob reescrito374 n o podrá con oceros, varón santo, quien n o os mirare m uy de h ito en h ito .375

372 monstruo: así (monítruo) P, que en alguna ocasión (Val- buena, Nagy) se ha editad/o mostro, quizás preferible (aunque mejor monstro: Q l-X IV, 133; NE, Prels., 436; GS, II, v. 1860, 527; PU, I, v. 457, 791; etc.) ya que salvaguarda la consonancia (rostro) y es término muy usado en la época. Algo similar pasaba en contino (supra, II, ns. 43 y 105) y ocurrirá en condina (infra, v. 2734).

373 da en rostro: ‘enfada, repele’. “D ar en rostro. Es: ‘enfadar y dar hastío una cosa’, y ‘dar en cara’” (Refranes, 677a). Vid. PU, I, v. 459,791 (“y, si es injusta, es bien que te dé en rostro").

374 sobreescrito: aquí: ‘apariencia, aspecto; cara’ (rostro des­lustrado dice más abajo [v. 2238]). “Metafóricamente se toma por la fisonomía del rostro” (Autoridades). Comp.: “—Si este peregrino fuera pobre, no trujera consigo cruz tan rica, cuyos muchos y ricos diamantes sirven de claro sobrescrito de su riqueza” (PS, IV-VIII, 1357); “El doctor [...] no tuvo lugar de mirar el señalado rostro de su mujer, que lo primero que hizo [...] fue a mirarse [sic] al espejo; y, viéndose el sobrescrito con algunos borrones, lo sintió de manera que en muchos días no se quitó del rostro un rebozo” (V. Espinel, Marcos de Obre- gón, I-IV, Carrasco, 1 ,115-16).

375 de hito en hito: ‘fijamente, frente a frente’ (Refranes, 685b): “Miraba Sancho a don Quijote de en hito en hito, en

230 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CRUZ

P adre prior, no se ad elan te tanto 2230vuestra afición que m e llam éis con nom bre que m e cuadra tan m al, que yo m e espanto.

Inútil fraile soy , p ecad or hom bre, p u esto que m e acom paña un b u en deseo; m as no dan lo s d eseos ta l renom bre. 2235

CIUDADANO [1]

En vos contemplo, padre Cruz, y leo la paciencia de Job, y su presencia en vuestro rostro deslustrado veo.

Por la ajena m alicia la inocen cia vuestra salió, y pagó tan de contado, 2240cual lo m uestra e l rigor d esta dolencia.

Obligástesos hoy, y habéis pagado hoy.

CRUZ

A lo m en os, d e pagar espero , pues de m i voluntad q u ed é obligado.

CIUDADANO 2

¡O h, en la viña d e D io s gran jornalero! 2245 ¡O h caridad, brasero y fragua ardiente!

CRUZ

Señores, hijo soy de un tabernero;376y si es que adulación no está presente,

tanto que los tales vituperios le decía, y compungióse de manera que le vinieron las lágrimas a los ojos” (Q2-XXVIII, 757, n. 32). Otro ejemplo en CP, 914, n. 101 (“mirando de hito en hito al maestro”).

376 hijo ... tabernero: es uno de los detalles (y Cervantes insiste bastante en él; vv. 2269,2538 y 2603) ausentes en la cró­nica de Dávila Padilla y contemplados por San Román en el

E L R U F I Á N D I C H O S O 231y p u ed e la hum ildad hacer su oficio ,cese la cortesía, aquí indecente. 2250

ANTONIO

Y o , traidor, que a la gula, en sacrificio del alm a, y a la ham pa, engendradora de tod o torpe y asqueroso v icio ,

digo qu e m e consagro d esd e agora para lim piar tus llagas y curarte, 2255hasta e l fin de m i v ida o su mejora;

y n o tendrá conm igo alguna parte la vana adulación, pues, de contino ,377 antes rufián que santo h e d e llam arte.

C on esto no hallará ningún cam ino 2260la vanagloria para hacerte guerra, en em igo casero y repentino.

CIUDADANO 2

Venistes para bien de aquesta tierra.¡Dios os guarde mil años, padre amado!

CIUDADANO 1

¡Sólo en su pech o caridad encierra! 2265

CRUZ

Padres, recójanme, que estoy cansado.

Éntranse todos, y salen dos demonios: el uno con figura de oso,™ y el otro como quisieren. (Esta visión fue ver­

dadera, que ansí se cuenta en su historia.)

Consuelo de penitentes: “y verán estos ciegos que me alaban y engrandescen quán engañados viuen en hacer caso de un hijo de vn tauernero” (fol. 459v; Canavaggio, 471-72).

377 de contino: vid. supra, I, n. 229.378 figura de oso: “Aparescióle una vez el enemigo en figura

de vn osso muy feroz y espantoso” (San Román, Consuelo, fol. 460v; Canavaggio, 472); “Otra vez [...] se le apareció el

232 M I G U E L D E C E R V A N T E S

SAQUIEL375¡Q ue así n os la quitase d e las m anos!

¡Q ue así la m ies tan sazonada nuestra la segase la h o z d e l tabernero!¡R en iego d e m í m ism o, y aun ren iego! 2270¡Y q u e tu v iese D io s p or b u en o y justotal cam balache! E stú vose la dam aal p ie de cuarenta años en sus v icios,desesperada d e rem ed io alguno;llega estotro b u en alm a, y dale lu ego 2275los tesoros d e gracia que teníaadquiridos p or C risto y por sus obras.¡G entil razón, gen til guardar justicia, y gen til igualar d e desiguales y contrapuestas prendas: gracia y culpa, 2280b ien es de gloria y d e l in fierno m ales!

VISIEL

C om o fu e e l corredor d esta m ohatra380 la caridad, facilitó e l contrato, p u esto que desigual.

SAQUIEL

D e sa m anera, m ás rica queda e l alm a d este rufo, 2285por haber dado cuanto b ien tenía , y tom ad o381 e l ajeno m al a cuestas, que antes estaba que e l contrato h iciese.

demonio en figura de oso de aspecto feroz y muy horrible” (Dávila, Historia, XXV, 517a).

379 Saquiel: así se le denomina al personaje con regularidad en las acotaciones de P, aunque en el dramatis personae se leía Saquel (vid. I, n. 3).

380 corredor desta mohatra: ‘artífice de este enredo’ (vid. supra, I, n. 154).

381 tomado: así el original, pese a lo que suele editarse tomando (Ynduráin, Valbuena, Nagy).

E L R U F I Á N D I C H O S O 233VISIEL

N o sé qué te responda; só lo veo que n o p u ed e ninguno de nosotros alabarse que ha v isto en e l infierno algún caritativo.

SAQUIEL

¿Q uién lo duda? ¿Sabes qué v eo , V isie l am igo?Q u e n o es equ ivalente aquesta lepra que p ad ece este fraile, a lo s torm entos que pasara doña A n a en la otra vida.

VISIEL

¿N o adviertes que ella p u so de su parte grande arrepentim iento?

SAQUIEL

F ue a lo s finesde su m alvada vida.

VISIEL

E n un instante nos quita de las m anos D io s al alm a que se arrepiente y sus p ecad os llora; cuanto y m ás, que ésta estaba enriquecida con las gracias del fraile h i de bellaco.

SAQUIEL

M as d este gen eroso , a lo qu e entiendes, ¿qué será dél agora que está seco e inútil para cosa desta vida?

2290

2295

2300

2305

234 M I G U E L D E C E R V A N T E S

VISIEL

¿A q u eso ignoras? ¿N o sabes que co n o cen 382 sus frailes su virtud y su ta len to , su ingen io y su bondad , partes bastantes para que le en com ien d en su gob ierno? 2310

SAQUIEL

¿L uego, será prior?

VISIEL

¡M uy p o co dices!Provincial le verás.

SAQUIEL

Y a lo adivino.E n e l jardín está; tú n o te m uestres,que yo quiero a m is so la s383 darle un toq u econ que siquiera a ira le provoq ue. 2315

Éntranse.

Sale f r a y á n g e l y f r a y a n t o n i o .

ANTONIO

¿Q ué trae, fray Á n gel? ¿Son huevos?

A

H able, fray A n to n io , q u ed o .384

382 El verso suma doce sílabas, por lo que podría suprimirse (Schevill-Bonilla, Ynduráin, Valbuena) el que\ también cabría editar Eso en vez de Aqueso.

383 a mis solas: comp.: “como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas como sentado a par de un emperador” (Q l-X I , 103).

384 quedo: ‘bajo, despacio’.

E L R U F I Á N D I C H O S O 235ANTONIO

¿Tiene miedo?

A

Tengo miedo.

ANTONIO

Déme dos de los más nuevos,de lo s m ás frescos, le d igo, 2320

que m e lo s quiero sorber así, crudos.

A

Hay que hacer primero otra cosa, amigo.

ANTONIO

Siem pre acudes a m i ruego dilatando tus m ercedes. 2325

A

Si estos huevos comer puedes, veslos aquí, no los niego.

Muéstrale dos bolas de argolla.385

385 bolas de argolla: “Argolla. Juego así dicho porque se pone clavando en tierra una punta o espiga, que tiene por cabeza una argolla, dicha comúnmente aro, con unas rayas hechas al borde de uno de los lados de ella; y con una pala acanalada se tiran unas bolas a embocar por ella, que si se meten por donde no tiene las rayas, no sólo no se gana, pero es necesario tirar otra vez a deshacer lo hecho” (Autoridades). Covarrubias lo relaciona con el juego denominado truco (vid. Ejemplares, Prels., 431, n. 27). Comp.: “pendíale del lado izquierdo una calabaza de más que mediana estatura, y apesgábale el cuello un rosario, cuyos padrenuestros eran mayores que algunas

236 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

¡O h coristas y novicios!L a m ano q ue e l b ien d ispensaos quite de la d espensa 2330las cerraduras y quicios;

la yerba d e l p ito 386 o s dé, que abre todas cerraduras, y veáis, estando a escuras,com o e l luciérnago ve; 2335

y, señores d e las llaves, sin tem or y sobresalto , deis un gen eroso asalto a las cosas m ás süaves;

busquéis hebras d e toc in o , 2340sin hacer d e l u n to caso, y en p en a n te387 y lim pio vaso deis dulces sorbos d e vino;

de alm endra m orisca y pasa vuestras m angas se vean llenas, 2345y jam ás m uelas ajenas a las vuestras pongan tasa;

cuando en la tierra com áis pan y agua co n querellas,h a llé is em panadas b ellas 2350cuando a la celda volváis;

hágaos la p aciencia escudo

bolas de las con que juegan los muchachos al argolla” (PS, III-VI, 1235, n. 13).

386 yerba del pito: “ C u en tan q u e esta ave busca c ierta yerba, con la cual se ab re cu a lqu iera c e rra d u ra d e h ierro y la hace sal­ta r , y p a ra h acer e s ta experiencia sue len los pasto res cerrarles y a tacarles el n ido , p a ra que tray én d o la la p u ed an co nocer” (Tesoro, s.u. pito).

387 penante: “D ícese de una especie de vasija usada antigua­mente en España, para beber, la cual se hacía muy estrecha de boca, a fin de que fuese dando corta cantidad de bebida” (Aca­demia). Comp: “y esas artesillas son para él estrechas y penan­tes búcaros” (Q2-XXXII, 788, n. 40).

E L R U F I Á N D I C H O S O 237en cualquiera vuestro aprieto; mándeos un prior discreto, afable y no cabezudo.

A

Deprecación bien cristiana, fray Antonio, es la que has hecho; que aspiró a nuestro provecho es cosa también bien llana.

Grande miseria pasamos y a sumo estrecho388 venimos los que misa no decimos y los que no predicamos.

[a n t o n io ]

¿Para qué son esas bolas?

a

Yo las llevaba con fin de jugar en el jardín contigo esta tarde a solas,

en las horas que nos dan de recreación.

ANTONIO

¿Y llevasargolla?389

A

Y paletas nuevas.

ANTONIO

¿Quién te las dio?

2355

2360

2365

2370

388 estrecho: ‘apuro, calamidad; miseria’.389 de recreación... / ... argolla: en P, la partición de los vv. es

como sigue: “de recreación / Ant. y lleuas argolla?”

238 M I G U E L D E C E R V A N T E S

A

Fray Beltrán.Se las envió su prima,

y él me las ha dado a mí.

ANTONIO

Con las paletas aquíharé dos tretas de esgrima. 2375

Precíngete390 como yo, y entrégame una paleta, y está advertido una treta391 que el padre Cruz me mostró

cuando en la jácara fue 2380águila volante y diestra.Muestra, digo; acaba, muestra.

A

Toma, pero yo no sé de esgrima más que un jumento.

ANTONIO

P on te d e aquesta m anera: 2385vista alerta; e se p ie, fuera, p u esto en m ed io m ovim iento .

Tírame un tajo volado

390 Precíngete: ‘Cíñete’. “Precingar. Ceñir la ropa talar” (Vocabulario).

391 treta: por lo que sigue, ‘artimaña o estrategia de esgrimi­dor’ (vid. R C , 590, n. 219): “los bravos ausentes que se nom­braron, la destreza que allí se puso en su punto, levantándose en mitad de la cena a poner en prática las tretas que se les ofrecían, esgrimiendo con las manos, los vocablos tan exquisi­tos de que usaban” (CP, 929, ns. 196 y 197); “se me ofreció una treta por el cuarto círculo con el compás mayor, conti­nuando la espada para matar sin confesión al contrario” (Quevedo, Buscón, II-I, Cabo, 109). Se menciona alguna a continuación.

E L R U F I Á N D I C H O S O 239a la cabeza. ¡N o ansí;que é se es revés,392 p ese a mí! 2390

A

¡Soy un asno enalbardado!

ANTONIO

É sta es la brava postura que llam an p u erta de h ierro lo s jaques.

A

¡N otable yerro y disparada locura! 2395

ANTONIO

D o y broquel, saco e l b a ld eo ,393 levanto , señalo o pego, rep áram e394 en cruz, y lu ego tiro un tajo de v o leo .

E ntra e l p a d r e c r u z , arrim ado a un bácu lo y rezan do en un rosario.

392 tajo ... / . . . revés: ‘cuchillada, con la espada, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, respectivamente’. Son dos de “las cinco tretas que tenían preeminencia de poder consti­tuir herida, según los diestros”, como bien anotan Schevill- Bonilla. Comp.: “Esos gavilanes habían de ser más largos, para reparar los tajos que se forman sobre el centro de las estoca­das” (Quevedo, Buscón, II-I, Cabo, 108).

393 baldeo: vid. supra, I, n. 91.394 repárome: ‘protéjome, cúbrome; defiéndome’: “comen­

zaron desde lejos a llover piedras sobre don Quijote, e l cual, lo mejor que podía, se reparaba con su adarga” (Q l-W l, 48, n. 17).

240 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CRUZ

Fray A n to n io , basta ya; 2400no m ueran m ás, si es p osib le .

A

¡Qué confusión tan terrible!

CRUZ

¡Buena la postura está!N o se os p u ed en em botar

las agudezas d e loco . 2405

ANTONIO

Ind igesto estaba un p oco , y q u ísem e ejercitar

para hacer la d igestión , que d icen que es con ven ien te el ejercicio veh em en te . 2410

CRUZ

Vos tenéis mucha razón;m as yo os daré un ejercicio

con que os haga por la p o sta 395 digerir a vuestra costala superfluidad del vicio; 2415

vaya y p óngase a rezar dos horas en penitencia; y p u ed e396 su reverencia, fray Á n gel, ir a estudiar,

395 p or la posta: ‘rápidamente’. “Modo adverbial con que, además del sentido recto de ir corriendo la posta, translaticia- mente se explica la prisa, presteza y velocidad con que se eje­cuta alguna cosa” (Autoridades). Vid. Q l-K V , 143, n. 26 (“había de venir, po r la posta y en seguimiento suyo”).

396 puede: puedo en el ejemplar R. 14.483 y en los facsímiles de la R.A.E.; el resto ofrece puede con una -e más (Cerv.-Sedó. 8.698) o menos (R. 10.692) confusa.

E L R U F I Á N D I C H O S O 241y déjese de las tretas

deste valiente mancebo.

ANTONIO

¿Las bolas?A

Aquí las llevo.

ANTONIO

Toma, y lleva las paletas.

Éntrase f r a y An t o n io y f r a y á n g e l ,

c r u z

De la escuridad del suelo te saqué a la luz del día,Dios queriendo, y yo querría llevarte a la luz del cielo.

Vuelve a entrar s a q u ie l , vestido de oso.(Todo fue ansí).

SAQUIEL

Cambiador nuevo en el mundo, por tu voluntad enfermo,¿piensas que eres en el yermo algún Macario397 segundo?

¿Piensas que se han de avenir bien para siempre jamás, con lo que es menos lo más, la vida con el morir,

soberbia con humildad, diligencia con pereza,

2420

2425

2430

2435

397 Macario: Macario es el nombre de varios santos anaco­retas discípulos de San Antonio Abad. Quizá aluda a San Macario el Alejandrino, o el joven (306-395).

242 M I G U E L D E C E R V A N T E S

la torpedad con lim pieza, la virtud co n la m aldad?

Engáfiaste; y es tan cierto 2440n o avenirse lo que d igo , que puedes ser tú testigo desta verdad con que acierto.

CRUZ

¿Q ué quieres d eso inferir, en em igo Satanás? 2445

SAQUIEL

Q u e es locura en la qu e das dignísim a d e reír;

que en e l c ie lo ya n o dan puerta a que entren d e rondón ,398 así com o entró un ladrón, 2450q ue entre tam bién un rufián.

CRUZ

C onm igo en balde te p on es a disputar; que yo sé que, aunque te sob re399 en la fe, m e has d e sobrar tú en razones. 2455

D im e a qué fue tu venida, o vu élvete , y no hab les m ás.

SAQUIEL

Mi venida, cual verás, es a quitarte la vida.

398 de rondón: ‘súbitamente, de improviso’. Vid. BA, III, v. 2175, n. 21 (“venido tan de rondón”) y D D , 832, n. 104 (“tan de rondón y a rienda suelta”).

399 te sobre: ‘te sobrepase, te supere’: “Tú, el de Esquilache príncipe, que cobras / de día en día crédito tamaño, / que te adelantas a ti mismo y sobras” (VP , II, w . 253-55, 1251-52). Vid. PU, I, v. 404, 789, n. 47 (“me sobra en riqueza”).

EL R U F I Á N D I C H O S O

CRUZ

Si es que traes de Dios licencia, fácil te será quitalla, y más fácil a mí dalla con promptísima obediencia.

Si la traes, ¿por qué no pruebas a ofenderme? Aunque recelo que no has de tocarme a un pelo, por muy mucho que te atrevas.

¿Qué bramas? ¿Quién te atormenta? Pero espérate, adversario.

SAQUIEL

Es para mí de un rosario bala la más chica cuenta.

Rufián, no me martirices; tuerce, hipócrita, el camino.

CRUZ

Aun bien que tal vez, malino, algunas verdades dices.

Vase el demonio bramando.

Vuelve, que te desafío a ti y al infierno todo, hecho valentón al modo que plugo al gran Padre mío.

¡Oh alma!, mira quién eres, para que del bien no tuerzas; que el diablo no tiene fuerzas más de las que tú le dieres.

Y, para que no rehuyas de verte con él a brazos,Dios rompe y quiebra los lazos que pasan las fuerzas tuyas.

2460

2465

2470

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2480

2485

243

244 M I G U E L D E C E R V A N T E S

Vuelve a entrar f r a y a n t o n io con un plato de hilas400 y paños limpios.

¿E s eso desesperar?

CRUZ

N o , por cierto , h ijo m ío; m as es esta en ferm edad de una cierta calidad,q ue curarla e s desvarío. 2495

V ien e d e l cielo .

ANTONIO

É ntrese, padre, a curar.

c r u z

P arécem e qu e es locura pretender a m i m al cura. 2490

ANTONIO

ANTONIO

¿E s p osib le qu e tan m ala cosa encierra e l c ie lo , do e l b ien se encierra?T én go lo por im posib le.

¿E staráse ahora holgan do 2500doña A na, que te la d io , y estarém e en balde y o tu rem edio procurando?

Entra f r a y á n g e l .

400 hilas: ‘vendas’: “otras cosas necesarias, como eran hilas y ungüentos para curarse” (Q l- l l l , 47; y vid. GE, I, v. 584,52, n. 39).

E L R U F I Á N D I C H O S O 245A

Padre Cruz,, m ándem e albricias,·101 que han eleg id o prior. 2505

CRUZ

Si no te las da el Señor, de mí en vano las codicias.

Mas, decidme: ¿quién salió?

A

Salió su paternidad.

CRUZ

¿Yo, padre?

A

Sí, en m i verdad. 2510

ANTONIO

¿Burlaste, fray Ángel?

A

No.

CRUZ

¿Sobre unos hombros podridos tan pesada carga han puesto?No sé qué me diga desto.

401 albricias: “Las dádivas, regalos, u dones que se hacen pidiéndose, o sin pedirse, por alguna buena nueva, o feliz suceso a la persona que lleva u da la primera noticia al interesado” (Autoridades). Comp.: “Si las buenas nuevas [...] no merecieren alcanzar en albricias el perdón” (Git., 502, n. 223); “Pido, en albricias deste buen suceso” (GE, III, v. 2999,134, n. 65).

246 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

Cególes Dios los sentidos: que si ellos te conocieran

como yo te he conocido, tomaran otro partido y otro prior eligieran.

A

Ahora digo, fray Antonio, que tiene, sin duda alguna, en esa402 lengua importuna entretejido el demonio:

que si ello no fuera ansí, nunca tal cosa dijera[s].403

ANTONIO

Fray Ángel, no hablo de veras; pero conviene esto aquí.

Gusta este santo de verse vituperado de todos, y va huyendo los modos do pueda ensoberbecerse.

Mira qué confuso está por la nueva que le has dado.

A

Puesto le tiene en cuidado.

ANTONIO

El cargo no aceptará.

CRUZ

¿No saben estos benditos

2515

2520

2525

2530

2535

402 esa: así (effa ) el original, pese a lo que suele editarse eso (Valbuena, Nagy, Talens-Spadaccini).

403 dijera[s]: de nuevo, la rima (veras) exige la adenda.

E L R U F I Á N D I C H O S O 247com o soy sim ple y grosero, y hijo d e un tabernero, y padre de m il delitos?

ANTONIO

Si yo pudiera dar voto , 2540a fe que n o te le diera; antes, a todos dijera la vida que de hom bre ro to404

en Sevilla y en T o led o te vi hacer.

CRUZ

T iem po te queda: 2545dila, am igo, porque pueda escaparm e d este m iedo

que ten go de ser prelado, cargo para m í indecente;405que ¿a qué será suficiente 2550hom bre que está tan llagado

y que ha sido un...?

404 roto: aquí: ‘licencioso, perdido’. Comp.: “Y aunqu’el guante estaba sano, / fue la cuasa dél tan rota, / que por correrme temprano / anduvo de mano en mano / como si fuera pelota” (D. de San Pedro, Obras completas, ed. D. Severin y K. Whinnom, III, Madrid, Castalia, 1979, 253).

405 prelado/... indecente: el nombramiento como Prior ocurreen Dávila Padilla antes del caso de Ana Trevifio, pero elrechazo de Cristóbal se respeta: “diciendo al Provincial, que enninguna manera había de aceptar el priorato [...] Yo soy un pobre hombre (decía) ruin por mi persona, de poca estima por mis padres [...] y no querrá Dios que yo afrente tan ilustre con­vento como el de Méjico, ocupando lugar que no merezco” (Dávila, Historia, XXV, 516a). San Román respeta el orden, pero es menos explícito: “No fue parte la enfermedad para poderse escusar de los cuydados del gouierno, porque le com­pelió la obediencia [...] a que fuesse prior de México” (Con­suelo, fol. 464v; Canavaggio, 475).

248 M I G U E L D E C E R V A N T E S

ANTONIO

¿Q ué? ¿R ufián?Que por Dios, y así me goce, que le vi reñir con docede hería y de San R om án;406 2555

y en T o led o , en las V en tilla s,407 con s ie te terciopeleros, é l h ech o zaqu e,408 e llos cueros, le v id e hacer m aravillas.

¡Q ué de capas v i a sus pies! 2560¡Q ué d e broq u eles rajados!¡Qué de cascos abollados!Hirió a cuatro: huyeron tres.

Para aq ueste m in isterio sí que le d iera m i voto , 2565p orque en é l fuera e l m ás doto rufián d e nuestro hem isferio;

p ero para ser prior n o le diera yo jam ás.

CRUZ

¡O h, cuánto en lo c ierto estás, 2570A n ton io !

ANTONIO

¡Y cómo, señor!

406 de hería ... Román: vid. supra, I, ns.- 235 y 236.407 Ventillas: vid. supra, I, n. 36; por lo que ahora importa:

“En tres años que tardó en parecer y volver a su casa, apren­dió a jugar a la taba en Madrid, y al rentoy en las Ventillas de Toledo, y a presa y pinta en pie en las barbacanas de Sevilla” (IF, 744, n. 8).

408 hecho zaque: ‘embriagado, borracho’. “Zaque. El odre pequeño de cuero en que trajinan agua o vino, y como decimos del que está borracho, que está hecho un cuero, se dice en el reino de Toledo que está hecho un zaque, que sinifica lo mesmo” (Tesoro). Comp.: “Los jenízaros archies, / que están siempre zaques hechos” (BA, III, w . 2337-38, n. 39). Vid. Q l-X l, 104, n. 15.

E L R U F I Á N D I C H O S O 249CRUZ

A sí cual quieres te goces, cristiano y fraile, y sin m engua, que des un filo a la len gu a409 y d igas m i vida a voces. 2575

Entra el prior y otro fraile de acompañamiento.

PRIOR

Vuestra paternidad nos dé las manos, y bendición con ellas:

CRUZ

Padres míos,¿adonde a m í tal sum isión?

PRIOR

Mi padrees ya nuestro prelado.

ANTONIO

¡B uenos cascos tien en , por vida m ía, lo s que han h ech o 2580 sem ejante elección!

PRIOR

Pues ¿qué, no es santa?

ANTONIO

A un Job hacen prior, que no le falta si no es el muladar y ser casado

409 d es... lengua: comp.: “Salgárnosles al encuentro, y date un filo a la lengua en la piedra de la adulación” (RM, 974, n. 14); “—Paso, Clodio, no digas mal de los reyes, que me parece que te quieres dar algún filo a la lengua para cortarles el crédito” (PS, I-XVIII, 1066).

250 M I G U E L D E C E R V A N T E S

para serlo del todo. ¡En fin, son frailes! Quien tiene el cuerpo de dolores lleno, ¿cómo podrá tener entendimiento libre para el gobierno que requiere tan peligroso y trabajoso oficio como el de ser prior? ¿No lo ven claro?

CRUZ

¡Oh qué bien que lo ha dicho fray Antonio! ¡El cielo se lo pague! Padres míos,¿no miran cuál estoy, que en todo el cuerpo no tengo cosa sana? Consideren que los dolores turban los sentidos, y que ya no estoy bueno para cosa, si no es para llorar y dar gemidos a Dios por mis pecados infinitos.Amigo fray Antonio, di a los padres mi vida, de quien fuiste buen testigo; diles mis insolencias y recreos, la inmensidad descubre de mis culpas, la bajeza les di de mi linaje, diles que soy de un tabernero hijo, porque les haga todo aquesto junto mudar de parecer.

PRIOR

Escusa débil es ésa, padre mío; a lo que ha sido, ha borrado lo que es. Acepte y calle, que así lo quiere Dios.

CRUZ

¡Él sea bendito! Vamos, que la esperiencia dará presto muestras que soy inútil.

2585

2590

2595

2600

2605

E L R U F I Á N D I C H O S O 251ANTONIO

¡V ive e l c ie lo , 2610que m erece ser Papa tan b u en fraile!

A

Que será provincial, yo no lo dudo.

ANTONIO

Aqueso está de molde.410 Padre, vamos, que es hora de curarte.

CRUZ

Sea en buen hora.

ANTONIO

V a a ser prior ¿y por no serlo llora? 2615

Éntranse.

Salen l u c i f e r , con corona y cetro, el más galán demonio y bien vestido que ser pueda, y s a q u ie l y v is ie l , como

quisieren, de demonios feos.

l u c if e r

D e sd e e l instante que salim os fuera de la m en te eternal, ángeles siendo, y con soberbia voluntad y fiera fu im os e l gran pecado aprehendiendo, sin querer ni p oder de la carrera 2620torcer donde una vez fu im os subiendo, hasta ser derribados a este asiento, do no se adm ite e l arrepentim iento;

410 está de molde: ‘es seguro’, como en Q l: “¡Ciertos son los toros: mi condado está de molde!" (XXXV, 365, n. 13); tam­bién “sabe de molde” (D D , 816, n. 64) o “viene aquí de molde” (CP, 921, n. 134).

252 M I G U E L D E C E R V A N T E S

digo que d esd e en ton ces se recoge la fiera envid ia en este p ech o fiero , 2625de ver que el c ie lo en su m orada acoge a quien pasó tam b ién d e D io s e l fuero.En mí se estiende y en Adán se encoge la justicia de Dios, manso y severo, y dél gozan los hombres in eterno, 2630y mis secuaces, deste duro infierno.

Y , n o con ten to A q u é l q u e d io en un palo la vida, que fue m uerte d e la m uerte, d e verm e despojado del regalo de m i prim era aventajada suerte, 2635quiere que se a lce con411 e l c ie lo un m alo, un pecador b lasfem o, y qu e se acierte a salvar en un corto y b reve in stan te un ladrón que n o tuvo sem ejante;

la pecadora púb lica412 arrebata 2640de sus p ies e l p erdón de sus pecad os, y su historia santísim a dilata por sig los en los años prolongados; un cam biador, qu e en sus usuras trata, deja a so la una v o z sus intricados 2645libros, y por m anera nunca vista le pasa a ser d ivino coronista;413

y agora quiere que un rufián se asiente en los ricos escañ os de la gloria, y que su vida y m uerte n os la cu en te 2650alta, fam osa414 y verdadera historia.Por esto inclino la soberbia frente, y quiero que mi angustia sea notoria a vosotros, partícipes y amigos,

411 se alce con: ‘usurpe, arrebate; se apodere de’: “Pero sus enojos se parecían bien en mi pelo y en mi salud: alzóseme con la ración y los huesos” (CP, 921, n. 138).

412 pecadora pública: María Magdalena.413 divino coronista: San Mateo.414 famosa: ‘digna de fama, excelente’. Comp.: “la historia

de vuestro fam oso don Quijote” (ζλΖ-Prels., 12).

E L R U F I Á N D I C H O S O 253y de m i m al y m i rancor testigos;

n o para que m e deis con su elo alguno, p u es ten erle nosotros no e s posib le , sino porque acudáis al oportuno punto que hasta lo s santos es terrible.E ste rufián, cual n o lo fu e ninguno, por su fealdad al m undo aborrecible, está ya d e partida para el c ie lo , y hum ilde apresta el levantado vu elo .

A cud id y turbadle lo s sentidos, y entib iad , si es posib le , su esperanza, y d e sus vanos pasos y perdidos h aced le tem erosa rem em branza; n o lleg u e alegre v o z a sus o ídos que prom eta segura confianza de haber cum plido con la deuda y cargo que por su caridad tom ó a su cargo.

¡Ea!, que espira ya, despu és que h a hecho prior y provincial tan b ien su oficio , que tien e al suelo y cie lo satisfecho, y da de que es gran santo gran indicio.

SAQUIEL

N o será nuestra ida de provecho, porque será de hacerle b eneficio , pues siem pre que a los brazos h e v en id o 415 con él, queda con palm a416 y yo vencido.

LUCIFER

M ientras no arroja e l postrim ero aliento, 2680 b ien se p u ed e esperar que en algo tuerza

415 a los brazos he venido: ‘me he enfrentado, he contendido’. Comp: “no quiero venir contigo a los brazos” (Q2-LXVIII, 1036); “ponerme a los brazos con sus fuerzas” (GS, I, v. 505, 486); “del que a los brazos con el viento viene” (“Canción segunda, de la pér­dida de la armada que fue a Inglaterra”, Poesías, 1400).

416 queda con palma: ‘lleva la palma [vid. supra, w . 753 y 2019], triunfa’.

2655

2660

2665

2670

2675

254 M I G U E L D E C E R V A N T E S

e l peso , puesto en duda e l p ensam iento; que a v eces p u ed e m ucho nuestra fuerza.

VISIEL

Y o cum pliré, señor, tu m andam iento:que adonde hay m ás bondad , allí se esfuerza 2685más mi maldad. Allá voy diligente.

LUCIFER

Todos venid, que quiero estar presente.

Éntranse todos, y salen tres a lm a s , vestidas con tunice- las de tafetán blanco,417 velos sobre los rostros y velas

encendidas.

ALMA 1

H oy , herm anas, que es e l día en quien, por nuestro con su elo , las puertas ha abierto e l c ie lo 2690d e nuestra carcelería,

para venir a e ste punto tod o llen o de m isterio, viend o en este m onasterioal gran C ristóbal difunto, 2695

al alm a d evota418 suya b ien será la acom pañem os, y a la reg ión la llevem os do está la eterna A lelu ya .

ALMA 2

F elice jornada es ésta, santa y bienaventurada,

2700

417 tunicelas... blanco: ‘túnicas [vid. CC , II, 187, n. 50] de seda [vid. El, 621, n. 73] blanca’; comp.: “Altisidora [...] vestida una tunicela de tafetán blanco, sembrada de flores de oro” (<22- LXX, 1049).

418 devota: denota ofrecen los facsímiles de la R.A.E., pese a que todos los ejemplares cotejados de P rezan deuota.

pues se hará, con su llegada, en tod os los cie los fiesta;

que, llevando en com pañía alm a tan devota nuestra, darán m ás claro la m uestra de júb ilo y de alegría.

ALMA 3

E lla abrió con oraciones, ayunos y sacrificios, de nuestra prisión los quicios, y abrevió nuestras pasiones.

C uando en libertad vivía, de nosotras se acordaba, y e l rosario nos rezaba con d evoción cada día;

y cuando en la religión entró, com o habernos visto, m uerto al d iablo y vivo a Cristo, aum entó la devoción .

Ni por la riguridad 2720de las llagas que en sí tuvo, jamás indevoto estuvo, ni falto de caridad.

Prior siendo y provincial, tan manso y humilde fue, 2725que hizo de andar a pie y descalzo gran caudal.

Trece años ha que ha vivido llagado, de tal manera,que, a no ser milagro, fuera 2730en dos días consumido.

ALMA 1

Remite sus alabanzas al lugar donde caminas, que allí las darán condignas al valor que tú no alcanzas; 2735

E L R U F I Á N D I C H O S O 255

2705

2710

2715

256 M I G U E L D E C E R V A N T E S

y m ezclém on os agora entre su acom pañam iento, escuchando e l sen tim ien to deste su am igo qu e llora.

Éntranse.

Sale f r a y a n t o n io llorando, y trae un lienzo manchado de sangre.

ANTONIO

A ca b ó la carrera 2740d e su cansada vida; dio al su elo lo s despojos; d el cuerpo v o ló al c ie lo la alm a santa.¡O h padre, q ue en e l siglo·119fu iste m i nube obscura, 2745m as en e l fuerte asilo,que así es la relig ión , m i n orte fuiste!Trece años ha que lidias, por ser caritativosobre e l hum ano m odo, 2750con podredum bre y llagas insufribles; m as lo s m anchados paños d e tus sangrientas llagas se estim an m ás agoraque delicados y o lorosos lienzos: 2755con e llos m il enferm oscobran salud entera;m il420 veces les im prim enlos lab ios m ás ilustres y señores.T us p ies , que m ientras fu iste 2760provincial, anduvieron a p ie in fin itas421 leguas

419 siglo: vid. supra, II, n. 13.420 mil: Mis P en todos los ejemplares compulsados.421 infinitas: infininitas P en todos los ejemplares.

por lod os , por barrancos, p or m alezas, agora so n 422 reliquias, agora te los besan tus súbditos, y aun todos cuantos pu ed en llegar a d on d e yaces.T u cuerpo, que ayer era espectácu lo horrendo, según llagado estaba, h oy es bruñida p lata y cristal lim pio:423 señal qu e tus carbuncos,424 tus grietas y aberturas, que podrición vertían,425 estaban por m ilagro en ti, hasta tanto q ue la deuda pagases de aquella pecadora q ue fu e lim pia en un punto:¡tanto tu caridad con D io s valía!

Entra el p r i o r .

PRIOR

Padre Antonio, deje el llanto, 2780y acuda a cerrar las puertas,

422 son: soys P en todos los ejemplares.423 cristal limpio: tal cual lo relata Dávila Padilla: “Fue cosa

maravillosa. Apenas había expirado, cuando se le quitaron todas las llagas del rostro y del cuerpo. Quedó blanco y her­moso el que antes estaba moreteado y leproso. E l cuerpo que antes estaba asqueroso, quedó con un olor muy regalado” (Historia, XXXVIII, 569a). Más escueto, San Román: “dio el alma al Señor, quedando de la blancura y lindeza del cielo” (Consuelo, 465v; Canavaggio, 476).

424 carbuncos: aquí: ‘heridas, llagas’. “Carbunco. Enferme­dad virulenta y contagiosa, frecuente y mortífera en el ganado lanar, vacuno, cabrío y a veces en el caballar; es transmisible al hombre, y está causada por una bacteria específica” (Acade­mia).

425 vertían: así Cerv. 3.209, donde el resto de ejemplares edi­tan vertía.

E L R U F I Á N D I C H O S O

2765

2770

2775

257

258 M I G U E L D E C E R V A N T E S

p orque si las ha lla abiertas el pu eb lo , que acude tanto,

no n os han d e dar lugar para enterrar a su am igo. 2785

ANTONIO

A u n q ue se cierren, yo d igo que h a p oco d e aprovechar.

N o ha de bastar diligencia, pero con tod o , allá iré.

Entra f r a y á n g e l .

A

¿D ón d e vas, padre?

ANTONIO

N o sé. 2790

A

A cu d a su reverencia, que está tod a la ciudad

en e l con ven to , y se arrojan sobre e l cuerpo, y le despojan con tanta celeridad. 2795

Y e l virrey426 está tam bién en su celda.

PRIOR

P adre A n to n io ,

426 virrey: lo era entonces don Luis de Velasco, quien ocupósu cargo en 1550 y trabajó en mejorar la situación del reino.Inauguró en 1553 la Universidad de Méjico y fundó ciudades como San Felipe de Ixthahuaca y San Miguel el Grande. Murió en 1564 y fue uno de los gobernadores más gloriosos del reino.

E L R U F I Á N D I C H O S O 259venga a ver el testimonio que el cielo da de su bien.

Entrame todos.

Salen dos ciudadanos: el uno con lienzo de sangre, y el otro con un pedazo de capilla.™

CIUDADANO 1

¿Qué lleváis vos?

CIUDADANO 2

U n lien zo d e sus llagas. 2800¿Y vos?428

CIUDADANO 1

De su capilla este pedazo, que le precio y le tengo en más estima que si hallara una mina.

CIUDADANO 2

Pues salgamos aprisa del convento, no nos quiten los frailes las reliquias.

CIUDADANO 1

¡B ueno es eso ! 2805¡A ntes daré la vida que volvellas!

E ntra otro.

427 También esto es “verdad de la historia”: “Todos luego llegaron a besarle las manos; y acudiendo a buscar los paños de sus llagas” (San Román, Consuelo, 465v; Canavaggio, 476); “comenzaron a buscar los trapos viejos con que se curaba las Hagas [...] y los guardan hasta hoy, con estima y experiencia de que son reliquias del santo” (Dávila, Historia, XXXVIII, 569b).

428 vos: los facsímiles de la R.A.E. estampan voy en el reclamo del fol. l l l r.

260 M I G U E L D E C E R V A N T E S

CIUDADANO 3

Yo soy, sin duda, la desgracia misma;n o h e p od id o topar de aqueste santosiquiera con un hilo de su ropa,p u esto qu e429 vo y con ten to y satisfecho 2810con haberle b esad o cuatro v eceslo s santos p ies, d e quien o lor desp idedel cielo; pero ta l fu e é l en la tierra.E l virrey le trae430 en hom bros, y sus frailes, y aquí, en aquesta b ó v ed a del claustro, 2815le qu ieren enterrar. M úsica suena; p arece que es d e l c ie lo , y n o lo dudo.

Traen al santo tendido en una tabla, con muchos rosarios sobre el cuerpo; tráenle en hombros sus frailes y el v i r r e y ; suena lejos música de flautas o chirimías; cesando la música, dice a voces dentro l u c i f e r ; o, si quisieren, salgan

los demonios al teatro.

LUCIFER

Aun no puedo llegar siquiera al cuerpo,para vengar en él lo que en el almano pude: ta les armas le d efien den . 2820

SAQUIEL

No hay arnés431 que se iguale al del rosario.

LUCIFER

Vamos, que en sólo verle me confundo.

429 puesto que: ‘aunque’ {vid. supra, I, n. 66).430 le trae: [tráele] Rodríguez, para evitar la supuesta hiper-

metría.431 arnés: ‘armadura’. “Armas de acero defensivas, que se

vestían y acomodaban al cuerpo, enlazándolas con correas y hebillas, para que le cubriese y defendiese” (Autoridades). Vid. G il, 478, n. 145 y CC, III, v. 2404, 226, n. 40.

E L R U F I Á N D I C H O S O 261SAQUIEL

No habernos de parar hasta el profundo.432

ANTONIO

¿Oyes, fray Ángel?

A

Oigo, y son los diablos.

VIRREY

H áganm e caridad sus reverencias, 2825que torne yo otra vez a ver e l rostro deste b en d ito padre.

PRIOR

Sea en buen hora.Padres, abajen, póngan le [en e l suelo], que, pu es la d evoción de su excelencia se estien d e a tanto, b ien será agradalle. 2830

VIRREY

¿Que es este el rostro que yo vi ha dos días de horror y llagas y materias lleno?¿Las manos gafas433 son aquéstas, cielo?

432 profundo: “El infierno de los condenados y el de las almas del paganismo” (Academia). Comp.: “Estoy tan en el profundo / que idolatrara el castigo, / si se hundiera conmigo / cuanto me cansa en el mundo” (Víllamediana, Obras, ed. J. M. Rozas, Madrid, Castalia, 1980, n. 163, 342).

433 gafas: ‘leprosas’, como en Q2: “—Por Dios —dijo San­cho—, que vuesa merced me trae por testigo de lo que dice a una gentil persona, puto y gafo, con la añadidura de m eón” (XXIX, 761, n. 11). Comp.: “[A]l confessor preciosso, el ser­món acabado, / vínoli un enfermo que era muy lazrado: / gafo natural era, duramente afollado, / non era de bergüenza de parecer osado” (G. de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos,

262 M I G U E L D E C E R V A N T E S

¡O h alm a, que vo lan d o a las serenasregion es, n os dejaste testim on io 2835d el fe lice cam ino que h o y has hecho!Clara y limpia la caja do habitaste,abrasada prim ero y ahum ada434con e l fu ego en cen d id o en que se ardía,tod o d e caridad y am or d ivino. 2840

CIUDADANO 1

D éjen n osle besar sus reverencias lo s p ies siquiera.

PRIOR

D ev o c ió n m uy justa.

VIRREY

H agan su o fic io , padres, y en la tierra435 escondan esta joya tan d e l cielo; esa esperanza nuestro m al rem edia . 2845Y aquí da fin fe lice esta com edia.

F IN D E S T A C O M E D I A

Hase de advertir que todas las figuras de mujer desta comedia las pueden hacer

solas dos mujeres.

CDLXXV, ed. T. Labarta de Chaves, Madrid, Castalia, 1972, 154). Vid. GS, I, v. 446, 483, n. 55 (“échente de la tierra como a gafo”).

434 ahumada: ahumana ofrecen todos los ejemplares P com­pulsados, que no encaja en absoluto en el contexto y que no encontramos nunca en la obra de Cervantes.

435 En Ynduráin sigue hablando el prior.

INDICE D E LAMINAS

Entre páginas

Portada de la primera ed ic ió n ................................ 102-103

Grabado de J. Comba sobre la obra de Ricardo Sepulveda E l corral de la Pacheca .................. 102-103

Pedro Nicoli, M onum ento a Cervantes enAlcalá de Henares ............................................... 162-163

Retrato apócrifo de M iguel de Cervantes, por Juan de Jáu regu i............................................ 162-163

Armauirumque
Armauirumque

ESTE LIBRO

SE TERMINÓ DE IMPRIMIR

EL DÍA 23 DE OCTUBRE DE 1997.