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L OS USOS DEL AGUA EN LA AGRICULTURA, NUEVAS TENDENCIAS ε↵ INTRODUCCIÓN La historia de la humanidad, muestra un fuerte vín- culo entre desarrollo económico y disponibilidad de recursos naturales, particularmente en lo que se re- fiere al recurso agua. No obstante, su aprovecha- miento ha traído consigo elevados costos, los que se manifiestan en una cada vez más creciente compe- tencia por su usufructo, conflictos entre usuarios y una presión sobre el ambiente. Mientras que la demanda por este recurso está en aumento en todos los sectores, en la mayoría de los países del mundo, el sector agrícola sigue siendo el mayor consumidor. El crecimiento constante en la de- manda de productos agrícolas, para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento –ali- mentos, fibras y ahora biocombustibles- ha presio- nado para que éste sector sea –de modo habitual- el mayor consumidor. Se espera que esta tendencia se mantenga. De forma paralela, se están generando nuevos pro- cesos que representan una presión adicional a los re- cursos locales. Entre estos, vale la pena destacar, los cambios en el estilo de vida de millones de personas, la modificación en los patrones de consumo de alimen- tos, así como el rápido crecimiento de las ciudades y de ciertas industrias, que están reclamando un incre- mento en la disponibilidad de agua. ε↵ Raúl Ochoa Bautista y César Ortega Rivas, Especialistas Agro- pecuarios «A» de la Dirección General de Operaciones Financieras de ASERCA. Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASERCA/SAGARPA). MERCADOS Y COMERCIALIZACIÓN

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�lOS USOS DEl AGUA EN lAAGRICUlTURA, NUEVAS TENDENCIAS ε↵

INTRODUCCIÓN

La historia de la humanidad, muestra un fuerte vín-culo entre desarrollo económico y disponibilidad de recursos naturales, particularmente en lo que se re-fiere al recurso agua. No obstante, su aprovecha-miento ha traído consigo elevados costos, los que se manifiestan en una cada vez más creciente compe-tencia por su usufructo, conflictos entre usuarios y una presión sobre el ambiente.

Mientras que la demanda por este recurso está en aumento en todos los sectores, en la mayoría de los países del mundo, el sector agrícola sigue siendo el mayor consumidor. El crecimiento constante en la de-manda de productos agrícolas, para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento –ali-mentos, fibras y ahora biocombustibles- ha presio-nado para que éste sector sea –de modo habitual- el mayor consumidor. Se espera que esta tendencia se mantenga.

De forma paralela, se están generando nuevos pro-cesos que representan una presión adicional a los re-cursos locales. Entre estos, vale la pena destacar, los cambios en el estilo de vida de millones de personas, la modificación en los patrones de consumo de alimen-tos, así como el rápido crecimiento de las ciudades y de ciertas industrias, que están reclamando un incre-mento en la disponibilidad de agua.

ε↵ Raúl Ochoa Bautista y César Ortega Rivas, Especialistas Agro-pecuarios «A» de la Dirección General de Operaciones Financieras de ASERCA. Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASERCA/SAGARPA).

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Desafortunadamente -como lo han reconocido diver-sos organismos multilaterales1 - los efectos del agota-miento del agua permanecen en gran parte no evi-denciados, o bien, es difícil medir su impacto. Pese a ello, hay una creciente necesidad por ofrecer una protección eficaz a los ecosistemas y, en consecuencia, a los bienes y servicios que producen, de los cuales depende la vida y el sustento de este planeta.

Ante esta creciente competencia por un mayor uso del agua entre los diversos sectores -agrícola, urba-no e industrial- los gobiernos y la sociedad, requie-ren responder con una mejor administración, políticas más efectivas, transparentes y eficientes, en la asig-nación del agua.

CAMBIOS RECIENTES EN LOS USOS DEL AGUA

Nadie puede poner en duda, los múltiples benefi-cios que el vital líquido ha brindado históricamente a las sociedades: como columna vertebral de la eco-nomía, como elemento esencial para la industria, los sistemas de producción agrícola y de energía, hasta su función primordial para el bienestar de la gente y los ecosistemas. El agua –por lo tanto- juega un rol estratégico.

Mientras que la mayor parte de los viejos desafíos del agua -como el abastecimiento, la sanidad y sus-tentabilidad ambiental- están aún latentes y sin resol-verse en muchas regiones del mundo; se han genera-do nuevos desafíos -el cambio climático, el incremento en los precios de los alimentos y los energéticos, así como una vieja infraestructura hídrica- que están in-crementando la complejidad y la carga financiera de la administración del agua. El crecimiento de la po-blación y el rápido desarrollo económico, están con-duciendo a una acelerada reducción del agua dulce.

USOS DEL AGUA EN EL MUNDO

En la actualidad, existe un consenso generalizado, de que hay un conocimiento aún escaso y disperso, con res-pecto a la utilización del agua. Esto debido, a la ele-vada variabilidad de usos que se dan por país, región, entre sectores, y sobre todo, entre los diversos usuarios. De ahí, que uno de los desafíos que se tendrán que en-carar en lo inmediato, es la generación de modelos de monitoreo que permitan evaluar de manera efectiva el empleo del agua, y con ello, trazar las medidas que avancen en dirección a la solución de los retos.

El uso mundial de agua dulce, se estima en alrededor de 4,000 km3 por año, a los que se suman otros 6,400 km3 de agua de lluvia, que son usados, fundamental-mente en la agricultura. No obstante estas cifras, la naturaleza es el usuario más importante de agua. Se estima que 70,000 km3 de agua al año, se evaporan de los bosques, la vegetación natural y los pantanos.

1 Véase, World Water Assessment Programme. 2009. The United Nations World Water Development Report 3: Water in a Changing World. Paris, UNESCO, y Londres, Earthscan.

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�La evaporación de las represas y de todos aque-llos depósitos creados por el hombre, es aún difícil de valorar, sin embargo, se conjetura que puede ser considerable, sobre todo en las zonas áridas. Algunos cálculos valoran que esta evaporación podría estar cercana a 200 km3 por año. Tan sólo, se estima que en la presa de Aswan, la que controla los flujos del río más largo del mundo –el Nilo- se pierden en prome-dio 10 km3 al año, por evaporación.

LAS DIvERSAS REALIDADES DEL USO DEL AGUA

El uso del agua, es desigual entre los diversos paí-ses. Así encontramos que los 10 mayores consumidores son: India, China, EE.UU., Paquistán, Japón, Tailandia, Indonesia, Bangladesh, México y la Federación Rusa. Es importante señalar, que los promedios nacionales pueden ocultar las grandes discrepancias que exis-ten en la disponibilidad y extracción de los recursos hídricos, lo mismo entre países, como en regiones. Así, en países grandes como China y EE.UU., la demanda de agua se concentra en ciertas áreas, en general donde la agricultura requiere de sistemas de irriga-ción, o bien, donde el desarrollo económico está en expansión. De igual modo, los promedios de consumo de agua -anual o multianual- enmascaran las grandes diferencias temporales.

La extracción de agua por persona, es quizá el mejor indicador que se tiene, para evaluar el impacto real de la población sobre el agua. De acuerdo a este indicador, la extracción de agua por persona, es tan

desigual, que puede variar de un rango de 20 m3 por año –como en Uganda- hasta un poco más de 5,000 m3 -como en Turkmenistán-, en tanto que el promedio mundial se estima en 600 m3. La extracción de agua, es indiscutiblemente más alta en las zonas áridas y semiáridas, en donde la irrigación juega un papel fun-damental para la producción agrícola, a diferencia de los países tropicales donde la irrigación tiene un menor el uso.

El uso desigual del agua entre sectores. La agricultura -como ya se ha mencionado- es el principal consumi-dor, con alrededor del 70 por ciento del agua extraí-da, incluso, en algunas regiones este promedio puede incrementarse a más del 80 por ciento. Por su parte, y a pesar de que los otros sectores de la economía mun-dial han incrementando su participación, en promedio, el sector industrial apenas alcanza el 20 por ciento del total de agua consumida, mientras que para uso doméstico, alrededor de 10 por ciento.

Aunque la extracción de agua para la generación de energía –hidroeléctricas y termoeléctricas- está au-mentando, su participación sigue siendo poco signifi-cativa. De hecho, se considera que la industria ener-gética, no sólo consume menos agua, sino que además, regresa la mayor parte al ciclo del agua (se estima en alrededor del 95 por ciento).

Pero esto, solo representa una parte de la película so-bre el uso del agua en los diversos sectores, ya que hay muchos usos que no se explican. Por ejemplo, poco se

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sabe sobre uso del agua en establecimientos urbanos informales o sistemas de irrigación también informales, los cuales no son evaluados por las estadísticas oficiales.

Tampoco podemos olvidar, que hay otras actividades y funciones, las que generalmente no son consumido-ras, pero que dependen en cierta medida, del nivel de flujos y de la calidad del agua para funcionar.

Estamos pensando en la pesca, la navegación y el mantenimiento sustentable de los ecosistemas. Estas actividades y funciones, no se pueden medir en térmi-nos del volumen, y por lo tanto, no se reflejan en las estadísticas sobre uso del agua, aunque evidentemen-te, un uso inadecuado de los recursos hídricos tiene efectos en ellos.

Casi la mayoría –el 99 por ciento- de los 4,000 km3 de agua al año, disponible para los diversos usos -irrigación, industria, energía y consumo domésti-co- son cubiertas con la extracción de fuentes renova-bles, ya sean, superficiales o subterráneas. Por lo tanto, alrededor del 1 por ciento (actualmente estimado en 30 km3 al año) proviene de los acuíferos fósiles no re-novables, concentrándose básicamente en tres países: Argelia, Jamahiriya Árabe Libia y Arabia Saudita.

Alrededor del 20 por ciento del agua usada en el mundo, proviene de fuentes subterráneas, tendencia que no sólo se mantendrá, sino que es probable que

se incremente, sobre todo en las áreas secas. Este aumento, ha sido estimulado por el desarrollo de bombas de bajo costo y por la inversión individual tanto para la irrigación como para usos urbanos, en diversas regiones del orbe. La Inversión privada para el autosuministro de agua de origen subterráneo -sin control y sin monitoreo- ha proliferado en respues-ta al inadecuado servicio público de agua. Esto dio como resultado, que la extracción de agua subterrá-nea aumentara en cinco veces, durante el siglo veinte, provocando una reducción de acuíferos en algunas áreas. En aquellas regiones, donde los recursos de agua dulce son escasos, el agua con cierto grado de salinidad, así como las aguas residuales, tienen un pa-pel importante, ya que a menudo son utilizadas para cubrir la demanda. Aunque se considera que este tipo de aguas representa menos del 5 por ciento del uso global, su potencial es grande.

TENDENCIAS SOBRE EL USO DEL AGUA

Tendencias recientes. Con el crecimiento de la po-blación, la extracción de agua -ya sea de las fuen-tes superficiales o de las fuentes subterráneas- se ha triplicado durante los últimos cincuenta años. Esta tendencia, se explica en gran parte, por el acelera-do desarrollo de la irrigación, estimulado por la de-manda de alimentos desde los años de 1970 y por el continuo crecimiento de las economías basadas en la agricultura.Pu

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�Las economías de mercados emergentes –como por ejemplo China, India y Turquía- todavía cuentan con una importante población rural, la que depende del abastecimiento de agua para la producción de alimen-tos. Esto no cancela, que también han estado experi-mentando un rápido crecimiento en la demanda do-méstica e industrial, ligadas a la urbanización y a los cambios relacionados con los estilos de vida. Hay va-rias regiones en estos países, donde las demandas ru-rales y urbanas están en competencia. Por su parte, en las economías industrializadas y urbanizadas –como la Unión Europea (UE) y EE.UU.- el consumo de agua para los procesos industriales y los ambientes urbanos, ha ido declinando, gracias a los cambios tecnológicos en los procesos de producción y a los esfuerzos de los go-biernos y la sociedad para reducir la contaminación. Tendencias previstas para los próximos 50 años. El consenso en este punto, es que el crecimiento demo-gráfico y el económico, la urbanización, los cambios tecnológicos y las modificaciones en los patrones de consumo de agua, serán los principales factores que influyan en la disponibilidad del agua. No obstante, hay todavía una considerable incertidumbre, sobre la magnitud de la demanda futura. Para el 2050, se proyecta que la población mundial pase de 6,000 millones a 9,000 millones de personas, por lo que la demanda de alimentos y otros bienes se incrementará de forma significativa. Esto genera por lo tanto di-versos cuestionamientos: ¿serán los recursos hídricos adecuados para sostener esta demanda?, ¿cómo los niveles de desarrollo afectarán la demanda?, ¿cómo

la urbanización influirá en los cambios en la dietas alimentarias y en los estilos de vida?, ¿dónde será mayor la demanda? y ¿cómo las sociedades y los go-biernos administrarán la demanda creciente por el uso del agua?

Las respuestas a dichas interrogantes, representan sin duda, un verdadero reto para las políticas de adminis-tración y gestión de los recursos hídricos, que habrán de aplicarse para las futuras décadas, en especial, si consideramos que hay nuevos factores en el contexto, que pueden aportar mayores inseguridades.

Una de las más grandes incertidumbres, son los posi-bles efectos del cambio climático en la disponibilidad del agua, en los usos y en los usuarios. De ahí, que la mayoría de los países no sólo se estén revisando los posibles escenarios, sino también, explorando las opciones de acción, que les permitan generar planes a mediano y largo plazo. Por ejemplo, el Plan de Ac-ción del Mediterráneo2, está explorando los posibles escenarios futuros de aquellas economías basadas en la agricultura –ya que son las más vulnerables- a fin de anticiparse a los efectos del cambio climático.

2 El Plan de Acción del Mediterráneo (PAM) fue establecido en 1975 como el primer programa de mares regionales del Programa de Naciones Uni-das de Medio Ambiente (PNUMA), y desde entonces, ha tenido un papel protagónico en lo que a conservación y uso sostenible del medio marino y litoral del Mediterráneo, se refiere.

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La “huella hídrica” como otro indicador. El estableci-miento del concepto de huella hídrica, ayuda en mu-cho, a mostrar el alcance y la ubicación de los usos del agua con relación a los patrones de consumo. La hue-lla hídrica, se define como el volumen total de agua usada en la producción de los bienes y servicios con-sumidos por un individuo, una comunidad o producidos por una industria. La huella hídrica de un país –por lo tanto- es el volumen de agua usada en la produc-ción de todos los bienes y servicios consumidos por los habitantes de una nación; en particular, EE.UU., por ejemplo, tiene una huella hídrica de 2,480 m3 per cá-pita al año, en tanto que la de China se estima en 700 m3 per cápita por año.

Los cuatro principales factores que determinan la hue-lla hídrica de un país son:

el volumen de consumo;los patrones de consumo;el clima, ylas prácticas agrícolas, específicamente, su efi-ciencia en el uso del agua.

Pero también, está la huella hídrica externa de un país, esto es, el agua usada por otros países para

producir las mercancías que determinada nación im-portará, lo que han dado en llamar “agua virtual”, y que hoy se reconoce, como un mecanismo de impor-tación de agua. Un tema que en la actualidad está sujeto a discusión, es si el agua de lluvia empleada para la agricultura de temporal, debe ser conside-rada en el cálculo de la huella hídrica. El cálculo de la huella hídrica interna y externa es muy relevan-te, porque permite exteriorizar la dependencia que algunos países están alcanzando con relación a los recursos hídricos foráneos, además de que permite relacionar las consecuencias para el medio ambiente, de diversas naciones.

Por otra parte, la relación entre globalización y recur-sos hídricos, es una cuestión que no ha sido suficiente-mente examinada, ya que la mayoría de los análisis se han limitado al contexto nacional. Como han reco-nocido diversos organismos internacionales, las deci-siones locales sobre el uso del agua en la agricultura y la industria, son alentadas cada vez más, por deci-siones que están fuera del dominio local. Un ejemplo de esta situación, se manifiesta en forma clara, cuan-do se analiza la huella hídrica externa de Europa y Norteamérica. Así encontramos, que la UE es un gran importador de algodón, que se produce en muchas Pu

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áreas que tienen como característica principal, la es-casez de agua. A esto habría que sumar, que el algo-dón es uno de los cultivos que más líquido consumen. Esto significa, que es cada vez más frecuente que el consumo europeo y norteamericano dependa de la disponibilidad de recursos hídricos que están fuera de sus fronteras, pero que también, estos consumidores-influyen en las estrategias agrícola e industrial de los países productores de fibra.

Es importante señalar, que alrededor del 80 por cien-to de los flujos del agua virtual, se relacionan con el comercio de productos agrícolas. Países con escases de agua, como Grecia y España, usan grandes volú-menes para producir frutas y oleaginosas, destinadas para el mercado de exportación. Situaciones como ésta, serán cada vez más cuestionadas, máxime, si consideramos que el cambio climático determinará la reducción en la disponibilidad del agua.

USO DEL AGUA EN LA AGRICULTURA

El constante incremento en la demanda de alimentos, para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento, es y seguirá siendo, el principal factor que determine el uso del agua para las actividades

agrícolas y pecuarias. Aunque el crecimiento de la población, ha sido lento desde 1970, el desarrollo económico -en particular el de las economías emer-gentes- se está traduciendo en mayores demandas, que requieren un uso intensivo de agua. Para cubrir estas necesidades, es muy probable que se continúe ejerciendo presión para emplear nuevas fuentes de suministro de agua, así como la asignación de mayo-res volúmenes para la agricultura.

Pero además, el cambio climático y el reciente creci-miento en la producción de biocombustibles, han im-puesto nuevos desafíos a la agricultura, y con ello una mayor tensión sobre los recursos del agua y la tierra. En un mercado mundial de alimentos, caracterizado por una oferta limitada y con un mayor número de sistemas agrícolas que están alcanzando los límites de su capacidad productiva, es probable que los eventos climáticos ejerzan -cada día- una mayor influencia en los precios de los alimentos, con posibles efectos ne-gativos en lo social y humanitario.

PORqUE ES TAN NECESARIA EL AGUA PARALA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS

La biomasa3 no puede producirse sin agua. La fuente de todos los alimentos es la fotosíntesis, proceso por el cual, las plantas transforman la energía, el dióxido de carbono y los minerales en biomasa. La masa bio-lógica, es procesada a través de las diversas cadenas de alimentos, para que sea comestible.

3 La biomasa o masa biológica es la cantidad de materia viva producida en un área determinada de la superficie terrestre, o por organismos de un tipo específico.

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De acuerdo a lo estimado por la FAO, la agricultura de temporal, cubre el 80 por ciento de la tierra culti-vada en el mundo, y es responsable de alrededor del 60 por ciento de la producción de granos. El agua de lluvia, al no depender de algún tipo de control huma-no, no está sujeta a la competencia de otros sectores. Por el contrario, el agua utilizada en la agricultura de irrigación, tradicionalmente ha sido objeto de disputa, con otros sectores, incluido el ambiental. La importan-cia de la agricultura de irrigación y/o de temporal, varía de una región a otra, lo que depende en mayor medida, de los patrones de clima. El desarrollo de los sistemas de irrigación, ha permitido la actividad agrícola en muchos ambientes que de manera perma-nente, tienen escasez de agua o que temporalmente padecen estrés hídrico.

Un uso más eficiente del agua –caracterizado por un alto retorno socio-económico para los productores y un mayor volumen de granos por gota- puede ser ob-tenido mediante la intensificación agrícola, a través de la utilización de nuevas variedades de semillas y mejores prácticas agronómicas. Durante los últimos 40

años, el rendimiento de los principales granos para uso alimentario, se incrementó progresivamente, en tanto que la productividad del agua se duplicó. Sin embargo, el rendimiento en la agricultura de tempo-ral, está todavía lejos de su potencial.

Existen por lo tanto, las oportunidades para un uso eficiente del agua en la agricultura, así como para generar un incremento en la producción de los alimen-tos que se requerirán.

TeNdeNcias y siTuacióN acTual del usodel agua eN agriculTura

Las últimas 5 décadas, han sido testigos del acelerado desarrollo de los recursos hídricos destinados a la agri-cultura. El impulso de la infraestructura de riego agríco-la –presas y sistemas de irrigación a gran escala-, así como los proyectos comunitarios y privados, pusieron el agua al servicio de las poblaciones, esto como parte del esfuerzo mundial por incrementar la producción de alimentos de primera necesidad, garantizar la autosu-ficiencia alimentaria y evitar el hambre.

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11La población mundial, creció de 2.5 miles de millo-nes en 1950 a 6.5 miles de millones de personas a principios del siglo XXI, esto originó, que las áreas irrigadas se duplicaron –particularmente en Asia- y que la extracción del agua se triplicara. Se calcula que la agricultura irrigada cubre 275 millones de hectáreas –alrededor de 20 por ciento de la tierra cultivada- y da cuenta del 40 por ciento de la pro-ducción mundial de alimentos. Este éxito en la producción agrícola, llevó a que du-rante casi 30 años, disminuyeran los precios de los alimentos en la mayor parte de los países, tendencia que se mantuvo hasta muy recientemente. En términos reales, se estima que durante este período, los precios de los alimentos disminuyeron a los niveles más bajos de la historia. De este modo, los consumidores de di-versos países, pudieron comer más y mejor, en tanto que el gasto destinado para alimentos, era menor. En la actualidad, el gasto en alimentos explica una muy pequeña parte de la erogación de los ingresos domés-ticos de los hogares de los países ricos, pero también, puede constituir hasta el 80 por ciento de los ingresos de la gente pobre de los países en desarrollo.

La declinación de los precios, la alta productividad agrícola, un mejor acceso a los mercados y el comer-cio, así como la progresiva reducción de los riesgos que representan la escasez de alimentos y el hambre, han conducido también a una reducción en la inver-sión agrícola, particularmente en irrigación, lo que ha dado como resultado, un descuido en el mantenimien-to de los sistemas de irrigación y como consecuencia una desaceleración en el crecimiento de la agricultu-ra de riego.

LA DEMANDA fUTURA DEL AGUA PARA USO AGRíCOLA

Las estimaciones futuras indican, que el crecimien-to en la demanda mundial de alimentos, reflejo del aumento poblacional, declinará progresivamente de 2.2 por ciento al año de las últimas décadas del siglo veinte, a 1.6 por ciento entre 2015 a 2030, y 0.9 por ciento durante 2030 a 2050. Sin embargo, estos datos globales esconden matices significativos, entre los países en vías de desarrollo y los desarro-llados. Por ejemplo, países con altas tasas de creci-miento demográfico y limitados recursos agrícolas, muy posiblemente, verán incrementar su déficit ali-mentario, con serias implicaciones para su economía y seguridad alimentaria.

Es también probable, que la producción de alimentos en varias regiones del mundo se vea limitada, tanto por la reducción de superficies de riego –ante una restricción en la disponibilidad de agua- como por la mayor demanda para otros usos (el doméstico y am-biental). El Medio Oriente, es quizá el caso más signi-ficativo, ya que esta vasta región no podrá satisfacer sus requerimientos alimentarios y por lo tanto, deberá incrementar la importación de alimentos.

Parte de la presión actual sobre los recursos del agua, viene del incremento en la demanda de ali-mento para el ganado. La producción de carne, re-quiere de 8 a 10 veces más agua que la producción de cereales. De este modo, con el incremento del consumo de carne y de productos lácteos, la deman-da de granos forrajeros se ampliará. Esta tendencia, se prevé que se mantenga, ya que es resultado de la transformación de los estándares de vida y del proceso de urbanización que está ocurriendo en di-ferentes regiones del mundo. China, por ejemplo, ha triplicado el consumo de carne y de productos lác-teos, durante las últimas décadas.Pu

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Las últimas proyecciones disponibles, muestran que durante el período 1998-2030, el crecimiento de las tierras irrigadas podría ser en promedio de 0.6 por ciento al año, lo que representaría un crecimiento más lento, si se considera el 1.5 por ciento al año, que se registró durante las décadas de 1950 a 1990. Tam-bién se ha proyectado, que durante el mismo período -1988-2030- y debido al continuo incremento en la productividad agrícola, 36 por ciento más de los ali-mentos requeridos serán producidos con 13 por ciento más de agua.�

COMO AfECTARA LA BIONERGíA EL USODE AGUA AGRíCOLA

La bioenergía, es energía derivada de masa bioló-gica, proveniente de granos, caña de azúcar, oleagi-nosas y residuos orgánicos. Los biocombustibles -que incluyen al bioetanol y biodisesel- representan sólo un pequeño porcentaje del total de los productos de la bioenergía, y actualmente son objeto de un amplio debate. Ya que por un lado, funcionan como substitu-tos del combustible fósil; en tanto que por otro, mu-chos de los productos agrícolas que se usan para la

elaboración de combustible biológico, podrían servir para producir alimentos.

TENDENCIAS ACTUALES y PROyECCIONESPARA LA BIONERGíA

Alrededor del 10 por ciento del suministro de la bio-energía total proviene de la biomasa, mientras que cerca del 80 por ciento se origina de fuentes de tradi-cionales, tales como la madera, el estiércol y residuos de cultivos. Estos últimos, representan una significativa parte de la energía usada en muchos países en desa-rrollo. Alrededor del 5 por ciento de la biomasa, se usa para producir biocombustible, lo que representa un poco menos del 2 por ciento de la fuente de ener-gía del transporte mundial.

La búsqueda de nuevas fuentes energéticas -que no dependan de los combustibles fósiles-, el elevado in-cremento en los precios del petróleo –que se mantuvo hasta la segunda mitad de 2008- y la preocupación por los impactos de las emisiones de gases de efecto invernadero en los países de la OCDE, fueron los factores que estuvieron detrás del impulso de la bio-energía para el transporte. La producción de bioe-tanol, derivado de caña de azúcar, maíz, remolacha azucarera, trigo y sorgo, se triplicó entre los años de 2000 a 2007, estimándose en 77 miles de millo-nes de litros para 2008. Brasil -utilizando caña de

4 Véase, World agriculture: towards 2030/2050. Prospects for food, nutri-tion, agriculture and major commodity groups. Interim report. FAO, 2006. Publi

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1�azúcar- y los EE.UU. -utilizando principalmente maíz- son los principales productores, con cerca del 77 por ciento de la oferta mundial. Por su parte, la produc-ción de biodisel, derivado de semillas oleaginosas, tales como colza, girasol, soya, palma aceitera, pal-ma de coco y jartropa, se incrementó en 11 veces, entre 2000 a 2007, de las cuales el 67 por ciento se produjo en la UE.

En 2007, aproximadamente el 23 por ciento de la producción de maíz en EE.UU. fue usado para la pro-ducción de etanol, en tanto que el 54 por ciento del cultivo de la caña de azúcar de Brasil, fue destinado para el mismo fin. En la UE, alrededor del 47 por ciento de las oleaginosas producidas fueron asignadas a la producción de biodiesel, lo que provocó que se tuvie-ran que importar altos volúmenes para enfrentar las necesidades domésticas. Para 2008, el bioetanol en EE.UU. equivalió al 4.5 por ciento de la gasolina total usada en el transporte, en Brasil al 40 por ciento de la gasolina empleada y en la UE al 2.2 por ciento de la utilizada. La parte del biodiesel aprovechado por el transporte se estimó en 0.5 por ciento para los EE.UU., 1.1 para Brasil y 0.3 por ciento para la UE.

La política ambiental que se ha gestado en el orbe, la política nacional de apoyos a la producción de biocombustibles y el comportamiento de los precios del petróleo, son elementos que podrían influir en el futuro comportamiento de los biocombustibles. Se proyecta, que la producción mundial de etanol se incremente a 127 billones de litros para el 2017, concentrándose en los EE.UU, Brasil y en menor me-dida en la UE y China. Por su parte, la producción mundial de biodiesel se espera que alcance los 24 billones de litros para el 2017.

El potencial de los biocombustibles –léase bioetanal y biodiesel- estará limitado por la disponibilidad de tierra y agua para el cultivo, así como por los altos costos de la mayoría de las tecnologías con-vencionales. Técnicamente, es posible que el etanol y biodiesel, alcance a cubrir el 11 por ciento del total de los combustibles líquidos usados en el transporte mundial, para el año 2050.

IMPLICACIONES DEL INCREMENTO DE LABIOENERGíAEN LA TIERRA, EL AGUA y EL MEDIO AMBIENTE

El posible impacto de la producción de biocombusti-bles en los recursos tierra y agua, variará de acuerdo Pu

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a las condiciones agroclimáticas locales y a las políti-cas aplicadas por cada nación. El potencial efecto en el agua dulce se prevé que sea grande, sobre todo en aquellas regiones donde la producción agrícola depende de la irrigación. En contraparte, es posible que no tenga secuelas significativas en aquellas zonas donde se practica en mayor medida la producción de temporal. En las regiones, donde la agricultura de irri-gación es primordial, el incremento en la producción de biocombustibles podría causar una reducción en la asignación de agua para otros productos agrícolas.

A nivel mundial, se estima que del total de agua destinada para la irrigación, cerca del 2 por ciento, se asigna para la generación de cultivos que tienen como fin la producción de biocombustibles. Bajo las condiciones actuales de producción, se calcula que en promedio se requieren aproximadamente 2,500 litros de agua para producir un litro de biocombustible, lo que representa, la misma cantidad de agua que se requiere para producir el alimento necesario de una persona al día. Pero los porcentajes por región pueden variar, dependiendo del peso relativo de la irrigación en la producción de cultivos. Por ejemplo, tanto en Brasil como en la UE, la parte del agua de irrigación usada para la producción de cultivos des-

tinados a la generación de biocombustibles es casi insignificante, mientras que el caso de China alcanza el 2 por ciento del agua total para irrigación y en EE.UU llega a 3 por ciento. En India, donde la caña de azúcar es totalmente de irrigación, se estima que casi 3,500 litros de agua son usados por cada litro de etanol producido.

Se calcula, que si se ejecutaran todos los planes y políticas que actualmente tienen contemplados un importante número de países para producción de biocombustibles, se requerirían un total de 30 millo-nes de hectáreas adicionales, así como 180 km3 más de agua para irrigación. Aunque, esto representa unos cuantos puntos porcentuales del total de agua y superficie utilizada en el mundo, el impacto po-dría manifestarse en algunas regiones de un número significativo de países, entre los que estarían China, India y EE.UU. El volumen de agua y la cantidad de tierra utilizada para la producción de biocombus-tibles, dependerá del tipo de cultivo y del sistema agrícola. Se ha estado observando, que los inver-sionistas privados en África están mostrando cada vez más, un creciente interés por las superficies y los esquemas de irrigación destinados al cultivo de com-modities para la producción de biocombustibles, lo

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1�que sin duda, es muy posible que genere reacciones en el mercado mundial de granos

De acuerdo a un estudio de la OCDE4, el crecimiento de la industria de la bioenergía generará una presión adicional sobre la biodiversidad y el medio ambien-te. El documento sostiene que el potencial que tiene la bioenergía para reducir o mitigar el cambio climático, es complicado y varía dependiendo del tipo de cultivo y del sistema agrícola. Se considera, que entre las ac-tuales tecnologías, sólo el etanol producido de la caña de azúcar -en Brasil- el etanol producido como subpro-ducto de la producción de celulosa -como en Suecia y Suiza- así como el biodiesel producido de la grasa ani-mal, pueden reducir considerablemente las emisiones de gases efecto invernadero. El análisis concluye, que las otras tecnologías convencionales para la producción de bioenergía ofrecen reducciones cercanas al 40 por ciento, comparado con los combustibles fósiles.

Sin embargo, si se toman en cuenta los efectos que el acelerado desarrollo de este tipo de cultivos, tiene en aspectos como: acidificación del suelo, uso excesi-vo de fertilizantes y pesticidas, así como la pérdida de la biodiversidad; es muy probable que los impac-tos negativos al ambiente, por parte del etanol y del biodiesel, exceden en mucho los de los combustibles fósiles. La pregunta clave, es ¿cómo asegurar que la producción de biocombustibles sea sostenible?

MAyOR INCERTIDUMBRE DE LA AGRICULTURABAjO EL CAMBIO CLIMáTICO

Es posible, que la producción agrícola tenga compli-caciones adicionales para el mediano y largo plazo, debido al cambio climático. La relación entre la agri-cultura y cambio climático es compleja. La agricultura, por una parte, contribuye al calentamiento global a través de las emisiones de metano y óxido nitroso; pero por otro, es altamente sensible al cambio climá-tico, en particular en las zonas semi-áridas, las que necesitarán adaptarse a las nuevas condiciones de baja precipitación.

Se espera que el cambio climático altere los regí-menes hídricos y los patrones de disponibilidad de agua dulce, con impactos tanto en la agricultura de temporal como en la de irrigación. Las pro-yecciones, coinciden en que habrá una reducción en los volúmenes de precipitación de las zonas semi-áridas, una elevada variabilidad en la dis-tribución de las precipitaciones, una mayor fre-cuencia de eventos extremos y un aumento de la temperatura; lo que afectará particularmente a la agricultura en las latitudes bajas. Se esperan también, severas reducciones en la corriente de los ríos y en la recarga de los acuíferos de la cuenca del Mediterráneo, así como también en las zonas semi-áridas del sur de África, Australia y América, menoscabando la disponibilidad de agua para todos los usos.

Se proyecta -de igual modo- un incremento en la frecuencia de las sequías y las inundaciones, las que también afectaran la producción de cultivos y la ga-nadería. Aunque el cambio de climático, parece no amenazar la producción alimentaria mundial, se pre-vé que altere la distribución del potencial agrícola. Por ejemplo, la mayoría del incremento en la pro-ducción de cereales se concentrará en el hemisferio Norte, en tanto que más frecuentes y severas sequías

4 Véase, Dornbosch, Richard, and Ronald Steenblik. Biofuels: Is the Cure Worse than the Disease?, Organisation for Economic Co-operation and Development. Paris, 2007, [En línea] www.foeeurope.org/publicatio-ns/2007/OECD_Biofuels_Cure_Worse_Than_Disease_Sept07.pdf.

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e inundaciones, dañarán la producción local, espe-cialmente en los sectores de subsistencia de las latitu-des bajas. Varios sistemas de producción agrícola, en diferentes países en desarrollo, estarán en riesgo por los impactos del cambio climático. Las proyecciones señalan, que una combinación de factores, como son: la reducción en los flujos de los ríos, un incremento en las inundaciones y un aumento en los niveles del mar; podrían impactar en la productividad de los siste-mas de irrigación, cuya importancia es vital, ya que permiten mantener la estabilidad de la producción mundial de cereales.

Los riesgos de la producción, de acuerdo a las pro-yecciones se intensificarán en las llanuras que depen-den del derretimiento de los glaciares y en las tierras bajas de los deltas5 de algunos ríos. Así encontramos, que los riesgos en la producción agrícola podrían ver-

se intensificados en las llanuras aluviales subordina-das a glaciares, como son: las ubicadas en Colorado, EE.UU. –que dependen de las Rocallosas- y las del Punjab, en India –que dependen de los Himalayas- así como en las tierras bajas de los deltas, en particu-lar de los ríos Ganges y Nilo.

En las áreas con inseguridad alimentaria, en donde predomina la agricultura de temporal –principal-mente el Sub-Sahara Africano e India continental- se anticipan reducciones en la producción agrícola, que pueden tener impactos múltiples, como podrían ser la pérdida de los medios de subsistencia y el desplazamiento de la población rural, por señalar algunos. Esto incrementará la demanda en los mer-cados mundiales y pondrá mayores presiones para la producción irrigada.

OPCIONES PARA LA ADMINISTRACIÓNDEL AGUA EN LA AGRICULTURA

Es posible producir el suficiente alimento a nivel mun-dial para satisfacer la demanda, en tanto se redu-cen los impactos negativos del uso del agua en la agricultura. Pero para hacerlo, se requiere comenzar con un cambio en la producción de alimentos y en las tendencias ambientales, ya que de continuar como

5 Cuando hablamos de delta estamos haciendo referencia a aquella for-mación que surge en la desembocadura de un río hacia el mar y que se caracteriza por la formación de numerosos canales o ramas de ese río. Esto forma una especie de red de pequeños brazos del río que se dirigen todos hacia el mar. Normalmente, la formación de un delta en una de-terminada zona tiene que ver con el arrastre natural de sedimentos que hace el agua y que tiende a formar partes de tierra que pueden ser más o menos firmes.Publi

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hasta ahora, podríamos dirigirnos a crisis en diver-sas partes del mundo.

La combinación de ciertas medidas, serán necesa-rias para hacer frente a los agudos desafíos del agua, para los próximos 50 años.

La difícil tarea que se tiene en la actualidad, es el manejo sustentable de la oferta de los recursos hídricos, que permita minimizar los impactos adver-sos, que restituya los servicios del ecosistema, que incremente la producción alimentaria y que contri-buya al alivio de la pobreza.

Diversos estudios6, muestran un escenario de oportu-nidades y opciones para las zonas de temporal, las de irrigación, el ganado y la pesca. Pero esto reque-rirá, de cambios importantes en la forma de adminis-tración del agua, especialmente en los productores. El comportamiento en el uso del agua, en las diver-sas categorías de productores, está determinado no

sólo por las políticas agrícolas de cada nación, sino también, por restricciones financieras, así como por la capacidad local para superar la contaminación y el daño ambiental, en particular, en los países en vías de desarrollo.

La mejora en la administración del agua para la agri-cultura, incluye la reducción de las pérdidas en los sis-temas de irrigación. No obstante, los programas que apuntan solamente a la disminución de las pérdidas en la irrigación, es poco probable que tengan un im-pacto, ya que la mayoría de los grandes esquemas de irrigación también atienden otras funciones, de ahí que la administración del agua, necesita centrarse en múltiples estrategias de uso.

Las mejoras tecnológicas, pueden tener resultados po-sitivos en todos los niveles. Estas tecnologías, no son necesariamente nuevas, ni costosas o con opciones so-fisticadas, pero sí, muchas de ellas, son apropiadas a las necesidades y demandas agrícolas.

6 Véase, Comprehensive Assessment of Water Management in Agriculture, World Bank, 2007.Pu

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