La Comuna de Los Des Here Dados #06

49
La Comuna de los Desheredados #06 (Revista enormérrima con delirios de grandeza) Pulchrum est paucorum hominum

Transcript of La Comuna de Los Des Here Dados #06

Page 1: La Comuna de Los Des Here Dados #06

La Comuna de los

Desheredados #06

(Revista enormérrima con delirios de grandeza)

Pulchrum est paucorum hominum

Page 2: La Comuna de Los Des Here Dados #06

αααα -LCDLD#06-

La Comuna de los Desheredados

Director Duque de Algaida

Subdirector Pablo Guevara

Consejo Editorial Miguel Gómez, Rober Lago, Rafa Dawid, Silvia Llanos, Antonio Los Arcos, Satur Martínez

Edita Tertulia Cultural «El Templo»

Contacto [email protected] Más en www.lacomunadelosdesheredados.wordpress.com

\ÇäÉvtÅÉá tÄ zÜ|yÉ? xÄ tÇ|ÅtÄ ytuâÄÉáÉ Öâx |zâtÄ zâtÜwt âÇ vtÅ|ÇÉ Öâx \ÇäÉvtÅÉá tÄ zÜ|yÉ? xÄ tÇ|ÅtÄ ytuâÄÉáÉ Öâx |zâtÄ zâtÜwt âÇ vtÅ|ÇÉ Öâx \ÇäÉvtÅÉá tÄ zÜ|yÉ? xÄ tÇ|ÅtÄ ytuâÄÉáÉ Öâx |zâtÄ zâtÜwt âÇ vtÅ|ÇÉ Öâx \ÇäÉvtÅÉá tÄ zÜ|yÉ? xÄ tÇ|ÅtÄ ytuâÄÉáÉ Öâx |zâtÄ zâtÜwt âÇ vtÅ|ÇÉ Öâx xÄ ˙ÜuÉÄ wx Ät i|wt? ÑtÜt Öâx ä|z|Äx ÇâxáàÜt ÄtuÉÜA f| ÇÉá tàtvtÇ? Öâx xÄ ˙ÜuÉÄ wx Ät i|wt? ÑtÜt Öâx ä|z|Äx ÇâxáàÜt ÄtuÉÜA f| ÇÉá tàtvtÇ? Öâx xÄ ˙ÜuÉÄ wx Ät i|wt? ÑtÜt Öâx ä|z|Äx ÇâxáàÜt ÄtuÉÜA f| ÇÉá tàtvtÇ? Öâx xÄ ˙ÜuÉÄ wx Ät i|wt? ÑtÜt Öâx ä|z|Äx ÇâxáàÜt ÄtuÉÜA f| ÇÉá tàtvtÇ? Öâx ÇÉá wxy|xÇwtN ç á| ÇÉá wxáä|tÅÉá wxÄ xáÑ•Ü|àâ ÖÇÉá wxy|xÇwtN ç á| ÇÉá wxáä|tÅÉá wxÄ xáÑ•Ü|àâ ÖÇÉá wxy|xÇwtN ç á| ÇÉá wxáä|tÅÉá wxÄ xáÑ•Ü|àâ ÖÇÉá wxy|xÇwtN ç á| ÇÉá wxáä|tÅÉá wxÄ xáÑ•Ü|àâ Öâx tÉÜt ÇÉá |ÇáÑ|Üt? Öâx ÇÉá âx tÉÜt ÇÉá |ÇáÑ|Üt? Öâx ÇÉá âx tÉÜt ÇÉá |ÇáÑ|Üt? Öâx ÇÉá âx tÉÜt ÇÉá |ÇáÑ|Üt? Öâx ÇÉá ÄÉ ÜxÑÜÉvx ç ÇÉá xÇÅ|xÇwxA ÄÉ ÜxÑÜÉvx ç ÇÉá xÇÅ|xÇwxA ÄÉ ÜxÑÜÉvx ç ÇÉá xÇÅ|xÇwxA ÄÉ ÜxÑÜÉvx ç ÇÉá xÇÅ|xÇwxA

Septiembre-Diciembre de 2009 d. C. (y 2047 de la Era Hispánica)

Page 3: La Comuna de Los Des Here Dados #06

(Imagen de la portada: variación de Skull and cigarette, de M. C. Escher, por Luis d´Algaida).

Sumario #06

Dario Wolf, Guerrieri (1932)

4 Carta del director 6 Tribuna algaidana Jorge Riechmann En legítima defensa Epicuro de Granada 7 Ditirambos de Dionisos GEA 9 Larus malacitanum Rafa Dawid 10 Obituario 11 Mi vieja Olivetti Miguel Gómez 12 El Jardín Errante El Joven Suicida Prólogo de Jorge Pons 14 La dieta Rober Lago 15 Fanny Hill S. Llanos 16 Baturrillo Duque de Algaida 25 Mens sana in corpore sano Rober Lago Denuncia. El Sistema persigue la filosofía Redacción 26 Carta a la Comuna SitoSitoSitoSito 27 Nuestros muertos Jorge Pons 28 Gang-Bang Omar García 32 Aunque las cosas cambian Miguel Gómez 33 El sosiego Rober Lago 34 Citas, pasajes, fragmentos 35 Contra la estolidez ¡DesUSAd! Juan Sintierra 36 Noticias 37 Conversaciones Entre el duque de Algaida y Jorge Pons 38 A propósito de Dragó Tomado (sí, tomado) Estocolmo Rober Lago ¿Quién fue Sánchez Dragó? Duque de Algaida Homenaje a un rey muerto Rober Lago 43 Nuestros poetas 45 También aspiramos a la gloria Jack Farfán 47 Últimas palabras Duque de Algaida 49 FIN.

Page 4: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Queridos lectores,

Dayvid Lemmon, Sin título

Esta revista nació con un propósito inevitable, hacer Cultura. ¿Lo hemos logrado? Juzguen ustedes. Por

lo menos hemos dado salida a escritos que se habrían podrido en el arcón de las vergüenzas de sus

dueños si no fuera por nuestro exigente ímpetu para con ellos; y hemos animado que algunas buenas

gentes se vengan por el camino de la producción artística.

Seis números, seis. Símbolo de la creación, del poder divino, de la majestad, la sabiduría, el amor, la

justicia, la piedad. Lo es, además, la totalidad. Al cabo de un año, es cuanto podemos pedir: ser un todo,

representar un espíritu. A través de la constelación de ensayos, poemas y relatos (que es toda la

fenomenología que con dignidad podemos aportar), puede concluirse lo que esta comuna de

desheredados es «en sí misma». No hace falta recurrir a los creadores, a quienes la hemos hecho posible

desde innumerables noches repletas de cerveza y nicotina, para saber ya cuál es el espíritu que nos

mueve. Basta con sumergirse con destreza en sus páginas, con escuchar los latidos que retumban detrás

de cada palabra.

La publicación no tiene más alma que esas noches a la sombra de la luna ni es un ser imperecedero

que sobreviva a cada número. Su fuerza, su aliento, reside en lo que se publica y en la vigencia que ello

pueda tener. Eso, para quien entienda de alquimia, es el mercurio. Y Mercurio es nuestra revista. Es el

mensajero que los dioses del Parnaso utilizan para comunicarse con nosotros y es, precisamente,

4 CARTA DEL DIRECTOR

Page 5: La Comuna de Los Des Here Dados #06

protector de las artes y de los caminos. De los caminos como el que emprendimos hace un año y algo

más.

Y no obstante, ocultamos, con este número, la revista. Mas quede claro desde ya: no lo hace por

abandono, cansancio, desidia, hastío o cualquier otra causa que denote un mínimo de incoherencia con

respecto a nuestros objetivos, o por falta de voluntad. Antes bien, lo hace porque ya ha cumplido con

creces su objetivo -aglutinar al heteróclito grupo- y porque nos queda aún misión por cumplir: nos

imponemos saltar al mundo tangible, de una vez por todas.

A veces las circunstancias son las que, más que ayudar, obligan a dar los pasos importantes. Creo que

ésta es una de esas ocasiones. Ya no son posibles las veladas en que, bajo la conjura de estar en un

Templo, nos dedicábamos a profanar cadáveres exquisitos, a cantar himnos bucaneros o a brindar mil y

una veces por los grandes momentos que vivíamos. Y como era ahí donde la Comuna encontraba su más

caro abono, no podríamos verla agonizar. Preferimos -prefiero- asesinarla a tiempo antes que ver con

desagrado cómo se va pudriendo, deteriorándose por el escaso cuidado con que podremos dedicarnos a

Ella desde hoy. Ya para este número hemos tenido dificultades que casi hacen que no salga, ¿acaso no

pasará lo mismo, sólo que con más crudeza, en las siguientes ediciones?

La única alternativa que nos queda es encontrar un nuevo formato con el que podamos sortear las

inclemencias sin jugarnos con ello el honor y la estética; jamás la estética. Os emplazamos, por eso mismo,

a que sigáis pendientes de lo que el Grupo de Pamplona (del que damos cuenta en las últimas páginas)

hará en el futuro. Informaremos cuando haya novedades.

Sed, por última vez y para siempre, bienvenidos.

Duque de Algaida,

28 de agosto-12 de octubre de 2009

5 CARTA DEL DIRECTOR

Page 6: La Comuna de Los Des Here Dados #06

TRIBUNA ALGAIDANA

Bienvenido al club

(Fikmonskov, Hanged man) D. Algaida.- Me retiro temporalmente de la poesía. La considero cruel, adolescente, mujer y, por ello, desagradecida. Y sin embargo, siempre nos quedarán aquellos que, con mayor o menor destreza, han sabido transmitir un poco de aquello que nosotros siempre buscamos. Reichmann es uno de ellos: Eres uno de los pocos que podían aspirar a esto, en realidad te estábamos esperando sólo a ti. Hemos sabido siempre que eras diferente, ahora ya has llegado: relájate y disfruta. Nota cómo te crecen los músculos viriles y pliegues cerebrales bajo las yemas de los dedos. Nosotros vamos a volverlos rabiosos. Tu piel adquiere un bronceado envidiable, se te esponja la próstata, tus esfínteres conversan en inglés. Ahora te tensaremos hasta la excelencia. Nota cómo te crece una memoria mejor. Eres otro, ya no eres quien eras, nunca fuiste quien eras pero tenías que llegar tan alto con nosotros para saberlo. Ahora ya has llegado. Te lo mereces todo y nos lo debes todo: te lo cobraremos hasta la última gota. Bienvenido al club.

Jorge Riechmann (1962-…)

En legítima defensa Por Epicuro de Granada

«Sé muy bien que ha de tener usted sueños de los que nada me cuenta. No

quiero saberlos. Pero, oigame bien: ¡Vívalos usted, viva usted esos sueños,

dedíqueles usted altares! No es aún lo perfecto, pero es ya un camino.»

Hermann Hesse, Demian

Hay homúnculos que se empeñan en darle a Darwin la razón sirviendo ellos mismos de ejemplo. Aunque en lo físico no corroboren sus hipótesis evolutivas, en lo mental se asemejan de tal forma a lo simiesco, que no queda más que cantarle loas al indiscutible, pero discutido, científico inglés.

En los últimos meses se han acercado a La Comuna, un proyecto cultural, personas que pretendían politizarlo hasta las trancas. No con ensayos y postulados serios, lo cual sería respetable -y rebatido con los mismos medios-, sino con la endeble excusa de que no es posible una lucha cultura sin prefijos políticos. Da igual que éstos sean liberales, marxistas o vegetarianos; lo cierto es que, para ellos, la Cultura no es más que una plataforma más para repetir sus consignas de partido y medrar, según el tono y su alcance, dentro de las estructuras de sus pequeñas organizaciones paramafiosas.

Como arma, insisto, en lugar de construcciones teóricas susceptibles de llevar a la práctica con éxito y sin modificar en demasía el espíritu de nuestra revista, se han valido de la más vieja de las artimañas de la escoria burocrática: el soborno.

Querían subvencionarnos la edición en papel, tan ansiada por nosotros, a cambio de propagar las delicias de ciertas opciones que, para más inri, a nosotros nos las traen al pairo. La Cultura, amigos de la cosa pública, no es politizable, porque entonces no es tal. Está en su misma naturaleza el ser independiente y nosotros, con tal de que siga siendo así, nos contentamos con la pobre edición digital.

Puede que en los grandes medios sea costumbre comprar y vender soberanías culturales, pero nuestras ideas son todo lo que tenemos y no pensamos dejarlas a merced de mercenarios de las grandes corporaciones y los think tank. Sin ánimo de ser tremendista ni de buscar parafernalia: la Comuna no se vende. Ω

6

Page 7: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Celebrando el CLXV aniversario del nacimiento de Nietzsche, presentamos una nueva traducción de la primera parte de Ditirambos de Dionisos, el último libro que Nietzsche envió a la imprenta y el único estrictamente de poesía. Hay, en La gaya ciencia, dos apartados que pudieron convertirse en un libro de poesía («Broma, astucia y venganza», y «Canciones del Príncipe Vogelfrei»), pero quedan diluidos dentro del tomo en el que finalmente se incluyeron.

La poesía nietzscheana no debe considerarse al margen de su prosa, forman parte de la misma obra y en ella pueden observarse nuevas ideas, más conclusiones. Porque «¡existen demasiadas cosas entre el cielo y la tierra con las cuales sólo los poetas se han permitido soñar!». Y, con ello, se exime de todo hilo argumental. Filosofar con la poesía es la mejor forma de eludir las pesadas argumentaciones sistemáticas y reconstrucciones racionalistas. La poesía es estética, pasión y tragedia; tal y como la filosofía es entendida por Nietzsche. Y eso, en ocasiones, escapa incluso a la reducción conceptualista.

He utilizado las traducciones de Horacio Potel y la de Shuster y Prieto, pues ninguna de las dos me convencía del todo. No lograban llegar a la precisión a la que me tiene acostumbrado el genial Sánchez

Pascual. Sin arrogarme un puesto a su altura, creo que he logrado acercar un poco más la versión castellana al original alemán –sin que sea óbice para seguir afirmando aquello de que «lo que peor se deja traducir de una lengua es el tempo de su estilo […]. Hay traducciones hechas honestamente que casi son falsificaciones». I. ¡Sólo loco! ¡Sólo poeta! Con el desvanecerse de la luz, cuando ya el consuelo del rocío se filtra en la tierra, invisible, inaudible, -pues delicado calzado lleva el consolador rocío, como todo dulce consuelo- entonces recuerdas, recuerdas tú, ardiente corazón, cuán sediento estuviste de celestiales lágrimas y gotas de rocío, abrasado, cansado, sediento, mientras en senderos de amarilla hierba miradas malignas del sol crepuscular corrían en torno a ti por árboles negros -deslumbrantes, perversas, abrasadoras miradas del sol.

Ditirambos de Dionisos

de

FRIEDRICH WILHELM

NIETZSCHE (15.X.1844- 25.VIII.1900)

Por el Grupo de Estudios Alternativos

7

Page 8: La Comuna de Los Des Here Dados #06

«¿Tú -el pretendiente de la verdad?», así se burlaban. «¡No! ¡Sólo un poeta! un animal astuto, saqueador, rastrero, que ha de mentir, que premeditadamente, intencionadamente ha de mentir, multicolor, enmascarado, máscara para sí mismo, presa de sí mismo, ¿es eso -el pretendiente de la verdad?... ¡Sólo loco! ¡Sólo poeta! Sólo un multicolor hablar, hablar polícromo de enmascarado bufón, que trepa por mendaces puentes de palabras, sobre un arcoiris de mentiras entre falsos cielos deslizándose, divagando- ¡sólo loco! ¡sólo poeta!... ¿Es eso -el pretendiente de la verdad?... No inmóvil, rígido, liso, frío, trocado en estatua, pilar de dios; no erigido ante templos, atalaya de dios; ¡no! Hostil eres a tales ejemplos de virtud, mas recogido te hallas en el desierto que en los templos, audaz como los gatos saltas por todas las ventanas ¡husch! y en toda oportunidad, husmeas toda selva virgen, tú que por selvas vírgenes entre fieras de polícromos pelajes pecadoramente sano y bello y multicolor corrías, con lascivos belfos, feliz con el escarnio, feliz en el infierno, feliz y sanguinario furtivo, ladrón, mentiroso corrías... O semejante al águila que fija su mirada largamente en los abismos, en sus abismos... -¡oh, girar como ella hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro, hacia profundidades más profundas cada vez!- Entonces, de pronto,

vuelo vertical, trazo precipitado, caer sobre corderos, hacia abajo, voraz, ávido de corderos, odiando toda alma de cordero, odiando furiosamente todo lo que parezca virtuoso, borreguil, de lana rizada, necio, con leche de oveja satisfecho... Así, aguileños, leopardinos, son los anhelos del poeta, son tus anhelos entre miles de máscaras, ¡tú, loco! ¡tú, poeta!... Tú que consideras al hombre tanto dios como oveja-, desgarrar al dios en el hombre como a la oveja en el hombre y desgarrando reír- ¡ésa, ésa es tu felicidad! ¡felicidad de leopardo y águila, felicidad de loco y de poeta!»... Con la luz se desvanece, mientras la hoz de la luna se desliza verde y envidiosa entre rojos purpúreos -hostil al día, segando a cada paso las guirnaldas de rosas con sigilo, hasta que se hunden, pálidas, en el seno nocturno: así caí yo mismo alguna vez desde mi desvarío de verdad, desde mis días afanosos, del día cansado, enfermo de luz, -caí hacia abajo, hacia la noche, hacia las sombras, abrasado y sediento de una verdad. ¿Recuerdas aún, recuerdas tú, ardiente corazón cuan sediento estuviste?- ¡sea yo desterrado de toda verdad! ¡Sólo loco! ¡Sólo poeta! ...

Ω

8

Page 9: La Comuna de Los Des Here Dados #06

A finales del siglo pasado, según ciertos testimonios, todavía solía verse a las gaviotas zambullirse en las templadas aguas del mar de Alborán, frente a las costas de Málaga. Algunos dicen que era frecuente encontrarlas por bandadas curioseando entre los desperdicios de la playa, o flotando apaciblemente sobre las olas en los días despejados, cuando aún no existía el puerto nuevo y las mareas no vestían la pátina irisada del gasóleo que derramaban los cargueros.

Pocos recuerdan que las gaviotas solían alimentarse de peces vivos, porque los antiguos caladeros permanecen arrasados por las algas y a nadie se le ocurre arriesgar sus escasos víveres como cebo, ni remendar las redes desahuciadas de los viejos pescadores para comprobar la insalubridad del caldo ácido que corroe los muelles. Lo que nadie ignora es que fueron la sobre-explotación primero, y la contaminación después, las causas del agotamiento del principal recurso natural de esta antiquísima ciudad pesquera.

Privadas de su alimento primitivo, las gaviotas se vieron forzadas a variar su dieta y comenzaron a anidar en las proximidades de los vertederos, mientras se hacían más regulares sus rapiñas en las terrazas de los chiringuitos y en los contenedores cercanos a los bares. Las palomas, por entonces más prolíficas que nunca, no contaban con que la reciente competencia de sus parientes marinos iba a dar paso a una ferocidad declarada. Al principio, los pájaros destripados que yacían secándose al sol en las cunetas bien podían atribuirse al descuido de los conductores, pero llegaron a ser tan abundantes que acabaron levantando las sospechas hacia el cielo, de donde provenían los hambrientos graznidos de las gaviotas. Estas aves, que todos creían piscívoras y carroñeras, no tenían reparo en atacar a las palomas más débiles o enfermas, y con el tiempo pudo vérselas cazando ejemplares adultos en pleno vuelo.

Como entonces las palomas, exageradas en número,

ensuciaban la idílica estampa turística de la Málaga de comienzos de siglo (dada su natural propensión a defecar sobre monumentos y veraneantes) ningún ciudadano dio importancia a esta violenta alteración en la conducta alimentaria de las gaviotas. Las autoridades sanitarias y medioambientales, ignorando las necesidades de los nuevos predadores, siguieron combatiendo la plaga de palomas mediante el uso de pesticidas y venenos, mermando drásticamente su población en pocos años hasta dejarla reducida a mínimos.

Sólo cuando las gaviotas comenzaron a atacar a los bañistas el Ayuntamiento tomó parte en el asunto y puso en marcha el plan de exterminio en los basureros de Churriana y Campanillas, pero no llegó a llevarse a término, pues el Colapso sobrevino poco después. Y aunque hoy las palomas vuelven a colgar sus nidos en los ficus podridos de la Alameda y en las ruinosas torres del Consistorio, las gaviotas aún persisten en su apetito de carne humana. Ω

Larusmalacitanum Por Rafa Dawid

9

Page 10: La Comuna de Los Des Here Dados #06

José Asenjo Sedano

Hay escritores que escapan de la fama como si fuera la peste. Suelen ser, lo son, los de raza. Asenjo fue uno de ellos. Murió hace unas semanas, el 12 de agosto, y apenas se ha tenido noticia en los medios de «información». Y sin embargo, es un novelista de referencia. O debería serlo, que no siempre monta tanto. Recibió el premio Nadal en 1977 con Conversación sobre la guerra, costumbrismo de trinchera, pero sin agitar fantasmas y con la guerra de fondo, sin aspavientos victimistas o de ácida sanguinolencia bélica. Estuvo sus años colaborando con el ABC y con Ideal de Granada, su tierra.

Ojalá este amante de las letras ande ahora en las alturas. Al fin y al cabo, como él nos dijo, «sólo vuelan los corazones enamorados, los otros, no...». Ω

«Yo no hubiera querido nacer; pero me es insoportable morir. /

Vivir es ir muriendo lentamente; los viejos son los desposados

del sepulcro».

Alejandro Sawa

Pablo Antoñana

El pasado 14 de agosto murió el escritor Pablo Antoñana. Nació en Viana, Navarra, en 1927 y desde 1946 publicó incesantemente. El culmen de la celebridad lo alcanzó en 1996, cuando recibió el premio Príncipe de Viana. Por lo demás, a nosotros nos afecta por dos razones. Él era asiduo -la fotografía de arriba lo demuestra- a un bar al que el equipo de La Comuna acude con frecuencia: el Café Iruña, de Pamplona. Y, por otro lado, por una excelente frase que se le escapó en una entrevista que le hizo el periódico para el que escribió durante nueve años: «Escribir es una enfermedad crónica. No puede uno dejarlo. Si escribo, sufro, y si no escribo, sufro más». Unas palabras trágicas que merecen estar en su epitafio. Ω

10 OBITUARIO

Page 11: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Mi vieja Olivetti es una máquina de escribir antigua que pertenecía a mi madre y que guardo con inmenso cariño. En ella escribí uno de mis cuatro poemarios. Aporrearla es tan inspirador… Acompañado de humo y café, ese trasto sabía sacar lo mejor de mí, exprimir el jugo de mis neuronas como ninguna y conseguir que pariese frases realmente bellas. De todas las mujeres que han entrado en mi vida, a ésta es a la que retendré con más ahínco Si mi vieja Olivetti hablase… contaría historias más fascinantes que el ojo de cristal de un viejo lobo de mar. De los siete mares. Han visto y oído tantas cosas esas teclas. Creo que en la letra “F” aún se conserva una lágrima que derrame por alguna ingrata. Como siempre sucede con mis mujeres, el nombre ya se ha desvanecido, ya sólo me interesa su historia. Digamos que se llamaba Penélope. Penélope tiene su pequeño espacio en mi vieja Olivetti, que no es sino una extensión de mi cuerpo, que me complementa y ayuda en mi labor diaria de lidiar con mi pasado. Perdón, aún no os he dicho cómo es mi vieja Olivetti. Como el mar, era azul y su interior un misterio para mí. El carro de la tinta se atascaba a cada rato, y eso le daba más emoción al juego. Y he de reconocerlo, alguna vez también eso me sacaba de mis casillas. Sus teclas blancas, habían dejado de serlo. Con el tiempo y las historias, arrastraban marcas y manchas. Tiene cuatro

muescas, hechas por mí, en un lateral. El papel solía engancharse al entrar, y la palanca para correrla, negra, se deslizaba a través de ella con infinita suavidad y elegancia. Era un gusto cambiar de línea… Y mi vieja Olivetti os contaría historias de Penélope, de Eva, de María, de Lucía…de tantísimas… Y también estaría en situación de comentar la actual y desfavorable coyuntura macroeconómica mundial, rajaría a gusto de Carlos Marx o el mal llamado revolucionario Lenin, aún tendría palabras de cariño para el “Che” y de profunda admiración por Adam Smith o Keyness. Se le ve el plumero, lo sé, pero qué queréis, mi vieja Olivetti Studio 46 y yo compartimos muchas tardes y noches de alegres conversaciones. Hablábamos de todo, y sobre todo escribimos. Sus teclas justicieras no tuvieron piedad con gobiernos ni jueces. El anonimato sigue siendo nuestro escudo. Si mi vieja Olivetti pudiese hablar… Pero los tiempos cambian, y en el mundo de hoy parece no tener cabida una vieja máquina de escribir, por muy romántico que sea el dueño. Mientras hablo con cariño y respeto de ella, le pongo los cuernos con mi nuevo ordenador portátil. Si me viese ahora, qué tristeza… Pero, por suerte para mí, además de inspiradora, amiga fiel, compañera de licores, incansable confesora, imperturbable saco de llantos, mi vieja Olivetti jamás fue celosa. Ω

Mi vieja Olivetti

Ernst Dombrowski

Por Miguel Gómez

11

Page 12: La Comuna de Los Des Here Dados #06

El Joven Suicida Por Ramiro Ledesma Ramos Prólogo de Jorge Pons

12 EL JARDÍN ERRANTE

Si el otro día* presentamos a Larra como «uno de los mejores escritores en castellano», hoy venimos con otro cuya prodigiosa pluma rasgó España un siglo después. A Ramiro Ledesma Ramos (1905-1936) no podríamos considerarle únicamente como activista político (y habría que aclarar en qué términos lo fue realmente).

Al contrario, los biógrafos y estudiosos de su obra han concluido que en Ledesma podemos distinguir perfectamente tres etapas: literaria, hasta 1927, filosófica, de 1927 a 1931; y política, de 1931 a 1936. No cabe duda, atendiendo a sus escritos, de que vivió tres épocas estancas, independientes unas de las otras. Tan sólo publicó un ensayo filosófico en época política, Filosofía, disciplina imperial, y bien podemos decir que lleva en sus entrañas algo político. Algún día les traeremos el texto.

Por lo demás, su época literaria fue relativamente fértil. En 1924 publicó una novela de madurez inaudita en un joven: El Sello de la Muerte es un extenso y profundo alarde de psicología y conocimiento de la lengua castellana. De la misma época son cinco relatos y, aunque no es seguro, un nuevo libro, esta vez sobre El Quijote y nuestro tiempo, que presenta una visión revolucionaria del libro de Cervantes.

En el siguiente relato encontramos una referencia, precisamente, a Larra. Ramiro Ledesma fue admirador del primer ensayista español, y aquí lo demuestra. Desde luego, el romanticismo hizo mella en un joven Ledesma que en su propia autobiografía se retiraba al país de la Muerte. * Se trata de unos cuadernos titulados precisamente El Jardín Errante en los que se ha publicado, de momento, a Hermann Hesse, George Orwell, Mariano José de Larra, Ezra Pound, Yukio Mishima, Friedrich Nietzsche, Sebastian Horsley y Drieu La Rochelle.

le concedió importancia, es un suceso que pasa todos los días; Pero después vinieron las circunstancias del suicidio,

y aquellos comentadores, sin duda de espíritus selectos y escogidos, ya prestaban atención y se interesaban por la tragedia. Uno de ellos con palabras claras, reposadas y, a veces, algo hueca, expresó todo con bastantes detalles. Yo,

UNA penumbra débil, acariciadora como un soplo místico, parecía diluida espacialmente por el café. Era en las últimas horas de la tarde; un tiempo que media entre la postrer disputa de la claridad, la negrura y la victoria triste e inexorable de la última. Yo gusto del café a esas horas, cuando mi imaginación hace dibujos en la atmósfera, cuando rememoro las facetas de mi orgullo, cuando me vacío de cierto ambiente nuboso, cuando todo yo vibro, dúctil y acomodaticio, sobre una suprema aspiración que se realiza, cuando mi vista se pierde en el aire penumbroso y ligero.

*** En la mesa próxima a la mía la peña cotidiana que formaban de seis u ocho artistas y literatos, comentaba, exaltaba y vehemente, el último suceso trágico que había puesto en las almas de todos un signo interrogante, un desconcierto difuso, una visión más clara de la oscuridad que nos circunda, un pesimismo más en las mañanas del cerebro inservible e inútil... Primero fue la exposición descarnada y concisa «un joven de veinte años se había suicidado la madrugada última». Nadie

Page 13: La Comuna de Los Des Here Dados #06

13 EL JARDÍN ERRANTE

arrollaba, podía más que yo, hacía que no crecieran brotes de mis ideas, me invitaba a grandes voces a la claudicación, a que matara como un cobarde las estiliraciones de mi cerebro en llamas. Yo era un peligro, mi rebeldía era un azote, mi gesto era una amenaza...».

«...yo muero, por lo tanto, sacrificado en el martirologio de los ideales. Dejo en el bolsillo junto con esta carta el Westher y el tomito de Hugo Fóscolo, son como la ironía que dirijo al mundo, a ese mundo imbécil a quien yo odio; Qué ridículos me son esos héroes que se suicidan por amor! ¡Qué grillos deben tener en sus cabezas y que falta de hombría en sus facultades!. Mueren con ademanes quejumbrosos, a lo mejor con el retrato de la fémina entre las manos. Gran acierto el de Amiel cuando escribió: “El hombre que encuentra su vida en la adoración del bello sexo, y que creyera haber vivido bastante haciéndose el sacerdote de una mujer amada no sería más que un semi-hombre despreciado por el mundo y quizá desdeñado justamente por las mujeres». «Hago todas estas disquisiciones para que veas más clara la verdadera significación de mi suicidio...». «...Perdóname tú, el único que llegó a comprenderme y que, por lo mismo, casi tienes derecho a reprocharme este acto, esta sacudida libérrima que conmueve a mi vida, a mi cuerpo, a mi postre aliento...». Yo, ahora, entre la paz calmosa del bulevar oscuro, quiero pensar un poco en mi pobre amigo, en ese amigo que se acordó de mí en sus últimos instantes, que me dirigió una carta idealista y rebelde, que aún ya dentro de los estertores fríos, tuvo el valor de enviar al mundo una ironía... Vuelvo a leer su carta, una carta que dice mucho y no dice nada, una carta que es el símbolo del valor o de la cobardía, que siempre estará situada en uno de los dos extremos, sin que ¡ay! Podamos determinar a cual de ellos se corresponde, ¡oh cortedad humana! ¡una de dos!. Éste es el misterio de la vida y la muerte. Ω

desde mi asiento, crujía en ansias, deseaba conocer el juicio que les merecía el caso trágico. El suicida era mi amigo, mi mejor amigo... — Se trata de un vulgar desequilibrio en sus facultades. —exclamó uno. — O quizá se deba a lecturas fuertes que influyeran en un espíritu pusilánime o en un carácter de suyo extraviado. —dijo otro. — Sin duda algún desengaño amoroso, ya se sabe con qué calor toman estas cosas los jóvenes de veinte años. —repuso otro. A esto replicó un tercero: — No, era un convencido de la misoginia, jamás trató a una mujer, a lo menos así dice el periódico. Se oyó con la voz clara, rítmica, con vivo sentimental de un poeta: — Yo me conmuevo ante estas muertes prematuras, mártires de la encrucijada y la obcecación, sublime incógnita en un mundo resquebrajado, donde bullen millones de cerebros, donde existen innumerables divinas moradas, donde pululan estrellas sin luz... Le interrumpió uno de la tertulia: «No se proponga ahora usted componer el poema del suicida». Se encendieron las luces del café; cerré los ojos, me dispuse a marchar. Cuando paré frente a la tertulia dije en alta voz: — En el siglo pasado nació, vivió y se suicidó un hombre: Larra. Les volví la espalda en seguida y me dirigí a la puerta; debieron quedarse confusos, turulatos. Ya en la calle miré a través de los ventanales todavía sus ojos estaban fijos, todavía sus lenguas cantaban el silencio... *** Y me puse a leer la carta que me había dirigido mi amigo el suicida. Se la había encontrado en el bolsillo interior de la americana con una novela de Hugo Fóscolo y de un ejemplar del Westher. Decía así uno de los párrafos: «Me suicido porque yo creo que debo suicidarme; es una convicción que se ha forjado en mi carácter libre. El mundo me aprisionaba la garganta día por día, hora por hora, minuto por minuto, jugaba con mi vida, le daba puntapiés, ponía vallas en su camino, le escupía en el rostro; yo ponía frente a las incundias de la vida todo mi brioso caudal de ideales que atesoro en lo más interno de mi alma. Bien sabes tú, querido amigo, que era en balde, el mundo me

Page 14: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Acepto el reto de la espada puesta en alto por el que va a pasar a ser el Damocles de Granada-Pamplona-España o, todavía más sanguinario, el Quijote de las letras españolas. Arramblo con mi pluma - con mi máquina de escribir moderna, mi computadora de letras - y me pongo a escribir.

En cierto modo, esto de la escritura es una magnífica forma de estado de ánimo. El hombre que escribe, el que crea revistas a diestro y siniestro, el que expulsa de su boca el fuego eternamente vivo del pensamiento, lo hace, por seguir la ígnea metáfora heraclítea, cuando este fuego se enciende con medida. Cuando su estado de ánimo está dispuesto a afirmarse.

Hay quien puede decir que algunos de los más grandes párrafos de la historia de la literatura se han escrito con tristeza, que dicen los plebeyos que es un mal estado de ánimo. Pueden decir que un escritor en lengua hispana jamás debe afirmar que no se puede escribir triste, pues triste debió sentirse don Miguel en la cárcel argelina donde las musas le visitaron; triste Calderón cuando descubrió que la vida era una ficción y el mayor mal; triste Unamuno con su dolor de España... La literatura hispánica, sí, señores objetores, ha sido triste. Como la historia de las comunidades hispánicas.

¿Por qué la tristeza es un mal estado de ánimo? La eufórica tristeza del pesimismo nietzscheano, la tristeza del hombre que no encuentra a Dulcinea, la del que sale de su torre y ve como su vida verdadera no es más que otra ficción... Estos han sido los impulsos del superhombre, de don Quijote, de Segismundo. La tristeza ha movido al hombre a la acción, a la búsqueda de su contrario. El hombre feliz no quiere cambios, el hombre feliz es una estatua. Claro que ningún hombre desea ser feliz a no ser que sea inglés. Nietzsche dixit. Alegría o tristeza no son estados de ánimo. Son categorías subjetivas más o menos importantes, pero críticamente triviales. Estados de ánimo son actividad/pausa. Los psicólogos, redundantemente platónicos, objetan a esto, pero si algún día alguno se aparece por este Templo triste, hablaremos y dialogaremos también platónicamente, si es gusto. Estados de ánimo son los impulsos que conducen a actuar o no.

Y así llego a lo importante para un escritor. La actividad. El que escribe, más que expresar un estado de ánimo subjetivo - alegría, tristeza... - quiere afirmar o negar algo,

quiere hacer algo. Esto puede parecer algo evidente - el que escribe quiere hacer algo - pero suele ser negado. Sólo accidentalmente la voluntad se manifiesta a través de la escritura. Sólo a través del placer de la escritura, y el placer de su música. ¿Cómo se consigue entonces la actividad?

Es un estado físico. El hombre sano es el que se encuentra activo. Sano no quiere decir el que no fuma, ni bebe, ni copula en exceso, sino el que no se encuentra cansado, el que tiene un metabolismo activo, el inquieto, el eternamente vivo - volvemos al fuego heraclíteo -. Sano es el que mantiene una alimentación, y de ahí el título, acorde con su fisiología. El hombre que come demasiado o demasiado poco, o come mal, no está activo. He aquí la búsqueda de la medida griega: antes que búsqueda de un equilibrio en el microcosmos humano, es una búsqueda de la actividad. Es una búsqueda de la música de la escritura.

En este breve soliloquio parece que he querido decir que nuestra alimentación nos conduce a nuestra acción. Mentira. Es algo más simple. Algunos vivimos para escribir. ¡Rómpanse las cadenas de esta revista y alimentémonos todos en sintonía de especie distinguida! Ω

rreboluhciont

La dieta Por Rober Lago

14 14

Page 15: La Comuna de Los Des Here Dados #06

En marzo de 1749 John Cleland fue condenado a prisión por escándalo público al publicar la segunda parte de su libro, Fanny Hill, Memories of a Woman of Pleasure. Una novela que podemos emparentar con la de Flaubert en la genealogía de la literatura libertina y de voluptuosidad femenina. A grandes rasgos, Fanny es una chica de quince años que acude a Londres tras la muerte de sus padres y termina alojándose en un burdel clandestino en el que experimenta con relaciones lésbicas. En él conoce a Charles, a quien entrega su preciada virginidad. Cuando él se marcha a la guerra, ella conoce los más diversos placeres con distintos hombres y cosecha una fortuna con ello. Por fin, se reencuentra con Charles y comparte su dinero con él. Pero hay que preguntarse si todo este libertinaje y la sensualidad latente en las dos cartas que componen el libro recurren a lo fácil para describir situaciones más o menos corrientes en la persona sin retenes morales. Fanny Hill, ¿viciosa o virtuosa? A menudo se le acusa de ser poco menos que émula de la Condesa Sangrienta, aquella que mató a medio millar de sirvientas para bañarse en su sangre y conservar su juventud. Pero no son más que nuevas propuestas de sexualidad social presentadas por dos escritores a través de la fuente del deseo, la mujer. Ella quiere descubrir nuevos espacios para el placer, nuevas vías de comunicación sensorial. Por eso canta “ la dulce furia, esa rabia de activo deleite que corona los gozos de una pasión amorosa mutua en la que los dos corazones, tierna y sinceramente unidos se juntan para exaltar su júbilo y comunicarle un espíritu y un alma que desafía a esa culminación en que desaparecen los deseos meramente momentáneos, ¡que mueren de un exceso de satisfacción!”. No es fácil introducirse en un tema de este calado sin pecar de expresión sucia o descripción excesivamente embarrada. Cleland lo hace con una prosa impecable que hace creíble que Frances Hill sea una joven que va viviendo nuevas realidades al paso de una racionalización de las causas y los efectos. Se trata en

Fanny Hill

Por S. Llanos

15 CRÍTICA LITERARIA. FANNY HILL

definitiva de un homenaje al placer. Literatura inmortal que sobrevive inmaculada a pesar de los estragos que se han hecho en las bibliotecas a lo largo de los últimos siglos. Ojalá descubramos nuevos autores que se internen en territorios prohibidos de la prosa. Después de ver cómo aporrean nuestros sentidos con otorgamientos de premios que atentan contra la misma literatura, tal vez tengamos que buscarlos en los basureros, donde desechan a los buenos. Desde von Sacher-Masoch hasta Musset, Bataille y Henry Miller. La literatura del género es eterna.Ω

Page 16: La Comuna de Los Des Here Dados #06

1 Voy a experimentar. Me aburren los relatos, los ensayos, los estudios, los poemas,… A la postre sólo queda el punto final y la idiota satisfacción de haber juntado doscientas o tres mil palabras más. Pero siempre me queda la sensación de estar encorsetando ideas dentro de estructuras predeterminadas. Lo mismo una y otra vez. Llámalo relato, poema o artículo; no hay nada que no esté ya hecho ni dicho.

Para este número estuve preparando algunos artículos. El primero, que se lo debo a un amigo, es sobre el carácter esotérico de parte de la doctrina de Platón. La verdad es que sólo tengo unas notas tomadas a vuelapluma mientras leía, salteados, alguno de sus libros en las obras completas que me llevé de no sé qué biblioteca. El único uso que les he dado hasta ahora -las tomé hace un par de meses- ha sido en un resumen que le preparé a mi hermana, que hace Selectividad este año. Por cierto que en su clase de Filosofía aprende cosas un tanto extrañas. Revisando sus apuntes, me sorprendí con una reducción ridícula del Übermensch («superhombre», suelen decir) nietzscheano: es un hombre superdesarrollado físicamente y es ahí donde demuestra su superioridad; el más puro estilo holliwoodiense.

En aquellas notas platónicas, que son un tanto precipitadas, concluía que los indicios para tal esoterismo, paralelo al exoterismo, son de dos tipos: formales y materiales -obra y vida, respectivamente-. Hemos de fijarnos, por ejemplo, en el Aristocles de familia acomodada que se rebautiza en Platón y funda la Academia después de viajar por Italia, Cirene, Sicilia y Egipto. ¿Debemos darle carácter iniciático al viaje? Fue tras la muerte de Sócrates, que podría ser como la caída del caballo de Paulo. Se dedica entonces a escribir y enseñar durante cuarenta años, recluido y escondido en su particular cueva. ¿No hicieron lo mismo Orfeo, Diógenes, Felipe II, Tolstoi, Huxley o Prisciliano? Un Platón veinteañero se presenta ante un Sócrates que le acoge y ejerce de maestro. Edad propicia para los ritos de iniciación y maestro que le guía el tiempo necesario antes de desaparecer y dejarle su puesto. En sus viajes visitó, también, algunas escuelas socráticas, como la de Arístipo, padre del hedonismo.

También en lo referente a su vida podemos ver cómo Platón se inicia en los misterios del Oráculo de Delfos. Allí aprendió, entre otras cosas, sus palabras sobre el mito atlante. ¿Cómo, si no, podríamos explicar que nos hablara con tanta

profusión de detalles de algo que estaba reservado al conocimiento de unos pocos? Delfos, a pies del Parnaso, fue el centro religioso de Grecia -recordemos que el ónfalos marca el centro de la creación-, de aquel mundo de «adivinos y helenistas», son palabras del funesto Constancio II, que su sucesor Justiniano persiguió con tanto ímpetu.

Sobre Platón hay más notas en mis apuntes -hablo de Pitágoras, de Orfeo, de Heráclito,…-, pero ninguna de ellas lleva a una conclusión definitiva. Siempre quedarán abiertas las puertas a la interpretación. ¿Referencias a su oralidad? Cierto, también las hay. No he seguido investigando y, mea culpa, no sé más. Algún día me desquitaré y le brindaré al compañero de abordajes las razones que hoy no tengo. De momento, lo reconozco, Platón no me quita en absoluto el sueño.

Por cierto, que hay que distinguir entre esoterismo y ocultismo. ¿Qué tendrán que ver! No sé si en algún momento llegué a publicar un artículo que iba, precisamente, del tema. A propósito del ocultismo, me parece que se titulaba. Era, en todo caso, el prólogo a un interminable trabajo sobre los templarios. Después de dos años, sigue sin terminar…

[1]

2

Esotérico es también otro asunto pendiente. Durero y la Comuna, se llama, y en principio lo firmaba Al-Zugabi Ibn Abd Allāh. «Nuestros lectores más perspicaces habrán notado que los dos últimos números de La Comuna de los Deshereda-

Baturrillo Delirio por un cadáver exquisito Por el duque de Algaida

16

Page 17: La Comuna de Los Des Here Dados #06

dos culminaban, en su ficcional contraportada -última página, de hecho-, con sus respectivos grabados del nuremburgués Alberto Dürer (Durero, para los castellanizantes), la figura más representativa del Renacimiento alemán. A pesar de que en Durero (1471-1528) no abundan precisamente los grabados (aunque después de escribir esto he descubierto que, precisamente, sí abundan… Así que rectifico), los pocos que realizó han alcanzado una fama nada desdeñable en comparación con el resto de su obra pictórica. Entre ellos, destaca, sin ir más lejos, el Rhinogervs, que realizó con la única referencia de la descripción aparecida en una carta y un boceto. Su obra sirvió de base para grabados de otros artistas e, incluso, se utilizó en los libros de texto alemanes hasta principios de los años cuarenta como representación fiel del animal.

Dalí, nuestro querido maestro, también se sirvió de él para la escultura Rinoceronte vestido con puntillas, que está en Puerto Banús. Tendríamos una fotografía original de la misma hecha por mí si no hubiese decidido hace unas semanas, cuando pude hacerla, que aquélla es «la capital ibérica de la insalubridad ética» (v. Carta recién llegado del exilio, en el punto 3), negándose a hacerle propaganda en cualquiera de sus formas. Sic transit…

Al aproximarnos a Durero, parece fundamental (yo lo hago así) observar con detenimiento sus autoretratos. Fue el primero, de hecho, que realizó varios de éstos. De los cuatro que se conservan, los tres primeros presentan aproximadamente las mismas características, pero el último, hecho en 1500, muestra una misteriosa semejanza con Cristo. ¿Pretendería ensalzarse a sí mismo, crear una nueva alegoría, representarse con la función de creador o indicar que había logrado algo? Desde luego, aparece un hombre mayor de lo que él era, pues sólo contaba con veintiocho años cuando lo terminó. El retrato, llamado a veces «cristológico», nos recuerda constantemente la iconografía que el cristianismo atribuye tradicionalmente a Jesús. La posición de la mano, el cabello, el gesto,… Al verlo me viene a la cabeza aquel verso de la arte poética de Huidobro, cuando recuerda que «el poeta es un pequeño Dios». Quizá el pintor también lo sea.

En cualquier caso, no volvió a pintarse nunca más.

Lo esotérico en Durero es una constante. Y, entre los demás símbolos, hay que destacar la puerta como emblema personal. En el escudo familiar la coloca como motivo principal; pero es que además su firma aprovechaba la A en forma de marco para colocar dentro la D. No significa otra cosa que paso a una nueva realidad, iniciación, paso al siguiente estado. Haré un repaso rápido porque no tengo ganas de escribir mucho y porque, aunque lo haga, a la mayoría le dará igual y la inmensa minoría, a pesar de todo, sabrá investigar por su cuenta con los pincelazos que dé.

La Melancolía I. Está en el cuarto número y hemos de situarla la primera. Se refiere a uno de los cuatro temperamentos según Hipócrates: tristeza y ensoñamiento. Bilis negra. La balanza y el reloj de arena apelan a Saturno, a

cuyo reino pertenece el hombre (que es «plomo opaco», según la Alquimia, por lo que permanece oscuro, como el tiempo), y del que protege el cuadro mágico de la pared. El arco iris nos indica una puerta entre dos mundos, probablemente el físico y el metafísico. La escalera, por su parte, se compone de siete escalones (otro arquetipo. Los siete «planetas» de la Antigüedad: Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno; número cabalístico de la luz -siete colores del arco iris-; une lo terrestre -4- con lo celeste -3-; el Carro del Tarot;… ¿Quieren más? Estudien numerología. Tal vez adivinen por qué no hay una Melancolía II). Indica ascenso, que hasta el cuarto escalón está en lo terrenal, sobre todo los dos primeros, difíciles y ocultos tras el poliedro de líneas rectas y rígidas. Es decir, detrás de la materialidad más pesada. Ahí está también la rueda de molino, con un angelillo encima, para aplastar lo más humano, el perro (lo inestable, instintivo, nervioso, animal). Ese perro que simboliza el espíritu y que recubre el alma, el Oro, la bola con un centro equidistante de sus límites. Para lograr la transformación, esa persona, de carácter aún femenino -seguimos la interpretación alquímica-, tiene en sus manos el compás, la regla, los clavos, la lima y las demás herramientas. Y demuestra su superioridad imaginativa y creativa al estar alada.

[2]

El Caballero, la Muerte y el Diablo. Apareció al final del quinto número. El Caballero avanza impasible sobre un caballo copiado a Leonardo hacia el castillo inaccesible, con el perro mm

17

Page 18: La Comuna de Los Des Here Dados #06

(celo, sabiduría, justicia) sometido a su voluntad. No se deja afectar por el Diablo, que le enseña el reloj de arena, el paso del tiempo; más bien parecen enemigos imaginarios y fantasmales. Él sigue recio y con paso marcial, perfectamente armado y siguiendo el camino que él mismo ha marcado. Debajo del perro, un guiño: el lagarto, que busca la luz, e incluso morir a manos de Apolo; el lagarto que simboliza resurrección. El caballero ya ha conseguido ponerse en marcha, hacer su camino iniciático, ha superado lo más difícil. Ahora debe llegar al castillo, que es el Avalón celta, el Sancta Sanctorum hebraico, el Rocabarraigh gaélico, la Atlántida griega o el Agartha tibetano. La redención –el refugio del iniciado. Morir en vida para vivir realmente. Es un proceso interno, una operación metafísica que se aleja del suicidio liberador. En algún sitio he leído que es también el Helheim nórdico… Un desvarío de esoteristas con más entusiasmo que rigor.

San Jerónimo en su celda. Aparece en esta entrega. Ahí tenemos al santo, estudiando en paz de su habitáculo con una aureola de gloria. Se repite la calavera del anterior grabado: la muerte-negación de sí mismo que antes indiqué, imprescindible para la transformación. Del techo pende la calabaza compostelana, símbolo universal de la peregrinación. El tiempo sigue transcurriendo pero ¿a quién le importa? Ya se ha llegado a la meta. El león, símbolo solar (y en Iberia lo sabemos mejor que en ningún sitio. Su garra es parte de nuestra mitología y nuestra heráldica), reposa ante el sabio, pues no ataca a quien está a su altura. Se refiere además, curioso, al león que penetró en su monasterio y al que el santo curó. San Jerónimo está absorto en el trabajo intelectual, y no en la mera contemplación de la fémina Melancolía. El perro ya no incordia y duerme tranquilo. Todo parece indicar que se ha llegado al fin del camino. 3 Ah, la Comuna… Qué desvelos me (nos) ha procurado. Ha sido una magnífica herramienta para curtirnos en el arte de escribir, no habrá uno solo de los habituales colaboradores que diga lo contrario. Después de todo -un año y seis números-, hemos aprendido. Por mi parte, por ejemplo, que no tengo la constancia necesaria para las grandes obras. Mirando en el cajón y en el escritorio del ordenador, debe haber unos veinte textos inconclusos. Algunos de ellos, le pasaba a Larra (en el relato que incluimos en la sección El Jardín Errante lo dice él mismo), constan tan sólo del título. Como mucho, puede ir aglutinándolos uno a uno, como ahora, intentado darlos coherencia, que no chirrien mucho.

El único texto que tenía concluido para publicar es una carta, híbrido de varios estilos, en realidad, que escribí a comienzos del verano. Se trata de la Carta recién llegado del exilio. No me importaría colocarla fuera de este bloque, pero dado que me he sumergido ya de lleno en la pequeña zancadilla que me he hecho a mí mismo, va a continuación. Algunos la habréis leído, porque la envié a mi lista casi entera, y, además se publicó en el primer número del boletín Elvira –

Renacentismo iliberritano del siglo XXI (viejo proyecto que cuajó, por fin, hace unas semanas):

[3]

Ciudad de Granada, 18 de julio de 2009

He estado de vacaciones. Podría entrecomillarlo porque podrían no haberlo sido. No cabría la duda si no hubiesen sido compradas al Capital. En ese caso, otro gallo -de pelea, prietas las filas-, cantaría. Me he sumergido, muy a mi disgusto, en las masas tibias y amorfas, antítesis de lo heroico. Salí de aquí, de mi Ciudad, con la esperanza de no perder la razón entre tan «numerosa asamblea humana», que diría Pío Cid. Y allí fui, a donde van todos, a la odiosa Costa del Sol. Casi recelo más de ella (la tengo, por desgracia, muy vista) que de Sevilla (por más que ésta la he visitado recientemente, estando ella vestida de gala; y no me desagradó tanto como supuse que lo haría).

Sabía que lo mejor vendría cuando estuviera rodeado de guiris y yankis, borrachos irredentos acompañados de sus respectivas jóvenes hetairas, coimas de los cristianos en celo que se cruzaran con ellas en cualquier sudorosa discoteca. (Exceptio probat: entre ellas encontré un año a Violeta, vallisoletana de pro. Ahora debe estar, de nuevo, en su Pucela del alma. Dicen que lo de pucelano viene por Juana de Arco, a cuyas órdenes lucharon algunos caballeros de allí. ¿El mito se revuelve y ataca desde el subconsciente? Basta).

18

Page 19: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Hablábamos de pieles blancas etílicas. Sería entonces cuando, quizá, se apaciguaran mis ganas de arrasar toda ciudad costera que se precie; el espectáculo grotesco de lo decadente puro siempre me ha atraído, aunque sea por exclusivo morbo destructor. No obstante, me vengué de ellas en un pub de Benalmádena. Después de prometerme las rubiales de ojos azules un dos por uno, resulta que lo gratis era la segunda ronda. Vean ustedes la diferencia: de veinte a cuarenta euros, que salían de mi alforja. Así que, a pesar de que la copa era con mi padre, tomé las de Villadiego. Que les den por la caja, dije, que yo no apoquino.

Rectifico lo de arriba: quemaría todas menos Donosti, cuyo aire aristocrático -parisino, mal que me pese-, la excluye del grupo de las horteras españolidades de olas y olés.

[4]

Escribían en la última Comuna un artículo sobre la playa,

precisamente. Muy oportuno porque se acercaba entonces ya esta época de mujeres convertidas en pinchitos morunos y hombres buceando en tinto de verano que, apostados en la orilla, con gafas de sol y gorro de tela, observan clandestinos a las seminudistas del top-less. No sé si en ese artículo hablaba Rober de lo poco aristocráticas que son las playas. Bañarse en ellas fue un invento de la alta burguesía acomplejada por su falta de sangre noble. Isabel II, además de identificar el sur de Iberia con el flamenco de los gitanos de Sevilla (y la consecuente reducción cultural de los reinos que lo formaban, eliminando, entre otras cosas, las jotas que por ahí subsistían), tuvo que darse baños marinos en Donosti para tratar una enfermedad cutánea.

Hasta ese momento, todo bien. Pero en cuanto llegaron los de los bolsillos llenos y la cabeza vacía empeñándose en hacer cosas de nobles, porque querían parecer nobles, se lió. Igual que imitaron a la reina en lo de acudir a tablaos, jodiéndonos el percal en Granada durante lo menos dos siglos (y lo que nos queda de aguantar la falsificación -Juan Pinilla, en su ingenuidad, me lo ha demostrado durante estos días-), los inocentones la siguieron en lo de rebozarse en la mierda que evacuan las ciudades y tomar el sol. Se deja el canon de las níveas pieles, el de la soledad, la sobriedad,… Y queda toda la

España de entonces poblada de pordioseros, vulgares homúnculos en horteras trajes de baño.

La última vez que recuerdo haberme acercado a la mar tuve que arrodillarme humillado, reconociendo el sacro poder que alberga, para bautizarme a continuación bajo una luna inmensa, repleta de luz, sin más ropa que mis collares, mientras mi amiga me miraba atónita, con cierta envidia en sus ojos por mi desvergüenza.

Sólo en condiciones así se permite ir a la playa. Bañarse mar adentro es otra cosa. Y en San Sebastián, otra muy distinta. La única forma digna de bañarse bajo el sol es hacerlo en la playa de la Concha.

El resto van al mar para ser distintos, sin saber que la mar sólo nos permite cambiar cuando entramos a ella de verdad, embarcados y a su merced. Aquella era una forma de emular a los grandes aventureros, aquellos navegantes de guerra. Es como si, por falta de brío, la aventura se quedara en intentona. Temen al mar. Y siempre lo dicen así, el mar. En masculino, como si fuera un enemigo, un contrincante. Hemingway, en El viejo y el mar, sabe que la mar «es como le dicen en español cuando la quieren».

Sí, he navegado con el viejo esta semana. He añorado los viejos tiempos, he ayunado con él, he sufrido el paso de los años y he notado las cicatrices en las manos. He fingido que tenía una atarraya en el armario, esperándome para pescar. Y he visto al muchacho congraciarse y, sin provocar vergüenza, con tacto, traer la comida de la Terraza y el cebo de su casa, para poder pescar algo.

Se parece a otro viejo que he conocido estos días. Me lo ha presentado Hermann Hesse en Siddharta. Tenía una barca y cruzaba a la gente de una orilla a otra del río. Como el viejo habano, éste habla con el agua, con el río. Le oye reír y llorar, lamentarse y alegrarse, dar consejos y rehuir una respuesta. El joven Siddharta, que entonces ya es viejo y le quedan lejanísimos sus días de pobreza como samana y de riqueza como comerciante, termina sustituyendo al barquero. Dicen que es una de las novelas más leídas del mundo, pero quién sabe. Quizá sea, eso lo admito, de las más compradas. Su descripción de la cosmovisión budista, el camino de perfección y la búsqueda del Uno es inmejorable.

De Hesse también he leído estos días Demian. En realidad, precedió a Siddharta, porque he decidido leer su obra en orden cronológico. Después vendrá El lobo estepario, que dejé a la mitad en mayo. Demian… es decir, amor, dualismo, búsqueda, sabiduría, espíritu, Naturaleza, Abraxas, Eva, desazón, brahmanes, gnósticos, ascenso, maestros, discípulos,… Veo a Max Demian más allá del bien y del mal. Al poco de comenzar afirma que «otros sienten en sí mismos su propia ley, les están prohibidas cosas que todo hombre de honor hace a diario y permitidas otras sobre las que recae una general interdicción. Cada cual tiene que responder de sí mismo». El hombre es algo así como la música: en cuanto se le pone letra, se moraliza. Por eso odiamos a tantas personas, por eso existe la sana, higiénica y aristocrática misantropía. «No creo que vea usted hombres en todos los bípedos que van por esas calles, simplemente porque andan erectos y llevan en sí nueve meses

19

Page 20: La Comuna de Los Des Here Dados #06

a sus crías», aunque «todo ellos entrañan posibilidades de llegar a ser hombres». El beneficio de la duda.

Esos misántropos… «Tan pronto me creía ser un genio que me tenía por medio loco», declara Sinclair, el aprendiz, el narrador, cuando va a vivir uno de esos ritos de paso que hay que celebrar en la vida. Yo he dado otro en estas vacaciones. Es la primera vez que vivo una semana imbuido en libros, sin nada más que leer ni hacer, sin escribir poesía y sin móvil. He estado verdaderamente desconectado del Mundo Moderno, sin noticias ni correo ni patochadas del estilo. Sólo he cometido dos pecados, el primero es que he ido a Puerto Banús. Y allí, rodeado de…, he concluido que Marbella es la capital ibérica de la insalubridad ética. Y no digo de la estética -humana, se entiende-. Lo que se ve por las calles no es ostentación ni riqueza ni buen gusto, sino insultos a la armonía y a sensatez, al equilibrio mental. No entiendo cómo los simios que nos rodean pueden anhelar rebozarse en aquel estercolero de presuntuosidad (quizá, ideo, por ausencia de algo más alto que el amor a lo superficial).

Demian es todo eso, o su negación, pero, sobre todo, es Eva -que es la Elella prosado por Miguel Serrano-, es la Mujer, la Madre Tierra. Es lo que yo llamo Ella, ente capaz de besarnos y marcarnos para siempre. Pocas veces se la ve, siempre se le ama, casi nunca corresponde. Algún día versificaré cuervos y similares figuras, bajo el epígrafe, grande y burlón, de A una mujer a quien quise, hoy para bien ausente. Pondría, por ejemplo, fuiste cruel y te creé / pájaro de oro en alas / pero cuervo me has salido / y aún me duele la traición. O cosas por el estilo. Si al menos tuviera cerca mi refugio… pero ni siquiera me queda mi Consuelo Eterno; «Elvira», ¡vuelve pronto, te pido, de la infernal megápolis en que penas tus pecados! Estos aires echan en falta tu perfume de rosa blanca.

Se me va el discurso. El segundo pecado viene a cuento de Pío Cid, o de Ángel, el narrador usado por Ángel Ganivet para la segunda de sus novelas. Se parece a Ángela -¿casualidad? Lo dudo-, la usada por Unamuno en San Martín Bueno, mártir. No la he leído -mi amigo Pablo dice que es buena, aunque no más que otra de sus obras, Cómo escribir una novela-, pero me la represento en la línea de la sugerente Niebla.

En Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (otra lectura de esta semana; nunca la había leído de cabo a rabo) se comienza con un tratado sobre la misantropía del de los Cides, consecuencia ésta de de la mala experiencia con los que le rodean. Aunque sabe elegir con quiénes romper la regla de silencio. Esa experiencia, fundamental para comprender cómo actúa, y que se relata en La conquista del reino Maya, es la que le hace huraño, asocial. Sin esa experiencia, él no sería nada, no viviría con el sentido aristocrático con que lo hace en la segunda novela.

De igual forma me he enfrentado a estos días. La plebe yanki, que me rodeaba por doquier, es parte del aprendizaje de todo Hombre. Sin ellos no adquiriría la sutileza con que, en el futuro, debería poder enfrentarme a los avatares diarios del futuro.

La civilización en que estamos inmerso no es más que aquello que somos ahora. No ver nada extraño y sentirme cómodo en ella, aunque sepa que es corrosiva, indica que a todas luces soy parte de la misma y me encuentro igual de enfermo. Sólo cuando las náuseas me impidan compartir un Burger King con mis hermanas (ecce segundo pecado), cuando deje de anhelar bajar a la piscina para contemplar la reluciente silueta de una joven inglesa en agraz, cuando mi cuerpo deje de llevarme a locales ensordecedores -donde el ruido pseudomusical suplanta el social-, seré parte del Mundo Nuevo que busco.

Decía antes que he estado sin teléfono. Ha sido un gran avance: ¡viva la libertad! No pretendo volver a usarlo más de lo imprescindible. Ya no se escriben cartas, y mucho menos de amor, se quejaba Espido Freire hace un par de días. Deberíamos retornar a ellas. El arte epistolar es fuente inagotable de recursos y conocimientos sobre la persona a la que nos aproximamos. Qué sabríamos hoy sin las cartas de Nietzsche, Ganivet, Maquiavelo, Freud, Ledesma, Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez. Espero, aún, el de Dalí. Se ha dejado todo en manos de la electrónica, traicionera y burda, artificial e inhumana, nunca permanente.

Tampoco pienso utilizar más las herramientas de autocontrol social. Alcé la voz contra ellas en el último número de la Comuna, y cumplí. Pero a las semanas hube de volver a instancia de algunos amigos que me requerían para, según ellos, ahorrar móvil. Ni una ni otra. Vuelvo a quedarme sin esos instrumentos del Gran Hermano. Ibsen, contemporáneo de Ganivet, sentenció con flama en El enemigo del pueblo que «el hombre más fuerte del mundo es el que está más solo». No les quepa duda. Lean la novela, se les demostrará. El iliberritano decimonónico le admiraba y yo comulgo. Qué mal le queda, por cierto, el cartel de decimonónico a Ganivet.

[5]

Se me presenta, por otra parte, una duda. ¿Merece la pena

una vita pericolosa, en la que la brusquedad de las pasiones y la violencia de los sentimientos sean el haz de luz de vida que se cuela por la rendija de una puerta, la bocanada de aire fresco que me recuerden que existo frente al calabozo de la subsistencia contemporánea; o la merece más no tener nada en

20

Page 21: La Comuna de Los Des Here Dados #06

subsistencia contemporánea; o la merece más no tener nada en exceso, como hacían los epicúreos, salvándome así de sufrir grandes displaceres, al no gozar de grandes placeres?

El peor invento del hombre, mano de obra de Dios, ha sido el futuro como idea. Mejor que sea hecho, como la palabra de los samuráis. Sus promesas no debían considerarse proyectos, sino realidades. Por eso no debería soñar como consuelo frente a lo tangible, sino soñar como paso previo a nuevas libertades.

Por cierto, y hablando de futuro, que he recibido una insultante carta de la secretaría de la Facultad en la que se me anima a centrarme en las asignaturas con convocatorias superiores. ¿Hace falta esa humillación? A todas luces, sobra. Pero lo han hecho, quizá impulsado por la característica vulgar profesionalidad sobreactuada del resto del claustro y, especialmente, de las diversas secretarías de la institución. Toda la Academia se pudre, desde los ineptos sabios de púlpito catedrático hasta las sencillas secretarias de oficina incompetente.

Termino. Salud y Camino.

4 Pero dejemos los personalismos. O no. Al fin y al cabo, la escritura es una forma de evasión. Y ésta sólo es posible con las armas y los recursos de que uno dispone antes de evadirse. ¿Con que sueñan los ciegos? Puede que lo hagan con esos símbolos universales que son los mandalas luminosos que vislumbramos cuando falta riego al cerebro. Yo, lo reconozco, lo hago a menudo con la chica de un cuadro.

La flor muerta (1868; también conocido como La flor marchita), del mexicano Manuel Ocaranza (Uruapan, 1841 – Ciudad de México, 1882), es, desde que la descubrí en un libro escolar de Literatura -sin nombrar al pintor, acompañando la explicación-, una de mis obras de arte favoritas. Es capaz de embelesarme durante horas mientras contemplo la conmovedora delicadeza de sus líneas, la suave sugestión de sus colores o la quebradiza melancolía de sus formas. Y sin embargo, Ocaranza no es conocido en casi ningún sitio. Ni en su México del alma, ni en el resto del mundo. Ni siquiera se sabe dónde está la mayoría de su obra.

El cuadro de marras, sí. Está en el Museo Nacional de Arte INBA, en México. Fue presentado en la exposición de 1869 de la Escuela Nacional de Bellas Artes, o Academia de San Carlos, en la que comenzó sus estudios al principio de la década. Era uno de los estudiantes de mayor edad, porque allí iban quinceañeros y él tenía ya veinte. Pero pasemos a la pintura…

A pesar de la aparente simpleza de la composición -nada de extraordinario tiene la técnica-, esconde un intenso significado. El realismo se introdujo en la Academia en 1869 de la mano de Salomé Pina, el nuevo director; pero Ocaranza se adelantó con este realismo romántico de madurez, algo en absoluto habitual entre los alumnos. Hasta aquel momento, los modelos eran siempre masculinos, normalmente mitológicos -bíblicos, en su mayoría-. La cotidianidad de sus representaciones, empero, no debe hacer olvidar la

introducción de abundante simbología y elemento alegóricos que nos permiten descubrir el sentido de la obra más allá de lo superficial.

[6]

Su parecido con El amor del colibrí es innegable: el jarrón

con la azucena, una joven, el vestido blanco y el cinto rojo. Pero no son más que elementos de la composición, que sólo sirven para darle forma. Al haber sido realizadas en la misma época, probablemente Ocaranza se sirvió de una misma imagen de referencia, sea ésta real o imaginaria. De hecho, es improbable que se trate de un díptico -sobre el amor, en principio- porque ni los rostros se asemejan, ni el tamaño es similar (145x100 cm., El amor…; y 169x117.5 cm, La flor…), ni a primera vista, que es la que cuenta, se parecen técnicamente. Se intuye, además, estudiando la biografía del autor, que El amor del colibrí fue pintado después, cuando en el díptico sería el «antes».

Pero sí puede tratarse, y tal es nuestro parecer, de obras relacionadas por el tema, sin más afán que la narración (independiente la una de la otra) de épocas amorosas. No podemos obviar, por estar El amor del colibrí en un ambiente urbano y el otro en uno más campestre, que todo obedece a un orden cronológico en el que unas jóvenes aparecen antes y después, respectivamente, del «ejercicio amatorio».

Y no es gratuita la afirmación. La azucena es símbolo de pureza y virginidad. De hecho, desde la Edad Media en la iconografía religiosa como atributo de la Virgen María. Que

21

Page 22: La Comuna de Los Des Here Dados #06

aparezca truncada y muerta nos acerca al mensaje. El rostro triste y pálido, enfrentado a un conflicto interno, dubitativo e inseguro; los ojos en llorosa desolación; el traje blanco, impoluto, pero roto por un cinto rojo en la cintura -rojo de amor, de «secso», de violencia, de lucha encarnada-; el pelo desordenado, dejado caer sus anchas; el espacio abierto y liberador; las tonalidades verdes, que…

¡Alto! La gama cromática se limita demasiado al verde, al blanco verdoso y al cristal verdino. El verde es un color «tierno, de fecundidad vegetal», dice Pedro Caba. Y no sólo eso. Es también el color de la mujer en promesa, del futuro, esperanzado y deprimente, de la iniciación en nuevas artes y espiritualidades, de realidades ubérrimas.

Vemos, por tanto, cómo encaja de nuevo el conjunto. La mujer, recién introducida en lides carnales, perdiendo con ello la su preciada virginidad, se debate ante un mañana incierto. Tal vez en cinta, se enfrenta a la reprobación de la sociedad y a una nueva vida, en la que ya poco le importa la apariencia física. La flor está tronchada, no marchita. Está reciente el desfloramiento. Todo obedece a algo repentino, con brusquedad inesperada se ha encontrado con la nueva situación. Sin joyas, descuidada, se aleja de la vida de frívola coquetería con arrepentimiento.

La tesis de que la joven es una María Magdalena moderna nos agrada. Quizás no con todas las repercusiones bíblicas, y desde luego descargada del sentido moral y sacro. Puede que La flor muerta no sea más que una nueva versión secularizada del arrepentimiento de la pecadora.

Sea lo que sea, espero contribuir, con este escrito, a la recuperación de un buen artista. El romanticismo puede llegar a ser decadente y asfixiante, pero Ocaranza supo plasmar con sencillez unas sugestivas escenas que evocan al subconsciente. Ojalá se localicen sus pinturas y se abran a un público que, como yo, hecha en falta un romanticismo férreo, alejado del canon lacrimógeno y obnubilante que turba los sentidos. Mejor éste, vive Dios. 5

[7]

Supongo que soy romántico. Así me lo dijo un amigo hace ya tres años, pero como resultado de una extraña ecuación: una mezcla entre nostálgico e idealista. ¿Será cierto? Huyo de las

dos opciones, pero el romanticismo como vía de escape, como hijo mutante que mata a sus padres, me gusta. Por eso busco constantemente obras de las diversas corrientes, para identificarme en ellas, para mirarlas como se mira un espejo, intentando adivinar mi sombra entre las suyas.

Fue ahí, entre decenas de composiciones románticas y tenebrosas, de oscuro simbolismo, donde redescubrí La isla de los muertos. ¿Saben que Hitler llegó a tener un original? También Lenin estaba obsesionado con el cuadro, así que no podemos atribuirle ocultas connotaciones políticas. Tiene un magnetismo extraño, casi onírico. Y es que el cuadro tuvo como primera función ayudar a soñar. Ése fue el encargo que le hizo la viuda Marie Berna a Arnold Böckin y con ello pintó en 1880 Un lugar tranquilo. El nuevo título se lo puso el tratante tres años después.

Desde mi ventana se ve un Torreón, macizo y amarillo en el monte negro. Lo demás, oscuridad. Me ha recordado a La isla… -nunca me había fijado en él a estas horas-. Es como si me repitiese (dan las tres en punto ahora, según unas campanadas anónimas) que hacia allí he de ir; como la barcaza blanca del cuadro. ¿Estaremos nosotros dentro del ataúd? Polvo somos y en polvo nos convertiremos. ¡Memento mori!

José María Rodríguez Acosta (1878-1941), pintor granadino más o menos realista, también se quedó prendado de Un lugar tranquilo y quiso recrearlo. Para ello, creó un carmen-museo-estudio extraordinario a los pies de la Alhambra, de tal modo que lo que ha perdurado como su «autorretrato» -así lo denominó él- es el carmen y no su pintura. De las decenas de homenajes que hizo con su ópera magna se adivina en seguida la intención de reproducir el ambiente nocturno, vertiginoso y macilento del cuadro. 6 Me queda un tema a tratar, entre tantos. Quizá esté deprimido. Puede que, simplemente, no tenga fuerzas para continuar lo que empecé algún día. Pero eso estoy fabricando este heteróclito pastiche de mí mismo, un collage poetástrico. Lo único que tengo ganas de terminar es mi libro sobre Granada (que al final no será nada parecido a lo que pretendí que fuera) y mi Carta a la Universidad. De ésta no diré nada. Quien me conozca sabrá de qué hablo. Malditos tecnócratas… Pues eso.

Por cierto, que íbamos a hacerle un homenaje a Dragó. Contra la voluntad del Subdirector, sí, pero la cosa marchaba. No sé si saldrá (no sé qué hay listo para publicar de los demás), pero aquí va el esbozo de lo que yo tenía pensado. Y es que…

De mayor quiero ser Dragó. Pecata minuta, aunque lo nieguen, en pleno Mundo Moderno. ¿Recuerdan aquel libro en que un filósofo prusiano con frondoso mostacho se autoensalzaba? Sí, Dragó debería escribir un Ecce homo. Le reto, ¿entrará al trapo? Espero que Soseki y su pasado le dejen tiempo. Autohagiografías no le faltan al Insigne; una más no será mácula en sus ropajes de escritor de raza. ¡De raza, digo! ¡Él es la escritura! Aunque Bolaño se riera de él con su Santísima

22

Page 23: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Trinidad en el gaucho insufrible. De mayor quiero ser Dragó. ¿Por qué no? Quiero escribir

un vademécum tan enormérrimo como Una Historia Mágica de España y poder decir al final: ecce liber. Yo y mis cosas.

De mayor quiero ser Dragó y llevar a mis espaldas un exilio con honra y el castellano por bandera hasta el Japón. Que los samuráis se enteren de que aquí, no obstante su maltrecha fama, tuvimos caballeros.

De mayor quiero ser Dragó y tener un Dionisio y un Oisnoid que me acompañen al desfacer entuertos.

De mayor quiero ser Dragó, sí. Rajarme las tripas y plasmar en negro sobre blanco, soltar lo que me plazca y que me paguen por ello. Y comprarme, así, un pueblo de Soria.

De mayor quiero ser Dragó y alcanzar su marca en conquistas mujeriegas. Que se jacte cuanto quiera, aunque sea con el Cialis de las narices. O con el Priligy que probó hace poco.

De mayor… Yo quiero serlo ya. Pero Dragó sólo puede haber uno. En Dragolandia no hay sitio más que para un loco. En Iberia, también. Antes fue Dalí, ¿será hereditario el título? Yo le cedo, en cuanto la palme, el de duque de Algaida.

De mayor quiero ser Dragó y que los demás disfruten de mis escritos como gigantes (¡no como enanos!), como yo lo hago con los suyos.

De mayor quiero ser Dragó y trascender la escritura, convertir mi vida en Obra y lograr con ello la inmortalidad.

¿Buscaban ustedes el elixir…? Háganse artistas.

7 Otro proyecto, el tercero, que me ilusiona, y que no he mencionado antes, es un ejercicio de autoficción que he denominado Los amores perdidos. Además de ayudar a la creación de una mitología personal, descarga las espaldas de

23 todos los escombros que vamos acumulando a lo largo del tiempo, reciclándolos en una creación al margen de la realidad y, en ocasiones, de lo posible. Son ese progresivo aumento de lo práctico-inerte que nos ayudan a esculpirnos como personas y a recoger en el devenir, una vez proyectado un modus, los elementos necesarios para juzgar después las circunstancias que nos circunden.

Autoficción: «Ojalá pudiera amar de nuevo a todas y cada una de mis mujeres, de mis niñas y de mis putas. Cambiaría tantas cosas… Cada uno de esos amores perdidos pudo haber llegado a ser un presente distinto que permanecerá, para siempre, oculto en el desván gatero de la historia». Son palabras de Dionisio Rosales. Y, desde ahí, imaginar los futuros contingentes.

Los términos esenciales son estos: «Y ¿qué si hubiese requebrado con más fortuna a Blanca hace unas semanas? Los primeros pasos merecen el respeto de cuantos se dedican al pordiosero oficio de ligar. Una noche sin más acercamiento que los pertinentes besos de cortesía ni la elegante despedida cantando al reencuentro. A la mañana siguiente, con magnífica oportunidad, el desayuno sirvió de desamarre entre nosotros. ¡Pero la distancia otra vez se me interpone! Con la prontitud de los acontecimientos y de la salida de escena de los dos, sin tiempo para asentar los afectos, se impone el buen recuerdo y el extravío de pretéritas emociones. Oh, si el amor funcionase en lontananza. Lástima que sea una contradictio in adjecto. Si al menos su figura pudiese aparecer más definida en el horizonte, podría funcionar –la corta duración de los sucesos impidió que ésta arraigara en mí. Por eso, infinitamente más importante que el espacio, es el tiempo. Aquí también yerran los que teorizan sin hacer».

Después de crear, concluyo que «hay más amores perdidos, aunque de facto no hubiese nada en su momento. mm

Page 24: La Comuna de Los Des Here Dados #06

A veces juego con mi sensatez inventando imposibles con apegos del pasado que nunca fueron a más. Esas rarezas constituyen un ameno e instructivo entretenimiento».

8 Parece que el único asunto que se quedará en el tintero es el de la Crónica ubetense. No sé dónde he metido los papeles… Porque estoy casi seguro de que la hice a máquina de escribir. En todo caso, podría retomarlas de mi libretilla. Se lo debo a José Luis, porque le emplacé a estas páginas para darle cuenta del viaje.

Tengo que ordenar mis cosas. No sé cómo se organizan los demás… A no ser de que dispongas, como algún impostor iberoamericano que se permite escribir con faltas para darle trabajo a su corrector, de una secretaria que apunte, recoja y clasifique hasta los pensamientos que tienes al miccionar por la mañana. Para, tras eso, vender chorrocientos millones de libros. Así cualquiera. 9 – Último acto Se baja el telón y aparece Nietzsche besándole los pies a un caballo crucificado. Alrededor bailan Artaud, que acompaña la coreografía con su bastón; Kafka en medio de una nube de moscas asesinas; Freud travestido de señora embarazada; Van Gogh mutilándose partes al azar; y Hitler con una fumigadora a las espaldas. Es el baile de los que sobran. Termina el delirio. El cadáver exquisito era el mío. Por si no había quedado claro.

Ω

24 _________________ Imágenes: [1] Duque de Algaida, Cigarro ornamental en rostro barbado de duende fosforito y cable conductor de sonido animando el cuerpo que lo sostiene. [2] Alberto Durero, San Jerónimo. [3] Norman Rockwell, Triple self portrait. [4] Anónimo. Fotografía sacada de algún lugar irrepetible. [5] Alfarero desconocido, Dionisos en el barco de los piratas. [6] Manuel Ocaranza, La flor muerta. [7] Arnold Böcklin, La isla de los muertos.

Nota informativa:

La Comuna de los Desheredados se hace enteramente responsable de

cuantas opiniones de cualquier pelaje viertan sus colaboradores. Asumimos por tanto con sumo gusto las consecuencias de lo que

aquí se publica. No somos la carroña burguesa que a la mínima se acobarda. Detractores, ¡os esperamos!

(Envía tus colaboraciones a [email protected])

Page 25: La Comuna de Los Des Here Dados #06

DENUNCIA.

El Sistema persigue la filosofía

REDACCIÓN.- La Cámara Argentina del Libro y la Embajada de Francia iniciaron una causa judicial contra Nietzsche, Derrida y Heidegger en castellano. La fiscalía desestimo a este sitio (Nietzsche en castellano) pero no a los otros dos, por lo cual estas dos bibliotecas públicas on-line han sido cerradas preventivamente hasta que la «Justicia» se pronuncie. Un juicio criminal contra Horacio Potel por difundir filosofía gratis en la web.

La Cámara Argentina del Libro cuenta con el cuestionable antecedente de haber hecho allanar la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e incluso logró condenar a algunos docentes por hacer que los alumnos fotocopien material bibliográfico. La escena de la policía entrando a Puán es recordada con estupor por muchos miembros de esa comunidad académica.

La Comuna se hace eco y colaborará en la difusión del material censurado por los Guardianes de la Ortodoxia. Ω

Mens sana in corpore sano Por Rober Lago

«¿El caos? Es rechazar lo que se ha aprendido,

es ser uno mismo». Cioran

Hace ya algún tiempo, un futbolista anónimo hasta su muerte falleció de manera súbita. El excremento del cristianismo en que vivimos, a través del sentimiento de culpa, no hizo sino rememorar la “gran calidad futbolística y humana” del individuo en cuestión. Sin embargo, no se han suscitado más que clichés y malos llantos acerca de la causa de su muerte. Corpore sano.

Algún día, los hombres activos desarrollaron grandes músculos. Su constante movimiento, su ajetreo vital, excitaba de tal manera al organismo que este se abultaba. Tenían que ir a la guerra, así que la facilidad de movimiento y la fuerza fueron favorables. Esta raza de hombres guerreros pervivió. Nacieron los nobles. Nació lo bello.

Lo bello, lo proporcionado, era lo agradable. Sócrates veía en los ejercitados efebos esa divina simetría – en sentido etimológico, si es que se puede hablar de otra forma – y se excitaba. El vicio estaba servido. Y con el vicio, la medida. Hacía falta sabiduría práctica, prudencia, para controlar los efectos de la nobleza. El hombre se desbocaba ante lo divino, pues divino era todo lo extraordinario. Los nobles, sabios y duchos en el arte de la batalla, eran hombres claramente diferenciados de sus bueyes, los esclavos. Lo que empezó siendo hombre acabó siendo ideal. El noble se fue del mundo.

Dejaron de existir muchos nobles, y al único noble le llamaron Dios. No había excelencia en el mundo. Cuando este Dios murió, los vulgares bueyes sintieron añoranza. Buscaban héroes. No había gladiadores, así que crearon el deporte como opio supremo. El deportista era arrojado a los leones, y tuvo que entrenarse a fondo. El deporte, aquella forma de encontrarse bien, se volvió competición. La competición, venida del polvo del circo romano, convirtió en polvo a los antiguos luchadores cristianos. El canon de belleza se volvió canon de estupidez, el hombre hábil se volvió culturista, y la belleza fue entendida por todo el mundo.

Los romanos, olvidándose de las labores del hogar, mataron a los grandes actores del circo. Unos meses después siguieron echando miserias a los leones. Que nos dejen a los vivos descansar en paz. Ω

25

Page 26: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Estimado Duque de Algaida (a ti te escribo por ser amigo lejano, antiguo, mi contacto y director de la Revista): Nada más levantarme, suelo consultar correos, tuentis, noticias y demás. Es lo que tiene esta droga. Y grata sorpresa al ver tu correo con el nuevo número de La Comuna de los Desheredados, el número 5. Parece que fue ayer cuando empezó esta revista "enormérrima con delirios de grandeza" y ya ha llegado a este número mágico. El 5 es un número natural, como la gente que hace esta revista, sin aditivos, conservantes ni colorantes. Algo manual, tradicional, artesano, algo raro en este mundo en que vivimos, pero no por ello más sencillo, sino todo lo contrario.

El 5 es el quinto término de la sucesión de Fibonacci, también llamado Leonardo de Pisa, matemático italiano. Como los padres de Mario Benedetti, aunque éste no lo fuera y cuyo sencillo pero sincero homenaje hacéis en este número.

El 5 también es un número primo. Primos por delirios de grandeza, primos por aires de superioridad, por creer en un mundo imposible y por intentar escribirlo. (Me incluyo si me lo permite vuesa merced). Primos por querer saber y conocer, por querer acaparar cultura, y porque no quiero ser como los demás. Primos por dedicarnos a algo que no se lleva, a algo que poco se cultiva, y que mucho menos se promociona o está bien visto. No es "políticamente correcto" y mucho menos si lo unimos a su forma natural de la que hablábamos. Primos porque el uno es primo, porque los primos son impares y porque los primos tienen algo oculto, algo desconocido que siempre ha dado más juego y más pie a conjetura, teorías, y en todos los ámbitos: matemáticas, aritmética, esoterismo, religiones, creencias populares, etc. . Porque a mi me gusta el 2, 3, el 5, el 7, 13 y el 69, y son números primos. El último, no, pero me da igual porque me gusta. Pero más primos los que nos critican. Porque yo seré primo, pero soy el primo de Zumosol, no como vosotros.

El 5 es el número de los elementos del mundo sensible, y de las grandes civilizaciones: mundo católico, del mundo hindú, o del chino. Las personas tenemos cinco miembros, y cinco dedos en cada mano, igual que las plantas que se dividen en cinco partes. Los pentágonos tienen cinco lados, y los pentagramas, símbolo del Hombre, tienen 5 líneas. Unos

pentagramas dedicados a Antonio Vega. Las estrellas tienen cinco puntas, como el pentagrama

estrellado del rey Salomón, la estrella de los Reyes de Magos que los guían a Belén o la estrella de David (aunque ésta tenga seis puntas). Y quizás también como la estrella que le dedicáis a nuestra monarquía constitucional, que no es una sino que son dos, una de almenas y otra de espinas. Aunque me identifico más con una, siempre es bueno contrastar opiniones.

Así que esta carta aparte de relatar el contenido de vuestra (con este también nuestra) revista, sirve para tres objetivos. Uno darte y daros la enhorabuena y felicitaros por este número.

Dos, constatar el gran contenido que en ella se incluye (y no por mis humildes colaboraciones, pues después de leerla completa me doy cuenta, de que mejor que no sigáis publicando cosas mías pues rebajo el nivel enormemente). No sólo los artículos-ensayos-poesías, etc. de los temas antes mencionados, como los homenajes a Mario Benedetti y Antonio Vega, las estrellas ambas, sino también otros escritos que considero de gran calidad: Prólogo a la Felicidad, el Caballero de la Dulce Derrota, Fantasía, Gran Hermano 2.0, el Futuro de la Comunicación, Actitud, Homenaje a un amigo lejano, etc. Felicita a todos sus autores de mi parte.

Y Tercero darte, las gracias por incluir mis pequeñas aportaciones aun sabiendo de su baja calidad, del peligro de su inclusión para la vida de tu revista y no por ello avergonzándote por ello. Sé que sólo es fruto de la amistad y de tantos momentos juntos. Aprovecho por si sigues en tus trece y te gusta el riesgo de adjuntarte algo que he escrito, creo que bien refleja el espíritu de la Comuna, o quizás no. Eres libre de decidir su inclusión o no en tu próxima revista, y si lo haces no me hago responsable de sus consecuencias. Y gracias también por este buen rato que me he pasado leyendo, aunque haya sacrificado minutos de mi estudio.

Por último, desearos que el próximo número sea por lo menos como éste. Sólo decirte que el 6 es el primer número perfecto, símbolo de la armonía y de lo romántico. PD: el 5 invirtiéndolo en la magia, también es el símbolo del Macho Cabrío, ahí lo dejo. Ω

Carta a la

Comuna Por Sito

26

Page 27: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Ernesto Guevara (9.X.1967)

Ramiro Ledesma (29.X.1936)

Guilles Deleuze (4.XI.1995)

Marcel Proust (18.XI.1922)

27

Yukio Mishima (25.XI.1970)

Ángel Ganivet (29.XI.1898)

Nuestros muertos Por Jorge Pons Las culturas son funerarias. Nosotros, qué menos, también. Aquí están algunos de los nuestros. No todos, pero sí los suficientes para dos meses de celebraciones, reflexión y libaciones por ellos.

Page 28: La Comuna de Los Des Here Dados #06

«Todos nos equivocamos», espero que ni el más escéptico dude de la verdad de este enunciado. ¿Y quién es el que te va a juzgar, quién de todos va a ser tan osado? Dios??? Tus padres? El gobierno? (¿?) Nosotros? Tú mismo? …definitivamente sólo podría ser un ignorante ٭ ٭ ٭ Los moralistas son tontos (os lo digo yo que conozco a todo un departamento aquí mismo, donde estudio). ٭ ٭ ٭ Teorema: Todo cálculo procede de una duda o dilema. Por tanto, el error no es más que un cálculo equivocado. ٭ ٭ ٭ Pues bien, lo cierto es que él siempre había desechado ese tipo de cosas ―simplemente no le gustaban, decía―; aunque yo reconocía en él lo que realmente había: Miedo. (¡Oh, sí! El Miedo es el que más tablas de la ley ha dictado) Últimamente no había podido quedar apenas con él ―el muy memo aseguraba que tenía que atender unos asuntos―, pero toda vez que nos vimos no pudo evitarlo, siempre sacó el tema a relucir. Muy pronto lo advertí, al fin se había percatado de que no estaba siendo honesto conmigo. (Por cierto, algo que suele olvidar la gente: no hay cosa más indecorosa en este mundo que ser deshonestos con nosotros mismos)

Me dijo: «Tengo miedo», tras lo cual esbocé una amarga sonrisa; él me miró de reojo. El pobre seguía cabizbajo cuando le espeté un «Nada nuevo bajo el sol, chico». Él estaba tomando un whisky con cola —el haragán ya llevaba cinco o seis consumidos en lo que llevábamos de noche―, cogía la alargada copa con la

mano y la examinaba atentamente, aquel ademán era una constante en su repertorio de gestos corporales. Sólo se llevaba el contenido del recipiente a la boca cada mucho tiempo, y aun entonces parecía que lo acompañaba un cierto recelo.

—¿Sabes? ―dijo de pronto― En realidad no me entusiasma mucho el alcohol, supongo que lo sigo tomando por costumbre.

—Eso se llama “caer en la inercia” —le dije, y al punto emergió de su cara una cómica expresión de perplejidad. Como era evidente que no me había comprendido, proseguí y le expuse mi pequeña teoría―. Verás, la “inercia” es el sistema que permite que las cosas que, decididamente han muerto, continúen funcionando. Las instituciones suelen constituir casos de inercia, el ejemplo más claro es el del matrimonio. Incluso aunque ya carezca de sentido, porque la mujer y el marido ya no se hacen mutuamente felices, se le da continuidad a la relación. ¿Las razones? En principio podrían parecer muchas y variadas: los hijos, los cambios, la soledad, la incertidumbre, etc.,… Pero en último término se reducen a una: Miedo. El miedo suele conseguir que nuestra felicidad consista en nuestra infelicidad. Somos gente astuta…

Él siguió mi discurso atento, prestándole oídos en todo momento. Mostraba rostro sereno, sus codos apoyados en sus rodillas, los puños sosteniendo su cabeza. Y de pronto:

—Por ejemplo, desde el principio odié la cerveza, no obstante, ahí continúa…—esa respuesta suponía que había comprendido mis palabras.

—¿Y bien? ¿Qué vas a hacer? ―le insistí una vez más. Llevaba varias semanas acosándole por la misma razón.

—No lo sé, no me siento con fuerzas…―dijo mientras las primeras lágrimas resbalaban por sus pómulos e iban a morir al sucio y pegajoso suelo. Su estado físico denotaba su estado mental: se hallaba en una contradicción. Puedo parecer algo cruel, pero esa visión me causó náuseas. Entonces le dije:

—¡Eres tan pusilánime como tu abuela! —su rostro describió la mismísima figura del odio. Sabía que él mmmm

Gang-Bang Por Omar García

28

«Los Dioses están muertos; pero se han muerto de risa al oír decir a un Dios que él era el único.»

Deleuze, Nietzsche y la filosofía

Page 29: La Comuna de Los Des Here Dados #06

odiaba a su abuela, y esa comparación le llevaba consumiendo el alma hacía años—. Te asaltan las lágrimas a la primera de cambio, igual que le ocurría a ella, ¿recuerdas? Los genes no engañan, amigo…

Se levantó furioso de la banqueta, donde hacía un momento había estado sentado cavilando —seguramente estupideces—, y justo comenzó a hacer una serie de aspavientos bastante lamentables. Me miró, su cara desafiante; su tez encarnada. Íbamos por el buen camino, por eso le continúe provocando:

—¡Sólo eres un mierda, como la mayoría! ―¡No es cierto! —bramó desesperado. ―¡Eso! Niégate la evidencia —el pobre indigente

respiraba con dificultad, creo que este era el momento más crítico que había atravesado en meses―. Si no es así, si es verdad que no eres un cobarde: ¡Demuéstralo! ¡Ven a por mí!...

Le espoleé en repetidas ocasiones, le desafié a que montara allí, en aquel antro, un pequeño escándalo; que se enfrentara a mí de una jodida vez. Pero no lo hizo, supongo que tuvo que canalizar su ira por otra vía. Siempre la misma historia.

—Sabes que yo siempre estaré contigo ―le expliqué en tono amable.

—Lo sé, lo sé…―dijo resignado, después respiró fuerte y sus facciones marcaron un gesto irónico. Tras una breve pausa, proseguí:

—Has bebido mucho, espero que no pretendas deshacerte de tu c… ―¡No! —exclamó interrumpiéndome― Ella no me

abandonará, siempre vendrá conmigo —no pude por menos que soltar una leve carcajada; luego le di una palmada en el hombro que acompañé con un: ―¿Y bien? No respondió, su mirada andaba perdida. No podía

estar contemplando a nadie, aquel garito se encontraba absolutamente vacío, allí sólo quedaba una camarera bajita y, desde luego, ella quedaba fuera del alcance de sus ojos. Impaciente, decidí romper el angustioso silencio:

—¿Qué piensas? Recobró el sentido y me dijo: —Estaba observando al silencio —la verdad, no

esperaba aquella respuesta; era demasiado racional como para soltar una frase tan mística—. Sí —continuó diciendo—, pensaba que si le prestaba algo de atención, se sentiría complacido y me daría una respuesta —creo

que el pobre diablo me estaba tomando el pelo—, ¿y sabes que le oí decir?

—¿Qué te dijo? —le pregunté, fingiendo algún tipo de interés.

—Habló así: ¿Qué piensas? —ahora era yo el que se hallaba perplejo—. Creo que hablaba conmigo—callé porque empecé a vislumbrar el camino por el que me quería llevar—. ¿Qué pienso?... —susurró—. Pienso que debería tener valor para hacer lo que necesite hacer, valor para enfrentarme a lo que me pidan el cuerpo y el alma, esté bien o mal, y se oponga quien se oponga —esta frase era lo único que había dicho de valor en casi toda su vida—. Lo bueno y lo malo, muy a nuestro pesar, está en cada uno de nosotros. Creo que es mucha responsabilidad para un solo individuo…

—Nadie dijo que esto iba a ser fácil —le repliqué. —Tienes razón —dijo de forma lacónica. Se levantó

y juntos salimos de aquel local tras pagar lo que debíamos.

—Me alegra que al fin te hayas decidido —eso fue lo que le dije, como símbolo de mi estima por lo que estaba haciendo—. Aunque salga mal, te acompañaré al desastre —le recordé.

29

«Para vivir solo hay que ser un animal o un dios - dice Aristóteles. Falta el tercer caso: hay que ser ambas cosas - un filósofo…».

Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Page 30: La Comuna de Los Des Here Dados #06

—¡Qué remedio! —dijo con tono de resignación—. ¿Sabes que Sartre menciona que la mirada de los demás es lo que, realmente, nos cohíbe y lo que nos quita la libertad? —al cabo de haberme preguntado esto añadió: O algo así, la verdad es que no lo recuerdo exactamente.

—Sí, me parece que una vez me lo comentaste. Recorrimos los barrios más repugnantes de aquella

repugnante ciudad, pero al fin nos detuvimos ante un cartel, maltratado por el tiempo y la pereza humana. Lo que prometía el cartel era imposible leerlo, pero nosotros sabíamos muy bien lo que esperaba tras la entrada.

—Es aquí —dijo él con voz trémula. El miedo

recorría cada centímetro de sus venas, era obvio. Tanto, que se tradujo en una serie de tics corporales; por ejemplo, le temblaba el labio inferior de una manera convulsiva, casi mórbida.

—Venga, vamos. Ya estás muy cerca. Le intenté alentar un poco con mis palabras, puesto

que cada vez se mostraba más reticente, sólo había que reparar en su estado físico para darse cuenta de ello, empeoraba por momentos. Yo sabía que eso era algo transitorio, en cuanto se resolviera a dar el paso definitivo el miedo y la preocupación cesarían casi por completo, reemplazados quizá por un sentimiento de satisfacción y

una cierta sensación de expectación. Cerró los ojos y atravesó el umbral de la puerta. Halló

una serie de escalones que dieron paso a una pequeña estancia bastante descuidada, estaba adornada con un cuadro que indicaba la prohibición expresa de la entrada a menores de dieciocho años, y había también una serie de pinturas encuadradas en unos marcos muy sencillitos —seguramente adquiridas en el rastro—; finalmente, el joven divisó un pequeño banco situado a la derecha, contra la pared. La iluminación no era gran cosa, y tal vez por eso se le pudo escapar algún detalle, pero no se le escapó que una figura le acompañaba en esos momentos, probablemente advertida por el ruido de sus pasos. En efecto, alguien debió oírle entrar porque acababa de presentarse una señora —rozaría los cincuentaitantos—, que lucía una pequeña y enmarañada mata de pelo rojizo. Ella le lanzó una mirada desdeñosa que recorrió todo su cuerpo de arriba abajo, fue entonces cuando le preguntó sin mayor dilación:

—¿Eres mayor de edad? —mientras, su mirada seguía repasando algunas de las partes del cuerpo de nuestro amigo. Sus ojos arrugados, más bien toda su arrugada cara, no perdieron ni por un momento ese matiz displicente que ganaron al encontrarse con la silueta de nuestro joven protagonista. En gran parte la actitud de la señora estaba justificada, puesto que el muchacho era de complexión enclenque y, honestamente, ante una imagen tal es difícil exhibir una sonrisa de agrado, aunque sea mínima. A ello habíamos de sumar toda la suspicacia que requería semejante adefesio, que a esas alturas de su vida debía haber “recibido” bastante; además su aspecto y su trabajo no hacían más que corroborar esta tesis.

—Sí, claro, soy mayor de edad —respondió él con la voz en jaque. Acercó, casi con vértigo, su mano derecha al bolsillo trasero del pantalón mientras su mirada no se apartaba por un instante de la decrépita imagen femenina que tenía ante él. Sus pequeños y poco agraciados dedos tentaron algo en su interior, sacó una cartera un tanto ajada del bolsillo y buscó dentro el carné de identidad; no acertaba a retirarlo del compartimiento donde siempre lo llevaba guardado, lo cual impacientó a la vieja dama, hecho que no le paso inadvertido al chico y que lo descolocó aún más si cabe. Tras repetidos intentos sacó el carné y se lo entregó con educación a la desgarbada mujer, que iba embutida en un batín de color rosa tan marchito como su belleza y la cartera del muchacho.

—¡Perfecto! —exclamó al fin ella—. ¿Vienes solo? —Sí, señora —respondió él con voz entrecortada. —¡Qué raro! —dijo realmente sorprendida—. Los

jóvenes como tú suelen ir acompañados de sus amigos o padres, y la mayoría vienen para festejar su último día de soltería; por lo demás, aquí sólo vienen viejos verdes —argumentó ella.

30

Page 31: La Comuna de Los Des Here Dados #06

argumentó ella. —Verá, señora… —«¡No me llames señora!», repuso

ella bastante irritada—. Disculpe… ¡digo disculpa! —rectificó antes de que su cordialidad le causara algún disgusto—. Lo que quería decir es que yo no tengo ni amigos ni padre.

La señora quedó ciertamente desconcertada, incluso intentó pronunciar una disculpa en una par de ocasiones, pero las tentativas quedaron desarticuladas por la confusión que en aquellos momentos la acompañaba.

—No se preocupe —dijo él cortésmente y con una mirada que dejaba adivinar cierto alborozo. Al poco añadió: Tengo dinero suficiente, me enteré por un conocido de lo que cobran. Si le parece, puedo…

—Sí, sí —espetó ella aún no repuesta del pequeño contratiempo. Le guío hacia una entrada cubierta por una cortina de esas antiguas, formada por una serie de pequeñas cadenas enfundadas cada una en un plástico formado de cabo a rabo por surcos en espiral. Tras la cortina, descubrió un lúgubre local donde, a la izquierda, había una barra vacía, tras ella un camarero de robusta constitución física; a la derecha había unos divanes acompañados por unas discretas mesitas que, más bien, parecían ser de adorno que disfrutar de algún tipo de utilidad. Aquel lúgubre espacio, iluminado sólo por algún neón, estaba repleto de señoritas semidesnudas, había de todos los colores y algunas de ellas aprovechaban la comodidad de los divanes y la intimidad que prometía la oscuridad. La señora del batín que le había acompañado desde la antecámara le rogó que eligiera. El dinero que había pagado le permitía disfrutar de la belleza y fealdad —sobre todo fealdad— de un número de prostitutas razonablemente alto. El joven realizó con presteza su

selección —no había mucho que reflexionar—, y enseguida las elegidas le privaron de la tutela de la vieja suspicaz para hacer su trabajo. Mientras las damas le guiaban a la alcoba, la vieja mujer alzó la voz y dijo: «¡Tratadlo con cuidado, que es su primera vez!»; todos rieron. El muchacho pensaba, acaso para despejar las dudas, en lo increíble que le resultaba el que unas mujeres vendieran su intimidad de esa manera tan impúdica. Pero —como digo— esas breves observaciones servían no más que para evitar momentáneamente el acoso del miedo. En realidad, comprendía sin ningún género de duda las razones que impulsaban a aquellas putas a hacer lo que hacían. «Supongo que todos hacemos lo que hacemos por alguna razón, y da igual lo horrible que sea porque siempre habrá una motivo real que lo justifique», pensó. Le llevaron a una salita bastante deteriorada e inundada por un fuerte olor a sudor, sólo una cama con un colchón sucio esperaba dentro y, al entrar, el joven reparó en que la cama tampoco tenía cabecero. Entonces fue cuando la más joven de entre ellas le tomó de la mano y le condujo a la vera de la cama, allí le palpó y acercó con calma sus labios al oído de este. Ante la mirada atenta de las demás, musitó:

—Tranquilízate… ¿De qué tienes miedo? Él la tomó de la cintura con enorme turbación, arrimó

despacio sus labios a los de ella —diríase que casi con ternura si no fuera imposible— y, apenas sin mover la boca y con un tono apagado y definitivamente melancólico, le susurró:

—¿Sabías que no hay guerra peor que la de uno contra uno mismo? Ω Dedicado a mi hermana.

31

Allegro ma non troppo

Page 32: La Comuna de Los Des Here Dados #06

África Tañana, Dibujo

Aunque las cosas cambian, sigue habiendo putas tristes en la esquina de abajo, el cenicero se sigue llenando junto a mi temido folio en blanco. La ruina, que no lo fue tanto, trajo consigo nuevas oportunidades, mis credenciales mostraban derecho a veto en temas de miocardio, y las copas siempre estaban medio llenas. La luna, lunera, aún nos transforma en lobos, los corderitos se maquillan y se ponen faldas demasiado cortas. La culpa es de los padres que… bla bla bla. Los trenes que perdimos iban vacíos, que se jodan los andenes. Las agencias matrimoniales serán los nuevos bares, y los prostíbulos se llenarán igualmente. Así que las cosas no han cambiado tanto.

Cambiamos el ’93 por el ’09, el resultado es el mismo, cristales en el suelo. Los ricos también lloran, ¿por qué no

iban a hacerlo? Los santurrones se preocupan por fetos, los progres por los gays, los gays por sus zapatos violeta nuevos, y el resto miramos como bobos. Y yo me siento en el puerto a esperar la gran ola que se lleve todo esto por delante. ¡Y los delfines heredarán la tierra! Le sabrán sacar mejor partido…

Y es que nunca aprenderemos. Descubrimos el asesinato antes que el fuego, ¿qué se puede esperar de esta civilización con tales orígenes? Pegamos a nuestras mujeres y acosamos a niñas, repudiamos y apartamos a nuestros ancianos, abandonamos a nuestras crías, quemamos la tierra y cubrimos el cielo, no damos de beber al sediento, despojamos al desnudo, olvidamos al hambriento. Las estrellas han preferido apartar la mirada, y Dios se plantea crear otro mundo. Desde luego, le salió el tiro por la culata.

Enciendes el televisor, y mientras escuchas cacarear a unas gallinas que se han pasado con el botox, no puedes evitar pensar en la cantidad de balas que en ese mismo momento no han acertado el blanco, qué desperdicio. A golpe de bajarle el capote a un torero cualquiera se hace famoso, y los demás quieren saber cómo fue la vuelta al ruedo. Lo llaman telebasura, craso error, la única basura es su audiencia. Me entretengo pensando en los borregos que después de ser sodomizados en sus aburridos y absurdos trabajos sólo saben apoltronarse en el sofá, cerveza o vino en mano, para que la caja tonta (yo creo que es más lista que ninguno) les ablande las neuronas. Y mañana no les irá mejor, tampoco piensan en mejorar su situación. Pues a cada uno lo suyo.

Así que sólo nos queda soñar con que nuestra progenie se salve de la quema, y de la venida de los siete jinetes. Que sepan sentarse en el sofá a leer un buen libro, televisión apagada. Que tengan la mente abierta ante lo nuevo, que quieran viajar y conocer, que puedan respetar, que logran superarse, y que conozcan a una mujer de iguales condiciones. Y esperar que la vida no pierda la capacidad de sorprendernos. Que en el brillo de unos ojos azules podamos descubrir la felicidad que nos lleve a la tumba y nos haga olvidar todo lo que nos rodea, que no es poco. Pero para ello también hay que saber dejarse sorprender. Pero por si esto no pasase, tengo abajo a mis putas tristes. Ω

Aunque las cosas cambian

Por Miguel Gómez

32

Page 33: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Lute cogió su zamarra y se alejó del infernal ruido imitando a Fray Luis de León. El aire, la acústica y el exceso de compañía viciaban el ambiente de la que algún lejano día fue su patria. Arrambló con lo que más quería y partió ligero de equipaje hacia ningún sitio. Su vida era esta metáfora, la del camino desnudo hacia la nada. Sólo tenía amigos en los libros, sólo tenía música en los versos. Lute era sordo y, pese a eso, se cubría las orejas del griterío de la gente.

Había leído a Epicuro, y sabía que si uno quiere ser libre tiene que ser autosuficiente. Comía de los manzanos y odiaba cualquier exceso, incluso se odiaba a sí mismo por encontrarse un animal frente al espejo. Su búsqueda de la autosuficiencia había sido desmedida.

No sabía qué era aquello de lo que los griegos hablaban. Qué era ser amigo del saber. A él le gustaba conocer, pero no entendía qué tenía que ver aquello con la amistad. La soledad era para él toda su vida, toda su tristeza. Caminando por los campos planos de la meseta, se encontraba cada vez más solo. Carreteras enormes, ni un pueblo a la vista. Latifundios sin horizonte, ningún hombre a su cuidado. Ni humanismo ni trashumancia. Sin animales, sin ni siquiera una serpiente que le sugiriese

alguna forma original de pecado, Lute tampoco sabía qué diablos era el aburrimiento. Le habían dicho que era algo relacionado con los momentos en los que uno no se entretiene, pero él siempre era tenido entre algos, entre dolores. De eso sí sabía, de dolores. Los libros, que habían sido su carro de combate y su viaje, le transportaban al dolor de los filósofos al encontrarse con el vulgo, el dolor del profeta al bajar de la montaña, el dolor de Sísifo al saber de su castigo. ¿Cómo uno podía ser amigo de la sabiduría, si los pocos sabios que en el mundo habían sido eran devorados por las ovejas carroñeras?

La felicidad, había leído en el hombre sosegado de Samos, hedoné, el placer o la alegría. Sólo aparece cuando el dolor cesa. Y cuando la amistad aparece. Cuando uno alcanza la felicidad, la amistad, alcanza el sosiego, la sabiduría. Uno deja de buscar la sabiduría para pasar a ser sabio.

En la búsqueda del sosiego, Lute encontró la solución definitiva. Por fin los dolores habían terminado, aunque él no se fuese a dar cuenta. Fue Eleuterio, el hombre libre de absolutamente todo, incluso su propio cuerpo. Había alcanzado la autosuficiencia plena. Ω

El sosiego Por Rober Lago

33

«Lo bueno “en sí mismo” no es más que una palabra, no es ni siquiera un concepto».

Friedrich Nietzsche

Page 34: La Comuna de Los Des Here Dados #06

«¡Irme, irme! Ya no sueño sino con eso. Irme a una tierra cualquiera donde la villanía no sea el estado social de la gente, donde a lo menos las afirmaciones y negaciones tengan el sentido filosófico que todos los léxicos les prestan, donde el honor se asiente en las almas y no en los labios. ¡Irme, huir de aquí, por dignidad, por estética, por instinto de conservación! ¡Es que yo me noto aún sano en esta sociedad de leprosos!».

Alejandro Sawa, Ignoramos la obra

Ψ

«Si los adultos no reclaman como derecho inalienable la automedicación, y el de conocer por vías sensatas todas las vías descubiertas para alterar la conciencia, la farmacracia impondrá cada vez más sus intereses particulares como bien común».

Antonio Escohotado, Historia General de las Drogas

Pasajes, citas, fragmentos

Ψ

«En el estado actual de nuestros conocimientos, el aspirante a místico que recurriera al prolongado ayuno y a la autoflagelación violenta obraría de modo tan insensato como el aspirante a cocinero que imitara al chino de Charles Lamb, quien quemó la casa para asar un cerdo».

Aldous Huxley, Cielo e infierno

Ψ

«La emboscadura no es ni un acto liberal ni un acto romántico, sino el espacio de juego de pequeñas minorías selectas; éstas saben qué es lo que viene exigido por nuestro tiempo, pero saben también algunas cosas más».

Ernst Jünger, La Emboscadura

Ψ

«Únicamente aquellas ideas que vivimos tienen un valor. Has sabido que tu “mundo permitido” era tan sólo la mitad del mundo, y has intentado escamotear la otra mitad, como los religiosos y los profesores. ¡No lo conseguirás nunca! Nadie lo consigue una vez que ha comenzado a pensar».

Hermann Hesse, Demian

Ψ

«Me fijé con todo interés en la llamada vida, en mis vecinos y en mis amistades, medio centenar largo de personas y de destinos, y entonces vi, Harry, que mis sueños habían tenido razón, mil veces razón, lo mismo que los tuyos. Pero la vida, la realidad, no la tenía».

Hermann Hesse, El Lobo Estepario

34

Page 35: La Comuna de Los Des Here Dados #06

¡DesUSAd! Por Juan Sintierra

35 CONTRA LA ESTOLIDEZ

típicos de la cultura «made in USA» (música, comida rápida, cine) o la protesta activa contra sus actividades. Lo importante es no ceder un palmo de terreno, porque los pasos hacia atrás sólo alimentan enemigos.

En cualquier caso, hay que considerar ese desusarse como mecanismo de defensa de una identidad propia y de un modus vivendi interiorizado. No se trata de lanzarle piedras al Capital, a USA o a la familia Rockefeller, sino de asegurar la autonomía y la capacidad de actuación al margen de los cánones de un Imperio que no es el nuestro, con el que no comulgamos y que no quiere concedernos el derecho a disentir. Ω

A muchos puede parecerles baladí que hablemos hoy de deshacerse de USA. Es lógico, porque en nuestro entorno normalmente se presenta a la potencia USA como baluarte universal de determinados principios. A saber, la Democracia en cualquiera de sus formas partitocráticas; la Libertad de pensamiento; y la Economía capitalista. Tres cosas que, nos dicen, son buenas. Y no tenemos más remedio que creerles.

Después de la II Guerra Mundial, todos los estados quedaron desprestigiados para ejercer el liderazgo del primer mundo, estigmatizado por un conflicto en el que se habían puesto en duda demasiados fundamentos del Mundo Moderno-capitalista. Sumando eso a la conversión de USA en la primera potencia bélica, después de arrasar y reducir a escombros a Alemania, su conversión en centro y motor del nuevo escenario internacional fue algo esperable.

Que USA sea quien quiera ser. Está bien y es obvio que una potencia pretenda informar el resto del mundo según sus principios motores y ordenar al resto de estados según sus intereses. Pero eso es cosa de ellos y que pesará sobre sus conciencias. Si tienen.

Los que estamos en frente, en cambio, tenemos otra obligación: expulsar a los esbirros de USA de todas nuestras estructuras internas a nivel económico, político y cultural para preservar, con ello, nuestra autonomía como círculos de identidad independientes. No podemos permitir que nuestros medios de comunicación, nuestros bancos, nuestros gobiernos o nuestros supermercados estén vendidos a un Capital que, al fin y al cabo, nace y muere en Washington.

Y el primer paso se encuentra en nuestras propias vidas. Dentro de lo que denominamos la Cultura de Resistencia, nuestro devenir mismo (en el sentido en el que Deleuze hablaba de devenir revolucionario de los individuos) es el medio por el que realizaremos esas acciones de disidencia. Entre ellas, se encuentran el boicot a los productos que sospechemos están en la órbita useña, informar a nuestro entorno sobre la verdadera cara del Imperio USA y nuestras posibilidades para cambiar la situación, no consumir productos

«La gente cree que ser artista significa hablar hermosamente o cantar hermosamente o

dibujar hermosamente o hacer música hermosa. Y pocos saben que ser artista significa

elegir la vida cuando uno desea morir. Precisamente por eso los artistas merecen la

inmortalidad». Max Szoc

Page 36: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Noticias

Mueren algunas personas en accidentes de circulación

Aumenta la tensión entre los partidos mayoritarios

Detienen a unos etarras huidos

Innovación en la cocina española

Cambios en la inflación, las hipotecas y la

gasolina

El Presidente hace nuevas promesas

La Oposición reta al Gobierno

USA hace balance de la guerra

Se destapa una nueva trama urbanística

Jornada de protesta de los sindicatos mayoritarios

(Para ahorrarle tiempo, le resumimos las noticias del mes en titulares. No son distintos de los que encontrará en los grandes medios de comunicación. Esperemos que sean de su gusto y provecho).

36

Page 37: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Conversaciones Entre Jorge Pons y el duque de Algaida

37

[Prescindimos de los saludos. N. del R.] Jorge Pons: Me ha llamado la atención, en las conversaciones que hemos mantenido últimamente, que hables a menudo de la importancia del «sí mismo». ¿Qué consecuencias tiene? Duque de Algaida: El «Sí mismo» tiene dos vertientes. Por un lado, la necesidad de constituir un sistema vital, una cosmovisión. Es decir, debemos producir una Subjetividad radical. Y ésta se forja con el devenir, no responde a un arquetipo junguiano ni a una idea platónica. Y, por otro, es imprescindible que esa Individualidad fuerte sea coherente consigo misma, respondiendo dentro de sí a todas las preguntas que seamos capaces de hacernos. Sin dobleces, sin recurrir al éter. JP: Sin embargo, yo creo que el hombre puede aspirar a algo más. Hay una serie de valores universales, que se derivan (lo hemos dicho innumerables veces) de la philosophia perennis o de la «Tradición Primordial» de Guénon, incluso de la bíblica, en los que el hombre es más, es perfecto porque se aproxima a una idea de Hombre: el genio, el héroe o el santo. En ese estado el hombre se ha desarrollado íntegramente, algo que también repites. DA: Que el hombre deba desarrollarse íntegramente y que deba ser heroico no tiene nada de idealista, si lo miramos desde el prisma del ser en vez del aspirar. Forjar el propio devenir es heroico. No por aspirar a ello (que sería idealismo) sino por el propio hacer. Es decir, será lo «realmente existente» lo que será heroico o genial o santo, porque es admirable serlo en medio de las propias circunstancias. JP: Entonces, ¿no debemos aspirar a nada? Una vez escribimos juntos un artículo que hablaba de Europa y de la lucha paneuropea en las últimas décadas del siglo XX en España. De él, sin duda alguna, podemos extraer una pretensión de ser europeo, en el sentido más histórico e hiperbóreo del término. Por cierto que Nietzsche así lo decía: «mirémonos de frente. Somos hiperbóreos».

DA: Y no me retracto. Yo soy lo que he producido porque ello me conforma y me forma. Y sigo: recuperar para el europeo su antigua esencia es, precisamente, retomar el carácter de las antiguas enseñanzas y la tradición filosófica prepaulina. Quizás me equivoqué en algún momento con los medios de recuperación, esos grupos fanáticos y plenamente idealistas, míticos, fanfarrones, violentos y aburridos, pero la intención -y eso es lo que para mí importa- era bien distinta de la suya. JP: ¿Es que se puede vivir en un mundo sin ideas? Lo que dices es puro materialismo. Primero hablas de la muerte, del renacer, de poesía,… Y, después, le cantas loas al existencialismo. Europa es una idea, y si aspiras a ella, como aspiras (o aspirabas, a saber ahora) a España, si crees, por ejemplo, en el superhombre, ¿es que no estás participando de un mínimo de idealismo? DA: ¡La poesía es un acto! Ya está bien de atribuir delirios idealistas a algo que no los tiene. Estarán en las cabezas de los filósofos esquizofrénicos que nos hablan un día de lo bonita que es la Idea y en seguida pasan a detallarnos las desgracias de su vida y de cómo han vivido ellos la Idea, resultando ser una cosa bien distinta. Hay que aprehender el pasado de modo que nos sirva, por ser parte misma de nosotros, pero nunca vivir con lo futurible como configurador de nuestra existencia. No hay que aspirar, ¡hay que ser! Lo demás son vanidades. JP: Luego, no hay en éste mundo más que lo que ya hay. ¡Abajo los proyectos, los planes, las aspiraciones y los objetivos! Eso sólo crea personas encerradas dentro de sí, incapaces de ver más allá de su ombligo, porque para él será lo más importante. Y la sociedad requiere intersubjetividad. No es viable una comunidad en la que no haya más que pasar de los días, sin proyectos, sugestivos o no, que la unan. DA: Es que yo no he negado en ningún momento esa intersubjetividad. Es más, la confirmo contigo como imprescindible para que la persona sea.

Ω

Page 38: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Tomado (sí, tomado)

Estocolmo Por Rober Lago

pseudopoética religión plateroide es devorada por el Dragón de ninguna escama, nietzscheana hasta hace años, y la enumeración en forma de verbos, adjetivos y no sustantivos hace de su estilo la mejor manera de decir nada que se ha dado en los eones de existencia del Nobel. La risa que contagia su pesada way of writing, ars Vivendi pasada a ars poética, supera con creces a grandes nobeles. Pocos han hecho tantos méritos literarios – Gárgoris, sin Habidis, ya sería suficiente – para llevarse el cheque.

Es tarde. El dragón se vuelve minúsculo. No bufa, no grita, no danza como los dioses. Se ha vuelto un bufón de la corte, un mal burgués adinerado. Como el santo de Zaratustra, tendremos que recomendarnos quitarle sus posesiones. La riqueza le ha entontecido. ¿Cómo vivir con el oro en volúmenes que podrá ser algún día la obra de Dragó? Ese día en que nos olvidemos de la carne y el hueso que han creado, Unamuno dixit, al autor. Corra el tiempo. El jugo de cada una de las grandes páginas que se hallan en esa biblioteca imaginaria – muescas libertinas de baja calaña aparte – evitarán que se convierta en un Somaticus Sanchezdragoi, como ese escarabajo que desde algún alto numantino recuerda que algún día gobernó el mundo de las letras hispánicas. Y que, con o sin dinero de por medio, tomó ya Estocolmo. Ω

El premio Nobel de Literatura, esa farsa burguesa que premia la oclocracia hecha pluma –cúidense las contadas excepciones – está acostumbrado a las infamias. Borges, el mejor autor del siglo XX, no lo tiene entre las vitrinas que enriquecen a su viuda. Camus, eximio escritor francés, yace en el silencio de la progresía literaria. Osada contradicción, sí, pero real. El Nobel es el premio que un dinamitero creó para agraciar a todos aquellos que contribuyen al progreso de la humanidad. Y ahí nos encontramos autores en masa, y autores de masas. El sálvese quien pueda económico ha llegado a esta podrida charca de tinta. ¡Vive Dios que pudo ser!

Mientras tanto, la conciencia española, orgullosa desde su vacío, se agrada de tener 4 premios Nobel. El más conspicuo de ellos, Juan Ramón Jiménez. La sobreadjetivación, la cursilería y la metáfora mal trasladada hecha carne. Su intento de estilo es superable. Superado. Nuestro Insigne, el objetivamente Insigne, adolece de un estilo parecido. Recordamos: el Insigne no es ese cadáver que vaga por las televisiones transmitiendo verdades de Perogrullo y estupideces de colores; es el que lamenta profundamente haber nacido español, el que conoce mundo de punta a talón, con punta y talón. Su patria, resuena en el camino de su corazón, son sus zapatos, y sus adjetivos son su mejor presentación. La

Fernando Sánchez Dragó nació el 2 de octubre de 1936. Acaba de cumplir, por tanto, setenta y tres años; y lleva a sus espaldas la revista Aldebarán, veintiocho libros, varios programas de televisión, infinidad de columnas en periódicos, artículos en revistas, colaboraciones en radios y televisión españolas y extranjeras, dirección de suplementos literarios, la grabación de una serie sobre la España Oculta,… Y una larga vida dedicada a viajar, leer, pensar y experimentar. Si a alguien se le puede calificar como escritor profesional, es a él.

38 A PROPÓSITO DE DRAGÓ

Page 39: La Comuna de Los Des Here Dados #06

¿Quién fue Fernando

Sánchez Dragó? Por Duque de Algaida (Otro escrito del autor sobre Dragó en Baturrillo, 6) bien. Ahí quedan la Dragontea, Dragolandia, su ángel

Oisnoid, su álter ego Dionisio el dionisíaco, su caída del caballo en Benarés, su renacimiento en Soria, sus dioses familiares, sus héroes invencibles (miro a Proust, a Jung, a Hesse), su siete mujeres tiene un hombre, su tótem lobuno unas veces y gatuno las demás, sus caminos iniciáticos por Japón y la India, el grupo de compañeros de camino que estuvieron siempre atentos a su señal (Jodorowsky, Escohotado, Luis Alberto de Cuenca, Marqués de Tamarón, Fernando Arrabal, Isidro Palacios, su discípulo amado Ruiz Vega, Jiménez Losantos, Pedro Jota, Bunbury,…),… Atrás quedó una obra literaria magnífica. Eldorado, Del priscilianismo al liberalismo, Volapié, El camino del corazón y algunos libros más. Póstumos también los tuvo. No pueden olvidarse La del alba sería (así, por cierto, empieza el cuarto capítulo del Quijote) y Muertes paralelas, que es su tributo a su padre, Sánchez Monreal. Pero no olvidemos lo que acabó siendo su decadencia: sus contradicciones.

Sí, sus contradicciones; no aquellas que provocan admiración, sino las que desuelan toda la grandeza mítica de un hombre. Cosas sencillas que podrían ser anécdotas de su divinidad (así como lo dije de Dalí y lo sigo diciendo hoy: es el último dios hispano), pero que son demostraciones de su humanidad. Pero de la más asquerosa humanidad, la del dinero. No desdicen de su mérito pretérito, pero me hacen decir «quién fue». Mishima supo poner fin a algo que no era prolongable. Lo hablaba el otro día con Rober; no hace falta ser más explícito porque, según he leído, ya lo es él.

Si no hubiera entrado en devaneos con Esperanza, si no llevase viviendo de las televisiones públicas treinta años, si no hubiese permitido que le concedieran el Premio Planeta (si hubiese imitado a Pynchon, quien al recibir el Premio Nacional del Libro como desagravio por haberle negado el Pulitzer mandó a recoger el galardón a

Ni lapsus linguae ni ruido de sables. Aunque parezca baladí: lo que digo es lo que quiero decir. Que haya errado en el título es cosa inimaginable y que con mis palabras prepare el terreno para el magnicidio es suposición, cuanto menos, soez.

Recojo de Bernard Shaw, aquel irlandés excéntrico y de «inhumana humanidad», como decía Chesterton, el juego de la pregunta, pues lo mismo hizo él con un tal Hall Caine.

¿Se me permite a mí hacer lo mismo con Fernando, a quien he leído -¡y creo haberle comprendido!-? No esperaré al plácet. Fernando Sánchez Dragó murió poco después de publicar el Discurso numantino, que fue la Segunda y última salida de los ingeniosos hidalgos Gárgoris y Habidis, allá por 1995. Su vida estuvo siempre rodeada de poesía. Y de patetismo (que dista de lo ridículo). Supo en su momento construir una mitología personal y aprovecharla para

«El pueblo desunido será más divertido». Fernando Sánchez Dragó, Gárgoris y Habidis

39 A PROPÓSITO DE DRAGÓ

Page 40: La Comuna de Los Des Here Dados #06

un payaso, otro gallo cantaría), si no anduviera ahora en las páginas del El Mundo lanzándole pétalos de rosa amarilla, la suya, al PP y a UPyD, si no estuviera publicando libros que no merecen ser publicados (hablo de dos en concreto, Derechazos y Diario de la Noche), diría que estamos ante el escritor vivo más impresionante de los últimos veinte años.

Eppur... sigue teniendo detalles. Como el del otro día, cuando expulsó al público pagado de su programa naciente, porque había jurado que él sólo se rodearía de público voluntario y gratuito. O como cuando acusó a los madriles de ser un pueblo sucio y ruidoso. O como cuando le recriminó a dos de los mejores restaurantes de la villa et corte haber decaído seriamente porque en uno se podía fumar y en otro un chef chantajista emocional le había preguntado si le había gustado la comida (¡quién diría que no?). Y, por supuesto, como cuando murió su gato Soseki. Todavía no ha terminado, porque publicará un libro dedicado a él. Soseki, «mortal y

40 A PROPÓSITO DE DRAGÓ

Desde 1978, anno horribilis, la España que no existe tiene un libro sacro. Me he permitido recoger algunos fragmentos para su disfrute y gozo.

«La España Antigua fue española antes de hacerse cristiana, árabe o judía, y no dejó de serlo después».

Ψ

«Una y otra vez el pluralismo de la España Antigua va a estrellarse contra ese juego de potencias [el de Francia, Castilla y

el Santo Padre]».

Ψ

«Los extranjeros suelen percibir en seguida los muchos lazos que nos unen a lo germánico (alejándonos de lo francés),

pero nosotros preferimos hacernos lenguas sobre la fidelidad a una vocación latina que sólo existe entre quienes nacieron a la

sombra de Cataluña y Levante».

Ψ

«Dicen los virtuosos del eterno retorno, para quienes la historia es una canción con estribillo o un sistema de círculos

concéntricos, que en 1979 nacerá de España otro Mitríades, un adalid enviado por el Cristo del Escorial y los atletas del

Carmelo sufí para reverdecer Al-Andalus, unificar el Mediterráneo y destruir el estado trápala de Israel».

Ψ

«La Corona acababa de publicar una pragmática por la que se permitía (e incitaba) al payo a liquidar incontinenti las

sabandijas cañís ojeadas fuera de su lugar de residencia. Como lo oyen: el far-west. Dispara, hermano, y después pregunta.

Cosas de Borbones».

Ψ

«Con todo, escribía un anglosajón en 1885, “hoy por hoy nadie se atreve a negar candela en las zonas rurales del País

Vasco”. Y bien: mientras deslío estas líneas, apuntando ya noviembre de 1975, policías forasteros reparten gratis y a

quemarropa por las esquinas de la brava Euskaria un fuego a discreción que nadie les ha pedido. Cosas del país (y de la

España Inmunda)».

Ψ

«¿Será Prócula una invención? Nada, en efecto, impide postular un Heresiarca [Prisciliano] pudibundo y anafrodita,

aunque yo prefiero la iconografía tradicional, tan gallega y española, tan rica de sexo y desmadre».

tigre», requiescant in pace. Y aún así, tengo que hablar de alguien que fue. De un

Fernando que estuvo en el exilio, escribió la biblia del homo ibericus, defendió el consumo de enteogénicos, cometió lucuras durante su juventud, se casó mil y una veces, quiso construir una Escuela Iniciática en Soria y fue Caballero del Escarabajo, Gran Maestre de la Orden de Gea y miembro, quizá -nadie lo sabe-, del Círculo Hermético Eleusis, fundado por Jung, Serrano y Hesse.

Mi admiración por Dragó es un asunto de fidelidad nostálgica a un Héroe que forjó una Obra. Y murió. Lo prefiero así, para poder pensar que fue, seguro, cabeza visible de la Monarquía de la España Onírica tras la muerte de Dalí. Solio que, de momento y hasta nuevo aviso, está vacío. Y quizás lo esté ya para siempre. Cada vez más, lo único que nos queda es el recuerdo de tiempos mejores.

Que las musas te acompañen, Maestro. Ω

Page 41: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Homenaje a un rey muerto Por Rober Lago

adjetivaciones rebuscadas, esos sinónimos infinitos, esos latinismos nostálgicos de una lengua que no era para todos. Envidia cochina es lo que tienen los que le llaman pedante.

Otra cosa es que le escriban libros, que aparezca haciendo el imbécil en algunos programas, que escriba grandes basuras como lo es, en muchos pasajes, su último libro… Sin embargo, vergüenzas de la historia, es común que se diga que Alberti era un gran poeta habiendo escrito un único buen libro. La historiografía política – ¿es que hay otra? – así lo dicta. No es pecado no dominarse a uno mismo, sino una prueba del Señor. Si Dragó escribiese todos y cada uno de sus hijos nacidos de su Máquina de Escribir con el artificio de esas cuatro o cinco novelas rimbombantes y explosivas que han salido con su sello, el hombre no podría respirar. No él, sino nosotros. La envidia, el que tanto ha recomendado a los españoles que se lo tragasen y lo vomitasen de su seno, carcome por dentro y destruye los ojos del lector. Como Edipo, cuando descubre quién es o, mejor, quién no es, necesitaríamos destrozarnos los ojos si tuviésemos cada 3 ó 4 años la mejor prosa conocida en decenios. Leer su libro Muertes Paralelas constituye un reto para todos aquellos que quieran sostener esa teoría, la de la mediocridad, la pedantería y la nulidad literaria del amo y esclavo de Soseki. Tanto por la riqueza y la calidad del contenido como por la organización trágica del mismo, uno se atrevería incluso a llamarla obra maestra. Yo no llego a tanto. Aunque cabe recordar que en el Introito se produce uno de los mejores comienzos de una novela de lengua cervantina de cuantas uno puede tener en su biblioteca, que resume lo que ha de ser la literatura. Escribir es oficio de samuráis que consiste en rajarse las tripas y ponerlas, en negro sobre blanco, encima de la mesa. ¿A quién se le habría ocurrido escribir algo de tanta calidad en un libro de tensión semejante? Su Yo profundo, el inexistente yo, es el perfeccionamiento de la lengua castellana. ¿Alguien ha escrito con más ira y gracia la palabra hideputa? Desde luego, ninguno de mmm

Cuando uno hace un viaje por España, su libro de cabecera ha de ser el Quijote. En caso de no disponer de él, nada mejor para saber qué diablos es eso a lo que llaman el problema español que el Gárgoris y Habidis del homenajeado Fernando Sánchez Dragó. Sin entrar en comparaciones con el Quijote – Cervantes no escribía tan bien como el autor de la obra de caballerías – su estilo es rico en metáforas y cultura, en inteligencia, en musicalidad, en claridad y en distinción. Distinguido es su extraño verbo, su forma de llamar a las cosas por cualquiera que no sea su nombre. Algunos llaman vacío o pedante su estilo. Y es verdad, si no se comprende. Vacío es, en literatura, lo mismo que sobrecargado. Vacío es ese al que le sobran palabras. En el caso de Dragó, las palabras siempre añaden algo distinto. Algo original que da lustre a la cosa misma. El arte antischopenhaueriano tan suyo no conduce a la cosa en sí, sino que limpia, brilla y da esplendor, o todo lo contrario, según conveniencia suya. Y esto supone un verdadero dominio de la bella lengua hispánica: hacer con ella lo que uno quiere, ser en absoluto libre, jugar con el lenguaje, hacer bailar a los libros, para gusto del que dice su maestro, Nietzsche… Juan Ramón Jiménez, ese sí que es un estilo vacío. Un estilo en el que el adjetivo sobra y falta a la vez. Una escritura adolescente, perdóneme la ofensa.

Es odiado por la supuesta pedantería. Sin embargo, el que haya estudiado un poco sabe que no es pedantería lo que atraviesa sus escritos – aunque muchas veces si aparece en sus públicas reyertas -. Cabe recordar a Heráclito, cuando dice que mucha erudición no enseña sabiduría a nadie, cabe recordar el mito de Teuth y Tamus en el Fedro o, más recientemente, la crítica de Schopenhauer o el mismo Nietzsche a esta erudición tan cercana o tan causante de la pedantería. Sobre lo terrible y antiestético de la erudición se ha publicado un artículo en esta revista. Sabiduría, sofía, la bella, joven y vieja mujer que aparece en las consolaciones boecianas, la que hace de la locura erótica una forma de encender las alas del que lee. El Eros que se desprende de esas

«Y fue entonces cuando su viaje le estalló en las manos y se convirtió durante un tiempo -sólo durante

algún tiempo- en una tormenta de libertad, en un terremoto de felicidad y en una orgía de

transrrealidad». Fernando Sánchez Dragó

41 A PROPÓSITO DE DRAGÓ

Page 42: La Comuna de Los Des Here Dados #06

subiremos a Babieca y pasearemos tus cantares para que sigas ganando guerras, vivo o muerto. En ti alabamos tus textos, tus obras. Aunque anticristiano, una fe sin obras es una fe muerta.

Arramble el cuerpo que lleva sin vida un largo tiempo con cuanto le queda, que es poco, y sean bien dichas, benedictas, de orden papal y primeras piedras de la hispanidad, tus grandes obras. Canten los rapsodas gracias a Mnemosyne, pero no por su memoria, sino por sus pies. Ese es mi homenaje a Dragó: recorrer la España Mágica y la Trágica, que intuyó que siempre fueron lo mismo. Y cuando me encuentre con los lustrosos caminos del fango, pues fango somos y en fango nos convertimos, del camino Ibérico, recurriré a las máximas favoritas del Dragón, del Insigne, y a las que mejor describen su literatura. Si non é vero, é ben trovatto y é cosi. Sea el fin del soma sema draconiano y entonemos un canto desafinado, para que, como a Unamuno, se nos oiga en medio de esta oclocracia literaria. Ω

nuestros escritores contemporáneos. Él, el Insigne, es uno de los pocos músicos de musas aristócratas que nos van quedando. Y que nos van insultando, pues el aristócrata siempre está afirmándose frente a todo el mundo y, especialmente, frente a otros aristócratas.

Por estas razones, por haber sido uno de los grandes escritores de la última cincuentena, debería haber terminado con su vida o, al menos, dedicarse a leer los últimos libros de su Castilfrío natal, pues en él volvió a nacer. Y, al terminar con su vida, con su Ego, el que tanto critica, viajar y perderse en el Nirvana de Oriente, su patria. Aunque yo también miento. Jamás ha podido irse por culpa de su auténtica patria, la lengua castellana que tanto ama y cultiva. Sánchez Dragó debería haber terminado con su actual vida para que el Ego que la gente cree que responde a esa etiqueta se extinga de una vez por todas. Sea, de nuevo, que vuelva a fumar porros por mucho que le cueste, y tenga otra vez una muerte paralela a la suya propia. Que se despreocupe de los esclavos, la España Hortera, y vuelva a la España Mágica y a la Trágica, que son las verdaderas y las que mejor le han sonado. Su camino ha de bifurcarse de lo que él está haciendo de sí mismo, como al final de Gárgoris. En cierta medida, se alejó de sí mismo, de su España, para poder ser libre. Como quiera que sea, por favor, haga lo mismo con su cuerpo: libérese de él o, por lo menos, vuelva a escribir una obra de alta calidad. De esas que llenan los espacios no polvorientos de las buenas bibliotecas. Y, una vez muerto, alguien valorará su excelencia fuera de la Comuna, si es que existe algo fuera de ella o si fuera de ella hay salvación.

El Dragón ha cesado de echar fuego por la boca por culpa de su afán destructivo. El heraclíteo fuego, que se destruye a sí mismo una y otra vez, ha de expulsar su alma en la última bocanada, el último aliento. Las memorias del guerrero extirparán, de una vez por todas, las tripas para dejarnos en blanco sobre negro, en expresión original, su más tierna literatura. Sea, Dios mediante, mi más grande bendición. Muera Fernando Sánchez Dragó, Sumo Artífice de Gárgoris y Habidis, maestro de pocos, discípulo de muchos, adorador de ninguno, gobernador anárquico de Castilfrío y mujeriego solitario, con su pluma en la mano, como el más grande de sus recordados maestros: Platón. Muera espada en mano como el Cid Samurái, que después nosotros le

««««Mi deuda, como la de Sócrates con Critón, está saldadaMi deuda, como la de Sócrates con Critón, está saldadaMi deuda, como la de Sócrates con Critón, está saldadaMi deuda, como la de Sócrates con Critón, está saldada»»»»....

Fernando Sánchez Dragó

42 A PROPÓSITO DE DRAGÓ

Page 43: La Comuna de Los Des Here Dados #06

A propósito de mí Después de todo, después de tanto. Y aquí seguimos, inasequibles a cuanto venga como casas que soportan el invierno. Porque pueden venir los contratiempos que se inventan los poetas que nunca escribieron; puede llegar el anticristo malvado de todos los tiempos y desmontar de un plumazo en seco lo que hacemos; puede sonar la retirada de las hordas que adoramos los silencios, incluso, pero nosotros seguiremos. Como dice la portada, La belleza es cosa de pocos hombres. Y no importa que fuera Nietzsche quien lo viera. No. Lo importante es que sigamos avanzando -ascendiendo. Perdiendo el control (por supuesto) para recuperarlo al poco tiempo. Saber, al fin y al cabo, que no somos más que escoria que cambia las cosas y disfruta con sus castillos en el aire, con sus sueños triturados en las nubes. Las cosas, después de todo, después de tanto, seguirán siendo las mismas. Con sus miserias. Con sus sorpresas. Con su gracia indiscutible y con las metas imposibles.

Luis Alberto.

Nuestros

poetas

43

Luis García Núñez para Aldebarán nº2 (1955)

Otro día El aire contagiaba melancolías, en la lluvia se mezclaban lágrimas ajenas que en vuelo venían a turbar en negro mis ilusiones de atardecer. Con la noche vino una nube a tapar el cielo, metáfora gris; en claro de luna palidecían mis penas orquestadas en clave de fa, no hubo música celestial, arcoiris ni amanecer. En la madrugada me adentré como cazador furtivo, el acero se volvió contra mí, la sangre brotaba por doquier, vi llantos y derrotas, y alado como el fénix, el amor salió volando de alguna esquina oscura. El día trajo Sol, que secó lágrimas e iluminó cadáveres en la cuneta, sono trompeta de retirada, y aceptando la derrota volvimos reptando a nuestra cueva. Otro día había pasado.

Miguel Gómez.

Page 44: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Geisha Dónde quedó tu carmín rojo, mi favorito, Dónde el pendiente que colgaba de la primera noche, que no fue la última… Peregrina salvaje, loca mía, Encantadora matahari a sueldo. Noches de sudor, sexo y bailes, Puro sexo ardiente de adolescente, Suaves piernas en las que perderse, Aroma eterno de decadencia, Por tus labios hubiese dado… Creo que por tus labios lo di todo, Perdí la cabeza y aposté contra dios y la suerte, Craso error, amante secreta de tulipán. Loca, genial, puta, preciosa dama, Era demasiado para dejarlo pasar, Chocaste contra mí, Trenes descarriados, fuimos labios imantados, Dueña de mil y una noches, Será otro el que ahora luche contigo, Y le maldeciré eternamente, Y aunque tú sí, yo aún no te he dicho adiós. Sólo te deseo que tu viaje no acabe, Y que muchas más ciudades puedan disfrutarte, La última vez fue en abril, maldito abril, Haciendo el amor reímos y brindamos al amanecer, Triste fue la siguiente luna. Si bajo la nieve ví el verdadero brillo de tus ojos, Que sea ahora el Sol quién te ilumine En tu no parar, que tu frenético Mirar siempre hacia delante sea la cura de tus heridas, Que son muchas, pero ya no mías.

Miguel Gómez.

44

Caduceo de Mercurio.

De esclavitud, XIV En el nombre del sopor en las horas pasadas en el aula recibiendo sermones doctrinarios o magistrales enseñanzas. A los del claustro universitario, con toda su potestad; y con la burocracia, claro, que los reviste de autoridad. Deberíamos expulsarlos ¡y que nos dejen en paz! Con nosotros no pueden, lo saben, tenemos dignidad.

Luis Alberto.

Page 45: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Habida cuenta no me queda más que reconocer sus atributos. Miembros de tal círculo o élite que para dar un empujoncito a la flecha de su propia fama, no dudan en colgar el arco creativo y salir despavorido, desaforadamente apurando lo que devenga en ediciones internacionales; mientras, en un caro descuido, se abisman a la escritura esporádica, que bien da como beneficio unipersonal el no perderse un congreso literario, lectura o tal evento editorial con flashes y cócteles, en salitas rociadas por brindis de corte auspicioso.

“También aspiramos a la gloria”. Los menos famosos, los relegados a fabricar mamotretos de no más de 250 ejemplares, para los amigos, o para las polillas, llamadas “ediciones de autor” y tal estafa. Mejor aun, para dar unos reales al editor que los mete en la cajita de famosos.

Es sabido, en su élite saben bien que sólo ellos saben que existen. Cerrada cofradía literaria, grupete donde “nadies entra, naides sale”. La ignominia de su posteridad, la ceguera de su mediocre y mal vestida persona. Huelen a naftalina, huelen a fachendosa declamación homenajeando a ilustre personaje que apenas frisa los cincuenta, y de tan famoso, es ya homenajeado, por un colectivo de poetas que también se autodenominan “escritores”, ¡qué tal ostra!, cuando si leen un librillo al mes es ya un milagro. ¿Escritores? —¿por dónde, maestros?— de medio pelo, serán.

¡Cuán conocidos son! Eso me abruma. Su agenda literaria no sobrepasa la veintena de inscritos. Es su jet set, su agenda dorada, perfumada, su ruinosa celebración alcohólica pendiendo del guarique más concurrido de la noche: “El Cementerio de Poetas”; allí cuelgan retazos de poemas, dedicaricaturas y recuerdos de la promoción de veteranos más próxima a la gloria de la otra platea que a la normalidad de un transeúnte que al menos una sola vez en su vida ha escrito un texto que nada tiene que envidiar a toda la edad de oro de la literatura.

Creen haber conquistado la gloria, pequeños literatos. Pues para quién trabajan si a lo sumo ni ellos mismos lo saben o acaso sí lo saben, pero no suenan ni truenan porque estos provincianos y rurales trovadores creen que en el arraigo y sus inútiles intentos por abrirse paso en tan escabroso terreno, hace no más falta que un poco de cofradía literaria, de círculo cerrado, élite por la que han luchado toda su vida, echándose flores entre ellos, reventándose cohetes donde no hay más que pedos, ventoseando babosidades en atril apolillado de oscuro recinto de traquita, con eco, el eco de ridículos, monótonos

discursos doctorales que terminan donde empieza la repetición, ¡madre mía, ya expelen a olor descompuesto! Ésos mis cadáveres; tanto los quiero, por este asunto del amigo que vomita las verdades en la cara. Nadie les avisó que andaban de parranda, porque estaban muertos; yo se los hago saber, por si su percepción de enanos mentales no se los ha dicho en las orejas de lapa canchera.

Todos traducen los ropajes de una vejez prematura, y aun los más jóvenes, junto a ellos conforman un grupete de viejos de sacos descoloridos, con olor a naftalina. No salen del closet, salen de sus laboratorios literarios de elenmeyers y tubos de ensayo con telas de araña; ya que, caros creadores, fatídicos declamadores, a lo sumo compondrán un poema por mes, cuando el tiempo les sobra, ah. Son de los inspirados, de los ojerosos y fatigados vates; el bate de la inspiración es lo que los aviva de un palo en el cerebro, cuando crean.

Caros son, exquisitos son, poetas que también aspiran a la gloria literaria, y, por ello, pagan buena mermelada. La matrícula no es barata para conformar su circo regionalista con alforjita atiborrada de libros de dudosa existencia.

Preocupados más por perder el tiempo en salas de reposo para ególatras que se escuchan a sí mismos, y luego, a fabricar el producto de bordes dorados y grecas, la antología que los reúne como los más famosos literatos que propondrán a su más

También aspiramos a

la gloria Por Jack Farfán

45

Page 46: La Comuna de Los Des Here Dados #06

caro e insigne representante para el premio Nóbel de Literatura, oriundo de la provincia de Pentaorco.

Ergo, muy en el fondo de sus ruinas, saben que el negocio va así: quien paga por ser publicado, o exhibido cual manto Paracas en una convención de cojudos que escriben en sus ratos libres, téngalo por seguro, ilusos, que es tan anónimo como el cargador de La Parada que se gana los frejoles lejos de éso a lo que llaman ustedes literatura.

Truhanes literatos, poetas impostores, estafadores showmans con lira; el genio nace genio, inútiles remedos de escritores, ¡desistan!

En el camino pierden energías, dinero, se tragan la saliva del deseo de la gloria; vanas energías que podrían gastar en darse cuenta al espejo, que, ¡No pueden verse! ¡Desistan!

Qué esperan. Colóquense ustedes mismos su coronita de laurel, ya que el Barbón lo que les colocará es una corona de bosta. Ésa será su gloria tanto buscada, tanto pataleada, tanto llorada, insensatos.

¿Quiénes son ustedes? ¿Se han puesto a pensar frente al espejo? Anónimos, y esto va también para las capitales de las naciones de raigambre nacionalista hasta el hueso, que son las provincias más provincianas que existen; ahí, en su averno de círculo cerrado, tomados de la mano como guiñapos elitistas.

El verdadero escritor debiera guardar hígado para cuando vea niños muriéndose de frío en el sur del Perú, o al negrito de mi alma calzando ojotas de botella descartable, fusil en mano, en un África remota, defendiendo más su esqueleto que apenas le soporta el cuerpo, y no sopesar energías dándole al trigo, burras tercas, mulas literarias; desistan; siempre han hecho, hacen y harán el ridículo, ¡ESCRIBEN HASTA EL CULO!

Esperan la crítica, el espaldarazo. Puede que lo consigan, para ustedes la esperanza es la última puta que se gana a punta de mamar de las propias babas de sus ansias; por eso esperan y esperan a ver si el reino de Hades les inventa una nueva musa, lerdos aedas con corbata.

Pero si el objeto preciado de su amor, el libro, está mal hecho, a fin de cuentas no son más que los lectores los que meten palo, y habida cuenta son los mismos, los que por verse impresos en una edición artesanal no dudan en aportar cuotas mensuales, tendientes a la fama. Algunos de ellos llegan a esa edición internacional, vendiendo las fincas de sus padres, o empeñando hasta el culo. Pero habida y ruinosa cuenta, son los mismos adefesios que empolvan ediciones o peor aún, ni siquiera las desempacan los libreros.

Muchos emigran de su patria, a respirar aires mejores y a conocer a los autores en su idioma. Ya el panzón aunque se faje, la mona aunque de seda se vista. Acumulan viajes, experiencias, congresos de escritores, ferias internacionales de libro, “con su plata”. Siguen siendo los mismos; mendigando reseñas, aptos a desembuchar unas monedas, por el hecho de estar en estado de bohemia, y al final qué les queda; no les queda más que la certeza de saber que no son ni más ni menos que simulacros de escribientes, entregados a los desafueros de una vida empecinada en producir más libros de lo que su círculo de amigos y familiares condescendientes puedan leer o

usar como tacos de puerta, cuando no ajustar con sus desperdiciadas hojas las ranuras de las ventanas, o hacer la fogata en noche vieja.

Son los escritores famosos, de medio pelo y de gloria completa; se editan ellos mismos, empujan la flecha del espaldarazo de su propia gloria y de su fama al tiempo de haber colgado el arco de la creatividad, mientras en su laboratorio creativo, en ruinas, cuelga un papelito con un poema horroroso que los rubrica como los poetas que abandonaron el verdadero trabajo para exhibirse en salas literarias donde se incuba la peor bazofia literaria.

Lo peor, ya para terminar con esta hepática sentencia, un detalle más, que los bendice: sólo ellos lo saben, su más ruinoso y empolvado secreto: ¡ESCRIBEN HASTA EL CULO! (((No se lo digan a nadie))) Ω

46

Page 47: La Comuna de Los Des Here Dados #06

De Pamplona, sí, aunque ninguno seamos de allí. A pesar de todo (y todo es mucho: la insoportable levedad de una ciudad), ha sido ella, confabulada con el Anima Mundi, probablemente, la que nos ha ido acercando poco a poco hasta dar con lo que puede considerarse, de aquí a la eternidad, como el Grupo de Pamplona. Algo que aún no ha dado más fruto que lo que tienen en pantalla, pero que estoy seguro tendrá su importancia en la Historia. De una u otra forma, sé que la tendrá. No es algo organizado; ni siquiera tenemos conciencia de pertenecer a él -al menos hasta este momento, en que tomo para mí el derecho a bautizarnos-. Pero existe, sin duda. Mis primeros pasos en él los dí con Pablo. Ninguno entendíamos cómo, estando tan alejados ideológicamente, estábamos an cercanos en la cosmovisión. A aquello lo llamamos después consangüinidad de espíritu, contraponiéndolo a la identidad de pensamiento. Se acordará Pablo del sinfin de noches por la ciudad, en bares o en parques, desmontando el mundo y sus miserias con el arbitraje de Santi, combatiendo impasibles contra el otro con la mejor de las armas, la Palabra. Y decidimos crear una revista. Tardamos un año, pero lo hicimos. Mientras tanto, pudimos emplearnos a fondo en artículos variopintos a dos plumas y en encontrar la base cultural de nuestra empresa.

Poco después conocí a Miguel y a Rafa. Más de lo mismo. Aunque más con Miguel, en aquel tiempo. Entre todos fundamos con nocturnidad y alevosía casi criminal el Movimiento Fénix, otro de los precedentes del espíritu comdesh (bonito neologismo). Eran tiempos de bunburismo y otras drogas; los del Piso de Doce, una auténtica comunidad filosófica que rezumaba paz y desasosiego. Bajo la mirada casi paternalista de Mariano, organizamos una complot contra la Modernidad. Por ahí debe andar una crónica sobre los pocos meses que duró el experimento.

También andaba por allí Fred, que me impresionó con un relato satriano que aún conservo a buen reguardo y que releeo cuando estoy demasiado confiado con la vida. Con él hablábamos de genialidades, sobre todo. Con todo su bagaje, entraba en cualquier discusión asolando al contrincante. Todavía le debo el haberme descubierto dos libros: El Idiota y Diario de un seductor. Nunca ha escrito en la Comuna, pero no se lo recrimino.

Otro de los artífices de la enormerridad que con estas líneas, pues serán las últimas, asesino del todo, ha sido Satur. Desde su papel de tesorero, ha ejercido de todo menos de lo que su cargo supone. Las horas con él son incuantificables. Con Pablo, ha sido columna central del proyecto y motor del Templo. Fue, además, el más entusiasta de los tres para crear la editorial que al final no pudo ser. Algún día, te lo aseguro, lo haremos. Ahora tampoco está en Pamplona, pero sé que seguirá con el mismo espíritu.

Rober, sin embargo, no ha estado en Pamplona más que una vez, pero me permito incluírle entre nosotros. Sólo una vez conseguimos juntarnos Pablo, Satur, Miguel, Rober y yo en torno a la misma mesa; coincidirán todos que fue una espléndida tarde la que pasamos. Hicimos más Comuna que en setenta veces siete artículos. Ojalá podamos repetirlo, aunque no sea ya en la ciudad que nos da nombre.

Parece que eran otros tiempos. Llenos de libaciones y experiencias. «Los experimentalistas», nos dio por llamarnos durante un tiempo. Quede aquí mi homenaje y mi grito al cielo: ojalá que no sea póstumo de verdad.

Quedan cosas por hacer.

El Grupo de Pamplona Homenaje póstumo

47 ÚLTIMAS PALABRAS. DUQUE DE ALGAIDA

Epístola Última carta a la Comuna

Carísimos hermanos, no estamos avanzando. Me faltan las fuerzas para expresar por escrito la desolación que siento en mi interior, la completa ausencia de motivación para intentar, siquiera, darle voz a las oscuras ideas que habitan mi mente. Voy a darle el tiro de gracia a la Comuna porque, de ser cabeza visible del Templo, se ha convertido en lo único que hacemos. Y no lo hacemos del todo bien. Yo no sé si es que no hemos sabido hacer lo correcto o que no tenemos la sustancia divina necesaria para sacar adelante el proyecto de vida que nos impusimos hace tiempo, pero ha quedado claro en los últimos meses que aún tenemos muchas cosas que aprender.

Tened en cuenta que la vida es una, que está limitada a un devenir concreto que vamos haciendo día a día, en cada instante y movimiento. El maldito idealismo (porque me caliento y me cago en las barbas de Platón y su puta verborrea) sigue haciendo estragos entre los nuestros: la vida no es más que lo que estás haciendo ahora mismo. Sí, ahora, mientras lees las líneas arrejuntadas que te he enviado. No es un valor absoluto que, con algún giro mágico, se volverá algo impresionante y digno de admiración cuando muramos.

¡No! ¡No, no, no y mil veces no! Y tampoco es sólo comer, no es sólo dinero. Esa es la idea que el

materialismo capitalista ha sembrado en la misma cuna de nuestros niños, pero hay algo más. Quien se limite a prepararse para el futuro, sacrificando por completo el presente para gozar en un hipotético momento de remanso profesional, no merece más que lo que busca: quemar la vida al servicio del bienestar, sin llegar nunca a alcanzarlo. Como el burro de noria.

Si alguno de vosotros pretende llegar a tener en torno a él una aureola de dignidad cultural, si alguna pretendiese ser algo más que un proletario o un burgués, éste es el momento. Ahora. Tenéis ante vosotros la oportunidad única de levantaros y vivir vuestra ilusión. Así que podéis leer, pintar, escribir, visitar un museo, cantar coplas borrachos en la calle, parar el tráfico y defecar en el pavimento para colaborar con ellos en la suciedad municipal, conversar con las estatuas por tener más vida que algunas personas o buscar a plena luz del día, como Diógenes, al «hombre» con una linterna por las calles.

Esas acciones os harán grandes. Lo demás no es otra cosa que lo que el Orden quiere que hagas, haciéndote sentir responsable de los fracasos.

Mi consigna se reduce a una cosa: vivid y sed responsablemente irresponsables. Ni Carpe diem ni flautas bereberes, ¡vivid! Aunque os debáis (muy revelador el término) a la sucia burocracia, vivid al menos una vez al día…

Tú no eres ni lo que piensas ser ni lo que crees ser. Eres lo que construyes. Y nada más.

Me asomo a la puerta de mi habitación y veo a mi hermana encerrada -estamos en octubre- cinco horas al día estudiando. Tendrá una media inalcanzable y será una médico estupenda, son su sueldo proporcional a las horas que invirtió, pero no sabrá lo que realmente es una vida. Ni la que salvará con sus virus domesticados o la que ella misma perdió en una mesa de estudio. Ninguna.

A estas alturas del partido, sé que merece la pena saberlo. No es fácil y requiere sacrificio, pero bien vale una vida. También sé que no todos somos iguales. Hay quien prefiere el camino del sometimiento a las directrices sociales. Bien, es respetable y cómodo, pero es incompatible conmigo. Agur eta ohore. Que los dioses nos sean propicios.

Page 48: La Comuna de Los Des Here Dados #06

Próximamente

Page 49: La Comuna de Los Des Here Dados #06

«Estas páginas son, pues, la última ilusión de mi existencia marchita. Están escritas

atropelladamente, porque tengo ansia de morir. Cuando llegué a la resolución de matarme, me

propuse no alentar sino el tiempo preciso para escribir este libro. Ya va estando escrito, y ya voy, de

consiguiente, estando de más en esta saturnal de pillos que forman el rebaño humano».

Alejandro Sawa, Declaración de un vencido

[Imagen: San Jerónimo en su celda, de Alberto Durero.]

Ω Aquí se oculta

La Comuna de los Desheredados

(quizás mañana reaparezca)