Cristian is Mo

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Cristianismo Arriba, el símbolo ichtus o ichthys, creado por la combinación de las letras griegas ΙΧΘΥΣ. El vocablo significa 'pez', pero constituye además un acrónimo : ησοῦςΧριστός, Θεοῦ Υἱός, Σωτήρ (Iēsoûs Christós,Theoû Hyiós, Sōtḗr), que se traduce alespañol como «Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador». El ichtus o ichthys fue uno de los primeros símbolos cristianos 1 y se convirtió en emblema del cristianismo primitivo. 2 Abajo, el término ΙΧΘΥΣ labrado en mármol en las ruinas de Éfeso , en Asia Menor . El cristianismo (del latín christianismus, y este del griego χριστιανισμός) 3 es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret , presentadas en el canon bíblico —que recoge tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento —. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios , así como el Mesías (o Cristo ) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte. Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo . El Tanaj constituye, junto con la Biblia griega —más antigua que el Tanaj en su forma actual—, la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes biblias cristianas. Por este motivo, el cristianismo es considerado una religión abrahámica , junto con el judaísmo y con el islam . Historiográficamente, sus inicios se ubican en la primera mitad del siglo I Anno Dómini , en tiempos de Jesús de Nazaret. No obstante, la fe cristiana considera ese tiempo como la llegada del Mesías anunciado en profecías judías del Antiguo Testamento. Algunos estudios del siglo XX no toman como fecha incontrovertible el año 33 d. C. para la muerte de Jesucristo . Hay quienes, al indagar en las fechas, sugieren que pudo haber un desfase de 4 a 8 años entre el inicio del cómputo de la era cristiana y la fecha precisa del nacimiento de Jesús de Nazaret, conocido como

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Cristianismo

Arriba, el símbolo ichtus o ichthys, creado por la combinación de las letras griegasΙΧΘΥΣ. El

vocablo significa 'pez', pero constituye además un acrónimo: ἸησοῦςΧριστός, Θεοῦ Υἱός, Σωτήρ

(Iēsoûs Christós,Theoû Hyiós, Sōtḗr), que se traduce alespañol como «Jesús Cristo, Hijo de Dios,

Salvador». El ichtus o ichthys fue uno de los primeros símbolos cristianos1 y se convirtió en

emblema del cristianismo primitivo.2Abajo, el término ΙΧΘΥΣ labrado en mármol en las ruinas

de Éfeso, en Asia Menor.

El cristianismo (del latín christianismus, y este del griego χριστιανισμός)3 es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico —que recoge tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento—. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.

Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia griega —más antigua que el Tanaj en su forma actual—, la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes biblias cristianas. Por este motivo, el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.

Historiográficamente, sus inicios se ubican en la primera mitad del siglo I  Anno Dómini, en tiempos de Jesús de Nazaret. No obstante, la fe cristiana considera ese tiempo como la llegada del Mesías anunciado en profecías judías del Antiguo Testamento.

Algunos estudios del siglo XX  no toman como fecha incontrovertible el año 33 d. C. para la muerte de Jesucristo. Hay quienes, al indagar en las fechas, sugieren que pudo haber un desfase de 4 a 8 años entre el inicio del cómputo de la era cristiana y la fecha precisa del nacimiento de Jesús de Nazaret, conocido como Cristo.4 En adición a esto, no hay clara certeza ni consenso entre estos autores de que este haya muerto a la edad de 33 años, tal como algunos textos bíblicos parecen mostrar.Nota 1 En sus primeras décadas, el cristianismo era considerado por algunos como una doctrina sectaria de las tradiciones judías ortodoxas.6 Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el siglo IV , ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras.

La palabra cristianismo proviene del griego χριστιανός, christianós, ‘cristiano’, la cual a su vez procede del nombre propio Χριστός,Christós, ‘Cristo’, traducción del hebreo Mesías, que significa ‘ungido’. El origen del término se indica en el libro de Hechos de los Apóstoles:

Y partió Bernabé a Tarso a buscar a Saulo; y hallado, lo trajo a Antioquía. Y conversaron todo un año allí con la Iglesia, y enseñaron a mucha gente; de tal manera que los discípulos fueron llamados cristianos primeramente en Antioquía.

Hechos de los Apóstoles 11:25-26. Ed. Reina-Valera.

Índice

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1 Origen y difusión 2 Creencias

o 2.1 Escrituras 2.1.1 Textos 2.1.2 Interpretación

o 2.2 La vida después de la muerteo 2.3 La venida de Cristo

3 Prácticaso 3.1 Bautismoo 3.2 Culto semanalo 3.3 Estilo de vida cristianao 3.4 Oracióno 3.5 Prácticas penitencialeso 3.6 Liturgia

4 Símbolos 5 Denominaciones

o 5.1 Iglesia católica romana 5.1.1 Grupos católicos escindidos

o 5.2 Iglesia ortodoxao 5.3 Iglesias de tradición alejandrinao 5.4 Iglesias derivadas de la reforma protestante

5.4.1 Anglicanismo 5.4.2 Iglesias pentecostales 5.4.3 Restauracionistas

o 5.5 Otras corrientes cristianas 5.5.1 Derivadas de la Iglesia histórica 5.5.2 Iglesias cristianas no calcedonianas 5.5.3 Testigos de Jehová 5.5.4 Grupos basados en fuentes suplementarias

o 5.6 Judíos mesiánicos 6 Historia 7 Estructura 8 Relación del cristianismo con otras religiones

o 8.1 Paganismoo 8.2 Judaísmoo 8.3 Islamo 8.4 Otros

9 Cristianismo y persecucióno 9.1 Clases de persecución religiosao 9.2 Historiao 9.3 Siglos XX y XXI

10 Críticas al cristianismo 11 Véase también 12 Notas 13 Referencias 14 Bibliografía

o 14.1 En inglés 15 Enlaces externos

Origen y difusión[editar]

Artículo principal: Orígenes del cristianismo

El cristianismo tiene su origen histórico en el judaísmo de comienzos de la era actual. Si bien Jesús de Nazaret se autoidentificó siempre como un judío devoto, en su doctrina y sus enseñanzas, Él mismo se identificó como el camino al Padre Celestial:7

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Juan 14:6

En los evangelios hay amplia evidencia de que Jesucristo aseguró ser el único camino a Dios, lo cual sería enseñado así mismo por sus primeros seguidores, incluyendo a los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso.8 9

No se conoce con precisión el número de seguidores que pudo alcanzar el cristianismo en vida de Jesús de Nazaret, ni cuántos seguían dentro de la comunidad cristiana por él fundada tras su muerte, ajusticiado por las autoridades seculares. Pocos años después de su muerte, Pablo de Tarso, un judío que —en el decir de los Hechos de los Apóstoles— poseía la ciudadanía romana, tuvo un papel destacado predicando y poniendo en contacto a diversos grupos cristianos del Oriente Próximo.10 El carácter misionero de Pablo de Tarso y otras figuras del cristianismo primitivo influyó de forma decisiva en toda la historia posterior del cristianismo.11

Al final del siglo I, ya se habían constituido las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico, y que podrían esquematizarse escriturísticamente en: (1) el cristianismo paulino, integrado por el corpus de cartas escritas por Pablo de Tarso y su escuela;12 (2) el judeo-cristianismo, representado por los escritos derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (3) el complejo cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeo-cristianismo del Evangelio de Mateohasta el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (4) el cristianismo joánico.13

Algunas personalidades del cristianismo primitivo: a la izquierda, Simón Pedro y Pablo de Tarso,

figuras excluyentes de los llamados judeo-cristianismo y cristianismo paulino (representados

artísticamente por El Greco); en el centro,Juan el Evangelista, quien encarnó el llamado cristianismo

joánico (representado artísticamente por Guido Reni); a la derecha, Marcos el Evangelista y Lucas

el Evangelista, a quienes se atribuye tradicionalmente la integración escriturística del

complejo cristianismo sinóptico (representados artísticamente por Mathias Stomer).

La tarea de estos primeros cristianos llevó a la formación de comunidades cristianas en numerosos lugares del Imperio Romano, especialmente en su parte oriental. El sociólogo Rodney Stark, quien estudió diversas fuentes históricas para su libro El auge del cristianismo, concluyó que hacia el año 300 d. C., el cristianismo estaba difundido tanto entre las clases populares como en un número de personas ricas e influyentes de la sociedad romana, y se aventuró a situar la cifra de cristianos entre el 10 y el 25 % de la población del Imperio.14 Con el edicto de tolerancia del emperador Constantino I el Grande, el cristianismo se convirtió en religión legal y progresivamente en la religión favorecida por el estado. En las ciudades el número de cristianos siempre había sido mayor, y hacia el siglo V la población no cristiana del imperio se concentraba masivamente en zonas rurales (pagi), por lo que la religión olímpica acabó llamándose paganismo por ser importante solo en esas zonas.14

Una vez convertida en religión mayoritaria del Imperio, el cristianismo se expandió a toda Europa. Los pueblos germánicos se fueron cristianizando progresivamente entre los siglos IV y IX. Cirilo y Metodio predicaron a los eslavos en el siglo X. El cristianismo había llegado a las islas británicas en el siglo V, cuando Patricio de Irlanda estaba activo en la región. A partir del siglo VII las potencias cristianas de Europa rivalizaron con las potencias islámicas. En el sur y centro de Europa, con la excepción de las zonas bajo administración musulmana, el cristianismo fue la principal religión desde antes del siglo IX hasta la actualidad. La expansión al norte de Europa y Europa oriental fue más tardía, pero también en esas regiones desde hace siglos el cristianismo ha sido históricamente la religión mayoritaria. Con la expansión europea en América hubo un esfuerzo deliberado por imponer ya sea pacíficamente, ya sea mediante coacciones, el cristianismo a las poblaciones de origen americano. Desde el siglo XVI los portugueses hicieron esfuerzos también por llevar el cristianismo a ciertas áreas de África y Asia, que estaban bajo su dominio. El auge del colonialismo europeo en África, Asia y Oceanía aumentó el número de cristianos en todo el mundo.

A la izquierda, mapa que muestra la expansión del cristianismo en Europa, sudeste de Asia y norte

de África hacia los años 325 (azul) y 600 (celeste) de la era común. A la derecha, mapa que señala

en violeta los países en los que la mayoría de la población profesa el cristianismo en la actualidad.15

Según un estudio de 2005, habría en el mundo más de 2100 millones de cristianos,16 o cerca de un tercio de la población mundial, siendo la religión con más seguidores del mundo. Otro estudio, publicado en 2011, habla de 2180 millones de cristianos en el mundo.17

Creencias[editar]

Un icono cristiano orientalrepresentaba el emperador Constantino y los Padres del Primer Concilio

de Nicea (325). Sin embargo el texto mostrado no es el Credo de Nicea (325) sino el Credo Niceno

Constantinopolitano (381) con el inicial πιστεύομεν (creemos) sustituido por πιστεύω (creo), como en

la liturgia.

Existe un núcleo más o menos compartido de creencias y doctrinas entre los diferentes grupos cristianos, si bien algunas de esas doctrinas no son aceptadas por todos. En ese núcleo se encuentra:

Que Dios es uno y, al mismo tiempo, tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo; Mateo 28:19) con misiones diferentes; la doctrina de la Trinidad es aceptada por la mayoría de los cristianos en la actualidad, mas no por todos, y es motivo de controversia desde los inicios del cristianismo;

Que Dios Padre creó y conserva el universo por su Palabra, el Verbo, sin quien no se hizo nada de todo lo hecho (Juan 1:3);

Que Dios Padre se reveló desde el principio a los hombres y cuidó del género humano para dar vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras (Romanos 2:6-7);

Que habló a la conciencia de nuestros antepasados en distintas ocasiones y de muchas maneras por medio de los profetas, y que en la etapa final habló por su Hijo (Hebreos 1:1-2), Jesucristo, hombre verdadero (Jesús de Nazaret), Palabra de Dios hecha carne (Juan 1:14), que lleva a su plenitud la acción del Padre a favor de la humanidad;

Que fue Jesucristo quien reveló la verdadera naturaleza de Dios, llamando a Dios «su Padre y nuestro Padre» (Juan 20:17) y anunciando la venida del Espíritu Santo (Hechos 1:8), el Espíritu de Dios, Espíritu de la verdad (Juan 16:13), el mismo que lo movió a él y que hizo de sus apóstoles sus testigos.

Sin embargo, en otras creencias y doctrinas los cristianos difieren entre ellos, por ejemplo, sobre cuál es el criterio válido para aceptar una creencia. Para los católicos y ortodoxos, sus respectivas Iglesias están instituidas o tuteladas de algún modo por Dios para servir de guía a los cristianos. Para los protestantes la principal fuente de conocimiento es la Biblia y la gracia divina que Dios concede a ciertos hombres. En general todos los cristianos reconocen que las acciones que Dios quiere que sean llevadas a cabo están inspiradas por elEspíritu Santo. Los escritos sagrados, entre los que destaca la Biblia, son la principal fuente doctrinal válida de muchas denominaciones, en particular las de corriente protestante.

Otra fuente doctrinal importante es la tradición apostólica (especialmente para la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa), los concilios y loscredos, aunque no poseen necesariamente la unicidad de criterios para su aceptación, ya que pueden ser asumidos total o parcialmente, o rechazados totalmente, dependiendo de la denominación. Algunas tradiciones cristianas, tales como los bautistas y las Iglesias de Cristo, aceptan estas creencias, pero no el credo mismo, debido a que los credos son considerados en estos grupos como no pertenecientes a las escrituras. Todo lo anterior sucede también con otros escritos aunque no poseen tanta aceptación como la Biblia. Sin embargo, el catolicismo argumenta que fue gracias a su tradición apostólica que tuvo los criterios para seleccionar los documentos válidos que constituyen el Nuevo Testamento y determinar los apócrifos, durante el año 397 en el concilio de Cartago. Además la imprenta solo se inventó en el siglo XV enAlemania, por tanto los creyentes no contaban con la Biblia para sustentar su doctrina; había muy pocas biblias, pues eran escritas manualmente por los monjes durante varios años y eran demasiado costosas. Es decir, que antes que los cristianos pudieran apoyarse en el Nuevo Testamento, tenían que hacerlo en la tradición de la Iglesia.

Ya desde los primeros tiempos de difusión de las enseñanzas de Cristo y de las diferentes escuelas que formaron los discípulos suyos al final de su vida y sus ministerios históricos, biográficos y humanos,Nota 2 surgieron diferencias muy significativas respecto del papel e

importancia de Cristo, de su misión redentora, de su naturaleza y de su glorificación, y de muy numerosas cuestiones doctrinales referentes a su predicación y enseñanzas, la selección de textos que pudieron haberlas descrito de forma más correcta —el Nuevo Testamento, los llamados Logia (dichos o palabras) de Jesús, o bien, los evangelios y escritos gnósticos y apócrifos—, y la interpretación —textual o contextual— de los cuerpos de textos sagrados.

De hecho, de los doce que, según el testimonio de dos de los llamados Evangelios canónicos, habrían sido investidos como apóstoles de forma original, solo cinco de ellos dejaron documentos que fueron admitidos en el Canon del Nuevo Testamento, el resto de los doce —incluyendo a Judas Iscariote—, y algunos de los cinco ya antes mencionados, pasaron a la historia como autores de documentos gnósticos, que, al paso de los siglos, dejaron de ser vistos como textos sagrados, llegando a ser tenidos por apócrifos.

Debe tenerse en cuenta que el nombre de cristianos ha sido compartido a través de los siglos, y no siempre de formas muy armónicas, por grupos numerosos de creyentes, cada cual, a su vez llegó a desconocer como cristianos a grupos con posturas dogmáticas concretas distintas de las propias. Dicho de otra forma, cristianos es el nombre común de grupos tan distintos entre sí como los católicos, marcionitas, arrianos, nestorianos, coptos, jacobitas, ortodoxos, cátaros o albigenses, anglicanos, protestantes,mormones, veterocatólicos y otros tipos de grupos que reflejan posturas dogmáticas concretas más disímiles.

La Iglesia católica adoptó ese nombre luego que los discípulos liderados por Pedro siguieron las instrucciones de Jesús cuando resucitó: “Vayan y lleven las buenas nuevas a todas las naciones”, es decir: catolisis según como se narró en griego en los evangelios. O sea que “católico” es un adjetivo que corresponde al sustantivo “cristianos”. Se acostumbraba así llamarles católicos por su trabajo evangelizador en viajes misioneros de país en país.

Los evangélicos (protestantes) aparecieron con los reformistas quince siglos después y en los últimos tiempos se han denominado más como 'cristianos'. A través de los siglos, todos estos distintos grupos confesionales, o al menos doctrinales, reivindican a Cristo como su Maestro, Líder, Rey, Señor o Dios, y algunos, así mismo, como su Redentor oSalvador, acogiendo con gusto todas sus enseñanzas —o cuerpos doctrinales que en su nombre les fueron entregadas—, y dando testimonio de estos hechos de múltiples maneras, que incluyen el dejarse privar de la existencia antes que renegar de su adhesión a él, o bien, de los valores, ideas o creencias de alguna u otra forma vinculadas a él.

Aunque existen enormes diferencias en las creencias entre unos cristianos y otros, la mayoría de las cuales basadas en diferentes interpretaciones de los mensajes bíblicos, aun así es posible plantear afirmaciones generales que describen las doctrinas de una gran mayoría, entre las que destacan: la pasión, muerte y resurrección de Cristo,

Cristo crucificado, deDiego Velázquez.

Jesucristo  es el Mesías (o Cristo) descrito en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Las corrientes principales del cristianismo aseguran que es completamente Dios (o divino) y completamente humano.

La Trinidad, esto es, que Dios es un ser único y eterno que existe como tres personas eternas, distintas e indivisibles: Padre, Hijo (Logos divino, encarnado en la persona de Jesucristo), y el Espíritu Santo.

La salvación, mediante conversión,Nota 3 perdón de los pecados, y la victoria sobre todas las consecuencias del pecado. Esta salvación es otorgada por la gracia de Dios y fue conseguida por Jesucristo en su crucifixión y su posterior resurrección, mediante la cual se obtiene la vida eterna. La rama teológica que estudia cómo sucede esto se denomina soteriología.

La ascensión de Jesucristo al cielo, la instauración del Reino de Dios o del señorío de Jesucristo y su Segunda Venida.

La “Resurrección General”, en la cual las personas que han muerto junto con los que se encontraren vivos para ese momento se levantarán de la muerte al final del tiempo, para ser juzgadas por Jesucristo.

No todos los cristianos han aceptado completamente estos estatutos de fe. De hecho, la mayor parte de los credos apuntan a diferenciar ciertas creencias de otros cristianos primitivos, los cuales son tomados usualmente como heréticos, ya que representan una divergencia consciente de la corriente principal del cristianismo. La mayoría de las disputas se centran en la divinidad de Jesús, la Trinidad, o ambos. Ejemplos de esto incluyen a los grupos ebionitas, los cuales niegan la divinidad de Jesús; los no trinitarios o unitarios, que rechazan el dogma de la Trinidad; los gruposdocetistas, que niegan que Cristo haya sido humano; o los arrianos, quienes consideran que el Hijo de Dios es una criatura creada por Dios, pero no Dios mismo, entre otros.

Escrituras[editar]

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Biblia Vulgata.

Existe dentro del cristianismo una agrupación de libros que se conoce como Biblia, que contiene texto sagrado para su consideración y obediencia. Las distintas denominaciones cristianas varían en cuanto a la forma de traducción e interpretación de dichas escrituras.

Textos[editar]

Virtualmente todas las Iglesias cristianas aceptan la autoridad de la Biblia, la cual incluye el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, si bien el canon bíblico, o libros que se incluyen, difiere entre las diferentes denominaciones, como es el caso del Antiguo Testamento.

Las distintas Iglesias cristianas ortodoxas, así como diversas Iglesias orientales de dogma nestoriano y eutiquiano, y la iglesia católica latina occidental, incluyen en sus Biblias otros libros llamados los deuterocanónicos, que las comunidades cristianas primitivas habían recibido en la Biblia Septuaginta, bastante más extensa que el Tanaj judío hebreo-arameo, de las comunidades israelitas de habla griega de todo el Mundo Clásico.

Debido a la ignorancia de algunos de los Padres de la Iglesia de esta transferencia cultural, la Iglesia occidental mantuvo una postura bastante reservada hacia estos escritos, los deuterocanónicos, durante algunos siglos (Siglos III al V). Pero ratificó su pertenencia al canon de la Biblia en los Concilios II de Roma (382), III de Hipona (393), III de Cartago (397) y IV de Cartago (419).

Durante la Reforma protestante del Siglo XVI, Lutero decidió que no eran inspirados, y retomó el Tanaj como su fundamento para el canon del Antiguo Testamento. En medio del debate suscitado, la Iglesia occidental ratificó la decisión de recibirlos como parte del canon durante los trabajos del Concilio de Trento (1546).

Las distintas Iglesias cristianas ortodoxas, nestorianas de Oriente y eutiquianas de África, reivindican posturas bastante más eclécticas, pues asumen posturas de Padres de la Iglesia junto a las decisiones conciliares tempranas de la Iglesia latina occidental. A causa de lo cual, el canon de sus Biblias es bastante más amplio que el canon de la Iglesia latina occidental, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos (además de estos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, así mismo, en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia).

Cada grupo cristiano suele llamar apócrifos a todos los escritos no incluidos en su versión del canon, si bien las diferentes confesiones dentro del cristianismo coinciden en el uso de este término para hacer referencia a los textos excluidos del canon de las Biblias cristianas ortodoxas. Solamente la Iglesia latina, y algunos protestantes respetuosos, llaman deuterocanónicos a los libros católicos ausentes de las Biblias protestantes. Las Iglesias de Oriente rechazan de manera terminante el uso occidental de distinguir los libros propios del canon amplio, de los protocanónicos comunes a todos los cristianos.

Otros, como los Testigos de Jehová, han producido sus propias traducciones de la Biblia asegurando que se trata de una versión fidedigna y leal con los idiomas originales.

Algunos grupos cristianos también han generado escrituras adicionales y son consideradas como escritura “inspirada”. Ejemplos muy conocidos incluyen los escritos de Ellen G. White, teóloga y doctora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; el Libro de Mormón, adscrito a Jesucristo como otro Testamento, Doctrina y Convenios, y La Perla de Gran Precio, empleados por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos popularmente como Iglesia Mormona); o las escrituras de Mary Baker Eddy, teórica y fundadora de la Ciencia Cristiana.

Esta elevación de otras escrituras al mismo nivel de las escrituras aceptadas es la mayor causa de disputas entre estos grupos y las principales corrientes cristianas. Se podría esperar que los luteranos y los calvinistas considerasen las interpretaciones de Lutero y Calvino, respectivamente, con similar reverencia, pero no es así; de hecho la mayoría de los teólogos católicos y protestantes están de acuerdo en que no son de ninguna forma “inspirados”.

El grado de sacralidad de los textos bíblicos varía según las distintas denominaciones. En el catolicismo y la Iglesia ortodoxa, el texto suele ser considerado per se digno de algún grado de culto, y es llevado en procesión y colocado en altares o lugares dignificados. En el protestantismo, el texto carece de este tipo de valoración y solo es tomado en cuenta, en forma independiente al libro físico, el contenido de las escrituras y su interpretación; sin embargo, son denominados como 'fundamentales' debido a concentrarse y referirse a la Biblia como si esta fuera Dios mismo.

Interpretación[editar]

Entre las distintas denominaciones cristianas no existe consenso en la interpretación de la Biblia, lo cual ha sido la principal causa de las divisiones históricas y presentes en la doctrina y práctica cristiana. La posición más extrema en cuanto a la literalidad y conservacionismo del contenido de la Biblia cristiana se ha denominado “fundamentalismo cristiano” y se asocia principalmente al protestantismo. Esto tiene relación a uno de los principios de la Reforma, que es la sola scriptura, de acuerdo a lo cual, se ve a la Biblia como la única y final fuente de fe y doctrinas y asume que cualquier creyente cristiano es capaz de interpretarla.

Católicos, ortodoxos y algunos anglicanos consideran a la Biblia como una fase formativa de la tradición de la iglesia, la cual ha sido continuada mediante decisiones de losconcilios ecuménicos, las escrituras de los Padres de la Iglesia y, en el caso del catolicismo, por declaraciones papales.

Una de las causas de las diferencias en las interpretaciones radica en la precisión con la que se han traducido los textos de los originales y se ha transmitido su sentido, con las consideraciones etimológicas y lingüísticas que corresponden.

Debido a esto, existen en el mundo numerosas traducciones de la Biblia, cuyo sentido, muchas veces, carece de la fiabilidad requerida y varía su sentido, hasta el punto de generar controversias doctrinales o de aplicabilidad entre quienes las interpretan.

La vida después de la muerte[editar]

Representación artística delPurgatorio.

Las visiones de los cristianos de la vida después de la muerte generalmente involucran el Cielo (también llamado Paraíso) y el Infierno. El catolicismo, desde los primeros siglos, cree en un lugar intermedio llamado Purgatorio. A excepción de este último (cuyos habitantes entrarán finalmente al Cielo, después de una “purificación”), la permanencia en estas regiones es usualmente asumida como eterna. Hay, sin embargo, algunos debates en este último punto, por ejemplo entre los ortodoxos.

Muchos cristianos interpretan la “salvación” como la posibilidad de entrar al Cielo como don de Dios (y escapar del Infierno) después de la muerte. La pregunta de “quién es salvo” ha sido considerada como un misterio por muchos teólogos, aunque los protestantes lo consideran como un tema de aceptación de Jesús como único Señor y Salvador, rasgo que es solo la expresión de un hecho consumado para lospredestinacionistas, como los calvinistas. La creencia de que todos serán o pueden ser salvos se conoce como universalismo que deriva de la idea de Apocatástasis aceptada entre otros por los ortodoxos griegos.

Generalmente no está claro cómo la vida después de la muerte se ajusta con la doctrina de la Resurrección General, en cuestiones como, por ejemplo, si la vida eterna comienza inmediatamente después de la muerte, o al final del tiempo; y si esta vida después de la muerte involucrará la resurrección de un cuerpo físico o en una forma espiritual glorificada. La mayoría de los cristianos aseguran que un alma sin conciencia sobrevive a la muerte física del cuerpo, aunque otros rechazan esto diciendo que solamente los buenos serán físicamente “resucitados”, mientras que los otros permanecerán en la tumba.

En cambio, algunos grupos, como los Adventistas del Séptimo Día y los denominados Testigos de Jehová, aseguran que los muertos están inconscientes e impotentes en sus sepulcros, que no existe nada que sobreviva a la muerte del cuerpo físico, y que en la resurrección Dios devolverá la vida a quienes Él tenga en su memoria, tanto personas justas como injustas. Por lo tanto, lo que creen los Testigos es que la resurrección significará una reconstrucción completa de los seres humanos fallecidos que están durmiendo en el sueño de la muerte.

Algunas denominaciones cristianas, tratadas como apóstatas por las más numerosas o representativas corrientes existentes dentro del cristianismo, han promovido la creencia en la reencarnación (principalmente el Nuevo Pensamiento e iglesias de la Nueva Era) o espíritus (muchas iglesias espiritistas se identifican a sí mismas como cristianas). Estos grupos normalmente aseguran que tales doctrinas se pueden encontrar en la Biblia o en la tradición cristiana primitiva.

La venida de Cristo[editar]Artículo principal: Escatología cristiana

El juicio final por El Bosco.

El Credo Niceno afirma que este mundo algún día llegará a su fin, cuando Cristo regresará (véase Segunda Venida) para juzgar a los vivos y a los muertos e inaugurar un cielo nuevo y una tierra nueva. Además de esta importante doctrina, los cristianos mantienen diferentes opiniones del tiempo, significado y naturaleza de los eventos que preceden el retorno de Cristo. Varias interpretaciones escatológicas, como el Futurismo, añaden detalles como el reinado del Anticristo, el Armagedón, el Rapto y el Milenio. Aunque son de mucha importancia para ciertos grupos, la mayoría de los cristianos y de las

denominaciones no dan un gran énfasis a las enseñanzas escatológicas, y se enfocan en el evangelio y las enseñanzas de Cristo. Algunos cristianos esperan que estos eventos ocurran en un futuro muy distante, mientras otros lo interpretan de manera simbólica.

Otros insisten en que el Juicio Final es inminente, siguiendo una antigua línea de pensamiento, el cual posiblemente se extiende a Jesús mismo. Aunque Jesús no dijo el “día o la hora”, algunos han intentado predecir el fin del mundo en el año 1000 (la “Larga Noche de Terror”), 1666, 1844 (la Gran Decepción de la historia del movimiento millerita), 2000 y 2001 por nombrar algunos episodios históricos. Tales expectativas son fácil blanco para el humor (por ejemplo, El cuento del molinero de los Cuentos de Canterbury). Aun así, los principales grupos cristianos todavía afirman que, algún día, el Juicio Final vendrá, y muchos no estarán preparados.

Algunos grupos sostienen que todos estos eventos ya están ocurriendo. Los Testigos de Jehová afirman que “los últimos días” referidos en la Biblia comenzaron en 1914, y que Cristo se encuentra gobernando de manera “invisible” desde esta fecha. La Iglesia de la Unificaciónenseña que Cristo ha retornado en la persona de su fundador, Sun Myung Moon.

Prácticas[editar]

Fracción del pan en laEucaristía.

En líneas generales, Jesucristo es para los cristianos el Hijo de Dios, por lo que sus prácticas se orientan hacia su relación con Dios, de la cual se desprenden sus actividades típicas.

Dentro de las prácticas ortodoxas y católicas, destacan especialmente siete sacramentos:

Bautismo , signo iniciático de introducción al cristianismo. (Bautismo en el Jordán por Juan Bautista);

Confirmación , signo que ratifica la fe en Jesucristo; Eucaristía , signo litúrgico de la Iglesia católica. (Última Cena); Penitencia , signo de perdón, arrepentimiento de los pecados; Orden Sacerdotal , por el que se inician los sacerdotes. (Lavatorio de pies); Matrimonio , celebración de la unión de un hombre y una mujer ante Dios y la

comunidad; y Unción de los enfermos , signo de asistencia al enfermo.

Las diversas denominaciones surgidas tras la Reforma Protestante reconocen mucho menos de siete de estos en número variable; en general, los protestantes reconocen la naturaleza sacramental del bautismo y la Santa Cena (Eucaristía) y los de línea calvinista reconocen la profesión de fe equivalente a la Confirmación de los católicos, pero solo cuando la persona ya es totalmente consciente de su salvación (actitud que también ha ido ganando aceptación entre varios grupos católicos)[cita  requerida]. Grupos anabaptistasy hermandades añaden el bautismo por inmersión.

Pentecostales y grupos carismáticos enfatizan los «dones del Espíritu» tales como la sanación espiritual, profecía, exorcismo, hablar en lenguas, o (muy ocasionalmente)manejo de serpientes. Los cuáqueros niegan por completo el concepto de

sacramento, pero sus “testimonios” de paz, integridad, uniformidad y sencillez pueden ser mencionados como equivalentes funcionales. En general, la línea principal protestante tiende a ver a los rituales más como una conmemoración que un misterio. Su concepto de prácticas cristianas incluye actos de piedad personal como la oración, lectura de la Biblia y un intento de vivir de una forma moralmente correcta. Una profunda tradición dice que es imposible para la gente el reformarse por sí misma, pero que ese progreso solo puede ocurrir con la gracia de Dios.

Los Bautistas reconocen el bautismo (por inmersión y solo a creyentes) y la cena del Señor como dos ordenanzas de Cristo para la Iglesia, mas no como sacramentos; por lo tanto los consideran innecesarios para la salvación.

Bautismo[editar]

Representación del bautismo de Jesús, por Piero della Francesca.

El bautismo es un rito usual por medio del cual se hace una iniciación al cristianismo. Involucra el rociar o derramar agua en la frente o la inmersión en agua. Se puede aplicar tanto a niños como a “creyentes adultos” (el cual puede incluir jóvenes adolescentes). Algunas tradiciones, como la que mantienen los bautistas, insisten en que el bautismo por inmersión de adultos creyentes es el único método válido, debido a que la palabra para “bautismo” que aparece en el texto griego koiné en el que fue escrito el Nuevo Testamento, baptizeinsignifica “sumergir”, “zambullir”. Otros, como los católicos y ortodoxos, han reconocido ambos métodos en todas las épocas, pero añaden restricciones de quién puede dirigir válidamente el ritual.

El bautismo proviene de la práctica judía de la inmersión (mikve) para propósitos de un ritual de purificación. La práctica cristiana es derivada del llamado de Juan el Bautista al arrepentimiento (metanoia) y, según el catolicismo, es para purificación del pecado original o, según la práctica protestante, para manifestar públicamente un nuevo nacimiento espiritual. Al contrario que el ritual judío de la inmersión, un cristiano solamente se puede bautizar de manera válida una vez.

Culto semanal[editar]Artículo principal: Culto cristiano

En el libro Primera Apología de Justino Mártir (capítulo LXVII) se describe un oficio del siglo II, cuya estructura se puede identificar igualmente en la mayoría de las Iglesias de hoy, que incluye los siguientes componentes:

Lectura de las Escrituras, iniciando con una lectura del Antiguo Testamento, uno de los Evangelios o de una epístola. A menudo se ordenan sistemáticamente en un ciclo anual, usando un libro llamado leccionario.

Un sermón. En tiempos antiguos la predicación seguía a la lectura de las Escrituras (como sucede hoy en el rito romano), en otros casos el sermón se sitúa al final del servicio.

Oración comunitaria y acción de gracias. Normalmente esto ocurre varias veces durante el servicio. Justino no menciona esto, pero algunas corrientes cristianas entonan himnos. Resulta habitual la recitación del Padrenuestro. En muchas corrientes protestantes esto ha sido sustituido por cánticos.

La Eucaristía (también llamada Santa Comunión) es un rito en el que se comen y beben pequeñas cantidades de pan y vino previamente bendecidos. Los protestantes dicen que representan el cuerpo y la sangre de Cristo; ortodoxos y católicos dicen que se transforman el cuerpo y la sangre de Cristo (doctrina conocida en la Iglesia católica como transustanciación). Las Iglesias en la familia “litúrgica” (ortodoxos, católicos y algunos anglicanos) consideran esta la parte principal del servicio, mientras que los protestantes lo celebran de manera menos frecuente. En muchos casos hay restricciones de quién pueda tomar parte, por ejemplo, solo católicos y ortodoxos que no se encuentren en pecado mortal pueden tomar parte en ella en una Iglesia católica.

Una “recolección” de “ofrendas” en la que a las personas se les pide que contribuyan con dinero. Los cristianos tradicionalmente usan estos dineros no solo para mantener la iglesia, sino también para obras de caridad de varios tipos.

Existe un alto número de variaciones o excepciones; en algunas ocasiones, rituales como bautismos o bodas se incorporan al servicio. En muchas iglesias de hoy, los niños y los jóvenes son excusados de ir al servicio principal para ir a la Escuela Dominical. Muchas denominaciones se desvían del patrón general en una forma más fundamental. Por ejemplo, los Adventistas del Séptimo Día se reúnen en sábado (el Sabbath judío), no como el resto de las ramas del cristianismo, que lo hacen en domingo. Pentecostales ycarismáticos aseguran moverse espontáneamente en el Espíritu Santo, en vez de seguir un orden formal de servicio. En las reuniones de los cuáqueros, los participantes se sientan silenciosamente hasta que son movidos por el Espíritu Santo para hablar.

En algunas denominaciones (principalmente las litúrgicas), el servicio es dirigido por un sacerdote. En otros (principalmente entre protestantes), hay un ministro, predicador opastor. Otros grupos pueden tener déficit de líderes formales, ya sea por principio o por necesidad local. Además, hay servicios “mayores” de iglesia, caracterizados por una gran solemnidad y rituales, y servicios “menores” en donde prevalece una atmósfera más informal, incluso si el servicio en cuestión es de naturaleza litúrgica.

En Iglesias ortodoxas, la congregación tradicionalmente se mantiene a través de la liturgia. Los católicos romanos y muchas Iglesias protestantes siguen algo predeterminado, en donde los participantes se ponen de pie para cantar, se arrodillan para orar y se sientan para escuchar (por ejemplo, en el sermón). Otros son menos programados,

y pueden ser muy animados y espontáneos. De ordinario se incorpora música, y a menudo interviene un coro o un órgano. Algunas iglesias usan solo música a capella, ya sea como regla (muchas Iglesias de Cristo objetan el uso de instrumentos musicales en la adoración) o por tradición (como en la ortodoxa). Una tendencia reciente es el crecimiento de la “adoración integrada”, la cual combina la liturgia con la espontaneidad. Este orden en la adoración es a menudo un resultado de la influencia de la renovación carismáticadentro de las iglesias que son tradicionalmente litúrgicas.

Estilo de vida cristiana[editar]

El Sermón del Monte.

Al contrario que en otras religiones, el cristianismo no ha desarrollado un código legislativo religioso, probablemente debido a que elImperio romano ya poseía un código penal funcional, haciendo innecesario para las autoridades cristianas el duplicar varias de sus prohibiciones.

Existe una gran tradición dentro del cristianismo al decir que Cristo excede las leyes del judaísmo; que el amor (a Dios y al prójimo) es el “Gran Mandamiento”, desde el cual todas las otras leyes morales son obtenidas; que ningún ser humano puede esperar evitar el pecado completamente; que una persona no debe juzgar a otros (teniendo únicamente Dios ese privilegio), entre otras.

Aun así, el Nuevo Testamento también contiene importantes guías morales para los cristianos. Jesús en el Sermón de la montaña le pide a sus seguidores, entre otras cosas, el amar a sus enemigos, ser perseverantes, misericordiosos y humildes; en Marcos 10:21 le pide a un “joven hombre rico” que venda sus posesiones y dé el dinero a los pobres. Sin embargo, el pedido de Jesús en este caso no fue un enfoque en vivir una vida sin riqueza alguna, sino más bien desenmascarando la idolatría en el corazón de la mayoría de los ricos.

Algunos cristianos dicen que estas directivas son extraordinariamente difíciles, bordeando lo impracticable. Al mismo tiempo, la mayoría de los cristianos admiran a aquellos cuyas vidas parecen personificar estos principios, como Francisco de Asís, Albert Schweitzer o la Madre Teresa.

Algunos juicios morales de Jesús son más abordables, pero todavía no son de práctica general entre todos los cristianos. En el Sermón del Monte él habla en contra del divorcio(un tema controvertido en muchas denominaciones cristianas), y contra el juramento (una prohibición enfatizada principalmente por los cuáqueros).

Oración[editar]

Todas las versiones y variaciones conocidas del cristianismo practican la oración. Las oraciones cristianas pueden ser formulistas, improvisadas o inspiradas por el Espíritu Santo. Las oraciones normalmente se agrupan en categorías: de acción de gracia, adoración, petición, intercesión y comunión. Las oraciones cristianas pueden ser dirigidas a Dios Padre, a Cristo o a un santo (en el caso de los católicos y ortodoxos). Los católicos han desarrollado una práctica devocional de orar el rosario. Entre las oraciones formulistas, el Padre Nuestro y los Salmos, y en círculos católicos el Ave María son las más comunes.

La pregunta sobre la eficacia de la oración está llena de diferendos teológicos. Algunas iglesias enseñan que la oración es capaz de alterar el ambiente físico, tomando en cuenta cosas como la sanidad espiritual. Ejemplos de este tipo de iglesias incluyen la Ciencia Cristiana, así como varias iglesias del Nuevo Pensamiento.

Al final de cada oración, normalmente se dice amén (‘así sea’).

Prácticas penitenciales[editar]

Las prácticas penitenciales ya estaban presentes en el cristianismo primitivo. Una práctica cristiana de origen antiguo, inspirada probablemente en la tradición judía, y practicada por Jesús, es el ayuno. Además de ser mencionado en distintos pasajes neotestamentarios, la Didaché señala cómo la oración debía combinarse con ayunos, que se prescribían «el cuarto y el día de la preparación» (miércoles y viernes) (Did 8).18 Existen además evidencias históricas de la existencia del ayuno como práctica preparatoria de la Pascua desde fines del siglo II y principios del siglo III, lo que derivaría en el siglo IV en la conformación del tiempo litúrgico conocido hoy en varias denominaciones cristianas como Cuaresma.19

El catolicismo distingue entre «ayuno», que consiste en privarse —con mayor o menor estrictez— de todo alimento y bebida, y «abstinencia», que involucra la renuncia voluntaria a la ingesta de ciertos alimentos, usualmente cárnicos. En el catolicismo, el ayuno se practica particularmente en dos jornadas de significación penitencial por excelencia: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. En la actualidad, la Iglesia católica ha ido sustituyendo esta práctica por un ayuno que implica el privarse de algo deseable, como ofrenda a Dios.20 En Iglesias evangélicas y en otras denominaciones, el ayuno se practica frecuentemente como privación total de alimentos durante un lapso de tiempo, ingiriendo solamente agua.21

Liturgia[editar]

La mayoría de las denominaciones cristianas presentan calendarios litúrgicos con distintos tiempos y festividades que, si bien no son siempre coincidentes, presentan muchos aspectos en común. Aunque las fechas de las celebraciones varían en mayor o menor grado entre las diferentes Iglesias cristianas, la secuencia y lógica utilizadas para

su planificación son en esencia las mismas. Incluso algunas comunidades cristianas que no siguen una tradición litúrgica celebran la Navidad y la Pascua, y las que objetan el reconocimiento de festividades especiales reconocen, no obstante, que los eventos que se celebran en ellas (la encarnación, la resurrección de Cristo) en verdad ocurrieron, aunque no necesariamente en esa fecha. La Comunión Anglicana y numerosas Iglesias protestantes siguen en la liturgia un esquema de lecturas bíblicas muy similar al de la Iglesia católica postconciliar, ya que el actual Revised Common Lectionary (primera edición de 1992)22 es el resultado de una serie de obras litúrgicas previas inspiradas en elOrdo Lectionum Missae (1969), fruto del Concilio Vaticano II. Las diferencias suelen ser menores y propias de las Iglesias particulares, tales como la de la Iglesia de Inglaterra en su Common Worship Lectionary.23 Una de las diferencias más marcadas entre los calendarios litúrgicos radica en el grado de participación que se otorga a las festividades asociadas a los santos. Las Iglesias católica, ortodoxa y anglicana presentan calendarios litúrgicos con una participación importante de celebraciones en honor de María (madre de Jesús) y de otros santos, lo que no se verifica en igual medida en los calendarios de las comunidades protestantes.

Símbolos[editar]

El símbolo de la cruz-ancla,24acompañado por dos peces, grabado en

una catacumbacristiana.

Uno de los símbolos cristianos originarios fue el del pez o Ichthys (del griego, en letras mayúsculas, IXΘΥΣ).1 2 Este vocablo conformaba unacrónimo: «Ἰησοῦς Χριστός, Θεοῦ Υἱός, Σωτήρ» (Iēsoûs Christós, Theoû Hyiós, Sōtḗr) que, traducido al español, significa «Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador». Junto con el símbolo del ancla,24 el pez fue uno de los más empleados por los cristianos primitivos.

El símbolo más conocido del cristianismo es sin duda la cruz, la cual apareció como símbolo una vez que Jesús murió en ella, y sobre la que existen una gran variedad de formas. Algunos afirman que la cruz es el primer logo exitoso a nivel mundial[cita  requerida]. Varias denominaciones tienden a favorecer cruces distintivas: el crucifijo para los católicos —dentro del cual diversas órdenes religiosas también incluyen variantes para identificarse, como la Tau franciscana o la Cruz de Calatrava de los Dominicos—, la cruz ortodoxa para los ortodoxos, una cruz sin adornos para los protestantes. Sin embargo, no es una regla utilizar una u otra cruz. Constantino I el Grande usó

también el Crismón para identificarse con el cristianismo, el cual está formado por las primeras dos letras griegas del nombre “Cristo”.

Crucifijo

 

Cruz ortodoxa

 

Crismón

Denominaciones[editar]

Artículo principal: Denominación cristiana

A través de su historia, el cristianismo ha pasado por numerosas divisiones generando diversos grupos con creencias y tradiciones propias que varían de acuerdo a la cultura y el lugar. Estas amplias divisiones, a su vez, no son homogéneas. Por el contrario, algunas ramas poseen amplios desacuerdos y en otros casos la división omite simpatías existentes. Desde la Reforma, el cristianismo se representa normalmente como dividido en tres ramas principales: Católicos, Ortodoxos y Protestantes:,25 pero históricamente existen muchas más:26 27 28 29

Cuadro sinóptico de la relación histórica de las principales denominaciones cristianas

(Reclaman ascendencia separada)

RestauracionismoAnabaptismoProtestantismoAnglicanismo(Rito Occidental)

Catolicismo(Rito Oriental)

Ortodoxia OrientalMonofisismoNestorianismoReforma(siglo XVI)Cisma de Oriente(siglo XI)Concilio de Éfeso 431Concilio de Calcedonia 451Cristianismo primitivo«Uniata»

Iglesia católica romana[editar]Artículo principal: Catolicismo

La Iglesia católica de Filipinas

Con 1.250 millones de miembros bautizados, es el grupo cristiano más numeroso,30 esta categoría incluye a la llamada Iglesia católica apostólica romana, con sede en Roma, con fieles de rito latino y rito oriental. Tienen como común denominador el reconocer la superior autoridad del Obispo de Roma sobre toda la Iglesia, que fue el motivo por el cual se dio el llamado Cisma de Oriente en el siglo XI.26 27 28 2931

Grupos católicos escindidos[editar]

Algunas confesiones minoritarias se han escindido de la Iglesia católica romana pero se siguen definiendo como católicos, como losveterocatólicos, la Iglesia católica apostólica brasileña o los católicos sedevacantistas, entre otros. Anteriormente se tenía a los fieles de laFraternidad San Pío X como desdientes hoy se les reconoce como católicos,

Iglesia ortodoxa[editar]Artículo principal:  Iglesia ortodoxa

Iglesia apostólica armenia

La llamada Iglesia católica ortodoxa incluye entre otras a las históricas Iglesias griega, la ortodoxa rusa, las orientales ortodoxas, la Iglesia asiria oriental, etc. con una feligresía combinada de 320 millones de miembros bautizados.16 Su organización se basa en gobiernosautocéfalos, que reconocen la autoridad de un patriarca metropolitano, de acuerdo al lugar donde vivan,32 por lo mismo reconocen comoPatriarca de Occidente al Obispo de Roma.26 27 28 29

Iglesias de tradición alejandrina[editar]Artículos principales:  Iglesia ortodoxa copta,  Iglesia ortodoxa etíope e  Iglesia ortodoxa eritrea.

La Iglesia copta de Alejandría se remonta al siglo I y ha mantenido muchas tradiciones muy cercanas a la Iglesia anterior a los primeros cismas importantes. Desde el concilio de Calcedonia del 451 la Iglesia etíope se separó de la Iglesia ortodoxa (actual Iglesia ortodoxa eIglesia católica). La Iglesia etíope se remonta al siglo IV, cuando el cristianismo fue adoptado como religión estatal del reino de Aksum. La Iglesia copta de Eritrea es de formación reciente, ya que cuando Eritrea se independizó de Etiopía se produjo la separación de las respectivas jerarquías eclesiásticas.

Iglesias derivadas de la reforma protestante[editar]Artículo principal: Protestantismo

Iglesia luterana de Islandia

Se define como Iglesias derivadas de la reforma protestante a todos los grupos cristianos derivados de la llamada Iglesia católica apostólica romana por la Reforma Protestante del siglo XVI, que incluye numerosas denominaciones y doctrinas como el anglicanismo,luteranismo, anabaptismo y calvinismo, entre otras.,33 Sus cultos adquirieron diferentes modalidades, aunque en general comparten la centralidad de la Biblia y la importancia de la predicación. Los sacramentos reconocidos suelen ser solo dos: bautismo y Santa Cena, aunque con interpretaciones diversas según las distintas denominaciones.

Anglicanismo[editar]Artículo principal: Anglicanismo

La llamada Comunión Anglicana, compuesta de diversas iglesias que se reconocen como derivadas de la Reforma anglicana, como laIglesia de Inglaterra o la Iglesia episcopal, entre otras, representa en muchos aspectos una forma intermedia de organización eclesiástica entre la Iglesia Católica Romana y las confesiones protestantes dominantes en Europa Central y del Norte; y, por ende, a menudo se clasifica de forma separada.

Iglesias pentecostales[editar]Artículo principal: Pentecostalismo

A esta categoría pertenece una serie iglesias independientes y grupos de pastores surgidos del ámbito evangélico que dan una especial importancia a la intensidad de sus celebraciones religiosas, que suelen incluir supuestas curaciones milagrosas y el don de lenguas, fenómenos que sus fieles atribuyen a la acción de Jesucristo y la presencia delEspíritu Santo. Hay varios concilios pentecostales como Asamblea de Dios, Movimiento Misionero Mundial y Asamblea de Iglesias Cristianas. El Pentecostalismo es bien fuerte en Centro América, República Dominicana, Puerto Rico, Estados del Sur de los Estados Unidos y parte de América del Sur como: Colombia, Peru, Venezuela etc.

Restauracionistas[editar]Artículo principal: Restauracionismo

Se consideran restauracionistas aquellas iglesias y corrientes cristianas que aspiran a recuperar un estado de pureza del cristianismo que se habría perdido o deteriorado con el devenir histórico, por lo que quieren restaurarlo siguiendo el modelo de la Iglesia antigua o de los primeros discípulos. Aunque esta aspiración ha sido compartida por numerosos movimientos de renovación y reforma (incluso dentro de las Iglesias históricas formalmente constituidas), solo algunas Iglesias reformadas suelen ser calificadas como restauracionistas. Es un grupo principalmente derivado de las Iglesias protestantes, como las Iglesias Evangélicas, Bautistas, Adventismo y Pentecostalismo y otras conocidas genéricamente como fundamentalistas que se basan solo en la lectura e interpretación directa de la Biblia y no por los dogmas establecidos por la Iglesia romana. Muchos ya no se identifican con ningún credo en particular, sino que simplemente se llaman “cristianos”, aunque el origen proviene del protestantismo surgido del cisma provocado de la reforma iniciada por Martín Lutero.[cita  requerida]34 35

Ramificación del protestantismo a lo largo de los siglos.

Grupos con creencias restauracionistas —incluyendo las Iglesias de Cristo, algunos anabaptistas (amish y menonitas, por ejemplo), la Sociedad Religiosa de los Amigos y otros— se consideran a sí mismos como totalmente separados del protestantismo en el cual a menudo se les incluye.

Otras corrientes cristianas[editar]

Derivadas de la Iglesia histórica[editar]

Algunas ramificaciones del cristianismo histórico llegaron a incluir en el pasado a los cristianos gnósticos de los primeros siglos de la Era Cristiana, los cuales propugnaban un plan de salvación completamente diferente del de la redención por la pasión y muerte del Maestro,36 a los cristianos arrianos del siglo IV, los cuales impugnaban el concepto trinitario, a los cátaros o albigenses medievales, los cuales rechazaban, en su totalidad, el Antiguo Testamento, y las comunidades de cristianos valdenses que en la Alta Edad Media solían refugiarse en los valles de los Alpes de las persecuciones por parte del papado. Estos últimos, junto a los husitas en Bohemia, se consideran precursores de laReforma Protestante del siglo XVI, ya que son anteriores a ella.

Iglesias cristianas no calcedonianas[editar]

Nestorianismo en la Edad Media

Representados grupalmente como nestorianos y monofisitas, que fueron expulsados de la comunidad católica en los concilios de Éfeso(año 431) y Calcedonia (año 451).

Testigos de Jehová[editar]Artículo principal: Testigos de Jehová

Este grupo es básicamente representado por la llamada Congregación Cristiana de los Testigos de Jehová, la cual no considera a Jesús de Nazaret como la Segunda Persona de la Trinidad, sino como hijo de Dios. Utilizan principalmente su propia versión específica de la Biblia, aunque en otras ocasiones usan otras traducciones. No aceptan el Credo Nicenoconstantinopolitano.

Grupos basados en fuentes suplementarias[editar]

Engloba a algunos credos que tienen por característica común el reconocer a una persona plenamente histórica como una representación, presencia, reencarnación oresurrección de Jesús de Nazaret o de un nuevo apóstol de este. Estos grupos giran en torno a una persona y la interpretación que esta dé de la Biblia o un texto que se crea equivalente por este grupo. Como ejemplos de estos tenemos a la Federación de Familias para la Paz y Unificación Mundial, llamada de forma común Secta Moon en honor a su fundador el coreano Sun Myung Moon, y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fundada por Joseph Smith y que se basa en el Libro de Mormón.

Existen otras denominaciones e iglesias que se consideran como cristianas pero que se automarginan de la clasificación descrita, por lo que generalmente no son aceptadas como tales por las Iglesias apostólicas[cita  requerida]. Estas incluyen a las Iglesias indígenas africanas con cerca de 110 millones de miembros16 (las estimaciones varían significativamente).

Judíos mesiánicos[editar]

Por último, habría que agregar a esta lista a algunos grupos y movimientos del llamado judaísmo mesiánico, que, si bien se autoproclaman judíos, reconocen a Jesús como Mesías. Históricamente han existido también grupos cristianos que han restaurado costumbres religiosas propias del judaísmo (a veces llamados judaizantes), como lossabatarianos en Europa Central y los subbotniks en Rusia.

Historia[editar]

Artículo principal: Historia del cristianismo

Durante siglos la historia del cristianismo ha estado ligada a la historia social de Europa occidental (y de varias otras culturas y regiones). En resumen, podemos notar la expansión inicial del cristianismo a través de la cuenca del Mediterráneo, su legalización bajo Constantino I el Grande (siglo IV) y el establecimiento como religión oficial delImperio romano bajo Teodosio I el Grande; el desarrollo de antiguas comunidades minoritarias en Persia, India y China; la conversión de varios reinos europeos; el Gran Cismadonde se separó el cristianismo ortodoxo de oriente del catolicismo romano (fechado convencionalmente en 1054); la pérdida del norte de África y el Medio Oriente a manos del Islam; la Reforma Protestante con la publicación por Martín Lutero de sus 95 tesis en 1517); la expansión del cristianismo en las Américas, Oceanía, Filipinas y Corea del Sur; la división del protestantismo en denominaciones, destacando últimamente el rápido crecimiento del pentecostalismo y los evangélicos; y los debates modernos de la ciencia, criticismo bíblico y el feminismo.

Para ver las contribuciones del cristianismo a la humanidad y a la cultura mundial, véase en filosofía cristiana, arte cristiano, literatura cristiana, música cristiana, arquitectura cristiana.

Véase también: Anexo:Cronología del cristianismo

Estructura[editar]

La Iglesia católica y las Iglesias orientales (tanto en comunión con Roma como autocéfalas) son gobernadas por una jerarquía: los obispos dirigen regiones locales (llamadasdiócesis) y nombran sacerdotes para administrar congregaciones individuales. En la Iglesia católica, la autoridad suprema la posee el obispo de Roma, quien es llamado “elPapa” (del latín “Petri Apostoli Potestatem Accipiens”, que significa ‘El que recibe la potestad en nombre de Pedro’). Es elegido por un Colegio cardenalicio y normalmente sirve de por vida.

Las Iglesias ortodoxas y orientales pueden ser descritas como redes de iglesias en las cuales los obispos están “en comunión” unos con otros. No tienen una personalidad similar al Papa, aunque los Patriarcas presiden sobre ciertas partes de la Iglesia. Las Iglesias anglicanas también son episcopales (“dirigidas por obispos”) en su gobierno.

Los Creyentes Antiguos se levantaron cuando algunos creyentes ortodoxos rusos se rebelaron contra sus obispos por el tema de las “reformas” del Patriarca Nikón. Aunque su motivación original era prevenir los cambios en su religión, finalmente se encontraron en la posición de tener que funcionar sin obispos o sacerdotes (ya que estos últimos son ordenados por los obispos). Algunos eliminaron el rol sacerdotal, mientras que otros buscaron reclutar nuevos sacerdotes entre los ortodoxos.

Porcentaje de habitantes cristianos practicantes por país.

La mayoría de las Iglesias protestantes carecen del orden jerárquico que caracteriza a las denominaciones litúrgicas. El rol de “predicador” o “ministro” es a menudo tratado como un trabajo ordinario, en el cual muchas iglesias creen que puede ser asumido por cualquier creyente con el suficiente conocimiento de Cristo. Otros especifican que el líder de la congregación debe haber asistido a un seminario educativo relacionado o tener la sensación de haber sido “llamado” (similar a lavocación) por Dios en ese rol.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es dirigida por una jerarquía consistente en un profeta y doce apóstoles. Aseguran que es la misma estructura que se encontraba en la Iglesia primitiva. Su dirección es implementada en todo el mundo en congregaciones locales por presidentes y obispos locales. No hay un clero pagado y la mayoría de los hombres mormones son ordenados al sacerdocio o para mantener los “decretos sacerdotales”.

Un tema teológico importante es “¿qué es la Iglesia?” La mayoría de los cristianos aceptan que existe solo una sola Iglesia (a la que los credos clásicos se refieren), la cual se identifica con “el cuerpo de Cristo”. Los católicos romanos y los ortodoxos consideran que la Iglesia es simultáneamente una realidad espiritual (Cuerpo místico) y también una comunidad existente y visible (institución). Los católicos romanos identifican esta Iglesia como la que subsiste en la Iglesia católica romana, mientras que los ortodoxos consideran que su rama constituye la “Iglesia verdadera”. Los protestantes tienden a ver a “la Iglesia” como una entidad invisible que se puede distinguir de la unión de todos los creyentes “verdaderos” (que toman a Jesucristo como su Señor) existentes dentro de varias denominaciones cristianas. Algunos grupos (Testigos de Jehová, mormones) aseguran que solo ellos son la Iglesia verdadera. Tanto en la Iglesia católica, como entre diversas comunidades protestantes, existen algunas corrientes ecuménicas que tienden a universalizar el concepto de Iglesia.

Véase también: Jerarquía eclesiástica

Relación del cristianismo con otras religiones[editar]

Debido a su historia cambiante y a las numerosas denominaciones, es difícil entender el nivel actual de las relaciones del cristianismo con otras religiones. Esto varía de región en región, y de denominación en denominación. La siguiente sinopsis refleja parte de estas:

Paganismo[editar]

El cristianismo y la religión olímpica grecorromana son representadas popularmente como antagónicas, donde cada una persigue y destruye a la otra, pero esta es una simplificación muy grande. Incluso el emperador pagano y anticristiano Juliano el Apóstata (361-363) admitió que “Estos galileanos sin dioses [los cristianos] alimentan no solo su propia pobreza, sino nuestra falta de cuidado propio”.[cita  requerida] Sin embargo, como apuntan Karlheinz Deschner y tantos otros, Juliano fue un emperador más bondadoso y permisivo que cualquiera de sus antecesores o sucesores cristianos.37

Los Padres de la Iglesia tuvieron diversas actitudes hacia la enseñanza pagana, desde el rechazo vocalizado, hasta el reconocimiento de la inspiración parcial de filósofos comoPlatón, cuya imagen se encuentra entre los santos en algunas iglesias y paredes de monasterios.

Véase también: Cristianismo y persecución

Judaísmo[editar]

Disputa entre teólogos cristianos y teólogos judíos, Alemania, 1483

En el pasado, a los cristianos a menudo se les enseñaba que los judíos habían matado a Cristo. Esta muerte generaba una culpa colectiva atribuida a la totalidad de los judíos, una interpretación que la mayoría de las denominaciones ahora rechaza.

Los judíos fueron víctimas de masacres, marginaciones, destierros y expropiaciones a manos de la Iglesia o de los príncipes cristianos.

La prédica antisemita ha sido una constante histórica por las autoridades cristianas. Por ejemplo, una parte de la prédica de Martín Lutero era de tono claramente antisemita: “Mi consejo es: primero que sus sinagogas sean quemadas hasta los cimientos, y que todo aquel que sea capaz esparza azufre y brea; mejor sería que alguien arrojara sobre ellas fuego del infierno”, escribe en “Sobre los judíos y sus mentiras” (1543). Elsanto de la Iglesia católica, Vicente Ferrer, predicaba en el siglo XIV que “los judíos son animales con rabo y menstrúan como las mujeres”.38

El antisemitismo tiene una larga historia en el cristianismo, y sin duda está lejos de declinar (por ejemplo, en la Rusia contemporánea). No obstante, desde el Holocausto, muchas conversaciones han apuntado a la reconciliación cristiano-judía y las relaciones han mejorado de manera importante. Hoy en día, muchos evangélicos conservadores aceptan el sionismo cristiano.

Sin embargo, no se puede afirmar que el cristianismo sea “antisemita”, sino más bien algunos cristianos. Muchas corrientes cristianas defienden el trato de los judíos como hermanos a partir de

las palabras de Jesús: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34).

El fenómeno del judaísmo mesiánico se ha transformado en algo que debilita las relaciones cristiano-judías. Los judíos mesiánicos, que generalmente buscan combinar la identidad judía con el reconocimiento de Jesús, son rechazados por grupos de la corriente principal judía, quienes descartan al judaísmo mesiánico casi tanto como el cristianismo con connotación judía.

Islam[editar]

Jaime I de Aragón, Cantigas de Santa María

Seguidores del Islam se han referido históricamente a los judíos, a los cristianos y a ellos mismos como la Gente del Libro debido a que todos basan su religión en libros que tienen un origen divino. Los cristianos, sin embargo, no reconocen el Corán como un libro genuino de revelación divina, ni están de acuerdo con su estimación de que Jesús es un profeta incluso inferior a Mahoma según el Islam, o no aceptan que Mahoma fuera un profeta genuino.

Los musulmanes, por su parte, creen que parte de los Evangelios, la Torá y los libros proféticos de los judíos han sido olvidados, malinterpretados y distorsionados por sus seguidores. Basados en esa perspectiva, los musulmanes ven el Corán como la corrección a los errores del cristianismo. Por ejemplo, los musulmanes rechazan la creencia en la Trinidad, y otras expresiones de divinidad de Jesús, como incompatibles con el monoteísmo.

Las dos creencias han experimentado a menudo controversias y conflictos (un ejemplo son las Cruzadas) aunque también han existido relaciones de bien mutuo. Las escrituras del teólogo Tomás de Aquino suelen citar aquellas del filósofo judío Moisés Maimonides, así como las del pensador musulmán Averroes ('Ibn-Rushd).

El 6 de mayo de 2001, el papa Juan Pablo II, el primer papa en orar en una mezquita, entregó una dirección en la Mezquita de Omayyad en Damasco, diciendo: «Es importante que los musulmanes y los cristianos continúen explorando las preguntas filosóficas y teológicas en conjunto, para poder obtener un conocimiento más objetivo y comprensivo de cada creencia religiosa del otro. El mejor entendimiento mutuo seguramente llevará, a nivel práctico, a una nueva forma de presentar nuestras dos religiones no en oposición, como ha sucedido a menudo en el pasado, sino en asociación para el bien de la familia humana».

Otros[editar]

Las relaciones cristiano-hindúes han tenido destinos encontrados. Por una parte, la tendencia natural del hinduismo ha sido el reconocer las bases divinas de muchas otras religiones y reverenciar a sus fundadores y santos practicantes. Por otra parte, las percepciones de un proselitismo agresivo por parte del cristianismo han generado un despliegue de violencia anticristiana, a menudo alimentada por los partidos políticos nacionalistas hindúes. En países occidentales, el Vedānta ha influenciado a algunos pensadores cristianos, mientras que los movimientos antisectistas han reaccionado en contra de actividades de gurús inmigrantes y sus seguidores.

El budismo y el protestantismo se vieron en conflicto político en el siglo XIX en Sri Lanka, con la final ofuscación del cristianismo; y en el Tíbet alrededor de 1904 (la expedición Younghusband) con el mismo resultado. Varios acontecimientos han originado ciertas tensiones en la teología budista y la meditación de varias generaciones de buscadores espirituales occidentales (incluyendo las religiones católicas), al punto de que el budismo se ha convertido en un “competidor” menor del cristianismo en su “hogar”. Sin embargo, las relaciones son en general buenas, excepto quizás en Corea del Sur y Vietnam. La república rusa de Kalmykia reconoce al budismo tibetano y a la ortodoxia rusa como sus religiones oficiales.

Grupos occidentales esotéricos y mágicos se han levantado a menudo para protestar contra el cristianismo. Algunos de estos, como la teosofía o la cientología, han producido polémicas hostiles en contra del cristianismo.

Cristianismo y persecución[editar]

Artículo principal: Persecución a los cristianos

Clases de persecución religiosa[editar]

Al discutir la persecución, se debe distinguir con cuidado entre

1. persecución oficial del Estado;2. actos de violencia popular (que pueden ser tácitamente

permitidos por el Estado), y3. el efecto colateral de guerras u otras agitaciones sociales.

Historia[editar]

Antes del Edicto de Milán, el cristianismo primitivo era un movimiento ilegal, el cual muchos consideraban antisocial y ateo debido a que se comportaba como una secta subversiva contra el imperio. Eran muy comunes las rebeliones y las revueltas por parte de cristianos en el antiguo imperio, convirtiéndose en una amenaza para la sociedad. Según Tertuliano, “Los cristianos tienen la culpa de todo desastre público y toda desgracia que sobreviene al pueblo. Si el Tíber sube hasta los muros, si el Nilo no sube e inunda los campos, si el cielo retiene la lluvia, si hay un terremoto o hambre o plaga, enseguida surge el clamor: «¡Los cristianos a los leones!»”.39 Un dibujo encontrado enRoma en el que un hombre con la cabeza de un asno cuelga de una cruz, corrobora la idea que tenían los paganos con respecto al cristianismo.40 Muchos cristianos primitivos murieron en el martirio, algunas veces en la arena, después de rehusar renunciar a su fe.

Además de los motivos religiosos, también existen motivos políticos. Muchos emperadores se deificaban a sí mismos y exigían a los

súbditos de su imperio el que adoraran sus estatuas colocadas en las plazas de las ciudades; igualmente exigían se les dirigiera como hijos de dioses y señor de señores. Los cristianos se negaban a realizar estos actos, debido a que para ellos era herético decirle hijo de Dios a otro que no fuera Jesucristo, lo mismo que señor de señores, al igual que la adoración de estatuas. Por ello, los cristianos solían ser vistos como renegados políticos que iban contra el statu quo establecido, lo que propiciaba también sus persecuciones.

Aproximadamente, 150.000 cristianos murieron durante el reinado

de Ranavalona I enMadagascar.

De acuerdo a los datos aportados por el historiador Edward Gibbon en la parte VIII del capítulo XVI de su “Decadencia y Caída del Imperio romano” se presenta el cálculo de un máximo de 2000 víctimas cristianas durante la Gran Persecución (303-313 E.C.) y un estimado total de 4000. Kenneth Humphreys afirma en un cuadro detallado que las persecuciones llevadas a cabo por el poder romano41 se produjeron en períodos intermitentes y muy restringidos.

Una vez legalizado el cristianismo con el Edicto de Milán, los cristianos, alentados primero por los privilegios que les garantizó Constantino I y luego por la declaración del cristianismo como religión exclusiva del Imperio romano que promulgó Teodosio en el 380 d. C., expandieron la nueva religión por el mundo pagano.Nota 4

Los cristianos han perpetrado asimismo numerosas y sangrientas persecuciones. En tiempos antiguos, las turbas cristianas solían hostigar a los paganos y destruían sus templos, incluso con apoyo del poder civil.

Los cristianos no solo han perseguido a seguidores de otras religiones, sino también a otros cristianos. Bizancio suprimió las iglesias nocalcedonias; los ejércitos de las Cruzadas saquearon Bizancio; protestantes y católicos pelearon en la Guerra de los Treinta Años. También se pueden mencionar la caza de brujas al principio de la Europa moderna.

Siglos XX y XXI[editar]

En el siglo XX hubo numerosas persecuciones contra cristianos. En los territorios dominados por el comunismo soviético murieron miles

de ortodoxos.[cita  requerida] También en España, durante la Guerra civil de 1936-1939, fueron asesinados más de 6800 eclesiásticos.42

Igualmente ha habido quejas sobre discriminación en diferentes contextos, tanto por parte de cristianos como en contra de cristianos.[cita  requerida]

Como ejemplos actuales se pueden nombrar: las restricciones gubernamentales griegas y rusas para las actividades religiosas no ortodoxas; la violencia antiaborto en Estados Unidos y la “problemática” de entrada a Irlanda del Norte, respectivamente.[cita  requerida]

En el año 2010 se publicaron[¿quién?] estadísticas según las cuales habría unos 350 millones de cristianos sometidos a diversas formas de persecución.43

Críticas al cristianismo[editar]

Artículo principal: Crítica al cristianismo

A lo largo de la historia, muchas personas han realizado críticas al cristianismo, a las iglesias cristianas y a los propios cristianos. Algunas críticas van especialmente dirigidas a los creyentes, a las enseñanzas o a la interpretación de las Escrituras. La respuesta de estas críticas por parte de los cristianos se denomina apologética cristiana.

Véase también[editar]

 Portal:Cristianismo. Contenido relacionado con Cristianismo. Sedevacantismo Jesús de Nazaret Apología cristiana Cristiano converso Biblia Calendario cristiano Contrarreforma Anexo:Cristianismo por país Denominación cristiana Divina Misericordia Escatología cristiana Historia del cristianismo Religión y sexualidad#Cristianismo y sexualidad Música cristiana Jesucristo en la mitología comparada

Origen del Cristianismo

 

El cristianismo surgió del judaísmo, por ello es que se hace necesario escudriñar en el mundo político-

religioso judío con el fin de encontrar los comienzos del cristianismo.

En tiempos helénicos, el pueblo judío había disfrutado de considerable independencia, bajo los

gobernantes seleúcidas. El contacto de los romanos con los judíos comenzó en el

año 63 a. de C. y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una

provincia puesta bajo el mando de un procurador romano. Sin embargo, continuó la

intranquilidad, aumentada por las divisiones entre los mismos judíos.

Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda

posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los

romanos. Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban

liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar

esta meta. Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca

del mar Muerto.

Tal y como se revela en los pergaminos del mar Muerto —una colección de

documentos descubiertos en 1947—los esenios, al igual que otros judíos,

esperaban un Mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de

Dios y establecería el verdadero paraíso en la Tierra.

Un cuarto grupo, los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el

derrocamiento violento de la dominación romana. Una revuelta judía en el año 66

de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años. El Templo de

Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera

absoluta en Judea.

Surgimiento del cristianismo

En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret comenzó su predicación pública.

Jesús creció en Galilea, importante centro de los militantes zelotes. El mensaje de Jesús, básicamente,

era muy simple. Dio seguridades a sus camaradas judíos de que no intentaba minar su religión

tradicional:

“No piensen que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles

cumplimiento”.

De acuerdo con Jesús, lo importante no era el rígido fanatismo de la letra de la ley y el sometimiento a las

reglas y a las prohibiciones, sino la transformación  de lo íntimo de la persona:

“Así, en todos los casos, haz a los demás lo que te gustaría que los otros te hicieran, porque esto resume

la ley y los profetas”.

El mandamiento de Dios era muy sencillo, amar a Dios y al prójimo: “Ama al Señor

tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y con toda tu fuerza. El

segundo mandamiento es: ama a tu prójimo como a ti mismo”.

En el Sermón de la montaña , Jesús expresó los conceptos éticos —humildad,

caridad y amor fraterno— que conformarían las bases del sistema de valores de la

civilización occidental medieval. Como está claro, no coincidían con los valores de la

clásica Civilización greco-romana.

Cueva donde se

hallaron los

pergaminos del

Mar Muerto.

Jesús: "amar a

Dios y al

prójimo".

Si bien hubo gente que saludó a Jesús como el Mesías que salvaría a Israel de la opresión y establecería

el reino de Dios sobre la tierra, Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal:

 “Mi reino no es de este mundo”.

En consecuencia, defraudó a los radicales. Por su parte, los líderes religiosos

conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía

tradicional.

Para las autoridades romanas de Palestina y sus aliados locales, el nazareno era

un revolucionario en potencia capaz de transformar las esperanzas judías de un

reino mesiánico en una revuelta contra. Roma. Por consiguiente, Jesús se

descubrió como objeto de dificultades en diversos ámbitos, y al final fue entregado

a las autoridades romanas.

El procurador Poncio Pilatos ordenó su crucifixión. Empero, esto no resolvió el

problema. Unos pocos fieles seguidores de Jesús difundieron la noticia de que

Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los

cielos. La creencia de la resurrección de Jesús se volvió un dogma importante de la

doctrina cristiana. Jesús era aclamado ahora como el “ungido” (Cristo en griego), el

Mesías, quien regresaría e instauraría el reino de Dios en la tierra.

El cristianismo comenzó como un movimiento religioso dentro del judaísmo, y así lo

consideraron las autoridades romanas durante muchas décadas. Aunque la

tradición afirma que uno de los discípulos de Cristo, Pedro, fundó la iglesia cristiana

en Roma, el personaje más importante de los primeros tiempos del cristianismo —

después de Jesús— fue Pablo de Tarso. Pablo se acercó a los no judíos y

transformó el cristianismo de una secta judía en un movimiento religioso más amplio.

Llamado el “segundo fundador del cristianismo”, Pablo fue un judío, ciudadano romano, muy influido por la

cultura griega helenística. Creía que el mensaje de Cristo debería ser predicado no sólo a los judíos, sino

a los gentiles (los no judíos). Pablo fue pionero en la fundación de comunidades cristianas a todo lo largo

de Asia Menor y en las costas del mar Egeo.

Fue Pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión de las ideas de

Cristo. Enseñó que Cristo era, en efecto, un Dios redentor, el hijo de Dios, que había

venido a la Tierra para salvar a todos los seres humanos, pecadores, de hecho, a

causa del pecado original cometido por Adán al desobedecer a Dios. Con su muerte,

Cristo había expiado los pecados de la humanidad y había hecho posible que todos

los hombres y mujeres experimentaran un nuevo comienzo con la posibilidad de la

salvación personal. Aceptando a Cristo como salvador, ellos también podrían ser

salvados.

Al principio, el cristianismo se diseminó con lentitud. Aunque las enseñanzas del

primitivo cristianismo se difundían mayormente por la prédica de los cristianos

proselitistas, también hicieron su aparición materiales escritos. Pablo escribió una

serie de cartas, o epístolas, que delineaban las creencias cristianas en diferentes

comunidades.

Asimismo, algunos de los discípulos de Cristo bien pudieron conservar algunos dé

los dichos del maestro en forma escrita, y los transmitieron como memorias

personales, que más tarde llegaron a constituir las bases de los evangelios escritos

—la “buena nueva” respecto a Cristo— los cuales trataron de formular un registro de

la vida y de las enseñanzas de Cristo, y establecieron el núcleo del Nuevo

Testamento.

Aunque Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los

romanos en el año 70 de nuestra era dejó a las iglesias cristianas con una

considerable independencia. Alrededor del año 100 se habían fundado iglesias

Obra de

Antonio Ciseri

donde puede

verse a Poncio

Pilato junto al

azotado Jesús.

(ampliar

imagen)

Apóstol San

Pablo

cristianas en muchas de las ciudades principales del oriente, así como en algunos lugares de la parte

occidental del imperio.

Muchos de los primeros cristianos provenían de las filas de los judíos helenizados y de las poblaciones

del oriente de habla griega. Pero en los siglos III y IV, un creciente número de seguidores hablaban latín.

Una traducción latina del Nuevo Testamento, escrito originalmente en griego, aparecida poco después del

año 200, ayudó a este proceso.

Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida

comunal, llamada ágape, o banquete de amor, y para celebrar lo que llegó a conocerse como el

sacramento de la eucaristía, o cena del Señor, celebración comunal de la última cena de Cristo:

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed;

éste es mi cuerpo”.

Luego tomó una copa, dio gracias y la ofreció, diciendo: “bebed todos de esta copa, esta es mi sangre de

la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados”.

Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y

mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían

posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras.

Las iglesias locales se congregaban bajo el gobierno de consejos de ancianos (o

presbíteros), pero, a principios del segundo siglo, ciertos funcionarios conocidos

como obispos llegaron a ejercer considerable autoridad sobre los presbíteros. Estos

obispos basaban su posición de superioridad en la sucesión apostólica: como

sucesores de los doce primigenios apóstoles de Jesús, eran los delegados

vivientes del poder de Cristo.

Tal y como Ignacio de Antioquía escribió en el año 107: “Es obvio que debemos

mirar a un obispo como al Señor en persona ... Sus clérigos... están en armonía

con su obispo como las cuerdas de un arpa, y el resultado es un himno de

alabanza a Jesucristo de mentes que sienten al unísono”

Los obispos solamente eran varones, indicio claro de que en el siglo II de nuestra

era la mayor parte de las comunidades cristianas coincidían con el punto de vista

de Pablo, respecto a que las mujeres cristianas deberían estar sujetas a la

autoridad de los varones cristianos.

A pesar de que algunos de los valores fundamentales del cristianismo diferían

marcadamente de los del mundo greco-romano, al principio los romanos no prestaron mucha atención a

los cristianos, a quienes consideraban simplemente una secta más del judaísmo.

 La propia estructura del Imperio Romano ayudó al crecimiento del cristianismo. Los misioneros cristianos

—incluyendo algunos de los doce apóstoles o discípulos originales de Cristo— utilizaron los caminos

romanos para trasladarse por todo el imperio difundiendo la “buena nueva”.

Sin embargo, conforme transcurrió el tiempo, la actitud de los romanos hacia el cristianismo comenzó a

cambiar. Como es sabido, los romanos fueron tolerantes con otras religiones, salvo cuando amenazaban

el orden o la moral públicos.

Muchos romanos llegaron a considerar el cristianismo peligroso para el orden del estado romano. Estas

opiniones a menudo se basaron en interpretaciones erróneas. Por ejemplo, la práctica de la cena del

Señor dio origen a rumores de que los cristianos practicaban crímenes horrendos, como el asesinato ritual

de niños. Si bien sabemos que esos rumores eran falsos, ciertos romanos los creyeron y los manipularon

en tiempos de crisis para incitar al pueblo contra los cristianos. Es más, como los cristianos llevaban a

cabo sus reuniones en secreto y parecían estar en comunicación con cristianos localizados en otras

áreas, el gobierno podía juzgarlos potencialmente peligrosos para el estado.

Ignacio de 

Antioquía.

Algunos romanos pensaron que los cristianos eran excluyentes en exceso y, por lo tanto, nocivos para la

comunidad y el orden público. Los cristianos no aceptaban a otros dioses y, en consecuencia, se

abstenían de asistir a los festivales públicos que honraban a esas deidades.

Por último, los cristianos se rehusaban a participar en la adoración de los dioses del estado y en el culto

imperial. Dado que los romanos consideraban estas ceremonias importantes para el estado, el rechazo de

los cristianos ponía en peligro la seguridad del estado y en consecuencia, constituía un acto de traición,

punible con la muerte.

También constituía una prueba de ateísmo (no creer en los dioses) y estaba sujeto a castigo bajo estos

cargos. Sin embargo, para los cristianos —quienes creían que únicamente había un solo y verdadero dios

— la adoración de los dioses del estado y de los emperadores era idolatría, lo cual pondría en peligro su

propia salvación.

La persecución romana de los cristianos durante el primer y segundo siglos de

nuestra era nunca fue sistemática, sino sólo esporádica y local. La persecución

comenzó durante el reinado de Nerón. Habiendo destruido el fuego gran parte de

Roma, el emperador utilizó a los cristianos como chivos expiatorios, los acusó de

incendio premeditado y de odio a la raza humana, y los sometió a atroces muertes

en Roma.

En el segundo siglo, en gran medida los cristianos fueron ignorados y considerados

inofensivos. Al final de los reinados de los cinco buenos emperadores, los cristianos

todavía representaban una pequeña minoría, pero con una fe considerable. Esta

fuerza se basaba en la certeza de la moralidad de su conducta convicción reforzada

por la disponibilidad de los primeros cristianos a convertirse en mártires en aras de

su fe. (Ver: Cristianismo: Mapa conceptual)

El Crecimiento del cristianismo

La persecución esporádica de los cristianos por los romanos en los siglos primero y

segundo no pudieron detener en absoluto el crecimiento del cristianismo. De hecho,

sirvió para fortalecer el cristianismo como institución en los siglos tercero y cuarto,

causa de que cambiara su débil estructura del primer siglo, y avanzara hacia una

más centralizada organización de sus diversas comunidades eclesiales.

Un elemento crucial para este cambio fue el visible papel de los obispos. Si bien

eran aún elegidos por la comunidad, los obispos comenzaron a asumir mayor

control, constituyéndose el obispo como jefe y los presbíteros como clérigos sujetos

a la autoridad del obispo.

Alrededor del siglo tercero los obispos eran nominados por los clérigos, simplemente aprobados por la

congregación y luego oficialmente consagrados para el cargo. La iglesia cristiana iba creando una bien

definida estructura jerárquica, en la que los obispos y los clérigos eran funcionarios asalariados,

separados de los laicos, o miembros regulares de la iglesia.

El cristianismo creció poco a poco en el primer siglo, se arraigó en el segundo y se difundió ampliamente

en el tercero.

¿Por qué fue el cristianismo capaz de atraer a tantos seguidores? Los historiadores no están del todo

seguros, pero han ofrecido varias respuestas a esta pregunta. Ciertamente, el mensaje cristiano tuvo

mucho que ofrecer al mundo romano. La promesa de la salvación, posible por la muerte y resurrección de

Cristo, ejerció un inmenso atractivo en un mundo lleno de sufrimiento e injusticia. El cristianismo parecía

imbuir la vida con un significado y un propósito que estaban más allá de las simples cosas materiales de

la realidad cotidiana.

En segundo lugar, el cristianismo no era del todo desconocido. Podía simplemente ser considerada como

otra religión mistérica occidental que prometía la inmortalidad como efecto de la muerte sacrificial de un

Dios salvador. Al mismo tiempo, brindaba ventajas de las que carecían otras religiones misteriosas. Cristo

había sido un ser humano, y no una figura mitológica, como Isis o Mitra.

Cristianos

atacados por

leones en el

Coliseo

romano.

Es más, el cristianismo tuvo un atractivo universal. A diferencia del mitraísmo, no era exclusiva para

varones. Además, no exigía un rito de iniciación complejo o caro, como sucedía con otras religiones

mistéricas. La iniciación culminaba simplemente con el bautismo — purificación por el agua—, mediante

el cual se entraba en una relación personal con Cristo. Asimismo, el cristianismo dotó de un nuevo

significado a la vida, y brindó lo que las religiones oficiales de Roma jamás pudieron: una relación

personal con Dios, así como un eslabón con un mundo superior.

Por último, el cristianismo satisfizo la necesidad humana de pertenencia. Los cristianos integraron

comunidades unidas unas con otras en las que las personas podían expresar su amor ayudándose

mutuamente y ofreciendo auxilio a pobres, enfermos, viudas y huérfanos. El cristianismo satisfizo la

necesidad de pertenencia en una forma en la que el enorme, impersonal y remoto

Imperio Romano jamás pudo.

El cristianismo resultó atractivo para todas las clases. La promesa de la vida eterna

se ofrecía a todos: ricos, pobres, aristócratas, esclavos, hombres y mujeres. Como

Pablo enunció en su Epístola a los colosenses: “Deben revestirse del hombre

nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto a imagen de

su Creador, donde no existen el griego o el judío,  el circunciso o el incircunciso, el

bárbaro, el escita, el esclavo o el hombre libre, sino que Cristo es todo y está en

todo”.  Aunque no hizo un llamado a la revolución o a la revuelta social, el

cristianismo puso énfasis en un sentido de igualdad espiritual para todos los

pueblos.

Muchas mujeres se dieron cuenta de que el cristianismo ofrecía nuevas actividades

y otras formas de compañía con otras mujeres. Las mujeres cristianas practicaban

la nueva religión en su propia casa y predicaban sus convicciones ante otras

personas en sus aldeas. Muchas otras murieron por su fe. Perpetua (m. 203)  fue

una mujer aristócrata que se convirtió al cristianismo.

Su familia pagana le suplicó que renunciara a su nueva fe, a lo que ella se rehusó.

Las autoridades la apresaron, pero ella eligió morir por su fe,  y fue una de las que

formaban el grupo de cristianos masacrados por las bestias salvajes en la arena de

Cartago el 7 de marzo de 203.

Una vez que la iglesia cristiana estuvo mejor organizada, dos emperadores del

siglo tercero respondieron con más persecuciones sistemáticas.

El emperador Decio (249-251) culpó a los cristianos de los desastres que asolaron a Roma en el aciago

siglo III: fueron ellos quienes no reconocieron a los dioses del estado y, en consecuencia, éstos se

vengaron contra los romanos. Es más, conforme la organización administrativa de la iglesia crecía, Decio

juzgaba que el cristianismo se asemejaba más y más a un estado dentro del estado que iba socavando el

imperio. En consecuencia, inició la primera persecución sistemática de cristianos.

Se requirió a todos los ciudadanos presentarse ante sus magistrados locales y

ofrecer sacrificios a los dioses romanos. Por supuesto, los cristianos se negaron. Sin

embargo, los planes de Decio fallaron. Los funcionarios locales no cooperaron y

además, el reinado de Decio no fue tan largo.

La última gran persecución la ordenó Diocleciano, al comienzo del siglo cuarto, pero

era ya demasiado tarde. El cristianismo se había fortalecido mucho, como para ser

erradicado por la fuerza. La mayoría de los paganos había aceptado la existencia

del cristianismo.

En el siglo IV, el cristianismo prosperó como nunca antes. El emperador Constantino

desempeño una función importante en el cristianismo, al que apoyo aparentemente

desde el 312, cuando su ejército debía librar una batalla crucial contra Majencio en

el puente Milvio, que cruzaba el río Tiber al norte de Roma.

De acuerdo con una historia tradicional, al entrar en una batalla decisiva tuvo la

visión de una cruz cristiana con la leyenda: “Con este signo, vencerás”. La tradición

Santa Perpetua,

en la arena de

Cartago.

(Ampliar

imagen)

Teodosio, “el

Grande”.

prosigue que habiendo ganado la batalla, Constantino se convenció del poder del dios cristiano. A pesar

de que no fue bautizado sino hasta el final de su vida, en el año 313 promulgó el famoso Edicto de Milán,

por el que oficialmente se toleraba la existencia del cristianismo.

Después de Constantino, los emperadores fueron cristianos, con excepción de Juliano (360-363), quien

trató brevemente de restaurar la religión politeísta greco-romana tradicional. Sin embargo, él murió en una

batalla y su gobierno fue demasiado corto como para causar algún efecto.

Bajo Teodosio, “el Grande” (378-395), el cristianismo fue declarado la religión oficial del Imperio Romano.

Una vez en poder del control, los líderes cristianos utilizaron su influencia para proscribir las prácticas

religiosas paganas. El cristianismo había triunfado.

En el siguiente artículo se da una descripción del cristianismo como religión, y se

describe su origen, su relación con otras religiones, su naturaleza esencial y

principales características, pero no en relación con sus doctrinas en detalle ni a

su historia como una organización visible. Estos y otros aspectos de este gran tema

se tratarán bajo títulos separados. Además, el cristianismo del que hablamos es el

que se percibe claramente en la Iglesia Católica solamente; por lo tanto, aquí no nos

ocupamos de aquellas formas que están incluidas en las varias sectas cristianas no

católicas, ya sean cismáticas o heréticas.

Nuestras fuentes documentales de conocimiento sobre el origen del cristianismo y

su desarrollo temprano son principalmente el Nuevo Testamento y los varios escritos

sub-apostólicos, cuyaautenticidad debemos en grado sumo dar por sentada, al igual

que sobre menos bases admitimos la autenticidad de “Cæesar” cuando trató con la

Galia primitiva, y de “Tácito” cuando estudió el crecimiento del Imperio Romano (cf.

Kenyon, “Manual de Crítica Textual del Nuevo Testamento”). Tenemos esta nueva

autorización para hacerlo, para que las más maduras opiniones críticas entre los no-

católicos, abandonando las extravagantes teorías de Baur, Strauss, y Renan,

tiendan, en lo que se refiere afechas y autores, a coincidir más estrechamente con la

posición católica. Se reconoce que losEvangelios, Hechos y la mayoría de

las Epístolas pertenecen a la Era Apostólica. “La más antigua literatura de la Iglesia”,

dice el Profesor Harnack, “es, en los puntos principales y en la mayoría de sus

detalles, desde el punto de vista de la historia literaria, verídica y confiable… El que

estudia estas cartas atentamente (es decir, las de Clemente e Ignacio) no puede

dejar de ver qué plenitud de tradiciones, asuntos sobre predicación, doctrinas

y formas de organización ya existentes en los tiempos de Trajano(98-117 d.C.), y

que ya habían alcanzado permanencia en iglesias particulares” (Chronologie der

altchristlichen Literature, Bk. I, pp. 8, 11). Por supuesto, se tocarán otros puntos y se

asumirán otros resultados, que se tratan más completa y formalmente en los

artículos Jesucristo, la Iglesia, Revelación,Milagro.

Origen del Cristianismo y su Relación con Otras Religiones

Cristianismo es el nombre dado al sistema definido de creencia y práctica religiosa

enseñada por Jesucristo en el país de Palestina, durante el reinado del emperador

romano Tiberio, y ciertos hombresescogidos entre sus seguidores la promulgaron,

luego de la muerte de su Fundador, para la aceptación del mundo entero. Según

la cronología reconocida, ellos comenzaron su misión el día de Pentecostés, en el

año 29 d.C., cuyo día es considerado, por consiguiente, como el día de nacimiento

de la Iglesia Cristiana. Para poder apreciar mejor el significado de este evento,

debemos primero considerar las influencias y tendencias religiosas previamente en

operación en las mentes de los hombres, tanto judíos como gentiles, las cuales

prepararon el camino para la expansión del cristianismo entre ellos.

La historia completa de los judíos, según se detalla en el Antiguo Testamento, se ve,

cuando se lee a la luz de otros eventos, como una clara aunque gradual preparación

para la predicación del cristianismo. En esa nación solamente, las

grandes verdades de la unidad y existencia de Dios, el gobiernoprovidencial de sus

criaturas y su responsabilidad hacia Él, fueron conservadas intactas en medio de la

corrupción general. El mundo antiguo estaba entregado al panteísmo y a

la idolatría; Israel solamente, no debido a su “instinto monoteísta” (Renan), sino

debido a la intervención periódica de Dios a través de sus profetas, se resistió en la

mayor parte a la tendencia general a la idolatría. Además de mantener aquellas

puras concepciones de la Deidad, los profetas de tiempo en tiempo, y con cada vez

más creciente claridad hasta que llegó el testimonio directo y personal del Bautista,

prefiguraron una revelación más completa y universal---un tiempo cuando, y un

Hombre a través del cual, Dios bendeciríaa todas las naciones de la tierra.

No es necesario aquí trazar las predicciones mesiánicas en detalle; su claridad y

fuerza son tales queSan Agustín no vacila en decir (Retract., I, XIII, 3): “Lo que ahora

llamamos la religión cristiana existió entre los antiguos, y existía desde el comienzo

de la raza humana, hasta que Cristo mismo vino en la carne; desde cuyo tiempo la

ya existente verdadera religión comenzó a ser llamada cristiana”. Y así se ha

señalado que Israel sólo entre las naciones de la antigüedad esperaba con agrado

las gloriasvenideras. Todos los pueblos semejantes retuvieron algún más o menos

vago recuerdo del Paraísoperdido, una Edad Dorada remota, pero sólo el espíritu de

Israel mantuvo viva la esperanza definida de un imperio mundial de justicia, en

donde la caída del hombre sería reparada. El hecho de que, eventualmente, los

judíos malinterpretaran sus oráculos, e identificaran el Reino Mesiánico con una

soberanía de Israel meramente temporal, no puede invalidar el testimonio de

las Escrituras, según interpretadas por la propia vida de Cristo y la enseñanza de

sus apóstoles, a la gradual evolución de esa concepción de la cual el cristianismo es

la expresión plena y perfecta. Un orgullo nacional errado, acentuado por su irritante

sujeción a Roma los llevó a ver un significado material en las predicciones del triunfo

del Mesías, y de ahí a amar su privilegio de ser el pueblo escogido de Dios. El olivo

silvestre en la metáfora de San Pablo (Rom. 11,17) fue injertado al tronco de

los patriarcas, en lugar de las ramas rechazadas, y entró en su herencia espiritual.

Podemos trazar, también, en el mundo en general, aparte del pueblo judío, una

preparación similar aunque menos directa. Ya sea debido esencialmente a las

predicciones del Antiguo Testamento o a los fragmentos de la revelación original

transmitida entre los gentiles, una cierta expectativa vaga de la venida de un gran

conquistador parece haber existido en Oriente y hasta cierto punto en los mundos

romanos, en medio del cual la nueva religión tuvo su nacimiento. Pero una mucho

más marcada predisposición al cristianismo se puede notar en ciertos rasgos de la

religión romana después de la caída de la república. Los antiguos dioses del Lacio

habían dejado de reinar hacía tiempo. En su lugar lafilosofía griega ocupaba las

mentes de los ilustrados, mientras que una variedad de extraños cultos importados

de Egipto y Oriente atraían al populacho. Sea cual fuere su corrupción, estas nuevas

religiones, que concentraban el culto en una sola deidad prominente, eran en efecto

monoteístas. Además, muchas de ellas se caracterizaban por ritos de expiación

y sacrificio, que familiarizaron las mentes de los hombres con la idea de una religión

mediadora. Ellos se combinaron para destruir la noción del culto a la nación, y a

separar el servicio a la deidad del servicio al Estado. Finalmente, como

una causa contribuyente a la difusión del cristianismo, no debemos dejar de

mencionar la muy difundida Pax Romana, que resultó de la unión de las razas

civilizadas bajo un gobierno central fuerte.

No más se puede decir respecto a la preparación remota del mundo para la

recepción del cristianismo. Lo que precedió inmediatamente a su institución, según

nació en el judaísmo, concierne a la raza judía solamente, y está contenido en la

enseñanza y milagros de Cristo. Su muerte y Resurrección, y la misión del Espíritu

Santo.

Durante toda su vida mortal sobre la tierra, incluyendo los dos o tres años de su

ministerio activo, Cristo vivió como un judío devoto, observando Él mismo e

insistiendo en que sus seguidores observaran los preceptos de la Ley (Mt. 23,3). La

suma de su enseñanza, así como la de su precursor, era la cercanía del “Reino de

Dios, denotando no sólo la regla de justicia en el corazón individual (“el Reino de

Dios está dentro de ti” Lc. 17,21), sino también la Iglesia (como es claro a partir de

muchas parábolas) que estaba a punto de instituir.

Sin embargo, aunque Él mismo previó un tiempo cuando la Ley como tal cesaría de

obligar, y aunque Él mismo, en prueba de su mesiazgo, ocasionalmente dejaba a un

lado sus provisiones, (“Pues el Hijo del Hombre es Señor incluso del Sabbath”, Mt.

12,8), aun así, a pesar de sus milagros, Él no ganó reconocimiento de ese

mesiazgo, mucho menos de su divinidad, de parte de los judíos en general. Él

confinó su enseñanza explícita sobre la Iglesia a sus seguidores inmediatos, y les

encargó a ellos, cuando llegó el tiempo, el anunciar abiertamente la abrogación de la

Ley. (Hch. 15,5-11.18; Gál.3,19.24-28; Ef. 2,2.14-15; Col. 2,16-17; Hb. 7,12).

No fue tanto, entonces, al proponer los dogmas del cristianismo, sino al infundir a la

Antigua Ley con el espíritu de la ética cristiana que Cristo se halló capacitado para

preparar los corazones judíos para la religión venidera. Además, la fe que Él no

pudo inspirar por los numerosos milagros que obró, trató de proveerla con un

incentivo ulterior más fuerte al morir bajo toda circunstancia de dolor, desgracia y

derrota, y luego al resucitar de entre los muertos en triunfo y gloria. Fue a este

hecho, más bien que a los milagros que obró en su vida, que sus acreditados

testigos siempre apelaban en sus enseñanzas. En los designios de Dios la fe del

cristianismo se basa sobre la maravilla de la Resurrección. “Si Cristo no resucitó,

vana es vuestra fe”, declara el apóstol Pablo (1 Cor. 15,17), quien no dice una sola

palabra sobre las demás maravillas que Cristo realizó. Por su muerte, sin embargo, y

su regreso de entre los muertos, Cristo, como lo probó el evento, suministró los

medios más fuertes para una predicación efectiva de la religión que vino a fundar.

La tercera condición antecedente al nacimiento del cristianismo, como aprendemos

por los registros sagrados, fue una especial participación del Espíritu Santo dado a

los Apóstoles el día de Pentecostés. Según la promesa de Cristo, la función de su

don divino era enseñarles la verdad y traer a su recuerdo todo lo que Él les había

dicho (Jn. 14,26; 16,13). “Yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre.

Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder

desde lo alto.” (Lc. 24,49). “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados

en el Espíritu Santo dentro de pocos días.” (Hch. 1,5). Como resultado de la visita

divina hallamos a los Apóstoles predicando el Evangelio con maravillosa valentía,

persuasión y seguridad frente a los hostiles judíos e indiferentesgentiles,

“colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que les

acompañaban.” (Mc. 16,20).

Ahora consideraremos las circunstancias de los comienzos del cristianismo y

estimaremos hasta qué punto fue afectado por las ya existentes creencias religiosas

de la época.

Como hemos visto, tuvo su origen en el judaísmo: su Fundador y

sus discípulos fueron judíos ortodoxos, y los discípulos mantuvieron sus prácticas

judías, al menos por un tiempo, incluso después del día de Pentecostés. Los mismos

judíos consideraban a los seguidores de Cristo como una mera secta (airesis)

israelita como los saduceos o los esenios, llamando a San Pablo “el instigador de la

revuelta de la secta de los nazoreos” (Hch. 24,5). Al principio la nueva religión

estuvo completamente confinada a lasinagoga, y sus consagrados tenían todavía

una gran parte de la exclusividad judía; ellos leían la Ley, practicaban la circuncisión,

y adoraban en el Templo, así como en el cuarto alto en Jerusalén. No nos debe

sorprender entonces que algunos racionalistas modernos, que rechazan su

origen sobrenatural e ignoran la operación del Espíritu Santo en sus primeros

misioneros, vean en el cristianismo primitivo puro y simple judaísmo, y encuentren la

explicación de su carácter y crecimiento en el ambiente religioso pre-existente. Pero

esta teoría del desarrollo natural no se ajusta a los hechos según narrados en el

Nuevo Testamento, el cual está lleno de indicaciones de que las doctrinas de Cristo

eran nuevas, y su espíritu extraño. En consecuencia, hay que mutilar los registros

para que se ajusten a la teoría. No podemos pretender seguir, allí o en otros lugares,

a los racionalistas en su crítica del Nuevo Testamento. Hay poca necesidad de

hacerlo, ya que sus teorías son a menudo mutuamente destructivas. A fines del siglo

XIX un observador calculó que desde 1850 habían sido publicadas 747 teorías

respecto al Antiguo y Nuevo Testamentos, de las cuales 608 eran ya difuntas en ese

tiempo (vea Hastings, “Alta Crítica”). El efecto de estas hipótesis fortuitas ha sido en

su mayoría fortalecer la opiniónortodoxa, la cual procedemos a establecer.

El cristianismo se desarrolló a partir del judaísmo en el sentido de que contiene la

revelación divina del credo judío, algo así como una pintura incluye el boceto

original. La misma mano produjo ambas religiones, y por tipo, promesa y profecía la

Antigua Dispensación señala claramente a la Nueva.

Pero tipo, promesa y profecía indican claramente que el Nuevo será algo muy

diferente al Viejo. Ninguna mera evolución orgánica los conecta a los dos. Una

revelación más completa, una moralidad más perfecta, una distribución más amplia

iban a señalar el Reino del Mesías. “El fin (u objetivo) de la Ley es Cristo”, dice San

Pablo (Rom. 10,4), queriendo decir que la Ley fue dada a los judíos para excitar su

fe en el Cristo por venir. “De manera”, dice además (Gál. 3,24), “la ley ha sido

nuestro pedagogo hasta Cristo”, llevaba a los judíos al cristianismo como

el esclavo llevaba sus encargados a la puerta de laescuela.

Cristo le reprochaba a los judíos por no leer las Escrituras correctamente. “Porque si

creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí.” (Jn. 5,46). Y San

Agustín resume todo el asunto en las impactantes palabras: “En el Antiguo

Testamento yace escondido el Nuevo; en el Nuevo, se manifiesta el Viejo” (Sobre la

Catequización de los Indoctos, 4.8). Pero Cristo reclamó cumplir la Ley al substituir

lasubstancia por la sombra y el don por la promesa, y, habiendo alcanzado el fin,

llegaba a su conclusión todo lo que era temporero y provisional en el judaísmo. Aun

así era necesaria una intervención divina para realizar todo eso, justo como, en

cualquier relato racional de la teoría de la evolución, se debe recurrir al poder

sobrenatural para pontear el abismo entre el ser y no ser, la vida]] y la no vida,

la razóny la sinrazón. “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a

nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado

por medio del Hijo.” (Heb. 1,1-2), el mensaje crece en claridad y contenido con cada

declaración sucesiva hasta que llegó a su plenitud en la Encarnación del Verbo.

El cristianismo, entonces, que los Apóstoles predicaron el día de Pentecostés era

completamente distinto al judaísmo, especialmente según entendido por los judíos

de esa época; era una religión nueva, nueva en su Fundador, nueva en mucho de

su credo, nueva en su actitud hacia Dios y el hombre, nueva en elespíritu de su

código moral. “La Ley fue dada a Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado

porJesucristo.” (Jn. 1,17).

Como era de esperarse, San Pablo fue nuestro más claro testigo sobre este punto.

“El que está en Cristo”, dice él, “es una nueva criatura; todo lo viejo ha pasado;

mirad, todas las cosas son nuevas.” (2 Cor. 5,17). Los mismos judíos demostraron

cómo era el nuevo cristianismo al condenar a muerte a su Autor y al perseguir a sus

adherentes. Renan mismo, que no es siempre consistente, admite que “lejos de

Jesús ser el continuador del judaísmo, lo que caracteriza su obra es su rompimiento

con el espíritu judío”. (Vie de Jésus, C. XXVIII).

Se debe admitir que hay cierto parecido entre las comunidades esencial y las

primeras asambleas cristianas; pero éste es sólo en el exterior. El espíritu de los

esenios era intensamente nacional; excepto en el asunto del culto en el Templo,

ellos eran ultra-judíos en su observancia de las formas externas,abluciones,

el Sabbath, etc., y su modo de vida y su no apoyo al matrimonio eran esencialmente

anti-sociales. Harnack mismo confiesa que Cristo no se relacionaba con esta secta

rigurosa, como muestra su libre interacción con los pecadores, etc. (Das Wesen des

Christenthums, Lect. II, p. 33, tr.). Pero el cristianismo no rechazó nada del judaísmo

que fuera de valor permanente, y así los judíos conversos el día de Pentecostés no

pudieron haber sentido que estaban abjurando de su antigua fe, sino más bien que

por primera vez estaban entrando al pleno entendimiento de ella. Se puede decir

más sobre este punto cuando consideramos lo que es la esencia del cristianismo,

pero debemos notar que la Iglesia muy temprano creyó necesario enfatizar su

distinción del judaísmo al abandonar los ritos esencialmente judíos de la

circuncisión, el culto en el Templo y la observancia del Sabbath.

El judaísmo no es el único sistema religioso que los racionalistas han pretendido

como explicación a la aparición del cristianismo. Se han tomado varios puntos de

semejanza entre la enseñanza de Cristo y sus apóstoles y las grandes religiones de

Oriente para indicar una derivación del cristianismo a partir de éstas, y se ha citado

la elaborada escatología de la religión egipcia para explicar ciertos dogmas sobre la

vida futura.

Fue una larga y no muy fructífera labor establecer y refutar estas varias teorías en

detalle. Subyacente a todas ellas está el postulado racionalista que niega el hecho e

incluso la posibilidad de la intervención divina en la evolución de la religión. En virtud

de esa actitud el racionalismo se confronta con la imposible tarea de explicar cómo

una religión universal como el cristianismo, con un sistema de dogma tan extenso

y lógico pudo haber evolucionado de un proceso de préstamos mezclados de los

cultos existentes y todavía preservar por doquier su unidad y coherencia. Si la

selección la hicieron Cristo y sus seguidores, los racionalistas nos deben decir cómo

estos “hombres ignorantes e iletrados” (Hch. 4,13; cf. Mt. 13,54; Mc. 6,2) conocían

las religiones de Oriente, cuando era asunto de sorpresa para sus contemporáneos

que conocieran la propia.

O, si los dogmas y prácticas bajo consideración eran adiciones de una época

posterior, surgen las preguntas, primero, cómo reconciliar esta declaración con el

hecho de que la esencia del cristianismo se puede descubrir en los primeros testigos

cristianos y, segundo, cómo comunidades dispersas compuestas por varias

nacionalidades y viviendo bajo condiciones diferentes pudieron unirse al seleccionar

y mantener los mismos dogmas y reglas de conducta.

Podemos preguntar, además por qué el cristianismo el cual, sobre esta hipótesis,

sólo seleccionó doctrinas pre-existentes, excitó por doquier tan amarga hostilidad

y persecución. “Sobre esta secta”, dijeron los judíos romanos a San Pablo

en prisión “se nos informa que halla oposición en todas partes.” (Hch. 28,22).

Se ha desperdiciado una inmensa erudición en el intento de mostrar que

el budismo en particular es el prototipo del cristianismo, pero, aparte de la dificultad

de distinguir el credo original de Gautama del posterior y posiblemente adiciones

post cristianas, se puede objetar brevemente que el budismo es a lo mejor sólo un

sistema ético, y no una religión, pues no reconoce a ningún Dios ni ninguna

responsabilidad, que en la medida en que enfatiza la inutilidad comparativa de las

cosas terrenales y la insuficiencia de los placeres terrenales está de acuerdo con el

espíritu cristiano, pero en cuanto a la meta es esencialmente diferente. La meta

suprema del cristianismo es la felicidad eterna en un estado que envuelve el uso de

todas las actividades del alma, la del budismo es la última pérdida de la

existencia consciente . Admitamos de una vez y por todas que la interacción de Dios

con sus criaturas no está confinada a la antigua y Nueva Alianza, y que el

cristianismo incluye muchas doctrinas accesibles a la razón humana sin ayuda, y

propugna muchas prácticas que son el resultado natural de las actividades humanas

ordinarias. Así esperamos encontrar que, al ser la naturaleza humana igual

dondequiera, las varias expresiones del sentido religioso tomarán formas similares

entre todos los pueblos. Por lo tanto, las falsas religiones pueden muy bien inculcar

prácticas ascéticas y poseer la idea de sacrificio y banquete sacrificial, de

un sacerdocio, de pecado y confesión, de ritos sacramentales como el bautismo, de

los accesorios del culto tales como imágenes, himnos, luces, incienso, etc. No todo

es falso en la religión falsa, ni todo es sobrenatural en la verdadera religión (o

cristianismo). “No debemos buscar (de modo distintivo)”, dice M. Müller, “ideas

cristianas en la creencia original de la humanidad, sino las ideas religiosas

fundamentales sobre las cuales se construyó el cristianismo, sin el cual como su

apoyo histórico y natural, el cristianismo no se hubiese vuelto lo que es” "

(Wissenschaft der Sprache, II, 395).

Estas observaciones aplican no sólo a los sistemas religiosos que se alega han

influido la concepción del cristianismo, sino a aquellos con los que se halló tan

pronto brotó del judaísmo, su cuna. Aquí estamos cara a cara con la historia y no

con meras hipótesis y suposiciones. Pues el cristianismo, en su primer esfuerzo por

realizar su destino como religión universal, entró en contacto con dos poderosos

sistemas religiosos: la religión de Roma, y el muy difundido cuerpo de pensamiento,

más una filosofía que un credo, prevaleciente en el mundo de habla griega.

El efecto de la religión nacional de la Roma pagana en el cristianismo primitivo tuvo

que ver con los ritosy ceremonias, más bien que con puntos de doctrina, y se debió

a las causas generales antedichas. Con la filosofía griega, por otro lado, que

representaba los más altos esfuerzos del intelecto humano para explicar la vida y la

experiencia y para alcanzar el Absoluto, el cristianismo, el cual profesa resolver

todos los problemas, tuvo natural y necesariamente muchos puntos de contacto.

Es en esta conexión que los racionalistas modernos han puesto todo su

conocimiento e investigación en el esfuerzo por demostrar que todo el sistema

intelectual posterior del cristianismo es algo más o menos extraño a su concepción

original. Fue la transferencia del cristianismo de un terreno semita a uno griegoque

explica, según Dr. Hatch (Hibbert Lectures, 1888), “por qué un sermón ético estuvo

en primer plano en la enseñanza de Jesús, y un credo metafísico en primera fila del

cristianismo del siglo IV.” El profesor Harnack establece el problema y lo resuelve de

forma similar. Él le atribuye el cambio, según él lo concibe, de un simple código de

conducta al Credo de Nicea, a las tres causas siguientes:

La ley universal en todo desarrollo de religión es que cuando ha muerto la primera

generación de conversos que han estado en contacto, más o menos inmediato, con el

fundador, y dotados con su espíritu, sus sucesores, al no tener el alcance de su credo,

deben depender sobre fórmulas y dogmas.

La unión del Evangelio con el espíritu griego (a) debido a las conquistas de Alejandro y la

subsiguiente mezcla de judíos y gentiles, (b) fortalecida luego cerca de 130 d.C. cuando

los conversos griegos llevaron al cristianismo la filosofía en la cual habían sido educados,

además, cerca de un siglo después, cuando los misterios y civilización griegos en su más

amplia extensión fueron admitidos, y finalmente (d) cerca de mediados del siglo IV,

cuando el espíritu griego finalmente prevaleció y se admitieron el politeísmo y la mitología

(es decir, el culto a los santos).

Las luchas internas con el gnosticismo, el cual apuntaba a una síntesis de todos los

credos existentes. “La lucha con el gnosticismo obligó a la Iglesia a poner su enseñanza,

su culto y su disciplina en formas y ordenanzas fijas, y a excluir a todo el que no les

concediera obediencia” (Das Wesen des Christenthums, Lect. XI, p. 210).

Es la segunda de estas razones para el nacimiento y crecimiento del dogma lo que

nos concierne inmediatamente; pero debemos señalar respecto a la primera que

ignora que lo que siempre ha marcado el curso del cristianismo es la obra directa de

Dios sobre el alma del individuo, la perpetua renovación del fervor a través de

la oración y el uso de los sacramentos. Incluso en esto el espíritu de sus primeros

días se ve todavía energético, a pesar de lo complicado del credo y ritual del

cristianismo moderno. Se acepta que los santos son los más perfectos exponentes

del cristianismo práctico; ellos no son excepciones o accidentes o productos

derivados del sistema; aún así ellos no consideraron al dogma como un estorbo para

su perfecto servicio a Dios y al hombre.

En cuanto a la tercera causa antes mencionada, debemos admitir que siempre ha

sido la función providencial de la herejía ocasionar una definición más clara del

credo cristiano, y que el gnosticismo en sus muchas variedades sin duda tuvo dicho

efecto. Pero mucho antes de que el gnosticismo se desarrollara lo suficiente para

necesitar la salvaguarda de la doctrina por una definición conciliar, encontramos

rastros de una Iglesia organizada con un credo muy definido. Sin mencionar el

tradicional “modelo de doctrina” mencionado por San Pablo (Rom. 6,17) y el acto de

fe que le requirió Felipe al eunuco (Hch. 8,37), muchos críticos, incluyendo a

los protestantes Zahn y Kattenbusch (Das Apostolische Symbol., Leipzig, 1894-

1900), concuerdan que el presente Credo de los Apóstolesrepresenta una fórmula

que tomó forma en la época apostólica y no fue influenciado por el gnosticismo, cuya

herejía variable se volvió formidable cerca de 130 d.C. Y en cuanto a organización,

sabemos que el episcopado fue una institución plenamente reconocida en el tiempo

de Ignacio (c. 110), mientras que elCanon del Nuevo Testamento, cuyo

establecimiento final fue indudablemente ayudado por el gnosticismo, estaba en

proceso de reconocimiento incluso en tiempos apostólicos. San Pedro(suponiendo

que la Segunda epístola es suya) clasifica las epístolas de San Pablo con las “otras

Escrituras” (2 Pd. 3,16), y San Policarpo, temprano en el siglo II, cita como Escritura

a nueve de los doce documentos paulinos.

Respecto a la “unión del Evangelio con el espíritu griego” el cual, según Hatch y

Harnack, resultó en tan profunda modificación del primero, debemos reconocer

muchas de las declaraciones formuladas, sin extraer de ellas las inferencias

racionalistas. Fácilmente admitimos que el pensamiento y la cultura griegos habían

permeado completamente la sociedad en la que nació el cristianismo. Las

conquistas de Alejandro habían traído una difusión de los ideales griegos a través de

Oriente. Los judíos se habían dispersado hacia el oeste, tanto desde Palestina como

desde los pueblos del cautiverio, y se habían establecido en colonias en las

principales ciudades del imperio, especialmente en Alejandría. El ámbito de esta

dispersión se puede recoger del libro de los Hechos 2,9-11, el griego se volvió el

lenguaje del comercio y del intercambio social, y Palestina misma, más

particularmente Galilea, estaba helenizada en grado sumo. Las Escrituras judías se

conocían mejor en la versión griega, y las última adiciones al Antiguo Testamento---

el Libro de Sabiduría y el Segundo Libro de Macabeos---fueron compuestos en dicha

lengua en su totalidad. En adición a esta pacífica impregnación del genio griego al

hebraico, se hicieron esfuerzos formales de tiempo en tiempo, tanto en la esfera

política como en la filosófica, para helenizar del todo a los judíos.

Es en este último intento que estamos interesados, pues los escritos de Filo Judeo,

su principal y primer abogado, coincidió con el nacimiento del cristianismo. Filo era

un judío de Alejandría, muy versado en filosofía y literatura griega, y al mismo tiempo

un devoto creyente en la revelación del Antiguo Testamento. El propósito general de

sus principales escritos era mostrar que la admirable sabiduría de los griegos estaba

contenida en substancia en las Escrituras Judías, y su método era descifrar

alegorías en las simples narraciones del Pentateuco. Al puro y cierto monoteísmo

del judaísmo él asoció varias ideas tomadas de Platón y los estoicos, tratando así de

resolver el problema, con la cual se confronta toda filosofía, de pontear el abismo

entre la mente y la materia, lo infinito y lo finito, lo absoluto y lo condicionado. Los

escritos de Platón eran, sin duda, ampliamente conocidos entre los judíos, tanto en

casa como fuera, en el tiempo cuando los Apóstoles comenzaron a predicar, pero es

sumamente improbable que estos últimos, quienes no eran hombres educados,

estuviesen familiarizados con ellos.

No fue hasta la conversión de San Pablo y el comienzo de su apostolado que se

puede decir que el cristianismo haya entrado, en la mente de uno de sus principales

exponentes, en contacto directo con las teorías religiosas y filosóficas griegas. San

Pablo era instruido, no sólo en hebreo, sino también en el saber helénico y un

instrumento singularmente apto en el designio de la Providencia, debido a su origen

y educación judíos, su conocimiento griego y su ciudadanía romana, para ayudar al

cristianismo a despojarse de los pañales de su infancia e ir adelante a la conquista

de las gentiles.

Pero mientras reconocemos esta dispensa providencial en la elección de San Pablo,

no podemos, de cara a su propio claro y enfático testimonio, afirmar que él

universalizó el cristianismo, como Filo intentó universalizar el judaísmo, añadiendo a

su contenido ético la religión meramente natural de los pensadores griegos de sus

propias concepciones mas puras y sublimes. En una de sus primeras cartas, la

Primera Epístola a los Corintios, San Pablo les reprende su espíritu faccioso, por el

cual algunos de ellos se llamaban partidarios de Apolo, un alejandrino instruido, y

repudia una y otra vez el mismo intento de hacer el cristianismo plausible al

revestirlo con las apariencias de las especulaciones en boga. “nosotros predicamos

a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles” (1 Cor.

1,23; vea capítulos 1 y 2, y Epístola a los Colosenses 2,8). San Pablo, de cualquier

modo, no le debía su cristología a Filo o su escuela, y cualquier similitud en

terminología que pudiera ocurrir en las obras de los dos autores pueden

razonablemente adscribirse a las metáforas ya contenidas en el lenguaje que ambos

usaron.

Se ha insistido más, quizás, en el parecido entre la cristología establecida por San

Juan en los primeros capítulos de su Evangelio y en el Apocalipsis, y las teorías del

Logos que elaboró Filo, las cuales se dice que tomó de fuentes griegas. Debemos

señalar que si lo hizo, descuidó otras más antiguas y más cercanas a la mano, pues

la concepción de una Palabra Divina de Dios, por la cual la Deidad entra

enrelación con el universo creado, no es ni exclusiva ni originalmente griega. La

idea, expresada en los primeros versículos del Génesis, se repite frecuentemente en

el Antiguo Testamento (vea Salmos33(32),6; 147,15; Prov. 8,22; Sab. 7,24-30, etc.).

Sin embargo, Filo no estaba obligado a buscar el fundamento de su doctrina en el

Nous platónico, el cual es meramente la causa directiva de la creacióno el Logos

estoico, como el alma racional del universo. Su teoría del Logos no es del todo clara

o consistente, pero, aparentemente, él concibe el Verbo como un ser cuasi-personal,

subordinado, intermedio entre Dios y el mundo, que permite al Creador entrar en

contacto con la materia. Él llama a este Logos “el más viejo” y el “primogénito” hijo

de Dios, y usa frases que sugiere el Cuarto Evangelio; pero no hay parecido en

substancia entre las audaces, claras y categóricas declaraciones del

Apóstolinspirado, y las confusas, si poéticas, concepciones del filósofo alejandrino.

Podemos conjeturar que San Juan escogió su lenguaje para impresionar la mente

cultivada del griego con la verdadera doctrina del Logos Divino, conectando así su

enseñanza con la antigua revelación, y al mismo tiempo poniendo un freno a los

errores gnósticos a los cuales el filoísmo ya estaba dando nacimiento.

Abandonando la era apostólica, Harnack, en su “Historia del Dogma”, le atribuye la

helenización del cristianismo a los apologistas del siglo II (1ra ed. alemana, p. 253).

Esta afirmación puede ser mejor refutada mostrando que las doctrinas esenciales

del cristianismo aparecen ya en las Escrituras del Nuevo Testamento, mientras que

dan, al mismo tiempo, la debida fuerza a las tradiciones del conjunto cristiano. Si el

Credo de Nicea no puede ser probado artículo por artículo a partir de los registros

sagrados, interpretados por la tradición que les precedió y determinó su canon,

entonces la afirmación racionalista tendrá algún apoyo.

Pero el punto de comparación con el Credo no debe ser sólo el Sermón de la

Montaña, como desea Hatch, ni meramente la enseñanza verbal de Cristo, sino el

registro del Nuevo Testamento completo. Cristo enseñó con su vida no menos que

con sus palabras, y fueron sus acciones y sufrimientos tanto como sus lecciones

verbales lo que sus apóstoles predicaron. Para una exposición más completa de

esto, vea el artículo Revelación. Baste aquí señalar que la teología cristiana se

convirtió, en manos de los apologistas, en la síntesis de toda verdad especulativa.

Halló y conquistó los varios sistemas imperfectos que poseían las mentes de los

hombres en su nacimiento y los que surgían después.

Las primeras herejías---sabelianismo, arrianismo, y el resto---fueron sólo intentos de

hacer del cristianismo una entre el total de filosofías; los intentos fallaron, pero las

verdades dispersas que esas filosofías contenían, con el correr del tiempo, existieron

y hallaron su cumplimiento también en el cristianismo. “La Iglesia”, dice Newman,

“ha estado siempre ‘sentada entre los doctores tanto oyendo como haciéndole

preguntas’; reclamando para ella lo que ellos digan correctamente, corrigiendo sus

errores, supliendo sus defectos, completando sus comienzos, expandiendo sus

conjeturas, y así gradualmente por medio de ellos expandiendo el alcance y

refinando el sentido de su enseñanza (Desarrollo de la Doctrina, VIII).

En la misma sección Newman resume así la batalla y el triunfo: “…tal era el conflicto

del cristianismo con el antiguo paganismo establecido, el cual estaba casi muerto

antes de que el cristianismo apareciera; con los Misterios Orientales revoloteando

ampliamente de un lado a otro como espectros; con los gnósticos, que hicieron el

conocimiento en general, despreciaban a los muchos, y llamaban a los católicos

meros niños en la Verdad; con los neoplatónicos, hombres de literatura, pedantes,

visionarios o cortesanos; con los maniqueos, que profesaban buscar la verdad por la

razón, no por la fe; con los fluctuantes maestros de la escuela de Antioquía, los

oportunistas eusebianos, y los atrevidamente versátiles arrianos; con

los fanáticos montanistas y ásperos novacianos, quienes se apartaron de la doctrina

católica, sin poder para propagar la suya propia. Estas sectas no tenían soporte ni

consistencia, aun así contenían elementos de verdad en medio de sus errores, y si

el cristianismo hubiese sido como el de ellos, se hubiese reducido a ellos; pero tenía

ese dominio de la verdad que le dio a su enseñanza una gravedad, una rectitud, una

consistencia, una severidad, y una fuerza ante los cuales sus rivales, en su mayoría,

eran extraños.” (ibid, VIII).

Elementos Esenciales del Cristianismo

Hemos visto hasta aquí, en su origen y crecimiento, la independencia esencial del

cristianismo de todos los demás sistemas religiosos, excepto del judaísmo, con el

cual sin embargo, su relación fue meramente de la substancia a la sombra. Es

ahora tiempo de señalar sus doctrinas distintivas.

En el cristianismo primitivo hubo mucho que fue transitorio y excepcional. No fue

presentado al mundo completamente desarrollado, sino que se dejó desarrollar de

acuerdo por las fuerzas y tendencias que fueron implantadas en él desde el principio

por su Fundador. Y nosotros, al tener su seguridad de que su Espíritu habitaría en él

por todos los tiempos para inspirar y regular sus elementos humanos, podemos ver

en su historia posterior la obra de su designio. Por lo tanto, no nos molesta hallar en

el cristianismo primitivo cualidades que no sobrevivieron después de haber servido a

su propósito. Causasnaturales y el curso de los eventos, siempre bajo la guía divina,

resultaron en que el cristianismo tomó la forma que podría asegurar mejor su

permanencia y eficiencia. En los tiempos apostólicos, la autoridad suprema en

cuanto a fe y moral fue concedida a los doce representantes de Cristo, cada uno de

los cuales fue comisionado a proclamar y a interpretar infaliblemente su Evangelio.

La jerarquía estaba en una condición incipiente. Los carismas especiales, como

los dones de profecía y de lenguas, se concedían a individuos fuera del cuerpo de

enseñanza oficial. La Iglesia estaba en proceso de organización, y las distintas

comunidades, unidas sin duda en un fuerte lazo de caridad y en el sentido de que

tenían un solo Señor, una fe y un bautismo eran en gran medida independientes

unas de otras en asuntos de gobierno.

Tal fue el modo en que Cristo permitió que se estableciera su Iglesia, la cual ha

cambiado grandemente en las apariencias externas durante las épocas. Pero, ¿ha

habido algún cambio correspondiente en substancia? ¿Son los

elementos esenciales del cristianismo iguales ahora que lo que eran entonces?

Afirmamos que sí lo son, y probamos nuestra afirmación al examinar los puntos

principales de la enseñanza, tanto de Cristo como de sus Apóstoles. Debemos mirar

el asunto como un todo. No podemos juzgar adecuadamente al cristianismo antes

de la venida del Espíritu Santo. Los Evangeliosdescriben un proceso que no se

consumó hasta después de Pentecostés. Los Apóstoles mismos no eran

completamente cristianos hasta que conocieron a través de la fe todo lo que Cristo

era---su Dios y su Redentor, así como su Maestro. Y como el cristianismo provee un

principio regulador tanto para lamente como para la voluntad, al enseñarnos qué

creer y qué hacer, la fe no menos que las obras debe caracterizar al cristiano

perfecto.

Las Enseñanzas de Jesucristo

Tomando, entonces, primero que todo, la propia enseñanza dogmática y moral de

Cristo, la podemos dividir en (a) lo que no reveló sino sólo reafirmó, (b) lo que sacó

de la obscuridad, y (c) lo que añadió a la suma total de creencia y práctica.

(a) Los judíos en el tiempo de Cristo, aunque mundanos, estaban de cualquier modo

libres de su tendencia ancestral a la idolatría. Ellos eran estrictamente monoteístas,

creían en la unidad, poder, ysantidad de la Deidad Suprema. Cristo reafirmó, purificó

y confirmó la teología judía, tanto moral como dogmática. Él afirmó

la naturaleza espiritual de Dios (Jn. 1,18; 4,28), e insistió en la importancia de

rendirle culto en espíritu, es decir, con más que meramente ritos externos. Y exigió

la misma correcta disposición del corazón en todo el servicio a Dios, mostrando

cómo tanto la culpa como el méritodependen de la voluntad e intención (Mt. 5,28;

15,18). Recordó la unidad e indisolubilidad del vínculomatrimonial. Dio prominencia

la inmortalidad y por lo tanto la trascendente importancia del alma humana (Mt.

16,26), en cuanto a la herejía de los saduceos y la mundanalidad de los judíos en

general. En todos estos puntos Él cumplió la Ley al mostrar su significado real y

pleno.

(b) Pero Él no se detuvo ahí. Tomó el gran precepto central de la Antigua

Dispensa---el amor de Dios---señaló todas sus implicaciones e hizo claro que

la doctrina de la Paternidad de Dios, tan imperfectamente comprendida bajo

la ley de miedo, era la fuente inmediata de la doctrina de la hermandad de

los humanos, la cual los judíos nunca percibieron del todo. Nunca se cansó en hacer

hincapié en la bondad amorosa y en la tierna providencia de su Padre, e insistió

igualmente en el deberde amar a todos los hombres, resumiendo toda su

enseñanza ética en la observancia de la ley del amor (Mt. 5,43; 22,40). Él designó

esta caridad universal como la marca de sus verdaderos seguidores (Jn. 13,45), y en

ella, por lo tanto, debemos ver el genuino espíritu cristiano, tan distinto de todo lo

que se había visto hasta ahora en la tierra que Él llamó “nuevo” (Jn. 13,34)

al precepto que lo inspiró. La enseñanza clara y definida de Cristo, además, sobre la

vida venidera, el juicio final resultante en unaeternidad de felicidad o miseria, la

responsabilidad estricta adjudicada a los más pequeños actos humanos, está en

gran contraste con la escatología judía corriente. Al substituir las sanciones eternas

por las recompensas y castigos terrenales, elevó y ennobleció los motivos para la

práctica de la virtud, y al colocar ante la ambición humana un objetivo

completamente digno de los hijos adoptivos de Dios, la extensión del Reino de su

Padre en sus propias almaa y en las almas de los demás.

(c) Entre las doctrinas añadidas por Cristo a la fe judía, la principal, por supuesto son

aquellas concernientes a Sí mismo, incluyendo el dogma central del sistema

cristiano completo, la Encarnacióndel Hijo de Dios. En relación a sí mismo Cristo

hizo dos afirmaciones, aunque no con igual insistencia. Declaró que Él es

el Mesías de los judíos, el esperado de las naciones, cuya misión era deshacer los

efectos de la caída y reconciliar al hombre con Dios; y afirmó que es Dios, igual a, y

uno con el Padre. En apoyo de esta doble afirmación, señaló al cumplimiento de las

profecías y obró muchos milagros. Su reclamación de ser el Mesías no fue admitida

por los líderes de su nación; si la hubiesen admitido, sinduda Él hubiese demostrado

su Divinidad más claramente. La mayoría de los racionalistas modernos (Harnack,

Wellhausen y otros) reconocen que Cristo desde el principio de su predicación se

conoció a sí mismo como el Mesías, y aceptó los varios títulos que le pertenecen en

la Escritura a ese personaje---Hijo de David, Hijo del Hombre (Dn. 7,13), el Cristo

(vea Jn. 14,24; Mt. 16,16; Mc. 14,61-62). En un pasaje---y uno muy significativo---Él

se aplica el nombre a sí mismo---“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el

único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn. 17,3).

Respecto a su Divinidad, su afirmación es clara, pero no enfática. No podemos decir

que el título “Hijo de Dios”, que se le da repetidamente en los Evangelios (Jn. 1,34;

Mt. 27,40; Mc. 3,12; 15,39, etc.), y que se describe que tomó para sí mismo (Mt.

27,43; Jn. 10,36), necesariamente en sí mismo connota unapersonalidad divina; y en

boca de muchos de los que hablan, por ejemplo, en la exclamación deNatanael,

“Rabí, Tú eres el Hijo de Dios”, presumiblemente no lo es. Pero en la confesión

de San Pedro(Mt. 16,16) las circunstancias apuntan a una mera amplificación del

título mesiánico. En ese tiempo ese título era de uso habitual para referirse a Jesús,

y no hubiese habido nada significativo en la expresión de Pedro y en la jubilosa

aceptación de Cristo, si no hubiese ido más lejos que la creencia común. Cristo

aclamó la confesión de Pedro como una revelación especial, no como una

mera deducción por datos externos. Cuando comparamos ésta con la otra

declaración narrada en el mismo Evangelio (Mt. 26,62-66), donde, en contestación a

la adjuración del sumo sacerdote, “Yo te conjuro por Dios Vivo que nos digas si tú

eres el Cristo, el Hijo de Dios” Y Jesús le replicó, “Sí, tú lo has dicho” (es decir, “Yo

soy”; vea Mc. 14,62), no podemos razonablemente dudar que Cristo afirmó ser Dios.

Los judíos lo entendieron así también y lo mandaron a matar por blasfemo.

Otro rasgo prominente en la teología de Cristo fue su doctrina sobre el Paráclito.

Cuando, en el Evangelio según San Juan (14,16-17), Él dice: “y yo pediré al Padre y

os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de

la verdad”, es imposible creer que lo que Él promete es una mera abstracción, no

una persona como Él mismo. En el versículo 26, la personalidad se señala aún más:

“Y el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará

todo.” (Cf. 15,26, “Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de junto al Padre, el

Espíritu de la verdad que procede del Padre…”). Puede ser que el significado pleno

de esas palabras no fue comprendido hasta que el Espíritu vino realmente; además,

la revelación fue hecha, por supuesto, sólo a sus seguidores cercanos; aun así

ninguna mente imparcial puede negar que Cristo aquí habla de una influencia

personal como una entidad Divina distinta; una distinción y una Divinidad que es

luego implicada en la fórmula bautismal que instituyó luego (Mt. 28,19).

Cristo tomó la carga de la predicación de su precursor y proclamó el advenimiento

del Reino de Dios, o el Reino de los Cielos, una concepción ya familiar en el Antiguo

Testamento (Sal. 145(144),11-13), pero provisto con un contenido más amplio y más

variado en las palabras de Cristo. Debe tomarse como que significa, según el

contexto, el Reino Mesiánico en su verdadero sentido espiritual, es decir, la Iglesia

de Dios que Cristo vino a fundar, en donde almacenar y perpetuar los beneficios de

la Encarnación (cf. Las parábolas del trigo y la cizaña, la red barredera, y el

banquete de bodas), o el Reino de Dios en el corazón que se somete a su soberanía

(Lc. 16,21) o la morada del bendito (Mt. 5,20 etc.). El principal tema de su

predicación fue el mostrar qué disposiciones de mente, corazón

y voluntad eran necesariospara entrar al “Reino”, lo que, en otras palabras, era el

ideal cristiano. Considerada como la Iglesia, Él predicó el Reino a la multitud sólo en

parábolas, y reservó las explicaciones completas para la interacción privada con sus

Apóstoles (Hch. 1,3).

El último gran dogma que aprendemos de la vida, predicación y muerte de Cristo es

la doctrina de laRedención. “Pues el Hijo del Hombre tampoco ha venido a ser

servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.” (Mc. 10,45). El

carácter sacrificial de su muerte es claramente establecido en laÚltima Cena. “Esta

es mi sangre de la nueva alianza, que será derramada por muchos para la remisión

de pecados” (Mt. 26,28). Y ordenó a sus discípulos que perpetuaran

ese Sacrificio con las palabras: “Hagan esto en conmemoración mía” (Lc. 22,19).

Cristo, siguiendo los consejos de su Padre, deliberadamente se prestó para realizar

sn su propia Persona el retrato del siervo doliente de Yahveh, tan vívidamente

pintado por Isaías (cap. 53), un Mesías que triunfaría a través de la muerte y la

derrota. Esta fue una extraña revelación a Israel y al mundo. Es sorprendente que

tan novel idea no pudiera entrar a la mente de los Apóstoles hasta que realmente

fuese realizada y explicada por la Víctima Divina misma (Lc. 24,27.45). Así, primero

que todo en acción, Cristo predicó la gran doctrina de la Expiación, y, al levantarse

de entre los muertos, añadió otra prueba a las que establecían su misión divina y su

personalidad divina. Pero suficientemente natural, dejó la enseñanza más explícita

sobre estos puntos a sus testigos escogidos, cuyo presentimiento del cristianismo

examinaremos.

Para girar ahora a lo que es nuevo en las enseñanzas morales de Cristo, debemos

decir, de una vez y por todas, que incluía la perfección ética. Puede haber desarrollo

de la doctrina, pero después del Sermón de la Montaña, no puede haber ulterior

evolución de la moral. La propia perfección de Dios se pone como estándar (Mt.

5,48). El deber era el principal motivo de la Antigua Dispensación; en la Nueva éste

era sublimado en el amor. Se les enseñó a los hombres a servir no debido a las

ataduras penales ligadas al no servicio, sino sobre principios de generosidad. Antes,

la voluntad de Dios debía ser la meta de las acciones de las criaturas; ahora,

también se buscaría su gran placer. “Porque yo hago siempre lo que le agrada a Él”

(Jn. 8,29), y por la acción incluso más que por la palabra enseñó Cristo la lección del

auto sacrificio voluntario. Nunca hasta su tiempo se habían predicado o practicado

los consejos evangélicos: pobreza voluntaria, castidad perpetua y obediencia total.

Sin embargo, las ocho Bienaventuranzas no pudieron haber evolucionado de ningún

código moral previo. La mansedumbre y lahumildad como virtudes eran

desconocidas para los paganos, y despreciadas por los judíos. Cristo hizo de ellas el

fundamento de todo el edificio moral. Para percibir qué cosa nueva trajo al mundo la

enseñanza ética de Cristo y ponerla al alcance de todos, sólo tenemos que pensar

en el gran ejército desantos cristianos. Pues ellos son los verdaderos discípulos de

la Cruz, los que se empaparon y expresaron mejor su espíritu, quienes tuvieron

la fortaleza de probar la verdad de esa paradoja divina que forma la substancia del

mensaje moral de Cristo; “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien

pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mt. 16,25; cf. Mc. 8,35; Lc. 9,24; 17,33; Jn.

12,25). Ese fue el curso que Él mismo adoptó---el camino de la Cruz---y sus

discípulos no estaban sobre su Maestro. La conquista propia como un preliminar

para conquistar el mundo de Dios---esa fue la lección enseñada por la vida de

Cristo, y mucho más por su Pasión y Muerte.

Las enseñanzas de los Apóstoles

¿Acaso el cristianismo que se nos presenta en el resto de los escritos del Nuevo

Testamento difiere del descrito en los Evangelios? Y si es así, ¿es la diferencia una

de clase o de grado? Hemos visto que el cristianismo no debe ser juzgado en la

formación, sino como un producto terminado. Nunca se quiso establecerlo completo

en los Evangelios, donde se le presenta principalmente en acción. “Mucho tengo

todavía que deciros, pero todavía no podéis con ello”, dijo Cristo en su último

discurso. “Pero cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad

completa… y os anunciará lo que ha de venir” (Jn. 16,12-13). Debemos presumir

que Cristo mismo les dijo estas muchas cosas cuando “Se mostró vivo después de

su Pasión, con muchas pruebas, se les apareció durante cuarenta días, y les habló

del Reino de Dios”. (Hch. 1,3), y que fueron hechas permanentes en las mentes de

los Apóstoles por la morada del Espíritu de la Verdad después de Pentecostés. En

consecuencia, debemos esperar encontrar en su enseñanza una exposición del

cristianismo más formal, más teórica y más dogmática que en el drama de la vida de

Cristo. Pero lo que no tenemos derecho a esperar, y lo que los racionalistas siempre

esperan, es encontrar el cristianismo completo en sus registros escritos. Cristo

nunca prescribió la escritura como un medio de promulgar su Evangelio. Fue

comparativamente tarde en la era apostólica, y aparentemente sin obedecer a

ningún plan preconcebido, que comenzaron a aparecer los libros sagrados. Muchos

cristianos debieron haber vivido y muerto antes de que dichos libros existieran, o

sin conocimiento de ellos. Así que no podemos argumentar la no existencia de un

dogma particular a partir de su no aparición, ni su primera invención a partir de su

primera mención---falacias que a menudo vician las investigaciones eruditas de los

racionalistas.

Los principales líderes de la predicación apostólica, hasta donde podemos recoger

de sus registros, varían con el carácter de las audiencias a las que se dirigían. A

los judíos le hacían hincapié en el maravilloso cumplimiento de las profecías en

Cristo, mostrando que, a pesar de la manera de su vida y Muerte, Él era

verdaderamente el Mesías, y que su sacrificio en la Cruz realmente había logrado la

redención de sus pecados. Esa era la carga de los discursos de San Pedro (Hch. 2 y

3) y de los de San Esteban y de todos los que se dirigían a los judíos en

sus sinagogas (cf. Hch. 26,22-23). Una vez convencidos de la realidad de la misión

de Cristo y del sello de Dios puesto sobre ella con suResurrección, eran recibidos en

el cuerpo cristiano para descubrir con más calma todas las implicaciones de sus

creencias. En cuanto a los gentiles, el mismo hecho impactante de la Resurrección

estaba al frente de la enseñanza apostólica, pero se ponía más énfasis en la

divinidad de Cristo. Más aún, San Pablo, cuya misión particular era demostrar la

nueva revelación a aquellos que andaban en tinieblas y no tenían base común de

creencia con los judíos, no consideró que su Evangelio fuese diferente del de los

otros. “He trabajado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios que está

conmigo. Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos, esto es lo que

habéis creído” (1Cor. 15,10-11).

Esta precisión y uniformidad en el contenido del mensaje apostólico, y este sentido

de responsabilidad respecto a su carácter, es aún más notablemente enfatizado por

el mismo apóstol en su próximaepístola, en la cual, regaña a los gálatas por haberle

hecho caso a los innovadores (herejes) “que quieren deformar el Evangelio de

Cristo”, exclama: “Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel delcielo os

anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema.” (Gál.

1,7-8). Aquí no hay rastro de incertidumbre o ignorancia sobre el significado de

cristianismo, o de tanteo en la búsqueda de la verdad. Incluso entonces, cuando la

ciencia teológica estaba en su infancia, encontramos al apóstol exhortando

a Timoteo a mantenerse en las mismas frases en que recibió la fe, “en forma de

palabras sensatas”, evitando “palabrerías profanas” (1 Tim. 6,20; 2 Tim. 1,13). Una

vez más, “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que

habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta” (2 Tel. 2,15). Y aquellas

tradiciones fueron directamente comunicadas por Cristo mismo a sus Apóstoles,

como nos dice en muchos pasajes---“Porque yo recibí del Señor lo que os he

trasmitido” (1 Cor. 11,23), y de nuevo “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a

mi vez recibí” (1 Cor. 15,3).

Muchos racionalistas han manifestado descubrir en los escritos apostólicos varias

clases de cristianismo mutuamente antagonistas y todos parecidos a un desarrollo

ilegítimo del Evangelio original. Tenemos paulinos, petrinos, joánicos, cristianismo,

según se distinguen del cristianismo de Cristo. Pero esas teorías que ignoran

la tradición católica y guía sobrenatural, y descansan sobre los registros escritos

solamente, están siendo gradualmente abandonadas, ayudada su desaparición por

los críticos mismos, quienes respetan poco las hipótesis de los demás. Debemos

tomar los mensajes apostólicos como un todo consistente, cuyas discrepancias

aparentes o falta de coherencia son ampliamente explicadas por las diferentes

circunstancias de su emisión.

Por lo tanto, esta predicación, reducida a su forma más simple era: La Resurrección

de Jesucristo como una prueba de su Divinidad y Encarnación, una garantía de su

enseñanza y una promesa de lasalvación del hombre

Todo el cristianismo se basa en el hecho histórico de la Resurrección. Si Él no fue

verdaderamente asesinado, Cristo no puede haber sido hombre; si no resucitó, no

pudo haber sido Dios. San Pablo no vacila en arriesgar todo sobre la verdad de este

hecho: “Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vacía y también vana es

vuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios” (1 Cor. 15,14-15). En

consecuencia la providencia de Dios ha arreglado los asuntos de tal forma que las

pruebas de la Resurrección de Cristo colocan el hecho más allá de toda duda

razonable.

Pero si San Pablo es tan enfático sobre los fundamentos de la fe cristiana, también

es cuidadoso en erigir el edificio sobre ella. Es a él que debemos la declaración de la

doctrina de la gracia, ese maravilloso don de Dios para la regeneración del hombre.

Cristo ya había enseñado, en la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn. 15,1-17), que

no puede haber acción saludable de parte de los fieles sin una comunicación vital

con Él. Se abunda sobre esta gran verdad en muchos pasajes de San Pablo

(Fil.2,13; Rom. 8,9-11; 1 Cor. 15,10; 2 Cor. 3,5; Gál. 4,5-6), en la cual el hombre

regenerado aprende que es el hijo adoptivo de Dios y que está unido a él por la

morada de su Espíritu Santo. Este privilegio es lo que el hombre gana por la

redención de Cristo, cuyos beneficios se aplican a su alma con el bautismo y

otros Sacramentos. Y San Pablo no es el único exponente de esta doctrina, pero fue

el único de los Apóstoles en promulgar de nuevo el misterio de la

Sagrada Eucaristía, la principal fuente de gracia (1 Cor. 11,23-24; cf. Jn. 4,13-14).

No necesitamos proseguir el desarrollo de la doctrina entre los Apóstoles. El

cristianismo que predicaban lo recibieron de Cristo mismo y su Espíritu evitaba que

lo malinterpretaran o formaran conceptos erróneos. Sobre la fuerza de su comisión

insistían en la obediencia de fe, denunciaron la herejía, y con habilidad, increíble si

no hubiese sido divina, preservaron la verdad que se les encomendó en medio de

una civilización perversa, astuta y corrupta. Esa misma habilidad divina ha

permanecido con el cristianismo desde entonces; una tras otra, las herejías han

atacado la fe y han sido derrotadas, dejando la fortaleza mucho más inexpugnable

para su ataque. El cristianismo que profesamos hoy día es el cristianismo de Cristo y

sus Apóstoles. Justo como ellos fueron más explícitos que Él en su formulación

verbal, así la Iglesia Apóstólica desde entonces ha laborado para expresar cada vez

más claramente los tesoros de doctrina que se le encomendaron a su cargo

originalmente. En un sentido, nosotros debemos creer más que nuestros ancestros

cristianos, pues tenemos un conocimiento más completo del contenido de nuestra fe;

en un sentido, ellos creían todo lo que nosotros, pues aceptaban igual que nosotros

el principio de una autoridad docente divinamente comisionada, a cuyas

declaraciones dogmáticas estaban siempre prestos a dar consentimiento. La misma

unidad de fe esencial y la misma variedad en su contenido para el individuo existen

lado a lado en la Iglesia hoy día. Los teólogos diestros, ampliamente versados en las

maravillas de la revelación, y los jóvenes o inexpertos que conocen explícitamente

poco más que los elementos esenciales del cristianismo, al conocer al Único Dios

Verdadero, y a Jesucristo, a quien Él envió, al creer en la Encarnación, la Expiación,

la Iglesia, son igualmente cristianos, igualmente dueños de la integridad de la fe.

Propósito Divino del Cristianismo

Falta ahora establecer el propósito de Dios al establecer el cristianismo, hasta donde

podamos determinarlo a partir de los registros sagrados y del curso de la historia

misma. Deducimos que el Fundador Divino quiso que el cristianismo fuese (1)

una religión universal, (2) una religión perfecta, (3) una religión visiblemente

organizada.

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Historia del Cristianismo: El Comienzo de la FeHistoria del Cristianismo - ¿cómo empezó todo? El cristianismo comenzó cerca de 2.000 años atrás, en Judea (Israel moderno) con Jesucristo y Su fiel grupo de discípulos. Durante este periodo, Judea era una meca transcultural de bulliciosas ciudades y granjas. El emperador de Roma era el gobernante. Los judíos en ese tiempo odiaban el gobierno romano -- no era sino otro recordatorio de la opresión histórica que enfrentaron como pueblo. Las creencias culturales politeístas de Roma eran también paganas e intrusivas para la vida de los judíos. Algunos judíos vieron que su única esperanza era adaptarse a este cambio. Otros se convirtieron en fanáticos religiosos que formaron grupos guerrilleros de resistencia en contra de Roma. También, otros se retiraron al desierto de Judea para estudiar la ley judía y a esperar por la eventual venida del Mesías prometido (Salvador).

Historia del Cristianismo: La Llegada de JesucristoHistoria del Cristianismo -- En este entorno cultural y religioso, comenzó el ministerio de Jesús. Jesús era judío. Observó la fe judía y conocía bien la Ley Judía. Al comienzo de sus treinta años, Jesús viajó de pueblo en pueblo, enseñando en las sinagogas y sanando aquellos que sufrían. Las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias. Él desafió a las autoridades religiosas establecidas a que se arrepintieran de su santurronería e hipocresía, y se dieran cuenta que el Reino de los Cielos está arraigado en el servicio y el amor. Las enseñanzas de Jesús conmocionaron el corazón de la gente y crearon inestabilidad, algo que temían las autoridades religiosas judías. Pronto, un grupo de hombres fieles comenzó a seguir a Jesús y a llamarle Maestro. Estos hombres se convirtieron en Sus discípulos. Jesús enseñó a Sus discípulos acerca de la voluntad de Dios y del "nuevo pacto" que Dios haría con la humanidad a través de Él. Jesús les ayudó a ver que la humanidad estaba esclavizada al dolor y futilidad de la vida como resultado del pecado. Como consecuencia del pecado, la humanidad perdió su relación con Dios. El propósito de este "nuevo pacto" era restaurar a aquellos que lo aceptaran, en una comunión renovada de perdón y amor con Dios. ¿Cuál es este nuevo pacto? Jesús mismo pagaría por los pecados de toda la humanidad al ser crucificado injustamente en una cruz romana. Tres días después, resucitaría a la vida, habiendo conquistado a la muerte, para dar esperanza a un mundo sin esperanza. Bien, ocurrió tal y como Jesús lo enseñó, y Sus discípulos fueron testigos de un asombroso milagro. Su maestro, Jesús de Nazaret, murió, y tres días más tarde resucitó para convertirse en su Mesías. Obligados por el gran mandamiento a compartir el amor que el Dios de este universo había impartido sobre ellos, los discípulos comenzaron a proclamar este evangelio de esperanza por todo el territorio. De esta manera, a partir de un pequeño grupo de hombres ordinarios que vivían en una pequeña provincia de Judea, cerca de 2.000 años atrás, la historia de la Iglesia Cristiana comenzó, y la fe cristiana desde entonces se ha extendido al resto del mundo. El mensaje de su evangelio era simple: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna." (Juan 3:16).

Historia del Cristianismo: Anunciado por ProfecíasAunque la mayoría de los relatos históricos del comienzo de la fe cristiana están registrados en el Nuevo Testamento, la historia del cristianismo realmente comenzó con las profecías del Antiguo Testamento. Existen más de 300 profecías (predicciones) que abarcan un periodo de más de 1.000 años, que están registradas en el Antiguo Testamento, concernientes a la venida del Mesías Judío. Un estudio de la vida de Jesús, de su muerte y entorno, mostrará que Él fue,

indudablemente, el cumplimiento de estas profecías mesiánicas. Es así que, mucho antes de que Jesús caminara sobre esta tierra, Su misión era conocida por la humanidad a través de la Palabra de Dios.

Historia del Cristianismo: Una Fe Basada en Hechos HistóricosHistoria del Cristianismo - ¿Ocurrió todo en realidad? A primera vista, la historia del origen del cristianismo pudiera parecer nada más que un cuento de hadas. Muchos creen que es demasiado inverosímil, y hasta intelectualmente deshonesta, para que la gente que vive en el siglo XXI pueda creer que esos eventos realmente tuvieron lugar. Sin embargo, la fe cristiana, a diferencia de otras religiones, depende de eventos históricos, incluyendo uno de crucial importancia. Si Jesucristo murió y nunca resucitó a la vida, entonces el cristianismo es un mito o un fraude. En 1ra de Corintios 15:14, Pablo exhorta a sus lectores a apoderarse de la verdad fundamental que: "Y si Cristo no resucitó vana es entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe" La evidencia a favor de la resurrección es la clave para establecer que Jesús es verdaderamente quien dice ser. Es la validez histórica de este hecho fundamental, lo que da al cristianismo esperanza genuina y eterna en medio de un mundo lleno de sufrimientos.

1. ¿Qué entendemos por Cristianismo?

Entendemos por Cristianismo la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho

hombre. La persona y  las enseñanzas de Jesús son las bases sobre las que se asienta la

religión cristiana. Los cristianos consideran a Jesucristo su Redentor y su Maestro: le

reconocen como su Dios y Señor y se adhieren a su doctrina.

En una hora precisa del tiempo y en lugar determinado de la tierra, el Hijo de Dios se hizo

hombre e irrumpió en la historia humana. El lugar de nacimiento de Jesús fue Belén de

Judá; la hora, cuando reinaba en Judea Herodes el Grande y Quirino era gobernador de

Siria, bajo la autoridad suprema del emperador de Roma, César Augusto (cfr. Mt II, 1; Le II,

1-2). La vida de Cristo entre los hombres se prolongó hasta otro momento de la historia,

bien preciso también: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo tuvieron lugar en

Jerusalén, a partir del día 14 del mes de Nisán del año 30 de la Era

cristiana. Caifás desempeñaba el cargo de Sumo Sacerdote, gobernaba Judea el

«procurador»Poncio Pilato y reinaba en Roma el emperador Tiberio.

2. Conocer a Jesucristo

Jesucristo se presentó a sí mismo como el Cristo, el Mesías anunciado por los Profetas y

esperado ansiosamente por el Pueblo de Israel. En Cesárea de Filipo, ante la diversidad

de opiniones que corrían sobre su persona, el Señor preguntó a los Apóstoles: «Y

vosotros, ¿quién decís que soy yo?» La respuesta de Pedro fue rotunda: «Tú eres el

Cristo, el Hijo de Dios vivo». Jesús no sólo no enmendó en un ápice estas palabras, sino

que las confirmó de modo inequívoco: «No te han revelado eso ni la carne ni la sangre,

sino mi Padre que está en los Cielos» (cfr. Mt XVI, 13-17). En la noche de la Pasión, ante

los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín, Jesús declararía abiertamente que era

el Hijo de Dios, el Mesías. A la solemne pregunta del Sumo Sacerdote, la suprema

autoridad religiosa de Israel: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?», Jesús

respondió: «Yo soy» (Me XIV, 61-62).

«Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (lo I, 10). Estas palabras del capítulo

primero del Evangelio de San Juan anuncian el drama del rechazo del Salvador por parte

del Pueblo elegido. Dominaba en éste por aquel tiempo una concepción político-nacional

acerca del esperado Mesías, al que se consideraba como un caudillo terrenal que habría

de libertar la nación del yugo de los opresores romanos y restaurar en todo su esplendor el

Reino de Israel. Jesús no respondía a esta imagen, porque su Reino no era de este mundo

(cfr. lo XVIII, 36). Por eso no fue reconocido, sino rechazado por los jefes del pueblo y

condenado a morir en la Cruz.

Los milagros obrados por Jesús durante los años de su vida pública constituyen el

refrendo de su Mesianidad y confirmaron la doctrina que anunciaba. Esas razones, unidas

a la personalidad incomparable del Señor, motivaron decisivamente la adhesión de sus

discípulos, y en primer término de los doce Apóstoles. Una adhesión todavía defectuosa

al principio, por parte de hombres que compartían muchos de los prejuicios de sus

contemporáneos; unos hombres cuya mentalidad les hacía difícil comprender la verdadera

naturaleza de la misión redentora de Jesús, lo que explica el tremendo desconcierto que

les causó la Pasión y Muerte de su Maestro.

La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba

decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó —escribió San Pablo—, vana

es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). La realidad de la Resurrección

—tan lejos de las expectativas de losApóstoles y los discípulos— se les impuso a éstos

con el argumento irrebatible de la evidencia: «pero Cristo ha resucitado y ha venido a ser

como las primicias de los difuntos» (I Cor XV, 20; cfr. Le XXIV, 27-44; lo XX, 24-28).

Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo

resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y resellarían su

testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad,

creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación,

transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.

3. El nacimiento de la Iglesia

Pero Jesucristo no sólo fundó una religión —el Cristianismo—, sino también una Iglesia.

La Iglesia —el nuevo Pueblo de Dios— fue constituida bajo la forma de una comunidad

visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La Iglesia está

cimentada sobre el Apóstol Pedro, a quienCristo prometió el Primado —«y sobre esta

piedra edificaré mi Iglesia» (Mt XVI, 18)— y se lo confirmó y confirió después de la

Resurrección: «apacienta mis corderos», «apacienta mis ovejas» (cfr. lo XXI, 15-17). La

Iglesia de Jesucristo existirá hasta el fin de los tiempos, mientras perdure el mundo y

haya hombres sobre la tierra: «y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt

XVI, 18). La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, y a partir de

entonces comienza propiamente su historia.