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LA

VOZ

DEL

PAPA

EN TIERRA SANTA

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En el 80cumpleaños

de JuanPablo ll

En el 80cumpleaños

de JuanPablo ll

LA

VOZ

DEL

PAPA

EN TIERRA SANTA

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LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS

Ceremonia de bienvenidaa Jordania (20 de marzo)

Majestad; miembrosdel Gobierno:

Con espíritu de pro-fundo respeto y amistadsaludo a todos los que vi-ven en el reino hachemí deJordania: los miembros dela Iglesia católica y de lasdemás Iglesias cristianas,los musulmanes, a los quelos seguidores de Jesu-cristo tenemos en gran es-tima, y todos los hombresy mujeres de buena vo-luntad.

Mi visita a vuestro paísy todo el viaje que acabode comenzar forman par-te de la Peregrinación reli-giosa jubilar que estoy reali-zando para conmemorar elbimilenario del nacimientode Jesucristo. Desde el ini-cio de mi ministerio comoObispo de Roma, sentíaun gran deseo de celebrareste acontecimiento oran-do en algunos de los luga-res vinculados a la histo-ria de la salvación, luga-res que nos hablan de lalarga preparación de esemomento a través de lostiempos bíblicos, lugaresdonde nuestro Señor Je-sucristo realmente vivió,o que están relacionadoscon su obra de redención.Mi espíritu se dirige enprimer lugar a Ur de loscaldeos, donde comenzóel camino de fe de Abra-ham. Ya he visitado Egip-

to y el monte Sinaí, dondeDios reveló su nombre aMoisés y le encomendó lastablas de la ley de laAlianza.

Hoy me encuentro enJordania, una tierra que meresulta familiar por la Sa-grada Escritura: una tierrasantificada por la presenciade Jesús mismo, por la pre-sencia de Moisés, Elías yJuan Bautista, así como delos santos y mártires de laIglesia primitiva. Vuestratierra es famosa por suhospitalidad y apertura atodos. Son cualidades delpueblo jordano que he ex-perimentado muchas ve-ces en las conversacionescon el rey Hussein, que enpaz descanse, y que he vis-to confirmadas en mi en-cuentro con Su Majestaden el Vaticano, en septiem-bre del año pasado.

Majestad, sé cuánto seinteresa por la paz en sutierra y en la región ente-ra, y cuán importante espara usted que todos losjordanos, tanto musulma-nes como cristianos, seconsideren un solo puebloy una sola familia. En estaárea del mundo existengraves y urgentes problemasque conciernen a la justicia,los derechos de los pueblos yde las naciones, que deben serresueltos para el bien de to-dos los que se hallan implica-dos y como condición parauna paz duradera. Ese pro-ceso de búsqueda de lapaz, aunque sea difícil olargo, debe proseguir. Sin

En el 80 cumpleaños de Juan Pablo II

Sin paz no puede haber desarrollo

El Papa Juan Pablo II cumple hoy 80 años. Desde hace 22gobierna la Iglesia católica y se ha convertido, por derechopropio bien ganado, en la más alta y creíble instancia moralde la Humanidad en esta hora de la historia del mundo. Al desearle sinceramente toda la felicidad que se merece y pedirpara él todas las bendiciones de Dios, Alfa y Omega consideraoportuno celebrar tan gozosa efeméride ofreciendo a nuestroslectores uno de los más espléndidos regalos de su excepcionalmagisterio: el texto íntegro, en traducción de L’OsservatoreRomano, de todos los discursos de su inolvidable e históricaperegrinación pastoral a Tierra Santa, al cumplirse 2.000 añosde la Encarnación de Jesucristo

En el monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí

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paz no puede haber un au-téntico desarrollo para estaregión, ni una vida mejorpara sus pueblos, ni un fu-turo más luminoso parasus hijos. Por eso, el cono-cido compromiso de Jor-dania para garantizar lascondiciones necesarias pa-ra la paz es tan importantey loable.

Construir un futuro depaz exige un entendimien-to cada vez mayor y unacooperación cada vez másefectiva entre los pueblosque reconocen al únicoDios verdadero e indivisi-ble, al Creador de todo loque existe. Las tres históri-cas religiones monoteístasconsideran la paz, el bieny el respeto a la personahumana entre sus valoresmás importantes. Esperovivamente que mi visitafortalezca el diálogo, ya fe-cundo, entre cristianos ymusulmanes, que se estárealizando en Jordania,particularmente a travésdel Royal Interfaith Institute.

LIBERTAD RELIGIOSA

La Iglesia católica, sinolvidar que su misión prin-cipal es de índole espiri-tual, siempre anhela coo-perar con cada una de lasnaciones y de las personasde buena voluntad parapromover y favorecer ladignidad de la persona hu-mana. Lo hace especial-mente en sus escuelas yprogramas educativos, ymediante sus institucionescaritativas y sociales. Vues-tra noble tradición de res-petar a todas las religionesgarantiza la libertad reli-giosa que lo hace posible,y que de hecho es un dere-cho humano fundamental.Cuando se respeta, todoslos ciudadanos se sienteniguales, y cada uno, im-pulsado por sus propiasconvicciones espirituales,puede contribuir a la cons-trucción de la sociedad co-mo casa común de todos.

PAZ Y DESARROLLO

La cordial invitaciónque Sus Majestades, el Go-bierno y el pueblo de Jor-dania me dirigieron es ex-presión de nuestra espe-ranza común con vistas auna nueva época de paz ydesarrollo en esta región.Se lo agradezco sincera-mente y, apreciando pro-fundamente su cortesía, lesaseguro mis oraciones porustedes, por todo el pue-

blo jordano, por los refu-giados que se hallan entreustedes y por los jóvenes,que constituyen gran partede la población.

¡Dios todopoderosoconceda a Sus Majestadesfelicidad y larga vida!¡Dios bendiga a Jordaniacon prosperidad y paz!

GRACIASPOR VUESTROTESTIMONIO

A la Custodia franciscana(20 de marzo)

Padre ministro general;queridos amigos:

Aquí, en las alturas delmonte Nebo, comienzo es-ta etapa de mi peregrina-ción jubilar. Pienso en lagran figura de Moisés y enla Alianza que Dios esta-bleció con él en el monteSinaí. Doy gracias a Diospor el don inefable de Je-sucristo, que selló la nue-va Alianza con su sangre yllevó a su plenitud la Ley.A Él, que es el Alfa y laOmega, el Primero y el Últi-mo, el Principio y el Fin (Ap22, 13), le dedico todos lospasos de este viaje, querealizo a través de la tierraque fue suya.

En este primer día, me

complace de manera espe-cial saludarlo a usted, pa-dre ministro general, yagradecerle el magníficotestimonio que han dadoen esta tierra los hijos desan Francisco mediante elfiel servicio de la Custodiaen los Santos Lugares en eldecurso de los siglos.

Asimismo, deseo ex-presar mi gratitud al go-bernador de Madaba y alalcalde de la ciudad. Quelas bendiciones de Dios to-dopoderoso desciendansobre el pueblo de esta re-gión. Y que la paz del cielollene el corazón de todoslos que me acompañan alo largo de mi peregrina-ción.

AMADA VUESTRAS

FAMILIASHomilía en el estadio deAmmán (21 de marzo)

Una voz clama: «En el de-sierto abrid camino al

Señor, trazad en la estepa unacalzada recta a nuestro Dios»(Is 40, 3).

Beatitud; hermanos enel episcopado y en el sa-cerdocio; hermanos y her-manas:

Las palabras del profeta

Isaías, que el evangelistaaplica a Juan Bautista, nosrecuerdan el camino queDios trazó a lo largo deltiempo en su deseo de for-mar y salvar a su pueblo.Hoy, como parte de la pe-regrinación jubilar querealizo para orar en algu-nos de los lugares relacio-nados con las intervencio-nes salvíficas de Dios, ladivina Providencia me hatraído a Jordania. Saludo aSu Beatitud Michel Sab-bah, al que agradezco suscordiales palabras de bien-venida. Abrazo cordial-mente al exarca grecomel-quita Georges El-Murr y atodos los miembros de laAsamblea de los Ordina-rios católicos de TierraSanta, así como a los re-presentantes de las demásIglesias y comunidadeseclesiales. Expreso miagradecimiento al prínci-pe Raad y a las autorida-des civiles que han queridohonrar nuestra celebracióncon su presencia.

El Sucesor de Pedro esperegrino en esta tierrabendecida por la presenciade Moisés y Elías, dondeJesús mismo enseñó y rea-lizó milagros (cf. Mc 10, 1;Jn 10, 40-42), donde la Igle-sia primitiva dio testimo-nio con la vida de nume-rosos santos y mártires. Eneste año del Gran Jubileo,toda la Iglesia, y especial-mente hoy la comunidadcristiana de Jordania, estánespiritualmente unidas enuna peregrinación a losorígenes de nuestra fe, unaperegrinación de conver-sión y penitencia, de re-conciliación y de paz.

Buscamos un guía quenos señale el camino. Y laliturgia nos propone hoyla figura de Juan Bautista,una voz que clama en el de-sierto (cf. Lc 3, 4). Él nos se-ñalará el camino que de-bemos seguir para quenuestros ojos puedan ver lasalvación de Dios (cf. Lc 3,6). Guiados por él, recorre-mos nuestro camino de fepara ver de modo más cla-ro la salvación realizada porDios a través de una histo-ria que se remonta hastaAbraham. Juan Bautistafue el último de la serie deprofetas que mantuvo vi-va y alimentó la esperan-za del pueblo de Dios.Con él se acercó la pleni-tud de los tiempos.

La semilla de esta es-peranza fue la promesa he-cha a Abraham cuando fuellamado a abandonar todo

Construirun futuro

de pazexige un

entendimientocada vez mayor

y unacooperación

cada vezmás efectiva

entrelos pueblosque recurrenal único Dios

verdadero

Juan Pablo II con dos niños jordanos, en Ammán

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lo que le era familiar y a se-guir a un Dios al que noconocía (cf. Gn 12, 1-3). Apesar de su riqueza, Abra-ham era un hombre que vi-vía en las sombras de lamuerte, pues no tenía hi-jos ni tierra propia (cf. Gn15, 2). La promesa parecíavana, dado que Sara era es-téril y la tierra pertenecíaa otros. Pero, a pesar de ello,Abraham puso su fe en Dios:Creyó, esperando contra todaesperanza (Rm 4, 18).

Aunque parecía impo-sible, Sara dio a luz a Isa-ac, y Abraham recibió unatierra. Y a través de Abra-ham y sus descendientesla promesa se convirtió enuna bendición para todaslas familias de la tierra (Gn12, 3; 18, 18).

Esa promesa se con-firmó cuando Dios habló aMoisés en el monte Sinaí. Loque aconteció entre Moisésy Dios en la montaña sa-grada plasmó la historiasucesiva de la salvación co-mo una alianza de amor entreDios y el hombre, una alian-za que exige obediencia,pero que promete libera-ción. Los diez manda-mientos, esculpidos en pie-dra en el Sinaí, pero inscri-tos en el corazón humanodesde el inicio de la crea-ción, son la pedagogía di-vina de amor, dado que se-ñalan el único camino se-guro para la realización denuestro anhelo más pro-fundo: la aspiración insu-primible del espíritu hu-mano hacia el bien, la ver-dad y la armonía.

El pueblo anduvoerrante durante cuarentaaños antes de llegar a esatierra. Moisés, que hablabacara a cara con el Señor (Dt34, 10), murió en el monteNebo y fue sepultado en elvalle, en el país de Moab. Na-die hasta hoy ha conocido sutumba (Dt 34, 6). Pero laAlianza y la Ley que él re-cibió de Dios viven parasiempre.

A lo largo de los tiem-pos los profetas tuvieronque defender la Ley y laAlianza contra los que po-nían las normas y leyes hu-manas por encima de lavoluntad de Dios, y portanto imponían una nuevaesclavitud al pueblo (cf. Mc6, 17-18). La misma ciudadde Ammán, la Rabá delAntiguo Testamento, re-cuerda el pecado del reyDavid al causar la muertede Urías y tomar por espo-sa a su mujer Betsabé, puesaquí cayó Urías (cf. 2 S 11,

1-17). Te harán la guerra –di-ce Dios a Jeremías en laprimera lectura, que aca-bamos de escuchar–, masno podrán contigo, pues yoestoy contigo para salvarte (Jr1, 19). Por haber denuncia-do las faltas en el cumpli-miento de la Alianza, al-gunos profetas, entre ellosJuan Bautista, pagaron consu sangre. Pero, en virtudde la promesa divina –Yoestoy contigo para salvarte–,permanecieron firmes co-mo una plaza fuerte, un pilarde hierro y una muralla debronce (Jr 1, 18), procla-mando la Ley de la vida yde la salvación, el amorque no falla nunca.

FUTURO EN UNIDADY FIDELIDAD

En la plenitud de lostiempos, a la vera del ríoJordán, Juan Bautista señalaa Jesús, sobre el que des-ciende el Espíritu Santo enforma de paloma (cf. Lc 3,22), el que no bautiza conagua sino en Espíritu Santoy fuego (Lc 3, 16). Los cie-los se abren y se escucha lavoz del Padre: Éste es miHijo, el predilecto, en el quetengo mi complacencia (Mt3, 17). En Él, el Hijo deDios, se cumplen la pro-mesa hecha a Abraham yla Ley dada a Moisés.

Jesús es la realización dela promesa. Su muerte encruz y su resurrección lle-van a la victoria definitivade la vida sobre la muerte.A través de la Resurrecciónquedan abiertas las puer-tas del paraíso, y nosotrospodemos caminar de nue-vo en el jardín de la vida.

En Cristo resucitado obte-nemos la misericordia, comohabía anunciado a nuestrospadres, en favor de Abrahamy su descendencia por siem-pre (Lc 1, 54-55).

Jesús es el cumplimientode la Ley. Sólo Cristo resu-citado revela el significadopleno de lo que acontecióen el mar Rojo y en el mon-te Sinaí. Él revela la verda-dera naturaleza de la Tie-rra prometida, donde ya nohabrá muerte (Ap 21, 4). Alser el primogénito de entrelos muertos (Col 1, 18), el Se-ñor resucitado es la meta detoda nuestra peregrinación:el Alfa y la Omega, el Prime-ro y el Último, el Principio yel Fin (Ap 22, 13).

Durante los últimoscinco años, la Iglesia en estaregión ha celebrado el Sínodopastoral de las Iglesias que es-tán en Tierra Santa. Todaslas Iglesias católicas hancaminado con Jesús y hanvuelto a escuchar su lla-mada, trazando en un Planpastoral general el itinera-rio por recorrer. En esta li-turgia solemne, me alegrarecibir los frutos del Síno-do como signo de vuestrarenovada fe y de vuestrocompromiso generoso. ElSínodo ha implicado unaexperiencia profundamen-te sentida de comunión conel Señor, y también de in-tensa comunión eclesial, co-mo los discípulos reunidosen torno a los Apóstoles alinicio de la Iglesia (cf. Hch2, 42; 4, 32). El Sínodo hamostrado claramente quevuestro futuro reside en launidad y la solidaridad. Orohoy a Dios, e invito a todala Iglesia a orar conmigo,

para que los trabajos delSínodo lleven a un fortale-cimiento de los vínculos deunión y colaboración entrelas comunidades católicaslocales en toda su rica va-riedad, entre todas las Igle-sias cristianas y comuni-dades eclesiales, y entre loscristianos y las demásgrandes religiones que flo-recen aquí. Que los recur-sos de la Iglesia –familias,parroquias, escuelas, aso-ciaciones laicales y movi-mientos juveniles– tenganla unidad y el amor comosu objetivo supremo. Noexiste un modo más eficazpara participar social, pro-fesional y políticamente,sobre todo en la obra de lajusticia, la reconciliación y lapaz, a la que el Sínodo hainvitado.

A los obispos y a los sa-cerdotes os digo: sed bue-nos pastores según el Co-razón de Cristo. Guiad alrebaño que os ha sido con-fiado por el camino que lle-va a las verdes praderas desu Reino. Reforzad la vidapastoral de vuestras co-munidades, mediante unacolaboración nueva y másdinámica con los religiososy los laicos. En medio delas dificultades de vuestroministerio confiad en el Se-ñor. Acercaos a él en la ora-ción, y él será vuestra luzy vuestra alegría. Toda laIglesia os agradece vuestraentrega y la misión de feque realizáis en vuestrasdiócesis y en vuestras pa-rroquias.

A los religiosos y reli-giosas os expreso la inmen-sa gratitud de la Iglesia porvuestro testimonio del pri-

Amada vuestrasfamilias.

Enseñadlesla dignidad

de toda vida,los caminos

de la armoníay de la paz,

el valorde la fe,

la oracióny la bondad

En el Monte Nebo, contemplando la Tierra Prometida

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mado de Dios en todas lascosas. Seguid resplande-ciendo como faros delamor evangélico que su-pera todas las barreras.

A los laicos os digo: notengáis miedo de ocuparvuestro lugar y asumirvuestra responsabilidad enla Iglesia. Sed testigos va-lientes del Evangelio envuestra familia y en la so-ciedad.

En este Día de la Ma-dre en Jordania, me congra-tulo con las madres pre-sentes aquí e invito a todaslas madres a construir unanueva civilización delamor. Amad a vuestras fa-milias. Enseñadles la dig-nidad de toda vida; ense-ñadles los caminos de laarmonía y de la paz; ense-ñadles el valor de la fe, laoración y la bondad.

Queridos jóvenes, elcamino de la vida se abreante vosotros. Construidvuestro futuro sobre los só-lidos cimientos del amorde Dios, y permanecedsiempre unidos en la Igle-sia de Cristo. Contribuid atransformar el mundo envuestro entorno, dando lomejor de vosotros mismosal servicio de los demás yde vuestro país.

Y a los niños que van arecibir la primera Comuniónles digo: Jesús es vuestromejor amigo; él conoce loque hay en vuestro corazón.Permaneced unidos a él, yen vuestras oraciones recor-dad a la Iglesia y al Papa.

En este año del GranJubileo, todo el pueblo de

Dios peregrino se dirige nue-vamente en espíritu a los lu-gares relacionados con la his-toria de nuestra salvación.Después de seguir lashuellas de Abraham y deMoisés, nuestra peregri-nación ha llegado ahora alos lugares donde nuestroSalvador Jesucristo vivió,y que recorrió durante suvida terrena. Muchas vecesy de muchos modos hablóDios en el pasado a nuestrospadres por medio de los pro-fetas; en estos últimos tiem-pos nos ha hablado por me-dio de su Hijo (Hb 1, 1-2).En el Hijo se cumplierontodas las promesas. Él esel Redemptor hominis, elRedentor del hombre, laesperanza del mundo.Ojalá que, teniendo pre-sente todo esto, la enteracomunidad cristiana deJordania sea cada vez másfirme en la fe y generosaen las obras de servicioamoroso.

Que la santísima VirgenMaría, Madre de la Iglesia,os guíe y os proteja envuestro camino. Amén.

ORACIÓNEN EL LUGAR

DEL BAUTISMODE JESÚS

Palabras en Wadi al-Jarrar,a la orilla del río Jordán(21 de marzo)

Deseo saludaros a to-dos los que estáis aquí

reunidos para esta breveoración. En particular, oropor Su Majestad el rey, y le

agradezco nuevamente laacogida que he recibidoaquí en Jordania.

En el evangelio de sanLucas leemos que fue diri-gida la palabra de Dios aJuan, hijo de Zacarías, en eldesierto. Y se fue por toda laregión del Jordán proclaman-do un bautismo de conversiónpara el perdón de los pecados(Lc 3, 2-3). Aquí, junto alrío Jordán, cuyas dos ori-llas son visitadas por in-numerables peregrinosque rinden homenaje albautismo del Señor, tam-bién yo elevo mi corazónen oración:¡Gloria a ti, oh Padre,Dios de Abraham, Isaac yJacob!Tú enviaste a tus siervos,los profetas,a proclamar tu palabrade amor fiely a llamar a tu puebloal arrepentimiento.En las orillas del río Jordán suscitaste a Juan Bautista, una voz que clama en eldesierto,enviado para toda la re-gión del Jordán,a preparar el camino delSeñor, a anunciar la veni-da de Jesús.¡Gloria a ti, oh Cristo,Hijo de Dios!Viniste a las aguas del Jor-dán para ser bautizadopor la mano de Juan.Sobre ti descendió el Espí-ritu en forma de paloma.Sobre ti se abrieron los cie-los y se escuchó la voz delPadre:Éste es mi Hijo, el predilecto.Del río bendecidopor tu presenciasaliste para bautizarno sólo con aguasino también con fuegoy Espíritu Santo.¡Gloria a ti,oh Espíritu Santo,Señor y dador de vida!Por tu poderla Iglesia es bautizada,descendiendo con Cristo ala muerte y resucitandocon él a nueva vida.Por tu podersomos liberados del peca-do y nos convertimos enhijos de Dios, el gloriosoCuerpo de Cristo.Por tu poderes vencido todo miedo,y se predica el Evangeliodel amor en todos los rin-cones de la tierra,para gloria de Dios, Padre,Hijo y Espíritu Santo.A Él toda gloriaen este Año Jubilary en todos los siglos futu-ros.Amén.

Deseo dar las gracias atodos los que han partici-pado y a todos los que hancolaborado en la organi-zación. En particular, ex-preso mi gratitud a los pa-triarcas, a los obispos, alos sacerdotes y a las reli-giosas. Celebrar con la co-munidad católica en Jor-dania ha sido una expe-riencia conmovedora. Sa-ludo cordialmente a losrepresentantes de las de-más comunidades quehan venido de muchasotras partes de OrienteMedio. Os expreso miagradecimiento a todosvosotros. Me siento espe-cialmente cerca de los ni-ños y los jóvenes. Sabedque la Iglesia y el Papaconfían mucho en voso-tros. Dirijo un saludo par-ticular a Su Alteza real elpríncipe Mohammed. Re-cordaré a todo el pueblode Jordania –cristianos ymusulmanes– en mis ora-ciones, de manera especiala los enfermos y a los an-cianos. Con gratitud invo-co abundantes bendicio-nes sobre Su Majestad elrey y sobre toda la nación.¡Dios os bendiga a todos!¡Dios bendiga a Jordania!San Juan Bautista protejaal Islam, a todo el pueblode Jordania y a todos losque han participado en es-ta celebración, una cele-bración memorable. Osexpreso mi gratitud a to-dos.

¡Muchas gracias!

PEREGRINACIÓNA LOS ORÍGENESDE NUESTRA FE

Discurso en el aeropuer-to de Tel Aviv (21 de mar-zo)

Estimado Presidente yseñora Weizman; que-

rido primer ministro y se-ñora Barak; queridos her-manos israelíes; excelen-cias; señoras y señores:

Ayer, desde las alturasdel monte Nebo, divisé, através del valle del Jordán,esta tierra bendita. Hoy,con profunda emoción, pi-so la tierra que Dios esco-gió para poner su tienda (Jn1, 14; cf. Ex 40, 34-35; 1 R 8,10-13) y permitió al hom-bre encontrarse con él demodo más directo.

En este año, en que secelebra el bimilenario delnacimiento de Jesucristo,he tenido un deseo perso-nal muy intenso de veniraquí para orar en los luga-

He tenidoun deseopersonal

muy intenso:venir aquípara orar

en los lugaresque fueron

testigosde la presencia

de Dios

Río Jordán. Lugar en que la tradición sitúa el Bautismo de Jesús

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res más importantes que,desde los tiempos anti-guos, fueron testigos de lasintervenciones de Dios yde los milagros que reali-zó. Tú, el Dios que obras ma-ravillas, manifestaste tu po-der entre los pueblos (Sal 77,15).

Señor Presidente, leagradezco su cordial aco-gida y, por medio de usted,saludo a todo el pueblo delEstado de Israel.

Mi visita es una pere-grinación personal y unviaje espiritual del Obispode Roma a los orígenes denuestra fe en el Dios deAbraham, el Dios de Isaac, yel Dios de Jacob (Ex 3, 15).Forma parte de una pere-grinación más amplia deoración y acción de graciasque me ha llevado primeroal Sinaí, el monte de laAlianza, el lugar de la re-velación decisiva que mar-có la sucesiva historia dela salvación. Ahora tendréel privilegio de visitar al-gunos de los lugares másestrechamente vinculadosa la vida, a la muerte y a laresurrección de Jesucristo.A cada paso del caminome mueve un vivo sentidode Dios que nos ha prece-dido y nos guía, que deseaque lo adoremos en espíri-tu y en verdad, que reco-nozcamos nuestras dife-rencias, pero también queveamos en cada ser huma-no la imagen y semejanzadel único Creador del cieloy de la tierra.

Señor Presidente, us-ted es conocido comohombre de paz y artíficede paz. Todos sabemoscuán urgente es la necesi-dad de paz y justicia, nosólo para Israel, sino tam-bién para la región entera.Muchas cosas han cam-biado en las relaciones en-tre la Santa Sede y el Esta-do de Israel desde que mipredecesor el Papa PabloVI vino aquí en el año1964. El establecimiento derelaciones diplomáticasentre nosotros, en 1994, co-ronó los esfuerzos enca-minados a inaugurar unanueva era de diálogo so-bre asuntos de interés co-mún como la libertad reli-giosa, las relaciones entrela Iglesia y el Estado, y,más en general, entre cris-tianos y judíos. En otro ni-vel, la opinión mundial si-gue con gran atención elproceso de paz medianteel cual todos los pueblosde la región están com-prometidos en la ardua

búsqueda de una paz du-radera, con justicia paratodos. Con la nueva aper-tura recíproca, los cristia-nos y los judíos, junta-mente, deben realizar es-fuerzos valientes para eli-minar todas las formas deprejuicio. Debemos tratarde presentar siempre y entodas partes el verdaderorostro de los judíos y del ju-daísmo, al igual que el de loscristianos y del cristianismo,y eso a nivel de mentali-dad, de enseñanza y de co-municación (cf. Discurso ala comunidad judía de la ciu-dad de Roma, 13 de abril de1986, n. 5).

Así pues, mi viaje esuna peregrinación, con es-píritu de humilde gratitudy esperanza, a los orígenesde nuestra historia religio-sa. Es un tributo a las trestradiciones religiosas que con-viven en esta tierra. Desdehace mucho tiempo espe-raba reunirme con los fie-les de las comunidades ca-tólicas, en su gran varie-dad, y con los miembrosde las diversas Iglesias ycomunidades cristianaspresentes en Tierra Santa.Pido al Señor que mi visitacontribuya a incrementarel diálogo interreligioso,que impulse a judíos, cris-tianos y musulmanes a en-contrar en sus respectivascreencias y en la fraterni-dad universal que une atodos los miembros de lafamilia humana, la moti-vación y la perseveranciapara trabajar en favor de lapaz y la justicia que lospueblos de Tierra Santa noposeen aún y que anhelantan profundamente. El sal-mista nos recuerda que lapaz es don de Dios: Voy aescuchar lo que dice Dios. Sí,habla de paz para su pueblo ypara sus amigos, y para cuan-tos se vuelven a Él de corazón(Sal 85, 9). Que Dios con-ceda la paz como don a latierra que él se escogió.¡Shalom!

AQUÍ DEJÓ DIOSSU HUELLA

Palabras en Jericó (21 demarzo)

Excelencia; queridosamigos:

Agradezco esta oportu-nidad de visitar un lugartan impregnado de histo-ria. Durante miles de años,esta área en torno a Jericóha sido una región habita-da. Cerca de aquí encon-tramos huellas de la ciu-

dad más antigua del mun-do. Sin embargo, su re-cuerdo resulta aún más ri-co si nos referimos a la Sa-grada Escritura, que des-cribe a Jericó como unlugar donde no sólo hayhuellas del hombre, sinotambién de Dios mismo.

Con los ojos del almaveo a Jesús que se acerca alas aguas del río Jordán, nolejos de aquí, para ser bau-tizado por Juan Bautista(cf. Mt 3, 13); veo a Jesúsque pasa de camino haciala ciudad santa, dondemorirá y resucitará; lo veoabrir los ojos del ciego a supaso (cf. Lc 18, 35-43).

Hoy Jericó se ha con-vertido en un florido oasisen medio del desierto. Oja-lá que esta ciudad, tan ri-ca en recuerdos, sea tam-bién rica en promesas. Quesu desarrollo anuncie la es-peranza del futuro más pa-cífico que los habitantes deeste lugar y todos los pue-blos de esta tierra deseandesde hace tanto tiempo.

¡Dios os bendiga a to-dos!

UNA BUENANUEVA DE PAZ

Ceremonia de bienvenidaa Belén (22 de marzo)

Estimado PresidenteArafat; Excelencias;

queridos amigos palesti-nos:

Aquí nació Cristo de laVirgen María: estas pala-bras, inscritas en el lugaren que, según la tradición,nació Jesús, son la razóndel gran Jubileo del año2000. Son la razón de estavisita mía a Belén. Son lafuente de la alegría, la es-peranza y la buena volun-tad que, a lo largo de dosmilenios, han llenado in-numerables corazones hu-manos con sólo escucharel nombre de Belén.

Personas de todas par-tes se dirigen hacia esterincón único de la tierracon una esperanza quetrasciende todos los con-flictos y todas las dificul-tades. Belén, donde el co-ro de los ángeles cantó:Gloria a Dios en las alturas y

Aquínació Cristo:

estas palabras,razón del GranJubileo 2000,son la razónde mi visita,

la fuentede la alegría

y de laesperanza

y de la buenavoluntad de

innumerablescorazoneshumanos

En oración ante el lugar del pesebre, en Belén

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paz en la tierra a los hombres(Lc 2, 14), se presenta, entodo lugar y en toda épo-ca, como la promesa deldon de la paz por parte deDios. El mensaje de Belén esla buena nueva de la recon-ciliación entre los hombres,de la paz en todos los ni-veles de las relaciones en-tre personas y naciones.Belén es una encrucijadauniversal donde todos lospueblos pueden encon-trarse para construir jun-tos un mundo acorde connuestra dignidad humanay nuestro destino. El mu-seo de la Natividad, inau-gurado recientemente,muestra cómo la celebra-ción del nacimiento deCristo se ha convertido enparte de la cultura y delarte de los pueblos en to-do el mundo.

Señor Arafat, al agra-decerle la cordial acogidaque me ha dispensado ennombre de la Autoridadpalestina y de su pueblo,expreso toda mi felicidadpor estar aquí hoy. No pue-do por menos de orar paraque el don divino de la pazse transforme cada vezmás en una realidad paratodos los que viven en estatierra, privilegiada por lasintervenciones de Dios.¡Paz para el pueblo palestino!¡Paz para todos los pueblos dela región! Nadie puede ig-norar todo lo que el pue-blo palestino ha debido su-frir en los últimos dece-nios. Vuestra tribulación espatente a los ojos del mun-do. Y ha durado demasia-do tiempo.

La Santa Sede siempreha reconocido el derechonatural del pueblo pales-tino a tener una patria ysu derecho a poder viviren paz y tranquilidad conlos demás pueblos de es-ta región (cf. Carta apos-tólica Redemptionis anno,20 de abril de 1984). En elámbito internacional, mispredecesores y yo hemosproclamado, en repetidasocasiones, que no podríaponerse fin al triste con-flicto que afecta a TierraSanta sin garantizar sólida-mente los derechos de todoslos pueblos implicados, so-bre la base de la ley inter-nacional y de las impor-tantes resoluciones y de-claraciones de las Nacio-nes Unidas.

Todos debemos seguirtrabajando y orando por eléxito de todo esfuerzo au-téntico encaminado a tra-er la paz a esta tierra. Sólo

con una paz justa y dura-dera, no impuesta sino ga-rantizada mediante nego-ciaciones, se podrán satis-facer las legítimas aspira-ciones palestinas. Sóloentonces para Tierra San-ta podrá abrirse un nuevofuturo luminoso, ya noamenazado por rivalida-des y conflictos, sino sóli-damente basado en el en-tendimiento y la coopera-ción para el bien de todos.El éxito dependerá en granmedida de la valiente dis-ponibilidad de los respon-sables del destino de estaparte del mundo para asu-mir nuevas actitudes decompromiso y aceptaciónde las exigencias de justi-cia.

Queridos amigos,soy plenamente conscien-te de los grandes desafíosque la Autoridad palestinay el pueblo palestinoafrontan en todos los cam-pos del desarrollo econó-mico y cultural. De modoparticular, oro a Dios porlos palestinos, tanto mu-sulmanes como cristianos,que aún carecen de unavivienda propia, que noocupan el puesto que lescorresponde en la socie-dad y que no tienen la po-sibilidad de llevar una vi-da laboral normal. Esperoque mi visita al campo derefugiados de Dheishehsirva para recordar a lacomunidad internacionalla necesidad de una accióndecisiva para mejorar lasituación del pueblo pa-lestino. Me ha complaci-do particularmente la uná-nime aceptación por partede las Naciones Unidas dela Resolución sobre Belén2000, que compromete ala comunidad internacio-nal a contribuir al progre-so de esta área y a mejorarlas condiciones de paz yde reconciliación en unode los lugares más ama-dos y significativos de latierra.

La promesa de paz he-cha en Belén sólo se harárealidad para el mundocuando la dignidad y los de-rechos de todos los seres hu-manos creados a imagen deDios (cf. Gn 1, 26) sean re-conocidos y respetados.

Hoy y siempre el pue-blo palestino está presen-te en mis oraciones a Dios,en cuyas manos está eldestino del mundo. El Al-tísimo ilumine, sostenga yguíe a todo el pueblo pa-lestino por el camino de lapaz.

AQUÍ SIEMPREES NAVIDAD

Homilía en la plaza delPesebre de Belén (22 demarzo)

Un niño nos ha nacido,un hijo se nos ha dado.

Se llamará consejero maravi-lloso, Dios fuerte, príncipe dela paz (Is 9, 5).

Señor Presidente, gra-cias por su presencia y porla de las demás autorida-des civiles; Beatitud; her-manos cardenales, obisposy sacerdotes; amadísimoshermanos y hermanas:

Las palabras del profetaIsaías anuncian la venidadel Salvador al mundo. Yesa gran promesa se cum-plió aquí, en Belén. A lolargo de dos mil años, ge-neración tras generación,los cristianos han pronun-ciado el nombre de Beléncon profunda emoción ygozosa gratitud. Como lospastores y los Magos, he-mos venido también noso-

tros a encontrar al Niño en-vuelto en pañales y recostadoen un pesebre (Lc 2, 12). Co-mo muchos peregrinosque han venido antes quenosotros, nos arrodillamos,llenos de asombro, en ado-ración ante el misterio ine-fable que aquí se realizó.

En la primera Navidadde mi ministerio como Su-cesor del apóstol Pedro ex-presé públicamente migran deseo de celebrar elinicio de mi pontificado enBelén, en la gruta de la Na-tividad (cf. Homilía de la mi-sa de Nochebuena, 24 de di-ciembre de 1978, n. 3). En-tonces no fue posible, y noha sido posible hasta estemomento. Sin embargo,hoy no puedo por menosde alabar al Dios de todamisericordia, cuyos cami-nos son misteriosos y cu-yo amor es infinito; nopuedo por menos de ala-bar a Dios por habermetraído, en este año delGran Jubileo, al lugar enque nació el Salvador. Be-

La Santa Sedesiempre

ha reconocidoel derechodel pueblopalestinoa tener

una patriay a poder

vivir en pazy tranquilidad

La pequeña puerta de entrada a la basílica de la Natividad, en Belén

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lén es el centro de mi peregri-nación jubilar. Los senderosque he seguido me han tra-ído a este lugar y al miste-rio que proclama: la Nati-vidad.

Agradezco al patriarcaMichel Sabbah sus ama-bles palabras de bienveni-da, y abrazo cordialmentea todos los miembros de laAsamblea de los Ordina-rios católicos de Tierra San-ta. Es significativa la pre-sencia, en el lugar dondeel Hijo de Dios nació segúnla carne, de muchas comu-nidades católicas de ritooriental, que forman el ricomosaico de nuestra catoli-cidad. Con afecto en el Se-ñor saludo a los represen-tantes de las Iglesias orto-doxas y de todas las comunidades eclesialespresentes en Tierra Santa.

Expreso mi gratitud alos miembros de la Auto-ridad palestina que parti-cipan en nuestra celebra-ción y se unen a nosotrosen la oración por el bie-

nestar del pueblo palesti-no.

No temáis. Os anunciouna gran alegría, que lo serápara todo el pueblo: os ha na-cido hoy, en la ciudad de Da-vid, un salvador, que es elCristo Señor (Lc 2, 10-11).

La alegría que anuncióel ángel no es algo del pa-sado. Es una alegría actual,del hoy eterno de la salva-ción de Dios, que abarcatodos los tiempos: el pasa-do, el presente y el futuro.En el alba del nuevo mile-nio estamos llamados acomprender con mayorclaridad que el tiempo tie-ne un sentido porque aquíel Eterno entró en la His-toria y permanece con no-sotros para siempre. Laspalabras de Beda el Vene-rable expresan claramenteesta idea: También hoy, y ca-da día hasta el fin de los tiem-pos, el Señor será continua-mente concebido en Nazarety dado a luz en Belén (In Ev.S. Lucae, 2: PL 92, 330). Da-do que en Belén siempre es

Navidad, cada día es Na-vidad en el corazón de loscristianos. Cada día esta-mos llamados a proclamarel mensaje de Belén almundo, la buena nueva queproduce una gran alegría: elVerbo eterno, Dios de Dios,luz de luz, se hizo hombrey vino a habitar en mediode nosotros (cf. Jn 1, 14).

El niño recién nacido,indefenso y totalmente de-pendiente de los cuidadosde María y José, encomen-dado a su amor, es toda lariqueza del mundo. Él esnuestro todo.

En este niño, el Hijo quenos ha sido dado, encon-tramos descanso paranuestras almas y el verda-dero pan que nunca falta,el Pan eucarístico anuncia-do también por el nombremismo de esta ciudad:Beth-lehem, la casa del pan.Dios se esconde en este ni-ño; la divinidad se ocultaen el Pan de vida. Adoro tedevote, latens Deitas. Quaesub his figuris vere latitas.

NO TEMÁIS

El gran misterio de lakénosis divina, la obra denuestra redención que serealiza en la debilidad, noes una verdad fácil. El Sal-vador nació en la noche, enmedio de la oscuridad, delsilencio y de la pobreza dela cueva de Belén. El pue-blo que andaba a oscuras viouna gran luz. Sobre los quevivían en tierra de sombrasbrilló una luz, afirma el pro-feta Isaías (Is 9, 1-2). Estelugar ha conocido el yugoy la vara de la opresión.¡Con cuánta frecuencia seha escuchado en estas ca-lles el grito de los inocen-tes! También la gran igle-sia construida sobre el lu-gar donde nació el Salva-dor aparece como unafortaleza asaltada por lasluchas de los tiempos. Lacuna de Jesús está siemprea la sombra de la cruz. Elsilencio y la pobreza delnacimiento en Belén co-rresponden a la oscuridady al dolor de la muerte enel Calvario. La cuna y lacruz son el mismo miste-rio del amor redentor; elcuerpo que María recostóen el pesebre es el mismocuerpo ofrecido en la cruz.

Así pues, ¿dónde estáel dominio del consejero ma-ravilloso, Dios fuerte y prín-cipe de la paz, del que hablael profeta Isaías? ¿Cuál esel poder al que se refiereJesús mismo cuando afir-

ma: Me ha sido dado todo po-der en el cielo y en la tierra(Mt 28, 18)? El reino deCristo no es de este mundo(Jn 18, 36). Su reino no esel despliegue de fuerza, deriqueza y de conquista queparece forjar nuestra his-toria humana. Al contra-rio, se trata del poder devencer al Maligno, de lavictoria definitiva sobre elpecado y la muerte. Es elpoder de curar las heridasque deforman la imagendel Creador en sus criatu-ras. El poder de Cristo esun poder que transformanuestra débil naturaleza ynos hace capaces, median-te la gracia del EspírituSanto, de vivir en paz losunos con los otros y en co-munión con Dios. A todoslos que lo acogieron, a los quecreyeron en su nombre, les diopoder de hacerse hijos de Dios(Jn 1, 12). Éste es el mensa-je de Belén hoy y siempre.Éste es el don extraordina-rio que el Príncipe de lapaz trajo al mundo hacedos mil años.

Con esta paz saludoa todo el pueblo palestino,con clara conciencia de queéste es un tiempo muy im-portante en vuestra histo-ria. Pido a Dios que el Sí-nodo pastoral, recién con-cluido, en el que han par-ticipado todas las Iglesiascatólicas, os infunda va-lentía, y fortalezca entrevosotros los vínculos deunidad y de paz. Así seréistestigos cada vez más efi-caces de la fe, edificandola Iglesia y contribuyendoal bien común. Doy el besosanto a los cristianos de lasdemás Iglesias y comuni-dades eclesiales. Saludo ala comunidad musulmanade Belén y pido por unanueva era de comprensióny cooperación entre todoslos pueblos de Tierra San-ta.

Hoy recordamos unacontecimiento que suce-dió hace dos mil años, pe-ro espiritualmente inclui-mos todos los tiempos. Es-tamos reunidos en un lu-gar, pero abarcamos elmundo entero. Celebra-mos a un Niño recién na-cido, pero abrazamos a loshombres y mujeres de to-dos los lugares. Hoy, des-de la plaza del Pesebre,proclamamos con fuerza atodo tiempo y lugar, y a to-da persona: ¡La paz esté convosotros! ¡No temáis! Estaspalabras resuenan en todaslas páginas de la Escritura.Son palabras divinas, pro-

Sólo conuna paz justay duradera,no impuesta

sinogarantizada

mediantenegociaciones,

se podránsatisfacer

las legítimasaspiraciones

Anunciación a los pastores, detalle de Nacimiento. Nicolás Francés. Retablo procedente de La Bañeza

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nunciadas por Jesús mis-mo después de su resu-rrección de entre los muer-tos: ¡No temáis! (Mt 28, 10).Esas mismas palabras oslas dirige hoy a vosotros laIglesia. No temáis conser-var vuestra presencia yvuestra herencia cristianasen el lugar mismo en don-de nació el Salvador.

En la cueva de Belén,como dice san Pablo en lasegunda lectura que aca-bamos de escuchar, se ma-nifestó la gracia de Dios (Tt2, 11). En el Niño que hanacido, el mundo ha reci-bido la misericordia prome-tida a nuestros padres, aAbraham y a su descenden-cia por siempre (cf. Lc 1, 54-55). Deslumbrados por elmisterio del Verbo eternoque se hizo carne, abando-namos todo temor y, comolos ángeles, glorificamos aDios que da al mundo esosdones. Con el coro celestialcantamos un cántico nuevo(Sal 96, 1).

Gloria a Dios en las altu-ras y paz en la tierra a loshombres, que él ama (Lc 2,14).

¡Oh Niño de Belén, Hijode María e Hijo de Dios,Señor de todos los tiemposy Príncipe de la paz, el mis-mo ayer, hoy y siempre (Hb13, 8): mientras entramosen el nuevo milenio, curanuestras heridas, afianzanuestros pasos, abre nues-tro corazón y nuestra men-te a las entrañas misericor-diosas de nuestro Dios, quenos visitará como el astro quesurge de lo alto! (Lc 1, 78).Amén.

REFUGIADOS Y SOLIDARIDAD

INTERNACIONAL

Discurso en el campo derefugiados de Dheisheh(22 de marzo)

Señor Presidente; queri-do pueblo palestino:

Es importante que en miperegrinación al lugar don-de nació Jesucristo, en el bi-milenario de aquel aconte-cimiento extraordinario, sehaya incluido esta visita aDheisheh. Es muy signifi-cativo que aquí, cerca deBelén, me encuentre convosotros, refugiados y des-plazados, así como con repre-sentantes de las organizacio-nes y agencias que realizanuna auténtica misión de mi-sericordia. Durante todo mipontificado me he sentidocercano al pueblo palesti-no en sus sufrimientos.

Os saludo a cada uno devosotros; y espero y pido aDios que mi visita os pro-porcione un poco de con-suelo en vuestra difícil si-tuación. Dios quiera quecontribuya a atraer la aten-ción sobre vuestro sufri-miento continuo. Habéis si-do privados de muchas co-sas que representan necesi-dades fundamentales de lapersona humana: viviendaadecuada, asistencia sani-taria, educación y trabajo.Sobre todo tenéis el tristerecuerdo de lo que habéis

debido abandonar: no sólobienes materiales, sino tam-bién la libertad, la cercaníade vuestros parientes, vues-tro ambiente familiar y lastradiciones culturales quehan alimentado vuestra vi-da personal y familiar. Esverdad que se está hacien-do mucho aquí en Dheis-heh y en otros campos paraafrontar vuestras necesida-des, especialmente a travésdel organismo de las Na-ciones Unidas Relief andWorks Agency. Me complaceen particular la presenciaeficaz de la Misión pontifi-cia para Palestina y de otrasmuchas organizaciones ca-tólicas. Sin embargo, que-da aún mucho por hacer.

Las condiciones la-mentables en que a menu-do los refugiados se venobligados a vivir; el pro-longarse largo tiempo si-tuaciones que son difícil-mente tolerables incluso enemergencias o por un bre-ve período de tiempo; elhecho de que las personasdesplazadas se vean forza-das a permanecer duranteaños en los asentamientos:todo esto pone de relievela necesidad urgente de en-contrar una solución justa alas causas que están en la

raíz del problema. Sólo uncompromiso decidido porparte de los líderes deOriente Medio y de toda lacomunidad internacional,inspirado en una visiónelevada de la política comoservicio al bien común, po-drá eliminar las causas devuestra situación actual.Hago un llamamiento auna mayor solidaridad in-ternacional y a la voluntadpolítica de afrontar este de-safío. Pido a todos los queestán trabajando sincera-mente por la justicia y lapaz que no se desalienten.Invito a los líderes políti-cos a cumplir los acuerdosya alcanzados y a prose-guir el camino hacia la paz,

que anhelan todos loshombres y mujeres razo-nables, y hacia la justicia,que es uno de sus derechosinalienables.

Queridos jóvenes, se-guid esforzándoos, a tra-vés de la educación, porocupar el lugar que os co-rresponde en la sociedad,a pesar de las dificultadesy los obstáculos que debéisafrontar a causa de vues-tra situación de refugiados.La Iglesia católica se alegramucho de servir a la noblecausa de la educación através de la labor, suma-mente valiosa, de la Uni-versidad de Belén, funda-da después de la visita demi predecesor el Papa Pa-blo VI en el año 1964.

Queridos hermanos yhermanas; queridos refu-giados, no penséis que porvuestra situación actualsois menos importantes alos ojos de Dios. No olvi-déis nunca vuestra digni-dad de hijos suyos. Aquí,en Belén, el Hijo de Diosfue recostado en el pesebrede un establo. Los pastoresde los campos cercanosfueron los primeros en re-cibir el mensaje de paz y deesperanza para el mundo.El plan de Dios se cumplió enmedio de la humildad y la po-breza; probablemente lospastores de Belén fueronvuestros antepasados.

Queridos colaboradoresy voluntarios, creed en lamisión que realizáis. La so-lidaridad auténtica y con-creta con los necesitadosno es un favor que se con-cede: es una exigencia denuestra humanidad co-mún y un reconocimientode la dignidad de todo serhumano.

Oremos con confianzaal Señor, pidiéndole queinspire a los que ocupanun puesto de responsabili-dad, para que promuevanla justicia, la seguridad yla paz, sin dilación y de mo-do muy concreto. La Iglesia,a través de sus organiza-ciones sociales y caritati-vas, seguirá a vuestro la-do, para sostener vuestracausa ante el mundo.¡Dios os bendiga a todos!

LA EUCARISTÍA,BANQUETE

Y SACRIFICIO

En el Cenáculo de Jerusa-lén (23 de marzo)

Esto es mi Cuerpo. Reu-nidos en el Cenáculo,

hemos escuchado la narra-

No temáisconservar

la presenciay herenciacristianasen el lugar

donde nacióel Salvador

Mujer palestina de Nazaret

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ción evangélica de la Últi-ma Cena. Hemos escucha-do palabras que brotan de lomás profundo del misterio dela encarnación del Hijo deDios. Jesús toma pan, lobendice y lo parte, y luegolo da a sus discípulos, di-ciendo: Esto es mi Cuerpo.La Alianza de Dios con supueblo está a punto de cul-minar en el sacrificio de suHijo, el Verbo eterno hechocarne. Las antiguas profe-cías están a punto de cum-plirse: Sacrificio y oblaciónno quisiste; pero me has for-mado un cuerpo. (...) ¡He aquíque vengo (...) a hacer, ohDios, tu voluntad! (Hb 10,5-7). En la Encarnación, elHijo de Dios, que es unocon el Padre, se hizo hom-bre y recibió un cuerpo dela Virgen María. Y ahora,la víspera de su muerte, di-ce a sus discípulos: Esto esmi Cuerpo, que será entrega-do por vosotros.

Con profunda emociónescuchamos, una vez más,estas palabras, pronuncia-das aquí, en el Cenáculo,hace dos mil años. Desdeentonces, han sido repeti-das, de generación en ge-neración, por quienes par-ticipan del sacerdocio deCristo a través del sacra-mento del orden sagrado.De este modo, Cristo mis-mo repite continuamenteestas palabras, mediante lavoz de sus sacerdotes entodos los rincones delmundo.

Éste es el cáliz de miSangre, Sangre de la Alianzanueva y eterna, que será de-rramada por vosotros y portodos los hombres para el per-dón de los pecados. Haced es-to en conmemoración mía.

Obedeciendo al manda-miento de Cristo, la Iglesiarepite estas palabras todoslos días en la celebraciónde la Eucaristía. Estas pala-bras brotan de lo más profun-do del misterio de la Reden-ción. Durante la celebra-ción de la cena pascual enel Cenáculo, Jesús tomó elcáliz lleno de vino, lo ben-dijo y lo dio a sus discípu-los. Esto formaba parte delrito pascual en el AntiguoTestamento. Pero Cristo, elSacerdote de la Alianzanueva y eterna, usó esaspalabras para proclamar elmisterio salvífico de su pasióny muerte. Bajo las especiesdel pan y del vino institu-yó los signos sacramenta-les del sacrificio de suCuerpo y de su Sangre.

Por tu cruz y resurrecciónnos has salvado, Señor. Tú

eres el Salvador del mundo.En toda santa misa procla-mamos este misterio de la fe,que durante dos mileniosha alimentado y sostenidoa la Iglesia en su peregri-nación en medio de laspersecuciones del mundoy de los consuelos de Dios,anunciando la cruz y lamuerte del Señor hasta quevuelva (cf. Lumen gentium,8). En cierto sentido, Pedroy los Apóstoles, en la per-sona de sus sucesores, hanvuelto hoy al Cenáculo pa-ra profesar la fe perenne de

la Iglesia: Cristo murió, Cris-to resucitó, Cristo volverá denuevo.

De hecho, la primeralectura de la liturgia dehoy nos remonta a la vidade la primera comunidadcristiana. Los discípulosacudían asiduamente a la en-señanza de los apóstoles, a lacomunión, a la fracción delpan y a las oraciones (Hch 2,42).

Fractio panis. La Euca-ristía es un banquete de co-munión en la Alianza nue-va y eterna, y también elsacrificio que hace presente elpoder salvífico de la Cruz. Yya desde el inicio el miste-rio eucarístico siempre haestado unido a la enseñan-

za y a la comunión de losApóstoles, y a la procla-mación de la Palabra deDios, anunciada primeropor los profetas y ahora,una vez para siempre, porJesucristo (cf. Hb 1, 1-2).Dondequiera que se pro-nuncien las palabras Estoes mi Cuerpo y la invoca-ción del Espíritu Santo, laIglesia se fortalece en la fede los Apóstoles y en launidad cuyo origen y vín-culo es el Espíritu Santo.

San Pablo, el Apóstolde los gentiles, compren-

dió claramente que la Eu-caristía, como participa-ción nuestra en el Cuerpoy la Sangre de Cristo, estambién un misterio de co-munión espiritual en la Igle-sia. Aun siendo muchos, so-mos un solo cuerpo, pues to-dos participamos de un solopan (1 Co 10, 17). En la Eu-caristía, Cristo, el buenPastor, que dio la vida porsus ovejas, sigue presenteen su Iglesia. La Eucaristíaes la presencia sacramen-tal de Cristo en todos losque participan de un solopan y de un solo cáliz. Estapresencia es la mayor ri-queza de la Iglesia.

A través de la Eucaristía,Cristo construye la Iglesia.

Las manos que partieronel pan para los discípulosen la Última Cena se iban aextender en la cruz parareunir a todos en torno aÉl en el reino eterno de suPadre. Mediante la cele-bración de la Eucaristía,Cristo impulsa sin cesar ahombres y mujeres a sermiembros efectivos de suCuerpo.

Cristo murió, Cristo re-sucitó, Cristo volverá de nue-vo.

Éste es el misterio de la feque proclamamos en todacelebración de la Eucaris-tía. Jesucristo, el Sacerdo-te de la Alianza nueva yeterna, redimió el mundocon su sangre. Resucitadode entre los muertos, fue aprepararnos un lugar en laCasa de su Padre. En el Es-píritu que nos ha hecho hi-jos amados de Dios, en launidad del Cuerpo deCristo, aguardamos su vuel-ta con gozosa esperanza.

Este año del Gran Jubi-leo es una oportunidad es-pecial para que los sacer-dotes acrecienten su apre-cio por el misterio que ce-lebran en el altar. Por estarazón, deseo firmar la Car-ta a los sacerdotes para el Jue-ves Santo de este año aquí,en el Cenáculo, donde seinstituyó el único sacerdo-cio de Jesucristo, en el quetodos participamos.

Al celebrar esta Euca-ristía en el Cenáculo de Je-rusalén, nos unimos a laIglesia de todos los tiem-pos y de todos los lugares.Unidos a la Cabeza, esta-mos en comunión con Pe-dro, con los Apóstoles ysus sucesores, a lo largo delos siglos. En unión conMaría, con los santos, conlos mártires y con todos losbautizados que han vividoen la gracia del EspírituSanto, exclamamos: ¡Ma-rana tha!, ¡Ven, Señor Jesús!(cf. Ap 22, 17). Llévanos anosotros, y a todos tus elegi-dos, a la plenitud de gracia entu reino eterno. Amén.

ES MUCHOLO QUE PODEMOS

HACER JUNTOS

A los rabinos jefes de Is-rael (23 de marzo)

Reverendísimos rabinosjefes:

Con gran respeto os vi-sito aquí hoy y os doy lasgracias por haberme reci-bido en Hechal Shlomo. Es-te encuentro tiene un sig-nificado realmente único

La presenciasacramental

de Cristoen la Eucaristía

es la mayorriqueza

de la Iglesia

Última Cena. Juan de Juanes (siglo XVI). Museo de Bellas Artes San Pío V, de Valencia

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que –eso espero y pido aDios– llevará a incremen-tar los contactos entre cris-tianos y judíos, encamina-dos a lograr un entendi-miento cada vez más pro-fundo de la relaciónhistórica y teológica entrenuestras respectivas he-rencias religiosas.

Personalmente, siemprehe deseado ser contado en-tre los que trabajan, en am-bas partes, por superar losantiguos prejuicios y ga-rantizar un reconocimien-to cada vez más amplio ypleno del patrimonio espi-ritual que compartimos losjudíos y los cristianos. Re-pito lo que dije con ocasiónde mi visita a la comuni-dad judía de Roma: que loscristianos reconocemosque la herencia religiosa ju-día es inherente a nuestrafe: Sois nuestros hermanosmayores (cf. Encuentro conla comunidad judía de la ciu-dad de Roma, 13 de abril de1986, n. 4). Esperamos queel pueblo judío reconozcaque la Iglesia condena to-talmente el antisemitismoy cualquier forma de ra-cismo, porque está en con-tradicción absoluta con losprincipios del cristianismo.Debemos cooperar paraconstruir un futuro en elque ya no haya antijudaís-mo entre los cristianos nisentimientos anticristianosentre los judíos.

Es mucho lo que tene-mos en común. Y es mu-cho lo que podemos hacerjuntos por la paz, por lajusticia y por un mundomás fraterno y humano.Que el Señor del cielo y dela tierra nos lleve a una eranueva y fecunda de respe-to recíproco y de coopera-ción, para bien de todos.Muchas gracias.

LA PAZ ENORIENTE MEDIOSERÁ FRUTO DELENTENDIMIENTOY DEL RESPETO

Saludo al Presidente deIsrael, Ezer Weizman (23de marzo)

Señor Presidente; minis-tros del Gobierno;

miembros de la Kneset(Parlamento israelí); exce-lencias:

Le agradezco vivamen-te, señor Presidente, la aco-gida que me ha dispensa-do en Israel. Ambos trae-mos a este encuentro largas historias. Usted re-presenta la memoria judía,

que va más allá de la his-toria reciente de esta tierra,hasta el viaje único de supueblo a través de los si-glos y los milenios. Vengocomo una persona cuyamemoria cristiana se re-monta, a través de dos milaños, al nacimiento de Je-sús en esta misma tierra.

La historia, como decíanlos antiguos, es Magistra vi-tae, maestra de vida. Por eso,debemos esforzarnos porcurar las heridas del pasa-do, de forma que no sevuelvan a abrir. Debemospromover una nueva erade reconciliación y de pazentre los judíos y los cris-tianos. Mi visita constitu-ye una prenda de que laIglesia católica hará todolo posible para garantizarque esto no sea sólo unsueño, sino también unarealidad.

Sabemos que la paz ver-dadera en Oriente Mediosólo llegará como fruto delentendimiento recíproco ydel respeto entre todos lospueblos de la región: judíos,cristianos y musulmanes.Desde esta perspectiva, miperegrinación es un viajede esperanza: la esperan-za de que el siglo XXI llevea una nueva solidaridadentre los pueblos del mun-do, con la convicción deque el desarrollo, la justi-cia y la paz no se obten-drán si no se logran paratodos.

Construir un futuromás luminoso para la fa-

milia humana es algo quenos afecta a todos. Por esto,me alegra saludaros a vo-sotros, ministros del Go-bierno, miembros de laKneset y representantes di-plomáticos de muchos países, que debéis tomar yllevar a la práctica decisio-nes que influirán en la vidade los pueblos. Albergo laferviente esperanza de queun auténtico anhelo de pazimpulse todas vuestras de-cisiones. Orando por estaintención, invoco abun-dantes bendiciones divinassobre usted, señor Presi-dente, sobre su país y so-bre todos vosotros, que mehabéis honrado con vues-tra presencia. Muchas gra-cias.

UN FUTURO SINSENTIMIENTOSANTIJUDÍOS O

ANTICRISTIANOS

En el mausoleo de YadVashem, memorial delHolocausto (23 de marzo)

Las palabras del antiguoSalmo brotan de nues-

tro corazón:Me han desechado como a

un cacharro inútil. Oigo elcuchicheo de la gente, y todome da miedo; se conjuran con-tra mí y traman quitarme lavida. Pero yo confío en ti, Se-ñor, te digo: «¡Tú eres miDios!» (Sal 31, 13-15).

En este lugar de recuer-dos, la mente, el corazón yel alma sienten una gran

necesidad de silencio. Si-lencio para recordar. Silen-cio para tratar de dar sen-tido a los recuerdos quevuelven a la memoria co-mo un torrente. Silencioporque no hay palabras su-ficientemente fuertes paradeplorar la terrible trage-dia de la Shoah. Yo mismotengo muchos recuerdospersonales de todo lo quesucedió cuando los nazisocuparon Polonia durantela guerra. Recuerdo a misamigos y vecinos judíos,algunos de los cuales mu-rieron, mientras que otrossobrevivieron.

He venido al Yad Vas-hem para rendir homenajea los millones de judíosque, despojados de todo,especialmente de su digni-dad humana, fueron asesi-nados en el Holocausto.Ha pasado más de mediosiglo, pero los recuerdosperduran.

Aquí, como en Ausch-witz y en muchos otros lu-gares de Europa, nos so-brecoge el eco de los la-mentos desgarradores detantas personas. Hombres,mujeres y niños nos gritandesde el abismo del horrorque experimentaron. ¿Có-mo podemos dejar de oírsus gritos? Nadie puede ol-vidar o ignorar lo que su-cedió. Nadie puede dismi-nuir su alcance.

Deseamos recordar.Pero deseamos recordarcon una finalidad, a saber,para asegurar que no pre-

El plande Dios

se cumpleen medio dela humildad

y de la pobreza

Una mujer palestina, con su hijo, cruza ante un puesto israelí de control

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valezca nunca más el mal,como sucedió con millonesde víctimas inocentes delnazismo. ¿Cómo pudosentir el hombre un des-precio tan hondo por elhombre? Porque había lle-gado hasta el punto dedespreciar a Dios. Sólo unaideología sin Dios podíaplanear y llevar a cabo elexterminio de un puebloentero.

El honor que el Estadode Israel ha tributado a losgentiles justos en el Yad Vas-hem por haberse compor-tado heroicamente parasalvar a judíos, a veces has-ta el punto de dar su vida,es un reconocimiento deque ni siquiera en la horamás oscura se extinguieron

todas las luces. Por eso losSalmos, y toda la Biblia,aunque son conscientes dela capacidad humana dehacer el mal, también pro-claman que el mal no ten-drá la última palabra. Des-de el abismo del dolor y elsufrimiento, el corazón delcreyente grita: Yo confío enti, Señor, te digo: «¡Tú eresmi Dios!» (Sal 31, 14).

Judíos y cristianoscomparten un inmenso pa-trimonio espiritual, quederiva de la autorrevela-ción de Dios. Nuestras en-señanzas religiosas y nues-tra experiencia espiritualexigen que venzamos el malcon el bien. Recordamos,pero no con deseo de ven-ganza o como un incenti-

vo al odio. Para nosotros,recordar significa orar porla paz y la justicia, y com-prometernos por su causa.Sólo un mundo en paz, conjusticia para todos, puedeevitar que se repitan loserrores y los terribles crí-menes del pasado.

Como Obispo de Romay Sucesor del apóstol Pe-dro, aseguro al pueblo ju-dío que la Iglesia católica,motivada por la ley evan-gélica de la verdad y elamor, y no por considera-ciones políticas, se sienteprofundamente afligidapor el odio, los actos depersecución y las manifes-taciones de antisemitismodirigidos contra los judíospor cristianos en todos los

tiempos y lugares. La Igle-sia rechaza cualquier for-ma de racismo como unanegación de la imagen delCreador inherente a todoser humano (cf. Gn 1, 26).

En este lugar de so-lemne recuerdo, oro fer-vientemente para quenuestro dolor por la trage-dia que ha sufrido el pue-blo judío en el siglo XX im-pulse a nuevas relacionesentre cristianos y judíos.Construyamos un futuronuevo en el que ya no exis-tan sentimientos antijudí-os entre los cristianos osentimientos anticristianosentre los judíos, sino másbien el respeto mutuo exi-gido a quienes adoran alúnico Creador y Señor, yconsideran a Abraham supadre común en la fe (cf.Nosotros recordamos: una re-flexión sobre la «Shoah», V).

El mundo debe tener encuenta la advertencia quenos llega de las víctimasdel Holocausto y del testi-monio de los supervivien-tes. Aquí, en el Yad Vas-hem, la memoria sigue vi-va y arde en nuestras al-mas. Nos hace clamar:Oigo el cuchicheo de la gen-te, y todo me da miedo (...) Pe-ro yo confío en ti, Señor, te di-go: «¡Tú eres mi Dios!» (Sal31, 13-15).

LA RELIGIÓNY LA PAZ

VAN JUNTAS

Encuentro interreligiosoen el Instituto pontificioNotre Dame (23 de marzo)

Distinguidos represen-tantes judíos, cristia-

nos y musulmanes:En este año que cele-

bramos el bimilenario delnacimiento de Jesucristo,me alegra mucho podercumplir mi deseo, que al-bergaba desde hace mu-cho tiempo, de hacer unviaje por los lugares de lahistoria de la salvación.Me siento profundamenteemocionado al seguir lospasos de los innumerablesperegrinos que, antes queyo, han orado en los San-tos Lugares vinculados alas intervenciones de Dios.Soy muy consciente deque esta tierra es santa parajudíos, cristianos y musul-manes. Por eso, mi visitasería incompleta sin esteencuentro con vosotros,distinguidos líderes reli-giosos. Gracias por el apo-yo que vuestra presenciaaquí, esta tarde, da a la es-

Siemprehe deseadoser contado

entre losque trabajanpor superarprejuicios

No hay palabrassuficientemente

fuertespara deplorar

la tragediadel Holocausto.El hombre pudodespreciar tanto

al hombreporque

había llegadoa despreciar

a Dios

En el mausoleo de Yad Vashen, Memorial del Holocausto

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Juan Pablo II en Tierra Santa14 ΑΩ

peranza y a la convicciónde tantas personas de en-trar realmente en una nue-va era de diálogo interre-ligioso. Somos conscientesde que estrechar las rela-ciones entre todos los cre-yentes es una condiciónnecesaria y urgente paraasegurar un mundo másjusto y pacífico.

Para todos nosotros Je-rusalén, como indica su nom-bre, es la «ciudad de la paz».Quizá ningún otro lugaren el mundo transmite elsentido de trascendencia yelección divina que perci-bimos en sus piedras, ensus monumentos y en eltestimonio de las tres reli-giones que conviven den-tro de sus murallas. No to-do ha sido o será fácil enesta coexistencia. Pero de-bemos encontrar en nues-tras respectivas tradicionesreligiosas la sabiduría y lamotivación superior paragarantizar el triunfo de lacomprensión mutua y delrespeto cordial.

Todos estamos deacuerdo en que la religióndebe centrarse auténtica-mente en Dios, y que nues-tro primer deber religiosoes la adoración, la alabanzay la acción de gracias. Lasura inicial del Corán loafirma claramente: Alabad aDios, el Señor del universo(Corán 1, 1). En los cantosinspirados de la Biblia es-cuchamos esta llamadauniversal: ¡Todo ser quealienta alabe al Señor! ¡Ale-luya! (Sal 150, 6). Y en elevangelio leemos quecuando nació Jesús los án-geles cantaron: Gloria aDios en las alturas (Lc 2, 14).Ahora que muchos sientenla tentación de vivir su vi-da sin ninguna referenciaa Dios, la llamada a reconoceral Creador del universo y Se-ñor de la Historia es esencialpara asegurar el bienestar delas personas y el correcto de-sarrollo de la sociedad.

Si nuestra devoción aDios es auténtica, exige ne-cesariamente que preste-mos atención a los demásseres humanos. Comomiembros de la única fa-milia humana e hijos ama-dos de Dios, tenemos de-beres recíprocos que, comocreyentes, no podemos ig-norar. Uno de los primerosdiscípulos de Jesús escri-bió: Si alguno dice: «Amo aDios», y aborrece a su her-mano, es un mentiroso; puesquien no ama a su hermano, aquien ve, no puede amar aDios a quien no ve (1 Jn 4,

20). El amor a nuestros her-manos y hermanas entra-ña una actitud de respetoy compasión, gestos de so-lidaridad y cooperación alservicio del bien común.Así pues, la preocupación porla justicia y la paz no es algoque quede fuera del campo dela religión; al contrario, es re-almente uno de sus elemen-tos esenciales.

Desde el punto de vistacristiano, no correspondea los líderes religiosos pro-poner fórmulas técnicaspara la solución de los pro-blemas sociales, económi-cos y políticos. Su tareaconsiste sobre todo en en-señar las verdades de la fey la recta conducta, y enayudar a las personas, in-cluidas las que tienen res-ponsabilidades en la vidapública, a ser conscientesde sus deberes y a cum-plirlos. Como líderes reli-giosos, ayudamos a laspersonas a vivir una vidaíntegra, y a armonizar ladimensión vertical de surelación con Dios con la di-mensión horizontal delservicio al prójimo.

DIÁLOGO INTERRELIGIOSOSINCERO Y FECUNDO

Cada una de nuestrasreligiones conoce, de unaforma u otra, esta regla deoro: Compórtate con los de-más como quisieras que losdemás se comporten contigo.Por más valiosa que sea es-

ta regla de conducta, elverdadero amor al prójimova más allá. Se basa en laconvicción de que cuandoamamos a nuestro prójimomostramos amor a Dios, ycuando lo ofendemos, ofende-mos a Dios. Esto significaque la religión no admitela exclusión y la discrimi-nación, el odio y la rivali-dad, la violencia y el con-flicto. La religión no es, yno debe llegar a ser, unpretexto para la violencia,especialmente cuando laidentidad religiosa coinci-de con la identidad cultu-ral y étnica. ¡La religión y lapaz van juntas! La creenciay la práctica religiosa nopueden separarse de la de-fensa de la imagen de Diosen todo ser humano.

Aprovechando las ri-quezas de nuestras respec-tivas tradiciones religiosas,debemos difundir la con-vicción de que los proble-mas actuales no se resol-verán si no nos conocemoslos unos a los otros y per-manecemos aislados. To-dos somos conscientes delas incomprensiones y losconflictos del pasado, y sa-bemos que aún influyenmucho en las relacionesentre judíos, cristianos ymusulmanes. Debemos ha-cer todo lo posible para trans-formar la conciencia de lasofensas y de los pecados delpasado en una firme decisiónde construir un futuro nue-vo, en el que sólo exista la co-

operación respetuosa y fe-cunda entre nosotros.

La Iglesia católica deseamantener un diálogo inte-rreligioso sincero y fecun-do con las personas de fejudía y con los seguidoresdel Islam. Ese diálogo noes un intento de imponera los demás nuestros pun-tos de vista. Lo que nosexige a todos es que, per-maneciendo fieles a lo quecreemos, nos escuchemosrespetuosamente unos aotros, procuremos discer-nir todo lo que hay de bue-no y santo en las enseñan-zas de cada uno, y contri-buyamos a apoyar todo loque favorece el entendi-miento mutuo y la paz.

Los niños y los jóvenesjudíos, cristianos y musul-manes presentes aquí sonun signo de esperanza yun incentivo para nosotros.Cada nueva generación esun don divino al mundo.Si les transmitimos todo loque hay de noble y buenoen nuestras tradiciones, loharán florecer en una fra-ternidad y una coopera-ción más intensas.

Si las diferentes comu-nidades religiosas en laciudad santa y en TierraSanta logran vivir y traba-jar juntas con amistad y ar-monía, no sólo se benefi-ciarán enormemente a símismas, sino que tambiéncontribuirán a la causa dela paz en esta región. Jeru-salén será verdaderamente

Regla básicade conducta:Compórtate

con los demáscomo quisieras

que ellos secomportaran

contigo

Mercado ante la Puerta de Damasco, en Jerusalén

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una ciudad de paz para todoslos pueblos. Entonces, todosrepetiremos las palabrasdel profeta: Venid, subamosal monte del Señor. Él nosinstruirá en sus caminos ymarcharemos por sus sendas(Is 2, 3).

Volver a comprometer-nos en esta tarea, y reali-zarla en la ciudad santa deJerusalén, significa pedir aDios que mire con bondadnuestros esfuerzos y loslleve a buen fin. Que el To-dopoderoso bendiga abun-dantemente nuestros es-fuerzos comunes.

LA LEYY EL SERMÓN

DE LA MONTAÑA

Homilía en el monte delas Bienaventuranzas (24de marzo)

Mirad, hermanos, vues-tra vocación!" (1 Co 1,

26).Hoy estas palabras de

san Pablo se dirigen a to-dos los que hemos venidoaquí, al monte de las Bie-naventuranzas. Estamossentados en esta colina co-mo los primeros discípu-los, y escuchamos a Jesús.En silencio escuchamos suvoz amable y apremiante,tan amable como esta tie-rra y tan apremiante comouna invitación a elegir en-tre la vida y la muerte.

¡Cuántas generacionesantes que nosotros se hansentido conmovidas pro-fundamente por el sermónde la Montaña! ¡Cuántosjóvenes a lo largo de los si-glos se han reunido en tor-no a Jesús para aprenderlas palabras de vida eter-na, como vosotros estáisreunidos hoy aquí! ¡Cuán-tos jóvenes corazones sehan sentido impulsadospor la fuerza de su perso-nalidad y la verdad apre-miante de su mensaje! ¡Esmaravilloso que estéisaquí!

Gracias, arzobispo Bu-tros Mouallem, por suamable acogida. Le ruegoque transmita mis saludoscordiales a toda la comu-nidad greco-melquita queusted preside. Extiendo misaludo fraterno a los nu-merosos cardenales, al pa-triarca Sabbah, así como alos obispos y sacerdotespresentes aquí. Saludo alos miembros de las comu-nidades latina, incluidoslos fieles de lengua hebrea,maronita, siria, armenia,caldea y a todos nuestros

hermanos y hermanas delas demás Iglesias cristia-nas y comunidades ecle-siales. En particular, doylas gracias a nuestros ami-gos musulmanes, a losmiembros de fe judía, asícomo a la comunidad dru-sa. Este gran encuentro escomo un ensayo generalde la Jornada Mundial de laJuventud que se celebraráen Roma, en el mes deagosto. El joven que ha ha-blado ha prometido quetendréis otra montaña, elmonte Sinaí.

Hace precisamente unmes, tuve la gracia de irallí, donde Dios habló aMoisés y le entregó la Ley,escrita por el dedo de Dios (Ex31, 18) en tablas de piedra.Estos dos montes, el Sinaíy el de las Bienaventuran-zas, nos ofrecen el mapa denuestra vida cristiana yuna síntesis de nuestrasresponsabilidades anteDios y ante nuestro próji-mo. La Ley y las bienaventu-ranzas señalan juntas lasenda del seguimiento deCristo y el camino real ha-cia la madurez y la liber-tad espiritual.

Los diez mandamientosdel Sinaí pueden parecernegativos: No habrá para tiotros dioses delante de mí. (...)No matarás. No cometerásadulterio. No robarás. No da-rás testimonio falso... (Ex20, 3. 13-16). Pero, de he-cho, son sumamente posi-tivos. Yendo más allá delmal que mencionan, seña-lan el camino hacia la ley

del amor, que es el primeroy el mayor de los manda-mientos: Amarás al Señor,tu Dios, con todo tu corazón,con toda tu alma y con todatu mente. (...) Amarás a tuprójimo como a ti mismo (Mt22, 37. 39). Jesús mismo di-ce que no vino a abolir laLey, sino a cumplirla (cf.Mt 5, 17). Su mensaje esnuevo, pero no cancela loque había antes, sino quedesarrolla al máximo suspotencialidades. Jesús en-seña que el camino del amorhace que la Ley alcance su ple-nitud (cf. Ga 5, 14). Y ense-ñó esta verdad tan impor-tante aquí, en este montede Galilea.

Bienaventurados –dice–los pobres de espíritu, losmansos, los misericordiosos,los que lloráis, los que tenéishambre y sed de justicia, loslimpios de corazón, los quetrabajáis por la paz y los per-seguidos. ¡Bienaventurados!Pero las palabras de Jesúspueden resultar extrañas.Es raro que Jesús exalte aquienes el mundo por logeneral considera débiles.Les dice: Bienaventuradoslos que parecéis perdedores,porque sois los verdaderosvencedores: es vuestro el reinode los cielos. Estas palabras,pronunciadas por Él, quees manso y humilde de cora-zón (Mt 11, 29), plantean undesafío que exige una pro-funda y constante metánoiadel espíritu, un gran cam-bio del corazón.

Vosotros, los jóvenes,comprendéis por qué es

necesario este cambio delcorazón. En efecto, cono-céis otra voz dentro de vo-sotros y en torno a voso-tros, una voz contradicto-ria. Es una voz que os di-ce: Bienaventurados losorgullosos y los violentos, losque prosperan a toda costa,los que no tienen escrúpulos,los crueles, los inmorales, losque hacen la guerra en lugarde la paz y persiguen a quie-nes constituyen un estorbo ensu camino. Y esta voz pare-ce tener sentido en unmundo donde a menudolos violentos triunfan y losinmorales tienen éxito. Sí,dice la voz del mal, ellosson los que vencen. ¡Dicho-sos ellos!

Jesús presenta un men-saje muy diferente. No lejosde aquí, Jesús llamó a susprimeros discípulos, comoos llama ahora a vosotros.Su llamada ha exigidosiempre una elección entrelas dos voces que compitenpor conquistar vuestro cora-zón, incluso ahora, en estemonte: la elección entre elbien y el mal, entre la viday la muerte. ¿Qué voz ele-girán seguir los jóvenes delsiglo XXI? Confiar en Jesússignifica elegir creer en lo queos dice, aunque pueda pa-recer raro, y rechazar lasseducciones del mal, aun-que resulten deseables oatractivas.

Además, Jesús no sóloproclama las bienaventu-ranzas; también las vive.Él encarna las bienaventu-ranzas. Al contemplarlo,

Recordamospara asegurar

que noprevalezcanunca más

el mal.Recordamos

sin deseode venganza

y sin odio

Llegada del Papa Juan Pablo II al monte de las Bienaventuranzas, donde le esperaban cien mil jóvenes

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veréis lo que significa serpobres de espíritu, sermansos y misericordiosos,llorar, tener hambre y sedde justicia, ser limpios decorazón, trabajar por la pazy ser perseguidos. Por esotiene derecho a afirmar:¡Venid, seguidme! No dicesimplemente: Haced lo queos digo. Dice: ¡Venid, se-guidme!

Escucháis su voz en es-te monte, y creéis en lo queos dice. Pero, como los pri-meros discípulos en el marde Galilea, debéis dejarvuestras barcas y vuestrasredes, y esto nunca es fá-cil, especialmente cuandoafrontáis un futuro inciertoy sentís la tentación de per-der la fe en vuestra heren-cia cristiana. Ser buenoscristianos puede parecerosalgo superior a vuestrasfuerzas en el mundo ac-tual. Pero Jesús no está debrazos cruzados; no os de-ja solos al afrontar este de-safío. Está siempre con vo-sotros para transformarvuestra debilidad en fuer-za. Confiad en él cuandoos dice: Mi gracia te basta,pues mi fuerza se muestraperfecta en la flaqueza (2 Co12, 9).

AHORA OS TOCAA VOSOTROS

Los discípulos pasa-ron algún tiempo con el Se-ñor. Llegaron a conocerloy amarlo profundamente.Descubrieron el significa-do de lo que el apóstol sanPedro dijo una vez a Jesús:Señor, ¿a quién vamos a ir?Tú tienes palabras de vidaeterna (Jn 6, 68). Descu-brieron que las palabras devida eterna son las palabrasdel Sinaí y las palabras de lasbienaventuranzas. Éste es elmensaje que difundieronpor todo el mundo.

En el momento de suAscensión, Jesús enco-mendó a sus discípulosuna misión y les dio unagarantía: Me ha sido dado to-do poder en el cielo y en la tie-rra. Id, pues, y haced discí-pulos a todas las gentes. (...) Yhe aquí que yo estoy con vo-sotros todos los días hasta elfin del mundo (Mt 28, 18-20).Desde hace dos mil añoslos seguidores de Cristohan cumplido esta misión.Ahora, en el alba del tercermilenio, os toca a vosotros.Toca a vosotros ir al mun-do a predicar el mensaje delos diez mandamientos y delas bienaventuranzas. Cuan-do Dios habla, habla de co-

sas que son muy impor-tantes para cada persona,para todas las personas delsiglo XXI, del mismo mo-do que lo fueron para lasdel siglo I. Los diez man-damientos y las bienaven-turanzas hablan de verdady bondad, de gracia y li-bertad: de todo lo que esnecesario para entrar en elreino de Cristo. ¡Ahora oscorresponde a vosotros serapóstoles valientes de este Rei-no!

Jóvenes de Tierra Santa,jóvenes del mundo, res-ponded al Señor con un co-razón dispuesto y abierto.Dispuesto y abierto, comoel corazón de la más gran-de de las hijas de Galilea,María, la madre de Jesús.¿Cómo respondió ella? Di-jo: He aquí la esclava del Se-ñor; hágase en mí según tupalabra (Lc 1, 38).

Oh, Señor Jesucristo, eneste lugar que conociste yamaste tanto, escucha a es-tos corazones jóvenes y ge-nerosos. Sigue enseñandoa estos jóvenes la verdad

de los mandamientos y delas bienaventuranzas. Hazque sean testigos gozososde tu verdad y apóstolesconvencidos de tu Reino.Permanece siempre juntoa ellos, especialmentecuando seguirte a Ti y tuEvangelio sea difícil y exi-gente. Tú serás su fuerza,Tú serás su victoria.

Oh, Señor Jesús, Tú hashecho de estos jóvenes tusamigos: mantenlos siemprejunto a Ti. Amén.

¡VEN Y SÍGUEME!

A los jóvenes en el mon-te de las Bienaventuran-zas (24 de marzo)

Al final de esta gozosacelebración eucarísti-

ca (palabras en italiano),quiero daros las gracias atodos vosotros, queridosjóvenes, que habéis veni-do en gran número de lu-gares cercanos y lejanos,como discípulos de Jesús,para escuchar su palabra.Al partir de este monte de

las Bienaventuranzas, ca-da uno de vosotros debeser mensajero del Evange-lio de las bienaventuran-zas.

Saludo, en particular, alos jóvenes neocatecume-nales, que están aquí engran número procedentesde todas partes del mun-do. A todos os digo: Cris-to os acompañe por los ca-minos del mundo. Tam-bién os acompañe María,que, como recordaré ma-ñana en Nazaret, con su sícooperó al gran misteriode la Encarnación, cuyo bi-milenario estamos cele-brando durante este AñoJubilar. ¡Dios os bendiga!

(En francés) Saludo cor-dialmente a los jóvenes delengua francesa presentesen este magnífico encuen-tro durante el cual, en estemonte, hemos podido es-cuchar otra vez la buenanueva de las bienaventu-ranzas. Os espero en Romapara la Jornada Mundialde la Juventud.

(En alemán) Dirijo un sa-ludo cordial a los jóvenesy a los peregrinos de len-gua alemana. El monte delas Bienaventuranzas nosrecuerda la exigencia denuestra vida cristiana: elprograma del sermón de laMontaña. Que vuestro tes-timonio personal sea unejemplo vivo de lo que Je-sús predicó en este lugar.

(En español) Saludo congran alegría a todos los jó-venes presentes de lenguaespañola. Aquí, en Galilea,Jesús mismo nos ha ense-ñado el camino de las bie-naventuranzas. Que lafuerza y la belleza de estaenseñanza llene vuestrasvidas. Jesús os llama a to-dos vosotros a ser pescado-res de hombres. Él os dice acada uno de vosotros: ¡Veny sígueme! No tengáis mie-do a responder a esta lla-mada, porque Él es vues-tra fuerza. En agosto os es-pero en Roma, para la Jornada Mundial de la Ju-ventud.

(En inglés) A los jóvenesprocedentes de los lugaresdel mundo de lengua in-glesa, y a todos vosotros,os digo: sed dignos segui-dores de Cristo. Según elespíritu de las bienaventu-ranzas, sed la luz del mun-do. Doy las gracias a cuan-tos han participado en lapreparación de esta estu-penda misa. ¡Dios os ben-diga a todos!

(En polaco) Queridos jó-venes provenientes de Po-

Estrecharlas relacionesentre todos

los creyenteses condición

necesariay urgente

para asegurarun mundomás justoy pacífico

Un momento del encuentro del Papa con los jóvenes en el monte de las Bienaventuranzas

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lonia, vuestra presenciaaquí me alegra mucho. Esun signo de esperanza pa-ra nuestra patria. Así, mu-chos de vosotros estáis sen-tados hoy a los pies de Je-sús, que es la esperanza dela familia humana. De suslabios habéis escuchado loque significa ser realmentebienaventurados; lo quesignifica cumplir los man-damientos y vivir según elespíritu de las bienaventu-ranzas. No tengáis miedoa decir sí a Jesús y a se-guirlo como sus discípu-los. Entonces vuestro cora-zón se llenará de alegría yos transformaréis en unabienaventuranza para Po-lonia y para el mundo. Esoes lo que os deseo de todocorazón.

(En hebreo) A los jóvenesde lengua hebrea os digo:sed constructores de paz.¡Dios esté con vosotros!

(En árabe) A los jóvenesde lengua árabe os digo:sed constructores de paz.¡Dios esté con vosotros!

Al final, el Santo Padrehizo el siguiente llama-miento en favor de la pazen Etiopía: En estos díaspienso con esperanza enlas iniciativas de la Orga-nización para la UnidadAfricana encaminadas arestablecer la paz entreEtiopía y Eritrea. Estos es-fuerzos han llevado a unafase muy delicada. Se tratade encontrar el camino queconduce a las condicionesnecesarias para el bienes-tar y el progreso de lospueblos de la región ente-ra, ya muy afectados porel hambre. Pidamos a Diosque en esta parte del mun-do se encuentre una solu-ción justa.

CONSAGRO LASFAMILIAS A LA

MADRE DE DIOS

Homilía en la basílica dela Anunciación, Nazaret(25 de marzo)

He aquí la esclava del Se-ñor; hágase en mí según

tu palabra (Ángelus).Beatitud; hermanos en

el episcopado; padre cus-todio; queridos hermanosy hermanas:

25 de marzo del año2000, solemnidad de laAnunciación en el año delGran Jubileo: hoy los ojosde toda la Iglesia se diri-gen a Nazaret. He desea-do volver a la ciudad de Je-sús para sentir una vezmás, en contacto con este

lugar, la presencia de lamujer de quien san Agus-tín escribió: Él eligió a la ma-dre que había creado; creó a lamadre que había elegido (Ser-mo 69, 3, 4). Aquí es muyfácil comprender por quétodas las generaciones lla-man a María bienaventu-rada (cf. Lc 1, 48).

Saludo con afecto a SuBeatitud el patriarca Mi-chel Sabbah, y le agradez-co sus amables palabras depresentación. Junto con elarzobispo Butros Moua-llem y todos vosotros, obis-pos, sacerdotes, religiosos,religiosas y laicos, me ale-gro por la gracia de esta so-lemne celebración. Mecomplace tener la oportu-nidad de saludar al minis-tro general franciscano, pa-dre Giacomo Bini, que meha dado la bienvenida a millegada, y expresar al cus-todio, padre Giovanni Bat-tistelli, así como a los frai-les de la Custodia la admi-ración de toda la Iglesiapor la devoción con que realizáis vuestra vocaciónúnica. Con gratitud rindohomenaje a vuestra fideli-dad a la tarea que os confiósan Francisco mismo y quehan confirmado los Papasa lo largo de los siglos.

Nos hallamos reuni-dos para celebrar el granmisterio realizado aquí ha-ce dos mil años. El evan-gelista san Lucas sitúa cla-ramente el acontecimientoen el tiempo y en el espa-cio: A los seis meses, el ángel

Gabriel fue enviado por Diosa una ciudad de Galilea lla-mada Nazaret, a una virgendesposada con un hombre lla-mado José; (...) la virgen sellamaba María (Lc 1, 26-27).Pero para comprender loque sucedió en Nazaret ha-ce dos mil años, debemosvolver a la lectura tomada

de la carta a los Hebreos.Este texto nos permite es-cuchar una conversaciónentre el Padre y el Hijo so-bre el designio de Dios desdetoda la eternidad: Tú no hasquerido sacrificios ni ofren-das, pero me has preparadoun cuerpo. No has aceptadoholocaustos ni víctimas ex-

Ser buenoscristianos

puede parecersuperior

a nuestrasfuerzas en el

mundo actual,pero Jesúsno nos deja

solosal afrontar

este desafío

Juan Pablo II ora en el lugar donde Jesús dio el Primado al apóstol Pedro, junto al lago de Galilea

En la capilla de la Anunciación, en Nazaret

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piatorias. Entonces yo dije:(...) «Aquí estoy, oh Dios, pa-ra hacer tu voluntad» (Hb10, 5-7). La carta a los He-breos nos dice que, obede-ciendo a la voluntad delPadre, el Verbo eterno vie-ne a nosotros para ofrecerel sacrificio que supera to-dos los sacrificios ofrecidosen la antigua Alianza. Susacrificio eterno y perfec-to redime el mundo.

El plan divino se revelógradualmente en el Anti-guo Testamento, de mane-ra especial en las palabrasdel profeta Isaías, que aca-bamos de escuchar: El Se-ñor, por su cuenta, os daráuna señal. Mirad: la virgenestá encinta y dará a luz unhijo, y le pondrá por nombreEmmanuel (Is 7, 14). Emma-nuel significa Dios-con-no-sotros. Con estas palabrasse anuncia el aconteci-miento único que iba a te-ner lugar en Nazaret en laplenitud de los tiempos, yes el acontecimiento queestamos celebrando aquícon alegría y felicidad in-tensas.

Nuestra peregrina-ción jubilar ha sido un via-je espiritual, que empezósiguiendo los pasos de Abra-ham, nuestro padre en la fe(Canon romano; cf. Rm 4,11-12). Este viaje nos hatraído hoy a Nazaret, don-de nos encontramos conMaría, la hija más auténti-ca de Abraham. María,más que cualquier otrapersona, puede enseñar-nos lo que significa vivir la

fe de nuestro padre. En mu-chos aspectos, María es cla-ramente diferente de Abra-ham; sin embargo, de unmodo más profundo, elamigo de Dios (cf. Is 41, 8) yla joven de Nazaret sonmuy parecidos.

Dios hace a ambos unamaravillosa promesa. Abra-ham se convertiría en pa-dre de un hijo, de quiennacería una gran nación.María se convertiría enmadre de un Hijo que se-ría el Mesías, el Ungido.Gabriel le dice: Concebirásen tu vientre y darás a luz unhijo. (...) El Señor Dios le da-rá el trono de David, su pa-dre, (...) y su reino no tendráfin (Lc 1, 31-33).

Tanto para Abraham co-mo para María la promesadivina es algo completamen-te inesperado. Dios altera elcurso diario de su vida,modificando los ritmos es-tablecidos y las expectati-vas comunes. Tanto aAbraham como a María lapromesa les parece impo-sible. La mujer de Abra-ham, Sara, era estéril, yMaría no estaba aún casa-da: ¿Cómo será eso –pre-gunta–, pues no conozco va-rón? (Lc 1, 34).

Como a Abraham,también a María se le pideque diga sí a algo que nuncaantes había sucedido. Sara esla primera de las mujeresestériles de la Biblia queconcibe por el poder deDios, del mismo modo queIsabel será la última. Ga-briel habla de Isabel para

tranquilizar a María: Ahítienes a tu parienta Isabel,que, a pesar de su vejez, haconcebido un hijo (Lc 1, 36).

Como Abraham, tam-bién María debe caminaren la oscuridad, confiandoplenamente en Aquel quela ha llamado. Sin embar-go, incluso su pregunta:¿Cómo será eso?, sugiereque María está dispuesta adecir sí, a pesar de su te-mor y de su incertidumbre.María no pregunta si lapromesa es posible, sinoúnicamente cómo se cum-plirá. Por eso, no nos sor-prende que finalmentepronuncie su sí: He aquí laesclava del Señor; hágase enmí según tu palabra (Lc 1,38). Con estas palabras,María se presenta comoverdadera hija de Abra-ham, y se convierte en Ma-dre de Cristo y en Madrede todos los creyentes.

Para penetrar más afondo en este misterio, vol-vamos al momento del via-je de Abraham, cuando re-cibió la promesa. Sucedióen el momento en que aco-gió en su casa a tres miste-riosos huéspedes (cf. Gn18, 1-15), y les rindió laadoración debida a Dios:tres vidit et unum adoravit.Aquel misterioso encuen-tro prefigura la Anuncia-ción, cuando María es fuer-temente impulsada a la co-munión con el Padre, el Hi-jo y el Espíritu Santo.Mediante el sí que Maríapronunció en Nazaret, laEncarnación se convirtió

en el maravilloso cumpli-miento del encuentro deAbraham con Dios. Así, si-guiendo los pasos de Abra-ham, hemos llegado a Na-zaret para alabar a la mujerpor quien la luz ha brilladoen el mundo (himno Ave Re-gina caelorum).

Pero hemos venidotambién a implorarle. ¿Quépedimos nosotros, pere-grinos en nuestro itinera-rio hacia el tercer mileniocristiano, a la Madre deDios? Aquí, en la ciudadque Pablo VI, cuando visi-tó Nazaret, definió la es-cuela del Evangelio, dondese aprende a observar, a escu-char, a meditar, a penetrar enel sentido, tan profundo ymisterioso, de aquella simpli-císima, humildísima y bellí-sima manifestación del Hijode Dios (Homilía en Nazaret,5 de enero de 1964), pido,ante todo, una gran renova-ción de la fe de todos los hijosde la Iglesia. Una profundarenovación de la fe: no só-lo una actitud general devida, sino también unaprofesión consciente y va-liente del Credo: Et incar-natus est de Spiritu Sanctoex Maria Virgine, et homofactus est.

ESCUELA DE EVANGELIO

En Nazaret, donde Je-sús crecía en sabiduría, en es-tatura y en gracia ante Dios yante los hombres (Lc 2, 52),pido a la Sagrada Familiaque impulse a todos loscristianos a defender la fa-milia contra las numerosasamenazas que se ciernen ac-tualmente sobre su naturale-za, su estabilidad y su misión.A la Sagrada Familia enco-miendo los esfuerzos delos cristianos y de todos loshombres de buena volun-tad para defender la vida ypromover el respeto a la dig-nidad de todo ser humano.

A María, la Theotókos, lagran Madre de Dios, con-sagro las familias de TierraSanta, las familias delmundo.

En Nazaret, donde Je-sús comenzó su ministe-rio público, pido a Maríaque ayude a la Iglesia pordoquier a predicar la bue-na nueva a los pobres, co-mo Él hizo (cf. Lc 4, 18).En este Año de Gracia delSeñor, le pido que nos en-señe el camino de la obe-diencia humilde y gozosa alEvangelio para servir a nues-tros hermanos y hermanas,sin preferencias ni prejui-cios.

En Nazaretpido a laSagradaFamilia

que impulsea todos

los cristianosa defenderla familia

contralas numerosasamenazas quese ciernen hoy

sobresu naturaleza,

estabilidady misión

Vista general de Nazaret. En primer plano, la basílica de la Anunciación y el monasterio franciscano

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Juan Pablo II en Tierra Santa 19ΑΩNo desprecies mis súpli-

cas, oh Madre del Verbo en-carnado, antes bien dígnateaceptarlas y favorablementeescucharlas. Así sea (Memo-rare).

LOS CIMIENTOSDE LA PAZ

Encuentro con los cónsu-les generales (25 de mar-zo)

Estimados cónsules ge-nerales:

Me alegra tener estaoportunidad de encon-trarme con vosotros y ani-maros en la misión quecumplís en esta ciudadúnica y en esta tierra. Ve-nís de países diversos y re-presentáis a pueblos y sis-temas políticos diferentes,pero todos, sin excepción,trabajáis al servicio de lamisma gran causa: la pro-moción de la paz y el en-tendimiento entre los pue-blos y las naciones.

En este ámbito tan im-portante cualquier logro oconquista, por pequeñosque puedan parecer, sinduda tendrán efectos po-sitivos para la entera fami-lia humana. Os animo aponer en vuestro trabajotoda la energía de un idealprofundamente sentido: elde construir un mundo ba-sado firmemente en los só-lidos cimientos de paz, jus-ticia y respeto de los dere-chos y la dignidad delhombre. Dios, fuente denuestra paz, bendiga abun-dantemente todo esfuerzoencaminado a aseguraruna era de sincero enten-dimiento y colaboraciónentre las naciones de la tie-rra.

¡Dios os bendiga a vo-sotros y vuestras familias!

EL MILENIODE LA UNIDAD

Encuentro ecuménico enJerusalén (25 de marzo)

Queridos hermanos yhermanas en Cristo:

Con profunda gratituda la Santísima Trinidad re-alizo esta visita al patriar-cado greco-ortodoxo de Je-rusalén, y os saludo a to-dos vosotros en la gracia yla paz de nuestro Señor Je-sucristo. Agradezco a SuBeatitud el patriarca Dio-doros su hospitalidad fra-terna y las amables pala-bras que nos ha dirigido.Saludo a Su Beatitud el pa-triarca Torkom, y a todos

los arzobispos y obispos delas Iglesias y comunidadeseclesiales presentes. Esfuente de gran alegría sa-ber que los líderes de lascomunidades cristianas dela ciudad santa de Jerusa-lén se reúnen con frecuen-cia para tratar cuestionesde interés común para losfieles. El espíritu fraternoque reina entre vosotros esun signo y un don para loscristianos de Tierra Santamientras afrontan los de-safíos que se les plantean.

¿Es necesario que os di-ga que me siento muy esti-mulado por este encuentrovespertino? Confirma quehemos emprendido el ca-mino para conocernos me-jor unos a otros, con el de-seo de superar la descon-fianza y la rivalidad here-dadas del pasado. Aquí, enJerusalén, en la ciudad don-de nuestro Señor Jesucristomurió y resucitó de entrelos muertos, sus palabrastienen una resonancia espe-cial, sobre todo las que pro-nunció la víspera de sumuerte: Que sean uno, paraque el mundo crea que tú mehas enviado (Jn 17, 21). Enrespuesta a esta oracióndel Señor estamos juntosaquí todos nosotros, se-guidores del único Señor,a pesar de nuestras dolo-rosas divisiones, y cons-cientes todos de que su vo-luntad nos obliga a noso-tros, así como a las Iglesiasy comunidades eclesialesque representamos, a reco-

rrer el camino de la recon-ciliación y la paz.

Esta reunión me trae ala mente el histórico en-cuentro que celebraronaquí, en Jerusalén, mi pre-decesor el Papa Pablo VI yel patriarca ecuménico Ate-nágoras I, un aconteci-miento que puso las basesde una nueva era de con-tactos entre nuestras Igle-sias. Durante los años pa-sados hemos aprendidoque la senda de la unidades difícil. Sin embargo, es-to no debe desalentarnos.Debemos ser pacientes yperseverantes, y seguiravanzando sin titubeos. Elafectuoso abrazo del Papa Pa-blo y del patriarca Atenágo-ras destaca como un signoprofético y una fuente de ins-piración, que nos impulsa anuevos esfuerzos para corres-ponder a la voluntad del Se-ñor.

Nuestra aspiración auna comunión más plenaentre los cristianos revisteun significado especial enla tierra del nacimiento delSalvador y en la ciudadsanta de Jerusalén. Aquí,en presencia de las dife-rentes Iglesias y comuni-dades, deseo reafirmar quela nota eclesial de univer-salidad respeta plenamen-te la legítima diversidad.La variedad y la belleza devuestros ritos litúrgicos, asícomo de vuestras tradicio-nes e instituciones espiri-tuales, teológicas y canó-nicas, testimonian la ri-

queza de la herencia divinamente revelada e in-divisa de la Iglesia univer-sal, tal como se ha desa-rrollado a lo largo de los si-glos tanto en Oriente comoen Occidente. Existe una di-versidad legítima, que deningún modo se opone ala unidad del Cuerpo deCristo, sino que más bienaumenta el esplendor de laIglesia y contribuye en granmedida al cumplimientode su misión (cf. Ut unumsint, 50). Ninguna de estasriquezas se debe perder enla unidad más plena a laque aspiramos.

Durante la recienteSemana de oración por launidad de los cristianos, eneste año del Gran Jubileo,muchos de vosotros osunisteis en oración con vis-tas a un entendimiento yuna cooperación mayoresentre todos los seguidoresde Cristo. Lo hicisteis conla certeza de que todos losdiscípulos del Señor tienen lamisión común de servir alEvangelio en Tierra Santa.Cuanto más unidos este-mos en oración en torno aCristo, tanto más intrépi-dos seremos para afrontarla dolorosa realidad hu-mana de nuestras divisio-nes. La peregrinación de laIglesia en este nuevo sigloy nuevo milenio es el ca-mino trazado para ella porsu intrínseca vocación a launidad. Pidamos al Señorque inspire un nuevo espíritude armonía y solidaridad en-

Es esencialsuperar

la escandalosaimpresiónque dannuestras

disensionesy controversias

Mezquita de Omar, o de la Roca, en la gran explanada del templo de Jerusalén

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Juan Pablo II en Tierra Santa20 ΑΩ

tre las Iglesias, para afron-tar las dificultades prácti-cas que se plantean a la co-munidad cristiana en Jeru-salén y en Tierra Santa.

ALGO MÁS QUE UNA MERAOPCIÓN

La cooperación fra-terna entre los cristianos enesta ciudad santa no es unamera opción; tiene su sig-nificado propio en la co-municación del amor que elPadre siente por el mundo alenviar a su Hijo único (cf. Jn3, 16). Sólo con espíritu derespeto y apoyo recíprocospuede florecer la presenciacristiana aquí, en una co-munidad viva con sus tra-diciones y confiada alafrontar los desafíos socia-les, culturales y políticosde una situación en evolu-ción. Sólo si los cristianosse reconcilian entre sí po-drán cumplir plenamentesu misión haciendo que Je-rusalén sea la ciudad de la pazpara todos los pueblos. EnTierra Santa, donde loscristianos conviven con losseguidores del judaísmo ydel Islam, donde casi todoslos días hay tensiones yconflictos, es esencial su-perar la escandalosa im-presión que dan nuestrasdisensiones y controver-sias. En esta ciudad debe-ría ser posible que los cris-tianos, los judíos y los mu-sulmanes convivan de mo-do fraterno y libre, condignidad, justicia y paz.

Queridos hermanosen Cristo, ha sido mi in-tención atribuir claramen-te una dimensión ecumé-nica a la celebración del Ju-bileo del año 2000 por par-te de la Iglesia católica. Laapertura de la Puerta San-ta de la basílica de San Pa-blo extramuros, en la queestuvieron representadasnumerosas Iglesias y co-munidades eclesiales, sim-bolizó nuestro paso comúnpor la Puerta que es Cristo:Yo soy la puerta; si uno entrapor mí, estará a salvo (Jn 10,9). Nuestro camino ecu-ménico es precisamente uncamino en Cristo y a tra-vés de Cristo, el Salvador,hacia la realización fiel delplan del Padre. Con la gra-cia de Dios, el bimilenariode la Encarnación del Ver-bo será un tiempo favorable,un Año de Gracia para el mo-vimiento ecuménico. Segúnel espíritu de los jubileosdel Antiguo Testamento,éste es un tiempo provi-dencial para dirigirnos al

Señor y pedirle perdón porlas heridas que los miem-bros de nuestras Iglesias sehan causado recíproca-mente a lo largo de los si-glos. Éste es el tiempo depedir al Espíritu de la ver-dad que ayude a nuestrasIglesias y comunidades acomprometerse en un diá-logo teológico cada vez másfecundo, que nos permitacrecer en el conocimientode la verdad y llegar a lacomunión plena en elCuerpo de Cristo. Nuestrodiálogo, de intercambio deideas, pasará a ser inter-cambio de dones: una parti-cipación más auténtica enel amor que el Espíritu de-rrama sin cesar en nuestroscorazones.

Su Beatitud nos ha re-cordado la oración de Cris-to en la víspera de su pa-sión y muerte. Esa oraciónes su última voluntad, su tes-tamento, y es un desafío pa-ra todos nosotros. ¿Cuál seránuestra respuesta? Queri-dos hermanos en Cristo,con el corazón rebosantede esperanza y con inque-brantable confianza, haga-mos que el tercer mileniocristiano sea el milenio denuestra alegría recupera-da en la unidad y en la pazdel Padre, del Hijo y delEspíritu Santo. Amén.

UNAPEREGRINACIÓN

RELIGIOSA

Palabras al gran muftí deJerusalén (25 de marzo)

Eminencia; excelencia;distinguidas autorida-

des musulmanas:Deseo expresarle mi

gratitud, en su calidad depresidente del Comité is-lámico supremo, por ha-berme acogido en el Haramal-Sharif, vinculado al re-cuerdo de Abraham, quepara todos los creyentes esun modelo de fe y sumi-sión a Dios todopoderoso.

Mi visita, como bien sa-béis, es esencialmente unaperegrinación religiosa yespiritual. La peregrinacióna los santos lugares es co-mún a muchas tradicionesreligiosas, particularmen-te a las tres religiones quetienen como padre a Abra-ham. Doy gracias a Dios,adorado por judíos, cris-tianos y musulmanes. Je-rusalén es la ciudad santapor excelencia. Forma par-te del patrimonio comúnde nuestras religiones y dela Humanidad entera.

Que Dios todopodero-so conceda la paz a todaesta amada región, paraque todos los pueblos quela habitan gocen de sus de-rechos, convivan en armo-nía y colaboración, y dentestimonio del Dios únicocon actos de bondad y so-lidaridad humana. Mu-chas gracias a todos.

EL JUBILEO DELA UNIDAD DE

LOS CRISTIANOS

Al patriarca armenio orto-doxo Torkom II Manno-gian (25 de marzo)

Beatitud: Me alegramucho visitarlo en su

residencia después de ha-ber tenido el placer de en-contrarme con usted enRoma con ocasión de lamemorable visita de SuSantidad Karekin I, en di-ciembre de 1996. Repito decorazón las palabras quedirigí entonces al patriar-ca Catholicós de todos losarmenios: Que la gracia y lacordialidad de nuestro en-cuentro llegue a ser «como

una lámpara que luce en lu-gar oscuro, hasta que des-punte el día y se levante envuestros corazones el lucerode la mañana» (2 P 1, 19) (n.8: L'Osservatore Romano,edición en lengua españo-la, 20 de diciembre de 1996,p. 7).

Este encuentro es unnuevo paso adelante queel Señor nos ha concedidopara el robustecimiento delos vínculos entre la Igle-sia católica y la Iglesiaapostólica armenia. Ojaláque, en este Año Jubilar, enel que oramos más inten-samente para que el Señornos conceda el don de launidad, nuestra amistadsea una especie de oraciónque se eleva al Padre co-mo incienso, como la fra-gancia del sacrificio ves-pertino ofrecido en la cruzpor su Hijo amado.

Beatitud, al visitar su ca-sa, me siento como un her-mano entre hermanos quetrabajan por construir jun-tos la Iglesia de Cristo. Leagradezco su amable bien-venida y pido al Señor re-sucitado que le conceda a

Oración del Papa

en el Muro de las

Lamentaciones

Dios de nuestrospadres, Tú has elegidoa Abraham

y a sudescendencia

para quetu Nombre fueradado a conocera las naciones:

nos dueleprofundamente elcomportamiento

de cuantos,en el curso

de la Historia,han hecho sufrira éstos tus hijos;y, a la vez que tepedimos perdón,

queremoscomprometernosen una auténtica

fraternidadcon el pueblode la Alianza.

Por Cristonuestro Señor

Jerusalén, 26 de marzode 2000

Joannes Paulus II

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Juan Pablo II en Tierra Santa 21ΑΩ

usted, y a todos los sacer-dotes y fieles de la Iglesiaapostólica armenia en Tie-rra Santa, sus dones deprosperidad, alegría y paz.

FE EN CRISTORESUCITADO

Homilía en la basílica delSanto Sepulcro (26 demarzo)

Creo en (...) Jesucristo (...),que fue concebido por

obra y gracia del EspírituSanto, nació de Santa MaríaVirgen, padeció bajo el poderde Poncio Pilato, fue crucifi-cado, muerto y sepultado (...),al tercer día resucitó de entrelos muertos.

Siguiendo el camino dela historia de la salvación,tal como se narra en elSímbolo de los Apóstoles,mi peregrinación jubilarme ha traído a Tierra San-ta. De Nazaret, donde Je-sús fue concebido en el se-no de la Virgen María porobra del Espíritu Santo, hellegado a Jerusalén, dondepadeció bajo el poder de Pon-cio Pilato, fue crucificado,muerto y sepultado. Aquí, enla basílica del Santo Sepulcro,me arrodillo ante el lugarde su sepultura: He aquí ellugar donde lo pusieron (Mc16, 6).

La tumba está vacía. Esun testigo silencioso delacontecimiento central de lahistoria humana: la resurrec-ción de nuestro Señor Jesu-cristo. Durante casi dos milaños la tumba vacía ha da-do testimonio de la victo-ria de la Vida sobre lamuerte. Con los Apóstolesy los evangelistas, con laIglesia de todos los tiem-pos y lugares, también no-sotros damos testimonio yproclamamos: ¡Cristo resu-citó! Una vez resucitado deentre los muertos, ya no mue-re más; la muerte no tiene yaseñorío sobre él (cf. Rm 6, 9).

Mors et vita duello confli-xere mirando; dux vitae mor-tuus, regnat vivus (Secuen-cia pascual latina Victimaepaschali). El Señor de la vi-da estaba muerto; ahorareina, victorioso sobre lamuerte, fuente de vidaeterna para todos los cre-yentes.

En esta basílica, la ma-dre de todas las Iglesias (sanJuan Damasceno), dirijo miafectuoso saludo a Su Be-atitud el patriarca MichelSabbah, a los Ordinariosde las demás comunidadescatólicas, al padre Giovan-ni Battistelli y a los frailes

franciscanos de la Custo-dia de Tierra Santa, así co-mo a los sacerdotes, los re-ligiosos y los laicos. Conestima y afecto fraternos,saludo al patriarca Diodo-ros de la Iglesia greco-or-todoxa y al patriarca Tor-kom de la Iglesia armeniaortodoxa, a los represen-tantes de las Iglesias cop-ta, siria y etiópica, así co-mo a los de las comunida-des anglicana y luterana.

Aquí, donde nuestro Se-ñor Jesucristo murió parareunir a los hijos de Diosque estaban dispersos (cf.Jn 11, 52), el Padre de lasmisericordias fortalezcanuestro deseo de unidad ypaz entre todos los quehan recibido el don de lavida nueva en las aguassalvíficas del bautismo.

Destruid este templo yen tres días lo levantaré (Jn2, 19). El evangelista sanJuan nos narra que, des-pués de la resurrección deJesús de entre los muertos,los discípulos recordaronestas palabras y creyeron(cf. Jn 2, 22). Jesús las pro-nunció a fin de que fueranun signo para sus discípu-los. Cuando fue al templocon sus discípulos, expulsóa los cambistas y a los ven-dedores del lugar santo (cf.Jn 2, 15). En el momento enque los presentes protesta-ron, preguntándole: ¿Quéseñal nos muestras para obrarasí?, Jesús les replicó: Des-truid este templo y en tres días lo levantaré. El evange-lista anota que él hablaba deltemplo de su cuerpo (Jn 2, 18-21).

La profecía encerradaen las palabras de Jesús secumplió en la Pascua,cuando al tercer día resucitóde entre los muertos. La re-surrección de nuestro Se-ñor Jesucristo es el signo deque el Padre eterno es fiel asu promesa y hace nacer nue-va vida de la muerte: la resu-rrección del cuerpo y la vidaeterna. El misterio se refle-ja claramente en esta anti-gua iglesia de la Anástasis,que contiene tanto el se-pulcro vacío, signo de laResurrección, como el Gól-gota, lugar de la crucifi-xión. La buena nueva de laResurrección no puede sepa-rarse nunca del misterio dela cruz. San Pablo nos lo di-ce en la segunda lectura dehoy: Nosotros predicamos aCristo crucificado (1 Co 1,23). Cristo, que se ofrecióa sí mismo como sacrificiovespertino en el altar de lacruz (cf. Sal 141, 2), se re-

Durante2000 años

la tumba vacíaha dado

testimoniode la victoria

de la vidasobre

la muerte

Lugar del embalsamamiento de Cristo, visto desde la capilla del Calvario, en la basílica del Santo Sepulcro, de Jerusalén.Debajo, momento en que Juan Pablo II besa la losa

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Juan Pablo II en Tierra Santa22 ΑΩ

vela ahora como fuerza deDios y sabiduría de Dios (1Co 1, 24). Y en su resurrec-ción, los hijos y las hijas deAdán han sido hechos par-tícipes de su vida divina,que tenía desde toda laeternidad, con el Padre, enel Espíritu Santo.

YO HE VENCIDOAL MUNDO

Yo soy el Señor, tu Dios,que te he sacado del país deEgipto, de la esclavitud (Ex 20,2). La liturgia cuaresmal dehoy nos presenta la Alianzaque Dios selló con su pue-blo en el monte Sinaí, cuan-do entregó los diez man-damientos de la Ley a Moi-sés. El Sinaí representa lasegunda etapa de la granperegrinación de fe que co-menzó cuando Dios dijo aAbraham: Sal de tu tierra, detu patria y de la casa de tu pa-dre, a la tierra que yo te mos-traré (Gn 12, 1).

La Ley y la Alianza son elsello de la promesa hecha aAbraham. Mediante el De-cálogo y la ley moral ins-crita en el corazón delhombre (cf. Rm 2, 15), Diosdesafía radicalmente la li-bertad de cada hombre ycada mujer. Responder ala voz de Dios que resuenaen lo más profundo denuestra conciencia y elegirel bien es la opción más su-blime de la libertad humana.Equivale, realmente, a ele-gir entre la vida y la muer-te (cf. Dt 30, 15). Cami-nando por la senda de laAlianza con Dios santísi-mo, el pueblo se convier-te en heraldo y testigo dela promesa, la promesa deuna auténtica liberación yde la plenitud de vida.

La resurrección de Jesús esel sello definitivo de todas laspromesas de Dios, el lugar denacimiento de una Humani-dad nueva y resucitada, laprenda de una historia ca-racterizada por los donesmesiánicos de paz y alegríaespiritual. En el alba de unnuevo milenio, los cristia-nos pueden y deben mirar alfuturo con firme confianza enel poder glorioso del Resuci-tado de renovar todas las cosas(cf. Ap 21, 5). Él es el únicoque libra a toda la creaciónde la servidumbre de la co-rrupción (cf. Rm 8, 20). Consu resurrección, abre el ca-mino al gran descanso delsabbath, el octavo día, cuan-do la peregrinación de lahumanidad llegue a su finy Dios sea todo en todos(cf. 1 Co 15, 28).

Aquí, en el Santo Sepul-cro y en el Gólgota, a la vezque renovamos nuestraprofesión de fe en el Señorresucitado, ¿podemos du-dar de que con el poder delEspíritu de vida recibire-mos la fuerza para superarnuestras divisiones y tra-bajar juntos a fin de cons-truir un futuro de reconci-liación, unidad y paz?Aquí, como en ningún otrolugar de la tierra, oímosuna vez más al Señor quedice a sus discípulos: ¡Áni-mo!: yo he vencido al mundo(Jn 16, 33).

Mors et vita duello con-flixere mirando; dux vitaemortuus, regnat vivus.

El Señor resucitado, res-plandeciente por la gloriadel Espíritu, es la Cabezade la Iglesia, su Cuerpomístico. Él la sostiene en sumisión de proclamar elEvangelio de la salvacióna los hombres y mujeres decada generación, hasta quevuelva en la gloria.

En este lugar, donde sedio a conocer la Resurrec-ción primero a las mujeresy luego a los Apóstoles, in-vito a todos los miembrosde la Iglesia a renovar suobediencia al mandato delSeñor de anunciar el Evan-gelio hasta los confines de latierra. En el alba de un nue-vo milenio es muy necesa-rio proclamar desde los te-jados la buena nueva deque tanto amó Dios al mun-do, que dio a su Hijo único,para que todo el que crea enél no perezca, sino que tengavida eterna (Jn 3, 16). Señor,(...) tú tienes palabras de vidaeterna (Jn 6, 68). Hoy, comoindigno Sucesor de Pedro,deseo repetir estas pala-bras mientras celebramosel sacrificio eucarístico eneste lugar, el más santo dela tierra. Con toda la Hu-manidad redimida, hagomías las palabras que Pe-dro, el pescador, dirigió aCristo, Hijo del Dios vivo:Señor, ¿a quién iremos? Tútienes palabras de vida eter-na.

Christós anésti.¡Jesucristo ha resucitado!

¡En verdad, ha resucitado!Amén.

DÍAS DE INTENSAEMOCIÓN

Palabras antes de rezar elAngelus, (26 de marzo)

Queridos hermanos yhermanas:

Estos días han sido jor-nadas de intensa emoción,

en las que nuestra alma seha conmovido no sólo porel recuerdo de lo que Dioshizo, sino también por sumisma presencia, cami-nando con nosotros, unavez más, en la tierra del na-cimiento, la muerte y la re-surrección de Cristo. Y encada paso de esta peregri-nación jubilar María ha es-tado con nosotros, ilumi-nando nuestro camino ycompartiendo las alegríasy las penas de sus hijos ehijas.

Con María, Mater dolo-rosa, estamos a la sombrade la cruz y lloramos conella por la aflicción de Je-rusalén y por los pecadosdel mundo. Estamos conella en el silencio del Cal-vario, y vemos brotar san-gre y agua del costado tras-

pasado de su Hijo. Al to-mar conciencia de las te-rribles consecuencias delpecado, nos sentimos im-pulsados a arrepentirnosde nuestros propios peca-dos y de los pecados de loshijos de la Iglesia en todoslos tiempos. ¡Oh, María,concebida sin pecado, ayú-danos en el camino de laconversión!

Con María, Stella matu-tina, hemos sido inunda-dos por la luz de la Resu-rrección. Nos alegramoscon ella porque el sepul-cro vacío se ha convertidoen el seno de la vida eter-na, en donde Cristo, queresucitó de entre los muer-tos, está sentado ahora a ladiestra del Padre. Con elladamos infinitamente gra-cias por el don del EspírituSanto, que el Señor resuci-tado envió a la Iglesia enPentecostés y que siguederramando continua-mente en nuestro corazón,para nuestra salvación ypara el bien de la familiahumana.

María, Regina in caelumassumpta. Desde el sepul-cro de su Hijo, dirigimosnuestra mirada al sepulcrodonde María se durmió enpaz, esperando su glorio-sa Asunción. La divina li-turgia que se celebra juntoa su tumba en Jerusalénpone en labios de María:Ni siquiera después de lamuerte estaré lejos de ti. Y enla liturgia sus hijos res-ponden: Al ver tu tumba, ohsanta Madre de Dios, nos pa-rece contemplarte a ti. OhMaría, eres la alegría de losángeles, el consuelo de los afli-gidos. Te proclamamos forta-leza de todos los cristianos y,sobre todo, Madre nuestra.

Al contemplar a la The-otókos, casi al final de esteviaje, vemos el verdaderorostro de la Iglesia, radian-te en toda su hermosura,resplandeciente por la glo-ria de Dios que está en la fazde Cristo (2 Co 4, 6). ¡OhAbogada, ayuda a la Igle-sia a parecerse cada vezmás a ti, su elevado mode-lo! Ayúdala a crecer en lafe, en la esperanza y en elamor, mientras busca ycumple la voluntad deDios en todas las cosas (cf.Lumen gentium, 65). ¡Ohclemente, oh piadosa, ohdulce Virgen María!

«María, ayudaa la Iglesiaa parecerse

más a ti,su elevadomodelo»

El Papa Juan Pablo II, en el helicóptero que utilizódurante su peregrinación por Tierra Santa

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Juan Pablo II en Tierra Santa 23ΑΩ

Los derechos de los pueblosCeremonia de bienvenida a Jordania (20 de marzo) 3

Gracias por vuestro testimonioA la Custodia franciscana (20 de marzo) 4

Amad a vuestras familiasHomilía en el estadio de Ammán (21 de marzo) 4

Oración en el lugar del Bautismo de JesúsPalabras en Wadi al-Jarrar, a la orilla del rió Jordán (21 de marzo) 6

Peregrinación a los orígenes de nuestra feDiscurso en el aeropuerto de Tel Aviv (21 de marzo) 6

Aquí dejó Dios su huellaPalabras en Jericó (21de marzo) 7

Una buena nueva de pazCeremonia de bienvenida a Belén (22 de marzo) 7

Aquí siempre es NavidadHomilía en la plaza del Pesebre de Belén (22 de marzo) 8

Refugiados y solidaridad internacionalDiscurso en el campo de refugiados de Dheisheh (22 de marzo) 10

La Eucaristía, banquete y sacrificioEn el Cenáculo de Jerusalén (23 de marzo) 10

Es mucho lo que podemos hacer juntosA los rabinos jefes de Israel (23 de marzo) 11

La paz en Oriente Medio será fruto del entendimiento y del respetoSaludo al Presidente de Israel, Ezer Weizman (23 de marzo) 12

Un futuro sin sentimientos antijudíos o anticristianosEn el mausoleo de Yad Vashem, memorial del Holocausto (23 de marzo) 12

La religión y la paz van juntasEnncuentro interreligioso en el Instituto pontificio Notre Dame (23 de marzo) 13

La Ley y el Sermón de la montañaHomilía en el monte de las Bienaventuranzas (24 de marzo) 15

¡Ven y sígueme!A los jóvenes en el monte de las Bienaventuranzas (24 de marzo) 16

Consagro las familias a la Madre de DiosHomilía en la basílica de la Anunciación, Nazaret (25 de marzo) 17

Los cimientos de la pazEncuentro con los cónsules generales (25 de marzo) 19

El milenio de la unidadEncuentro ecuménico en Jerusalén (25 de marzo) 19

Una peregrinación religiosaPalabras al gran muftí de Jerusalén (25 de marzo) 20

El Jubileo de la unidad de los cristianosAl patriarca armenio ortodoxo Torkom II Mannogian (25 de marzo) 20

Fe en Cristo resucitadoHomilía en la basílica del Santo Sepulcro (26 de marzo) 21

Días de intensa emociónPalabras antes de rezar el Angelus (26 de marzo) 22

Índice

Page 24: Documentos7 - Alfa y Omega · de las naciones, que deben ser resueltos para el bien de to-dos los que se hallan implica-dos y como condición para una paz duradera.Ese pro-ceso de