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  • 1. JOS FERRATER MORA DICCIONARIO DE FILOSOFA TOMO I A - K EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES

2. PRLOGO A LA QUINTA EDICIN La presente edicin difiere de an- terior en lo siguiente: he escrito 546 ar- tculos nuevos; he reescrito totalmente 213 artculos; he ampliado o modificado, a veces sustancialmente, 262 artculos. Adems, he revisado el texto, he corre- gido errores, he ampliado datos, y he puesto al da la bibliografa. Como resultado, abunda en esta edi- cin el material nuevo. ste abarca el conjunto de las disciplinas filosficas y de la historia de la filosofa. He seguido prestando particular atencin a los te- mas de ontologa y metafsica, lgica, teora del conocimiento, filosofa de la ciencia, antropologa filosfica e historia de la filosofa. Pero he ampliado no poco las partes relativas a tica, filosofa de la religin, filosofa de la historia, teora de los valores y esttica. He aadido co- pia de artculos sobre filsofos llamados "menores'', antiguos, medievales y moder- nos, y he ampliado el nmero de los consagrados a filsofos contemporneos. Sin desviarme de la norma de no diluir excesivamente la sustancia filosfica, he incluido tambin algunos artculos sobre conceptos y figuras que, sin ser estric- tamente filosficos conceptos y figuras importantes, por ejemplo, en la ciencia, en la teologa, en el pensamiento social y poltico, han mantenido, o mantienen, relaciones particularmente estrechas con cuestiones suscitadas en filosofa. Aunque he penado mucho por ampliar y mejorar esta obra, no pretendo que sea perfecta. Por lo dems, mi ideal en este caso no es la perfeccin; creo ms razo- nable trabajar por alcanzar lo bueno que holgazanear soando en lo mejor. Por es- te motivo, aunque esta obra est, y estar siempre, abierta a revisiones y mejoras, estimo que en el estado actual de los conocimientos filosficos es razonable- mente suficiente. En todo caso, las revi- siones y las mejoras no pueden consistir en pulir y repulir la obra hasta la exas- peracin. Estoy plenamente de acuerdo en que hay que revisar, corregir y pulir; en esta actividad he consumido inconta- bles horas y casi he arruinado mis ojos. Pero en una obra de las dimensiones de sta no se pueden practicar los mismos ejercicios de virtuosismo conceptual y lingstico que son de rigor en otros es- critos menos dilatados. Esta obra no es un lindo ensayito. No es, ni puede ser, cosa remirada y relamida. Hay que lu- char sin tregua contra la chapucera in- telectual. Pero en cierto tipo de obras hay que rehuir el estril perfeccionismo. Dadas las proporciones que alcanz esta obra ya en la edicin precedentehasta el punto de que desde entonces pudo ser considerada como una Enciclopedia y no slo como un Diccionario varios crticos me han aconsejado que desistiera de ser a la vez el director y el ejecutante, y que recabara el auxilio de colaboradores ms diestros que yo en cada una de las disciplinas filosficas y en cada uno de los perodos histricos. Este consejo es harto tentador, inclusive por razones personales; el tiempo y el esfuerzo gastados en la confeccin de este Diccionario me han impedido a menudo poner mayores empeos en la elabora- cin de escritos ms "personales", hacia los que, como filsofo, siento cierta de- bilidad. Sin embargo, aunque la trans- formacin sugerida introducira en esta obra no pocas mejoras, creo que las ven- tajas as conseguidas no compensaran los inconvenientes. En la obra presente el conjunto importa por lo menos tanto co- mo el detalle. Pues este Diccionario es ya como un imponente y complejo edi- ficio, con su fachada, sus alas, sus gale- ras, sus largos e intrincados corredores, sus stanos y sus ventanales. He alcan- zado a familiarizarme con todos ellos y, por descontado, con sus fundaciones. Puedo todava recorrer el edificio en todas direcciones y orientarme en l sin 3. excesivas perplejidades. Ello significa que puedo an seguir ampliando, alte- rando, rehaciendo, depurando y ornando este conjunto sin perderme en su labe- rinto. Sobre todo, puedo seguir mante- niendo su unidad de estilo, la cual no es slo cuestin de "literatura" de "estti- ca", sino tambin, y especialmente, de "pensamiento" de "notica". Por estos motivos no me he decidido todava a su- cumbir a la tentacin que se me ha brin- dado. El predominio que en esta obra tiene el conjunto sobre los detalles explica que stos no puedan ser siempre todo lo nu- merosos o elaborados que ciertos lectores quisieran. Por la naturaleza misma de la obra, hay que pasar a la carrera sobre temas, problemas y autores que en otros trabajos son objeto de exposicin y co- mentario dilatados. Por cierto que no es- casean aqu las exposiciones y anlisis algo minuciosos. Pero se hallan siempre integrados en visiones de conjunto y ex- presados en el lenguaje apropiado para ellos. Estimo que con ello no se falsean necesariamente las ideas; slo ocurre que son enfocadas de modo distinto. Por mo- tivos que no hacen aqu al caso, estimo que es posible presentar y dilucidar lo que se llaman "grandes temas" y "gran- des problemas" siempre que se utilice a tal efecto la ptica adecuada. Discurrir sobre la fsica no equivale a exponer to- da la fsica; discurrir sobre la idea de substancia no es lo mismo que componer una ponderosa monografa sobre tal idea. Sera disparatado pretender hallar en este Diccionario exposiciones tan de- talladas del pensamiento de Aristteles, o anlisis tan minuciosos del imperativo categrico como los que figuran en obras especialmente consagradas a estos temas, o hasta a aspectos de ellos. En cambio, puede hallarse en esta obra un modo de presentar, ver, dilucidar y debatir temas y problemas que a veces se echa de me- nos en estudios y repertorios ms espe- cializados. Pues esta obra no se espe- cializa en ningn tema, en ningn pro- blema, en ninguna figura, poca, rama o recoveco de la filosofa: se "especializa" en el conjunto de ellos. Debo a varios lectores y crticos pre- ciosas sugestiones y muy tiles informa- ciones; todas ellas han contribuido a me- jorar esta obra. Pero quiero destacar los auxilios recibidos de tres personas. Mi es- posa, que me ha prestado incansablemen- te ayuda en las mltiples tareas de or- ganizacin, ordenacin y coordenacin que requiere esta vasta empresa. El se- or Ezequiel de Olaso, que me ha esta- do enviando puntualmente noticias filo- sficas de toda especie y que me ha su- gerido no pocas mejoras. Y el seor Ral E. Lagomarsino, que ha tenido a su car- go la correccin de pruebas y el ajuste final de la presente edicin, y que ha trabajado en ella con la misma perspica- cia y tenacidad que mostr en la prepa- racin de las dos ediciones anteriores. Por el volumen de esta edicin, la tarea del Sr. Lagomarsino ha sido no slo pers- picaz y tenaz, sino tambin herclea. Creo difcil encontrar mejor "director de edicin". J. F. M. Bryn Mawr College, Pennsylvania, 1964. 4. PRLOGO A LA CUARTA EDICIN El autor no ha ahorrado esfuerzos para ampliar y mejorar esta obra; como con- secuencia de ello la presente edicin contiene un nmero considerable de no- vedades con respecto a la precedente. He aqu las ms destacadas. 1. Se han escrito 762 artculos nuevos. 2. Se han reescrito por entero, casi siempre con ampliaciones, 239 artculos. 3. Se han modificado o ampliado subs- tancialmente 189 artculos. 4. Se ha revisado completamente el texto para eliminar en lo posible errores e incluir algunas nuevas informaciones. 5. Se ha corregido y puesto al da la bibliografa. 6. Se ha revisado y ampliado el sis tema de llamadas de conceptos tanto dentro como fuera de los artculos. 7 Se han incluido un Cuadro sinptico y una Tabla cronolgica. Aparte estas novedades, queremos lla- mar la atencin del lector sobre dos pun- tos que han sido objeto de especial preocupacin por parte del autor. El primero se refiere a la organizacin interna de cada artculo, en particular de los artculos extensos sobre concep- tos. Adoptar un procedimiento nico ya sea exposicin de acuerdo con el des- envolvimiento histrico, ya sea descom- posicin en significados segn filsofos o tendencias, ya sea anlisis sistemti- co hubiera tenido como consecuencia la infidelidad frecuente a las peculiari- dades de cada concepto. Hemos seguido, pues, el mtodo que nos ha parecido en cada caso ms fecundo para aunar la cla- ridad mxima con la mayor cantidad posible de informacin, si bien con pre- dileccin notoria por el anlisis de sig- nificados siguiendo el curso histrico y terminando por lo comn con una pre- sentacin del estado actual de la cues- tin o un estudio sistemtico del pro- blema correspondiente. Hemos evitado en lo posible la atomizacin en diversas significaciones y hemos preferido sub- rayar lo que hubiera de comn en ellas o bien cuando la presentacin ha sido predominantemente histrica la conti- nuidad en la evolucin del concepto. En los casos en que el artculo resulta ex- tenso, hemos introducido casi siempre subdivisiones que hacen resaltar, ya los diversos perodos histricos, ya las va- rias disciplinas filosficas a las cuales puede adscribirse el concepto. El segundo punto afecta a los autores y materias representados en la obra. El nmero de autores, de todos los pases y pocas, ha sido muy ampliado. En cuanto a las materias, se ha seguido po- niendo singular empeo en tratar exten- samente las cuestiones relativas a historia de la filosofa (con introduccin, por vez primera en esta obra, de un nmero re- lativamente crecido de conceptos relati- vos a "filosofa orientar), metafsica, ontologa, lgica, teora del conocimiento y el grupo de las llamadas "filosofas de" de la religin, de la naturaleza, de la ciencia, de la historia, del lenguaje, de la propia filosofa, etc. Pero mientras disciplinas como la tica y la esttica estaban insuficientemente representadas en las otras ediciones, en la edicin pre- sente han sido debidamente atendidas. La psicologa, la sociologa y la educa- cin son introducidas en la medida en que pueden ayudar a la comprensin de los problemas filosficos generales. Y se ha intensificado la introduccin de conceptos y problemas que, como los que tocan a las ciencias naturales, ciencias sociales y teologa, son susceptibles de despertar el inters no slo de los filso- fos, sino tambin del pblico en general. Larga sera la lista de personas que han hecho al autor valiosas sugestiones sobre diversas partes de la obra; se ha procurado tener en cuenta todas las que encajaban dentro de los marcos que nos 5. habamos trazado previamente. Nos li- mitaremos a mencionar tres nombres: el profesor George L. Kline, de Bryn Mawr College, el profesor Walter Brn- ing, de la Universidad de Crdoba (Ar- gentina) que han enviado extensas y muy tiles listas de correcciones, y el seor Ral E. Lagomarsino, de la Edito- rial Sudamericana, que ha tenido a su cargo como ya haba ocurrido con la precedente la edicin de esta obra y ha llevado a cabo la correccin final de las pruebas compaginadas. A todos, nuestro ms sincero agradecimiento. Finalmente, agradecemos a Bryn Mawr College el ao de licencia sabtica otor- gada durante el perodo acadmico de 1955-1956. En el curso del mismo nos ha sido posible completar nuestro trabajo y terminar en bibliotecas europeas de Espaa, Italia, Inglaterra, Blgica, Ale- mania y muy en particular de Francia las consultas iniciadas en las de los Es- tados Unidos. J. F. M. Pars, agosto de 1956. 6. PRLOGO A LA TERCERA EDICIN Un ao y medio pasado en los Es- tados Unidos bajo los auspicios de la Fundacin Guggenheim ha permitido al autor reelaborar de tal modo este Dic- cionario, que prcticamente se trata de una obra nueva. Una buena parte del contenido de la segunda edicin ha sido reescrita. Pero, adems, el material agre- gado ha hecho que el texto actual sea aproximadamente el doble del contenido en la segunda edicin, y el triple del que inclua la primera. No creemos ne- cesario sealar cules son los puntos donde la reelaboracin y las ampliacio- nes han sido ms considerables. De he- cho, afectan a la totalidad del volumen y, por lo tanto, a la total dimensin his- trica de los conceptos estudiados, aun cuando ciertas partes relativas a la, l- gica actual y a la teora de la ciencia pueden considerarse como enteramente nuevas y particularmente beneficiadas. La bibliografa ha sido tambin conside- rablemente aumentada y puesta al da. En muchos casos la parte bibliogrfica no es meramente una indicacin de ttu- los, sino que pretende proporcionar una orientacin en el autor o l concepto estudiados, de modo que a veces puede considerarse como parte esencial del co- rrespondiente artculo. Las obras que l autor manej a su paso por las bibliote- cas de las Universidades de Columbia, Princeton y Johns Hopkins facilitaron, desde luego, ciertas precisiones que eran necesarias y que haban tenido que per- manecer hasta ahora en meros deseos. Pero el autor quiere agradecer tambin las facilidades encontradas en la Biblio- teca Nacional de Chile y en la de la Facultad de Filosofa y Humanidades de la Universidad del mismo pas, que le permitieron preparar, desde la apari- cin de la segunda edicin, lo que con- tiene la tercera. Un Diccionario de Fi- losofa, aun con todas las limitaciones del presente, no puede componerse en un da ni en un ao. Slo deseamos ahora que el interesado en la filosofa pueda seguir encontrando en l lo nico que se ha propuesto ser: un instrumento de trabajo, una herramienta suficiente y precisa. El autor puede preferir la elaboracin de su propio pensamiento; no es menos cierto que, en la penuria de libros de trabajo cientfico que existe todava en lengua espaola, no con- sidera perdidos sus esfuerzos con vistas a aportar su grano de arena en lo que comienza ya a divisarse como un pro- metedor montn. J. F. M. Bryn Mawr College, Pennsylvania, 1950. 7. A A. La letra mayscula ' es usa- da en textos filosficos con varios sig- nificados. 1. Aristteles la emplea muchas veces (por ejemplo en los Analytica Priora) para representar simblica mente el predicado de una proposi cin en frmulas tales como "A B', que se lee es predicado de B', Al presentar los silogismos categri cos, la letra ' forma parte del con dicional: Si A es predicado de todo B, que constituye la premisa mayor del silogismo en modo Barbara (VASE) y que en la literatura lgica posterior se presenta bajo diversas formas, unas en las cuales se expresa la estructura condicional de tal premisa, como en: Si todo B es A y otras en las cuales (errneamen- te) se omite, como en: Todo B es A. 2. Los escolsticos y todos los tra tadistas lgicos posteriores han usa do la letra ' (primera vocal del trmino affirmo) para simbolizar la proposicin universal afirmativa (af- fimatio universalis), uno de cu yos ejemplos es el conocido enun ciado: Todos los hombres son mortales. En textos escolsticos se halla con frecuencia el ejemplo, dado por Boecio: Omnis homo iustus est, Y en multitud de textos lgicos la letra ' sustituye al esquema 'Todo S es P', sobre todo cuando se introduce el llamado cuadro de oposicin (VASE). En los textos escolsticos se dice de A que asserit universaliter o ge- neraliter afirma umversalmente, o generalmente. Tambin se usa en ellos la letra ' para simbolizar las proposiciones modales en modus afir- mativo y dictum negativo (v. MO- DALIDAD), es decir, las proposiciones del tipo: Es necesario que p, donde 'p' representa un enunciado declarativo. 3. En muchos textos se usa la le- tra ' como uno de los trminos componentes de la frmula que ex- presa el llamado principio de iden- tidad. En la mayor parte de los tex- tos clsicos este principio es expre- sado mediante la frmula: A = A (1). Es frecuente (vase IDENTIDAD) in- terpretar (1) en el sentido de que ' representa un objeto cualquiera. En este caso (I) equivale a una de las llamadas notiones communes, koinai e)/nnoiai, la que enuncia: 'Toda cosa es igual a ella misma'. La lgica ac- tual expresa (1) mediante las fr- mulas: si la identidad se refiere a la ley o al principio de identidad presentado en la lgica sentencial, o mediante la frmula: (x)(x = x), si la identidad se refiere a la ley de reflexividad presentada en la lgica de la identidad. Observemos que la frmula (1) es la misma que se usa en la lgica actual para expresar la ley de identidad en la lgica de las clases, en vista del uso de ' para representar una clase (Cfr. infra, sec- cin 5). 4. La letra ' ha sido muy usada por varios idealistas alemanes, espe- cialmente por Fichte y Schelling, en las frmulas que sirven de base a sus especulaciones sobre la identidad de sujeto y objeto. Hay que advertir que a veces Fichte usa = A' como si fuese un condicional, y lo inter- preta como 'Si A existe, A existe'. En cuanto a Schelling, ha usado la letra ' acompaada de otros diversos sig- nos. Mencionamos dos casos. (a) Los signos '+', '-' y '' an- tepuestos o sobrepuestos a la letra. Ejemplos d ello son '-A', que repre- senta el ser en s,'+ A', que represen- 21 ta el ser fuera de s, y '', que representa el ser consigo mismo o, como dice Schelling, el sujeto-objeto o totalidad. Otro ejemplo es la fr- mula: que es, segn dicho filsofo, la for- ma del ser de la absoluta identidad. En tal frmula '+' se lee 'el predo- minio del uno sobre el otro' (Dars- tellung meines Systems der Philoso- phie, 1801). (b) Los exponentes agregados a ', tal como en 1 ', 2 ', 3 ', que representan, en el vocabulario de Schelling, potencias de A. As, di- cho filsofo usa frmulas tales como = A 1 ', = A2 ', = A3 '. Nos he- mos referido a este uso en el ar- tculo POTENCIA. 5. La letra ' se usa en muchos textos lgicos como smbolo de una clase (VASE), y constituye enton ces una abreviatura de los llamados abstractos simples. A veces se em plea dicha letra en minscula, 'a', con el mismo propsito. Junto a ' o 'a' se usan asimismo como sm bolos de clases 'B' o 'b', 'C' o V. 6. Jan Lukasiewicz usa ' para representar la conectiva V o disyun cin (VASE) exclusiva, que nos otros simbolizamos por 'V. ' s antepone a las frmulas, de modo que 'p V q' se escribe en la notacin de Lukasiewicz p q'. El mismo autor usa a veces 'A' como una de las constantes de la lgica cuantifica- cional (junto a 'E', 'I', '). Con la letra ' se forma la funcin expre sada mediante 'Aab', que se lee 'Todo a es b' o 'b pertenece a todo a'. 7. Jean de la Harpe usa ' como signo de asercin (VASE). A, AB, AD. Las preposiciones lati- nas a, ab (= a ante vocal) y ad figuran en numerosas locuciones lati- nas usadas en la literatura filosfica, principalmente escolstica, en lengua 8. latina, pero tambin en otras lenguas; algunas de estas locuciones, por lo de- ms como a priori, a posteriori, ad hominem, son de uso corriente. A continuacin ofrecemos una lista de algunas de dichas locuciones en orden alfabtico. En algunos casos traducimos o parafraseamos la locu- cin o sealamos en qu contexto o contextos se usa o puede usarse. En otros casos remitimos a los artculos que se han dedicado a locuciones de- terminadas o a los artculos en los cuales algunas locuciones se han in- troducido o usado. A contrario - A pari. Estas dos lo- cuciones se han usado originariamente en el lenguaje jurdico para indicar que un argumento usado con respecto a una determinada especie se aplica a otra especie del mismo gnero. En el argumento a contrario se procede por divisin; en el argumento a par se procede por identificacin. De la esfera jurdica se han trasladado estas locuciones a otras regiones. El razona- miento a contrario ha sido definido como el que procede de una oposicin hallada en una hiptesis a una oposi- cin en las consecuencias de esta hi- ptesis. El razonamiento a pari ha sido definido como el que pasa de un caso (o de tipo de caso) a otro. A dicto secundum quid ad dictum simpliciter [que corresponde al griego kata to ph= kai= a(plw=j ]. Esta locucin se refiere a un razonamiento consistente en afirmar que si un predicado conviene a un sujeto en algn respecto o de un modo relativo, le conviene en todos los respectos o de un modo absoluto (si S es P en relacin con algo, S es siempre y en todos los casos ). El razonamiento en cuestin es un sofisma (v.) llamado "sofisma por accidente". Para indicar que este razonamiento no es vlido se usa la frmula A dicto secundum quid ad dictum simpliciter non valet conse-quentia. A digniori (vase infra). A non esse, etc. (vase infra). A pari (vase supra). A parte ante - A parte post (vase A PARTE ANTE). A parte mentis (vase infra). A parte rei ( VASE ). En cuanto que a parte rei indica "segn la cosa mis- ma", a parte mentis indica "segn la mente" o "segn el entendimiento" (secundum intellectum), A parte rei y a parte mentis son formas de distin- cin (VASE). En vez de a parte rei se dice tambin ex natura rei [distinc- tio ex natura rei]. A perfection (vase infra). A posteriori (vase A PRIORI). A potiori - A digniori - A perfec- tion. La definicin de una cosa a po- tiori es la que se lleva a cabo teniendo en cuenta lo mejor [lo ms digno; lo perfecto] que haya en la cosa defi- nida. A priori (VASE). A quo - Ad quem. Al hablar del movimiento (VASE) como movimien- to local, la locucin a quo es usada para indicar el punto de arranque y la locucin ad quem es usada para indicar el punto terminal del movi- miento de un mvil. A quo y ad quem pueden referirse asimismo a un razo- namiento, en cuyo caso indican res- pectivamente el punto de partida y el fin o la conclusin. A se (VASE). A simultaneo (vase Dios; ONTO- LGICO [ARGUMENTO] ). Ab absurdo Ab absurdis. Se usan estas locuciones para indicar que una proposicin parte de algo absurdo o de cosas absurdas. Ab alio (vase A SE). Ab esse ad posse. En la teora de- las consecuencias (vase CONSECUEN- CIA) modales se han usado una serie de locuciones por medio de las cuales. se indica si una consecuencia es o no vlida. He aqu algunas: Ab esse ad posse valet [tenet] con- sequentia [illatio] y tambin Ab illa de inesse (v.) valet [tenet] illa de- possibili. Se puede concluir de la rea- lidad a la posibilidad, es decir, si X es real, entonces X es posible. Ab oportere ad esse valet [tenet] consequentia [illatio]. Se puede con- cluir de la necesidad a la realidad, es decir, si X es necesario, entonces X es real. Ab oportere ad posse valet [tenet] consequentia [illatio]. Se puede con- cluir de la necesidad a la posibilidad, es decir, si X es necesaria, entonces X es posible. A non posee ad non esse valet [te- net] consequentia [illatio]. Se puede concluir de la imposibilidad a la no realidad, es decir, si X es imposible, entonces X no es real. Pueden formularse otras consecuen- cias modales del tipo anterior, cada una de las cuales corresponde a un teorema de la lgica modal. Ab universali ad particularem. Esta locucin se refiere al razonamiento en el cual se pasa de una proposicin universal (como 'todo S es P') a una proposicin particular (como 'algunos S son P'). El razonamiento es vlido, lo que se expresa mediante la locu- cin Ab universali ad particularem valet [tenet] consequentia [illatio]. Tambin es vlido el razonamiento que pasa de una proposicin particu- lar a una infinita [indefinida] o una singular; la frmula completa reza: Ab universali ad particularem, sive infinitam sive singularem valet [tenet] consequentia [illatio]. No es vlido, en cambio, el paso de una proposicin particular a una universal, lo que se expresa diciendo: A particulari ad imiversalem non valet [tenet] conse- quentia [illatio]. Ab uno disce omines. A partir de uno se conocen los otros. Esta locu- cin, usada originariamente para re- ferirse a personas (y especialmente a una persona de un grupo, representa- tiva del grupo), puede usarse en for- ma ms amplia para indicar que a partir de un ejemplo pueden conocerse todos los dems ejemplos (cuando menos de la misma clase); que a par- tir de una entidad pueden conocerse todas las dems entidades (cuando menos de la misma clase). Ab absurdum (vase ABDUCCIN). Ad aliquid. Esta locucin equivale a 'relativo a', 'relativamente a' y se refiere, pues, al ser relativo, o)/n proj ti (vase RELACIN). Se usa en va- rias formas, entre las cuales mencio- namos las siguientes: Ad aliquid ratione alterius (= se- cundum aliquid). Lo que tiene rela- cin con algo segn otra cosa. Ad aliquid secundum se. Lo que tiene relacin con algo segn su pro- pio ser [= modo de ser, esencial]. Ad aliquid secundum rationem tan- tum. Lo que tiene relacin con algo segn la mente o segn, el entendi- miento. Ad aliquid secundum rem. Lo que tiene relacin con algo segn la cosa misma. Ad extra - Ad intra. Ad extra se refiere a un movimiento transitivo o trascendente. Ad intra se refiere a un movimiento inmanente (vanse EMA- NACIN, INMANENCIA, TRASCENDEN- CIA). Ad hoc. Una idea, una teora, un argumento ad hoc son los que valen 22 9. solamente para un caso particular, ge- neralmente sin tener en cuenta otros casos posibles. Ad hominem. Un argumento ad hominem es el que es vlido, se supone que es vlido, o termina por ser vlido, slo para un hombre determi- nado o tambin para un grupo deter- minado de hombres. En vez de la locucin ad hominem se emplea a veces la locucin ex concessis. Ad humanitatem. Un argumento ad humanitatem es uno que se supone es vlido para todos los hombres sin ex- cepcin. Tal argumento se considera, pues, como un argumento que va ms all de todo individuo particular y, en calidad de tal, como un argumento ad rem, es decir, segn la cosa misma considerada. Ad ignorantiam. Un argumento ad ignorantiam es el que se halla funda- do en la ignorancia (supuesta o efec- tiva) del interlocutor. Ad impossibile (vase ABDUCCIN). Ad intra (vase supra). Ab judicium. Segn Locke, un ar- gumento ad judicium es un argumen- to que se justifica por el argumento mismo (por el "juicio") y no es, por tanto, un argumento ad hominem, ad ignorantiam o ad verecundiam. Ad personam. Un argumento ad personam es, en verdad, un argumen- to contra una persona determinada, fundndose en efectivas o supuestas debilidades de la persona en cuestin. Este argumento tiende a disminuir el prestigio de la persona contra la cual va dirigido. Ad quem (vase supra). Ad rem (vase supra). Ad valorem. Puede llamarse ad va- lorem a un argumento que se funda en el valor de la cosa o cosas conside- radas o defendidas. Ad verecundiam. Un argumento ad verecundiam es el que se funda en la "intimidacin" supuestamente ejercida por la autoridad o autoridades a las cuales se recurre con el fin de con- vencer al interlocutor o interlocutores. A DICTO SECUNDUM QUID AD DICTUM SIMPLICITER. Vase SO- FISMA. A FORTIORI. La expresin a for- tiori es definida de varios modos. Pueden reducirse a dos. (1) Se dice que un razonamiento es a fortiori cuando contiene ciertos enunciados que se supone refuerzan la verdad de la proposicin que se intenta demos- trar, de tal modo que se dice que esta proposicin es a fortiori verda- dera. El a fortiori representa el tanto ms cuanto que con que se expresa gramaticalmente el hecho de que a una parte de lo que se aduce como prueba viene a agregarse la otra parte, sobreabundando en lo afirmado. Con frecuencia se usa este tipo de razonamiento cuando se quiere anular toda objecin posible (y con- siderada verosmil) contra lo anun- ciado. Un ejemplo de razonamiento a fortiori en este sentido es: "Lope de Vega es un poeta, tanto ms cuan- to que en los pasajes de su obra en los que no pretenda expresarse poticamente emple un lenguaje pre- dominantemente lrico." (2) Argu- mento a fortiori se llama tambin a un razonamiento en el cual se usan adjetivos comparativos tales como "mayor que", "menor que", etc., de tal suerte que se pasa de una propo- sicin a la otra en virtud del carcter transitivo de tales adjetivos. Un ejem- plo de argumento a fortiori en este sentido es: "Como Juan es ms viejo que Pedro, y Pedro es ms viejo que Antonio, Juan es ms viejo que An- tonio." En la lgica clsica se con- sidera a veces este argumento como una de las formas del silogismo lla- mado entimema (VASE). Pero como los adjetivos comparativos citados ex- presan las ms de las veces relacio- nes, resulta que el estudio del ar- gumento a fortiori puede ser estudia- do dentro de la lgica actual en la teora de las relaciones (vase RE- LACIN ). El sentido ( 1 ) es predominante re- trico; el sentido (2), declaramente lgico. En este ltimo sentido ha sido examinado por Arthur N. Prior ("Ar- gument a fortiori", Analysis, 9 [1948- 49], 49-50). Prior indica que aunque un argumento como "Todo lo que es mayor que algo mayor que C es ma- yor que C" es un modo de decir "Los argumentos fortiori son vlidos", puede efectuarse la reduccin reque- rida sin insertar ninguna premisa y limitndose a reformular las premi- sas dadas. Aplicada al caso anterior la reformulacin da el siguiente re- sultado: "Todo el tamao que tiene B, es tamao que tiene A, y A tiene algo de tamao que no tiene B; Todo el tamao que tiene C, es tamao que tiene B y B tiene algo de tamao que no tiene C; Por lo tanto, todo el tamao que tiene C, es tamao que tiene A, y A tiene algo de tamao que no tie- ne C." A PARTE ANTE, A PARTE POST. En la literatura escolstica se distin- gue entre las expresiones a parte ante y a parte post. Por ejemplo, se dice que el alma ha existido a pane ante (a parte ante perpetua) si su ser es anterior al cuerpo, y que ha existido a parte post (a parte post per- petua) si no antecede al cuerpo, an- tes bien comienza con ste. En am- bos casos se supone, empero, que el alma permanece despus de la diso- lucin del cuerpo (post dissolutionem a corpore maneat, duret post perpe- tuo a corpore separata). A PARTE REI. Los escolsticos usan la expresin a parte rei para significar que algo es segn la cosa misma, es decir, segn la naturaleza de la cosa o, ms simplemente, se- gn ella misma. Por ejemplo, se pue- de preguntar si las cosas naturales son a parte rei o bien si resultan so- lamente de la operacin del entendi- miento. Por consiguiente, el ser parte rei se opone al ser secundum intellectum. A POSTERIORI. Vase A PRIOBI. A PRIORI. Aunque las expresiones a priori y a posteriori han sido em- pleadas abundantemente slo en la filosofa moderna y, con menor in- sistencia, en la medieval, el proble- ma a que ellas se refieren fue tratado desde la Antigedad. Cierto que en sta la diferencia entre lo que es pri- mero y lo posterior se refera ms bien a la naturaleza misma de la cosa y, por derivacin, a la del co- nocimiento. Pero la cuestin de la forma de conocimiento no quedaba de ninguna manera excluida. Se dis- tingui, as, entre el conocer por causas y el conocer por efectos, el co- nocer segn la cosa en s, y el cono- cer proj h(ma=j, quoad nos, para nos- otros. Distinciones emparentadas casi siempre con las relativas a la diferencia entre el conocimiento conceptual y el emprico, el independiente y el dependiente, etc. As pas el problema a la filosofa medieval, den- tro de la cual comenz a tratarse la distincin entre a priori y a posteriori en un sentido a veces muy parecido al moderno. Las frmulas mis- 23 10. mas solamente fueron empleadas por vez primera por Alberto de Sajonia (Prantl, IV, 78), el cual, siguiendo algunos precedentes ya entonces con- sagrados, expresaba con ellas dos formas de razonamiento en las que se iba respectivamente del principio a la consecuencia y de sta al prin- cipio. Habra aqu, pues, una signi- ficacin anloga a la que tena en la Antigedad la distincin entre la de- mostracin por la causa y por el efecto, la cual corresponda, por lo dems, al primado ontolgico de la causa, en tanto que sta sea, efectiva- mente, como la tradicin antigua ge- neralmente supona, lo que es pri- mero por naturaleza. Sin romperse el vnculo con la tradicin, antes bien reapareciendo sta en la medida en que se atac el problema a fondo, la cuestin del a priori, en el sentido actual, comienza, sin embargo, a plan- tearse slo con toda amplitud cuan- do en la poca moderna prima sobre el problema del ser la cuestin del conocimiento. Tal ocurre ya en Descartes. No hay en ste ninguna doctrina formal de lo a priori, pero su nocin de "idea inna- ta" (Med. de prima phil, II; Princ. phil., I, 10) se aproxima a la concep- cin moderna de "idea a priori". Los motivos ontolgicos priman todava, sin embargo, en la filosofa cartesiana, sobre los epistemolgicos; por eso las ideas innatas no son solamente lo pri- mero para nosotros, sino tambin la expresin de la realidad en cuanto es vista (directa e intuitivamente) en su verdad. Las ideas claras y distintas (vase CLARO) de una cosa son la cosa misma en cuanto que vista o aprehendida mediante una intuicin (VASE). Locke, en cambio, desarrolla una crtica del innatismo (VASE) que puede equipararse a una crtica de todo elemento a priori en el conoci- miento. Mas puede preguntarse si no hay en la nocin lockiana de ideas de reflexin elementos que no puedan derivarse directa o indirectamente de las sensaciones. Si la derivacin fuera indirecta, todava lo a priori se halla- ra ausente de la epistemologa de Locke. Pero si se postulara simple- mente que hay derivacin indirecta y no fuese posible mostrar cmo se lle- va a cabo, ni siquiera en principio, habra algo de aprioridad en las ideas de reflexin, cuando menos en algu- nas de ellas. Supongamos, sin embar- go, que no hay aprioridad alguna en este sentido; todava puede pregun- tarse si no hay en Locke la nocin de ciertas verdades generales distintas de las ideas obtenidas mediante percep- cin o mediante demostracin. Locke habla de estas verdades o ideas gene- rales y declara que son "meras cons- trucciones mentales" (Essay, IV, cap. vii, 9). La cuestin se plantea enton- ces del siguiente modo: son tales construcciones meras expresiones lin- gsticas? Si lo son, entonces no pue- den ser llamadas propiamente "ideas". Si no lo son, debe de haber en ellas algo a priori. Ahora bien, una distincin entre ti- pos de conocimiento que lleva a la concepcin de un a priori ( acptese o no como necesario para el conocimien- to de lo real) se encuentra por vez primera solamente en Hume y en Leibniz. La distincin propuesta por Hume (Enquiry, sec. II, parte 1) de "todos los objetos de la razn o inves- tigacin humana" en relaciones de ideas (Relations of Ideas) y hechos contantes y sonantes (Matters of Fact) equivale a una distincin entre enun- ciados analticos y sintticos respecti- vamente (vase ANALTICO Y SINT- TICO). Los enunciados analticos son completamente a priori; no proceden de la experiencia, pero no pueden de- cir nada sobre la experiencia o sobre "los hechos". Se limitan a constituir la base de razonamientos puramente formales y son descubiertos mediante la "mera operacin del pensamiento" (loc. cit.), pudiendo compararse con reglas reglas de lenguaje. A su vez, Leibniz distingue entre verdades de razn y verdades de hecho (vase ar- tculo correspondiente y las pertinen- tes citas de Leibniz). Las verdades de razn son eternas, innatas y a priori, a diferencia de las verdades de he- cho, que son empricas, actuales y contingentes. "La razn escribe Leibniz es la verdad conocida cuyo enlace con otra verdad menos conoci- da hace que demos nuestro asenti- miento a la ltima. Pero de modo par- ticular, y por excelencia, se la llama razn si es la causa no solamente de nuestro juicio, sino tambin de la pro- pia verdad, la cual se llama tambin razn a priori, y la causa en las cosas responde a la razn en las verdades." (Thodice, IV, xvii, 1). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que la aprio- ridad (lo mismo que el carcter inna- to) de las verdades de razn no signi- fica que stas se hallen siempre pre- sentes a la mente; las verdades de razn y a priori son, en rigor, aquellas que hay que reconocer como eviden- tes cuando se presentan, como dira Descartes, a "un espritu atento". No obstante las fundamentales di- ferencias que hay entre la filosofa de Hume y la de Leibniz, estos autores coinciden en un punto: en que los enunciados a priori son analticos y no sintticos. Pero mientras para Hu- me ello es consecuencia de su carcter puramente lingstico-formal, para Leibniz es resultado de su preeminen- cia sobre la experiencia. Distinta de Leibniz y de Hume es la concepcin de lo a priori defendida por Kant. Los conceptos y las propo- siciones a priori tienen que ser pensa- dos con carcter de necesidad absolu- ta. Pero no simplemente porque sean todos puramente formales. Si lo fue- sen, habra que desistir de formular proposiciones universales y necesarias relativas a la Naturaleza; la universa- lidad y necesidad de tales proposicio- nes sera entonces slo la consecuen- cia de su carcter analtico. Por otro lado, los conceptos de la razn no pueden aplicarse a la realidad en s y menos aun servir de ejemplos o para- digmas de esa realidad; toda metafsi- ca basada en puros conceptos de ra- zn trasciende de la experiencia posi- ble y es resultado de una pura imagi- nacin racional (por tanto, no sintti- ca). Kant considera que el conoci- miento a priori es independiente de la experiencia, a diferencia del conoci- miento a posteriori, que tiene su ori- gen en la experiencia (K. r. V. 2). La independencia de la experiencia debe entenderse de un modo absolu- to, no respecto a tales o cuales partes de la experiencia. Los modos de co- nocimiento a priori son pufos cuando no hay en ellos ninguna mezcla de elementos empricos (op. cit., B 3). "Todo cambio tiene una causa" no es para Kant una proposicin absoluta- mente a priori, porque la nocin de cambio procede de la experiencia. La independencia de la experiencia no debe entenderse en sentido psicolgi- co, sino epistemolgico; el problema de que se ocupa Kant en la Crtica de la razn pura no es el del origen del conocimiento (como en Locke y en Hume), sino el de su validez. Ahora bien, Kant admite que puede haber 24 11. juicios sintticos a priori. As, lo a priori no es siempre solamente anal- tico. Si fuese tal, ningn conocimiento relativo a la Naturaleza podra constituirse en ciencia. Ni siquiera el sentido comn puede prescindir de modos de conocimiento a priori. Pre- guntar si hay juicios sintticos a priori en la matemtica y en la ciencia de la Naturaleza (fsica), equivale a pre- guntar si estas ciencias son posibles, y cmo lo son. La respuesta de Kant es afirmativa en ambos casos, pero ello se debe a que lo a priori no se refiere a las cosas en s (vase COSA), sino a las apariencias (vase APARIENCIA). Los elementos a priori condicionan la posibilidad de proposiciones universales y necesarias. En cambio, no hay en la metafsica juicios sintticos a priori, porque lo a priori no se aplica a los noumena, (vase NOMENO). Kant trata en la Crtica de la razn pura (donde con ms detalle ha ela- borado la idea de la aprioridad) de las formas a priori de la intuicin ( es- pacio y tiempo) y de los conceptos a priori del entendimiento o categoras. Mikel Dufrenne ( Cfr. op. cit. infra, pgs. 11 y sigs.) ha indicado que pue- den discernirse dos grupos de proble- mas relativos a la concepcin kantiana de lo a priori. Por un lado, problemas relativos a la naturaleza del sujeto en tanto que "portador" de lo a priori. Lo a priori funda la objetividad en tanto que un sujeto constituyente (vase CONSTITUCIN Y CONSTITUTIVO) hace posible la experiencia. Pero hay aqu, en rigor, dos elementos: una condicin surgida de la naturaleza subjetiva y una condicin formal de la experiencia como tal. Si se subraya el primer elemento, se tiende a una concepcin psicolgica del sujeto trascendental; si el segundo, a una eliminacin de todo sujeto como sujeto. Por otro lado, hay problemas relativos a la relacin entre el sujeto y el objeto. Esta relacin es para Kant trascendental (VASE); no se trata de produccin del ente, sino de determi- nacin de la objetividad del objeto (de su cognoscibilidad en tanto que objeto). Pero aqu se puede conside- rar o que el sujeto trascendental ab- sorbe el objeto en su objetividad de un modo total, de suerte que las con- diciones del objeto son equivalentes a las modificaciones del sujeto, o que el objeto absorbe por entero al sujeto. Parece, en todo caso, que desde el momento en que se admite que lo a priori tiene su fuente en un sujeto de conocimiento, es imposible evitar las cuestiones ontolgicas que Kant se propona justamente evitar hasta ha- ber despejado por entero el camino para la metafsica mediante la filoso- fa trascendental. La doctrina kantiana fue a un tiempo criticada y elaborada por los idealistas alemanes postkantianos. Ejemplo de esta doble actitud es la de Hegel. Por un lado, Hegel acepta la concepcin de lo a priori en tanto que admite (cuando menos al exponer la doctrina de Kant) que la universalidad y necesidad deben hallarse a priori, esto es, en la razn (Vorlesungen ber die Geschichte der Philosophie. Teil III, Abs. iii. B; Glckner, 19: 557). Por otro lado, Hegel considera que las ex- presiones a priori y 'sintetizar' usadas por Kant son vagas y hasta vacas (Logik, Buch I, Abs. II, Kap. ii. A. Anm. 1; Glckner, IV, 250). De mo- do sorprendentemente parecido al modo como la nocin de a priori ha sido elaborada por los fenomenlogos, Hegel estima que tambin la determi- nacin del sentimiento posee elemen- tos (o "momentos") a priori (loc. cit.), con lo cual dicho filsofo ex- tiende la nocin de aprioridad a lo que no es solamente intelectual. La cuestin del a priori ha sido debatida muchas veces en el pen- samiento filosfico contemporneo. Mientras unos lo han seguido admi- tiendo en un sentido anlogo al de Kant, otros lo han rechazado, ya sea en nombre de la concepcin ms tradicional de lo a priori, ya sea en nombre de la proclamada imposibi- lidad de concebir ningn conocimien- to que no est dado bajo estas dos formas: o como procedente de la experiencia o como puramente lgico- analtico (vase ANALTICO). Lo a priori ha significado entonces lo pu- ramente vaco y formal, la "lgica que llena el mundo", para emplear la expresin de Wittgenstein. Contra- riamente a Kant, se han eliminado de lo priori todas las sntesis y todo elemento sinttico. Esta ltima con- cepcin ha asumido diversas formas, desde las ms radicales hasta las ate- nuadas. A las primeras pertenecen la mayor parte de las corrientes neo- positivistas y "analticas"; dentro de las segundas puede incluirse una con- cepcin de lo a priori como la defen- dida por C. I. Lewis. ste admite la necesidad de lo a priori (en virtud de que no hay conocimiento posible sin interpretacin), y lo proclama independiente de la experiencia, "no porque prescriba una forma que la experiencia deba cumplir o anticipe alguna armona preestablecida de lo dado con las categoras de la mente, sino precisamente porque no prescribe nada al contenido de la experiencia" (Mind and the World Order, 1929, pg. 197). Lo a priori ser verdadero sin importar a qu se refiere. Sin embargo, lo a priori anticipa caracteres de lo real (sin lo cual carecera de toda significacin), si bien de lo real en tanto que "categorial-mente interpretado". Esto tiene varias consecuencias. Primero, el rechazo de las concepciones tradicionales entre ellas, la kantiana de lo a priori. Segundo, la consideracin del conocimiento a priori como un cono- cimiento formal. Tercero, y finalmente, el hecho de que tal formalidad no equivalga a una pura vaciedad de las significaciones. Con lo cual Lewis mantiene, por as decirlo, una posicin intermedia entre la concepcin puramente formal y la puramente trascendental. Pues los principios a priori representan verdaderamente principios de orden y criterios de lo real (op. cit., pg. 231); al determinar las significaciones, la mente forja ese tipo de verdad sin el cual no habra ninguna otra verdad posible. Por eso el hecho de que los ltimos criterios de las leyes de la lgica sean "pragmticos" no significa, para el "pragmatismo conceptualista" de Lewis, la sumisin de lo formal a una decisin arbitraria cualquiera, sino el resultado del hecho de que la clasificacin categorial e interpretacin de lo real sean forzo- samente nuestra clasificacin y nuestra interpretacin. La solucin de Husserl al proble- ma es de carcter muy distinto, pero se refiere tambin a la cuestin de subrayar la aprioridad sin tener que abandonar la referencia a lo real. En la fenomenologa de Husserl, el ca- rcter de aprioridad no es propio so- lamente de las esencias formales, sino tambin de las materiales, con lo cual queda ampliado el marco de la concepcin kantiana de lo a priori, excesivamente vinculada a su sign- 25 12. ficacin formal. Gracias a esta aprio- ridad de las esencias materiales es posible, como Scheler ha realizado en la esfera de la tica, una sntesis de lo umversalmente vlido con lo concreto y, con ello, un conjunto de ciencias basadas en un "apriorismo material". Lo a priori resulta as esen- cialmente modificado, pero ello no significa que la aprioridad quede so- metida desde su principio a la obser- vacin de los hechos y a toda com- probacin fctica. Lo que es a priori se comporta respecto a lo real de una doble manera: por una parte, es independiente de l en el sentido de que en l se da la esencia de lo real aun en el caso de que ste no apa- rezca como algo efectivo y no pase de su mero ser fenmeno a ser "apa- riencia"; por otra, est vinculado a l en el sentido de que all halla cumplimiento la experiencia extra-fe- nomenolgica. De esta suerte lo priori se hace contenido intuitivo y no imposicin del entendimiento so- bre un hipottico caos de lo dado y experiencia en vez de ser for- ma impuesta a la experiencia. Toda identificacin de lo a priori con lo no "emprico" y lo formal identifi- cacin que tiene su paralelo en la no menos usual identificacin de lo a posteriori con lo emprico y lo ma- terial queda as invalidada. Lo priori no es el conjunto de formas generales que modelan una materia no menos general; la relacin entre lo formal y lo material es meramente relativa, pues lo que en un caso puede ser materia de una intuicin puede ser en otro caso forma. La opo- sicin absoluta entre lo a priori y lo a posteriori no coincide con una opo- sicin paralela entre lo formal y lo material y menos aun con una opo- sicin paralela entre lo lgico y lo algico. La posibilidad de una aprio- ridad material es tan completa, se- gn Husserl, que puede decirse que a ella pertenecen la mayor parte de las aprioridades. Adems de los textos a que se ha hecho referencia en el artculo, vanse las siguientes obras. Anlisis de la nocin de a priori: Narziss Ach, Ue- ber die Erkenntns a priori, insbeson- dere in der Arithmetik, 1913. Ni- colai Hartmann, "Ueber die Erkennt- barkeit des Apriorischen", Logos, V (1914-15), 290-329; reimp. en Klei- nere Schriften, III, 1958, pgs. 186- 218. A. Pap, "The Different Kinds of a Priori", The Philosophical Re-view LIII (1944), 464-84. H. Ne-ri Castaeda, "Analytic Propositions, Dfinitions and the A Priori", Ratio II (1959), 80-101. Mikel Dufren- ne, La notion d'a priori, 1959. Vase asimismo la bibliografa en el artculo ANALTICO Y SINTTICO. Para el priori en la teora fsica: A. Pap, The A Priori in Physical Theory, 1946. Sobre el a priori en diferentes autores y corrientes: M. Guggen-heim, Die Lehre vom apriorischen Wissen in ihrer Bedeutung fr die Entwicklung der Ethik und der Er- kenntnistheorie in der sokratisch-pla- tonischen Philosophie, 1885. Nico- lai Hartmann, Das Problem des Apriorismus in der platonischen Phi- losophie, 1936 (Sitzungsber. der preuss. Ak. der Wiss. Phil. hist. Kl. XV [1935]; reimp. en Kleinere Schrif- ten, II, 1957, pgs. 48-85). Aline Lion, Anamnesis and the A Priori, 1935. L. di Rosa, La sintesi a priori: S. Tomaso e Kant, 1950. Bella . Milmed, Kan and Current Philosophical Issues: Sortie Modem Develop-ments of His Theory of Knowledge, 1961, especialmente Caps. II, III, V y VII. Lothar Eley, Die Krise des Apriori in der transzendentalen Ph-nomelogie E. Husserls, 1962 [Phae-nomenologica, 10]. A. Silberstein, Leibniz Apriorismus im Verhltnis zu seiner Metaphysk, 1904. A. Sicker, Der leibniz-kantische Apriorismus und die neuere Philosophie, 1900. G. Hellstrm, On Hume's aprioribegrepp, 1925. G. Cesca, La dottrina kantiana dell'a priori, 1885. Rudolf Eisler, Die Weiter- bildung der Kantschen Apriorittsleh- re bis zur Gegenwart, 1895. Ake Petzll, Der Apriorismus Kants und die "Philosophia pigromm", 1933. C. Mazzantini, II problema delle ve- rita necessarie e la sintesi a priori di Kant, 1935. A SE. En el vocabulario latino de la escolstica es comn distinguir en- tre la expresin se y la expresin ab alio. A se significa "por s", "por s mismo", "desde s", "desde s mis- mo", "procedente de s", "procedente de s mismo"); ab alio significa "procedente de otro". Por este motivo un ser a se es considerado como un ser independiente, a)/narxon. Se dice, as, que Dios es a se (substantia a se) y tambin per se, ex se, pues tiene su principio (o causa) de existir en s mismo. En cambio, una entidad creada se dice que es ab alio, porque no tiene el principio (o causa) de existir en si misma, sino en otra realidad (en Dios). Esta ltima distincin es radical, pues se refiere a la raz del ser y de lo creado. Puede, sin embargo, distinguir- se entre el ser a se y el ser ab alio en un sentido menos radical. As, por ejemplo, se dice que una entidad pro- cede de otra cuando tiene simple- mente en esta otra su origen (con frecuencia causal): lux est a sole (la luz procede del sol). La distincin entre a se y ab alio es paralela con frecuencia a la distincin entre in se (VASE) e in alio, aun cuando se tiende a emplear la primera cuando so hace referencia al principio del cual procede una entidad y la segunda cuando se habla del ser de una enti- dad. Cuando se subraya el motivo de la procedencia se usan las expresiones a se moveri (que se contrapone a ab alio moveri) y a se procedere (que se contrapone a ab alio procedere). Por lo dems, el proceder de otra entidad puede entenderse en dos sentidos: se- gn el ser real (secundum esse reale) y segn el ser intencional (secundum esse intentionale). Para el significado de 'ser intencional', vase INTENCIN, INTENCIONAL, INTENCIONALIDAD. Se dice tambin del ser a se que posee aseidad (aseitas). Lo mismo que hemos visto para el ser a se, la aseidad puede afirmarse de un modo general, como un rasgo de todo ente que procede de s mismo y, por lo tanto, del ente, o de un modo (on- tolgica-formalmente) menos general, como el constitutivum metaphysicum de un ente determinado, pero nico, Dios. Algunos autores se inclinan por lo primero y dan distintas razones para apoyar su opinin: que la no- cin de referencia es demasiado for- mal y conviene slo al ente en cuan- to ente, que reducir la aseidad a Dios lleva al riesgo de absorber en ste todos los dems entes, etc. Otros, en cambio, se manifiestan partidarios de lo segundo, y alegan en favor de su tesis que la aseidad puede pre- dicarse nicamente de aquella rea- lidad en la cual la esencia subsiste en toda la plenitud del ser, es decir, que posee todas las perfecciones tanto intensivas como extensivas. A SIMULTANEO. Vase Dios, ONTOLGICA (PRUEBA). AALL (ANATHON) (1897-1943) nac. en Nseeby (Troms, Noruega), docente privado en Halle de 1904 a 26 13. 1908 y profesor en Cristiana (Oslo a partir de 1925) desde 1908, se dis- tingui primeramente por sus estudios histrico-filosficos e histrico-religio- sos, pas luego al estudio de la psi- cologa experimental y desemboc, fi- nalmente, en una filosofa de la Na- turaleza y en una metafsica. Como el propio Aall puso de manifiesto, su in- ters por la filosofa se manifest en dos esferas que juzgaba relacionadas entre s: la filosofa en su histo- ria, y lo que llam la filosofa de la existencia, es decir, de la realidad. La primera fue entendida por Aall como un estudio que no comprenda solamente la exposicin histrica de los filosofemas, sino su vinculacin con la total situacin histrica de la cual tales filosofemas haban emer- gido: no hay motivo, deca Aall, para cortar la relacin entre la so- fstica jnica y la democracia griega, entre el industrialismo moderno y la psicologa emprico-experimental. La segunda fue entendida como una filosofa de la Naturaleza desarrollada sobre bases epistemolgicas y con intenciones ltimamente metafsicas. Esta filosofa de la Naturaleza o filo- sofa crtica de la existencia tena por base positiva la investigacin psicolgica, que Aall condujo sobre todo en el sentido de una psicologa de los sentidos y que consisti en una asimilacin, crtica y superacin del mecanicismo y del energetismo contemporneos. El reduccionismo de stos era rechazado por Aall como una inadmisible adhesin al monismo metafsico. Una cierta forma de realidad, ciertamente funcional, pero no simplemente energtica, se reve- laba, a su entender, entre los coefi- cientes fisiolgicos observables y las manifestaciones psquicas. Esto cons- titua la base de la mencionada "cr- tica de la existencia real", que in- clua el anlisis psicolgico-crtico de las nociones de energa, de tiempo y de movimiento y que desembocaba, finalmente, en una concepcin funcional de la unidad del alma y del cuerpo, del espritu y de la ma- teria, as como en una filosofa de la existencia que, en sus propios trminos, deba ser designada como pluralista y que sostena que "el propio espritu y su vida, los propios contenidos empricos de carcter no mecnico, poseen realidad indepen- diente" (Die Philosophie der Gegen- wart in Selbstdarstellungen, ed. R. Schmidt, t. V, 1924, pg. 22). Obras principales: Der Logos. Ge- schichte seiner Entwicklung in der griechischen Philosophie und der christlichen Literatur, I, 1896; II, 1899 (El Logos. Historia de su evo- lucin en la filosofa griega y en la literatura cristiana). 'Om San- synliget og dens betydning logisk betraktet", Tidskr. f. Mathematik og Naturvindenskab (1897) ("Sobre la probabilidad y sus condiciones des- de el punto de vista lgico"). Macht und Pflicht. Eine Natur- und Rechtsphilosophische Untersuchung, 1902 (Poder y Deber. Una investi- gacin de filosofa de la Naturaleza y filosofa del Derecho). Ibsen og Nietzsche, 1906. Henrik Ibsen als Dichter und Denker, 1906 (H. I. como poeta y pensador). Logik, 3a ed., 1921. "Filosofien i Nor- den", Videnskapsehk, Skr. hist. fil. kl, 1 (1918) ("La filosofa en Noruega"). Psykologi, 1926. Socialpsykologi, 1938. Adems, numerosos escritos, publicados en re- vistas, sobre temas de psicologa ex- perimental, de Historia de la filosofa y de filosofa de la Naturaleza. Par- ticularmente importantes para su fi- losofa son los escritos: "Gibt es ir- gendeine andere Wirklichkeit als die mechanische?", Zeitschrift fr Philo- sophie, CLXII (1917) ("Hay al- guna otra realidad adems de la rea- lidad mecnica?") y "The Problem of Reality", The Journal of Philoso-phy, XXII (1925), 533-47 V. tambin la autoexposicin citada arriba. ABANO (PEDRO DE). Vase PE- DRO DE ABANO. ABBAGNANO (NICOLA) nac. (1901) en Salerno (Italia), profesor desde 1939 en la Universidad de Turin, representa actualmente el existencialismo (VASE) italiano. Sin embargo, el existencialismo de Ab- bagnano no es un reflejo del existen- cialismo alemn o francs, sino un re- sultado del desarrollo interno de su propio pensamiento, surgido, por lo dems, de la propia situacin filos- fica contempornea. Abbagnano re- chazaba ya en su primer libro no slo las concepciones "clsicas" de la verdad, sino tambin las que, como las intuicionistas, modernistas o pu- ramente historicistas, slo podan ser parcialmente satisfactorias. Desde un principio se trataba, pues, de encon- trar algn elemento capaz de repre- sentar un principio metafsico en el cual las dems realidades fuesen da- das sin reducirse a la pura racionali- 27 dad o absorberse en la conciencia absoluta del idealismo. Tal principio no deba apoyar ni lo puramente sub- jetivo ni lo enteramente objetivo, ni lo completamente racional ni lo abso- lutamente irracional. Por otro lado, no deba ser tampoco un compromiso eclctico. Abbagnano hall en el con- cepto de existencia (VASE) la formu- lacin de tal posibilidad. Pues este concepto replanteaba los datos mis- mos de la cuestin metafsica al insis- tir en la problematicidad esencial del principio. La problematicidad es en- tonces lo nico que permite el pensa- miento y la vida, es decir, lo que constituye su propio horizonte. Ahora bien, esto caracteriza los modos den- tro de los cuales la existencia vive o por los cuales se manifiesta: el esfuer- zo (impegno), la decisin (decisione), la eleccin (scelta) y la fidelidad (fe- delt). La unidad ltima de estos mo- dos, o la estructura fundamental de la existencia, es, por otro lado, lo que puede permitirle eludir el recaer den- tro del inmanentismo idealista: la tras- cendencia. De ah la insistencia de Abbagnano en el modo particular con que l defiende la relacin o rapporto de la existencia con el ser, a que he- mos aludido en el artculo Existencia- lismo (VASE). Por eso la existencia es, en Abbagnano, la propia relacin con el ser, y por eso los actos exis- tenciales pueden trascender hacia el ser; en suma, "hacia la unidad abso- luta del ser". Pues, en ltima instan- cia, la existencia se constituye tras- cendiendo hacia la existencia, y se reduce a este continuo trascender. Obras principales: Le sorgenti irrazionali del pensiero, 1923. problema dell'arte, 1925. Il nuovo idealismo inglese e americano, 1927. Guglielmo di Ockam, 1931. La nozione del tempo in Aristotele, 1933. La fsica nuova. Fondamenti di una teora della scienza, 1934. principio della metafsica, 1936. Lineamenti di pedagogia, 1936. La struttura dell' esistenza, 1939 (trad. esp.: La estructura de la existencia, 1958). B. Telesio (I. Telesio. II. Telesio e la filosofa del Rinascimen- to), 1941. Introduzione all'esis- tenzialismo, 1942, 2a d., 1947 (trad. esp.: Introduccin al existencialismo, 1955). Filosofa, Religione, Scien- za, 1947 (trad. esp.: Filosofa, reli gin y ciencia, 1961). Existenzia- lismo positivo, 1948 ( trad. esp. : Exis tencialismo positivo, 1953). Storia della filosofa, 3 vols. (I, 1, 1949; II, 1 y 2, 1949); III, 1953), reed. en 3 14. vols., 1953-54) (trad. esp.: Historia de la filosofa, 2 vols., 1955-56). Storia del pensiero scientifico, 1951 y sigs. Possibilita e liberta, 1956 (trad. esp.: Filosofa de lo posible, 1957). Problemi di sociologia, 1959 (coleccin de artculos [1951-1958]). Dizionario di Filosofa, 1961 ( trad. esp.: Diccionario de Filosofa, 1963). Vase autoexposicin de su filoso fa titulada "Metafsica ed esistenza" en M. F. Sciacca, Filosofi italiani contemporanei, 1944, pgs. 9-25. Vase tambin V. Fatone, La exis tencia humana y sus filsofos, 1953, cap. X. G. Giannini, L'esistenzia- lismo positivo di . ., 1956. Ma ra Angela Simona, La notion de li bert dans l'existentialisme positif de . ., 1962 [Studia Friburgensia, N. S., 32]. ABDERA (ESCUELA DE). A menudo se encuentra en las historias de la filosofa griega la expresin 'Es- cuela de Abdera'. Designa el llamado atomismo de algunos de los filso- sos presocrticos (Leucipo, Dem- crito). El nombre procede del lugar de nacimiento de Demcrito: Abdera, una colonia jnica de Tracia (donde haba nacido tambin Protgoras). Por este motivo Demcrito es llamado asimismo el abderita. Tanto este nom- bre como la expresin que designa la escuela pueden considerarse, sin embargo, slo como recursos mnemo- tcnicos. En efecto, en la poca de los atomistas la actividad filosfica griega estaba centrada en Atenas, y el perodo durante el cual floreci la Escuela de Abdera es el llamado pe- rodo tico. Por lo dems, Demcrito viaj mucho por diversos pases del Cercano Oriente y hasta se dice que tuvo contacto con los hindes. Final- mente, Leucipo, uno de los miembros de la Escuela, no naci en Abdera, sino en Mileto, y parece haber sido discpulo de Parmnides. Esto hace sospechar que hay relacin entre los eleatas y la Escuela de Abdera, rela- cin que se confirma cuando adverti- mos que cada uno de los tomos de Demcrito (vase ATOMISMO) parece haber sido concebido por analoga con la esfera de Parmnides. Para bibliografa, vanse FILOSO- FA GRIEGA y PRESOCRTICOS. ABDUCCIN. El trmino a)pagwgh/ se traduce de varios modos. Por un lado, significa reduccin. En tal caso la apagog es o la reduccin de las figuras del silogismo (VASE) a la primera figura, o la expresin abre- viada para las pruebas ad absurdum y ad impossibile. En los artculos sobre los trminos 'absurdo' y 're- duccin' hemos hecho ya referencia a estas significaciones. Nos limita- remos ahora al sentido que tiene a)pagwgh cuando se traduce por 'ab- duccin'. En este caso se trata de un silogismo cuya premisa mayor es cierta y cuya premisa menor es pro- bable. O, como dice Aristteles, "hay abduccin cuando es cierto que el primer trmino conviene al medio, siendo incierto, en cambio, que el trmino medio convenga al ltimo, aun cuando esta relacin sea tan probable o inclusive ms probable que la conclusin" (An Pr., II, 25, 69 a 20-23). Tambin hay abduccin "cuando los trminos intermediarios entre el ltimo y el medio son po- cos". En otras palabras, hay, segn Aristteles, dos modos de la abduc- cin, es decir, dos modos de silo- gismo que no proporcionan sino un conocimiento probable: en el prime- ro, la premisa mayor es evidente y la menor incierta o slo probable, y justamente de igual grado de pro- babilidad que la conclusin; en el segundo, la premisa menor es pro- bada mediante un nmero de trmi- nos medios menor que el de la con- clusin. Si suponemos, con Aristte- les, que A significa "que puede ser enseada", B, "ciencia" y C, "vir- tud", resultar que la ciencia puede ser enseada, en tanto que es incierto que la virtud sea una ciencia. "Si, pues dice Aristteles la proposi- cin BC es tan probable o ms proba- ble que AC, hay abduccin; estamos, en efecto, ms cercanos al conocimien- to por el hecho de haber agregado a la conclusin AC la proposicin BC, pues antes no poseamos de ello ningn saber" (op. cit., 69 a 25-30). Y habr tambin abduccin si supo- nemos que los trminos intermedios entre y C son poco numerosos. "Admitamos, por ejemplo, que D signifique 'ser cuadrado', E 'figura rectilnea' y F, 'crculo'. Si entre E y F hubiese slo un trmino inter- medio (p. ej., si mediante el auxilio de lnulas el crculo se igualara a una figura rectilnea), estaramos ms cerca del saber" (loc. cit.). Para Ch. S. Peirce (VASE), el tr- mino 'abduccin' designa uno de los tipos de la inferencia. Por lo tanto, Peirce utiliza dicho vocablo en sen- tido ms prximo a las expresio- nes 'reduccin al absurdo' y 're- duccin a lo imposible', si bien afir- mando que la prueba indirecta en que consistira ltimamente la ab- duccin clsica puede convertirse fcilmente en una prueba directa, y negando al mismo tiempo la legi- timidad de confundir bajo la especie comn de la apagog o reduccin al absurdo dos formas distintas. Trata- mos, por consiguiente, esta signifi- cacin que Peirce da al trmino 'abduccin' en el artculo sobre la reduccin (VASE). ABELARDO (PEDRO) o Abailard (1079-1142), llamado Peripateticus palatinus, naci en Le Pallet, en el condado de Nantes, y estudi en Pars bajo el magisterio de Guillermo de Champeaux, cuyas doctrinas combati violentamente. Con el fin de ensear sus propias doctrinas, Abelardo fund una escuela en Melun, escuela que luego traslad a Corbeil. Poco tiempo despus, no obstante, regres a Pars para estudiar de nuevo con Guillermo de Champeaux. Renovada su oposicin al maestro, se alleg muchos discpulos. Lo mismo le ocu- rri en Laon, adonde fue para estu- diar con Anselmo de Laon. Despus de ello pas a Pars y abri escuela en la montaa de Santa Genoveva, alcanzando resonantes xitos. La tor- mentosa vida de Abelardo no termi- n, sin embargo, con sus incesantes polmicas y sus discutidos libros; sus clebres amores con Elosa, su entrada en religin, su vida de magister errante, las acusaciones de San Ber- nardo y la condenacin de varias de sus tesis en los concilios de Soissons (1121) y de Sens (1140) contribuye- ron a formar la imagen de un Abe- lardo inquieto que no por azar se ha convertido en tema de inspiracin ro- mntica. Se ha sostenido a veces que Abe- lardo fue el fundador del mtodo es- colstico. Aunque esta opinin es dis- cutible, parece cierto de todos modos que dio con su obra Sic et Non una amplia difusin al mtodo basado en la contraposicin de las autoridades patrsticas con vistas a su armona y conciliacin dentro de los dogmas y tambin con vistas a la fundamen- tacin racional de stos. Por lo tan- to, el llamado racionalismo teolgico de Abelardo que ha inducido a al- gunos historiadores, con evidente exa- 28 15. ABE geracin, a considerarlo como un "ilustrado" avant la lettre no es ms que una igual oposicin a los telo- gos que se negaban a aplicar la dia- lctica (VASE) a las cosas divinas y a los que la convertan en la nica ciencia de la divinidad. Pero si Abe- lardo no fue un fundador, fue sin duda un gran incitador, de suerte que su influencia debi de ser mayor to- dava de lo que permiten sospechar las huellas dejadas en la posterior es- colstica. Sus puntos de vista son muy diversos, pero de ellos nos interesan primordialmente dos: uno se refiere a la doctrina de los universales; el otro, a la tica. En lo que toca a la primera doc- trina, Abelardo se opuso tenazmente al realismo (VASE), tal como era de- fendido por Guillermo de Cham- pame, pero no se opuso menos al nominalismo (v.), por lo menos tal como haba sido defendido por Ros- celino de Compigne. Esto ha llevado a algunos autores a la conclusin de que la posicin de Abelardo fue una preparacin para la tesis del realismo moderado, ulteriormente fundamenta- do por San Alberto el Grande y Santo Toms de Aquino. Esta opinin es considerada hoy como excesivamente simplista. No es sorprendente, pues, que haya habido entre los historia- dores de la filosofa medieval un vivo debate acerca de cul era la "verda- dera posicin" de Abelardo en el pro- blema que nos ocupa. Dos interpre- taciones se han enfrentado: la de quienes han sostenido que Abelardo fue un conceptualista y que interpret los universales como "concepciones del espritu", y la de quienes han declarado que, no obstante su crtica de Roscelino, se mantuvo en el fondo dentro de la misma corriente nomina- lista que se desarroll desde el citado filsofo hasta Guillermo de Occam. Para terciar en este debate conviene ver lo que Abelardo pensaba acerca de los universales al hilo de la doble critica de Roscelino y Guillermo de Champeaux. Ahora bien, es claro que para Abelardo los universales no eran como para Roscelino meras vo- ces, ya que stas eran concebidas como realidades mentales. Pero tam- poco eran como para San Anselmo o ms aun para Guillermo de Cham- peaux cosas, res. En su crtica de esta ltima posicin Abelardo pareci inclusive haber llevado a Guillermo ABE de Champeaux a una atenuacin de su posicin en el sentido del realis- mo de la indiferencia (VASE). Pero una vez establecido esto es preciso ver lo que positivamente enseaba Abelardo acerca de los universales. Su posicin puede esquematizarse del siguiente modo: el universal es un nombre, un nomen, y el nombre es una vox significativa. Se trata en- tonces de aclarar el sentido de la sig- nificacin y de examinar su rela- cin con lo significado. Para con- seguirlo Abelardo dedic considerable esfuerzo al anlisis lgico de la predicacin. Por lo pronto, advirti que predicar algo de una multiplici- dad es una funcin que ejercen los vocablos, los cuales convienen con varias entidades. Con ello se introdujo un nuevo concepto: el de "con- veniencia". Es un concepto difcil de precisar. Pues esta convenien- cia parece muy prxima al status me- diante el cual los realistas muy mode- rados designaban el "encuentro" en varios individuos de un carcter co- mn. En vista de estas dificultades, no es sorprendente que Abelardo de- jara a veces su posicin en un estado mucho menos preciso del que supo- nen algunos historiadores de la filo- sofa. De hecho, lo nico que puede afirmarse con relativa seguridad es que Abelardo fue un realista contra Roscelino y un nominalista contra Guillermo de Champeaux, pero no todava un realista moderado. Cierto que Abelardo declara en la lgica llamada Ingredientibus que "gneros y especies significan realmente cosas que existen verdaderamente". Pero la significacin de 'existir verdadera- mente' no queda con ello ms clara. Diremos, pues, que la solucin de Abelardo pareca tender a una vaci- lacin entre la realidad del "encuen- tro" de lo comn en los individuos, y la concepcin del universal como una inteleccin de la mente. Este l- timo aspecto fue subrayado por Abe- lardo sobre todo cuando quiso opo- nerse a la concepcin de los univer- sales como "cosas" o "naturalezas". Pero no es posible reducir a ella toda la doctrina sobre los universales de Abelardo si no queremos simplificar su posicin de un modo excesivo. En cuanto a la tica, advertiremos que se manifiestan en Abelardo an- logas vacilaciones. Por un lado, Abe- lardo pareca intentar sustituir la for- ABE ma extema de la remisin del pecado por la ntima vivencia del arrepen- timiento. Por otro lado, pareca con ello destacar nicamente la importan- cia de la conciencia moral, pero no intentar suprimir la autoridad dele- gada de Dios. Cierto que la distin- cin entre el delito y el pecado alude a la concepcin de la intencin como fundamento de la bondad o de la maldad. Mas esta bondad o maldad no son nunca completamente subjeti- vas. Menos aun pretenda Abelardo suprimir el efectivo castigo del de- lito, pues si bien el filsofo escribi en el Captulo V de su tica que "el acto del delito no es un pecado en s mismo", advirti acto seguido que en el orden humano la imposibilidad de hacer lo que Dios hace sondear la verdad en el corazn impone juz- gar la maldad segn el acto y no segn el espritu con que es ejecuta- do. As, la radicacin de la bondad o de la maldad en la intencin es ms bien un lmite extremo que una propiedad efectiva del acto; no sola- mente debe ser llenada la intencin en cada caso con un contenido que la haga real, sino que la realidad de este contenido debe, adems, coinci- dir con la ley divina. Tambin aqu, Eues, la posicin de Abelardo es osci- lante; ello enriquece, ciertamente, su pensamiento, pero hace imposible ex- ponerlo de un modo simplificado. Entre los escritos de Abelardo hay que notar, adems de su autobiografa Historia calamitatum, el De unitate et trinitate divina (escrito en 1120, condenado en 1121), el ya mencio- nado Sic et Non (1122), llamado asimismo Compilatio sententiarum o Sententiae ex divinis scripturis col- lectae; la Theologia christiana ( 1123 o 1124), la Theologia (cuya primera parte, conservada, es la Introductio ad theologiam) para la cual las fe- chas van de 1125 a 1136 1138. La Ethica o Scite te ipsum es de fecha incierta, aunque posterior a 1125. El Dialogus inter Judaeum, Philosophum et Christianum fue es- crito al final de su vida. Las obras lgicas principales de Abelardo son: Introductiones parvulorum [glosas a Aristteles, a Porfirio y a Boecio]; Logica ingredientibus [glosas a Por- firio]; Logica nostrorum petitioni [glo- sas a Porfirio]; Dialectica. Esta lti- ma comprende cinco tratados: I [an- tepredicamentos, predicamentos ( ca- tegoras), postpredicamentos]; II [si- logismos categricos]; III [tpicos]; IV [silogismos hipotticos]; V [divi- 29 16. ABE sin y definicin], Ediciones de Abelardo: Petri Abelardi Opera, Pa- risiis, 1616, por Ambroise, muy in- completa; Ouvrages indits d'Ab- lard, por Victor Cousin, Paris, 1836; refundicin y ampliacin de esta edi- cin por el mismo Cousin: I, 1849; II, 1859, con un estudio sobre Abe- lardo reproducido en Fragments phi- losophiques, II, pgs. 1-217. Edicin de Migne PL., CLXXVIII. Algunos textos ms completos y otros hasta entonces desconocidos han sido publicados posteriormente; conviene mencionar a este efecto, la publica- cin por Geyer de la lgica llamada Ingredientibus y de la lgica Nostro- rum sociorum petitioni (Cfr. Die phi- losophischen Schriften Peter Abelards, I, 1919; II, 1921; III, 1923; IV, 1933 [Beitrge zur Geschichte der Philo- sophie des Mittelalters, XXI] y sigs.); la publicacin de la Dialectica, a base del MS. Lat. 14.614 de la Bi- bliothque Nationale, de Pars, por L. M. de Rijk, 1956 (WiJsgertge Teks- ten en Studies, 1) [la seccin sobre los predicamentos, Parte I, falta en este MS.]; la ed. por L. Minio-Palue- llo de textos lgicos inditos: Abae- lardiana Indita (I. Super Perierme- nias XII-XIV; 2. Sententiae secundum M. Petrum), en Twelfth Century Lo- gic. Texts and Studies, II, 1958. Ed. crtica de Historia calamitatum, por J. Monfrin (Paris, 1960). Se anun- cia ed. de la Ethica, por L. M. de Rijk (en Wijsgerige Teksten en Stu- dies. Vase tambin la Summa boni, por vez primera editada en su integridad por Heinrich Ostlender (1939). Ch. de Rmusat, Ablard, sa vie, sa philosophie et sa thologie, 2 vols., 1845. E. Vacandard, P. A. et sa lutte avec Saint Bernard, sa doc- trine, sa mthode, 1881. A. Hjelml, Den helige Bernhard och Abaelard, 1898. J. Schiller, Abaelards Ethik im Vergleich zur Ethik seiner Zeit, 1906. F. Schreiter, Petrus Abae- lards Anschauungen ber das Ver- hltnis von Glauben und Wissen, 1912. P. Laserre, Un conflit reli- gieux au XIIe sicle, 1930 (trad. esp.: Abelardo contra San Bernardo, 1942). C. Ottaviano, Pietro Abelardo, la vita, le opre, il pensiero, 1930. J. G. Sickes, Peter Abaelard, 1932. F. Hommel, Nosce te ipsum. Die Ethik des Peter Abaelard, 1947. Rev. A. J. Luddy, The Case of Peter Ablard, 1948. Sobre Abelardo y Elosa: G. Moore, Helose et Abe- lard, 2 vols., 1921. J. Huizinga, "Abaelard", Handelingen en levens- berichten van de Maatschappij der Nederlandsche Letterkunde te Leiden (1934-1935), pgs. 66-82 (trad. esp. en el volumen del autor: Hombres e ABE ideas, 1960, pgs. 157-72). E. Gil- son, Helose et Ablard, 1938. ABENALARIF (Abu-l-'Abbas Ahmad bn Muhammad bn Musa bn Ibn 'Ata' Allah Ibn Al-'Arif) (1088- 1141) naci en Almera. Se form en el sufismo con varios maestros que, segn Asn Palacios, procedan de la escuela masarr (vase ABENMASA- RRA). Las tendencias de Abenalarif eran una combinacin de metafsica masarr y mstica neoplatnica. Segn Abenalarif, no hay comparacin ni analoga posible entre Dios y las co- sas y, por tanto, entre Dios y el hom- bre. Dios es todo y las cosas son nada; sin embargo, el hombre puede, me- diante desprendimiento de cuanto es y le pertenece, ascender, a travs de una serie de "moradas", hasta la unin mstica con Dios, que es unin de todo y nada. En el acto de la unin del hombre o, mejor dicho, del "sabio" y del "iniciado" con Dios desaparece todo rastro de mate- rialidad y hasta todo rastro de reali- dad que no sea la pura realidad de Dios en cuanto msticamente contem- plado. Abenalarif ejerci gran in- fluencia, formndose una "escuela ala- rifiana". De las obras de Abenalarif se con- serva slo el Mahasin al-Mayalis; vase Miguel Asn Palacios, "El mstico Abu-l-'Abbas Ibn al-'Arif de Almera y su "Mahsin al-mayalis", en Obras escogidas, 1946, pgs. 219 y sigs. Vase tambin Miguel Cruz Hernn- dez, Historia de la filosofa espaola. Filosofa hispano-musulmana, tomo I (1957), pgs. 301-306. ABENALSID (Ibn al-Sid) (1052- 1127) naci en Badajoz y se traslad sucesivamente a Albarracn, Toledo, Zaragoza y Valencia, donde falleci. Su pensamiento filosfico, expresado y sistematizado sobre todo en el Kitab al-hada' iq (Libro de los cercos), es una combinacin de ideas neoplatni- cas y neopitagricas, con predominio de estas ltimas. Abenalsid admite la doctrina de la absoluta unidad del Ser Supremo y la doctrina de los gra- dos de realidad paralelos a los grados de perfeccin. A diferencia de auto- res que, como Abenmasarra y el coe- tneo de Abenalasid, Abenalarif (VANSE), tendan a purificar la idea del Ser Supremo hasta el punto de que distinguan entre este Ser y su ciencia, Abenalsid destaca el carcter de inteligencia pura de Dios, el cual ABE es modelo de todo conocimiento, de modo que el conocimiento de cual- quier cosa es, en ltimo trmino, una aproximacin mayor o menor al cono- cimiento de Dios y al conocimiento que posee Dios. Abenalsid desarroll la doctrina de la creacin a base de emanaciones, y la doctrina del alma humana a base de los grados del co- nocimiento. El citado Kitab al-hada' iq (Libro de los cercos) ha sido publicado y traducido por Miguel Asn Palacios en Al-Andals, V (1940), 45-154, reimp. en Obras escogidas, de Asn, tomos II y III (1948), pgs. 485-562. Adems de dicha obra se deben a Abenalsid, entre sus libros de carcter filosfico y teolgico: Kitab al-iqtidab fi sarh adab al-kuttab (Libro de la improvisacin), ed. Beirut, 1901. Kitab al-insaf fi al-tanbib 'ala al- asbab al-muyiba li-ijtilaf al-umma (Libro del aviso ecunime acerca de las causas que engendran las discrepancias de opinin en el Islam), ed. El Cairo, 1901. Kitab al-ma- sa'il (Libro de las Cuestiones), ed. en parte por Asn, Al-Andals, III(1935), 345-89. Vase Miguel Cruz Her- nndez, Historia de la filosofa espa- ola. Filosofa hispano-musulmana, to- mo I (1957), pgs. 307-22. ABENARABI (Abu Bakr Muham- mad bn li Ibn 'Arabi) (1164-1240) naci en Murcia y se traslad muy joven a Sevilla, viajando luego por el frica del Norte y el Prximo Orien- te; sus ltimas residencias fueron Bag- dad y Damasco, en cuya ltima ciu- dad falleci. Aunque Abenarabi tuvo conocimiento de Aristteles, de Alfa- rabi y de Averroes, su pensamiento se orient en la lnea del neoplatonismo, con influencias de Abenhazam y so- bre todo de Abenalarif (VASE). Si- guiendo esta lnea, Abenarabi destac el carcter puro y absoluto de Dios como unidad suprema y neg la po- sibilidad de toda analoga entre Dios y lo creado. Ello impide el conoci- miento de Dios, pero no la posibili- dad de una "ascensin mstica". Abe- narabi dividi todo ser en tres: el ser absoluto; el no ser absoluto o nada, y el ser intermediario, que se halla en- tre el ser absoluto y el no ser absoluto. Este ltimo ser es el reino de la posi- bilidad de ser, situado ms ac de la existencia y de la no existencia. Como en el neoplatonismo, Abenarabi explica los seres creados por medio de una procesin jerrquica de gneros y es- pecies a partir del ser necesario. Im- 30 30 17. ABE portante es en el pensamiento de Abe- narabi la doctrina del amor, el cual se articula en una serie de grados que van desde la mera simpata o inclina- cin hasta el puro amor a la persona en cuanto persona independientemente de las circunstancias. La produccin de lo creado mediante procesin es consecuencia del Amor divino su- perabundante. Debe observarse que los grados del amor de que habla Abenarabi no son simplemente grados de amor "material" a amor "espiri- tual"; en el amor "material" puede manifestarse algo puramente espiri- tual. Abenarabi fue un autor muy fecun- do y se le atribuyen ms de 400 obras filosficas, teolgicas, msticas, ascticas, poticas, etc. Importantes especialmente son: Kitab al-Futuhat (Libro de las Revelaciones de la Me- ca), ed. 1876 (trad. en parte por Mi- guel Asn Palacios en El Islam Cris- tianizado [1931], pgs. 450-518). Kitab Sarh futsus al-hikam (Libro co- mentario a las perlas de la sabidura), ed. en 1891. Kitab mawaqi' al- nuyum (Libro del descenso de los as- tros), ed. 1907 (trad. en parte por Asn Palacios en op. cit., pgs. 378- 432). Kitab al-tadbirat al-Ilahiyya (Libro de la Poltica divina), ed. 1919 (trad. en parte por Asn Pala- cios, op. cit., pgs. 353-70). Kitab tuhfat al-safara (Libro del regalo del viaje mstico), ed. 1882 (trad. en par- te por Asn Palacios, op. cit., pgs. 277-329). Risalat al-anwar (Eps- tola de las luces), ed. 1914 (trad. en parte por Asn Palacios, op. cit., pgs. 433-49). Risalat al-Amr al-muhkam (Epstola del precepto taxativo), ed. 1897 (trad. en parte por Asn Pala- cios, op. cit., pgs. 300-51). Kitab Daj'ir al-a'laq (Libro del tesoro de los amantes), ed. 1904. Al-Diwan al-akbar (El gran diwan). Vase Miguel Asn Palacios, op. cit., pgs. citadas y especialmente sobre la vida y el pensamiento de Abenarabi, pgs. 96-173. Vase tambin Miguel Cruz Hernndez, Filosofa espaola. Filosofa hispano-musulmana, tomo I (1957), pgs. 267-94. ABENHAZAM (Abu Muhammad Ali bn Ahmad bn Sa 'id Ibn Hazm) (994-1063) naci en Crdoba y vivi en esta ciudad gran parte de su vida, sufriendo diversas vicisitudes polticas que lo llevaron a la crcel, a un breve destierro en Aznalcazar, de nuevo a la crcel y a un refugio en Jtiva, y de nuevo a la crcel. Abandonada la actividad poltica, se consagr ente- ABE ramente a sus estudios, especialmente de teologa y Derecho, y se retir a Huelva, donde falleci. Abenhazam es conocido hoy sobre todo por su obra Tawq al-Hamama (El Collar de la Paloma) en el que discurre ampliamente sobre la natura- leza y formas del amor, el cual es concebido como atraccin sentida por almas afines, o partes de almas afines, y en el cual se descubren diversos grados, siendo el supremo de stos el del amor como "fusin". Junto a los grados del amor Abenhazam describe sus diferentes intensidades y sus va- rias causas, en particular la causa principal: la belleza, la cual ofrece asimismo diversas formas y grados. Amrico Castro, que ha examinado lo que ha llamado "la proximidad for- mal" entre El Collar de la Paloma y el Libro de Buen Amor, del Arci- preste de Hita, ha destacado el carc- ter "personal" de la idea del amor en Abenhazam: "Ibn Hazm habla de unas vidas, la suya y las de otros, inmersas en el amor" (op. cit. en bi- bliografa, pg. 414). Pero el pensamiento de Abenha- zam no se reduce a su doctrina del amor y sus formas; Abenhazam escri- bi numerosas obras filosficas en las que trat de temas tales como la cla- sificacin de los saberes, la naturaleza del conocimiento, el conocimiento de Dios, la cuestin de las relaciones en- tre fe y razn, el problema de la subs- tancia, de la esencia y la existencia, el alma, las virtudes, etc. En su clasi- ficacin de los saberes Abenhazam in- dica que hay tres tipos de saberes posedos por el hombre: saberes pro- pios de un pueblo (como teologa, historia); saberes universales (como matemtica, medicina, filosofa) y sa- beres mixtos (como potica, retrica). Siguiendo en gran parte a Aristteles, Abenhazam estudia el proceso del co- nocimiento como conocimiento sensi- ble que lleva a la discriminacin entre lo verdadero y lo falso y, al final, a un sentido distinto de los otros cinco, el sentido sexto o comn, que apre- hende los principios primeros por me- dio de los cuales se llevan a cabo las demostraciones. Segn Abenhazam, el conocimiento de las cosas y el de los principios de la demostracin no es contrario a las verdades de la fe ni tampoco completamente independiente de dichas verdades. El conocimiento de las cosas y de los principios de ABE la demostracin no basta para alcan- zar las verdades de fe, pues stas no se derivan de aqul; sin embargo, slo el conocimiento profundo de la "filo- sofa" puede hacer acordar sta con los principios de la "teologa". Estos principios son racionales y nos mues- tran justamente la diferencia entre la realidad eterna y necesaria de Dios y la realidad temporal y contingente de las cosas. Ello no quiere decir que la razn pueda penetrar en la esencia divina; la revelacin es necesaria y no slo en las verdades de fe, sino tam- bin de algn modo en las dems verdades, fundadas en lo que ha transmitido la revelacin. Abenhazam elabor con detalle la teologa natural, tratando de la natu- raleza de Dios y de las pruebas de su existencia a base de un anlisis de las diversas opiniones relativas al asunto para concluir con "la verdadera sen- tencia" y las pruebas de ella de un modo parecido al tradicional escols- tico y en particular al de Santo To- ms. Al efecto Abenhazam hace uso de conceptos bsicos filosficos como el de substancia, atributo, ser necesa- rio, ser posible, ser imposible, etc. Dentro de su teologa natural Aben- zaham trat asimismo con gran deta- lle las cuestiones capitales de la li- bertad humana y la predestinacin, oponindose por igual al fatalismo completo y al completo "indetermi- nismo" y abogando en favor de la idea de que el hombre necesita la gracia divina una gracia suficiente y una gracia eficaz para inclinarlo al bien, pero que esta gracia no es completamente "irresistible". En la debatida cuestin de la rela- cin entre esencia y existencia, Aben- hazam defiende la distincin real en- tre ellas en las cosas creadas o, por lo menos, la idea de que en tales cosas la existencia es extrnseca a la esencia; en cambio, en Dios son idn- ticas la existencia y la esencia. Ello no significa que la doctrina de Aben- hazam al respecto sea igual a la to- mista, entre otras razones porque no tienen en ella exactamente el mismo sentido los trminos empleados: (ma- hiyya, "esencia"; anniyya, "existen- cia"). Sin embargo, es caracterstico de Abenhazam en esta y otras cues- tiones filosficas capitales una actitud "moderada". Trad. y comentario del Tawk al- 31 18. ABE Hamama, por Eduardo Garca Gmez: El Collar de la Paloma, 1952. Entre los otros escritos de inters fi-losfico de Abenhazam destacamos: Kitab fi Maratib al-'Ulum (Libro sobre la clasificacin de las ciencias). Kitab al-taqrib li-hudud al-Kalam (Libro para facilitar la comprensin del razonamiento). Kitab al-ajlaq wa-l- sir (Libro de los caracteres y la con ducta) (trad. esp. por Miguel Asn Palacios, 1916). Kitab al-ihkam fi usul al-ahkam (Libro de los princi pios de los fundamentos jurdicos). Kitab al-fisal (Libro de las soluciones divinas) (trad. esp. por Asn Palacios en Abenhazam, vase infra). Fasl f Ma ' rufat al-nafs bi gayri-ha wa yahal-ha bi-datiha (Artculo sobre el conocimiento que tiene el alma de las cosas diferentes de ella y de la igno rancia que tiene de s misma). Fundamental para Abenhazam es Miguel Asn Palacios, Abenhazam de Crdoba y su historia crtica de las ideas religiosas, 5 vols., 1927-1932. Vase tambin I. Pellat, "Ibn Hazm, bibliographe et apologiste", Al- Andals, XIX (1954), 53-102. R. Arnaldez, Grammaire et thologie chez Ibn Hazm de Cordoue. Essai sur la structure et les conditions de la pense musulmane, 1956 [tudes musulmanes, 3]. Miguel Cruz Her nndez, Historia de la filosofa es paola. Filosofa hispano-musulmana, vol. I (1957), pgs. 239-93. La obra de Amrico Castro referida su- pra es La realidad histrica de Espa a, 1954 [refundicin de Espaa en su historia, 1948; edicin renovada, 2 vols., 1963-1964]. ABENGABIROL. Vase AVICE- BRN. ABENJALDN ('Abd al-Rahman Ibn Jaldun) (1332-1406) naci en T- nez. Sus antepasados haban vivido durante varias centurias en Espaa (principalmente en Sevilla). Sus pa- dres se trasladaron al frica del Norte poco antes de que Sevilla fuera capturada por Femando III el Santo. El propio Abenjaldn fue a Espaa en 1362, al servicio del rey de Gra- nada, y estuvo como embajador del mismo en la Corte de Pedro el Cruel. En 1375 se retir a Orn, donde es- cribi casi toda su obra histrica. En 1382 se fue a Alejandra, visit el Cercano Oriente, y falleci en El Cairo. Aunque Abenjaldn se ocup asimismo de cuestiones metafsicas, sosteniendo la doctrina tradicional de la gradacin continua del ser en un sentido semejante al neoplatnico, su ms importante contribucin filosfi- ABE ca radica en su doctrina de la histo- ria, la cual expuso en sus proleg- menos a su Historia universal. Segn Abenjaldn, "la Historia es el relato de lo ocurrido en la sociedad humana o civilizacin mundial; de los cambios operados en la naturaleza de tal sociedad, tales como el estado de sal- vajismo, la sociabilidad y la solidari- dad de los grupos, de las revolucio- nes y revueltas de un grupo contra el otro, con los resultados consiguien- tes de la formacin de nuevos reinos y Estados; de las diferentes activida- des y ocupaciones de los hombres, ya sea para conseguir el sustento o bien en las varias ciencias y oficios; y, en general, de las transformaciones a que es sometida la sociedad por su propia naturaleza". Puede decirse que la historia se desarrolla de acuerdo con leyes, las cuales son leyes de grupos sociales. Estas leyes, que son obtenidas inductivamente, se aplican a todas las sociedades. Las leyes his- trico-sociolgicas son, empero, pecu- liares a la humanidad y no pueden reducirse a las circunstancias fsicas o geogrficas. De este modo es posible ordenar el aparente caos de la historia y proporcionar modelos para entender los incesantes cambios sociales. Fundamental en la investigacin de Abenjaldn es el concepto de so- lidaridad social, la cual se debe al impulso de autoconservacin de las sociedades y explica la necesidad de la autoridad. Esta solidaridad es m- xima en la fase tribal y nmada y constituye unida a la solidaridad religiosa el fundamento de la crea- cin de los Imperios y de los Estados. Ahora bien, una vez constituido un Imperio, el impulso dinmico de la sociedad decrece; ablandadas por el lujo, la seguridad y la desidia, las so- ciedades experimentan un proceso de disolucin. Una serie de etapas bien precisas conducen desde el impulso inicial nomdico de creacin imperial hasta el momento final de desin- tegracin de la sociedad, la cual es entonces dominada por otra comuni- dad todava en estado nomdico y, por consiguiente, en perfecta cohesin social, y as sucesivamente, en un pro- ceso interminable. Es obvio que el modelo concreto histrico y social de la filosofa de la historia de Abenjal- dn est constituido por los hechos de la historia norteafricana por l conocidos, pero hay en su sociologa ABE leyes de transformacin social que podran aplicarse y que, en su in- tencin, se aplican a todas las so- ciedades. La doctrina histrico-filosfica de Abenjaldn se encuentra en los Prole- gmenos a su Historia universal. Estos Prolegmenos (Muqaddima) se dividen en seis partes, que tratan: (1) de la so- ciedad humana en general, clases y distribucin geogrfica; (II) de las so- ciedades nmadas; (III) de los Estados y organizaciones polticas; (IV) de las sociedades sedentarias; (V) de la pro- duccin y economa; (VI) de la ad- quisicin de bienes. Primera trad. completa de los Prolegmenos (al in- gls): Ibn Khaldun, The Muqaddi- mah, por Franz Rosenthal, 3 vols., 1959 (Bollingen Series, 43), con int. crtica y bibliografa (esta ltima por W. J. Fischer). Esta trad. incluye por- ciones omitidas en la trad. francesa de W. M. de Slane (1862-68). Vase T. Hussein, La philosophie so- ciale d"Ibn Khaldoun, 1918. N. Schmidt, Ibn Khaldun, 1930.