Socrates y La Mayeutica

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Sócrates y la mayéutica Mayéutica (del griego μαιευτικη, por analogía a Maya, una de las pléyades de la mitología griega), es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. La mayéutica se basa en la dialéctica, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada ser humano. La técnica consiste en preguntar al interlocutor acerca de algo (un problema, por ejemplo) y luego se procede a debatir la respuesta dada por medio del establecimiento de conceptos generales. El debate lleva al interlocutor a un concepto nuevo desarrollado a partir del anterior. Por lo general la mayéutica suele confundirse con la ironía o método socrático y se atribuye a Sócrates. La invención de este método del conocimiento se remonta al siglo IV a.C. y se atribuye por lo general al Sócrates histórico en referencia a la obra Teeteto de Platón. Pero el Sócrates histórico empleó la llamada ironía socrática para hacer comprender al interlocutor que lo que se cree saber no está en lo que se pensaba como creencia y que su conocimiento estaba basado en prejuicios. La mayéutica, contrariamente a la ironía, se apoya sobre una teoría de la reminiscencia. Es decir, si la ironía parte de la idea que el conocimiento del interlocutor se basa en prejuicios, la mayéutica cree que el conocimiento se encuentra latente de manera natural en la conciencia y que es necesario descubrirlo. Este proceso de descubrimiento del propio conocimiento se conoce como dialéctica y es de carácter inductivo. Etimología Mayéutica es una simple palabra griega (μαιευτικη) dicha "maieutike" y que traduce obstetricia , es decir, la que se ocupa del parto o embarazo . 2 La madre de Sócrates, Fainarate , era comadrona.

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Sócrates y la mayéutica

Mayéutica (del griego μαιευτικη, por analogía a Maya, una de las pléyades de la mitología griega), es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. La mayéutica se basa en la dialéctica, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada ser humano.

La técnica consiste en preguntar al interlocutor acerca de algo (un problema, por ejemplo) y luego se procede a debatir la respuesta dada por medio del establecimiento de conceptos generales. El debate lleva al interlocutor a un concepto nuevo desarrollado a partir del anterior. Por lo general la mayéutica suele confundirse con la ironía o método socrático y se atribuye a Sócrates.

La invención de este método del conocimiento se remonta al siglo IV a.C. y se atribuye por lo general al Sócrates histórico en referencia a la obra Teeteto de Platón. Pero el Sócrates histórico empleó la llamada ironía socrática para hacer comprender al interlocutor que lo que se cree saber no está en lo que se pensaba como creencia y que su conocimiento estaba basado en prejuicios. La mayéutica, contrariamente a la ironía, se apoya sobre una teoría de la reminiscencia. Es decir, si la ironía parte de la idea que el conocimiento del interlocutor se basa en prejuicios, la mayéutica cree que el conocimiento se encuentra latente de manera natural en la conciencia y que es necesario descubrirlo. Este proceso de descubrimiento del propio conocimiento se conoce como dialéctica y es de carácter inductivo.

Etimología

Mayéutica es una simple palabra griega (μαιευτικη) dicha "maieutike" y que traduce obstetricia, es decir, la que se ocupa del parto o embarazo.2 La madre de Sócrates, Fainarate, era comadrona.

Sócrates modificó el significado médico que tenía mayéutica y lo reorientó al ámbito filosófico. Mientras el significado real de mayeutica es «El arte de hacer nacer (bebés)» Sócrates lo focalizó en «El arte de hacer nacer (al humano pensador)». El estilo socrático es que a base de preguntas, el receptor de ellas medite y encuentre la respuesta el mismo.

Posible origen

Los únicos documentos que atribuyen la invención de la mayéutica a Sócrates son los diálogos de Platón El banquete y Teeteto. Por lo tanto, no está históricamente demostrado que Sócrates haya sido su inventor.

Su tema fundamental es la pregunta: ¿Qué es el conocimiento? Teeteto, un joven estudiante de matemática y ciencias afines, propone tres definiciones que son

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rechazadas por Sócrates. El saber no puede ser definido ni como percepción, ni como opinión verdadera, ni tampoco como una explicación acompañada de opinión verdadera. Sócrates rebate estos argumentos desde un punto de vista crítico, es decir sólo cuestiona lo que propone Teeteto a través de preguntas y no formula un concepto de lo que es conocimiento.

De este diálogo proviene una definición tradicional del conocimiento, la que lo considera como creencia verdadera justificada.

Técnicas: mayéutica e ironía socrática

Esta técnica, es una evolución de los conocimientos técnicos del orfismo los cuales se basan en la creencia de la Teoría de la reminiscencia y la práctica de la catarsis, especialmente desarrollada en Pitágoras.

La mayéutica consiste en la creencia de que existe un conocimiento que se acumula en la conciencia por la tradición y la experiencia de generaciones pasadas. Por lo tanto, en la mayéutica el individuo es invitado a descubrir la verdad que se encuentra en él latente sin haberla hecho consciente, mientras que la ironía, históricamente creada por Sócrates, combate en el individuo lo erróneo de lo que cree saber y tiene como verdad, siendo falso.

La ironía se dirige a aquellas personas que pretenden saber, pero que en realidad son ignorantes, mientras que la mayéutica se dirige al que se cree un ignorante sin serlo.

Presentada por Sócrates

En filosofía el concepto de mayéutica es erróneamente ligado al personaje histórico de Sócrates.

El primer texto de Platón (en orden cronológico) que relaciona la mayéutica al personaje Sócrates es El banquete. Sócrates, que repite las palabras de la sacerdotisa Diotima, dice que el alma de cada hombre está embarazada y que quiere dar a luz. Sin embargo, este parto no puede llevarse a cabo, dice la hermosa Diotima. Es precisamente el papel del filósofo el de ayudar dar a luz al alma (el "partero") y esta luz es la Belleza que se define como el λóγος. De este parto viene la palabra "mayéutica, que traduce "la partera".

El segundo diálogo platónico para comprender la mayéutica puesta en el personaje de Sócrates es el Teeteto en donde Sócrates es presentado como un "partero de espíritus".3

Método mayéutico: La mayéutica se integra necesariamente a la ironía socrática, la cual es la primera fase de depuración del pensamiento de prejuicios.

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Los elementos básicos del diálogo socrático son la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión. Entre estos elementos está la idea inicial que puede ser errática o ignorada y la idea final que es a la cual se llega por medio del discernimiento intelectual.

En este sentido se pueden determinar tres fases dentro de la escuela socrática:

La ironía socrática: En esta, el estudiante responde sin pensar mucho en lo que dice. Por lo general, el estudiante o discípulo piensa que lo que cree es cierto, pero en realidad no ha tenido tiempo de desarrollar un pensamiento objetivo acerca de lo que cree. Esto corresponde a lo que se conoce en filosofía como el prejuicio. El filósofo debate la idea que tiene el discípulo por medio de preguntas, hasta que el discípulo descubra que lo que pensaba era errado o incompleto.

La mayéutica: Esta se pone en el segundo nivel del proceso socrático. Libre del prejuicio, el discípulo es invitado a continuar el diálogo para descubrir de manera profunda la coherencia de la verdad. Se parte de la idea que el conocimiento se encuentra latente en la conciencia humana y que es necesario hacerlo nacer, parirlo (partera = mayéutica).

Alétheia : Del griego ἀλήθεια que traduce "Verdadero", es la fase de conclusión en la cual el estudiante se hace dueño de la verdad que ha descubierto.5 Alétheia traduce literalmente "el no estar oculto", "lo que es evidente".

Referencias

1. ↑ «Mayeutica». Historia de la Filosofía. Consultado el 15 febrero de 2009. «La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates.».

2. ↑ «Etimología de mayéutica». Etimologías de Chile. Consultado el 14 de febrero de 2009.

3. ↑ Teeteto 149a.

4. ↑ Nancy Rosado Camacho. «Destreaza de pensamiento crítico.». Universidad Interamericana de Puerto Rico. Consultado el 14 de febrero de 2009.

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Platón y la dialéctica idealista

La dialéctica (del griego διαλεκτική(dialektiké), τέχνη(téchne), literalmente: técnica de la conversación; con igual significado, en latín (ars) dialectica) es una rama de la filosofía cuyo ámbito y alcance ha variado significativamente a lo largo de la historia.

Originariamente designaba un método de conversación o argumentación análogo a lo que actualmente se llama lógica. En el siglo XVIII el término adquirió un nuevo significado: la teoría de los contrapuestos en las cosas o en los conceptos, así como la detección y superación de estos contrapuestos. De manera más esquemática puede definirse la dialéctica como el discurso en el que se contrapone una determinada concepción o tradición, entendida como tesis, y la muestra de los problemas y contradicciones, entendida como antítesis. De esta confrontación surge, en un tercer momento llamado síntesis, una resolución o una nueva comprensión del problema. Este esquema general puede concretarse como la contraposición entre concepto y cosa en la teoría del conocimiento, a la contraposición entre los diferentes participantes en una discusión y a contraposiciones reales en la naturaleza o en la sociedad, entre otras.

El término adquiere un significado no circunscrito al ámbito de la retórica gracias, fundamentalmente, a los escritos del filósofo alemán G.W.F. Hegel. En la época en que escribe una de sus grandes obras (Fenomenología del espíritu, 1808) el mundo parece haberse puesto en movimiento, transformando de forma visible lo que había durado siglos. Se trata de los primeros momentos del modo de producción capitalista que, a diferencia de los anteriores, se basa primordialmente en la circulación de las mercancías y del dinero. Entonces el viejo problema filosófico del cambio se agudiza: ¿cómo entender racionalmente que una cosa pueda cambiar de apariencia y seguir siendo la misma cosa? Hegel concibe la realidad como formada por opuestos que, en el conflicto inevitable que surge, engendran nuevos conceptos que, en contacto con la realidad, entran en contraposición siempre con algo. Este esquema es el que permite explicar el cambio manteniendo la identidad de cada elemento, a pesar de que el conjunto haya cambiado.

Con el mismo proceder Karl Marx analizará la realidad social y, claramente en sus escritos a partir de 1842, la entenderá como una realidad conflictiva debido a la contraposición de intereses materiales incompatibles. Así dirá, en el Manifiesto comunista (1848), que "toda la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases"; esto es: la confrontación entre clases sociales es el motor del cambio histórico.

En el siglo XX el filósofo alemán Theodor W. Adorno titulará Dialéctica negativa (1966) una de sus obras capitales. Esta obra se inicia con una afirmación provocativa: "La formulación dialéctica negativa atenta contra la tradición". Se refiere Adorno a que en la dialéctica de Platón o en la de Hegel el resultado del movimiento de contraposición es la afirmación de algo, mientras que lo que él

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pretende es subrayar el carácter inconcluso de cualquier momento del movimiento de contraposición, tanto a nivel social como cultural.

Dialéctica espontánea en la antigüedad

Para el hinduismo, la diversidad de cosas y eventos contradictorios que nos rodean, no son sino diferentes manifestaciones del todo, llamado Brahman. Así, a los diversos aspectos de lo Divino, dieron en la India antigua distintos nombres de variados dioses que no son más que reflejos de una única realidad última, de manera que, por ejemplo, la fuerza destructora y la fuerza creadora son dos manifestaciones de esa misma realidad.

La dialéctica como método en la filosofía griega

Uno de los primeros ejemplos de aplicación del método dialéctico lo ofrecen los Diálogos del filósofo griego Platón, quien además reflexiona sobre el funcionamiento y el alcance de este procedimiento, notablemente en sus obras Gorgias, República VI y Teeteto.

En los diálogos platónicos tempranos, el procedimiento permite someter a examen cierto conjunto de creencias que mantiene determinado individuo. A partir de los diálogos medios, su alcance se amplía, para poner a prueba hipótesis o teorías con las que no necesariamente alguien está comprometido. El examen usualmente lo lleva a cabo Sócrates, quien dirige a su interlocutor una serie de preguntas para explorar si hay inconsistencias entre sus dichos. Estas preguntas son, pues, críticas y comprometedoras, y puede considerarse que equivalen a objeciones; pues naturalmente, una teoría que muestra ser contradictoria no podría aceptarse como verdadera (Vg., ha sido refutada). Por otra parte, en muchos diálogos de Platón puede constatarse cómo los interlocutores de Sócrates se defienden de sus objeciones; en ocasiones es el propio Sócrates quien responde a sus críticas anteriores. El procedimiento de preguntas y respuestas da lugar así a una discusión o controversia racional, cuyo resultado es a menudo la refutación de las ideas que se examinan. En cualquier caso, mediante la detección y eliminación de errores, el procedimiento tiende a la identificación de la verdad -o al menos, de lo que racionalmente puede aceptarse como tal. La refutación (en griego: elenchô) se convierte en un método de prueba (Vlastos, G. Socratic Studies, Cap. 1)

Casi todos los filósofos presocráticos habían escrito como profetas iluminados, sin pensar siquiera en dar alguna prueba de la validez de sus puntos de vista (M. Détienne). Una excepción importante es Zenón de Elea, quien introduce en la filosofía la idea de refutar racionalmente las teorías de sus adversarios, mostrando que conducen a paradojas. Este es el antecedente del que parten Sócrates y Platón, el último de los cuales lleva la idea un paso más lejos. Es notable que en el Parménides Platón haya utilizado el procedimiento de preguntas comprometedoras, para poner a prueba teorías de su propia factura (concretamente, la teoría metafísica de las Formas), convirtiéndose así en el

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primer filósofo que practica la autocrítica. Tal vez Platón intenta mostrar así cuánto más le interesa la búsqueda de la verdad, que la defensa de sus posiciones. En todo caso, la dialéctica (i.e., la controversia, y más fundamentalmente, la exposición a la crítica) queda perfilada por él como un procedimiento de investigación. A este gesto del clásico puede atribuirse el que la filosofía sea hoy un campo de investigación académica, y no una rama de la mitología o de la literatura fantástica.

Para Aristóteles, la búsqueda de la base filosófica de la ciencia (y de la propia filosofía) requiere un ejercicio dialéctico. En la Metafísica, Libro Γ (o IV), Cap. 4, Aristóteles explica por qué la búsqueda de una prueba de los "principios" debe hacerse mediante una demostración refutativa, y en cambio sería imposible dar de ellos una "demostración" (vg., una prueba positiva de ellos). Aristóteles también trata de la dialéctica en los Tópicos.

Esta clase de justificaciones o pruebas, que la actividad dialéctica permite conseguir según los clásicos, sólo pueden desarrollarse gracias a la confrontación de puntos de vista opuestos. Sin embargo, a partir de la Ilustración se difundió ampliamente, aunque al parecer sin discusión de por medio, un juicio contrario, de David Hume, quien en la Investigación sobre el Entendimiento Humano § 4, afirma sin más que todo razonamiento humano es inductivo (en sus términos, "probable", o "moral") o deductivo ("demostrativo"); por tanto, no dialéctico sino monoléctico. Es decir que según Hume, toda prueba científica o filosófica debe ser construíble en su integridad desde un único punto de vista. Esta idea no ha sido suficientemente discutida, y puede considerarse como una hipótesis, tanto como la idea contraria.

Bibliografía

Tratado de la argumentación, Chaïm Perelman y L. Olbrechts-Tyteca A Systematic Theory of Argumentation, Frans Eemeren y Rob Grootendorst

The New Dialectic, Douglas Walton

Détienne, Marcel Los maestros de verdad en la Grecia arcaica. México: Sexto Piso Ediciones. ISBN 968-5679-21-5

Détienne, M. "From Practices of Assembly to the Forms of Politics. A Comparative Approach", en Arion, Invierno 2000.

Pardo Tovar, Andrés Historia de la Filosofía y Filosofía de la Historia. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1970.

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Doxa (δόξα) es una palabra griega que se suele traducir por 'opinión'. Fue un concepto utilizado por Parménides, al distinguir la «vía de la verdad» de la «vía de la opinión», y más tarde por Platón.

Según Platón la doxa' se trata de un conocimiento fenoménico y, en consecuencia, según él, engañoso. La doxa comprendería dos grados: eikasia (εἰκασία) y pistis (πίστις), es decir, imaginación y fe o creencia. Platón contrapone la doxa a la episteme; a veces esta última se traduce como conocimiento científico pero, según Platón, la episteme solo tiene desarrollo en el mundo de las ideas (conocimiento intelectual) y no el mundo sensible (conocimiento sensible).

Platón criticaba la doxa, pero, sobre todo, despreciaba a quienes hacían del falso conocimiento y de la apariencia de sabiduría un medio de lucro personal o de ascendencia social. A estos personajes los denominaba doxóforos, «aquellos cuyas palabras en el Ágora van más rápidas que su pensamiento». Una definición que bien podría aplicarse hoy a la mayoría de los impropiamente llamados «tertulianos» en los medios de comunicación actuales, meros «profesionales de la opinión».

Existe una relación entre la doxa y la episteme explicada a través de la alegoría de la caverna.

Platón allí distingue entre doxa/episteme. La doxa es opinión, conocimiento superficial, empírico, engañoso e incluso falso. La episteme es la ciencia, versa sobre lo inteligible. La doxa comprende dos grados: eikasia y pistis o imaginación y fe o creencia.La eikasia es un conocimiento que descansa sobre analogías superficiales y metáforas. La pistis se ocupa de los objetos de la imaginación.

La episteme comprende dos grados: la dianoia o conocimiento racional discursivo y la noesis o intuición intelectual. La dianoia es el conocimiento hipotético, mediato que procede por demostración. La noesis es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas, es la dialéctica, un saber anhipotético. Es un conocimiento inmediato y directo de las Ideas. Las matemáticas son un ejemplo de dianoia, emplean un método racional, lógico, método discursivo descendente, deductivo: parten de una hipótesis y deducen conclusiones. En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente. El dialéctico rebasa y supera las hipótesis y llega a un principio no hipotético. El dialéctico parte de una Idea y asciende hasta la Idea suprema. Ello presupone que el mundo de las Ideas se encuentra jerarquizado y que la Idea suprema es el primer principio cuyo conocimiento hace verdaderamente inteligibles las demás Ideas. Esta Idea es la Idea del Bien. Finalmente, el dialéctico emprende el camino inverso: desciende desde la Idea suprema encadenando con ella todas las demás Ideas. De este modo, el dialéctico consigue establecer la comunicación (koinonía) y trabazón (symploké) entre las Ideas, adquiriendo una "visión sinóptica" del Mundo inteligible.

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Sócrates

Sócrates (en griego, Σωκράτης, Sōkrátēs) (470 – 399 a. C.) fue un filósofo griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue el maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo; estos tres son los representantes fundamentales de la filosofía griega.

Nació en Atenas, donde vivió durante los dos últimos tercios del siglo V a. C., la época más espléndida en la historia de su ciudad natal, y de toda la antigua Grecia. Fue hijo de Sofronisco – motivo por el que en su juventud lo llamaban Sōkrátis iōs Sofroniskos (‘Sócrates hijo de Sofronisco’) –, de profesión cantero, y de Fainarate, comadrona, emparentados con Arístides el Justo.

Según Plutarco, cuando Sócrates nació su padre recibió del oráculo el consejo de dejar crecer a su hijo a su aire, sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos.1 2 No obstante, ni Jenofonte ni Platón mencionan esta intervención del oráculo, lo que hace pensar que pueda ser una tradición popular muy posterior.1

Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza.[cita requerida]

Se casó con Xantipa (o Jantipa), que era de familia noble y trataba muy mal al filósofo. De ahí que los romanos apodaran a las mujeres de mal carácter como xantipas.

Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún griego más sabio que él (Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en realidad creían saber más de lo que realmente sabían. Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio, Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas. Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual queda expresada con su célebre frase «Yo sólo sé que no sé nada» (Εν οιδα οτι ουδεν οιδα [en oida oti ouden oida]). Su más grande mérito fue crear la mayéutica, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la

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resolución de los problemas que se planteaban por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según pensaba, el conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la relación entre el ser humano y la naturaleza.

La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.

Esto le convierte en una de las figuras más extraordinarias y decisivas de toda la historia; representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, y es un singular ejemplo de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia.

El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la atención de las personas.

Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas. Conocemos sus ideas porque Platón se basó en ellas para escribir sus diálogos.

Sócrates nació en Atenas el año 470 a. C. y murió en el 399 a. C. Hijo de un escultor y una comadrona, recibió una educación tradicional: literatura, música y gimnasia. Más tarde se familiarizó con la dialéctica y la retórica de los sofistas. Al principio, Sócrates siguió el trabajo de su padre; realizó un conjunto de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la Acrópolis hasta el siglo II a. C. Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como hoplita con gran valor en las batallas de Potidea en el 432-430 a. C., Delio en el 424   a.   C. , y Anfípolis en el 422 a. C.

Era de pequeña estatura, vientre prominente, ojos saltones y nariz exageradamente respingona. Su figura era motivo de chanza. Alcibíades lo comparó con los silenos, los seguidores ebrios y lascivos de Dioniso. Platón consideraba digno de ser rememorado el día que le lavó los pies y le puso sandalias (a Sócrates), y Antifón, el sofista, decía que ningún esclavo querría ser tratado como él se trataba a sí mismo. Llevaba siempre la misma capa, y era tremendamente austero en cuanto a comida y bebida.

Fue el verdadero iniciador de la filosofía en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. El método de Sócrates era dialéctico: después de plantear una proposición analizaba las preguntas y respuestas suscitadas por la misma. Sócrates describió el alma como aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación de inteligencia y carácter.Tuvo gran influencia en el pensamiento occidental, a través de la obra de su discípulo Platón.

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Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, a quienes solía responder mediante preguntas. Privilegió un método, al cual denominó (probablemente evocando a su madre partera) mayéutica, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades.

Fue obediente con las leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su país dedicándose a la filosofía. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro. Platón describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y agudeza mental.

La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud, y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales. En este sentido influyó en sus discípulo Platón y, a través de él, en Aristóteles.

Otro pensador y amigo influenciado por Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela cínica de filosofía. Sócrates también fue maestro de Arístipo, que fundó la filosofía cirenaica de la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Tanto para los estoicos como el filósofo griego Epicteto, para el filósofo romano Séneca el Viejo como para el emperador romano Marco Aurelio, Sócrates representó la personificación y la guía para alcanzar una vida superior.

Pensamiento

Sócrates no escribió obra alguna y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático; es decir, la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece mayor consideración.

La influencia de Sócrates: Sócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros filósofos que, en mayor o menor

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medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de Megara (fundador de la Escuela de Megara), Fedón de Elis (Escuela de Elis), el ateniense Antístenes (Escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope), Arístipo de Cirene (Escuela cirenaica) y Epícuro, fundador del Jardín.

Referencias

1. ↑ a b The Life of Socrates, John Gilbert Cooper, London 1759, p. 15 (hay un facsímil en Googlebooks)

2. ↑ Jean Brun: Sócrates (pág. 33). Conaculta, 1995.

3. ↑ Platón, Diálogos. Volumen III: Fedón, Banquete, Fedro. Páginas 141-142. Biblioteca Clásica Gredos 93. Madrid: Editorial Gredos, 1986 (2004). ISBN 978-84-249-1036-5.

4. ↑ "Del resto de la literatura socrática que se produjo en el período inmediatamente posterior a su muerte, no se ha conservado virtualmente nada, excepto unos pocos fragmentos de su seguidor Esquines, y las fuentes más tardías dicen poco que interese y que no esté tomado de Platón o de Aristóteles". Guthrie, W. K. C. (1988/2003). Historia de la filosofía griega. Volumen III. Siglo V. Ilustración. Parte Segunda: Sócrates. XII. El problema y las fuentes. 1. Generalidades. Madrid: Editorial Gredos. pp. 315. ISBN 978-84-249-1268-0.

5. ↑ Que con algunas reservas puede interpretarse como proceso de inducción necesario que permite pasar de los casos particulares al concepto general. Puede considerarse así siempre y cuando no introduzcamos en el pensamiento de Sócrates los matices modernos que el problema de la inducción supone.

6. ↑ Que viene a querer significar tal como señala Aristóteles en Tópicos /A, 18, la idea de concepto universal aplicado a la definición.

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La filosofía antropocéntrica

a) La posición ética de Sócrates: La importancia de Sócrates, nacido en Atenas en el año 470 y fallecido en la misma ciudad en el 399 antes de Cristo, dimana de que hizo de la preocupación filosófica un instrumento para el propio conocimiento. Oponiéndose a los sofistas, Sócrates parte de una posición ética ante la vida. El hombre puede aproximarse al ente, es decir, puede conocer la verdad. Y debe conocerla mediante un esfuerzo ético, que al mismo tiempo que presupone la actividad intelectual incluye a las potencias volitivas. Nuestros actos deben dimanar de un concepto racional, de una diferenciación entre lo justo y lo injusto, entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso. Esta fue, en realidad, la gran contribución de Sócrates a la filosofía: la subordinación del conocimiento a la conducta o, mejor dicho, el que la conducta del hombre -ser racional- debe corresponder a su naturaleza espiritual.

Sócrates experimenta, pues, una preocupación fundamental por el hombre, sujeto consciente de sus propios actos. Y cree que el individuo de la especie humana posee una disposición o capacidad radical, distinta para cada uno, que es "su virtud", fuerza o disposición que se puede perfeccionar.

b. La introspección.Sin embargo, el problema consiste en descubrir esa fuerza o virtud individual. Para ello, aconseja Sócrates la instrospección: -"Conócete a ti mismo". Vale decir que el hombre es capaz de descubrir por sí mismo la verdad, porque forma parte de una verdad total. Esta consideración le lleva a una primera conclusión: que el hombre debe adoptar una actitud ética ante la vida. Pero en la búsqueda de la verdad orientadora de la vida, el hombre tiene que ser ayudado. Y es aquí donde surge el pedagogo: Sócrates fue el primero de los grandes pedagogos del mundo occidental. c. La mayéutica: Para ayudar al hombre a encontrar en sí mismo la verdad, Sócrates inventó un procedimiento didáctico indirecto: la mayéutica o "arte de hacer dar a luz los espíritus". Este procedimiento se apoya en el principio de que la ciencia o "sabiduría" no se comunica, sino que cada cual puede descubrirla en sí mismo a condición de que sepa buscarla metódicamente. En lo que puede ser ayudado mediante preguntas hábilmente formuladas y graduadas. En realidad el método del diálogo socrático se basa en definiciones y clasificaciones de conceptos. O se examinan todas las especies posibles para incluirlas en un género único, o se divide el género en todas sus especies.

Sin embargo, para Sócrates los géneros y las especies no son simples nociones, sino definiciones o proposiciones. El paso de una proposición a otra opera a virtud de un razonamiento deductivo o inductivo, pero fundado siempre en dos tipos

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complementarios de relaciones abstractas: la inclusión y la exclusión. Para Sócrates, la definición consiste en delimitar el qué es cada cosa o el qué de cada cosa, así se trate de un concepto abstracto o de una cosa concreta, de tal modo que no se confunda con otra. Definir correctamente equivale a encontrar la esencia de cada cosa.

Los sofistas

El término sofista, del griego sophía (σοφία), "sabiduría" y sophós (σοφός), "sabio" es el nombre dado en la Grecia clásica, de aquel que hacía profesión de enseñar la sabiduría. Sophós y Sophía en sus orígenes denotaban una especial capacidad para realizar determinadas tareas como se refleja en la Ilíada (XV, 412). Más tarde se atribuiría a quien dispusiera de "inteligencia práctica" y era un experto y sabio en un sentido genérico. Sería Eurípides quien le añadiría un significado más preciso como "el arte práctico del buen gobierno" (Eur. I.Á.749) y que fue usado para señalar las cualidades de los Siete Sabios de Grecia. Sin embargo, al transcurrir el tiempo hubo diferencias en cuanto al significado de sophós: por una parte, Esquilo denomina así a los que dan utilidad a lo sabido, mientras que para otros es al contrario, siéndolo quien conoce por naturaleza. A partir de este momento se creará una corriente, que se aprecia ya en Píndaro, que da un significado despectivo al término sophós asimilándolo a "charlatán".

Los sofistas eran los sabios primitivos que a partir de Sócrates y Platón perdieron su prestigio, siendo designados con este nombre en sentido peyorativo. Eran pensadores que en el siglo quinto antes de Cristo se dedicaban a enseñar principalmente retórica, o sea el arte de hablar bien y de la erística, o arte de persuadir y convencer. El objetivo de los sofistas era darle la formación a los jóvenes, que ellos consideraban necesaria, para dedicarse a la política.El sofismo representa el fin del período llamado cosmológico, en que la inquietud del saber se centraba en la naturaleza, y el inicio del período antropológico, centrado en el hombre.

La inestable situación política de Grecia obligaba al ciudadano libre a intervenir más en los asuntos del Estado en virtud de la disparidad de las doctrinas filosóficas existentes. Los sofistas no creían en el ideal de la verdad absoluta y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la virtud como la capacidad de ser eficaz en política. Para el sofismo toda moral y cultura proviene del hombre y este concepto los llevó a romper con el pensamiento tradicional que los llevó a un escepticismo y relativismo subjetivo. Creían en el carácter funcional del lenguaje y en que no existe un conocimiento válido y necesario, y esta forma de pensar los convirtió en los primeros en incursionar en una teoría del conocimiento.

Las doctrinas de Parménides y Heráclito llevaron a una actitud escéptica sobre la validez de la percepción de los sentidos, ya que si según Parménides el Ser es

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estático, inmóvil, eterno y el movimiento ilusorio; la percepción nos engaña; o si según Heráclito todo está cambiando sin cesar y lo único seguro es el cambio, también es imposible darle crédito a lo que percibimos.

La opinión de filósofos prominentes antes de Sócrates y Platón, aún se contradecían unos a otros porque todavía no habían surgido pensadores capaces de hacer una síntesis superior, con lo verdadero de ambas posturas. Por lo tanto, existía desconfianza en las cosmologías de los filósofos presocráticos, que provocó volver la mirada del hombre hacia sí mismo. Platón fue el que brindó la posibilidad de tener en cuenta la mutabilidad y la estabilidad de las cosas y también la reflexión sobre las civilizaciones y las culturas. Estas diferencias hacían que se cuestionaran sobre si las distintas formas de vivir y los diferentes códigos religiosos y éticos eran producto del hombre y en consecuencia mutables o bien impuestos por ley, o tal vez dependían de la naturaleza, o podían ser verdades reveladas en forma sagrada o divina.

Protágoras, el más notable de los sofistas, se ocupaba del microcosmos más que del macrocosmos, o sea del hombre, como el misterio más grande, su civilización y sus costumbres. El sofismo también se diferenció de la filosofía griega por su método, ya que aunque la vieja filosofía no excluía la observación empírica era típicamente deductiva, o sea que una vez que el sabio tenía un principio constitutivo general del mundo debía explicar a partir de él los fenómenos concretos. En tanto que los sofistas trataban de reunir una gran cantidad de observaciones de hechos particulares para sacar conclusiones, tanto teóricas como prácticas, siendo su método por lo tanto, empírico inductivo.

Estas conclusiones no pretendían establecer normas basadas en una verdad absoluta; a diferencia de la filosofía griega antigua que buscaba la verdad objetiva, ya que los cosmólogos querían descubrir esa verdad objetiva del mundo en forma desinteresada .El método sofista más cuestionado era la enseñanza de la erística o el arte de persuadir y ganar las controversias, principalmente en lo concerniente a ganar los litigios judiciales. Obviamente en la práctica, esta habilidad podía equivaler a que la causa injusta pareciera justa, cuestión contraria al afán de llegar a la verdad de los antiguos filósofos. Los jóvenes recibían con entusiasmo las enseñanzas sofistas pero los mayores tradicionalistas temían por la formación de sus descendientes. El sofismo sirvió de transición a la fase de la filosofía de Platón y Aristóteles que siempre los consideraron en forma peyorativa.

Fuente: “Sócrates y Platón-Vida, pensamiento y obra, Colección Grandes Pensadores, Edic. Planeta DeAgostini, S.A., año 2007

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Bibliografía

Intr., trad. y notas de A. Melero Bellido. Rev.: A. A. González Terriza y R. Herrera Montero (1996). Sofistas. Testimonios y fragmentos. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1806-4.

Protágoras

Protágoras de Abdera (en griego Πρωταγόρας) (Abdera 485 a. C.-411 a. C. aproximadamente), sofista griego. Admirado experto en retórica que recorría el mundo griego cobrando elevadas tarifas por sus conocimientos acerca del correcto uso de las palabras u ortoepeia. Platón le acredita como el inventor del papel del sofista profesional o profesor de "virtud" (entendida no como "bondad" sino como conocimiento y habilidad para tener éxito mundano).

Protágoras fue un pensador viajero, celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la constitución de la nueva colonia de Turios, que redactó hacia 444 o 443 a. C. y en donde por primera vez en la historia, se estableció la educación pública y obligatoria. También viajó a Sicilia y a otras ciudades de Asia Menor en funciones de maestro de retórica y conducta, recibiendo a cambio cantidades notables de dinero, como el resto de sofistas. El magisterio que llegó a ejercer en el área de influencia griega se extendió en el tiempo durante cuarenta años, según nos cuenta Platón

Platón le dedicó uno de sus diálogos, el Protágoras, que aún hoy puede leerse como un cuadro vivo, animado y colorido, aunque con escaso rigor histórico, sobre los distintos tipos de sofistas que habitaban en la mansión de Calias –rico ateniense, una especie de mecenas, rodeado de intereses comerciales, políticos, artísticos y militares-. Junto a Gorgias, fueron los únicos sofistas en ser considerados en calidad de filósofos por Platón y Aristóteles. Sócrates guardaba gran estima de ellos por sus cualidades retóricas y la profundidad de sus predicados, a pesar del uso que podían hacer de ellos.

Según la mayoría de los autores antiguos, Protágoras era originario de la ciudad de Abdera, afirmación sólo discutida por el dramaturgo ateniense Eupolis, quien lo estimaba natural de Teos, en Asia menor.2 También, con cierto consenso, se indicaba la 84 olimpiada (años 444 a 441 a. C.) como su acmé o época de plenitud,3 dato a partir del cual, modernamente, se suele fijar la fecha de su nacimiento en torno al año 485   a.   C.

Se lo tenía por discípulo de Demócrito,5 aunque Filóstrato cuenta que también se habría relacionado con magos de Persia en los tiempos de la expedición del rey Jerjes contra Grecia.6 Se decía que en su juventud había trabajado como cargador,7 inventando un cojín llamado tyle que facilitaba el transporte de la carga. Según Diógenes Laercio, Demócrito quedó tan impresionado con el ingenio del

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joven Protágoras manifestó en dicho invento, que decidió adoptarlo como discípulo.

Se contaba a Protágoras entre los creadores del arte retórico, señalándosele como el primero en introducir los razonamientos heurísticos.

También se lo tenía por iniciador de la práctica de recibir honorarios a cambio de enseñanzas, siendo estos particularmente elevados.12 Según Platón, Protágoras habría ganado en su comercio educativo más dinero que todo el reunido por "Fidias y otros diez escultores más." Refiere, también Platón, el criterio usado por el sofista para recibir el pago de honorarios; hace decir a Protágoras: "Cuando [un discípulo] ha aprendido conmigo, si quiere me entrega el dinero que yo estipulo, y si no, se presenta en un templo, y, después de jurar que cree que las enseñanzas valen tanto, allí lo deposita."

Era famosa en la antigüedad una anécdota acerca de un pacto de honorarios entre Protágoras y un discípulo suyo, llamado Evatlo. Habían acordado el pago sólo para el evento de que el aprendiz llegara a ganar un juicio haciendo uso de las adquiridas dotes retóricas. Evatlo, como no ganaba caso alguno, se negaba a pagar. Entonces, Protágoras lo llevó a juicio, diciéndole: "Si yo gano, es preciso que por haber ganado me entregues los honorarios; si tú ganas, por haberse cumplido la condición, también deberías pagarme." Al parecer llevó una vida errante, enseñando durante cuarenta años en las distintas ciudades griegas. Se sabe que visitó Atenas al menos en dos ocasiones, y Platón lo sitúa, ya de avanzada edad, viviendo en Sicilia.

Su relación con los atenienses tuvo dos momentos; uno en que fue bien acogido y mantuvo estrechas relaciones con los círculos de poder de la ciudad, seguido por otro, de repudio y condena.

El primero de los períodos está marcado por su amistad con Pericles, con quien, se conjetura, compartía ideales filosóficos y políticos. Eran famosos los largos debates que solían mantener ambos. En cierta ocasión, según refiere Plutarco, discutieron todo un día a propósito de la muerte del atleta Epitimio de Farsalia; se preguntaban quien había sido culpable de su muerte, si la jabalina que lo hirió, si el que la lanzó o si los organizadores del certamen. Bajo el alero de Pericles, Protágoras tuvo gran prestigio entre los los atenienses, el cual se vio reflejado en el hecho de que le encargaran la redacción de una constitución para la nueva colonia de Turios, en el año 443   a.   C. ; texto que estableció, por primera vez, la educación pública y obligatoria.

La filosofía de Protágoras encajaba bien con las ideas del círculo gobernante liderado por Pericles, dentro del cual el agnosticismo del sofista no generaba rechazo; pero una vez muerto Pericles, los nuevos líderes de la ciudad dejaron de lado la actitud tolerante. Diógenes Laercio afirma que los problemas comenzaron para el sofista cuando leyó, en casa de Eurípides (o de Megaclides), su libro Sobre los dioses, en el cual señalaba desconocer la existencia o inexistencia de seres

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divinos. A raíz de ello fue acusado de impiedad por Pitidoro, hijo de uno de los Cuatrocientos (Según Aristóteles, el acusador fue Evatlo, discípulo del sofista ). Filostrato señala que no está claro si hubo o no un proceso para llegar a la condena, que algunos dicen que fue el destierro y otros, la muerte. En todo caso, se ordenó que sus obras fueran quemadas. E. Derenne sitúa tales acontecimientos en torno al año 416   a.   C. , en vísperas de que la flota ateniense marchara en expedición contra Siracusa.

Ya sea para huir de la pena de muerte, o en cumplimiento de la orden de destierro, Protágoras se embarcó rumbo a Sicilia. A mitad del viaje el barco zozobró, a causa de lo cual el sofista murió ahogado. La mayoría de las fuentes señalan que contaba con 90 años, si bien hay algunas que refieren la edad de 70.

Obra

No nos ha llegado ninguna obra completa escrita por Protágoras, pero se conservan valiosos fragmentos en los diálogos de Platón (Protágoras Crátilo,Gorgias y Teeteto) y en textos de otros autores como Aristóteles, Sexto Empírico y Diógenes Laercio. Éste último, en su Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, nos ofrece una enumeración de las obras del sofista:

«Los libros que se conservan de él son los siguientes: El arte de la erística, Sobre la lucha, Sobre las matemáticas, Sobre el Estado, Sobre la ambición, Sobre las virtudes, Sobre el estado de las cosas en el principio, Sobre el Hades, Sobre las malas acciones de los hombres, El discurso preceptivo, La disputa sobre los honorarios, dos libros de Antilogías. Éstos son sus libros.»

La lista no contempla tres títulos conocidos a partir de otras fuentes: Sobre la verdad32 (llamada también Refutaciones o Sobre los discursos convincentes), Sobre los dioses33 y Sobre el Ser.34 Bodrero35 explica la omisión reparando en la frase "Los libros que se conservan de él son los siguientes" y señalando que lo textos no incluidos en la enumeración ya constituían obras perdidas en tiempos de Diógenes Laercio. Untersteiner, por su parte, conjetura que los títulos nombrados en la lista no serían sino capítulos de las Antilogías. Según Untersteiner,36

Protágoras habría escrito sólo dos obras: Sobre la verdad y las Antilogías. Esta última, que constaba de dos libros, habría estado dividía en cuatro secciones subdivididas, a su vez, en los títulos señalados por Diógenes Laercio. El esquema que propone Untersteiner es el siguiente:

Sección Capítulos

Sobre los dioses

Sobre los dioses; Sobre el Hades

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Sobre el Ser Sobre el Ser; El arte de la erística; La disputa sobre los honorarios

Sobre el Estado

Sobre el Estado; Sobre la ambición; Sobre las virtudes; Sobre el estado de las cosas en el principio; Sobre las malas acciones de los hombres, El discurso preceptivo

Sobre las artes

Sobre la lucha; Sobre las matemáticas

Pensamiento: El hombre como medida de todas las cosas

El principio filosófico más famoso de Protágoras alude al estatus del hombre enfrentado al mundo que lo rodea. Habitualmente se designa con la expresión Homo mensura («El hombre es la medida»), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum mensura est («El hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce al latín la sentencia original en griego. Esta última, según Diógenes Laercio, habría sido la siguiente:

πάντων χρημάτων μέτρον ἔστὶν ἄνθρωπος, τῶν δὲ μὲν οντῶν ὡς ἔστιν, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὠς οὐκ ἔστιν37

La traducción habitual al castellano nos dice

«El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.»

La frase figuraba, según refiere Sexto Empírico, en la obra perdida de Protágoras Los discursos demoledores, y ha llegado hasta nosotros a través de la transcripción de varios autores antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citada por Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias.

Interpretaciones

La sentencia acusa diversas interpretaciones, como resultado de la dificultad que implica determinar el sentido y alcance de sus tres expresiones fundamentales, a saber: a) El hombre (ἄνθρωπος); b) La medida (μέτρον); c) Las cosas (χρηματὰ).

a) Se discute si la expresión "el hombre" (ἄνθρωπος) se refiere al hombre en sentido individual o en sentido colectivo. A saber:

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1) La interpretación en sentido individual señala que el hombre al que hace mención la frase de Protágoras es cada hombre concreto, cada individuo, de tal forma que habría tantas medidas distintas para las cosas como hombres individuales hay. A tal lectura adhiere Platón, quien, por medio de Sócrates, señala en el Teeteto:

«¿No es verdad que (Protágoras) dice algo así: Tal como me parecen las cosas, tales son para mí, tal como te parecen, tales son para ti. Pues tú eres hombre y yo también.»

2) La interpretación en sentido colectivo, a su vez, tiene dos enfoques distintos: uno que entiende que la expresión alude a cada grupo social humano; otro, que la considera en sentido genérico, es decir, referida al género humano:

a) El primer enfoque, que podemos denominar sociológico, ha sido defendido por Eugène Dupréel, e implica plantear que la frase de Protágoras alude a cierta forma de relativismo cultural, donde cada sociedad, cada polis, actuaría como medida de las cosas.

Hay autores (como Untersteiner y Schiappa) que, adhiriendo a la tesis sociológica, consideran que ella no es incompatible con el sentido individual del término, ya que Protágoras habría contemplado ambas visiones al formular su sentencia.

b) El segundo enfoque, que podemos denominar genérico, fue formulado por Goethe y defendido especialmente por Theodor Gomperz, e implica entender la existencia de una única medida común para todos los hombres individuales; una misma forma, compartida por el género humano, para tasar la totalidad de las cosas.

A veces se interpreta este dicho como simple antropocentrismo, como relativismo de la verdad de las cosas, como que cada hombre es la norma de lo que es verdad para sí mismo, y que toda verdad es relativa para el individuo que la sostiene y que no podría tener validez más allá de él. Él, con su frase célebre, se refería al ser humano y no a cada sujeto, por eso tenía fama de moderado, no era radical. Heidegger propone una interpretación más penetrante de él en su curso Introducción a la Filosofía (Ed. Cátedra, Madrid, 1999, pp. 166 ss. Trad. de Manuel Jiménez Redondo).

La teoría de los juicios contrarios

El dominio de esta técnica ofrecerían al poseedor -el dialéctico- la disposición, por medio de su arte, de convertir en más fuerte el argumento más débil. Sin embargo, es importante señalar que Protágoras no contemplaba el uso de esta técnica de forma meramente instrumental, por mero afán oportunista, sino que la apoyaba en un complejo discurso en el que se debatía la virtud.

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Escepticismo y agnosticismo

También hizo una proposición de agnosticismo: respecto a los dioses, no tengo medios de saber si existen o no, ni cuál es su forma. Me lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida humana.

Bibliografía

Fuentes primarias

Protágoras y Gorgias (1985). Fragmentos y testimonios. traducción, introducción y notas de José Barrio Gutiérrez. Barcelona: Ediciones Orbis, S.A.. ISBN 978-84-7530-499-1.

Platón (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen I: Apología. Critón. Eutifrón. Ion. Lisis. Cármides. Hipias menor. Hipias mayor. Laques. Protágoras. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0081-6.

Diógenes Laercio (1999). Vidas de los más ilustres filósofos griegos. traducción, prólogo y notas de José Ortiz y Sainz. Barcelona: Ediciones Folio, S.A.. ISBN 978-84-413-1825-0.

Fuentes secundarias

Ferrater Mora, José (1965). Diccionario de Filosofía (Quinta edición edición). Buenos Aires: Sudamericana. pp. 2 vols, 1072/1005 pp.

Schiappa, Edward (2003). Protagoras and Logos. Columbia: University of South Carolina Press. pp. 251 pp. ISBN 978-0-87249-758-0.