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ΛΕΟΝΤΑΡΙΔΗ Ε. (2002), “Tiempo, modo y aspecto en algunas de las traducciones de poemas de Cavafis”. Επιστημονικές Δημοσιεύσεις Διδασκόντων, 3: 33-64, Αθήνα: Δ.Ξ.Γ. Παν/μίου Αθηνών. Tiempo, modo y aspecto en algunas de las traducciones de poemas de Cavafis Dra Eleni Leontaridi Profesora de Lengua Española Escuela de Idiomas Extranjeros – Universidad de Atenas 1 Introducción En el marco de todo lo que representa la realidad plurilingüe de la Unión Europea, donde el mantenimiento de la diversidad es tan importante como la promoción de la afinidad cultural, la importancia de aprender otros idiomas y conocer otras culturas está a la vista. Así nadie podría negar el valor didáctico que pueden tener los resultados de los estudios comparativos de dos idiomas. Ésta ha sido una de las razones por las que hemos optado realizar un trabajo que implique el estudio entre el español y el griego 1 , ya que se trata de un campo virgen, dada la ausencia –prácticamente- de trabajos comparativos entre dichos idiomas. El número de estudios de griego moderno ha aumentado mucho en España a partir de los años sesenta. Y como cabía esperar, el surgimiento de dichos estudios en este país tuvo como fuente los estudios del griego antiguo. Ahora bien, naturalmente, uno podría suponer que tratándose de idiomas pertenecientes a distintas familias de lenguas indoeuropeas, sería perfectamente esperable encontrarse con diferencias significativas a todos los niveles del sistema. Pero sorprendentemente, la situación no es exactamente ésta. Bóbolu (1994: 106 y ss) observa que el griego antiguo y el latín, siendo dos idiomas con estructuras sintácticas, morfológicas y léxicas comunes, tras su evolución dieron resultados similares –lo cual puede ser atribuido tanto a su origen común como al contacto establecido entre los dos pueblos. De este modo, el griego moderno y el español presentan rasgos comunes, como si la evolución de sus “lenguas madres” hubiera seguido las mismas reglas. Según la autora: “El castellano ha mantenido las estructuras de base del lat ín vulgar, de un latín hablado por la plebe, por los militares, que habían poblado la Península. Lengua utilitaria, instrumento de comunicaci ón primaria. No se hacía ejercicio de estilo en el latín peninsular. Todo lo superfluo había sido eliminado. El español presenta así una uniformidad sintáctica, las excepciones de la regla son sensiblemente menos frecuentes que en italiano o en francés.” 1 En el presente trabajo se hace referencia a la lengua castellana como “española” sin que esto insinúe que las otras lenguas habladas en el Estado Español son menos legítimas como lenguas “españolas”. Asimismo, la referencia al "griego", o a la lengua griega denota el griego moderno, a menos que se señale explícitamente que se trata del griego antiguo. Igualmente, en lugar del término “griego moderno” se puede usar “lengua neogriega”.

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ΛΕΟΝΤΑΡΙΔΗ Ε. (2002), “Tiempo, modo y aspecto en algunas de las traducciones de poemas de Cavafis”. Επιστημονικές Δημοσιεύσεις Διδασκόντων, 3: 33-64, Αθήνα: Δ.Ξ.Γ. Παν/μίου Αθηνών.

Tiempo, modo y aspecto en algunas de las traducciones de poemas de Cavafis

Dra Eleni Leontaridi Profesora de Lengua Española

Escuela de Idiomas Extranjeros – Universidad de Atenas

1 Introducción

En el marco de todo lo que representa la realidad plurilingüe de la Unión Europea, donde el mantenimiento de la diversidad es tan importante como la promoción de la afinidad cultural, la importancia de aprender otros idiomas y conocer otras culturas está a la vista. Así nadie podría negar el valor didáctico que pueden tener los resultados de los estudios comparativos de dos idiomas. Ésta ha sido una de las razones por las que hemos optado realizar un trabajo que implique el estudio entre el español y el griego1, ya que se trata de un campo virgen, dada la ausencia –prácticamente- de trabajos comparativos entre dichos idiomas.

El número de estudios de griego moderno ha aumentado mucho en España a partir de los años sesenta. Y como cabía esperar, el surgimiento de dichos estudios en este país tuvo como fuente los estudios del griego antiguo. Ahora bien, naturalmente, uno podría suponer que tratándose de idiomas pertenecientes a distintas familias de lenguas indoeuropeas, sería perfectamente esperable encontrarse con diferencias significativas a todos los niveles del sistema. Pero sorprendentemente, la situación no es exactamente ésta. Bóbolu (1994: 106 y ss) observa que el griego antiguo y el latín, siendo dos idiomas con estructuras sintácticas, morfológicas y léxicas comunes, tras su evolución dieron resultados similares –lo cual puede ser atribuido tanto a su origen común como al contacto establecido entre los dos pueblos. De este modo, el griego moderno y el español presentan rasgos comunes, como si la evolución de sus “lenguas madres” hubiera seguido las mismas reglas. Según la autora:

“El castellano ha mantenido las estructuras de base del latín vulgar, de un latín hablado por la plebe, por los militares, que habían poblado la Península. Lengua utilitaria, instrumento de comunicación primaria. No se hacía ejercicio de estilo en el latín peninsular. Todo lo superfluo había sido eliminado. El español presenta así una uniformidad sintáctica, las excepciones de la regla son sensiblemente menos frecuentes que en italiano o en francés.”

1 En el presente trabajo se hace referencia a la lengua castellana como “española” sin que esto insinúe que las otras lenguas habladas en el Estado Español son menos legítimas como lenguas “españolas”. Asimismo, la referencia al "griego", o a la lengua griega denota el griego moderno, a menos que se señale explícitamente que se trata del griego antiguo. Igualmente, en lugar del término “griego moderno” se puede usar “lengua neogriega”.

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En un modo paralelo, el griego moderno (en concreto el demótico) sirvió como instrumento de comunicación primaria; su sintaxis básica es relativamente sencilla, de modo que a este nivel se pueden establecer comparaciones con el español.

Lapesa (1981) es otro autor que repara en el entrelazamiento del español y del griego moderno.

“La influencia del griego sobre el latín no debió de limitarse al vocabulario; se han señalado paralelos sintácticos muy significativos entre el latín vulgar y el griego moderno. […] La dominación bizantina en el litoral mediterráneo de nuestra península durante la segunda mitad del siglo VI y buena parte del VII hubo de ocasionar la adopción directa de algunos grecismos.”

A nivel léxico, la cantidad de los vocablos griegos en el español (y no hablamos solo de

palabras cultas sino también populares2), es impresionante. A nivel fónico, el sistema vocálico de los dos idiomas es idéntico, mientras el consonántico presenta diferencias mínimas. Dichas similitudes hacen que vocablos de origen griego se hayan mantenido en el español en un modo que no se aleja mucho de la lengua original3, cosa que no ocurre a tal punto en otras lenguas románicas. A nivel sintáctico, se presentan más diferencias –aunque quizá no tantas como uno esperaría4- debido en parte a la mayor especificación morfológica del griego frente a la del español.

1.1 Presentación del corpus de análisis del presente trabajo Las razones que nos han conducido a elegir como corpus los textos que usamos aquí

como base de nuestro análisis, son de índole variada. En primer lugar, a la cuestión porqué poesía y no prosa, la respuesta es la siguiente: Porque por su longitud, no hubiera sido práctico –para los fines de este trabajo- usar textos de prosa. A la posibilidad de haber usado algún relato breve por ejemplo, simplemente nos ha resultado más atractiva la posibilidad de basarnos en la lírica que en la narrativa. Además, de este modo, podríamos examinar no uno, sino varios textos. En la elección de varias obras de poesía también subyacía nuestra creencia de que sería más probable encontrar mayor variación entre el original y las traducciones seleccionadas ya que normalmente la poesía, debido a las particularidades del género, resulta más ‘difícil’ de traducir que la prosa.

En relación con las obras de poesía concretas que hemos elegido, podemos decir lo siguiente. Ya hemos señalado la escasez de trabajos contrastivos entre el español y el griego moderno, de modo que nuestra preferencia por contrastar las estructuras morfosintácticas españolas con las griegas y no por ejemplo con las inglesas o las francesas, queda justificada. Por otra parte, la comparación de dos sistemas lingüísticos que –aunque ambos indoeuropeos- no pertenecen en la misma familia de lenguas, nos pareció que daría más juego; incluso teniendo en cuenta lo anteriormente observado sobre la sorprendente semejanza entre estos dos idiomas, no sería ilógico esperar gran variación a la hora de verter el significado del idioma original en las estructuras morfosintácticas del idioma-destino románico. Tal variación también sería predecible

2 Por ejemplo atún, pepino, pulpo, grifo, pedazo, etc. Para más detalle sobre este tema, vid, Leontaridi, 1999, 2000. 3 Por ejemplo: hipótesis (υπόθεσις), hipopótamo (ιπποπόταμος), apódosis (απόδοσις), etc. 4 Dichas semejanzas sintácticas y fonológicas justifican quizá la asombrosa facilidad de los grecófonos y los hispanófonos a la hora de aprender el español y el griego respectivamente. No obstante a todo eso creemos que la gran afinidad cultural entre los hablantes de las dos lenguas y las referencias socioculturales comunes constituyen también una ventaja extralingüística importante.

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teniendo en cuenta el hecho de que el griego dispone un sistema morfológico bastante más complejo que el español.

Finalmente, la decisión de usar poemas de Cavafis, –a parte de cuestiones que tienen que ver con gustos personales-, se justifica por ser éste uno de los poetas neogriegos más conocidos mundialmente; a la vez esto significaba que la tarea de encontrar varias traducciones suyas en otros idiomas (y en concreto en español) no iba a resultar problemática. Más concretamente los poemas que constituyen el corpus de análisis del presente trabajo, son:

a) Τα κεριά (Velas) b) Απολείπειν ο Θεός Αντώνιον (Que el Dios abandona a Antonio) c) Επέστρεφε (Regresa)

Ahora bien, uno puede preguntar porqué estos poemas en concreto y no otros, de los más

‘conocidos’ del poeta. Para responder también tenemos que recurrir a la explicación de la estética personal y al hecho que hemos intentado examinar tres poemas, representativos de los grupos temáticos a los que suelen clasificar los estudiosos la producción poética del autor. Varias son las proposiciones para la clasificación de los poemas del poeta y no era ajena al propio Cavafis la estructuración de sus poemas por una conciencia temática5. Las áreas de división, según Politis, serían en tres temas. De este modo, los tres poemas anteriores, respectivamente entrarían en las siguientes categorías:

a) Poemas filosóficos b) Poemas históricos c) Poemas erótico-sensuales Cierto que esta clasificación es puramente externa por cuanto el contenido no depende de

ninguna manera del marco exterior. El trasvase de un área a otra es cosa frecuente, porque los poemas históricos sirven de medio de expresión de su erotismo, de su filosofía y de su didactismo.

A continuación citamos los poemas originales en griego de Cavafis:

Τα κεριά

Του μέλλοντος η μέρες στέκοντ’ εμπροστά μας σα μια σειρά κεράκια αναμένα – χρυσά, ζεστά, και ζωηρά κεράκια. Η περασμένες μέρες πίσω μένουν, μια θλιβερή γραμμή κεριών σβυσμένων˙ τα πιο κοντά βγάζουν καπνόν ακόμη, κρύα κεριά, λυωμένα, και κυρτά. Δεν θέλω να τα βλέπω˙ με λυπεί η μορφή των, και με λυπεί το πρώτο φως των να θυμούμαι. Εμπρός κυττάζω τα αναμένα μου κεριά. Δεν θέλω να γυρίσω να μη διω και φρίξω τι γρήγορα που η σκοτεινή γραμμή μακραίνει, τι γρήγορα που τα σβηστά κεριά πληθαίνουν.

5 A ello se debe la ordenación de Savvidis en la edición consagrada de Cavafis.

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Απολείπειν ο Θεός Αντώνιον

Σαν έξαφνα, ώρα μεσάνυχτ’, ακουσθεί αόρατος θίασος να περνά με μουσικές εξαίσιες, με φωνές – την τύχη σου που ενδίδει πια, τα έργα σου που απέτυχαν, τα σχέδια της ζωής σου που βγήκαν όλα πλάνες, μη ανοφέλετα θρηνήσεις. Σαν έτοιμος από καιρό, σα θαρραλέος, αποχαιρέτα την, την Αλεξάνδρεια που φεύγει. Προ πάντων να μη γελασθείς, μην πεις πως ήταν ένα όνειρο, πως απατήθηκεν η ακοή σου˙ μάταιες ελπίδες τέτοιες μην καταδεχθείς. Σαν έτοιμος από καιρό, σα θαρραλέος, σαν που ταιριάζει σε που αξιώθηκες μια τέτοια πόλι, πλησίασε σταθερά προς το παράθυρο, κι άκουσε με συγκίνησιν, αλλ’ όχι με των δειλών τα παρακάλια και παράπονα, ως τελευταία απόλαυσι τους ήχους, τα εξαίσια όργανα του μυστικού θιάσου, κι αποχαιρέτα την, την Αλεξάνδρεια που χάνεις.

Επέστρεφε

Επέστρεφε συχνά και παίρνε με, αγαπημένη αίσθησις επέστρεφε και παίρνε με – όταν ξυπνά του σώματος η μνήμη, κ’ επιθυμία παληά ξαναπερνά στο αίμα˙ όταν τα χείλη και το δέρμα ενθυμούνται, κ’ αισθάνονται τα χέρια σαν ν’ αγγίζουν πάλι. Επέστρεφε συχνά και παίρνε με την νύχτα, όταν τα χείλη και το δέρμα ενθυμούνται…

En cuanto a las traducciones de los mismos, hemos empleado en primer lugar las

producidas por Luis de Cañigral (1981) -que nos parecen excelentes- y en segundo lugar las de José María Álvarez (1981). A continuación las citamos, una al lado de otra para facilitar la comparación entre ellas:

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(Cañigral) (Álvarez) Velas Los días del futuro se yerguen ante nosotros como una fila de velitas encendidas – doradas, calientes y vivaces velitas. Los días pasados atrás quedan, una fúnebre fila de velas apagadas; las más próximas humean todavía, frías velas, derretidas y dobladas. No quiero mirarlas; su forma me apena y me duele recordar su luz primera. Ante mí veo mis encendidas velas. No quiero girarme y ver estremecido lo pronto que la oscura fila se alarga, lo de prisa que las apagadas velas aumentan.

Velas Los días del futuro se alzan ante nosotros Como una hilera de velas encendidas – Doradas, vivaces, cálidas velas. Los días del pasado quedaron tan atrás, fúnebre hilera consumida; donde las más cercanas aún humean, velas frías, torcidas y deshechas. No quiero verlas; su aspecto me aflige, me aflige recordar su luz primera. Miro ante mí las velas encendidas. No quiero volverme, y estremecerme al contemplar qué rápidamente se alarga la hilera sombría, qué rápidamente crece con sus velas ya consumidas.

Que el Dios abandona a Antonio Cuando de repente se oye a medianoche pasar un cortejo invisible con músicas encantadoras, con voces – tu suerte que ya te abandona, tus obras que fracasaron, los proyectos de tu vida que resultaron todos ilusorios, no lamentes en vano. Como dispuesto desde hace tiempo, como valiente dile adiós, a Alejandría que se aleja. Ante todo no te equivoques, no digas que era un sueño, que te engañaba tu oído; tan vanas esperanzas no aceptes. Como dispuesto desde hace tiempo, como valiente, como quien deviene digno de tal ciudad, acércate con firmeza a la ventana y escucha con emoción, pero no con las súplicas y llantos de los cobardes, como un último goce, los sones, los encantadores instrumentos del misterioso cortejo y despídete de la Alejandría que pierdes.

El Dios abandona a Antonio Cuando de pronto a media noche oigas pasar una invisible compañía con admirables músicas y voces – no lamentes tu suerte, tus obras fracasadas, las ilusiones de una vida que llorarías en vano. Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, saluda, saluda a Alejandría que se aleja. Y sobre todo no te engañes, nunca digas que es un sueño, que tus oídos te confunden; a tan vana esperanza no desciendas. Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, como quien digno ha sido de tal ciudad, acércate a la ventana con firmeza, escucha con emoción, mas nunca con lamentos y quejas de cobarde, goza por vez final los sones, la música exquisita de esa tropa divina, y despide, despide a Alejandría que así pierdes.

Regresa Regresa a menudo y tómame, amado sentido, regresa y tómame – cuando despierta la memoria del cuerpo, y el viejo deseo la sangre de nuevo atraviesa; cuando los labios y la piel recuerdan, y sienten las manos como si de nuevo tocasen. Regresa a menudo y tómame de noche. cuando los labios y la piel recuerdan…

Vuelve Vuelve otra vez y tómame, amada sensación retorna y tómame – cuando la memoria del cuerpo se despierta, y un antiguo deseo atraviesa la sangre; cuando los labios y la piel recuerdan, cuando las manos sienten que aún te tocan. Vuelve otra vez y tómame de noche, cuando los labios y la piel recuerdan…

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2 Teoría gramatical Intentando encontrar puntos de convergencia entre el griego y el español, en primer lugar

podemos observar que tanto el español como el griego cuentan con un sistema verbal morfológicamente elaborado. No se parecen al inglés por ejemplo, que tras haber seguido un proceso de simplificación a nivel morfológico, no marca cierta información gramatical en las desinencias verbales –como ocurre por ejemplo en las lenguas románicas. De este modo, la raíz, o las desinencias, etc de los verbos griegos y españoles revelan –en distintos grados- información sobre la persona y el número del sujeto, como también sobre el modo, el tiempo y el aspecto que caracteriza la acción, la conjugación del verbo, etc. Ambos sistemas verbales están compuestos por formas personales (tiempos simples y compuestos) y formas no personales. A grandes rasgos, tanto en griego como en español se distinguen los modos indicativo, subjuntivo e imperativo; no obstante, en griego –según la aproximación adoptada en este trabajo- reconocemos también la existencia del modo potencial6. Pero el español y el griego presentan diferencias cuantitativas no sólo en cuanto a los modos sino también en cuanto al número de tiempos de los que dispone cada idioma. Examinemos las diferencias –cuantitativas y cualitativas- de los dos sistemas más detalladamente a continuación:

2.1 El modo Tanto en griego como en español, el modo es una de las categorías que más debates ha

levantado, no a la hora de distinguir la misma como categoría gramatical sino a la hora de postular las subcategorías en las que se divide. Es decir, todos los gramáticos están de acuerdo de que el modo –como el tiempo- se realiza morfológicamente en ambos idiomas; donde no hay acuerdo es en el número exacto de “modos” del que dispone cada idioma. Teniendo en cuenta los límites espacio-temporales del presente trabajo no procederemos a un análisis detallado de las varias aproximaciones ofrecidas por los distintos autores7. Así, según Castronovo (1990: 66 y ss), en la tradición gramatical española –más o menos lo mismo sería cierto para el griego-, se pueden distinguir tres corrientes en el tratamiento que ha recibido la categoría verbal de modo, distinguiéndose entre ellas según se basan en: a) El criterio semántico: en virtud de este criterio se explica el modo como un grupo de

desinencias que llevan significado. b) El criterio sintáctico: según esta aproximación, el modo es un simple reflejo morfológico de un

elemento subordinante, trátese de predicado, conjunción u otra expresión siendo así que no lleva significado.

c) El criterio sintáctico-semántico: para algunos autores, los dos criterios anteriores, cada uno sólo, no constituye una explicación satisfactoria de todos los usos del subjuntivo e indicativo, y consecuentemente, es necesaria la combinación de ambas tendencias.

6 La distinción del modo potencial en el griego ha sido uno de los temas que mayor polémica ha levantado. Entre los estudiosos hispanistas hubo algunos que propusieron la existencia del modo potencial en español. Podemos citar por ejemplo la Gramática de la Academia (1917) o a Alarcos (1994). Este tema se examina más detalladamente en el siguinete apartado. 7 Para un análisis crítico y comparativo de las varias teorías (como también para una referencia bibliográfica más amplia) que se han ofrecido en español la categoría de Modo, remitimos al –muy claro y sistemático- trabajo de Castronovo (1990); igualmente al excelente –por su intento de encontrar los puntos de convergencia de los varios enfoques que han recibido las categorías de modo, tiempo y aspecto en español- trabajo de López García (1990).

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Más detalladamente, las aproximaciones adoptadas en griego no se diferencian demasiado de aquellas para el español. Pero el griego, parece que puede demostrar mayor concordancia –cuantitativa y cualitativa- en cuanto al tema de Modo. A grandes rasgos, el número de ‘modos’ suele girar en torno a los tres-cuatro para el español y cuatro-cinco para el griego (sin que haya por otra parte coincidencia total entre los miembros del paradigma)8. En cualquier caso parece ser que el reconocimiento de la distinción del indicativo, subjuntivo e imperativo es generalmente aceptado en ambos idiomas. El problema surge más bien en cuanto a la postulación del modo “potencial” o (“condicional”). Y mientras en español, este ‘debate’, se ha concluido pronto con la inclusión –por parte de la RAE- de las formas cantaría, habría cantádo en el indicativo, en el griego parece que el tema sigue abierto. En griego además, las discordias levantadas sobre la postulación o no de ciertos miembros del paradigma se basan hasta cierto punto en criterios de índole sólo morfológica, dejando a parte los semánticos-sintácticos.

Así, siguiendo a Mirambel (1988), el rasgo que caracteriza los modos y diferencia el uno del otro, son las desinencias, que a la vez son la característica de la voz y a veces del tiempo (es decir, la desinencia que indica voz y tiempo, indica obligatoriamente el modo y viceversa). La falta de desinencias propias en el subjuntivo y el condicional compensan ciertos elementos proverbales (θα, να…), que al combinarse con la forma verbal simple, le atribuyen su especial valor modal9.

Otra característica del modo en griego es el modo especial con el que se expresa la negación. Así, la negación “δεν” se emplea en el indicativo (“δεν γράφω” –no escribo) y en el potencial –si se llega a distinguir- (“δε θα έγραφα” –no escribiría); “μη” sólo en el subjuntivo (“μη γράφεις” –no escribas); el imperativo –igual que en español- no presenta negación propia sino que toma prestadas las formas del subjuntivo (“μη γράφεις” –no escribas).

Por otra parte, lo que si llama la atención es que entre los hispanistas hubo más autores que entre los helenistas que sugirieron la existencia del “modo infinitivo”; tampoco faltaron los que sugirieron, la denominación del participio y del gerundio(éste último sólo en español) como modos10.

Recapitulando pues, nuestra intención ha sido simplemente llamar la atención, a los puntos que más discusiones han engendrado en los estudios lingüísticos. Así, en cuanto al español, hemos adoptamos la división más extendida entre el modos Indicativo, Subjuntivo e Imperativo; para el griego, a estos tres modos tendremos que añadir un cuarto, es decir, el modo Potencial11.

8 En griego, desde el debate de Tzartzanos (1932, 1934) y Andriotis (1932-1934) de si existe o no subjuntivo en griego moderno, algunos lingüistas intentaron dejar de lado la distinción entre indicativo y subjuntivo a favor de la distinción entre aspecto perfectivo e imperfectivo. 9 Tales valores semánticos se expresan por los verbos españoles mediante las desinencias propias de cada modo; es decir, en la formación de los modos españoles no nos encontramos con elementos proverbales, partículas, etc. En griego, la presencia o ausencia del elemento proverbal constituye una característica que pertenece solamente al modo, y se diferencia de la voz y del tiempo. Pero por otra parte, este elemento no designa el modo sino solo en combinación con las desinencias. 10 Por citar algunos, véase: Salva (1830), RAE (1890), Matte Bon (1995) para el español; Triandafylidis (1994), Mackridge (1985), Mirambel (1988) para el griego. 11 En cualquier caso, en el corpus del presente trabajo, sólo nos hemos encontrado con formas verbales indicativas, subjuntivas e imperativas.

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2.2 El tiempo La tradición gramatical ha denominado tiempos a los distintos grupos de posibilidades

formales de las que dispone el enunciador en el sistema verbal. Se utilizó el término “tiempos” porque cada uno de estos grupos de formas se analizaba en relación con un momento o período del tiempos cronológico. Hay que tener claro no obstante que aunque los distintos tiempos están en parte relacionados con el tiempo cronológico, por otra parte es erróneo creer que a cada uno de ellos corresponde un momento del tiempo cronológico. En otras palabras, hay que seguir la línea trazada por Benveniste (1965) y distinguir entre tiempo físico, tiempo cronológico y tiempo lingüístico. Para el lector interesado en este tema remitimos a las observaciones pertinentes de Rojo (1974: 70 y ss) y de Rojo & Veiga (1999: 2871 y ss) que explican detalladamente las diferencias entre tiempo físico, tiempo cronológico y temporalidad lingüística.

Siguiendo a López García (1990: 108-136), podemos mencionar que las varias aproximaciones del Tiempo se pueden clasificar en tres grandes bloques: a) el de la temporalidad; implícitamente era lo que subyacía en la teoría de Bello, siendo hoy su

representante más conspicuo para el español, Guillermo Rojo (1974). Véase también Rojo & Veiga (1999), Moreno Cabrera (1991), Rafael Seco (1993); para el griego Kleris & Babiniotis (1999).

b) la coherencia temporal (de la proposición) constituye una aproximación al tiempo, de índole lógico-semántica; se incluyen aquí por ejemplo las ediciones de 1917 y 1931 de Gramática de la Academia; implícitamente, también Alarcos 1980.

c) la actitud temporal (reivindicada por ejemplo por Lamíquiz, 1982 y Weinrich, 1968) conceptualiza el tiempo como algo filtrado por la subjetividad del hablante.

Tanto en griego como en español la clasificaciones propuestas para los distintos tiempos

de los que dispone cada idioma han sido basados en grandes rasgos en tres criterios. No obstante, entre los estudios del español, se observa mayor divergencia en cuanto a los criterios de clasificación y una mayor quizá distancia entre las opiniones de los varios autores12. En cualquier caso, podemos resumir estos criterios como sigue:

a) Criterios formales b) Significación temporal c) Significación aspectual De modo muy general, según el primer criterio se distingue entre tiempos simples/ formas

simples y tiempos compuestos/ formas compuestas según se forman con una sola palabra o con más de una (mediante elementos que funcionan como afijos: θα, να; con verbos auxiliares, etc). Ya es conocido el debate sobre la inclusión o no en el paradigma español de las últimas13.

El segundo criterio –de índole semántica- tiene que ver con el significado temporal de las formas verbales, de modo que tradicionalmente se viene distinguiendo entre tiempos de presente, tiempos de pasado y tiempos de futuro.

Según el tercer criterio, que se interesa por la significación aspectual de las formas verbales, la distinción básica que reaparece, es aquella entre tiempos perfectos y tiempos 12 Este hecho sería predecible teniendo en cuenta el mayor número de estudios acerca del español en comparación con el respectivo número de estudios del griego moderno. 13 La posición que ocupan el en sistema verbal español las formas compuestas, su inclusión o no en el cuadro de la flexión y su adscripción a la morfología o la sintaxis, ha sido tratado entre otros por Bello (1984: 199, 226-227), la Academia (1973: 253, 462-463), Alarcos (1980: 60 y ss).

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imperfectivos según se caracterizan por aspecto perfectivo o imperfectivo. Además, según la aproximación adoptada, podemos añadir también la distinción de los tiempos puntuales (sinópticos) o indefinidos.

En ambos idiomas, se ha observado la significación primaria temporal de las formas indicativas. Igualmente se ha reparado a señalar que las formas que expresan tiempo no están especializadas para indicar un solo valor temporal. Por otra parte, especialmente en griego, se ha hecho hincapié a la importancia de la categoría de aspecto; así Mirambel (1988: 141 y ss) por ejemplo, tras el estudio del verbo neogriego, concluye que la expresión del tiempo no se separa nunca del aspecto que expresa la forma verbal. En griego no existe “tiempo puro”14.

2.3 Aspecto La categoría gramatical del aspecto15 constituye un tema especialmente interesante y a la

vez difícil de estudiar ya que se gramaticaliza en modos y grados diferentes en los distintos idiomas16. Las lenguas optan entre medios de índole variada para reflejar distinciones aspectuales; así se puede formar una categoría gramatical de aspecto –el caso del griego, español, ruso, etc- pero también se pueden utilizan medios léxicos como adverbios, etc. Por otra parte, no es fácil proporcionar una definición del término debido al hecho de que muchas veces el aspecto se confunde con la categoría del tiempo verbal, ya que ambas categorías tienen que ver con el tiempo cronológico.

La definición del término -cuyo origen se remonta a estudios del ruso- al principio oscilaba entre las que se enfocaban en el modo con el que el hablante ve la acción (noción subjetiva) y las que, centrándose en nociones objetivas, prestaban atención en el desarrollo mismo de la acción. De ahí, en 1908 fue sugerida por Agrell, en su estudio del sistema temporal del polaco, la distinción –que se utiliza hasta hoy- entre “aspecto” y “Aktionsart” (modo de acción). En resumidas palabras, la diferencia entre aspecto y Aktionsart, radica en el carácter exclusivamente flexional del primero frente al semántico del segundo. Así por ejemplo nacer posee un Aktionsart perfectivo mientras nacía indica aspecto imperfectivo17. Nosotros, queremos dejar claro que en el presente

14 Un tanto divergente se revela también Mackridge (1985: 124 y ss) aunque también señala que el tiempo, el aspecto y el modo están inseparablemente conectados en griego. El autor sugiere que el modo afecta al tiempo considerablemente, de manera que las distinciones temporales tienden a neutralizarse en los verbos que se encuentran en subjuntivo. Pero añade que el tiempo se diferencia en el subjuntivo mediante el aspecto. En relación con este tema, consúltese también Kleris & Babiniotis (1999: 63 y ss). 15 En cuanto a la denominación de la categoría del aspecto, aparece gran incoherencia en los estudios escritos en griego. Así, según la revisión que presenta Mozer (1996: 80-81/ 1994: 88), al término “aspecto” corresponden denominaciones como “τρόπος” (Triandafylidis, 1941: 312, Tsopanakis, 1994: 362), “τρόπος ενέργειας” (Petropoulos, 1990, traduciendo a Mackridge, 1985) y “ποιόν ενεργείας” (Babiniotis & Kondos, 1967; Kavoukópoulos, 1996), que constituyen traducciones del término alemán aktionsart. También se han utilizado “όψη” (Veloudis, 1989, Tzevelekos, 1988, Mackridge, 1985: 102) y “άποψη” (Karatzas, 1988: 117, traduciendo a Mirambel, 1959) como traducciones del inglés o francés aspect –que a su vez es la traducción del ruso vid. 16 Es interesante el trabajo de Walter Breu (1994) quien intenta ofrecer un estudio de una teoría universal del aspecto. 17 Rojo (1974: 130) a su vez, ofrece también la posibilidad de una división tripartita entre “carácter semántico”, “aspecto” y “modalidad de acción” explicando que “entendía […] por carácter semántico lo contenido en el lexema verbal, esto es, no logrado mediante recursos morfológicos; por aspecto la categoría referida al desarrollo interno de la acción verbal, en si misma considerada, sin relación con otras acciones o con la temporalidad exterior a ella y conseguida mediante recursos morfológicos; finalmente consideraba la modalidad de acción como una serie de matizaciones, exteriores a la acción en sí, pero que la afectan de algún modo, como la posibilidad o la obligatoriedad, conseguidas también mediante recursos morfológicos (generalmente perifrásticos)”.

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trabajo, con el término “aspecto” nos referimos al aspecto gramatical, excluyendo el aspecto léxico.

Rojo (1988: 195 y ss) históricamente distingue tres fases que caracterizan las relaciones de la temporalidad y el aspecto en las gramáticas del español: a) El período clásico de la habitualmente llamada “gramática tradicional” (ediciones de las

Gramáticas de la Academia anteriores a 1917). En esta fase, se distinguen dos categorías principales del sistema verbal, el modo y el tiempo; el aspecto no aparece como categoría gramatical.

b) La etapa de la gramática tradicional inmediatamente anterior a la difusión del estructuralismo (ediciones de la GRAE posteriores a 1917 –incluido el Esbozo-, Gili Gaya, etc.). El aspecto –junto al modo y tiempo- se considera ya una categoría con papel importante en la estructuración del sistema verbal. Sin embargo hay un error: la presencia de llegué entre las formas que expresan la acción como no terminada.

c) La difusión de los planteamientos estructuralistas tuvo como repercusión la disminución de la importancia de la temporalidad como elemento estructurante del sistema verbal. El aspecto va ganando terreno y una vez corregido el error sobre la forma llegué, se llega a lo que constituye punto de partida para la mayoría de los enfoques actuales sobre la estructura del verbo.

En griego por otra parte, los estudios relacionados con el campo de la categoría gramatical del

aspecto son pocos y a la vez bastante teóricos para poder ser utilizados en la enseñanza de la lengua. La gramática tradicional no veía el aspecto como una categoría tan importante como el modo o el tiempo; sin embargo hoy, ya se reconoce que el aspecto es una de las categorías más importantes de la flexión verbal griega y de ahí el número de los estudios del mismo, va aumentándose los últimos años; en griego, ambas categorías gramaticales del tiempo y del aspecto se expresan morfológicamente en la forma verbal.

Los varios intentos de clasificación del aspecto radican en tres criterios: formales18, pragmáticos19 y semánticos. En estos últimos se basa Comrie, a quien se puede atribuir el estudio definitivo sobre el tema del aspecto entre la bibliografía internacional. Comrie (1976: 3) ofrece la siguiente definición:

“Aspects are different ways of viewing the internal temporal constituency of a situation”. Es decir, los varios tipos de aspecto constituyen los distintos modos en los que se puede

ver la constitución o contorno temporal interno de un evento20. En otras palabras, cualquier evento expresado por un verbo independientemente de su relación con el momento del presente, ocupa cierta parcela de tiempo, que puede ser situada en el presente, pasado o futuro. Sin embargo, esta parcela de tiempo, puede ser pequeña o grande, caracterizada por continuidad o no continuidad, reiteración, etc; estos rasgos son los que expresa la categoría del aspecto. El aspecto presta atención no a la cantidad de tiempo, sino a la cualidad, es decir, al modo con el que el evento está distribuido en la parcela de tiempo ocupada. No obstante, no hay que perder de vista que esta 18 Por ejemplo: Alarcos Llorach (1980: 78) inspirándose en Holt (1943). 19 Por ejemplo: Koschmieder (1934), Safarewicz (1967), Slawomirski (1983). 20 En relación con el contraste entre las categorías de tiempo y aspecto Comrie (1976:5) explica: “Although both aspect and tense are concerned with time, they are concerned with time in very different ways. Tense is a deictic category, i.e. locates situations in time usually with reference to the present moment. […] Aspect is not concerned with relating the time of the situation to any other time-point, but rather with the internal temporal constituency of the one situation; one could state the difference as one between situation-internal time (aspect) and situation-external time (tense)”.

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consideración de la estructura interna del evento no puede ser más que subjetiva ya que un enunciador puede optar por expresar el mismo evento de forma diferente que otro, según el contexto, las intenciones comunicativas, etc. El aspecto no tiene que ver necesariamente con la realidad objetiva, con la estructura temporal objetiva del evento, sino con el modo que elige el enunciador para contemplarlo21.

En términos generales y a un nivel inter-lingüístico parece que existen dos tipos de aspecto –que a su vez se dividen en subcategorías. Así pues se suele distinguir entre el aspecto imperfectivo y el aspecto perfectivo22, que es la oposición que se refleja –entre otras- en muchas lenguas eslavas como el ruso, en lenguas románicas (español: leía-leyó, francés: lisait-lut, italiano: leggeva-lesse, portugués: leia-leu, etc.) y en el griego (διάβαζε-διάβασε). Así, desde una aproximación bien de carácter semántico, Comrie (1976: 25) propone la siguiente clasificación:

Aspecto

Perfectivo Imperfectivo Habitual Continuo Progresivo No progresivo

FIG. 1: Clasificación de las oposiciones aspectuales (Comrie, 1976: 25) En relación con el cuadro arriba mencionado queda evidente que el tipo de aspecto más

complejo de los dos es el imperfectivo. Pero tratándose de una clasificación intra-lingüística, una lengua no gramaticaliza todas estas distinciones –o incluso si lo hace no lo hace necesariamente en este orden. De este modo, por ejemplo, el español dispone de una forma progresiva, cuyo uso sin embargo no es obligatorio (leía también se puede utilizar con el significado progresivo de estaba leyendo). El griego por otra parte no distingue morfológicamente (es decir con un tipo gramatical diferente) las subcategorías del imperfectivo; existe simplemente una distinción general entre el perfectivo y el imperfectivo.

Debido a la complejidad de la noción y su realización en los distintos idiomas, muchas veces se han ofrecido definiciones que no logran describir eficientemente el fenómeno en su totalidad. Así entre los errores más comunes se encuentra la identificación de imperfectividad con duratividad y sobre todo, de perfectividad con puntualidad o terminatividad. Tampoco el carácter habitual se debe confundir con el iterativo ya que la repetición de una acción no necesariamente indica hábito y vice versa23.

Volviendo a las subcategorizaciones que acepta la categoría del aspecto y su importancia en el sistema verbal griego y español, en primer lugar debemos señalar que hoy día, es conocimiento común que la distinción bilateral entre el tema del presente y el tema del aoristo24 griego radica exactamente en el aspecto. La importancia que tiene este en la estructura del 21 Eso significa que en la elección del uno o del otro aspecto también entran consideraciones como el contexto general y lingüístico y las intenciones comunicativas del enunciador en ese momento. 22 Para Comrie (1976: 21) el aspecto perfectivo “involves lack of explicit reference to the internal temporal constituency of a situation”. El imperfectivo (1976: 24) implica “exlicit reference to the internal temporal structure of a situation viewing a situation from within”. 23 Sobre este tema, véase Slawomirski (1983: 100), Mozer (1994: 77 y ss) y Fernández González, (1991: 170). 24 Usaremos el término “aoristo” por su gran difusión de uso en la bibliografía pertinente, en vez del correspondiente “indefinido”.

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sistema verbal queda reflejada en el hecho de que dicha distinción entre tema de presente (imperfectivo) y tema de aoristo (perfectivo) se da en la totalidad del sistema verbal neogriego, independientemente de las otras categorías de dicho sistema, y sus diferenciaciones son siempre las mismas para todos los tiempos, modos y voces, sin que ellos puedan existir sin ellas. En español por otra parte, como la flexión verbal no está basada en una distinción de temas, hay defensores25 de la opinión de que no se puede justificar la adición del aspecto como una nueva categoría a la explicación estructural del sistema verbal –al lado de las categorías del tiempo y modo. Según ellos, en el sistema verbal del español actual, el establecimiento de la oposición entre formas perfectivas e imperfectivas es innecesaria siendo posible reconocer la existencia de significados aspectuales perfectivos como valores asociados a la relación temporal de anterioridad26.

Nosotros no obstante consideramos que tanto en griego, como en español, el reconocimiento de valores aspectuales junto a los valores temporales y modales es justificada. Las razones en favor de esta opinión son más que conocidas, y por ello no dedicaremos más tiempo en la justificación de la misma. Intentando ahora ofrecer una visión generalizadora para ambos idiomas, podemos distinguir entre:

a) aspecto imperfectivo b) aspecto perfectivo Pero a eso hay que añadir que existe una incertidumbre general sobre si la categoría

inter-lingüística del perfecto constituye definitivamente o no en sí una categoría de aspecto (aspecto perfecto)27. La situación está lejos de llegar a un acuerdo sobre la inclusión o no del perfecto en el sistema aspectual y en qué posición exactamente. En el presente trabajo, nos centraremos principalmente en la división bipartita entre el aspecto perfectivo e imperfectivo en las dos lenguas, tratando los tiempos perfectos como exponentes de la categoría “tiempo” sin olvidar sin embargo que reflejan alguna u otra información de índole aspectual adicional sobre la acción expresada por el verbo (acción concluida, etc). Y aunque ambos idiomas trasmiten información aspectual, parece que esencialmente la conjugación griega se interesa más por la cualidad o la forma en que se desarrolla una acción (el aspecto) que por la localización y delimitación temporal.

25 Por ejemplo Alarcos (1959), y en la misma línea Rojo (1988) y Rojo & Veiga (1999). 26 Desde la perspectiva de su teoría de temporalidad y su modelo vectorial, Rojo (1988: 208) explica que teniendo en cuenta que todas las formas “perfectivas” expresan una relación temporal primaria de anterioridad –y ninguna forma “imperfectiva” expresa esa relación- parece que la oposición entre formas perfectivas e imperfectivas, resulta redundante; estando asociada la perfectividad con la relación temporal primaria de anterioridad, es suficiente con considerar como distintivo uno de estos rasgos. A eso hay que dejar claro no obstante que, aunque la presencia de la categoría del aspecto en el paradigma del sistema verbal español es innegable, por otra parte, “los diversos matices aspectuales […] son efectos secundarios [énfasis nuestra] de las distinciones temporales” y “no existe una base suficientemente sólida para individualizar esta categoría gramatical respecto de la categoría temporal en el núcleo del sistema verbal español, sin prejuicio de que podamos reconocer valores aspectuales en otros puntos de la gramática o en unidades léxicas de esta lengua”. (Rojo & Veiga, 1999: 2921). 27 En relación con el perfecto, dos son los temas que reaparecen constantemente: Si debería clasificarse como tiempo o como aspecto. Y qué es lo que le diferencia de la semánticamente más relativa categoría gramatical, la del pretérito indefinido/aoristo.

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3 Análisis del corpus 3.1 Algunas observaciones generales

Para los poemas de Cavafis, han sido expresadas opiniones muy diversas; al principio, algunos vieron aquellos poemas ‘peculiares’ como algo gracioso, como una farsa. Otros simplemente les negaron la caracterización de ‘poemas’: no les gustaba su lengua (¿mala kazarévusa o mal demótico?), su metro y ritmo, que no encontraban en ningún sitio. Pero también hubo los que se alumbraron por su audaz –tan novedoso para su época- metro y su profunda musicalidad. Mucho se puede entender por la obra del autor cuando se examina la época en la que el mismo ha vivido y creado. En una época marcada por el fin del romanticismo, el inicio del Parnaso y del simbolismo28 –Cavafis había nacido en 1863- los problemas literarios de Grecia eran un tanto diferentes de los de otros países. La Hélade se debatía en el doble plano del lingüismo purista o demótico y los problemas literarios griegos apuntaban en estos años a la unificación lingüística, a la lucha nacionalista por la preponderancia del griego demótico. Y aunque la afección al movimiento parnasiano o simbolista y las corrientes literarias extranjeras se evidencie en cada poeta particularmente, dicha influencia queda solapada socialmente por la cuestión lingüística que abocará al reconocimiento oficial del griego demótico en 1917, fecha en que comenzará a ser enseñado en las escuelas.

El demótico predomina en la poesía después de 1880, pero la prosa continuará escribiéndose en kazarévusa; pero esta pugna lingüística abarca toda la vida de Cavafis y él escribe en demótico, utilizando, según sus necesidades, elementos puristas, sin que ello signifique, aparte del nacionalismo del que siempre hizo profesión de fe, mayor signo externo ni toma de partido radical. La lengua que utiliza Cavafis –junto con su temática- queda marcada por esta situación lingüística mientras a la vez, su amplia e inquieta erudición, su perfecto conocimiento del inglés y francés29 le tienen à la page de los movimientos literarios del momento. Resumidamente, su obra se entronca en esta época: desde 1904 hasta 1910 y a partir de entonces, se reduce en su publicación, informal siempre, y alejado del nacional ruido palamasiano30.

Ahora bien, lo que a primera vista se observa al contemplar las traducciones de Cañigral y de Álvarez de los poemas de Cavafis, es que el primero se demuestra muchísimo más fiel al original que el segundo. Lo señalado anteriormente sobre la particularidad de la lengua caváfica obviamente implica que la tarea del traductor no iba a ser fácil. Por una parte debemos recordar que el griego de Cavafis era aprendido –los Cavafis hablaban en inglés; por otra que aunque él se definía como demoticista31, en su obra hay una mezcla de elementos puristas y demóticos, por ser Cavafis un gran admirador del lenguaje tradicional culto, ensambladura ésta que le distingue inmediatamente pero que a la vez, es especialmente difícil rendirla en otro idioma. Otra posible fuente de dificultades, sería el hecho de que la poesía de Cavafis es una poesía trabajada duro, despojada de todo elemento supérfluo, breve, condensada, casi resumida32. Tales características 28 Son exactamente estas dos últimas corrientes, el Parnaso y el simbolismo las escuelas en las que se puede enmarcar la poética de Cavafis. 29 Cavafis hablaba griego, inglés, francés e italiano (aunque en su corta presentación autobiográfica dice que “hablo un poco de italiano”, la verdad es que había leído a Dante en el original); también parece que tenía pocos conocimientos del árabe. 30 Cañigral (1981: 11 y ss). 31 Se había interesado Cavafis por un grupo literario de gente joven llamado Néa Zoé que editaba una revista del mismo nombre y que propugnaba la extensión del griego demótico. 32 Panayotοpoulos, Memos (1981: 9).

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junto al hecho de que la lengua griega se caracteriza por un número de sinónimos muy elevado, muy finamente matizados entre ellos, puede rendir la tarea del traductor aún más ardua de lo esperado. Además, justamente debido a la larga historia de la lengua griega, muchas veces coexisten vocablos o construcciones, semánticamente casi equivalentes, pero procedentes de distintas épocas cronológicas o que cada una de ellas se puede usar en contextos muy específicos. Obviamente esto es uno de los problemas con el que siempre se topa un traductor; pero en griego esta es una característica muy llamativa, a tal punto, que incluso para un nativo de sólida educación, el reconocimiento de la época de origen y uso digamos de cada elemento, y la distinción entre –en lo demás equivalentes- sinónimos resulta difícil. ¿Cómo se pueden rendir en una traducción lo más fielmente posible, ejemplos que reflejan la situación de diglosia que ha vivido Grecia? ¿Cómo se rendirá tal matiz entre elementos puristas y demóticos que tanto caracteriza la poesía de Cavafis?

A continuación intentaremos examinar cómo se plasman morfosintácticamente las categorías de modo, tiempo y aspecto de un idioma al otro a la hora de intentar vertir el significado del texto griego al español. Deberíamos tener en cuenta no obstante que estas categorías no funcionan separadamente la una de la otra. Así, puede ser que un ejemplo que examinamos en el apartado del modo por ejemplo, debería ser examinado también el apartado del tiempo o del aspecto. Las categorías se entresolapan, no funcionan obligatoriamente aparte; en tales casos, el fenómeno se estudiará en un sólo apartado –donde primero aparece- donde a la vez se hará referencia a su relevancia con las otras categorías que se estudiarán más adelante. Adoptaremos la convención de que cuando –en los ejemoplos citados- se citan dos posibilidades morfosintácticas en español (separadas entre ellas por una barra, por ejemplo “regresa/vuelve”), la primera será la traducción de Cañigral, la segunda de Álvarez. Cuando se ofrece una sólo posibilidad, significa que las propuestas de Cañigral y Álvarez coinciden.

3.2 El Modo En todos los poemas, originales y traducciones, nos encontramos con ejemplos de

indicativo, subjuntivo e imperativo, mientras no se da ningún caso del modo potencial griego. Ahora bien, el trasvase de un idioma al otro, no implica que la equivalencia en cuanto la apariencia (y uso) de modos se mantendrá ya que cada sistema lingüístico tiene su propio modo de funcionar; consecuentemente, unos valores modales (igual que temporales o aspectuales), pueden expresarse en la lengua-destino por la forma correspondiente a la de la lengua-origen pero puede ser eso que no ocurra. Por lo que hemos observado no obstante, en la mayoría de los casos en lo que en estos poemas se refiere, tal correspondencia se respeta. En los apéndices al final del trabajo, ofrecemos –dentro de lo posible- una relación de formas (flexivas) griegas y españolas, tal cómo se rinden las primeras en cada una de las traducciones correspondientes. Así se puede examinar con detalle el trasvase de las categorías modales/ temporales/ aspectuales, de un idioma al otro.

Uno puede observar fácilmente la preponderancia de uso de formas imperativas en los tres poemas seleccionados. El indicativo y el subjuntivo también se usan por el poeta pero con menos frecuencia. Y son justamente estas formas imperativas griegas, que al traducirse al español, se traducen siempre (en estas traducciones) por formas correspondientes imperativas. Por citar algún ejemplo, compárense:

(1) πλησίασε à acércate (2) μη θρηνήσεις à no lamentes

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(3) άκουσε à escucha (4) επέστρεφε à vuelve/ retorna Obsérvese no obstante que en griego, la categoría de aspecto se realiza

morfológicamente en todas las formas verbales, de modo de manera que frente a las únicas formas del imperativo español, el imperativo en griego dispone de presente (γράφε) y aoristo (γράψε) cuyo empleo refleja diferencias aspectuales. También tiene perfecto (έχε γραμμένο), pero es un caso que se da muy raramente. En la voz medio-pasiva el imperativo presenta –aunque no son frecuentes- formas propias simples (δένου, δέσου). Ahora bien, tal matiz de significado aspectual por el que se diferencian las formas del imperativo en griego no lo demuestran las formas imperativas españolas (en cualquier caso examinaremos dicho tema detalladamente en el apartado dedicado al estudio del aspecto). Por otra parte, tanto en español como en griego, las formas puras del imperativo son la segunda persona del singular y del plural; las otras formas (tercera persona del singular/ plural para el español) son formas prestadas del subjuntivo. Lo que vale la pena mencionar aquí es que el imperativo negativo/ imperativo de prohibición también se reemplaza por el subjuntivo tanto en griego como en español. Otro punto de semejanza es que tanto en griego como en español, los pronombres en función de complemento33 de las formas imperativas afirmativas, se sitúan después de la forma verbal34:

(5) παίρνε με à tómame (6) αποχαιρέτα την à dile adiós (/ saluda) Decíamos que por lo general, se puede observar equivalencia de modos entre los poemas

originales y las traducciones. En lo que respecta al paradigma del indicativo en general, hay equivalencia –menos en el caso del pretérito anterior que no se da su correspondiente en griego, y en el caso del futuro; el español no distingue entre la acción de aspecto “instantáneo” y la acción de aspecto “continuo” del verbo como se reflejan en –entre otros- en el futuro griego (y también en el imperativo y los participios)35. Obsérvese no obstante que dicho matiz de ‘continuidad’ o ‘instantaneidad’ de la acción se podría rendir en español por medio de las formas continuas; pero en tal caso hay que recurrir a la correspondencia entre formas flexivas y formas no flexivas. Dejando de lado las construcciones perifrásticas del verbo estar + gerundio y examinando sólo las formas flexivas, observamos que el indicativo español de la voz activa está compuesto por 10 formas mientras el griego por 836. En nuestro corpus, el indicativo casi siempre se traduce por indicativo respetándose por lo general también la “correspondencia” de tiempos:

(7) φεύγει à se aleja (8) χάνεις à pierdes (9) στέκονται à se yerguen/ se alzan (10) βγάζουν καπνόà humean (11) κυττάζω à veo/ miro (12) μακραίνει à se alarga

33 En español, también los pronombres reflexivos. 34 Asimismo, en ambos idiomas, en la negación, los pronombres deberían anteponerse a la forma verbal. 35 Estas formas que constituyen uno de los problemas más importantes para los extranjeros que estudian griego, se diferencian en que los dos miembros de cada par marcan no el carácter temporal, sino el carácter continuo o instantáneo de la acción. 36 No haremos referencia a la correspondencia de las formas indicativas –ni más adelante de las subjuntivas- de la voz pasiva, porque en español se forma perifrásticamente mientras el griego presenta formas propias de la flexión medio-pasiva.

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(13) ξυπνά à se despierta/ despierta (14) αισθάνονται à sienten Naturalmente, esta correspondencia entre formas indicativas españolas y griegas no es

absoluta. También nos hemos encontrado con algunos casos de formas verbales indicativas, que al traducirse al español, no se respeta la supuesta correspondencia entre tiempos. Pero nos referiremos a estos casos en el apartado siguiente dedicado al tiempo.

Mayores puntos de divergencia se revelan en el subjuntivo. El subjuntivo español de la voz activa consiste de 4 formas (ó 6, si se incluyen las formas de futuro de subjuntivo simple y compuesto que ya han quedado en desuso) mientras el griego sólo de 3. Otra diferencia es que el subjuntivo griego tiene presente, aoristo y perfecto, pero –prescindiendo de la presencia de la conjunción “να”- solamente en el aoristo (activo –να γράψεις- y medio-pasivo –να γραφτείς) presenta formas morfológicamente diferenciadas de las correspondientes de indicativo37. De todos modos Bóbolu (1994) observa que:

“En lo que respecta al subjuntivo, las equivalencias [entre el español y el griego] no son tan claras. […]. El subjuntivo se usa en griego tan ampliamente como en español y ha reemplazado el uso del infinitivo del griego clásico. Ου δύναμαι γράφειν (infinitivo presente) en griego clásico. Δεν μπορώ να γράφω/ γράψω (presente de subjuntivo/ pretérito indef. de subj.) en griego moderno.”

En nuestro corpus, los ejemplos más llamativos de la no-correspondencia entre griego y

español, parecen constituirlo los casos del subjuntivo griego en función de complemento verbal. Nos referimos a construcciones del tipo forma flexiva + να38 + subjuntivo (donde en español se usaría forma flexiva + infinitivo). Tal fenómeno se explica porque en la tendencia general en la evolución del griego el infinitivo ha sido sustituido en general por una claúsula con verbo en forma personal con la partícula “να” + subjuntivo39. Examinaremos más detalladamente el tema del infinitivo griego más adelante pero a este punto es suficiente decir que el griego cuenta con dos formas de infinitivo, como ocurre en español (aunque en éste, la distinción entre los dos tipos de infinitivo –simple y compuesto- se basa en otros criterios). En griego, la distinción entre los dos tipos de infinitivo tiene que ver con la categoría de voz, de modo que se distinguen el infinitivo activo (-ει) y el infinitivo pasivo (-εί). En cualquier caso, en ambos idiomas se trata de una forma verbal invariable. En español el infinitivo puede encontrarse como complemento de otro verbo, puede funcionar como sustantivo, etc. Sin embargo en griego no suele emplearse como forma verbal independiente sino que se utiliza exclusivamente para la formación de los tiempos verbales compuestos (έχει δέσει, είχε δεθεί, θα έχει δεθεί). En resumidas palabras, el infinitivo español que desempeña funcion de complemento del verbo, se rinde en griego por el subjuntivo. Compárense los ejemplos: 37 Sin embargo, antes de la Reforma ortográfica de 1982, las desinencias del subjuntivo se diferenciaban ortográficamente de las del indicativo. La falta de desinencias propias en el subjuntivo (y el potencial) compensan ciertas partículas o elementos proverbales (θα, να…), que al combinarse con la forma verbal simple, le atribuyen su especial valor modal. En este caso, la presencia o ausencia del elemento proverbal constituye una característica que pertenece solamente al modo, y se diferencia de la voz y del tiempo. Pero por otra parte, este elemento no designa el modo sino solo en combinación con las desinencias. 38 Mackridge denomina este elemento “subjunctive marker” y explica que “a subjunctive marker is a participle or conjunction which may condition a perfective non-past verb form”. Se han empleado también términos como “mood formants” o “syntactic converters” (Barri, 1981). También “elementos proverbales” (Mirambel, 1988) o τροπικοί δείκτες –“indicadores modales” (Kleris & Babiniotis, 1999), etc. 39 Para más información remitimos a Mozer (1980: 250 y ss).

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(15) δε θέλω να τα βλέπω à no quiero mirarlas/ verlas (16) με λυπεί να θυμούμαι à me apena/ aflige recordar (17) ακουσθεί να περνά à se oye/ oigas pasar (18) δε θέλω να γυρίσω à no quiero girarme/ volverme

3.3 El Tiempo Como hemos visto, el imperativo presenta en griego presente y aoristo, cuya diferencia

radica en la importancia del tema verbal y la respectiva expresión de valores aspectuales. El uso del subjuntivo griego por otra parte, que como hemos mencionado, presenta aritméticamente menos formas que el subjuntivo español, también se condiciona –entre otras cosas- por consideraciones aspectuales. Por eso, en este apartado examinaremos básicamente casos del indicativo en ambos idiomas, ya que es el modo por excelencia donde las formas que constituyen el paradigma se oponen por oposiciones temporales. En el indicativo griego las consideraciones aspectuales están siempre presentes pero los miembros del paradigma se oponen principalmente por sus valores temporales. La referencia a casos donde una forma griega se traduce por su forma correspondiente (en cuanto a significación temporal) española, ya se ha visto en el apartado dedicado al modo. Así que a continuación, nos fijaremos en casos de formas indicativas griegas cuya traducción presenta ciertas complicaciones.

En general pues, en nuestro corpus, aunque el presente de indicativo griego se rinde por el presente de indicativo en español, no está la cosa tan equilibrada en cuanto a otros tiempos. La versión que más se diferencia en este aspecto del original, es una vez más, la de Álvarez, mientras la de Cañigral se demuestra muy fiel al texto caváfico, hallándose los puntos más llamativos sobre todo en Que el Dios abandona a Antonio. En primer lugar, el presente de indicativo μένουν (quedan) de Cavafis en Velas, se rinde igualmente por presente de indicativo por Cañigral, pero por pretérito indefinido por Álvarez (sin que haya una razón que explique tal cambio):

(19) μένουν à quedan/ quedaron El punto siguiente, podría resultar más problemático, teniendo en cuenta que el griego

presenta diferenciación morfológica según la voz, es decir, posee desinencias propias tanto para la voz activa como para la medio-pasiva. Así, Que abandona el Dios a Antonio, empieza con una oración temporal con el verbo en aoristo de indicativo de la voz medio-pasiva (ακουσθεί). Cañigral muy acertadamente lo traduce por la tercera persona del verbo oír precedido por el ‘se’ impersonal, mientras Álvarez utiliza la segunda persona del presente de subjuntivo, perdiéndose no obstante así, hasta cierto punto, el matiz de impersonalidad:

(20) (σαν) ακουσθεί à (cuando) se oye/ oigas En el mismo poema Cavafis escribe, μην πεις πως ήταν ένα όνειρο…. Ahora bien, el

verbo είμαι (ser), es defectivo, careciendo –entre otras- en realidad de formas propias para el aoristo40. Así, είμαι, είσαι… se emplean para el presente y el futuro, mientras las formas ήμουν, ήσουν… para el imperfecto y el aoristo, en el caso de que el hablante no pretende distinguir entre 40 Según Tsopanakis (1994: 422): “Είμαι” es un verbo medio-pasivo, defectivo, con disposición media (o neutra), con imperfecto “ήμουν” […], futuro “θα είμαι”, que es durativo y puntual, porque “είμαι” no tiene aoristo. […] El infinitivo es sólo culto y sólo funciona como sustantivo “(το) είναι” = la existencia. […] El participio “όντας” –para los tres géneros- no pertenece al lenguaje culto.

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aspecto perfectivo e imperfectivo. Kleris & Babiniotis (1999: 163) señalan que si el hablante opta por suministrar más información gramatical de si algo haya acabado definitivamente o haya constituido un acontecimiento, entonces usa como aoristo del είμαι (ser) la forma υπήρξα (del verbo υπάρχω –existir) o –menos comúnmente- la forma στάθηκα (del στέκομαι –encontrarse, estar de pie). Teniendo en cuenta estas observaciones, no entendemos porqué Álvarez, traduce –sin razón aparente- la forma del pasado ήταν por presente (es), cuando la debería haber traducido por imperfecto (o por indefinido); Cañigral una vez más se muestra más fiel al original:

(21) (πως) ήταν à (que) era/ es También en relación con este punto debemos señalar lo siguiente; Álvarez traslada la

oración relativa que es (traducción de πως ήταν) desde el final de un verso, al principio del verso siguiente, sin respetar la sintaxis y el metro original:

(22) Προ πάντων να μη γελασθείς, μην πεις πως ήταν ένα όνειρο, πως απατήθηκεν η ακοή σου˙ à

y sobre todo no te engañes, nunca digas que es un sueño, que tus oídos te confunden;41

Igualmente, no encontramos ‘justificado’ el uso del imperfecto (que te enganaba tu oído)

por Cañigral y del presente de indicativo (que te confunden tus oídos) por Álvarez, cuando el aoristo de Cavafis se podría haber traducido por el correspondiente pretérito indefinido sin que se diera problemas en lo que se refiera a la semántica:

(23) (πως) απατήθηκεν à (que te) enganaba/ confunden Obsérvese además que el verbo απατήθηκεν en realidad debería haber sido traducido

como “fue enganada” ya que dicha forma verbal presenta las desinencias propias de la voz medio-pasiva, morfológicamente diferenciada de las respectivas desinencias activas griegas. Pero, ya que en español, la voz medio-pasiva no dispone de su propio paradigma con sus propias desinencias, el verbo ha sido traducido por ambos traductores por una construcción activa.

Uno podría argüir que no deberíamos fijarnos en diferencias de este tipo. Hay que dejar claro que la razón por la que lo hacemos, es porque por una parte creemos que si es posible vertir el mismo significado en ambos idiomas, mediante las mismas categorías (y miembros del paradigma), este es el camino que debería seguir el traductor; la sustitución gramática y sintácticamente de una forma por otra que no es su “correspondiente” es totalmente aceptable y esperable si por el mantenimiento de las mismas, no se puede trasmitir el mismo significado. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el mismo Cavafis se preocupaba demasiado para que la traducción de sus poemas fuera lo más fiel al original posible. Cañigral (1981: 35) por ejemplo, señala que al ser traducidos al inglés una veintena de poemas de Cavafis por su hermano Juan, el mismo Cavafis hace hincapié en su decidida intención de que sean vertidos lo más fielmente posible, pues al traducir Juan en concreto la palabra griega prágmata (“cosas”) por “terribles cosas”, el poeta le reprocha el añadir “terribles” calificando a “cosas”, por cuanto prágmata por el hecho de ser “cosas” ya son terribles: “El último verso debe ser traducido fielmente. Escribe ‘qué cosas nuevas’ sin ningún adjetivo calificando esas cosas. La ausencia de epíteto intensifica la fuerza de la expresión. Denota un alto grado de pesimismo el que las cosas se tomen como terribles sólo por el hecho de ser nuevas…”. 41 A su vez Cañigral propone: Ante todo no te equivoques, no digas que era

un sueño, que te engañaba tu oído;

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Otra frase que se muestra especialmente difícil a la hora de traducir es la siguiente: (24) Σαν που ταιριάζει σε που αξιώθηκες μια τέτοια πόλι

Ambos traductores optan por traducir la forma flexiva αξιώνομαι (“[llegar a] ser digno para algo”) por un adjetivo que funciona como predicado para el sujeto del primer verbo ταιριάζει (“hacer juego”, “pegar bien” diríamos coloquialmente a falta de una traducción exacta). Otra diferencia es que en la frase original, el segundo verbo aparece en la segunda persona del singular, precedido también por un pronombre personal de segunda persona σε (te). En ambas traducciones se ha usado una construcción más impersonal:

(25) Como quien deviene digno de tal ciudad (Cañigral) (26) Como quien digno ha sido de tal ciudad (Álvarez) Por otra parte, el tiempo del primer verbo que usa Cavafis es el presente del indicativo, y

del segundo el aoristo. El significado del segundo verbo ya hemos dicho que se rinde mediante un adjetivo. En cuanto al primero, Cañigral opta por el presente y Álvarez por el pretérito perfecto del indicativo. Ambas propuestas se pueden explicar, tenienedo en cuenta que el pretérito perfecto griego no se puede usar en griego para acontecimientos que tienen lugar en un tiempo muy cercano al presente; de ahí que en su lugar se utiliza el aoristo (que es lo que usa Cavafis) que a su vez se traduce por el presente o el perfecto en estos contextos.

3.4 El Aspecto Ya hemos mencionado que la categoría del aspecto se realiza morfológicamente

(mediante el tema de presente y aoristo) en la totalidad del sistema verbal griego. Y que en el imperativo se distinguen los subsistemas del imperativo de presente y el del imperativo del aoristo, cuya diferencia es de índole aspectual. En la formación del primero se usa el tema de presente (aspecto imperfectivo) y en del segundo el tema de aoristo (aspecto perfectivo). Así, cuando Cavafis usa επέστρεφε (regresa) y παίρνε με (tómame), aunque a la vez emplea un marcador temporal como συχνά (a menudo)42, la presencia de este último no sería necesaria, ya que el tema de presente denota que la acción se realiza varias veces o repetidamente. Por otra parte, cuando usa formas perfectivas como άκουσε (escucha) el tema de aoristo43 indica que la acción no tiene carácter repetitivo. Así en los dos primeros ejemplos que citamos a continuación, se sobreentiende que la acción se realizará más de una vez, de forma repetitiva o habitual; en el resto de los ejemplos se sobreentiende que la acción sólo tendrá lugar una vez. Al contrario en español, tal matiz no se expresa por la morfología de la forma verbal:

(27) επέστρεφε44 à regresa/ vuelve-retorna [más de una vez, repetidamente, etc]

42 Que por cierto, Álvarez traduce erróneamente por “otra vez”. 43 Tema de presente: ακού–; tema de aoristo: ακούσ–. 44 Obsérvese que el presente del verbo es επιστρέφω (επί + στρέφω). Ahora bien, según la regla gramatical, el aumento ε–, necesario en la formación del aoristo de indicativo, no se debe mantener en la formación del imperativo de aoristo. Es decir, Cavafis, debería haber utilizado επίστρεφε en lugar de επέστρεφε. No obstante, el uso –incorrecto- del aumento en estos casos (cuando se trata de sílaba tónica), está tan arraigado en la conciencia lingüística del pueblo que muchos defienden que tales ejemplos no son gramáticalmente erróneos. Y es justo este título (επέστρεφε) de Cavafis que se usa a veces como defensor de tal postura. Como ejemplos parecidos y de uso común podemos citar: υπέγραψε (en lugar de υπόγραψε), ανέβαλε en lugar de ανάβαλε), υπέβαλε (en lugar de υπόβαλε), επέβλεπε (en lugar de επίβλεπε), etc.

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(28) παίρνε με à tómame [más de una vez, repetidamente, etc] (29) μη θρηνήσεις à no lamentes [una vez] (30) μην καταδεχθείς à no aceptes/ no desciendas45 [una vez] (31) πλησίασε à acércate [una vez] (32) άκουσε à escucha [una vez] El mismo matiz de aspecto perfectivo o de “realización única” o “repetida” de la acción se

puede expresar mediante las formas subjuntivas. Examinaremos otra vez construcciones να + subjuntivo que funcionan como complemento del verbo, que en español se rinden por infinitivo. La elección de una forma de presente de subjuntivo (aspecto imperfectivo) o de aoristo de subjuntivo46 (aspecto perfectivo), designa de nuevo acción ocurrida una vez, como en:

(33) δε θέλω να γυρίσω à no quiero girarme/ volverme [una vez]

frente a acción ocurrida varias veces; o bien acción que ocurre siempre: (34) δε θέλω να τα βλέπω à no quiero mirarlas/ verlas [varias veces] (35) με λυπεί να θυμούμαι à me apena/ aflige recordar47 [varias veces] (36) ακουσθεί να περνά à se oye/ oigas pasar [varias veces]

3.5 Los casos Un área gramatical en la que se iban a diferenciar a priori el texto de Cavafis y los de

Cañigral y Álvarez la constituye el del paradigma de los casos en griego. La morfología del griego moderno es más elaborada que la del español; entre otras cosas, el griego moderno, dispone de un sistema de casos, compuesto por cuatro miembros (nominativo, genitivo, acusativo y vocativo) que no se da en español. Obviamente el hecho de que este último no dispone de un sistema correspondiente, no significa que no puede expresar los significados similares (por ejemplo, el genitivo se usa para expresar posesión, etc). Simplemente el español, tendrá que recurrir a otros medios –normalmente- sintácticos para expresar tales significados. A la hora de comparar pues el texto griego con los textos españoles, era predecible que nos íbamos a encontrar con divergencias sintácticas, que se pueden explicar justamente por la falta de un sistema de casos en español. Por eso no trataremos en el presente trabajo diferencias de este tipo. Simplemente mencionamos a continuación algunos ejemplos representativos de lo que acabamos de explicar. En resumidas palabras, y centrándonos en la información de nuesto corpus, haremos referencia a ejemplos del genitivo griego que se rinde en español generalmente por sintagmas preposicionales, introducidos por la preposición de.

Así en primer ejemplo, Cavafis se refiere a ‘los días’ (η48 μέρες) ‘del futuro’ (του μέλλοντος); en el segundo ejemplo hace referencia a la ‘memoria’ (μνήμη) ‘del cuerpo’ (του σώματος) y en el tercero, a las ‘súplicas’ (παρακάλια) y ‘llantos’ (παράπονα) ‘de los cobardes’ (των δειλών). Es justamente el genitivo en todos estos ejemplos (que denota posesión en el sentido

45 Recordamos lo dicho de que en ambos idiomas, la negación en el imperativo, toma prestadas las formas del subjuntivo. Recuérdese por otra parte que la partícula negativa usada en imperativo y subjuntivo griego (μη) no es la misma que se usa en el el indicativo y potencial (δεν). 46 Estadísticamente el subjuntivo de aoristo se usa más que el subjuntivo de presente. 47 Es como si dijera “No quiero mirarlas/ me apena recordarlas, cada vez que, siempre tenga que hacerlo”etc. 48 “η” (la) es el nominativo del singular del artículo determinado femenino. En realidad Cavafis debería haber usado en su lugar el nominativo del plural “οι” (las) ya que el nombre que sigue “μέρες” (días) está en plural.

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amplio del término) que se traduce por de + nombre. La primera traducción española de cada par es la de Cañigral, la segunda de Álvarez:

(37) Του μέλλοντος η μέρες στέκοντ’ εμπροστά μας à Los días del futuro se yerguen ante nosotros. Los días del futuro se alzan ante nosotros.

(38) όταν ξυπνά του σώματος η μνήμη, à cuando despierta la memoria del cuerpo cuando la memoria del cuerpo se despierta

(39) με των δειλών τα παρακάλια και παράπονα, à con lamentos y quejas de cobarde con las súplicas y llantos de los cobardes

Un punto que cabe destacar, es que en griego la palabra que aparece en genitivo (lo que

se traduce por de +…) puede aparecer antes o después del nombre que determina. Al contrario en español tal flexibilidad no se da; el orden de los elementos de la oración debe ser tal que el sintagma preposicional aparece siempre último. De ahí que aunque Cavafis en estos casos antepone los genitivos (que por cierto no es la sintaxis normal), al traducirse al español, los sintagmas preposicionales correspondientes, aparecen post-puestos a los nombre con los que se relacionan.

3.6 Algunos puntos de interés en las traducciones de Álvarez En este apartado haremos referencia a ciertos puntos de las traducciones que nos

parecen interesantes, bien como casos aislados, bien como ‘grupo’ de casos, sin estar exclusiva y directamente ligados a las categorías del modo, tiempo y aspecto.

En primer lugar, en relación con el título del segundo poema, llama la atención, el uso del infinitivo de griego antiguo απολείπειν. Como hemos mencionado, el infinitivo del griego antiguo, en realidad ha sido perdiéndose mientras la lengua evolucionaba, hasta llegar a la situación de hoy, donde el término se usa para denominar las formas no flexivas en –ει/–εί. La polémica de si en realidad tal forma moderna se debe considerar o no ‘infinitivo’, queda expresada también por el desacuerdo en cuanto a la nomenclatura adoptada. Así Tsopanakis (1994: 346) lo considera “sustantivo verbal, de género neutro e invariable” y en el Curriculum del P.I.D.E. de MG/LE49 (1998: 120) se describe como: “una forma no flexiva, que morfológicamente coincide con la tercera persona de subjuntivo de aoristo (aunque históricamente su origen es distinta). Mackridge (1985: 118) utiliza el término perfect formant50; para Mirambel (1988: 124) se trata de un elemento no flevivo, con la terminación /–i/ o /–í/ proveniente del tema del aoristo. Babiniotis, en su Diccionario de la Lengua Neogriega (1998: 229-230)51 en el comentario referente a la entrada de “απαρέμφατο” señala que, con la excepción de ciertas expresiones arcaizantes que han sobrevivido hasta nuestros días, el infinitivo del griego antiguo se ha ido perdiendo hasta

49 Dicho curriculum ha sido diseñado a cargo de profesores de la Universidad de Atenas como Kondos, Mozer, Bakakou-Orfanou, Papaefthimiou-Lytra, Cheila-Markopoulou et.al.. 50 A la vez, Mackridge nos informa que “there is no satisfactory term for this form, either in English or in Greek, as far as I am aware. Greek linguists often call it απαρέμφατο ‘infinitive’ (which, while justifiable historically, is synchronically misleading) Hesse (1980: 13) calls it ‘aorist participle’. 51 En La Lengua Griega (Babiniotis, 1995: 402) tampoco aparece el término “απαρέμφατο”; se hace referencia a la “forma indeclinable en -ει que proviene del tema del aoristo”.

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desaparecer del griego moderno. Sin embargo las formas indeclinables que se emplean en la formación de los tiempos compuestos provienen históricamente del infinitivo. Nosotros hemos elegimos adoptar la terminología más fuertemente arraigada en la literatura pertinente, y siguiendo a Triandafylidis, Mozer, etc, lo denominamos infinitivo de aoristo activo/ pasivo o simplemente infinitivo (activo/ pasivo).

En cualquier caso pues, la forma απολείπειν va a presentar problemas a la hora de traducirse, ya que pertenece a una época de la lengua griega, mucho anterior a la época de Cavafis, donde tal forma gramatical ha dejado de existir. Para rendir tal peculiaridad sintáctica, Cañigral, opta por traducirlo por la conjunción que + forma verbal indicativa, como si se introdujera una oración subordinada. Al contrario Álvarez, usa directamente una forma flexiva en indicativo, de modo que no se atribuye de ningún modo la particularidad del título original:

(40) Απολείπειν ο Θεός Αντώνιον à Que abandona el Dios a Antonio/ Abandona el Dios a Antonio

Otro punto que nos ha llamado la atención, es que Álvarez, quien no se demuestra tan fiel

al original como Cañigral, muchas veces altera la sintaxis, sin que ello sea necesario: O bien, a parte de cambiar el orden de las palabras, introduce elementos donde nos los haya. Igualmente, traduce una categoría gramatical por otra, cuando hubiera perfectamente posible mantener la equivalencia con el texto caváfico como hace Cañigral, quien parece estar más consciente de lo escrupuloso que era Cavafis con las traducciones de sus poemas. Los puntos más llamativos en las traducciones de Álvarez para cada poema, según nuestro criterio, son:

Ø Velas

En el ejemplo (41) antepone la traducción de ζωηρά –vivaces, a la de ζεστά –cálidas. También traduce el diminutivo κεράκια (velitas) por velas. Igualmente, en el ejemplo (42) antepone velas a frías, y torcidas a deshechas. [Al final de cada ejemplo ofrecemos también la versión de Cañigral, para demostrar que la traducción podría haber sido “exacta”]:

(41) χρυσά, ζεστά και ζωηρά κεράκια à doradas, vivaces, cálidas velas.

[doradas, calientes y vivaces velas] (42) κρύα κεριά, λυωμένα και κυρτά à

velas frías, torcidas y desechas [frías velas, derretidas y dobladas]

En las siguientes frases, bien elimina elementos que se incluyen en el original (μία –una;

μου –mis), bien introduce elementos donde no los haya, como ocurre con el relativo donde. Igualmente llamativa es la omisión del genitivo κεριών (de velas) que se caracterizan como σβησμένων (apagadas), y que determina a γραμμή (hilera). También antepone el marcador aún a la forma verbal, en vez de mantenerla al final de la oración, y post-pone Εμπρός (ante) después del verbo:

(43) μια θλιβερή γραμμή κεριών σβησμένων à fúnebre hilera consumida

[una fúnebre fila de velas apagadas] (44) τα πιο κοντά βγάζουν καπνόν ακόμη à

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donde las más cercanas aún humean [las más próximas humean todavía]

(45) Εμπρός κυττάζω τα αναμένα μου κεριά à Miro ante mí las velas encendidas

[Ante mí veo mis encendidas velas] Un punto que resulta muy interesante por sus diferentes posibilidades de traducción es el

siguiente: (46) Δεν θέλω να γυρίσω να μη διω και φρίξω Dicha frase consta de un verbo principal δεν θέλω (no quiero) cuyos complementos que

siguen son formas verbales; como hemos ya visto, el infinitivo español con función de complemento verbal, en griego se rinde por la construcción να + forma subjuntiva (que a la vez ofrece diferenciación de aspecto)52. De ahí que Álvarez usa infinitivos en lugar del subjuntivo griego y simultáneamente cambia el orden de las dos últimas formas verbales, haciendo uso de un infinitivo como sustantivo verbal:

(47) No quiero volverme y estremecerme al contemplar53 A su vez, donde Álvarez usó infinitivo + ‘infinitivo sustantivado’, Cañigral usa un infinitivo + participio y propone:

(48) No quiero girarme y ver estremecido

Como punto final en relación con este poema, queremos destacar que ambos traductores omiten traducir el artículo determinado τα (‘las’) que acompaña el sustantivo κεριά (velas) en el titulo original. Ø Abandona el Dios a Antonio

Un punto más que ejemplifica de nuevo la tendencia de Álvarez de cambiar significadamente el orden original de las palabras, sin que haya razón explícita por ello, lo constituye el fragmento siguiente:

(49) την τύχη σου που ενδίδει πια, τα έργα σου που απέτυχαν, τα σχέδια της ζωής σου που βγήκαν όλα πλάνες, μη ανοφέλετα θρηνήσεις. à

no lamentes tu suerte, tus obras fracasadas, las ilusiones de una vida que llorarías en vano.

[tu suerte que ya te abandona, tus obras que fracasaron, los proyectos de tu vida que resultaron todos ilusorios, no lamentes en vano.]

52 Podemos representar de de modo esquemático la sintaxis griega de esta frase así: forma indic. + {[να + forma subj.]} + {[να + forma subj.] + [ y (να) + forma subj.]} 53 Al contemplar posee significación verbal, aunque su función sintáctica es sustantiva. En este contexto adquiere sentido temporal.

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En primer lugar Álvarez traslada al principio de la oración el verbo no lamentes, manteniendo no obstante en posición final el complemento en vano. Omite traducir la oración relativa που ενδίδει πια (que ya te abandona); traduce el relativo που απέτυχαν (que fracasaron) por el participio fracasadas, y της ζωής σου (de tu vida) por el indeterminado de una vida. Finalmente, no entendemos porque usa el verbo llorarías; es decir, si ya ha traducido el imperativo μη θρηνήσεις por el imperativo español no lamentes, ¿qué viene a sustituir que llorarías? En resumidas palabras, Álvarez no traduce fielmente, omite totalmente palabras del original, y traslada elementos de un verso a otro produciendo cambios injustificables en cuanto a la puntuación y el metro.

Más ejemplos donde se observa que Álvarez añade elementos donde no los haya o simplemente no traduce correctamente se ve en los versos que citamos a continuación. En primer lugar, abundan los ejemplos donde traduce injustificadamente un elemento por otro de la misma u otra categoría gramatical. Así sustituye la preposición με (con) por la conjunción y en el (50); en el (51) sustituye la partícula negativa μην54 por el adverbio temporal nunca. En el (52) se emplea otra vez nunca para sustituir la partícula negativa όχι (no) y a la vez se omite la conjunción y que debería aparecer al principio del verso:

(50) με μουσικές εξαίσιες, με φωνές – à con admirables músicas y voces

[con músicas encantadoras, con voces] (51) Προ πάντων να μη γελασθείς, μην πεις πως ήταν à

Y sobre todo no te engañes, nunca digas [Ante todo no te equivoques, no digas que era]

(52) κι άκουσε με συγκίνησιν, αλλ’ όχι à escucha con emoción, mas nunca

[y escucha con emoción, pero no]

En el primero de los dos ejemplos que siguen, Álvarez, añade el artículo indeterminado un, aunque en el original tal elemento no aparece. El segundo ejemplo, donde se da una forma verbal imperativa αποχαιρέτα (saluda/despide), seguida por el pronombre personal en función de objeto την (la), es más llamativo. No llegamos a comprender porque Álvarez recurre a la repetición de la forma verbal (junto con la omisión del pronombre personal); asimismo, porqué añade el adverbio así:

(53) Σαν έτοιμος από καιρό, σα θαρραλέος à Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente

[Como dispuesto desde hace tiempo, como valiente] (54) αποχαιρέτα την, την Αλεξάνδρεια που χάνεις. à

y despide, despide a Alejandría que así pierdes. 55 [y despídete de la Alejandría que pierdes.56]

En relación con este último, podemos añadir otro punto que nos ha llamado la atención.

En el texto original, Cavafis, usa en dos ocasiones el vocablo αποχαιρέτα, que aunque aparece en

54 Μη(ν) se usa como hemos mencionado para expresar la negación en el imperativo y en el subjuntivo, mientras en el indicativo y el potencial se usa δεν. 55 Anteriormente había traducido αποχαιρέτα por saluda, saluda. 56 Nosotros lo hubiéramos traducido como “dile adiós a Alejandría que pierdes”.

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distintas partes del poema (en el medio y la final), los versos donde dicho elemento se halla, son casi idénticos entre sí:

(55) αποχαιρέτα την, την Αλεξάνδρεια που φεύγει. (56) αποχαιρέτα την, την Αλεξάνδρεια που χάνεις. Ahora bien, lo interesante es que tanto Álvarez como Cañigral, ofrecen dos distintas

posibilidades para la traducción de los versos en cuestión. Así, Álvarez propone como traducciones de las frases (55) y (56) respectivamente:

(57) saluda, saluda a Alejandría que se aleja (58) y despide, despide a Alejandría que así pierdes. Cañigral los traduce como: (59) dile adiós a Alejandría que se aleja (60) y57 despídete de la Alejandría que pierdes.

Es interesante el penúltimo verso del poema. No sólo por las elecciones tan diferentes en

cuanto al léxico de cada uno de los traductores y sus respectivas diferencias de estilo, sino también por lo siguiente: Álvarez a este punto traduce la palabra θίασος (compañía de teatro) como ‘tropa’. Pero al principio del poema, donde aparecía por primera vez esta palabra58, había optado por ‘compañía’. Cañigral es constante en su traducción como cortejo. Esta frase es por parte de Álvarez (junto con la “no lamentes tu suerte… en vano”) la que más discusiones puede levantar en relación con su traducción. No estamos de acuerdo con las elecciones estilísticas de léxico de Álvarez: μυστικός es secreto, no divino (θεϊκός). Asimismo, όργανα es instrumentos, no música (μουσική). Pero no entraremos a este punto –como no lo hemos hecho hasta ahora- en cuestiones estilísticas y temas relacionados con el léxico. Por el otro lado, Álvarez, una vez más añade elementos donde no los haya, y así nos encontramos con esa:

(61) τα εξαίσια όργανα του μυστικού θιάσου à la música exquisita de esa tropa divina

[los encantadores instrumentos del misterioso cortejo] Finalmente, llama la atención el hecho de que Álvarez traduce el sustantivo απόλαυσι

(goce) como una forma verbal imperativa (goza); igualmente el adjetivo τελευταία (final) por una expresión adverbial temporal (por vez final):

(62) ως τελευταία απόλαυσι τους ήχους à goza por vez final los sones

[como un último goce, los sones]

57 Obsérvese que ambos traductores añaden la conjunción y en el último verso, sin que se de su correspondiente en el verso original. 58 Al principio del poema se lee: “σαν … ακουσθεί / αόρατος θίασος να περνά”. Cañigral escribe “cuando … se oye // pasar un cortejo invisible”; Álvarez a su vez propone: “cuando … oigas // pasar una invisible compañía”.

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Λεονταριδη Ε. (2002), “TIEMPO, MODO Y ASPECTO EN ALGUNAS DE LAS TRADUCCIONES DE POEMAS DE CAVAFIS”. ΕΠΙΣΤΗΜΟΝΙΚΕΣ ΔΗΜΟΣΙΕΥΣΕΙΣ ΔΙΔΑΣΚΟΝΤΩΝ, 3: 33-64, ΑΘΗΝΑ: Δ.Ξ.Γ. ΠΑΝ/ΜΙΟΥ ΑΘΗΝΩΝ

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Ø Vuelve

En primer lugar, no entendemos por qué Álvarez no se demuestra constante –una vez más- a la hora de traducir la palabra επέστρεφε de Cavafis; unas veces usa vuelve y otras retorna. Cañigral ha optado por traducir dicho vocablo por el imperativo regresa pero en su elección se muestra constante.

La traducción de Álvarez parece que presenta problemas en cuanto a los especificadores adverbiales. Así no entendemos porqué traduce συχνά (a menudo) por otra vez. Por otra parte, omite totalmente traducir el elemento ξανα-59 (‘otra vez’):

(63) Επέστρεφε συχνά και παίρνε με à Vuelve otra vez y tómame

[Regresa a menudo y tómame] (64) κ’ επιθυμία παληά ξαναπερνά στο αίμα à

y un antiguo deseo atraviesa la sangre [y el viejo deseo la sangre de nuevo atraviesa]

Obsérvese también la siguiente frase, donde una vez más, el adverbio πάλι (de nuevo)

está incorrectamente traducido por aún y la frase está introducida por el adverbio cuando que no se da en el original:

(65) κ’ αισθάνονται τα χέρια σαν ν’ αγγίζουν πάλι à cuando las manos sienten que aún te toca

[y sienten las manos como si de nuevo tocasen]

La traducción de esta frase por parte de Cañigral es una vez más muy acertada. No sólo el orden de las palabras en español se mantiene muy fiel al orden original, siendo la única diferencia el hecho de que Cañigral antepone al verbo el especificador de nuevo, sino que además, consigue rendir el subjuntivo (de presente) ν’ αγγίζουν, también por subjuntivo (de imperfecto) en español (tocasen), donde Álvarez usa indicativo (tocan60).

3.7 Algunos puntos de interés en las traducciones de Cañigral En general, ya hemos señalado que las traducciones de Cañigral se muestran muy fieles

al texto original, tanto en cuanto a la sintaxis como en lo referente a las elecciones de índole gramatical y léxica. Consecuentemente las observaciones que haremos –junto con las que ya hemos hecho- en relación con su trabajo van a ser pocas y de menor importancia61. Debemos también mencionar que no haremos referencia a la versión de Cañigral de Que el Dios abandona a Antonio, ya que los puntos interesantes ya han sido destacados anteriormente; respecto a este poema, según nuestro criterio Cañigral ha dado una traducción excepcional. En relación a los otros dos podemos decir:

59 Dicho elemento se usa como primera parte de muchos verbos y sustantivos y denota repetición del significado de la segunda parte de la palabra compuesta. En español generalmente se puede traducir por otra vez/ de nuevo o por la construcción volver a + verbo. 60 Obsérvese también la mención de te antes de tocar, que en el original no se da. 61 De forma similar con lo que hemos hecho anteriormente, a la hora de examinar ahora la traducción de Cañigral, entre corchetes ofreceremos la versión de Álvarez.

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Ø Velas

Nos ha llamado la atención el hecho de que en ciertos casos, donde Cavafis repite la misma palabra, Cañigral, ha usado dos vocablos diferentes para rendir el mismo significado. Al contrario, en estos casos, Álvarez, ha optado por la repetición del mismo elemento, como ocurría en el texto original. Así en:

(66) Δεν θέλω να τα βλέπω˙ με λυπεί η μορφή των, και με λυπεί το πρώτο φως των να θυμούμαι. à

No quiero mirarlas; su forma me apena y me duele recordar su luz primera.

[No quiero verlas; su aspecto me aflige me aflige recordar su luz primera]

(67) τι γρήγορα που η σκοτεινή γραμμή μακραίνει, τι γρήγορα που τα σβηστά κεριά πληθαίνουν. à

lo pronto que la oscura fila se alarga, lo de prisa que las apagadas velas aumentan.

[qué rápidamente se alarga la hilera sombría, qué rápidamente crece con sus velas ya consumidas.]

En relación con este último ejemplo, nótese no obstante, que al empezar Cañigral la frase

con “lo…”, se le permite traducir por la misma sintaxis del original las oraciones relativas que siguen (που…/ que…), cosa que no es posible en las traducciones de Álvarez

Ø Regresa

Decíamos que Cañigral se demuestra muy escrupuloso en sus traducciones, intentando permanecer cuanto más fiel al original posible. Incluso en los pocos casos en los que cambia el orden de los elementos de la frase, casi siempre es posible entrever la justificación de su elección.

(68) κ’ επιθυμία παληά ξαναπερνά στο αίμα, à y el viejo deseo la sangre de nuevo atraviesa.

[y un antiguo deseo atraviesa la sangre] En este verso, dos son los puntos interesantes. Primero, el uso por parte de Cañigral del

artículo determinado el (mientras Álvarez ha optado por el indeterminado un). Cavafis usa la forma apocopada (κ’) de la conjunción και (y) porque la palabra que sigue empieza por ε– (επιθυμία –deseo). Ahora bien, teniendo en mente lo dicho sobre la lengua de Cavafis y sus particularidades, uno podría sostener que el poeta recurre a tal apócope incluso si la palabra que sigue empiece por el sonido /i/; tal palabra sería el singular del artículo femenino η (la). A nosotros nos parece correcta tal interpretación, de modo que encontramos más acertada la traducción de Cañigral a la de Álvarez.

Otro punto de destacar, es el hecho de que Canigral sitúa el verbo atraviesa al final de la oración, cuado Cavafis lo anteponía al sustantivo sangre. Creemos que el traductor ha elegido esta opción para ‘recompensar’ la anteposición del adjetivo vieja al sustantivo deseo.

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4 Conclusiones En el presente trabajo, hemos intentado examinar, desde una base semántica, cómo se

plasman las categorías de modo, tiempo y aspecto en las traducciones al español de tres poemas de Cavafis, originalmente escritos en griego moderno. Aunque esperábamos que nos íbamos a encontrar con grandes diferencias morfosintácticas entre el original y las traducciones, nos ha asombrado la semejanza con la que se puede verter el contenido semántico del original griego a estos niveles de las traducciones españolas. Dicho hecho es asombroso si se tiene en cuenta que se trata de idiomas no pertenecientes en las mismas familias de lenguas indoeuropeas; y lo que es más, que el griego cuenta con un sistema morfológico bastante más elaborado que el español.

Hemos elegido no entrar en lo atinente a cuestiones estilísticas o examinar divergencias y afinidades a nivel del léxico. En general, por lo que hemos examinado en nuestro corpus, se ha visto que Cañigral se muestra mucho más fiel a la hora de traducir al español el texto caváfico que Álvarez. Lo que se ha demostrado no obstante, es que a grandes rasgos es posible hablar de equivalencias sintácticas. En relación con la categoría del tiempo, generalmente, se pueden trazar paralelos en cuanto al uso de las varias formas verbales.

Donde uno se encuentra con las primeras diferencias, es en lo relacionado con la categoría del modo. Así, aunque el indicativo y el imperativo como categorías generales –y sus miembros cada uno por separado- parecen funcionar de modo similar en ambos idiomas, la cosa no está tan clara en el subjuntivo. Se observan diferencias sintácticas, debido –no tanto al hecho de que el subjuntivo se usa menos extensivamente en griego que en español- sino al hecho de que en los textos griegos en cuestión nos hemos encontrado con muchos casos de formas verbales subjuntivas en función de complemento verbal. Tales construcciones en español se rinden por infinitivo, que a su vez en el griego moderno sólo se usa en la formación de los tiempos compuestos.

El punto más divergente lo constituye la categoría del aspecto gramatical, ya que dicha categoría se realiza morfológicamente en la totalidad de miembros del paradigma verbal, mientras en español no ocurre lo mismo. Es decir, la mayor parte de la información aspectual, que está siempre presente en las formas verbales griegas, se pierde a la hora de ser traducidas dichas formas al español.

La mayor complejidad morfológica del griego, que se observa por ejemplo en la existencia de un sistema de casos y declinaciones de nombres, o en la disposición de un sistema de desinencias propias para la voz medio-pasiva de los verbos, se consigue rendir en español mediante otros recursos, principalmente sintácticos (mediante sintagmas preposicionales, perífrasis, etc). Bibliografía AGRELL, S. (1908), “Aspektänderung und Aktionsartbildung beim Polnischen Zeitwork: ein Beitrag zum Studium der

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Παναγιωτόπουλος).