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GRECIA PRIMITIVA: LA EDAD DE BRONCE Y LA ERA ARCAICA Μ. I. Finley ( ( e u \ 1 1 di Gfl ) EUDEBA / LECTORES

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  • GRECIA PRIMITIVA: LA EDAD DE BRONCE

    Y LA ERA ARCAICA. I. Finley

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    EUDEBA / LECTORES

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  • G R E C I A PRIMITIVA:LA EDAD DE BRONCE Y LA ERA ARCAICA

    M.l. FINLEY

    S ^ e u d e b a

  • Finley, M l.Grecia primitiva : la edad ue ftro.'.ce y a. :.rca!ca - 3a ed la reimp. -

    Buenos Aires : Hudeba, 2i 7

    224 p . ; . x .. Cin.Traducido por: Delia .V.juns ISBN 978-950-23-135- 5

    I. Histor... de Grecia. . Delia .Vlauns, y

  • ARobert CookyGeoffrey Kirk

  • EDAD DE BRONCEA.

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  • PALABRAS DE AGRADECIMIENTO

    El autor y los editores agradecen a las siguientes personas el haberles permitido citar material sujeto a la legislacin de propiedad intelectual: Clarendon Press, Oxford, por Pindar, de C. M. Bowra; Cambridge University Press, por The Presocratic Philosophers, de G. S. Kirk y ]. E. Raven; William Heine- mann Ltd. y Harvard University Press, por Wofks and Days, traduccin de H. G. Evelyn-White, de la edicin de Hesiodo de The Loeb University Library. La figura 1 est reproducida de The Palace of Minos de Sir Arthus Evans, con autorizacin de los Fideicomisarios de los Bienes de Sir Arthur Evans; la figura 3 de Geras Keramopoulou de Marinatos, con autorizacin de Murtides, Atems; las figuras 4a y 4b de A Companion to Homer de Wace y Stubbings, con autorizacin le Macmillan. La figura 2 est basada en las tablas de The Decipherment of Linear B de J. Chadwick, Cambridge University Press y de The Local Scripts of Archaic Greece de L. H. Jeffrey, Clarendon Press Oxford. La figura 4d est reproducida con autorizacin del Museo de la Agora de Atenas. La figura 4c est tomada de Furtwangler-Losche y la figura 4e de Wide.

    Las lminas la y 1c estn reproducidas por cor-

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  • tesia del Museo Ashmolean de Oxford; la lmina lb del Museo Naciortal de Atenas; las lminas lia y III de Hirmer Verlag, de Munich; la lmina lie de Lord William Taylour; las lminas lib y IV, del Instituto Alemn de Atenas.

    1C

  • P R O L O G O

    Si es que existe una diferencia entre historia y arqueologa, este libro es una historia de la Grecia primitiva. La mayor parte de las pruebas son arqueolgicas, y hemos tratado de precisar, en la medida que pudimos hacerlo dentro del espacio disponible, el estado actual de nuestros conocimientos. Pero el testimonio no es un fin en s mismo; nuestra preocupacin principal ha sido l anlisis y las conclusiones histricas y no la investigacin arqueolgica. (No decimos la narracin, porque eso no es posible de lograr en el sentido comn de la palabra.)

    Hemos tratado los mismos temas en dos captulos que escribimos para la Fischer Weltgeschichte, tomos 3 (1966) y 4 (1967), publicados en alemn. Se los ampli y volvi a redactar y en la parte de la Edad de Bronce este trabajo fue casi completo. La cantidad de cambios no slo refleja l volumen de los nuevos descubrimientos arqueolgicos, sino tambin nuestra propia revisin acerca de muchas de las cuestiones histricas. Weidenfeld and Nicolson y la Delacorte Press, poseedores respectivos de los derechos ingleses y norteamericanos, de Fischer Weltgeschichte, nos han autori- rado gentilmente a utilizar como deseramos nuestro texto original.

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  • Mi clido agradecimiento a los amigos A. An- drewes, R. M. Cook, M. C. Greenstock y G. S. Kirk que leyeron y criticaron el manuscrito; a Jan Bouzek de la Universidad de Carlos en Praga que me permiti leer el manuscrito de su libro Homcrisches Griechenland prximo a ser publicado, y a mi esposa por su permanente ayuda.

    . I. F.

    Cambridge, 20 de mayo de 1969

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  • ADVERTENCIA SOBRE LOS NOMBRES PROPIOS 1

    No nos hemos esforzado en ser demasiado rgidos al pasar al ingls los nombres propios griegos, ya sea de personas o de lugares. En los casos en que los nombres actuales de lugares son notablemente distintos de los antiguos, hemos dado los equivalentes en la primera aparicin, haciendo lo propio en el ndice. Los nombres de lugares de la Edad de Bronce son a menudo desconocidos. El empleo de nombres griegos posteriores no debe tomarse como una indicacin de que esos mismos nombres ya se utilizaban en pocas anteriores; a veces puede demostrarse que en realidad no era as, y existen algunos ejemplos, sealados en el captulo sobre Creta, en que el nico mtodo de identificacin posible es el empleo de un nombre moderno.

    * Advertencia del original en ingls (N. de la E-).

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  • I

  • LA EDAD DE BRONCE

  • r

  • CAPITULO I

    INTRODUCCIN

    En el estudio de la historia primitiva del hombre, lo que se observa con mayor claridad y ms rpidamente es su progreso tecnolgico. sa es la razn por la cual existe la norma de larga tradicin que consiste en dividir la historia antigua eh grandes perodos de acuerdo con los materiales duros con que se fabricaban herramientas cortantes y armas: piedra, cobre, bronce, hierro, en ese orden. Luego, conforme aument el conocimiento del pasado, los perodos largos se subdividieron de distinta forma. Cundo se advirti, por ejemplo, que en determinado momento la tcnica utilizada para' dar filo al pedernal y dems piedras haba pasado del tallado, al pulido, la Edad de Piedra se dividi en Antigua (Paleoltico) y Moderna (Neoltico). Pronto se hizo necesario hablar de Paleoltico Inferior, Medio y Superior (o Avanzado), de un perodo Mesoltico Intermedio, de Bronce Primitivo y Tardo, y as sucesivamente. De la misma manera se diferenci cada edad de acuerdo con la regin o civilizacin. Se cre as una nomenclatura cuyo uso persiste a pesar de que cada

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  • vez se tiene ms conciencia de que ella es poco adecuada e incluso de que tiende a confundir. Des- pus de todc, si bien la madera, el hueso, la arcilla para alfarera, Ls pieles y los textiles son materiales iguJ.rr.entfc importantes, tambin es cierto que no duran lo suficiente como para subsistir i-csta nuestros das. Su aplicacin traspasa la linea de evolucin de piedra-bronce-hierro y deben ignorarse en el esquema convencional. Adems, en el curso de las edades tradicionales se han producido profundos cambios en la economa, en la estructura social y en el poder politico. En la actualidad se coincide, por ejemplo, en que el signo fundamental que seal la divisin entre el paleo ltico y el neoKtico fue la introduccin de la agricultura v no un cambio en el mtodo de trabajar el pedernal. Por ltimo, hubo escalas de tiempo muy diferentes en el progreso tecnolgico y social de las distintas regiones de Europa y de Asia occidental, por no mencionar los dems continentes.

    Llegado a este punto (y volveremos sobre el mismo ms adelante), hay que reconocer que an son necesarias algunas de esas normas para resear los miles de aos de la prehistoria. El investigador actual slo cuenta con las pruebas arqueolgicas o restos materiales para estudiar la poca anterior al descubrimiento del arte de la escritura y su empleo por parte de una civilizacin determinada para registrar sus actividades, creencias e historia. No dispone de agrupamientos lingsticoso nacionales, ni de dinastas reales o formas de gobierno, ni tampoco de revoluciones o guerras para utilizarlos como elementos de clasificacin. Asimismo, no tendra sentido dividir por siglos el perodo desde el 40.000 hasta el 4.000 a.C. En rigor, el final de la prehistoria no tuvo lugar antes del 3000 a.C. aproximadamente en la Mesopotamia (actual Irak) y Egipto, del 2000 a.C. en

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  • Asia Menor y Siria y del 1000 a.C. en Greda, producindose an mas tarde en todas las dems regiones situadas hacia el occidente. Para ser ms exactos, sas son las fechas, aproximadamente, en que la prehistoria se convierte en historia. El empleo (y supervivencia) de la escritura fue por largo tiempo tan restringido que las pruebas arqueolgicas continan siendo esenciales y a menudo predominantes.

    En Grecia la Edad de Bronce comenz alrededor del 3000 a.C. o poco despus de esa fecha, a raz de la adopcin de las tcnicas que se haban desarrollado en zonas situadas ms hacia el oriente y no por invencin propia. El hecho de que se hubieran producido migraciones hacia Grecia es incierto y muy discutido. No se puede pretender que ellas den cuenta de la llegada de los metales pero no existe la menor duda de que ello fue posible: el mar Egeo era una ruta por la que viajaban hombres e ideas incluso en los. primeros tiempos neolticos (y quiz mucho antes). Los granos cultivados y los animales domesticados que marcan la iniciacin de la Era Neoltica fueron importados de Oriente, presumiblemente del Asia Menor. No puede determinarse en qu forma viajaron, pero, en la misma poca (en el 6000 a ms tardar), el vidrio volcnico negro llamado obsidiana que se usaba para herramientas en una regin que se extenda desde el sur de Macedonia hasta Creta provena en su totalidad de la isla de Melos (como resulta del anlisis espectogrfico de los hallazgos).1 No obstante, en la misma Melos no se han encontrado todava vestigios de poblaciones tan antiguas. Por lo tanto, parecera que el

    1 Vase C. Renfrew y col., "Obsidian in the Aegean, Annual of the British Scnool at Athens, n9 60 (1965), pigs. 225-247.

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  • El

    Hund

    o

  • hombre neoltico primitivo de Grecia continental (y, por supuesto, tambin de Creta) se senta lo suficientemente cmodo en el mar como para visitar Melos con regularidad a fin de explorar sus canteras de obsidiana. De ser as, las primeras plantas y animales domesticados podran haber llegado por el Egeo en vez de por tierra y ms probablemente acompaados a una autntica migracin que sin ella. En consecuencia, el hecho de que el arte de la metalurgia siguiera el mismo camino 300 aos despus constituira un mero acto de rutina.

    La pennsula griega, en sntesis, no era una unidad aislada. En realidad no lo ha sido en modo alguno hasta hace poco tiempo (e incluso en la actualidad no existe acuerdo acerca de los lmites de Grecia ). Tanto en el perodo prehistrico como en el histrico, Grecia formaba parte de un complejo egeo ms amplio .que abarcaba Grecia continental, las islas (incluyendo Creta y Chipre) y la costa occidental de Asia Menor. En trminos generales, esta regin comparta un mismo clima y terreno, con recursos similares y posea, por lo tanto, idntico sistema de vida. A causa de su ubicacin, el mundo egeo serva tambin como puente, por un lado, entre Egipto y el Cercano Oriente, y, por el otro, entre Europa oriental y central.

    La ocupacin de Grecia por el hombre se remonta, "segn estudios recientes, a la Era Paleoltica Media, 40.000 aos atrs (fecha sta suministrada por una muestra de carbono de Epiro). Se ha descubierto un crneo tipo Neanderthal en Calcdica, al este de Macedonia, habindose encontrado asimismo concentraciones de restos paleolticos en Macedonia occidental, Epiro, Corcira (actual Corf), la llanura de Tesalia, Beocia y el noroeste de Olimpia, en lida. No obstante, slo

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  • en uno de estos sitos en Epiro debajo de Iioan- nina se observan signos de poblacin constante hasta el Neoltico y la Edad de Bronce. La cermica neoltica muestra all similitud con hallazgos provenientes de Italia y no de otros sitios de Grecia, como por ejemplo Nueva Nicomedia en Macedonia. Casi todos estos descubrimientos se han producido desde fines de la dcada de 1950, por lo tanto carecera de sentido en la actualidad generalizar acerca de la duracin del Paleoltico griego o discutir sus orgenes y conexiones. No se han hallado restos paleolticos en Nueva Nicomedia, por ejemplo, lugar en que exista alrededor del 6200 (fecha extrada tambin de una nica muestra de carbono 14) una poblacin que cultivaba trigo, cebada, lentejas y arvejas, que al mismo tiempo criaba ovejas, cerdos, cabras y ganado vacuno y fabricaba canastos y cuatro estilos de cermicas diferentes. Da la impresin de que en Nueva Nicomedia se practic, desde los primeros das de su existencia, toda la gama de las artes nuevas, mientras que otros centros neolticos primitivos, como -Sesklo en Tesalia, atravesaron por una fase prece- armica. Cada nueva excavacin suministra ms variaciones y enigmas, demostrando una y otra vez que, dentro del complejo griego en general (por no mencionar el egeo), la variacin es parte esencial de su prehistoria. Sin embargo, como suele suceder cuando dependemos exclusivament e de objetos materiales para recopilar informacin, las razones de este fenmeno, se nos escapa.

    Las regiones conocidas del neoltico primitivo donde se fabricaban objetos de cermica y se practicaba la agricultura estn tan diseminadas que resulta fcil llegar a la conclusin de que estas innovaciones fundamentales fueron llevadas a Grecia por una migracin (o migraciones). Estas primeras poblaciones eran pequeas, aproximada-

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  • mente de cien Habitantes, y sus viviendas constituidas por un nico cuarto se encontraban dispersas dentro del rea del pueblo, diferencindose as de los densos y atestados poblados del Cercano Oriente. Los tres mil aos siguientes evidenciaron un aumento considerable de la poblacin, lo que queda demostrado por la aparicin de nuevas reas habitadas as como por la mayor densidad de los pobladores ntiguos. 1 crecimiento y el desarrollo se manifestaron de formas diferentes : en la proliferacin de las variedades de alimentos, en el refinamiento y la mayor especia- lizacin de herramientas y armas, en la cermica y su decoracin, en el transporte y en la arquitectura. Si las deducciones extradas del estudio de otras comunidades agrcolas primitivas y ms conocidas son vlidas, cabe suponer que tambin existi cierta divisin del trabajo (que no era posible en sociedades que vivan de la caza y la recoleccin de alimentos) y un principio de estratificacin social. Asimismo, se produjeron cambios decisivos en el medio ambiente fsico, no todos necesariamente favorables en ltima instancia, causados por el desmonte de los bosques, por los cultivos continuos y el constante uso del terreno para pastoreo.

    Por ltimo, cerca del 3000 a.C., comenzaron a utilizarse los conocimientos metalrgicos que estaban ya muy avanzados en el Cercano Oriente, pero en los siglos inmediatamente posteriores los objetos de metal continuaron siendo rarezas en el Egeo. En algunas regiones como Creta casi no se ha encontrado ninguno. La mayor parte de stos de bronce, plomo o plata consista en armas, piezas decorativas u objetos relacionados quiz con la religin. Las herramientas de metal apenas si aparecen, y en tal caso corresponden al artesano y no al agricultor. En sntesis, el metal

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  • comenz siendo un lujo en el mundo egeo y, si bien tuvo una vigencia considerable, se supone que resultaba accesible a la clase social ms pudiente que haba surgido durante el perodo Neoltico precedente. La piedra, la arcilla refractaria el hueso y la madera continuaron siendo los mater rales duros (y es bueno tener en cuenta que nunca fueron desplazados totalmente) hasta que, por ltimo, en la segunda mitad del tercer milenio, se produjo en todo el Egeo un marcado aumento en la cantidad de metal utilizado, as como en la escala de su empleo en la produccin.

    La llegada de la verdadera era de los metales introdujo problemas radicalmente nuevos. La sociedad que depende de ellos, incluso en forma parcial, debe hallar un lugar dentro de su estructura social para un nivel de especialistas que antes no necesitaba y debe ocuparse activa y constantemente de obtener estas escasas materias primas. El mundo egeo es pobre en metales. Para las reducidas necesidades de sus primeros artesanos metalrgicos quiz habra bastado con sus pequeos depsitos aislados. Algunos de stos han sido localizados en exploraciones contemporneas, pero no en todos los distritos donde se efectuaron hallazgos de objetos de metal. Conforme creci la demanda se hizo necesario importar estao y cobre (y posteriormente hierro). Al principio se los traa de otras sociedades ms avanzadas en el uso de los mettales pero ms tarde fue necesario recurrir a Europa central y occidental. La segunda etapa fue particularmente complicada pues implic que los pueblos del Egeo debieron efectuar ellos mismos los cteos, organizar luego las minas y la fundicin, y capacitar a los hombres del lugar en tcnicas que no posean, teniendo finalmente que transportar el cobre o el estao a largas distancias. Hay pruebas arqueolgicas de la existen-

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  • ca de minas de cobre en Transilvania (en los Crpatos del sudeste) y en Espaa que datan de antes del 2000 a.C., cuyos responsables deben ser los exploradores de Anatolia o del Egeo. Incluso se ha formulado una hiptesis atractiva sobre Troya, donde se practic la metalurgia desde la primera poblacin, en el sentido de que sta debe parte de su primitiva prosperidad a su ubicacin privilegiada sobre la ruta de los metales entre el Asia Menor, el mundo egeo y el Danubio inferior.

    El rpido desarrollo de las industrias metalrgicas locales puede demostrarse ocasionalmente en muchas zonas egeas por la presencia de depsitos de escoria y otros vestigios de verdaderos talleres, pero con ms frecuencia por las variantes en

    *el estilo y en la tcnica de los productos terminados. Tambin est probado arqueolgicamente el intenso comercio que se practicaba dentro del Egeo en contraste con los siglos precedentes. Los pueblos y aldeas que perduraban desde pocas anteriores tienen ahora un aspecto de mayor solidez urbana algunos de ellos cuentan con murallas de piedra y estn situados preferentemente sobre colinas bajas o lomas prximas al mar o a los lagos interiores. Pero ste es el nico indicio que poseemos de que el aumento de la riqueza, la mayor especializacin y los varios requerimientos del comercio exterior de los metales tuvieron, en conjunto, un efecto significativo en la organizacin y la estructura de las clases sociales. Ni siquiera existe ei menor indicio acerca de las relaciones polticas entre las distintas comunidades.

    Resulta tentador tratar de llenar las lagunas de nuestro conocimiento sobre la base de los desarrollos mas ~ menos contemporneos de Egipto o ae ia M e sopotamia, pero tenemos que abstenemos decididamente de intentarlo. No hace falta ms que echar una mirada a los informes arqueolgicos para

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  • comprobar con qu rapidez las civilizaciones del Cercano Oriente haban aventajado totalmente a las del Egeo en el tamao y la complejidad de las comunidades individuales (y en los objetos que stas fabricaban )j. as como en la extensin de su poder hacia las regiones circundantes. Ni siquiera Troya es una excepcin valedera. Debemos aproximarnos a los grandes palacios de Creta despus del 2000 a.C., para encontrar apenas los primeros hallazgos realmente grandiosos del mundo egeo.2 Adems, por sobre todo esto nos encontramos con la ausencia de cualquier forma de escritura y, cuando sta hizo finalmente su aparicin en Grecia y Creta, tuvo una difusin lenta e incompleta (nunca lleg a Troya, por ejemplo) y su empleo fue tan restringido que an es correcto hablar de prehistoria y no de historia en los siglos en que se usaban las escrituras Lineales A y B (tratadas en los caps. IV y V) para los registros de palacio.

    La ignorancia de la lectura y la escritura, que ya es una limitacin' bastante seria para la sociedad misma, resulta frustrante para el historiador. Los conocimientos de toda la prehistoria del Egeo pueden contarse con los dedos de la mano. Se los conoce nicamente a travs de mitos y tradiciones muy posteriores y son, n el mejor de los casos, muy problemticos, segn veremos ms adelante. La arqueologa revela los cataclismos, pero no puede informar acerca -de las circunstan

    2 Para poder determinar su tamao, Stuart Piggott, Ancient Europe (Edinburgh University Press; Chicago, Alcline Press, 1965), pg. 122, ha hecho estos interesantes clculos: Troya II encajara detro del crculo del terrapln de la primera fase de Stonehenge; el palacio mesominoico de Mallia en Creta es casi igual, por su tamao, a la villa romana de W oodcheter en Oxfordshire; el palacio de Pilos abarca aproximadamente la mitad de la superficie de la poblacin de la Kdad de Hierro de Glastonbury, en Somerset.

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  • cias concurrentes o de las personas que tuvieron participacin en ellos, aun cuando en unos pocos casos importantes puedan hacerse deducciones generales con un margen considerable de probabilidad. Asimismo, se advierte la falta de personalidades individuales no slo debido a la naturaleza de los escasos textos escritos, sino tambin a la ausencia notable de monumentos. No se encuentran obeliscos con hermosas incripciones; ni los palacios ni las tumbas presentan estatuas o pinturas murales que puedan compararse con las de los omnipresentes gobernantes, nobles, guerreros, escribas, sacerdotes y dioses del Cercano Oriente. Los gobernantes de Cnosos, Misenas y Trova descuidaron perpetuar su memoria. Estamos en libertad de creer, si as lo deseamos, que los reyes Minos de Cnosos, Agamenn de Micenas y Pra- mo de Troya fueron personajes histricos y no figuras de leyenda. Sin embargo, no se ha encontrado ninguna representacin de ellos en el lugar y ni siquiera figuran sus nombres en una lpida o la piedra de un anillo de sello.

    La consecuencia derivada de todos estos puntos negativos es una gran frustracin y la incertidum- bre acerca de la cronologa. Entre los objetos fechados provenientes del mundo egeo, algunos de los cuales tienen un valor incalculable, no hay uno solo que no sea importado. Por lo tanto, todas las fechas son arqueolgicas. La cronologa relativa se establece con la base de la evolucin estilstica de la alfarera y a los estratos o capas de los yacimientos de cada zona en particular. Se fijan entonces los pivotes, o fechas absolutas, mediante sincronizaciones, que hacen posibles a su vez los objetos importados y exportados, con algunas fechas conocidas de Egipto y Siria. Dicho en forma esquemtica, el mtodo bsico consiste en distribuir uija cantidad de estilos de alfarera Micni-

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  • co III A, B y C, por ejemplo en un perodo dado de aos que se estima de acuerdo con el njnero de objetos recuperados y la duracin del cambio estilstico. Los desarrollos arquitectnicos suministran un elemento de comprobacin adicional. Adems, en caso de que haya, por ejemplo, objetos egipcios que admitan la determinacin g un fecha, la escala de tiempo relativa puede traducirse a fechas reales.

    El punto ms dbil de este procedimiento radica en la imposibilidad de fijar con suficiente precisin el momento en que se producen los cambios de estilos y de tcnicas de alfarera y de fabricacin de otros objetos, as como los de estratificacin. Siempre debe contemplarse un margen de error, incluso en las nuevas pruebas cientficas como la de carbono 14. Sin embargo, aun cuando un margen de 100 aos pueda parecer poco importante cuando hablamos de un milenio o ms, no debemos olvidar que ese perodo cubre tres generaciones humanas completas. De ah que un error de tal magnitud pueda originar ideas falsas acerca del crecimiento, cambio o migracin en cuestin, multiplicndose los riesgos cada vez que se confrontan dos o ms culturas. Por lo tanto, cuando los arquelogos dan fechas tan precisas como 1440 1270 a.C., es porque estn excediendo los lmites de lo razonable y envolviendo sus clculos en un halo falso de certidumbre.

    Aceptados estos limites. \S..a.s aproximadas resultan tiles verdaderamente indispensables. La seccin dedicada a la Edad de Bronce en el cuadro cronolgico del comienzo de este volumen presenta una sincronizacin de Grecia, Creta, Chipre y Troya. Lo nico que pretendemo con ella es que refleje un esquema que muchos ai uelogos aceptaran como razonable, dado el esti. o actual de los conocimientos. A raz de un convenciona-

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  • lismo inofensivo, los perodos se denominan Heldico en Grecia, Minoico en Creta y Cicldico en las islas del Egeo central (aunque hoy se cuestio-* na la validez de este ltimo como categora). Por otra norma convencional aparece una nueva divisin en tradas dobles; Primitivo, Medio y Tardo, estando cada una de stas a su vez subdividida en I, II y III. Si bien as puede crearse un cuadro estticamente agradable, a pesar de la desigualdad de tiempo entre el Heldico, el Minoico y el Cicldico, y detectarse a veces con bastante claridad el perodo inicial, medio y final de cada etapa, debemos considerar que, por otra parte, este sistema no ofrece suficientes garantas para muchos sitios y ha conducido a la aplicacin de mtodos bastante violentos para forzar la ubicacin de una prueba evidente y molesta dentro de un marco que se cre en los primeros tiempos de la arqueologa egea. Para los sitios aislados, el mejor procedimiento es el adoptado por los excavadores de Troya y de otras ciudades, que consiste en numerar cada estrato por orden, comenzando con I y prosiguiendo as mientras resulte necesario, pero para las regiones ms extensas es preferible un esquema ms general. Las tradas convencionales se mantienen en este libro por razones de referencia ya que por el momento no existe otra alternativa.

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  • CAPITULO

    LA "LLEGADA DE LOS GRIEGOS

    La debilidad de esta divisin convencional y excesivamente simtrica de la Edad de Bronce en tradas y subtradas resulta evidente al admitirse que la interrupcin ms abrupta y extensa de la cronologa arqueolgica se produce entre el He- ldico Primitivo II y III y no al comienzo del Heldico Primitivo I o en la transicin del Hel- dico Primitivo al Medio (generalmente ubicado alrededor del 1900 a.C.). En una fecha que puede precisarse por los hallazgos de alfarera en las proximidades del 2200 2100, se observa una destruccin ms o menos completa en varios lugares importantes de la Arglida Lerna, Tirinto, Asne, Ziguris, probablemente Corinto y el tica, cuyos efectos parecen haber alcanzado tambin a las Cicladas. Todava no se ha determinado la amplitud que esta devastacin pudo tener en Grecia. Si bien no fue universal, tampoco podemos considerar mera coincidencia el hecho de que el incendio y la destruccin acontecidos en los ltimos siglos del tercer milenio resulten igualmente evidentes atravesando el Egeo, en Troya II, ms al

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  • sur cerca del nacimiento del ro Meandro- en Beycesultn, y en muchos otros lugares, ineluso en Palestina.

    La palabra 'interrupcin" debe entenderse en su sentido ms amplio. A pesar de que los informes arqueolgicos estn repletos de cambios de todo tipo, no es frecuente encontrar en ellos uno que, abarcando una extensin semejante, sea tan

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    2. Grecia en la Edad de Bronce

  • masivo y abrupto como el que se produce en esta poca on particular. En Grecia no se ha de- producir nuda comparable a ste hasta fines de la Edad de Bronce, mil aos ms tarde. Centros que, para su tiempo, eran ricos y poderosos y que haban tenido una larga trayectoria de estabilidad y continuidad, prcticamente se derrumban y los que les siguen difieren radicalmente en escala y categora. La arqueologa no puede, como regla general, asignar nombres a las personas ni precisar el contenido de un desastre pero, en esta combinacin particular de desastres, es legtimo preguntarse si stos no son testigos de la llegada concomitante a las orillas occidental y oriental respectivamente del Egeo de inmigrantes que hablaban una forma primitiva del griego y de pueblos que hablaban otras lenguas indoeuropeas interre- lacionadas: el hitita, el luvi y el palavi.

    Existe una comprensible falta de inters en plantear esa pregunta en forma tan directa. La tendencia a poner en un plano de igualdad lenguaje y raza desquici el estudio de la prehistoria y de la historia desde que se descubri que las lenguas enropeas, asiticas y norafricanas pueden clasificarse en familias de acuerdo, en principio, con sus similitudes estructurales (que a menudo slo puede captar un experto luego de un anlisis profundo). La gran familia indoeuropea incluye las lenguas antiguas de la India (snscrito) y Persia, el armenio y las lenguas eslavas; varios idiomas blticos (como por ejemplo el lituano), el griego y el albans, las lenguas itlicas, entre las que se* encuentran el latn y sus descendientes modernos, el grupo cltico, del que an hoy mantienen cierta vitalidad el galico y el gals, las Lenguas germnicas y varias lenguas . muertas que se hablaban en los Balcanes (como el ilirio) o en el Asia Menor (como el hitita y el frigio). Los investigadores

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  • serios ya han abandonado la concepcin romntica (o peor calificada) de una raza indoeuropea que, con su temperamento, costumbres e instituciones caractersticas, habra arrasado la zona reemplazando las culturas que encontraba a su paso por la propia, que sus integrantes traan a su vez de una hipottica cuna original. Ni en Grecia ni en Asia Menor hay pruebas que justifiquen nada semejante. Las instituciones y la cultura del gran Imperio hitita, que en la segunda mitad del segundo milenio control el Asia Menor y extendi su influencia an ms lejos, sobre las que tenemos tantos documentos (en la escritura cuneiforme que los hititas adoptaron de Babilonia), eran producto de desarrollos acontecidos en Anatolia (Asia Menor) y no algo totalmente preexistente y llevado a esa regin en su conjunto por una nica migracin conquistadora. Es probable que en Grecia sucediera lo mismo en el perodo posterior al 2200 a.C., pero no contamos con documentos anteriores a las tablillas de Lineal B.

    No obstante, llegado a este punto todava queda un difcil aspecto de la realidad por tener en cuenta. Se avecinaba el momento, muchos antes de finalizar el primer milenio a.C., en que gran parte de Europa y distritos extensos de Asia Occidental y Central hablaran una u otra lengua indoeuropea. Estas lenguas no eran nativas de toda esta vasta regin desde tiempos inmemoriales y hay poderosas razones para creer que haban tenido rivales dentro de su propio territorio en el transcurso de la Edad de Bronce (cosa que, para los tiempos histricos, puede probarse en algunas zonas). Por lo tanto, no podemos eludir la conclusin de que hubo algn movimientos de pueblos implicada en ese proceso. La arqueologa ha sugerido y podra decirse que ha demostrado que el ltimo mapa lingstico no es la resultante de un movimiento,

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  • sino de varios, acaecidos en perodos diferentes, provenientes de centros distintos y que tomaron direcciones diversas. No hay otro motivo que explique, por ejemplo, la gran afinidad existente dentro de la familia indoeuropea entre el snscrito y el lituano.

    Uno de estos movimientos parece reflejarse en las grandes destrucciones de Grecia, Troya y otros lugares de Anatolia a fines del tercer milenio a.C. Pero no hay modo en la actualidad de compro- bar esta hiptesis. Con frecuencia las pruebas arqueolgicas no pueden iluminar directamente la historia de los idiomas y dialectos e incluso sobre migraciones que se conocen a travs de otras fuentes o de deducciones indiscutibles. Por ejemplo, no hay un solo rastro arqueolgico incontestable de los dorios, ni durante la migracin ni luego de su llegada a Grecia propiamente dicha. Tampoco los hunos, por mencionar un caso muy posterior, han sido identificados claramente a travs de la arqueologa de Europa central. Sin embargo, alguien tuvo que introducir el dialecto drico en el sur de Grecia, donde ste desplaz al griego mi- cnicoV y sabemos con absoluta seguridad que los hunos hicieron una irrupcin devastadora en Europa. Nuestras dificultades se hacen mayores an con el comportamiento impredecible del lenguaje luego de una conquista. Los normandos no pudieron imponer su francs en Inglaterra a pesar de la conquista y el dominio totales que lograron, mientras que el magiar (hngaro), miembro de la familia uralo-altaica, ha perdurado hasta nuestros das como una isla lingstica rodeada por idiomas indoeuropeos sin relacin alguna con l (alemn, rumano y varias lenguas eslavas).

    i Volveremos sobre el tema de los dorios al comienzo del captulo VII.

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  • Por consiguiente, resulta necesario definir con ms precisin lo que implica la hiptesis de la aparicin de pueblos de lengua indoeuropea en el Egeo antes del 2000 a. C. y tambin lo que no implica. Como primer paso, deben rechazarse con firmeza todas las implicancias racistas: es absurdo imaginar que ellos ya eran los griegos y que tenan alguna misteriosa afinidad con los gobernantes de Micenas de 700 u 800 aos ms tarde, por no mencionar a Safo, Pericles o Platn, Tampoco es indispensable creer que al tiempo de su aparicin ya hablaran un idioma que pudiera identificarse rpidamente como griego. Es ms probable que esta lengua, segn la ' conocemos nosotros, adquiriera conformacin difinitiva en la misma Grecia, siendo influida la de los recin llegados por la de la poblacin ms antigua de la pennsula. sta apareci a ms tardar en el perodo micnico (como resulta de las tablillas del Lineal B ), cuando dos o tal vez tres dialectos griegos ntimamente relacionados parecen haberse difundido por toda la zona, con excepcin de las regiones montaosas y aisladas del Noroeste, donde se desarroll el dialecto drico. El cuadro completo de dialectos clsicos jnico, clico y drico, con sus variantes y subcategoras como el tico debe situarse entonces en el perodo posterior a la cada del mundo micnico, es decir, despus del 1200 a.C. (mapa 4).

    Gran parte de la compleja historia de la lengua griega puede explicarse por simple evolucin lingstica. Por tanto, es innecesario presentar las sucesivas olas de inmigrantes de habla griega, cada una con su propio dialecto, como sola hacerse en pocas pasadas. Lo dicho no excluye la posibilidad de que se hubieran producido otras migraciones despus del 2200 2100, desde el otro lado del Egeo, por ejemplo, pero no las exige para la historia del lenguaje. Y aqu nos encontramos con

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  • el enigma ms notorio de la interpretacin de los datos arqueolgicos. El hecho de que en el segundo milenio afluyeran a Grecia elementos e impulsos culturales riuevos resulta evidente en muchos lugares. Pero, de qu manera llegaron? con los mecaderes, con los artesanos ambulantes o con las migraciones y conquistas? La ltima es una explicacin demasiado fcil ya que en el Heldico Medio existieron dos innovaciones que merecen mayor consideracin.

    La primera es la llamada cermica minense, un estilo de alfarera caracterstico de textura "saponcea. Por estar notablemente difundida en Grecia, en las islas y en algunas partes de Anatolia occidental desde el 1900 aproximadamente, o sea desde el comienzo del Heldico Medio I, muchos estudiosos la consideraron rasgo sobresaliente de una nueva cultura trasmitida por inmigrantes a quienes algunos han identificado como "los griegos. No obstante, la cermica torneada que fuera hallada en Lerna y en otros sitios del Heldico Primitivo III no presenta grandes diferencias con la minense, excepto que es de una variedad anterior y ms primitiva. Por consiguiente no hace falta adjudicar a una migracin la gran popularidad de la cermica minense de alrededor del 1900 a.C. En la actualidad, el, conjunto de las pruebas arqueolgicas se manifiesta en favor de una fecha anterior: 2200 2100 a.C.

    En segundo lugar aparece una nueva prctica de inhumacin muy difundida a principios del perodo Heldico Medio. Se excavaban cmaras sepulcrales poco profundas (del tipo denominado cista). A veces los costados eran de piedra y el fondo de guijarros; contenan un solo cuerpo y las cerraba una lpida. Al principio se observa una tendencia a las dimensiones reducidas, de modo que los cuerpos quedaban en posicin encogida

  • (o fetal); adems, no estn acompaadas de alimentos y utensilios. Con el tiempo adquirieron mayor tamao y se hicieron ms trabajadas. Lo

    , que constituye una novedad no es este procedimiento que ya estaba difundido en las Cicladas en siglos anteriores, sino la costumbre de colocar las cmaras sepulcrales de los nios, y ocasionalmente de los adultos, dentro de las casas, debajo del piso o detrs de los muros. Ac aparece una nueva perspectiva. Pero, requiere este hecho una migracin? De ser as, la nueva poblacin debera haber sido sumamente numerosa y haber conquistado todo el territorio para imponer con tanta rapidez ese nuevo tipo de rito funerario; asimismo, es extrao que los cementerios de las afueras de los pueblos continuaran en uso para los adultos. El caso es. que en la regin del Egeo, durante la Edad de Bronce as como en los tiempos histricos, hubo una asombrosa variedad de prcticas de inhumacin que cambiaban segn las regiones y el momento y que coexistan a menudo por largos perodos en la misma comunidad. Los cuerpos se enterraban en forma individual y en grupos familiares, en clases distintas de recipientes; a veces se los exhumaba luego de producirse la descomposicin para volver a ' enterrar los huesos; eventualmente tambin la cremacin complementaba el entierro. Por lo comn se nos escapa la concepcin subyacente en estas variantes, de la costumbre, pero una cosa es segura: la mayora de los cambios surgieron sin que mediara una migracin. Por lo tanto, no existe razn especial para pensar que la introduccin de la sepultura intramural implique por s sola un evento de esta naturaleza.

    El Egeo fue siempre una ruta de trnsito de ideas, tcnicas e instituciones, tanto al comienzo del segundo milenio como en otras pocas. Es un

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  • hbito curioso el hecho de no adjudicarle nunca al pueblo en cuestin originalidad alguna, hacindolo prestatario de otro que es el innovador. De todos modos, la originalidad jams implica crear de la nada y no pierde valor hi importancia si se basa en una idea proveniente de una fuente distinta. Si, segn parece, la Arglida fue el centro de la destruccin provocada por los intrusos alrededor del 2200 a.C., se deduce en consecuencia que en este distrito frtil y bien irrigado creci y se difundi la cultura de los perodos Heldico Primitivo III y Heldico Medio, de los que emergi a su vez la civilizacin del Heldico Tardo (o micnica). Esto es muy diferente del cuadro romntico de que la conquista abarc la totalidad o la mayor parte de Grecia de una sola vez. La llegada de los griegos signific, en otras palabras, la introduccin de un nuevo elemento que se combin con sus predecesores para crear lentamente otra civilizacin y extenderla cmo y hasta donde fuera posible.

    La destruccin de centros de poder de pocas anteriores, como el de Lerna, con sus grandes fortificaciones, no implica que sus habitantes hayan sido masacrados o que una destruccin comparable se haya procfucido en el interior del territorio. Algunos lugares fueron abandonados por perodos ms o menos cortos, mientras que otros no. Adems, la Edad de Bronce no se limit en Grecia a algunas ciudades fortificadas como Lerna en el Heldico Primitivo II o Micenas en el Heldico Tardo. A raz de que la cantidad de lugares excavados es todava una pequea fraccin del to- tol y de que los arquelogos tratan, como es natural, de dedicar su tiempo y recursos escasos a los lugares que prometen ser ms fructferos, se tiene como resultado una ilusin de grandeza. Por eso constituye una experiencia tranquilizadora leer un

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  • catlogo publicado recientemente acerca de los lugares conocidos que fueron habitados en el sudoeste del Peloponeso. En ese espacio reducido, limitado por el ro Alfeo, el monte Taigeto, el golfo de Mesenia y el mar Jnico, el total de poblaciones del Heldico Tardo puede llegar a ciento diecisis, mientras que, respecto del Heldico Medio, puede llegar quiz a cincuenta y uno segn las pruebas actuales que por cierto son incompletas. La mayora de ellas fueron aldeas y muchas quedaron deshabitadas en las postrimeras de la Edad de Bronce.2 Estas cifras reflejan, por un lado, la colonizacin interior de Grecia que provena de varios centros y por otro el aumento continuo de las cifras de poblacin absoluta. En esta evolucin, resulta imposible separar a los recin llegados de sus predecesores. Lo mismo puede decirse acerca de sus respectivas contribuciones a la cultura mejor dicho, al complejo cultural en incipiente desarrollo. En suma, todos contribuyeron de uno u otro modo, incluso los pueblos cercanos a la pennsula griega, como los de Creta, Jos de las Cicladas y los de Anatolia.

    Lamentablemente, poco puede decirse re' pec to de la nueva cultura que comienza a principios del 1600 a.C. con la aparicin del poder y la lujosa opulencia reveladas por las tumbas en chimenea de Micenas. Durante quinientos o seiscientos aos, desde los primeros tiempos del Heldico Primitivo hasta fines del Heldico Medio, los restos materiales son tan pobres que nos encontramos con poca preparacin para la gran era que co- miepza. Las aldeas (a Lema misma no podemos asignarle ms que ese nombre en este momento) tienen un aspecto general uniforme: situadas ge

    2 W . A. McDonald y R. Hope Simpson, American Journal of Archaeology, 68, 1964, pgs. 229-245.

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  • neralmente sobre colinas o lomas bajas, de trazado irregular, desordenadas, carentes de fortificaciones y de palacios u otros edificios importantes. Las herramientas y las armas de metal son rudimentarias. Estas ltimas son asimismo escasas y demasiado preciosas como para desperdiciarlas entre los efectos personales que acompaarn aJ difunto en la otra vida. A pesar de que los hallazgos de cermica sugieren algn contacto entre la Arglida y las islas occidentales de Itaca y Lu- cade, as como probablemente con las islas de Lpari al norte de Sicilia, stos dan una sensacin de uniformidad gris y de aislamiento en el periodo Heldico Medio. Slo el aspecto de los objetos cretenses, as como las influencias de esta isla, suministran desde el principio una nota diferente: ocasionalmente se encuentra una taza o vaso cretense importado en una tumba del interior del territorio, y los artesanos alfareros de Atenas y otros sitios comienzan a introducir formas miioxcas en sus piezas.

    Es difcil decir lo que significan con exactitud estas conexiones con la isla, pero no hay razn para creer en la existencia de algn tipo de autoridad cretense en Grecia en los siglos xvm o xvn. Adems, en los escasos restos materiales nada revea la evolucin de la organizacin social y de las ideas que, como es razonable suponer, sirvieron de base a la civilizacin micnica posterior. La pista indicadora de que algo significativo estaba ocurriendo, aunque de manera muy lenta, la encontramos nicamente en la mayor cantidad de poblados y en el aumento implcito de la poblacin, al que ya hemos hecho referencia.

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  • CAPITULO III

    LAS ISLAS

    1. Las Cicladas y Chipre

    El Mediterrneo oriental, a diferencia del occidental, est salpicado de islas. Salvo Rodas y Chipre, muy raras veces desempearon un papel independiente en los tiempos histricos debido, al menos, a su tamao y a sus recursos limitados. En pocas anteriores, no obstante, cuando la poblacin era escasa en todas partes y la tecnologa y la organizacin social estaban menos avanzadas, hubo perodos en que algunas de estas islas (o grupos de islas) estuvieron a la vanguardia de los desarrollos importantes de la civilizacin. En alguna oportunidad Creta tuvo un lugar sobresaliente, quedando relativamente relegada en la etapa metalrgica primitiva.

    Son las Cicladas las que tenemos que considerar primero. Este grupo de islas pequeas, que se extiende hacia el sudeste desde Ceos y Andros, cerca del extremo sur del tica y de Eubea respectivamente, hasta Tera (hoy Santorn), Anafe y As-

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  • tipalaia, es el que forma e! puente central entre Grecia y Asia a travs del mar Egeo. Con una extensin que vara entre la de Naxos (285,53 km2) y la de meros montculos rocosos que sobresalen del mar, las islas tienen un aspecto ms bien desalentador. Sus costas, que no dan cabida a los buques modernos salvo pocas excepciones, estn llenas de bahas adecuadas para las embarcaciones de la Edad de Bronce (pacficas y piratas). En muchas de ellas
  • ctuencia, todas las conclusiones y deducciones deben considerarse de carcter preliminar y aproximado. Hasta hace muy poco, por ejemplo, no haba pruebas seguras de una fase neoltica. Slo ahora contamos con algunos hallazgos de Ceos y otros ms antiguos de la pequea Saliagos, cerca de Antparos, q se remontan quiz al 4000 a.C. Esta cultura neoltica tarda parece no tener relacin con la de Creta ni con la del Egeo oriental, aunque muestra similitud con hallazgos en la zona vecina del tica, de Eubea y de Corinto, Al margen de las explicaciones que puedan darse a estas afinidades, parecera que los migrantes que cruzaban el mar pasaron de largo a las Cicladas durante 2.000 aos (como ya hemos visto con respecto a la explotacin de la obsidiana de Melos). Adems se nota que las primeras poblaciones eran escasas y aisladas, y que se produjo un repentino florecimiento en la Edad de Bronce Primitiva despus del 3000 a.C. No nos sorprende que aparezcan influencias de Grecia y del Asia Menor, pero la cultura cicldica del Bronce Primitivo elabor rasgos propios que no pueden confundirse. Para ser ms exactos, debera hablarse de culturas cicl- dicas. En la esfera material, que es la nica que conocemos, las distinciones se tornan ms acentuadas conforme aumenta el volumen de testimonios, los que demuestran el desarrolo de las especialidades locales de Siros, Amorgos, Naros y quiz otros lugares. La cultura que marc el apogeo fue la llamada de Keros-Siros, contempornea del He- ldico Primitivo II y del Minoico Primitivo II, en los siglos posteriores al 2500 aproximadamente. Las tcnicas metalrgicas influyeron en las de Creta y Grecia, llegando hasta Epiro, y puede que se hubieran exportado metales (al menos plata y plomo, que eran relativamente abundantes en las Cicladas). Asimismo, hubo una amplia distribucin

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  • de artculos manufacturados da arcilla y mrmol. No obstante apenas haba poblaciones numerosas o grandes concentraciones de gente. Incluso Fila- kopi en Melos, la comunidad cicldica ms importante del Bronce Primitivo conocida hasta la fecha, careca de fortificaciones.

    Los productos cicldicos ms notables eran los dolos" de mrmol que, con gran predominio de figuras femeninas, se encontraban en cantidad en las tumbas, no slo en las islas, sino tambin en Grecia continental y en Asia Menor. Sus tamaos oscilaban entre unos centmetros y un metro y medio, dimensin sta que se presenta en dos o tres casos. Las estatuillas a menudo muy toscas son de frente y dorso chato y tienen cabezas largas y ovaladas. Los rasgos sexuales estn apenas indicados y a veces virtualmente ausentes, dando en total la impresin de una abstraccin geomtrica casi de avant garde (lm. Ic). Se las fabricaba en Drincipo para acompaar a los muertos en la tumba, de modo que reflejan algn impulso o concepcin religiosa que era compartida tambin fuera de los lmites de las Cicladas. Sera en vano pretender que captamos el pensamiento subyacente en el las: como tampoco entendemos una innovacin cicldica que aparece posteriormente, igualmente en el campo religioso. Haba en Ceos, en la Edad del Bronce Medio, un edificio que parece un templo, pero en esa poca tales estructuras eran desconocidas en otros sitios del mundo egeo. En las ruinas se han encontrado cieptos de fragmentos de estatuas femeninas huecas de tamao natural construidas con arcilla y tambin restos de diecinueve figuras individuales, como mnimo, que posiblemente pertenezcan a ms de veinticuatro de ellas. Si estas figurillas representaban a diosas, lo cierto es que no se han encontrado precedentes

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  • en el Egeo. Por otra parte, tampoco vuelven a aparecer durante otros mil aos aproximadamente.

    Hacia la Edad del Bronce Medio las Cicladas haban mermado en importancia. No se advierten signos que denuncien alteraciones destacables sino que, por el contrario, los restos revelan la existencia ininterrumpida de habitantes hasta fines del perodo prehistrico que contina tambin en el histrico. A raz de su tamao reducido, estas islas adquirieron^ entonces menor significacin, apareciendo slo ocasionalmente por alguna ventaja natural o por su relacin con algn centro ms extenso y poderoso. De este modo, los mrmoles de Naxos y de Paros retuvieron su preeminencia por muchos siglos. Tera, que sufri una gran catstrofe volcnica a principios del Heldico Tardo, lleg a ser, no obstante, un centro drico suficientemente destacado en el perodo Arcaico, siendo responsable de la primera poblacin griega de Cirene (Libia). Naxos y Melos estaban destinadas a ocupar un lugar especial en el relato del historiador Tucdides acerca del Imperio ateniense del siglo v y, con posterioridad, esta ltima nos dio la ms conocida de las esculturas griegas, la Venus de Mito, que se encuentra ahora en el Louvre. En todos los aspectos importantes, en consecuencia, la historia de las Cicladas form parte integral de la historia de Grecia, sobresaliendo por un momento fugaz a principios de la Edad de Bronce.

    A diferencia de las Cicladas, Chipre estuvo integrada al mundo griego slo por perodos y nunca en forma total. Con sus 5.631,50 km2, era la isla ms grande del Mediterrneo oriental ( un poco ms extensa que Creta) y su ubicacin la ligaba ms con Anatolia y an ms con Siria que con Grecia. El trecho ms corto que media entre ella y el Asia Menor es de menos de 80 km, hasta Siria median 120 km aproximadamente, mientras

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  • que Rodas, el centro ms oriental de Grecia, no est ms cerca de aqulla que Alejandra en Egipto (402,25 km), Los buenos puertos, que si bien eran adecuados para los barcos antiguos rio lo son para los buques modernos (con excepcin del de Fama- gusta),* existan en mayor cantidad en las costas del este y del sur que dan hacia el levante. El destino de Chipre quedaba determinado, por lo tanto, por dos factores, ninguno de los cuales poda ser controlado por los mismos chipriotas. Uno era su situacin comercial y poltica en todo el mbito del Mediterrneo oriental. El comercio activo entre Grecia y el Levante beneficiaba normalmente a Chipre por ser sta una escala intermedia, pero las guerras por la posesin de Siria o los conflictos de supremaca naval (como los que se produjeron entre Venecia y los turcos en el siglo xvi d.C.) podan tener efectos destructivos. El segundo factor era la amplitud de la demanda exterior de cobre, clave del crecimiento y prosperidad chipriotas en la Edad de Bronce. Sin embargo no debemos olvidar que, aparte de la estrecha cadena montaosa del lado norte y de las grandes montaas del oeste y del sudoeste, Chipre tiene grandes extensiones de tierra cultivable y buenas comunicaciones interiores, lo que constitua una rareza en el Egeo. Durante miles de aos la agricultura fue la base de la vida chipriota; las ciudades costeras importantes aparecieron slo cuando la exportacin del cobre tom proporciones considerables.

    La historia primitiva de los movimientos de poblacin es oscura no slo por las razones habituales, sino tambin por una inexplicable transito- riedad del cuadro de zonas habitadas. Las aldeas eran abandonadas con frecuencia sin que volvieran a ocuparse ms tarde. Los nuevos habitantes pre-

    Amocostos, ( N . del T '

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  • ferian a menudo reinstalarse en algn lugar cercano. . El perodo Neoltico precermico ms primitivo del que poseemos una fecha de radio-carbono apenas posterior al 6000 a.C., parece haber contado con muy pocos exponentes y haber sido de corta duracin. Segn los testimonios actuales, existe un blanco total entre el 5000 y el 3500 aproximadamente, cuando aparece la Segunda Etapa Neoltica que dur mil aos y de la cual se han identificado hasta la fecha ms de cien lugares habitados. Alrededor del 2500, una catstrofe aparentemente natural y sin intervencin del hombre conmovi a la isla, aniquilando (o alejando) gran parte de la poblacin. Sigue a continuacin otro intermedio de unos 200 aos y luego, alrededor del 2300 a.C., comienza en forma bastante brusca la Edad de Bronce. Las innovaciones como, por ejemplo, las nuevas formas de la cermica y las prcticas de inhumacin, consideradas junto con el arte de trabajar los metales en un pas escasamente poblado, indican la intervencin de una migracin. sta provena tal vez del Asia Menor, y atraves la baha de Morf en el noroeste como consecuencia de los problemas que existan en Anatolia y que mencionamos al comenzar el captulo II.

    Los cuatro primeros siglos de la Edad de Bronce presenciaron un crecimiento lento pero sostenido; lo revela el aumento de la cantidad y del tamao de los poblados. stos se encontraban, en su mayora,, en el interior, en regiones agrcolas con buen suministro de agua. No obstante, el cobre del lugar comenz a explotarse desde el principio, establecindose inmediatamente por lo menos una ciudad portuaria, conocida, ms tarde como Citio (hoy Larnacas), en la costa sur, para hacerse cargo de las exportaciones ( deduccin proveniente de algunos hallazgos egipcios que se extrajeron de las

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  • ruinas). Luego del 2000, el comercio con el Occidente empez a intensificarse, pero no con Grecia, sino con Creta. Esta isla, presionada por la necesidad creciente de cobre, busc nuevos mercados, ms all de las Cicladas. Del mismo modo aument el comercio con el Levante: los textos cuneiformes de Mari sobre el Eufrates, se refieren a las importaciones de cobre y bronce de Alasia (comnmente identificada como Chipre) en el siglo xvni. Chipre entra ahora en su perodo ms trascendente, que se prolonga hasta el 1200 a.C. El interior merm en importancia conforme se fueron estableciendo genuinos centros urbanos a todo lo largo de las costas sur y oriental. stos eran centros manufactureros y de intercambio. En las tumbas aparecen pruebas abundantes de riqueza y lujo, as como armas, que los chipriotas podan ahora dedicar a ese fin. La orientacin hacia el este es inconfundible hasta cerca del 1400 cuando la alfarera de Grecia micnica comenz a invadir la isla. Un solo clculo puede dar idea de las proporciones de este nuevo fenmeno que dur dos siglos. Se estima que en el principal sitio arqueolgico chipriota de la Edad de Bronce, cerca de la aldea de Enkomi y a unos siete kilmetros hacia dentro de la baha de Sala mina en la costa oriental, han aparecido ms cuencos y jarras del tipo Micnico III A de gran tamao y elevado costo que en lodo el resto del mundo egeo, incluyendo a la misma Grecia.

    Estos fenmenos afectaron la estructura de poder de un modo comparable al registrado en Grecia, pero no habran sido posibles en las pequeas islas de las Cicladas. La gran cantidad de armas que aparecen en las tumbas, las poblaciones fortificadas y los fuertes del interior constituyen puntos de referencia cuya interpretacin poltica se basa principalmente en la identificacin del topnimo

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  • Alasia. La importancia econmica de Chipre en esta poca no se pon en tela de juicio. Sus lingotes de cobre y bronce se encuentran o estn representados en todas partes: en Grecia, en Egipto e incluso en Cerdea. La evidencia ms dramtica proviene del naufragio, cerca del cabo Gelido- nia en el extremo sudoeste de Anatolia, de un barco de 9 m que navegaba hacia el occidente con una carga de una tonelada como mnimo de cobre, bronce y estao bruto, cantidad de herramientas y otros objetos, la mayora de los cuales s
  • egipcio como a 'mi hermano. El rey de Ugarit (hoy Ras Shamra), en Siria septentrional, lo llamaba mi padre. Constitua un estorbo, y a veces ms que eso, para los gobernantes del Imperio hitita que lograron tenerlo bajo control durante un tiempo, pero no mucho, y contra quienes consigui ejercer su propio poder por la guerra naval. La expresin mi hermano era por supuesto una mera frmula diplomtica y no podemos imaginar que Alasia estuviera en el mnimo nivel de igualdad con el Imperio hitita o con Egipto. Pero era una potencia.

    Lamentablemente, todava nos acosa la duda acerca de la identidad de Alasia, y sta no podr resolverse hasta tanto se descubran* los documentos escritos decisivos. Despus del 1100 esta denominacin desaparece. A continuacin, los asirios parecen haberla llamado Yadnana, y el nombre Chipre reemplaz finalmente a todos los dems, aun cuando no podemos asignarle una fecha ni identificar su origen. Chipre tambin significa cobre (alemn Kupfer, francs cuivre) en las lenguas europeas modernas, pero no en griego, lo cual agrega una ltima complicacin al asunto. Nada puede decirse en realidad acerca de los idiomas que se hablaban en la isla en el Neoltico y la Edad de Bronce. Carecemos de elementos que nos indiquen si las migraciones que llevaron las lenguas indoeuropeas al Asia Menor y a Grecia antes del 2000 a.C. penetraron tambin en Chipre.( Si en parte es cierta la hiptesis de una migracin proveniente de Anatolia alrededor del 2300, se tratara de pueblos que huan de los antepasados de los hititas.) Ni Alasia ni Yadnana ni tampoco Chipre, a nuestro entender, son nombres indoeuropeos. Los nicos escritos que se han descubierto consisten en algunas tabletas encontradas en Enkomi y en Siria (Ras Shamra) y la ms an

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  • tigua de stas data de los alrededores del 1500 por razones arqueolgicas. A raz de que la escritura (o posiblemente las escrituras) presenta similitudes con el Lineal A, se la ha denominado chipriota- minoica, pero como todava no ha sido descifrada no nos sirve de mucho. La inundacin de cermica micnica que se produjo entre el 1400 y el 1200 no estuvo acompaada por otros rasgos culturales, siendo jpor tanto improbable que se hubiera producido una afluencia de gente junto con las piezas de alfarera.

    No obstante, se aproximaba el momento en que una gran parte de los' chipriotas hablaran y escri ^bieran el idioma griego, y la forma que ste tom en el perodo clsico no proporciona la pista necesaria para fijar la fecha de su introduccin. El dialecto est ntimamente relacionado con el de Arcadia, el distrito ms alejado de las costas del Peloponeso, y la escritura no slo era silbica (cuando todos los dems griegos haban adoptado el alfabeto fontico, sino que mantena siete signos del Lineal B y d otros que eran modificaciones de esa escritura extinguida. El lenguaje y la escritura griegas se establecieron por lo tanto en Chipre antes de la desaparicin definitiva de la civilizacin micnica y antes de que el Peloponeso iubiera adoptado un dialecto griego occidental. En el captulo VI veremos que la fecha se ubica en los alrededores del 1200, poco antes de que la Chipre de la Edad de Bronce fuera devastada* vctima como gran parte de Siria y del Asia Menor, de los llamados pueblos del mar.

    En la escritura silbica, la mayora de los signos equivalen a slabas ( unin de una consonante y una vocal), como sucede en los signos chipriotas clsicos reproducidos en la figura 2. Por el contrario, un alfabeto fontico como el nuestro, est formado en su mayor parte por signos, cada uno de los cuales representa un sonido voclico o consonntico.

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  • egipcio como a mi hermano El rey de Ugarit (hoy Ras Shamra), en Siria septentrional, lo llamaba "mi padre. Constitua un estorbo, y a veces ms que eso, para los gobernantes del Imperio hitita que lograron tenerlo bajo control durante un tiempo, pero no mucho, y contra quienes consigui ejercer su propio poder por la guerra naval. La expresin mi hermano era por supuesto una mera frmula diplomtica y no podemos imaginar que Alasia estuviera en el mnimo nivel de igualdad con el Imperio hitita o con Egipto. Pero era una potencia.

    L--

    Lamentablemente, todava nos acosa la duda acerca de la identidad de Alasia, y sta no podr resolverse hasta tanto se descubran los documentos escritos decisivos. Despus del 1100 esta denominacin desaparece. A continuacin, los asirios parecen haberla llamado Yadnana, y el nombre Chipre reemplaz finalmente a todos los dems, aun cuando no podemos asignarle una fecha ni identificar su origen. Chipre tambin significa cobre (alemn Kupfer, francs cmvre) en las lenguas europeas modernas, pero no en griego, lo cual agrega una ltima complicacin al asunto. Nada puede decirse en realidad acerca de los idiomas que se hablaban en la isla en el Neoltico y la Edad de Bronce. Carecemos de elementos quo nos indiquen si las migraciones que llevaron las lenguas indoeuropeas al Asia Menor y a Grecia antes del 2000 a.C. penetraron tambin en Chipre. (Si en parte es cierta la hiptesis de una migracin proveniente de Anatolia alrededor del 2300, se tratara de pueblos que huan de los antepasados do los hititas.) Ni Alasia ni Yadnana ni tampoco Chipre, a nuestro entender, son nombres indoeuropeos. Los nicos Escritos que se han descubierto consisten en alguiias tabletas encontradas en EnkomI y en Siria (Ras Shamra) y la ms an

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  • tigua de stas data de los alrededores del 1500 pon razones arqueolgicas. A raz de que la escritura (o posiblemente las escrituras) presenta similitudes con el Lineal A, se la ha denominado chipriota- minoica, pero como todava no ha sido descifrada no nos sirve de mucho. La inundacin de cermica micnica que se produjo entre el 1400 y el 1200 no estuvo acompaada por otros rasgos culturales, siendo j?or tanto improbable que se hubiera producido una afluencia de gente junto con las piezas de alfarera.

    No obstante, se aproximaba el momento en que una gran parte de los' chipriotas hablaran y escribieran el idioma griego, y la forma que ste tom en el perodo clsico no proporciona la pista ne-> cesara para fijar la fecha de su introduccin. El dialecto est ntimamente relacionado con el de Arcadia, el distrito ms alejado de las costas del Peloponeso, y la escritura no slo era silbica (cuando todos los dems griegos haban adoptado el alfabeto fontico,3 sino que mantena siete signos del Lineal B y de otros que eran modificaciones de esa escritura extinguida. El lenguaje y la /escritura griegas se establecieron por lo tanto en Chipre antes de la desaparicin definitiva de la civilizacin micnica y antes de que el Peloponeso fiubiera adoptado un dialecto griego occidental. En el captulo VI veremos que la fecha s

  • CAPITULO IV

    LAS ISLAS

    2. Creta

    Creta, la otra gran isla del Mediterrneo oriental (5.148,80 km3), tuvo una evolucin muy diferente. Ein la actualidad es una tierra estril de aspecto inhspito, victima del mal trato que le ha prodigado el hombre. Si nos aproximamos desde el sur nos impresiona por su aspecto escarpado, ya que las montaas terminan sobre el mar. Las Montaas Blancas del oeste resultan casi inaccesibles. Pero en la Antigedad las partes central y oriental de Creta tenan merecido renombre a causa de sus praderas y tierras altas de pastoreo, sus olivares y sus vias, sus robles y cipreses, y sus playas resguardadas sobre las costas del norte y del este. No obstante, a diferencia de Chipre, Creta era pobre en minerales y su ubicacin era menos favorable con respecto al trfico martimo con Asia Menor, Siria y Egipto.

    Durante ms de 3.000 aos Creta no dio muestras de lo que iba a llegar a ser en la Edad de

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  • 3. Creta antigua

    Bronce. Las primeras poblaciones neolticas se remontan al 6000 a.C. aproximadamente, y estn localizadas en su mayor parte en las cavernas montaosas, que tanto abundan en la isla. Cientos de ellas presentan vestigios de la actividad humana. A pesar de haberse encontrado obsidiana de Melos en Cnosos y en Festos a nivel del Neoltico, la impresin general que tenemos es que en este perodo Creta vivi aislada.' Los metales hicieron su aparicin ms tarde que en el continente y no se los utiliz en abundancia hasta el 2500 o incluso el 2300. Para esa poca la gente ya haba abandonado las cavernas, aumentando en cantidad y hecho grandes adelantos n materia de tecnologa. Las poblaciones ms importantes se encontraban en el extremo oriental de la isla pero, con el correr del tiempo, se establecieron tambin en la zona central y se levantaron aldeas en todas partes, incluso en la regin inhspita del oeste.

    El paso de la Edad de Piedra a la de Bronce no se conoce con claridad, !j>ir Arthur Evans no advirti un cambio brusco en Cnosos y estim que el Minoico Primitivo (que ahora situamos entre

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  • el 2800 y el 2000 a.C. aproximadamente) constituy un largo perodo de transicin. En pocas ms recientes, los arquelogos han rebatido esta opinin luego de tomar en cuenta la cronologa arqueolgica muy distinta de otros lugares. No nos sorprende que Evans, que exhum por primera vez el palacio de Cnosos en 1899, trabajando en ste con gran habilidad y energa hasta su muerte en 1941, tratara de imponer el sello de Cnosos a toda la isla. Su divisin en perodos omite muchos detalles: Creta, al igual que Grecia, no tena una cultura uniforme y monoltica en esta poca. Sin embargo, Evans parece .haber estado en lo cierto al considerar que el Minoico Primitivo fue producto de una evolucin directa y no de un cambio de la cultura neoltica tarda. En muchos lugares llama ms la atencin la lnea de divisin entre el Minoico Primitivo I y II, alrededor del 2500 a.C., como se puede inferir a partir de los vasos de piedra, las joyas preciosas y las dagas de cobre que aparecen en este ltimo perodo. Asimismo, son notables las diferencias regionales; por ejemplo, de los quinientos objetos de cobre y bronce del Minoico Primitivo II que estn catalogados, dos tercios aproximadamente provienen del sur de la isla, mientras que casi todos los rtefactos primitivos de plata y plomo, mucho menos cuantiosos, se han encontrado en el norte y en el noreste. En un lugar de la costa sur, descubierto en 1962, cerca del pueblo moderno de Mirtos, los excavadores han encontrado, grandes cantidades de piezas de cermica. Algunas de ellas tienen conexin con depsitos contemporneos de otros lugares de Creta, pero otras no. Resulta ms interesante an el hecho de que se hayan exhumado masas de arcilla, volantes de rueca de piedra y pesas de telar, as como muy pocos metales y algunos cientos de cuchillos de obsidiana de Melos. La ocupacin

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  • -del lugar se circunscribi al Minoico Primitivo II y finaliz a raz de un incendio.1

    El descubrimiento de un centro textil en un lugar apartado de la costa sur se presta a una gran variedad de especulaciones (algunas de las -cuales llegan a ser descabelladas). No obstante, puede advertirse felizmente que todas las pruebas nuevas contribuyen a confirmar algunas de las afirmaciones formuladas con anterioridad en este libro acerca del desarrollo social en general. Se observa el predominio de las herramientas de piedra y de arcilla en una poca muy posterior a la introduccin de la metalurgia por la falta de tiles de metal para la agricultura y la desproporcin de la cantidad de dagas en el conjunto de objetos de metal (constituyen qui^ la mitad del total). Esto tiene relacin con el desarrollo de una estructura social ms diversificada y con la especializa- cin del trabaj'o. Era fundamental la divisin entre la ciudad y el camjx), cosa que deducimos por la ausencia de implementos agrcolas en las viviendas urbanas y en las tumbas. Debe de haber existido tambin una tendencia a la especializa- cin como la que haba entre las comunidades; de otro modo, un centro textil" no puede admitirse. Las races de este importante desarrollo se encuentran en la Era Neoltica Tarda, dentro die la misma Creta, aun cuando hoy resultan invisibles para nosotros. Es ccir que, a pesar de que Creta emergi de su prolongado aislamiento para ingresar en el complej'o egeo de la Edad de Bronce, recibiendo influencias de Grecia y Macedonia, ele las Cicladas, del Asia Menor, principalmente, de Siria e incluso de Egipto (tal vez en forma indirecta), su historia, segn el estudio que ha-

    I1 Illustrated London News del 17 de febrero de 1968,

    pgs. 25-27.

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  • cemos de ella en base a los restos materiales, no se caracteriza por la imitacin mecnica ni por las grande's migraciones, sino que responde a una sociedad que absorbi elementos nuevos para aplicarlos a un desarrollo interno coherente que le fue propio.

    L - I f 1 l i n 0tc

    Figura 1. Palacio de Cnosos

    Los signos de originalidad creativa son cuantiosos e inequvocos. Los vasos y otros objetos pequeos no eran meras copias sino que adquiran generalmente formas y diseos nuevos, incluso cuando resulta obvia la influencia exterior. Con seguridad, aprendieron de las Cicladas las tcnicas bsicas

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  • de la metalurgia, incluso el empleo del arsnico como aleacin para .endurecer el cobre a falta de estao. Pero, por dar un ejemplo, las dagas de cobre que constituyen los artefactos de metal ms destacados del Minoico Primitivo, eran tpicamente cretenses. Durante el transcurso de este perodo apareci en forma embrionaria el nico estilo arquitectnico cretense: una estructura aglutinada formando celdillas que iba a culminar siglos ms tarde en el palacio de Cnosos, cuyos patios cubren alrededor de dos hectreas de terreno (fig. 1). Asimismo, merece sealarse un hecho negativo: ya no se fabrican ms las pequeas estatuillas de figuras humanas que eran comunes en la Era Neoltica, y con ellas desaparecen por un lapso considerable hasta el Minoico Medio las representaciones de la figura humana de las artes en general.

    Haca fines del Minoico Primitivo, la tecnologa cretense haba'progresado tanto como podra haberlo hecho (as como cualquier otro pueblo del Egeo y del Cercano Oriente) en toda la Edad de Bronce. El perodo Minoico Medio subsiguiente, la poca dorada de Creta, entre el 2000 y e 1600 1550, estuvo jalonado por formidables avances en otras esferas; en el poder poltico, en la riqueza y en el arte. En esos siglos se complet la "revolucin urbana5 y se construyeron complejos palaciegos decorados con asombrosos frescos. Asimismo alcanzaron su mxima expresin las artes menores (vasos, joyas y piedras de sello) que, por su estilo y espritu, su sutileza y su sentido tan delicado del movimiento, permiten al punto identificarse como minoicas ,sin dar lugar a confusin ( lm. lia ). La sociedad ^revel en las artes visuales que, al menos en el rflvel ms alto, haba alcanzado una psicologa y n estilo de vida completamente diferentes a los de cualquier otra sociedad

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  • de su tiempo (y, si vamos al caso, de cualquier otra era de la Antigedad).

    Es probable que la manifestacin ms destacada de la originalidad cretense se encuentre en el campo de la escritura. Cuando consideramos qu pocos son los sistemas de escritura que se han inventado en el mundo en cualquier poca de su historia, no podejnos menos qu reconocer que la contribucin de Creta, en un perodo relativamente breve, resulta incomprensible. Primero aparece un tipo de escritura pictrica modificada que Evans denomin jeroglfica" por su analoga con la escritura egipcia,. Luego, en los primeros siglos del Minoico Medio, aparece una escritura ms elaborada a la que Evans da el nombre de Lineal A cuyos signos representan en su mayor parte slabas. El Lineal A se difundi ampliamente en la isla y la mayor cantidad de textos de ste se ha encontrado en Hagia Triada y en Kato Zakro. Con el tiempo, esta escritura cedi su lugar en Cnosos al Lineal B, forma ms complicada derivada del Lineal A. A pesar de que el Lineal B, a diferencia del Lineal A, se empleaba tambin en Grecia continental,2 por el momento no se han encontrado exponentes de ste en otro lugar de Creta que no sea Cnosos. Queda por resolver entonces si nos encontramos frente a un accidente arqueolgico o frente a un fenmeno de la historia cretense. Si logra consolidarse una teora reciente en el sentido de que el anlisis espectrogrfico de veinticinco jarras en estribo con signos de Lineal B encontradas en

    2 En Melos, Tera, Ceos y Naxos se han encontrado algunos jarrones, lmparas de arcilla y otros objetos que tienen entre uno y tres signos de Lienal A, pero sera prematuro, por decir lo mnimo, sacar conclusions acerca de a alfabetizacin cicldica sobre la base de un testimonio tan dbil, N o es erneo sealar que los arquelogos no siempre han podido distinguir mras raspaduras de signos de Lineal A.

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  • ESCRITURASCRETENSES ILABARIO

    HIPRIOTACLASICO

    ALFABETOSPRIMITIVOS

    Jeroglficos Lineal ALineal B Nombres de las letras griegas

    Semtico del N.

    Aticoprimitivo

    m N (Sonidos)a * Alpha At t ka T Beta 9 B ta / Gamma A

    pa + Delta

  • Tebas indica que la mayora se fabricaron en Creta oriental,3 la balanza de probabilidades se inclinara hacia la explicacin del accidente. Esta cuestin es importante, puesto que est ligada con puntos tales como la extensin y naturaleza de la soberana de Cnosos en Grecia y el papel exacto que desempe la escritura en la sociedad.4

    Los exponentes de escritura cretense que poseemos en cantidad son solamente unas tablillas de arcilla en forma de. hoja , que no llegan a 4.000 .y que en muchos casos son meros fragmentos, al margen de los signos grabados o garrapateados sobre las cermicas, en piedras de sello, mesas de libacin y varios objetos miscelneos. Por cierto, tambin se usaban los materiales perecederos, como la cera o el papiro, pero no queda rastro alguno de ello?. Incluso las tablillas de arcilla han sobrevivido por accidente, ya que no las horneaban antes de usarlas y se las desechaba cuando dejaban de ser tiles. Slo los incendios que acompaaron a la destruccin de los palacios preservaron las tablillas con que contamos en este momento y todas ellas datan de ese ao. En consecuencia, tenemos algo anlogo a la seccin transversal de una clula bajo la lente del microscopio, algo que carece de profundidad, de cualquier dato sobre posibles desarrollos o cambios y del factor tiempo. Los mismos

    3 H. W . Catling y A. Millett, Archaeometry, 8, 1965, pgs. 3-85. Vanse las objeciones que formula J. Raison, Les vases inscriptions peintes de l'ge mycnien (Roma, 1968), pgs. 196-209, 233-240.

    4 D ebe tenerse en cuenta tambin otra escritura que aparece en un pequeo disco de Festo, relacionada al parecer, aunque no de manera idntica, con la escritura de un hacha doble hallada en Arkalochori en Creta central y con la de una losa de piedra caliza de Mallia, y de otros trozos y fragmentos. Hasta el momento estos hallazgos aislados han provocado gran cantidad de comentarios pero no han aportado soluciones aceptables.

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  • textos son cortos y de alcance muy restringido, ya que estn compuestos por listas de varios tipos, registros secretos de relaciones de propiedad, asignacin de raciones y similares. Aun cuando todas las tablillas conocidas pudieran leerse y traducirse con absoluta certeza, lo cual no es factible, los documentos como el siguiente, procedente de Cnosos En Lasuntos (?) : Dos nieras, una nia, un nio o Amnisos: una jarra de miel para Eileitia. Una jarra de miel para todos los dioses. Una jarra de miel. . pronto se agotaran como fuentes de informacin importante.

    Se sabe en la actualidad que el lenguaje de las tablillas de Lineal B, la ltima de las escrituras, es el griego (pero volveremos sobre este punto ms adelante). No obstante, los esfuerzos realizados hasta el presente para descifrar el Lineal A o la escritura jeroglfica an ms antigua han sido infructuosos. Esto se debe, en parte, a la cantidad reducida de textos disponibles los textos de Lineal B de Cnosos superan a las tablillas de Lineal A de toda Creta en una relacin aproximada de diez a uno, pero principalmente al hecho de que esta ltima lengua no es el griego y quiz no corresponda a ninguna lengua conocida. La teora de que se trata de una lengua semtica tiene escaso fundamento. Otra teora ms probable, en el sentido de que sea luvi, deduccin originada en algunos nombtes de lugares como Cnosos y Tilisos, no ha podido conducir ni siquiera a un desciframiento parcial. Todo lo que podemos decir, por lo tanto, es que el lenguaje de los escritos de Lineal A corresponde al pueblo que cre la poca de oro minoica y que esa escritura se invent en un principio ^ para ese idioma, siendo luego transferida al griego, sin adaptarse a ste bien del todo. Nuestra ignorancia se extiende aun a nombres de lugares iriportantes. Mientras que

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  • Cnosos, Gortina y Festos mantuvieron una existencia ininterrumpida aunque poco importante, por lo que sus nombres perduraron a lo largo de la historia antigua de Grecia, otros centros fueron destruidos y totalmente abandonados en la Edad de Bronce. Hagia Triada y Kato Zakro, por ejemplo, recibieron esas denominaciones de puntos de referencia contemporneos ya que todava desconocemos sus nombres verdaderos.

    Las tablillas, en sntesis, han suministrado importante informacin adicional, parte de la cual es novedosa (en especial la que se refiere a la historia del idioma griego), pero, sin embargo, los restos materiales continan siendo nuestra fuente bsica. Quiz la contribucin ms importante que aportan los textos de las tablillas es la de reforzar las implicancias de podero inherentes en la arqueologa. E realidad, puede discutirse que los requerimientos de una administracin centralizada ms que las necesidades intelectuales y espirituales, fueron los que dieron un impulso mucho mayor al desarrolo de la escritura tanto entre los smenos (cuneiforme) como en Creta. Entre la era Neoltica Tarda y el perodo Minoico Medio se produjo un rpido aumento de los recursos humanos y naturales, as como una concentracin social y geogrfica del poder para emplearlos. De otro modo no podran haberse construido los grandes complejos palaciegos ni tampoco stos habran funcionado. No hay una sola tablilla que mencione la compra o venta de artculos de primera necesidad y no existe tampoco una palabra para designar a estas actividades. Por otra parte encontramos muchos inventarios, listas de racionamiento y listas de personal. Se deduce, en consecuencia, que el palacio era el centro que rega toda la sociedad; all se organizaba la economa interna hasta en el mnimo detalle administrativo, distribuyendo

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  • gente y mercaderas, desde materias primas hasta productos elaborados, sin emplear el dinero ni un mecanismo de mercado. Esto se confirma de alguna manera con la demostracin de que las muchas tablillas de Cnosos con datos sobre ovejas y lanas debemos tener presente que todas ellas datan del ao de la destruccin del lugar registran un censo anual de rebaos y esquilas y de los pastores responsables de ellas. La cantidad total de animales llegaba a los cien mil y, en la medida en que pueden identificarse los nombres de los lugares, parece que el pastoreo se llevaba a cabo en toda la parte central y oriental de Creta. Por lo tanto, da la impresin de que el palacio de Cnosos ejerca cierto tipo de monopolio sobre las ovejas y la lana en una mitad de la isla.

    As, nos viene a la mente la idea de que la lana puede solucionar un viejo enigma: Cmo pagaban (u obtenan) los cretenses el cobre, el oro, el marfil y dems bienes que tenan que importar? La lana se nos ofrece entonces como parte al menos de la respuesta. Y es cierto que, a veces, los cretenses (llamados fcefti) que estn representados en los frescos egipcios van cargados de paos doblados. Pero tambin llevaban oro, plata, marfil y otras cosas que no eran productos de Creta, de modo tal que esta pequea prueba concreta que muestra a la lana como producto principal de intercambio queda en parte debilitada. En este punto las tablillas son mudas, para frustracin y asombro del investigador. No dicen absolutamente nada acerca del mundo exteriorT ese mundo podra no haber existido en cuanto a las tablillas concierne. Por otra parte, la arqueologa por s sola nunca lo repetiremos demasiado|muy raras veces puede revelar el mecanismo de |as relaciones externas aun cuando pueda exhumar grandes cantidades

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  • de bienes procedentes del extranjero o que reflejan la influencia exterior.

    Otra teora que sugieren los estudiosos modernos consiste en poner nfasis en el imperio y el tributo en la llamada talasocracia minoica ( dominio del mar), a la que se refieren los escritores clsicos griegos. No puede discutirse ni la riqueza ni el podero de Cnosos, ni tampoco la habilidad martima minoica. Hubo al parecer, una colonizacin minoica en algunas islas cercanas, en especial hacia el norte de Citerea, que alcanz su evolucin mxima en el Minoico Tardo I poco tiempo antes de que se abandonara el lugar (sin que haya rastro alguno de destruccin). No obstante, el paso siguiente hacia un vasto imperio martimo, en el sentido comn de la palabra, no resulta simple ni se evidencia por s mismo, pu- diendo por lo tanto argirse que esa teora tiene poco fundamento. La primera mencin griega de la talasocracia la formulan Herodoto y Tucdides en la segunda mitad del siglo v a.C., siendo por lo tanto demasiado posterior para ser tomada en cuenta en forma aislada y sin pruebas que la avalen. En la gran cantidad de leyendas griegas que existen acerca de la Creta prehistrica el nfasis recae en puntos diferentes, de carcter puramente religioso en la mayora de los casos. La historia de Teseo y el Minotauro constituye una excepcin notable que merece considerarse en forma especial.

    La historia dice as: El rey Minos estaba casado con Pasifae, hija del Sol, quien lleg a sentir una pasin antinatural por un toro proveniente del mar. Ella apel al artesano de ascendencia divina Ddalo, quien le prepar un artefacto para permitirle tener relaciones con la bestia. Pasifae dio entonces a luz a un monstruo, mitad hombre, mitad toro, llamado el Minotauro. Por orden del rey, Ddalo construy un laberinto para albergar al

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  • monstruo y los atenienses, que eran sbditos de Minos, deban ofrecer todos los aos siete mancebos y siete doncellas para alimentarlo. En una oportunidad, Teseo, joven hijo del rey de Atenas, persuadi a su padre para que lo incluyera en el grupo anual de vctimas. Cuando arrib a Creta se gan el amor de Ariadna, hija de Minos, y con su ayuda dio muerte al Minotauro. La pareja huy entonces a la isla de Naxos. All Teseo abandon a Ariadna, encontrndola luego el dios Dioniso quien se cas con ella.

    Se ha dicho que esta leyenda refleja en forma mtica la sujecin de Atenas a la supremaca cretense durante la Edad de Bronce y su posterior emancipacin. Sin embargo, existen varias objeciones serias en contra de esta interpretacin. Aun cuando los monstruos del tipo mitad hombre mitad animal son comentes, en particular en las piedras de sello minoicas, slo se han encontrado uno o dos minotauros de aspecto inofensivo. El toro, por otra parte, est ampliamente documentado como elemento importante dentro de la religin minoica: como animal de sacrificio o en las escenas comunes de salto del toro -las que probablemente representen algn tipo de ritual en vez de un mero deporte o en estatuillas pequeas de bronce halladas en algunas d las cavernas que eran centros de culto. Por lo tanto, para dar una explicacin posible de la leyenda del Minotauro podra decirse que se trata ae una historia posterior inventada para explicar alguna ceremonia, quiz una iniciacin, relacionada con el culto de Dioniso, cuyo significado original haba sido por largo tiempo olvidado La otra alternativa, segn la

    c Esta sugerencia est reforzafla por los persuasivos argumentos de Paul Faure, Fonctifyns des cavem es crtoises ( Travattx et mmoires de la cole Fran^aise d Athnes XIV,

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  • cual se trata de un relato simblico del derrocamiento de una potencia exterior, implicara ir demasiado lejos con la imaginacin. La historia conoce ejemplos suficientes de relatos tradicionales en que un pueblo cuenta cmo gan su independencia y en ningn caso se disimula tanto el hecho en s como para ocultar el punto fundamental. Puede constituir un dato importante, asimismo, el hecho de que, en el perodo Minoico Medio, Atenas presente menos vestigios de conexin por Creta, al margen de las influencias artsticas, que algunos otros centros continentales.

    Adems, el aspecto desguarnecido de los palacios cretenses presenta un nuevo enigma. Ninguno de ellos es una ciudadela en el sentido estricto de la palabra sino que son complejos civiles sin fortificaciones. Llama la atencin de todos los visitantes el contraste con las fortalezas continentales de Mi- cenas y de Tirinto. Y por ms que se lo proponga con frecuencia, la talasocracia minoica no puede ser la explicacin de ese fenmeno, ya que las amenazas de ultramar no han sido nunca las causas nicas o decisivas de las fortificaciones. Por cierto ellas no tienen ms sentido en Micenas o en Tirinto que en un castillo medieval. Nunca existi peligro de conflicto entre palacios? No haba necesidad de disponer all de una fuerza compulsiva o de una proteccin de tipo policial? No obstante, donde sea que posemos la mirada en Creta, la nota que prevalece es la paz. Las cavernas, que se convirtieron

    194), pgs. 166-173, en el sentido de que el laberinto no debe identificarse con el palacio de Cnosos sino con una paverna. Sugiere la caverna de Skotino, unos kilmetros al este de Cnosos, donde las pruebas de culto se remontan a los comienzos del perodo minoico medio y cotinan hasta el de la Grecia arcaica. Una continuidad religiosa tan prolongada slo est atestiguada en tres o cuatro cavernas cretenses.

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  • en refugios durante los tiempos agitados de la historia cretense, tanto en la poca antigua como en la moderna, estuvieron deshabitadas durante la era de los palacios. Las armas, las armaduras y los carros estn registrados en las tablillas de Lineal B de Cnosos, pero estos elementos son extremadamente raros en los monumentos de cualquier naturaleza o medida que presentan figuras. Incluso son raros en las tumbas. Slo despus de la ocupacin por los pueblos de habla griega del continente, se puede hablar de tumbas de guerreros propiamente dichas.

    Sea cual fuere la explicacin de este fenmeno, ste es razn suficiente para acentuar la singularidad de Creta. Esta sociedad que gira en torno del palacio, con sus registros minuciosamente detallados, tiene reminiscencias de Ugarit, en Siria septentrional o de Mari, sobre el ufrates. Pero, como ya hemos dicho, en el nivel ms alto, la psicologa y los valores eran radicalmente diferentes en muchos aspectos, cualesquiera hayan sido las caractersticas d la mayora de la poblacin, de la que no tenemos ningn dato. A pesar de que no existe una sola lnea escrita, ya sea proveniente de Creta o de la documentacin mucho ms abundante de sus vecinos prximos o lejanos, que manifieste en manera explcita algo del pensamiento de Creta en la Edad de Bronce o de sus ideas sobre un tema en particular, es posible an hacey ciertas deducciones en base a los restos materiales, acerca de sus diferencias con las otras sociedades centralizadas de su tiempo.

    Los gobernantes babilonios, egipcios e hititas llenaron su territorio de monumentos como demostracin de su poder y del de sus dioses. En Creta, lof gobernantes no hicieron natjda de eso ni en lots palacios ni en las tumbas, hay nada majestuoso o destacado en la sala del trono de Cnosos, tanto en lo que respecta a su tamao como a la decora

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  • cin de las paredes (con animales mticos y diseos florales, pero sin .ningn retrato). Tampoco el trono es particularmente ostentoso. No existe un solo cuadro que represente un acontecimiento histrico ni que muestre la actividad administrativa, judicial o cualquier otra manifestacin .de la accin del poder poltico.

    En cuanto a los dioses y diosas, es muy difcil descubrirlos. Parecera que fueron muchos, pero como no se los alojaba en templos no eran necesarias las estatuas de culto caractersticas de la civilizacin contempornea del Cercano Oriente y de la posterior de Grecia. Se los veneraba en pequeos santuarios familiares, en lugares sagrados al aire libre y en unas veinticinco cavernas distribuidas por la isla ( en general, stas no son las ms espectaculares y tampoco se empleaban de manera simultnea). En las ceremonias, el aspecto ms importante era el de la epifana, o sea la aparicin temporaria de una divinidad en respuesta a la oracin, al sacrificio o lo que es ms caracterstico y original de Creta a la danza ritual. En muchas de las escenas el motivo central es el xtasis de los fieles y no la persona del dios; en realidad lo que se muestra es el acto de expectacin en s y no la verdadera epifana: poda realizarse en un rbol sagrado, en un pilar y ocasionalmente en una fachada arquitectnica. Puesto que el nfasis recaa sobre los adoradores, el lado humano de la relacin, estas escenas se grababan lgicamente, a excepcin de unos pocos frescos o de algn sarcfago aislado, en anillos, piedras de se