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SAINT-JOHN PERSE (1887-1975)

ANS CHRISTIANIÍNDERSEN 805-1875)

I ; a i i i a i D[ MÉXICO ^1 fl^^^^^R^H^^^^^^^^^R^^^^^Hk

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B BL OTECA DE MÉX CO

NÚMERO NOVENTA

NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2005 • $34.00

PLAZA DE LA CIUDADELA 4. CENTRO HISTÓRICO

DE LA CIUDAD DE MÉXICO. CP 06040.

TELÉFONOS 9172 4710Y 9172 4712

CORREO ELECTRÓNICO blbme><@correo.conacultagob.mx

CERTIFICADO DE LICITUD DE TITULO NÚM. 6170

CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NÚM. 4380

CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS

ARTES

PRESIDENTA

SARI BERMÚDEZ

DIRECTOR GENERAL DE BIBLIOTECAS

JORGE VON ZIEGLER

REVISTA BIBLIOTECA DE MÉXICO

DIRECTOR FUNDADOR: JAIME GARCíA TERRÉS t DIRECTOR: EDUARDO LlZALDE

EDITOR: JOSÉ ANTONIO MONTERO

EDITOR ASOCIADO: MARIO BOJÓRQUEZ

SECRETARIO DE REDACCiÓN: JOSÉ DE LA COLINA

CONSEJO DE REDACCiÓN: JUAN ALMELA. FERNANDO

ÁLVAREZ DEL CASTILLO, MIGUEL CAPISTRÁN.

ADOLFO ECHEVERRfA JAIME MORENO VILLARREAL

VíCTOR TOLEDO Y RAFAEL VARGAS

PROMOCiÓN EDITORIAL: MIGUEL GARCíA RUIZ

DISEflo: PEDRO A GARCíA C.

ASISTENCIA EDITORIAL: MARINA GRAF

Y ANDREA DEL RAZO

ASISTENCIA DE DISEflo E IMPRESiÓN: ZIAN ESCALONA

COMERCIALIZACiÓN Y DISTRIBUCiÓN: RUYSDAEL NAVA

IMPRESiÓN: GRÁFICA CREATIVIDAD Y DISEÑO, SA DE C.v

PORTADA: Saint-John Perse en Cabo de Homos. 1960.

lA DE FORROS: Almé Césalre

4A DE FORROS: Salnt-John Perse camino al eXIlio. 1940.

• BIBLIQTECA DEMEXICO

Saint-John Perse

T ",ducción de Mana Donis

Elogios

Imágenes para Crusoe

T mucción de jorge Zalamea

Anabasis de Saint-John Perse

Carta de Saint-John Perse

a Octavio G. Barreda

Diálogo de lenguas poéticas

Reflexiones a raíz de un encuentro con

Aimé Césaire en Fort de France

en enero de 2005

T",ducción de Mario Bojórquez

Entrevista con Aimé Césaire (fragmentos)

T",ducción de Marca Donis

Cuaderno de un retorno al país natal

Poemas

T ",duce ión de Enrique Uhn

Hans Christian Andersen

Obra plástica de Germán Cueto en el

Museo Federico Silva

Los libros alemanes más bellos del 2003

La palabra es un tigre en el pastizal del ojo .

La generación poética de los setenta

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Α

HENRIEΠE LEVILLAIN*

SAINT-JOHN PERSE ΤRADuccιόΝ ΟΕ MARTA DONiS

La eχcelente Υ generosa relacίόn que mantienen diversas instituciones francesas de la cultura con Bib/ioteca de Mexico permite que esta ofrezca en este nύmerο a sus lectores un material eχcepcional : cinco capitulos de la biografia de uno

de los mas eminentes poetas modemos: Saint-john Perse, con imagenes ineditas del deslumbrante poeta, por 10 cual

eχpresamos nuestro ilimitado reconocimiento a Henriette Levillain, autora del l ίbro (quien cedίό los derechos de tra­

dυccίόn) , a la Association ρουΓ la diffussion de la pensee franςaίse (Adpf), a la Fondat ion Saint-john Perse (que autοrίΖό

el uso de imagenes de su fondo) Υ con no menor Υ renovado entusiasmo a Mme. Anne du Parquet, responsable del ser­

vicio de Ρrοmοcίόn Υ dίfυsίόn de la Adpf, Υ a jacqueline Andre, a cargo de la Mediateca de la Casa de Francia en Meχico.

La leyenda de los antepasados

jPolmos! Entonces te bonobon en el oguo-de-hojos-verdes;

el oguo estobo ούπ verde de sol; Υ los criodos de tu modre, mujeres re/ucientes, meneobon

sus tibios piernos junto ο ιί, que temblobos ... (Hoblo de υπο condίcίόn superior de los vestidos,

en el reino de 10 luz girotorio.)

;Polmos!, Υ 10 dulzuro de υπο vejez de los rοίces .. Ιο tierro deseό entonces ser mόs sordo, Υ el cie/o mόs profundo,

Υ όrbο/es muy grondes οhί, consodos de oscuros designios, urdieron υπ pocto inextricoble ...

(He sonodo olgo οsί: υπο residencio seguro entre telos entusiostos.)

Υ los e/evodos rοίces curvos ce/ebrobon el comino de ido de vίοs prodigiosos, 10 ίnvencίόn de bόvedοs,

de noves, Υ 10 IUΖ, fecundo en hozonos mόs puros, ίnοugurό el blonco reino odonde quίΖό I/eve

υπ cuerpo sin sombro ... (Hoblo de υπο condίcίόn superior. ontono, entre unos hombres

Υ sus hijos, Υ que moscobon eso hojo.)

Επ esos dίοs, 10 boco de 105 hombres ero

mόs grove, 105 brozos de 10 5 mujeres

mόs lentos: Υ por olimentorse de rοίces como nosotros,

105 grondes onimoles tociturnos se ennoblecion; Υ los Ρόrpοdοs se obrίon mucho con mόs oscuridod ... (He sonodo esto, Υ este sueno nos ho consumido sin reliquios.)

"Para celebrar una infancia".

Eloges, Ο. C. (ρ. 23)

• Henrιette Levlllaln es profesora en la Universidad Paris IV-Sorbonne. Υ autora de estudios Υ articulos sobre Salnt-John Perse, entre ellos: Ιε Rituel poe6que de

Sοlnι-jοhn Perse, Galllmard, coll. Idees, 1977: 5ur deux verson ιs. 10 cre060n poetίque chez Sοιnι-jοhn Perse, Jose COrtl . 1987. Ha publlcado estudios dedicados a Ιο

Prιncesse de CΙeves, de Mme. de La Fayette. a las Memolres dΉοdrιen de Marguerrte Yourcenar. Gallimard, coll. Follotheque Υ al barroco: Qu 'esι-ce que le boro­que i. Kllncksleck. 2002. Ha d,r'g,do varιas obras colectivas sob,-e la Guadalupe, sobre la sant idad Autl-ement. sobre Dante Υ sus lectores La L,corne, 200 Ι , sobre

Ιο Poeuque de 10 molSon, Presses de la Sorbonne, 2004, Υ, con M,re,lle Sacotte, Sοιn ι-jοhn Perse ά I'ιjge nucleoire, Kllncksieck, 200S.

2 BibIioteca de Hexico

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{1887 Nacimiento en la isla de Guadalupe de de Marie-René Alexis Saint-Leger Leger. único varón de cinco hijos.} (IX)' [ ... ] { I 899 Partida definitiva de la toda familia a Francia, después de más de dos siglos de haber estado establecida en las islas.} (Xl.)

Las líneas anteriores pueden leerse en la Biografío, de donde se han extraído, que el poeta octogenario redactó en su totalidad para el volumen de la Pléiade, y transcriben el texto al pie de la letra. La formulación es impersonal, el estilo lacónico, no se trasluce ninguna emoción. Es igual algunas páginas más delante de la misma " Biografía", cuando reniega secamente de la destrucción de la "Casa" de su infancia, "la Joséphine", a consecuencia de un violento ciclón:

{1 964 Noticias del gran ciclón que asoló la isla Guadalupe: una de las dos ant iguas plantaciones de la familia del poeta, la casa Lo joséphine, en la cima de Matouba, fue arrasada.} (XXXIV)

Pero no nos dejemos engañar. En realidad, la salida de la Guadalupe la vivió el joven Alexis, de doce años, como una pérdida "definitiva", como un exilio sin retorno posible. Ahora bien, aun cuando se rehusó a confesarlo, este trauma fue el que engendró al poeta.

¿Cuánto valen doce añitos, podrá pensarse quizás, en la vida de un hom­bre que vivió ochenta y ocho, que asumió las más altas responsabilidades diplomáticas entre las dos guerras, que después conoció, en junio de 1940, la doble humillación de la revocación y el ex ilio, y que finalmente recibió el homenaje más prestigioso que pueda otorgarse a un poeta, el premio Nobel? ¿Será posible olvidar que el valor de una vida de poeta no se mide ni en la cantidad de años, ni en los reconocimientos oficiales, sino en el capi­tal de lo imaginario? Ahora bien, es exactamente a los doce años, según la opinión unánime de los psicólogos, cuanto se construye en forma definitiva la estructura simbólica del inconsciente. De igual modo, aun cuando Saint­John Perse se haya prohibido confesar su nostalgia, su obra poética debe una gran parte de su poder mágico al patrimonio antillano heredado de sus an­tepasados.

Así, cuando el joven Alexis Leger trocó la isla t ropical por la ciudad de Pau, al pie de los Pirineos, los cimientos de su imaginario ya estaban en su sitio. Sustentado después por la conversación de su madre, que siguió siendo crio­lla de lengua y de corazón, filtrado e idealizado por la distancia, el recuerdo de la Guadalupe se transformó poco a poco en leyenda de los orígenes: de los suyos propios, constituidos por antepasados, nobles y aventureros todos ellos; de una isla, asimismo, que presentaba a los ojos del niño la perfección de la forma de una O -"Esta O que tiene ella misma la forma de la isla, ¿no se encuentra toda ella entera en Gauguin?"(74I )- y que se había convertido desde el exilio en el arquetipo de la dicha.

Comencemos, pues, por la leyenda fam iliar. La familia Leger se encontró alrededor de la década de 1880 en la situación crítica que conocieron muchas grandes familias de blancos criollos. La inestabilidad social, debida al de­rrumbamiento de los precios del azúcar; el hecho de que los industriales tomaran las riendas de la economía, y el ascenso político de una burguesía de color condujeron a los más lúcidos a comprender que se había dado vuelta a la página de la colonización tradicional. Sin embargo, ante el temor de que el establecimiento en la metrópoli los llevara rápidamente al olvido de toda una sociedad, muchos de ellos con la edad se sentaron a componer sus árboles genealógicos y a escribir sus Memorias. Por ser demasiado íntimo, el género de las memorias no iba con Saint-John Perseo La genealogía era, aparentemente, más neutra. Y con todo cuidado, a la edad de ochenta y cuatro años, se tomó el tiempo de redactar y de comentar su doble ascendencia, Leger y Dormoy,

, Las referencias entre paréntesis conresponden a la paginación de la edición de las CEuvres completes (OC.) de Saint-John Perseo Bibliothéque de la Pléiade. NRF Gallimard (1972) 1982. Recordemos que las notas de esta edición fueron redactadas en su mayor parte por él y que la composición quedó entera­mente a su cargo. Como prueba. están estas primeras líneas que tienen más de leyenda dorada que de estado civil. El patronímico del poeta es Léger a secas con acento. Saint -Leger Leger es el primer seudó­nimo elegido como firma de Éloges (19 I 1). Hemos respetado en la presente obra la elección del poeta: escribiremos Leger sin acento.

3 Biblioteca de México

MENTlilERe ANDERSEN, PERSE,

AIMÉ CÉSAIRE

Tres legendarios escritores ocu­

pan las páginas del presente nú­

mero: el danés Hans Christian

Andersen, que en el centenario

de su nacimiento sigue siendo

uno de los emblemáticos cuen­

tistas de la literatura universal; el

poeta francés Saint-John Perse,

desaparecido hace 30 años a los

88, pero que fue legendario en

vida como lo es el también poe­

ta de lengua francesa Aimé Cé­

saire, nacido curiosamente co­

mo el autor de Anóbosis en una

isla antillana (uno en Guadalupe,

el otro en Martinica).

Varias instituciones y perso­

nas a las que damos natural­

mente crédito en las páginas co­

rrespondientes, han proporcio­

nado a los editores de la revista

el valioso material literario y grá­

fico que hoy ofrecemos a nues­

tros lectores.

En lo que a Saint-John Perse se

refiere, hemos dado principal cré­

dito a Henriette Levi llain cuyas

páginas dedicadas al poeta son la

brillante introducción al cuerpo

de la revista. Y del propio Perse

(premio Nobel 1960) se incluyen

célebres traducciones de Jorge

Zalamea, así como versiones cas­

tellanas de Anóbosis y textos de

Octavio G. Barreda, sabio, gene­

roso y carismático personaje a

quien tuve la fortuna de conocer

en mi juventud. La edición original

de este libro, que Barreda me de­

dicó en 1957, fue noblemente

sustraída de mis libreros por un

devoto poeta amigo.

También muy especialmente

agradecemos la colaboración de

nuestro inteligente amigo Phi-

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Salnt-John Perse, NewYork 1940. Fotografía de Lucien Aigner

con vistas a colocarla como preámbulo a la edición de sus CEuvres Completes, en la Bibliotheque de la Pléiade,

iTranquilícense aquellos que consideren que genea­logía y poesía son incompatibles! A decir verdad, com­parada con la genealogía establecida recientemente por especialistas reconocidos en la materia, la investigación realizada por Saint-John Perse incita más a la imaginación y al sueño que al rigor científico2 Con apellidos que pa­recen no acabar nunca, sus relatos de aventuras peligro­sas y salvamentos milagrosos, tienen las características de una "leyenda dorada". Es aconsejable, por lo tanto, sa­borearla como un prólogo a la obra poética, más que buscar en ella un elemento de información biográfica,

Ya se remonte a su ascendencia paterna, ya a la ma­terna, el poeta evoca hechos sorprendentemente com­parables: orígenes muy antiguos, borgoñones o proven­zales, ennoblecimiento por medio de la tierra, blasones y nombres que hacen soñar, cadetes aventureros que eli­gieron espontáneamente partir hacia las islas, guillotinas que con trabajo se evit aron y partículas camufladas, alianzas y relaciones muy prestigiosas, Así, el abuelo materno, Pau l Dormoi, descendería de un "d'Ormois le Bourguignon", que supuestamente se instaló en las islas del Viento en 1750, y cuyos hijos y nietos habrían funda­do compañías marítimas, escapado milagrosamente a naufragios, protegido a una tribu africana, y todo ello sin que jamás cesara el combate contra los invasores ingle­ses, Uno de ellos habría incluso encantado a Chateau­briand por su conversación exótica,

¡ Bemadette y Phll'Ppe Rossignol, Ascendance antillaise de Saint-john Perse, DosSIer núm. 2Joáubre de 1982, Centre de généalogie et d'histoire des isles d'Amérique, 30 rue Boissiere.750 16 Paris.

Por esta rama materna, el poeta entiende pues esta, relacionado con un viejo origen crio llo de plantadores y de altos funcionarios coloniales, origen para el cual la "casa" constituía el equivalente de un castillo: a la vez una renta territorial y una superficie social.

Ahí mismo en la Pléiade, la historia de la rama pater­na es tan hermosa como la anterior, pero el onomástico es ahí más fantasioso: un apellido de una "ant igua familia de origen borgoñón" redundante y aureolado de santi­dad, Léger Saint-Léger, se transformó una vez que llegó a las islas en Saint-Leger Leger (sin acento),Y en cuanto a las mujeres, del lado de la abuela paterna, el origen se remontaría al siglo X II, con un bonito apellido de pájaro: "castellane de Caille que se volvió simplemente Caille";* después se decidió la aventura a las islas en 1768, la vida de propietario de una plantación en la isla de Guada­lupe, luego en la Martinica para escapar a la gui llotina; una alianza reluciente con la hija de un descendiente del conde de Leyritz y, para terminar, la compra en 1824 de un cargo de notario en Pointe-a-Pitre.

En realidad, como toda leyenda, este relato no es ni totalmente veraz ni totalmente falso, Es una reconsti­tución selectiva y valorizante, compuesta a partir de he­chos exactos, La comparación con el árbol genealógico, reorganizada recientemente por los genealogistas cita­dos líneas arriba, hace aparecer divergencias y silencios muy significativos, Por falta de archivos que permitieran remontarse más atrás, solamente se ha hecho el censo de cinco generaciones. Parece, pues, difícil acreditar la doctrina de Perse respecto del origen multisecular de los diferentes linajes. Tomemos el ejemplo del abuelo Leger;

• Caille significa codorniz.

4 Biblioteca de México

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no t iene nada que ver con al apellido aureolado, Saint-Leger Leger. Nacido en París, se hizo ahí notario y partió hacia las islas a pesar suyo, probable­mente porque quebró después de haber desposado a una muchacha apelli­dada Cochon Durozoir, cuya madre respondía al apellido igualmente pinto­resco de Travers* En lo concerniente al arraigamiento patriarcal mente rural, comenzó con las compras respectivas, por parte de los dos bisabuelos ma­ternos, de las casas ubicadas en Basse-Terre, en los primeros años del siglo XIX, y no antes de esa fecha. En conjunto el número de dueños de planta­ciones era ahí reducido en comparación con los oficios y carreras vinculadas al derecho y al comercio. Y este gran poeta amante del si lencio no nos dijo que el antepasado Travers de principios del siglo XIX era "vendedor de ultra­marinos y confitero" en París, mientras que en los mismos años un Leger era ahí un buen burgués peletero. En resumen, la familia Leger siguió el itinera­rio trazado por Balzac, esto es, el de una burguesía que se enriqueció o em­pobreció en las islas, que se elevó socialmente por la adquisición de explo­taciones agrícolas y la gestión de cargos administrativos, pero que no obtu­vo por ello blasones y títulos de nobleza. Y los apellidos tan burgueses de Cochon Durozoir y Travers, como carecían indudablemente de la gracia de poner a soñar, fueron resueltamente censurados por el poeta.

Pero, ¿por qué haber puesto tanto cuidado en arreglar un pasado que no tenía nada de deshonroso? ¿Esnobismo estrechamente social o imaginación de poeta? Si tomamos en consideración las prolongaciones del ensueño ge­nealógico en la poesía, debemos optar por la segunda solución. Es muy propio de un poeta que se deleite en las etimologías fantasiosas y en el onomástico, que prefiera las aventuras marítimas y el cultivo de la tierra a los negocios, que cuenta la Historia como una sucesión de cúspides fo~adas por individuos de carácter fuerte.

Saint-John Perse y su padne. hacia 1903

• Cochan significa cerdo. marrano, y por extensión, desaseado, sucio. Trovers significa defecto, anchura, el

ancho de algo, y aparece en diversas expresiones, como ovair /'esprit de crovers (tener el genio atravesado l·

S Biblioteca de México

MENTlilERe

lippe Ollé-Laprune, cuyo recien­

te encuentro con el grande

Aimé Césaire en Fort de France

publicamos en traducción de

Mario Bojórquez.Y de Aimé Cé­

saire no podía faltar algún texto

traducido por el gran poeta ca­

talán Agustí Bartra ( 1908-1982)

que vivió en México largo exil io

y fue amigo de numerosos escri­

tores y colegas de distintas ge­

neraciones. Hay que decir que

A imé Césaire no es premio N o­

bel como Perse, pero que ha

sido nominado por la Academia

Sueca en varias ocasiones.

En la sección final de la revista

publicamos, entre otras cosas,

una reseña de la exposición de la

obra de Germán Cueto en el

Museo Federico Silva de San Luis

Potosí, a la que contribuyó la

Biblioteca de México José Vas­

con celos, con el préstamo de al­

gunos bustos de ese escultor que

fuera miembro cercano del gru­

po de "Contemporáneos", y un

ensayo del joven escritor Alí Cal­

derón sobre la generación poéti­

ca de mexicanos nacidos entre

1970 y 1979, así como una breve

antología de sus trabajos.

Para conmemorar el bicente­

nario del nacimiento de Hans

Christian Andersen (1805- 1875)

fue inaugurada en la Sala Infantil

de la Biblioteca de México, con la

colaboración de la Embajada de

Dinamarca en México, una expo­

sición bibliográfica e iconográfica

sobre la obra del escritor danés.

En el presente número de la

revista se publica un ensayo de

Alberto Chimal, que fue el cura­

dor de la muestra mencionada.

E. L.

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B

La leyenda principesca Pues tú volverás a nosotros, ipresencial, con el primer viento de la tarde.

En tu sustancia y tu carne y en tu peso de mar. ioh, arci lla!, en tu color de piedra de establo y de dolmen, ioh, mar -entre los hombres engendrados

y sus comarcas de robles, ¡tú, Mar de fuerza y de labranza, Mar perfumado de entrañas hembras

y de fósforo. en los grandes látigos restallantes del rapto! Mar asible

en el fuego de los actos más bellos del espíritu ... (Cuando los Bárbaros están

en la Corte por una estancia muy breve, la unión con hijas de siervos, ¿realza con tono muy alto

el tumulto de la sangreL)

"Guíame, placer. por los caminos de todo mar; al estremecimiento de toda brisa

donde el instante se alerta, como el pájaro vestido con su ropaje de alas ...

Voy, yo voy por un camino de alas, donde la misma tristeza no es más que un

ala .. El bel lo país natal es para reconquistarse, el bello país del Rey que él no ha

vuelto a ver desde la infancia, y su defensa está en mi canto. iOrdena la acción, oh, pífano, y de nuevo la gracia de un amor que sólo nos dé el poder del Júbilol"."

"Y vosotros, oh, Sabios, ¿qué sois vosotros pues para reprendernos, oh, Sabios) Si

la fortuna de mar en su estación aún amamanta un gran poema sin razón, ¿me negaréis

la entrada) Tierra de mi señorío, ique yo entrel, pues no tengo vergüenza alguna

de mi placer ... ''''iAhl, que un escriba se acerque: le dictaré ... " ¿Y quién, pues, nacido de hombre, se mantendría sin ofensa junto a mi alegría)

-Aquellos que, desde el nacimiento, consideren su conocimiento por encima

del saber.

Por razones que siguen siendo secretas, Saint-John Perse nunca quiso regresar a Guadalupe. Pero tanto su vida

como su obra se vieron frecuentadas por la isla natal.

No es casual que el primer pseudónimo, Saint-Leger Leger, sea un eco del nombre de la isleta Saint-Leger-Ies­

Feuilles, propiedad de la familia Leger, en la que Alexis

pretende haber nacido (es más probable que su madre haya preferido dar a luz en la casa familiar de Pointe-a­

Pitre ... ). No es tampoco un azar que el segundo pseu­

dónimo evoque, entre otros referentes, una pequeña isla de las Antillas inglesas, Saint-John. Los nombres de la

isla y del poeta se confundieron, así, en una consagración reciproca. Más tarde, en la época de su exil io en Estados

Unidos ( 1940- 1957), tomó la costumbre, durante los tórridos veranos de Washington, de surcar la costa

atlántica; le gustaba particularmente volver a encontrar

la vegetación tropical de Florida, visitar en Georgia plantaciones para rastrear las huellas de antepasados

emigrados en el siglo XVII I, quedarse en las islas privadas, estudiar la migración de fragatas y de faetones que le habían sido íntimos en la ori lla del mar Caribe.

Pero nunca regresó a su isla, y no es porque no la haya

rozado en varias ocasiones navegando en el archipiélago caribeño. Indudablemente adivinaba que todo había cam­

biado desde su partida, tanto el paisaje natural como el social. Los ciclones devastadores habían destruido la Joséphine. la casa preferida, situada en el frescor del

" Invocación"

Amers, o. C. pp. 267-268

Matouba. Pero, sobre todo, el tejido social había quedado

desgarrado en su totalidad. El adolescente había dejado

una sociedad recién salida del colonialismo, fundada en

los intercambios de servicios y las re laciones individuales,

en la que el odio racial y los conflictos de clase aún nO se

habían inventado. Tanto en la linda casa con galería de

Bois-Debout como en la Joséphine, él había sido, como le

confió a Pierre Guerre, el príncipe de un reino matriarcal,

cosmopolita y jerarquizado: la abuela Dormoy, que enviu­

dó en I 890, la guapa madre de Alexis, las cuatro herma­

nas y las numerosas sirvientas, negras o mestizas, compo­

nían en su derredor una pequeña corte de mUJeres. Una

fotografía de la época, conservada en el museo Saint-John

Perse de Pointe-a-Pitre, representa una reunión familiar

en la Joséphine. Sobre un fondo de montañas y de man­

gles, el pequeño Alexis, vestido de traje de marino y con

un inmenso sombrero de paja, posa muy orgulloso en la

primera hilera, derecho como una i y rodeado de mUJe­

res: su madre, sus tres hermanas (en esas fechas, ya había

muerto la cuarta) y su imponente abuela. La delgada si­

lueta del padre se encuentra atrás, en la última hi lera. Esta

imagen de mujeres enérgicas y amorosas, que hacía con­

trapeso a la de los hombres, más borrosa, fue con segu­

ridad uno de los componentes de la felicidad ligada a la isla natal.

Brut almente desposeído, el Joven adolescente de Pau

lo recuerda en el estribillo de "Para celebrar una infan-

Biblioteca de M éxi co

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Reunión familiar en La Joséphlne haCia 1890. Salnt-John Perse, niño. con sombrero de paja y vestido de mannento

cla", con una emoción cuya discreción se hace sensible por el paréntesis. Desde la O de la isla hasta el torbelli­no de la luz y la parte redondeada del vestido, todo tenia entonces la forma perfecta del circulo, y de un cir­culo del que él era el centro:

{Hablo de una condición superior de los vestidos.

en el re ino de la luz giratoria.} (23)

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Pasaporte diplomático, 1918

l "ul/lh rr~"ITN

Es muy probable que Saint-John Perse quisiera continuar imaginando que una distribución parecida de los pape­les garantizarla el orden del mundo, y que deseara con­servar intacta la imagen del reino insular del que lo habl­an despojado. Pero sabia que, si atracaba ahl, el riesgo era ya no reconocer su hábitat. Por consiguiente, fue exclusivamente a la escritu ra poética a la que de mane­ra cifrada, mediante formulaciones obl icuas y siempre distanciadas, le confió el cu idado de ir a su encuentro. Lo que parece evidente en el caso del primer libro, Éloges,

ha podido demostrarse para el conjunto de la obra: ' la escritura fue para Saint-John Perse el medio de concretizar. de una manera distinta de un regreso flsico, el sueño antillano que lo habitó toda su vida, el medio de situarse, como lo di rá en Amers, a la altura del estatus de prin­cipe que habla sido suyo:

{El bello pa(s natal es para reconquistarse, el bello

pa(s del Rey que él no ha vuelto a ver desde la

infancia. y su defensa está en mi canto.} (268)

) Véase Renée Ventresque. Les Anolles de SOlnt·John Perseo L.: Harmattan. 1993.

7 Biblioteca de M éx ico

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ÉLOGES: EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Amé a un caballo -¿quién era? - me miraba largo tiempo de frente, por debajo de sus mechas,

Los hoyos vivientes de sus narinas eran dos cosas bellas que ver, con ese agujero vivo que se in~a arriba de cada ojo,

Cuando había corrido, sudaba: ¡eso es brillar! -y yo apretaba lunas a sus ~ancos bajo mis rodillas de niño",

¡Amé a un caballo! -¿quién era? - y a veces (pues un animal sabe mejor qué fuerzas nos adulan)

alzaba a sus dioses un rostro de bronce: resoplante, surcado de un peciolo de venas,

"Éloges 11, Éloges, o. c., p, 34

Sé un hombre de ojos calmos, que ríe, silencioso y que ríe bajo el ala tranquila de la ceja, perfección del vuelo (y del borde inmóvil de la pestaña examina las cosas que ha visto, tomando prestados los caminos de la mar fraudulenta, , , y del borde inmóvil de la pestaña

nos ha hecho más de una promesa de islas, como aquel que dice a uno más joven: "¡Ya verás!" y es él quien se entiende con el dueño del buque),

Saint-John Perse se cuenta entre los pocos poetas para los que la felicidad es una virtud; y, a la inversa, a sus ojos la tristeza equivale a una enfermedad, En Anobose, pro­pone con una intransigencia sin piedad asesinar al triste:

{Pero si un hombre ve con agrado su tristeza, ¡que se lo exhiba a la luz del día!, y mi opinión es que lo maten, de otro modo habrá una sedición,} (96)

Exilado en Pau, consciente de que había perdido el paraí­so pero al mismo tiempo de que poseía un capital inalie­nable, buscó con tenacidad descifrar el secreto de esta feli­cidad ausente, Y la poesía, sólo la poesía, se le presentó como el instrumento de esta exploración, Aún era nece­sario restituir la dicha sin caer en la nostalgia lacrimosa del pasado o en la denigración del presente, Desde los dieci­siete años, cuando redactaba " Imágenes para Crusoe" ( 1904), el joven Leger supo que no habria de repetir ni los acentos lamartinianos de la lamentación ni los sarcasmos de la revuelta baudeleriana, La voz de la poesía del exilio estaba, en consecuencia, enteramente por inventar.

Éloges, libro que reúne " Imágenes para Crusoe" ( 1904), "Para celebrar una infancia" ( 1907), " Escrito sobre la puer­ta" ( 1908) Y " Elogios" ( 1909), puede leerse desde este punto de vista como la conquista progresiva de la voz per­sonal del poeta, " Imágenes para Crusoe" evoca la figura del navegante envejecido, exilado en una ciudad negra y grasosa (¿Londres o Burdeos?), y que llora por su isla, donde el amanecer era tan bello que apagaba la sed,

{Te sabe a fruta verde, con la que se aceda el amanecer que bebes; y el aire lechoso se enriquece con la sal de los ali ­sios ", } ( 12),

"Éloges 111, Éloges, o. c., p, 35

Pero el rodeo de un anciano en el ocaso de su vida sólo

logró, a fin de cuentas, componer " imágenes", como las que uno pega en la pared encima de su cama como recuerdo de un buen viaje, Y éstas seguían siendo exteriores, colga­

das al pasado, tan llenas de polvo como el quitasol de cabra abandonado en el granero que da título a una de las Imoges o Crusoé, Éstas no logran iluminar el presente, "Para

celebrar una infancia" parece entonces un milagro: al con­t rario que Crusoe, que había intentado sin lograrlo "resu­citar el deslumbramiento perdido", el portavoz del poeta,

que habla ahora en primera persona, se pasea entre el pasado y el presente sin rupturas, sin discontinuidad,

A veces el pasado en la isla se evoca en presente, como

si los gestos y las palabras de la infancia fueran los de hoy: " lloró, como cuando lloro en las cuencas de dulces manos viejas" ," (26) A veces el presente, que esta vez corres­ponde al tiempo de la enunciación, se proyecta hacia el

pasado y anula la distancia respecto de éste: "Me acuerdo del llanto", " (26);", , ,Pero por mucho tiempo más tengo memoria" ," (27),Y este estiramiento del tiempo termina

por revolver todos los puntos de referencia cronológicos: el futuro de la decisión imperiosa, " Iré", ¿debe entenderse, por ejemplo, como si citara un propósito respecto de la isla, o un compromiso tomado por el redactor del poema? "Llaman, Iré" , Hablo desde el cariño," (25) Y la doble

exclamación que puntúa el poema, "¡Oh!, ¡tengo mot ivos para celebran", ¿ha de relacionarse con el asombro mara­villado del niño ante las cosas bellas y buenas que lo ro­dean, o acaso caracteriza la elección hecha por el joven de la palabra celebración? o, más bien, ¿no es el medio de

adherirse hoy día a la disposición tan espontánea a la feli­cidad que caracterizaba al niño y, de ese modo, de fundir pasado y presente en un mismo tiempo?

8 Biblioteca de México

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Así, desde el momento en que el presente ha estado embebido de pasado y desde que, por el contrario, el pasado se ha estirado hacia el presente, este último ha resistido a la degradación del tiempo, el exi lio ha dejado de ser una ruptura. Encarecido por el verbo "duraba", el imperfecto de la cláusula "Para celebrar una infancia" aporta un desmentido a la pu lverización del recuerdo, incluyendo la destrucción de la casa:

{Y la casa duraba bajo los árboles de plumas.} (30)

¿Qué había pasado, pues, entre " Imágenes para Crusoe" y "Para celebrar una infancia", para que la isla surgiera súbitamente del exilio como una presencia viviente y ya no como una patria perdida que se alejaba en medio de lágrimas? El joven poeta había comprendido lo que sólo los poetas comprenden, a saber; que la fe licidad no está encerrada en las cosas, ni en la casa de "Bois-debout", en este caso, ni en la lujuriante vegetación o la amigable fauna, ni siquiera incluso en la tierna solicitud del ambien­te femenino. Residía en las palabras, los ritmos, las aso­nancias, en resumen, en la plasticidad de la materia ver­bal. Sólo ésta, en todas sus formas, podía retener la den­sidad de las sensaciones de la infancia.

Ciertamente estaban las palabras de allá, que evoca­ban una realidad única e irremplazable: los "maran­gouins", los "catalpas" o los "icacos", "el jarabe de batte­rie", los "abutilons" o "la hierba-de-Madame Lalie". Pero, por muy familiares que fueran estos nombres para un muchacho que había crecido en las islas, a éste no se le ocultaba el hecho de que tales nombres eran exóticos para un público metropolitano. Ahora bien, muy pronto Alexis Leger sintió una gran aversión por "lo novelesco de los clichés" de la literatura sobre las islas. De este he­cho, ciertos términos locales quedaron borrados de la segunda versión de " Imágenes para Crusoe", otros tra­ducidos en expresiones descriptivas: los "icacos" se convirtieron en las plantos con silicua, el "catalpa" en el fruto hueco, los "papavientos tímidos" en dulces animales,

TH E WHITE HOUSE

WASHINGTON

Dcar Mr. Leger:

Yebruuxy 15, 1944

1 am g rat eful t e you for your lettor

ot J'anuary 31. 1944 w1 tb whlch wos encloeed

e.n lntere~tlng stl\dy oC the appllcatl on ot

the Treveneuc La_ to the situet10n ln Franco

st the time o't l1ber.tlon.

1 am always gl Bd to have the beneflt ot

,out" via.a on mattere arreetlng the interests

of our t_o countrlee.

Very sincerel,. y aure.

lir . Alexla Legor.

3 120 R Street NW ••

Washington, D. C.

Carta del preSidente Rooseve~ a Sajnt -John Pe"e

9

el "uvero" en el árbol muerto. Cuando, pese a todo, con­servaba " los abutilons" u otras palabras técnicas, después de ellas venía una aposición descriptiva extraída literal­mente, o casi, de un diccionario de botánica:

{Las fiores amarillas-con-manchas-de-un-negro-púrpura­

en- la-base, que se usan para la diarrea de los animales con cuernos }(36)

y, la mayoría de las veces, como en los versos siguientes, el término genérico, "cosa", "animal", reemplaza el nom­bre antillano. En efecto, no se trataba de convocar tal cosa o tal otra, de pronunciar un nombre u otro de allá, sino de recuperar la energía de la palabra del Creador:

{Nombrando cada cosa, yo recitaba que era grande: nom­

brando a todo animal. que éste e ra be ll o y bueno.}(24)

Por lo demás, es en esta voluntad de sacrificar el placer inmediato de usar las palabras propias del dialecto isleño, de escapar a lo pintoresco de ta~eta postal, que provenía del pensamiento conservador de los blancos criollos y que el público metropolitano acogía favorablemente, donde reside la singularidad, el genio tal vez, de Saint-John PerseTal singularidad, por el contrario, le valió, pese a todo aquello que lo separaba de los escritores negros o mesti­zos el ser considerado por la joven literatura anti llana de los años setenta como un antepasado respetable.

Nombrar era, por lo tanto, hacer cualquier otra cosa que un trabajo de filólogo. La felicidad no estaba, repitá­maslo, en la particularidad de cada cosa. Se hallaba en la posibilidad otorgada al mago de la lengua de reconstruir un universo en el que circulaba, por la felicidad pasada y presente, una savia tan vigorosa que incluso daba vida hasta los límites extremos de ésta: de un poema a otro del libro Éloges, el olor a madera muerta es "ávido", los floreros "suntuosos", el "féretro de caoba" de la herma­nita muerta "huele bien", y "la sombra y la luz están más cerca de ser la misma cosa".

A partir de "Para celebrar una infancia", el joven poeta buscó, pues, idear las herramientas lingüísticas, que no dejará de perfeccionar en lo sucesivo y que harán posi­ble la reinvención de un universo del lazo que vincula a todas las cosas vivientes. Como las cosas estaban ligadas entre sí durante su infancia en las islas, él quiere conven­cerse de ello; lo estaban sobre todo, y de eso está segu­ro, en la edad de oro de la humanidad mítica, en este "entonces" que se convierte , a partir de "Para celebrar una infancia", en el tiempo del poema: "iPalmas ... ! En­tonces te bañaban en el agua-de-hojas-verdes" (23)

Así, a partir del segundo poema de Éloges, "Para cele­brar una infancia", el universo se construye bajo nuestros ojos como una sola frase tejida, o, para decirlo en unas cuantas palabras, como un texto. La puntuación, al preferir las prolongaciones a las interrupciones definitivas, privilegia los puntos suspensivos, las exclamaciones y las comas, los paréntesis o los guiones. La sintaxis favorece las coordina­ciones "y . .. y ... " y las parataxis:"Hace tanta calma y ade­más tanta t ibieza,! hace tanta continuación también."(37) La gramática verbal juega sobre el presente en el pasado y sobre el presente de la enunciación, de tal suerte que el tiempo se estira en un largo presente. Las palabras, al pro­ducir finalmente la impresión general de un encantamien­to detenido, se responden como en el ejemplo siguiente

Biblioteca de México

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por medio de asonancias (en ou) y de repeticiones

semánticas (et que supplient, plier, plie) , de rimas internas

(douces) y de sorprendent es regularidades métricas, de

simetrías o de asimetrías rítmicas:

cosas dulces que suplican, como el odio que canto suplica,

dulces como la vergüenza, que tiembla en los labios,'

cosas dichas de perfi l, ay, dulces, y que suplican, como la voz más dulce del macho

cuando acepta someter su alma ronca a quien doble­

ga . .. }(38) {La infancia, iamor mío!, es la mañana, son

o

El dilema de Anabase (1924) En tres grandes estaciones con honor me establezco, auguro mucho

suelo donde he fundado mi ley Las armas son bellas por la mañana, y el mar. La tierra sin almendras

entregada a nuestras cabeceras nos vale un cielo incorruptible. Y al sol nadie lo nombra,

pero su poder está entre nosotros. y el mar por la mañana como presunción del espíritu.

¡Poder., tú cantabas en nuestros caminos nocturnos . .. Ante las ideas puras de la mañana, ¿qué sabemos del sueño, primogenitura nuestra?

¡Por un año más entre vosotros' Maese del grano, maese de la sal, ¡y la cosa pública en balanzas justas'

No llamaré desde lejos a los de otras riberas. No trazaré

grandes barrios citadinos en las pendientes con el azúcar de los corales.

Pero tengo el propósito de vivir entre vosotros. En el umbral de las carpas, ¡toda la gloria!, ¡mi fuer.za con vosotros',

y la idea pura, como una sal se reúne en el día . •

.. . Ahora bien, yo frecuentaba la ciudad de vuestros sueños y me detenía en los mercados desiertos, puro comercio de mi alma, invisible entre

vosotros y frecuente como un fuego de espinas en pleno viento. ¡Poder. tú cantabas en nuestros espléndidos caminos' ... "En la delicia de la sal están todas las lanzas del espíritu ... Aconsejaré la sal a

las bocas muertas del deseo." "A quien, alabando la sed, no ha bebido el agua de los sables en un casco, le doy poco crédito en el comercio del alma ... " (Y al sol nadie lo nombra,

pero su poder está entre nosotros.)

Hombres, gente de polvo y de todas formas, gentes del negocio y del placer. gente de los confines y gente de otra parte, oh, gente de poco peso en la memoria de estos lugares; gente de los valles y las planicies, y de las cuestas más altas de este mundo en el vencimiento de nuestras riberas; husmeadores de signos, de simientes, y confesores de soplos del poniente, seguidores de pistas, de estaciones, levantadores de campamentos con el vientito del amanecer; oh, busca­dores de aguaderos en la corteza del mundo; oh, buscadores, oh, vosotros que encontráis razones para iros a otra parte,

vosotros no traficáis con una sal más fuerte cuando, por la mañana, en un presagio de reinos y de aguas muertas suspendidas en lo alto sobre los vapores del mundo, los tambores del exilio despiertan en las fronteras

a la eternidad que bosteza en las arenas . •

. . . En vestimenta pura entre vosotros. Por un año más entre vosotros. "Mi gloria está en los mares, ¡mi fuer.za está entre vosotros!

A nuestros destinos prometidos este aliento de otras riberas y, llevando más allá la simiente del tiempo, el estallido de un siglo en su punta con el azote de las balanzas ... "

¡Matemáticas suspendidas en los bancos de safl En el punto sensible de mi frente donde se asienta el poema, inscribo este canto de todo un pueblo, el más ebrio,

ia nuestros astilleros que sacan inmortales carenas!

10 Biblioteca de México

Anabase 1, o. c.. pp. 93-94

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Tras haber ganado el concurso del Quoi d'Orsoy, Alexis Leger ingresó en la carrera diplomática Yo a petición suya, fue enviado a Pekín en 191 6, donde permaneció prime­ro en el puesto de tercer secretario y después de segun­do secretario en la legación de Francia, hasta 1921. Por extraño que parezca, la gestión de los asuntos cotidianos de la embajada dejó pocas huellas en la "Biografía" del volumen en la Pléiade.

El único suceso diplomático del que habla es el de la efímera restauración de la dinastía manchú Gulio de 1917). Encargado de dirigir a la legación, bajo su protec­ción, a la familia del presidente de la República en ejerci­cio, al joven diplomático le pareció esta época visible­mente regocijante . Le dio sobre todo un inmenso placer hacer la relación correspondiente a su ministro, A lexandre Conty. Hay un sabroso re lato, titulado "Relación respetuosa", donde da cuenta de la alterna­ción de cortesías en torno de un té y de tenaces discu­siones, de la reticencia de la señora Li a dejarse conven­cer. de la impaciencia en cambio de las concubinas y de sus hijos ilegítimos por subirse a las limusinas, del desor­den y la precipitación, de simulacros de protocolo, y todo ello acompañado por el estrépito de chicharras y cuervos. Y el autor que, desde la infancia, había sido un aficionado a los sobrenombres y que, unos años des­pués, elegiría el pseudónimo más notable de toda la his­toria literaria, se complacía en esta época en firmar Lei Hi-Ngai, transposición china del apellido Leger (Honneur o Soint-John Perse, p. 687).

Así de parca como es la memoria biográfica al relatar su vida diplomática, cuando en cambio habla de su exis­tencia no diplomática destaca aspectos como la doma de su cabal lo, bautizado Allan, las excursiones a las provincias, las estancias en Manchuria y la expedición a la Mongolia Exterior. los encuentros con los mejores sinólogos, y sobre todo los días pasados, "en una colina, a un día de Pekín a caballo, que dominaba los primeros caminos de las cara­vanas hacia el Noroeste de un pequeño templo taoísta abandonado [donde] escribiría Anobose" (O. c.. XVIII). Con todo, no debemos engañarnos al respecto. Entre la ca-

Salnt-John Perseo Pekín. 1918. Fotografía S.Yamamoto

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CorrespondenCIa diplomátICa al ministro Kang

firmada con su nombre chino: Le. H.Ngal

rrera diplomática que, cuando uno se compromete con ella seriamente, amenaza con asfixiar el talento literario, y el oficio de poeta, que requiere silencio y retiro del mundo, en su época pasada en China el futuro Saint-John Perse no había hecho una verdadera elección. Y el dilema entre la acción y la contemplación, la vida de conductor de hombres y la caminata solitaria en el desierto, com­pone la estructura binaria de Anobose.

En momentos nómada, en otros sedentario, a veces jefe de tribu o fundador de ciudades, el narrador. que habla en primera persona, titubea entre la jubilación inme­diata que procura el arbitraje de la vida pública y la inquie­ta espera de la producción de la refiexión solitaria. La vida de conductor de hombres en marcha por el desierto, la historia de la fundación de ciudades y de constituciones tiene antepasados ilustres y de relatos fundadores. Aun cuando no haga jamás una alusión explícita, el narrador de Anobose reencuentra los grandes temas de los primeros libros blblicos, la dureza del exilio y la sed en el desierto de sal, el precio del agua fresca y del grano de cilantro, la belleza de la generosa Vía Láctea o de las "muchachas per­fumadas que se ponían aquellas telas con un soplo". No obstante, cuando los clamores de la gloria se callan, al día siguiente de la fiesta de inauguración de la ciudad, y una vez que el silencio regresa, nace un deseo más secreto: el de exilarse del poder. transformarse en Extranjero y po­nerse a la escucha de las voces del mundo:

{Al son de las grandes aguas en marcha sobre la tierra,

toda la sal de la tierra se estremece en los sueños. y de pronto, ¡ah l, de pronto, ¿qué quieren de nosotros estas voces)} (106)

Paradójicamente, el dilema se resolvió después de su re­greso a París en beneficio de la carrera diplomática. Desde el día de 1922, en la conferencia de Washington sobre la limitación de armamentos y las cuestiones del Extremo Oriente, cuando Aristide Briand se fijó en él, hasta el mal­hadado día de junio de 1940 cuando Paul Reynaud lo des­tituyó, no dejó de afirmar su autoridad como diplomático dentro del Quoi d'Orsoy Yo a la inversa, ya no produjo, al menos oficialmente, ningún otro poema.

11 Biblioteca de M éxico

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E

Saint-John Perse: un pseudónimo en forma de enigma

El nombre fue elegido no por razones de afinidad, reminiscencias o referencias de ningún tipo, tendentes o significar o o sugerir algo intelectual: fue acogido libremente, eludiendo todo loza racional, tal como se impuso misteriosamente 01 espíritu del poeta, por razones desconocidos para él mismo, como en lo antiguo onomóstica: con sus sOabas largos y breves, sus sOabas fuertes o mudos, sus consonantes duras o sibilantes, conforme o los leyes secretos de todo creación poético.

"Biografía". Nota, o. C.

p. 1094

De todas las singularidades de Saint-John Perse, no es la menor la de su grandioso nombre. ¡Cuántos enigmas insolubles en la elección de estas tres silabasl No le pre­guntemos al poeta que nos ilumine. Una nota anexada al volumen de la Pléiade debió parar en seco cualquier ten­tativa de elucidación:

mente, eludiendo todo lazo racional, tal como se impu­so misteriosamente al espíritu del poeta, por razones desconocidas para él mismo, como en la antigua ono­mástica." ( 1094)

Sin embargo, a la manera de toda denegación, esto no tuvo otro efecto que el de suscitar la incredulidad. ¿Cómo creer que este nombre no signifique nada, que no se refiera a nada? Y los comentadores, de los más atendibles a los más disparatados, se han entregado con delectación al desciframiento del mensaje cifrado. Puesto que no existe ninguna respuesta definit iva, sólo reten­dremos las sugerencias más verosímiles.

"El nombre fue elegido no por razones de afinidad, reminiscencias o referencias de ningún tipo, tendientes a significar o a sugerir algo intelectual: fue acogido libre-

-ff.~:-'" "' ..... ..,

l :ns~~ ", ' s·: A o..cu '/l.u:

,._ ...

Mapa de las An~llas francesas. 17 17

¿Quién es este santo John? ¿El autor del cuarto Evangelio y del Apocalipsis, o es Juan de la Cruz, o bien es otro san Juan?, pero en tal caso, ¿cuál? A menos que se t rate más simplemente, de la isla de las Antillas ingle­sas evocada en líneas anteriores, y que el poeta haya hecho de este modo un rodeo para regresar a la isla de su infancia que obstinadamente se rehúsa a nombrar. Pero, ¿por qué usar la lengua inglesa, si él decía que su única patria era la lengua francesa? ¿Y es compatible esta elección con el grandísimo temor de "que no parezca extranjero", que llegó a abreviarlo a parti r de su exili o a Estados Unidos en St. J. Perse? En cuanto a la silaba "Perse", ¿a qué podrá referirse? "Nada que ver con el poeta latino Perse", respond ió secamente el poeta a aquellos que creían haber encontrado una clave. ¿Se refiere entonces quizás a Persia? Pero ninguna prueba, textual o de otro t ipo, garantiza la confiabilidad de esta interpretación.

Hay pues tantos enigmas que, al no poder resolverlos, dejan abandonados a su hambre a aquellos a quienes el misterio desalienta, pero que, por el contrario, hechizan a aquellos otros que gustan del ensueño onomástico. Estos últimos, al no poder determinar una significación única, quizás se vean seducidos por el encanto antiguo de un ritmo ternario (la cifra tres es un símbolo sagrado) --que hace eco al primer pseudónimo Saint-Leger Leger-, o más aún por la orquestación sutil de las sonoridades con su asociación de acometidas sonoras (sibilante y dentales) y de finales sordos (nasales y e muda).

12 Biblioteca de México

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En la sede diplomática de Pekín

\~ -~~--.:._------"\ ", \

ExpediCión en Mongoha. 1921 . Perse, atrás, sostiene un cráneo de caballo

13 Biblioteca de México

,

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SAINT JOHN PERSE*

ELOGIOS TRADUCCiÓN DE JORGE ZALAMEA

Se asan las viandas al aire libre, se mezclan las salsas y el humo remonta los caminos cauterizados y alcanza

a quien marchaba. Entonces el Soñador de sucias meji llas

sale de un viejo sueño todo rayado de violencias, de

astucias y de esplendores, y ornado de sudores, hacia el olor de la vianda

desciende como una mujer que arrastra: sus telas, toda su ropa

y sus cabellos deshechos.

11 He amado a un caballo -quién era?- me ha mirado

de frente, bajo sus mechas. Los palpitantes agujeros de sus narices eran dos

cosas bellas de ver -con ese viviente hueco que se hinche

encima de cada ojo. Cuando había corrido, sudaba: eso es bri llar! -y he

oprimido lunas contra sus flancos con mis rodillas de niño ... He amado a un caballo - quién era- y a veces

(pues una bestia sabe mejor qué fuerzas nos ensalzan) levantaba hacia sus dioses una cabeza de bronce:

resoplante, surcada por un peciolo de venas

111 Los ritmos del orgullo descienden los morros rojos. Las tortugas ruedan en los estrechos como astros mo­renos. Las radas sueñan un sueño pleno de cabezas de niños ...

Sé hombre de ojos quietos que ríe, si lencioso que ríe bajo el ala quieta de la ceja, perfección

del vuelo (y con el inmóvil borde de la pestaña retorna a las cosas que ha visto, tomando los caminos del mar fraudulento ... y con el inmóvil borde de la pestaña

IV

nos ha hecho más de una promesa de islas, como aquel que dice a alguien más joven: "Ya verás!" Y es él quien se entiende con el patrón del navío.)

Azur! Nuestras bestias están plenas de un grito! Me despierto soñando en el negro fruto de la Aniba

en su cúpula verrugosa y truncada ... Y bienl los cangrejos han devorado todo un árbol de frutos blandos. Otro está lleno de cicatrices, sus flores brotaban, suculentas, del tronco.Y otro, no se

puede tocarlo con la mano -como quien toma testigo- sin que lluevan en seguida esas moscas, colores! .. . Las hormigas corren en opuestos sentidos. Esas mujeres ríen solas entre los abutilones, esas flores amarillas-manchadas-de-negra-púrpura­en-su-base que se usan contra la diarrea de las bestias cornú­petas .. . Y el sexo huele bien

* St.-John Perseo Elogios y otros poemas. versión castellana de Jorge Zalamea. Bartolomé Costa Amic. editor-impreso~ México. 1946.

El sudor se abre una senda fresca. Un hombre solo hundiría sus narices en el pliegue de su brazo. Esas r iberas se hinchen, se derrumban bajo capas de insectos en absurdos esponsales. El remo ha retoñado en la mano del remero. Un perro vivo en la punta de un garfo es el cebo mejor para el tiburón ...

v

-Me despierto soñando con el negro fruto de la Aniba; con flores en mazos bajo la axi la de las hojas.

... Ahora estas quietas aguas son de leche y todo lo que se derrama en las blandas soledades de la

mañana. El puente , lavado antes del día, con un agua semejante en sueños a la mezcla del alba, hace un bello re lato del cielo. Y

la infancia adorable del día, por la espaldera de las lonas recogidas, desciende a lo largo de mi canto.

Infancia, amor mío, era sólo ésto? ... Infancia, amor mío ... ese doble anillo del ojo y goce de amar ..

VI

Hay tanta calma y tanta tibieza luego

y tanta continuidad también, que es extraño estar aquí con las manos sumergidas en la facilidad del día .. .

Infancia, amor mío, no hay más que cedeL y lo dije, entonces? ya no quiero ni aun esos lienzos por remover, en lo incurable, en las verdes soledades de la mañana ... Y lo dije, entonces? no hay más que servir

como una vieja cuerda .. . Y este corazón, este corazón,

aqun que se arrastre por sobre los puentes, más humilde y más salvaje y más,

que un viejo lampazo, extenuado ...

Y otros, a su turno, suben al puente

y yo ruego, de nuevo, que no tiendan las velas ... pero por lo que hace a esa linterna, bien podéis apagarla ...

Infancia, amor míol es la mañana, son

cosas dulces que suplican, como el odio de cantar,

dulces como la vergüenza, que t iembla sobre los labios, de las cosas dichas de perf l,

oh dulces y suplicantes, como la voz más dulce del macho si

consiente en doblegar su alma ronca hacia quien se doblega ... Y ahora os lo pregunto, no es la mañana ... una holgura

del aliento

VII

y la infancia agresiva del día, dulce como el encanto que entreabre los ojos?

Un poco de cielo azulea en el declive de nuestras uñas. La jornada será cálida en donde se espesa el fuego. He aquí como será:

un chirriar en las vorágines escarlatas, el abismo zapateadc

14 Biblioteca de México

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STo = ]OHN PERSE

ELOGIOS y otros poemas

Versión castellana de

JORGE ZAJ \" J. \

l\1EXICO, D. F.

B. COSTA.A!\1IC, EDITOR IMPflrSOR

Apartodo PoslaJ, lQOI

1946

Sólo cuatro años después de haberse publicado en Francia la primera edición de Elogios, de Saint -John Perseo y dos antes de que el autor diera por concluida la versión definit iva. la imprimió en México el benemérito editor Bartolomé Costa-Amic. en traducción cuidadosa de ese leal y atento lector de Perse que es Jorge Zalamea.

por los búfalos de la alegría (oh alegría inexplicable excepto por la luzl) Y el enfermo, en el mar; pedirá

que detengan el barco para que puedan auscultarlo. y gran descanso entonces para todos los de popa, las

embestidas del silencio refluyendo sobre nuestras frentes ... Un pájaro que seguía, su vuelo lo arrastra por encima esquiva el másti l, pasa, mostrándonos sus rosadas patas de pichón, salva­je como Cambises y dulce como Azuero ... y el más joven de los viajeros, sentándose de tres cuartos sobre la batayola: "Os quiero hablar de los manantiales bajo el mar. .. " (le ruegan que cuente).

Entretanto, el navío proyecta una sombra verdeazul, apacible, clarividente, invadida de glucosas en que pacen

en ágiles bandadas sinuosas

VIII

esos peces que se deslizan como el tema a lo largo del canto.

y yo, rebosante de salud, veo esto, me acerco al enfermo y le cuento lo que veo: y he aquí que me odia.

Al negociante el porche sobre la mar; y el techo al hacedor de almanaques!. .. Pero para otro, el velero en el fondo de las cale­tas de negro vino, y ese olor; ese olor ávido de la madera muerta que hace pensar en las manchas del Sol, en los astró­nomos, en la muerte ...

- Ese navío es nuestro y mi infancia no llega a su fin. He visto muchos peces que me enseñan a nombrar. He visto muchas otras cosas que sólo pueden verse en las altas Aguas; y otras que están muertas; y otras que son fin­gidas ... Y ni

los pavos rea les de Salomón, ni la flor pintada en el tahalí de los Ras, ni el ocelote nutrido con carne humana, ante los dioses de cobre , por Montezuma,

IX

superan en colores a ese lamoso pez que izaron por sobre la borda para dis­traer a mi madre que es joven y bosteza.

... Árboles se podrían en el fondo de las caletas de negro vino.

... Oh cesad yal Si continuais hablando de aterrizar. prefiero decíroslo: me arrojaré por la borda ante vuestra vista.

... La vela dice una seca palabra y vuelve a caer.

Qué hacer? El perro se echa al agua y le da la vuelta al Arca. Ceder como la escota.

... Soltad la chalupa o no la solteis, o decidid si no que nos bañemos .. . Lo mismo me da.

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S' JOH"J PERSE

EXIL

LES CAHIERS DU SUD MARSEllLE - O Cour, du Veux-Port MCMXLII

... Toda la intimidad del agua vuelve a soñar en silencio en las comarcas de la vela.

Hola! es una bella historia la que all í se organiza - oh espóndeo del silencio prolongado en sus largas!

... y yo que os hablaba, no sé de nada tan fuerte ni tan desnudo

como, a través del barco, con sus rizos como pestañas y rozándonos, nuestro límite,

la gran vela irritable color de cerebro.

. . Actos, fi estas de la frente y fiestas de la nuca!. .. y esos clamores, y esos si lencios! y esas noticias en viaje

y esos mensajes por mareas, oh libaciones del día!. .. y la presen­cia de la vela, grande alma intranquila, la extraña vela, ahí. y cáli ­damente revelada, como la presencia de una meji lla ... Oh

bocanadas!. .. En verdad, habito la garganta de un Dios.

x Para desembarcar bueyes y mulos,

se echan al agua, por sobre la borda, esos dioses vaciados en oro y pulidos en resinas.

El agua los aplaudel saltal

y nosotros los esperamos en el muelle, levantando varas a guisa de antorchas; y tenemos los ojos fijos en la estrella de sus frentes- todo un pueblo desnudo, vestido con su propio lustre, y sobrio.

XI Como olas de fondo

sacan de las bodegas grandes hojas onduladas de metal: ári­das,

temblorosas y vertiendo, cautiva, toda una vertiente del cielo. Para ver. hacerse a la sombra. Si no, nada.

La ciudad está amari lla de rencor. El Sol precipita en las dár­senas una querella de t ruenos. Un bajel de frituras zozobra

XII

al extremo de la calle escabrosa que, al otro extremo, se amansa entre el polvo

de las tumbas. (Pues es el cementerio el que, allí, rein~ tan alto, en el flan­co de piedra pómez: horadado de camaras, plantado de

árboles que son como lomos de casoares.)

Tenemos un clero, tenemos cal. Veo brillar las hogueras de un campamento de Soldadores ... - Las víctimas del cataclismo, como bestias desplumadas,

en esas cajas de zinc llevadas por los Notables que regre­san de la A lcaldía por la calle mayor encharcada de agua verde (oh banderas estampadas como lomos de orugas, y

una infancia de negro colgada de borlas de orol)

son apiladas por un momento en la cubierta plaza del

Mercado: donde erguido

y vivo y vestido con un viejo saco bienoliente a arroz,

un negro cuyo pelo es lana de cordero negro se en­

grandece como. un profeta que va a gritar en una concha - mientras el aborregado cie lo anuncia para esa noche

otro temblor de tierra.

XIII La cabeza de pescado se mofa entre la orina del gato muerto que se hinche -verde

o malva? - El pelo, color de carey, es miserable, pegajoso,

como la mecha que chupa una niñita muy vieja, hue­

suda, con manos blancas de lepra. La perra rosa arrastra, en las barbas del pobre , toda

una vianda de tetas. Y la vendedora de dulces

se bate contra las avispas cuyo vuelo es semejante a las mor­

deduras del día sobre el lomo de la mar. Un niño ve ésto,

tan bello que ya no puede cerrar sus dedos ... Pero el coco que

fue bebido y arrojado allí, ciega cabeza clamante liberada del

hombro

aparta del imbornal el esplendor de las aguas purpúreas recamadas de gra­

sas y de orina, donde trama el jabón como una telaraña .

Sobre la calzada de cornalina, una muchacha vestida como un rey de Lidia.

XIV Silenciosamente fluye la savia y desemboca en las del­

gadas riberas de la hoja.

He aquí un cielo de paja al que lanzar. oh lanzar. a brazo partido la antorcha!

En cuanto a mí, he retirado los pies.

Oh mis amigos, dónde estáis que no os conozco? .. Tampoco veréis éstor .. puertos crepitantes, bellas aguas de blando cobre en las que mediodía, desmenuzador de címbalos, perfora el ardor de su pozo .. . Oh, es la hora

en que en las ciudades abrasadas, en el fondo de los patios viscosos bajo las espalderas heladas, el agua mana en los cerrados estanques violada

por las verdes rosas del mediodía ... y el agua desnuda es semejante a la pulpa de un sueño, y el Soñador está tendi­do allí, fijo en el techo su ojo de oro que batalla . . .

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y el niño que regresa de la escuela de los Padres, afec­tuoso, rozando la afección de los Muros que huelen a pan caliente, ve al cabo de la calle en que cruza

el mar más sonoro que una feria de pescado. Y los odres de azúcar gotean en los muelles de marcasita pintados con grandes ramajes de petróleo,

y negros portadores de bestias descuartizadas se hin­can sobre las baldosas de las Carnicerías Modelo, descansando un fardo de huesos y jadeos,

y en el centro del Mercado de bronce, alta mansión

colérica en que penden los peces y que se oye cantar en su lámina de hierro, un hombre glabro, cubierto de amarilla coto­nada, lanza un grito: yo soy Dios! y otros: está loco!

y otro invadido por el deseo de matar se pone en marcha hacia el Depósito de Aguas con tres bolas de veneno: rosa, verde, índigo.

En cuanto a mí, he retirado los pies.

xv Infancia, amor mío, también he amado la noche: es la

hora de sali r.

Nuestras nodrizas han entrado en la corola de los tra­jes ... y pegados a las persianas, bajo nuestras trenzas heladas, hemos

visto cómo lisas, cómo desnudas, levantaban a todo lo alto del brazo el blando ani llo de la falda.

Nuestras madres van a bajar. perfumadas con la hier­ba-de-Madame-Lalie ... Sus cuellos son hermosos. Ve delante y anuncia: Mi madre es la más bellal -Oigo ya

las almidonadas telas

que arrastran por los cuartos un dulce ruido de trueno. Y la Casal la Casa? ... salimos de ella!

s' J-P

EXIL

Hasta el anciano me envidiaría un par de matracas por el abra de tela hasta el crinoso lugar entre las dos y el susurrar con las manos como una liana de guisantes, la tetillas. guilandina o la mucuna.

Los que son viejos en la comarca sacan una silla al patio, beben ponches color de pus.

XVI ... Los que son viejos en la comarca son los primeros

en levantarse

a abrir los postigos y mirar el cielo, el mar que cambia de color

y las islas, diciendo: el día será bello a juzgar por esta aurora.

De repente es el díal y el zinc de los techos se en­ciende en el trance, y la rada es entregada a la impaciencia, y el cielo a la verba, y el Cuentista se lanza a la vigilial

El mar. entre las islas, es rosa de lujuria; su placer es materia de debate, se le ha obtenido por un lote de brazaletes de bronce!

Los niños corren a las riberas l Los caballos corren a las riberas!' .. un mi llón de niños llevando sus pestañas como umbelas ... y el nadador

tiene una pierna en agua tibia pero la otra pesa en una corriente fría; y las gonfrenas, los ramios,

la acalifa de flores verdes y esas pi leas muscosas que son las barbas de los viejos muros

enloquecen sobre los techos, al borde de las canales,

pues un viento, el más fresco del año, se levanta en los estanques de islas que azu lean,

y reventando sobre esos cayos bajos, nuestras casas, fluye hasta el seno del anciano

y el día ha comenzado, el mundo

no es tan viejo para haber. de repente, reído ...

Es entonces cuando el olor del café sube la escalera.

XVII "Cuando hayas terminado de peinarme, terminaré de

odiarte:' El niño quiere que le peinen en el umbral de la puerta. "No tires así mis cabellos. Ya está bien con que tengan

que tocarme. Cuando me hayas peinado, te habré odiado. " Entre tanto, la sapiencia del día toma la forma de un

bello árbol y el árbol balanceado que pierde un pellizco de pájaros escama en las lagunas del cielo un verde tan bello que

no hay nada más verde sino la chinche de agua.

XVIII

"No tires tan largamente mis cabellos ..

y ahora, dejadme, voy solo. Saldré, pues tengo algo que hacer: un insecto me es­pera para negociar. Me regocijo con su gran ojo afacetado: anguloso, imprevisto como

el fruto del ciprés. O bien tengo una alianza con las piedras de azules

venas; así, pues, dejadme sentado, en la amistad de mis rodi llas

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SAINT JOHN PERSE*

IMÁGENES

LAS CAMPANAS

Anciano de manos desnudas repuesto entre los hombres, Crusoe! llorabas, imagino, cuando desde las torres de la Aba­

día, como un flujo, se derramaba e l so llozo de las cam­panas sobre la Ciudad ...

Oh Despojado! Llorabas recordando los rompientes bajo la luna; los

silbos de más distantes riberas; las músicas extrañas que nacían y se asordinaban bajo el ala cerrada de la noche ,

semejantes a los encadenados círcu los que son las ondas de una concha, a la amplificación de clamores bajo la ma~

EL MURO

El lienzo de muro está enfrente, para conjurar el cír­culo de tu sueño.

Pero la imagen lanza su grito. La cabeza contra una oreja del sillón grasiento, explo­

ras tus dientes con tu lengua: el sabor de las grasas y las salsas infecta tus encías.

y sueñas con las nubes puras sobre tu isla, cuando el alba verde crece lúcida en el seno de las aguas misterio­sas.

Es el sudor de las savias en exilio, la suarda amarga de las plantas silicuosas, la insinuación acre de los manglares carnosos y la ácida delicia de una negra sustancia en las vainas.

Es la miel silvestre de las hormigas en las galerías de l árbol muerto.

Es un sabor de fruto verde que acidula el alba que bebes: el aire lechoso enriquecido con la sal de los a li ­sios ...

Alegría l oh alegría desatada en las alturas del cielo! Las telas puras resplandecen, los invisibles atrios están sem­brados de hierbas y las verdes delicias del suelo se pin­tan al siglo de un largo día.

LA CIUDAD

La pizarra cubre sus techos, o bien la teja en que vegetan los musgos.

Su aliento se vierte por el tiro de las chimeneas. Grasas! Olor de los hombres urgidos, como de un soso mata­

dero! agrios cuerpos de las mujeres bajo las faldas! Oh ciudad contra el cielo! Grasas, aspirados alientos, y el vaho de un pueblo con­

taminado - pues toda ciudad se ciñe de inmundicia.

Sobre la lumbrera del tenderete - sobre los cubos de basura del hospicio - sobre el olor de vi no azul del barrio de los marineros - sobre la fuente que so lloza en los patios de la policía - sobre las estatuas de piedra mohosa y sobre los perros vagabundos - sobre el chi­qui llo que sil ba, y el mendigo cuyas mejillas tiemblan en la cavidad de las mandíbulas,

sobre la gata enferma que tiene tres plíegues en la

frente, la noche desciende, entre el vaho de los hombres .. . - La Ciudad por el río mana hacia el mar como un

abceso ...

Crusoe! Esta noche cerca de tu Isla, el cielo que se aproxi ma loará al mar, y el silencio multiplicará la excla­

mación de los astros solitarios. Corre las cortinas; no enciendas:

Es la noche sobre tu Isla y en su contorno, aqyí y allá, donde qu iera se curva el impecable vaso del mar; es la noche color de párpados, sobre los caminos entretejidos del cielo y del ma~

Todo es salado, todo es viscoso y pesado como la vida de los plasmas.

El pájaro se arrulla en su pluma, bajo un sueño acei­toso; el fruto vano, sordo de insectos, cae en el agua de las caletas, cavando su ruido.

La isla se adormece entre el circo de vastas aguas, lavada por cálidas corrientes y grasas lechadas, en la fre­cuentación de légamos suntosos.

Bajo los manglares que lo fecundan, lentos peces entre el cieno han descargado burbujas de su cabeza chata; y otros que son lentos, manchados como reptiles, velan. - Los légamos son fecundados.-Oye chasquear a las huecas bestias en sus conchas.-Sobre un trozo del cie lo verde hay un humo apresurado que es e l enmara­ñado vuelo de los mosquitos.- Los gri llos bajo las hojas se llaman dulcemente .-Y otras bestias que son dulces, atentas a la noche , cantan un canto más puro que el anuncio de las lluvias: es la deglutinación de dos perlas hinchendo su go llete amarillo ...

Vagido de las aguas girantes y luminosas! Corolas, bocas de moaré: e l duelo que apu nta y se

ensancha! Son grandes fl ores móviles en viaje, flores vivientes para siempre, y que no cesarán de crecer- por el mundo ...

Oh el color de las brisas circulando sobre las aguas calmas,

las palmas de las palmeras que se menean! y ni un lejano ladrido de perro que signifique la choza;

que signifique la choza y el humo de la tarde y las tres

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piedras negras bajo el olor de pimiento, Pero los murciélagos cortan la noche blanda con pe­

queños gritos,

Alegria! oh alegria desatada en las alturas del cielol

",Crusoe! estás ahn Y tu rostro se ofrece a los signos de la noche, como una invertida palma de la mano,

VIERNES

Risas bajo el sol. marfil! genuflexiones tímidas, las manos en las cosas

de la tierra", Viernes! qué verde era la hoja, y qué nueva tu som­

bra, las manos tan largas hacia la tierra cuando, cerca del hombre taciturno, meneabas bajo la luz la azul corriente de tus miembros!

- Ahora te han obsequiado un rojo andrajo, Bebes el aceite de las lámparas y robas en la despensa; deseas las faldas de la cocinera que es gorda y o lorosa a pescado; miras en el cobre de tu librea tus oJos que se han hecho embusteros y tu ri sa, vicioso,

EL LORO

Este es otro, Un marino tartamudo lo había dado a la vieja que lo

vendió, Está sobre el rellano, cerca de la lumbrera, allí donde se mezcla al negror la sucia bruma del día color de callejón,

Con un doble grito, a la noche, te saluda, Crusoe, cuando, subiendo de las letrinas del patio, abres la puer­ta del pasillo y levantas ante ti el astro precario de tu lámpara, Vuelve su cabeza para volver su mirada, Hom­bre de la lámparal qué quieres de él1., Miras el ojo redondo bajo el polen averiado del párpado; miras el se­gundo círculo como un anillo de muerta savia,Y la pluma enferma se remoja en el acuoso excremento,

Oh miserial Apaga tu lámpara, El pájaro lanza su grito,

EL PARASOL DE PIEL DE CABRA

Está entre el olor agrio del polvo, bajo el alero del gra­nero, Está bajo una mesa de tres patas; está entre la caja de arena para la gata y el tonel desaherrojado en que se hacina la pluma,

EL ARCO

Ante los silbos del hogar, transido bajo tu hopalanda floreada, miras ondular las dulces aletas de la Ilama,- Pero un chasquido agrieta la cantante sombra; es tu arco, guin­dado, que se rompe, Y se abre a todo lo largo de su fibra secreta, como la vaina muerta en las manos del ár­bol guerrero,

LA SEMILLA

En una maceta la enterraste: la purpúrea semilla adhe­rida a tu traje de piel de cabra,

y no ha germinado,

EL LIBRO

y qué queja entonces en boca del lar, una noche de largas lluvias en marcha hacia la ciudad, removía en tu corazón el oscuro nacimiento del lenguaje:

""De un luminoso exilio -y más lejano ya que la ro­dante tempestad- cómo guardar las vías, oh Señor. que me habíais entregado?

"",Sólo me dejarás esta confusión de la noche, des­pués de haberme, en un tan largo día nutrido con la sal de tu soledad,

"testigo de tus silencios, de tu sombra y de tus gran­des gritos?"

- Así te quejabas. en la confusión de la noche, Pero bajo la oscura ventana, ante el lienzo de muro

frontero, cuando no podías resucit ar el esplendor perdi­do,

abriendo el Libro,

paseabas un desgastado dedo por sobre las profecías, y luego, fija la mirada en el espacio, esperabas el instante de la partida, el levantarse del gran viento que te dese­llaría de un golpe, como un tifón, partiendo las nubes ante la espera de tus ojos,

ESCRITO EN LA PUERTA

Honro a los vivos, rostro tengo entre vosotros, y el uno habla a mi diestra entre el rumor de su alma

y el otro cabalga los bajeles, el Caballero se apoya en su lanza para beber (Sacad a la sombra, sobre su umbral, la si lla pintada del

anciano,)

Honro a los vivos, gracia tengo entre vosotros, Decid a las mujeres que nutran, que nutran sobre la tierra ese delgado hilo de humo", y el hombre marcha entre sueños y se encamina

hacia el mar y el humo se levanta el extremo de los promon­

torios,

Honro a los vivos, prisa tengo entre vosotros, Perros, zus! mis perros, os silbamos", y la casa cargada de honores y el año amarillo entre

las hojas nada son para el corazón del hombre si en el lo piensa: t odos los caminos del mundo nos comen en la mano'

..

D ibUJO de Perse hecho a los I l añas

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A primera lectura este poema pare­cerá un tanto oscuro, confuso y sin enlace alguno. Fácil será catalogarlo entre los muchos trabajos épatants aparecidos recientemente. Mas si un lector empeñoso lo lee y relee vanas veces, como recomienda Larbaud, empezará a sospechar y percibir que el poema tiene una definida aunque peculiar secuencia y que es una sene de magníficas imágenes de marchas a través del Asia Menor, de conquistas y descubrimientos de vastas regio­nes, de fundación y destrucción de ciudades, de civilizaciones y costum­bres del antiguo Oriente.

Sin duda esta oscuridad e incon­sistencia aparentes débense en parte a una deliberada supresión de nexos, de descripciones superfluas, de lazos de unión o lo que Lucien Fabre llama con este motivo "eslabones de la ca­dena"; pero nunca a incoherencia o amor por la criptogramia tan en boga actualmente y que parecen ser

ceptos.Y ciertamente, esta lógica de la imaginación se precisa en este caso, y nada como ella para el avalúo del poema de Perseo Pedir a un trabajo imaginativo como éste que se sujete a las reglas de la lógica conceptual, es inútil y fuera de todo propósito ar­tístico: qué mejor que dejar que las imágenes caigan en nuestra imagina­ción sucesivamente, sin preocuparnos por de pronto de la razón de ser de cada una de ellas, ni de la aparente arbitrariedad de su secuencia. Sólo así se irá desentrañando el corazón del poema y se comprenderá la distancia a que está de lo que es realmente caótico e infantil.

En las líneas precedentes me he referido a Anabasis como a un poema. Así es; pues nadie podrá lla­mar simplemente prosa a la obra de Perseo Mucho menos aquella dudosa prosa poético, término que viciosa­mente diose en aplicar a ciertos per­fumados caramelos de fin de siglo.

O CTAVIO G. B ARREDA

Como toda obra difícil, no han fal­tado las interpretaciones, la mayor parte innecesarias e infantiles. La que nos da Lucien Fabre, no obstante, es digna de atención y sin duda la más feliz que se ha encontrado hasta hoy. Según él, las diez divisiones del poema pueden titularse así:

I Llegada del Conquistador a la ciudad que ha de construir.

11 Trazo del plano de la ciudad. 111 Consultas con los augures. IV Fundación de la ciudad.

V Inquietud por nuevos descubrimientos y conquistas.

VI Maduración de los planes y proyectos de nuevas conquistas y fundaciones de ciudades.

VII Decisión del Conquistador de mar­char nuevamente.

VIII Marcha a través del desierto.

IX Llegada del Conquistador al umbral de un nuevo y vasto territorio.

x Aclamaciones, festividades, reposo. y

ANA BASIS DE SAINT-JOHN PERSE*

por ahora virtudes entre cierta poe­sía contemporánea. Sin embargo, este método de abreviaciones, de pasos imprevistos de un motivo a otro sin previa explicación, es todo un estilo - no muy novedoso por cierto- que cae precisamente den­tro de los propios límites de la poe­sía verdadera.

En realidad, la oscuridad o difi­cu ltad principal de Anabasis, es otra: el orden en que van su cediéndose y agolpándose las imágenes o escenas, el juego de la imaginación del autor, esa sucesión y torbellino de metáfo­ras imprevistas, esa danza de fiebres. Una dificultad de orden más que de línea o fondo.

T S. Eliot, a propósito del poema, nos vuelve a confirnnar que existe una lógico de la imaginación, de igual ma­nera que existe una lógica de con-

• Tomado de ET úETERA. núm. 29. enero-marzo de 1961. Guadala¡ara. JaliSCO. México.

Anabasis es sencillamente poesía en prosa, como pudo haberlo sido en versos. Poesía, no sólo por los méto­dos que pudiéramos llamar gráficos, sino también por esa secuencia, esa lógica de imágenes, ese juego de metáforas, y sobre todo por ese tono de declamación ?ese corte de acentos y pausas y espacios? que constituyen indisputablemente las características de la poesía.

y como todo verdadero poema, el de Perse está dentro de un marco - hay todo un propósito, una danza­en el que se han suprimido cuida­dosamente detalles ociosos de lógica conceptual o gramatical para darle así esa vertiginosa serie de imágenes, ese maravil loso remolino de metáfo­ras y producir, en el movimiento to­tal, el fin único del poema: una de las más intensas impresiones poéticas del Oriente. (Perse es uno de los orientalistas más famosos, habiendo vivido en el lejano Oriente, y en los trópicos, durante largos años.)

20 Biblioteca de México

de nuevo la obsesión de partir: mas esta vez a través de los mares.

Todo esto sin alegorías o símbolos entretejidos: meras descripciones casi objetivas. La simple lectura de esos títulos bastará para ver que la palabra anabasis no tiene ninguna referencia con las marchas de los Diez Mil, ni con ningún determinado lugar del Asia, y mucho menos se podría hacer la grá­fica de estas migraciones. Pero sólo ha usado la palabra en el sentido literal de la misma, a la manera como lo hizo Jenofonte.

Esta sinopsis de Fabre, que debe­mos olvidar tan pronto como nos hayamos familiarizado con el poema, es suficientemente explicativa y no creo que haya necesidad de decir algo más acerca del poema en sí, el cual se ha llegado a comparar, en trascendencia e importancia, al tra­bajo de Joyce, el Anna Livia Plurobe/le.

Anabasis es ya ampliamente co­nocido en muchos países de Europa.

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Entre 105 comentarios o ensayos que se han escrito sobre él, señalaré como 105 más importantes la intro­ducción que a la traducción alemana de Hugo van Hofmansthal y el pró­logo de Valéry Larbaud que figura en la traducción al ruso. El prefacio de T S, Elliot a la traducción que él mismo hizo al inglés, contiene también datos de interés, así como las líneas informativas que Lucien Fabre le consagra en Les Nouvel/es Littéroires.

Acerca de esta traducción, sólo quiero agregar que he respetado hasta la aparentemente arbitraria puntuación del original, y que he evi­tado cuanto me ha sido posible alte­rar, por medio de sinónimos o tér­minos equivalentes, 50 pretexto de mayor claridad, el texto de Perse, ya que el autor ha medido hasta lo in­finito el valor y peso de cada cláu­sula, de cada palabra y de cada co­ma, De esta manera, posiblemente choque a muchos que, por ejemplo, 105 signos de admiración e interro­gación no vayan de acuerdo con las reglas - fáciles reglas por otro lado­de la gramática castellana oficial, y que sigan más o menos la más hu­mana y fiexible manera con que se usan en el francés o inglés. Nuestros signos tan primitivos y tan poco dúc­tiles, difíci lmente hubieran podido rendir esa sensación de fi uidez, de agua en desliz que tiene el poema en su idioma original. Creo que esta pe­queña alteración no tiene realmente importancia y evita en cambio que la atención del lector se distraiga con multitud de ganchos y bastones, a la manera de excesivas y molestas se­ñales de tráfico. Hasta la página pare­cerá más limpia.

SA1NT .JOHN PER,E

AMER5

Portada de Ame", Gallimard, 1957

ANABASIS

CA N TO

Bajo las hojas de bronce nacía un potro, Un hombre puso en nuestras manos bayas amargas. Extranjero, Que pasaba. Y he aquí que llegan rumores de otras provinCias a mi gusto", "Te saludo, hija, bajo el más imponente de 105 árboles del año",

Porque el 501 entra al signo del León y el Extranjero ha puesto su dedo en la boca de los muertos, Extranjero, Que reía. Y nos habla de una hierba Ahl

qué de soplos de provinciasl Qué amplitud y bienestar en el camino, y cÓm~ la trompeta alegra mi corazón y la pluma docta en el escándalo del ala'." "Alma, noble niña, tú tenías tus maneras que no son las nuestras" ,

Bajo las hojas de bronce nació un potro. Un hombre puso en nuestras manos estas bayas amargas. Extranjero. Que pasaba. Y de un árbol de bron­ce llega un gran rumor de voces. Betumen y rosas, don del cantol Rayo y fiau­tas ~n las salas' Ah' qué sensación de holgura en el camino, ha' qué de cosas al ano, y el Extranjero a su manera por 105 caminos de la tierra l". "Te saludo, hija, bajo el manto más rico del año".

Al auspicio de tres magníficas estaciones me he establecido dignamente, y puedo augurar la bondad del suelo donde he fundado mi ley.

Bellas en la mañana las armas y el mar. La tierra sin almendras para nues­tros caballos en plena libertad

nos da este cielo incorruptible.Y el 501 no es nombrado, mas su fuerza está entre nosotros

y el mar en la mañana como una presunción del espíritu.

Fuerza, tú cantabas en nuestras rutas nocturnasl", En 105 idus puros del día, qué sabemos del sueño, nuestra herencia?

Todavía un año más entre vosotros! Maese del grano, maese de la sal, y la cosa pública en fieles balanzas'

No llamaré a las gentes de la otra orilla, No trazaré 105 grandes cuarteles de las villas sobre las cuestas con azúcar de corales. Sólo tengo

el deseo de vivir entre vosotros, Gloria al umbral sagrado de las tiendas' mi fuerza entre vosotros' y la idea

pura como una sal dando sus audiencias en la luz del día, , , ,Es así como yo perseguía la ciudad de vuestros sueños y dejaba en 105

desolados mercados este comercio puro de mi alma, entre vosotros invisible e insistente a la manera de un fuego de espinas en pleno viento. Fuerza, tú cantabas en nuestras rutas espléndidas'". "En la delicia de la sal,

qué agitación y tumulto de lanzas". Reviviré con sal las bocas muertas del deseo'

A aquel que, alabando la sed, no ha bebido en un casco el agua de las are­nas,

le fío poco en el comercio del alma"," (Y el 501 no es nombrado, mas su fuerza está entre nosotros,)

Hombres, gentes de polvo y gentes de todas condiciones, gentes de nego­cios y desahogo, gentes de las fronteras y gentes de otras partes, oh! gentes de poco peso en la memoria de estas tierras; gentes de los valles y de las lla­nuras y de las más altas colinas de este mundo cayendo sobre nuestras ribe­ras; husmeadores de signos, de semillas, y auscultadores de vientos en Occi­dente; perseguidores de huellas de animales, de estaciones, exploradores que levantan campamento al primer soplo de la aurora; oh' buscadores, oh' encontradores de razones para huir siempre,

no traficáis con una sal más fuerte que ésta, cuando, en la mañana, en un presagio de reinos y de aguas muertas suspendidas altamente sobre 105

humos de la tierra, 105 tambores del destierro despiertan en las fronteras a la eternidad que bosteza sobre las arenas, ",Con el manto más puro entre vosotros, Entre vosotros por un año más.

"Mi gloria en los mares, mi fuerza entre vosotros' A nuestro destino prometido este aliento de otras playas, y llevando más

allá las semillas del tiempo, el esplendor de un siglo en pleno apogeo en el fiel de una balanza","

2' Biblioteca de M éxico

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Salnt-John Perse en 1954, en la isla Monhegan en el Maine

Matemáticas pendientes de los bancos de sal! Y en el punto sen­sible de mi frente, donde el poema se cristaliza, grabo este canto de todo un pueblo, el más ebrio de delirio,

que arrastra a nuestras playas carenas inmortales!

11 En las tierras más frecuentadas, ahí los silencios más grandes, en las tierras más frecuentadas de gri ll os al mediodía.

Yo camino, tú caminas por un país de altas laderas cubiertas de toronjil, donde están tendidas a secar las ropas blancas de los Gran­des.

Nosotros, para no hallarla, saltamos la túnica de la Reina, toda de encajes con dos franjas de color moreno (ah! cómo el cuerpo ácido de una mujer sabe manchar una túnica en el lugar de las axilas!)

Saltamos también la túnica de Su hija, toda de encajes con dos franj as de color intenso (ah' cómo la lengua del lagarto sabe atrapar las hormigas en e l lugar de las axilas!)

y posiblemente aún no termina el día cuando el mismo hombre ya arde en deseos por una mujer y su hija.

Ri sa sabia de los muertos, dejad que nos monden estos frutos' ... Cómo! acaso no hay más gracia para e l mundo bajo la rosa silves­tre?

Llega, de este lado del mundo, un intenso mal violeta en las aguas. El viento asciende. Viento del mar: Y la ropa a secar

vuela! Como un sacerdote hecho pedazos ...

111 El hombre sale a la cosecha de cebada. No sé qué voz potente ha hablado sobre mi techo. Y he aquí que estos Reyes se han sentado a mi puerta.Y el Embajador come en la mesa de los Reyes. (Dejadlos que coman de mi grano!) El Verificador de pesas y medidas des­ciende por los ríos enfáticos con toda clase de restos de insectos

y de briznas de paja en las barbas.

Sol, estamos perplejos de ti! Nos has dicho tales mentiras' ... Instigador de pleitos, de discordias' repleto de insultos y escándalos, oh Revoltoso' revienta la almendra de mi ojo' Mi corazón pía de gozo bajo la magnificencia de la cal, el pájaro canta: "oh senectud' ... ", los ríos en sus lechos como gritos de mujeres y este mundo aún más bello

que una piel de morueco teñida en rojo!

Ha' más generosa la historia de estas hojas al pie de nuestros muros, y el agua más pura que la de los sueños, gra­cias, gracias le sean dadas por no ser un sueño! Mi alma está llena de desengaños, como el ágil y fuerte mar bajo la evocación de la elocuencia' El olor penet rante me envuelve. Y la duda se alza de la realidad de las cosas. Mas si un hombre acaricia su t risteza, traedle a la luz! y mi consejo es que se le mate , porque de lo contrario,

habrá una sedición.

O mejor decidle: has de saber, Retórico! Que nuestras ganancias son incalculables. Los mares furtivos en sus estre­chos no han tenido nunca juez más severo! Y el hombre entusiasmado por cualquier vino, con su corazón salvaje y zumbando como un pastel de moscas negras, empezará a decir cosas como éstas: " ... Rosas, púrpura delicia: la tierra vasta a mi deseo, y quién fij ará los límites esta noche? ... La violencia en el corazón del sabio, y quién fija rá ahí los lími­tes en esta noche? ... Y un tal, hijo de un tal, hombre pobre,

llega al poder de los signos y los sueños.

"Trazad las rutas por donde partan las gentes de todas las razas, mostrando ese color amaril lo del talón: los prín­cipes, los ministros, los capitanes de voces engoladas; todos aquellos que han hecho grandes cosas, y esos otros que ven en sueños esto o aquello ... El sacerdote ha dictado sus leyes contra el apetito de las mujeres por las bestias. El gramático escoge el aire libre para lugar de sus disputas. El sastre cuelga de un viejo árbol un flamante hábito de her­mosísimo terciopelo. Y e l hombre tocado de gonorrea lava su ropa en el agua pura. Se arroja al fuego la evacuación del enfermizo y el o lor llega hasta el remador en su banco,

olor que le deleita".

El hombre sale a la cosecha de cebada. El o lor penetrante me envuelve, y el agua más pura que en Jabal se desli­za con rumor de otras épocas ... En e l día más largo del año ya calvo, alabando la tierra bajo las hierbas, yo no sé quién ha seguido tan estrechamente mis pasos. Y con los muertos bajo la arena y el orín y la sal de la tierra, lo mismo que con la vaina cuyo,grano ha sido dado a los pájaros.Y mi alma, mi alma vela estrepitosamente a las puertas de la muer­te . - Pero di al PnnClpe que calle: clavado, en la lanza en medio de nosotros,

este cráneo de caballo!

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IV Así es el mundo y no puedo más que hablar bien de él - Fundación de la ciudad. Piedra y bronce. Fuego de espinas en el alba

dejaban desnudas estas enormes piedras verdes y aceitosas como cimientos de templos, de letrinas,

y el marinero en el mar alcanzado por nuestros humos veía cómo la tierra cambiaba hasta la cumbre su imagen (enormes artlgas vistas desde vanas millas y aquellos trabajos de captación de aguas vivas en las montañas).

Así fue fundada la ciudad y puesta en la mañana bajo las labiales de un nombre puro. En las colinas, los cam­pamentos comienzan a desaparecer! Y nosotros que estamos allá, sobre las crujías,

cabeza desnuda y pies desnudos en el frescor del mundo,

qué tenemos que reírnos, pero qué tenemos que reírnos, en nuestros sitios, del desembarque de un cargamento de mujeres y de mulas?

y qué hay que decir, desde en el alba, de toda esta gente bajo las velas? -Remesas de harinas que llegan! ... Y los veseles más altos que Ilión bajo el blanco pavo real del cielo, que después de haber pasado la barra, se detienen

en ese punto muerto donde fiota un asno muerto. (El caso es decidir el porvenir de este río pálido, sin destino, de un color de saltamontes aplastados en plena savia.)

En el fresco estrépito de la otra orilla, los herreros son maestros de sus fuegosl Los chasquidos de los látigos des­cargan en las recientes vías carretadas de males incubados. Oh mulas, nuestras tinieblas bajo el sable de cobre! cua­tro cabezas reacias al nudo del puño forman un vivo corimbo en el azul del cielo. Los fundadores de asilos reúnense bajo un árbol y les vienen ideas acerca de los lugares que hay que escoger. Ellos me enseñan el sentido y objeto de las construcciones: lado adornado, lado ciego; las galerías de laterita, los vestlbulos de piedras negras y las piscinas de clara sombra para las bibliotecas; los edificios fresquísimos para los productos químicos. Y luego llegan los banqueros que silban en sus lIaves.Y ya por los arrabales un hombre cantando solo, de aquellos que pintan en sus ceños las cifras de sus Dioses. (Crepitar incesante de insectos en este lugar de desperdiciosl) ... Y no es el momento de deciros nues­tras alianzas con las gentes de la otra ribera; agua ofrecida en odres, prestaciones de animales, para los trabajos del puerto y los príncipes a quienes se paga en tributos de pescados. (Un niño triste como la muerte de los monos -su hermana mayor de singular hermosura- nos ofrecía una codorniz en una zapatilla de satín rosa.)

... Soledadl huevo azul que pone un enorme pájaro marino, y las bayas en la mañana todas cubiertas de limones de orol - Fue ayer! El pájaro ha volado!

Mañana las fiestas, el clamor, las avenidas plantadas con árboles leguminosos, y los hombres de la limpia arrastran­do al amanecer grandes haces de palmas muertas, restos de alas gigantescas .. . Mañana las fiestas,

la elección de magistrados del puerto, las vocalizaciones en los arrabales y, bajo las tibias incubaciones de la tor­menta,

la ciudad amarilla, encasquetada en sombra, con los pantalones de sus muchachas fiotando en las ventanas .

. . . En la tercera luna, aquellos que velaban en las crestas de las colinas replegaron sus lonas. El cuerpo de una mujer fue quemado en las arenas. Y un hombre avanzó a la entrada del Desierto - profesión de su padre: mercader de fras­cos de perfumes.

V Para mi alma complicada en remotos asuntos, cien hogueras de pueblos avivadas por el ladrar de perros ...

Soledadl inmoderados partidarios nuestros se jactaban de nuestras hazañas, mas nuestros pensamientos ya acam­

paban al pie de otros muros ... "A nadie he dicho que espere ... Os odio a todos, dulcemente ... Y qué puede decirse del canto que nos habéis pla­

giado? .. " Señor de un pueblo de imágenes conducido a los Mares Muertos, dónde encontrar el agua nocturna que lave nues­

tros ojos? Soledadl ... Escuadrones de estrellas que pasan al borde del mundo, y arrastran a las cocinas un luminar doméstico. Los Reyes Confederados del cielo que traen la guerra sobre mi techo y, maestros de alturas, ahí establecen sus

vlvacs. Dejadme solo con las brisas de la noche, entre los Príncipes panfietarios, en medio de la lluvia de las Biélides! ... Alma unida en silencio al betumen de los Muertosl nuestros párpados cosidos con agujasl bendita la espera bajo

nuestras pestañas! La noche da su leche, oh estad alerta! y dejad que un dedo de miel resbale en los labios del pródigo: . " .. .Fruto de la mujer, oh, hembra de Sabal ... "Traicionando el alma menos sobria e indignado por las pestilenCias puras

de la noche, me alzaré en mis pensamientos contra la fuerza del sueño; huiré con las ocas salvajes, en el desabrido olor de la

mañana! ... - Ha! cuando la estrella germinaba por las noches en las barriadas de las mozas de servicio, sabíamos acaso el gran

número de lanzas nuevas que ya buscaban en el desierto los silicatos del Estío? ... "Aurora, tú narrabas ... " Abluciones a las orillas de los Mares

Muertos! aquellos que se han tendido desnudos en la estación inmensa se levantan en multitud sobre la tierra - se levantan

en multitudes y gritan . . _ _ que este mundo está loco!. .. El anciano parpadea en la luz amarilla; la mUjer se estira de una a una;

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y el potro pringoso hunde su hocico barbudo en la mano del niño, que aún no ha pensado en saltarle un ojo", "Soledad! Yo no he dicho a nadie que espere", Me iré cuando yo quiera, por al lá"," -y e l Extranjero, todo arropado en sus nuevos pensamientos, se hace todavía de más partidarios por medio del silencio: su ojo está lleno de una

saliva, y no hay más sustancias de hombre en él.Y en sus semillas aladas, la tierra, como un poeta en sus meditaciones, viaja",

VI Todopoderosos con nuestros magníficos gobiernos militares, con nuestras perfumadas mujeres vestidas de soplo, estas telas de seda,

apostamos en altos lugares nuestros cepos de felicidad , Abundancia y bienestar. felicidad! De esta manera, por mucho tiempo nuestros vasos en los que el hielo tintinaba,

como Memnon", y refiejando un haz de luces en los ángulos de las terrazas, grandes bandejas de oro en manos de las doncellas,

segaban el tedio de las arenas hasta la raíz del mundo, Después vino un año de vientos de Occidente y en nuestros techos lastrados de piedras negras, todo un tema de te­

las vivas fiotando en la delicia de la amplitud, Los jinetes sobre las crestas de los cabos, asaltados por águilas de luz y nu­triendo en la punta de las lanzas las catástrofes puras del buen tiempo, publicaban sobre los mares una ferviente crónica:

Ciertamente! una historia sólo para hombres, un canto de fuerza para hombres, como un tremor del espacio entre las ramas de un árbol de hierro!. .. leyes promulgadas en las otras orillas, y las alianzas obtenidas por medio de muje­res en el seno de pueblos disolutos; grandes territorios vendidos a gritos de remate en la infiación del sol, las altipla­nicies pacificadas y las provincias puestas a precio en el olor solemne de las rosas".

Aquellos que al nacer no han husmeado tales ascuas, qué hacen entre nosotros? y es posible que puedan tener algún comercio con los seres vivos? "Es asunto vuestro y no mío el de reinar sobre la ausencia"." Para nuestro propio provecho, los que estábamos allá, forzamos en las fronteras accidentes extraordinarios, y nos dejamos llevar hasta el límite de nuestras fuerzas; nuestra alegría entre vosotros fue una inmensa alegria:

"Conozco bien esta raza agazapada en las laderas: jinetes desmontados labrando la tierra. Id y decidles: un inmenso peli­gro está próximo a correr entre nosotros! hechos incontables e infinitos, destructoras y potentes voluntades y el poder del hombre consumado como la uva en la vid ... Id y decid les claramente: nuestros hábitos de violencia, nuestros caballos sobrios y ágiles en las semillas de revueltas y nuestros cascos olfateados por el furor del día .. . En los países agotados en

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que hay que regenerar las costumbres, y tantas familias por componer a la manera de J·aulas de ,. ·Ib d . . paJaros SI a ores nos veréis en toda la diversidad de nuestras maneras de ser, anmadores de naciones a la sombra de vast h l' , .. os angares, ectores de bulas y decretos en voz alta, y veinte pueblos al abngo de nuestras leyes hablando todas las len

''Y ya sabéis la historia de sus gustos: los caprtanes pobres a lo largo de las vías inmortales Io~unasota··· bl II d d I bl · , ··1 d I - ' es ega os en

turbas a saludarnos, to a a po aClon Vlrl e ano llevando en sus báculos a sus dioses y los pn'ncl·p 'd I .. . . . , ' es cal os en as are-nas del Norte, sus hijas tnbutanc;s prodigando nos las seguridades de su fe, y el Maestro que dice: confío en mi suerte ...

"O bien, vosotros les contareis las cosas de la paz: en los países infestados de bienestar un olor de foro y de muje­res núbiles, las monedas amarillas, sonido puro, manoseadas bajo las palmas, y los pueblos en marcha sob fi rt

. ·1· ' fi d · f1 . re ue es especias -<:lotaclones mi Itares, gran tra ICO e In uenClas en las meras barbas de los ríos, el homenaje de un podero-so vecino sentado a la sombra de sus hijas y los mensajes cambiados en laminillas de oro, los tratados de amistad de delimitación, las convenCiones de pueblo a pueblo para la captación de aguas, y los tributos recaudados en las regi; nes entuslasmadasl (construcciones de Cisternas, de granjas, de barracas para la caballería -embaldosados de un vivo azul y caminos de ladrillos rojos -el desahogado y lento desdoblamiento de telas, las confituras de rosas en miel y el potro que nos ha nacido en:.re los bagajes del ejercito -el desahogado y lento desdoblamiento de telas y, al través de los espejos de nuestros suenos, el mar que oXida las espadas, y el descenso, una noche, en las provincias marítimas, hacia nuestras tierras de gran OCIO y haCia nuestras mUjeres

"perfumadas, que nos calmarán con un soplo, estas telas de seda ... ")

-Así frecuentemente nuestros umbrales acosados por un extraño destino y, en los precipitados pasos del día, de este lado del mundo, el más vasto, donde el poder se destierra cada noche, toda una viudez de laurelesl

Pero al anochecer, un aroma de violetas y de tierra húmeda en las manos de las doncellas de nuestras mujeres, perfumaba nuestros planes de conquista y fortuna

y los vientos acallados recogían se en el fondo de los golfos del desierto.

VII No habitaremos siempre en estas tierras amarillas, nuestra delicia ...

El Estío más vasto que el Imperio cuelga sobre las mesas del espacio varios jardines de climas. La tierra vasta en su área rueda pródigamente su débil ascua cubierta de cenizas. - Color de azufre, de miel, color de cosas inmortales, toda la t ierra enyerbada alumbrándose con la paja del otro invierno -y de la esponja verde del único árbol, el cielo extrae su jugo violeta.

Un lugar de rocas de mical Ni un solo grano en las barbas del viento. Y la luz, como un aceite. - De la fisura de los párpados me ligo al filo de las cimas, y conozco la roca agallada, los enjambres de si lencio en las colmenas de la luz; y mi corazón cuida de una familia de acridios ...

Camellos dulces en el esquileo, cosidos con cicatrices malvas, dejad que las colinas se encaminen bajo los datos del sol agrario - dejad que caminen en silencio sobre las incandescencias pálidas de la llanura; y que se arrodillen al final, en la humareda de los sueños, allá donde los pueblos se aniquilan entre el polvo muerto de la tierra.

Estas son las enormes líneas silenciosas que se dispersan en el azu leo de las viñas improbables La tierra en más de un punto madura las violetas de la tormenta; y estas humaredas de arena que se alzan en el sitio de los ríos muer­tos, como faldones de siglos en viaje ...

Con voz más profunda para los muertos, con voz más profunda en el día. Tanta dulzura en el corazón del hom­bre, es posible que no llegue a encontrar su medida? .. "Te hablo, alma míal - mi alma ensombrecida por el perfume de un caballo!"y algunos grandes pájaros terrestres, navegando en el Oeste, imitan a satisfacción a nuestros pájaros marinos.

Al oriente del cielo tan pálido, como un lugar santo sellado por la ropa blanca del ciego, nubes estáticas se agru­pan en el sitio donde los cánceres del alcanfor y del cuerno giran ... Rachas de humo que un viento nos disputal la tie­rra toda tensa en sus barbas de insectos, la tierra dando a luz maravillas!. ..

y al mediodía, cuando el junípero hace estallar las lápidas de las tumbas, el hombre cierra sus párpados y refresca su nuca a t ravés de las edades ... Cabalgatas de sueños en el lugar de los polvos muertos, oh sendas vanas que un soplo barre hasta nuestros piesl dónde encontrar; dónde encontrar los guerreros que guardan los ríos en sus nupcias?

Al rumor de grandes aguas en desliz sobre la tierra, t oda la sal de la tierra se escalofría en los sueños. Y de pron­to, ah! de pronto, qué quieren esas voces? Levantad una multitud de espejos sobre el osario de los ríos, y dejad que ellos apelen en la secuencia de los siglosl Levantad piedras en mi honra, levantad piedras al silencio; y a la guarda de

estos lugares, cabalgatas de bronce verde por las ampl ias calzadas!..

(La sombra de un gran pájaro me pasa por la cara.)

VIII Leyes acerca de la venta de jumentos. Leyes nómadas. Y nosotros igualmente. (Color de hombres.)

Estas altas trombas en viaje, nuestras compañeras; clepsidras en marcha sobre la tierra, . y los solemnes chubascos, de una sustancia maravil losa, tejidos de polvos e insectos, que persiguen a nuestros pue-

blos por las arenas como un fuerte impuesto. (Cuánta ausencia consumada a la medida de nuestros corazones!)

No es que la etapa fuera estéril : al paso de las bestias sin alianzas (nuestros caballos sin tachas ante los oj,os de los mayores), multitud de cosas llevadas a cabo en las tinieblas del espíritu, -multitud de cosas .ociosas en los limites del espíritu -increlbles historias seléucidas al rumor de las frondas y la tienra entregada en explicaCiones ...

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Expedición en Mongolia. mayo de 1921

Otra cosa: las sombras -estas prevaricaciones del cielo contra la tierra .. . Jinetes a través de tales familias humanas, en donde los odios silbaban a veces como paros, deberemos agitar nues­

tros fuetes contra las palabras castradas de la felicidad? - Hombre, has de pesar tu peso con trigo. Un país aquí no es lo que yo quiero. Qué me ha dado e l mundo que no sea este o leaje de hierbas? ...

Hasta el lugar llamado del Árbol Seco: y el famélico relámpago me asigna estas provincias en Occidente. Pero más allá están los grandes ocios, y en una inmensa tierra de herbajes sin memoria, el año sin amarres ni aniversarios, aderezado con auroras y fuegos. (Matinal sacri­

ficio del corazón de un cordero negro.) Caminos del mundo, os seguimos. Autoridad en todos los símbolos de la tierra. Oh Viajero en el viento amari llo, sabor del alma! ... y el grano, dices tú, de la coca de Levante posee, al restregarse l

virtudes embriagantes.

Un gran principio de violencia comandaba nuestras costumbres.

IX Después de tanto caminar en el Oeste, qué sabíamos de las cosas

perecederas? .. y repentinamente a nuestros pies las primeras humaredas ... - Mujeres jóvenes! y la naturaleza de un país se perfuma toda:

" .. .Te anuncio tiempos de gran calor y las viudas gimiendo por la disipación de los muertos. Aquellos que envejecen en la costumbre y cuidado del si lencio, sentados en cuclillas sobre las alturas, contemplan

las arenas, y la celebridad del día en las extrañas radas;

mas el placer comienza a germinar en el vientre de las mujeres, y en nuestros cuerpos de mujeres hay como un fermento de uva negra, y con nosotros mismos ninguna tregua.

" ... Te anuncio tiempos de gran bonanza y la felicidad de las hojas en nuestros sueños. Aquellos que conocen los veneros van con nosotros en este exilio; aquellos que conocen los veneros, nos di rán

por la noche bajo qué manos opr'imidoras de la viña en nuestros vientres

nuestros cuerpos se llenarán de extraña saliva? (Y la mujer se ha acostado con el hombre sobre la hierba' ella se levanta, arregla su cuerpo en desorden, y el grillo salta en su ala azul.) ,

" .. .Te anuncio tiempos de un gran calor; e igualmente la noche, al ladrar de los perros, trasega su placer en e l vien-tre de las mUJeres.

Pero el Extranjero vive en su tienda, honrado con quesos y leches, con frutas. Se le ofrece agua fresca para que enjuague su boca, y lave su rostro y su sexo.

En la noche le llevan hermosas mujeres infecundas (ah l más nocturnas en el día l) Y quizá también en mí satisfaga su deseo. (Yo no sé cómo trate a las mujeres.)

" ... Te anuncio tiempos de una gran bonanza y abundancia de fuentes en nuestros sueños.

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Abre mi boca en la luz. como rίncόn de miel entre las rocas Υ Sr se encuentra alguna falta en mί. que se me repudreI de 10 contrarιo.

dejame que entre a la tienda. que entre desnuda. ceιτa del canta­ro. cabe la tienda.

Υ companero inseparable del sepulcro. tύ me veras enmudecida por largo tiempo bajo el arbol-nina de mis venas ... Un lecho de sύ ρlί ­

cas bajo la tienda. la estrella verde en el cantaro. Υ que este ΥΟ bajo tu dominioi ninguna doncella bajo la tienda a no ser el cantaro de agua frescal (Υο se salir antes del alba sin que me srentan la estrella verde. el gri llo en el umbral Υ el ulular de todos los perros del mundo.)

'Te anuncio tiempos de gran bonanza Υ la dicha de la noche en nuestros parpados perecederos ...

pero ΡΟΓ ahora aύn es de dίa l "

-Υ de pie sobre el filo resplandeciente del dIa. a los umbr-ales de una tierra mas casta que la muer-te.

las muchachas orinaban abriendo las telas pintadas de sus mantos.

Χ Escoge un ancho sombrero con ala facil de domar~ ΕΙ ojo retlΌcede mas de un siglo en las regiones del alma. Α traves de la puerta de cal vrva se ven las cosas de la Ilanura: cosas Ilenas de vida.

excelentesl

J-I.-!. ι?1'1.

~ . .... r-{. ....

saσί ficίοs de ροtιΌS sobre las tumbas de los ninos. ρurίficacίόn de viudas en las IΌsas Υ acumulacιόn de pajaros ver­des en las cuadras para honra de los ancianos;

multitud de cosas sobre la tieITa para ο.ίr Υ ver. cosas vivientes entre nosotIΌs1

celebracίόn de fiestas al aire libr-e conmemorando aniversarros de arboles coΓpulentos Υ ceremonras ρύblιcas en honor de una chaιτa; dedicato.rias de ρίedι-a s negΓas. perfectamente pulidas. bύsquedas de fuentes en lugar-es muer-­tos. consagraciones de telas. clavadas en largas astas. al pie de los desfιladeΙΌS. Υ violentas exclamacro.nes. bajo los mUΙΌS. por la mutίlacίόn de adultos en pleno so.l. ΡΟΓ la eχhίbίcίόn de sabanas nupcialesI

aun otras cosas a la altura de nuestro.s o.jo.s: la limpia Υ cura de las bestias en las baπίadas. la agίtacίόn de las tur­bas a la mera presencia de lo.s trasquilado.res. de los lrmprado.res de cloacas Υ de los castr-adores; especulacio.nes al soplo de las cosechas Υ las hierbas segadas puestas a airear so.bre lo.s techados; la constι-uccιόn de cercos con tieITa cocida Υ rOja. de soport ales para tendedero.s de carnes. de galerias para sacerdotes. de capitanIas; los patros enormes del veterinario: la ρrestacίόn de servicio.s para la manutencίόn de caminos arrίeΙΌS. de caminos zrgzagueantes entre las gargantas de las sierras; la fundacίόn de ho.spicio.s en solares abando.nados; las escrituras a la Ilegada de las carava­nas Υ los lίcencίamίentos de las escoltas en las casas de lo.s cambistas; las popularidades cornenzando. a geΓmιnar bajo los cobertizos. fr-ente a las cubas de frituras; los pro.testos de tίtulοs de credito: el extermrnio de bestias albrnas. de gusanos blancos en el suelo.. los fuego.s de espinos Υ espinas en los sitios manchados de mueι-Ιe. la fabι-ίcacίόn de IΊCOS panes de cebada Υ ajonjolI; α bien de espelta; Υ lo.s humos de la humanidad ΡΟΓ todas partes ...

hal toda condίcίόn de ho.mbres. con su diversidad de modos Υ maner-as de ser: comedo.res de insecto.s. de frutas de agua; po.rtado.res de emplastos. de ι-ίqueΖas; Υ el agι-ίcultοr Υ el no.ble a caballo: el acupuntado.r Υ el salinero; el pea­jero.. el herreΓΟ: vendedΟΓes de azύcaι-. de canela. de copas ρaι-a beber de metal blanco Υ de lamρaι-as de cuer-no: el que hace una vestimenta de cuero. sandalias de madera Υ bo.tones en fo.rma de acertunas; el que labι-a una tιeπa; Υ los hombres sin nίngύn ofrcio ni benefrcio el ho.rlIbr-e del halcόn. el hοmbΓe de la fiauta. el ho.mbre de las abejas; el que go.za en el timbre de su voz. el que se ocupa en contemplar una ρίedΓa verde; quren encrende para su pro.pro. deleite un fuego. con los leno.s de su techo: quien trende sobI'e la t ieITa un lecho de ho.jas ΟIΟΙΌsas. quien se acuesta Υ reposa; quien piensa en los dibujo.s de cer-amrcas veι-des par'a estanques ο Γecίρίentes de aguas vivas; Υ el que ha vra­jado mucho Υ suena nuevamente en ρaι-Ιίι'; el que ha vivrdo en un paIs de Iluvias toITenciales; quien juega a los dados. a la taba. con lo.s cubrletes; α quren ha extendrdo. en el suelo sus tablas de calculo: el que tiene sus ideas aceιτa del uso de una calabaza; el que aITastr-a un agurla nιueι-Ιa como una caΓga de lena sοbι-e las huellas de paso.s ( Υ la pluma se regala. no. se vende. para guar-necer las fiechas). el que ι-ecoge polen en una vasrja de madera ( Υ mi placer. dice el. esta en este colo.I' amarrllo): el que come bunuelo.s. gusano.s de plantas. frambuesas; el que gusta inmensamente del estragόn; el que suena con pimiento.s; ο mas aun. el que mastrca gomas fόsίles. quien Ileva una concha en su ΟΓeja. Υ el que acecha el perfume de un genro. en las grιetas fι-escas de la piedra; el que prensa en el cuerpo de una mUjer. hombre lί bίdίnoso: el que ve su alma Γefiejada en una l amίna; el hο.mbι-e versado. en ciencias. en la onomastica; el favo­rit o en juntas Υ consejos. el que da nombre a las fuentes; quien dona asrentos ρύblίcos a la sombra de lo.s arbo.les. Υ lanas tenidas ρaΓa lo.s sabio.s; Υ seIIa en las σuces de lo.s canlinos grandes jarras de bro.nce para la sed; mejoI' dicho. el que no hace nada. tal el honlbre Υ tal en sus maner-as. Υ cuantos οtΙΌS hombres masl los que juntan codornices en los pliegues del teITeno. aquellos que hurgan en las malezas los hueveciIIos con pintas verdes. aquellos que descien­den de sus caballo.s ρaΓa Γecoger- cosas. agatas. una predra de color azul pal ido. que luego se talla a la entrada de los baITios (en foι'ma de estuches. de tabaqueras Υ de blΌches. ο de bolitas que los ρaΓalίtίcos ruedan en sus manos);

17 Bibl loteca de f1exico

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aquellos que si lbando pintan cofrecillos al aire libre, el hombre del bastón de marfil, el hombre de la si lla de roten, el ermitaño de manos de niña y el guerrero licenciado que clava su lanza en el umbral para atar un mono ... ha! Toda condición de hombres, con su diversidad de modos y maneras de ser; y de repente! aparece en sus ropajes de noche y tajando redondamente toda cuestión de precedencia, el Contador de Cuentos, que ocupa su lugar al pie del tere­binto . .

Oh genealogista en el mercado! cuántas historias de familias y filiaciones?-y que el muerto coja al vivo, como se asienta en las tablas del legista, si yo no hubiera visto cada cosa en su sombra y en el mérito de su época: los depó­sitos de libros y anales, los almacenes del astrónomo y la belleza de un sitio de sepulcros, de templos antiquísimos bajo las palmas, habitados por una mula y tres gall inas blancas- y más allá del círculo de mi ojo, muchas acciones secre­tas en camino: los campamentos replegados por noticias fuera de mi alcance, las pilladas de las tribus montaraces y el paso de los ríos en odres; los jinetes portadores de cartas de alianzas, la emboscada en las viñas, las fechorías de ladrones en los desfiladeros y las maniobras a campo traviesa para el rapto de una mujer; los regateos y las conspira­ciones, el acoplamiento de bestias en las selvas ante los ojos de los niños, y convalecencias de profetas en los esta­blos, las conversaciones mudas de dos hombres a la sombra de un árbol ...

pero sobre las acciones de los hombres en la tierra, muchos signos viajando, muchos granos viajando, y bajo el ázimo del buen tiempo, en un gran soplo de la tierra, toda la pluma de las mieses! ...

hasta la hora del crepúsculo en que la estrella hembra, cosa pura y empeñada en las alturas del cielo ... Tierra arable del sueñol Quién habla de construir? ?Yo he visto la tierra repartida en vastos espacios y mi pensa­

miento ahora no es extraño al del marino.

CANTO

Detenido mi caballo bajo un árbol cubierto de tórtolas, si lbo una nota tan pura, que no hay promesas que cumplan a sus ori llas todos estos ríos. (Las hojas vivas en la mañana son la imagen de la gloria) ...

y no es que un hombre no esté triste, pero si se levanta antes del alba y se mantiene con prudencia en la comu­nión de un árbol viejo, apoyando su mentón en la última estrella, él contemplará en el fondo del cielo en ayunas gran­des y puras cosas que se abren en el placer. ..

He detenido mi caballo a la sombra de este árbol que arrulla; si lbo una nota aun más pura ... y paz para aquellos, si van a morir, que no han visto este día! Mas de mi hermano el poeta se tienen noticias. Una vez más ha escrito una cosa muy dulce.Y algunos han tenido de ello conocimiento ...

28 Biblioteca de México

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CARTA DE SAINT-JOHN PERSE A

OCTAVIO G. BARREDA* TRADUCCiÓN DE MARTA DONís

Q uerido Octavio Barreda:

Washington, 6 de junio de 1949 2800 Woodley Road, N . W.

El azar de una conversación con uno de sus com­

patriotas me reveló que estuvo usted en Estados Uni­

dos. Pero no recibí ninguna señal suya.

¿Deberé por ello estar resentido con Usted) A ello

me daría derecho todo el pesar que me embarga. Y es

que siento una amistosa curiosidad hacia Usted desde

que, gracias a Aguilera, recibí inesperadamente su muy

hermosa traducción de "ANABASE". (Siempre me sentí

• ET CU ERA. núm. 29, enero-marzo de 1961, Guadala)ara, Jalisco. México.

avergonzado por no haber sabido manifestarle lo valio­

so que fue para mí su pensamiento, todo lo que usted

quiso amablemente ofrecerme de Usted mismo, Poeta.

Pero eran tales los tiempos entonces que terminaron

por sellar mi mutismo.)

¿Qué puede contarme ahora de Usted) ¿Regresará a

los Estados Unidos?¿ Lo hurtará una vez más la diploma­

cia a las letras) ¿Me ayudará a saber de Usted, como

hombre y como Poeta? He permanecido fiel a la lengua

española, y me gustaría mucho leer algo suyo, incluso

alguna cosa con la que Usted no sea indulgente. ¿Tendrá

Usted conmigo esa confianza, la de hablarme un poco de

Usted? En todas las cosas es necesario odiar la abstrac­

ción.

También me habría gustado, si hubiese podido verlo,

pedirle su mirada sobre el curso de la literatura actual,

29 Biblioteca de México

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en México y en toda América Latina.

¿Conserva Usted algunos lazos con la vida literaria

francesa) Le he dado su nombre aJean Paulhan, en París,

con ocasión de un número especial de "Cahiers de la

Pléiade", que habrá de consagrárseme como homenaje

literario, y para el que acaban de reunir; en estos días, las

contribuciones de Francia y del extranjero. Cuando le

respondí a Paulhan, insistí en designarlo a Usted como

representante de México, pero sólo pude darle una di­

rección antigua e indirecta. No supe si se puso en con­

tacto con Usted (ni tampoco mi editor de Nueva York,

para un envío personal y firmado de mi último libro

publicado en A mérica: EXILE and other poems).

Si esta carta le llega, a esta dirección nuevamente indi­

recta, y si Usted tiene humor y tiempo, me daría cier­

tamente un gusto muy grande si envía cualquier cosa

para el número de homenaje, directamente a Jean

Paulhan (5 rue des Arenes, en Paris); un testimonio suyo,

desde el punto de vista mexicano o hispanoamericano,

sería muy bien acogido en esta publicación de la que se

quiere hacer: según me han dicho, un grupo a la vez,

representativo y simbólico del momento actual. Claudel

y Gide por Francia, T S. Eliot por Inglaterra, Jiménez y

Guillén por España, Ungaretti por Italia, desempeñarán

ahí el papel de los hermanos mayores. No se le im­

pondrá ninguna tarea literaria fastidiosa, o ningún estudio

crítico, sino una página libre de simpatía o de solidaridad

intelectual, del modo y en la forma que le convengan,

desde su perspectiva local. El plazo asignado a las par­

ticipaciones es el 10 de diciembre; pero si le hiciera falta,

puesto que lo hemos localizado tan tardíamente, trans­

gredir un tanto este límite, ciertamente nos espera­

ríamos hasta recibir su contribución.

Sea como fuere y si le es posible, o no, en tales con­

diciones, déme nuevas suyas y no me deje sin contacto

con Usted, aunque sea por mi cu lpa.

En todo caso, crea en mi muy sincera y cordial sim­

patía, y en mis mejores deseos para su obra y para Usted

mismo.

Alexis St L. Leger

2800 Woodley Road N. W

Washington, D. e

St-John Perse

30 Biblioteca de México

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GERTRLIDIS GAVIDIA

, DIALOGO DE

LENGUAS POÉTICAS*

La búsqueda de la identidad cultural y la revisión histórica han sido preo­cupaciones constantes de los intelec­tuales de América, acentuadas desde que comenzó a perfilarse la infiuen­cia de los Estados Unidos en el resto del Continente, con la anexión de Puerto Rico y las Fil ipinas y la ocu­pación de Cuba. Este interés en encontrar y definir las características de un "ser americano", se profundiza con las dos guerras mundiales que sumieron a Europa en el espectácu­lo de la decadencia y dieron al traste con su Teoría del Progreso. En ese momento, también nuestras élites, tradicionalmente atentas al paradig­ma europeo, se dieron cuenta de que, " la vida está en otra parte" y tornaron sus ojos a América, a sus segmentos populares, a sus raíces ancestrales, a sus manifestaciones culturales enriquecidas sustancial­mente con el aporte africano. Pero, se miraba desde arriba y desde la distancia y, en el fondo, nuestros inte­lectuales seguían privilegiando el progreso tecnológico como índice del bienestar de un pueblo y busca­ban causas: en la raza, en la naturale­za, de nuestro "atraso endémico", La literatura refiejó estas preocupacio­nes, en especial la novela y el ensayo.

¿Qué pasó con nuestra poesía? Digamos, con Octavio Paz y con Heidegger, que la poesía como len­guaje de "la verdad" del ser, capaz de desnudar y enmascarar a un tiempo, o con su capacidad de vol­ver al origen del ser y descubrir en su propia materia y sustancia las huellas del devenir de los pueblos y su diálogo con los dioses, se convir­tió aquí y allá, en algunas obras dis­persas a lo largo y ancho del conti­nente, en instrumento de aventuras espirituales, sigilosas y grandiosas de

Agradecemos al maestro Ramón Ordaz su auton­zación para reproduCir aquí este ensayo onginal­mente aparecido en el número uno de la revista Podo. Mérida. Venezuela.

búsqueda y exploración y hasta de invención del ser americano.

¿Cuál es el sentido de nuestra his­toria? ¿En qué se traduce cotidiana­mente ese origen, este paisaje, esta realidad de la ruptura histórica causa­da por la intromisión de Europa? ¿Qué ha sido de nosotros y cuál es la herencia que nos legaron nuestros padres? En pocas palabras, "¿Quiénes y cuáles somos nosotros?", como se pregunta Aimé Césaire (19 I 3), poeta martiniqueño en su celebrado poema Cohier d 'un re tour ou poys natal ( 1947) Y quien, creando una estética controversial de la provocación, de lo chocante y heteróclito, de la inversión irónica del sentido, respondía gritan­do: Aborrecedores. Constructores. Trai­dores. Hechiceros. Hechiceros, sobre to­do, pues amomos o todos los demonios. Era la época de la lucha por la subver­sión del orden social, por la construc­ción de las independencias africanas, del enfrentamiento ideológico y de la violencia verbal, racial, cotidiana.

Así pues, la poesía. La poesía habla y se dirige al ser verdadero, al recón­dito, al oculto y nos revela y desnu­da, quienquiera que seamos, atraídos por ese lenguaje que es un don. La poesía se mostrará como un medio más idóneo para expresar no lo pre­concebido, no lo que deseamos escuchar, sino lo que es, el estado espiritual del ser. En este sentido, nos proponemos realizar una rápida exploración de cuatro obras poéti­cas latinoamericanas, entre las cuales observamos una relación dialógica en torno a esos temas fundamenta­les de la identidad y la historia ame­ricanas. En 1907, en el esplendor que precedió en Europa a la Primera Guerra Mundial, un descendiente de los conquistadores franceses del Ca­ribe, elevó su voz en un canto de nostalgia por la desaparición de esos reinos llamados plantaciones de es­clavos que repetían en menor escala a las viejas monarquías feudales de Europa. Se trataba de Éloges, un libro

] I Bibl ioteca de M éxico

magistral que cantaba desde su pro­pia verdad. Primero en lo real y luego en la ficción, el hombre ameri­cano había sido ignorado. Se cele­braba, en cambio, el esplendor del paisaje, el orden jerárquico y organi­zado de la plantación y de la casa grande. Toda la bienaventuranza con­fiuía en el infante heredero: Si no lo infancia, ¿qué había entonces allí que no hoy ohora?/ iLlonurasl ¡Pendientesl

¡AIW / había mós orden Y no había mós que reinos y confines de luces. Y lo sombra y lo luz estaban entonces mós cerco de ser uno mismo coso .. .1 Cre­cen mis miembros y pesan, nutridos de edodl No conoceré yo lugar alguno de trapiches y cañaverales que, para el suelo de los niños, fuese en aguas vivos y contantes así distribuido ... A lo dere­cho se almacenaba el café, o lo iz­quierdo lo mondioco"

Este poema fascinó a las élites lati­noamericanas, desde las riberas cari­beñas hasta la Argentina. Se cantaba y nombraba un paisaje conocido. No importaba que la verdad apareciera de cuando en cuando como un lati­gazo en pleno rostro para recordar­nos la exclusión, el sometimiento, Yo no conocí todos sus voces, y no conocí todos los mujeres, todos los hombres que servían en lo alto caso de mode­ra; pero todavía recordaré por largo tiempo/ unos rostros insonoros, color de papayo y de hastío, que se detenían tras nuestros sillas como ostros muer­tasI

El poeta era también un gran mú­sico, un conocedor de fiara y fauna, de geología y mares, del movimiento y los cambios. El mismísimo D iablo desafiando al payador, al poeta nati­vo. Posteriormente, en 1924, Perse publicará el poema Anóbosis, en el cual, trascendiendo su condición de pertenencia a la clase colonial anti­llana y la nostalgia por el mundo pri-

, Salnt-John Perseo Antología poéuco. Buenos Aires,

Compañía General Fabril Edrtora. 1960. p.D. 1 Ibldem. p. 25.

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vi legiado y perdido de la plantación, emprende la celebración de la em­presa colonizadora europea y eleva la conquista al rango de acto defini­torio del hombre Occidental.

Esas notas quedarán largo tiempo vibrando en el aire, hasta que un poeta afrocaribeño, de las mismas is­las de Perse, irrumpe con un ritmo y una fuerza que desencadenarán toda una nueva literatura de la Negritud, en el Caribe, en África. Era la voz de Aimé Césaire "bella como la flama del ponche": nosotros cantamos los ffores venenosos estallando en pra­deras furibundos; los cielos de amor segados por embolia; los moñonas epi­lépticas; el blanco abrazo de los arenas abismales, los descensos de nóufragos en los noches fulminados de olores sal­vajes. 3

La trascendencia de Césaire estri­ba en su dominio de la palabra poé­tica, en la que se funden voz poética e individualidad. Su verdad es la del esclavo y t rasplantado, la del explo­tado que también t iene existencia y humanidad y que no es simplemen­te una figura del decorado, sino un poeta, un gran poeta, el mejor en lengua francesa de su tiempo, como lo reconocerá André Breton en un texto célebre que prologa la prime­ra edición integral en francés del

) Almé Césalre. Cuademo de un retorno 01 país

natol. Ménda UlA. PresentaCión y traducción. G. Gavldla. T rabalo de ascenso. 1992. p.l l

poema: Entonces, desafiando él solo uno época en lo que nos parece asis­tir o lo abdicación total del espíritu ... en lo que el arte mismo amenazo crista­lizar en viejos moldes, el primer aliento nuevo ... es el aporte de un negro. Y es un negro que manejo lo lengua france­sa como no hoy en este momento un blanco que lo hago'

y para Jean Paul SartreS, la poesía

de Césaire y de los poetas de la ne­gritud sobrepasó el desafío que signi­ficaba para ellos expresarse en la len­gua de los opresores. Pues ya que el opresor-conquistador estaba presen­te hasta en la lengua que hablaban, ellos hablarían la lengua para destruir­la, estrangulando su "blancura". Así, en la poesía de Césaire se resemantizan todas las palabras asociadas con la pareja blanco/negro que recubren a la vez la división cósmica día-noche y el confl icto humano del indígena y el colono, como el del bien y el mal. Así los sentidos se invierten realizando lo que fue una de las aspiraciones más caras de la poesía desde el romanti­cismo, al revelar la negrura secreta de lo blanco y la blancura secreta de lo negro. Pero esta revelación es agresi­va pues la negritud se define frente a Europa para que sus mentiras queden

, Andre Breton. "Un grond poete noir", en Almé Césalre. Op. Oc. , Jean Paul Sartre . "Orphée Noir", en Leopold Sédar Senghor. Anchologle de lo Nouvelle Poésie Negre et Malgache en langue FroncOIse, Paris. Presses Uni­versrtalres de France, 1972.

32 Biblioteca de México

al descubierto: pues no es cierto que lo obra del hombre ha terminado / que no tenemos nodo que hacer en el mundo.6

Es importante señalar que el juicio a que es sometida la cultura Occidental en el poema de Césaire, es un juicio poético y filosófico, es un juicio de la palabra y por lo tanto es simbólico. No se trata de la muerte sino de la vida. De lo que se trata es de trans­formar a la humanidad, puesto que el problema del colonialismo es el pro­blema central de la civilización occi­dental, dirá Césaire, más explícita­mente en el Discours sur le colonia lis­me. ' y en el Cuademo: Escuchad el mundo blanco / horriblemente cansado de su esfuerzo inmenso / sus articula­ciones rebeldes crujir boja los duras estrellas / sus rigideces de acero atrave­zar lo come mística / Escucho sus vic­torias prodigiosos pregonar sus derrotas / Escucho en los coartados grandiosos su ruin tropezar / ¡Piedad para nuestros vencedores omniscientes e ingenuos!8 Cuestión de Occidente si quiere per­manecer sordo.

En la Venezuela de los años 60, la obra de Perse y la de Aimé Césaire, eran ampliamente conocidas por los grupos literarios mas importantes del país. Y es así que dos poetas, Ramón Palomares, del grupo Sardio y Rafael Cadenas, de Tabla Redondo, entran en diálogo con Anóbosis de Perse y Cuaderno de un retorno 01 país natal, de Césaire. En Cuba, Lydia Cabrera, había lanzado en 194 I la primera versión en español del poe­ma cesairiano,9 con prólogo de Ben­jamín Peret. En Colombia, el poeta Jorge Zalamea publicó su traducción de las obras de Perse 'o y en Vene­zuela, Guillermo Sucre, poeta anima­dor del grupo Sardio, había publicado una antología de la obra persiana" y artículos sobre la obra de Césaire. Desde los tiempos posteriores a la Independencia, los poetas latinoame­ricanos seguían con atención los dic­tados de la literatura francesa mo­derna que ahora llegaba por la inter­mediación de la poesía antillana, con temas que tocaban vivamente la sen­sibilidad continental. La conquista y el mar, los viajes y las fundaciones, la

, Aimé Césaire. Cuaderno .... p. 102 , Aimé Césaire . Oiscours sur le colonialisme.

• Césalre. Cuaderno .... p. 91 , Aimé Césaire. Retorno 01 país natol. La Habana, Ed. Molina y Compañía. T rad. de Lydia Cabrera. " Saint-John Perseo Anóbasis. Trad. de Jorge Za­lamea. Santa Fé de Bogotá Instituto Caro y Cuervo. 1992 " Guillermo Sucre. Estrechos son los bajeles. Cara­cas. Ed. SardiO. 1960.

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identidad cultural y el futuro de América, eran temas fundamentales que circundaban a nuestros poetas. A ellos se añaden los que les inspira­ba el contexto más inmediato que se vivia por entonces en una Venezuela que todavia celebraba la caida de la dictadura de Pérez Jiménez (1958) Y en la cual la clase política, intelec­tuales, estudiantes y artistas se ha­bían volcado entusiastamente a pro­gramar la Venezuela del futuro.

Es así que, en 1957, poco antes de la caida de la dictadura, aparece el poemario El Reino, de Ramón Palo­mares, joven poeta de 23 años pro­cedente de Escuque, un pueblo de los Andes trujil lanos. Este libro fue acogido como un acontecimiento importante dentro de la literatura venezolana. Su titulo no deja de su­gerir en el espiritu una inspiración persiana. ¿N o era acaso un reino lo que cantaba Elogios como el lugar privilegiado de la infancia de un prín­cipe? Pero también, ¿no era, lógica­mente, la idea de un reino privado, subjetivo, personal, el sueño utópico de jóvenes que vivian en una ciudad oprimida? Aunque fascinado por el canto persiano, el poeta nativo ejer­ce la crítica sobre el aspecto consi­derado central de Anóbasis, la exalta­ción de la conqu ista como un acto de nobleza. He aqui lo que dará pie a uno de los poemas magistrales de los que componen El Reino: "Con­quistas".

Consciente de la trascendencia de la Conquista para América, Palo­mares procede al desmontaje total de la visión exaltadora de esa acción, haciéndonos vivirla o revivirla desde su origen para desmitificarla y de­mostrar que el conquistador para­dójicamente está muy lejos de sali r indemne de su triunfo. El poema dra­matiza la acción que es nalTada a través del diálogo de dos sujetos que se relacionan entre si como padre e hijo, subterfugio que sirve para ex­presar con mayor énfasis la participa­ción plena en la acción de conquista de los poderes en juego en la nación española, es decir: la Iglesia, la mo­narquia y el pueblo, representados en el padre; y para darle una nueva dimensión -generacional- a la em­presa, con lo cual la conquista ya no es solo el atributo de Occidente sino de la juventud. En el poema, el padre dirige e impone sus órdenes, la ju­ventud realiza, cumple y obedece, aun cuando vaya derecho al fracaso

y a la destrucción. El padre es el emi­sor de la mayor parte del discurso. De las órdenes detalladas que le da al hijo, se infiere la narración de la conquista. Por otra parte, la cons­trucción del poema se fundamenta en dos discursos sucesivos que man­tienen entre sí una relación de antí­tesis y de reversión del sentido. El primer discurso, al imperativo, des­cribe el viaje del héroe hacia el oes­te, dando cuenta de una destrucción que rebasa los límites de lo racional. Se inicia con la frase: Al oeste irós yalli colocarós tu estandarte. El segundo discurso, en cambio, relata el regreso del oeste, en él se invierten los sig­nos del triunfo, y esta inversión, que se advierte desde la primera frase, se va a refiejar en la transformación del héroe en antihéroe. Eres el vagabun­do que viene del oeste el sol arrasó con todos los estandartes. La oscuridad rodea al personaje marcado ahora por el estigma de todas las cruel­dades realizadas, como si las llevara escritas en el rostro.

La deshumanización del conqu is­tador, su caida en la desesperanza y la incertidumbre es uno de los efec­tos radicales que aparecen como consecuencia de la conquista. El otro efecto es el que se produce en el tiempo americano ulterior como sombra proyectada desde ese origen traumático, destructor e irónico. Es como la sombra de la muerte sobre la vida, la amenaza de la reversión de todos los procesos, actos, situacio­nes. As!, el banquete amenaza con­vertirse en una catástrofe: las casas, fundadas para la duración, devienen asentamientos fugitivos; por momen­tos el Reino, lo es de la incertidum­bre y la catástrofe.

Sin embargo, la fe de El Reino está volcada en la juventud y su utopia es la de construir un mundo para su protección y holganza, de manera que el Nuevo Mundo se aleje cada vez más de la violencia conquistado­ra que sacrifica la vida de ambos ac­tores, conquistador y conquistado, para imponer la muerte y el caos. Un reino para ti / joven, bello nadador / para holganza de tus miembros.

Esta utopia, profundamente ligada al élan vital y, como las primeras uto­pias modernas, bajo el signo protec­tor de la femineidad, parece rescatar la idea del regreso a una cultura de la madre tierra, puesto que su obje­tivo principal es brindar refugio y protección al joven para el disfrute

33 Biblioteca de M éxico

de la vida; sin embargo, la condición del joven como nadador transforma radicalmente el medio en el cual se desenvuelve y transcurre, que ya no sería la tierra sino el agua. Esta trans­formación sería una solución simbó­lica o una respuesta a la consecuen­cia más importante de la conclusión del proceso modernizador en Vene­zuela, cuya modificación más radical para el ser sería la pérdida del espa­cio territorial por parte del nativo.

De esta manera, se distancia el su­jeto poético de las aspiraciones hegemónicas que pretenden hacer de la vida una continua lucha por el dominio territorial. Escrito durante la dictadura, El Reino planteaba las críti­cas y los deseos propios de un joven poeta que contemplaba con lucidez el destino y las posibilidades de su patria. En una época marcada por la modernización social caótica impul­sada por la industria petrolera, y por la concentración de la riqueza en pocas manos, el énfasis es puesto en la juventud depositaria del futuro, en sus posibi lidades de perfecciona­miento humano y como el protago­nista olvidado de una modernización que no tiene sentido si pretende sa­crificar el bienestar de la misma so­ciedad que la impulsa.

Con Los Cuadernos del Destierro ( 1960), '2 de Rafael Cadenas, se al­canza también una cima en la expre­sión poética moderna de Venezuela y se anuncia el pasaje de una litera­tura del compromiso social, en boga en los años 60, hacia una literatura de la subjetividad y de la incertidum­bre que se afianzará en el pais a par­tir de 1968. Esta obra, en claro con­traste con la obra poética posterior de Cadenas por su abundancia ver­bal y su extensión, recoge la expe­riencia del destierro del poeta en la isla de Trinidad durante los años de 1954-1958. El cent ro irradiador de esta experiencia es el encuentro y la fascinación de la isla Bienaventurada y el descubrimiento de la pluralidad cultural del Caribe, donde el poeta alcanza niveles inéditos de autocon­ciencia y reconciliación consigo mis­mo, así como las fuentes mismas de inspiración de su creación poética.

El titulo de Los Cuadernos del Des­tierro plantea una relación dialógica con Cuaderno de un retorno al país natal de A imé Césaire, relación que

,¡ Rafael Cadenas. Cuademos del destJerro, Caracas.

Ed. Tabla Redonda. 1960. Para nuestro análiSIS pre­

fenmos trabalar con la verSión onglnal del poema.

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resulta confirmada por otras alusio­nes internas del texto de Cadenas l3

al de Césaire. En ambos casos se trata de poemas de largo aliento, aventuras espirituales, viajes de ex­ploración al interior del Yo, que se sirven de la prosa y el verso libre. Otro elemento en común es la hibri­dez de la obra, que combina formas del poema y de la novela autobio­gráfica, aunque con un claro predo­minio del género poético.

Al analizar los t ítulos, en primer lugar; podemos observar que el re­corrido del viaje en ambos casos sigue caminos opuestos. En el Cua­derno, el sujeto realiza un movimien­to de retorno, de regreso al país donde nació; ello determina la rein­tegración a la comunidad, que funda­menta la solidez afectiva, psicológica, mental del sujeto:

Yo llegaría pulido y joven a este país mío y le diría a este país cuyo limo entra en la composición de mi carne "He errado largo tiempo y regreso al horror abandonado de tus llagas." / Yo vendría a este país mío y le diría: "Abrázame sin temor y si solo sé ha­blar. es por ti que hablaré."'4 El sujeto de Los cuadernos, por el contrario, ha sido expulsado del país natal, va en un viaje de destierro, de separación, de soledad y ruptura. Es un ser que padece una situación impuesta. Obli­gado al destierro, separado, excluido y segregado. no siente la alegría de la participación o de la identificación, no tiene tras de sí ni alrededor de sí el soporte de una comunidad que le apoye o con la cual identificarse. Sólo le queda el camino de la introspec­ción, la exploración de la subjetividad.

Yo, envés del dado, relataré no sin fabulaciones mi transcurso por tierra de ignominia, y dulzuras, rupturas y reu­niones, esplendores y derrumbes. 15

En oposición a la visión tranquili­zante y homogeneizadora de la teoría del mestizaje y su pretensión de una mezcla racial y cultural homogénea en la sociedad latinoamericana, él re­vela la existencia de una sociedad compuesta por grupos que guardan entre sí grandes diferencias raciales, culturales y jerárquicas. El sujeto poé­tico no puede identificarse plenamen­te con ningún grupo. Yo pertenecía a

" Sobre estas alusiones o llamadas al texto de

Césaire. ver el trabajo titulado: Modernidad e iden­tidad en cuatro obros poéticos Jatinoamericanas. de

G. Gavidia. Mérida. Universidad de 105 Andes. Tesis de maestría. 2002 .. Césaire. Cuaderno ... p.59 " Cadenas. Op. Gt p.8

un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silen­ciosos y aptos para enloquecer de amor. / Pero mi raza era de distinto Iinaje./6

Desde el principio del poema, él va en búsqueda de sí mismo, de su propia identidad, ¿dónde estaba el rostro que me legaron mis podres? ( ... ) Debí admitir. tras doloroso evidencio, que lo había per­dido.! Lo niebla me lo devolvería. 17

La heterogeneidad externa, social, se reproduce en su ser. Un día co­menzó lo mudanza de los rostros. Uno suplantaba 01 otro, sin cese. Tal día fue­ron cien, tal otro, mil; todos escenifica­ban uno danzo de posesos sobre mis hombros. lB

La búsqueda de la identidad o del "rostro", equivale a la búsqueda del alma y de la cultura perdida, así pues, el sujeto deberá recorrer también los caminos de la historia y. en ese senti­do, revivir el suceso más trascenden­tal de la historia moderna americana: la Conquista. El poema procede a un acercamiento previo general al tema, a través de la representación de situa­ciones de pérdida padecidas por otros grupos americanos y humanos en diferentes contextos. Al relatar sus visiones, el sujeto enfoca en primer lu­gar a las víctimas: Vi indios piel rojo des­tinados de sus praderas, 01 dios Osiris rodeado de cuervos y al final enfoca a un conquistador de los tiempos anti­guos: (Vi) a un emperador romano con sus trofeos de vírgenes desnudas y pája­ros de remoto plumaje. Inmediatamen­te después presenta la siguiente esce­na: Entonces los guerreros se tendieron 01 sol para beber lo luz que esparcían sus ricas armaduras por el ámbito recu­perado de lo selva y los doncellas gira­ron anhelantes de pasión frente o uno muerto ballena. 19 Así. si Palomares to­ma en consideración los efectos de la conquista en la historia ulterior y en la sociedad, Cadenas fija su atención en sus efectos en la relación (hombre­mujer) que garantiza la supervivencia de la tribu o el grupo. Es fácil sacar las conclusiones: la conquista produjo la ruptura de la relación, el hombre americano en la derrota fue sustitu i­do por el conquistador. La mujer pasó a ser botín de guerra y objeto de prostitución. En la Conquista se inicia un proceso de degradación: Yo entré 01 aire de los tiburones cuando unas mujeres se reclinaban lúbricamente o lo

" Ibid. p. 7

" Ibid. p. 9 " Id. p. 9 " Ibid. p. 18

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sombra de repetidos cocoteros y holga­dos buques lamían como caballos sus ijares tristes. Aquello silla de montar sabía de un jinete de apocalipsis y ha­bía cotado gigantes oves que no ven lo tierra, en el principado más oro que armadura de los ángeles fieles. / Los labios habían rendido su tributo o lo locura y sobre lo areno el tiempo con­taba de uno edad que no era tampoco extensión del paraíso. 20 El guerrero continúa degradándose y el sujeto poético, descendiente americano, siente vergüenza de todo ello: Enton­ces yo oculté mi rostro boja mi ala dere­cho como uno ciudad avergonzado y así estuve hasta lo hora de morir.21

Sin embargo, la experiencia central de Los cuadernos de Cadenas es la recuperación de la unidad, de la iden­tidad, la reconciliación (consigo mis­mo) que sólo es posible cuando la ruptura del aislamiento del sujeto en la isla Fortunata logra la relación místi­ca, la unidad sagrada con el ser com­plementario y. con ello, la purificación y la videncia tan solicitada por los poetas rebeldes franceses, la com­prensión de la historia y su t ranscurrir.

Uno manzano de luz se reporte en

heridos de cristal. /Los días lucen deste­rrados. /Todo aquí es génesis. /iOh! azo­gado pradera, si no sombra de diluvio, ¿qué eras cuando los días no se mar­chaban722

Toda la obra posterior de Cadenas se proyectará así en el diálogo concilia­torio de los amantes, en el discurso dirigido a ese "tú" profundo que orientará su obra.

El diálogo de nuestros poetas con sus pares caribeños ha sido muy crea­t ivo y fructífero; es interesante obser­var cómo las distintas voces poéticas tienen puntos de vista diferentes so­bre la conquista, y cómo esos diferen­tes puntos de vista están en relación estrecha con las búsquedas del sujeto escritural y con las condiciones socio­históricas del momento en que la obra es producida. De allí que la poe­sía se revela como uno de los géneros más apasionantes para el estudio del ser y la historia americanos y lo será mucho más a medida que nuevos su­jetos americanos tomen la palabra desde el fondo de su propia y parti­cular experiencia.

20 Ibid. p. 19

" Id. p. 19 2l Ibid. p. 15

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PHILlP¡ t OLLÉ-LAPRUNE*

REFLEXIONES A RAíz DE UN ENCUENTRO CON AIMÉ

, CESAIRE EN FORT DE FRANCE

ENERO DE 2005

1) Se desprende de Aimé Césaire una extraña potencia. De baja es­tatura. de un vigor ejemplar: tiene en su mirada la maravilla que con­servan a veces los creadores in­surrectos. aquellos que saben mantener un asombro profundo ante el mundo. Vestido de manera estricta y elegante. tuvo la gene­rosidad de recibirme durante cer­ca de una hora en su oficina del antiguo ayuntamiento de Fort de France en Martinica. Durante este encuentro. por supuesto dema­siado breve. compartió algunos de sus recuerdos y sus alegrias. sus cóleras y sus esperanzas. Y luego. siempre grave. nos ha dejado per­cibir su asombro ante lo irreme­diable y la certeza de que los tes­timonios presentes pesan aún sobre las humillaciones del pasa­do. Como si para él la voluntad de justicia y dignidad para todos fue­ra una suerte de deber perma­nente .

2) Césaire es fiel. A sus amigos. a sus elecciones. a sus textos. y sobre todo a la historia. Asi siguIó siendo fiel a su isla y a su pueblo: durante más de 50 años será su alcalde y diputado. Por otros ejemplos nos hemos acostumbrado a descon­fiar de los personajes que mez­claron creación artistica '1 práctica del poder: como si una de sus acti-

• Agradecemos a Phihppe Olle-Laprune su gene­roso apoyo para Integrar la sección dedicada a A lmé Césai re

TRADUCCiÓN DE MARIO BOJÓRQUEZ

vidades debia degenerar a la otra. En Césaire la impresión es to­talmente diferente, tanto que que­da claro que el profesor es el complemento del poeta y que el dramaturgo apoya al politico: es­tas actividades son las formas di­versificadas de una misma volun­tad y de una misma palabra. Él lo habrá dicho y repetido: se lanza en el teatro ya que quiere que su palabra llegue hasta otros públi­cos. Se lanza en la politica ya que sus ideas no circulan lo bastante intensamente con su revista Tra­piques. Y se lanza en la poesia ya que no puede hacer de otro mo­do. Por eso la creación poética es la primera piedra del edificio Césaire.

3) Almé Césaire no condesciende fácilmente a la simpatia. o más bien no hace nada para parecer simpático. Viene de un tiempo donde los escritores existian sólo POI- sus textos y los politicos te­nian a la demagogia por un horror. En la actualidad, que estamos acostumbrados nada más que a ver artistas que sonrien y a dipu­tados que intentan ser agradables, es extraño enfrentarse a un hom­bre que no tiene la pasión de agradar. Digamos que Césaire tiene sentido de la historia. Él sabe que las sonrisas del presente no calman las heridas del pasado y que el olvido es un crimen que el Código Civil no puede reparar.

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Por sus palabras, por su voz, pasan los gritos de los hombres anóni­mos que se acallaron en el fondo de las bodegas de los barcos negreros o en las plantaciones que explotaron a "sus" esclavos. Césaire es el grito de los que no pudieron hablar y cuyas voces re­suenan sin embargo en las con­ciencias de los que tienen sed de justicia. Por estas palabras estran­guladas. por estos huérfanos de un destino tan similar al de sus pa­dres demasiado pronto desa­parecidos, por la injusticia funda­mental que el comercio triangular estableció en el marco de la moral occidental, por la violenCia erigida como única forma de relación con el hombre negro, está en su dere­cho más absoluto de no querer ser simpático.

4) La imagen es todo y la idea es po­bre. Esta constante en la obra poética de Césaire le da un lugar extraño en la poesia de lengua francesa del siglo xx. entre ana­crónico e imponente. El tejido de sus textos es distinto de las Im­presiones que dejan los otros poetas de su tiempo, más sensi­bles al triunfo del concepto que al sentido del ritmo y la riqueza de los paisajes. Especialista de la fauna y la flora. encuentra en su mediO ambiente los elementos que sa­ben decir tanto las desdichas del hombre como el vértigo de la vida.

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Pr,rRlCE LOUls*

ENTREVISTA CON , ,

AIME CESAIRE (FRAGMENTOS)

TRADUCCiÓN DE MARTA DONís

Patrice Louis: Aimé Césaire, ¿cómo está? Gracias por recibirme. Es un honor para mí conversar con usted, y en esta entrevista confrontaremos su obra y su vida con la historia de la Martinica, de Francia, del mundo.

Aimé Césaire: Señor Louis, ese proyecto me asusta.

P. L. : Usted ha vivido todo el siglo xx. Ha estado en la política por más de cincuenta años; ha escrito durante toda su existencia. Esta obra es la que va a servirnos de hilo conductor. Del primer grito creador a sus obras de hombre maduro, usted alumbra nuestra histor ia, usted nutre nuestra refiexión y nuestro imaginario, usted ha tenido infiuencia en la acción. Juntos vamos a hojear su vida, su obra. Señor Césaire, ¿a qué edad escribió usted su primer poema?, ¿lo recuerda?

A. C.: N o sé, no sé qué responderle. Sólo sé que siem­pre he sido un ser extraño que exasperó siempre a todos desde el jardín de niños, la primaria, la secundaria, el liceo: un ser, para decirlo brevemente, extraño, sí. Jamás hacía las cosas como todos creían que debían ha­cerse . . .

P. L.: Era un niño secreto.

A. C.: Sí, claro, debió de haber algo de eso. No soy muy versado en el estudio psicológico de los niños. Es cierto que yo era un tanto diferente, un niño quizá encantador, quizá irrit ante, todo al mismo tiempo.

P. L.: Y entonces los libros fueron sus mejores compa­ñeros.

A . C.: Se convirtieron en mis mejores compañeros por las circunstancias.

P. L.: ¿Siente nostalgia de sus primeros años en la Mar­tinica?

A. C.: N o, no hay que confundir una cosa con ot ra.

• Patrice Louis. A;mé Césa;re. Renconcre avec un negre {ondamental. Edition Ar/éa, 2004, Paris, France.

Pasé mi infancia en Basse-Pointe y en Lorrain, que son las costas del norte. Ésa fue mi infancia. Fui a la escuela pri­maria en Basse-Pointe, Ahí tuve que hacer el curso pre­paratorio, el curso medio, y llegué a Fort-de-France. Era el equivalente del cuarto año de primaria. Por lo tanto, yo ya tenía algunas ideas, incluso una personalidad; ya era un pequeño personaje extraño. Tenían que estar al pen­diente de mí, así decían que era. He conservado un recuerdo muy agradable del pequeño liceo Schcelcher, con maestros cuyos nombres, hoy día, ya no le dicen nada a nadie, y luego, hice mi primer año de bachillerato en el viejo liceo Schcelcher.

P. L.: Pasan los años de la adolescencia, y pronto lle­gamos a su primera obra, Cohier d'un retour ou poys noto/* Usted tenía unos veinte años cuando empezó a escribirlo, y veintiséis cuando se publicó. Fue el libro fun­dador. Su isla, la Martinica, era entonces una colonia. ¿Puede contarnos de la Martin ica de aquel entonces?

A. C.: Pues fue un país donde me sentí solo y deso­rientado muy pronto, a disgusto. Tenía amigos a los que quería mucho, pero la vida martiniquesa no me agra­daba. No hablo de cuando era muy pequeño; estaba Basse-Pointe con sus olas inmensas, el paisaje me gusta­ba mucho. La región de Lorrain con todas sus colinas, no barrios sino col inas, el taciturno Capot. el sombrío Carabin y otras más, el mar furioso, el taciturno Balai, del ot ro lado, el Macouba, Grand-Riviere. . Fue ese mi pai­saje verdaderamente fundamental. Cuando llegué a Fort­de-France, me sentí a mis anchas en la primaria. Tenía maestros y maestras con los que me llevaba bien. Me acuerdo de una señora ya mayor que se llamaba Asterée Mo'¡'se. Cuando la volví a ver, veinte años después, en Fort-de-France - tenía una gran trenza en la espalda-, fui hacia ella para estrechar su mano, Ella me besó en las dos mejillas y me dijo: "Hola, alumnito." iY el olumnito era alcalde de Fort-de-France y diputado de la Martinica! Esto significa que ella también conservó un buen recuer­do de la época en que estuve en su clase. Puede decir­se que esta escolaridad formaba parte de un conjunto

• Cuaderno de un retorno 01 país natal.

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histórico. En esta época, la Martinica era una colonia, una vieja colonia. La gente tenía un sentimiento, yo no diría que de abandono, sino un sentimiento profundo de que había que progresar, que teníamos que subir la cuesta .. . El sentimiento de que no éramos plenamente lo que debíamos ser. Muy pronto sentí eso, sí, muy pronto. ¿Por qué? Otros no lo sentían, pero en mi caso este senti­miento se afirmó aún más cuando llegué a Fort-de­France.

P. L.: ¿Yeso fue lo que produjo el Cohier, que es un gran grito de rebelión?

A. C.: Los sentimientos se forman poco a poco. Yo iba a la escuela de Basse-Pointe, donde tenía muy buenos amigos, pequeños y buenos camaradas. Yo jugaba ge­neralmente con ellos. Iba de vacaciones al municipio cer­cano de Le Lorrain, donde vivía mi abuela, Eugénie Macni - Mamá Nini, como la lIamábamos-.Yo la quería muchísi­mo. Ella fue quien me enseñó a leer, vari lla en mano; se llamaba Eugénie y nació bajo el Segundo Imperio. No puedo quejarme de ella, porque me dio toda la ternura que tuve, ternura maternal; mi historia personal se forjó ahí, ciertamente más que en Basse-Pointe, el municipio de al lado. Tengo la impresión de que en esos dos muni­cipios, y tal vez más en el de Lorrain, por las historias que Mamá Nini me contaba, se me infundió la sensibilidad rural martiniquesa, y que, sin ser verdaderamente un campesino, viví en el contexto campesino.

P. L.: Y como usted era muy buen alumno, se hizo beca­rio y, realmente, parisiense. ¿Cómo fue que llegó a París?

A. C.: Eso sucedió menos rápido que como usted lo dice. Había materias, en clase, que yo pasaba muy bien, y otras en las que no lo hacía nada bien: en matemáticas, comprendí muy pronto que no tenía faci lidad alguna, no insisto en eso. Me gustaban mucho las ciencias naturales, pero algunos profesores abrían campechanamente su manual de botánica o de biología, y simplemente le leían a uno un capítulo. Eso no me estimulaba en absoluto, mientras que las fiares en la naturaleza me encendían. Aquello era muy desigual. La literatura, el francés y el latín me chifiaban, porque mi padre me machacaba eso todo el tiempo. Me hacía leer libros. Me hizo leer la mitad de la biblioteca del hospital civil, todo Dumas, los novel istas franceses . . . Amaba profundamente la literatura, especial­mente la francesa. Yo tenía también algunos profesores eminentes, como Louis Achille, que no era uno cualquie­ra. Estos hombres de color creían tener una misión: ele­var al pueblo a un nivel superior de cultura. Cuando lle­gué a Francia, algunos de mis compañeritos allá se mos­traron muy sorprendidos del nivel que teníamos en cier­tas materias. Cuando el maestro Achi lle recitaba un poema inglés: Long fines of.. [Aimé Césaire recitó en inglés], yo ya no sé inglés, pero no he olvidado estos ver­sos que me enseñó Achille. Cuando, ya en Francia, llegué al liceo Louis-Ie-Grand, la primera vez que me interrogó el profesor de inglés -el maestro Travers era un gran pro­fesor francés, muy eminente-, me miró y me dijo brusca­mente: "Usted es de la Martinica. ¿No fue discípulo de Achille?"Tuve que confesar que sí. Se había dado cuenta de la marca del maestro. Ahí había una sólida tradición universitaria, que no debe despreciarse. Me acuerdo, asi-

arléa

mismo, de Eugene Revert (bautizaron con su nombre a una escuela de Fort-de-France) . Eugene Revert desem­peñó un gran papel en mi vida. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior, era profesor de historia y de geografía. Era un hombre bastante particular, un francés, pero más fundamentalmente un normando. Le importa­ba mucho hacer sentir que era normando. Si usted quie­re, tenía un gran sentido del regionalismo. Para describir­lo un poco, cuando le pedía uno que le platicara de Normandía, le daba un placer travieso contestar: "Pue' ser que sí, pue' ser que no."* Casi jugaba a ser un campesino normando. Era realmente muy simpático y muy culto. Había ido a la guerra, siendo alumno todavía de la Escuela Normal, lo habían llamado para integrarse en el ejército y había estado en la campaña de Finlandia, país que cono­cía bastante bien. Vio el fin del Imperio ruso, y tal vez incluso el final del Imperio austro-húngaro. Cuando ter­minó la guerra, lo enviaron a Siria, de la que hablaba admirablemente. Una vez restablecida la paz, consiguió un nombramiento en la Martinica. En algunos de mis ejercicios, notó cosas un tanto peculiares. Un día, me llamó aparte: "Aimé Césaire, ya terminó sus estudios secundarios, ¿qué va a hacer después del bachillerato?" Le respondí viéndolo directamente a la cara: "Ahí está exactamente el problema." (No le dije eso mirándolo a los ojos sino a la barba, ya que tenía una gran barba, como los curas, pero él no tenía nada de cura.) Luego le dije: "Como usted, profesor." Respondió: "Bueno, está bien, tienes razón; y creo que te va a ir muy bien. En­tonces, si quieres ser como yo, vas a Francia, te inscribes en el liceo Louis-Ie-Grand, en el primer curso de pre­paración para la oposición e ingresar en la Normal Su-

• En el original "P'tet' ben qu'oui, p'tet' ben qu'non:'

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perior y en los cursos para entrar en la Escuela N _'rmal Superior de Letras. Creo que te va a ir bien." Y n .C dio una notita para el director, que había sido su condiscípu­lo en la Escuela Normal Superior. Me admitieron de inmediato. Todavía puedo ver el pasillo donde estaba la secretaría. Al salir del pasillo, me quedo estupefacto al ver a un hombre negro bajo, un hombrecito más chaparro que yo, negro, es decir un Negro. Es un alumno, lleva puesto un guardapolvo gris y, alrededor del guardapolvo, un cinturón con un cordoncito de cuyo extremo cuelga un tintero vacío. En aquel entonces era la gran coquete­ría de los internos; por lo tanto, eso quería decir que él era un interno. Yo me había inscrito como externo. Vivía en la carretera de Bagneux, después de la porte d'Orléons (siempre he vivido por ah0. Tomaba el tranvía hasta la ~orte d'Or/éons, luego el bulevar Saint-Michel, la calle des Eco/es y llegaba al liceo. Este valiente Negrito se me acer­ca y dice: "¿Y de dónde vienes tú, novato?" - Vengo de la Martinica. -¿Cómo te llamas? -Aimé Césaire, ¿y tú) - Léopold Sédar Senghor, soy de Senegal. Abre sus brazos, me abraza y dice: "Pues bien, novato, tú serás mi novato." Y toda la vida fue así. Nos formamos juntos, leímos mucho juntos, discutimos mucho juntos, nos peleamos pero siempre nos contentábamos, y fraternamente, hasta el fin de su vida. Y fue así como descubrí África en París.

P. L.: Evidentemente, adonde quiero llegar es al Cohier d'un retour ou poys noto/, texto fundador que es im­posible no sólo resumir, sino incluso definir.

A. C.: Es cierto. En realidad, creo que, de todo eso hablaba yo con mis amigos, reflexionaba, preparaba cosas con calma . . . Eso pasaba, y luego, un buen día, aquello estalló -no sé por qué-, fue poco más o menos como una crisis. Así fue como pasó. Con frecuencia hablaba con Senghor: ¿qué piensas de tal cosa, de la negritud, de los africanos, de los martiniqueses? Has visto la diferen­cia que hay, etc. Criticábamos, amábamos, pero discutía­mos todos los días .. ¿Qué vamos a hacer) ¿Qué con Francia? Ya te diste cuenta de cómo nos trata. ¿Qué nos espera en el porvenir? ¿Adónde vamos? Discutíamos sobre todo eso. Se cocía a fuego lento. Y entonces, un buen día, izasl Comprendí que era insoportable, que necesitaba que eso saliera. ¿Cómo salió Cohier d'un retour ou poys noto/? De muchas discusiones que tuve en el barrio latino con Senghor, con mi amigo Léon-Gontran Damas. Damas era de Guyana. Un día llegó a clase en el último año de la secundaria; el director abre la puerta y dice: "Les traigo dos condiscípulos guyaneses, porque no hay profesores para esta clase en Guyana." Y nos pre­senta a Auguste Delanon y a Léon-Gontran Damas. Así fue. Y nos hicimos amigos, tanto, que hasta escribíamos poemas juntos. Así que, como usted ve, había un mundo negro cocinándose a fuego lento y que, ciertamente, estaba en ese estado de ebullición a causa de la guerra. La presencia de los Negros en el mundo se nos había revelado con la cantidad de muertos que habían caído: los Negros americanos, Countee Cullen, Langstone Hughes ... Fue en ese momento cuando descubrimos la literatura negra americana. Éramos jóvenes entonces, en París, en el Barrio Latino, y créame, eso tenía efectos sin­gulares en nosotros, lo que es muy, pero muy importan­te. Discutíamos mucho, y la vida pasaba ... No es diver­tida realmente la vida de un estudiante negro. En el liceo,

todo estaba bien, luego llegaron las vacaciones largas, y comencé a fastidiarme en París. No tenía mucho dinero, y cuando tenía un poco, salía de la Ciudad Universitaria, iba al Barrio Latino, a Gibert, a las PUF, la gran librería del bulevar Saint-Michel. Cuando había comprado uno o dos libros, ya no me quedaba más dinero y regresaba ... Me acuerdo que un día, después de haber estado en el Ba­rrio Latino, fui a la Comedia Francesa, porque habían puesto una pieza de Giraudoux, era el último día que había función. Cuando salí ya no tenía dinero para regre­sar a mi casa. Voy hasta la porte d'Or/éons y me encontré con unos amigos, entre los que vi a un muchacho negro de cabello extremadamente negro, de tez morena, un muchacho guapo, además. De hecho, iera yugoslavo! Petar Guberina. Me miró, y de inmediato nos hicimos amigos. En el restaurante universitario -un gran hangar donde se vendían los platillos en la barra- , una mesera me mira, mira luego a Guberina y dice: "¿Nada más van a comer eso?" -Sí. - Pues no comen nada. -Señora, dice usted bien, es que somos vegetarianos. Sólo como legumbres porque soy vegetariano." Ella sonrió; com­prendió muy bien que sencillamente no teníamos ni en qué caernos muertos. Enseguida nos hicimos amigos de Pierrot Guberina.

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P. L.: Aquel yugoslavo se lo llevó de vacaciones a su casa.

A. C.: Sí, nada menos que me invitó. Y entonces me narró la increlble historia de Yugoslavia, ies fantástica! Por mi parte, le conté un poco de la historia de las Antillas, y nos hicimos muy amigos. Sabía latín, e intercambiá­bamos reflexiones. Llegaron las vacaciones: "¿Regresas a tu casa?". Él era de Zagreb, en Dalmacia, y yo de las Antillas. Una semana después, me escribió: "Aimé, te estás aburriendo ahora: en París, no hay nadie.Te espero en Zagreb tal día." Casi me dio el número del tren. Me dije: "Está chiflado éste: apenas conozco Francia, ¿y voy a ir a Yugoslavia?" Me escribe de nuevo, y heme en Yugos­lavia. Estaba deslumbrado. Es un país extraordinario. Descubrí la costa dálmata, que me recordó un poco los acantilados de Carbet, ' había una luz fantástica. Toda la familia me esperaba en el andén. Me dieron una recá­mara en el primer piso, abro la ventana, iah! Me digo: "iQué paisaje, es maravi lloso! Pierrot, ¿cómo se llama esa isla de allá - Martiniska. iMartiniskal Pero, traducido, eso quiere decir san Martín: ies la Martinical" Partí hacia Yugoslavia y ¿qué descubro? La Martinica, adonde no había puesto un pie desde hacía cinco años. No tenía suficiente dinero para regresar a la Martinica, isólo el sufi­ciente para llegar a Martiniska, en Yugoslavial Esa noche misma, me instalé en una mesa, delante de la ventana y escribí: "Cahier d'un retour au pays natal". D icho de otro modo - es casi como ficción- , llegando a Yugoslavia, me imaginé que llegaba a la Martinica .. . Y fue así como comencé a escribir Cohier d'un retour ou poys notol. Yugoslavia es un país que me gusta mucho; simpaticé mucho con la gente, y, al cabo de dos semanas, chapu­rreaba el yugoslavo, no siempre muy bien, pero lo sufi­ciente para hacerme entender y asombrar a la gente.

, Municipio martlnlqués de la Costa norcaribeña.

P. L.: Cuéntenos de su encuentro, en la carretera, con una señora que veía a un negro por primera vez en su vida.

A. C.: Pierrot Guberina estaba muy sor­prendido de mi conocimiento de la historia de su país. No se daba cuenta de que noso­tros habíamos recibido cursos de historia muy superiores a los suyos sobre el Medio Oriente, el Cercano Oriente, la historia de los serbios, de los croatas, del Imperio, sobre todo en clase de filosofía y en el úttimo año de la secundaria. El gran fenómeno era la aparición de naciones nuevas; todo eso nos lo habían enseñado muy bien, y con detalles que Pierrot no conocía o había olvidado. En todo caso, no estaba perdido, porque un día en que yo me fui a pasear a una de las islas - me parece que estaba enfrente de Venecia, una serie de islas increíbles, un verdadero archipiélago- y que Pierrot se quedó con su familia, miré el paisaje un poco hacia la dere­cha y hacia la izquierda, y, bruscamente, en un valle más abajo, en la canretera, vi que pasaba una señora, una campesina que em­pujaba un borriquillo cargado. Había ido a hacer sus compras al pueblo y regresaba con sus provisiones. Me ve, me mira de hito en hito, totalmente estupefacta, y oigo que

dice: "iVrog vrog!" Sabía bastante croata para comprender que vrog significa "diablo". Vrog en eslavo, en ruso, es el ene­migo, y uno pasa muy rápido de la idea de enemigo -que es lo que sucedió en el croata- a la idea más general de enemigo del género humano, es decir, el diablo: vrog. En­tonces, imagínese usted que el diablo se rió y le respondió [Césoire lo dice en crooto]: "Es cierto, querida, ¿quién te lo dijo?"Y entonces la mujer huyó enloquecida. Dejó todo y se puso a correr ... iFue increlble! Se había encontrado al diablo; le había hablado al diablo, y el diablo le había con­testado. Cuando yo iba de regreso a casa de Pierrot, a un kilómetro o dos, un señor, muy amablemente, me suelta esta frase: "iEh, eh! (influido por el inglés americano), eh, negro!" (Ciertamente había hecho lo América) Y me hace una señal. Me acerco y me pregunta:"¿De dónde es usted?" Le respondo más o menos bien en mi inglés, y él me invita a tomar un trago. Era difícil rehusarse, yo no bebo mucho, pero en fin, era un signo de amistad. Me voy con él y bebo lo que me da. Él bebió bastante. Era un aguardiente de ci­ruela - no, nada menos que de arroz fermentado. Me ter­mino mi copa, le agradezco y regreso a la casa. Cuando lle­gué, toda la familia estaba reunida en la orilla de la carrete­ra: "Ljubo, Ljubo (Aimé), ¿dónde estabas?"Y por primera vez respondí en croata.Y ellos exclamaron: "iExtraordinario, fan­tásticol iYa habla croata, habla croata!" Entonces respondí: "No soy yo el que habla croata, sino que es el aguardiente de arroz fermentado en mí el que lo habla." Nos reímos mucho y me fui.

P. L.: Nous sommes de ceux qui disent non el I'om­bre .. *

A. C.: Nous so mm es de ceux qui disent non (; /'ombre. Y

• Somos de los que dicen no a la sombra.

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era cierto; además todo eso nos afectaba mucho . . .

, ** P. L.: Lombre gagne ...

A. C.: Por supuesto: L'ombre gagne. Los ale­manes estaban en París, para decirlo todo en una palabra... Donde miremos gana terreno la sombra. Uno tras otro se apagan los fogones. El círculo de sombra se estrecha, entre gritos de hombres y rugidos de fieras. Con todo, somos de los que dicen no a la sombra. Sabemos que la salvación del mundo depende también de nosotros. Que la tierra necesita a cualquiera de sus hijos. Los más humildes [al decir esta palabra, Aimé Césaire pone el índice en el corazón]. La sombra gana terre­no ... ¡Ay!, toda la esperanza no está de más para mirar al siglo a la cara! Los hombres de buena voluntad crearán una nueva luz para el mundo. Ésa era la convicción que queríamos afirmar. Y resulta que Breton estaba de paso por la Martinica. Estaba despavorido, y este texto cayó en sus manos; quiso conocer a quien lo había escrito.

P. L.: Breton estaba de camino al exilio hacia América, y fue totalmente azaroso que, buscando un listón para su hija, se encontrara su revista en el escaparate de una mercería. Deseó cono­cerlo en el acto. ¿Cómo fue ese encuentro?

A . C.: Fue muy senci llo . . Aquello le interesó de in­mediato. Pero, al mismo tiempo que me descubría, yo a mi vez descubría el surrealismo, porque, hasta entonces, yo tenía una visión un tanto académica del surrealismo. En el liceo, el surrealismo se ten ía por una cosa un poco deschavetada, un movimiento de vanguardia. A partir de aquel momento, comencé a leer algunos escritos surrea­listas. Escuchaba lo que decía André Breton y me decía a mí mismo: "Mira nada más, hago surrealismo sin saber­lo, porque, en realidad, lo que el surrealismo busca es mandar al demonio todo lo convencionaL" ¿Y qué tienen los martiniqueses de convencionales? Entonces me dije: "Mandemos al caraja todos los convencionalismos: el francés de salón, las imitaciones martiniquesas de la lite­ratura francesa, todo ese lado satirizado ... ¡Enviemos todo eso al cesto de basural ¡Excava dentro de ti! ¡Anda, ve y hurga, hurga más, más! Y cuando hayas buscado y rebuscado adent ro, algo encontrarás . .. ¡Encontrarás al Negro fundamental!"

P. L.: Estos últimos años no ha publicado nada. ¿Quiere decir eso que no ha escrito nada?

A. C.: Ya veremos. Lo que pasa es que no tengo mucho tiempo.Y.luego, están también mis ocupaciones, mi salud, todo eso tiene que ver. Escribo en cualquier parte, ¿sabe? Guardo algunos apuntes en el bolsillo, que mi secretaria registra de vez en vez. No les entiende mucho, pero, en fin, eso se hace así. En el coche, a veces llego a escribir, y

"*Lo sombro gono terreno.

luego, un buen día, retomo todo eso, lo releo, lo pongo más o menos en forma ... Es un poco así como se han hecho las cosas hasta ahora. Pero tengo la sensación de que no va a continuar por mucho tiempo. Es todo.

P. L.: ¿Tendremos algún día la dicha de leer nuevas obras de Aimé Césaire7

A. C.: Pues no sé. Tengo muchas anotaciones, muchos borradores . .. Miro todo eso de cuando en cuando. ¿Merecerá todo eso la publicación? No tengo idea.

P. L.: En el mundo entero lo celebran, y usted es cons­ciente de ello. ¿Tiene la sensación de que en su país lo reconocen y entienden?

A. C.: No estoy seguro. Desde hace mucho tiempo, me da la impresión de que soy una especie de singularidad en este país. Aquí se les atraviesa siempre en el cuello algún Césaire. Hace siglos que estoy consciente de eso y que he tomado partido. ¿A qué se debe? No cabe duda que soy una especie de rebelde. En la escuela pri­maria, ya tenía yo esta singularidad, al igual que en el liceo, en t odos lados . . . ; pero, al mismo tiempo, sentía que en realidad yo "expresaba" a este pueblo mucho mejor que la mayor parte de los que lo integran. Siem­pre es la misma historia: el yo profundo y el yo superfi­cial. Creo que soy profundamente antillano, y tal vez eso moleste a muchos de nuestros compatriotas que viven más o menos - son diversos los grados- en la enajena­ción. Ésa es la impresión que tengo.

P. L.: Permítame insistir en los malentendidos que podría haber entre los martiniqueses y usted. En térmi­nos generales, lo adulan -sin compartir, necesariamente ni sus puntos de vista ni sus ideas . .. ¿Lo hace sufrir esto?

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A. c.: No, tomo nota de e ll o, y me digo que, después de todo, es natural.

P. L.: Aimé Césaire, ¿cómo debe interpretarse esta frase de "Moi, laminaire";* "Me ha quedado del rebaño la larga trashumancia' '?

A. C.: Me parece muy clara. El rebaño es la muche­dumbre, la masa, las masas negras. Así es como veo la historia martiniquesa, como una trashumancia; gente que fue deportada de su país a otro país... Es una tras­humancia, sí, y yo hago lo mejor que puedo para guiar a esas masas. Tal vez sea un poco pretencioso, pero en fin, es lo que he querido hace~ [Lee "Hors des tours étran­gers", poema del li bro Ferrements J:**

Pueblo mío (Pero aq uel día yo me sentía con mucha amargu ra en

los debates pol íticos.)

pueblo mío cuando fuera de los días extranjeros germines una cabeza muy tuya sobre tus hombros renovados y tu palabra el despido enviado a los traidores a los maestros el pan restituido la tierra lavada la tierra concedida

cuando cuándo pues dejarás de ser el juguete sombrío en el camaval de otros ~ en los campos de otro con abanico anticuado

mañana para cuándo mañana pueblo mío la derrota mercenaria terminada la fiesta

pero el rubor del Este en el corazón del caña coro

pueblo de mal sueño roto pueblo de abismos remontados pueblo de pesadillas domadas pueblo nocturno amante de los furores del trueno mañana más alto más suave más vasto

y la marejada torrencial de las tierras con el arado salubre de la tempestad

Eso lo dice todo, ¿no! Pero hay que comprenderlo. Es la historia martiniquesa, y ésa es mi decepción del presen­te martiniqués. Pero es también la esperanza de una vida nueva, aun cuando, claro está, siempre exista la tempes­tad y el volcán no esté lejos .

• Yo. lamlnana .

•• Grilletes.

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AlMt CÉSAIRE*

CUADERNO DE UN RETORNO AL PAÍS NATAL

T R A D U C C I Ó N DE AGUSTÍ BARTRA

A l final del amanecer..

Vete, le decía yo, jeta de polizonte, jeta de vaca, vete detes­

to a los lacayos del orden y a los abejorros de la esperanza.Vete

mal amuleto, chinche de frailuco. Luego yo me volvía hacia

paraísos perdidos para él y para sus allegados, más tranquilo

que el rostro de una mujer que miente, y allí mecido por los

efluvios de un pensamiento nunca cansado, alimentaba al vien­

to, desataba los monstruos y escuchaba subir por el otro lado

del desastre un río de tórtolas y de tréboles de la sabana que

llevo siempre en mis profundidades a una altura inversa a la del

vigésimo piso de las casas más insolentes y por precaución con­

tra la fuerza putrefacta de los ambientes crepusculares, reco­

rrida noche y día por un sagrado sol venéreo.

Al final del amanecer abrotoñado de ensenadas frágiles las

Antillas hambrientas, las Antillas picadas de viruelas, dinamita­

das de alcohol, encalladas en el cieno de esta bahía, en el polvo

de esta ciudad siniestramente encalladas.

Al final del amanecer la extrema, falaz y desolada escara

sobre la herida de las aguas; los mártires que no atestiguan; las

flores de la sangre que se marchitan y se esparcen en el vien­

to inútil como chillidos de loros parleros; una vida vieja y men­

tirosamente risueña, con los labios abiertos por angustias

desafectas; una vieja miseria pudriéndose bajo el sol, silen­

ciosamente; un viejo silencio estallando de pústulas tibias, la

horrible inanidad de nuestra razón de ser

Al final del amanecer sobre este más frágil espesor de tie­

rra que deja atrás de modo humillante su grandioso porvenir

- los volcanes estallarán, el agua desnuda se llevará las manchas

maduras del sol y no quedará más que un hervidero tibio

picoteado de pájaros marinos- la playa de los sueños y el

insensato despertar

Al final del amanecer esta ciudad llana -expuesta, caída de su

sensatez, inerte, sofocada bajo su fardo geométrico de cruz que

eternamente recomienza, indócil a su suerte, muda, contrariada

de todas maneras, incapaz de crecer conforme al jugo de esta

tierra, perpleja, cercenada, menoscabada, en ruptura de fauna y

de flora.

Al final del amanecer esta ciudad llana -expuesta...

Y en esta ciudad inerte, esta muchedumbre vocinglera que

tan asombrosamente pasa al lado de su grito como esta ciu­

dad al lado de su movimiento, de su sentido, sin inquietud, al

lado de su verdadero grito, el único que se le hubiera querido

oír gritar porque es el único que se siente suyo; porque se le

siente habitar en ella en algún refugio profundo de sombra y

* A i m é Césa i re , Cuaderno de un retorno al país natal, pró logo y t raducción de Agust i

Bartra . Editorial Era. México 1969, 132 pp. Era prepara una nueva edición de esta ob ra

que aparecerá en los p róx imos meses.

de orgullo, en esta ciudad inerte, esta muchedumbre al lado de

su grito de hambre, de miseria, de rebeldía, de odio, esta

muchedumbre tan extrañamente charlatana y muda.

En esta ciudad inerte, esta extraña muchedumbre que no se

hacina, no se mezcla: hábil en descubrir el punto de desajuste,

de huida, de escabullimiento. Esta muchedumbre que no sabe

hacer muchedumbre, esta muchedumbre, uno se da cuenta de

ello, tan perfertamente sola bajo el sol, semejante a una mujer

toda ella se hubiese creído entregada a su cadencia lírica, que

interpela bruscamente a una lluvia hipotética y le intima la orden

de no caer; o a un signo rápido de una cruz sin móvil visible; o

a la animalidad súbitamente seria de una campesina que orina

de pie, con las piernas separadas y rígidas.

En esta ciudad inerte, esta muchedumbre desolada bajo el

sol, sin participar en nada de lo que se expresa, se afirma, se

libera en la plena luz de esta tierra suya. Ni en la emperatriz

Josefina de los franceses que soñaba muy alto por encima de

la negrería. Ni en el liberador inmovilizado en su liberación de

CUADERNO DE UN

R E T q i ^ O

B i b l i o t e c a de México

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piedra blanqueada. Ni en el conquistador. Ni en este despre­cio, ni en esta libertad, ni en esta audacia.

Al final del amanecer, esta ciudad inerte y sus allendes de lepras, de consunciones, de hambre, de miedos agazapados en los barrancos, de miedos posados en los árboles, de miedos cavados en el suelo, de miedos a la deriva en el cielo, de mie­dos amontonados y sus humaredas de angustia.

Al final del amanecer, el morro olvidado, que no se acuer­da de saltar.

Al final del amanecer, el morro de pezuña inquieta y dócil -su sangre palúdica arrolla al sol con sus pulsos recalentados.

Al final del amanecer, el incendio reprimido del morro, como un sollozo que se ha amordazado al borde de su esta­llido sanguinario, en busca de una ignición que se escabulle y se desconoce.

Al final del amanecer, el morro acurrucado delante de la bulimia al acecho de rayos y molinos, lentamente vomitando sus fatigas de hombres, el morro solo y su sangre derramada, el morro y sus vendajes de sombra, el morro y sus regueros de miedo, el morro y sus grandes manos de viento.

Al final del amanecer, el morro famélico y nadie sabe mejor que ese morro bastardo por qué el suicida se ha asfixiado con la complicidad de su hipogloso echando para atrás su lengua para tragársela: por qué una mujer parece hacer el muerto en el río Capot (su cuerpo luminosamente oscuro se organiza dócilmente a la voz de mando del ombligo) pero ella no es más que un fardo de agua sonora.

y ni el maestro en su clase, ni el sacerdote en el catecismo podrán sacar una palabra a ese negrito soñoliento, a pesar de la manera tan enérgica con que ambos tamborilean sobre su cráneo rapado, porque es en los pantanos del hambre donde se ha hundido su voz de inanición (una palabra-una-sola-pala­bra y os-libro-de-Ia-reina-Blanca-de-Castilla, una-pala-bra-una­sola-palabra, ved-ese-pequeño-salvaje-que-no-sabe-ni -uno­de-Ios-diez-mandamientos-de-Dios)

porque su voz se olvida en los pantanos del hambre, y no se puede sacar nada, verdaderamente nada, de ese pequeño granuja, salvo un hambre que ya no sabe trepar por las jarcias de su

voz un hambre pesada y floja, un hambre enterrada en lo más hondo del Hambre de ese

famélico morro.

Al final del amanecer, la varadura heteróclita, las hediondeces exacerbadas de la corrupción, las sodomías monstruosas de la hostia y del victimario, los mamparos infranqueables del prejuicio y de la tontería, las prostituciones, las hipocresías, las lubricidades, las traiciones, las mentiras, las falsedades, las concusiones -el aho­go de las cobardías insuficientes, el entusiasmo sin fatiga de brotes supernumerarios, las avideces, las histerias, las perversiones, las bufonadas de la miseria, las lisiaduras, las comezones, las urticarias, las hamacas tibias de la degeneración. Aquí el desfile de los risibles y escrofulosos bubones, los engordes de microbios muy extraños, los venenos sin alixitéreo conocido, las sanies de llagas muy anti­guas, las fermentaciones imprevisibles de especies putrefactibles.

Al final del amanecer, la gran noche inmóvil, las estrellas más muertas que un balafo roto,

el bulbo terático de la noche que ha germinado con nues­tras bajezas y nuestros renunciamientos.

y nuestros gestos imbéci les y locos para hacer revivir la sal­picadura de oro de los instantes favorecidos, el cordón umbi-

lical restituido a su frági l esplendor, el pan, y el vino de la com­plicidad, el pan, el vino, la sangre de los esponsales verídicos.

y esta alegría antigua que me trae el conocimiento de mi actual miseria, un camino giboso que se zambu lle en una hon­donada donde esparce algunos bohíos: un camino infatigable que carga a toda velocidad contra un morro en cuya cima se hunde brutalmente en una poza de casas patonas, un camino que sube locamente y desciende temerariamente, y la osa­menta de madera cómicamente sostenida sobre minúsculas patas de cemento que yo llamo "nuestra casa", su tocado de chapa que ondula al sol como una piel puesta a secar, el come­dor, el piso basto donde brillan cabezas de clavos, las vigas de abeto y de sombra que recorren el techo, las fantasmales sillas de paja, la luz gris de la lámpara, aquella barnizada y rápida de las cucarachas que zumba hasta hacer daño .. .

Al final del amanecer, este más esencial país restituido a mi glotonería, no de difusa ternura, sino la atormentada concen­tración sensual de la gorda teta de los morros con la acciden­tal palmera como su germen endurecido, el goce entrecorta­do de los torrentes y, desde Trinidad hasta Grand-Riviere, la gran lamedura histérica del mar.

y el tiempo pasaba de prisa, muy de prisa. Habían pasado agosto, en que los mangos se empavesan

con todas sus lúnulas, septiembre el comadrón de ciclones, octubre el incendiario de cañas, noviembre que ronronea en las desti lerías, era la Navidad que empezaba.

A l principio la Navidad se había anunciado con un picoteo de deseos, una sed de ternuras nuevas, un retoñar de sueños imprecisos, luego había volado de súbito con el roce violeta de sus grandes alas de alegría, y entonces había en el pueblo su vertiginosa caída que hacía estallar la vida de los bohíos como una granada demasiado madura.

La Navidad no era como todas las fiestas. No le gustaba correr por las calles, ni bai lar en las plazas públicas, ni instalar­se en los caballos de madera, ni aprovecharse del barullo para pellizcar a las mujeres, ni lanzar fuegos artificiales frente a los tamarindos. La Navidad tenía agorafobia. Lo que necesitaba era todo un día de ajetreo, de preparativos, de guisos, de lim­piezas, de inquietudes.

por-miedo-de-que-eso-no-baste, por-miedo-de-que-eso-falte, por-miedo-de-que-no-se-aburran,

luego por la noche una pequeña iglesia que no intimidaba, que se dejaba llenar benévolamente de las risas, los cuchicheos, las confidencias, las declaraciones amorosas, las murmuraciones y la cacofonía gutural de un chantre muy animoso y también de alegres compadres y despreocupadas comadres y bohíos de entrañas ricas de suculencias, y nada cicateras, y se encierran allí unos veinte, y la calle está desierta, y el pueblo no es más que un ramo de cantos, y se está bien dentro, y se come bien, y se bebe regocijadamente, y hay morcilla, de esa estrecha de dos dedos que se enrolla voluble, larga y apretada, la que sabe a tomillo, la violenta de incandescencia pimentada, y café ardiente y anís azucarado y ponche con leche, y el sol líquido de los rones, y toda clase de cosas buenas que os imponen autoritariamente las mucosas o bien os las destilan en deleites, o tal vez os las tejen de fragancias, y se ríe, y se canta, y los estribi llos suben hasta perderse de vista como cocoteros:

ALELUYA

KYRIE ELEISON .... LEISON ... LEISON,

CHRISTE ELEISON ... LEISON ... LEISON

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A IMÉ CÉSAIRE*

POEMAS TRADUCCiÓN DE ENRIQUE LlHN

SUPERVIVENCIA

Te evoco platanero patético agitando mi corazón desnudo en el día salmodiante te evoco viejo hougan de las montañas sordas de la noche justo la noche que precede a la última y sus redobles de fastidio golpeando en la poterna loca

de las ciudades enterradas pero no es este más que el preludio de los bosques en

marcha por el cuello sangrante del mundo es mi odio singular derivando sus icebergs por el aliento de las verdaderas

llamas dadme ah dadme el ojo inmortal del ámbar sombras y tumbas de granito escuadrado pues la ideal barrera de los llanos húmedos y de las hier­bas

acuáticas escucharán en las zonas verdes los trujamanes del olvido anudándose desanudándose y las raíces de la montaña alzando la raza real de los almendros de la esperanza fiorecerán en los senderos de la carne (el dolor de vivir de paso como una tempestad) mientras que en la enseña del cielo un fuego de oro sonreirá al canto ardiente de las llamas de mi cuerpo

SOL YAGUA

Mi agua no escucha mi agua canta como un secreto mi agua no canta mi agua exulta como un secreto mi agua trabaja y a través de toda caña exulta hasta la leche de la risa mi agua es un niño pequeño mi agua es un sordo mi agua es un gigante que te sostiene un león sobre el

pecho oh vino

vasto inmenso por el basi lisco de tu mirada cómplice y suntuosa

* Alme Cesalre. Poesías. selección y prólogo de Ennque Llhn. Casa de las Américas. La Habana. Cuba. 1969.

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CíRCULO NO VICIOSO

Pensar es demasiado ruidoso con demasiadas manos empujé demasiados abejorros En lo demás no me he equivocado nunca Los hombres no me han decepcionado jamás ellos tienen

miradas que los desbordan la naturaleza no es complicada son justas todas mis suposiciones fructuosas todas mis implicaciones Ningún círculo es vicioso hondón de nudoso no hay nada fuera de mis rodillas, y se hunden pedregosas en el trabajo de los otros y en su sueño

HIJO DEL RAYO

Y sin que ella se dignara seducir a los carceleros en su blusa se ha diluido un ramo de pájaros moscas han germinado en sus orejas retoños de atolones me habla en una lengua tan dulce que para empezar no comprendo nada pero a la larga lo adivino que la primavera llegó a contracorriente que toda sed ha sido saciada que el otoño nos ha

reconciliado que en pleno mediodía han fiorecido las estrellas en la

calle y que sus frutos cuelgan al alcance de la mano

MISSISSIPPI

Hombres lástima que no veáis que mis ojos recuerdan frondas y banderas negras que asesinan a cada pulsación de mis pestañas

Hombres lástima que no veáis que nada veis ni siquiera la bella señal de ferrocarril que hacen bajo mis párpados los discos rojos y negros de la

serpiente coral que mi munificencia enrosca en mis lágrimas

Hombres lástima que no veáis cómo al fondo del retículo en que el azar ha empozado nuestros ojos hay quien espera un búfalo ahogado hasta la empuñadura

de los ojos del pantano

Hombres lástima que no veáis que no podéis impedirme construir en cantidad suficiente islas de cabeza de huevo de cielo fiagrante

Biblioteca de Méxi co

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bajo la calma ferocidad del geranio inmenso de nuestro [sol

LA RUEDA

La rueda es la más bella invención del hombre y la única el sol gira la tierra gira tu rostro gira en torno al eje de tu cuello cuando lloras pero vosotros minutos no enrolléis en la bobina de vivir la sangre ya lamida el arte de sufrir aguzado como muñones de árbol por los

cuchillos del invierno la corza ebria de sed que me pone sobre el brocal inesperado tu rostro de goleta desmantelada tu rostro como un pueblo dormido al fondo de un lago y que renace el día de la hierba y el año germina

BLUES DE LA LLUVIA

Aguacero buen músico al pie de un árbol desnudo en medio de las armonías perdidas al alcance de nuestras memorias deshechas en nuestras manos derrotadas y de pueblos de fuerza extraña

')2

GOLFO n¡,; MÉJICO y

dejamos los ojos en suspenso y nativa

MAR DE LAS ANTILL AS

desanudando en toda su extensión el dolor lloramos

CUERPO PERDIDO

Yo que Krakatoa yo que mucho mejor que el monzón yo que pecho descubierto yo que cicloneo yo que balo mejor que una cloaca yo que fuera gama yo que zambeze o frenético o rombo o canlbal quisiera ser más y más humilde y terrero siempre más llano sin vértigo ni vestigio caer hasta perderme en la viviente sémola de una tierra toda entrega Afuera una bella bruma en lugar de atmósfera,

inmaculable cada gota de agua transfigurada en sol cuyo nombre el mismo para todas las cosas sería REENCUENTRO TOTAL

Y así fuera imposible no confundir el paso de una estrella con el de una esperanza o un pétalo de fiamboyán o un refugio submarino que recorren las llamas de las medusas-aurelias La vida pienso entonces me bañaría entero mejor la sentina en el roce en la mordedura tendido vena venir por fin hacia mí los olores en libertad

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como manos auxi liadoras que se abrirían paso en mí meciendo largas cabelleras más largas que este pasado que no puedo abarcar apártense cosas háganle lugar lugar a mi reposo oleaje en que se espuma mi terrible cresta de raíces anclantes que buscan en qué hundirse cosas sondeo sondeo yo el cargador soy el carga-raíces peso y violo y misterio

y ombligueo Ah quién hacia los arpones me devuelve

soy muy débil si lbo si yo si lbo antiguas cosas serpientes cosas cavernosas Yo oro y viento paz allá y contra mi hocico inestable y fresco y contra mi cara corroída aplasta tu frío rostro de risa deshecha. El viento ay lo escucharía aún negro negro negro desde lo profundo del cielo inmemorial un poco menos fuerte que hoy en día pero no obstante demasiado fuerte y ese loco au llido de perros y caballos que él lanza en nuestra persecución siempre cimarrona pero a mi vez al aire lanzaré un grito y tan violento que voy a agujerear el cielo por completo y por mis ramas desgarradas por el surtidor insolente de mi fuste herido y solemne

Daré a las islas orden de existir

LEJOS DE LOS DíAS EXTRANJEROS

Pueblo mío

cuando del otro lado de los días extranjeros retoñes tú una cabeza bien tuya sobre tus espaldas

renovadas y tu palabra

la licencia expedida a los traidores a los amos el pan restituido la tierra purificada la tierra liberada

cuando cuándo pues dejarás de ser el juguete sombrío

del carnaval de los otros o en los campos del extraño el anticuado espantapájaros

mañana ah cuando mañana pueblo mío la derrota mercenaria terminada la fiesta pero la rojez del este en el corazón del cañaveral

pueblo de un pesado sueño interrumpido

pueblo de abismos remontados pueblo de pesadillas sojuzgadas pueblo nocturno amante de los furores del trueno mañana más dulce mañana más alto mañana más grande.

CANTINELA

Es esta delgada película que flota entre los remolinos del viento

sedimentada apenas por el mar es este gran encabritarse de los cabellos de la tierra detenidos en último momento a un sobre salto del

[abismo es esta arena negra que bulle cuando la arcada del

[abismo es este deslizarse de la serpiente obstinada que abando­na

el naufragio esta bocanada de astros que se vuelve a vomitar bajo la

especie de un pastel de luciérnagas esta piedra sobre el océano lamiendo con su baba una mano temblorosa para las aves de paso Aquí sol y luna son las dos ruedas dentadas sabiamente engranadas de un tiempo que nos tritura con ferocidad es este malestar

esta cloaca este sollozo de corales

el fundi rse del cielo memorable hasta en el cebo de nuestros corazones rojos al alba este pico de ave carnicera que destroza el pecho

inhospitalario bozal y lodazal es este mosquerío que blasona al mediodía el cielo de

nuestros negros corazones rampantes

este rapto atraco a saco esta tierra.

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ALBERTO CHIMAL

HANS CHRISTIAN ANDERSEN

El impulso (primera versión) Se cuenta que Hans Andersen, zapa­tero, lloró en una ocasión al conocer a un estudiante joven y vivaz. A Hans Christian, su hijo, le explicó que él "debía haber sido" como aquel muchacho, en vez de un artesano humilde y mísero en Odense, el pue­blo donde vivía la familia. Pero Dinamarca entera estaba en crisis -eran los últimos años de las guerras napoleónicas- y Andersen padre terminó, en 1815, por dejar hasta su oficio y enrolarse en el ejército: el hijo de un granjero le pagó para que tomara su sitio y lo librara así del ser­vicio militar.

La compañía de Andersen padre no tuvo tiempo de pelear de veras, pues Napoleón fue derrotado ese mismo año, pero el hombre volvió a Odense quebrantado por las priva­ciones de la vida en campaña y murió luego de una enfermedad prolongada. La madre -Anne Marie Andersdatter. iletrada y carente de recursos- se esforzó por mantener­se junto con su hijo: se dedicó a lavar ajeno, volvió a casarse y. decepciona­da por las pobres calificaciones de Hans en la escuela, lo puso a traba­jar. Él, por su parte, intentó una fuga como la que nunca logró su padre.

Era, en cierto modo, su herencia: el zapatero, autodidacta, había pro­curado instruirlo mediante la lectura de la Biblia, de Los mil y uno noches, de las comedias de Ludvig HoIberg; también le había ayudado a construir un teatrino, para jugar con marione­tas (Anne Marie pensó por un tiem­po en volverlo aprendiz de sastre, por su habilidad para hacer los vesti­dos de sus muñecos), y lo había lle­vado a ver actores de verdad: nada menos que el Teatro Real de Dinamarca, llegado al escenario de Odense, el único en todo el país fuera de la capital.

(1805-1875)

Todo esto había fascinado al pequeño Hans, cuyo talante era ima­ginativo y muy impresionable, y quien se decidió por las artes y por el camino que le conocemos: su par­tida a Copenhague, las intentonas sobre el escenario, las privaciones y las humillaciones sufridas por su feal­dad y su afeminamiento, el modo milagroso como logró abrirse paso entre la burguesía de la ciudad y obtener patrocinios para su educa­ción, la búsqueda constante de favo­res y conocidos que le permitieran continuar su trabajo literario. Pero a esa historia sabida, al ascenso social y a la incomodidad del descastado, que también son las de la Sirenita, el Patito Feo y muchos otros persona­jes del escritor. debe agregársele otro matiz.

El primer libro publicado de An­dersen, Intentos juveniles (1822), fue un arranque en falso como los de muchos otros autores. Era una serie de textos que homenajeaban -o pla­giaban- a B. S. Ingemann y otros escritores de la naciente "Edad de Oro" de las letras danesas, pero estaba firmado con el seudónimo Wi lliam Christian Walter. que era nombre de pretensiones elevadísi­mas. William en honor de Shakes-

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peare y Walter por Walter Scott: dos descubrimientos literarios que An­dersen no habría podido hacer nunca sin el impulso, rencoroso y frustrado, de su padre, quien por el contrario había desaparecido por entero del "nombre artístico" de su hijo. Una posible interpretación es que éste debía (re) descubrirse por medio del muerto, como le ocurre a la protagonista de El niño en lo tumbo, una de sus ficciones más sen­tidas y perturbadoras. El origen no podía separarse del destino y Hans Christian Andersen sería siempre, aun en sus momentos de mayor vanidad, aun en los salones de los reyes y los notables, el habitante de Odense.

La vida literaria En El cuento de mi vido (1855), An­dersen recuerda su proyecto de ir a buscar fortuna en Copenhague y re­lata:

-¿Qué será de ti allá? -preguntó mi madre.

-Me volveré famoso - respondí, y le dije lo que había leído sobre hom­bres notables venidos de hogares pobres-o Primero tienes que pasar por una cantidad terrible de adversi­dades -le dije- y entonces te vuelves famoso.

El que me conducía era un impul­so inexplicable. Lloré, supliqué, y final­mente mi madre cedió, pero primero mandó a buscar a ( ... ) una supuesta "mujer sabia" ( ... ) y la puso a leerme el futuro en un mazo de cartas y en restos de café. -

-Tu hijo será un gran hombre -dijo la vieja gitana-, y en su honor todo Odense quedará iluminado al­gún día.

Mi madre lloró al oír esto, y ya no tuvo nada en contra de que yo me fuera de la casa.

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La estampa podna ser el otro lado de la historia, tan fért il para el psico­análisis, del niño pobre que t riunfa en el mundo de la riqueza y los adultos. ¿Qué habría pasado si la gitana hubiese desaconsejado la partida? ¿Lo habrían dejado ir su madre y lo que quedaba de su familia? ¿Hasta dónde será éste, como la llegada del Teatro Real a Odense, un aviso pro­videncial para la vida de Andersen y para la literatura de Occidente?

Por otro lado, lo más razonable es dudar de la historia entera y atribuir­la al narcisismo del escritor, quien dependió casi toda su vida del favor de otros y no perdía ocasión de pro­mover su trabajo, su figura de litera­to y lo extraordinario de ambos. Esta cualidad agradará también a los psi­coanalistas, porque es un atisbo de una personalidad más compleja que la del mero entertoiner (Harold Bloom, en un ensayo, da a esta ima­gen falsa la cara de Danny Kaye, quien interpretó a Andersen en una blanda película de Hollywood) dedi­cado a distraer a los niños y a contar mentiras inocuas.

Por ejemplo, un rasgo de los estu­dios andersenianos del que aún se habla poco -y menos entre noso­tros- tiene que ver con el trajinar del escritor en la vida literaria de Di­namarca, no menos cosmopolita, dís­cola ni maldiciente que la de cual-

CIudad de Odense

quier otro lugar de Europa. En ella hay, como es de suponer, no sólo sin­sabores de melodrama, sino t ambién otros conflictos. Obsérvese, diga­mos, el fragmento que sigue: provie­ne de "Reseña", un poema que Andersen escribió en 1830, cuando tenía 25 años y debía, como el resto de su generación, "romper lanzas" contra autores y comentaristas ad­versos:

El sol de la tarde colorea tierra y

mar con tonos de rosa,

pero ¡ah'. la monotonía llega de

inmediato, al igual que mi cólera.

Sea lo que sea, el sol no es muy

original:

todo el tiempo sale por el este, se

pone en el oeste, ¡por favor!

Entonces aparecen las estrellas de

la noche, pero ¡demonios!,

brillan pero son frías, no dan calor

ni vienen coloreadas.

Canta un ruiseñor. diestramente

(. .. ) [pero] ¿por qué no canta de día?

(. .. ) Las olas crecen pero demasiado:

necesitan moderación;

la escena tiene un toque de genio

pero le falta mi aprobación.

Andersen no vio, no podía ver, que aquellos comentarios que tanto le disgustaban senan los más interesan-

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tes de cuantos se han escrito sobre él. A partir de 1840 (como ha dicho el andersenista Johan de Mylius) "los cnticos hacen fila para alabar el tra­bajo del poeta, quien ya ha estableci­do su nombre y probado su habili­dad" con textos muy superiores a "Reseña", pero Andersen persistió en su obsesión por el reconocimien­to hasta el final de su vida. Hay muchas anécdotas sobre su búsque­da de los famosos y su contagio: Andersen escribió sobre su encuen­tro de iguales con Dickens, pero no sobre las cinco semanas que pasó en la casa del escritor inglés, interpre­tando muy libremente un ofreci­miento de hospitalidad.

El impulso (segunda versión)

El Romanticismo, que en el resto de Europa marcó de forma incontesta­ble la literatura al comienzo del siglo XIX, está disminuido en Dinamarca -al menos, desde el punto de vista de nosotros, lectores abúlicos del siglo XXI- por el mismo Andersen y por Sl2lren Kierkegaard, tal vez los dos daneses más eminentes; gracias al trabajo de ambos, la "Edad de Oro" es más un signo de sus propias originalidades que de acuerdo con cualquier otra de las grandes figuras y escuelas de su tiempo. Pero hay, como en el episodio que antecede,

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una raiz comύn Υ mas antigua de A ndersen Υ los romanticos: su mun­do no es cristiano (al contrario del de Kierkegaard), Υ no esta subordi­nado a las pretensiones Υ apetencias del rac ionalismo.

Sus imagenes centrales - sus mi­tos- son paganas Υ animistas: sobre todo, de una forma de animismo popular entre los hombres Υ mujeres de la Europa del medievo Υ de epo­cas aύn mas tempranas. Para An­dersen, al contrario de 10 que creye­ron los escritores Υ fiιόsοfοs de la lΙ ustrac ί όn, el universo Υ la naturaleza no pueden ser patrimonio de 10 humano: no le pertenecen, no pue­den controlarse ni domarse, porque la especie humana es sόlο una mas en un cosmos donde todas las cosas estan provistas de conciencia, de voluntad Υ de instinto. Por esto, en los cuentos, hablan los animales Υ

tambien los objetos de uso diario, conspiran los adornos de porcelana, aguantan Υ mueren los imperturba­bles soldaditos de plomo.

Hay angeles, hay deνοcίόn por el Ν ί πο Jesύs , hay un cielo en ocasio­nes, pero los Juicios de las potencias celestiales son tan contundentes Υ

terribles como los de los antiguos dioses del rayo Υ de las aguas, Υ no siempre tienen justίfιcacίόn desde el punto de vista de la moral de su tiempo (ni del nuestro) , que les que­da chica ο que no los alcanza cuan­

do sus personajes Υ sus tramas se hunden en 10 desconocido. Asi, en Los zopotillos rojos la redencίό n sόlο

puede lIegar despues de que la nina, condenada por su trato con el mal, paga dejandose cortar ambos pies, que se quedan bailando dentro de los zapatos magicos. Asi, ΕΙ corΟΖόn de υπο modre plantea un di lema etico que no puede resolverse sin perdida ni sufrimiento ((puede el hiJo muerto regresar, si el ύnίco

modo de hacerlo es que la madre se sacrifιque en su lugar, dejandolo νίνο pero huerfano Υ desamparad07), Υ

aun en las histori as mas famosamen­te amables se asoma 10 siniestro: la cara de los poderes que aguardan mas alla del circulo de luz de las ho­gueras.

En esto podria verse, tal vez, la otra parte de la eχperiencia formativa de Andersen, quien conοcίό teχtos clasi­cos pero tambien las consejas popula­res, Υ muchas veces terrorifιcas, de los habitantes mas humildes de Odense, Υ quien tuvo incluso su ΡΓορίο contacto,

directo, con la locura en su abuelo paterno, un alelado que vagaba por las calles del pueblo Υ era, para los suyos, una fuente de pena Υ de νergϋenΖa. Para el escritor, todos los hombres son como ese loco, ο tal vez como ninos, atados al vaiven de fuerzas que no comprenden Υ a las que tampoco importan demasiado; en eso, tal vez, esta 10 mejor Υ 10 mas perdurable de su reCUΡeracίόn del mundo de la infancia, que sόlο cuando somos adul­tos podemos imaginar como un sitio de ignorancia Υ de pureza. Andersen no es, por supuesto, un escritor para ninos en el sentido estrecho que damos hoy al termino: esta mas cerca de Gogol que de Edward Lear Υ de Victor Hugo que de J. Κ. Row ling.

Por otra parte, t ambien hay bon­dad en el misterio: una dulzura eχtra­na, a veces de un esplendor intole­rable por deslumbrante, que Ander­sen descubre en quienes sufren Υ que los dioses ven tambien, aqui Υ alla. ΕΙ hodo del sούco entra Υ sale del cuen­to que el vieJo escritor refιere al nino, Υ en el que se ve el transcurrir sere­no, gustoso, leνemente aburrido, de la

vida del pequeno, ο de los dos, ο de mil lones. En ΕΙ componero de vioje, el joven Juan, pobre como tantos otros heroes andersenianos, entrega sus ύ ltίmas monedas para que dos ladro­nes no profanen una tumba, Υ la re­compensa por su generosidad es el afecto de un amigo casi omnipotente, que actύa sin que Juan 10 sepa Υ le procura el bien enfrentandose contra fuerzas tremendas que nada tienen que ver con el Antiguo ni con el Nue­νο Testamento. (Quienes son estos seres que Andersen jamas justifιca7

(Por que otorgan Ρrοteccίόn Υ cono­cimiento aqui Υ no en otros cuentos? Quien sobe. Estas son las dos palabras que Andersen parece pronunciar con mas variadas entonaciones, desde ali­νίο hasta horror, mientras sus perso­naJes avanzan por un universo νίνο,

eterno como 10 humano nunca podra serlo.

Los cuentos (eηumeracίόη) Ι . Un total de 2 Ι 2 cuentos, de los

que 156 se publicaron durante su vida, son la obra conocida de Hans Christian Andersen.

Recorte en papel realIzado por Andersen

50 Biblioteca de Mέox i co

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2. De el los, un punado ha t rascendi ­do la propia autor ia de quien los escrib iό, Υ se recuerdan como parte de la cu lt ura de Occidente (ο del inconsciente colectivo) Υ

ΕΙ (uen(Q de mI vIdo de Andcr·sen

aun como frases hechas, verdades de forma ya inapelable:

2. Ι Α todos nos sati sface que el em­

perador est e desnudo, Υ 2.2. N adie ignora que el patito puede

ser, en verdad, un cl sne,

3. ΕΙ resto se encuentra en antologIas

de acceso mas ο menos difίc i l , en las que casi nunca se encontraran las cartas, los poemas, los libros de

viaJe Υ teat ro: el trabaJo olvidado de uno de los escritores mas pro­l ίfι cos de su t iempo, Υ uno que siempre deseό ser conocido como novel ista Υ dramaturgo "serio",

4. Α est a ironia primera (Andersen dedi cό mucho mas tiempo a la escritura de esos teχtos menores

que a sus cuentos) debe agregar­se la del azar de su di fu siόn por el mundo: el danes es una lengua de pocos hablantes, reconocida pre­ci samente por Andersen Υ muy pocos mas, Υ asi resu lta que las traducciones de ΕΙ ruisenor, Νίco­

lοsίn γ Νίco lοsόn ο Ιο reino de los nieves son la ύnica posibilidad de

51 BibIioteca de M exico

su conocimiento para la mayolΊ'a

de sus lectores, 5. Un eχamen siquiera superfιci a l de

esas traducc iones es pasmoso: aύ n mas numerosas que las dis­crepancias ent re los manuscritos del Rey Leor, ο que los rrores n las primeras ediciones del Porodiso de Lezama Lima, las adiciones, su­presiones, interpolac iones, malas l ectυras, transposiciones de senti­

do Υ hasta de palabras Υ parrafos son el ύnico rasgo constante de los Andersen en todas las lenguas Υ rormatos,

6. Unas veces los personajes ο el narrador hablan de mas para sa­tisracer apetencias de un momen­ιο ο de una cu ltura (ο de un estu­dio de mercado). ο cambian los

matices ο pasan sobre ellos; otras, las mas, hablan menos de 10 que su autor original pretendIa que hablaran,

7. Si a lgύn d ίa se pierden los archivos Υ las bibliotecas de la propia Dina­marca, los Ρa Ιeόgra fοs del futuro tendran mil versiones diferentes

de donde escoger, Υ

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7./. Se pasarán la vida en la busca de una sola voluntad entre todas ellas o, por el contrario,

7.2. Llegarán a la conclusión de que nunca hubo ningún Andersen: que, como Homero o como Vyasa, fue tan sólo el nombre que un momento de la historia eligió para su tradición oral, informe y mutable.

8. Evidentemente, la belleza del tex­to en danés, que quienes lo leen consideran signo de una maestría sin igual, se perderá tras semejan­te catástrofe.

9. Es un peligro que corren todos los escritores (o una certeza que deben aceptar): los resúmenes y las adaptaciones tardan siempre más en llegar al olvido.

Niños y adultos En este año, que se cumplió el bicen­tenario de su nacimiento, Andersen llega hasta nosotros en un estado triste. Por un lado, sus cuentos nunca han sido más recortados, adaptados, endulzados para subordinarlos a un gusto ñoño, según el cual los niños son criaturas incapaces de compren­der sino una fracción de lo que está

52 Biblioteca de México

al alcance de un ser humano "nor­mal", adulto y productivo. El proble­ma es, en el fondo, insoluble: la popu­laridad de Andersen en el pasado es signo de que algo decía para lectores de todas las edades, y la popularidad actual de textos mucho más simples, mucho menos profundos - incluyen­do las versiones innumerables de Andersen "para niños", con viñetas y bisi1abos en 18 puntos-, es signo de que la situación es distinta ahora y aun los seres más productivos tienen dificultades con El trompo y lo peloto,

o Lo sirenito.

Hay otro hábito aún peor: las "conclusiones espeluznantes" que se extraen sobre la vida de cualquiera, siempre que sea célebre, y que en el caso de Andersen ha llevado a mu­chos de sus comentaristas - en el fondo, menos interesados en el es­critor que en su aniversario cerrado, y en aprovecharlo- a las mismas es­taciones: la madre acaso prostituta, el padre acaso putativo, el niño acaso homosexual, el adulto también: miles de palabras sobre las decepciones amorosas y ninguna sobre los textos, salvo como fuente de pistas sobre la sordidez habitual, que nos permita reducir al creador a nuestra propia condición miserable, para mejor negar la existencia de sus dones.

El que éstos puedan advertirse incluso así: incluso en resúmenes morosos e interesados, aun a pesar de las lecturas ineptas y morbosas es una prueba más del milagro cons­tante y casi siempre ignorado. Hans Christian Andersen bien podría tras­cendernos y encontrar; en otro mo­mento, lectores más dignos.

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Fachada del Museo en San LUIs Potosí

, OBRA PLASTICA DE

, .

GERMAN CUETO EN EL

MUSEO FEDERICO SILVA*

El Museo Federico Silva. Escultura

Contemporánea, de la ciudad de San

Luis Potosí, cumpl ió en septiembre

pasado su segundo aniversario, lapso

que obliga a analizar lo que se ha

hecho hasta ahora: a la fecha se han

realizado I 3 exposiciones en las cua­

les han participado 57 de los más

destacados escultores de nuestro

país, entre los que se puede mencio­

nar desde decanos maestros de la

escultura como Ángela Gurría, Juan

Soriano yVicente Rojo, hasta jóvenes

talentos como Jorge Yázpik, Yolanda

Gutiérrez, Gilberto Esparza y César

Martínez.

El museo mantiene también un

constante programa de actividades

colaterales, en este lapso se han lIeva-

• Se pueden encontrar datos sobre ésta y otras exposiciones. así como del pnopio museo. en su sit io web: www.museofedericosi lva.com

do a cabo 38 conferencias; 22 con­

ciertos; 5 presentaciones de libros; 37

funciones de cine en su Cineclub; 2

talleres de verano y un coloquio con

artistas plásticos locales.

Con motivo del aniversario se

MUSEO FEDERICO SILVA fSC U lTUlA C O NT(M 'O .,!,Nf A.

2° ANIVERSARIO

E XPOS IC iÓN I NVITA D A

GERMÁN CUElO LA MEMORIA COMO VANGUARDIA

septitmbre 2005 · enero 2006

53 Biblioteca de México

inauguró una exposición dedicada al

maestro Germán Cueto, uno de los

más grandes escultores mexicanos

del siglo xx quien no ha tenido la

difusión que la genialidad de su obra

merece. La muestra la conforman

alrededor de 150 piezas entre más­

caras, pinturas, relieves, documentos

y principalmente, tal como es la vo­

cación del museo, escultura. Asimis­

mo, forma parte de la exposición la

serie de 12 bustos de filósofos y

escritores clásicos que real izó para la

Biblioteca de México y que se inte­

gra al patrimonio de esta institución.

En la obra de Germán Cueto des­

taca la búsqueda constante y la expe­

rimentación con mucho muy diversos

materiales y técnicas. Cueto vivió el

periodo de la Revolución Mexicana

junto con una generación de artistas

que buscaban y proponían cambios

en los programas académicos y en los

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estilos y formas de difusión del arte.

Dentro de tal ambiente se relacionó con intelectuales y artistas de comu­

nes inclinaciones sociales, pero al

mismo tiempo de diferentes y hasta

encontradas posturas estéticas. Así, lo

vemos participar con los estridentistas

que, bajo la convocatoria del poeta

Manuel Maples Arce, tomaron como

sede El Café de Nadie para realizar

exposiciones y eventos con infiuencia del futurismo italiano. En ese entonces

54 Biblioteca de México

Cueto interpretó la modernidad a t ra­

vés de contrastes cromáticos y de

máscaras que retrataban el gesto facial

de algunos de sus amigos, usando ma­

tel-iales que entonces eran conside­

rados como de poca dignidad artísti­

ca: la terracota o el papel maché.

Años más tarde, a principios de la

década de los treinta, durante su es­

tancia en París se integró al grupo

Cerc1e et corré, en el que participaban

artistas de la talla de Joaquín Torres­Garda, Mondrian y Kandinsky La in­

fiuenci a del medio seguramente fue una fértil fuente de inspiración para

e l artista, a quien buena parte de los

críticos e historiadores de arte con­

sideran como el puente entre la es­

cuela clásica y el modernismo.

La exposición permanecerá abier­

ta hasta enero de 2006 en la planta

alta del museo, que se adecuó para

albergar la obra de Germán Cueto;

en la planta baja se puede apreciar el

acervo permanente del museo, inte­

grado por obra del maestro Fe­

derico Silva.

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LOS LIBROS ALEM ,

MAS BELLOS DEL 2 3

Con este nombre y con la cola­

boración del Goethe-Institut Mexiko y

la Feria del Lib ro de Frankfurt

(Frankfurt Buckmesse) se inauguró el

6 de octubre de 2005, en la Sala de

Expos iciones de la Biblioteca de

México, la exposición bibliográfica que

permanecerá abierta hasta el 6 de

noviembre del presente año.

En esta muestra se exhiben 56 de

los libros premiados que se se­

leccionaron de un total de 876 que

concursaron en la Feria. Los recono­

cimientos se otorgaron por los atribu­

tos editoriales y tipográficos de cada

SS Biblioteca de México

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volumen, en lo que se refiere a calidad

de impresión, papel, forros, ilustracio­

nes, tipografía, belleza de diseño,

armonía entre contenido y forma,

etcétera.

Los libros exhibidos corresponden a

las más diversas materias: científicos, téc­

nicos, infantiles, manuales, catálogos de

arte, de poesía y ficción, de curiosidades

científicas, folletos y publicaciones perió­

dicas y volúmenes para bibliófilosTodos

ellos, y como inicio de una colaboración

que se presume duradera entre las ins­

tituciones mexicana y alemana, y mer­

ced a la intercesión amable de la direc­

tora del Centro de Información del

Goethe Institut Mexiko, Eva María

Hackenberg, han pasado a formar parte

para su consulta del Fondo Reservado

de la Biblioteca de México.

56 Biblioteca de México

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AL! C ALDERÓN"-

LA PALABRA ES UN TIGRE EN EL PASTIZAL DEL OJO

LA GENERACiÓN POÉTICA DE LOS SETENTA

La historia de la poesía mexicana es la de una desmesura. Sus protagonistas son innumerables, muchos los libros de éstos y la totalidad de los poemas imposible de cuant ifi car Cada día la suma crece y se dispara casi al infinito. Por tal motivo, la critica y los estudiosos de la litel-atu l-a han deci ­dido analizar nuestra poesía a la luz del operativo con­cepto de generación, entendido éste no como aquel grupo de individuos nacidos durante un ciclo de quince años, a la manera de José Ortega y Gasset. sino como un con­junto de sujetos nacidos en una década determinada; la poesía reciente de México ha sido tipificada de acuerdo con esta convención. Tal vez este fenómeno dio inicio con la antología Poetas de uno generación (1940- I 949), de Jorge González de León, con prólogo de Vicente Quirarte. En ella se agrupa a poetas nacidos en los cuarenta. Entre ellos podemos contar a Marco Antonio Campos, Eisa Cross, Francisco Hernández, David Huerta y Ricardo Yáñez. La antología Poetas de uno generación (1950- I 959) de Evodio Escalante, reúne a los poetas nacidos en la siguiente década. Esta tradición es continuada por la anto­logía Eco de voces, de Juan Carlos H. Vera, publicada en 2004, en donde se convoca a cien poetas nacidos entre 1960 y 1969. Las muestras de poesía que antologan a los poetas nacidos en los setenta intentan recuperar la gene­ración de quince años y la lista de los ahí reunidos se ini­cia, invariablemente, con Jorge Fernández Granados (1965) para concluir ya sea con Juan Pablo Vasconcelos (1978) o con Hernán Bravo Varela (1979).

Toda historia literaria presupone una antología inmi­nente, pensaba Alfonso Reyes. Por lo anterior, estos tra­bajos, además de funcionar como un efectivo medio de legitimación, también muestran uno imagen del paisaje poético y una tradición literaria. Las recopilaciones ya ci­tadas han desempeñado, sin duda, esa labor

Las antologías que recuperan la generación de poetas novísimos son El manantial latente de Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo; Árbol de variado luz de Rogelio Guedea; y Mós vale sollozar afilando lo navajo, de Cuiria ediciones, con prólogo de Eduardo Langagne.

En el estudio y clasificación de la poesía mexicana, en ensayos criticos, reseñas o antologías, puede variar la apli­cación pero nunca el uso del concepto de generación. En este texto abordamos, mediante un breve muestrarib y ciñéndonos a tal convención, a los poetas mexicanos nacidos entre 1970 y 1979.

• Alí Calderón. Becario de la primera generación, en el área de poesía, de la

Fundación para las Letras Mexicanas. Ganador del Premio Interuniversitario

de Ensayo del estado de Puebla, en 2003. Fue merecedor del Premio Nacional

de Poesía Ramón López Velarde en 2004.

11 Los poetas nacidos en los setenta son también

conocidos como " la generación de Tierra Adentro", pues fue bajo el auspicio de esta revista y de su fondo edito­rial que su obl-a fue difundida por pl-imera vez a lo largo del país. No por nada aparecieron, bajo este mismo sello editorial , las antologías de poesía Poetas de Tierra Adentro I y 1/, con se lección y prólogo de Héctor Carreta, y Poe­tas de Tierra Adentro fll, de Thelma Nava, publicadas en 199 1, 1994 Y 1997 respectivamente. Este distint ivo de "generación de Tierra Adentro", sin embargo, es I-educi­do y limitado; no describe, en sentido estri cto, a los poe­tas nacidos durante los setenta.'

En 2002 Conaculta publiCÓ la antología El manantial latente. Muestra 'de poesía desde el ahora 1986-2002, donde se recoge, a gusto de los antologadores, además de la poesía de algunos autores de los sesenta, el traba­jo de los supuestos 22 mejores poetas de los setenta en México. El trabajo crítico que antecede a los poemas, aunque rebasa por momentos los límites de lo ridículo, ' ofrece un panorama amplio respecto a la poesía joven, sus influencias, los libros más leídos por ellos, sus poetas predilectos,' etcétera.

Simultáneamente con El manantial latente y sin con­tacto alguno con sus antologadores, Rogelio Guedea publicó en la Universidad de Colima, en 2003, el libro Árbol de variado luz.Antología de poesía actual 1992-2002. Esta publicación, con mayor seriedad critica, reúne a 17 poetas nacidos durante los setenta, así como algunas notas respecto a sus poéticas y visión sobre la poesía.

En 2004 apareció el libro Mós vale sollozar afilando lo navajo. Antología extraoficial de poesía, que recopila poe­mas de 23 poetas de los setenta que no habían sido debidamente reconocidos a pesar de los varios rasgos de calidad de sus obras.

, Poco a poco estos poetas se legitiman. Esta legitimación. sin embargo. no en

todas las ocasiones está sustentada en la inmanencia del texto artístico. Al

trascender este ámbito tal legitimidad se desvirtúa y genera. como ya lo ha

hecho en el pasado con varios personajes. poetas inflados que no son. de nin­

gún modo. portavoces del espíritu y la sensibilidad de nuestra época. Esta

corrupción crea un prestigio deslavado y raído.

¡ Los antologadores de El manantial latente. de manera irresponsable y teóri­

camente poco lúcida, descalificaron a más de 170 autores nacidos en los se­

tenta llamándolos "poetas en ciernes". Más que una muestra de poesía. esta

antología parece el intento de afinmación y autolegitimación de un grupo cul­

tural determinado.

) Según los datos arrojados por una encuesta de El manantial latente, los poe­

tas más leídos por estos autores son, en otros idiomas, Dante, Rimbaud, Eliot

y Pessoa y, en nuestra lengua, Góngora, Quevedo, Vallejo y Paz. Los poetas

mexicanos más frecuentados por esta generación serían. el propio Paz,

Gorostiza y López Velarde. Para ellos, los poetas vivos más reconocidos son,

David Huerta, AIí Chumacero y Eduardo Uzalde.

57 Biblioteca de México

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111

Más allá de la gran diversidad y pluralidad de esta gene­ración, pueden advertirse rasgos comunes en la obra de los poetas. Se trata de una generación que tiene aún, como diría Harold Bloom, a Octavio paz como padre poético. Su influencia es todavía una losa pesada y una guía ineluctable: la explotación de la imagen continúa siendo lopis onguloris de la composición; El orco y lo lira es el texto crítico de cabecera y, se comparte con el padre el noble anhelo de universalidad. La casi totalidad de los poetas esconde, bajo el maquillaje y la preciosa máscara del cosmopolitismo: el doloroso y sutil yugo de la colonialidad del saber. En este sentido, más allá del marxismo ortodoxo de Ó scar de Pablo, no se observa en estos autores una preocupación manifiesta por la rea­lidad social y su t ransformación.

Formalmente, según Heriberto Yépez, " la poesía me­x icana, sobre todo la más joven, aquella que podríamos llamar Generación de Tierra Adentro, tiende a ser conser­vadora" (Yépez, 2004: 142). En los poetas de la genera­ción de los setenta no se encuentra todavía un manejo dúctil de la lengua. Por ello reconocemos, contrastando con poetas de los cuarenta o cincuenta, el poco trabajo innovador, sobre todo en lo que se refiere a la sintaxis. Esta pobreza de construcción se evidencia, como en nin­gún otro momento, cuando se introducen comparacio­nes al discurso. El fastidioso y casi soez uso del adverbio "como" se ha convertido en un lastre lamentable de nuestra poesía, con sus pocas y afortunadas excepciones, por supuesto. Podemos hablar de una generación, nue­vamente, bajo el signo del escepticismo. En este sentido, seguimos a Jorge Fernández Granados cuando afirma, como rasgo esencial de la poesía joven de México, el cansancio estético.

Es digna de resaltar, asimismo, la tendencia en estos poetas a desaparecer las marcas del sujeto de la enun­ciación. Este tipo peculiar de focalización torna el texto impersonal e intelectualista. Por otro lado, en algunos miembros de la generación se puede advertir claramen­te la intención de crear textos emotivos, intensos, de tono confesional, en donde el aspecto esencial es radical­mente opuesto al anterior; se t rata de textos en los cua­les, en lugar de desaparecer, el sujeto lírico se afirma.

Podemos preguntarnos también, ¿dónde tiene sus raí­ces el discurso de estos poetas? La respuesta, por su­puesto, es muy compleja, pero un acercamiento a su elu­cidación sería referirnos a los creadores mexicanos vivos que han ejercido, ya sea mediante talleres literarios o la simple lectura, una influencia en la poética de los autores de los setenta. Éstos serían David Huerta, Eduardo Milán, Ricardo Yáñez, Saúl Ibargoyen, Juan Domingo Argüelles, Eduardo Langagne, José Vicente Anaya e incluso los poe­tas de la generación inmediatamente anterior como Jor­ge Fernández Granados y Mario Bojórquez.

Luigi Amara sostiene que la cultura popular de nues­t ra época es más influyente que la tradición poética. Puede ser, pero la continuidad de esa tradición es ine­luctable.

• "La debilidad clásica, casi congénita. de la conciencia nacional de los países

subdesarrollados no sólo es la consecuencia de la mutilación del hombre colonizado por el régimen colonial. Es también el resultado de la pereza de la

burguesía nacional, de su limitación, de la formación profundamente cosmo­

polita de su espíritu: ' (Fanon, 1973: I 36)

IV

Los poetas de la generación de los setenta son numero­sos. Hay, sin embargo, un grupo de autores más o menos bien definido. Se trata de aquellos que han publicado en editor iales de prestigio, han obtenido diferentes premios y se mantienen vigentes en revistas, periódicos o suplemen­tos culturales, en pocas palabras, los que poco a poco van legitimando su quehacer. Pero a esta legitimación, por supuesto, no siempre es inherente la calidad. El reconoci­miento de una obra poética depende más de la difusión y promoción cultural, del amiguismo y el respaldo de una mafia o grupo de poder, que de los propios méritos del texto. Son muchos los poetas de los setenta que, en el inter ior del país, están produciendo buena poesía.

A pesar de ello, la poca información y la soberbia de los críticos, poetas e instituciones culturales del centro, mantiene a estos autores en el ostracismo.

A continuación un brevísimo muestrario de los poe­tas de esta generación. Esta relación no es definitiva ni tiene la intención de instaurar o excluir a los poetas naci­dos en los setenta. Tiene el propósito, más bien, de pre­sentar rápidamente algunas nuevas voces de la poesía mexicana.

1970

OFELlA PÉREZ SEPÚLVEDA (Guadalupe, Nuevo León) ha sido becaria del Centro de Escritores de Nuevo León, merecedo­ra del Premio Regional de Poesía Joven 1995 y el Premio Poe­sía Joven de Monterrey 1993. Es una poeta artificiosa en el mejor sentido, con imágenes en ocasiones crudas (heredas una ciudad viniéndose gris sobre tu cuerpo) pero que ha logrado varias virtudes en uno. de sus mejores poemas, paul celan y alto el pensamiento como u;' árbol:

Ningún testigo, Celan ha de arrebatar esta hendidura, este clamor irreversible que es la espera.

En vano afilamos nuestros cuerpos. Porque ninguno empuja el marco de la puerta, ninguno desatornilla las ventanas, mucho menos asalta el correo con postales y boletos.

Venir desde la noche con el frío consenso de nombres que pasan como hojas de afeitar en las esquinas de tu brazo, justo en el ángulo de los días y la dicha.

Qué agónica presencia la del arpa que tensa te combate.

(Pérez Sepúlveda, 1997: 60)

MÓNICA NEPOTE' (Guadalajara) . Su poesía es musical (A esta mujer la sangre se le fuga / en un torrente de tardes en el pasto) y sus mejores poemas son aquellos que, haciendo desaparecer al yo lírico y recurriendo a los versos largos, presentan ese to­no solemne y sobrio que dota a sus textos de gran atractivo;

El escalador Su lenguaje esquivo se adivina en las plantas maltratadas. Cuidadoso, deposita pasos en la tierra y nace el muro,

[delicada

s Libros: Trozos de noche herido e Islorio.

58 Biblioteca de México

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insinuación al descenso.

Bicho que se adhiere a las cosas tibias. Maleante de la

[sombra ensimismada. Dedos que ocultan objetos en las bolsas,

[chucherías que se le unen y son suyas.

Mago de la fuga. Destripa los sueños de muchachas suaves;

descubrirlo es la cicatriz más ardiente del desvelo.

(Guedea, 2003 87).

SERGIO BRICEÑO' (Colima) es un poeta de amplio trabajo. En

200 I se hizo merecedor del Premio Internacional de Poesía

Salvador Díaz Mirón. Una de las vetas de su poesía, la amoro­

sa, mediante la connotación, es decir. la matización afectiva,

consigue aprehender lo poético.

No tengas prisa

cuando haya una mujer

Siente cómo en su garganta

se atora tu mirada

Habla quedo cuando

con ella hables

Inhala su perfume

y observa la manera

en que mueve sus labios

si algo dice

Hay un acento en su lengua

que te recuerda el mar

En lo que su vestido

no alcanzó a cubrir

imagina tu mano

Muerda sus pechos tu vista

Tiene otra carne su carne

Algo que a ti perteneció

así es que en ella piérdete

y sin dejarla hablar

mantenla en su silencio más lascivo.

(Briceño, 2003: 20)

Otros poetas nacidos en 1970 son María Vázquez Valdés,

Víctor Ortiz Partida, Refugio Pereida.

1971

JULlÁN HERBERT' (Acapulco) es uno de los poetas con mayor

prestigio de esta generación. Después de haber sido becario

del FONCA en varias ocasiones y haber publicado distintos

poemarios, su voz se aprecia sólida y original. Su poesía, aun­

que formalmente poco cuidadosa, alcanza lo poético y lo con­

sigue tornando lírico lo habitual. Al crear en sus textos lJna

especie de historiografía de la vida cotidiana, algo cercano a la

microhistoria, sus poemas son herederos, si bien no concien­

temente, de Chetumal Bay Anthology de Luis Miguel Aguilar:

• Libros: Corazón de agua negra: Catorce Fuerzas: Ella es Dios; Náqar. , Libros: Claves de Alejandría: Chili hardcore; El nombre de esta casa: El cielo es el naipe; La resistencia.

Tuve esa novia,

una tan dulce que

yo gastaba mi puño en robos

de chocolate para ella

y hasta rogué olvidarme

de lo que soy ahora: sí,

como árbol seco

pedí que me talaran con su amor

Ella tenía ese nombre feo, los

hombros anchos, ella era

muy bajita, pero reía de un modo

que la volvía más alta,

y había nacido en el desierto de Mayrán;

por las mañanas estudiaba para ser

secretaria,

con sus hombros tan anchos y las uñas

esmaltadas de violeta y amarillo.

y fuimos muy felices, hasta que me dejó

para casarse con el chofer que hoy la maltrata.

(Herbert, 2002, 30)

Este tipo de poesía, dentro de la misma generación, es trabajada

por Guillermo Carrera (Ciudad de México, 1974) en Repugnan­tes ángeles humanos, de ediciones Alfo~a.

LUIS VICENTE DE AGUINAGA' (Guadalajara), también con gran

prestigio y presencia en el medio literario fue, en 2004, el pri­

mero de la generación de los setenta en ganar el Premio Na­

cional de Poesía Aguascalientes. Escribe una poesía que, en

algunos momentos, se acerca a la sensibilidad del igualmente

tapatío Ricardo Castillo. Aunque también aborda temática­

mente el fracaso y la desolación de la vida cotidiana echando

mano del humor. su discurso se cifra en un registro lingüístico

más elevado. Sus temas, igualmente, son diversos.

Dos coches Entre dos coches

acaso mal estacionados, o bien, o no me importa,

paso apenas, ladeándome,

y alcanzo el otro lado de la calle

al alcanzarte a ti, que me llamabas

desde que no había coches, o calles, o no tendría por qué

importarnos.

Dos coches, Bien o mal

habrá quien los encienda, los conduzca,

se deje conducir sobre sus ruedas

y llegue aquí, diciéndose: "Llegamos".

Uno y otro

llegaron tal vez juntos, juntos

habrán salido de la misma casa

o se habrán desprendido, hace un millón de años,

de un mismo hierro primigenio.

Por eso tan reunidos.

Por eso, junto a ti,

sin calle, o sí, o ya no me importa,

espero que no dejes de llamarme.

, Libros: Noctambulario; Nombre: Piedras hundidas en las piedras; El agua circu­lar; La cercanía.

59 Biblioteca de México

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LUIGI AMARA (Ciudad de MéXICO) Estudió filo­

sofla Ademas de habel' Sido becano de distin­

tos pl'ogramas en dlvel'sas ocasiones ha Sido

ganadol' del PI'emIO NaCional de Poesla Joven

Ellas Nandlno. en 1998, aSI como del Cellamen

Intemaclonal de Poesk1 Manuel Acuiia en 1995. Su poesla esta cel'CJna al pensamiento onental

e In'pl'egroada por' una especie de poetlo del

\\u .',el, de la l'laCClon. Basados en la cUidadosa

detenida obsel' ¡aclon del mundo, sus poemas hacen caSi una

I'enexlón fenomenologlca.

El paróSlto

Nada como el deleite de contemplar la acción

y no movel' un dedo:

estar' completamente absor-to

y en silenCIO

Siguiendo el hilo del evento mas nrmio.

Nada como apoyar el rostro en el marco del vaho,

con boca, frente y manos cual siniestras ventosas,

mirar la gente que cruza,

sucediendo despacio:

la distorsión de la calle en las gotas del vidrio.

Estoy viviendo el gozo de un bostezo muy largo.

Contento en mi postura,

en la pesantez de mi carne,

nada se escapa, con nada se interfiere,

me place la manera en que me pego al vidrio,

cómo el cuerpo se adhiere,

se adelgaza:

sonriendo inútilmente

me descubro t ranslúcido.

(Lumbreras/ Bravo Varela, 2002: 243)

MARÍA RIVERA" (Ciudad de México) ha sido

becaria de distintas instrtuciones, entre ellas

del Centro Mexicano de Escrrtores en el

periodo 2000-2001. En 2000 obtuvo el Pre­

mio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino.

En 2005, con el poemario Hoy batallas, fue

merecedora del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Su

poesía muestra una sensibilidad exquisrta y fina, Su verso es lím­

pido y bien trabajado, domeñado por una solemnidad a medio

camino, por su fuerza y autoridad, entre los discursos mftico y

poético:

Bajo el árbol de la noche la escritura fragua la luz,

consume la piedra que sostiene el mundo,

El párpado, donde eres signo sin sonido, escribe

Este tiempo no es el tiempo, es

gota aterida que lenta se desangra,

dice,

día: viste mi noche con antorchas, dame

la mirada, el orden, la precisión:

el instante va, viene, puebla ya otra tarde,

Atada está mi mano y mi escrrtura, mide ya

su íntimo naufragio,

Otr'OS poetas de 197 I son Susana Zal'agoza,

Gaspal' Orozco y Estr'ella del Val le.

1972

DANIEL TELLEZ (Ciudad de MéXICO), alejado de

grupos y mafias cultu l'aJes, fue mel'ecedor del

Pr'emlo Nacronal de Poesla Joven Ellas Nandlno

en 200 I por- el poemano El arre oscuro. Hay en

sus textos cler'to coqueteo con el neobarToco y (

una sensación de lo Intnncado:

De ralces surTado canta seco, ariJol de octu­

bre exhala

desmenuza en el espacio de la Iluvra a la or-illa

todo es de simulacr'o desvarío. Playa ver-de

abr-e el agua

siembr'a de pr-ofundidad el r-umor del polen

único cardumen etrli co habítame

verdes arrugas confundan el recuerdo de la sangre

detenida.

(Té llez, 2004 27)

Tal vez este barroquismo se aprecie mejor en las siguientes

estrofas:

Cangrejo de despeñadero en los fiordos

también

En horma de tierra albardonada

alineado en barrancas y tiene cámara con branquias

Con retruécanos y criptogramas Bebra monta

una brama entre arbustos espinosos y

yermas extensiones áridas

hacia la página occisa y capital

(Téllez,2004b 65)

Llaman la atención los numerosos poetas de la generación de

los setenta cercanos al neobarroco que tienen como referen­

te obligado y básico a José Lezama Lima. Pero ¿por qué esa fas­

cinación por el barroco? AlejO Carpentie~ al respecto comen­

ta: "¿Y por qué es América Latina la tierra de elección del

barroco? Porque toda simbiosis, todo mestizaje, engendra un

barroquismo" (Carpentie~ 1980: 54). Dado lo anterior puede

esbozarse que el apego al neobarroco es más una cuestión

ontológica que estética."

ALEJANDRO PALMA" (Estado de México), con dos poemarios

publicados, ha construido una voz poética de norma coloquial.

Su trabajo aborda seriamente la experimentación para reco­

rrer los caminos de la antipoesía, Sus poemas muestran desen­

canto, desilusión, una visión dolorosa y casi grotesca sobre el

mundo, El humor patético y la constante sensación de estar

fuera de lugar crean una poesía sin asidero:

Lo mano sobre tu seno

La sinceridad nada en tu bebida

" Libros: El aire oscuro. " Todo fenómeno en América Latina debe ser estudiado bajo la lupa de la

colonialidad. Enrique Dussel, al pensar la filosofía de la liberación, ha dicho que

"es necesario formular una estética popular más allá de la publicidad y la

moda, como arranque de la liberación del signo y como expnesión de su

, Ubros: El dedr y la mancha; El cazador de grietas; Pasmo. " Ubros: Trasladón de dominio; Hay batallas.

(: 262) cohenencia neal" (Dussel, 200 1: 151). En este sentido, el neobarroco parecie­

ra ser el fundamento de esa estética de la Iiberadón, en franca oposición al cla­

sicismo helénico y al neoclasicismo de raigambne modema

" Ubros: Inédito; Nuncamente.

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aún no aprendemos a usar las uñas

tu lengua se enreda por todas partes

mientras mis alas bai lan colgadas

de las espinas de tu ramal

paranoia:

mi muerte en pedazos

deliciosa

BaJo los astros miro

los búhos que tiemblan.

enseñan esa parte de los sueños

con nocturnas sendas.

(Venegas. 2000 I 2)

GABRIEL BERNAL GRANADOS (Ciudad de MéxIco) es poeta.

simplemente genial. traductor. ensayista y ha cultivado tamblen el afOrismo. Fue

(Palma. 2003: 22) becarla del FideicomiSO Nacional para la Cultul'a Méxlco-

Estados Unidos. Su mejor poesía muestra la vll1:ud de la clal-I­

JORGE ORTEGA" (Mexicali). autor de varios poemarlos. es un dad y la mesura:

poeta bastante original. Su poesía. próxima al neobarroco. es

un canto épico. culto y formalmente límpido. El tono narrativo Piensa la fiar

de los poemas y sus referentes culturales. que indudablemen- para sus adentros

te recargan el sentido del texto. vuelven atractivos sus versos.

Yo. Jean Froissart. canónigo y tesorero

de la abadía de Chimay.

lego mis nobles y escasas pertenencias

a los vientos de toda Europa:

este que veis aquí. reducido a nada. labrado

por la minería de la congoja.

anduvo a pierna erguida notariando los picachos

de la gesta:

este que veis ahora. sarniento perdigón

de ensoñaciones.

tañó su gaita ante los hombres más refinados

de Occidente:

soy el que a la mañana siguiente ordenó izar

los estandartes

en la albahaca atmosférica de enero. cuando

los zagales

volvían de sus majadas con los cestos tu ll idos

de ciruela.

(Lumbreras! Bl'avo Varela. 2002: 286)

Otros poetas nacidos el mismo año son Rocío Cerón. A le­

jandro Tarrab y Kenia Cano.

1973

RICARDO VENEGAS" (San Luis Potos0. además de ser director

de la revista Mala vida. ha publicado en algunas de las mejores

revistas del continente. Ulrika de Colombia por ejemplo: su

poesía puede considerarse un canto místico:

En el bosque andas tú

con la paloma y el murciélago.

tendida en la verdura que resopla

donde un leopardo de la sed

ondea el agua con su lengua:

el verano es la isla

del mar embravecido,

un canto en la corteza de los pinos

que entierran sus raíces

al corazón del suelo.

A donde vayas t ú

se manifiesta el bosque . . .

" Libros: Crepitadones de Junio, Deserdón de los hábitos; Baladas para combatir la inanidón. " Libros: El silendo estó solo; Signos celestes; Caravana del espejo; Destierros de la voz.

El mundo se bifurca

y pal1:e en dos una ciruela

Es un ámbar que se abre

un error en la escritura

Mas el signo caligráfico

desmiente la palabra aquella que es la fiar

Tensa la simiente cuando no rompe la cuerda

no se arroba ni un instante

Coincide con la veta vertical

sut il cual suspicacia incierta.

(Lumbreras! Bravo Varela. 2002: 31 1)

De 1973 también son los poetas Dolores Dorantes, Luis

Enrique del Ángel y Pedro Guzmán.

1974

LUIS FELIPE FABRE" (Ciudad de México) ganó el premio de la

revista Punto de Partida en 1995. Su poesía es diferente: susten­

tado en el humor. su discurso pretende, mediante procedimien­

tos poco comunes como una cita bibliográfica o una enumera­

ción de incisos, acaso construir la poesía. Sus textos, alejados de

todo lirismo y cercanos al pensamiento automático, zigzaguean y

exploran caminos ignotos para acceder a lo poét ico.

Investigación de mercado

Una moneda, por el amor de Dios, una moneda,

que el dinero es el tema del mendigo y el mendigo

es el tema de esta investigación: ¿si el mendigo tuviese dinero

hablaría de asuntos menos mundanos? Pero he aquí

un tintinear de monedas en el interio r de una lata

de sardinas sin sardinas. ¿Y las sardinas7

Baratas y nutritivas: ricas en hierro, vitamina A y fósforo.

Un paladar exquisito diría que la sardina tiene un ligero

dejo a:

Metal sobado. b) Dinero rancio. c) Desayuno de mendigos.

¿Un mendigo es básicamente una alcancía?

(: 345)

ÁLVARO SOLis" (Villahermosa) estudió fi losofía y es

becario de la primera generación de la Fundación

para las Letras Mexicanas. En 2003 ganó el Premio

de Poesía José Carlos Becerra de Tabasco. Sus

" Libros: De persiana que se abre; Simuladones. " Libros: Vida quieta. " Libros: También soy un fantasma.

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mas son pr'ofundamente emotrvos. con la cUriosa viriud de vol­

ver~ por' alguna extraña r'azón. dl'amático y dolor'oso todo aque­

llo que enuncia. Su lenguale es cálido y su discul'so nos deja.

como lector'es. con esa sensacrón de humedad de una tarde en

los manglar'es. La largueza de su ver'SO. además. impl' ime ciel-to

tono solemne a su poesl'a

Hay esbozos de dolor pintados en las escamas del viento

puenos acnstalados que se asoman por' los vanos de las

[puer' tas

y vanos suplicios de qUienes han sido condenados pOI' la

[melancolía a

esparcll' sus penas

La ensoñación reSide en el astuto esparCimiento de los

[espermas

en la pmgenle que se albol'ota pOI' las tardes con la lluvia y

[en la sequía

con las tardes de quema de basura y de mosquitos

[enquistados en la piel

tal'des que se pmlongan hasta bien entl'ada la

y la he encontl'ado en otms labios que descubro

por la calle

y la he besado en otms rostms ligel'amente fríos

debo confesar que he salido a oscuras de su cuel'po

a cazar otms cuerpos

y en esos cuerpos sin lamentos ella está

más pmfunda todavía más cercana sin saberlo

como si esa carne extl'aña conociel'a ya

el I'umbo de mis manos. (Guedea. 2001 21,22)

JORGE ARTURO SÁNCHEZ (Ciudad de México) estud ió perio­

dismo en la UNAM Es becario de la pl' imera generación de la

Fundación para las Letras Mexicanas. Sustentada en la breve­

dad, su poesía busca siempre la palabra exacta y el concepto

pl'eciso. Tal vez en sus poemas podamos ver ya los fl'utos de

aquel trabajO de traducción del Haiku. para incorporarlo defi­

nitivamente a nuestra tradición. hecho por José Vicente Anaya.

[Impaciencia Conseja

hasta el sudor seco de las pieles Con el corazón hay que ser congruente

esas planicies que se extienden hasta los confines de la voz ponerle una cadena

más allá de los pita les y sacarlo a paseal'

de los ladndos de perros que salen al encuentro de los dos o tres veces por semana

[solita l'ios pal'a que no o lvide

de la somb,'a que se piel'de en los caminos que tiene que olvidar.

antes que el calol' penetre los poms de las hOjas de los (AAW" 2004 23)

[hombres

de las mandarinas y los naranjales También de 1974 son los poetas Hel'iberto Yépez. Armando

de las iguanas que son ramas que se mueven. Haro Márquez. César Si lva Márquez y Mónica González.

(Solís. 2003 6)

ROGELlO GUEDEA ' (Colima) es autor

de varios poemarios y de la antología

Árbol de variado luz. Antología de poesía

mexicano actual 1992-2002. En 2001

ganó el Premio de Poesía Rosalía de

Castro. Guedea apnehende lo poético

mediante la connotación. El lenguaje de

sus poemas es senci llo y cargado de

emotividad (que revivo yo el amor en mí/

que se enrede en el aire/ y que me asfi­

xie). discurso directo pleno de tensión; se trata de una poesía de

la experiencia. del amor. de la vida.

Debo confesar que la he visto desnuda

dormir con la luz encendida

derrotada al fondo de la cama sucia

entre las colchas manchadas por pleitos anteriores

debo confesar que otras bocas han pronunciado

sus más austeras cicatrices

y se han burlado conmigo de todas las lluvias

que carga tan lloradas

y la han maltratado como a una perra sarnosa

debo confesar que también desnuda se levanta

para ir al baño

y lee las cartas que le escribo cuando no estoy

cuando de algún modo me ausento

" Lrbros: Los dolores de lo come: Mrentros olvido: Senos sones y otros huapan, guitos.

1975

VíCTOR GARciA VAzQUEZ'o (Chiapas). Su poesía es de una gran

invocación y el manejo que hace de la imagen es casi insupe­

rable dentro de esta generación. Es un poeta renexivo en el

sentido de Dámaso Alonso. pues pone la técnica al servicio de

la intuición. En sus versos la selva. el erotismo y el amor son

construidos por un lenguaje pleno de candor:

Un Jaguar bañado de sol pasa corriendo entre tus piernas.

En tu espalda se esconde una manada de venados,

Parvadas de loros sobre tu hombm inventan el verde,

Canto verde, tierra verde: aire y sueños verdaderos.

Descienden

las serpientes de tu pelo

buscando las liebres que anidan en tu cadera,

En tu ombligo se esconden los lagartos.

Es un hervidero de vida el valle de tu cuerpo,

Tierra fértil. explosión de vidas: tierra de alegría.

(García. 2003: 5)

BALAM RODRIGO (Vi lla Comatitlán, Chis.) cursó la licenciatura

y la maestría en Biología en la UNAM, además de contar con

estudios teológicos, Su cercanía a la naturaleza, invariablemen­

te, lo llevó a la poesía, En 2004 fue merecedor del Premio

Chiapas de Poesía Raúl Garduño. Como casi todos los poetas

fronterizos del sur, Balam Rodrigo encuentra en la naturaleza

no sólo el brillo de la idea de lo bello sino, incluso, auténtico

sustento ontológico, Su poesía t iene la profusión de la selva y

aquella sensación barroca de nuestro paisaje:

lO Libros: Tejidos: Raíces de tempestad.

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Rumiar con los belfos prestados de la bestia el hábito lunar

que gangrena nuestras hor-as, nuestro cuer-po despoJo de

amaranto en la r ivera, hierba Impasible del que gime y del

que verba: Crotalarias baJo mi lengua, hormrgas lluvia sobr"e

la ceiba, untada espina la del aire en las hendas que me

agrietan,

(Balam Rodrrgo, 2004' 43)

Igualmente nacidos en 1975 son los poetas Lour-des Rangel y

Federico Vite ,

1976

PABLO MOLlNET (Ciudad de México) es editor y beca,-,o de

la segunda generaCión de la Fundación para las Letras

Mexicanas, En 1998 obtuvo el Premio N acional de Poesía Ra­

món López Velarde POI- el poemario Poemas del jardín y del

baldío, Su poesía es luminosa y cálida,

Ningún hombre fue amado POI- más ligera,

por más transparente

virgen de las aguas,

Soy un árbol que ilumina

una amarilla ingravidez de mariposas,

Este temblor. esta levedad

me tañe como el Sol

trozos de vidr io en el baldío,

¿Abrazo una columna de perfume.

una fuente fugitiva?

No me supe pobre

hasta que tuve entre las manos

el agua viva que es también su cara,

Todo lo hallo lastimoso,

la tez pálida del mundo,

su corazón de rosa incinerada,

Roce crista lino,

apenas distinto del silencio,

(Molinet. 2002 36)

Nacidos en el m ismo año son los poetas Elvia Navar ro, Édgar

Valencia y Claudia Puente ,

1977

JAIR CORTÉS"' (Calpulalpan, Tlax.)

ganó en 1999, el Premio de Poesía

Dolores Castro y el Premio de

Poesía Joven de Tamaulipas, Es autor

de seis poemarios y becario de la

primera generación de la Fundación

para las Letras Mexicanas, La poesía

de Jair Cortés es cerebral. intelec­

tua �. sin descuidar por ello la en;o­

ción, En sus textos se advierte un

ritmo que llega a ser vertiginoso.

producto. de acuerdo a la ley de la

rsomorfía, de la gran tensron e rntensldad en el plano de la forma

del contenido'

En ese Ciego rmpu/so

El OJO

sólo está enfer-mo,

nublado pOr- un trempo,

En el momento en que todo se rlumlna,

deja su ceguel"a atr-ás

e Inicia el I"econocimlento de su verdugo:

muere la neblina

y lo difuso del paisaJe,

A sí el corazón,

en ese ciego Impulso

t ambién sabe detener el galope,

cambiar la direCCión de su disparo

y entender" el bnllo de los cuel'pos

aun en lo más oscuro de la entraña, (Inédito)

Nacidos en 1977 son los poetas E. Oláiz y la ganadora del

Pr-emio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2003, Gabnela

AguilTe Sánchez,

1978

OMAR PIMIENTA (TiJuana) es un poeta de cultu l-a fronteriza,

Estudia en la Univ~rsidad Estatal de San D iego, Además de

escribil~ instala, Su poesía, de corte narrativo, está muy cercana

a la de El nombre de esto coso de Julián Herbert y al poema

"Autogol" de Ricardo Castil lo,

A mitad de los años 80 mi familia estrenó vaji lla de filos

dorados y denso decorado de fiares,

N unca comimos Juntos,

Por esos mismos años me vestía de camufiaje

desde las botas hasta la boina,

Coleccionaba cartitas de baseball como un junkie

y miraba las caricaturas con fe de ciego,

Mi hermano Marcos. el mayor. hacía cosas al otro lado

ocho horas diar ias por quinientos dólares semanales,

Mi hermana. Teresa, rizaba su pelo y delineaba sus ojos

como Madonna;

nunca compró ninguno de sus discos,

Escuchaba El Andariego mientras escribía en su diario de hojas

decoradas con tenues imágenes de paisajes y nubes,

Don Marcos perdió un dedo en una máquina trabajando

[para

US Elevators

Carlos. mi otro hermano, escondía sus libros bajo el asiento

mientras cruzaba a la escuela con pasaporte,

Mi madre leía la revista Hola para comentamos a cada uno lo

que le pasaba a la familia real o a Julio Iglesias y terminaba

diciendo: pobres de los Kennedy estón malditos,

(AA,W. 2004 36)

En 1978 también encontramos a poetas como Iván Treja. Juan

" Libros: Poemas del jardín y del baldío, Pablo Vasconcelos y Hugo García Manríquez, " Libros: Tormental; A la luz de la sangre; A por de piel; Despersario; Nubes des-piertas; Contromor,

63 Biblioteca de M éxico

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1979 Lumbr-eras. publicó la antologla El manantial latente. Muestra de

poesia mexicano desde el ahora: 1986-2002. Bravo Varela es un

ÓSCAR DE PABLO (Crudad de Méxrco) estudió Ciencras Po- poeta de gran ofrcio y madurez. sin gran emotividad o ideas

litrca5 en la UN."'r1. Es becar'ro de la pnmer-a generacrón de la

Fundacron par'a las LeVas Mexrcanas En 2004. con el poemar'io

Los endemoniados. obt uvo el Pr-emro Nacronal de Poesla Joven

Elras Nandrno. Óscal' de Pablo r-ecurr'e a la Irter'atura com­

pl'ometrda pal-a constr-urr- su unrverso poétrco. Pem en sus tex­

tos. ademas. se ad,iel-te gr'an interés pOI' la for-ma, par­

ticular-mente por' el endecasllabo. Su poesla no sólo se adscnbe

a la temano sOCIal srno que busca, prrmordialmente. la mela n­

colra como estado de ánrmo:

santiago

es mar'tes otr'a vez! otr-a vez llueve

es santrago de chile y es rnvremo

tú camrnas como un árDol srn sombr-a

absor-ta en el silencro/ inexor'able

como una sola nota sostenrda

es mar-tes otr-a vez! otra vez llueve

el crelo enorme nada vientre arriba

trrste y azul mucho antes de SI mismo

yo sé que donde estés/ en cualquier parte

será también inviemo y será martes

ser'ás agua de estre lla desde nunca

serás amarga niebla hasta perderte

y una lengua de sombra irá escribiendo

su música de leche por tus senos.

(De Pablo, 2004: 35)

FRANCISCO ALCARAZ" (Cu­

liacán) editor de la revista

Textos. Ganó el Premio Na­

cional de Poesla Joven Ellas

Nandino en 2002 con el

poemario Lo muso enfermo. En su po es la se observa uni­

fonmidad en la textura del

lenguaje. es decir. dominio de

la fonma. El verso de Alcaraz

es consistente y con gran

fuerza i1ocucionaria (Lo pala­bro es un tigre en el pastizal del ojo). Este poeta se mues­

tra no sólo como dueño de sus recursos sino como poseedor

de un registro lingüístico elevado,

Mi muchacha crece en el más alto grado del fuego, Su des­

nudez es la medida de todas las cosas. En la simetría del

hombro la noche confinma su divina arquitectura,

Eléctrica nube del azoro. cielo cargado de silencios precisos.

Toda la noche llueve,

(Alcaraz. 2002: 17)

HERNÁN BRAVO VARELA," además de su trabajo como traduc­

tor y ensayista, ha publicado tres poemarios, En 1999, con

Oficios de ciego pertenencia, obtuvo el Premio Nacional de

Poesía Joven Elías Nandino. En 2002, en coautoría con Ernesto

lJ Libros: Los endemoniados. l< Libros: Lo muso enfermo, " Libros: Oficios de dega pertenenda; Nueve poemas; Úlmlllión,

deslumbrantes, pero SI con gr-an conciencia de la forma:

Refractada en el aista l, otra figura.

A una fiama, en el gradiente de su tinta,

se le aplica una música de fiautas

y al momento de aleJar'se en tenue vaho,

artrcula y desvanece el alquimista

abedules, pasadrzos con espeJos.

"En la sombr-a no hay más luz que en sus inicios".

y al decrr drcha sentenc ra desde el templo

nada sigue al surtidor sr no penumbras

de los pájar-os y gr-ecas a distancia.

(Br-avo Vare la, 2004 15)

Otros poetas nacidos en 1979 son Francisco Meza. Gustavo

A latorre, Verónica Estay, Ana Cinthya Ur-ibe, Úlber Sánchez

Ascencio. Daniel Zetina y Luis O vidio Rlos.

BIBLIOGRAFíA

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64 BIbIloteca ele Múleo

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La Presarví

Archivos

ovisualeí '•cMn da la Memoria Audiovisual en ta 1« I Digital

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Documentación de archivos de televisión

Branko Bubenlk,TV Archive HRT, Croacia

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de archivos audiovisuales Tedd Urrws, NRK. Noruega

Documentadón audiovisual para la producción de informativos

IHans Fríedrík Dhal, Universidad de Oslo, Noruega

DIgItalización de acervos sonoros en una fonoteca naclonai

Stefano Cavaglieri, Fonoteca Nacional de Suiza

Documentación de documentos

i Del 11 a l l f de noviembre de lOOf

Catalogación de acervos sonoros Lourdes Ayluardo, Radio Educación.

México Sergio Sandoval. Radio Educación, México

Conservación preventiva de materiales sonaros y audiovisuales

Dietrich Schüller. Phonogrammarchiv de Austria

Femando Osorio, Radio Educación, México

Uneamientos para la transferencia analógico digital de arclúvos

REVISTADEL4 ra

IvánTrujiBo Bolio, Director de la Filmoteca de la UNAM, México

Coni ación y gestión de archivos ale

Soiange Zúniga, profesora, consultora en conservación preventiva para bibliotecas,

archivos y museos, Brasil I

Tutonal impartido por Kevin Bradley, Archivo Nacional de Imagen y Sonido,

Australia

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Al poeta indiviso le toca testificar entre nosotros la doble voca­ción del hombre.Y levanta ante el espíritu un espejo más sensi­ble a sus posibilidades espirituales. En su mismo siglo evoca una condición humana más digna del hombre original.Asocia, en fin, con mayor intrepidez el alma colectiva a la circulación de la energía espiritual en el mundo... Frente a la energía nuclear, ¿bastará la lámpara de barro del poeta para su intención? - S í , si del barro se acuerda el hombre.Y, para el poeta, es bastante con ser la mala conciencia de su tiempo.

Saint-John Perse Alocución al recibir el Premio Nobel el 10 de diciembre de 1960.