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Homenaje al Prof S. Lasso de la Vega Horacio, Ε. 120: el libro como "hijo" Francisca MOYA Al Prof Lasso de la Vega, para quien los libros eran la mitad de su alma, In memoriam. § 0. La epístola que cierra el libro primero de las Epístolas de Horacio ha sido objeto de interesantísimos comentarios y perspicaces interpretaciones, coincidiéndose en la actualidad en una casi idéntica lectura. Los comentarios mantienen una serie de explicaciones que. por evidentes, permanecen inalteradas, aunque han ido enriqueciéndose con las aportaciones de sucesivos filólogos. Se está de acuerdo en que Horacio se dirige al libro como si se tratase de una persona, con la que establece un elocuente diálogo, y se defiende hoy unánime o casi unánimemente que esa persona sea un esclavo, un puer delicatus. Pese a valorar de modo especial la labor de los intérpretes, me parece, sin embargo, que existe la posibilidad de aportar alguna relativa y significativa novedad a la lectura de esta epístola; no en balde es un poema que sirve de cláusula a un libro, lugar destacado al que suelen los poetas confiar mensajes importantes 1 . En este poema, que sirve de feliz síntesis de una serie de tópicos relacionados con el libro y que se erige en modelo a imitar por quienes acerca del libro van a tratar desde casi su misma época 2 , pudo Horacio recrear —adecuadamente— de acuerdo con la naturaleza de su obra, una metáfora de ilustre ascendencia, y gracias a ello exponer ideas destinadas a perdurar y a ser reformuladas de modo semejante. § 1. La hipótesis que sostengo, el que en esta epístola nos hallamos ante la metáfora del libro no sólo como un ser vivo, sino como "hijo"', no es, como es lógico, del todo nueva; ya fue atisbada, aunque también rechazada o no especialmente defendida. Trataré de apoyarla, aunque previamente haré un breve recorrido, seleccionando las estaciones más representativas, por la historia de los comentarios a esta epístola. Comenzaré con unas palabras sobre su contenido. § 2. Ha acabado el poeta su libro, su rollo, y contempla, como nosotros lo hacemos, que ya la obra —su libro— tiene vida; que es un ser independiente del autor. Como si se tratase de un joven, Horacio lo observa y siente sus pensamientos y adivina sus reacciones y establece con él un sabroso diálogo. Es evidente que el libro quiere irse de las manos del poeta 3 ; Horacio lo conoce bien, y sabe que "está mirando" hacia el lugar en que se encuentran las tiendas de libros; allí se quiere mostrar a los 1 Es algo en lo que se está de acuerdo; baste en el caso de Horacio recordar el Exegi monumentum de Carm. III30. 2 Cf. por ej. A.P. VI, 62, 63 y 64, IX 251, Cat. 1 y 22, Tib. III 1, ν sobre todo Ov. Tr.ll, Mart. I 3, II 1, III 4, IV 86y 89, XI, XIV 37. 3 IV. 1-2: Vortumnum Ianumque, liber, spectare videris,' scilicet utprostes Sosiorumpumice mundus. 281 & fírfn i ¡f fn U. IJ'i. L-I . f , y Λ λ _ ,j • / ,-. β

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Homenaje al Prof S. Lasso de la Vega

Horacio, Ε. 120: el libro como "hijo"

Francisca MOYA

Al Prof Lasso de la Vega, para quien los libros eran la mitad de su alma,

In memoriam.

§ 0. La epístola que cierra el libro primero de las Epístolas de Horacio ha sido objeto de interesantísimos comentarios y perspicaces interpretaciones, coincidiéndose en la actualidad en una casi idéntica lectura. Los comentarios mantienen una serie de explicaciones que. por evidentes, permanecen inalteradas, aunque han ido enriqueciéndose con las aportaciones de sucesivos filólogos. Se está de acuerdo en que Horacio se dirige al libro como si se tratase de una persona, con la que establece un elocuente diálogo, y se defiende hoy unánime o casi unánimemente que esa persona sea un esclavo, un puer delicatus.

Pese a valorar de modo especial la labor de los intérpretes, me parece, sin embargo, que existe la posibilidad de aportar alguna relativa y significativa novedad a la lectura de esta epístola; no en balde es un poema que sirve de cláusula a un libro, lugar destacado al que suelen los poetas confiar mensajes importantes1. En este poema, que sirve de feliz síntesis de una serie de tópicos relacionados con el libro y que se erige en modelo a imitar por quienes acerca del libro van a tratar desde casi su misma época2, pudo Horacio recrear —adecuadamente— de acuerdo con la naturaleza de su obra, una metáfora de ilustre ascendencia, y gracias a ello exponer ideas destinadas a perdurar y a ser reformuladas de modo semejante.

§ 1. La hipótesis que sostengo, el que en esta epístola nos hallamos ante la metáfora del libro no sólo como un ser vivo, sino como "hijo"', no es, como es lógico, del todo nueva; ya fue atisbada, aunque también rechazada o no especialmente defendida. Trataré de apoyarla, aunque previamente haré un breve recorrido, seleccionando las estaciones más representativas, por la historia de los comentarios a esta epístola. Comenzaré con unas palabras sobre su contenido.

§ 2. Ha acabado el poeta su libro, su rollo, y contempla, como nosotros lo hacemos, que ya la obra —su libro— tiene vida; que es un ser independiente del autor. Como si se tratase de un joven, Horacio lo observa y siente sus pensamientos y adivina sus reacciones y establece con él un sabroso diálogo.

Es evidente que el libro quiere irse de las manos del poeta3; Horacio lo conoce bien, y sabe que "está mirando" hacia el lugar en que se encuentran las tiendas de libros; allí se quiere mostrar a los

1 Es algo en lo que se está de acuerdo; baste en el caso de Horacio recordar el Exegi monumentum de Carm. III30. 2 Cf. por ej. A.P. VI, 62, 63 y 64, IX 251, Cat. 1 y 22, Tib. III 1, ν sobre todo Ov. Tr.ll, Mart. I 3, II 1, III 4, IV 86y 89, X I , XIV 37. 3 IV. 1-2: Vortumnum Ianumque, liber, spectare videris,' scilicet utprostes Sosiorumpumice mundus.

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compradores, una vez que los Sosios. editores-libreros, hayan completado su tarea4. Quiere marcharse porque le desagrada —odia— la vida que lleva y ansia otra nueva5. Horacio, por su parte, hubiera querido que fuese "diferente", pues no lo crió para eso. para que se ofreciese a la venta y fuese de todos, y sobre todo tan pronto. De ahí la desengañada reacción y sentencia: «Huye, vete corriendo a donde te ilusiona marchar», aunque le advierte que no habrá posibilidad de regreso6. Sin embargo, en los versos siguientes, preciosos, observamos que desea con toda su alma retenerlo, y para ello acude Horacio, literaria, sentidamente, a advertirle de que se arrepentirá : le advierte de los peligros que le aguardan y le manifiesta las diferencias que existen entre ser joven o viejo. Seguirá advirtiéndole de que «le pueden hacer mucho daño»; que será estimado en Roma mientras sea "novedad"; que luego estará sucio, manoseado por las manos del vulgo, o apacentará polillas, enemigas del arte8, o que se le querrá enviar a Útica —lo que él intentará esquivar— o, atado, sin posibilidad de eludir este destino, lo será a Ilerda; en fin. que no será leído con interés9. Después de unos versos1" que sirven de pausa y enlace y dejan en suspenso la tensión dramática11, continúa el poeta advirtiendo al libro de otros males'2, de que cuando sea anciano irá a dar en los pobres arrabales para ser mal usado por los muchachos, naturalmente indoctos, despreocupados de la obra en sí, que la leerán13.

En la segunda parte de la epístola, dando también luz sobre el fundamental papel que ostenta ésta en la obra horaciana, se encuentra el retrato físico y espiritual del poeta. Horacio quiere que su libro hable de él cuando más gente lo oiga; en ese momento debe decir de quién era hijo, de sus virtudes y méritos, de sus amigos, de su físico y de su carácter, y hasta de sus años14; son diez versos —de un total de

4 Deberá ser alisado; luego, las páginas —sélides— pegadas, precisarán que sus bordes sean igualados, "afeitados" por la pómez, así quedará hermoso, pumice mundus (v.2). 5 IV. 3s.: odisti clavis etgrata sigillapúdico, paucis ostendi gemís et communia laudas. 6IV. 5s.: non ita nutritus. fuge, quo descenderé gestis. non erit emisso reditus tibí.

IV. 7 ss.: (...) quid miser egi? quid volui? dices, ubi quid te laeserit; et sciS' in breve te cogi, cutn plenus languet amator. quodsi non odio peccantis desipit augur, carus eris Romae, doñee te deserat aetas; contrectatus ubi manibus sordescere vulgi coeperis, aut tineas pasees taciturnus inertis, aut fugies Uticam, aut vinctus mitteris Ilerdam. 8 Inertis (tineas inertis,\. 12) significa sin duda 'enemigas de arte', evocando Horacio el epigrama (Λ.Ρ. IX 251), en que "enemiga de las Musas" se llama a la 'carcoma".

' Así se deduce de in breve te cogi. 10 IV. 14 ss. ridebit monitor non exauditus, utille, qui male parentem in rupes protusit asellum iratus: quis enim invitum servare laboret?

" Suponen un "respiro", una pausa. Desde luego, al tono de la epístola conviene el ejemplo, la fábula, aquí la de un asno, y el ridere; los tonos habían alcanzado una gravitas poco decorosa; de ahí el cambio en el verso 14 y la posición inicial de ridebit en el hexámetro, aunque —y como es igualmente normal— no se elude la sentencia lleno de amarga ironía (quis enim invitum servare laboret?, v. 16). u IV. 17 ss. hoc quoque te manet, utpueros elementa docentem/ oceupet extremis in vicis balba senectus. 13 Horacio es testigo de que los rollos sólo se escribían por una cara, por el recto, y que la otra se utilizaba para que los niños hiciesen ejercicios o garabateasen, etc. (Cf. Mart. IV 86, 11, VIII, 62). Esta epístola muestra, además, la quintaesencia de los rasgos definitorios de la materialidad del libro, que antes de Horacio aparecen en especial en la Antología griega y lo ostentan en la literatura latina Catulo o Tibulo, y luego Ovidio o Marcial. Referencia a la pómez, a las cajas en que se guardaban los rollos, a cómo se estropeaban los libros, cómo se envolvía el rollo después de leído, cómo la vejez llega a los libros, y cómo los libros de viejo van a parar a las manos del sórdido vulgo; también están los enemigos de los libros, la polilla, y se comprueba que el pergamino se escribía normalmente por una sola cara, y que la página en blanco (el verso), de los libros viejos o de poco valor, se utilizaba en las escuelas para enseñar las letras a los niños. 14 Cum tibí sol tepidus pluris admoverit auris,' me libertino natum paire et in tenui re maiores pennas nido extendisse loqueris, ut quantum generi demás virtutibus addas; me primis urbis belli placuisse domique;

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Horacio, Κ. / 20: el libro como lujo "

veintiocho de la epístola— hablando el libro del autor, dato que —adelantamos— nos parece de por sí no despreciable.

Este resumen constituye una lectura lineal del poema y es evidente que Horacio quiso decir muchas más cosas, como hoy. tras una dilatada y crítica labor filológica, se sabe bien'\

§ 3. Ya Porfirión observaba que en esta epístola Horacio parece hablar con el libro, que tiene deseo de marchar al público, pese a la voluntad del poeta de retenerlo en casa para que no sea vituperado por los lectores. Va aclarando la significación de los versos, como suele, sin observar doble sentido alguno en el léxico ni en las diversas situaciones16. De su glosa al poema destacaré sólo el que afirma que Horacio en los últimos versos narra cynice su vida. Nada se dice. pues, de con quién se identifica el libro, ni se adivinan ambigüedades o dobles sentidos; sólo se explícita que el libro es un ser con quien se habla y al que se le encargan cosas1 .

Los escolios del Pseudacrón incorporan a la visión porfiriana de esta epístola otras que se tenían durante la Alta Edad Media. Y ya encontramos en él notas muy significativas, a saber, que el libro es quasi res animataK. o que el autor habla a su libro como a unpuer prostaturus19; y al comentar el verso 10 en que alude Horacio a que con la edad llegará a ser ingratos, se nos transmite lo que se leía en códices del siglo XI, que Horacio utili/a una metáfora y se dirige al libro como si hablase de una meretrix2". La significación metafórica, aunque sin sacar de ella las máximas consecuencias, ya está evidenciada.

Si pasamos a las ediciones del Humanismo observamos que en Landino se dan algunos pasos más21. aunque, por ejemplo, ningún doble valor ve él en amator (v. 8). que comenta; sólo se trata del lector que. cansado, no lo leerá, como ya había sido dicho, «ni entero, ni en orden». Ahora bien, se puede percibir que ha detectado con claridad la presencia y el papel de la metáfora.

corporis exigid, praecanum, solibus aptum, irasci celerem, tamen itt placabilis essem. Forte meum si quis te percontabitur aevum, me quater mídenos sciat implevisse Decembris collegam Lepidum quo dixií Lollius armo (w'. 19-28). 15 Remitimos como ejemplo al magnífico trabajo de M. Citrom, «Le raccomandazioni del poeta: apostrofe al libro e contatto col destinatario», Maia, 1986 (N.S. 38 II) 111-146, que analiza la epístola como procedimiento literario del que el autor se sirve para responder a especificas exigencias expresivas, entre ellas su censura al público, aunque sin eludir otras cuestiones, todo lo cual acompaña de una rica y oportuna bibliografía.

'* Porphyrkmis Commentum in Horatium Flaccum, rec. A. Holder, Hildesheim 1967 (=lnnsbruck 1894), pp. 364-367. Al explicar, por ej. prostes [y. 1) se limita a glosar: proponaris venalisque sis, y, en relación al odire claves (v.3), apunta que lo que rechaza el libro, ser encerrado y estar bajo sellos, agrada a los púdicos; el libro se queja de que Horacio lo recite sólo a unos pocos {paitas ostendi gemis, v.4) y para Porfirión communia (v.4) no son más que los conventus publici, en seis in breve te cogi (v. 8) sólo descubre que el libro no será leído entero ni en orden. 1 Importante nos parece la crítica que hace Porfirión del lugar que ocupa la epístola; no entiende él por qué está allí; es evidente que no percibió el importante papel de este poema. l s Pseudacrón Scholia in Horatium vetustiora, rec. O. Keller, v. II, Stuttgart 1967 (=1904). En p. 275 se lee: Hac epístola alloquitur librum suum metaphoricos quasi rem animatam, etc. 19 Adlibrum suum loquitur tamquam adpuerum prostaturum. 20 Servavit metaphoram, quasi de meretrice loquens. Λ Christophori Landini Florentini in 0. Horatii Flacci libros omnes Interpretationes, Florencia 1482

Repara (ff 253 s.) con agudeza en algunos términos que explica: prostes (palam te venalem offeras; ñeque convitio dixitprostes: Kam hoc impudicarum est: ut ostendat illum pudore carere), o grata púdico (Sam in quibus pudor est ii sub clave et sigillo custodiri, non autem in publicum prodire consueverunt), considera que enpaucis (v.4) hay que entender quasi pretiosis, o se detiene en explicar non ka nutritus, v. 5 (Non iis moribus a me imbutus).

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Ascensio por su parte, fiel a los comentarios anteriores que conoce e incorpora, explica, por ejemplo, nutritus22, pero sobre todo repara en la imagen del "hijo", que subyace tras las palabras de Horacio. Así lo hace al comentar non erit emisso reditus tibí reditus23 (v. 6), o al interpretar los sentimientos del líber que habla también como un hijo que no comprende la reaccción del padre ante su decisión —considerada por él muy normal— de marchar4. En Ascensio poco más hay relativo a lo que hoy nos interesa25. En el Humanismo, pues, se avanza lenta y escuetamente en la línea metafórica.

Y llegamos al comentario de Orelli-Baiter6, que constituye, como es reconocido, un hito fundamental en la interpretación horaciana, y lo va a ser de modo determinante en la de esta epístola. Aunque ya habían sido sugeridas algunas de las interpretaciones que en este comentario se desarrollan, es aquí donde, basándose en la riqueza alusiva del léxico latino utilizado por el poeta, se defiende con toda suerte de apoyos que Horacio habla al libro como si se tratase de un esclavo, mejor dicho, de un puer delicatus, que usando de casi su condición de liberto desea salir de la casa de su dueño y gozar de una vida más libre. Se afirma que en esta epístola aparece la doble imagen del puer delicatus y el venustus líber. en mezcla admirable, pudiéndose decir lo mismo, pero con sentido distinto de uno y de otro, lo que a lo largo del comentario se percibe con detalle.

Así, se recuerda que en el lugar de Vertumno y Jano (v. 1), en que se vendían libros entre otras cosas, tenían sus reductos lenones y meretrices, o queprostes (v. 2) es verbum ambiguum, puesto que el comercio puede ser —y allí era también— un comercio sexual, como el derivado prostibulum apoya; el libro iría alisado por la pómez, pero ésta la utilizaban igualmente los pueri delicati para eliminar el vello; o que con clavis y sigilla (w. 3-4) se nombra el lugar en que se guardaban los volumina, pero que también uxores, meretrices y pueri delicati se mantenían vigilados en casa, con puertas pertrechadas de sellos; el communia (v. 4) se equipara a vita liberior in locis publicis, y no se omite que loca communia eran llamados los lupanares; in breve te cogi (v. 7) se entiende del libro y del puer, abandonado por el amator (v. 8) y devuelto a las estrecheces, in angustias. Dilogia hay en peccantís (v. 10), en contrectatus...manibus sordescere (v. 11); y vinctus mitteris (v. 13) se puede decir del libro lo mismo que de un adolescente.

Esta interpretación, que establece una relación profunda entre liber y puer delicatus, ha gozado de un éxito extraordinario, siendo asumida, verbi gratia, por A. Kiessling-RHeinze2, desarrollada por E. FraenkeF, y seguida generalmente por los que han venido después29.

22 Opera cum quatuor commentariis Acronis, Porphyrionis, Ant. Mancinelli, Jod. Badi Ascensii accurate repositis, París 1519, f. 234s.). Glosa así: non instituí nec educavi te talem. 23 Dice:A7 loquitur utpater adfilium emancipan cupientem. fol. 234r. 24 Quaerit liber quasifilms dolens apatre renuncian et abdican: Quid ego miseregi (v.6), palabras que se glosan en la misma línea: Propter quod scilicet mihi reditum vetes, etc. Esta interpretación de Ascensio apoya naturalmente la metáfora del libro como hijo, que no entiende su "pecado". Otra posibilidad es ver una expresión tardía del arrepentimiento del hijo, al darse cuenta de su equivocación, más que de un reproche al padre por prohibirle el regreso. De ambas manera la metáfora de hijo-libro se mantiene. 25 Se explican los peligros a que está sometido el libro, el amator no es más que el lector que se cansa, etc. 26 Orelli Baiter, Q. Horatius Fiaccus, G. Otas, Hüdesheim, 1972 (=Berlín 1892), v. II pp. 479-485. Antes de él, en el mismo siglo XIX, nada decían, en sus comentarios a la epístola, respecto a la identicación del liber, R. Bentleii, Q. Horatius Fiaccus, Leipzig 18262, t. II, pp. 79-81, o N.E. Lemaire, Q. Horatius Fiaccus, París 1831,til, pp. 370-373; sí lo hace H. Schutz,Q. Horatius Fiaccus, Episteln, Berlín 1883,pp. 160-165, que habla de "hijo o esclavo". 27 O. Horatius Fiaccus, Erklart von A. Kiessling, Dritter Teil, Briefe, 11. Auflage, Bearbeitet von R. Heinze. Füídesheim-Zunch 1984 (= Berlín 1914), pp. 189-194. 28 E. Fraenkel, Hornee, Oxford 1957, pp. 356-363. 29 Valga de ejemplo John C. Rolfe, Horace Satire and Epistles, Boston-New York 1947, pp. 424-427, F. Villeneuve, Horace, Epitres, París 1978 (=1934).pp. 130-132; J. Préaux, O. Horatius Fiaccus, Fpistulae,

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Horacio, Ε. I 20: el libro como "hijo "

No hay duda de que términos como pros tes, amator, grata sigilla púdico, por citar unos pocos casos, indican a las claras que el libro-joven, que quiere marchar a la zona del vicus Turarius, desea ir a ese lugar en que se venden libros y en el que meretrices y lenones tenían su "cuartel general", todo lo cual avala que Horacio se pudiera dirigir a un puer delicatus. Pero también es posible que Horacio tuviese en su mente a "un hijo", joven lascivus —un poco frivolo y juguetón— y algo rebelde, al que Horacio juzga —o al menos habla— con cierta dureza, al darse cuenta de lo que pretende, aunque sin cesar de disuadirlo de todos los modos posibles —pues no quiere que se marche— vaticinándole que su fin será la triste prostitución. En fin, todo lo que se puede decir a un puer delicatus puede ser dicho de la misma manera y con mayor "sentimiento"' a un hijo en una situación considerada extrema por un padre.

§ 4. Que Horacio hablaba al libro como si se tratase de un hijo lo leíamos en Ascensio; y E. Courbaud3". aunque rechaza la idea con razones no del todo sólidas 31, pensó en ello también; tampoco la defiende A. Deremetz32. pese a conocer muy bien la metáfora del libro como hijo y entreverla en este lugar horaciano.

Según nuestra propuesta, Horacio habla a un "hijo" díscolo y rebelde, mal educado, incluso mal criado33, que piensa marchase, y le echa en cara —de modo exagerado— su decisión, y lo acusa de ser una persona frivola, imprudente y poco decente, que se expone —si no busca— a una serie de peligros, no el menor la prostitución. El padre intenta asustarlo para impedir que haga lo que pretende, y sus reproches, y sus advertencias, reflejo de su amor, son totalmente lógicas y, desde el punto de vista literario, asumibles.

§ 5. Todo esto sería suficiente para apoyar como válida la hipótesis del libro como "hijo", si no existiese, a nuestro juicio, apoyaturas más sólida. La más importante, la de la famosa imagen formulada por Diotima en el Symposium de Platón (208c-21 Od), al afirmar que las grandes obras de los poetas son sus hijos34 y que cualquiera hubiera querido tener hijos como los de Homero en vez de hijos de carne.

Liberprimus, París 1968, pp. 214-219; Ε Mandruzzato, Q. Orazio Placeo, Le lettere. Milán 1983, pp. 205-209; Colín Macleod, Horace. The Epistles, Ediziom dell Ateneo, Roma 1986; Ütto Schónberger, Satiren und Episteln, Berlín 19912; H. Silvestre, Horacio, Sátiras, Epístolas, Arte poética, Madrid 1966, pp. 471-75; R. Mayer, Horace, Epistles, B.I, Cambridge 1994, pp. 269-275. Sin embargo, A. Rostagni, Q. Horatii Elacci Opera, Tormo 1948, pp. 576-578, se limita a una lectura carente de dobles sentidos; para él, Horacio habla del libro (el epígrafe reza así: Ad librum suum in vulgus prodire cupientem monitis ac mandatis instruit). M. Citroni, que si observa los dos planos real y metafórico suele hablar sólo de puer (pp. 115,118, 125), aunque en p. 128 menciona la palabra esclavo". De 'jovencito" habla D. Gagliardi, Un'arte di vivere (Saggio sul'l libro delle epistole oraziane), Roma 1988, ρ 97.

, 0 Horace. Sa vie et sapensée a l'époque des Epitres, Hildesheim 1973 (=París 1914). pp. 330-337. 31 Se pregunta si sería posible, pese al deterioro de la patria potestas, que un padre pudiese sufrir la desobediencia de su hijo sin poder imponer en él algo de autoridad, por lo que prefiere que se trate de un puer delicatus. A esto podría objetarse que en la lectura de la epístola sólo se habla de los deseos del joven, "adivinados" por Horacio, a los que se adelanta a oponerse; por otra parte, casos de hijos "emancipados" los hubo, ramo en cualquier época, en la de Horacio. Los postulados de M. Citroni apoyan indirectamente la idea del βlius.

12 Cf. A. Deremetz, Les Aíiroir des Muses, Poétiques de ¡a réflexivité ά Rome, Villeneuve d'Ascq, P.U. du Septentrión, 1995, pp. 64-66. , ! I Iay que recordar que Horacio lo quería criar y educar bien (cf. mttritus, v.5).

*'' Como es bien sabido al tratar de la inmortalidad ν del deseo de la naturaleza humana de permanencia. Diotima dice que todos los hombres están dominados por un impetuoso amor a la gloria y a la inmortalidad; que los que son fecundos en el cuerpo (208c) tratan de perpetuarse engendrando hijos: otros, en cambio, los que son fecundos en el alma (209a) conciben en las almas más aun que en los cuerpos (...); el contacto y relación con lo bello motiva que se de a luz y procree lo que desde hacía tiempo tenía concebido (..); por eso

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Francisca Moya

§ 5.1. Se trata, pues, del libro como hijo, metáfora ésta35 que no debió pasar desapercibida al venusino; es más, las palabras de Diotima, creemos, habida cuenta de la diferencia existente entre la Ilíada y Odisea y el primer libro de sus Epístolas, pudieron moverle a utilizar ese tono jocoso, al considerar a su hijo de índole muy inferior —de costumbres muy distintas— a los hijos del gran Homero. Hijos de los poetas son sus obras, son sus libros; hijo suyo también consideró nuestro poeta a su libro, consideración que podría entenderse como un claro homenaje al filósofo-poeta griego.

§ 5.2. La ausencia en las páginas de Curtius de esta epístola de Horacio pienso que pudo motivar que no prosperase la idea de que aquí se trata del libro como un '"hijo". Pero, desde luego, hay. además del texto platónico, otros apoyos para defenderlo; los lugares de Ovidio en que aparece la metáfora hablan por sí solos. Dice Ovidio, Trist. III 14, 13 s. que sus versos, carmina, han nacido sin madre, como Palas

Palladis exemplo de me sine matre creata carmina sunt: stirps haec progeniesque mea estib

que sirve de refrendo a que Horacio hable de "hijo" más que de "esclavo". También en Tristia I 1. poema en que se reconoce la dependencia de nuestra epístola, cuando Ovidio envía desde el exilio a suparvus liber3^ a Roma, dialoga con él, como Horacio hiciera, pero, además, insistiendo en la imagen platónica, añade un dato sumamente esclarecedor: este libro, este hijo suyo, cuando llegue a su casa (a la casa paterna) verá a sus hermanos, fratres, los otros libros, hijos de Ovidio etc38:

Cum tamen in nostrum fueris penetróle receptus contigerisque tuam, scrinia curva, domum,

áspides illic pósitos ex ordine fratres quos studium cunctos evigilavit idem. (Trist. 1 1, 105-108)

§ 5.2.1 Esta imagen ovidiana contribuyó, como se reconoce, a la difusión de la metáfora39; y es cierto que a Ovidio lo encontramos en Cervantes, Shakespeare, además de en Montesquieu; pero, también

es lógico que todo el mundo envidie a Homero y a Hesíodo y a otros buenos poetas, por haber tenido hijos que les dan gloria eterna, y que ellos hubieran querido engendrar. Las obras de los grandes poetas son, pues, sus hijos. 55 E. R. Curtius, Literatura europea y Edad media latina, México 1976 (=1955; 1948 Ia ed. en alemán) dedica al «Libro como símbolo» las páginas 423-489, repletas como siempre de sabia erudición: afirma el gran estudioso que la metáfora del libro no es muy abundante en la antigüedad, y sí más tarde, lo que ilustra muy bien. Sin embargo, Catulo habla de los dulces Musarum FETUS, que podría interpretarse —aunque no inequívocamente— como hijos; y en Petronio c. 118 aparece un giro de permanencia hasta hoy y que —se está de acuerdo— sin duda inventó: ñeque concipere aut edere partum mens nisi... etc. (a él se le atribuye la introducción en el vocabulario latino y románico de la palabra partus como obra poética). 36 Estos versos e idea, como vio el propio Curtius, La, no pasaron tampoco desapercibidos a Montesquieu, que puso a su obra El espíritu de las leyes, como epígrafe: prolem sine matre creatam (Ovidio). 37 Ovidio, como es su costumbre, es amplio en la información acerca del aspecto material, que, en este caso, debe ser adecuado al libro de un exilado. 38 En otros lugares (Tristia I 8, 35: III1,65) insiste en la idea. 39 Esta permanece en la Edad Media (se dirá que se engendran libros no solo por su trato con la augusta filosofía sino con la retórica) y fue muy popular durante el Renacimiento y el Barroco; Ronsard decía que amaba a los dos hijos de Homero; Shakespeare llama hijos de su cerebro a sus pensamientos, y en el prólogo Cervantes llama al Quijote "hijo de mi entendimiento". (Cf. más datos en Curtius, o. c, de donde tomo éstos).

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Horacio, Η. / 20: el libro como "hijo "

es cierto que Horacio está detrás de Ovidio y que es la fuente de esta difusión, como es un hito importan­tísimo en la tópica del libro40.

§ 5.2.2. Insisto en que la mencionada ausencia del nombre de Horacio en la obra de Curtius y el prestigio y autoridad del comentario de Orelli- Baiter han frenado el desarrollo de la hipótesis que defiendo. En la sociedad romana tanto de la República, como del Imperio -o si se quiere más concreta­mente del Principado- había hijos como el que puede estar aludido en éste de Horacio; por eso no es extraño que el poeta identificase su libro de Epístolas con un hijo de esta naturaleza. La cercanía social y espiritual, que, en muchos aspectos, existe entre nuestra época y la de Horacio, avala que se pudiese hablar así. como hace Horacio, a un hijo que pretendía independizarse de la autoridad paterna; los insultos, el considerarlo de moral dudosa, son trasunto del temor del padre ante los peligros que acechan a un hijo; las advertencias, insistentes, casi machaconas, no están exentas de ternura y se avienen a la lógica; puede, pues, la realidad apoyar una interpretación filológica. Temer que la prostitución puede ser el final de un hijo y considerar un desvergonzado al que quiere eludir el control y la autoridad paterna no necesita grandes argumentos en su apoyo.

§ 5.3. Pero parece que se pueden aportar nuevos argumentos en apoyo de la hipótesis; los libros hablan de sus autores, como los padres se reconocen en los hijos, o, de otra manera, los hijos, a veces incluso a su pesar, hablan de los padres y ofrecen información acerca de ellos. Así, se comprende bien que Horacio dedique diez versos a hablar de él, a presentar su biografía; mejor, que el libro -el hijo-hable de su auctor.

Hijos de sus padres son las obras y en ellas viven y se perpetúan; es decir, gracias a ellas no mueren los grandes autores. Hijos de Horacio son Sátiras, Epodos, Epístolas. Odas: en ellas vive nuestro gran poeta; en ellas es reconocido; una parte de él está en todas ellas; en este hijo, en este primer libro de Epístolas, también está; Horacio, pese a lo que pudiera deducirse de algunas de sus palabras, está muy orgulloso de este hijo y lo demuestra al encargarle la misión de dar cumplida información de su vida cuando más gente lo escuche.

§ 6. Relacionado con lo anterior volvemos a esa res animata, que es el libro, y observamos que Horacio expresa ideas preciosas, como son que el libro tiene vida, que es un ser vivo; lo ejemplifica al atribuirle acciones humanas; así lo muestra el léxico (spectare, prostes, odisti, gemís, gestís -vv. 1.3,4.5-etc), o el hecho de que el libro hable (egi, volui -vv.6,7) o sea capaz de entender (de scientia): él sabe (seis -v.7) que se le puede hacer daño (laeserit v.7).

Ilustra el poeta de manera evidente extremos en los que hoy se insiste por doquier, como que el libro, una vez acabado, ya no pertenece al autor; que es independiente de él, en una relación "yo" - "tu", que los individualiza; o que tampoco el autor puede volverse atrás, una vez que ha dado a conocer su libro.

Y hay otra verdad claramente expresada41: el libro tiene como destino caminar hacia el público que lo espera; éste tiene derecho a él, mientras, por el contrario, el autor no tiene el derecho a dejar sin publicar su obra. La tentación del libro para uno mismo -o para unos pocos- tiene enfrente al libro mismo

40 Cf. M. Citroni, art. cit., especialmente pp. 140-146. Como Curtius hiciera, muestra que el apostrofe del poeta al libro, tópico que se extiende por la literatura europea, tiene su origen en los textos latinos, pero que Horacio es el punto de partida, indiscutiblemente.

" Hn toda obra existe siempre explícito o implícito el destinatario, el público, aspecto éste objeto de atención destacada desde hace años por la Filología; amén del trabajo citado en la nota anterior, o, también de Citroni, Poesia e lettori in Roma antica, Barí 1995, me limito a recordar el bien conocido de G. Cavallo (ed.), Libri, editori e pubblico riel mondo antico, Roma-Bari 1975, versión española de J. Signes, Madrid, Alianza 1975

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Francisca Moya

que se rebela. El libro tiene derecho a vivir aunque sea evidente que envejecerá e. incluso, que será tratado mal (vv. 10 ss.).

Esta epístola que pone broche al libro primero de Epístolas es, en cierto sentido, comparable a la pieza que cierra el tercero de Odas. Hay una íntima relación entre ambas, pese al progresivo ascenso de la musa horaciana. No se trata ahora de establecer comparaciones; me limito a unas notas: en ambos poemas se habla del humilis origen de Horacio; en ambos está el futuro que le aguarda al poeta, vislumbrándose ya en la epístola el final que alcanzará en Odas. Su obra, en ambos, hablará de él; en Epístolas y Odas seguirá Horacio vivo {non omnis moriar). En la comparación, al monumentum conviene también más, en nuestra opinión, un "hijo" que un esclavo.

Francisca MOYA Universidad de Murcia

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