Doctrina SeguriDaD y DefenSa nacional liDerazgo HiStoria Militar

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DOCTRINA SEGURIDAD Y DEFENSA NACIONAL LIDERAZGO HISTORIA MILITAR volumen 1 • edición 1 • diciembre 2008 ARTE Y CIENCIA DEL PODER AéREO FuerZA AÉreA colombiAnA

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Doctrina

SeguriDaD y DefenSa nacional

liDerazgo

HiStoria Militar

volumen 1 • edición 1 • diciembre 2008

arte y ciencia Del poDer aéreoFuerZA AÉreA colombiAnA

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La revista τακτικα de la Fuerza Aérea Co-lombiana es un medio de difusión de publicación semestral que incorpora temas relacionados con la Doctrina Militar, la Doctrina Aérea, la Seguri-dad y la Defensa Nacional, el Liderazgo Militar y la Historia. También tiene como fin permitir la pu-blicación del pensamiento de los integrantes de la Fuerza y difundir estas ideas con el objeto de ge-nerar un diálogo crítico y constructivo entre los in-tegrantes del arma aérea y todos aquellos que de-seen participar en ella.

todos los artículos publicados en esta re-vista representan la opinión de sus autores. Su reproducción parcial o total es permitida bajo la condición de dar el debido reconocimiento al au-tor y la revista.

Las personas que deseen publicar sus ar-tículos en la revista τακτικα, lo pueden hacer dirigiendo sus solicitudes y anexando sus artícu-los a los siguientes correos electrónicos de la Di-rección de Doctrina Aeroespacial:

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comAndAnTe FuerZA AÉreA colombiAnAGeneral Jorge Ballesteros Rodríguez

SegunDo coManDante y Jefe De eStaDo Mayor De la fuerza aéreaGeneral Fernando Soler Torres

JeFe JeFATurA de educAción AeronÁuTicATeniente Coronel Camilo Sandoval Ballesteros

Director De Doctrina aeroeSpacialTeniente Coronel Gustavo Adolfo López Quintero

SubdirecTor de inveSTiGAción Y DeSarrrollo De DoctrinaMayor Miguel Ángel Giraldo Restrepo

reviSión de eSTilo Y TrAducciónTeniente Coronel Imelda Reyes Ávila Teniente Coronel Gustavo Adolfo López Quintero

Archivo FoToGrÁFicoRevista Aeronáutica Fuerza Aérea Colombiana

diSeÑo Y diAGrAmAcióneKon7 Studio • e-mail: [email protected]

“la verdadera vida de los hombres de vuelo esta sostenida por el poder de su conocimiento”

Buzz Aldrin

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ContenidoINTRODUCCIÓN AL ARTE OPERACIONAL

BREVE ANÁLISIS SOBRE LA ESTRUCTURA DE LA DOCTRINA DE LA FUERZA AÉREA COLOMBIANA

LA ESTRATEGIA EN EL CONTEXTO DE LAS FRONTERAS MARÍTIMAS DE

COLOMBIA EN EL CARIBE

ALGUNAS OBSERVACIONES PERSONALES SOBRE EL LIDERAZGO

LA PERTINENCIA DE LA DOCTRINA AÉREA AL CONTEXTO DE LA DEFENSA

Y LA SEGURIDAD NACIONAL

LA TECNOLOGÍA COMO ELEMENTO TRANSFORMADOR DE LAS

FUERZAS MILITARES: EL CASO DE ESTADOS UNIDOS

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Desde el primer tra-tado sobre la guerra, escri-

to hace aproximadamente 2.500 años, hasta el impensable mundo de hoy,

las experiencias vividas en los conflictos han si-do el insumo con el que los militares han desa-rrollado y escrito nuevas estrategias y tácticas; de hecho, estos dos términos han tenido su propia evolución a lo largo de los incontables años, y se han procesado en las mentes de los estrategas y redactores de esas experiencias para darles in-terpretaciones y uso apropiado por parte de los ejércitos de tierra, mar y aire.

Una de esas experiencias es precisamen-te la forma en que las Fuerzas Militares del actual milenio crean ambientes propios para la genera-ción de su doctrina. De allí, que uno de los meca-nismos producto de esa expe-riencia sean los espacios para el pensamiento crítico de los integrantes de las Institucio-nes armadas, en el que sus hombres plasman y demues-tran, en los medios que hoy reemplazan la antigua pluma que tenían a su disposición los antiguos genios militares, el producto de su amase inte-lectual para colocarlo al servi-cio de sus compañeros, sub-alternos y superiores.

Esta revista, que pone en sus manos el producto del pensamiento crítico de algunos de los integrantes

Editorialde la Fuerza Aérea, es bautizada con el nom-bre de “τακτικα”, escrito en griego antiguo y con una clara intención, la de comenzar a colo-car las cosas en orden, particularmente en ma-teria de doctrina, tal como uno de los significa-dos de la palabra lo expresa.

Una razón adicional para escoger este nom-bre resulta de su adopción y permanencia desde siglos atrás, pues el nivel táctico de los conflictos ha permanecido desde la primera y más simple de las luchas armadas de la humanidad hasta la más compleja de las guerras del presente siglo.

Esa evolución de los términos y de los nive-les que universalmente conocemos de la guerra nunca han dejado a un lado ese nivel en el que, no sólo todo comenzó, sino en el que también se ve materializada la intención de un Jefe de Esta-do, debiendo darse una larga y compleja fluidez a través de todas la variables que en el nivel es-tratégico se deben enfrentar, pasando por una

importante conexión conocida como el nivel operacional, para terminar en la voluntad del gue-

rrero que desenvaina su es-pada para luego descargarla ante el primer atisbo de des-cuido en el que la amenaza-dora muerte incurra.

Quedan ustedes, inte-grantes de la Fuerza Aérea, invitados a explorar y explo-tar sus capacidades al máxi-mo, con el objeto de conver-tir la revista “τακτικα” en un verdadero espacio para el pensamiento crítico de los hombres y mujeres del arma aérea.

GENERAL JORGE BALLESTEROS RODRÍGUEZComandante Fuerza Aérea Colombiana

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La estrategia o arte operacional ha si-do el centro de atención creciente en el am-biente militar nacional e internacional. El gran significado de este campo de estudio se evidencia en el hecho de que han sido incorporados, tanto en la doctrina de varios países, como en la Organización del Trata-do Atlántico Norte (OTAN). Como resulta-do de esto, existe hoy en día una extensa y especializada literatura al respecto, la cual comprende una multitud de ensayos, libros y publicaciones oficiales, los cuales, a pesar de añadir más profundidad al tema, lo ha-cen cada vez más hermético y complejo.

Introducción al

ArteOperacional

Comandante José Carlos PintoOficial de la Armada de Brasil. Encargado de los juegos de guerra en Escuela De Guerra Naval de Brasil durante el año 2006.

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Aún así, la forma en la que el marco teórico ha sido creado, no es unánime: arte operacional, estrategia operacional, guerra operacional, nivel operacional, maniobra operacional, maniobra operacional estraté-gica y otras tantas, es una muestra de ello. Además, los elementos que lo conforman, usualmente reciben diferentes definicio-nes o son usados de diferente forma en el planeamiento militar.

De cara a este contexto, el autor preten-de presentar una breve historia de los niveles de la guerra, a la vez que tratará de elucidar el origen y el propósito del arte operacional. Luego, las principales definiciones y térmi-nos que han sido dadas al arte operacional.

La intención es la de presentar tan só-lo un estudio introductorio, pero con la ca-pacidad de arrojar una luz sobre su alcance y su esencia, situando este objeto de estu-dio en el contexto de la teoría de la guerra.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS NIVELES DE LA GUERRA Y EL NACIMIENTO DEL ARTE OPERACIONAL

“Acompañado por un análisis bien estructurado, la historia es una verdadera escuela de la guerra”.

Jomini

Consideraciones preliminares: Las teorías se caracterizan por la organización de con-ceptos abstractos, de acuerdo a un mode-lo o sistema, normalmente compuesto por subsistemas, con el propósito de explicar o representar un fenómeno dado. En resu-men, estos son modelos abstractos tratan-do de encontrar un orden hipotético para un fenómeno particular.

A menudo, los teóricos de la guerra tienden a sistematizarlo o representarlo de dos maneras: bien por medio de ramas o componentes, o con niveles verticales1.

El primero de esos modos de sistema-tización intenta ofrecer una vista topográfi-ca de las áreas que conforman la teoría de la guerra y algunas de ellas pueden o no ser posicionadas sobre las otras, en térmi-nos de conducta jerárquica. El enfoque de esta sistematización es la organización de conceptos de naturaleza similar que están estrechamente relacionados a funciones o actividades no necesariamente organizadas en una jerarquía. Ese es el caso de Jomini, por concebir su teoría de la guerra con los siguientes componentes: Estrategia, tácti-ca, logística e ingeniería. Este también es el caso de George C. Thorphe, quien perci-be que la guerra se compone de estrategia, táctica y logística.

El segundo modo, del cual Clau-sewitz es un ejemplo, está basado en la existencia de diferentes niveles relacio-nados con la conducta de las activida-des militares. Yace, bajo este concepto, la idea que hay reglas y características es-pecíficas para cada nivel.

Los antecedentes que se presentan a continuación están basados en la evolución histórica de ese segundo método de sistema-tización, que se encuentra más íntimamente ligado al concepto de arte operacional.

Antecedentes históricos: La guerra es un fenómeno cuyos orígenes preceden desde lejos el invento de la escritura2. Tal como cualquier actividad social, la manera como se enfrenta una guerra, varía de acuerdo al conocimiento tecnológico disponible. De

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esta manera, cuado la primera civilización apareció, la guerra estaba limitada al uso de técnicas rudimentarias de combate y se expandía tan sólo en pocos kilómetros.

El fenómeno de la guerra fue, por lo tanto, conducido en un sólo nivel: Aquel que tenía que ver con preparar y condu-cir combates o enfrentamientos. Este nivel corresponde a lo que comúnmente cono-cemos como el nivel táctico de la guerra, el cual proviene del término griego tαktikα, “Cosas relacionadas con la organización o preparación”, o del griego tαktik- (tekn-), el “arte de desplegar u organizar fuerzas para el combate”.

Muy a menudo, los gobernantes eran también los encargados de liderar los ejérci-tos en la batalla, evidenciando así que las es-feras política y militar se encontraban unidas bajo la dirección de una sola persona o gru-po de personas. Un ejemplo temprano de esto se encuentra en el ejército egipcio, pues existen registros sobre la batalla de Kadesh3, en el siglo III A.C., en los que el Faraón Ram-ses II lideró las cuatro divisiones egipcias de Amom, Ptah, Ra y Sutek contra las fuerzas hititas. De esta manera, el gobernante que una vez había identificado los objetivos polí-ticos a ser alcanzados por medios militares, era a la vez el encargado de comandar di-rectamente las fuerzas de combate.

Sin embargo, a lo largo de un proce-so histórico extenso, esta realidad cambió. Aún en tiempos recientes, ejemplos simila-res pueden ser encontrados, como en el ca-so de la batalla de Austerlitz, en 1805, en la que el emperador francés Napoleón Bo-naparte estuvo envuelto directamente en el comando de sus tropas. A pesar de excep-ciones como estas, la tendencia histórica

apuntaba a una creciente separación entre las esferas política y militar.

De hecho, la evolución tecnológica gradual y el crecimiento de las comuni-dades políticas, ambas en términos geo-gráficos y demográficos, dieron nacimien-to a otros niveles de la guerra, que fueron prontamente percibidos por los estudio-sos del arte de la guerra.

Fue sólo hasta el siglo XVIII en el que Jo-ly de Maizeroy identificó que al lado de las tác-ticas, entendidas por él como exclusivamente mecánicas, había también una estrategia re-lacionada con la conducción de operaciones militares como un todo y que a la vez presen-taba una predominante naturaleza intuitiva4. El término estrategia usado por Maizeroy vie-ne de la palabra griega “strαt-gós5”, formada por strαtós – ejército - y αgein – líder- lo cual significa: “Aquel que lidera el ejército”.

En el trabajo Defensa del Sistema de la Guerra Moderna (1779), el Conde de Gui-bert, quien de acuerdo a algunos autores también acuñó la palabra estrategia6, ar-gumenta la existencia de la “Gran táctica”, la cual él subsecuentemente vino a llamar “estrategia” o “tácticas de los ejércitos”, en oposición al término “táctica elemental”.

Aún hasta entonces, a diferencia del ni-vel táctico rico en detalles, este nivel de con-ducción de la guerra había sido el enfoque de limitados esfuerzos en la teorización. De acuer-do al historiador Van Creveld, el primer tratado sobre estrategia fue escrito por Heinrich Die-trich von Bülow, un militar prusiano, en su tra-bajo “Espiritu del Nuevo Sistema de Guerra” (Geist de neuern Kriegsystems,1799).

El Almirante Caminha también ofre-ce la siguiente definición de estrategia, que data del siglo XVIII:

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“Es el arte de presentar un plan de campaña para dirigir un ejército sobre los puntos decisivos o estratégicos y recono-cer donde, durante la batalla, las grandes masas de tropas deben ser desplegadas para asegurar el éxito.”7

Ya en el siglo XIX, Clausewitz también avanzó en la idea de conducir la guerra en dos niveles8: El nivel operativo (“operative”9) y el nivel táctico. Para él, la táctica corres-ponde al planeamiento y despliegue de las fuerzas durante el enfrentamiento, mientras

estrategia como “El arte de dirigir apropia-damente las fuerzas en el teatro de la gue-rra, bien para invadir un país o para defen-der el propio”.12

Actualmente, el fenómeno de la gue-rra ha adquirido una marcada compleji-dad a lo largo de los siglos XIX y XX de-bido al reclutamiento mandatorio que dio como resultado grandes ejércitos y a los avances tecnológicos que resultaron de la revolución industrial.

El establecimiento del Grober Gene-ral stab o el alto staff de Generales del ejército prusiano, y subsecuentemente en el germánico, con su organización y pen-samiento militar, también contribuyeron a la identificación de un nivel de la estrate-gia militar en el Siglo XX.

El concepto de estrategia de ese en-tonces, que inicialmente tuvo una conno-tación estrictamente militar, tal como lo podemos ver en Clausewitz, Helmut von Moltke y Jomini13, adqurió diferentes ma-tices en su significado14. Actualmente, tal como el Almirante Caminha15 muy ade-cuadamente lo dice:

“La estrategia dejó de definir mera-mente el arte de más alto nivel en el co-mando militar. También comenzó a ser una herramienta permanente de los hom-bres de Estado para preparar y utilizar los recursos nacionales en la búsqueda de objetivos, los cuales podrían causar anta-gonismos. De aquí se derivaron concep-tos más amplios sobre la Estrategia”.

En el siglo XX, el punto de vista de Li-dell Hart sobre la estrategia era el mismo de los estrategas del siglo anterior, pero lo de-finía como “estrategia pura” o “estrategia militar” y al mismo tiempo vio la existencia

Muy a menudo, los gobernantes eran también los encargados de liderar los ejércitos en la ba-talla, evidenciando así que las esferas política y militar se en-contraban unidas bajo la direc-ción de una solo persona o gru-po de personas.

que el término “operative” hace referencia al uso o coordinación de enfrentamientos para alcanzar el objetivo de la guerra – de-be anotarse que la mayoría de los autores prefieren traducir el término “operative” de Clausewitz como estrategia. Igualmente, cuando formuló su famosa frase: “la guerra es simplemente la continuación de la polí-tica por otros medios10”, además de seña-lar la subordinación de la guerra a la política, Clausewitz también evidenció la existencia de un nivel político estratégico enlazado al nivel más alto de decisión en el Estado.11

Aún en este siglo, Jomini, en “Preci-siones del Arte de la Guerra”, definió la

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de una “estrategia superior” o “gran estra-tegia” a la cual la primera se encontraba su-bordinada. Para este autor, la función de la gran estrategia, la cual otros autores han lla-mado la estrategia nacional, era “coordinar y dirigir todos los recursos de una nación o grupo de naciones hacia el alcance del ob-jetivo político perseguido con la guerra y de-finido por la misma política”.16

De cara a esta tendencia, en su In-troduction a la Strategie, André Beaufre ha asignado una definición más amplia a la estrategia:

“El arte de la dialéctica de las volun-tades que usa la fuerza para resolver sus conflictos […] con el fin de alcanzar los pro-pósitos de la política, utilizando los medios disponibles de la mejor manera posible”.17

Beaufre entendió las fuerzas en un sentido más amplio, el cual no estaba li-mitado a aquellos de naturaleza militar. De

hecho, para él, la estrategia tenía subdivi-siones sobrepuestas, como en una pirámi-de18: en la parte superior, la estrategia total, equivalente a la gran estrategia de Liddel Hart, e inmediatamente debajo, la estrate-gia general diseminada en el campo militar, en el campo político, económico y diplomá-tico19. Específicamente para el campo mili-tar habría una denominada estrategia ope-racional, correspondiente al término alemán operative, el cual corresponde al concepto de estrategia descrito por Clausewitz.

La evolución de los conceptos de es-trategia a lo largo de los siglos XIX y XX que se inclinaba cada vez más hacia la parte más alta de la cadena de las decisiones nacionales, terminó por tomarlo y alejarlo del nivel táctico de conducción de la gue-rra. Es por eso que se comenzó a percibir un nivel intermedio entre la estrategia y la táctica, que Beaufre intentó llamar “nivel

ESTRATEGIA POLÍTICA

DOCTRINA MILITAR

CIENCIA MILITAR

PEDAGOGÍA MILITAR

GEOGRAFÍA MILITAR

HISTORIA MILITAR

ARTE MILITAR

PRINCIPIOS MILITARES DE LA CIENCIA MILITAR

CIENCIAS TÉCNICAS MILITARES

ADMINISTRACIÓN MILITAR

ESTRATEGIA OPERATIVA

ARTE OPERACIONAL

TÁCTICAS

AUTORIDAD Y CONTROL

ASESORÍA PROFESIONAL

Figura 1

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de la estrategia operacional”, afir-mando con esto que este sería el punto donde el concepto y la im-plementación se encuentran. Es-te nivel correspondería al nivel del comandante operacional, en-cargado de conducir las fuerzas en el teatro de operaciones20.

La OTAN decidió referirse a este nivel intermedio simple-mente como “operacional”, con la siguiente definición: “un nivel de la guerra en el cual las cam-pañas y operaciones mayores21 son planeadas, conducidas y mantenidas para perseguir el alcance de objetivos estraté-gicos en el área o en el tea-tro de operaciones”22. Frente a esta evolución de términos, el Almirante Pertusio, del Instituto de Publicaciones Navales de la Arma-da Argentina, ha observado que ciertos principios y teorías vistos como de naturaleza estratégica en el pasado, hoy en día tienen ca-rácter operacional23.

De hecho, ni Beaufre, ni la OTAN fue-ron los primeros en identificar la existen-cia de un nivel intermedio entre la estrate-gia y la táctica. En 1907, muchos autores rusos utilizaron el término operatika para hablar del viejo concepto de estrategia24. En los años veinte, basados en la experien-cia adquirida en la Primera Guerra Mun-dial y en la Guerra Civil Rusa, los teóricos del ejército ruso comenzaron a dar forma a lo que ellos llamarían operativnoye is-kusstvo, o “arte operacional”. Esta teoría se concentró en problemas relacionados con

asuntos del teatro de operaciones y apli-cado específicamente a este nuevo espa-cio encontrado entre el nivel estratégico y el nivel táctico. La figura 1 muestra donde el arte operacional estaría posicionado en el sistema doctrinario adoptado por la ex-Unión Soviética.25

Una justificación más para ese espa-cio encontrado entre los dos niveles (estra-tégico y táctico) se encuentra en la expe-riencia adquirida en la Guerra de Vietnam, en la que los estadounidenses fueron in-capaces de convertir sus victorias tácticas

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en conquistas estratégicas, contribuyendo así a la aceptación del concepto en la co-munidad militar estadounidense. Este es un hecho muy importante, toda vez que revela el último propósito del arte opera-cional y la misma razón de su existencia: Asociar las acciones tácticas al alcance de los objetivos estratégicos.

En 1982, el manual de campo 100-5 del Ejército de los Estados Unidos comenzó a reconocer la existencia de un nivel opera-cional de la guerra. En su versión de 1986 se hace mención explícita del arte opera-cional, definiéndolo como “el uso de las fuerzas militares para alcanzar los objeti-vos estratégicos en un teatro de la guerra o en un teatro de operaciones, por medio del diseño, organización y conducción de

miembros de la OTAN, antiguos miem-bros del Pacto de Varsovia, algunos paí-ses Latinoamericanos y otros.

El concepto de arte operacional o es-trategia fue oficialmente adoptado por el Ejército de Brasil en 1993; en las publica-ciones C100-5 “Operaciones”28, en 1997 y C1124-1 “Estrategia”29, en el año 2001, en las que se establece específicamente que la guerra es conducida en tres niveles: estraté-gico, estratégico-operacional y táctico.

El nivel operacional fue incorporado en la doctrina de la Fuerza Aérea del Bra-sil en su edición de 2005. Allí se mencio-nan los siguientes niveles de decisión en la guerra: político, estratégico, operacional y táctico. Lo anterior es definido en esta pu-blicación de la siguiente forma:

“El nivel operacional corresponde a los comandantes del teatro de operaciones y a sus comandantes subordinados, y le es asig-nada la tarea de desplegar las fuerzas duran-te el combate para perseguir los objetivos es-tratégicos, mientras que el nivel táctico, con sus misiones asignadas, desarrolla acciones que buscan la aplicación de los planes ela-borados en el nivel operacional”.30

El Ministerio de Defensa de Brasil en la publicación MD 33-M-05 “Manual de Proceso de Planeamiento de Comando pa-ra Operaciones Combinadas”, editado en el año 2001, fue hasta el punto de clasifi-car los niveles de planeamiento como es-tratégico, operacional y táctico, subrayando que el planeamiento operacional apunta a establecer y conducir operaciones navales, terrestres y aéreas coordinadas en tiempo y espacio, permitiendo el alcance de los objetivos militares establecidos por el pla-neamiento estratégico”.

el último propósito del arte ope-racional y la misma razón de su existencia es asociar las accio-nes tácticas al alcance de los objetivos estratégicos.

campañas mayores u operaciones”.26 Legis-lada en ese mismo año, la ley Goldwater-Nichols reorganizó el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, enfatizan-do también sobre las operaciones conjun-tas, lo cual resultó en la diseminación de su aproximación teórica a las otras fuerzas (Ar-mada, Infantería de Marina, Fuerza Aérea y Guardacostas). Estos principios ya habían sido impuestos en la operación “Causa Jus-ta” desarrollada en Panamá en 1989.27

El arte operacional o estrategia está actualmente adoptado por varios países:

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Un estudio conducido por la Escuela Naval de Guerra de la República Federativa de Brasil en el año 2001, reconoció la exis-tencia de cuatro niveles de la guerra, ba-sado en la estructura militar para la guerra de ese país y estableció lo siguiente: Nivel político-estratégico, estratégico-militar, ope-racional y táctico. Este trabajo también pro-puso incluir la estrategia operacional en la doctrina de la Armada Brasilera.

El esquema que se presenta en la figu-ra 2 representa una ilustración simplificada de la evolución teórica de la percepción sobre la existencia de los niveles de la guerra.

CONSIDERACIONES FINALES ACERCA DE LOS ORIGENES DEL ARTE OPERACIONAL

La perspectiva histórica presentada evi-dencia que el arte operacional está enlazado a la aparición de un nivel de la guerra entre el

nivel estratégico y el nivel táctico, nombrán-dolo nivel operacional o nivel estratégico-operacional. Basado en la discusión anterior se puede inferir que el esfuerzo teórico de-sarrollado tiene el fin de buscar una interco-nexión entre el objetivo estratégico con las acciones tácticas durante el planeamiento del nivel operacional.

DEFINICIONES Y ALCANCE

Consideraciones preliminares: Las defini-ciones le apuntan a retratar la esencia y las fronteras de los significados de un concep-to dado. Por lo tanto, se presentarán varias definiciones de arte operacional o estrate-gia, en algunos casos extensas, con el pro-pósito de revelar su naturaleza y alcance.

Principales definiciones y alcance: Como ya se mencionó, el enfoque del operativnoye

niv

el d

e gu

erra

Hasta el siglo Xviii Xviii y XiX XiX y XX

tieMPo

XX

nivel estratÉgiCo

nivel estratÉgiCo

nivel estratÉgiCo

nivel tÁCtiCo

nivel tÁCtiCo

nivel tÁCtiCo

nivel tÁCtiCo

nivel tÁCtiCo

nivel oPeraCional

nivel oPeraCional

nivel estratÉgiCo

o gran estrategia

nivel estrategia

Militar

Figura 2

13

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iskusstvo, o arte operacional, fue la búsque-da de una solución a los problemas militares en el contexto de un teatro de operaciones.

La OTAN, los Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros, prefieren también lla-marlo arte operacional. La publicación AJP-1(A) de la OTAN “Doctrina de operaciones aliadas conjuntas”, la define como:

“El empleo hábil de las fuerzas milita-res para obtener objetivos estratégicos y/o operacionales a través del diseño, organi-zación, integración y conducción de estra-tegias en el teatro, campañas, operaciones mayores y batallas”.31

También establece que el arte ope-racional:

“Traduce la estrategia del teatro de ope-raciones y su diseño en un diseño operacional, el cual enlaza e integra las batallas tácticas y enfrentamientos que, cuando son peleados y ganados, alcanzan el objetivo estratégico. No hay nivel específico de comando que concier-ne solamente al arte operacional. En su más simple expresión, el arte operacional determi-na cuándo, dónde y el propósito por el cual las fuerzas conducirán operaciones militares”.32

La publicación JP1-02 “Diccionario de Términos Militares” y JP3-0 “Doctrina pa-ra el Planeamiento de Operaciones Conjun-tas” define el arte operacional de manera si-milar al AJP1(A), solamente excluyendo la expresión “hábil”. JP 1-02, subraya que el arte operacional traduce la estrategia del co-mandante de la fuerza conjunta en un con-cepto operacional33 y, eventualmente, en ac-ciones tácticas, por medio de la integración de todos los niveles de la guerra.34

Además de lo que se menciona en el AJP-1(A), el JP 3-0 establece que el arte operacional:

“Asiste a los comandantes en el uso de sus recursos con eficiencia y eficacia, hacia el alcance de sus objetivos estraté-gicos, ya que sin ellos, la guerra sería un enfrentamiento inconsistente, en el cual la fricción sería la única medida de éxito o fracaso.”35

En la publicación JP 5-00-1 “Doctri-na para el Planeamiento de Campañas Conjuntas” se menciona que el planea-miento de las campañas en el nivel ope-racional es sobre todo un arte que está relacionado íntimamente con el arte ope-racional, más precisamente al concepto operacional de la campaña, ya que esta es una tarea intelectual que se apoya en el buen juicio y en la experiencia opera-cional, donde el resultado de este proceso es el concepto operacional. Esta publica-ción también establece que la esencia del arte operacional yace en la habilidad de producir efectos masivos contra las vul-nerabilidades críticas o contra los centros de gravedad36 del enemigo, con el fin de destruirlo o neutralizarlo y de esta manera lograr el objetivo operacional o estratégi-co. Para lograr esta meta, se menciona en la misma publicación, que los encargados del planeamiento tienen dos métodos dis-ponibles de acuerdo a las circunstancias del teatro: Ataque directo o indirecto a los centros de gravedad.37

Aún dentro del alcance de la doc-trina conjunta de los Estados Unidos, la “Enciclopedia de doctrina conjunta” alu-de que la doctrina operacional no es sólo practicada por los comandantes más an-tiguos de las fuerzas conjuntas, sino tam-bién por sus comandantes subordinados. Igualmente enfatiza que el enfoque del

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Figura 4. ppt-97veg024a (pFR)

ciencia y arte militar

ciencia militar

arte militar

tÁcticaestrategia

operaciones(aRte opeRacional)

arte operacional conjunto se hace sobre el uso de las fuerzas militares y la organi-zación de esfuerzos en tiempo, espacio y propósito.38

La doctrina de defensa Británica en-tiende la existencia de cuatro niveles de la guerra (Gran estrategia, Estrategia mi-litar, operacional y táctica) y ubica el arte

operacional en el contexto del nivel operacional, defi-niéndolo de manera similar a la doctrina de las Fuer-zas Armadas de los Esta-dos Unidos.

El profesor Milan Vego ha acuñado las siguientes definiciones: “un compo-nente del arte militar que se refiere a la teoría y a la prác-tica del planeamiento, con-ducción y mantenimiento de campañas y operacio-nes mayores destinadas al logro de objetivos opera-cionales o estratégicos en un teatro dado”. El profesor Vego ha relacionado el arte operacional a diferentes ni-veles de la guerra, tal como

se muestra en las figuras 3 y 4.Para este autor, la relevancia del ar-

te operacional yace en el hecho que este provee a los comandantes una estructura capaz de asistirlos en la organización de las ideas en el momento de diseñar ope-raciones mayores y campañas39:

El almirante Petrusio definió el arte operacional como “la conducta adoptada por los comandantes operacionales, quie-nes normalmente comandarán fuerzas conjuntas, o una sola fuerza”.40

En la publicación C 100-5 “Operacio-nes”, el Ejército Brasilero se refiere a este término como “el arte de preparar, despla-zar, desplegar, extender y usar las fuerzas del teatro de operaciones con el propósi-to de alcanzar, en las mejores condiciones posibles, los objetivos designados por la

Relaciones entRe los componentes del aRte militaR y los niveles de la gueRRa

componentesdel aRte militaR

estR

ateg

iaaR

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peRa

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altá

ctic

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Figura 3. ppt-97veg024a (pFR)

ambiente Físico

global

teatRo de la gueRRa

teatRo de opeRaciones

(tieRRa, maRítimo)aéReo

aRea de opeRaciones(land, maRitime, aiR)

zona de combate (sectoR) (teRRestRe,

maRítimo, aéReo)

nivel estRatégico

nacional

nivel estRatégico en el teatRo

opeRacional

nivel opeRacional-tactico

nivel táctico

estRategia nacional

estRategia en el teatRo

opeRacional

opeRacional-táctico

táctico

nivel de la gueRRa

escalón de comando

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estrategia militar”, subrayando que su cam-po de uso es el teatro de operaciones.41

En el año 2001, la Escuela Naval de Guerra de Brasil define el arte operacio-nal como:

“El arte de aplicar la maniobra ope-racional por parte del comandante del tea-tro de operaciones, o por otro comandante equivalente del alto mando en la estructura dispuesta para la guerra, de acuerdo con el pronóstico y guía de la estrategia militar y en alineación con los objetivos estratégi-cos establecidos”.42

CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LAS DEFINICIONES Y EL ALCANCE

Las definiciones relacionadas con el nivel operacional esbozadas en los ante-cedentes históricos presentan demasia-das similitudes con aquellas del arte ope-racional o estrategia, de tal manera que con cierto grado de certidumbre se pue-de inferir que se trata de una metodología aplicable al nivel operacional, destinado a los comandantes operacionales en el con-texto de un teatro de operaciones.

Aún, en la relación del arte operacio-nal con otros niveles de la guerra, Milán Ve-go tácitamente implica que los límites de aplicación del arte operacional pueden ex-tenderse más allá del teatro de operaciones y alcanzar niveles mucho más altos en la to-ma de decisiones, particularmente en aquel denominado como el nivel estratégico-mili-tar. (Figura 3)

En este aspecto, debe notarse que muchos conceptos doctrinales que confor-man este marco teórico pueden ser usados en otros niveles de la guerra, tales como

“el centro de gravedad”. Tal vez, esta es la razón por la cual Milán Vego ha dado una representación elástica del campo de apli-cación del arte operacional, siendo su en-foque principal el nivel operacional.

EXPRESIONES COMUNMENTE USADAS

Consideraciones preliminares: Los nom-bres no son simplemente etiquetas o pla-cas; de hecho, la manera en que un con-cepto es nombrado, tiene un impacto en la forma como es interpretado. De tal ma-nera que, aquí se presentarán las expre-siones generalmente usadas para referirse a este marco teórico y algunas considera-ciones sobre este aspecto.

Expresiones: La expresión “arte opera-cional” es probablemente la de más fre-cuente utilización internacional y es adop-tada por la OTAN y por los ex-miembros del Pacto de Varsovia. No obstante, Milán Vego tiene reservas respecto a esta expre-sión y prefiere utilizar “Operacional warfa-re” (El cual puede ser interpretado como procedimientos operacionales de guerra),

el JP 3-0 establece que el arte operacional: “asiste a los co-mandantes en el uso de sus re-cursos con eficiencia y efica-cia, hacia el alcance de sus objetivos estratégicos, ya que sin ellos, la guerra sería un en-frentamiento inconsistente, en el cual la fricción sería la úni-ca medida de éxito o fracaso.”

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interrogantes sobre su real significado. De hecho, aquellos que no están bien familia-rizados con la esencia y el alcance de este marco teórico pueden deducir erróneamen-te cuando se enfrenten a este nombre que: el término se encuentra restringido a asun-tos que se refieren al nivel de la estrategia militar o a las más altas esferas dentro del proceso de decisión nacional.

Obviamente, este inconveniente no existe en aquellos países o fuerzas que usan el término estrategia operacional, pa-ra referirse al nivel intermedio entre el ni-vel estratégico y el táctico, una vez que la identidad de los nombres entre los niveles y la teoría sirven como punto de existencia de una fuerte relación entre ellos.

CONSIDERACIONES FINALES DEL ENSAYO

Es necesario enfatizar que desde su nacimiento, el arte operacional ha adqui-

rido gradualmente forma y contorno a través del uso de innumerables

conceptos derivados de los

argumentando que este marco teórico, comprende tanto la teoría como la prácti-ca, siendo ambos ciencia y arte.

A su vez, Beaufre y Pertusio usan la expresión “estrategia operacional”. Esta es también la forma como la utilizan el Ejército del Brasil, Argentina, Chile y otros países.

Tal vez en términos etimológicos, esta es la forma más apropiada por las siguientes ra-zones: “Estrategia”, siendo etimológicamente “la conducción de fuerzas” que al acompa-ñarse del término “operacional” para designar el nivel operacional resultaría en “la conduc-ción operacional de fuerzas” o “la conducción de fuerzas en el nivel operacional”.

Aún así, se debe reconocer que fren-te a su evolución histórica e irrestricto uso por parte de diferentes segmentos de la so-ciedad (finanzas, deportes, etc, significan-do “la disposición de medios para alcanzar resultados”), la pluralidad de significados de la palabra “estrategia” puede conducir a

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REFERENCIAS

1. Formas híbridas también son bastante comunes.

2. Creveld, p. 14.

3. Federico A. Arborio Mella, p. 210.

4. Creveld. p, 98.

5. Mirador.p, 4.233.

6. Mirador.p, 4.233.

7. Caminha, p. 51.

8. Clausewitz.p, 128.

9. De acuerdo con Bruce Menning, la palabra “opera-tion”, la cual tiene la misma raíz de “operative”, era ya usada desde finales del siglo XVII, para describir lo que los ejércitos Europeos hacían en el campo de batalla.

10. Clausewitz. p, 87.

11. Caminha.p, 53.

12. Jomini.p, 26.

13. Moltke, lo definió como “El arte de aplicar los me-dios militares para alcanzar los objetivos de la guerra establecidos por la política”.

14. Pertuso.p, 14.

15. Caminha.p, 52.

16. Lidell Hart. p, 406.

17. Beaufre.p, 22 y 27.

18. Beaufre.p, 30 a 32.

19. Para Beaufre también había una estrategia de tiempo de paz o logística.

20. Pertusio.p, 19.

21. De acuerdo a Milán Vego, una operación mayor consiste de “una serie de tácticas” (batallas, enfrenta-mientos, ataques, etc.) sincronizadas en tiempo y espa-cio, destinadas al alcance de un objetivo operacional.

22. AAP-6, versión 2005, p. 2-0-2

23. Pertusio. p, 90.

24. Ensayo “Orígenes del Arte Operacional”, Bruce Menning.

hechos históricos y de la reflexión que so-bre el arte militar han hecho numerosos au-tores y analistas, tales como: El Centro de Gravedad de Clausewitz, punto culminan-te de ataque, fricción; teatro de operacio-nes, puntos decisivos y bases y líneas de operación utilizado por Jomini; el nivel ope-racional de la guerra y la batalla profunda de Triandifilov y Tuchachevsky; el concep-to de maniobra operacional derivado de las campañas de Helmut von Moltke durante la unificación de Alemania; las campañas de Ulysses Grant durante la guerra civil ameri-cana, la Guerra Relámpago de los alema-nes y las operaciones de profundidad de los soviéticos durante la Segunda Guerra Mun-dial, y muchas otras.43

Cada nuevo conflicto ha sido una nue-va fuente de inspiración para el mejoramien-to del ya existente marco teórico doctrinario. En realidad, las publicaciones oficiales emi-tidas por los países que la adoptan han sido constantemente revisadas, siempre tratan-do de adaptarlo a los nuevos retos que sur-gen en el escenario internacional.

Aún en su último estado, algunos de sus elementos no fueron exitosos en cubrir todo el espectro de las campañas y de las operaciones y, por lo tanto, generaron di-ficultades en los planificadores militares. Por ejemplo, el desarrollo de campañas de mantenimiento de paz, en las cuales hay un marcado énfasis en la asistencia humanita-ria, la guerra contra el terrorismo y el ámbito de la guerra de la información, entre otros, constituyen preceptos que han cambiado el diseño del concepto operacional.

Por último, la estrategia o el arte ope-racional no debe ser visto como un produc-to totalmente elaborado, debido a que una

vez insertado en un proceso dialéctico de cambios y ajustes con el ambiente de se-guridad requiere permanentes esfuerzos en la reflexión y actualización de los plani-ficadores militares.

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BIBLIOGRAFÍA

BIBLIOGRAFÍA

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BRASIL. Ejército Brasileño. C 124-1 Manual de Campanha-Estrategia, 3 ed. 2001.

25. Jonh Dziak, p. 30 a 32.

26. Ensayo “Orígenes del Arte Operacional”, Bruce Menning.

27. Ensayo “El arte operacional para la fuerza objeti-vo”, James K. Greer.

28. C 100-5, p. 3-3.

29. C 124-1, p. 1-4.

30. DCA 1-1, p, 14.

31. AJP-1(A), pp. 2-9.

32. AJP-1(A), pp. 2-9.

33. El concepto o diseño operacional puede ser en-tendido como el concepto de la campaña, esto es, la forma en que los combates y enfrentamientos (Las operaciones mismas) estarán unidas e interconecta-das con el fin de alcanzar los objetivos estratégicos.

34. JP 1-02, p. 385.

35. JP 3-0, p. xii y xiii.

36. Centro de gravedad es un concepto que vie-ne de Clausewitz y es muy usado en el arte ope-racional para describir el “centro de todo el poder y del movimiento y del cual todo depende. Es el punto contra el cual todas nuestras energías de-ben ser dirigidas”

37. JP 5-00-1, p. II-8 y II-12

38. Enciclopedia de Doctrina Conjunta, p. 565.

39. Milán Vego, pag. 2 y 3

40. Pertusio, p. 22.

41. C 100-5, p. 3-3

42. Definición de la Escuela Naval de Guerra del Brasil

43. Ensayo “El arte operacional para la fuerza objeti-vo”, James K. Greer.

BRASIL. Ministério del Ejército. Estado Mayor del Ejército. C 100-5 Manual de Campanha-Operacio-nes, 3 ed. 1997

CAMINHA, João Carlos Conçalves. Delineamientos de Estratégia. 1980.

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PERTUSIO, Roberto L. Estrategia Operacional, 2 ed. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, 2000.

VEGO, Milan. Operacional Warfare. New Port: Naval War Collage Press, 2000.

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Page 20: Doctrina SeguriDaD y DefenSa nacional liDerazgo HiStoria Militar

Breve análisis

sobre la estructura

de la doctrina de la

Fuerza Aérea

ColombianaTeniente Coronel Gustavo Adolfo López QuinteroOficial Piloto de la Fuerza Aérea Colombiana. Admi-nistrador de Empresas y Administrador Aeronáutico con especialización en Estado Mayor y Seguridad y Defensa Nacional. Actualmente es el Director de Doc-trina Aeroespacial de la Fuerza Aérea Colombiana.

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”

albert einsten

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En un poco más de cien años el hom-bre ha construido estructuras doctrinarias basadas en la teoría, la historia y la expe-riencia -propia y ajena- con el fin de obte-ner la mejor efectividad posible en el uso de los medios que comprenden el poder aéreo. Pero las condiciones cambiantes de los conflictos o amenazas, del avance tec-nológico, de los intereses nacionales y la necesidad de adaptarse a nuevas formas de pensar, motivan a las Fuerzas Militares de los Estados a buscar una doctrina senci-lla en su concepción; amplia, en el sentido de abarcar todas las amenazas posibles, y sobre todo, concreta en su aplicación.

Para desarrollar la idea anterior se pondrán de manifiesto algunas considera-ciones sobre el poder de lo simple, para luego entrar en una cadena lógica que se extiende desde la actual misión de la Fuer-za Aérea Colombiana hasta la acción últi-ma en la que se materializa el poder aéreo, es decir, las operaciones aéreas.

1. EL PODER DE LO SIMPLE

El libro publicado por Jack Trout, acer-ca del poder de lo simple, nos recuerda que somos víctimas fáciles de las interpretacio-nes que las organizaciones a las que per-tenecemos dan a su sistema, convirtiendo así a los individuos en parte de su inercia. De igual manera, se pueden tomar muchas lecciones que serían benéficas para las em-presas, dentro de las cuales, las Fuerzas Aéreas no son la excepción. “El libro nos re-cuerda que a veces tenemos que pensar en lo esencial antes de intentar, siempre, bus-car soluciones en lo nuevo y complejo; hay que regresar a las leyes de la gravedad.”1

Una interpretación a tener en cuenta sobre el poder de lo simple respecto a to-das las experiencias que terminan siendo impresas con el fin de convertirlas en pro-cesos o manuales es la siguiente:

“Tenemos una Biblia para procesos críticos. Los directivos codifican los pasos en un manual para los procesos críticos, elaborado a partir de la experiencia. Este manual, corre el peligro de convertirse en la Biblia, y una Biblia es difícil de cambiar. El proceso codificado puede llevar una vi-da en sí mismo y los empleados pueden seguirlo incluso después de que el entor-no haya cambiado”.2

2. UNA CADENA LÓGICA

Siguiendo el juicio anterior, es decir, regresando a las leyes de la gravedad, a continuación se hará una concatenación lógica de conceptos que poseen un orden cronológico y una guía de acción para el uso del poder aéreo en un marco que per-mite un balance adecuado entre sencillez y concreción.

La concepción que aquí se presenta, tiene como característica principal un vi-raje hacia la simpleza, pero, de otro lado, también pretende facilitar el entendimien-to, el aprendizaje, el uso y la aplicación de los conceptos. Otra de las características consiste en la libertad que los comandan-tes pueden obtener en la deducción o au-to-imposición de la misión.3

La cadena lógica de la que se habla en este artículo comienza con un primer eslabón denominado la misión institucio-nal, el cual determina el comienzo y la na-turaleza del espacio en el que se deben

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desarrollar el resto de los eslabones que se muestran en la siguiente figura:

el Manual de Doctrina Aérea6, pues no exis-te hasta el momento una legislación que así lo establezca. Adicionalmente, tampoco existe una ley de seguridad nacional en Co-lombia, la cual podría incluir de alguna ma-nera ese tipo de detalles sobre la organiza-ción de las Instituciones armadas.

Por lo tanto, las actuales responsabili-dades y funciones han sido el producto de un proceso de deducción y auto imposición consignado en el Manual de Doctrina Aérea.

Por último, las “responsabilidades” de las que trata el Manual de Doctrina Básica de 1995 encajan en la definición de función de la FAC; de hecho, y en términos más am-plios y concretos, es la propia Fuerza Aérea la que se organiza, recluta, entrena, estan-dariza, equipa, sostiene y, finalmente, con sus hombres va al combate. Puede decir-se entonces que de esa última función, la de combatir, se desprenden otros concep-tos encargados de definir cómo se combate, es decir, aquellos determinados actualmen-te como doctrina operacional, consignados en el Manual de Operaciones Aéreas, más conocido como O-MAOPA (FAC 3-62)

Dejando a un lado las responsabilida-des, debe observarse que otro de los con-ceptos eliminados de esta cadena es el de las misiones típicas, las cuales aparecen actualmente como un escalón intermedio entre las funciones y las operaciones tipo, pero su definición no marca una diferen-cia concreta entre éstas y las últimas, ya que la forma general como fueron defini-das consiste básicamente en que las mi-siones típicas son acciones específicas de los medios aéreos que permiten el desa-rrollo y proyección de las funciones y, a su vez, las operaciones son, de igual manera,

la misión no es una acción, tal como actualmente se encuen-tra descrita, esta es en realidad, una intención, la cual se mate-rializa a través de la operación, siendo está última, un acto con-creto que aplica las capacida-des del poder aéreo.

En primer lugar, la responsabilidad es una actitud que se asume como conse-cuencia de algo y la función es una tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus órganos o personas.5

En segundo lugar, las responsabilida-des de la Fuerza Aérea Colombiana no están establecidas en la ley, tal como lo menciona

miSión operacioneSfuncioneS

figura 1

2.1 ¿Por qué se excluyen algunos conceptos de la cadena?

Antes de entrar en la argumentación de los conceptos incluidos en la gráfica 1, es necesario mostrar las razones que motivan la eliminación de esta cadena del concepto de las responsabilidades, las cuales según la actual doctrina básica de la Fuerza Aérea de 1995 consisten en organizar, entrenar, equi-par y proveer fuerzas para la conducción de operaciones de combate en el aire4.

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un conjunto de acciones que se disponen para lograr los resultados propuestos en una misión y función de la fuerza.7

Otro aspecto importante a considerar es que la misión no es una acción, tal como actualmente se encuentra descrita; esta es en realidad, una intención que se materiali-za a través de la operación, siendo está últi-ma, un acto concreto que aplica las capaci-dades del poder aéreo.

Otro ejercicio que sustenta la esca-sa diferencia entre la misión y la operación consiste en la permeabilidad que hay entre unas y otras, pues el siguiente ejercicio, en el que se encuentran separadas las misio-nes de las operaciones (en las dos prime-ras columnas, según la definición actual la doctrina de la FAC) se concibe la unión ba-jo un solo concepto, lo cual permite ver en la tercera columna, la permeabilidad que ya se mencionó. (Ver figura 2)

En el ejercicio anterior vale la pena ano-tar que la barrera es débil, y que simultánea-mente se puede simplificar el contenido de conceptos, pues el concepto de misiones y operaciones se puede fundir en uno sólo, tal como se muestra en la tercera columna.

Como consecuencia de lo anterior, es posible obtener un proceso de apren-dizaje mucho más fácil, particularmente para aquellos que comienzan a entender la utilidad del poder aéreo desde las Es-cuelas de Formación.

Antes de cerrar la explicación sobre lo que no se incluye en la cadena, es necesa-rio ver la inconveniencia de circunscribir las misiones a una lista de estas en el proceso de planeamiento, pues la misión representa la intención del comandante; se impone por un escalón de mando superior y se deduce o auto impone en un espacio que permita la creatividad y el uso del genio del coman-dante militar. Adicionalmente, la intención aquí presentada, consiste en eliminar la lis-ta de misiones típicas, pero jamás la misión como tal; esta debe permanecer, ya que es un paso esencial que consiste en la parti-cipación del comandante en el proceso de planeamiento y la conexión entre este y los hombres que se encargarán de planear y llevar a la realidad la intención del coman-dante a través de la operación.

2.2 Sobre los conceptos que hacen parte de la cadena.

Volviendo a la gráfica No. 1, que da la idea de la cadena en mención, se ex-plicará a continuación cada uno de sus eslabones.

2.2.1 La misión institucional: En esta forma de concebir una cadena lógica en la estruc-turación de la doctrina se debe comenzar

MiSioneS tÍpicaS operacioneS tipo

Ataque estratégico Ataque aéreo

Reabastecimiento en vuelo Reabastecimiento en vuelo

Apoyo aéreo cercano Ataque aéreo

operacioneS

Ataque estratégico

Reabastecimiento en vuelo

Apoyo aéreo cercano

Ataque aéreo

Reabastecimiento en vuelo

Ataque aéreo

Figura 2

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por la misión de la Fuerza Aérea Colombia-na, la cual consiste en: “Ejercer y mantener el dominio del espacio aéreo y conducir ope-raciones aéreas, para la defensa de la sobe-ranía, la independencia, la integridad terri-torial nacional y el orden constitucional”.8

De lo anterior se puede afirmar que la misión es única y permanente; tan única como lo exige la razón de ser de una orga-nización, y tan permanente como la Cons-titución Política lo permita. De allí que la misión encabece el hilo conductor para la Fuerza y ayude en la búsqueda o uso de conceptos que den continuidad a aquellos que incluyen la propia definición de la mi-sión y faciliten el entendimiento.

2.2.2 Las funciones: Una vez más, es ne-cesario acudir a los conceptos y a la cla-ridad que estos deben ofrecer en el mo-mento de establecer una definición para que haya aceptación y resulte universal la interpretación del término; en consecuen-cia, es prudente acudir a la definición de términos de la lengua Española.

Según la Real Academia de la Lengua, una función es una tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, a sus ór-ganos o personas. De allí que las funciones son tareas que le corresponden a la Fuer-za Aérea en virtud del ambiente en el que opera y de la relación con las otras Fuerzas (Ejército y Armada). Esto marca una dife-rencia clara con el término responsabilidad que, como se mencionó anteriormente, es una actitud que se asume como consecuen-cia de algo y la función es lo que a la orga-nización le corresponde hacer para cumplir su misión. Se deduce entonces que la res-ponsabilidad se asume como consecuencia

de no llevar a cabo las funciones que a una persona u organización le corresponden.

Una vez aclarados los conceptos, es hora de pasar a determinar las funciones de la Fuerza Aérea, las cuales pueden ser dividi-das en tres grupos de orden cronológico así:

Antes de embarcarse en la ardua tarea de crear una Fuerza disponible para el com-bate, es necesario hacer demasiadas cosas (funciones) a saber: organizar, reclutar, es-tandarizar, entrenar, equipar, sostener y, por último, Combatir. Estos términos encierran el espectro de las funciones de cualquier Fuerza Aérea del mundo. Ahora bien, cada una de ellas ha decidido darle los matices propios en concordancia con sus capaci-dades y la variedad de funciones repartidas con otras fuerzas. Tal es el caso de aquellas en donde la movilidad táctica de las tropas y su seguridad, depende casi totalmente del Ejército, tal como ocurre en las Fuerzas Ar-madas de los Estados Unidos.

De las funciones mencionadas, la úl-tima de ellas, la de combatir, merece espe-cial atención, por cuanto que a través de es-ta se materializa todo el andamiaje de una Fuerza Aérea. Esta función particular encie-rra dos conceptos, nuevamente iguales para cualquier Fuerza Aérea. El primero de ellos consiste en ganar el uso del espacio aéreo y el segundo se desprende de este, y consis-te en hacer uso o explotar ese espacio aéreo obtenido, bien sea de manera temporal o permanente, o de manera limitada o abso-luta en términos geográficos, dando con ello nacimiento a los conceptos de superioridad aérea o supremacía aérea, pero sobre todo, dando cumplimiento a la primera parte de la misión institucional: “Ejercer y mantener el dominio del espacio aéreo”.

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2.2.3 Las operaciones: En el párrafo anterior se mencionó el término materialización del andamiaje que la organización aérea ha edi-ficado con la organización, el reclutamiento, el entrenamiento y el equipamiento; y tam-bién se mencionó que la función de com-batir es la que da fruto a todo ese esfuerzo. Pues bien, es aquí en donde encaja el últi-mo eslabón, el de las operaciones aéreas.

Puesto que son las operaciones las que demuestran la efectividad de la ac-ción, son estas las que sin duda dan la puntada final de la misión institucional. Así que, regresando nuevamente a la mi-sión institucional: “…y conducir opera-ciones aéreas, para la defensa de la so-beranía, la independencia, la integridad territorial nacional y el orden constitucio-nal” se da por entendido que la Fuerza Aérea combate con herramientas propias de su naturaleza bajo la denominación de operaciones aéreas, y las cuales pueden ser tan variadas como sus capacidades y el ingenio de sus integrantes lo permitan.

Ya aclarada esa estructura general, es posible dar el salto a la propia defini-ción de las operaciones aéreas: son accio-nes concretas que hacen uso del poder aéreo en virtud de la capacidad, es decir de los medios disponibles para lograr la in-tención9 del comandante, y de la voluntad

la misión es única y permanente; tan única como lo exige la ra-zón de ser de una organización, y tan permanente como la cons-titución política lo permita. De allí que la misión encabece el hi-lo conductor para la fuerza, y ayude en la búsqueda o uso de conceptos que den continuidad a aquellos que incluyen la propia definición de la misión y faciliten el entendimiento.

de usar esos medios con el fin de alcan-zar los objetivos de un plan de campaña o plan de guerra.

También debe ser tenido en cuenta que el término “operación” posee la misma raíz de término “operativo”, el cual ya era usado a finales del siglo XVII por los ejércitos europeos para describir lo que éstos hacían en el campo de batalla10.

De las definiciones anteriormente ex-plicadas se puede dar rienda suelta a un sin número de opera-ciones que los

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redactores o generadores de doctrina pue-den interpretar y establecer como producto de las experiencias, la teoría y las capacida-des de cada fuerza aérea.

En el caso particular de la Fuerza Aé-rea Colombiana, se contemplan 28 opera-ciones tipo, que se encuentran por su de-finición, directamente relacionadas con lo que se hace en el campo de combate. Es-tas operaciones, con excepción de la dis-cusión que se pueda dar frente a su deri-vación de la misión típica, ya argumentada en párrafos anteriores, no presentan con-tradicciones frente a la definición estableci-da en este artículo del término operación. Sin embargo, existen algunas operaciones que no se encuentran directamente relacio-nadas con la acción en el campo de com-bate y que, por lo tanto, no hacen parte de la función de combatir, debiéndose enmar-car dentro de las otras funciones co-mo parte de las tareas

que se desarrollan para llevar a feliz término las funciones de entrenar y equipar. Tal es el caso de los vuelos de mantenimiento y de prueba, pues no deben ser parte de las ope-raciones por las siguientes razones:

Para comenzar, es necesario resal-tar que estas son tareas que se desarrollan en el marco de la función de equipar a los combatientes o suministrar los equipos ne-cesarios, ya que son aspectos que se rea-lizan siempre con anterioridad y por fuera del ambiente de combate.

antes de embarcarse en la ar-dua tarea de crear una fuer-za disponible para el combate, es necesario hacer demasia-das cosas (funciones) a saber: organizar, reclutar, estandari-zar, entrenar, equipar, Sostener y, por último, combatir. estos términos encierran el espectro de las funciones de cualquier fuerza aérea del planeta.

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REFERENCIAS

1. CASAS, Juan Alberto. [en línea] www.actualidade-conómica.com. Adaptación. Enero 2004. No. 311

2. Ibid.

3. MANUAL DE ESTADO MAYOR FUERZA AÉREA COLOMBIANA FAC 3-05 Público. 3ª. Edición 2003. Pag. 4-05

4. MANUAL DE DOCTRINA AÉREA. Fuerza Aérea Colombiana. Segunda Edición 1995.

5. Diccionario de la Real academia de la lengua. 22ª Edición [en línea] www.rae.es

6. Op cit. MANUAL DE DOCTRINA AÉREA. Pag. 31

7. MANUAL DE OPERACIONES AÉREAS. FUERZA AÉREA COLOMBIANA. Primera edición 2005. pag. 16 a 17.

8. Plan Estratégico Institucional Fuerza Aérea Co-lombiana 2006-2019. pag. 22

9. Determinación de la voluntad en orden a un fin. Definición tomada del Diccionario de la Real Acade-mia de la Lengua Española.

10. Revista de la Escuela Naval de Guerra de Bra-sil. Introducción al arte operacional. Diciembre de 2006. Pag. 51

Otra razón que sustenta esta posi-ción, consiste en que los vuelos de prue-ba y mantenimiento son ejercicios de ca-rácter técnico que determinan el estado de aeronavegabilidad de una aeronave y esa condición se establece mediante el uso de normas técnicas, mas no bajo pa-rámetros de conceptos doctrinarios. Ade-más, los vuelos de prueba y mantenimien-to no tienen finalidad concreta en el logro de los objetivos en el teatro de la guerra o en el desarrollo de las propias operacio-nes militares.

En igual sentido, se orienta la exclu-sión de la instrucción y el entrenamiento de vuelo, pues al igual que los vuelos de prue-ba y mantenimiento, son tareas que debe realizar la fuerza en el marco de la función de entrenar para el cumplimiento de la mi-sión, lo que significa, al igual que en los ca-sos anteriores, que no tienen una finalidad concreta en el teatro de la guerra o en el teatro de operaciones.

CONCLUSIONES

En primer lugar, es necesario el co-nocimiento de los términos, sus definicio-nes correctas y el uso apropiado de ellos, pues resulta indispensable en la redac-ción de la doctrina, ya que de lo contrario se empaña su aceptación y no se facilita su entendimiento.

En segundo término y como conse-cuencia de lo anterior, la doctrina se de-be redactar en términos tan sencillos que permitan el fácil aprendizaje por parte de los alumnos de las Escuelas de Formación en su temprana adaptación e interpreta-ción del poder aéreo y su utilización.

También se recomienda reducir los conceptos a los mínimos necesarios, en-tiéndase misión, funciones y operaciones, encadenados de manera lógica e interpre-tando en cada eslabón lo impuesto por el anterior.

Finalmente, este artículo no sólo pre-tende hacer una recomendación a la con-cepción doctrinaria de la Fuerza Aérea, sino también, una interpretación global a la doctrina de las Fuerzas Aéreas de los Estados, con el fin de entender como se han concebido, y a la vez, estructurar el pensamiento de los jóvenes que comien-zan a asimilar el uso de los medios aéreos bajo la concepción de la capacidad y la voluntad de utilizar lo que hoy se conoce como “Poder Aéreo”.

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INTRODUCCIÓN

Colombia se ha caracterizado por de-sarrollarse de espaldas a sus mares; los 928.660 kms2 de aguas marinas1 no han sido incorporados a las políticas y planes de desarrollo de la nación y tampoco ha existi-do una estrategia2 dirigida a los mares y su entorno. Ello explica, por lo menos en par-te, eventos como la pérdida de Panamá y

Marítimas de Colombia en

Contexto de las Fronteras

La Estrategia en el

la desaparición de la Flota Mercante Gran Colombiana, que significaron para el país grandes lesiones en materia económica, política, social y cultural.

Lo anterior se debe en gran medi-da a la ausencia de una conciencia marí-tima, que es considerada como “el conoci-miento exacto y reflexivo sobre el mar y sus proximidades, tanto de su naturaleza co-mo de sus alcances políticos, económicos

María Carolina Gast NiñoPolitóloga Universidad del Rosario, Magíster en Seguridad y Defensa Nacionales Escuela Supe-rior de Guerra. Actualmente se desempeña co-mo asesora de la Fuerza Aérea Colombiana.

El Caribe

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y sociales. Al hablar del mar en el caso de la Conciencia Marítima, nos referimos al Te-rritorio Oceánico”.3 En este caso, como en tantos otros de nuestra realidad, pareciera que la falta de esa conciencia fuera la causa de la inexistencia de una estrategia nacional referida a los mares colombianos y sus terri-torios circundantes y ésta, a su vez, retroali-mentara la no conciencia nacional sobre la importancia de los mares.

Al no existir una estrategia nacional4 con respecto al mar, tam-poco ha existido una estrategia ni una ley referidas a las fronteras marítimas de Colombia; lo único que existe al respecto son los tra-tados firmados por Colombia con sus países vecinos para delimitar algunas fronteras marítimas y aún existen vacíos en esta materia, co-mo el caso del Golfo de Coquiva-coa, cuyo estatus es aún incierto por encontrarse en disputa con Venezuela.

El propósito del presente ensayo es de-terminar si existe una estrategia nacional de fronteras marítimas, analizar las amenazas a las que están expuestas estas fronteras y, por lo tanto, las zonas marítimas del país y evaluar lo que está haciendo el Gobierno para enfrentar dichas amenazas, finalizando con una recomendación sobre la estrategia conveniente dirigida a fortalecer estas zonas del país tradicionalmente abandonadas.

FRONTERAS MARÍTIMAS DE COLOMBIA Y LA ESTRATEGIA NACIONAL

Colombia tiene ocho fronteras maríti-mas establecidas a través de tratados cele-brados con los países vecinos. Sin embargo,

dos de estas fronteras se encuentran en status quo: la frontera de Colombia con Ni-caragua (la Corte Internacional de Justicia dejó como asunto pendiente el estudio de la delimitación de las aguas marinas entre los dos países) y la frontera marítima de Co-lombia con Venezuela. Los países con los cuales Colombia tiene frontera marítima son los siguientes5:

Aunque existen estas ocho fronteras marítimas, Colombia no tiene una estrate-gia para controlarlas en materia de segu-ridad, economía, cooperación y desarrollo sostenible. A diferencia de las fronteras te-rrestres, no existen acuerdos entre Colom-bia y sus colindantes marítimos tendientes a fortalecer y aprovechar estas zonas, co-mo es la figura de las COMBIFRON para las fronteras terrestres en algunos casos. Esto representa para el país una vulnera-bilidad frente a las amenazas transnacio-nales, para las cuales el mar se convierte en un aliado por excelencia, por la falta de control y seguridad. Estas amenazas, co-mo el tráfico de drogas ilícitas, el tráfico ile-gal de armas, de personas, la piratería y los delitos y conductas conexas que todos

país tratado fecha

Costa RicaFernández-Facio Marzo 17 de 1977

Lloreda-Gutierrez Abril 6 de 1984

Haití Liévano-Brutus Febrero 17 de 1978

Honduras Ramírez-López Agosto 2 de 1986

Jamaica Sanín-Robertson Noviembre 12 de 1993

Nicaragua Esguerra-Bárcenas Marzo 24 de 1928

Panamá Liévano-Boyd Noviembre 20 de 1976

Rep. Dominicana Liévano-Jiménez Enero 13 de 1978

Venezuela Diferendo Diferendo

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estos representan, como la corrupción y el lavado de activos, no sólo tienen un impac-to altamente perjudicial para el país, tam-bién lo tiene para la región y la comunidad internacional en general.

La falta de estrategias en todos los ni-veles para controlar estas zonas de frontera marítima también tiene un impacto negati-vo en la contaminación de los ecosistemas marinos; el transporte de materiales alta-mente contaminantes, así como del petró-leo y sus derivados se realiza casi en su to-talidad por vías marítimas y la falta de un control estricto sobre los buques mercantes y los tanqueros encargados de este trans-porte se convierte en otra potencial amena-za para los mares. “Muchos de estos bu-ques mercantes navegan bajo la autoridad de Estados débiles pero que recalan a me-nudo en los puertos más importantes de los países industrializados. Estos Estados débi-les son incapaces de exigir el cumplimiento de las regulaciones a sus buques que rara vez recalan en sus puertos o llegan al alcan-ce de las autoridades inspectoras”.6

Frente a este contexto, Colombia ha desarrollado una sola estrategia, que no es de Estado, es decir, no es una estrate-gia nacional, sino una estrategia militar ge-neral, que consiste en el fortalecimiento del Cuerpo de Guardacostas de la Arma-da Nacional, para avanzar en el campo de la interdicción marítima en conjunto con la Fuerza Aérea Colombiana. “El Cuerpo de Guardacostas, (…) cubre los litorales Cari-be y Pacífico, complementado con Unida-des altamente flexibles, aptas para operar en aguas interiores y en el mar jurisdiccio-nal, cumple una importante función de se-guridad marítima mediante la represión del

delito en el mar, el control de la preserva-ción del medio ambiente marino y las ope-raciones de búsqueda y rescate”.7

Vale la pena resaltar que el 90% del trá-fico ilícito de drogas se hace por vía marítima y que el 90% de las interdicciones se reali-zan en la Zona Económica Exclusiva y en Alta Mar, espacios en los que no operan las uni-dades de Guardacostas, pues para estas zo-nas sólo son aptas unidades mayores como las Fragatas por sus capacidades y condicio-nes meteomarinas8. Por lo tanto, aunque el fortalecimiento del Cuerpo de Guardacostas ha contribuido en la lucha contra estos fe-nómenos, la estrategia no es suficiente para enfrentar las amenazas transnacionales que se combinan en el mar.

Aunque existen estas 8 fronte-ras marítimas, colombia no tie-ne una estrategia para contro-larlas en materia de seguridad, economía, cooperación y desa-rrollo sostenible.

Los países costeros deben tener la ca-pacidad y los medios para enfrentar y preve-nir los peligros que amenacen sus territorios marinos y terrestres; sin embargo, debido a las grandes extensiones marítimas de Co-lombia, el cubrimiento y control continuo de éstas se dificulta, debido a restricciones pre-supuestales y falta de proyectos específicos para estas zonas. Pero la puesta en marcha de estos proyectos, requiere voluntad políti-ca y un marco legal para enfrentar las opor-tunidades y amenazas que representan los mares y sus territorios adyacentes y, frente

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a este escenario, el empleo del poder naval no es suficiente (como quedó demostrado con la pérdida de Panamá, un tema de Es-tado y Diplomacia más que militar).

La ausencia de conciencia marítima en el país tiene consecuencias adiciona-les a las mencionadas anteriormente; to-dos los asuntos relacionados con los mares han sido y son delegados a la Armada Na-cional, de la cual dependen la mayoría de las agencias gubernamentales encargadas de estos temas. No existe una organización marítima que integre las diversas entidades vinculadas a los aspectos relacionados con las zonas marítimas y espacios adyacen-tes de Colombia; y “las diferentes agencias por lo general actúan independientemente y no tienen una visión común a seguir, (…) el desarrollo del poder marítimo en Colom-bia ha sido el producto de decisiones cir-cunstanciales, en lugar de un conjunto de políticas y objetivos planeados”.9

AMENAZAS A LAS FRONTERAS MARÍTIMAS Y SUS ZONAS ADYACENTES

Las amenazas actuales en los territorios marítimos de Colombia están en su mayoría relacionadas con amenazas internacionales,

que pueden dividirse en tres categorías fun-cionales o colectivas10:

Contrabando, tráfico ilegal, piratería, que son dependientes del transporte de bienes ilícitos o robados o la interdicción de bienes legalmente transportados.

Actos de terrorismo, que son funcio-nalmente dependientes de la adquisición de armamento por actores no estatales.

Las amenazas ecológicas/sociales, que involucran actividades no estatales que no necesariamente están bajo el control de un grupo organizado.

Sin embargo, los mencionados ante-riormente no son los únicos peligros que acechan estos territorios. Los ríos, el mar y las salidas al mar han sido siempre consi-derados factores de vital importancia para la consecución y consolidación del poder de los Estados. La configuración de las fronte-ras en el mundo ha sufrido cambios signi-ficativos por la ampliación de los espacios marítimos sobre los cuales los Estados tie-nen soberanía y pueden ejercer control11 y por los avances técnicos y tecnológicos que han contribuido a lograr la exploración y ex-plotación de las zonas y recursos marinos de forma cada vez más eficiente. Esta situa-ción ha resaltado aún más la importancia de los mares para los Estados, dando lugar

la falta de estrategias para controlar las zonas de frontera maríti-ma también tiene un impacto negativo en la contaminación de los ecosistemas marinos; el transporte de materiales altamente conta-minantes, así como del petróleo y sus derivados se realiza casi en su totalidad por vías marítimas y la falta de un control estricto sobre los buques mercantes y los tanqueros encargados de este transpor-te se convierte en otra potencial amenaza para los mares.

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a litigios y controversias entre los países; si-tuación que se ve reflejada en el número de disputas marítimas llevadas ante la Corte In-ternacional de Justicia.12

Este escenario se convierte en una gran amenaza para las aguas marítimas de Colombia, pues los países con los cua-les comparte frontera marítima, en su gran mayoría son países pequeños, que necesi-tan proyectarse hacia el mar para ampliar su influencia y de esta manera su poder. La “(…) inestabilidad política (…) y falta de apoyo internacional, son condiciones comunes a muchos de los países de Amé-rica Latina y el Caribe”13 y, por lo tanto, a aquellos con los cuales limita Colombia, y que causan un clima de permanente ines-tabilidad local y regional, que se refleja pri-meramente en las aguas marítimas de es-tos países y sus vecinos.

paso en la ruta del tráfico de droga que sale de Colombia hacia Europa y Estados Unidos. Por otra parte, se encuentra Hai-tí, también vecino marítimo de Colombia, calificado como el país más pobre del he-misferio occidental15, situación que abre las puertas no sólo para el tráfico de dro-gas, sino también para el tráfico ilegal de personas que salen del país en busca de nuevas oportunidades.

Nicaragua, por su parte, con una si-tuación interna un poco menos complica-da que la de Jamaica y Haití, se convirtió desde la llegada al poder del presiden-te Daniel Ortega, en una plataforma pa-ra la expansión de la Revolución Boliva-riana del presidente de Venezuela Hugo Chávez; adicionalmente el ensayo “Aná-lisis Geopolítico de Nicaragua a la Luz de la Teoría de Mahan: las Pretensio-nes de Nicaragua Sobre San Andrés y Providencia”16, menciona que dentro de los intereses fundamentales de Nicaragua están la integridad territorial, soberanía y autodeterminación e inviolabilidad de las fronteras; y a los intereses principales, se encuentran estrechamente vinculados los intereses fundamentales, en donde está el aprovechamiento de los recursos estra-tégicos necesarios para el desarrollo de la nación, que se encuentran potencialmen-te en el Caribe, en las aguas en disputa con Colombia.

Honduras tampoco pasa inadverti-do a la hora de evaluar los vecinos marí-timos de Colombia. En el 2007, la dispu-ta que existía entre este país y Nicaragua, por delimitación de zonas marinas, quedó resuelto a través de un fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que

Aunque existen estas 8 fronte-ras marítimas, colombia no tie-ne una estrategia para contro-larlas en materia de seguridad, economía, cooperación y desa-rrollo sostenible.

Con relación a la situación que viven los países de la zona, el Banco Mundial publicó un informe que revela que el alza de crímenes violentos en el Caribe afec-ta el desarrollo de la región y las tasas de asesinatos son más altas que en cualquier lugar del mundo, señalando que el narco-tráfico está detrás del problema.14

Jamaica, uno de los vecinos maríti-mos de Colombia fue señalada como una de las islas más violentas, dado que es un

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estableció una nueva frontera entre los dos países. Al modificar la frontera entre Honduras y Nicaragua, la frontera entre Colombia y Honduras también se modifi-ca, sin embargo, el Gobierno colombiano, al parecer, no tiene una alerta situacio-nal elevada frente al tema, así que en es-te momento, el tratado Ramírez – López de 1986, tiene consignados unos límites, que después del fallo de la Corte dejaron de existir y hasta el momento no han sido objeto de redefinición.

Después de un recorrido por algu-nos de los países del Caribe que limitan con Colombia, es evidente que las fron-teras marítimas y sus zonas adyacentes no son lugares seguros y muchas de las amenazas trascienden la capacidad del Estado para controlarlas. Sumado a esto, debido al potencial de recursos que re-presenta el Caribe, las intencio-nes de los Estados

costeros tenderán a la expansión hacia las aguas que puedan representar algún bene-ficio económico o político, representando un peligro creciente para la integridad terri-torial de Colombia, de la cual hacen parte los 928.660 kms2 17 de aguas marinas.

LA ESTRATEGIA DEL MAR EN COLOMBIA

No ha existido en la historia de Co-lombia un documento en el cual se refleje el pensamiento de los conductores de la nación sobre el mar, ni mucho menos las intenciones de los gobiernos respecto a los dos océanos; es decir, el país no ha conta-do con una estrategia nacional de cara a los mares. Por ello, puede decirse que en esta materia sólo se ha llegado a desarro-llar una estrategia militar operativa.

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El gobierno del presidente Álvaro Uri-be Vélez hace un primer intento en el docu-mento “Colombia, Visión 2019”. Sin embar-go, el aparte dedicado al mar es muy general en cuanto a actividades específicas, respon-sables, recursos y, si se evalúa lo que se ha hecho desde que se publicó el documento, surgen muchas dudas respecto al futuro de lo planteado. Además, el documento pare-ciera más un documento de política públi-ca que una propuesta de estrategia nacional frente a diferentes temas. El aparte dedicado a los océanos es el siguiente:

“En 2019, Colombia habrá replan-teado la visión de sus océanos, a los cua-les históricamente les ha dado la espalda. Para esto, deberá incorporar los 928.660 km2 de territorio marítimo – 44.8% de la extensión total del territorio – al desarrollo del país, aprovechando las potencialidades,

no sólo del mar, sino de las zonas conti-nentales, a través del biocomercio y el tu-rismo. El país deberá potenciar la función de enlace a través del mar entre los países de la cuenca del Caribe y el Pacífico, Sura-mérica y el mundo.

Será esencial para este propósito pro-mocionar la cultura marítima desde las insti-tuciones educativas y generar conocimientos científicos y tecnológicos sobre los espacios oceánicos, las zonas costeras e insulares. Para que todo esto sea posible, se requerirá una nueva institucionalidad para el manejo de estos temas, que eventualmente podría ser un departamento administrativo o un nuevo ministerio. A partir de 2006, los pla-nes de desarrollo deberán incluir un capítulo sobre los océanos y hacia 2019 deberá exis-tir una ley de océanos como marco legal es-pecífico e integrador de esta temática”.18

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Los anteriores apartes del documento tienen características coincidentes con las de una propuesta de estrategia, en la me-dida en que en materia de espacios es am-plia y a largo plazo; los recursos que se re-quieren para desarrollar algunas acciones allí planteadas son cuantiosos; los objeti-vos planteados son ambiciosos y, finalmen-te, para cumplir lo estipulado se necesitan medios militares, económicos, políticos, si-cosociales, etc. Sin embargo, no se desa-rrolla la estrategia nacional y, por tanto, no se deriva la estrategia militar general ni la operativa, definitivas frente a los mares pa-ra contribuir a la consecución de los objeti-vos e intereses nacionales.

el desarrollo oceánico de Colombia a través de sus mares. Aunque es un documento muy completo, la parte dedicada al control y desarrollo de las fronteras marítimas de Colombia es muy general, deja grandes va-cios y genera incertidumbre frente a la ca-pacidad actual del Estado colombiano para cumplir con las expectativas planteadas.

CONCLUSIONES

El General Beaufre sostiene que la es-trategia es el arte de hacer que la fuerza concurra para alcanzar las metas de la po-lítica; y aunque en esta definición hace re-ferencia únicamente a la estrategia militar, puede inferirse que hay tres aspectos fun-damentales para la estrategia: el empleo de la fuerza, que no necesariamente tiene que ser militar, puede ser empleo de la diploma-cia, de la opinión pública, de la sociedad, etc.; la subordinación de la estrategia a la política, que es la que fija objetivos y metas; y por último, la necesidad de que todas las esferas del Gobierno y la nación, converjan o participen de ella.

Frente a esta definición, vale la pena resaltar que lo primero que debe hacer el Gobierno, es definir los intereses naciona-les con respecto a las fronteras marítimas de Colombia; una vez definidos, pueden trazarse los objetivos y, de esta manera, se puede diseñar la estrategia nacional, deri-vando de ésta, las estrategias conjuntas que permitan alcanzar los objetivos y velar por los intereses del país. En cuanto a los in-tereses nacionales, la Política Nacional del Océano y de los Espacios Costeros es un gran avance, pues define los intereses na-cionales fundamentales en el océano y sus

Después de un recorrido por al-gunos de los países del caribe que limitan con colombia, es evidente que las fronteras ma-rítimas y sus zonas adyacentes no son lugares seguros y, mu-chas de las amenazas trascien-den la capacidad del estado pa-ra controlarlas.

Lo que sí debe reconocerse es que durante el actual gobierno se dio el paso más importante en cuanto a la regulación de los mares y sus zonas adyacentes, para incorporar los mares al desarrollo del país y enfrentar las amenazas que existen sobre éstos. En noviembre de 2007, la Comisión Colombiana del Océano19 publicó la Políti-ca Nacional del Océano y los Espacios Cos-teros, la cual podría ser el punto de partida para la estrategia nacional, que enmarque

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REFERENCIAS

1. Dirección Marítima. DIMAR. Datos Oficiales 2007.

2. Según el Mariscal de Campo Francés, Ferdinand Foch, la estrategia debe armonizar acciones políti-cas, económicas, militares, diplomáticas y de otro ti-po en un juego abstracto en el que está presente la oposición de dos voluntades.

3. ARMADA NACIONAL REPÚBLICA DE COLOM-BIA. Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”. Estrategia Militar y Marítima.

4. La estrategia nacional hace parte de la estrategia general, la cual contiene los objetivos nacionales en los diferentes ámbitos de la nación.

espacios costeros, mientras que el camino que faltaría recorrer sería el relacionado es-pecíficamente con las fronteras marítimas.

Según Beaufre, la estrategia constitu-ye un método de pensamiento que permite clasificar y jerarquizar, para luego escoger los procedimientos más eficaces; lo cual, aplicado a lo descrito a través del presen-te ensayo, permite concluir que Colombia no puede delegar la defensa y el control de sus fronteras marítimas a terceros, pues en

este postulado, puede decirse que Colombia necesita promover mecanismos de coopera-ción regional con los Estados vecinos, para luchar de manera conjunta contra amena-zas comunes que además tienen un impacto global y son de interés para todos los países costeros. De esta manera, Colombia encon-traría diferentes fuentes de apoyo en el ámbi-to marítimo, y la consecución de los objetivos que salvaguardan los intereses nacionales relacionados con el mar no se vería amena-zada si el apoyo de los Estados Unidos cam-biara de manera drástica en un futuro.

Desde una posición realista, debe reco-nocerse que la consecución de acuerdos de cooperación regional con los países vecinos, para atender intereses comunes de seguri-dad, es una meta de difícil consecución, por diversas razones que no son materia de este ensayo. En esa medida, conviene insistir en la necesidad de que el Estado tome concien-cia de la importancia de otorgar un mayor ni-vel de prioridad a la puesta en marcha de la estrategia nacional para las fronteras maríti-mas, que se vea traducida en la proyección de acciones concretas y el otorgamiento de recursos integrales para su concreción.

Según beaufre, la estrategia constituye un método de pen-samiento que permite clasifi-car y jerarquizar, para luego escoger los procedimientos más eficaces.

las relaciones entre países vecinos o ami-gos, lo que decide las alianzas es el inte-rés nacional20. Este punto hace referencia a que el control de amenazas como el tráfi-co de drogas ilícitas y sus crímenes conexos en el mar ha sido delegado casi en su tota-lidad al Cuerpo de Guardacostas de la Ar-mada Nacional, el cual ha sido reformado y reestructurado con apoyo económico del Gobierno de los Estados Unidos a través del Plan Colombia y Plan Patriota. Sin los recur-sos y el apoyo del país del norte, otras se-rían las condiciones de la Armada frente al control de estas amenazas y, por lo tanto, la situación del país en esta materia.

Citando nuevamente a Beaufre, toda apreciación estratégica es una proyección en el porvenir y toda decisión estratégica una intervención en su desarrollo. Si se atiende

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BIBLIOGRAFIA

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5. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Re-pública. “Fronteras de Colombia: marítimas y te-rrestres” Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Repú-blica. Búsqueda realizada el 26 de Abril de 2008.

6. ROMÁN Campos, Fernando Elías. Vicealmiran-te. El Territorio Marítimo Colombiano y las Amenazas Actuales. Bogotá, diciembre de 2006. Pg. 24 - 25

7. ARMADA NACIONAL REPÚBLICA DE COLOMBIA. Publicación digital disponible en: www.armada.mil.co. Consulta realizada el día 27 de abril de 2008.

8. ROMÁN Campos, Fernando Elías. Vicealmiran-te. El Territorio Marítimo Colombiano y las Amenazas Actuales. Bogotá, diciembre de 2006. Pg. 27

9. ROMÁN Bazurto, Enrique. Capitán de Navío ®. Análisis Histórico Del Desarrollo Marítimo Colombia-no. Tomo II, Volumen 2. Pg. 189.

10. ROMÁN Campos, Fernando Elías. Vicealmiran-te. El Territorio Marítimo Colombiano y las Amenazas Actuales. Bogotá, diciembre de 2006. Pg. 22.

11. La Convención de las Naciones Unidas Sobre el Derecho del Mar, amplió la soberanía y jurisdicción de los Estados sobre las zonas marítimas con la Zo-na Económica Exclusiva, el mar territorial hasta 12 millas, la zona contigua, etc. Ver: Convención de las Naciones Unidas Sobre el Derecho del Mar.

12. RENGIFO Lozano, Antonio. Colombia en la Corte de la Haya: La Lucha por el Mar. En: UN periódico, en: El Tiempo. Bogotá. (12 agosto 2007).

13. RIPANI, Florencia. El Secreto de Haití.BBC Mun-do. Disponible en: www.bbc.com.

14. BANCO MUNDIAL. Informe Caribe 26/2007: Cri-men Frena Desarrollo. Disponible en: www.bm.org

15. RIPANI, Florencia. El Secreto de Haití.BBC Mun-do. Disponible en: www.bbc.com.

16. GAST Niño, María Carolina. Análisis Geopolíti-co de Nicaragua a la Luz de la Teoría de Mahan: las Pretensiones de Nicaragua Sobre San Andrés y Pro-videncia. Maestría en Seguridad y Defensa Nacional. Escuela Superior de Guerra. II semestre 2007.

17. Dirección General Marítima. DIMAR. Datos ofi-ciales 2007.

18. Colombia, Visión 2019. Disponible en: www.pre-sidencia.gov.co

19. La Comisión Colombiana del Océano es un ór-gano intersectorial de asesoría, consulta, planifica-ción y coordinación del Gobierno Nacional en mate-ria de Política Nacional del Océano y de los Espacios

Costeros y sus diferentes temas conexos, estratégi-cos, científicos, tecnológicos, económicos y ambien-tales relacionados con el desarrollo sostenible de los mares colombianos y sus recursos.

20. ROMÁN Campos, Fernando Elías. Vicealmiran-te. El Territorio Marítimo Colombiano y las Amenazas Actuales. Bogotá, diciembre de 2006. Pg. 22.

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Los individuos que en su juventud aspiran a integrarse a la Fuerza Aérea lo hacen por diversos motivos, entre ellos: el deseo de volar - el cual suele ser el más co-mún todos- el deseo de servir, una carrera militar con la estabilidad relativa1 que esta puede ofrecer o, por qué no incluirlo en la lista, el deseo de convertirse en un hombre o mujer carismático con la ilusión de llevar una organización de más de diez mil per-sonas a lo largo de una ruta que permita su bienestar y progreso seguro.

OBSERVACIONESALGUNAS

PERSONALES SOBRE EL

Si bien esta última razón expuesta no suele ser la más común (cada lector podrá reflexionar al leer estos renglones si el moti-vo que lo impulsó a ingresar a las filas fue o no el mencionado en las líneas anteriores), lo que sí es común, es la transformación a la que se somete el hombre o mujer a lo largo de su trayectoria en la vida castrense. Esa transformación, al igual que muchos de los

Liderazgo

Teniente Coronel Gustavo Adolfo López QuinteroOficial Piloto de la Fuerza Aérea Colombiana. Admi-nistrador de Empresas y Administrador Aeronáutico con especialización en Estado Mayor y Seguridad y Defensa Nacional. Actualmente es el Director de Doc-trina Aeroespacial de la Fuerza Aérea Colombiana.

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temas con los que se convive en la Institu-ción militar, merece una típica clasificación ya conocida por todos ustedes: liderazgo en el nivel táctico, liderazgo en el nivel opera-cional y liderazgo en el nivel estratégico.

Por lo tanto, la anterior clasificación, producto de la experiencia y la observación del autor, guiará el orden y el desenlace de este artículo, y simultáneamente, se hará una pequeña contribución a la respuesta sobre cómo se forma un líder, en lugar de insistir sobre respuestas a la sempiterna pregunta sobre si el líder nace o se hace.

Antes de entrar a relatar las caracte-rísticas del liderazgo en cada uno de los niveles ya descritos, corresponde ilustrar gráficamente, según la perspectiva del au-tor, cada uno de ellos y la estructura que los sostiene, en la cual se encuentran tres pilares definidos como: la formación, la se-lección y el ejemplo.

militar (esto incluye a la propia formación y a la selección, por lo tanto, se considera el más determinante de los tres) y deja a la vista patrones de comportamiento que ejemplifican o mal ejemplifican el proto-tipo de líder requerido por la Fuerza Aé-rea y el que se han formado mentalmente los individuos a lo largo de la retroalimen-tación que hacen de lo aprendido en las academias una vez comparado con lo que han obtenido a través de su propia expe-riencia; finalmente, en lo correspondien-te a la selección, se puede afirmar que son tanto los métodos, como las decisio-nes que se toman por parte de los pro-pios integrantes de la Institución para de-terminar cuáles son las capacidades que debe tener un líder en determinado nivel y quien o quienes deben ser considera-dos como líderes2 para recibir una misión determinada y, por lo tanto, como coman-dantes militares.

Retomando los niveles en los que se pueden identificar diferentes característi-cas de un liderazgo efectivo (táctico, ope-racional y estratégico), se mencionarán a continuación las fases que el autor consi-dera hacen parte del camino que se re-corre desde la academia militar hasta el liderazgo del nivel estratégico. Son esas fases las siguientes:

El primer contacto con el liderazgo en • la academia.El segundo contacto con el lideraz-• go después de la graduación (Primer contacto con la realidad)El liderazgo como jefe de un equipo de • trabajo en el área de combateLiderazgo en el nivel operacional• Liderazgo en el nivel estratégico•

LIDERAZGO ESTRATÉGICO

LIDERAZGO OPERACIONAL

LIDERAZGO TÁCTICO

LA FORMACIÓN EL EJEMPLO LA SELECCION

El primer pilar de la estructura (la formación) consiste en los procedimien-tos y contenidos formales de los progra-mas de educación correspondientes a la etapa en la que el cadete o el alumno es sumergido en los años de la academia militar; en segundo lugar, se encuentra el pilar denominado el ejemplo, el cual se manifiesta a lo largo de la entera carrera

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EL PRIMER CONTACTO CON EL LIDERAZGO EN LA ACADEMIA

El primer contacto, aparentemente ele-mental, con la dirección de un grupo de per-sonas se tiene con el grupo más complica-do hasta ese instante de la carrera; es decir, con los propios compañeros de la promo-ción, pues es por medio de esta experiencia que se obtienen las primeras impresiones de cuan difícil puede ser la guía de una tarea es-pecifica, o la de llevar a un grupo de perso-nas al simple cumplimiento de un horario de estudio o de trabajo. Este tipo de situaciones, las viven quienes tienen la oportunidad de li-derar sus compañeros de clase, verbigracia un comandante de curso. Producto de es-te primer acercamiento se inicia el desarro-llo de habilidades para convencer a un gru-po de pares, donde el reto más considerable consiste en liderar el grupo sin estropear la camaradería que exigen los compañeros, ta-rea compleja, pero no imposible.

El momento que trae este reto también tiene dos características importantes, la pri-mera, y las más relevante, el escaso contac-to académico con el estudio del liderazgo, pues ese primer acercamiento académico se hace a partir del tercer año en la Escuela Militar de Aviación; y la segunda, es la expe-riencia casi ausente para asumir un mando, el cual tiene matices de ser más significativo

que formal, sobre el grupo más difícil del momento, los propios compañeros.

De esta manera, los cadetes o alumnos sólo tienen dos recursos que consisten en el ensayo-error y la determinación para obser-var los comportamientos ajenos, particular-mente el de los superiores. En otros térmi-nos, ese último recurso es simplemente el ejemplo que los superiores pueden brindar.

EL SEGUNDO CONTACTO CON EL LIDERAZGO DESPUéS DE LA GRADUACIÓN (PRIMER CONTACTO CON LA REALIDAD)

Si bien en la primera fase expuesta se reciben fundamentos sobre el liderazgo, las variables a las que se enfrenta el graduado ya no tienen el grado de sencillez que pre-sentaban aquellas que asumió antes de su graduación. Lo anterior se explica con la exactitud de los horarios y lo apretado de la agenda que traen las Escuelas de Forma-ción, en un ambiente donde todo el universo se reduce a la perfección de las academias y donde el horario difícilmente cambia.

Igualmente, el entorno y sus persona-jes son sometidos al mismo patrón de com-portamiento y el control es casi tan absoluto que las variaciones del ambiente son esca-sas. Contrario a todo lo anterior, el primer contacto con la realidad está marcado por

para el momento en el que el individuo llega al nivel operacional, este deberá haber desarrollado habilidades que le permitan hacer una interpretación global de la fuerza, debiendo entender las rela-ciones entre las diferentes funciones que una organización realiza.

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nuevas variables, nuevos entornos y sobre todo, por nuevos individuos, cuyos patrones se salen del universo hasta ahora conocido.

La pregunta obligada consiste en ¿Có-mo evaluar, interpretar y tomar decisiones en ese entorno? En realidad el método no cam-bia demasiado, a menos que haya un interés individual en estudiar, poner en práctica lo estudiado, observar, reflexionar y, en últimas, abrirse paso en un camino que ya muchos han recorrido, pero del que desafortunada-mente no hay huellas plasmadas en concep-tos doctrinarios o en las lecciones aprendi-das en materia de liderazgo, de tal forma que ese aprendizaje queda en la mente y en el comportamiento de quien las aprehendió.

Así las cosas, el recién graduado de-be acudir a la experiencia y al criterio que desde la academia haya formado, nueva-mente al ensayo-error, a su ojo agudo so-bre el bueno o el mal ejemplo, a su deter-minación para convertirse en líder y a la positiva iniciativa y su progreso del desem-peño por competencias que la organiza-ción haya trazado para el cumplimiento de las funciones de un cargo particular.

EL LIDERAZGO COMO JEFE DE UN EQUIPO DE TRABAJO EN EL áREA DE COMBATE

Esta es, sin lugar a dudas, la más im-portante de las etapas en la que el hombre y la mujer de la Fuerza Aérea se ven some-tidos a hacer el mejor uso de las herramien-tas, que formal o informalmente, hayan sido suministradas o adquiridas por la formación y por la observación de quien se ve some-tido a la presión del combate. En este ni-vel táctico, se comienzan a manifestar, con más claridad que en las academias, las

actitudes que caracterizan un líder efectivo, pues la guerra, por encima de cualquier otra actividad humana, trae el obligatorio uso de las armas o la intención de utilizarlas, de tal manera que el líder del nivel táctico se juega aquí la vida propia y la de otros.

Las situaciones que mejor explican y brindan experiencias dignas de aprove-chamiento, son aquellas vividas por las tri-pulaciones que se ven sometidas a deci-siones en combate.

Para lograr una decisión legítima en combate de la que se deriven las conse-cuencias legales deseadas, ponga en prác-tica y, trate por todos los medios, de desa-rrollar las siguientes habilidades:

Procure siempre determinar las conse-• cuencias antes de tomar sus decisiones y desarrolle profundamente su sentido de autocrítica.Siempre existirá una mejor manera de • hacer las cosas, pero no espere la per-fección para tomar una decisión.Arriesgue, use su olfato, pero no olvide • que tiene un equipo para evaluar y to-mar la decisión.Adáptese al escenario completo de com-• bate, ya que cada fuerza tiene limitacio-nes en la lectura de los sucesos, y parti-cularmente usted que ve las cosas desde el aire. No olvide aprovechar esa ventaja.Escriba sobre sus experiencias, así só-• lo lo haga para usted, esto le facilitará el aprendizaje propio.Comparta sus experiencias en toda opor-• tunidad que se presente, no olvide que su conocimiento puede ayudarle a otros.Haga un buen balance entre su acti-• tud para asumir riesgos y su madurez para enfrentarlos.

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Y por último, • nunca olvide agradecer a su equipo de trabajo. Y esa gratitud no consiste en un llano gesto de agradeci-miento hacia ellos, consiste en la pre-ocupación por su bienestar.

LIDERAZGO EN EL NIVEL OPERACIONAL

Para el momento en el que el individuo llega al nivel operacional, este deberá haber desarrollado habilidades que le permitan hacer una interpretación global de la fuerza, debiendo entender las relaciones entre las diferentes funciones que una organización realiza. Para lograr un mejor entendimien-to de lo anterior, esa persona, encargada de guiar desde el nivel operacional, debe tener claridad en cuanto a la mejor manera de en-granar sus actividades y su equipo de traba-jo a las del resto de la fuerza y debe, igual-mente, haber desarrollado suficientemente sus habilidades en la dirección del primer equipo de trabajo en el nivel táctico para lle-gar a este nivel y tener la capacidad de con-vencer a un grupo de personas mucho más numeroso que los anteriores sobre la efecti-vidad de la estrategia que usted plantea pa-ra el cumplimiento de la misión.

Téngase en cuenta que en el nivel tác-tico la agudeza para detectar las formas más efectivas de conducción son esenciales pa-ra enfrentarse al reto de inspirar confianza y determinación en un nivel donde el universo comienza a expandirse al igual que los fac-tores que intervienen en él.

Para explicar esas capacidades con-cretamente, vale la pena utilizar una serie de competencias bajo el título de Lideran-do personas y grupos de la Fuerza Aé-rea de los Estados Unidos, las cuales son

pertinentes en este nivel: Inspirar, empo-derar y ejercer autoridad, influenciar y ne-gociar, desarrollar y retener el talento, pro-mover la comunicación efectiva, debe ser igualmente el preparador, el consejero, el mentor y constructor de relaciones3.

En el caso de la FAC, la Jefatura de Desarrollo Humano ha determinado igual-mente las competencias de los oficiales que según su grado, estarían explotando sus ha-bilidades en el nivel operacional. Estas son: Visión estratégica, monitoreo del entorno, impulso a la mejora institucional, manejo es-tratégico de relaciones, confianza en su au-toridad personal, interdependencia/sinergia de equipos, liderazgo transformador y com-promiso con la FAC4.

Tal como se puede observar, la lis-ta es larga y el trabajo individual para de-sarrollarlas será igualmente largo, y ade-más, retador.

Si un individuo tiene la voluntad de cometer semejante tarea, se convierte en un ejemplo a seguir.

LIDERAZGO EN EL NIVEL ESTRATéGICO

Este nivel posee el universo más am-plio y es el que requiere de la mayor dis-ponibilidad y sabiduría que se haya podi-do cultivar, pues no habrá mucho tiempo para pulir lo que se debió haber tallado en los años anteriores, ya que las tareas y los retos que allí se encuentran demandan toda la atención y tiempo necesarios, de manera que cuanto más joven haya co-menzado el deseo de observar y llevar a cabo cada una de las tareas en los ante-riores niveles, mayor será la probabilidad de tomar decisiones acertadas.

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Tal como ya se mencionó, este es el universo más amplio y en el que más in-ter-relación se requiere con entidades aje-nas a la Institución, lo cual amerita una visión clara del futuro que se debe tra-zar para la Fuerza Aérea en materia de Seguridad y Defensa Nacional, pues las respuestas a las entradas en los contro-les de vuelo en el nivel estratégico, no son tan inmediatas como las reacciones a los mandos en el nivel táctico.

Aquí es importante llegar con las competencias desarrolladas al máximo, pues sólo habrá tiempo de trabajar y no quedará mucho para afilar la espada.

CONCLUSIONES

Como producto de las anteriores ob-servaciones se concluye, en primer lugar, que la Fuerza Aérea tiene una gran fun-ción, la de formar líderes. Ese es el com-promiso más delicado de la Fuerza, for-mar sus propios conductores mediante métodos que amplíen el aspecto teórico e involucren en este prácticas académi-cas o ejercicios prácticos sobre liderazgo. Todo lo anterior ha de articularse con el modelo de desarrollo de las competencias diseñado para la Escuela Militar de Avia-ción, las cuales actualmente se clasifican en: Adaptabilidad, Eficiencia en la Ejecu-ción, Ejecución de la misión y Compromi-so fundamental.

Por lo anterior, las academias, a pe-sar de los reconocibles esfuerzos por pro-fesionalizar a sus integrantes en diferentes áreas del conocimiento, deben replantear sus prioridades, esto equivale a afirmar que los ingenieros o administradores se

pueden formar en las incontables univer-sidades del país o del exterior, inclusive en las Escuelas Militares de la Fuerza, pe-ro el valor agregado distintivo, para una institución que pretende ser líder en el ámbito aeroespacial nacional, consiste en enseñar a ejercer un liderazgo efectivo.

En segundo término, el ejemplo y la selección son las mejores semillas que se pueden sembrar, pues estas darán a la Fuerza un fruto sano y apropiado para las necesidades que en Seguridad y Defensa Nacional requiere el país.

Por último, la determinación individual es esencial para observar, reflexionar, apren-der, y sobre todo, para actuar.

REFERENCIAS

1. La estabilidad relativa hace referencia a las venta-jas que brinda el estado a sus empleados, represen-tada en la continuidad del pago de salarios, servicios médicos, vivienda, legislación laboral, bienestar fami-liar y oportunidades de desarrollo profesional. Sin em-bargo, la carrera militar exige un sacrificio particular, el cual implica largas estadías fuera de las unidades, jornadas de trabajo en horarios que dependen de fac-tores tales como: las propias operaciones militares y servicios que exigen una alta disponibilidad. De allí que la estabilidad sea relativa, pues en cuanto lo pri-mero compense o no lo segundo, la estabilidad será interpretada por cada uno según sus expectativas.

2. El líder es aquella persona con la capacidad de conjugar y utilizar efectivamente una cantidad con-siderable de competencias, que van desde la auto-crítica hasta la comprensión del gran número de va-riables que intervienen en el ambiente militar y la relación entre ellas, todo lo anterior con el fin de pro-mover sus razonamientos y convencer para lograr las transformaciones necesarias de un sistema.

3. Modelo de desarrollo del liderazgo para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, Enero 2004. Tomado de AFSLMO (Air Force Senior Leader Management Office). Disponi-ble [en línea] http://leadership.au.af.mil/af/afldm.htm

4. Fuerza Aérea Colombiana, Jefatura de Desarrollo Humano. Plan de desarrollo de competencias para el oficial superior del nivel operacional.

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LA PERTINENCIA DE

LA DOCTRINA AÉREA

AL CONTEXTO DE LA

Defensa y la

Seguridad

Nacional

Teniente Coronel Javier Delgado GarzónOficial de al Fuerza Aérea Colombiana. Administrador Aeronáu-tico. Especialista en Seguridad y Defensa Nacional y Maestría en estudios Estratégicos. Actualmente se desempeña como Jefe de Planeación de la Jefatura de Educación Aeronáutica.

INTRODUCCIÓN

La generación de doc-trina aérea en sus diferentes

niveles en la Fuerza Aérea Colom-biana (encuadrada dentro de los proce-

dimientos de gestión de conocimiento) ha venido en rápido aumento durante los últi-mos tiempos; puede decirse inclusive que

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y lugar dados, de otro modo, la doctrina pue-de errar en su propósito de servir como guía para los responsables del poder aéreo.1

Debido a lo anterior y teniendo en cuen-ta que el Manual de Doctrina Básica de la Fuerza Aérea Colombiana vigente acumula ya trece años de existencia, requiriendo re-visión tanto por ser requisito del sistema de gestión de conocimiento como por los diver-sos cambios ocurridos en ese tiempo; es im-portante hacer un alto, respirar profundo y establecer un marco de referencia que ga-rantice que los cambios que hayan de ha-cerse a la doctrina básica sean los más apro-piados, que en lo posible estos respeten la tradición doctrinaria institucional y que, al tiempo, interpreten las necesidades de adap-tación a los retos presentes y futuros.

UN DILEMA FRENTE A LA REVISIÓN DE LA DOCTRINA

Revisar la doctrina básica no es tarea fácil, alrededor del asunto existen posiciones encontradas sobre qué y cómo revisarla, apa-sionadas y radicales algunas, más analíticas y moderadas las otras; en general pueden clasificarse en dos grupos. Estas posiciones, refrendadas en cada caso por diversos auto-res, principalmente del ámbito internacional, dan una idea de la dificultad que supone la evolución y el cambio en esta materia.

En una orilla se ubican quienes de una forma u otra manifiestan que la doctrina bási-ca debe evolucionar de lo que es actualmen-te, para convertirse en reflejo palpable de la realidad actual. Según este criterio, una fuer-za aérea debe olvidarse de la guerra conven-cional, ya que según se prevé, las guerras y conflictos, tanto entre potencias globales

este se ha acelerado especialmente en el presente año. La implementación de nuevas herramientas tecnológicas, la alineación del ciclo de gestión del conocimiento a los re-querimientos del sistema de gestión institu-cional, la creación de foros profesionales de información especializada sobre la doctrina y, lo más importante, el liderazgo de quienes trabajan en el área, han hecho que después de mucho tiempo exista la sensación gene-ralizada de que el proceso de generación de doctrina táctica, operacional y básica (estra-tégica) va por el camino correcto; ha servido para generar consenso sobre la necesidad de revisar la doctrina existente e incorporar los conceptos que sean necesarios.

No obstante, como es sabido, rápidos procesos de expansión traen dolores de cre-cimiento. Para la doctrina puede ocasionar el errado diagnóstico de los problemas de la existente o que se tomen puntos de refe-rencia equivocados para la promulgación de nueva doctrina, fenómeno que sería espe-cialmente grave para el desarrollo de la doc-trina básica (estratégica), ya que como en-cargada de promulgar los axiomas que guían a los comandantes en la utilización del poder aéreo, puede terminar dándole a la Fuerza un carácter distinto, es decir, uno que la de-bilite frente al cumplimiento de su misión.

Crecer o producir doctrina rápidamen-te sin puntos de referencia adecuados, pue-de fácilmente conducir al error de obviar la revisión de conceptos fundamentales o tratar con superficialidad las nuevas propuestas pa-ra su renovación. Si bien es importante man-tener la alta velocidad del ciclo de generación de doctrina, es también importante asegurar que este ciclo se cumpla considerando todos los aspectos que intervienen en un momento

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como entre países de menor poderío, ten-derán a darse dentro de los confines de un país o región en donde uno de los adversa-rios no deseará (o probablemente no podrá) llevar a cabo grandes operaciones militares por el alto riesgo que ello supone para su su-pervivencia, dicho adversario probablemen-te evitará que su infraestructura, territorio o liderazgo sean su principal fuente de poder o voluntad de lucha; es decir, evitará pelear guerras convencionales en donde la derrota llega, así mismo, por vía convencional.

Para quienes defienden esta postura, el cambio en la doctrina básica es necesa-rio teniendo en cuenta que en la actuali-dad la misma tiende a estar diseñada para escenarios de guerra convencional, la cual

conducción de operaciones aéreas de par-te de los dos bandos diferirá de lo que des-criben los principios de uso del poder aéreo establecidos por la doctrina comúnmente aceptada. En principio, esto impactaría di-rectamente los medios y métodos de hacer la guerra en y desde el aire.

En este sentido, las palabras de David A. Shlapak, en el reporte técnico prepara-do para la USAF Dando Forma a la Fuerza Aérea del Futuro2, parecen resumir lo que manifiestan quienes avocan por una revolu-ción en doctrina básica. Dice Shlapak que, considerando que las grandes operaciones militares son algo del pasado, “…la Fuer-za Aérea del futuro haría bien en tener me-nos aeronaves de caza y más aeronaves de ataque, menos disparadores y muchos más encontradores3,4. Así las cosas, no es difícil imaginar los cambios que en doctrina impli-ca el modelo de fuerza aérea propuesto por mencionado autor.

No obstante, en el lado opuesto de la discusión sobre la necesidad de cambio en la doctrina básica, se encuentran quienes sostienen que, excepto menores arreglos, la juiciosa aplicación de los principios funda-mentales de la doctrina básica ha permiti-do lograr inmejorables resultados en los di-ferentes escenarios en que el poder aéreo ha sido requerido durante las últimas dos décadas, por lo que un cambio en la doctri-na básica después de todo parece innece-sario, al fin y al cabo, la doctrina básica es-tá constituida por “las más fundamentales y duraderas creencias que describen y guían el apropiado uso del poder aéreo…”.

Además, para los defensores de este punto de vista, la doctrina aérea promulga-da en la forma como se le conoce hoy, ha

revisar la doctrina básica no es tarea fácil, alrededor del asun-to existen posiciones encontra-das sobre qué y cómo revisarla, posiciones apasionadas y radi-cales algunas, otras más analí-ticas y moderadas.

es cosa del pasado. En todo caso, de dar-se, los conflictos y guerras entre grandes adversarios probablemente tendrán a uno de los dos bandos (aquel que se suponga el más débil) pasando de la confrontación convencional a la irregular.

Para el enemigo que busca pelear de forma no convencional, la infraestructura o el poderío militar convencional no cons-tituyen su principal fuente de voluntad. En este escenario, las condiciones para la

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sido el factor primordial que le ha permiti-do preservar sus capacidades distintivas, su identidad y cohesión como fuerza. Se-gún estas opiniones, cambios en la doctrina fundacional pueden traer consecuencias nefastas para el poder aéreo; su efectividad e independencia podrían verse comprome-tidas, más si se tiene en cuenta que en la actualidad los medios aéreos tienen cada vez mayor demanda en ambientes de ope-ración irregulares o asimétricos en los que, por lo general, fuerzas de superficie llevan a cuestas el esfuerzo principal; lo que a su vez causa que en no pocas ocasiones, a lo largo y ancho de los conflictos y guerras contemporáneas, comandantes de fuerzas de superficie deseen tener cierto grado de control sobre la fuerza aérea.

Para este grupo de analistas es impor-tante dejar claro que cambios en otro senti-do pueden conllevar a la fragmentación de la fuerza y, por consiguiente, a su pérdida de efectividad, lo cual sucedería en el ca-so de otorgar el control de medios aéreos a comandantes de fuerzas terrestres. Al res-pecto, la doctrina básica de la Fuerza Aérea Australiana establece, por ejemplo, que el uso del poder aéreo por parte de coman-dantes no educados hará que estos “...tra-ten de atender las necesidades de objetivos tácticos diluyendo así la concentración de fuerza requerida para alcanzar objetivos es-tratégicos más importantes”.5

Cambiar o no cambiar la doctrina sirve para diversos propósitos. Según algunos de los defensores del statu quo, por ejemplo, la doctrina aérea debe mantenerse como está ya que ésta preserva la independencia de la Fuerza Aérea en ámbitos donde lo conjun-to cobra cada vez más importancia. David

E. Johnson, por ejemplo, manifiesta que “el continuo rechazo de la Fuerza Aérea para integrarse con el Ejército queda manifies-to en la última versión del Documento de Doctrina 2-1.3 Operaciones Contra Tierra del Departamento de la Fuerza Aérea”6, lo que, sostiene, hace que la doctrina aérea sea utilizada como medio para evitar ma-yores niveles de integración de la Fuerza Aérea con el Ejército.

Una vez vistas las opciones sobre las que el asunto se mueve, surge la inevitable pregunta sobre cual debe ser el camino, o ruta metodológica a tomar en la evolución doctrinaria de la Fuerza Aérea Colombiana. Aquí, prudencia y mesura aconsejarían no tomar partido anticipadamente por alguno de los extremos, pues las posiciones radica-les casi nunca son convenientes. Al obser-var con detenimiento seguramente se po-drán encontrar elementos valiosos en cada una da las propuestas y sugerencias; lo im-portante entonces, más que optar por una u otra posición, es que todos los miembros de la Institución, en especial los gestores de la doctrina en la Fuerza, se ocupen en la defi-nición de un punto de partida válido para la formulación de nueva doctrina, uno sobre el que exista consenso generalizado y desde el cual puedan explorarse todas las posibi-lidades de cambio en la doctrina sin salirse de un único cauce.

En opinión del autor, dicho punto de partida lo proporciona la declaración de la misión institucional. Al leerla, se observa que la misión de la Fuerza Aérea Colombiana es-tablece claramente dos ámbitos en los cuales debe desarrollar su misión así como lo que se pretende al cumplirla en cada uno de ellos; recordémosla, “la Fuerza Aérea Colombiana

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ejerce y mantiene el dominio del espacio aéreo y conduce operaciones aéreas, para la defensa de la soberanía, la independen-cia, la integridad territorial nacional y del or-den constitucional”.

LA FUERZA AéREA, SU DOCTRINA Y LA DEFENSA Y SEGURIDAD NACIONALES

Según lo dicho, la misión establece responsabilidades tanto en el ámbito de la seguridad como en el de la defensa. Res-ponsabilidades en defensa representadas en la preservación de la soberanía y res-ponsabilidades en seguridad relativas a la protección del orden constitucional. Si se toma este como punto de partida, cual-quiera que sea la propuesta doctrinaria, es-ta tendrá que servir de guía para el uso del poder aéreo en los dos diferentes ámbitos de aplicación que su misión le impone.7

Al hablar de evolución y cambios en doctrina es importante destacar el papel que juega el entorno social, político y eco-nómico en la misión, tamaño y funciona-miento de la Fuerza Aérea. Estos determi-nan en gran parte cuáles son sus roles tanto en defensa como en seguridad. Histórica-mente, las responsabilidades en el ámbito de la seguridad para las fuerzas aéreas no han sido tan preponderantes, excepto en países con problemas de orden interno en los que el Estado se ha visto obligado a uti-lizar sus fuerzas militares.

En concordancia, la doctrina aérea en general se ha desarrollado por los teóricos en diversas fuerzas aéreas con la mente pues-ta en la guerra regular. Sus principios bási-cos han sido establecidos para guiar al co-mandante en la conducción de operaciones

en ambientes específicos contra enemigos convencionales. Si observamos la figura 1, las fuerzas aéreas típicamente ampliarían su misión hacia la derecha de la gráfica en donde se hace pleno uso del poderío y existen adversarios con gran capacidad mi-litar. Desafortunadamente, no se ha hecho mucho énfasis por establecer una doctrina básica que especifique u otorgue especial énfasis en el uso del poder aéreo en am-bientes irregulares o no convencionales. Es decir, en ambientes donde se hace uso li-mitado de los medios aéreos y las capacida-des militares del enemigo son relativamente pocas, nuevamente, tomando como suge-rencia la figura 1, este ámbito esta repre-sentado a la izquierda de la gráfica.

No obstante, desde que el fenóme-no del terrorismo ha aparecido con la fuer-za necesaria para convertirse en factor de desestabilización del orden interno en paí-ses desarrollados, la utilización de la fuer-za aérea a nivel doméstico para el mante-nimiento de las condiciones de seguridad ha dejado de ser exclusiva de países con conflictos internos o guerras civiles en de-sarrollo. Este hecho ha llevado a que, entre otras consecuencias, se revise o actualice

figura 1. La amplia gama de escenarios que la fuerza aérea eventualmente debe atender8

Probabilidad de ocurrencia

1.0

Muy

alta

ning

una

0.0

operaciones Humanitarias terrorismo guerra

ilimitada

Nivel de riesgo

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la doctrina básica con el propósito de adap-tarla a las necesidades emergentes.

Consecuentemente, las fuerzas aéreas se han visto obligadas a balancear su desa-rrollo tanto a nivel organizacional y de equi-po como doctrinario para responder a esta dualidad, la cual trae consigo cierto nivel de tensión debido a que tradicionalmente el de-sarrollo de la fuerza aérea ha estado orienta-do a producir nuevos sistemas o tecnología para combatir enemigos tradicionales. Aho-ra, en el nuevo escenario, buena parte de los recursos deben ser destinados al desa-rrollo o adquisición de equipamiento para cumplir con las responsabilidades relacio-nadas con la seguridad, como mencionaba Shlapak, para la fuerza aérea del futuro, ello significa menos cazas y bombarderos y más plataformas de reconocimiento y vigilancia.

Esta tensión, que es reciente para paí-ses que hasta ahora comienzan a desarro-llar doctrinas que dicten la mejor utilización de sus fuerzas aéreas para la seguridad, es mucho más antigua y casi permanente pa-ra fuerzas aéreas de países que por mucho tiempo han tenido su foco de desarrollo y de equipamiento para cubrir necesidades en el frente interno y que, por lo tanto, se han vis-to obligadas a dar segunda prioridad al de-sarrollo de la organización para atender po-sibles amenazas externas.

Eventualmente, al resolver el interro-gante sobre cual debe ser el punto de par-tida para el desarrollo de nueva doctrina, surgen preguntas adicionales sobre ¿Cuáles van a ser los escenarios probables de utili-zación del poder aéreo? En dichos escena-rios, ¿Cuál fuerza aérea queremos tener a la

la declaración de la misión de la fuerza aérea establece claramen-te los ámbitos en los cuales debe desarrollar su misión. allí puede identificarse el punto de partida para la revisión de la doctrina.

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mano? Ante el amplio espectro de posibili-dades ¿Cómo atender aquellos menos pro-bables si llegaran a darse?

La figura 2 muestra la gran diferencia existente entre conducir operaciones aéreas para la seguridad (orden interno) y para la defensa (orden externo). La misma, refleja además lo que ello supone para el nivel de entrenamiento a alcanzar por parte de su personal así como el tipo de equipo que se requiere para atender adecuadamente las dos posibilidades.

En un mundo ideal, para cumplir a ca-balidad la misión en todo el espectro de po-sibilidades, se debería contar con una fuer-za aérea (que realmente son dos) capaz de atender con suficiencia las dos obligaciones simultáneamente. En el mundo real, para la gran mayoría de fuerzas aéreas en el mun-do, con las limitaciones que impone el en-torno político, social y económico, ver figura 2, la fuerza aérea debe procurar la manera de cumplir la misión satisfactoriamente.

Es aquí entonces en donde la producción y desarrollo de doctrina emerge como la he-rramienta primordial para la fundamentación

de una teoría consistente con la realidad. Una buena doctrina básica propenderá por hacer más eficiente y efectivo el uso de los medios, orientará a los comandantes y subalternos so-bre cómo conducir operaciones aéreas con medios escasos, les dará claves para definir cuándo ser agresivo o cuando ser conser-vador y promoverá el entendimiento de esta por todos sus miembros a través de los prin-cipios y características del poder aéreo, que en la mayoría de las ocasiones el potencial de los medios no está dado por su sofisticación o cantidad si no por la calidad del hombre o mujer que los manipula.

LA REVISIÓN DE LA DOCTRINA BáSICA: ALGUNAS CONSIDERACIONES

Por estas razones, se brindan aquí una serie de recomendaciones para orien-tar el desarrollo de la nueva doctrina y la re-visión de la existente. Pues en el pasado se ha observado la tendencia a formular reco-mendaciones que se encuentran en los ex-tremos, causando que la doctrina tienda a perder su rumbo. En otras circunstancias,

Supuestos para la Seguridad (guerra irregular o asimétrica) para la Defensa (guerra convencional)

el enemigoFuerza aérea mínima o inexistentePequeñas fuerzas irregulares.Guerra prolongada

Fuerza aérea con algún tipo de capacidadFuerzas regularesOperaciones convencionales

fuerzas amigas

El poder de las fuerzas amigas no se mide en cantidad de hombres o armas

A mayores medios, mayor posibilidad de controlar el terreno

ambiente operacional

No hay clara definición de teatros de operaciónLas misiones de apoyo o en coordinación con tropas de superficie son la norma

Existe definición de teatros y áreas de operaciónMisiones aéreas de carácter estratégico son prioritarias

blancos

No son fáciles de identificar o seguirHay escasez de blancos estratégicosAlta probabilidad de daño inaceptable o colateral

Son más fáciles de identificar o seguirLos blancos estratégicos son definiblesFlexibles criterios para daño colateral o aceptable

Figura 2. Diferencia de las operaciones aéreas realizadas en los ámbitos de seguridad y de defensa.

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se ha dado la tendencia a “aterrizarla” de-masiado volviéndola muy táctica y, por lo tanto, impráctica para el nivel estratégico; en otras se tiende a adoptar principios fo-ráneos o de difícil aplicación, causando obvios problemas de adaptación al medio ambiente de operación propio.

consideraciones relacionadas con el adversario que se enfrenta y cómo se le debe enfrentar, según el caso.

Considerar que en el ámbito de la de-fensa el adversario cuenta con una fuerza aérea que intentará evitar el accionar propio, mientras que en ambientes de guerra irre-gular la amenaza para la conducción aérea es relativamente baja. La teoría debe refle-jar esta dinámica. Podrá ser “normal” que en determinados momentos las operacio-nes aéreas predominantes en ambientes de guerra irregular sean las de apoyo cercano a unidades de superficie; no obstante, no se debe confinar la misión de la Fuerza Aérea a este ámbito, a pesar de que los objetivos estratégicos tradicionales no son abundan-tes, una vez identificados, por su naturaleza

y ubicación, es la Fuerza Aérea la que proba-blemente esté más capacitada para batirlos.

Otra consideración importante respec-to de las diferencias del enemigo en ámbi-tos regulares e irregulares reside en la de-finición de su fuente de voluntad de lucha o de sus centros de gravedad. La doctrina básica identifica y hace énfasis en la capa-cidad que tiene la Fuerza Aérea para batir objetivos estratégicos que constituyen la for-taleza del enemigo y el gran efecto que este factor tiene en el curso de la guerra.

Si bien lo anterior es cierto para la gue-rra convencional, en la guerra irregular los centros de gravedad no están claramente definidos, por lo que la fuerza puede ver re-ducido su impacto como producto de una incapacidad para batirlos, excepción hecha para aquellos objetivos estratégicos constitui-dos por el liderazgo de la organización irre-gular, caso para el que la fuerza sí conserva todo su potencial. Con el fin de establecer su potencial y alcance, este factor debe ser re-conocido y expresado por la doctrina básica para consideración de los comandantes.

consideraciones relacionadas con el ambiente de operación y la aplicación de la fuerza.

En general, mientras para la guerra convencional existe una escala de valores que define jerárquicamente cuál es el or-den de importancia que tienen las distin-tas funciones y misiones de la Fuerza Aérea (Control del Espacio Aéreo, Aplicación de la Fuerza y Multiplicación de la Fuerza), en la guerra irregular, dicha jerarquía no necesa-riamente está reflejada en la realidad ope-racional. Para los ambientes de operación irregulares, por ejemplo, la aplicación de la fuerza aparece como elemento fundamental

figura 3. Con los medios a disposición, la fuerza aérea atiende requerimientos de seguridad y defensa

Marco legal

la constitución, las leyes, la misión

Segu

riDa

D DefenSa

tamaño de fuerza

entornopolítico

entornoeconóm

ico

entorno

Social

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en la formulación de una nue-va doctrina debe evitarse caer en extremos tácticos que la ha-gan impractica o en la adopción de principios foraneos de difícil adaptación.

y diferenciador del poder aéreo sobre otras fuerzas; así mismo, por sus características, las misiones relacionadas con el reconoci-miento y la vigilancia enemiga cobran espe-cial importancia, en ocasiones por encima de otras misiones típicas del control del es-pacio aéreo como la defensa aérea.

Además, en operaciones aéreas de guerra convencional, es aceptable, e inclu-sive deseable causar el mayor daño posible sobre un objetivo determinado; en la guerra irregular no, esto hace que las condiciones en las que la fuerza se aplica sean distintas en un ambiente u otro. Mientras que en la guerra regular se busca dañar la infraestruc-tura del enemigo, en guerra irregular dentro del propio país, se busca mantener los daños

a infraestructura en un mínimo posible; en este caso, la reconstrucción corre por cuen-ta del mismo Estado que causa el daño. Esta circunstancia pone una presión adicional so-bre el tipo de armamento y la precisión con la que se debe utilizar. Es importante tener siempre presente que el valor de las misio-nes de aplicación de la fuerza tiene un objeto distinto en los dos ámbitos de operación.

consideraciones relacionadas con el desarrollo y equipamiento balanceado de la fuerza para que afronte los diversos retos que tiene.

Las fuerzas aéreas que enfatizan su desarrollo hacia la guerra convencional orientan su evolución y equipamiento se-gún los requerimientos propios de este ti-po de confrontación; de allí que se vean en apuros para adaptar sus tácticas y proce-dimientos al reto que representa enfrentar un enemigo irregular. De forma opuesta, una fuerza aérea sometida constantemen-te a la presión que representa el manteni-miento del orden interno, puede tender a dejar de lado sus responsabilidades con la defensa hacia la amenaza exterior.

Estas dos situaciones son igualmen-te indeseables. Establecer en qué medida, dependerá de la circunstancia particular de cada país. Para eso existe la doctrina: es-ta debe recordarnos permanentemente que

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BIBLIOGRAFÍA

1. Para ampliar el concepto sobre las implicaciones de no tener doctrina apropiada ver, Williamson Mu-rray, A Tale of Two Doctrines: The Luftwaffe’s ‘Con-duct of the Air War’ and the USAF’s Manual 1-1, Jo-urnal of Strategic Studies, December 1983, 84-93.

2. Las traducciones en el presente artículo son del autor.

3. Es importante mencionar que, en dicho reporte, Shlapak manifiesta que este escenario supone te-ner una capacidad efectiva sobre el enemigo para neutralizar su fuerza aérea, evitar el uso de tanques por parte de este, así como contar con un sofistica-do y comprehensivo sistema de C4ISR. Ver David A. Shlapak, Shaping the Future Air Force. Rand Corpo-ration. 2006.

4. Llama Shlapak disparadores (shooters) a aquellos medios con capacidad de combate y encontradores (finders) a medios y personas que proveen informa-ción detallada sobre una región, sus habitantes y sus circunstancias.

5. Australia, Royal Australian Air Force. Fundamen-tals of Aerospace Power. 2002. p. 133.

6. Ver David E. Johnson en Learning Large Lessons The Evolving Roles of Ground Power and Air Power in the Post–Cold War Era. RAND Corporation 2006.

7. Para los propósitos del presente artículo es impor-tante mencionar que, a pesar de que por momen-tos los conceptos de seguridad y defensa compar-ten algunas similitudes para su aplicación, son sus diferencias las que son tomadas como referencia para el desarrollo de la idea. Es decir, todas aque-llas responsabilidades relacionadas con la seguridad son aquellas que conducen a la garantizar el cumpli-miento de la ley, la protección del ciudadano y el de-sarrollo pacífico de la sociedad dentro del territorio del país; así mismo, las relacionadas con la defen-sa son las que propenden por mantener la indepen-dencia e integridad territorial nacional ante cualquier amenaza de tipo externo.

8. Adaptado de, Alternate Futures for 2025: Security Planning to Avoid Surprise, Air Force 2025, Joseph A. Engelbrecht et. al. 1996. En dicha publicación, los autores presentan una estimación de la probabi-lidad de ocurrencia de los tipos de operaciones mili-tares dentro de un espectro de posibilidades, versus el nivel de riesgo que representa cada una de ellas. Es interesante notar la amplia gama de posibilida-des, lo que implica diversos tipos de amenazas y el consiguiente compromiso de estar preparado para enfrentarla adecuadamente.

la Fuerza Aérea tiene funciones igualmen-te importantes tanto en el mantenimiento del orden interno como en la preservación de la soberanía e integridad territorial ante cualquier amenaza externa. Ante las presio-nes del entorno económico, político y social es responsabilidad institucional alcanzar un nivel mínimo deseado para atender los dos frentes, buscar equipar y mantener una fuerza lo suficientemente flexible y efectiva para que salga victoriosa en los diversos es-cenarios que se presenten.

CONCLUSIÓN

La necesidad permanente de actualiza-ción de la doctrina nos lleva a pensar en cuál debe ser el camino para su correcta revisión y promulgación. Para el caso de la Fuerza Aérea Colombiana, esta tarea supone alto ni-vel de dificultad debido a lo complejo del en-torno y a la exigencia planteada por las posi-bles amenazas internas y externas.

En consecuencia, la doctrina debe in-terpretar este ambiente y traducirlo en prin-cipios claros y aplicables en el mundo real. En general, todos los miembros de la Ins-titución como eventuales participantes del proceso de generación de conocimiento, y especialmente los directos responsables de su gestión, deben asegurarse de que la doc-trina cubra suficientemente los aspectos re-lacionados con los roles y misiones que la fuerza desarrolla tanto en la defensa como en la seguridad nacionales.

Esto debe facilitar el desarrollo institu-cional requerido para que la Nación cuen-te con una Fuerza Aérea capaz de cumplir su misión satisfactoriamente en cualquier circunstancia y ante cualquier amenaza.

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DE LAS FUERZAS MILITARES:

ELEMENTO TRANSFORMADOR

LA TECNOLOGÍA COMO

El cambio de la dirección de la política internacional de Estados Unidos y la mane-ra en que tradicionalmente se ha relacio-nado con sus fuerzas militares, ha influido notoriamente en el modo en que éstas han experimentado una profunda transforma-ción en sus estructuras, desde las tácticas y medios, hasta el papel que ellas desem-peñan en la construcción y dirección de la política exterior norteamericana. En primer

Teniente Historiador Yesid Heberto Peña OrtizHistoriador Universidad del Valle. Oficial de la Fuerza Aérea Colom-biana desde el año 2003. Jefe de la Sección Patrimonio Histórico y Cultural de la Fuerza Aérea. Docente del “Poder Aéreo” para la es-pecialización en Medicina Aeroespacial de la Universidad Nacional de Colombia. Docente del “Poder Aéreo y su aplicación” de los cur-sos de ascenso para Oficiales en el Instituto Militar Aeronáutico.

de E.E.U.U.

El caso

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lugar, esa transformación de las fuerzas mi-litares norteamericanas, ha sido gradual y continua, y ha estado subordinada en gran medida al acelerado desarrollo económico y tecnológico de las últimas décadas.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas militares de Estados Unidos comenzaron un paulatino proceso de modernización en virtud a la necesidad de contrarrestar el continuo incremento de la potencia militar del bloque soviético1. Se determinó que las estructuras militares tra-dicionales bajo las cuales estaba susten-tado el poderío militar norteamericano no podrían responder adecuadamente ante la eventualidad de una guerra nuclear, e in-cluso, sus posibilidades de triunfo en una guerra de tipo convencional se considera-ron escasas2. La modernización consistió, en especial después de las desastrosas ex-periencias de la Guerra de Corea y de Viet-nam, en el incremento del rendimiento y la capacidad individual de cada uno de los componentes de las fuerzas militares.

El primer arquetipo, que basaba el triunfo sobre el adversario en el número de efectivos y medios mecánicos, caracterís-tico de un ejército de la segunda ola3, se sustituyó gradualmente por otro muchísi-mo más dinámico y moderno, que respon-diera a las exigencias planteadas por el de-safío soviético. La producción en masa de enormes volúmenes de materiales bélicos, típica de una economía industrial de la preguerra europea, se consideró obsoleta y se reemplazó por otra considerablemen-te más tecnificada y especializada.

En consecuencia, se desmontó el viejo complejo industrial militar con el fin de ha-cerlo mucho más funcional; sobre todo, en

virtud de la creciente necesidad de incorpo-rar modelos de producción civiles en la in-dustria militar para reducir costos de fabrica-ción, incrementar la velocidad de desarrollo tecnológico y compensar la superioridad ma-terial y humana de las fuerzas militares con-vencionales y nucleares del Pacto de Varso-via sobre las fuerzas de la OTAN4.

El complejo industrial-militar-civil, per-mitió que las grandes corporaciones mi-litares diversificaran sus productos e in-trodujeran tecnologías que antes eran de aplicación militar en el campo civil. Es una especie de modelo de retroalimentación, bajo el cual tecnologías en desarrollo se ensayan primero en el área militar, se in-troducen al campo civil -en donde son no-tablemente perfeccionadas- y luego se re-incorporaran a la milicia, pero ya en un estado mucho más avanzado y desarrolla-do que en el campo civil (se estima que en promedio, la tecnología militar se encuen-tra siempre delante de la comercial en por lo menos 10 años).5

Esta especialización naturalmente respondía también a una necesidad mu-cho más práctica que el contrarrestar la potencia militar soviética, y se basaba en la necesidad de obtener mejores rendi-mientos militares con menos cantidad de dinero. Ello, sobre todo, en momentos en que era urgente la reducción de los pre-supuestos militares norteamericanos, que para finales de la década de los setenta al-canzaba un 7.5% del PIB6. Como se ob-servó durante el gobierno Reagan, el cons-tante aumento del presupuesto nacional de defensa, mas allá del índice del creci-miento anual del PIB, condujo a la desvia-ción de recursos materiales y humanos de

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la producción civil, al aumento de los im-puestos deflacionarios, al incremento del déficit presupuestario y al deterioro de los servicios de bienestar social. Ni que decir del efecto que ello tuvo en la economía na-cional que, entre 1960 y 1970, experimen-tó una considerable reducción de la parti-cipación de las compañías nacionales en el mercado interno del país. Por ejemplo, el índice de participación de la industria automotriz descendió del 95.9% al 82.8%; el acero bajó de 95.8% al 85.7%; los tex-tiles del 93.4% al 61.1% y la industria de microelectrónica (computadoras, calcula-doras, etc.) del 95% al 63.8%7.

Esta política comenzó a dar sus re-sultados a mediados de los años 80, y se caracterizó por la estabilización y paula-tina contracción del presupuesto militar norteamericano con relación al PIB. Co-mo puede verse en el cuadro 1.1, en el año 1989, antes de la caida de la Unión Soviética, el presupuesto en defensa al-canzaba un 24.3% del presupuesto to-tal de Estados Unidos; sin embargo, casi una década después había disminuido al 15.3%, pero a raiz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las intervencio-nes militares en Irak y Afganistán, se ha visto un incremento del presupuesto mili-tar que, no obstante, aún no ha alcanzado los niveles de la Guerra Fría.

La contracción del crecimiento, natu-ralmente viene determinada por el índice de crecimiento global en estos años. Es de resaltar en especial, cómo en 1991, año de la Guerra del Golfo, el porcentaje de crecimiento fue el más bajo entre 1986 y 1998. La razón de ello en parte se deriva de que mucho del financiamiento provino de

año fiscal presupuesto en Defensa*

% del total eeuu

1985 286.8 27.9

1986 281.4 27.8

1987 279.5 27.0

1988 283.8 26.0

1989 290.8 24.3

1990 293.0 22.8

1991 276.2 19.9

1992 281.9 19.2

1993 267.4 18.1

1994 251.4 16.4

1995 252.6 16.6

1996 246.0 16.1

1997 253.4 15.7

1998 259.6 15.3

1999 292.2 15.7

2000 304.0 15.9

2001 334.7 16.3

2002 362.0 16.5

2003 456.0 19.4

2004 490.5 19.6

2005 505.7 18.7

2006 617.1 20.9

2007 625.8 21.1

2008 693.2 22.3

PRESUPUESTO DE DEFENSA-CRECIMIENTO ANUAL (1985-2008)

(CUADRO 1.1)8

*. Cifras en milllones de Dólares.

países como Japón, poco propenso a que sus fuerzas militares intervengan en con-flictos exteriores, pero que tenía un gran interés por impedir la pérdida del control político que los norteamericanos ostenta-ban en el área. También puede explicar-se en virtud de que para 1991, las fuerzas

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militares norteamericanas se hallaban mo-dernizadas casi por completo y no sufrie-ron pérdidas considerables en combate que implicaran grandes adiciones presu-puestarias para poder reponerlas.

La transformación de las fuerzas mi-litares norteamericanas alcanzó también a otro aspecto que tiene una tendencia natu-ral al inmovilismo, y se refiere a las estruc-turas organizacionales y funcionales. Se consideró que el clásico sistema de man-do lineal (de General a Coronel, de Coronel a Mayor, de Mayor a Capitán, etc.) no se ajustaba a los nuevos requerimientos ope-racionales y logísticos. El hecho de que un soldado únicamente pudiera actuar por ór-denes emitidas por un oficial de mayor ran-go, obstruía la capacidad de observación y decisión de los mandos bajos y medios, necesaria en guerras previstas para desa-rrollarse a mayor velocidad y con un núme-ro más amplio de medios. La introducción de los satélites de posicionamiento global (GPS) en red de información militar en los años 80, permitió que un soldado pudiera establecer su posición, y la del enemigo,

con un margen de error de sólo 18 me-tros9. La expansión del número de compu-tadores portátiles y de los sistemas de co-municación inalámbricos posibilitaba, así

mismo, que el soldado tuviera la facultad de recibir y enviar información al campo y desde el campo de batalla.

En este sentido, la construcción de estrategias y tácticas militares comenzó a depender no ya exclusivamente del Gene-ral o del oficial de mayor rango en cual-quier tipo de unidad militar, sino también de los rangos inferiores, que dada su cer-canía al campo de batalla podían tener una visión más amplia y certera del enemigo. Es, por así decirlo, un modelo circular en el cual existe una relación más armónica, dinámica y continua entre los oficiales y los soldados, entre soldados y medios, en-tre los medios y la fuerza en que operan; sea esta ejército, fuerza aérea o marina, y entre estas y el Estado.

Bajo esta arquitectura10, el presiden-te de la nación puede enviar órdenes di-rectas al comandante de un buque, o al de una compañía de infantería, sin que ello afecte negativamente el desarrollo de alguna operación militar. Así mismo, el soldado puede corregir errores y reco-mendar cursos de acción más eficaces, no sólo con relación a la unidad en que opera, sino también, a formaciones que operan teóricamente fuera de su área, co-mo aeronaves o barcos de guerra.

En el campo político, una organiza-ción militar de este tipo sirve con mayor efi-cacia a los propósitos de un Estado, dado que permite no sólo anticipar los movimien-tos del enemigo, sino también, determinar el curso y la velocidad de las acciones que en cualquier área decidan adoptarse.

En segundo lugar, después de la guerra del Vietnam, y a raíz de las lecciones adquiri-das en la Guerra de las Malvinas a mediados

el complejo industrial-militar-civil, permitió que las grandes corporaciones militares diver-sificaran sus productos e in-trodujeran tecnologías que an-tes eran de aplicación militar en el campo civil.

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de 1982, los nor-teamericanos se de-

dicaron a acelerar la sistema-tización de sus medios de combate.

Se consideró que la capacidad de reacción del ser humano, e incluso la de muchos sistemas militares en servicio ante ataques efectuados por armas cuya velocidad su-peraba los 2000 km/h, era insuficiente pa-ra garantizar el triunfo en cualquier conflicto con un mínimo de bajas. La desastrosa ex-periencia de la Marina Real, por ejemplo, en la bahía de San Carlos en las islas Malvinas

en mayo de 198211, que se saldó con el hundimiento de cuatro de sus más modernos y poderosos bu-ques de guerra en enfrentamientos con obsoletos aviones caza Argenti-nos, demostró que los sistemas de defensa aérea hasta entonces de-sarrollados habían quedado desfa-sados ante el constante incremen-to de la precisión y velocidad de los misiles Aire -Tierra12. Peor aún resul-tó el hecho de que política y econó-micamente no era viable la pérdida de barcos que individualmente le costaron al gobierno inglés 500 mi-llones de dólares (a precios actua-

les), a manos de aviones y misiles que no valían más de 30 millones.

Como puede verse, una experiencia de este tipo puede debilitar el papel del Estado tanto en el plano interno como en el externo. En primera instancia, el incre-mento constante de los presupuestos de defensa de un país en aras de responder a una posible agresión externa, puede co-menzar a cuestionarse si no se da una so-lución satisfactoria ante la eventualidad de que dicha amenaza se materialice; es decir, se obtenga una victoria parcial o to-tal con un mínimo de bajas materiales y humanas, a un costo económico reduci-do. Naturalmente, un conflicto militar co-mo el de las Malvinas, más allá del triun-fo final de las armas británicas, sentó un claro precedente de lo que en el futuro podría representar un enfrentamiento ar-mado de este tipo.

El empleo de armas extremadamente avanzadas que costaban millones de dóla-res, contra enemigos que usaban material

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bélico de 1a y 2a generación13, muchísimo más económico, no garantizaba el cumpli-miento de los objetivos planteados por el desarrollo de la potencialidad bélica tradi-cional. En segundo lugar, la posición exter-na de una potencia económica y militar co-mo el Reino Unido, después de finalizado el conflicto se vio seriamente afectada, no sólo porque de hecho se redujo la capaci-dad de combate de sus fuerzas militares, y con ello la posibilidad de reaccionar ade-cuadamente ante una agresión de mayor magnitud en un futuro cercano, sino por-que dejó claro que un país del llamado ter-cer mundo, con unas fuerzas militares de mediana magnitud, podría tener grandes posibilidades de éxito ante la agresión de alguna potencia extranjera.

Las lecciones aprendidas no sólo de la Guerra de las Malvinas, sino en mayor medida de la Guerra del Vietnam, en las que fuerzas militares consideradas, según los estándares convencionales, como ob-soletas, habían conseguido si no derrotar, por lo menos causar grandes daños mate-riales, humanos, económicos y políticos a las fuerzas militares de dos de las mayores potencias mundiales, dejaron claro que el modelo todavía dominante, basado en la mecanización y el número de medios dis-ponibles, no se adecuaba a las necesida-des de Estados Unidos.

La respuesta a esta deficiencia vino por medio del incremento de la sistemati-zación en todos los órdenes de sus fuer-zas militares, ya que confería una serie de ventajas que se consideraron como deter-minantes en futuros conflictos de media-na y larga duración y que pueden resu-mirse como sigue:

a). La sistematización incrementa el rendimiento de las fuerzas militares, de-bido a que las computadoras asumen el control de la mayoría de las funciones del sistema, sea mecánico u organizacional, antes en manos de seres humanos (con menor capacidad y velocidad de procesa-miento de información).

b). Permite la reducción del personal militar y de los gastos derivados en ope-ración y mantenimiento, que aún hoy en día representan el mayor porcentaje de inversión en el presupuesto global de las fuerzas militares norteamericanas. Como

la contracción del crecimiento, naturalmente viene determinada por el índice de crecimiento glo-bal en estos años. es de resal-tar en especial, cómo en 1991, año de la guerra del golfo, el porcentaje de crecimiento fue el más bajo entre 1986 y 1998.

puede verse en el cuadro 1.2, aunque el presupuesto anual en dólares asignado a gastos de operación y mantenimiento ha aumentado y aumentó en los años siguien-tes, no ha sido así el índice de participa-ción de este campo en el presupuesto to-tal, con una clara tendencia a la baja.

Por otro lado, si se compara con el cua-dro (1.3), se ve cómo se ha mantenido cons-tante el número del personal militar y civil activo y en reserva, incluso en años en que los Estados Unidos han intervenido en con-flictos externos; como en la Guerra del Golfo (1991), en los bombardeos a Bosnia (1995) y durante la guerra en Iraq (2002-2008).

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Es interesante observar el elevado nú-mero de personal civil que trabaja con las fuerzas militares norteamericanas, siendo aproximadamente la tercera parte del total del personal en servicio en el cuerpo armado.

c). Permite la reducción del presu-puesto en defensa, el aumento del dine-ro destinado al bienestar social y obras de infraestructura e incrementa la cantidad de dinero que puede asignarse a gastos de investigación y desarrollo (RDT&E)16. No obstante, en los últimos años se ha vis-to que este campo ha experimentado una significativa contracción de su participa-ción en el presupuesto total a pesar de que Estados Unidos invierte en RDT&E cinco veces la parte de Alemania y catorce ve-ces la de Japón.17 Ello puede explicarse en parte, por la desaparición de la Unión So-viética como amenaza militar permanente y la introducción de tecnologías civiles en las fuerzas militares.

d). Menos hombres y más máquinas implican menos bajas en combate. Los me-dios mecánicos serán siempre más fáciles

de sustituir que los hombres, debido a que cuesta más dinero por ejemplo, entrenar a un piloto de combate que fabricar un avión o un misil. Al mismo tiempo, incrementa el apoyo del público hacia sus fuerzas milita-res, fortalece la moral interna de los milita-res y refuerza, por así decirlo, la ambición de sus políticos, debido a que la certeza de contar con unas fuerzas armadas podero-sas y eficientes, los impulsa a querer em-plearlas cada vez más como elemento di-suasorio para obtener beneficios políticos y económicos más amplios.

e). La sistematización, como se ha comprobado en los últimos conflictos mi-litares en los que han intervenido Estados Unidos, incrementa la velocidad y capa-cidad de respuesta política del Estado. El hecho de disponer de una amplia red de satélites civiles y militares, de una Fuerza Aérea y una Marina de Guerra sofisticada de alcance mundial, de un ejército de gran movilidad y capacidad de despliegue y de una industria militar altamente sistemati-zada, permite al gobierno norteamericano

componente FY-02 $ FY-03 $ FY-04 $ FY-05 $ FY-06 $ FY-07 $ FY-08 $

Operación y Mantenimiento 86.7 106.7 113.5 127.4 127.5 128.8 137.0

Personal Militar 130.0 151.4 174.0 188.1 203.7 216.6 225.0

Procurement 62.5 67.9 76.2 82.2 89.7 99.6 130.4

RDT&E1 44.3 53.0 60.7 65.6 68.6 73.1 74.7

Construcciones Militares 5.0 5.8 6.3 5.3 6.2 7.8 10.2

Albergues Militares 3.7 3.7 3.9 3.7 3.7 3.4 4.2

Fondos, Donaciones, Otros -0.62 -1.6 1.6 1.4 -3.7 0.23 0.84

Total DoD(051)2 348.4 404.7 455.8 495.3 521.8 552.5 607.2

PRESUPUESTO POR AREA – MONETARIO (CUADRO 1.2)13

1. RDT & E: Research, Development, Test and Evaluation.2. DoD: Deparment of Defence.*. Cifras en milllones de Dólares.

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intervenir, en muy corto tiempo, en cual-quier zona del planeta y utilizar el poder de sus fuerzas militares, como mecanis-mo de presión para resolver crisis regio-nales y globales.

Sin embargo, una situación contra-dictoria se ha gestado como resultado de la política de sistematización de las fuer-zas militares de Estados Unidos y es que, si bien no se ha conseguido duplicar sino cuadruplicar el rendimiento individual de sus componentes18, no ha sido así el pro-pósito de reducir el costo de fabricación de

sus medios materiales. Como se ve en el cuadro siguiente (cuadro 1.4), fabricar un helicóptero UH-60 Blackhawk, costaba en 1999 $10.103.443 dólares, mientras que para el año 2008 el precio aumen-tó a los 13 millones y medio de dólares. En el caso de unidades más grandes, co-mo por ejemplo los buques de la arma-da, el costo de fabricación ya se acerca a los mil millones de dólares en el caso de los destructores, que componen el núcleo principal de la flota (actualmente hay co-misionados 55 destructores clase Arleigh

Burke, 6 más están en construcción y se ha proyectado la construcción de

16 unidades adicionales)19 y más de dos mil millones en el caso de los

submarinos.

componente fy-96 fy-97 FY-98 fy-99 FY-00 FY-02 FY-03 FY-04 FY-05 FY-06 FY-07 FY-08

Personal Activo 1471 1438 1406 1385 1384 1377 1500 1494 1455 1441 1450 1350

Personal CiviL 818.7 785.8 730.9 704.0 700.2 684.5 688 689 698 702 700 675

PERSONAL MILITAR 1990-2001 – (CUADRO 1.3)14

*. Cifras en miles de hombres.

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Naturalmente, costos de fabricación elevados implican necesariamente que se debe restringir el número de medios que se pueden adquirir, lo que aparentemen-te significaría la reducción de la potencia militar norteamericana. No obstante, es-ta situación se ha compensado con una mejor preparación de sus medios huma-nos, por las mejoras de la tecnología mili-tar gracias a la introducción de tecnología civil, y por una mayor cooperación entre las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados (como se pudo constatar en la Guerra del Golfo, en el conflicto Bos-nio, y más recientemente, en la Guerra en Afganistán).

A ya casi veinte años del fin de la Guerra Fría, las fuerzas militares norte-americanas son en la actualidad numéri-camente más reducidas de lo que eran en 1989; tienen un presupuesto proporcio-nalmente menor, pero han adquirido una capacidad de combate y de destrucción mucho mayor a la que tenían por ejem-plo, en la Guerra del Vietnam. Bastaría to-mar como referencia el caso de los sub-marinos lanzadores de misiles balísticos (SSBN). En 1989, la mayoría de la fuer-za de SSBN estaba formada por unidades de la clase Benjamín Franklin, que tenía capacidad para albergar dieciseis misiles

Polaris. Cada cabeza nuclear del misil era el doble de destructiva que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki (de 20 kilotones cada una), pero cada misil podía llevar hasta catorce cabezas, lo que equivaldría a 560 kilotones (0.56 megato-nes), y cada submarino a su vez tenía ca-pacidad para albergar dieciseis misiles, lo que hacia un total de 8960 kilotones, es decir 448 veces el poder destructivo de las primeras bombas atómicas.

A ello habría que sumar el hecho de que en 1989 habían cuarenta de estos submarinos en comisión (358.400 kilo-tones en total). En la actualidad, la Ma-rina de Estados Unidos solamente tiene dieciocho submarinos de la clase Ohio en comisión, es decir, se ha reducido la fuerza de SSBN a la mitad en un periodo de veinte años, pero cada submarino de dicho tipo puede llevar veinticuatro misi-les Tridente, cada uno de los cuales pue-de albergar quince cabezas de 335 kilo-tones cada una, lo que hace que cada misil tenga un poder destructivo equiva-lente a 5025 kilotones (8.95 veces el de un Polarís).

Si se multiplica esta cifra por los vein-ticuatro misiles que lleva cada submarino, se obtendría un total de 120.600 kiloto-nes por barco y 2.170.800 kilotones para

Designación tipo fuerza fy-99 FY-00 FY-08

UH-60 Blackhawk Helicóptero Ejercito 10.103.443 10.489.473 13.332.333

M-16 Rifle Múltiple 413 456 465

UGM-133 Trident II Misil Balístico Marina 57.340.000 39.416.700 39.408.300

Buque Tipo DDG-51 Destructor Marina 918.700.000 909.134.000 931.867.000

*. Cifras en miles de dólares.

COSTOS INDIVIDUALES DE MATERIAL BéLICO - (CUADRO 1.4)19

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el total de la fuerza de submarinos de la Marina Norteamericana (seis veces el to-tal de la fuerza en 1989, ver cuadro 1.5).

Es evidente que tal poder de destruc-ción puede disuadir a cualquier país (no así a grupos terroristas, que operan desde la clandestinidad) de cualquier posible ataque a Estados Unidos y facilita en gran medida la labor de los políticos, que tienen un bra-zo militar lo suficientemente poderoso y des-tructivo para apoyar su política internacional.

En tercer lugar, el paso de la tradicio-nal economía de fuerza bruta, a la de fuer-za inteligente implicó al mismo tiempo que se desarrollara la guerra de fuerza mental, en donde el soldado recluta era sustituido por el soldado-ingeniero, de mayor dinámi-ca y capacidad. El soldado-ingeniero, está mejor preparado para asumir funciones de mando en combate que el soldado recluta, no sólo por el tipo de formación profesio-nal que recibe, muchísimo más compleja y especializada, según la rama en que tenga

que desempeñarse, sino porque cuenta con medios tecnológicos más avanzados que los que tenía, por ejemplo, un soldado de la Segunda Guerra Mundial, e incluso, uno de la Guerra del Vietnam. El hecho de que deba operar aparatos en extremo so-fisticados, implica que debe tener un ma-yor conocimiento de los mismos, no sólo para poder operarlos, sino porque también es muy factible que aquellos sufran averías en combate y deban ser reparados rápida-mente, algo que por supuesto sólo puede hacer un experto en la materia.

El soldado-ingeniero se adapta mejor a la nueva estructura de las fuerzas milita-res norteamericanas, en donde la iniciativa individual es tan importante como la direc-ción colectiva de los altos mandos

en el pro-cesamiento de grandes volúmenes de infor-mación, típico de un ejército de la “Tercera Ola”.22 El soldado-ingeniero, al mismo tiem-po, sirve mejor a los requerimientos políti-cos de un Estado, dado que puede cumplir

tipo 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000-10

Portaaviones 17 17 18 15 13 13 12 12 13 12 12

Cruceros 43 47 50 53 46 36 31 30 29 27 27

SSBN* 38 36 35 31 25 21 20 20 20 20 18

REDUCCIÓN DEL NUMERO DE BUQUES DE GUERRA EN SERVICIO 1990-2010 (CUADRO 1.5)20

*. SSBN: Nuclear Powered Ballistic Missile Submarine.

la construcción de estrategias y tácticas militares comenzó a de-pender no ya exclusivamente del general o del oficial de mayor rango en cualquier tipo de unidad militar, sino también de los ran-gos inferiores, que dada su cercanía al campo de batalla podían tener una visión más amplia y certera del enemigo.

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misiones militares de ma-nera mucho más rápida y efectiva que el soldado convencional; disminuye el número de bajas naturales en todo conflicto armado (y con ello el im-pacto sobre el público norteamericano, poco propenso a la intervención de sus fuerzas militares en el extranjero); reduce considerablemente el tiempo de desplie-gue de las fuerzas militares en ultramar y con ello, la cantidad de dinero que tiene que invertirse para su sostenimiento; con-cede al Estado una mayor flexibilidad ope-rativa de sus fuerzas militares, dado que unos cuantos cientos de efectivos pueden cumplir las mismas misiones y funciones que antaño desempeñaba por ejemplo, una división regular del ejercito.23

a ya casi veinte años del fin de la guerra fría, las fuerzas militares norteamericanas son en la actualidad numéricamente más reducidas de lo que eran en 1989; tienen un presupuesto proporcionalmente me-nor, pero han adquirido una capacidad de combate y de destrucción mucho mayor a la que tenían por ejemplo, en la guerra del Vietnam.

De igual forma, establece la superioridad de las fuerzas militares del país en el contex-to internacional, lo que a su vez disuade a sus potenciales enemigos de cualquier posible agresión en contra de los Estados Unidos. Es-ta premisa únicamente es aplicable a Estados legalmente constituidos, no a grupos armados que operando desde aquellos, pueden llevar a cabo acciones encubiertas en contra de los intereses orbitales de cualquier país.

Para finalizar, el soldado-ingeniero esta-blece, al mismo tiempo, un lazo más estrecho

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REFERENCIAS

1. La estrategia militar soviética basada en el desarro-llo de misiles intercontinentales de mediano y largo alcance (ICBM, IRBM, SLBM), se fundamentó en la necesidad de ampliar la zona de alcance e influen-cia militar soviética, muy limitada para entonces por la ubicación geográfica de la URSS. Esta estrategia anulaba por completo a las fuerzas militares conven-cionales, muy poco preparadas para afrontar guerras nucleares. “Rusos por todos los mares”. En : Revista Time. v.31, no.8, p.40-51. (22 de abril de 1968).

2. En este sentido, evaluaciones derivadas de ejerci-cios militares ficticios, llevados a cabo de manera re-gular en Alemania durante la Guerra Fría, llevaron a concluir que las fuerzas convencionales de la OTAN, apostadas en Europa Oriental, no podrían resistir por mucho tiempo a una hipotética invasión rusa, cuyas fuerzas terrestres contaban de manera permanente con varios millones de efectivos, cientos de miles de

tanques y varios millares de aeronaves, sin contar por supuesto, con sus grandes reservas humanas, que tan decisivas se habían mostrado durante la Segunda Gue-rra Mundial. Disponible [en línea] http://www.fas.org.

3. Alvin Toffler hace una categorización muy intere-sante de la evolución de las fuerzas militares y del arte de la guerra a lo largo de la historia, basada en la divi-sión por “olas” de la historia económica mundial. Se-gún esta clasificación, los seres humanos combaten y hacen la guerra de la misma manera en que ganan dinero. Para Toffler, la primera ola corresponde a eco-nomías agrarias, la segunda ola a economías indus-triales, y la tercera ola a economías post-industriales, apoyadas en el conocimiento y la producción de bie-nes y servicios. TOFFLER, Alvin. Las Guerras del Fu-turo : la supervivencia en el alba del siglo XXI. Barce-lona : Plaza & Janes Editores, 1994. p.388.

4. Como alianza de defensa, la OTAN no persiguió ningún tipo de superioridad, ni tampoco pretendió igualarse al Pacto de Varsovia hombre por hombre o arma por arma durante la Guerra Fría. El equilibrio militar que buscó alcanzar la OTAN radicó en la su-perioridad tecnológica de sus medios materiales y humanos, incrementando el rendimiento por compo-nente y área. “Comparación de las Fuerzas Armadas 1987 OTAN-Pacto de Varsovia”. En : Revista Tecnolo-gía Militar. Barcelona : Grupo Editorial Mönch, 1988. V.10, no.7-8, p.11-37.Grupo Editorial Mönch. Barce-lona, España. Volumen 10, Nº 7-8, 1988. Pag 11-37.

5. Un notable ejemplo en este sentido, es el caso del software o soporte lógico de los computadores, de-sarrollado durante la guerra fría para permitir a los bombarderos alcanzar sus objetivos en caso de que el piloto de la aeronave hubiera fallecido. Después de la caída de la Unión Soviética, esta tecnología ha teni-do un desarrollo tan rápido, que muchos programas de uso regular hoy en día, como Unix, están siendo incorporados a los computadores de la red militar de los Estados Unidos, debido a que se consideran más eficientes, económicos y funcionales. TOFFLER, Alvin y TOFFLER, Heidi. El cambio del poder. Barcelona : Plaza & Janes Editores, 1994. 618p.

6. JUDIS, John. Reagan y la declinación de los Es-tados Unidos. En : Immanuel Wallerstein. Estados Unidos Hoy. Siglo Veintiuno Editores. Bogotá, 1984. Pág. 367.

7. Ibid., p.368.

8. Ibid., p.171-176.

9. STUTZMAN Warren y DIETRICH Carl. Moving be-yond wireless voice systems. En: Revista Scientific American. p.80-81. (abril de 1998).

entre las fuerzas militares norteamericanas, la población civil y la economía nacional. La constitución de manera formal y legal de una “carrera militar”, en donde el militar, sea infante, aviador o marino, obtiene un ti-tulo profesional después de haber recibido una instrucción militar muy técnica y profe-sionalizada, en la cual se emplean cada vez más instrumentos de las carreras civiles24, como la administración, la medicina y la in-geniería, ocasiona que disminuya la tradi-cional separación del estamento militar de la sociedad civil y haya una mayor identifi-cación entre la sociedad y sus fuerzas mili-tares. También permite que el militar pueda reinsertarse en la vida civil y económica de manera mucho más rápida y efectiva que el militar tradicional. El militar hoy en día es-tá cualificado para desempeñarse en múl-tiples áreas de vida diaria, como en funcio-nes administrativas, diseño y construcción de materiales de tecnología de punta, me-cánica, robótica y reparación.

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10. Arquitecturas en el argot militar, se refieren a las es-tructuras sistémicas y organizacionales de las fuerzas militares. Una arquitectura sistémica, como la Warrior Copernicus norteamericana, consiste en un amplio conjunto de sistemas electrónicos que recolectan, pro-cesan y reparten la información a los diferentes cuer-pos armados y se caracteriza por ser adaptable y fun-cional, dado que soporta múltiples tipos de software, tanto civiles como militares. Esto en teoría permite que la arquitectura pueda enlazarse con sistemas de co-municaciones civiles mundiales. Disponible [en línea] http://www.fas.org/man/dod-101/sys/index.html.

11. COLOMBIA, DIARIO EL ESPECTADOR. 21 de mayo de 1982. Bogotá.

12. En dicha ocasión, los marinos de los barcos em-plearon rifles y pistolas para hacer frente a los ata-ques de los aviones argentinos, debido a que los sis-temas antiaéreos de los barcos se mostraron casi completamente ineficaces. Esta situación condujo al desarrollo de nuevos sistemas de defensa antiaéreos de defensa puntual, de los cuales el más emplea-do en la actualidad, el Phalanx norteamericano, es capaz de disparar 4.500 balas por minuto y puede operar automáticamente y autónomamente gracias a los sensores infrarrojos y radáricos que posee.

13. Armas de 1a generación fueron las que se em-plearon durante la Segunda Guerra Mundial. Las de 2a generación las que se desarrollaron a partir de las lecciones aprendidas después de finalizada la gue-rra. Las de 3a generación son las que entraron a ser-vicio en la década de los sesenta y setentas. Las de 4a generación las que se desarrollaron en la última etapa de la Guerra Fría, es decir en la década de los 80s. Las de 5a generación corresponden a desarro-llos post-guerra fría y finalmente, armas de 6a gene-ración son aquellas que actualmente se encuentran en curso de desarrollo y construcción. No obstante esta clasificación tiene que ajustarse al tipo de arma a la cual se refiere, debido a su naturaleza, misión y composición. Por ejemplo, los tanques de combate tienden a clasificarse en 7 u 8 generaciones, debido a que su introducción al servicio data desde la Pri-mera Guerra Mundial.

14. ESTADOS UNIDOS, FEDERAL GOVERNMENT. Budget Fiscal Year 2008. Washington : US Govern-ment Printing Office, 2008. 342p.

15. Ibid., p.171-176.

16. RDT&E: Research, Development, Test and Evalua-tion. Investigación, Desarrollo, Prueba y Evaluación.

17. Para 1984, mientras que el 40% de los cientí-ficos norteamericanos trabajaban para la defensa o

en algo relacionado con ella, solamente el 5% de sus contrapartidas japoneses estaban vinculados con la industria militar.

18. Un análisis de rendimiento por componente des-pués de la Guerra del Golfo determinó que un tan-que pesado de combate M1A1 Abrams del Ejército norteamericano, destruía en promedio 16 tanques iraquíes de fabricación rusa antes de quedar fuera de combate, lo cual no implicaba necesariamente que el tanque Abrams fuera destruido. Consultar en: http://www.janes.com

19. JANE´S. Fighting Ships. Singapur : Crescent Bo-oks, 1998. 322p.

20. ESTADOS UNIDOS, FEDERAL GOVERNMENT. Budget Fiscal Year 2008. Washington : US Govern-ment Printing Office, 2008. 342p.

21. Disponible [en línea] http://www.warships1.com/ships-US/US_submarines.htm.

22. La información, como “arma” de guerra ha esta-do siempre presente en la historia de la humanidad, dado que permite anticipar y vigilar al enemigo, dise-ñar al mismo tiempo, tácticas y estrategias ofensivas que ataquen sus puntos débiles, no sólo militares, sino también políticos y económicos. A mayor infor-mación, más posibilidad de éxito, a un coste mate-rial, humano y económico mucho menor.

23. Una división regular del ejército norteamericano está formada por aproximadamente diez mil hom-bres, con una compañía de tanques y de artillería. Una compañía de “Rangers”, o fuerzas comando norteamericanas no pasa de los 200 efectivos. Pa-ra transportar a la primera se precisaría de un buen número de barcos y aviones de transporte, mien-tras que la segunda necesitaría un par de aviones de transporte tipo C-130 Hércules. Además habría que considerar la cantidad de dinero que se ahorra en combustible, partes de repuesto, alimentación, tiempo etc. MÁQUINAS DE GUERRA. Madrid : Pla-neta De Agostini, 1984.

24. El termino “civilinización” establece que en la actualidad, existe una progresiva tendencia en las fuerzas militares mundiales, en especial en las nor-teamericanas, a la adopción de métodos, procedi-mientos y formas estructurales de la vida y la eco-nomía civil en las fuerzas armadas, consideradas ampliamente como más dinámicas y adaptables que las estructuras tradicionales de las fuerzas militares, con una fuerte tendencia al inmovilismo. BAÑON, Rafael y OLMEDA, José Antonio. La institución mi-litar en el Estado contemporáneo. Madrid : Alianza Editorial, 1985. 360p.

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