Apologia de Socrates - Platon (1)

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En Apología de Sócrates (en griego, "Απολογια Σωκρατους" Apologia Socratus), diálogocompuesto entre 393 y 389 a.C., Platón (c. 427-347 a.C.) ofrece una versión de la defensaque hizo de sí mismo Sócrates frente al jurado de Atenas tras ser acusado de corromper a losjóvenes y despreciar a los dioses. El diálogo, perteneciente al ciclo platónico de obrassocráticas o de juventud, además de rescatar el texto de la apología (defensa) ante el tribunal,constituye la apología (elogio) que hace Platón de su maestro.

Sócrates comienza el diálogo diciendo que no sabe si los atenienses han sido ya persuadidospor los que le acusan. Este inicio resulta crucial para establecer el tema del discurso, pues esfrecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto.Sócrates pide al jurado que no atienda a sus virtudes oratorias, sino a la verdad que éstasconvocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frasescuidadosamente preparadas, sino que dirá lo que se le pase por la cabeza, las mismaspalabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones; pero demuestra ser un maestro enretórica, no sólo elocuente y persuasivo, sino hábil con el jurado. Aun así, este discurso, quedurante más de dos milenios se ha ganado el favor de los lectores, no consigue ganar el juicio.Sócrates fue condenado a muerte, y desde entonces se le ha admirado por su serenaaceptación de la sentencia.

Más concretamente, la presente edición viene introducida por el enorme y magníficamenteesclarecedor prólogo elaborado por el profesor y doctor Alejandro G. Vigo, que facilitará allector el entendimiento del desarrollo de la obra a través de una explicación clara yverdaderamente transparente, sin prescindir no obstante de la precisión y de la profundidadanalítica propias de un entendido en el tema como es G. Vigo.

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Platón

Apología de SócratesDiálogos de juventud I

ePUB v1.2jcastro94 27.03.12

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Título original: Απολογια ΣωκρατουςTraducción: laeditorialvirtual.com.arAutor: PlatónAño de publicación: 2004

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Cuatro características corresponden al juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente,ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.

Sócrates, cita atribuida por Platón

Es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto yquien la padece no.

Sócrates, cita atribuida por Platón

Sólo sé que no sé nada; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creensaberlo todo.

Sócrates, cita atribuida por Platón

Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.Sócrates, cita atribuida por Platón

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Prefacio

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Sobre esta edición

La presente edición de la obra Apología de Sócrates, cuyo autor es el filósofo griegoAristocles, más conocido por su sobrenombre Platón, surgió de una idea, que a su vez, naciófruto de una necesidad. Dicho requerimiento no es otro que el menester de obtener las obrasmás relevantes de los autores más representativos de la historia de la filosofía, todo ello con elrequisito de conseguirlas de forma gratuita a ser posible.

Sin embargo, las versiones de la obra que se podían encontrar en el amplísimo almacén derecursos que constituye Internet dejaban mucho que desear, básicamente en cuanto a lo queel formato o el diseño se refiere, pero también en lo concerniente a los errores ortográficos ygramaticales, cuya ausencia no puedo sin embargo garantizar en la presente maquetación delclásico ante la que nos encontramos. Así pues, tras diversas aunque no demasiado profundasbúsquedas por la red, y ante la no precisamente agradable sorpresa que me producía laindisponibilidad de la Apología platónica con una mediana calidad en relación con los factorescomentados, me decidí a tratar de elaborar una maquetación del escrito en cuestión que fueseal menos lo bastante digna como para albergar en sí una obra de tamaño nivel y trascendenciacomo la Apología de Platón. En fin, he aquí el resultado.

Para la elaboración del presente ePub, me he valido de diversas fuentes, las cuales megustaría citar a continuación con el objeto de que, si es de su agrado, el lector de estas líneasno sólo compare las diferencias con respecto al presente producto final, sino que pueda teneruna referencia a partir de la cual pueda criticar y, más positivamente, sugerir algún tipo demejora que pueda implementar la calidad de esta edición, lo cual no es ni mucho menosimprobable. De tal forma, aquí resumo mediante un esquema las fuentes utilizadas:

Citas: Wikiquote (Sócrates). Para acceder, haga clic aquí.Información acerca del Prof. Dr. Alejandro G. Vigo, autor del prólogo seleccionado: Notabiográfica de la web de la Universidad de Navarra. Para acceder, haga clic aquí.Información acerca de Sócrates: Artículo de webdianoia sobre Sócrates. Para acceder,haga clic aquí.Información acerca de Platón: Reseña de laeditorialvirtual.com.ar sobre Platón. Paraacceder, haga clic aquí.Prólogo: Introducción a la Apología de Sócrates de Platón, incluida en la versión deAlejandro G. Vigo, concretamente en la edición de la Editorial Universitaria de 2005. Paraacceder, haga clic aquí.Notas del prólogo: Notas de la misma introducción a la Apología de Sócrates de Platón,incluida en la versión de Alejandro G. Vigo, concretamente en la edición de la EditorialUniversitaria de 2005.Texto de la obra: Traducción de laeditorialvirtual.com.ar datada en 2004, Buenos Aires.Para acceder, haga clic aquí.

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Notas de la obra: Notas de la misma traducción de laeditorialvirtual.com.ar datada en 2004,Buenos Aires.Más notas de la obra: Notas de la edición de la Apología de Sócrates de librodot.com. Paraacceder, haga clic aquí.Distinción entre los diferentes apartados según la traducción de Enrique Estéfano (París,1578): Diferenciación de los mismos en la propia edición de la Apología de Sócrates delibrodot.com.

Una vez establecido esto, sólo resta añadir que, tras las sucesivas reseñas referidas alProf. Dr. Alejandro G. Vigo, a Sócrates (cuya mención aquí es, quizá, más justificada que conrespecto a cualquier otra obra platónica) y a Platón, se presentará el prólogo introductor a laobra y, finalmente, la Apología de Sócrates propiamente dicha. Así pues, que el lector disfrutede este magnífico tesoro literario, tanto como lo ha hecho un servidor al escribir estas líneas.

Jesús Castro Martín, 26 de marzo de 2012

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Breve nota biográfica de Alejandro G. Vigo

Alejandro G. Vigo, nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1958, es Profesor en Filosofía(1984) y Licenciado en Filosofía (1988) por la Universidad de Buenos Aires, y Doctor enFilosofía (1994) por la Universidad de Heidelberg. Ha sido becario del Consejo Nacional deInvestigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) (Argentina), el Deutscher AkademischerAustauschdienst (DAAD) (Alemania) y la Alexander von Humboldt Stiftung (Alemania).

Entre 1982 y 1988 se desempeñó como Docente Auxiliar de Griego y de Historia de laFilosofía Antigua en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires(Argentina). Entre 1993 y 2001 ha sido Profesor de Filosofía Antigua y de Seminarios de Textosen el Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes (Santiago, Chile). Entre 2002 y 2006ha sido Profesor Adjunto Ordinario del Instituto de Filosofía de la Pontificia UniversidadCatólica de Chile (Santiago de Chile, Chile). Como profesor visitante ha enseñado en diversasuniversidades de Hispanoamérica y Europa. Desde 2006 es Profesor Ordinario delDepartamento de Filosofía, de la Universidad de Navarra.

Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Aristóteles, Física, Libros III-IV (introducción,traducción y comentario; Buenos Aires 1995); Zeit und Praxis bei Aristoteles. DieNikomachische Ethik und die zeitontologischen Voraussetzungen des vernunftgesteuertenHandelns (Freiburg – München 1996); La concepción aristotélica de la felicidad. Una lectura de‘Ética a Nicómaco’ I y X 6-9 (Santiago de Chile 1997); Platón, Apología de Sócrates (traducciónanotada con introducción y análisis; Santiago de Chile 1998; 3ra. edición corregida y ampliada2001); Estudios aristotélicos (Pamplona 2006). Ha publicado también unos 70 artículos envolúmenes colectivos y revistas especializadas de Iberoamérica, Europa y EEUU.

Es coeditor de Méthexis. International Journal for Ancient Philosophy (Academia Verlag,Sankt Augustin, Alemania) y Miembro Titular del Institut International de Philosophie, ÉcoleNormal Supérieur – CNRS, París.

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Vida y obra de Sócrates (470 - 399 a.C.)

BiografíaSócrates nació en Atenas el año 470 a. c. de una familia, al parecer, de clase media. Su

padre era escultor y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre eloficio de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida deSócrates coinciden, pues, con el período de esplendor de la sofística en Atenas.

El interés de la reflexión filosófica se centraba entonces en torno al ser humano y lasociedad, abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza.Probablemente Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas deEmpédocles, Diógenes de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto orientó susinvestigaciones hacia los temas más propios de la sofística.

PensamientoSócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó

una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores.Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entreellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático,es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas.Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombresde bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: elinterés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates.Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", dondeaparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece mayor consideración.

Más problemas plantea la interpretación del Sócrates platónico: ¿Responden las teoríaspuestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al personaje histórico, o alpensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates suspropias teorías en buena parte de los diálogos llamados de transición y en los de madurez,aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el pensamiento socrático. Esta posición

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se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre Sócrates y Platón,quien afirma claramente que Sócrates no "separó" las Formas, lo que nos ofrece bastantecredibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia.

El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda de la definiciónuniversal, que pretendía alcanzar mediante un método inductivo; probablemente la búsquedade dicha definición universal no tenía una intención puramente teórica, sino más bien práctica.Tenemos aquí los elementos fundamentales del pensamiento socrático.

Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará eserelativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respectoal cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno" será porquetenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquierapodríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en elcaso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el relativismo estosconceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado de una convención,lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates, por el contrario, estáconvencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha devaler universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como lasolución del problema moral y la superación del relativismo.

¿Cómo proceder a esa búsqueda? Sócrates desarrolla un método práctico basado en eldiálogo, en la conversación, la "dialéctica", en el que a través del razonamiento inductivo sepodría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Dichométodo constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica. En la primera fase el objetivofundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestraignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo reconocidanuestra ignorancia estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase consistiríapropiamente en la búsqueda de esa verdad, de esa definición universal, ese modelo dereferencia para todos nuestros juicios morales. La dialéctica socrática irá progresando desdedefiniciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o másadecuadas, hasta alcanzar la definición universal. Lo cierto es que en los diálogos socráticos dePlatón no se llega nunca a alcanzar esa definición universal, por lo que es posible que ladialéctica socrática hubiera podido ser vista por algunos como algo irritante, desconcertante oincluso humillante para aquellos cuya ignorancia quedaba de manifiesto, sin llegar realmente aalcanzar esa presunta definición universal que se buscaba.

Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácterpráctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquelconocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. Eneste sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se buscaestrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo "Bueno", nopodríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones seráidentificada pues con la ignorancia, y la virtud con el saber.

En el año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta

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Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la dobleacusación de "no honrar a los dioses que honra la ciudad" y "corromper a la juventud". Alparecer dicha acusación, formulada por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los dirigentesde la democracia restaurada. Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65 votos, se negóa marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le preparaban sus amigos,afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la ciudad, y a sus principios. El díafijado bebió la cicuta.

La influencia de SócratesSócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros

filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán supensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron escuelasfilosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de Megara(fundador de la escuela de Megara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense Antístenes(escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo de Cirene(escuela cirenaica).

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Vida y obra de Platón (427 - 347 a.C.)

ReseñaPlatón (ca. 427 a.C./428 a.C. – 347 a.C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y

maestro de Aristóteles, de familia nobilísima y de la más alta aristocracia. Su influencia comoautor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se hadicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Durante sujuventud luchó como soldado en las guerras del Peloponeso de las cuales Atenas salióderrotada, y el poder y la economía que ostentaba sobre el mundo griego cayó en las manos deEsparta. Entre sus obras más importantes se cuentan los diálogos La República (en griegopoliteia, "forma de gobernar - ciudad"), en la cual elabora la filosofía política de un estado ideal;el Fedro, en el que desarrolla una compleja e influyente teoría psicológica; el Timeo, uninfluyente ensayo de cosmología racional influida por las matemáticas pitagóricas; y el Teeteto,el primer estudio conocido sobre filosofía de la ciencia. Las narraciones alegóricas de algunasde sus obras, entre ellas el Timeo y el Critias, dieron origen al mito de la Atlántida.

Fue fundador de la Academia de Atenas, donde estudió a Aristóteles. Participóextensivamente en la enseñanza en la Academia y escribió sobre muy diversos temasfilosóficos, especialmente los que trataban de la política, ética, metafísica y epistemología. Lasobras más famosas de Platón fueron sus diálogos; si bien varios epigramas y cartas tambiénhan sobrevivido. Se cree que todos los diálogos de Platón que se conocen son auténticos.

Los diálogos de Platón tienen mucha vitalidad y frecuentemente incluyen humor e ironía. Seconsidera que Platón es el filósofo más ameno de todos.

A Sócrates lo menciona frecuentemente en los diálogos. Cuánto del contenido y de losargumentos es obra de Sócrates o de Platón, es difícil decir, por cuanto Sócrates no dejóevidencia escrita de sus enseñanzas. Esta ambigüedad es la que se conoce como el “problemasocrático”. No hay duda, sin embargo, que Platón fue influido profundamente por lasenseñanzas de Sócrates; de hecho sus primeras ideas y ensayos lucen como adaptaciones delas de Sócrates.

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BiografíaPlatón, que realmente se llamaba Aristocles Podros, y cuyo seudónimo Platón significa el de

los hombros anchos, era hijo de una familia que pertenecía a la más rancia aristocraciaateniense, concretamente a la familia denominada Glaucón. Su padre se llamaba Aristón y sumadre Perictione. Durante su juventud vivió las consecuencias de la guerra del Peloponeso. Alos 21 años pasó a formar parte del círculo de Sócrates, el cual produjo un gran cambio en susorientaciones filosóficas. Tras la muerte de Sócrates en el 399 a.C., Platón se refugió enMegara durante un breve espacio de tiempo, donde comenzó a escribir sus diálogos filosóficos.

Sus conocimientos y habilidades eran tales que los griegos lo consideraron como hijo deApolo y decían que en su infancia las abejas habían anidado en sus labios como profecía de laspalabras melosas que salían de ellos.

Platón fue discípulo de Sócrates en su juventud y de acuerdo a sus propias palabras,estuvo presente durante su juicio, pero no en su ejecución. El trato que Atenas dio a Sócratesafectó profundamente a Platón y mucho de sus primeros trabajos registran la memoria de sumaestro. Se dice que mucho de sus escritos sobre la ética estaban dirigidos a evitar queinjusticias como la sufrida por Sócrates volvieran a ocurrir. Después de la muerte de Sócrates,Platón viajó extensamente por Italia, Sicilia, Egipto y Cirene en busca de conocimientos.

En el 396 a.C. emprendió un viaje de diez años por Egipto y diferentes lugares de África eItalia. En Cirene conoció a Aristipo y al matemático Teodoro. En Magna Grecia se hizo amigo deArquites de Tarento y conoció las ideas de los seguidores de Parménides.

En el 388 a.C. viajó a Sicilia y en Siracusa, donde quiso influir en la política de Dionisio I yaprendió mucho de las formas de gobierno que plasmaría después en La República (en griegopoliteia que significa ciudadanía o forma de gobierno). Sus manifestaciones políticas, que enalgunos casos eran irreverentes con la clase dominante, lo llevaron a prisión . Aníceris deCírene reconoció a Platón en la venta de esclavos y le compró para devolverle la libertad.

En el 361 a.C., tras recobrar su libertad, Platón compró una finca en las afueras de Atenas,donde fundó un centro especializado en la actividad filosófica y cultural, al cual llamó Academia.El nombre procede del anterior dueño de la finca llamado Academo y dicha academia funcionóininterrumpidamente hasta su clausura por Justiniano I en el 529 dC, pues veía en esta unaamenaza para la propagación del cristianismo. Muchos filósofos e intelectuales estudiaron enesta academia, incluyendo a Aristóteles.

Platón también recibió influencias de otros filósofos, como Pitágoras, cuyas nociones dearmonía numérica se hacen eco en la noción de Platón sobre las Formas; también Anaxágoras,quien enseñó a Sócrates y que afirmaba que la inteligencia o la razón penetra o llena todo; yParménides, que argüía acerca de la unidad de todas las cosas y quien influyó sobre elconcepto de Platón acerca del alma.

Murió en el 347 a.C., dedicándose en sus últimos años a la Academia.

ObraLa obra de Platón está escrita en forma de diálogos y puede dividirse en cuatro etapas:1. Primeros diálogos o diálogos socráticos o de juventud. Se caracterizan por sus

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preocupaciones éticas. Están plenamente influidos por Sócrates. Las más destacadas son:Apología de Sócrates, Critón, Protágoras, Cármides, Laques y Eutifrón.

2. Época de transición. Esta fase se caracteriza también por cuestiones políticas, además,aparece un primer esbozo de la Teoría de la Reminiscencia y trata sobre la filosofía dellenguaje. Destacan: Gorgias, Menón, Crátilo, Menéxeno, Eutidemo, Hipias Menor e HipiasMayor.

3. Época de madurez o diálogos críticos. Platón introduce explícitamente la Teoría de lasIdeas recién en esta fase y desarrolla con más detalle la de la Reminiscencia. Igualmente setrata de distintos mitos. Destacan: El Banquete, Fedón, La República y Fedro.

4. Diálogo de vejez o diálogos críticos. En esta fase revisa sus ideas anteriores e introducetemas sobre la naturaleza y la medicina. Destacan: Teeteto, Parménides, Sofista, Político,Filebo, Timeo y Leyes.

Los personajes de los diálogos son generalmente personajes históricos, como Sócrates,Parménides o Gorgias, aunque a veces también aparecen algunos de los que no se tieneningún registro histórico aparte del testimonio platónico. Cabe destacar, además, que si bien enmuchos diálogos aparecen discípulos de Sócrates, Platón no aparece nunca como personaje.Solamente es nombrado en Apología de Sócrates y en Fedón, pero nunca aparece discutiendocon su maestro ni con ningún otro.

En la actualidad se cree que Platón escribió cuarenta y dos diálogos, recopilados por susdiscípulos y otros escritores contemporáneos (que también escribieron sobre él). Además delos diálogos, se conservan algunas cartas que Platón supuestamente escribió en sus años devejez. Si bien el carácter de algunas de ellas es apócrifo, otras, como la Carta Séptima, sonconsideradas auténticas y resultan muy importantes para reconstruir parte de la vida y elpensamiento ulterior de Platón.

Su teoría más conocida es la de las Ideas o Formas. En ella se sostiene que todos los entesdel mundo sensible son imperfectos y deficientes, y participan de otros entes, perfectos yautónomos (Ideas) de carácter ontológico muy superior y de los cuales son pálida copia, que noson perceptibles mediante los sentidos. Cada Idea es única e inmutable, mientras que, lascosas del mundo sensible son múltiples y cambiantes. La contraposición entre la realidad y elconocimiento es descrita por Platón en el célebre mito de la caverna, en La República. ParaPlatón, la única forma de acceder a la realidad inteligible era mediante la razón y elentendimiento; el papel de los sentidos queda relegado y se considera engañoso.

Es importante resaltar que la dicotomía entre un mundo inteligible y otro mundo sensible esmás bien un recurso pedagógico que suele usarse para ilustrar la diferencia ontológica entrelos entes inteligibles y los sensibles. En el Timeo menciona también lo que ahora conocemoscomo los sólidos platónicos.

TemasA diferencia de Sócrates, Platón escribió profusamente acerca de sus puntos de vista

filosóficos, dejando un considerable número de manuscritos.En los escritos de Platón se pueden ver conceptos acerca de la mejor forma de gobierno,

incluyendo la aristocracia, la democracia y la monarquía. Un tema central de su obra es el

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conflicto entre la naturaleza y las creencias de la época concernientes al rol de la herencia y delmedio ambiente en el desarrollo de la personalidad y la inteligencia del hombre mucho antesque el debate sobre la naturaleza y la crianza del Hombre comenzara en la época de ThomasHobbes y John Locke.

Otro tema que Platón trató profusamente fue la dicotomía entre el saber y la opinión, queanticipaba los debates más modernos entre empirismo y racionalismo, y que posteriormentetrataron los post-modernistas y su oponentes al argüir sobre la distinción entre objetivo ysubjetivo.

Inclusive la historia de la ciudad o continente perdido de la Atlántida nos llegó como unahistoria ilustrativa de Platón en su obra Timeo y Critias.

Formas y basesPlatón escribió principalmente en forma de diálogo. En sus primeros diálogos, diferentes

caracteres discuten un tópico haciendo preguntas el uno al otro. Sócrates figuraprominentemente de aquí que se denominen como "Diálogos Socráticos".

La naturaleza de estos diálogos cambió sustancialmente en el curso de la vida de Platón. Esreconocido generalmente que las primeras obras de Platón estaban basadas en elpensamiento de Sócrates, mientras que las posteriores se van alejando de las ideas de suantiguo maestro. En los últimos diálogos, que más bien tienen la forma de tratados, Sócratesestá callado o ausente, mientras que en los inmediatamente anteriores es la figura principal ylos interlocutores se limitan a responder “si”, “por supuesto” y “muy cierto”. Se asume que sibien los primeros diálogos están basados en conversaciones reales con Sócrates, lossubsecuentes son totalmente la obra e ideas de Platón.

La ostensible puesta en escena de un diálogo distancia a Platón de sus lectores de lafilosofía que se está discutiendo; uno puede elegir dos opciones de percepción; una esparticipar en el diálogo y las ideas que se discuten o simplemente leer las respuestas de laspersonalidades que intervienen en el diálogo.

El formato del diálogo le permitió a Platón expresar opiniones impopulares en la boca decaracteres antipáticos, tales como "Thraysymachus" (Trasímaco) en La República.

MetafísicaSe ha interpretado tradicionalmente al Platonismo como una forma de dualismo metafísico,

a veces referido como Realismo Platónico o Exagerado. De acuerdo a esto, la metafísica dePlatón divide al mundo en dos distintos aspectos; el mundo inteligible —el mundo del auténticoser—, y el mundo que vemos alrededor nuestro en forma perceptiva — el mundo de la meraapariencia. El mundo perceptivo consiste en una copia de las formas inteligibles o Ideas. Estasformas no cambian y sólo son comprensibles a través del intelecto o entendimiento – es decir,la capacidad de pensar las cosas abstrayéndolas de como se nos dan a los sentidos. En losLibros VI y VII de La República, Platón utiliza diversas metáforas para explicar sus ideasmetafísicas y epistemológicas: las metáforas del sol, la muy conocida "alegoría de la caverna" y,la más explícita, la de la línea dividida.

En su conjunto, estas metáforas transmiten teorías complejas y difíciles. Está, por ejemplo,la Idea del Bien, a la que tiene como principio de todo ser y de todo conocer. La Idea del Bien

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realiza esto de manera similar a la del sol que emana luz y permite la visión de las cosas y lageneración de éstas en el mundo perceptivo (ver la alegoría del sol).

En el mundo perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor no son sino una ligeraresemblanza con las formas más reales y fundamentales que representa el mundo inteligible dePlatón. Es como si viéramos una sombra de las cosas, sin ver las cosas mismas. Estassombras son una representación de la realidad, pero no la realidad misma (ver la alegoría de lacueva en La República, libro VII).

Podemos imaginarnos que todo en el mundo está representado por una línea donde larealidad va apareciendo gradualmente. La primer parte de la línea representa la diferencia entreel mundo perceptivo y el inteligible. A su vez el mundo perceptivo está dividido en segmentosrepresentado por cosas y también por sombras, reflejos y representaciones de éstos.Similarmente, el mundo inteligible esta divido en segmentos que representan los principios yformas generales y por otra parte, formas más derivativas o reflejadas.

La metafísica de Platón, y particularmente el dualismo entre lo inteligible y lo perceptivo,inspiró posteriormente a los pensadores Neoplatónicos, tales como Plotinus y Gnostis, y aotros realistas metafísicos.

Si bien las interpretaciones de las escrituras de Platón (particularmente La República) hantenido una inmensa popularidad en la larga historia de la filosofía occidental, también es posibleinterpretar sus ideas en una forma más conservadora que favorece la lectura desde un puntode vista epistemológico más que metafísico como sería el caso de la metáfora de la Cueva y laLínea Dividida. Existen obvios paralelos entre la alegoría de la Cueva y la vida del maestro dePlatón, Sócrates, quien fue ejecutado en su intención de abrir los ojos a los atenienses. Esteejemplo revela la dramática complejidad que frecuentemente se encuentra bajo la superficie delos escritos de Platón (no hay que olvidar que en La República, quien narra la historia esSócrates).

EpistemologíaLas opiniones de Platón también tuvieron mucha influencia en la naturaleza del

conocimiento y la enseñanza. La primer pregunta que surge es la de si la virtud puede serenseñada. Platón procede a exponer los conceptos de la memoria y el aprendizaje como undescubrimiento de conocimientos previos y opiniones correctas que son correctas pero notienen una clara justificación.

Afirmaba que el conocimiento está basado esencialmente en creencias verdaderasjustificadas; una creencia influyente que más adelante llevó al desarrollo de la epistemología.En el "Theaetetus" (Teeteto), Platón distingue entre la creencia y el conocimiento por medio dela justificación. Muchos años después, Edmund Gettier demostraría los problemas de lascreencias verdaderas justificadas en el contexto del conocimiento.

El EstadoLas ideas filosóficas de Platón tuvieron muchas implicaciones sociales, particularmente en

cuanto al estado o gobierno ideal. Hay discrepancias entre sus ideas iniciales y las que expusoposteriormente. Algunas de sus más famosa doctrinas están expuestas en La República.

Platón decía que las sociedades debieran tener una estructura tripartita que respondía a

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una estructura, según la inclinación, el espíritu y la razón del alma de cada individuo:

Productores – Eran nos trabajadores y correspondían a la parte de “apetito” o "inclinación"del alma.Protectores – Eran los guerreros aventureros, fuertes, valientes y que formaban el“espíritu” del alma.Gobernantes – Eran aquellos que eran inteligentes, racionales, apropiados para tomardecisiones válidas para toda la comunidad. Éstos formaban la “razón” del alma.

De acuerdo con este modelo, los principios de la democracia ateniense resultabanrechazados ya que allí, en realidad, muy pocos estaban en capacidad de gobernar. En lugar deretórica y persuasión, lo que Platón dice es que deben gobernar la razón y la sabiduría. Sinembargo, esto no equivale a tiranía, despotismo u oligarquía, pues, como Platón decía:

Hasta que los filósofos no gobiernen como reyes, o aquellos que ahora son llamados reyesy los dirigentes o líderes puedan filosofar debidamente; es decir: hasta tanto el poder político yel filosófico no concuerden, mientras las diferentes naturalezas busquen uno solo de estospoderes exclusivamente, las ciudades no tendrán paz, ni tampoco la tendrá la raza humana engeneral.

Platón describe a estos “reyes filósofos” como aquellos que “aman ver la verdad esté dondeesté, con los medios de que se disponen” y apoya su idea con la analogía de un capitán y sunavío, o un médico y su medicina. Navegar y curar no son prácticas que todo el mundo está encondiciones de ejecutar. Gran parte de La República está dedicada a indicar el procesoeducacional necesario para formar a estos “reyes filósofos”.

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Prólogo de Alejandro G. Vigo

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1. Sócrates, la Apología y los escritos tempranos dePlatón

Se ha dicho con razón que Sócrates goza del raro privilegio de haber sido elevado a travésde la historia al rango de representante de la humanidad como tal1 . Desde posiciones muydiversas, y en épocas muy diferentes, la figura de Sócrates ha sido vista casi unánimementecomo el ejemplo paradigmático de un cierto tipo de actitud frente a los problemasfundamentales de la vida humana, particularmente, en su dimensión ética, religiosa y tambiénpolítica. Esto vale no sólo para los muchos y diversos adherentes a la figura y la actitudsocráticas, sino del mismo modo también para quienes, como Nietzsche y en su tiempo yaAristófanes, se convirtieron en radicales críticos de Sócrates, precisamente por estarconvencidos de que encarnaba de modo ejemplar los rasgos de una actitud decadente, dotadade un enorme potencial disolutorio. Este carácter indiscutiblemente paradigmático de su figuraexplica también, en buena medida, el hecho de que el caso de Sócrates siga teniendo hoy paranosotros un interés que no se reduce al plano meramente histórico, sino que se conectatambién, de modo directo, con nuestras propias dudas y convicciones respecto de losproblemas fundamentales que el caso pone en juego.

Ahora bien, la permanente presencia de la figura de Sócrates, un filósofo que no dejó nadaescrito, como un eje de referencia básico a lo largo de un proceso de recepción histórica quelleva ya bastante más de dos mil años, no habría sido ni remotamente posible sin la mediaciónde una tradición literaria que, partiendo de la experiencia histórica inmediata, conservó,configuró y estilizó los rasgos del personaje, hasta elevarlos a la categoría de arquetipo. A esatradición literaria pertenecen, entre otros, escritores como Jenofonte, un seguidor eincondicional admirador de Sócrates, y Aristófanes, uno de sus más incisivos críticos de laAntigüedad, mencionado como tal ya en la Apología escrita por Platón. Pero la figura principales aquí, sin duda, Platón mismo2 . Puede decirse que el Sócrates que influyó de modo directo ydecisivo en la recepción histórica posterior fue, casi siempre, el Sócrates conservado yrecreado por Platón.

Como se sabe, la fascinación por la figura de Sócrates y el duro impacto producido por laexperiencia de su juicio y condena a muerte dieron el impulso inicial a la carrera literaria dePlatón, quien se dedicó, en un principio, a escribir obras que retrataran la verdadera figura desu maestro y el carácter de su indagación filosófica, con el fin de defenderlo y reivindicarlo delas imputaciones que llevaron a su ejecución. De hecho, tres de los primeros escritos de Platón—a saber, la Apología, el Critón y, de modo menos directo, el Eutifrón— están conectados en elproceso y la condena de Sócrates. Y aunque los demás diálogos del período temprano, quetienen a Sócrates como personaje principal, no muestran la misma vinculación con el tema, elmotivo del juicio y la condena a Sócrates reaparece todavía, con renovada fuerza, en undiálogo del período de madurez tan importante como el Fedón, compuesto unos diez años mástrade que la Apología, cuya escena principal, tras un breve diálogo introductorio, está situada, amodo de recuerdo, en los momentos que preceden inmediatamente a la ejecución de Sócrates

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en la prisión.Respecto a la Apología hay que suponer que fue compuesta no muchos años después de la

muerte de Sócrates, ocurrida en el 399 a.C. El argumento habitual para poner el 393 comofecha límite de la composición (terminus ante quem) remite al hecho de que el escrito platónicono replica de modo directo a los cargos realizados contra Sócrates por el sofista Polícrates ens u Acusación contra Sócrates, publicada casi seguramente en ese año3 . En todo caso, laApología, que es el único de los escritos publicados por Platón que no presenta la formaliteraria del diálogo, se halla en vecindad inmediata, tanto desde el punto de vista cronológicocomo desde el punto de vista del contenido, con los escritos del período socrático mástemprano como Critón, Ion, Eutifrón, Cármides y Laques4 .

Sin embargo, aunque emparentada estrechamente con los otros escritos referidos alproceso de Sócrates, la Apología tiene, sin duda, una especial importancia como fuente para elconocimiento de aspectos fundamentales de la figura de Sócrates. El escrito provee un rico yvívido retrato del modo en que Sócrates enfrentó la instancia decisiva, en la que debió probar lafirmeza de sus propias convicciones frente a la amenaza cierta de muerte. Como nos informa elescrito (cf. 34a, 38b), Platón estuvo presente en el juicio. Y tradicionalmente se haargumentado, con razón, que necesariamente tiene que haberse ceñido, al menos, en generala lo efectivamente ocurrido, tratándose de hechos de dominio público y estando interesado elpropio Platón, sobre todo, en mostrar la injusticia del juicio y castigo a su maestro. Con todo, laversión de Platón seguramente no puede verse como una simple crónica de losacontecimientos, que pretenda ser históricamente fiel hasta en sus mínimos detalles.Constituye, más bien, una recreación genial, que apunta, sobre todo, a rescatar y poner demanifiesto el significado de lo acontecido5 . Pero justamente por eso puede sernos, tal vez, demayor utilidad, a la hora de intentar establecer, desde un punto de vista más puramentefilosófico que histórico, en qué consistía realmente el sentido nuclear de la actitud y laindagación de Sócrates.

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2. El juicio a Sócrates

Desde el punto de vista del contenido, la Apología de Sócrates escrita por Platón constituyeen su parte fundamental una reproducción no literal del alegato de descargo pronunciado porSócrates ante el tribunal ateniense, tras los alegatos pronunciados por sus acusadores.

El juicio tuvo lugar en el año 399 a.C., a comienzos del mes de Anthesterion, es decir, enépoca cercana al inicio de la primavera boreal (febrero-marzo). Este hecho tuvo consecuenciasposteriores importantes, pues durante ese mes Atenas enviaba todos los años un navío a la islade Delos para dar gracias en el santuario de Apolo, y hasta el regreso de la delegación nopodían realizarse ejecuciones. Esto hizo que, tras el juicio, Sócrates debiera aguardar enprisión un tiempo bastante prolongado, más o menos un mes, antes de ser ejecutado, mientrasque normalmente las ejecuciones judiciales se realizaban de modo inmediato, por lo general, aldía siguiente del juicio. Las conversaciones que proveen la trama de los diálogos Critón y Fedónestán situados, precisamente, en los días de cautiverio previos a la ejecución de la sentencia.

Todo indica que el proceso contra Sócrates se inició y desarrolló de acuerdo con el cursonormal de las causas judiciales de este tipo.

El procedimiento se iniciaba con la presentación formal de cargos ante el rey-arconte,quien, tras evaluar los argumentos de las partes, dictaminaba acerca de si las imputacionestenían o no el mérito suficiente como para dar lugar a un juicio. En caso afirmativo, el caso eraremitido a la corte que entendía en la materia correspondiente: en procesos por impiedad, a lacorte denominada Eliaia. El tribunal era colegiado, y no unipersonal. Los jueces eran elegidospor sorteo entre los ciudadanos que se postulaban voluntariamente cada año para desempeñarel cargo. El número de jueces designados para cada proceso era elevado y, al parecer, podíaoscilar fuertemente: desde unos pocos cientos hasta miles, según la importancia y la seriedaddel caso6 . No conocemos con certeza cuál fue el número exacto de los jueces en el juiciocontra Sócrates. Pero la opinión mayoritariamente aceptada, la cual se basa en una serie deconjeturas a partir de indicaciones de fuentes antiguas, fija su número en 5017 . Los juicioseran públicos. En la Apología Sócrates alude marginalmente a la presencia de oyentes, ademásde los jueces encargados de dictar sentencia (cf. 24e; véase también 33d-34a).

Una vez reunido el jurado en el tribunal, se procedía a leer el texto de la acusación. A partirde allí, el proceso comprendía una secuencia fija de tres bloques de igual duración, destinadosa los alegatos de las partes. En el primer turno presentaba sus argumentos la parte acusadora,es decir, el promotor formal de la acusación y quienes hacían causa común en él. En el caso deljuicio a Sócrates, además de Meleto parecen haber alegado formalmente a favor de laacusación también Ánito y Licón (cf. 36a-b). A continuación, como segundo turno, se otorgabael mismo tiempo a la defensa para hacer su alegato de descargo. También en este caso podíanhablar, además del acusado, quienes cooperaban en su defensa. Sin embargo, la Apologíaplatónica implica que Sócrates asumió en soledad la tarea de defenderse8 . A estos primerosalegatos de las partes seguía una primera votación del jurado, en la que se decidíaexclusivamente por el veredicto de culpabilidad o inocencia. Tras el anuncio del veredicto seabría, en caso de culpabilidad, un tercer tiempo, de igual longitud que los dos anteriores,

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destinado a establecer el tipo y / o el monto de la pena a aplicar. Primero tomaba la palabra laparte acusadora para proponer una determinada pena. Luego la defensa hacía unacontrapropuesta. Para comprender algunos aspectos de la lógica interna del proceso contraSócrates resulta importante recordar que, cuando la ley no fijaba expresamente un tipo depenalidad para el delito que era materia del juicio, el tribunal podía fijar por sí mismo la pena,pero con la importantísima restricción de que para ello debía limitarse a escoger entre lapropuesta de la parte acusadora y la contrapropuesta de la defensa, sin posibilidad demodificarlas. En casos que quedaban encuadrados en esta situación, si la parte acusadoralograba un veredicto de culpabilidad, quedaba de inmediato en posición favorable para forzardeterminadas salidas proponiendo determinados tipos de penas. En el caso concreto del juicioa Sócrates, hay buenas razones para suponer que el pedido de condena a muerte de parte dela acusación tenía como genuino objetivo forzar a Sócrates a una contrapropuesta de exilio, afin de lograr así, de modo indirecto, una salida elegante, que resultara más o menos aceptablepara todos9 . Después de oír las proposiciones de ambas partes en torno al tipo y / o monto dela pena, el jurado procedía a votar para decidir en favor de una de ellas. Con esto, el procesoquedaba formalmente concluido. Pero no es improbable que, en ciertos casos especiales, seconcediera al ya condenado la posibilidad de dirigirse nuevamente a los jueces. Así acontece,de hecho, en la Apología platónica. Y es razonable suponer que, fuera o no realmente ciertoque Sócrates dispuso efectivamente de tal posibilidad, Platón no hubiera incluido en su escritoun nuevo discurso de Sócrates con posterioridad a la proclamación de la decisión sobre lamodalidad de la condena, si no hubiera habido ciertos precedentes al respecto en la prácticaforense de la época10 . Considerada esta última posibilidad, el acusado estaba entonces, almenos en ciertos casos, en condiciones de tomar la palabra en tres oportunidades a lo largo delproceso.

La estructura de la Apología platónica refleja directamente esta secuencia de pasos. Elcontenido del escrito está dado por los tres discursos que habría pronunciado Sócrates a lolargo del proceso. La parte más extensa de la obra (17a-35d) está dedicada a la primeraintervención de Sócrates, al hacer su alegato de descargo frente a las imputaciones de la parteacusadora. El segundo discurso (35e-38b) contiene la contrapropuesta de Sócrates frente alpedido de pena de muerte realizado por los acusadores, tras conocerse el veredicto deculpabilidad. Por último, el tercer discurso (38c-42a) contiene las palabras que Sócrates habríadirigido a los jueces tras la proclamación de la sentencia a muerte.

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3. La actitud de Sócrates. Piedad, saber e ignorancia

El juicio a Sócrates tomó la forma de un proceso por impiedad (asébeia)11 . Sabemos devarios procesos de este tipo contra intelectuales y personas públicas en Atenas, y sabemostambién que, en general, solían encubrir tras la motivación alegadamente religiosa razones deotra índole, predominantemente políticas. En muchos casos, el proceso por impiedad constituía,en la práctica, un recurso para forzar la salida al exilio del acusado, fin respecto del cual lamotivación propiamente religiosa jugaba un papel secundario o incluso meramenteinstrumental. En este aspecto, el juicio a Sócrates puede no haber sido la excepción, al menos,en la intención de quienes lo iniciaron. Sin embargo, el curso que tomaron posteriormente losacontecimientos lo convirtió, finalmente, en un caso completamente excepcional. De hecho, nosabemos de ningún otro caso en el cual el resultado de un proceso por impiedad haya sido lacondena a muerte y la ejecución del acusado.

A este resultado excepcional e inesperado contribuyeron, sin duda, muchos factores, entreellos, también el peculiar tipo de actitud que Sócrates adoptó y puso de manifiesto en sudefensa. Pues, distanciándose críticamente de muchas prácticas habituales en los alegatos deeste tipo, Sócrates optó por realizar una defensa a través de la cual se mostraba intransigenteen cuestiones de principios, presentando su actividad pública como fundada directamente enun conjunto de premisas y convicciones fundamentales, respecto de las cuales se mostrabacompletamente reacio a todo tipo de concesión y negociación. No se trataba simplemente delrechazo a una actitud pragmática que abandonara determinadas convicciones en favor de unasupuesta utilidad más inmediata. Por el contrario, Sócrates creía estar obrando del único modoque le aseguraba, finalmente, no causar un verdadero daño, a sí mismo y a la ciudad toda. Loque estaba en juego era, en definitiva, la oposición entre dos conjuntos de convicciones acercadel bien y de la felicidad —las de Sócrates, por un lado, y las de la mayoría de quienes debíanjuzgar su conducta, por el otro—, oposición en virtud de la cual las razones alegadas por cadauna de las partes así como sus respectivas representaciones acerca de lo que podría contarcomo una salida razonable resultaban, de algún modo, inconmensurables.

En dicha actitud de Sócrates frente a sus jueces juega, sin duda, un papel especialmenterelevante el componente ético y religioso. Un aspecto importante para comprender la actitudgeneral adoptada por Sócrates frente a los jueces reside en el hecho de que, en el marco de unproceso por impiedad, Sócrates presenta su actividad, precisamente, como un servicio al diosApolo, es decir, como una peculiar forma de la piedad frente a los dioses. Platón explota estasituación en todo su potencial, a la vez, trágico e irónico. Las actividades por las que se loacusa de impiedad constituyen en su motivación inicial y básica, explica Sócrates, la respuestaa una exigencia del dios, expresada a través del oráculo.

Con todo, no es casual que haya podido tener lugar aquí un malentendido tan profundoentre las partes, ya que el tipo de servicio piadoso al dios que Sócrates cree necesario llevar acabo tiene poco o nada que ver con las formas habituales de la piedad cívica ateniense. En talsentido, Sócrates encarna, de hecho, una nueva forma de religiosidad vinculada a lastendencias centrales del movimiento cultural y espiritual de la Ilustración del siglo V12 .

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Uno de los componentes esenciales de esta peculiar actitud socrática está dado por laconexión inmediata que Sócrates establece entre el respeto piadoso ante lo divino, por un lado,y la actitud crítica frente al saber y el conocimiento, propia de la reflexión filosófica, por el otro.Sócrates explica el origen de su actividad filosófica de indagación como un intento porinterpretar el sentido de la sentencia del oráculo de Delfos, que declaraba, para su asombro,que no había ningún hombre que lo superase en sabiduría, mientras que él mismo creía estarconsciente de los límites de su saber y se tenía a sí mismo por ignorante. Justamente era elcontraste entre lo que afirmaba el oráculo, por un lado, y lo que Sócrates mismo creía saberrespecto de sí mismo, por el otro, lo que hacía imperioso que Sócrates se dedicara a establecerqué quería decir realmente el oráculo, sobre la base de la convicción de que el dios, en algúnsentido, debía estar diciendo de verdad. Su actividad de indagación y cuestionamiento deaquellos que parecían, en principio, ser más sabios que él mismo, por poseer algúnconocimiento especializado o, al menos, una cierta reputación pública de sabios, lo llevófinalmente a constatar que en todos los casos el saber —real o aparente— de susinterlocutores iba acompañado de una clara falta de conciencia de los límites de la competenciaque dicho saber —real o supuestamente— les proporcionaba. Sobre esta base, Sócratesconcluyó que la superioridad en sabiduría que le atribuía el oráculo sobre el resto de susconciudadanos no aludía a la posesión de un peculiar saber de contenidos, que él mismoestaba consciente de no tener, sino más bien precisamente a su consciencia de los límites delpropio saber.

La conciencia de los límites del propio saber constituye un modo peculiar de referirse demodo expreso a dicho saber, un modo situado en un plano de reflexión más alto que elcorrespondiente a la mera posesión y ejercicio de ese saber como tal. A falta de dichocomponente reflexivo, piensa Sócrates, toda posesión de saber constituye potencialmente —almenos, en el caso del hombre, cuyo saber es siempre limitado— también una forma peculiar deerror e ignorancia, pues lleva tendencialmente al sujeto a arrogarse conocimiento ycompetencia también en áreas y materias respecto de las cuales ya no sabe realmente nada.Liberar al sujeto que se halla en tales condiciones de esta peculiar —y pertinaz— forma deerror e ignorancia, haciéndole advertir precisamente los límites de su propio saber, es uno delos objetivos fundamentales del método refutatorio puesto en práctica por Sócrates. En estesentido, interpreta Sócrates, el dios lo ha puesto como ejemplo de un tipo peculiar de sabiduría.Esta sabiduría está caracterizada ante todo, precisamente, por la conciencia de los límites delpropio saber, y es como tal una sabiduría propiamente humana, por oposición al conocimientoacabado y perfecto, que sería más bien exclusivo de los dioses. Por lo mismo, la sabiduríahumana involucra, a la vez, una peculiar forma de piedad. El que reconoce los límites del propiosaber queda preservado del error de creerse sabio en el sentido habitual del término ypermanece, a la vez, abierto a la debida actitud de respeto frente a aquello que, como lo divinomismo, lo supera en sabiduría.

Pero la función de Sócrates en la ciudad no queda adecuadamente descripta por referenciaexclusivamente a la tarea de producir en sus interlocutores el reconocimiento de la propiaignorancia. Sócrates mismo presenta su tarea en la Apología como una tarea de exhortación auna vida verdaderamente humana, que dé más importancia a la virtud y los bienes del alma que

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al bienestar material y las posesiones exteriores. Junto a la conciencia de los límites del propiosaber, la actitud socrática aparece así, al mismo tiempo, como fundada en ciertas conviccionessólidas acerca de lo que es mejor o más valioso como también acerca del modo de vida queresulta preferible para el hombre. Y tales convicciones son lo suficientemente fuertes comopara que Sócrates prefiera morir perseverando en ellas, antes que seguir viviendo a costa desacrificarlas y dañar así su propia alma.

Al menos en un primer nivel de análisis, hay una tensión manifiesta entre dos componentesesenciales de la actitud socrática, la conciencia de los límites del propio saber y la convicciónfuerte en materias de crucial relevancia moral. De hecho, buena parte de la investigación másreciente en torno a la filosofía de Sócrates ha girado en torno de las paradojas que involucraríala actitud socrática: Sócrates no sabe, pero es sabio porque sabe que no sabe; Sócrates nosabe cómo definir las nociones morales básicas como la piedad, la justicia y la valentía, que sonobjeto habitual de sus indagaciones, pero sabe que lo más importante son la virtud y los bienesdel alma, al punto de estar dispuesto a morir, con tal de no actuar de modo contrario a susconvicciones, etcétera13 .

No es claro hasta qué punto Sócrates mismo estuvo en condiciones de diagnosticar y,eventualmente, de resolver satisfactoriamente todas las dificultadas vinculadas con estecomplejo entramado de problemas. Pero hay razones para pensar que, lejos de ver comoincompatibles la búsqueda de la virtud y el reconocimiento de la propia ignorancia, Sócratesapuntaba más bien hacia una dimensión en la cual ambos aspectos resultaban tendencialmenteconvergentes. Pues si la ignorancia es un mal para el alma, tanto más lo será allí donde no esreconocida como tal y puede así incluso pasar falsamente por conocimiento. Donde el saber esfinito y falible, como en el caso del hombre, todo genuino conocimiento se obtiene por el caminode la superación del error y la ignorancia. Y el primer paso para ello consiste, en definitiva, enreconocer como tales el error y la ignorancia mismos. Tal es, al menos, en parte también elsignificado de la famosa sentencia socrática, según la cual la vida humana no debe sustraersea la necesidad de ser sometida a permanente examen, si es que de veras pretende ser unavida genuinamente humana (Apología 38a)14 .

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Primera parte

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Introducción

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Introducción

17a0

¡Ciudadanos atenienses! Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabrasde mis acusadores. Han hablado de forma tan seductora que, al escucharlas, casi hanconseguido deslumbrarme a mí mismo.

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Cualidades de orador

Sin embargo, quiero demostraros que no han dicho ninguna cosa que se ajuste a larealidad. Aunque de todas las falsedades que han urdido, hay una que me deja lleno deasombro: la que dice que tenéis que precaveros de mí y no dejaros embaucar, porque soy unapersona muy hábil en el arte de hablar.

17bY ni siquiera la vergüenza les ha hecho enrojecer ante la sospecha de que les voy a

desenmascarar con hechos y no con unas simples palabras. A no ser que ellos considerenorador habilidoso al que sólo dice y se apoya en la verdad. Si es eso lo que quieren decir,gustosamente he de reconocer que soy orador, pero jamás en el sentido y en la manera usualentre ellos. Aunque vuelvo a insistir en que poco, por no decir nada, han dicho que sea verdad.

17cY, ¡por Zeus!, que no les seguiré el juego compitiendo con frases redondeadas ni con bellos

discursos bien estructurados, como es propio de los de su calaña, sino que voy a limitarme adecir llanamente lo primero que se me ocurra, sin rebuscar mis palabras, como si de unaimprovisación se tratara, porque estoy tan seguro de la verdad de lo que digo, que tengobastante con decir lo justo, de la manera que sea. Por eso, que nadie de los aquí presentesespere de mí, hoy, otra cosa. Porque, además, a la edad que tengo sería ridículo quepretendiera presentarme ante vosotros con rebuscados parlamentos, propios más bien de losjovenzuelos con ilusas aspiraciones de medrar.

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Estilo del alegato

Tras este preámbulo, debo haceros, y muy en serio, una petición. Y es la de que no meexijáis que use en mi defensa un tono y estilo diferente del que uso en el ágora, curioseando lasmesas de los cambistas o en cualquier sitio donde muchos de vosotros me habéis oído. Siestáis advertidos, después no alborotéis por ello.

17dPues ésta es mi situación: hoy es la primera vez que en mi larga vida comparezco ante un

tribunal de tanta categoría como éste. Así que —y lo digo sin rodeos— soy un extraño a losusos de hablar que aquí se estilan. Y si en realidad fuera uno de los tantos extranjeros queresiden en Atenas, me consentiríais, e incluso excusaríais el que hablara con la expresión yacento propios de donde me hubiera criado.

18aPor eso, debo rogaros, aunque creo tener el derecho a exigirlo, que no os fijéis ni os

importen mis maneras de hablar y de expresarme (que no dudo de que las habrá mejores ypeores) y que, por el contrario, pongáis atención exclusivamente en si digo cosas justas o no.Pues, en esto, en el juzgar, consiste la misión del juez, y en el decir la verdad, la del orador.

Así, pues, lo correcto será que pase a defenderme.En primer lugar, de las primeras acusaciones propaladas contra mí por mis antiguos

acusadores; después pasaré a contestar las más recientes1 .

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Las primeras acusaciones

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Las primeras acusaciones

18bTodos sabéis que, tiempo ha, surgieron detractores míos que nunca dijeron nada cierto, y

es a éstos a los que más temo, incluso más que al propio Ánito y a los de su comparsa, aunquetambién ésos sean de cuidado. Pero lo son más, atenienses, los que tomándoos a muchos devosotros desde niños os persuadían y me acusaban mentirosamente diciendo que hay un talSócrates, sabio, que se ocupa de las cosas celestes, que investiga todo lo que hay bajo latierra y que hace más fuerte el argumento más débil. Éstos, son, de entre mis acusadores, a losque más temo, por la mala fama que me han creado y porque los que les han oído estánconvencidos de que quienes investigan tales asuntos tampoco creían que existan dioses.

18cY habría de añadir que estos acusadores son muy numerosos y que me están acusando

desde hace muchos años, con la agravante de que se dirigieron a vosotros cuando erais niñoso adolescentes y, por ello, más fácilmente manipulables, iniciando un auténtico proceso contramí, aprovechándose de que ni yo, ni nadie de los que hubieran podido defenderme, estabanpresentes.

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Los acusadores anónimos

18dY lo más desconcertante es que ni siquiera dieron la cara, por lo que es imposible conocer

todos sus nombres, a excepción de cierto autor de comedias2 . Ésos, pues, movidos porenvidias y jugando sucio, trataron de convenceros para, que una vez convencidos, fueraispersuadiendo a otros. Son, indiscutiblemente, difíciles de desenmascarar, pues ni siquiera esposible hacerles subir a este estrado para que den la cara y puedan ser interrogados, por loque me veo obligado, como vulgarmente se dice, a batirme contra las sombras y a refutar susargumentos sin que nadie me replique.

18eConvenid, pues, conmigo, que dos son los tipos de acusadores con los que debo

enfrentarme: unos, los más antiguos, y otros, los que me han acusado recientemente. Por ello,permitidme que empiece por desembarazarme primero de los más antiguos, pues fueron susacusaciones las que llegaron antes a vuestro conocimiento y durante mucho más tiempo quelas recientes.

Aclarado esto, es preciso que pase a iniciar mi defensa para intentar extirpar de vuestrasmentes esa difamación que durante tanto tiempo os han alimentado, y debo hacerlo en tanpoco tiempo como se me ha concedido.

19aEsto es lo que pretendo con mi defensa, confiado en que redunde en beneficio mío y en el

vuestro, pero no se me escapa la dificultad de la tarea. Sin embargo, que la causa tome losderroteros que sean gratos a los dioses. Lo mío es obedecer a la ley y abogar por mi causa.

19bRemontémonos, pues, desde el principio para ver qué acusación3 dio origen a esta mala

fama de que gozo y que ha dado pie a Meletos para iniciar este proceso contra mí.

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El origen de la mala fama

Imaginémonos que se tratara de una acusación formal y pública y oímos recitarla delantedel tribunal4 : "Sócrates es culpable porque se mete donde no le importa, investigando en loscielos y bajo la tierra. Practica hacer fuerte el argumento más débil5 e induce a muchos otrospara que actúen como él".

19cAlgo parecido encontraréis en la comedia de Aristófanes, donde un tal Sócrates se pasea

por la escena, vanagloriándose de que flotaba por los aires, soltando mil tonterías sobreasuntos de los que yo no entiendo ni poco ni nada. Y no digo eso con ánimo de menosprecio,no sea que entre los presentes haya algún aficionado hacia tales materias y lo aprovecheMeletos para entablar nuevo proceso contra mí, por tan grave crimen.

19dLa verdad es, oh, atenienses, que no tengo nada que ver con tales cuestiones. Y reto a la

inmensa mayoría para que recordéis si en mis conversaciones me habéis oído discutir oexaminar sobre tales asuntos; incluso, que os informéis los unos de los otros, entre todos losque me hayan oído alguna vez, y publiquéis vuestras averiguaciones. Y así podréis comprobarque el resto de las acusaciones que sobre mí se han propalado son de la misma calaña.

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Referencia a los sofistas

Pero nada de cierto hay en todo esto, ni tampoco si os han contado que yo soy de los queintentan educar a las gentes y que cobran por ello6 ; también puedo probar que esto no esverdad.

19eY no es que no encuentre hermoso el que alguien sepa dar lecciones a los otros, si lo hacen

como Gorgias de Leontinos o Pródicos de Ceos o Hipias de Élide7 , que van de ciudad enciudad, fascinando a la mayoría de los jóvenes y a muchos otros ciudadanos, que podríanescoger libremente y gratis la compañía de muchos otros ciudadanos y que, sin embargo,prefieren abandonarles para escogerles a ellos para recibir sus lecciones, por las que debenpagar y, aun más, quedarles agradecidos.

20aY me han contado que corre por ahí uno de esos sabios, natural de Paros, que

precisamente ahora está en nuestra ciudad. Coincidió que me encontré con el hombre que másdinero se ha gastado con estos sofistas, incluso mucho más él solo que todos los demás juntos.

A éste —que tiene dos hijos, como sabéis— le pregunté:

20b—Calias8 , si en lugar de estar preocupado por dos hijos, lo estuvieras por el

amaestramiento de dos potrillos o dos novillos, nos sería fácil, mediante un jornal, encontrar unbuen cuidador: éste debería hacerlos aptos y hermosos, según posibilitara su naturaleza, yseguro que escogerías al más experto conocedor de caballos o a un buen labrador. Pero,puesto que son hombres, ¿a quién has pensado confiarlos? ¿Quién es el experto en educaciónde las aptitudes propias del hombre y del ciudadano? Pues me supongo que lo tienes todo bienestudiado, por amor de esos dos hijos que tienes. ¿Hay alguien preparado para tal menester?

—Claro que lo hay —respondió.—¿Quién?, ¿y de dónde?, ¿y cuánto cobra? —le acosé.—¡Oh, Sócrates! Se llama Eveno9 , es de Paros y cobra cinco minas.Y me pareció que este tal Eveno puede sentirse feliz, si de verdad posee este arte y enseña

de forma tan convincente. Pues si yo poseyera este don, me satisfaría y orgullosamente loproclamaría. Pero, en realidad, no entiendo nada sobre eso.

20cAcaso ante eso alguno de vosotros me interpele: "Pero entonces, Sócrates, ¿cuál es tu

auténtica profesión? ¿De dónde han surgido estas habladurías sobre ti? Porque si no tededicaras a nada que se salga de lo corriente, sin meterte en lo que no te concierne, no sehabría originado esta pésima reputación10 y tan contradictorias versiones sobre tu conducta.

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Explícate de una vez, para que no tengamos que darnos nuestra propia versión".

20dEsto sí me parece razonable y sensato, y por ser cuerdo, voy a contestarlo, para dejar bien

claro de dónde han surgido esas imposturas que me han hecho acreedor de una notoriedad tanmolesta.

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La sabiduría de Sócrates es simplemente humana

Escuchadlo. Quizá alguno se crea que me lo tomo a guasa; sin embargo, estad seguros deque sólo os voy a decir la verdad. Yo he alcanzado este popular renombre por una cierta clasede sabiduría que poseo. ¿De qué sabiduría se trata? Ciertamente, de una sabiduría propia delos humanos. Y en ella es posible que yo sea sabio, mientras que, por el contrario, aquellos alos que acabo de aludir quizá también sean sabios, pero en relación a una sabiduría que quizásea extrahumana, o no sé con qué nombre calificarla.

20eHablo así porque yo, desde luego, ésa no la poseo ni sé nada de ella, y el que propale lo

contrario o miente o lo dice para denigrarme.

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El testimonio del dios de Delfos

Atenienses, no arméis barullo porque parezca que me estoy dando autobombo. No voy acontaros valoraciones sobre mí mismo, sino que os voy a remitir a las palabras de alguien quemerece vuestra total confianza y que versan precisamente sobre mi sabiduría, si es que poseoalguna, y cuál sea su índole. Os voy a presentar el testimonio del propio dios de Delfos.Conocéis sin duda a Querefonte11 , amigo mío desde la juventud, compañero de muchos de lospresentes, hombre democrático.

21aCon vosotros compartió el destierro y con vosotros regresó. Bien conocéis con qué

entusiasmo y tozudez emprendía sus empresas.Pues bien, en una ocasión, mirad a lo que se atrevió: fue a Delfos12 a hacer una especial

consulta al oráculo, y os vuelvo a pedir calma, ¡oh, atenienses! y que no me alborotéis. Lepreguntó al oráculo si había en el mundo alguien más sabio que yo. Y la pitonisa respondió queno había otro superior. Toda esta historia la puede avalar el hermano de Querefonte, aquípresente, pues sabéis que él ya murió.

21bVeamos con qué propósito os traigo a relación estos hechos: mostraros de dónde arrancan

las calumnias que han caído sobre mí.Cuando fui conocedor de esta opinión del oráculo sobre mí, empecé a reflexionar: ¿Qué

quiere decir realmente el dios? ¿Qué significa este enigma? Porque yo sé muy bien que sabiono soy. ¿A qué viene, pues, el proclamar que lo soy? Y que él no miente, no sólo es cierto, sinoque incluso ni las leyes del cielo se lo permitirían.

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La ignorancia de los políticos

Durante mucho tiempo me preocupé por saber cuáles eran sus intenciones y qué queríadecir en verdad. Más tarde y con mucho desagrado me dediqué a descifrarlo de la siguientemanera. Anduve mucho tiempo pensativo y al fin entré en casa de uno de nuestrosconciudadanos que todos tenemos por sabio, convencido de que éste era el mejor lugar paradejar esclarecido el vaticinio, pues pensé: "Éste es más sabio que yo y tú decías que yo lo eramás que todos".

21cNo me exijáis que diga su nombre; baste con decir que se trataba de un renombrado

político. Y al examinarlo, ved ahí lo que experimenté: tuve la primera impresión de que parecíamucho más sabio que otros y que, sobre todo, él se lo tenía creído, pero que en realidad no loera. Intenté hacerle ver que no poseía la sabiduría que él presumía tener. Con ello, no sólo megané su inquina, sino también la de sus amigos.

21dY partí, diciéndome para mis cabales: ninguno de los dos sabemos nada, pero yo soy el más

sabio, porque yo, por lo menos, lo reconozco. Así que pienso que en este pequeño punto,justamente, sí que soy mucho más sabio que él: que lo que no sé, tampoco presumo desaberlo.

Y de allí pase a saludar a otro de los que gozaban aún de mayor fama que el anterior yllegué a la misma conclusión. Y también me malquisté con él y con sus conocidos.

21ePero no desistí. Fui entrevistando uno tras otro, consciente de que sólo me acarrearía

nuevas enemistades, pero me sentía obligado a llegar hasta el fondo para no dejar sinesclarecer el mensaje del dios. Debía llamar a todas las puertas de los que se llamaban sabioscon tal de descifrar las incógnitas del oráculo.

22aY ¡voto al perro! —y juro porque estoy empezando a sacar a la luz la verdad— que ésta fue

la única conclusión: los que eran reputados o se consideraban a sí mismos como los mássabios, fue a los encontré más carentes de sabiduría, mientras que otros que pasaban porinferiores, los superaban.

Permitid que os relate cómo fue aquella mi peregrinación, que, cual emulación de lostrabajos de Hércules13 , llevé a cabo para asegurarme de que el oráculo era irrefutable.

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La ignorancia de los poetas

22bTras los políticos, acosé a los poetas; me entrevisté con todos: con lo que escriben poemas,

con los que componen ditirambos o practican cualquier género literario, con la persuasión deque aquí sí me encontraría totalmente superado por ser yo muchísimo más ignorante que unocualquiera de ellos. Así, pues, escogiendo las que me parecieron sus mejores obras, les ibapreguntando qué querían decir. Intentaba descifrar el oráculo y, al mismo tiempo, iraprendiendo algo de ellos.

Pues sí, ciudadanos, me da vergüenza deciros la verdad, pero hay que decirla: cualquierade los allí presentes se hubiera explicado mucho mejor sobre ellos que sus mismos autores.

22cPues pronto descubrí que la obra de los poetas no es fruto de la sabiduría, sino de ciertas

dotes naturales, y que escriben bajo inspiración, como les pasa a los profetas y adivinos, quepronuncian frases inteligentes y bellas, pero nada es fruto de su inteligencia y muchas veceslanzan mensajes sin darse cuenta de lo que están diciendo. Algo parecido opino que ocurre enel espíritu de los poetas. Sin embargo, me percaté de que los poetas, a causa de este don delas musas, se creen los más sabios de los hombres y no sólo en estas cosas, sino en todas lasdemás, pero que, en realidad, no lo eran.

Y me alejé de allí, convencido de que también estaba por encima de ellos, lo mismo que yaantes había superado a los políticos.

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La ignorancia de los artesanos

22dPara terminar, me fui en busca de los artesanos, plenamente convencido de que yo no

sabía nada y que en éstos encontraría muchos y útiles conocimientos. Y ciertamente que no meequivoqué: ellos entendían en cosas que yo desconocía, por tanto, en este aspecto, eranmucho más expertos que yo, sin duda.

Pero pronto descubrí que los artesanos adolecían del mismo defecto que los poetas: por elhecho de que dominaban bien una técnica y realizaban bien un oficio, cada uno de ellos secreía entendido no sólo en esto, sino en el resto de las profesiones, aunque se tratara de cosasmuy complicadas. Y esta petulancia, en mi opinión, echaba a perder todo lo que sabían.

22eEstaba hecho un lío, porque intentando interpretar el oráculo, me preguntaba a mí mismo si

debía juzgarme tal como me veía —ni sabio de su sabiduría, ni ignorante de su ignorancia— otener las dos cosas que ellos poseían.

Y me respondí a mí mismo y al oráculo, que me salía mucho más a cuenta permanecer talcual soy.

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La verdad del oráculo

23aEn fin, oh atenienses, como resultado de esta encuesta, por un lado, me he granjeado

muchos enemigos y odios profundos y enconados como los haya, que han sido causa de estaaureola de sabio con que me han adornado y que han encendido tantas calumnias. En efecto,quienes asisten accidentalmente a alguna de mis tertulias se imaginan quizá que yo presumode ser sabio en aquellas cuestiones en que someto a examen14 a los otros, pero, en realidad,sólo el dios es sabio, y lo que quiere decir el oráculo es sólo que la sabiduría humana poco onada vale ante su sabiduría. Y si me ha puesto a mí como modelo es porque se ha servido demi nombre como para poner un ejemplo, como si dijera15 : "Entre vosotros es el más sabio, ¡ohhombres!, aquél que como Sócrates ha caído en la cuenta de que en verdad su sabiduría no esnada".

23bPor eso, sencillamente, voy de acá para allá, investigando en todos los que me parecen

sabios, siguiendo la indicación del dios, para ver si encuentro una satisfacción a su enigma, yasean ciudadanos atenienses o extranjeros. Y cuando descubro que no lo son, contribuyo conello a ser instrumento del dios.

Ocupado en tal menester, da la impresión de que me he dedicado a vagar y que hedilapidado mi tiempo, descuidando los asuntos de la ciudad, e incluso los de mi familia, viviendoen la más absoluta pobreza por preferir ocuparme del dios.

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Los discípulos

23cPor otra parte, ha surgido un grupo de jóvenes que me siguen espontáneamente, porque

disponen de más tiempo libre, por preceder de familias acomodadas, disfrutando al ver cómosometo a interrogatorios a mis interlocutores, y que en más de una ocasión se han puesto ellosmismos a imitarme examinando a las gentes. Y es cierto que han encontrado a un buen grupode personas que se pavonean de saber mucho pero que, en realidad, poco o nada saben. Y enconsecuencia, los ciudadanos examinados y desembaucados por éstos se encoraginan contramí —y no contra sí mismos, que sería lo más lógico—, y de aquí nace el rumor de que corre porahí un cierto personaje llamado Sócrates, de lo más siniestro y malvado, corruptor de lajuventud de nuestra ciudad.

23dCuando alguien les pregunta qué enseño en realidad, no saben qué responder, pero para

no hacer el ridículo echan mano de los tópicos sobre los nuevos filósofos: "que investigan lo quehay sobre el cielo y bajo la tierra, que no creen en los dioses y que saben hostigar para hacermás fuerte los argumentos más débiles". Todo ello, antes que decir la verdad, que es una ymuy clara: que tienen un barniz de saber, pero que en realidad no saben nada de nada.

Y como, en mi opinión, son gente susceptible y quisquillosa, amén de numerosa, quecuando hablan de mí se apasionan y acaloran, os tienen los oídos llenos de calumnias gravesdurante largo tiempo alimentadas.

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El origen de las denuncias

23eDe entre éstos es de donde han surgido Meletos y sus cómplices, Ánito y Licón. Meletos, en

representación de los resentidos poetas; Ánito, en defensa de los artesanos y políticos, y Licón,en pro de los oradores.

24aAsí, pues, me maravillaría —como ya dije antes— de que en el poco tiempo que se me

otorga para mi defensa fuera capaz de desvanecer calumnias tan bien arraigadas.Ésta es, oh atenienses, la pura verdad de lo sucedido, y os he hablado sin ocultar ni

disimular nada, sea importante o no. Sin embargo, estoy seguro que con ello me estoygranjeando nuevas enemistades; la calumnia me persigue y éstas son sus causas. Y si ahora,o en otra ocasión, queréis indagarlo, los hechos os confirmarán que es así.

24bPor lo que hace referencia a las acusaciones aducidas por mis primeros detractores16 , con

lo dicho basta para mi defensa ante vosotros.

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El interrogatorio a Meletos

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El interrogatorio a Meletos

Ahora, pues, toca defenderme de Meletos, el honrado y entusiasta patriota Meletos, segúnel mismo se confiesa, y con él, del resto de mis recientes acusadores.

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La acusación de corrupción

Veamos cuál es la acusación jurada de éstos —y ya es la segunda vez que nos laencontramos— y démosle un texto, como a la primera. El acta diría así: "Sócrates es culpablede corromper a la juventud, de no reconocer a los dioses de la ciudad y, por el contrario,sostiene extrañas creencias y nuevas divinidades".

La acusación es ésta. Pasemos, pues, a examinar cada uno de los cargos.

24cSe me acusa, primeramente, de que corrompo la juventud.Yo afirmo, por el contrario, que el que delinque es el propio Meletos, al actuar tan a la ligera

en asuntos tan graves como es convertir en reos a ciudadanos honrados; abriendo un procesoso capa de hombre de pro y simulando estar preocupado por problemas que jamás le hanpreocupado. Y que esto sea así, voy a intentar hacéroslo ver.

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¿Quién hace mejores a los hombres?

Acércate17 , Meletos, y respóndeme: ¿No es verdad que es de suma importancia para ti elque los jóvenes lleguen a ser lo mejor posible?

—Ciertamente.

24d—Ea, pues, y de una vez: explica a los jueces, aquí presentes, quién es el que los hace

mejores. Porque es evidente que tú lo sabes, ya que dices tratarse de un asunto que tepreocupa. Y, además, presumes de haber descubierto al hombre que los ha corrompido, que,según dices, soy yo, haciéndome comparecer ante un tribunal para acusarme. Vamos, pues,diles de una vez quién es el que los hace mejores. Veo, Meletos, que sigues callado y no sabesqué decir. ¿No es esto vergonzoso y una prueba suficiente de que a ti jamás te han inquietadoestos problemas? Pero vamos, hombre, dinos de una vez quién los hace mejores o peores.

—Las leyes.

24e—Pero, si no es eso lo que te pregunto, amigo mío, sino cuál es el hombre, sea quien sea,

pues se da por supuesto que las leyes ya se conocen.—Ah sí, Sócrates, ya lo tengo. Ésos son los jueces18 .—¿He oído bien, Meletos? ¿Qué quieres decir? ¿Que estos hombres son capaces de

educar a los jóvenes y hacerlos mejores?—Ni más ni menos.—¿Y cómo? ¿Todos? ¿O unos sí y otros no?—Todos, sin excepción.

25a—¡Por Hera!, que te expresas de maravilla. ¡Qué grande es el número de los benefactores,

que según tú sirven para este menester...! Y el público aquí asistente, ¿también hace mejores opeores a nuestros jóvenes?

—También.—¿Y los miembros del Consejo?—Ésos también.—Veamos, aclárame una cosa: ¿serán entonces, Meletos, los que se reúnen en asamblea,

los asambleístas, los que corrompen a los jóvenes? ¿O también ellos, en su totalidad, los hacenmejores?

—Es evidente que sí.—Parece, pues, evidente que todos los atenienses contribuyen a hacer mejores a nuestros

jóvenes. Bueno; todos, menos uno, que soy yo, el único que corrompe a nuestra juventud. ¿Eseso lo que quieres decir?

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—Sin lugar a dudas.—Grave es mi desdicha, si ésa es la verdad. ¿Crees que sería lo mismo si se tratara de

domar caballos y que todo el mundo, menos uno, fuera capaz de domesticarlos y que uno sólofuera capaz de echarlos a perder?

25bO, más bien, ¿no es todo lo contrario? ¿Que uno sólo es capaz de mejorarlos, o muy pocos,

y que la mayoría, en cuanto los montan, pronto los envician? ¿No funciona así, Meletos, en loscaballos y en el resto de los animales? Sin ninguna duda, estéis o no estéis de acuerdo, Ánito ytú. ¡Qué buena suerte la de los jóvenes si sólo uno pudiera corromperlos y el resto ayudarles aser mejores!

25cPero la realidad es muy otra. Y se ve demasiado que jamás te han preocupado tales

cuestiones y que son otras las que han motivado que me hicieras comparecer ante esteTribunal. Pero, ¡por Zeus!, dinos todavía: ¿qué vale más, vivir entre ciudadanos honrados oentre malvados? Ea, hombre, responde, que tampoco te pregunto nada del otro mundo.¿Verdad que los malvados son una amenaza y que pueden acarrear algún mal, hoy o mañana,a los que conviven con ellos?

—Sin lugar a duda.

25d—¿Existe algún hombre que prefiera ser perjudicado por sus vecinos, o todos prefieren ser

favorecidos? Sigue respondiendo, honrado Meletos, porque, además, la ley te exige quecontestes: ¿hay alguien que prefiera ser dañado?

—No, desde luego.

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El daño hecho, ¿fue voluntario o involuntario?

—Veamos pues: me has traído hasta aquí con la acusación de que corrompo a los jóvenes yde que los hago peores. Y esto, ¿lo hago voluntaria o involuntariamente?

—Muy a sabiendas de lo que haces, sin lugar a duda.—Y tú, Meletos, que aún eres tan joven, ¿me superas en experiencia y sabiduría hasta el

punto de haberte dado cuenta de que los malvados producen siempre algún perjuicio a laspersonas que tratan, y los buenos, algún bien? ¿Y me consideras en tal grado de ignorancia,que no sepa si convierto en malvado a alguien de los que trato diariamente, corriendo el riesgode recibir a la par algún mal de su parte, y que incluso haga este daño tan grande de formaintencionada?

25eEsto, Meletos, a mí no me lo haces creer y no creo que encuentres quien se lo trague: yo no

soy el que corrompe a los jóvenes y, en caso de serlo, sería involuntariamente y, por tanto, enambos casos, te equivocas o mientes.

26aY si se probara que yo los corrompo, desde luego tendría que concederse que lo hago de

manera involuntaria. Y en este caso, la ley ordena advertir al presunto autor en privado,instruirle y amonestarle, y no, de buenas a primeras, llevarle directamente al Tribunal. Pues esevidente, que una vez advertido y entrado en razón, dejaría de hacer aquello queinconscientemente dicen que estaba haciendo... Pero tú has rehuido siempre el encontrarteconmigo, aunque fuera sólo para conversar o para corregirme, y has optado por traermedirectamente aquí, que es donde debe traerse a quienes merecen un castigo y no a los que teagradecerían una corrección. Es evidente, Meletos, que no te han importado ni mucho ni pocoestos problemas que dices te preocupan.

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¿Existen los dioses?

26bAclaremos algo más: explícanos cómo corrompo a los jóvenes. ¿No es —si seguimos el acta

de la denuncia— enseñando a no honrar a los dioses que la ciudad venera y sustituyéndolospor otras divinidades nuevas? ¿Será, por esto, por lo que los corrompo?

—Precisamente eso es lo que afirmo.

26c—Entonces, y por esos mismos dioses de los que estamos hablando, explícate con claridad

ante esos jueces y ante mí, pues hay algo que no acabo de comprender. O yo enseño a creerque existen algunos dioses y, en este caso, en modo alguno soy ateo ni delinco, o bien dicesque no creo en los dioses del Estado, sino en otros diferentes, y por eso me acusas o, másbien, sostienes que no creo en ningún dios y que, además, estas ideas las inculco a los demás.

—Eso mismo digo: que tú no aceptas ninguna clase de dioses19 .

26d—Ah, sorprendente Meletos, ¿para qué dices semejantes extravagancias? ¿O es que no

considero dioses al Sol y la Luna, como creen el resto de los hombres?—¡Por Zeus! Sabed, oh jueces, lo que dice: el Sol es una piedra y la Luna es tierra.—¿Te crees que estás acusando a Anaxágoras20 , mi buen Meletos? ¿O desprecias a los

presentes hasta el punto de considerarlos tan poco eruditos que ignoren los libros deAnaxágoras el Clazomenio, llenos de tales teorías? Y, más aún, ¿los jóvenes van a perder eltiempo escuchando de mi boca lo que pueden aprender por menos de un dracma,comprándose estas obras en cualquiera de las tiendas que hay junto a la orquesta21 y poderreírse después de Sócrates si éste pretendiera presentar como propias estas afirmaciones,sobre todo y, además, siendo tan desatinadas?

26ePero, ¡por Júpiter!, ¿tal impresión te he causado que crees que yo no admito los dioses,

absolutamente ningún dios?—Sí, ¡Y también, por Zeus!: tú no crees en dios alguno.—Increíble cosa la que dices, Meletos. Tan increíble que ni tu mismo acabas de creértela.

Me estoy convenciendo, atenienses, de que este hombre es un insolente y un temerario y queen un arrebato de intemperancia, propio de su juvenil irreflexión, ha presentado esta acusación.Se diría que nos está formulando un enigma para probarnos: "A ver si este Sócrates, tan listo ysabio, se da cuenta de que le estoy tendiendo una trampa, y no sólo a él, sino también a todoslos aquí presentes, pues en su declaración, yo veo claramente que llega a contradecirse".

27a

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Es como si dijera: "Sócrates es culpable de no creer en los dioses, pero cree que los hay".Decidme, pues, si esto no parece una broma y de muy poca gracia. Examinad conmigo,atenienses, el porqué me parece que dice esto. Tú, Meletos, responde, y a vosotros —como yaos llevo advirtiendo desde el principio— os ruego que prestéis atención, evitando cuchicheosporque siga usando el tipo de discurso que es habitual en mí.

27b¿Hay algún hombre en el mundo, oh Meletos, que crea que existen cosas humanas, pero

que no crea en la existencia de hombres concretos? Que conteste de una vez y que deje deescabullirse refunfuñando. ¿Hay alguien que no crea en los caballos, pero sí que admita, por elcontrario, la existencia de cualidades equinas? ¿O quien no crea en los flautistas, pero sí quehaya un arte de tocar la flauta? No hay nadie, amigo mío.

Y puesto que no quieres, o no sabes contestar, yo responderé por ti y para el resto de laAsamblea: ¿Admites o no, y contigo el resto, que puedan existir divinidades sin existir al mismotiempo dioses y genios concretos?

—Imposible.

27c—¡Qué gran favor me has hecho con tu respuesta, aunque haya sido arrancada a

regañadientes! Con ella afirmas que yo creo en cualidades divinas, nuevas o viejas, y queenseño a creer en ellas, según tu declaración, sostenida con juramento. Luego, tendrás queaceptar que también creo en las divinidades concretas, ¿no es así? Puesto que callas, debopensar que asientes.

Y ahora prosigamos el razonamiento. ¿No es verdad que tenemos la creencia de que losgenios son dioses o hijos de los dioses? ¿Estás de acuerdo, sí o no?

—Lo estoy.

27d—En consecuencia, si yo creo en las divinidades, como tú reconoces, y las divinidades son

dioses, entonces queda bien claro que tú pretendes presentar un enigma y te burlas denosotros, pues afirmas, por una parte, que yo no creo en los dioses y, por otra, que yo creo enlos dioses, puesto que creo en las divinidades. Y si éstas son hijas de los dioses, aunquefueran sus hijas bastardas, habidas de amancebamiento con ninfas o con cualquier otro ser —como se acostumbra a decir—, ¿quién, de entre los sensatos, admitiría que existen hijos dedioses, pero que no existen los dioses? Sería tan disparatado como admitir que pueda haberhijos de caballos y de asnos, o sea, mulos, pero que negara, al mismo tiempo, que existencaballos y asnos.

27eLo que pasa, Meletos, es que, o bien pretendías quedarte con nosotros, probándonos con

tu enigma, o que, de hecho, no habías encontrado nada realmente serio de qué acusarme. Y

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dudo que encuentres algún tonto por ahí, con tan poco juicio, que piense que una personapueda creer en demonios y dioses y, al mismo tiempo, no creer en demonios o dioses o genios.Es absolutamente imposible.

28aAsí, pues, creo haber dejado bien claro que no soy culpable, si nos atenemos a la acusación

de Meletos. Con lo dicho, basta y sobra22 .

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La conducta de Sócrates

Pero, como he dicho machaconamente, hay mucha animadversión contra mí, y son muchoslos que la sustentan. Podéis estar seguros de que eso sí es verdad. Y eso es lo que va amotivar mi condena23 . No esas incongruencias de Meletos y Ánito, sino la malevolencia y laenvidia de tanta gente. Cosas que ya han hecho perder demasiadas causas a muchos hombresde bien y que las seguirán perdiendo, pues estoy seguro de que esta plaga no se detendrá conmi condena.

28bQuizá alguno de vosotros, en su interior, me esté recriminando: "¿No te avergüenza,

Sócrates, verte metido en estos líos a causa de tu ocupación, que te está llevando al extremode hacer peligrar tu propia vida?"

A éstos les respondería, y muy convencido por cierto: "Te equivocas completamente, amigomío; un hombre con un mínimo de valentía no debe estar preocupado por esos posibles riesgosde muerte, sino que debe considerar sólo la honradez de sus acciones, si son fruto de unhombre justo o injusto.

28cPues, según tu razonamiento, habrían sido vidas indignas las de aquellos semidioses que

murieron en Troya, sobre todo el hijo de la diosa Tetis24 , para quien contaba tan poco lamuerte, si había que vivir vergonzosamente; éste despreciaba tanto los peligros que, en suardiente deseo de matar a Héctor para vengar la muerte de su amigo Patroclo, no hizo caso asu madre, la diosa, cuando le dijo: ‘Hijo mío, si vengas la muerte de tu compañero Patroclo ymatas a Héctor, tú mismo morirás, pues tu destino está unido al suyo’.

28dAl contrario, tuvo a poco la muerte y el peligro y, temiendo mucho más el vivir cobardemente

que el morir por vengar a un amigo, replicó: ‘Prefiero morir aquí mismo, después de habercastigado al asesino, que seguir vivo, objeto de burlas y desprecios, siendo carga inútil de latierra, arrastrándome junto a las cóncavas naves’. ¿Se preocupó, pues, de los peligros y de lamuerte?"

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El honor

Y así debe ser, atenienses. Quien ocupa un lugar de responsabilidad, por creerse que esmejor, o bien porque allá le han colocado los que tienen autoridad, debe mantenerse firme,resistiendo los peligros, sin tener en cuenta para nada la muerte ni otro tipo de preocupaciones,excepto su propia honra.

Así, pues, vergonzosa y mucho peor sería mi conducta, si yo, que siempre permanecí en elpuesto que mis jefes me asignaron, que afronté el riesgo de morir, como tantos otros hicieron,obedientes a los estrategas que vosotros elegisteis en las campañas de Potidea, Anfipolis yDelión25 , ahora, que estoy plenamente convencido de que es un dios el que me manda vivirbuscando la sabiduría, examinándome a mí mismo y a los demás, precisamente ahora, mehubiera dejado vencer por el miedo a la muerte o cualquier otra penuria y hubiera desertado delpuesto asignado.

28e α 29aSería, sin discusión, mucho más deshonroso, y con ello sí que me haría merecedor de que

alguien me arrastrara ante los tribunales de justicia por no creer en los dioses, porquedesobedecía al oráculo, por temer a la muerte y por creerme sabio sin serlo.

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El temor a la muerte

En efecto, el temor a la muerte no es otra cosa que creerse sabio sin serlo: es presumir desaber algo que se desconoce. Pues nadie conoce qué sea la muerte ni si, en definitiva, se tratadel mayor de los bienes que pueden acaecer a un ser humano. A pesar de ello, los hombres latemen como si en verdad supieran que es el peor de los males. ¿Y cómo no va a serreprensible esta ignorancia por la que uno afirma lo que no sabe?

29bPero yo, atenienses, quizá también en este punto me diferencio del resto de los mortales, y

si me obligaran a decir en qué soy más sabio, me atrevería a decir esto: me siento más sabioporque, desconociendo lo que en verdad acaece en el Hades26 , no presumo de saberlo. Antes,por el contrario, sé y me atrevo a proclamar que es malo y vergonzoso vivir injustamente ydesobedecer a un ser superior, sea dios o sea hombre. Temo, pues, los males que sépositivamente que son tales, pero las cosas que no sé si son bienes o males, no las temeré, nirehuiré afrontarlas.

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Sócrates no reniega de su conducta

29cAsí que, aunque me absolvierais, desestimando las acusaciones de Ánito, que ha exigido mi

comparecencia ante este Tribunal y ha pedido mi condena a muerte, diciéndoos que, si salíaabsuelto, vuestros hijos correrían el peligro de practicar mis enseñanzas y todos caerían en lacorrupción; si a mí, después de todo esto, me dijerais: "Sócrates, nosotros no queremos hacercaso a Ánito y te absolvemos, pero con la condición de que no molestes a los ciudadanos yabandones tu filosofar; si en otra ocasión te encontramos ocupado en tales menesteres,entonces te condenaremos a morir".

29dSi vosotros me absolvierais con esta condición, os replicaría: "Agradezco vuestro interés y

os aprecio, atenienses, pero prefiero obedecer antes al dios que a vosotros, y mientras tengaaliento y las fuerzas no me fallen, tened presente que no dejaré de inquietaros con misinterrogatorios y de discutir sobre todo lo que me interese, con cualquiera que me encuentre, ala usanza que ya os tengo acostumbrados".

Y aún añadiría: "Oh tú, hombre de Atenas y buen amigo, ciudadano de la polis más grande yrenombrada por su intelectualidad y su poderío, ¿no te avergüenzas de estar obsesionado poraumentar al máximo tus riquezas y, con ello, tu fama y honores, y de descuidar las sabiduría yla grandeza de tu espíritu, sin preocuparte de engrandecerlas?".

29eY si alguno de vosotros me lo discute y presume de preocuparse por tales cosas, no le

dejaré marchar, ni yo me alejaré de su lado, sino que le someteré a mis preguntas y leexaminaré, y si me parece que no está en posesión de la virtud, aunque afirme lo contrario, leharé reproches porque valora en poco o en nada lo que más estima merece, y a ello prefiere lascosas más viles y despreciables.

30aÉste será mi modo de obrar con todo aquel que se me cruce por nuestras calles, sea joven

o viejo, forastero o ateniense, pero preferentemente con mis paisanos, por cuanto tenemosuna sangre común. Sabed que esto es lo que me manda el dios. Enteraos bien: estoyconvencido de que no ha acaecido nada mejor a esta polis que mi labor al servicio del dios.

30bEn efecto, yo no tengo otra misión ni oficio que el de deambular por las calles para persuadir

a jóvenes y ancianos de que no hay que inquietarse por el cuerpo ni por las riquezas, sino,como ya os dije hace poco, por conseguir que nuestro espíritu sea el mejor posible, insistiendoen que la virtud no viene de las riquezas, sino al revés, que las riquezas y el resto de bienes y la

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categoría de una persona vienen de la virtud, que es la fuente de bienestar para uno mismo ypara el bien público. Y si por decir esto corrompo a los jóvenes, mi actividad debería sercondenada por perjudicial; pero si alguien dice que yo enseño otras cosas, se engaña ypretende engañaros.

Resumiendo, pues, oh atenienses, creáis a Ánito o no le creáis, me absolváis o me declaréisculpable, yo no puedo actuar de otra manera, aunque mil veces me condenarais a morir.

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Sócrates se define como el tábano

30cNo os pongáis nerviosos, atenienses, y dejad de alborotar, por favor, como os he repetido

tantas veces, para que podáis escucharme, pues sigo convencido de que os beneficiaréis si nome interrumpís. Tengo que añadir aún algo que quizá os provoque tanto que tengáis quemanifestaros gritando, pero evitadlo si podéis.

Si me matáis por ser lo que soy, no es a mí a quien castigáis ni infringís el más mínimo daño,sino a vosotros mismos. Pues a mi, ni Meletos ni Ánito pueden ocasionarme ningún mal,aunque se lo propusieran. ¿Cómo pueden hacerlo, si estoy plenamente convencido de que unhombre malvado jamás puede perjudicar a un hombre justo?

30dNo niego que puedan lograr mi condena a muerte, el destierro, o la pérdida de derechos

ciudadanos; penas que para muchos de ellos puedan tratarse de grandes males, pero yopienso que no lo son en modo alguno. Más bien creo que es mucho peor hacer lo que él haceahora: intentar condenar a un hombre inocente. Por eso estoy muy lejos de lo que alguno quizáse haya creído: de que estoy intentando hacer mi propia defensa. Muy al contrario, lo que hagoes defenderos a vosotros para que, al condenarme, no cometáis un error desafiando el don deldios.

30ePorque, si me matáis, difícilmente encontraréis otro hombre como yo, a quien el dios ha

puesto sobre la ciudad, aunque el símil parezca ridículo, como el tábano que se posa sobre elcaballo, remolón, pero noble y fuerte, que necesita un aguijón para arrearle. Así, creo que hesido colocado sobre esta ciudad por orden del dios para teneros alerta y corregiros, sin dejarde estimular a nadie, deambulando todo el día por calles y plazas.

31aUn hombre como yo no lo volveréis a encontrar, atenienses, por lo que, si me hicierais caso,

me conservaríais. Si, enojados y como sobresaltados por el aguijón de un molesto tábano,dóciles a las insinuaciones de Ánito me matáis impulsivamente de una fuerte palmada, pasaréisel resto de vuestra vida tranquilos sin que nadie perturbe vuestros sueños, a no ser que el dios,preocupado por vosotros, os mande a otro como yo.

Page 61: Apologia de Socrates - Platon (1)

La prueba de pobreza

31bOs podéis convencer de que yo soy un don del dios para esta ciudad por lo siguiente: no

parece muy humano el que haya vivido descuidado de todos mis asuntos e intereses y quedurante tantos años haya tenido abandonados mis bienes y, en cambio, haya estado siempreocupándome de lo vuestro, interesándome para que cada uno se ocupe del bien y de la virtud,como si yo fuese su padre o hermano mayor. Y si de estas actividades sacara alguna gananciao hiciera estas exhortaciones mediante paga, aún tendría algún sentido que justificaría lo quehago.

31cPero vosotros mismos podéis comprobar que a pesar de tantos reproches acumulados

contra mí por esa caterva de acusadores, no han tenido el atrevimiento de insinuar que yo hayacobrado alguna vez remuneración alguna. Y de que estoy diciendo la verdad presento al mejory al más fidedigno de los testigos: mi pobreza y la de los míos.

Page 62: Apologia de Socrates - Platon (1)

La voz del daimon

Quizá encontréis un contrasentido el que yo me haya pasado la vida exhortando a losciudadanos en privado y que me haya metido en tantos líos, sin haberme atrevido a interveniren la vida pública ni a participar en vuestras asambleas por el bien de la ciudad.

La explicación está en lo que me habéis oído decir tantas veces y en tan diversos sitios: seda en mí una voz, manifestación divina o de cierto genio27 , que me sobreviene muchas veces.Incluso se habla de ella en la acusación de Meletos, aunque sea en tono despectivo.

31dEs una voz que me acompaña desde la infancia y se hace sentir para desaconsejarme

algunas acciones, pero jamás para impulsarme a emprender otras. Ésta es la causa que me haimpedido intervenir en la política, cosa que me ha desaconsejado, creo yo, muyrazonablemente. Porque lo sabéis muy bien: si me hubiera metido en política, hace tiempo yaque estaría muerto y, así, no habría sido útil, ni a vosotros, ni a mí mismo.

Page 63: Apologia de Socrates - Platon (1)

El apartamiento de la política

31eY no os irritéis contra mí porque os diga la verdad, una vez más. No hay nadie que pueda

salvar su vida, si se opone con valentía a vosotros o a cualquier otra asamblea y se empeña enimpedir las múltiples injusticias e irregularidades que se cometen en cualquier ciudad. Enconsecuencia, quien quiera luchar por la justicia debe tener muy presente, si quiere vivirmuchos años, que se conforme con una vida retirada y que no se ocupe de los asuntospúblicos.

32aY voy a daros pruebas contundentes de ello, no con palabras, sino con lo que tiene mayor

fuerza ante cualquier auditorio, con los hechos. Dejadme contaros un episodio de mi vida, quepondrá de manifiesto que yo nunca cedería a la injusticia por temor a la muerte y que el miedo amorir es impotente para hacerme desistir de algo que sea contrario a la justicia. Os voy arelatar cosas tal vez pesadas y aburridas, a la manera de los abogados, pero todas ciertas.

Page 64: Apologia de Socrates - Platon (1)

El caso de las Arginusas

32bYo no he ejercido cargos públicos más que en una ocasión: fui miembro del Consejo28

cuando mi tribu, la de Antióquida, presidía el juicio contra los diez estrategas que no habíanrecogido los cuerpos de los soldados caídos en la batalla de Arginusa29 ; vosotros queríaisjuzgarlos a todos juntos, lo cual estaba en contra de nuestras leyes, como después sedemostró. Entonces yo solo y en contra de todos los Prítanos, me opuse a que hicierais algo encontra de la ley y voté en contra de todos.

32cY a pesar de que los oradores, alentados por vuestras protestas y vuestro apasionamiento,

exigían abrirme un proceso para llevarme ante los tribunales, creí que era mucho mejor estarde parte de la ley y de la justicia, aunque eso me supusiera graves peligros, que ponerme devuestra parte en busca de seguridades, si por ello debía ir en contra de la justicia o era movidopor el temor de la muerte o del encarcelamiento. Esto ocurrió cuando Atenas era gobernadapor un régimen democrático.

Page 65: Apologia de Socrates - Platon (1)

El caso de León de Salamina

Más tarde, bajo el régimen oligárquico de los Treinta30 , fui requerido, juntamente con otroscuatro, a que me presentara en el Tolos; allí nos ordenaron que fuéramos a Salamina parabuscar a León, el estratega, y colaborar así en su muerte. Misiones de este tipo encomendabana muchos otros para comprometer a cuantos más pudieran en su criminal gestión de gobierno.

32dY entonces volví a demostrar, no con palabras, sino con los hechos, que la muerte, lo digo

sin ambages, no me importa lo más mínimo, mientras que no cometer acciones injustas es paramí lo más importante. Ni siquiera aquel régimen, que presumía de duro, y en verdad lo era,pudo doblegarme para que cometiera un acto injusto. Cuando salimos del Tolos, los otroscuatro se dirigieron a Salamina para cumplir tan injusta orden y traer a León, pero yo me fuitranquilamente a mi casa. Por este motivo es muy posible que ya hubiera encontrado entoncesla muerte, pero aquel régimen cayó poco después. De todo esto muchos de vosotros soistestigos.

Page 66: Apologia de Socrates - Platon (1)

La tarea educativa

32eY bien: ¿acaso creéis que yo hubiera vivido muchos años si me hubiera dedicado a la

política, si, portándome como es propio de quien antepone su honradez a sus intereses,hubiera hecho de la defensa de la justicia mi compromiso, poniéndolo, como debe ser, porencima de todo? Ni mucho menos, atenienses, como tampoco ningún otro que lo intente deesta manera.

33aPero yo, durante toda mi vida, tanto en las cuestiones de interés público en que he

intervenido como en las privadas, he sido siempre el mismo y jamás he actuado contra lajusticia, ni les he permitido hacerlo a los que mis acusadores denominan mis discípulos, ni a losdemás.

33bPero, aunque jamás he sido maestro de nadie, si alguien, joven o mayor, ha sentido deseos

de oírme u observarme, nunca se lo he rehusado. No soy hombre que hable por dinero o quecalle si me lo dan. Estoy a total disposición tanto del rico como del pobre, para que mepregunten cuanto deseen, y todos podéis contrastar lo que digo. Jamás me he negado adialogar. Y si alguno, por todo ello, se convierte en un hombre mejor o peor, no se meadjudique a mí el mérito ni la culpa, ya que jamás prometí a nadie ningún tipo de enseñanza nide hecho la impartí. Por ello, si alguien dice que ha aprendido algo porque ha recibido leccionesmías, sean particulares o públicas, podéis estar seguros que os está mintiendo.

33cPero me preguntaréis: "¿Por qué a las personas les gusta conversar conmigo?". Ya os los

he dicho, atenienses, y ésta es la única verdad: les resulta intrigante ver cómo interrogo a losque presumen de sabios, pero que de hecho no lo son. Sostengo que ése es el mandato que herecibido del genio, en sueños, por medio de oráculos o por cualquiera de los medios normalesde los suele servirse un dios para asignar a un hombre una misión. Ésa es la verdad y no esnada difícil probarla.

33dPues si yo hubiera dejado una estela de jóvenes corrompidos, y aún ahora los fuera

corrompiendo, es natural que alguno, o todos, estarían aquí presentes para acusarme y exigirel castigo; y si ellos no se atreviesen, sus padres o hermanos vendrían en su lugar, porconsiderar que se ha causado daño a alguien de su familia.

Page 67: Apologia de Socrates - Platon (1)

Testimonio de los familiares

33ePor el contrario, veo a muchos de ellos sentados entre vosotros: primero a Critón, de mi

misma edad y del mismo demos, padre de Critóbulo, también aquí presente; después aLisanias, del distrito de Esfeto, padre de Esquines, que está aquí también; ved a Antifonte, deldistrito de Cefisia, padre de Epigenes, y a esos otros cuyos hermanos han estado presentes enlas conversaciones aludidas: Nicóstrato, hijo de Teozótides, y hermano de Teódoto —Teódotomurió y, por tanto, no puede testimoniar—; Paralio, hijo de Demódoco, cuyo hermano eraTéages; Adimanto, hijo de Aristón, hermano de Platón, ahí presente, y Ayantodoro, hermanode Apolodoro, ahí presente31 .

34aY podría citaros a muchos más, que incluso el propio Meletos hubiera podido presentar

como testigos de su pleito, y si no lo hizo por descuido o por olvido, que lo haga ahora, a ver siencuentra a alguien que corrobore alguno de sus puntos. Pero comprobaréis todo lo contrario,atenienses: todos están dispuestos a declarar a favor del que ha sido su corruptor, el que hadestrozado sus familias, según Ánito y Meletos aseguran.

34bCabría la posibilidad de que los ya corrompidos tuvieran alguna secreta razón para

auxiliarme y compartir mi responsabilidad, pero los no corrompidos y que tienen más edad queellos, sus parientes, ¿qué motivos pueden tener para ayudarme, sino que Ánito y Meletos estánmintiendo y que yo estoy en la verdad?

Ya he dicho bastante, atenienses. Todo lo que pueda añadir en defensa propia no añadiríanada a lo ya expuesto; podría añadir otras cosas pero, más o menos, serían del mismo estilo32 .

Page 68: Apologia de Socrates - Platon (1)

Sócrates se niega a emplear recursos sentimentales

34cQuizá alguno se indigne al recordar que en otros casos de menos monta el acusado rogó y

suplicó a los jueces con lágrimas, haciendo comparecer ante el Tribunal a sus hijos paradespertar compasión, y si se terciaba, a sus parientes y familiares33 , mientras que yo, encambio, no hago ninguna de estas cosas, a pesar de que estoy corriendo, como se ve, elmayor de los peligros.

34dPuede ser que alguno, recordando esos casos, tome hacia mí una actitud de despecho e,

irritado por mi forma de actuar, deposite su voto con cólera.Pues bien: si en alguno de vosotros se da esta situación (no afirmo que se dé, sólo analizo

esta posibilidad), ya tengo preparada la respuesta. "Amigo mío —le diría—, también yo tengouna familia y también puedo aplicarme aquello de Homero: ‘No he nacido ni de una encina ni delas rocas’, sino de hombres. Tengo familiares e, incluso, tres hijos, uno adolescente y dos decorta edad. Y, sin embargo, a ninguno de ellos permitiré que suba a este estrado para suplicarvuestro voto absolutorio".

34e¿Por qué no quiero hacer nada de todo esto? No es por fanfarronería ni, mucho menos, por

falta de consideración hacia vosotros. Que después afronte la muerte con firmeza o conflaqueza, ésa es otra cuestión. Pero, por mi buen nombre y por el vuestro, que es el de nuestraciudad, a mi edad no me parece honrado echar mano de ninguno de estos recursos, y menostodavía frente a la opinión generalizada de que Sócrates se diferencia de la mayoría de loshombres.

35aSi alguno de los que destacan por su valentía o por su inteligencia o por cualquier otra virtud

se comportase de este modo, cosa fea sería. Alguna vez he visto a algunos de los que sonconsiderados importantes, cuando se les está juzgando y temen sufrir alguna pena o la mismamuerte: su conducta me resulta inexplicable, pues parece que están convencidos de que, silogran que no se les condene a muerte, después ya serán por siempre inmortales.

35bÉstos son la deshonra y el oprobio de nuestra ciudad, porque pueden hacer creer a los

extranjeros que los ciudadanos que distinguimos con honores y que elegimos para que ocupenlas magistraturas no se diferencian en nada de las mujeres. Esas escenas, atenienses, nodebemos hacerlas los que tenemos cierto prestigio, y en caso que ocurran, vosotros no debéispermitirlas: más bien debéis estar dispuestos a demostrar que condenaréis a quien ofrezca el

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triste espectáculo de suplicar la compasión de sus jueces, dejando en ridículo a la ciudad.

35cPero, aparte de la cuestión de mi buen nombre, tampoco me parece digno suplicar a los

jueces y salir absuelto por la compasión comprada; hay que limitarse a exponer los hechos ytratar de persuadir, no de suplicar. Pues el jurado no está puesto para repartir la justicia comosi de favores se tratara, sino para decidir lo que es justo en cada caso; y los que tienen quejuzgar han jurado interpretar rectamente las leyes, no favorecer a los que les caigan bien.

35dPor tanto, no podemos permitirnos el perjurio a nosotros mismos, ni a los demás, porque

nos convertiríamos en reos de impiedad. No esperéis, pues, de mí que recurra a artimañas oacciones que no sean rectas ni justas, y menos ahora, ¡oh, por Zeus!, que estoy aquí acusadode impiedad por Meletos. Pues es evidente que si con súplicas llegara a convenceros u osforzara a faltar a vuestro juramento, os enseñaría a pensar que no hay dioses y, así, con midefensa, lo que haría de hecho sería condenarme a mí mismo por no creer en los dioses.

Pero no es así, ni mucho menos: yo creo en los dioses, como cualquiera de mis acusadores.Por eso, atenienses, dejo en vuestras manos y en las de los dioses el decidir lo que va a sermejor para mí y para vosotros.

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Segunda parte

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Sócrates es declarado culpable

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Comentario de la sentencia

35eNo me ha sorprendido ni indignado, oh atenienses, esta condena que acabáis de sellar con

vuestro voto.

36aEntre otras muchas razones, porque no me ha resultado inesperada; más bien me

sorprende que haya habido un número tan elevado de votos a mi favor; no sospechaba que seresolvería así, sino que esperaba muchos más votos en mi contra. Podéis ver que losresultados se habrían trastocado si sólo treinta34 personas más hubieran votado mi absolución.

Por de pronto, de la acusación de Meletos, según las cuentas que yo me he hecho, hequedado plenamente absuelto; no sólo eso: sin la comparecencia de Ánito y Licón, pareceevidente que Meletos habría sido condenado a pagar la multa de mil dracmas por no haberalcanzado la quinta parte de los votos exigidos.

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La contrapropuesta

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La contrapropuesta

36bAhora, este hombre propone la pena de muerte para mí. Bien, ¿y qué contrapuesta os voy a

hacer, atenienses35 ? Ciertamente, voy a proponer la que creo merecer. ¿Que cuál es? ¿Quépena o castigo tengo que sufrir por haberme empeñado tozudamente en no querer una vidatranquila y cómoda, por descuidar lo que preocupa a la mayoría de las personas -sus bienes,sus intereses personales, la dirección de los ejércitos, los discursos en la Asamblea, el ejerciciode cargos públicos-, por permanecer neutral ante coaliciones y revueltas, por considerar quesoy demasiado honrado para poder salir ileso si intervengo en la política?

36cJamás me he ocupado de cosas que no pudieran reportar alguna utilidad a vosotros o a mí,

y siempre he preferido hacer el máximo bien a cada uno, tratando de convencerle de queaplicara sus energías a buscar la sabiduría antes que sus propios intereses, y que se ocuparadel Estado antes que de los intereses del Estado, y que así procediera en todos los asuntos.

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Mantenimiento a costa del estado

36dAhora bien, ¿qué debo sufrir por todo esto? Ciertamente, algún bien, atenienses, si de

verdad hay que ser ecuánimes y actuar con arreglo a los merecimientos. ¿Y qué bien puede sermás apropiado para un pobre benefactor que necesita todo el tiempo posible para dar consejosa sus conciudadanos? Sin duda sólo hay una recompensa que haga justicia a esosmerecimientos: mantenerle a costa del Estado en el Pritaneo36 , y con mayores merecimientosque cualquiera de los ganadores de alguna carrera de caballos o de carros por parejas o decuadrigas que se celebran en Olimpia.

36ePues mientras éstos os hacen creer que os dan la felicidad, yo os hago felices de verdad y,

por otro lado, ellos no necesitan vuestras pensiones y yo sí. En resumen, si de verdad deboproponer la condena que merezco según la justicia, ésa es la que propongo: ser mantenido acosta del Estado en el Pritaneo.

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¿Cuál sería el castigo justo?

37aTal vez al oír esta proposición y ver el tono que uso, se repita en vosotros la misma

impresión que cuando hablaba de recurrir a lágrimas y súplicas: que os parezca arrogante micomportamiento. Pero no es esta mi intención, atenienses; ésta es la única verdad: no tengoconciencia de haber hecho nunca voluntariamente mal a nadie, aunque no he podidoconvenceros a la mayoría de vosotros, porque no ha habido tiempo suficiente para ello.

37bPues creo que si entre vosotros fuera ley lo que es costumbre en otros pueblos, es decir, en

cuestiones de pena capital no dictar sentencia en el mismo día del juicio, sino uno o varios díasdespués, estoy persuadido de que os lograría convencer; pero ahora no es fácil rechazar tangraves cargos en tan corto espacio de tiempo.

Estando convencido, como estoy, de no haber hecho mal a nadie injustamente, es lógicoque tampoco me lo haga a mí mismo hablando como si mereciera un castigo o me condenara amí mismo.

37c¿Qué tengo que temer? ¿Tal vez sufrir lo que Meletos propone contra mí, cosa que, repito,

aún no sé si es un bien o un mal? ¿Voy a decantarme hacia las cosas que sé que son malas yproponer contra mí algún castigo concreto? ¿Tal vez la cárcel? ¿Y por qué tengo queencerrarme en una cárcel, a merced de los que vayan ocupando anualmente el cargo de losOnce, que son los vigilantes?

¿O debo tal vez proponer una multa y prisión hasta que no haya pagado el último plazo?Estamos en lo mismo: debería estar siempre en la cárcel, pues no tengo con qué pagar.

37d¿Me condenaré al exilio? Quizá sea ésta la pena que a vosotros más os satisfaga37 . Pero

debería estar muy apegado a la vida y muy ciego para no ver que si vosotros, mis paisanos, nohabéis podido soportar mis interrogatorios ni mis tertulias, sino que os han resultado molestoshasta el extremo de querer libraros de ellos, ¿cómo voy a esperar que unos extraños lossoporten con más generosidad?

37eEs evidente que no lo soportarían, atenienses. Y, ¡vaya espectáculo el mío! A mis años

escapando de Atenas, vagando de ciudad en ciudad, convirtiéndome en un pobre desterrado.Bien sé que en cualquier parte vendrían los jóvenes a escucharme con agrado, igual que aquí.Pero si los rechazara, serían ellos los que rogarían a sus ancianos que me exiliaran de suciudad, y si los acogiera, serían sus padres y familiares los que no pararían hasta hacerme la

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vida imposible y tendría que volver a huir.Oigo la voz de alguien que me recomienda: "Pero Sócrates, ¿no serás capaz de vivir

tranquilamente, en silencio, lejos de nosotros?" Éste es el sacrificio mayor que podéis pedirme,pues se trataría de desobedecer al dios y yo jamás podría quedarme tranquilo si renunciara ami misión.

38aY aunque no me creáis y penséis que hablo con evasivas, debo deciros que el mayor bien

para un humano es mantener los ideales de la virtud con sus palabras y tratar de los diversostemas, examinándome a mí mismo y a los demás, pues una vida sin examen propio y ajeno nomerece ser vivida por ningún hombre, me creáis o no. Las cosas son así, aunque sé lo difícilque es convenceros.

Page 78: Apologia de Socrates - Platon (1)

Oferta de una multa

38bTampoco soy de los que aceptan con agrado condenas injustas. Si me sobrara el dinero,

me habría puesto una multa soportable, que no representara un perjuicio para mí. Pero comono lo tengo, sois vosotros los que debéis tasar la multa. Tal vez, rebuscando, podría pagaroshasta una mina de plata38 . Ésta es la suma que os propongo. Algunos de los presentes, comoPlatón, Critón y Critóbulo, me instan a elevar la multa hasta treinta minas, de las que ellos sehacen fiadores. Propongo, pues, esta nueva suma. Y tendréis en ellos a unos fiadores de totalsolvencia.

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Tercera parte

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Sócrates es condenado a muerte

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Valoración de la sentencia

38cPor no querer aguardar un poco más de tiempo, os llevaréis, atenienses, la mala fama de

haber hecho morir a Sócrates39 , un hombre sabio, pues para avergonzaros os dirán que yo eraun sabio, aunque no lo soy. Si hubierais esperado un poquito más, habría llegado el mismodesenlace, aunque de un modo natural; considerad la edad que tengo y cuán recorrido tengo elcamino de la vida y qué cercana ronda la muerte. Lo dicho no va para todos, sino sólo para losque me habéis condenado a morir.

38dY a éstos aún tengo algo más que decirles: quizá penséis, atenienses, que he sido

condenado por falta de razones o por la pobreza de mi discurso; me refiero a la clase dediscurso que no he usado, aquel que se sirve de todo tipo de recursos con tal de escapar delpeligro. Nada más lejos de la realidad. Sí, me he perdido por una carencia, pero no de palabras,sino de audacia y osadía40 , y por negarme a hablar ante vosotros de la manera que os hubieragustado, entonando lamentaciones y diciendo otras muchas cosas indignas e inesperadas enmí, aunque estéis acostumbrados a oírlas en otros.

38ePero yo nunca he creído que hacía falta llegar a la deshonra para evitar los peligros, y ahora

no me arrepiento de haberme defendido así; pues prefiero morir por haberme defendido comolo he hecho que vivir recurriendo a medios indignos en mi defensa.

39aEs evidente que muchos en los combates se escapan de la muerte porque abandonan sus

armas e imploran el perdón de los enemigos. Todos los peligros pueden evitarse de muchasmaneras, sobre todo por quienes están dispuestos a claudicar. Pero lo más difícil no es escaparde la muerte, sino evitar la maldad, que corre mucho más deprisa que la muerte.

39bA mí, que ya soy viejo y ando algo torpe, me ha pillado la muerte, mientras que mis

acusadores, que aún son jóvenes y ágiles, van a ser atrapados por la maldad. Yo voy a salir deaquí condenado a muerte por vuestro voto, pero vosotros marcharéis llenos de maldad y vileza,acusados por la verdad. Yo me atengo a mi condena, pero vosotros deberéis soportar tambiénla vuestra. Tal vez así tenían que suceder las cosas; y pienso que así están bien, tal comoestán.

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La predicción

39cAhora dejadme predecir lo que os va a suceder a vosotros que me habéis condenado, pues

estoy a punto de morir y en estos momentos es cuando los hombres están más dotados deldon de profetizar41 . Os predigo que después de mi muerte caerá sobre vosotros, ¡por Zeus!,un castigo mucho más duro que el que me acabáis de infringir. Me habéis condenado con laesperanza de quedar libres de responder de vuestros actos, pero os profetizo que las cuentasos van a salir muy al revés: cada día aumentará el número de los que exijan explicación devuestros actos, a quienes hasta ahora yo he podido contener, aunque vosotros no lo advertíais,y tanto más duros serán cuanto más jóvenes y, por ello, más exigentes; por eso viviréis aúnmucho más enojados.

39dEstáis muy equivocados si creéis que la mejor manera de desembarazaros de los que os

recriminan es matarlos. No es éste el modo más honrado de cerrar la boca a quienes osinquietan; hay otro mucho más fácil: no perjudicar a los demás y mejorar la propia conducta entodo lo posible.

39eCon estas predicciones, como si fueran de un oráculo, me despido de los que han votado mi

muerte. Y ahora quiero dirigirme a quienes me han absuelto, conversando sobre lo que aquí hasucedido, a la espera de que los magistrados acaben de trajinar con estos asuntos y meconduzcan al lugar donde debo esperar la muerte.

40aPermaneced, atenienses, conmigo el tiempo que esto dure, pues nada nos impide platicar.

Querría comentar con vosotros, como amigos que sois, mi interpretación de lo que acabamosde vivir.

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El último mensaje

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El último mensaje

¡Oh jueces!, y os llamo jueces con toda propiedad, por haberlo sido conmigo. Algosorprendente me ha sucedido hoy: aquella voz del daimon, que antes se me presentaba contanta frecuencia para oponerse a cuestiones, incluso mínimas, si creía que iba a actuar a laligera, hoy no me ha alertado de la presencia de ningún mal, a pesar de que me he encontradocon la muerte, que según la mayoría es lo peor que puede ocurrir a una persona.

40bNi al salir de casa esta mañana, ni cuando subía al Tribunal, ni en ningún momento de mi

apología me ha impedido seguir hablando, dijera lo que dijera, cuando en otras ocasiones llegóa quitarme la palabra en mitad del razonamiento, según lo que estuviera hablando.

¿Cómo se explica todo esto? Dejadme daros mi interpretación: considero esto una pruebade que lo que me acaba de suceder es para mí un bien y que, por tanto, no son válidasnuestras conjeturas cuando consideramos la muerte como el peor de los males. Ésta es larazón de más peso para convencerme de ello; de lo contrario, si lo que me iba a ocurrir fuera unmal y no un bien, esa voz del genio se habría opuesto al curso de los acontecimientos.

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¿Qué es la muerte?

40cTodavía puedo añadir nuevas razones para convenceros de que la muerte no es una

desgracia, sino una ventura. Una de dos: o bien la muerte nos deja reducidos a la nada, sinposibilidad de ningún tipo de sensación, o bien, de acuerdo con lo que algunos dicen,simplemente se trata de un cambio o mudanza del alma de este lugar hacia otro.

40dSi la muerte es la extinción de todo deseo y como una noche de sueño profundo, pero sin

ensoñaciones, ¡qué maravillosa ganancia sería! En mi opinión, si nos obligaran a escoger entreuna noche sin sueños pero plácidamente dormida, y otras noches con ensoñaciones u otrosdías de su vida; si después de una buena reflexión tuviéramos que decidir qué días y quénoches han sido los más felices, pienso que todos, y no sólo cualquier persona normal, sinoincluso el mismísimo rey de Persia42 , encontrarían pocos momentos comparables con laprimera.

40eSi la muerte es algo parecido, sostengo que es la mayor de las ganancias, pues toda

eternidad se nos aparece como una noche de ésas.Por otro lado, si la muerte es una simple mudanza de lugar y si, además, es cierto lo que

cuentan, que los muertos están todos reunidos, ¿sois capaces, oh jueces, de imaginar algúnbien mayor?

41aPues, al llegar al reino del Hades, liberados de los que aquí se hacen llamar jueces, nos

encontraremos con los auténticos jueces, que, según cuentan, siguen ejerciendo allí susfunciones: Minos, Radamanto, Éaco y Triptólemo, y toda una larga lista de semidioses quefueron justos en su vida. ¿Y qué me decís de poder reunirnos con Orfeo, Museo, Hesíodo yHomero43 ? ¿Qué no pagaría cualquiera por poder conversar con estos héroes? En lo que a míse refiere, mil y mil veces prefiero estar muerto, si tales cosas son verdad.

41b¡Qué maravilloso sería para mí encontrarme con Palamedes44 , con Ayax, hijo de Telamón,

y con todos los héroes del pasado, víctimas también ellos de otros tantos procesos injustos!Aunque sólo fuera para comparar sus experiencias con las mías, ya me daría por satisfecho. Mimayor placer sería pasar los días interrogando a los de allá abajo, como he hecho con los deaquí durante mi vida terrena, para ver quiénes entre ellos son auténticos sabios y quiénescreen que lo son, sin serlo en la realidad.

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41c¿Qué precio no pagaríais, oh jueces, para poder examinar a quien condujo aquel numeroso

ejército contra Troya, o a Odiseo o Sísifo45 , o a tantos hombres y mujeres que ahora no puedoni citar? Estar con ellos, gozar de su compañía e interrogarlos, ése sería el colmo de mifelicidad. En cualquier caso, creo que en el Hades no me llevarían a juicio ni me condenarían amuerte por ejercer mi oficio. Ellos son, allá, mucho más felices que los de aquí, entre otrasmuchas razones, por la de ser inmortales, si es verdad lo que se dice.

41dVosotros también, oh jueces míos, debéis tener buena esperanza ante la muerte y

convenceros de una cosa: que no hay mal posible para un hombre de bien, ni durante estavida, ni después en el reinado de la muerte, y que los dioses jamás descuidan los asuntos delos hombres justos. Lo que me ha sucedido a mí no es fruto de la causalidad; al contrario, veoclaramente que morir y quedar libre de ajetreos era lo mejor para mí.

Por esa razón en ningún momento me ha disuadido la voz del genio; también por esa razónyo no estoy enojado contra mis acusadores ni contra los que me han condenado, aunqueninguno de ellos quería hacerme un bien, sino un mal, lo que les echo en cara.

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Petición por los hijos

41eY ahora debo pediros un último favor: cuando mis hijos se hagan mayores, atenienses,

castigadles, como yo os he incordiado durante toda mi vida, si pensáis que se preocupan másde buscar riquezas o negocios que de la virtud. Y si presumen de ser algo, sin serlo de verdad,reprochádselo como yo os he reprochado, y exigidles que se cuiden de lo que deben y que nose den importancia, cuando en realidad nada valen. Si hacéis esto, ellos y yo habremos recibidoel trato que merecemos.

42aNo tengo nada más que decir. Ya es la hora de partir: yo a morir, vosotros a vivir. ¿Quién va

a hacer mejor negocio, vosotros o yo? Cosa oscura es para todos, salvo, si acaso, para el dios.

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Notas del prólogo de Alejandro G. Vigo[1] Cf. Jaeger (1957) p. 389.volver

[2] Un buen tratamiento del conjunto del problema relativo a las fuentes de nuestroconocimiento de Sócrates se encuentra en Guthrie (1988) p. 313-361.volver

[3] Cf. Görgemanns (1994) p. 45. Para los cargos formulados por Polícrates y su relacióncon la acusación de Meleto véase Eggers Lan (1966) p. 16 ss.volver

[4] Una tabla cronológica de los escritos platónicos se encuentra en Gómez-Lobo (1997) p.80 ss. Para el estado de la cuestión relativa a la datación de los escritos platónicos puede verseBrandwood (1992).volver

[5] Para la cuestión de la historicidad de la Apología platónica véase Brickhouse-Smith(1989) p. 2 ss.; de Strycker-Slings (1994) p. 1 ss. Véase también Guthrie (1990) p. 79-85.volver

[6] Cf. Brickhouse-Smith (1989) p. 26.volver

[7] Véase Riddell (1867) p. iv-vi; Brickhouse-Smith (1989) p. 26. El número habitaul, segúnlas fuentes, era de 500. Pero, sobre la base de datos referidos a épocas algo posteriores, losestudiosos suelen fijar el número más bien en 501, en la idea de que debía tratarse de unnúmero impar, a fin de evitar la posibilidad de empate.volver

[8] En cambio, Jenofonte afirma que los amigos de Sócrates participaron en la defensa (cf.Apología 22).volver

[9] Véase abajo ... (a completar tras lectura).volver

[10] Así lo sugiere Riddell (1867) p. VII.volver

[11] El concepto de impiedad en el mundo clásico, siendo así compartido tanto por griegoscomo por romanos, no coincide con el correspondiente actual más extendido (hecho no

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piadoso, o cualidad de la persona no piadosa). Así pues, el hombre pío griego y romano (piusen latín) es aquel hombre que cumple con los tres elementos que harán de éste un auténticogriego o romano, respectivamente: los dioses, la patria y la familia. [Nota del editor]volver

[12] El contraste entre la actitud corporizada por Sócrates y el trasfondo de la religiosidadtradicional ha sido nítidamente elaborado por H. G. Gadamer en un excelente estudio. VéaseGadamer (1990). El componente religioso de la actitud de Sócrates ha sido enfatizado porMondolfo (1963) p. 24 ss.volver

[13] Para una lúcida discusión crítica de las principales paradojas de la posición socráticacon relación al conocimiento véase ahora Carone (1997). Sobre el tema de la declaraciónsocrática de ignorancia véase también Vlastos (1994) p. 39-66, 67-88.volver

[14] Realmente, el prólogo tan magníficamente elaborado por el doctor Alejandro G. Vigoincluye un nuevo punto, siendo éste el cuarto y estando titulado "La presente traducción". Detal forma, al usar para esta edición una traducción distinta de la obra platónica con respecto a laincluida en la versión de G. Vigo, se ha creído conveniente suprimir dicho apartado. Paraconsultarlo, véase este enlace, el cual conduce a la versión de la obra de G. Vigo almacenadaen el servicio Google Books. A pesar de que en un principio pueda aparecer la página del libroenlazada como no disponible, si se avanza y retrocede un par de veces, podrá visualizarsecorrectamente.volver

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Notas de la obra[0] Probablemente este lugar inicial es el propio para indicar al lector que la numeración

marginal, con cifras subdivididas en párrafos a-e, responde a las páginas o partes de ellas de laantigua edición platónica de Enrique Estéfano (París, 1578).volver

[1] Sócrates pretexta una razón cronólogica para hablar, primeramente, sobre los que hancreado en la ciudad una imagen en la que se apoyan sus acusadores reales. Esta distinciónentre primeros acusadores, que legalmente no existen, y últimos acusadores articula la primeraparte de la Apología.volver

[2] Se refiere a Aristófanes, quien lo ridiculizó en varias de sus obras.volver

[3] La llama acusación, comparándola con la acusación legal. Tampoco el contenido de estaúltima puede ser referido a la verdadera personalidad de Sócrates, según él mismo ha indicadoen sus primeras palabras ante los jueces.volver

[4] Sócrates resume los conceptos vertidos sobre él durante muchos años y les da la formade una acusación. Se trata de burdas ideas, que calan bien entre los ignorantes, en las que semezclan conceptos atribuibles a los filósofos de la naturaleza con los propios de los sofistas, entodo caso poco piadosos. Con estas ideas aparece Sócrates representado en las Nubes deAristófanes.volver

[5] Ésta era la práctica habitual que enseñaban los sofistas quienes recibían unaremuneración por sus enseñanzas. El objetivo no era encontrar la verdad sino construirargumentos sólidos para cualquier causa.volver

[6] Esta afirmación es también importante para distinguir a Sócrates de los sofistas. Noprofesa la enseñanza ni cobra por dejarse oír, lo que sí hacen aquéllos.volver

[7] En la Apología procura Platón ser muy escrupuloso en cuanto a las refere ncias depersonas que, con certeza, aún vivían en la fecha del proceso. Al citar aquí a tres famosossofistas, omite el nombre del creador y gran impulsor de la sofística: Protágoras de Abdera, quehabía muerto en 415.

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- Gorgias de Leontinos era el representante del Occidente griego en la sofística. Es,sin duda, el sofista más calificado después de Protágoras. Alcanzó una gran longevidad,pues debía de ser unos quince años mayor que Sócrates y murió algunos años despuésque él. Es un personaje muy interesante en otros muchos aspectos del pensamiento, perosobre todo lo es por la manifiesta influencia de su estilo desde finales del siglo V. Estainfluencia fue decisiva en la retórica y en la prosa artística. Su más caracterizado discípulofue Ióócrates.

- Pródico era jonio, de Yúlide de Ceos. Distinguido discípulo de Protágoras. Era hombrede poca salud y escasa voz, según lo presenta Platón en el Protágoras. Practicó sobretodo las distinciones léxicas, especialmente la sinonimia. Poco más joven que Sócrates,vivía aún, como los tres citados, a la muerte de éste.

- Hipias de Élide es el más joven de los tres citados. Aunque no es comparable enméritos con Protágoras y Gorgias, es una personalidad muy interesante. Platón ha escritodos diálogos en que Hipias es interlocutor de Sócrates. Es discutida la autenticidad delHipias Mayor.volver

[8] Rico ateniense, veinte años más joven que Sócrates, cuya liberalidad para con lossofistas muestra Platón en el Protágoras.volver

[9] Eveno de Paros era poeta y sofista. Citado también por Platón en el Fedón y en elFedro.volver

[10] Según otras traducciones, "fama", aunque en el sentido de una opinión generalizadaque no responde a la realidad.volver

[11] Querefonte, cuya relación con Sócrates queda descrita, admiraba a ésteprofundamente. Aristófanes, en Las Nubes, hace figurar el nombre de ambos al frente delPensatorio, palabra inventada por Aristófanes, también traducida como Pensadero, unaespecie de escuela donde enseñarían, por dinero o cosas de valor, los sofistas Sócrates y suamigo Querefonte.volver

[12] El famoso santuario de Apolo, de prestigio panhelénico y, también, entre los no griegos.La pitonisa, "pythía", que tenía un papel secundario en la jerarquía délfica, pronunciaba entrance frases inconexas que eran interpretadas por los sacerdotes.volver

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[13] Pone su esfuerzo en la comparación de su viaje con los "Doce trabajos deHeracles".volver

[14] Sócrates desea aclarar la diferencia entre conocer la verdad y conocer lo que no esverdad.volver

[15] No se conserva en la traducción un anacoluto sí presente en el texto griego original,cuya posible traducción es la que sigue: "Y parece que éste habla de Sócrates, se sirve de minombreponiéndome como ejemplo, como si dijera...".volver

[16] Termina aquí Sócrates la parte dedicada a explicar las causas de la falsa opinión que lagente tiene de él. A todos los que la han creado, bien dando origen a ella, bien difundiéndolaintencionada o inintencionadamente, los llama "primeros detractores", para distinguirlos de losque realmente presentaron la acusación, cuyo texto se cita a continuación, en La acusación decorrupción.volver

[17] El acusado podía interrogar al acusador y presentar testigos. Durante la intervención deéstos no contaba el tiempo asignado al acusado para su defensa.volver

[18] Los jueces lo eran por sorteo entre los ciudadanos. Lo mismo sucedía con los miembrosdel Consejo. Los asistentes a la Asamblea eran todos los ciudadanos en plenitud de susderechos.volver

[19] Aquí es donde Meletos cae en su contradicción fundamental.volver

[20] La fama de Anaxágoras debía de ser grande, puesto que, por estas fechas, hacía ya 29años que había muerto en Lámpsaco. Había vivido muchos años en Atenas en el círculo dePericles. Aunque Sócrates, en sus comienzos, se había interesado por el pensamiento deAnaxágoras, cuyas ideas le eran perfectamente conocidas, aprovecha esta ocasión paraprecisar que su pensamiento no tiene relación con el de los filósofos de la naturaleza.volver

[21] Probablemente un lugar en el ágora en el que se ejercía el comercio de libros. No setrata de la orquestra del teatro.volver

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[22] Con estas palabras, da por terminada Sócrates su defensa frente a la acusación realpresentada contra él. El resto del tiempo concedido para la defensa lo va a dedicar a justificarsu forma de vida y a demostrar que es beneficiosa para la ciudad y digna de ser seguida portodos los hombres.volver

[23] En esta frase se puede apreciar claramente cómo Sócrates sabía de antemano quesería condenado.volver

[24] Aquiles, que conociendo que debía morir inmediatamente después de Héctor, obrócomo se indica a continuación. Las palabras de Tetis y de Aquiles, citadas en la Apologíaresponden resumida y aproximadamente a Ilíada XVIII 96-104. Los héroes homéricos teníanvalor de ejemplaridad entre los griegos.volver

[25] Potidea, Anfípolis y Delión son batallas en las que luchó Sócrates como hoplita y quetuvieron lugar, respectivamente, en 429, 422 y 424. Aunque para su presencia en Potidea yDelión hay otros testimonios, la referencia a Anfípolis se encuentra sólo aquí. Sócrates tenía agala no haber abandonado Atenas más que en servicio de la patria.volver

[26] Aquí, a diferencia de 40e, donde tiene el sentido de morada de los muertos, expresa loque sigue a la muerte.volver

[27] Sócrates justifica por qué ha ejercido privadamente su labor en beneficio de Atenas yno lo ha hecho desde la actividad política. Introduce la presencia de un espíritu disuasor(genio).volver

[28] El Consejo (llamado "Consejo de los Quinientos") estaba constituido por cincuentamiembros de cada una de las diez tribus. Se dividía el año en diez períodos, en cada uno de loscuales ejercía el gobierno y presidía el Consejo cada una de las tribus (tribu en pritanía). Loscincuenta miembros de la tribu en funciones se llamaban prítanes. En esta época, los cargosque ejercían los prítanes, algunos por un solo día, se asignaban por sorteo; también se habíaefectuado sorteo para nombrar a los cincuenta representantes de cada tribu.volver

[29] La batalla naval de las islas Arginusas en el año 406 terminó con la victoria de losgenerales atenienses sobre los espartanos. Una tormenta impidió recoger a los náufragospropios. A esta circunstancia se unieron intrigas políticas que determinaron la instrucción de un

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proceso y la condena a muerte de los generales victoriosos. Era ilegal juzgarlos en un solojuicio. Sócrates, con evidente peligro, fue el único de los prítanes que se opuso. Cf. I 6. deHelénicas de Jenofonte).volver

[30] "Los Treinta" es el nombre dado al duro gobierno de treinta oligarcas ateniensesimpuesto por Esparta poco después de la rendición de Atenas en 404. Se reunían en elTolo.volver

[31] Las personas citadas eran amigos fieles de Sócrates. Critón está configurado en eldiálogo que lleva su nombre:

- Esquines de Esfeto estuvo también presente en la muerte de Sócrates. Tras lamuerte del maestro se trasladó a Sicilia, donde residió muchos años antes de regresar aAtenas.

- Epígenes, del demo de Cefisia, estuvo también presente en la muerte de Sócrates.- Nicóstrato no nos es conocido por otras referencias.- Téages, ateniense, hijo de Demódoco, está nombrado ya como fallecido en la fecha

del proceso. Es interlocutor de Sócrates en el diálogo apócrifo de su nombre.- Adimanto, el hermano mayor de Platón, es interlocutor de Sócrates en la República.- Apolodoro aparece también en el Banquete 172b, y en el Fedón 59a y 117d.volver

[32] Las últimas palabras de Sócrates antes de votar los jueces tienen una creciente tensióndramática. Así como Ánito había dicho que no se debí a haber procesado a Sócrates, o que,una vez procesado, era necesario condenarlo a muerte, así también Sócrates sabía que teníaque renunciar a toda su labor pasada adoptando una actitud suplicante o mantenerse firme,con el casi seguro riesgo de ser condenado a muerte.volver

[33] Se trata de prácticas que eran frecuentes en juicios en los que la sentencia podía ser lapena capital.volver

[34] Sócrates ha sido declarado culpable de la acusación. Para los datos numéricos,consultar el Prólogo. Si el acusador no conseguía la quinta parte de los votos de los jueces,debía pagar mil dracmas.volver

[35] Meleto ha propuesto la pena de muerte. El tribunal no puede más que elegir entre las

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dos propuestas. En las circunstancias del momento, Sócrates tenía que admitir una culpabilidado exponerse a que el tribunal tuviera que elegir la pena de muerte. La decisión, que Sócratesseguramente tenía prevista desde antes del juicio, fue la de no aceptar la culpabilidad.volver

[36] En el Pritaneo, establecido en el Tolo, podían comer las personas a las que la ciudadjuzgaba como sus benefactores. Este honor era muy estimado.volver

[37] En realidad ésta hubiera sido la pena lógica y la que, probablemente, esperaban losacusadores. Lo que sucedió es que Sócrates, al no humillarse ante los jueces ni ante laacusación, hizo que todo el juicio saliese fuera de control.volver

[38] Sus amigos en el público advirtieron en seguida que la oferta de una mina conducíadirectamente a que el tribunal aceptara la propuesta de Meleto. Sócrates aceptó proponer lastreinta minas. No hay razón para pensar que esta oferta no se produjo.volver

[39] En nueva votación, el tribunal ha condenado a muerte a Sócrates. Casi ochenta jueceshan cambiado de opinión y han dado su voto adverso a Sócrates. El juicio ha terminado, peromientras los magistrados terminan sus diligencias para conducirlo a la prisión, Sócrates hapodido brevemente hablar con los jueces. Platón recoge estas palabras separando las dirigidasa los que le han condenado, de las que dedica a los que han votado su propuesta.volver

[40] Estas ideas expresadas aquí son las que, al parecer, han guiado el comportamiento deSócrates durante el juicio. En ningún lugar expresa estos puntos de vista con mayorclaridad.volver

[41] Era creencia común que, a la hora de la muerte, los hombres adquirían cualidadesproféticas.volver

[42] Literalmente, el "Gran Rey", manera corriente de llamar al rey de los persas, cuyariqueza y lujo eran proverbiales.volver

[43] En Gorgias 523e, cita Platón a Minos, Éaco y Radamanto, pero no a Triptólemo. En ellibro XI de la Odisea, el juez es Minos. Orfeo, Museo, Hesíodo y Homero están nombradoscomo seres extraordinarios con los que todo ser humano desearía hablar.volver

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[44] Palamedes y Ayante fueron, como Sócrates, víctimas de un juicio injusto, ambos acausa de Odiseo.volver

[45] El nombre de Odiseo (traducido en esta versión por Ulises, mas restituido por el editorde la versión en ePub por clara incorrección, al ser éste el nombre dado a este héroe por losromanos, no por los griegos) viene atraído como pareja con Agamenón; el de Sísifo, comopareja de Odiseo, por urdidor de engaños. No tendría sentido nombrar aquí el castigo de Sísifo,ya conocido en Odisea XI 593.volver